Tema 23

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TEMA 23.

EL TEXTO COMO UNIDAD COMUNICATIVA


MARÍA GARCÍA MUÑOZ

TEMA 23. EL TEXTO COMO UNIDAD COMUNICATIVA. SU ADECUACIÓN AL


CONTEXTO. EL DISCURSO.
Justificación
Introducción
1. EL TEXTO COMO UNIDAD COMUNICATIVA
1.1 Concepto de texto
1.2 Texto e interacción social
1.3 Actos de habla
2. LA ADECUACIÓN DEL TEXTO AL CONTEXTO
2.1 Concepto de texto
2.2 Papel del contexto en la interpretación
2.2.1 Asignación de referencia
2.2.2 El significado inferencial
2.2.3 Marcos de referencia
3. EL DISCURSO
3.1 Concepto de discurso
3.2 Niveles de análisis
Conclusión
Bibliografía

Justificación
En el marco curricular este tema puede ubicarse en todos los cursos de la ESO y Bachillerato
dentro del segundo bloque de contenidos (B. Comunicación. 1. Contexto 2. Géneros discursivos
3. Procesos 4. Reconocimiento y uso discursivo de los elementos lingüísticos) de conformidad
con lo dispuesto en el Anexo II del Real Decreto 217/2022, de 29 de marzo, por el que se
establece ordenación y las enseñanzas mínimas de la Educación Secundaria Obligatoria y en el
Anexo II del Real Decreto 243/2022, de 5 de abril, por el que se establece el currículo básico del
Bachillerato.
Introducción
Tradicionalmente, la oración ha constituido el límite superior de las unidades lingüísticas.
Esto no significa que el texto no haya sido objeto de atención, aunque siempre desde otras
disciplinas más relacionadas con lo literario que con lo estrictamente lingüístico. De hecho,
algunos de los antecedentes del reciente interés de la lingüística por el texto, proceden de la
crítica y la teoría literarias, como es el caso de Van Dijk o García Berrio.
Desde una perspectiva más estrictamente lingüística, el germen del estudio científico del
texto está contenido en aquellos autores que han ido desbordando los límites del paradigma
formal dominante durante los primeros setenta años del siglo XX. Es el caso de Coseriu con su
"lingüística del habla", de Benveniste, con su «lingüística del discurso»; de Todorov, al distinguir
entre enunciado y enunciación, e incluso de Gili Gaya, que en su Curso superior de sintaxis
española dedica el último capítulo a los «enlaces extraoracionales».
La constitución de una Lingüística del Texto se va formando a partir de la segunda mitad de
los años 70 del siglo XX, cuando se superan dos principios básicos del análisis lingüístico
precedente: el inmanentismo reduccionista, que excluye el estudio del significado para

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centrarse en una red abstracta de relaciones formales sin prestar atención al uso real que los
hablantes hacen de la lengua; y el límite oracional.
E. Bernárdez expone cuatro causas que han conducido al desarrollo de la lingüística del
texto:

 Necesidad de realizar aportaciones de carácter lingüístico a las disciplinas que


trabajan con textos completos, como la poética, la estilística...
 Necesidad de explicar una serie de fenómenos que no pueden estudiarse
adecuadamente en frases aisladas.
 Necesidad de integrar los datos semánticos y pragmáticos con los gramaticales.
 Necesidad de seguir las directrices científicas generales: realizar estudios
integradores y escapar al reduccionismo de otras tendencias lingüísticas.

1. EL TEXTO COMO UNIDAD COMUNICATIVA


la primera aparición del término Lingüística del texto se encuentra en el artículo de E.
Coseriu titulado «Determinación y entorno» (1956). Sin embargo, la consideración de Coseriu
del texto como producto del habla, no tuvo continuidad inmediata. La investigación textual se
inicia cuando la gramática oracional deja de proporcionar explicaciones adecuadas a los
fenómenos lingüísticos. El enfoque de la lingüística del texto como ampliación de la gramática
oracional desató considerables críticas. El punto de partida de los defensores de esta gramática
textual era el siguiente: del mismo modo en que es posible establecer un nivel morfémico que se
integra en el nivel superior de las palabras, y este a su vez en el del sintagma, constituyendo estos
el nivel superior de la oración, también es posible considerar que el nivel de las oraciones se
integra en uno superior, el del texto.
El problema de este planteamiento radica en que el salto de la oración al texto es diferente al
que se produce entre los demás niveles. No se trata de un cambio cuantitativo, sino cualitativo: el
texto deja de ser considerado como mera unidad de orden superior a la oración; no se concibe
como la suma de oraciones con una determinada estructura, sino que se pasa a considerarlo en
una segunda y actual fase como unidad comunicativa, aunque posea además características de
unidad lingüística.
Como afirma Bernárdez, un texto no es una cadena de oraciones, sino una unidad semántico-
pragmática que se realiza o codifica en oraciones. El texto solo puede existir en el uso, mientras
que es posible imaginar oraciones independientes de él. Desde esta perspectiva el texto se
concibe como la unidad mínima de información, de comunicación y de interacción social. De este
modo podemos considerar que todo texto es un acto de habla o que los mensajes y actos de habla
se ejecutan mediante textos.
Para Sergei I. Gindin «texto es todo aquello que el hablante considera texto», es decir, es
fundamental la intención comunicativa del hablante. Desde este punto de vista texto podrá ser
una sola oración o una sucesión de oraciones, pues la base fundamental de su carácter textual no
se encuentra en su forma sintáctica superficial, sino en la intención comunicativa del hablante. Un
texto puede ser escrito o hablado, prosa, verso, diálogo, puede ser un proverbio o toda una obra.

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En conclusión, podemos decir que el texto es la unidad comunicativa fundamental, producto


de la actividad verbal, que posee siempre carácter social. Está caracterizado por su cierre
semántico y comunicativo, por su coherencia debida a la intención comunicativa del hablante y a
su estructuración mediante dos conjuntos de reglas: las propias del nivel textual y las del sistema
de la lengua.
1.2 Texto e interacción social
Todo texto se refiere no ya a un tema u objeto, sino al trasfondo, al saber común sobre ese
tema y objeto dentro de un grupo social, por tanto, a otros textos anteriores que han contribuido a
configurar ese saber. Existen dos tipos de saberes que forman el trasfondo necesario para la
comprensión de los textos: a) los adquiridos a través de la experiencia compartida en el seno de la
vida social, y b) los que forman parte de la ideología dominante y constituyen los valores de la
sociedad.
El texto apela directamente a un interlocutor y el hablante cuenta siempre con su
cooperación, que está presente en la configuración pragmática del texto. Al tratarse de una unidad
de intercambio tiene presente por anticipado la contribución posible del receptor (ya sea real o
virtual). En este sentido podemos considerar que todo texto está inacabado, aunque el emisor ha
dicho todo lo que tenía que decir el texto es incompleto porque otro emisor puede añadir nuevas
perspectivas o aportar nuevos datos.
1.3 Actos de habla
J. Austin cimentó su teoría en la premisa siguiente: hablar no sirve solamente para describir
el mundo, sino también para hacer cosas. En un primer momento distinguió dos tipos de
enunciados: los asertivos o constatativos y los preformativos. Los asertivos se caracterizan por
admitir asignaciones de verdad o falsedad (Está nublado), mientras que los preformativos no
pueden ser verdaderos o falsos sino afortunados o desafortunados. Más tarde distingue entre
significado y fuerza. El significado es lo que el enunciado dice y la fuerza lo que hace. De ahí que
establezca tres tipos de actos:
a. El acto locutivo (posee significado): es el que realizamos por el mero hecho de decir algo.
Este acto es complejo y comprende a su vez tres tipos de actos diferentes: acto fónico
(emitir ciertos sonidos), acto fático (emitir palabras) y acto rético (emitir secuencias con
sentido y referencia)
b. El acto ilocutivo (posee fuerza): es el que se realiza al decir algo, por lo que podemos
estar aconsejando, sugiriendo, ordenando, prometiendo, anunciando algo…
c. El acto perlocutivo (logra efectos): es el que se realiza por haber dicho algo y se refiere a
los efectos producidos. Normalmente decir algo producirá ciertas consecuencias o efectos
sobre los sentimientos, pensamientos o acciones del auditorio o de quien emite la
expresión, o de otras personas.
La distinción de estos tres tipos de actos es sobre todo teórica, ya que los tres se realizan a la
vez: en cuanto decimos algo lo estamos haciendo en un determinado sentido y estamos
produciendo unos determinados efectos. Pero sus propiedades son diferentes: el acto locutivo
posee significado, el acto ilocutivo posee fuerza y el acto perlocutivo logra efectos.

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J. Searle, discípulo de Austin, completó las ideas de su maestro. Para Searle hablar "consiste
en realizar actos conforme a reglas". Se propuso establecer el conjunto de condiciones necesarias
para la realización de los actos de habla y extraer de esas condiciones el conjunto de reglas
semánticas que determinan el uso de los indicadores lingüísticos y permiten distinguir unos actos
de habla de otros. Searle clasificó los actos ilocutivos en cinco categorías:
a. Actos representativos o asertivos: comprometen al hablante con la verdad de la
proposición expresada, van indicados con los verbos: afirmar, concluir…
b. Actos directivos: son aquellos con los que el hablante intenta que el oyente se comporte
de una determinada manera, por ejemplo: ordenar, sugerir...
c. Actos compromisivos: con ellos el hablante se compromete a actuar de una manera
determinada: jurar, prometer…
d. Actos expresivos: con ellos el hablante expresa sus sentimientos y actitudes: agradecer,
pedir disculpas, felicitar...
e. Actos declarativos: son aquellos con los que el hablante produce cambios en estados de
cosas: bautizar, declarar la guerra...
Searle afirma que muchas veces existe correlación entre la forma lingüística y el acto de
habla (para las preguntas usamos interrogativos, para los mandatos imperativos...); son los casos
en los que se emplean literalmente. Pero son muchos los casos en los que el lenguaje se usa en
sentido figurado, de forma indirecta (por ejemplo, fórmulas de cortesía, de mandato atenuado:
¿Puedes decirme qué hora es?). Searle explica los actos de habla indirectos como la
superposición de dos actos, uno literal y el otro no. El oyente interpreta el verdadero acto de
habla gracias a su conocimiento del contexto y a su capacidad para interpretar la intención del
hablante.
2. LA ADECUACIÓN DEL TEXTO AL CONTEXTO
2.1 Concepto de texto
En general, se entiende por contexto el conjunto de conocimientos y creencias compartidos
por los interlocutores de un intercambio verbal y que son pertinentes para producir e interpretar
enunciados. Graciela Reyes distingue tres clases de contexto:

 Contexto lingüístico: formado por el material lingüístico que precede y sigue a un


enunciado (es lo que Van Dijk llamó co-texto).
 Contexto situacional: conjunto de datos accesibles a los participantes de una
comunicación directa que se encuentran en el entorno físico inmediato.
 Contexto sociocultural: es la configuración de datos que proceden de
condicionamientos sociales y culturales sobre el comportamiento verbal y su adecuación
a diferentes circunstancias (formas de saludo, protocolo...). Contribuyen activamente a la
interpretación de los enunciados.
Halliday, por su parte, organiza en tres factores el contexto de situación:

 El campo: es el evento total en el que funciona el texto junto con la actividad


intencional del hablante o escritor.

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 El tenor: se refiere al conjunto de relaciones relevantes socialmente entre los


interlocutores.
 El modo: función del texto, incluyendo el canal que adopta el lenguaje (oral, escrito...) y
su género o modo retórico como narrativo, didáctico, persuasivo, etc.

2.2 Papel del contexto en la interpretación


El lenguaje no es simplemente un código donde a cada signo le corresponda un significado
fijo e invariable. Un enunciado como "Vente conmigo mañana" sólo cobra sentido si sabemos
quién es el emisor, quién es el receptor y cuándo se produce el enunciado. Para dar explicación a
los significados no explícitos en la propia asociación del significante con el significado, la
lingüística actual deslinda el significado puramente predicativo de los enunciados (la información
codificada en la expresión lingüística) del que hay que interpretar, que pone en juego los
mecanismos pragmáticos.
La interpretación puede definirse como una función entre el significado codificado en la
expresión lingüística utilizada (o contenido semántico) y la información pragmática con la que
cuenta el destinatario (con todos sus conocimientos, creencias, hipótesis sobre su interlocutor,
etc.).
La tarea del destinatario consiste en intentar reconstruir la intención comunicativa del emisor
de acuerdo con los datos que le proporciona su información pragmática. De acuerdo con este
planteamiento, la distancia que media entre la intención del emisor y el significado codificado de
la expresión que ha utilizado, da la medida de lo implícito. Esta distancia es la que debe salvar el
destinatario apelando a su información pragmática. Para ello se ponen en funcionamiento una
serie de leves empíricas y de principios motivados por el objetivo al que se dirige el enunciado.
Por ello las explicaciones pragmáticas son básicamente funcionales, entrando en juego
factores no estrictamente verbales y que suponen una gradación dentro de un continuum de
límites indeterminados. Veamos a continuación algunos de estos factores:
2.2.1 Asignación de referencia
Comprender un texto no consiste solamente en recuperar significados, sino también en
identificar referentes, para lo cual no se puede prescindir del contexto. Existe en la lengua un tipo
de palabras que por sí mismas no significan nada; nos referimos a los deícticos. Los deícticos no
se pueden estudiar sin acudir al contexto, porque éstos establecen conexiones entre lo que se dice
y entidades del contexto.
En general, todos los tipos de deixis (de persona, de lugar, de tiempo, social y de discurso) se
organizan de forma egocéntrica: el centro deíctico está constituido por el hablante, por el tiempo
en el que el hablante emplea la palabra y por el lugar en el que se encuentra al hacerlo: yo - aquí -
ahora. Este centro deíctico puede sufrir desplazamientos (establecer como centro temporal el
pasado y no el presente, por ejemplo) y el conocimiento de estos desplazamientos es
imprescindible para interpretar correctamente el mensaje.
2.2.2 El significado inferencial

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Al usar el lenguaje solemos usar más significados de los que están contenidos literalmente en
lo que decimos. En la conversación los hablantes dicen y además implican. Varias teorías
intentan explicar mediante qué mecanismos el destinatario logra inferir esos otros significados:
1) El principio de cooperación: es una teoría propuesta por Grice, para quien lo comunicado
depende de lo dicho y de otro tipo de factores. Se trata, por tanto, de un contenido implícito que
recibe el nombre de implicatura, y que el destinatario infiere a partir de un acuerdo tácito entre
los hablantes, que Grice llama principio de cooperación. Este principio se desglosa en cuatro
categorías:
- Cantidad: dar la cantidad de información precisa.
- Cualidad: intentar que la contribución sea verdadera.
- Relación: la intervención ha de relacionarse con aquello de lo que se está hablando.
- Modalidad: el modo de decir las cosas que ha de ser claro (sin ambigüedades, breve y
ordenado).
2) La teoría de la relevancia: D. Sperber y D. Wilson parten de la concepción de Grice pero
la modifican sustancialmente. Presentan el principio de pertinencia o relevancia: todo
enunciado comunica a su destinatario la presunción de su pertinencia óptima. Lo que esperamos
de nuestro interlocutor es que tenga la intención de ser relevante, de decirnos algo que contribuya
a nuestro conocimiento del mundo sin exigirnos un esfuerzo desmedido de interpretación, ya que
tendemos a equilibrar ganancia y esfuerzo. Cuanto más efecto cognoscitivo produzca un
enunciado y menos esfuerzo de interpretación exija, más relevante será:
Efectos cognoscitivos
Relevancia =
Esfuerzos de procesamiento
2.2.3 Marcos de referencia
Los enunciados se interpretan dentro de un marco cognitivo instalado en la memoria de los
hablantes. Los marcos generan expectativas y presuposiciones sin las cuales sería imposible la
labor de producir e interpretar los mensajes. El contexto se concibe en las últimas pragmáticas
como una entidad variable y ensanchable de carácter dinámico: el contexto con el que cuenta un
interlocutor al comienzo de un intercambio comunicativo no es el mismo que aquel del que
dispone conforme va avanzando el proceso, pues se van produciendo modificaciones en su
conocimiento del mundo.
3. EL DISCURSO
3.1 El concepto de discurso
Van Dijk introduce una diferencia de enfoque entre los términos texto / discurso: el texto es
un concepto abstracto que se manifiesta o actualiza en el discurso. Brown y Yule defienden una
postura similar: las formas del texto (hablado o escrito) se representan mediante los discursos
(orales o escritos), definiendo el texto como el registro verbal de un acto comunicativo y el
discurso como lo anterior más su contexto. Distinguen estos conceptos desde dos perspectivas:

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 Texto como producto: para su análisis se centran exclusivamente en las palabras que se
emiten, bien de forma oral o escrita.
 Discurso como proceso: el analista del discurso debe tratar el corpus con el que trabaja
como el registro de un proceso dinámico en el cual el emisor utiliza el lenguaje como
instrumento de comunicación en un contexto para expresar significados y hacer efectivas
sus intenciones.
En realidad, el término "discurso" puede utilizarse como sinónimo de "texto" siempre que se
haya superado la primera concepción del texto como encadenamiento de oraciones, pues lo que
añade el término "discurso" es su consideración comunicativa que se produce en unas
condiciones de interacción determinadas. Exponemos la definición de J. Portolés: "Por discurso
entiendo la acción y el resultado de utilizar las distintas unidades que facilita la gramática de una
lengua en un acto concreto de comunicación; por ello, todo discurso se compone de una parte
puramente gramatical y de otra pragmática, esto es, obtenida gracias al contexto".
3.2 Niveles de análisis
Todo texto debe ser entendido como un hecho comunicativo que se produce en un espacio y
tiempo concreto. Por ello el análisis del discurso debe partir de la descripción del hecho
comunicativo, como tipo de comunicación que integra los elementos verbales y los no verbales
en un co-texto concreto. El conjunto de componentes que intervienen en la comunicación no se
dispone de forma arbitraria en cada ocasión; por el contrario, las prácticas sociales han
establecido unos géneros o situaciones modelo que se caracterizan por unas pautas y
convenciones que los hablantes emplean dependiendo del tipo de acto comunicativo (conferencia,
charla con unos amigos, debate televisivo...). Debido a la complejidad que tiene el análisis
discursivo, conviene establecer los siguientes niveles o ámbitos de relación:

 Nivel interdiscursivo: circunstancias de la enunciación del texto y consecuencias


gramaticales en la construcción del mismo.
 Nivel textual macroestructura: este nivel se refiere a la organización interna de las
partes del texto.
 Nivel textual microestructura: el objeto de análisis de este nivel son las relaciones que
existen entre los enunciados.
Conclusión
A lo largo de este tema hemos venido insistiendo en la importancia que en nuestros días tiene
el texto como unidad básica en la comunicación y, con ello, como unidad objeto de estudio de las
disciplinas lingüísticas; ellos supone una superación de los estudios lingüísticos tradicionales que
han establecido como límite la oración y también una evolución desde la importancia otorgada a
los aspectos abstractos del sistema, a una preocupación por la actividad concreta del usuario de
una determinada lengua.
Bibliografía
AUSTIN, J. L. (1987). Cómo hacer cosas con palabras: palabras y acciones. Paidós.
BERNARDEZ, E. (1995). Lingüística del texto. ArcoLibros.
REYES, G. (1990). La pragmática lingüística. Montesinos.

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MARÍA GARCÍA MUÑOZ

SEARLE, J. (1986). Actos de habla. Cátedra.

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