Gee CVII La Ideologia en Los Discursos M
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788471 124975 p a ir/e ia l-^
galiza fundación-®-
Ediciones en inglés:
Primera edición: 1990
Reimpresión: 1994
Segunda edición: 1996
Reimpresión: 1998,1999, 2000
Reimpresión: 2002 (dos veces), 2003 (dos veces) por Routledge Falmer
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EDICIONES MORATA, S. L. (2005)
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ISBN-13: 978-84-7112-497-5
ISBN-10: 84-7112-497-1
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164 La ideo logía en los D iscursos
Estrofa 3 (Título)
14. Pero un día empezaron a pelearse por quién estaría en cada equipo.
15. Fue una pelea muy mala.
16. Estuvieron dándose puñetazos,
17. Y estuvieron tirando unos de otros,
18. Y estuvieron pegándose.
26. Fin.
27. ¿No ha sido divertido leer juntos?
28. Lo vamos a hacer otra vez,
29. ¡Muy pronto!
* Las Cabbage Patches son muñecas pequeñas con las que suelen jugar las niñas, aunque tam
bién puedan hacerlo los niños. (N, del T.)
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Estrofa 1
1. Hoy
2. es viernes 13
3. un día de mala suerte
4. y el cumpleaños de mi abuela es en un día de mala suerte
Estrofa 2
5. y mi madre está haciendo una tarta
6. y yo ful a casa de mi abuela mientras mi madre hacía una tarta
7. y mi madre estaba haciendo una tarta de queso
8. mi abuela estaba haciendo una magdalenas glaseadas de crema batida
Estrofa 3
9. y fuimos las doz a la casa de mi madre
10. y entonces mi abuela había hecho un pastel de chocolate
11. y entonces fuimos a la casa de mi tía
12. y ella había hecho un pastel
Estrofa 4
13. y todo el mundo había hecho un pastel para la yaya
14. así que acabamos con seis pasteles
Estrofa 5
15. la noche pasada
16. mi abuela se levantó disimuladamente
17. y se comió todo el pastel
18. y tuvimos que hacer más
Estrofa 6
(ella sabía que estábamos haciendo pasteles)
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Estrofa 7
Estrofa 8
Estrofa 9
Estrofa 10
35. y ahora
36. hoy es el cumpleaños de mi abuela
37. y un montón de gente está haciendo un pastel otra vez
38. pero mi abuela se va a comprar su propio pastel a su panadería
39. y va a sacar un pastel
40. que no hemos hecho nosotros
41. porque le gusta la crema de chocolate
Estrofa 11
Marco
Estrofa 12
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Lenguaje, individuos y D iscursos 167
Estos tres textos son como juegos de naipes: cada uno se jugó con cartas
diferentes: elementos lingüísticos y no lingüísticos distintos que, en conjunto,
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referirse a algo tan sofisticado una niña de 5 años? ¿Cómo puede dar la sensa
ción de que esta niña se refiera a algo que trasciende sus propios recursos “pri
vados”? La respuesta, basada en nuestra exposición previa, es: si usted sitúa el
tipo de alusión a la naturaleza que ha utilizado esta niña justo en el tipo de ubica
ción textual que tiene ella, obtendrá a su antojo estos tipos de significados, por
que esto está en consonancia con determinadas prácticas interpretativas — Dis
cursos— desarrolladas en el transcurso de la historia, que poseen y operan cier
tos grupos de personas (H o d g e , 1990). Por supuesto, Vd. lo obtiene a su antojo
siempre que Vd. y su texto estén en un lugar y dentro de una práctica social que
posea y opere en ese momento un Discurso que pueda acogerle y le acoja a Vd.
y su texto.
Apoyada por su madre y su hermana, la niña de 5 años está efectuando el
aprendizaje artesanal de una práctica social concreta: la lectura de libros de rela
tos (de carácter escolar y propia de la mayoría dominante). Esta práctica social
tiene una característica interesante con respecto al grupo sociocultural al que per
tenece esta niña: es, al mismo tiempo, un aspecto de aprendizaje artesanal en su
Discurso primario (“las personas como nosotras hacen los libros así”) y una pre
paración para su aprendizaje posterior en varios Discursos secundarios de carác
ter escolar, incluyendo la literatura (“auténtica” o “alta”). Cuando esta niña vaya
a la escuela para comenzar su aprendizaje de carácter más público en el marco
de la práctica social de la literatura, parecerá una “guía rápida”. De todos modos,
lo más importante es que va a descubrir la profunda compatibilidad entre quién es
ella en su Discurso primario y quién es en diversos Discursos secundarios de
carácter escolar.
Esta práctica social casera, con sus formas de interactuar, hablar, pensar, valo
rar y leer, y sus libros y demás accesorios físicos, permite que esta niña pequeña
forme un texto de un tipo concreto. Y esa forma invita a aplicar las prácticas inter
pretativas que forman parte de los Discursos alfabetizadores (y escolares).
El texto de Jennie nos muestra también un aspecto importante de los mode
los culturales (véase el Capítulo IV). Su texto aprovecha, en parte mediante el uso
de la falacia afectiva, un modelo cultural que está profundamente enraizado en
muchos Discursos secundarios escolares y de “alta cultura” de la sociedad occi
dental. Este modelo cultural, mediante su texto y las prácticas caseras en su Dis
curso primario que da lugar a esos textos, se introduce en su identidad (sentido
de quién es ella, incluso en su Discurso primario). Podemos descubrir este mode
lo cultural si observamos que la falacia afectiva es una espada de doble filo. Por
una parte, se ha utilizado, desde tiempo inmemorial, para sugerir una profunda co
munidad entre los seres humanos y la naturaleza; por otra parte, se ha utilizado
también para indicar que la “Naturaleza” avala las jerarquías de poder, estatus y
prestigio que encontramos en ciertos tiempos y lugares, en determinadas culturas.
El texto de la niña está en consonancia con un mensaje ideológico o teoría
(modelo cultural) particular acerca de la distribución de los roles de género, un
mensaje que puede volverse en contra de sus propios intereses cuando sea
mayor y desee verse como un ser humano completo, en igualdad con los hom
bres. Ya está encontrándose a gusto en ciertas prácticas sociales — en el sentido
en que determinadas personas se encuentran muy a gusto en una ciudad con
creta— que la harán portadora de unos significados que estén en conflicto con
sus propios intereses en otras prácticas sociales (por ejemplo, los grupos de
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Lenguaje, individuos y D iscursos 173
mujeres). Del mismo modo que está abierta a las atribuciones de inteligencia
basadas en lo que ciertas prácticas interpretativas puedan hacer con respecto a
su actuación, también está abierta a las atribuciones de las que ella como mujer
se distancia, otras atribuciones, de inferioridad, quizá ante los hombres, que han
llegado a salir de su boca.
Lo que decimos aquí no es que esta niña tenga que acabar siendo víctima de
un determinado modelo cultural o Discurso. Los Discursos utilizan a las personas,
que, a su vez, utilizan los Discursos como agentes por derecho propio. La cues
tión estriba en que el hecho de estar a gusto con y en estos modelos culturales y
Discursos, y ser recompensada por ellos, puede hacer que esta niña sea reacia a
reflexionar y abandonarlos.
Conviene señalar que los tipos de recursos literarios que aparecen en el rela
to de Leona debidos a que su cultura mantiene unos vínculos ricos con los valo
res de la oralidad se ponen de manifiesto de otra forma en el relato de Jennie.
Esto se debe a que Jennie participa en un aspecto de nuestra tradición literaria
de “alta cultura”, basada en la palabra escrita, una tradición que, por supuesto,
tiene sus orígenes en las prácticas de la cultura oral (pensemos en la línea que
va de Ho mer o a He s ío d o , C h au c er y S h ak es p ear e y más allá).
Lo sorprendente de la mala acogida de los relatos de Leona en la escuela,
durante el tiempo para compartir es que sus historias (como la anterior) tienen
profundos significados cuando las cuenta en su propia comunidad o cuando las
situamos en el entorno interpretativo de la poética y la estilística lingüística, pero
carecen de significado profundo cuando se sitúan en la escuela, en un tiempo
para compartir como en el que interviene Leona (Ca z d e n , 1988; M ic h ae l s , 1981).
Lo mismo cabe decir del relato de Jennie. Tiene un significado profundo en su
casa y tendría un significado profundo en una escuela en la que se hiciera una
“escritura creativa” o “literatura”; pero Jenie nunca habría presentado ese relato
“literario” durante el tipo de tiempo para compartir en el que intervinieran Leona y
Mindy. En estas clases, el tiempo para compartir constituía un entrenamiento pre
coz en la alfabetización ensayista (informativa, lineal, “los datos”). Ni el texto de
Leona ni el de Jennie están en consonancia con esa práctica, aunque sí otras
clases de textos.
En el Capítulo V, planteé esta cuestión: aunque los tipos de relatos “litera
rios” que contaba Leona no se fomenten ni se pidan en su tiempo para compartir,
¿por qué no se solicitan en otras prácticas escolares en las que se fomentan la
“creatividad” y el “carácter literario” del lenguaje? La respuesta, decíamos, tie
ne que ver en parte con el hecho de que Leona use para realizar sus prácticas
poéticas un lenguaje social diferente del que se emplea en la “alta literatura”.
También tiene que ver con el hecho de que lo que importa no son sólo las carac
terísticas lingüísticas (después de todo, el lenguaje de Leona tiene muchas ca
racterísticas que podrían aprovecharse con facilidad para iniciarse en el aprendi
zaje de la poesía y de otras obras de “alta literatura”), sino quiénes somos y qué
hacemos, y, en el mejor de los casos, el quién y el qué de Leona, dependientes
de su comunidad, no son visibles en la escuela y, en el peor, se oponen a ella, lo
que, a su vez, impide hacer visibles y accesibles a los niños como Leona las cla
ses de quiénes y qué que importan allí.
Nuestros tres textos permiten una interesante triangulación: el texto de Mindy
es en prosa, mientras que los textos de Leona y de Jennie son poéticos. Aunque
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174 La id eo logía en los D iscursos
Discursos fronterizos
El contexto del próximo texto que estudiaremos es el siguiente: fue escrito por
una alumna puertorriqueña de noveno grado de una júnior high school* del cen
tro de una ciudad. Los alumnos de la escuela de esta chica (en el este de los
Estados Unidos) proceden, en número aproximadamente igual, de barrios adya
centes afronorteamericanos, blancos y puertorriqueños. El texto está reproducido
del estudio de Amy S h u man de los usos de textos orales y escritos de adolescen
tes urbanos: Storytelling Rights (1986, págs. 9-11). La chica, a la que llamaremos
Wilma, a modo de seudónimo, ofreció este informe no solicitado de sus tres cur
sos en la escuela, hacia el final de la investigación de S h u ma n .
Este texto representa a una persona que se comunica en los espacios entre
los Discursos de la escuela y los propios de su casa y de su comunidad. Wilma
va a una escuela en la que los alumnos provienen de diversas comunidades loca
les, comunidades entre las que existen ciertas tensiones. Al mismo tiempo,
muchos de los alumnos de estas comunidades no se fían demasiado de los Dis
cursos de carácter escolar ni se incorporan por completo a ellos (por razones no
muy diferentes de las que se ponen de manifiesto al examinar el caso anterior
de Leona). A veces, estos estudiantes tienen que interactuar fuera de la órbita de
influencia de los Discursos escolares, “entre” y fuera de los Discursos de su pro
pia casa y de su comunidad. Es decir, en cierto sentido, tienen que comunicarse
entre la casa y la escuela. Para hacerlo, emprenden lo que yo llamo “Discurso
fronterizo propio de los compañeros”, una creación propia.
Los Discursos fronterizos, Discursos en los que personas de procedencias
diversas y, por tanto, con Discursos primarios y comunitarios también diversos,
pueden interactuar fuera de los confines de los Discursos de la esfera pública y
de la élite de clase media, son una característica corriente de la vida en la socie
dad contemporánea. No sólo los encontramos en la escuela, sino también en
muchos centros de trabajo. Los adolescentes de muchos lugares tienden a atra
* Más o menos equivalente a los niveles de nuestra ESO. (N. del T.)
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vesar los límites sociales, económicos y culturales con mayor facilidad que los
adultos y, por eso, a menudo crean sus propios Discursos fronterizos. Por su
puesto, estos Discursos aprovechan con frecuencia distintos aspectos de la cul
tura popular y ajena a la mayoría dominante. Como todos los Discursos, los fron
terizos llevan consigo unas identidades y valores sociales que convierten a las
personas, en ese momento y en ese lugar, en ciertos “tipos de personas”.
En el texto siguiente, Wilma describe su primer día de escuela en cada grado
y compara su falta de familiaridad con el sistema en séptimo grado con su dominio
del mismo en noveno. Reproduzco primero la primera parte del texto de Wilma
(dedicado al séptimo grado), tal como ella lo escribió, sin “correcciones” * (véase:
S h u m a n , 1986, pág. 9). A continuación, presento un resumen (con algunas citas
textuales) de las partes del texto dedicadas a los grados octavo y noveno.
“Séptimo grado”
Cuando llegué por primera vez al Paul Revere estaba como asustada pero iba a
ser mi primer curso allí pero se daba por supuesto que yo estaba acostumbrada a ir
allí. Empecé pronto por la Mañana estaba feliz. Todo el mundo hablando de ello
parecía un poco inquietante, y simpático. Dos de nosotras íbamos juntas en el
autobús. Cuando llegamos allí, como yo estaba en séptimo, se suponía que tenía que
Ir al auditorio, y lo hice. Desde allí aparecí en el gimnasio de los chicos. Yo no lo sabía
hasta que ellos dijeron dónde estábamos. Desde allí aparecí en otro sitio. Eso era mi
tutoría. Lo que ellos llamaban consulta. Copio de la pizarra algo llamado Lista de tur
nos. Después toca un Timbre. Esperamos otro Timbre y salimos. Me reuní con mis
amigas y cogimos el autobús de vuelta a casa. Ellas explicaron cómo se utilizaban las
listas de turnos. Lo que yo aprendí rápidamente.
La Clase en la que yo estaba como una escuela elemental normal, sólo que iba de
una clase a otra. Yo no entendía aquello. Hasta que nuestro profesor explicó que la lla
maban Minl Escuela**. Bueno hicimos un montón de cosas. Fuimos a un montón de
excursiones. Y los dos profesores nos trataron bien.
Yo no tenía amigas hasta que empecé a reunlrme con muchas de ellas. Yo tenía
una amiga de nombre Luisa y Alicia. Eran las dos únicas amigas que tenía al principio
del curso. Casi a la mitad me hice amiga de una chica de nombre Barbara. Estábamos
empezando a acercarnos de verdad y empezamos a confiar la una en la otra. Como
usted sabe, seguimos muy unidas y teniendo mucha confianza.
Wilma
(De: S h u ma n , A. (1986): Storytelllng Rights, Cambridge: Cambridge University
Press, pág. 9. Reproducido con autorización.)
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176 La ideo logía en los D iscursos
y parecía que aquello iba a ser “un supercurso”. Todo el mundo se llevaba bien y “no
había discusiones entre razas o colores”. Faltaban a clase muchas veces y “no obe
decíamos al profesor. Como era nuestro segundo curso y conocíamos la escuela
de memoria, no nos preocupábamos. Éramos verdaderamente malos y a casi todos
los profesores les hacíamos pasar un mal rato con nosotros”. Wilma concluye dicien
do: “Este curso me divertí mucho, fue una época muy buena y la disfruté minuto a
minuto”.
Noveno grado: Barbara y Wilma creen que las asignarán a clases diferentes, pero
rebosan de alegría cuando descubren que no (Wilma escribe: “Salto de alegría, por
que creía que iba a ser nuestro final”). Están en una clase con una profesora estricta.
A Wilma le gusta porque la profesora revisa “lo que tenías en 7.° y 8.° grados”. Con
cluye: “Como yo digo si puedes aguantar hasta que algo es muy estricto haces bien.
Pero no dejes que te controle de ninguna manera. Cállate cuando te hable delante de
la clase, pero cuando estéis tú y ella suéltalo todo y todo te saldrá bien”.
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Lenguaje, individuos y D iscursos 177
tanto, relacionada con los Discursos escolares). S h u m a n señala que el texto pre
senta “una forma de escritura adolescente; en este caso un documento pensado
para lectores externos, acostumbrados a la situación general, pero no a los deta
lles de la experiencia personal” (1986, pág. 9), y “la descripción de Wilma de sus
cursos escolares contenía los mismos tipos de observaciones que hacían las chi
cas en sus diarios, aunque, como documento independiente, fue el único informe
de este tipo que vi en mis tres años de investigación en la escuela. Por su aten
ción a las reglas no escritas de las convenciones adolescentes con respecto a los
textos escritos, quizá sea típica” (pág. 11).
Es decir, Wilma utiliza su Discurso secundario propio de los compañeros,
pero adaptándolo a un aspecto del Discurso escolar de la mayoría dominante, el
del documento independiente, que no está en forma de nota, diario o carta. Es
indudable que, en esta adaptación, está influida también por otros aspectos del
Discurso ensayista escolar, aunque, sin un estudio minucioso, no podemos saber
con exactitud en qué puntos. Por tanto, tampoco podemos decir con seguridad
cuáles son los “errores” en un Discurso que no controla del todo y qué forma par
te de la práctica de Wilma.
Consideremos por un momento la parte reproducida del texto de Wilma
(“7.° grado”). Se supone que esta historia sobre el séptimo grado establece el
escenario (mostrando su incompetencia inicial) para su exposición posterior
sobre los grados octavo y noveno, que hace hincapié en su competencia y su con
trol. Obsérvese cómo empieza Wilma su historia de séptimo grado, en el primer
párrafo, al ir a la escuela con sus amigas (“Dos de nosotras íbamos juntas en el
autobús”). Al llegar a la escuela, se separa de sus amigas y tiene que habérselas
sola con la escuela (va de aula en aula sin saber dónde está ni qué hacer, y se
encuentra con una extraña práctica de la escuela: la lista de turnos). Al final,
se reúne con sus amigas para regresar a casa y ellas le explican cómo utilizar las
listas de turnos (cosa que ella aprende rápidamente). Vemos aquí a Wilma
enfrentándose a los nuevos y extraños (y quizá hostiles) Discursos de la escuela
y de la clase. No le inicia la escuela en estos Discursos, sino sus amigas (su pro
pia comunidad), cuyo Discurso está en conflicto con el de la escuela (y vicever
sa), pero que se utiliza para iniciar a Wilma en las prácticas escolares.
En su segundo párrafo, Wilma yuxtapone la ayuda de sus amigas y la ayuda
de los profesores (explican a la clase y la tratan con justicia). Aparece aquí la insi
nuación de que Wilma sólo puede utilizar la ayuda de los profesores y de la
escuela a través del apoyo que le prestan sus compañeros. Como para insistir en
ello, Wilma vuelve a mencionar al final de su relato, en su tercer párrafo, a las ami
gas, finalizándolo con su nueva amistad con Barbara (que figura de forma desta
cada en los dos relatos siguientes). La escuela no se considera como un lugar en
el que aprender, sino como un lugar en que forjar nuevas amistades dentro del
Discurso de los compañeros, que apoya su presencia en la escuela y media su
relación con ella. Obsérvese que la división en párrafos que hace Wilma tiene
perfecto sentido en relación con su temática.
Si miramos los relatos de los grados octavo y noveno, veremos que el conflic
to entre las prácticas sociales de su grupo y las de la escuela, así como el control
de su grupo sobre su propia experiencia, es una cuestión que está presente en
todo el texto. En octavo grado, su creciente dominio de la escuela la lleva a no
preocuparse por las reglas del centro. Durante ese curso, lo ha pasado muy bien
(“fue una época muy buena y la disfruté minuto a minuto”), expresando un valor
que, desde luego, no forma parte de los Discursos escolares. En noveno grado,
acepta, con sus condiciones, las reglas de la escuela, pero también muestra que
conoce las formas de manipularlas (trata de un modo diferente a la profesora
delante de la clase y cuando está a solas con ella). Concluye señalando: “Pero
no dejes que te controle de ninguna manera...”, un consejo de no ceder el con
trol a la profesora ni a la escuela, aunque se viva dentro de los confines de ese
sistema.
Wilma representa en pensamientos, palabras y valores su propio Discurso
secundario de adolescente que, en distintos aspectos, está en conflicto con la
escuela, pero que tiene, como una de sus razones de ser, la función de mediar
sus interacciones y las de sus compañeros con los Discursos de la escuela,
dominantes y propios de la “esfera pública”, aunque a menudo hostiles. Con
frecuencia, se dice que los valores incluidos en un Discurso como el de Wilma
desempeñan el papel de reproducir el lugar de sus padres en el nivel inferior
de la jerarquía social, pues su oposición a la escuela les llevará a la falta de
éxito en ella y, por tanto, a un futuro económico difícil (W il l is , 1977). Aunque,
sin duda, esto encierra parte de verdad, ignora el hecho de que los adolescen
tes como Wilma saben que las escuelas, tal como están constituidas en la
actualidad en los Estados Unidos, nunca aceptarán ni valorarán las prácticas
sociales de su comunidad y nunca darán a esa comunidad acceso completo y
justo a los Discursos secundarios dominantes y a los bienes que conllevan. Su
Discurso de carácter comunitario es una forma de autodefensa contra la colo
nización, que, como toda resistencia organizada contra el poder, no siempre
tiene éxito, pero tampoco fracasa siempre (F is k e , 1993; Ha l l y J e f f e r s o n ,
1976; H e b d ig e , 1979).
El texto de Wilma muestra con toda claridad de qué forma el saber basado
en el Discurso propio de sus compañeros no sólo media su transición a la insti
tución social de la escuela y su movimiento a través de ella, sino también su
relación con el saber oficial de la escuela. Aunque estos procesos mediadores
puedan ser extremos en el caso de Wilma, son, en realidad, típicos de gran can
tidad de alumnos de nuestras escuelas. La adaptación de la escuela a ese
saber debe formar parte de los modos de socializar a sus alumnos en los ámbi
tos más generales del saber propio de la esfera pública. Esto no significa que
los análisis académicos literarios y estéticos colonicen los artificios culturales
populares y adolescentes, sino su auténtica incorporación al conjunto de Dis
cursos en los que se sumergen la escuela y todos sus miembros, en unos tér
minos que todos sus miembros puedan primero reconocer como suyos, para
que después ellos mismos reflexionen sobre él, y lo “hagan extraño” para ellos
(G e e , 1993c ).
La yuxtaposición del saber “local”, “cotidiano”, con un saber más oficial es una
característica típica de nuestras sociedades contemporáneas, con su elevado
concepto de la ciencia, la tecnología y los “expertos”. Volveremos sobre esta
cuestión hacia el final del capítulo, cuando examinemos la función de los Discur
sos en la ciencia.
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180 La ideo logía en los D iscursos
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Lenguaje, individuos y D iscursos 181
Muy bien
Como grupo
hemos decidido que el peor era Simbad
porque no debía haberle pedido nunca a ella que antes se acostara con él
precisamente para llevarla a la otra orilla
a ver a su amado
Estrofa 2
Estrofa 3
* Los nombres de los personajes en inglés son: Abigail, Gregorio, Sinbad, Ivan y Slug. Hemos
traducido los nombres de los personajes, salvo el último, porque “Abigair no varía, “Gregorio” es tra
ducción directa y unívoca de Gregorio, “Simbad”, nombre del protagonista del cuento “Simbad el mari
no”, de “Las mil y una noches”, es traducción unívoca de Sinbad e “Iván” lo es de Ivan. La traducción
de Slug no conserva la ambigüedad del nombre original, por lo que hemos preferido dejarlo como tal.
Con respecto a este nombre, véase la Nota del Traductor de la pág. 55 del Capítulo II. (N. del T.)
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182 La ideo logía en los D iscursos
Estrofa 4
Abigail es la tercera
porque se rió y dijo
(Interrupción: Es la cuarta) Sí quiero decir la cuarta sí
es la cuarta
porque no debía haberle dicho a Slug que le pegara
y después se rió
Estrofa 5
Estrofa 2
Estrofa 3
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Lenguaje, individuos y D iscursos 183
Estrofa 4
Estrofa 5
E Iván va el quinto
porque Iván no hizo nada
precisamente vaya se quitó de en medio
por lo que no ofendió a nadie
Y ésa es nuestra clasificación
Bien veamos nosotros más bien estamos como preparados para ver el punto de
vista de otras personas
pero parece que Simbad tenía como un buen motivo
como no pudimos ver ningún bien real en lo que Simbad estaba haciendo
parece que era algo puramente libidinoso y sórdido
Estrofa 2
Estrofa 3
Y Slug
no nos gustó el nombre de Slug
y golpear a alguien brutalmente
quiero decir que podríamos más bien tratar de ver el punto de vista de Gregorio
y podríamos más bien tratar de ver el punto de vista de Slug
pero ellos podrían haber hecho algo mejor
algo para hacer la situación un poco más [mejor]
Estrofa 4
Y Abigail la verdad
en realidad no estábamos en absoluto cómodos con Abigail
pero sí bueno podríamos ver este, la verdad, digamos intento desesperado de
amor,
la verdad, teníamos más bien empatia con eso
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184 La ideología en ios D iscursos
Estrofa 5
Otra cosa, la verdad, en realidad Iván no se implica precisamente
así que Iván, la verdad, pensamos que
quizá Iván era lo bastante perceptivo
para darse cuenta de que estas personas eran en realidad [sórdidas?]
* Se refiere el autor a pronombres de tercera persona del singular. (N. del T.)
** En el texto original de la primera estrofa, aparece el pronombre h e rtres veces: “... he should
have never ¡n the first place ask h e r to go to bed / with him / ju st to get h e r across the water / to see
he r loved one". Sin embargo, en la traducción, sólo aparecen dos pronombres, correspondientes a los
dos primeros her. “porque no debía haberle pedido nunca a ella que antes se acostara con él / preci
samente para llevarla a la otra orilla”. El tercer pronombre inglés es tal porque loved (“amado") hace
la función de adjetivo calificativo del sustantivo one (“uno"), mientras que, en castellano (“a ver a su
amado”), “amado" es un sustantivo y “su”, un adjetivo posesivo que determina al nombre al que pre
cede. Sí se trataría de un pronombre si tradujéramos la expresión como: “a ver al amado suyo”, for
malmente correcta pero pragmáticamente extraña. (IV. del T.)
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Lenguaje, individuos y D iscursos 185
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186 La ideo logía en los D iscursos
Las diferencias entre los tres portavoces en cuanto al modo de dejar o no que
el oyente infiriese información, mediante su uso de los pronombres, se corres
ponde con las diferencias en cuanto al modo empleado por cada hablante para
extraer inferencias del texto de la historia. El hablante afronorteamericano dice en
la estrofa 3 que Abigail “le dijo [a Slug] que le pegara [a Gregorio]”; el estudiante
blanco, en su estrofa 3, dice que Abigail “no le dijo a Slug que pegara a Gregorio”.
El texto del relato dice: “Abatida y desalentada, Abigail acudió a Slug con su trá
gica historia”. Del mismo modo que el estudiante afronorteamericano está dis
puesto a considerar que el texto oral que está construyendo continúa la interac
ción previa y que el profesor forma parte de la red social que participa en la tarea,
también está dispuesto a hacer inferencias que van más allá del texto escrito. El
estudiante blanco, que considera que su texto oral es autónomo, aislado de la
interacción previa y del conocimiento real del profesor, no pretende trascender el
texto escrito de la historia, que él también considera autónomo y aislado.
El estudiante de clase alta evita mencionar si ha inferido que Abigail dijo o no
a Slug que pegara a Gregorio. Esto se debe a que no centra nunca su atención
en lo que hayan hecho o dicho los personajes, sino en lo que sienten y en lo que
él siente por ellos. En un nivel más profundo, como veremos, en las estrofas del
estudiante de clase alta, nunca se permite que los personajes de la historia inter
actúen de forma directa. Se considera que cada personaje está socialmente ais
lado, cerrado y es autónomo con respecto a los demás. Por tanto, la cuestión de
si Abigail le dijo o no a Slug que pegara a Gregorio no puede “decirse” ni abor
darse en el lenguaje del texto oral del hablante de clase alta, porque le exigiría
hablar de los personajes en interacción mutua y directa.
Los tres grupos mostraron una relación muy diferente con el texto escrito de
la “Historia del río de los caimanes” y una actitud muy distinta con respecto al mis
mo. Después de leerlo, los estudiantes blancos volvían a referirse una y otra vez
a él en su diálogo cuando algún punto de desacuerdo podía subsanarse apelan
do al texto escrito. Los estudiantes blancos decían cosas como: “[el texto] dice...”
Los estudiantes afronorteamericanos, una vez leído el texto, lo dejaron de lado. Si
surgían desacuerdos relativos al texto de la historia, los resolvían apelando al diá
logo que se estuviera desarrollando y a su propia experiencia social. En su diálo
go, los estudiantes afronorteamericanos no citan el texto, sino que imitan sus
palabras, explotando, por ejemplo, la palabra “brutalmente”. Esta diferencia entre
los grupos blanco y afronorteamericano lleva a que el estudiante blanco no esté
dispuesto a hacer inferencias que trasciendan las palabras del texto y a que el
estudiante afronorteamericano esté dispuesto a hacerlo. Podemos suponer tam
bién que influye en otros aspectos de la respuesta de cada estudiante.
El grupo de clase alta compartía con el grupo blanco la fidelidad al texto escri
to. Sin embargo, no consultaba el texto como grupo, tal como lo hacía a veces el
grupo blanco, sino que cada estudiante sostenía el papel y, cuando hacía su apor
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Lenguaje, individuos y D iscursos 187
tación personal, a veces, lo consultaba. Veremos más adelante que esto con
cuerda con el estilo “privado” e individualizado de este grupo. También podemos
señalar que el portavoz de clase alta es el único que utiliza en su respuesta, de
forma reiterada, los nombres de los personajes y hace comentarios sobre su
reacción a estos nombres en cuanto tales (y no sólo a sus reacciones a las per
sonas así llamadas). Está dispuesto, aunque menos que el estudiante blanco, a
mirar más allá de las palabras escritas, a un mundo social.
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188 La ideo logía en los D iscursos
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Estilo interactivo
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190 La ideología en los D iscursos
Diferencias
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Total = 3 7 *****
* En la tabla original se indican 6 casos, aunque tanto en el original como en la traducción sólo
aparecen 5. (N. del T.)
** En la tabla original se indican 5 casos, aunque tanto en el original como en la traducción sólo
aparecen 4. (A/, del T.)
*** En la tabla original se Indican 9 casos, aunque tanto en el original como en la traducción sólo
aparecen 8. (N. del T.)
**** En la tabla original se indica un total de 23 casos, pero, teniendo en cuenta lo señalado en la
nota 1, el total real es 22. (N. del T.)
***** En la tabla original se indica un total de 39 casos, pero, teniendo en cuenta lo señalado en las
notas 2 y 3, el total real es 37. (N. del T.)
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Lenguaje, individu os y D iscursos 193
1. Los experimentos muestran que es menos probable que las mariposas Helico-
nius pongan huevos en plantas huéspedes que posean estructuras con forma
de huevos o parecidas. Estas estructuras ovomiméticas constituyen un ejem
plo inequívoco de un rasgo de una planta que ha evolucionado en respuesta a
un grupo de insectos herbívoros con número limitado de hospedadores.
(Revista profesional.)
2. Las mariposas Heliconius ponen sus huevos en las enredaderas Passiflora. En
su defensa, parece que las enredaderas han desarrollado falsos huevos que
dan la sensación a las mariposas de que ya hubieran puesto huevos en ellas.
(Revista de divulgación científica.)
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194 La ideo logía en los D iscursos
respecto, las “plantas huéspedes” del primer texto, en vez de las “enredaderas”
del pasaje de divulgación. En consecuencia, las cosas se nombran por la función
que desempeñan en la teoría del científico y no como meras características de las
plantas que están en la naturaleza.
En la segunda oración, se alude a las mariposas como “grupo de insectos
herbívoros con número limitado de hospedadores”, que, como veremos, apunta al
mismo tiempo a un aspecto de la metodología científica (como los “experimen
tos”) y a la lógica de una teoría (como las “estructuras ovomiméticas”). Un cientí
fico que defienda la teoría de la coevolución se enfrenta a la dificultad de demos
trar la conexión causal entre una determinada característica de la planta y un
predador concreto, cuando la mayoría de las plantas recibe los ataques de mu
chas clases diferentes de animales. Una técnica metodológica fundamental para
resolver este problema consiste en estudiar grupos de plantas (como las enreda
deras Passiflora) que son sólo presas de uno o unos pocos predadores (en este
caso, las mariposas Heliconius). Por tanto, “grupo de insectos herbívoros con
número limitado de hospedadores” se refiere tanto a la relación entre planta e
insecto, que está en el centro de la teoría de la coevolución, como a la técnica me
todológica de escoger plantas e insectos cuyas interacciones están mutuamente
limitadas, de manera que se “controlen” otras clases de interacciones. En conse
cuencia, el primer pasaje tiene que ver con la metodología científica y con una
determinada perspectiva teórica sobre la evolución.
El segundo extracto, tomado de una revista de divulgación científica, no se
refiere a la metodología y la teoría, sino a los animales en la naturaleza. Las mari
posas son el sujeto de la primera oración y la enredadera es el sujeto de la segun
da. Es más, las mariposas y la enredadera se nombran como tales y no en rela
ción con su papel en una determinada teoría. El segundo pasaje es un relato
sobre los esfuerzos de los insectos y las plantas que están abiertos de forma
transparente a la mirada experta del científico. Más aún, la planta y el insecto se
convierten en actores “intencionales” en el drama: las plantas actúan en “defen
sa” propia y las cosas les “parecen” de cierta manera a los insectos, a quienes les
engañan las apariencias, como a los humanos a veces.
Estos dos ejemplos replican en el presente lo que, en realidad, es una dife
rencia histórica. En la historia de la biología, la relación del científico con la natu
raleza cambió poco a poco desde la narración de historias sobre las observacio
nes directas de la naturaleza hasta la realización de experimentos complejos para
probar teorías complejas (Ba z e r ma n , 1989). Yo diría que, en la actualidad, la cien
cia profesional se ocupa de la “administración experta de la incertidumbre y la
complejidad”, y la divulgación científica de asegurar que el mundo es cognoscible
para los expertos y directamente accesible a ellos (M y e r s , 1990). La necesidad
de administrar la incertidumbre se debió, en parte, al hecho de que el montaje de
“observaciones” de la naturaleza no llevó a los científicos al consenso, sino a
unos desacuerdos cada vez mayores acerca de cómo describir y explicar esas
observaciones (S h apin y Sc h a f f e r , 1985). Este problema llevó, a su vez, a la ne
cesidad de convencer al público de que esa incertidumbre no menoscaba la
reivindicación del científico acerca de sus conocimientos profesionales ni la cog
noscibilidad última del mundo.
Por tanto, este ejemplo no sólo nos permite ver de qué forma están conecta
das las palabras con diferentes identidades (en este caso, del experimentador-
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198 La ideo logía en los D iscursos
más evolucionados, en una única escala lineal, es una “premisa fundamental” que
todavía prevalece en muchos diálogos no científicos y científicos (pensemos, por
ejemplo, en los supuestos acerca de la inteligencia en psicología).
Ahora bien, llegados a este punto, podemos objetar: “Muy bien; no es un acci
dente histórico que ‘atrofiado’ haya terminado vinculándose, como término técni
co, al cerebro del pinzón hembra. De todos modos, el cerebro está dividido en
regiones discretas, ¿no? Y, por tanto, el cerebro del pinzón macho es lo que toma
mos aquí como ‘norma’”. Ocurre, sin embargo, que incluso la opción de conside
rar el cerebro del macho como el objeto obvio y conveniente de estudio (y en tor
no al cual se desarrollan complicadas metodologías) se formó en y a través de la
historia. Esa opción no es en absoluto “natural” ni “obvia”. Las cosas podrían
haberse desarrollado de un modo muy diferente. Esto nos lleva a los cerebros.
En el siglo xix, hubo un enconado debate acerca de si el cerebro está espe
cializado por zonas (es decir, compuesto por partes diferentes, como el “área
del lenguaje” o el “área motora”, cada una de ellas con su función exclusiva) o
tiene un carácter difuso, operando de forma holística, “sin separación de partes
o una división minuciosa del trabajo” (St a r , 1989, pág. 4). Este debate terminó
decantándose a favor de la posición favorable a la especialización, aunque no
(al menos, al principio) sobre la base de pruebas objetivas (había una cantidad
de pruebas equivalente a favor de ambas posturas), sino en combinación con
la aparición de la profesión médica moderna en la Inglaterra decimonónica
(D e s mo n d , 1989). Una vez más, quiero centrarme en un momento de esta his
toria.
Cuando la medicina profesional moderna surgió del antiguo sistema ligado al
patrocinio aristocrático y a la educación en las disciplinas clásicas, se produjo una
coincidencia (coordinación) significativa entre los cirujanos y los investigadores
médicos que creían en la especialización cerebral. Basándose en los síntomas
que manifestaban los pacientes neurológicos (personas que sufrían afasia o epi
lepsia, por ejemplo), estos investigadores decían que eran capaces de identificar
la localización enferma en el cerebro (algo que los dlfuslonistas negaban que pu
diera hacerse). Dada esta Información, los cirujanos dijeron que eran capaces de
extirpar el tumor o absceso causante del mal y curar al paciente.
En realidad, Incluso después del desarrollo de técnicas quirúrgicas de cirugía
cerebral relativamente complejas, todavía no había una correlación directa entre
síntomas que se consideraban indicios de un tumor o absceso en una determi
nada área (signos de localización) y la ubicación real del tumor en cuestión. Sin
embargo, los cirujanos y los investigadores citaban casos paradigmáticos, aun
que excepcionales, en los que coincidían ambos como “pruebas” de localización
de la función. Estas afirmaciones beneficiaban tanto a la cirugía como a los inves
tigadores partidarios de la postura localizaclonlsta, haciendo que pareciera que
éstos tenían unos conocimientos “especiales” que les permitían encontrar lo
que los cirujanos, con sus técnicas “especiales”, podían curar. Tanto la cirugía
como la investigación neurológica recogieron pruebas favorables a la localiza
ción. Cada campo tendía a atribuir certidumbre al otro: los Investigadores apun
taban a las pruebas médicas cuando sus propios resultados eran anómalos o
inseguros; los médicos hacían referencia a la investigación fisiológica de carácter
localizacionista cuando no podían hallar pruebas claras post mórtem de la exis
tencia de regiones funcionales discretas.
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202 La ideo logía en los D iscursos
El fin y el principio
Las escuelas — en la perspectiva de este libro— deben tratar de que las per
sonas reflexionen y critiquen los “mapas discursivos” de su sociedad y, en reali
dad, de todo el mundo. Las escuelas deben permitir a sus alumnos que yuxta
pongan diversos Discursos de manera que puedan comprenderlos en un
metanivel a través de un lenguaje de reflexión más global. Las escuelas deben
permitir que todos sus alumnos adquieran — no sólo que los aprendan— unos
Discursos que, si lo desean, les lleven a ser eficaces en su sociedad. Las escue
las deben permitir que sus alumnos transformen y varíen sus Discursos, basán
dose en ideas culturales e históricas más amplias, para crear otros nuevos y
para imaginar formas nuevas y socialmente más justas de estar en el mundo. En
esta perspectiva, la exclusión del aula de los Discursos de algunos alumnos
engaña y lesiona a todos. Reduce el mapa, elimina oportunidades de reflexión y
de pensamiento y lenguaje en el metanivel y empobrece la imaginación de
todos.
La mayor parte de lo que un Discurso hace con nosotros y la mayor parte de
lo que nosotros hacemos con un Discurso es inconsciente, irreflexivo y acrítico.
Cada Discurso se protege exigiendo de sus partidarios unas actuaciones que
pasen como si sus formas de ser, pensar, actuar, hablar, escribir, leer y valorar
fuesen correctas, naturales, obvias: la forma de comportarse de las personas
buenas, inteligentes y normales. En este sentido, todos los Discursos son fal
sos; ninguno de ellos es, en realidad, la primera ni la última palabra acerca de la
verdad.
No obstante, esto no significa que no haya valores según los que podamos
elogiar o rechazar Discursos. Cuando actuamos de forma inconsciente y acrítica
en el contexto de nuestros Discursos, participamos de sus valores y, por tanto,
podemos ser cómplices, sin quererlo, del daño real infligido a otros. En el Capítu
lo Primero de este libro, dije que cualquier Discurso es una teoría sobre el mun
do, las personas que hay en él y las formas en las que se distribuyen o deben dis
tribuirse los bienes entre ellas. Dije también que cada uno de nosotros tiene la
obligación moral de reflexionar conscientemente sobre estas teorías, para llegar
a disponer de un metalenguaje de las mismas, cuando hay razones para pensar
que un Discurso en el que participamos nos beneficia o beneficia a nuestro gru
po en detrimento de otros o de otros grupos. Ese metaconocimiento constituye la
capacidad fundamental que deben instilar las escuelas. En mi opinión, este prin
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