Dualismo Antropológico

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René Descartes, padre del racionalismo moderno, fue un filósofo, matemático y científico

francés del siglo XVII, que junto a Espinoza y Leibniz modernizaron la lógica aristotélica.
Esta época se caracteriza por la crisis religiosa, política y cultural (científica y filosofía)
destacando la guerra de los 30 años en la que el mismo participó. Por consecuencia,
muchas de sus obras como “Meditaciones metafísicas” y “Discurso del Método” debieron
ser publicadas en anónimo.

La modernización la lógica aristotélica del universo junto a la revolución científica de este


siglo llevará a Descartes a situar en el centro de sus preocupaciones el problema del
conocimiento con objeto de alcanzar un conocimiento verdadero mediante la razón. Así
pues, Descartes observa que las ciencias, incluida la filosofía están mal construidas este
hecho provocado por falta de un método apropiado, así pues, inicia la búsqueda y la
aplicación de un nuevo método que sirva para dirigir bien la razón y alcanzar la verdad en
las ciencias.

Como hemos estudiado, la teoría de las dos substancias cobra gran importancia en la
antropología de Descartes, pues le permitirá salvar su libertad dentro de su universo
mecanicista. Pero, además, Descartes elabora una teoría antropológica dualista, es decir,
una concepción del ser humano compuesto por dos substancias: el pensamiento y la
materia extensa. Es más, tal y como nos explica en la teoría de las dos substancias, estas
son independientes e irreductibles entre sí ya que él concluye que su esencia consiste sólo
en ser una cosa que piensa a pesar de estar estrechamente unido a un cuerpo del cual su
yo puede vivir sin él. Como nos dice, él tiene una idea, clara y distinta, de que él solo es un
ser pensante.

Por tanto, Descartes nos afirma que el alma y el cuerpo están estrechamente relacionados
a pesar de que nos define el alma como ser pensante, independiente del cuerpo, de la
materia extensa.

Esta insistencia, cabe destacar, no es gratuita ya que la distinta naturaleza del cuerpo y de
la mente es para sustraer al alma al cumplimiento de las leyes necesarias para el universo
mecanicista. De ahí que Descartes nos dice que nuestro cuerpo, al ser una cosa material
más, está sujeta a las leyes de la naturaleza y carece, pues, de libertad. Es por eso que
Descartes nos explica esta necesaria independencia cuerpo-alma ya que, para salvar la
libertad humana, debe residir en algo al margen de dichas leyes y ese algo sólo puede ser
el alma, la res cogitans.

No obstante, como consecuencia de esta afirmación, al igual que observamos en la filosofía


platónica, deberá afrontarse Descartes a un problema: la relación entre ambas sustancias.
A pesar de ello, Descartes lo llevará más allá debido a dos razones. En primer lugar, porque
la separación que se establece es más radical concebirlas como dos sustancias distintas.
En segundo lugar, porque él mismo es consciente de su estrecha relación.

Por ello, Descartes nos ofrece el símil de una herida. Si defendemos una total
independencia entre estas dos substancias, el alma, como ser pensante, sólo percipercibiría
con el entendimiento la herida mientras que, como él afirma que siente dolor, se establece
una relación muy estrecha entre ambas substancias. Además, Descartes sostiene que esta
unión cuerpo-alma viene justificada por los sentimientos de dolor, hambre, sed… que
experimenta.

Es por eso que se nos plantea una pregunta. ¿Cómo se explica esta estrecha relación?
Para lograr dicho fin Descartes recurre a una explicación fisiológica. En concreto, recurre a
la glándula cerebral pineal, localizada en la parte central del cerebro, alberga el alma; y es
ahí donde se produce la interacción cuerpo-alma. Sin embargo, esta explicación es
considerada uno de los puntos más débiles de la filosofía cartesiana. Pero, existe una teoria
mejor encaminada para resolver el problema de la libertad, la teoría de las pasiones. Pero,
¿Cuál es el orígen de las pasiones?¿Cuáles son sus características?

Para ello, Descartes nos dice que la relación cuerpo-alma se asemeja a un combate entre
los apetitos naturales o pasiones, que son lo propio del cuerpo, la razón y la voluntad que
son facultades propias del alma. Pero, ¿Cómo influyen en el alma? Para Descartes, las
pasiones son percepciones, sentimientos que se dan entre nosotros y afectan al alma, pero
cuyo orígen no se da en la misma. Por tanto, el origen de estas son las fuerzas vitales del
cuerpo. Por tanto, estas se caracterizan por ser involuntarias, pues no dependen del alma
racional; e irracionales, pues no son acorde con los dictados de la razón.

Es por eso que el alma consistirá en tratar de controlar y dirigir las pasiones. No obstante,
cabe destacar que para Descartes las pasiones no son siempre malas, pero su exigencia de
ser satisfechas inmediatamente obligan a la voluntad a una lucha para encauzarlas
racionalmente. En este combate, la razón es la encargada de proporcionar conocimiento y
juicio para que la voluntad pueda conducir correctamente las acciones de la vida.

Además, encontramos la influencia de los estoicos, según los cuales había que estar por
encima de la violencia de las pasiones para alcanzar el equilibrio interior. Pero, en esta
lucha, es donde interviene la libertad. Pero, ¿Qué es para Descartes la libertad?

Para él, sólo puede residir en el alma ya que no es substancia extensa y, por tanto, no está
sometida al dictado de las leyes de la mecánica. Él identifica la libertad con la voluntad, una
de las dos funciones del alma y, por tanto, establece una identidad.

Además, como nos expone en Los Principios de la filosofía, la existencia de la libertad es


algo evidente, es la máxima perfección del hombre. Pero, irá más allá y afirmará que la
libertad es la característica esencial de la voluntad y es ella quien nos puede llevar a la
verdad o al error. al bien o al mal, dependiendo de cómo la utilicemos. No obstante,
encontramos también la influencia de Espinoza, el cual sostiene que el humano no es libre,
es una mera quimera.

Finalmente, para Descartes la libertad es la capacidad de elegir entre diversas opciones que
se nos presentan, es decir, la libertad no consiste en la indiferencias. Además, afirma que la
libertad, pues, consiste en el sometimiento de la voluntad al entendimiento, y este
sometimiento es la idea central de la ética cartesiana. Como nos dice Simone de Beauvoir,
aunque no decidas, estás decidiendo porque eres un ser libre por naturaleza.

En conclusión, Descartes elabora una teoría antropológica dualista: una concepción del ser
humano compuesto de dos sustancias, el alma como ser pensante y la materia extensa o
cuerpo, independientes, irreductibles y estrechamente vinculadas entre sí. El alma
corresponde a la libertad mientras que el cuerpo esta sujeto a las leyes de la física.
Finalmente, Descartes expone que la relación entre cuerpo y alma se asemeja entre una
lucha interna entre los apetitos o pasiones y la razón y voluntad, donde éstas últimas deben
controlarlas y dirigirlas.

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