La Antigua Iglesia de La Candelaria en La Villa de Moya

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Biblioteca Universitaria, 2010


LA ANTIGUA IGLESIA DE LA CANDELARIA
EN LA VILLA DE MOYA
m
en el transcurso del tiempo fue perdien-
oya es un característico pueblecito de las median ías de Gran Canaria. Situa- do sus más relevantes atractivos y su
do en la vertiente norte de la isla, en donde las cumbres descienden hacia el
J mar, hasta hace pocos decenios era un caserío, con su iglesia, su pequeña
plaza y sus blancas edificaciones cubiertas de tejas rojas. Era el núcleo de un disemi-
principal riqueza: primero, el bosque de
Doramas; después las Madres del Agua,
y en los decenios más recientes el típi-
nado rural cuyos habitantes vivían de la agricultura, antes rica, de la zona. El lugar co caserío que se asomaba al imponente
de Moya fue siempre famoso por la montaña de Doramas, un denso y hermoso bos- barranco de Moya, caserío sustitu ido
que que cubría buena parte del norte de Gran Canaria. En el primer tercio del hoy en buena parte por la edificación
siglo XVIII Pedro Agustín del Castillo escribía lo siguiente sobre la comarca: "Es anodina que se ha enseñoreado de nues-
su terreno de los mejores y sanos aires de la Isla, por lo que suele entrar y salir el tros pueblos y campos. De la frondosi-
año sin morir feligrés alguno de su parroquia, de ciento cincuenta que tiene. Está dad de sus arboledas, de sus aguas puras
contiguo a la Montaña de Doramas, de la que dice el obispo Murga ser de las grandio- y abundantes, de suprósperay rica agri-
sas cosas de los Reynos de España, poblada de variedad de árboles, tan altos que cultura apenas queda nada y Moya
casi se pierde la vista, y tan cerrados que el mayor sol no baja a la tierra. Tiene dos ha devenido en una comarca con una
ermitas; buenas carnes y mieses, y abunda de frescas y muy buenas aguas". agricultura débil, carente de agua y con
un paisaje degradado que lucha impo-
tentemente frente a los desafueros de
la gente y frente al irremediable proce-
Ten ía, por consiguiente, en aquel so de desertización.
tiempo, 150 vecinos, es decir entre seis- Entre las cosas que perdió la villa
cientos y setecientos habitantes. Años de Moya en los últimos decenios hay
más tarde, Viera y Clavijoescrib ía que que citar a su antigua iglesia, un templo
Moya ten ía "873 almas, dispersas por del siglo XV II que se situaba entera-
los pagos de Fontanal, Cabo Verde, Los mente dentro de las características de
Dragos, La Costa, Asuaje, Lomo Blan- las ermitas e iglesias rurales de nuestro
co". Su descripción era semejante a la Archipiélago.
realizada por Castillo: "Es sitio saluda- La primera ermita que se estableció
ble por las buenas aguas y aires frescos; en el lugar había sido levantada por los
está en lo alto de la isla, pero en un conquistadores que habían recibido
llano, y en su término queda la célebre datas en aquella parte de la isla. Según
montaña de Doramas, con el nacimien- parece, en el primer cuarto del siglo
to de las aguas que llaman Madres de XVI el obispo Vázquez de Arce creó la
Moya. Las casas son chicas y arrugadas parroquia de Moya, al mismo tiempo
en corto número". que la de Arucas. En la primera mitad
La pequeña villa fue creciendo con del XVII la ermita fue ampliada y repa-
los años y llegó a tener su propio Ayun- rada, pero a pesar de ello se hizo nece-
tamiento, cabeza de su comarca. Pero Fachada de la iglesia de la Candelaria saria la construcción de un nuevo tem-

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plo, porque según unas breves notas his-
tóricas sobre la parroquia de Moya ma-
nuscritas por don José Marrero -que
fue párroco de la localidad y más tarde
canónigo de la catedral de Santa Ana-
el vetusto y agrietado templo amenaza-
ba desplomarse y aplastar a los fieles
que se atrevían a situarse bajo sus te-
chos ruinosos.
Las referidas notas historian la cons-
trucción de la desaparecida iglesia de la
Candelaria en la segunda mitad de di-
cho siglo. En el año 1671 los vecinos
se reunieron en concejo para tratar de
la construcción de una nueva iglesia, a
pesar de los tiempos de penuria por los
que atravesaba la villa y la isla en gene-

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ral. Hablaron el párroco Juan Rodrí-
guez de Quintana y el alcalde real Sal-
vador Rodríguez, quienes hicieron ver
a los reunidos la necesidad de levantar
otro templo. Los vecinos se compro-
metieron con sus personas y bienes a
edificar una nueva iglesia yana descan-
sar hasta verla concluida.
A tal objeto dirigieron un escrito al
provisor y vicario general de la Dióce-
sis con el fin de obtener autorización
para iniciar las obras del templo: "Los
vecinos del lugar de Moya que aqu í
firmamos, y en nombre de los demás,
parecemos ante Vuesa Merced y deci-
mos: Que en dicho lugar se han aumenta-
do mucho las familias, y crecido la
gente de tal manera, que se necesita
hacer mayor el Santo Templo de Nues-
tra Señora de la Candelaria, nuestra
Patrona y Parroquia; y el que de pre-
sente hoy, está en parte estrecha, donde
no se puede alargar. Y estando en áni-
mo que así será del agrado de Dios
Nuestro Señor, tenemos dispuesto fa-
bricarle en parte a propósito, llana y de
seguridad, para que pueda tener todo
lucimiento, y el lugar aumentase para

Aspecto parcial de la fachada y campanario

dicha parte. Y, para ello, tenemos jun-


tos materiales, cantos, piedras y made-
ras. y el Santo Templo que de presente
hoy lo dejamos para Ermita de Nuestra
Señora de Guadalupe, que está en esta
Santa Iglesia, porque su Ermita, que
estaba desierta, fuera de poblado, don-
de había un ingenio que se perdió, está
en parte derribada. Y así mesmo tene-
mos concierto hecho con Maestros para
la dicha obra, y celebrado escrituras
por ante don Salvador Perera, Escriba-
nos y devotos... ". Es decir, que los
parroquianos querían mantener la igle-
sia primitiva para la Virgen de Guada-
lupe y construir la nueva en otro
lugar cercano para parroquia de la villa.
El vicario de la Diócesis consideró
que Moya no precisaba contar con dos
iglesias y que la construcción de una
aprovechando los materiales de la
precedente sería más viable. En tal
sentido en el año 1672 dio licencia para
derribar la antigua iglesia de la Candela-
ria y levantar un nuevo templo parro-
La vieja iglesia y el caserio de Moya, en los riscos del barranco. quial. La nueva igiesia habría de levan-

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esta isla de Gran Canaria, en doce días
del mes de diciembre de 1673 años, yo
el bachiller Juan Rodríguez de Quinta-
na, cura de esta parroquia de Nuestra
Señora de la Candelaria de dicho lugar;
habiendo obtenido licencia del Sr. Dr.
don Andrés Romero Suárez y Calderín,
abogado de la Real Audiencia de estas
Islas, Provisor y Vicario General de este
Obispado, y visitador de esta Isla, para
bendecir la iglesia parroquial de este
dicho lugar; la cual por su mucha corte-
dad y ruina que tenía fue necesario
demoler hasta los cimientos y volverlos
de nuevo a reedificar y hacerla más lar-
ga; bendije dicha Iglesia y fue colocado
el Santísimo Sacramento y demás reli-

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quias, en dicho día, mes y año con las
ceremonias acostumbradas y asignadas
en el Manual Romano".
Este templo parroquial de la Cande-
laria se mantuvo en pie y sirvió al culto
hasta hace menos de treinta años. Con

Aspecto del artesonado e interior del templo antes de su demolición

tarse en el sitio que ocupaba la antigua,


aunque aquél no era del gusto del vecin-
dario porque, se,gún decía el informe del
párroco, estaba tan cerca del risco que
no se puede ampl iar y porque en la
mitad de su superficie no se podían
abrir sepulturas, mientras que en la
otra mitad las condiciones del suelo no
permitían los enterramientos en la for-
ma adecuada. Recordemos que hasta el
siglo X I X las iglesias y sus al rededores
servían de camposanto. Asimismo, en
su exterior estaba tan próxima la emi-
nencia del risco que los cortejos proce-
sionales sólo podrían pasar apretada-
mente y con riesgo. No obstante, all í
se levantó la nueva iglesia de la Cande-
laria y en poco más de un año fue abier-
ta al culto.
La bendición del templo aparece
recogida en el acta que tomamos
también de las notas de don José Ma-
rrero: "En el lugar de Moya, que es en Los tejeros ya no encuentran trabajo para la tfpica casa canaria

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un criterio totalmente equivocado fue
demolido por iniciativa del párroco,
quien deseaba para los fieles de la villa
un templo más moderno y más amplio.
Por entonces no se estimaban debida-
mente nuestros valores artísticos y
arquitectónicos y la vieja iglesia fue
derruida para dejar su lugar al actual
templo parroquial de Moya.
Las características de la antigua
iglesia de la Candelaria las podemos
observar a través de las valiosas fotogra-
fías que amablemente nos ha cedido el
pintor Santiago Santana, gran amante
de Moya, quien nos brindó la iniciativa
de publicar este reportaje. El exterior
es el de las típicas ermitas antaño sem-
bradas por nuestros pueblos y campos,

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con sus paredes blancas, sus puertas en
arco de medio punto, su tejado a dos
aguas y su campanario de piedra azul.
El interior, de una sola nave, responde
igualmente a tales invariantes, destacan-
do el sencillo artesonado del techo que,
sin embargo, no intenta las pretensiones
decorativas de los más hermosos ejem-
plos mudéjares y portugueses de otros
templos. Solamente los maderos trave-
saños tirantes adoptan, como también
era usual, elementos decorativos más
compl icados. Por otra parte, los altares
y retablos, realizados en cantería pinta-
da o sobredorada, responden al barroco
característico en muchas iglesias de
Gran Canaria. En fin, un templo senci-
llo pero hermoso, una representación
típica de nuestra arquitectura religiosa
antigua que nunca debió desaparecer,
pero que cayó sin pena ni gloria a gol-
pes de piqueta, como tantas y tantas
edificaciones artísticas, representativas
o simból icas de nuestra tierra.

Bueno. se han perdido otras muchas


cosas en Moya, como en general en
nuestras median ías. Los tejeros de tie-
rras coloradas ya no tienen para quien
trabajar (los vulgares cajones que han
proliferado en nuestros campos no
admiten la teja que pudiera ennoblecer-
los) y, por fortuna, ya no se contempla
la imagen de las mujeres que iban a
lavar la ropa a la acequia. La vida ha
cambiado también mucho en nuestras
pequeñas villas y seguirá cambiando
para sus gentes. Sólo va quedando el
recuerdo perecedero de algunas cosas y
la imagen de otras como las de esta
iglesia de la Candelaria que una cámara
captó para el consuelo y el remordi-
miento.

Alfredo Herrera Piqué

Una estampa de antaño: las mujeres lavando en la acequia

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