Psicología Social
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En línea con los estudios de Daniel Batson, Elena Gaviria afirma que "existe una cantidad
considerable de evidencia empírica que sugiere que, por lo menos, tenemos la capacidad de
comportarnos movidos por sentimientos no puramente egoístas. El que manifestemos o no
esa capacidad depende probablemente de muchos factores, pero la tenemos, y eso ya es
algo".4 El altruismo en sí mismo no es observable, ya que requiere inferencias sobre
intenciones y motivos, así que los estudios de la psicología social se han consagrado
empíricamente a la observación de la conducta de ayuda. Así pues, los elementos
involucrados son el donante de ayuda o benefactor y los factores situacionales envueltos en el
ofrecimiento o negación de la misma, y solo después se analizan los determinantes
motivacionales de la conducta.5 Según la Enciclopedia Blackwell de psicología social (1995),
se incluye dentro de las conductas prosociales consideradas beneficiosas para otras personas
y para el sistema social: la ayuda (cualquier acción que tiene por consecuencia un beneficio a
otra persona), el altruismo (conducta que supone más beneficios al receptor que a aquel que
la realiza) y la cooperación (conducta que supone un beneficio común y en la cual son todos
las que la cursan benefactores y receptores). Las dos primeras son más bien de carácter
interpersonal, la última de carácter más bien grupal.6
En cuanto a la ayuda, los experimentos han determinado que, contrariamente a lo que pueda
suponerse, la conducta de ayuda suele inhibirse cuantos más espectadores se hallen
presentes (el llamado efecto espectador), ignorancia pluralista. En el modelo de John Darley y
B. Latané,7 la prestación de ayuda incluye cinco pasos consecutivos que, si se resuelven
afirmativamente, desembocan en la conducta de ayuda:
¿Se da cuenta el individuo de que acaece algo anormal? La situación no tiene que
ser ambigua.
¿Lo interpreta como una emergencia? Existe miedo al ridículo.
¿Asume la responsabilidad de intervenir? El individuo debe sentirse involucrado o
sentir contacto directo con la situación, ante la difusión de la responsabilidad en
presencia de muchos observadores, y también puede no hallarse sensibilizado a
las características de la persona que necesita ayuda (persona, animal o cosa
atractiva o aversiva).
¿Se considera capaz de prestar la ayuda? El hipotético altruista se considera
ignorante o incapaz o no sabe cómo actuar, o tiene miedo a la responsabilidad, en
especial ante situaciones complejas, o puede haber predicho un tipo de respuesta
más probable.
El individuo toma la decisión de intervenir.8
La ayuda puede ser directa o indirecta y los costes pueden ser altos tanto por ayudar como
por no ayudar. Entre los motivos de esta conducta se encuentran el refuerzo positivo del
aprendizaje de la misma en el pasado, también los factores emocionales y neurológicos
implicados en la empatía y la retribución y las normas sociales y personales.9 Por otra parte, el
altruismo puede resultar contraproducente según el juicio del receptor: hay que distinguir entre
la ayuda que alguien pide y la que se ofrece sin haber sido solicitada; en este último caso es
frecuente que hacer un favor no pedido para sentirse bien el ayudante se rechace si el
ayudado es persona con autoestima y autonomía altas. Desde el punto de vista del receptor,
la petición de ayuda es el resultado de un proceso con tres fases que solo si se contestan
afirmativamente conducen a la petición de ayuda, y en el cual hay un proceso de cálculo entre
beneficios y costes: