Edipo Rey
Edipo Rey
Edipo Rey
En nuestros días la palabra "teatro" reúne un conjunto de significados que van desde el
edificio o lugar destinado a las representaciones de obras dramáticas hasta el lugar donde
una cosa está expuesta a la consideración de la gente, pasando por el arte de componer
obras dramáticas, el escenario o escena, el conjunto de obras dramáticas de un autor o, por
último, la literatura dramática como género literario.
Si examinamos la definición que del mismo pueda dar una enciclopedia, veremos que
"contemporáneamente su carácter se define por el hecho de pertenecer a la vez a las artes
de actuación (música y danza) y a las artes de representación mimética (pintura, cine).
Como la música o la danza se trata de un arte de la presencia viva y se fundamenta en la
presencia de cuerpos humanos. Como la pintura y el cine apela a una ficción, a una
ausencia, ya que estos cuerpos humanos representan personajes imaginarios, símbolos de
una ausencia. El teatro es, pues, el punto de unión de estas dos categorías".
Para analizar mejor este complejo asunto empezaremos por describir un teatro griego por
fuera, pues, según Claude Vial y su Léxico de la Antigüedad griega, en la época en que
surgió este tipo de arte, en la Grecia de finales del S. V a. de C, el término "teatro" hacía
alusión a una sola de las partes que lo componían, al hemiciclo o graderío, es decir, el sitio
reservado para los que presencian la obra, (en griego, qšatron significaba "lugar donde se
contempla"). Otras partes del edificio eran el "diazoma" o pasillo ancho que dividía en dos
cuerpos el auditorio excavado en semicírculo en el flanco de una colina. La ÑrcÁstra
("orquestra"), que fue el elemento original del teatro griego, solía tener en el centro el
altar del dios Dioniso. De forma circular, etimológicamente era el lugar donde el Coro
danzaba, interpretaba instrumentos y cantaba. Detrás de la orchestra se encontraba la
sk»nh ("skene"), una construcción que servía a la vez de decorado, de bastidores y de
camerinos para los actores. La skene clásica tenía dos alas laterales o "paraskenia", pero
sobre todo estaba precedida de un prosk»nion ("proskenion"), una especie de pórtico
donde al parecer actuaban los actores. Entre la skene y los muros de construcción de la
orchestra había, a cada lado, un pasillo por donde entraba el coro p£rodoj (la "párodos") y
otro por donde salía, œxodoj (la "éxodos").
También se sabe que los antiguos teatros griegos podían disponer de complejos recursos
escénicos, algunos muy utilizados en las obras de los grandes trágicos, como la mhcan» o
grúa, cuya misión era hacer aparecer o desaparecer a los personajes: p. ej. al caballo
Pegaso o a un dios del Olimpo.
El actor griego (pokrit»j, "hipocrités") solía llevar como vestimenta: la peluca, la máscara
(un elemento incorporado a las representaciones desde el mundo de la fiesta dionisíacas;
está en consonancia con el hecho de que dentro de esas fiestas, como se verá a
continuación, había varios días de carnavales); una túnica: negra, para personajes tristes;
colores vivos, para personajes importantes, y colores corrientes, para personajes del
pueblo; y sólo en la Tragedia los actores calzaban unos Coturnos o especie de zuecos
altos, que simbolizaban la superioridad de los personajes (héroes y dioses) que aparecían
en el escenario
El origen del Teatro Griego y de la Tragedia es un asunto sobre el que los estudiosos no
han conseguido ponerse de acuerdo. José Vara Donado, en su introducción a las tragedias
de Sófocles, repasa muchas de las teorías que se han dado a esta cuestión: los argumentos
de Aristóteles parecen bastante confusos para nuestros días, cuando afirma, respecto al
nacimiento de la tragedia, una doble naturaleza contradictoria: la tragedia tendría por un
lado un origen serio, pues procedería de la evolución de los antiguos "ditirambos" o
composiciones en honor de Dioniso, y, por otro lado, también procede del género satírico,
lo que supone decir que tendría origen en un elemento burlón. Los seguidores de esta tesis
afirman que las tragedias tuvieron su origen en los primitivos cantos que celebraban la
muerte y resurrección anual de Dioniso (cuyo nombre en griego significa el dios "nacido
dos veces": no en vano, la leyenda mitológica de este dios habla de una doble génesis).
Era el "canto de los machos cabríos" (tr£gwn + òd» = tragJd…a); un Coro de sátiros
danzarines, dirigidos por un entonador o Corifeo ejecutaba el canto dionisíaco o
"ditirambo". Coro y Corifeo se enfrentaban en un "agón" de palabras, música y baile.
Posteriormente a este Coro se fueron añadiendo uno, dos o más actores-recitadores,
designados en griego, como ya expliqué, con el expresivo nombre de "hipócritas". La
progresiva complejidad de este enfrentamiento y la inclusión de un argumento heroico,
daría origen a lo que posteriormente llegaría a ser la Tragedia Clásica. Más tarde
Nietzsche llegaría a afirmar, tal vez gratuitamente, que la Tragedia nació del espíritu de la
música. Tampoco aclaran el asunto las teorías etnológicas que entienden que la tragedia
nació de ritos realizados con ocasión de algunos ciclos vegetativos como se ejecutan en
ciertos lugares, pues como algunos críticos han señalado la tragedia griega surge en un
contexto temporal y local de características muy peculiares. Para J. Vara, la explicación
más convincente iría en la línea del académico Adrados, quien intenta salvar la aparente
contradicción aristotélica interpretando que el "comos" dionisíaco del que habla
Aristóteles entonaba cantos religiosos en honor del dios Dioniso compuestos de partes
serias y de partes burlonas en sentido amplio.; a partir de este núcleo doble, por
polarización de las partes que un principio constituían un todo, surgió por un lado la
tragedia (por acentuación y predominio de la parte seria) y por otro la comedia (cuando el
elemento burlón fue el que se impuso): esa sería la razón por la que dice Aristóteles que
sólo después de mucho tiempo y muchos cambios consiguió la tragedia la seriedad que la
caracteriza.
Pero lo que sí parece claro para todos es que el origen de este Género Literario y de la
Tragedia griega debe ligarse al culto del dios Dioniso, en estrecha relación con "el mundo
del culto y la fiesta". Robert Flacelière explica en su libro La vida cotidiana de Grecia,
pp. 250-258, que todo lo dramático estaba ligado al culto del dios Dioniso. En su honor se
representaron en la Grecia clásica las tragedias. En la Atenas del siglo V las
representaciones, los agones o certámenes trágicos, tenían lugar en primavera, entre el 11
y el 13 del mes de "Elafebolión", con ocasión de las llamadas "Grandes Dionisias",
aunque había otras fiestas Dionisíacas de menor importancia hacia diciembre o enero, con
el fin de probar el nuevo vino: las "Leneas" o "Pequeñas Dionisias", en las que se hacían
representaciones de comedias. Pero era en las Grandes Dionisias o Dionisíacas donde se
representaban tragedias y, sólo en segundo plano, comedias o dramas satíricos. Estas
fiestas se inauguraban con una procesión, en la que un sacerdote representaba a Dionisos,
montado en un "carro-barco". Acompañaban el cortejo flautistas y sátiros. Tras esta
procesión se sucedían varios días de Carnavales. Después venían 3 ó 4 días de actividades
teatrales en los que se representaban las obras de los 3 ó 4 poetas seleccionados por un
tribunal de la ciudad. Durante estos días, cada autor representaba forzosamente 3 tragedias
unidas por el tema entre sí ( una "Trilogía"), y 1 Drama Satírico (una representación
dramática que, por su desenfado y broma, servía de descanso a la sucesión de tragedias).
El encargado de financiar todos los gastos que implicaba la representación de las obras de
cada uno de los poetas escogidos era el Corego, una especie de mecenas de familia
acaudalada. El último día solía representarse una Comedia.
Cuando se habla del Teatro Griego, forzosamente hay que distinguir entre piezas teatrales
trágicas y obras cómicas. De esta división hablaré más tarde a propósito del estudio que
de la Tragedia griega hizo Aristóteles. De momento, antes de entrar a fondo en el
comentario de una obra clásica de estas características como es Edipo Rey, sería
conveniente pararnos un poco en la parte técnica de una Tragedia para ver los elementos
que la componen. La mecánica escénica de una tragedia clásica es algo compleja: por
ejemplo, la línea argumental no es expuesta de forma continua, sino que se ve
interrumpida por las actuaciones corales. A modo de nuestras óperas, una representación
trágica en la Atenas del siglo V debía alternar cantos, música, escenografía con los
recitados de actores, que también cantaban o semientonaban determinadas partes de su
papel. Las unidades que integran una pieza trágica, en general, y su funcionamiento solían
ser:
Los Estásimos. Eran los cantos del Coro que "sin moverse" de la orquestra ejecutaba
acompañándolos en ocasiones de sonidos instrumentales y de danza. Para muchos, el coro
no es propiamente un actor o personaje (aunque sí, como luego veremos, para Aristóteles,
cuyas ideas, en este punto, defiende Ignacio Errandonea), sino que se situaba, en el
plano dramático, a mitad de camino entre los actores y los espectadores: era espectador de
la acción que en la escena los actores reproducen, pero también el Coro mismo, los
Coreutas, o su director, el Corifeo, pueden entablar diálogo con los actores: a estos
diálogos líricos se les denomina "Como" (en griego el término alude a la lamentación ante
la muerte, y solían aparecer en los momentos de mayor importancia dramática con los que
se subrayaba la acción. En cualquier caso, la misión del Coro sería la de comentar la
acción dramática o la de aconsejar, o reprochar, animar o impugnar las acciones y palabras
de los actores. Como indica I. Errandonea, para los críticos alemanes, que han impuesto
sus teorías hasta hoy, el coro no tuvo más que un papel secundario como actor: para
Schiller "el coro es una idea general"; para Goethe, "un espectador bien dotado y
perfecto"; y por último, para Scheegel, "el espectador idealizado, que mitiga la impresión
de escenas fuertes con sus consideraciones elaboradas líricamente". Los cantos corales
tienen, en efecto, un lenguaje poético muy cuidado, en los que se van haciendo
comentarios sobre el drama: hay en ellos acumulación de imágenes y alusiones
mitológicas muy difíciles de comprender a veces para el espectador moderno. En cuanto a
las intervenciones exclusivas del Coro, su canto solía tener tres partes: la "estrofa",
durante la cual los componentes danzaban hacia un lado. La "antístrofa", en la que los
miembros del coro danzaban hacia el lado contrario, quedando como estaban al principio.
Y el "epodo", compuesto por varios versos que se cantaban por si alguno de los del coro
había quedado descolocado al hacer la estrofa o la antístrofa, y así poder alinearse.
El Éxodo. Es el canto final del Coro mientras "sale" del teatro al finalizar la tragedia. En
Edipo Rey el éxodo se reduce a la despedida del Corifeo, quien, como es frecuente en la
tragedia, lo hace diciendo una frase significativa con un fin de enseñanza.
4. LA VISIÓN DE ARISTÓTELES
Una vez visto por encima los aspectos básicos relacionados con el hecho teatral en el
Mundo Griego, ha llegado el momento de examinar qué dijeron los propios griegos sobre
su origen y características. Intentaré relacionar sus conclusiones con el análisis posterior
de la obra leída.
Según Aristóteles, lo que nosotros llamamos "obra dramática" o " teatro clásico" sería un
tipo de arte que emplea a la vez recursos variados (que en otras artes son utilizados
específicamente y por separado), como el ritmo, la palabra y la música, con el fin de
imitar a personas que realizan acciones. Y todo ello porque de esa imitación el ser humano
extrae un placer cuyo gozo es connatural a su carácter, así como también lo es su mero
gusto por aprender.
-por el modo o la forma con que se produce esa imitación (se imita a personas que actúan
y obran) a este tipo de arte poético se le llama "drama", pues en griego clásico el verbo
"hacer" se dice dr©n (infinitivo de dr£w). La unidad de la acción imitada (más que la de
un solo personaje), que constituye un todo inseparable, es la que precisamente aporta esa
sensación de unidad a la obra teatral.
-por el objeto imitado, las obras teatrales llevan a sus últimas consecuencias los temas
elevados y ridículos que fueron ya tratados por Homero en su poesía Épica, género del
que en última instancia derivarían y al que superan en finalidad: y así se dividen en:
-por el medio con que se imita, la Tragedia se compone de seis elementos básicos: el
argumento, los caracteres, el lenguaje, el pensamiento, el espectáculo y la música, todo
ello bien organizado en un esquema del tipo presentación, nudo y desenlace y distribuido
cuantitativamente en prólogo, episodio, éxodo y canto coral (párodo y estásimo).
-finalmente, por sus temas, se observa una evolución en la Tragedia que lleva a los poetas
a seleccionarlos entre los que ofrecía la tradición, primero al azar, y más tarde entre un
número muy reducido de familias mitológicas.
5. EL MITO DE EDIPO
Cuando la obra de Edipo Rey apareció en escena por primera vez en la Atenas del siglo V,
los personajes y el argumento que en ella aparecían debieron resultar casi seguro muy
familiares para los espectadores. Eso se debe a que la historia que aparece contada en
escena está tomada del fondo legendario de la Mitología Griega que a modo de cuentos o
narraciones habían venido circulando primero de forma oral, y luego por escrito, desde
tiempos inmemoriales. En muchos de sus elementos estas historias poseían un fondo
fabuloso que los griegos habían oído relatar, ya desde pequeños, de boca de sus madres,
quizá como aún hoy se puedan contar los cuentos de personajes tradicionales. Esto
explicaría que, cuando volvían a escucharlas o verlas representadas, de inmediato el
público reconociera personajes y argumentos y, si estaban bien contadas, que volvieran a
deleitarse con ellas. Sin embargo, desde nuestra posición de lectores o espectadores
modernos, aquellas historias que formaban parte del acervo legendario de la época clásica
ya no nos resultan muy comprensibles, por lo que antes de situar la obra en todo su
contexto literario, conviene investigar un poco sobre estos temas.
Y lo primero que descubre el lector de hoy, por ejemplo cuando se acerca a un Diccionario
de Mitología Grecorromana, como el de Pierre Grimal, es que la estructura argumental
de estas historias, convertidas en piezas dramáticas, y elevadas por el poeta a la categoría
de obras de arte, parece bastante más compleja que el argumento simple de cualquier
cuento moderno.
La historia de Edipo, por ejemplo, está dentro de un conjunto de leyendas más extenso;
por eso, su dramatización no encuentra significación plena si no es en un contexto mucho
más amplio: el del triste sino trágico que, a través de varias generaciones, persigue a la
familia real de Tebas, a la dinastía de los Labdácidas. Edipo es hijo de Layo y de Yocasta
y, por tanto, nieto de Lábdaco. Su ascendencia se remonta hasta el propio Cadmo, el héroe
que, tras consultar el oráculo de Delfos y recibir la ayuda del dios Apolo en la búsqueda
de su hermana Europa, raptada por Zeus, fundó en la Fócide la ciudad de Tebas. La
historia sigue más o menos así:
Lábdaco había heredado el trono de Cadmo, pero su descendencia pronto perdería el favor
divino. A su muerte, al ser su hijo Layo demasiado joven, el reinado recayó en un héroe
descendiente también de Cadmo, quien fue asesinado por Zeto y Anfión, apoderándose así
del poder. Layo huyó entonces hasta las tierras de Pélope. Allí se enamoró del joven
Crisipo, hijo de Pélope, (para muchos comentaristas esta es la razón del nombre de Layo,
que en griego significa "el torcido o cojo", pues pasaría por ser el introductor mitológico
de la homosexualidad). Dominado por la pasión, lo raptó y se unió a él, con lo que atrajo
sobre sí y sobre las generaciones futuras la maldición de Pélope. Cuando los usurpadores
desaparecieron a su vez, Layo fue llamado por los tebanos a ocupar el trono. Pero en
adelante todos los intentos de evitar que el oráculo se cumpla resultarán inútiles. Layo,
acudió al oráculo de Delfos a consultar a la pitonisa sobre su destino. La divinidad le
aconsejó entonces que evitara tener hijos, pues si llegaba a tener alguno, éste le mataría a
él, su padre, y se casaría con su esposa, y madre del hijo. Pero Layo y su esposa Yocasta
engendraron un niño, pero tan pronto como nació, lo entregaron a un criado para que lo
abandonase a las fieras en el monte Citerón, después de haberle taladrado un pie con un
clavo (de ahí le viene el nombre, pues en griego "Edipo" significa "pie hinchado", por la
marca que le dejó aquella antigua herida). Sin embargo el criado se apiadó del pequeño y
se lo entregó a un pastor que andaba por allí para que se lo llevase lejos. Éste así lo hizo y
llevó al niño a tierras de Corinto, su propio país, donde lo entregó a los reyes Pólibo y
Mérope, que, como no tenían descendencia, lo acogieron como hijo propio. Creció Edipo
como un príncipe de noble estirpe, hasta que ya adolescente, tras oír rumores, fue a
consultar el oráculo de Apolo, quien le comunicó que mataría a su padre y se casaría con
su madre. El joven Edipo, aterrorizado, decidió no regresar a Corinto. En la encrucijada
de la montaña, al salir de Delfos, se topó con un coche de caballos; al no querer ceder el
paso, se produjo un altercado en el que perdieron la vida todos menos uno. El dueño del
carro resultó ser Layo, el rey de Tebas. Precisamente a Tebas se dirigió luego Edipo. La
ciudad estaba aterrorizada por un terrible monstruo que la asolaba. La esfinge (monstruo
con cabeza de mujer, cuerpo de león y alas) que proponía enigmas y devoraba a los que
eran incapaces de resolverlos; también salió al encuentro de Edipo y le propuso el enigma
del animal que por la mañana camina a cuatro patas, con dos a mediodía y tres en la tarde;
Edipo resolvió el enigma contestando "el hombre"; la esfinge se suicidó y el joven entró
en la ciudad como un héroe salvador. Como reconocimiento a su proeza los tebanos, que
se habían quedado recientemente sin rey, lo elevaron al trono y le dieron en matrimonio a
la reina viuda Yocasta (precisamente el nombre de Yocasta significa en griego "la que
sobresale por su hijo"). Ambos tendrán descendencia a la vez que los asuntos de la ciudad
prosperan hasta que un día la ciudad se levanta en medio de una tenaz peste que amenaza
con destruir a todos sus habitantes.
Como se puede apreciar, se trata de una complicada y enrevesada historia que el público
debía conocer sobradamente. Pero Sófocles debió manejar la leyenda tradicional según
sus intenciones literarias; los estudiosos consideran que los aspectos que introdujo como
elementos nuevos en el mito fueron:
-elige el punto culminante de este mito, cuando Edipo, ya siendo rey de Tebas, está a
punto de descubrir todo su triste pasado: el parricidio y el matrimonio con su madre.
-hace que Edipo se castigue a sí mismo, y que Yocasta se suicide al descubrir el incesto.
-como luego veremos, cuenta la historia como una investigación personal del personaje
sobre su pasado.
Llegamos así ante el comienzo de la obra. En adelante me ocuparé del análisis detallado
de la estructura externa para luego pasar a hablar de los diversos aspectos relacionados
con el comentario de la misma.
Viene luego la Párodo (pp.190-192). Un coro de tebanos ancianos eleva una especie de
plegaria a la divinidad para que les dé fuerza para eliminar el mal. Le hablan al Oráculo,
ruegan a la triada de dioses y esperan con angustia cualquier respuesta. Esta escena
representa el inicio del drama propiamente dicho.
Se produce el 1 Episodio (pp.192-201). Edipo espera conseguir que el ruego del coro (es
decir, de la colectividad) se haga realidad. Se deja clara la necesidad de conocer al asesino
de Layo y la voluntad con que el rey se enfrenta al problema. Delante de todos pronuncia
un bando solemne en el que conjura a todo el pueblo tebano a que colabore en el
esclarecimiento del crimen, pidiendo el destierro sin compasión del asesino y el castigo de
los dioses para quien se atreviera a ayudarlo. El coro avisa que se ha dicho que fueron
varios los asesinos, pero confía en que el adivino Tiresias lo aclare todo. Se produce un
diálogo entre Edipo y Tiresias que degenera en un enfrentamiento, en el que ambos se
intercambian insultos; ante las palabras oscuras del adivino, en el sentido de que Edipo
tiene algo que ver en el asunto Edipo interpreta que se trata de una conspiración del
anciano y de Creonte, el cuñado de Edipo. El adivino se despide con un mal augurio para
el asesino de Layo, que "se marchará tras haber visto".
Tras esto se sucede el Estásimo 1 (pp.201-203). El coro, solo, medita y canta con
brevedad y con lirismo su desconcierto ante las palabras escuchadas: por un lado, quiere
remontarse a la causa para descubrir al culpable que todos buscan; por otro, siente
angustia por las imprecaciones, terribles, pero no probadas, del adivino y, a la vez, por su
fidelidad segura a su rey.
Así llegamos al 2 Episodio (pp.203-213). Edipo, Yocasta y Creonte, en presencia del coro,
que a veces interviene, llevan su intervención a una complicación del drama; se revelan
datos decisivos que en lugar de aclarar enredan: se mencionan el oráculo que pesaba sobre
la familia de Layo, y, más tarde, el que pesaba sobre el mismo Edipo; también se habla del
motivo del asesinato en un cruce de camino. Esto último levanta la sospecha de Edipo de
que él mismo tenga algo que ver con los hechos: pero hay dos reseñas distintas (la que
habla de varios asaltantes frente a la singularidad de Edipo). Ante ello hay una gradación
en la reacción de cada uno de los personajes: Yocasta sostiene que los oráculos son
falibles; Edipo se muestra más respeto por ellos y, por eso, los sigue temiendo, mientras
que el coro es más religioso y consecuente: es posible que los dos extremos sean
compatibles, pero hasta que no se compruebe cuál es la versión correcta hay esperanzas:
se espera que el único testigo que queda del crimen de Layo resuelva la duda.
Llega el Estásimo 2 (pp.214-215). El coro medita en una lucha interior las terribles
palabras de Tiresias frente al buen concepto en que tiene al soberano. Se preocupa por el
oráculo y por el castigo de Layo: las leyes morales quizá han traído su castigo: Layo sería
el culpable, no el actual rey. Los crímenes de Layo deben ser castigados tal y como
muestran los oráculos. Esta es la razón por la que el coro pide a Zeus que se cumplan las
profecías, porque si éstas fallaran se hundiría también la creencia en los dioses.
Es entonces cuando se produce el Estásimo 31 tan extraño del coro (p. 223). Según
J.V.Donado, en esta intervención el coro parece ilusionarse ante el posible origen divino
de su rey Edipo, quien está a punto de descubrir su verdadero pasado. Es la calma que
precede a la tormenta, aunque el coro sigue dando ánimos a Edipo, en una especie de
ensueño que más bien parece una huida hacia delante.
Llega por fin la verdad en el Episodio 4 (pp.223-226). El criado aparece y revela todo el
pasado oculto de ese niño que fue salvado de la muerte para cumplir el oráculo.
Los últimos versos del Corifeo son una especie de conclusión o moraleja sobre la
fragilidad del destino humano hasta el último momento.
Hasta aquí el análisis externo de lo que debió ser una obra clásica para el público griego.
Pero, ¿y hoy? )La obra de Edipo puede tener algún valor real para el espectador moderno,
o su lectura es sólo una actividad arqueológica o de carácter histórico? Paradójicamente,
para responder a estas y otras preguntas de un supuesto lector "contemporáneo", podemos
utilizar los comentarios de Aristóteles que siguen vigentes en la actualidad:
Lo más llamativo es que al leer por primera vez la obra y, antes de iniciar un proceso de
información sobre los detalles de su estructura, personajes, etc., la trama parecería que
posee en sí misma una gran fuerza. Ahora bien, )cómo podríamos definir esa "fuerza" y
qué sería lo que propiamente la produce? En su Poética, p.36, Aristóteles menciona la
capacidad de la tragedia de crear un efecto conmovedor, debido a que la tragedia es "una
imitación de hechos capaces de provocar el temor y la compasión". "El reconocimiento y
la peripecia" (p.38), y también "lo patético" (p.39), son los tres elementos que "comportan
compasión y temor". Y en página 41, Aristóteles parece estar pensando precisamente en el
personaje de Edipo -como se demuestra al citarlo explícitamente en p.43-, cuando resume
con acierto la sensación que un espectador de hoy puede tener al ver o al leer esta obra:
"La compasión tiene por objeto la persona que no merece ser desdichada; el temor, el que
es igual a nosotros" (p.41). Pero )por qué sentimos los mismos efectos si en principio esta
obra fue concebida para ser representada?: "La obra debe estar compuesta de tal modo
que, aun sin verlos, el que escucha el relato de los hechos se estremezca y sienta
compasión por lo que ocurre, que es la sensación que experimenta el que escucha el relato
del destino de Edipo... "
Pero )no es sorprendente que - apartándose del gusto moderno de ciertas películas, por
ejemplo, por exhibir ad nauseam todo lo que tenga que ver con la sangre- en escena, al
llegar a los episodios más terribles, la violencia o las muertes son sustituidas por las
palabras de uno que narra lo sucedido?. Y sin embargo, el efecto de impacto está
plenamente conseguido: )Por qué? Para responder a esta pregunta conviene que volvamos
a Aristóteles: "Es posible que el temor y la compasión resulten por efecto del espectáculo,
pero también pueden resultar del entramado mismo de los hechos, lo cual es sin duda
preferible y propio de un poeta mejor" (p.43). En cuanto a la forma en que la sensación de
temor y compasión se producen, ocurren "por lo general y con preferencia, cuando los
hechos acaecen contra lo que se espera, si bien derivándose el uno del otro, pues provocan
así la sorpresa mejor que si los hechos ocurren automáticamente y por casualidad, ya que
incluso los sucesos casuales son más asombrosos cuando parecen guardar relación con los
precedentes" (p.36) Esta y no otra es la razón interna por la que percibimos en ocasiones
que una película de crímenes o suspense es muy mala -con independencia de que la
película lleve 40 semanas en cartel- cuando al final resulta que el asesino desconocido es
un personaje que ni siquiera había aparecido en escena, o había salido durante unos
segundos insignificantes.
Conclusión: "El poeta debe procurar, a través de la imitación, el placer que suscitan el
temor y la compasión", y está claro que "este efecto debe conseguirse por medio de la
acción misma" (p.43).
La "acción" de Edipo Rey efectivamente cumple todos esos requisitos. Para comentarlo,
vamos a recurrir a los pasajes en que se muestra la Ironía, uno de los temas que en esta
obra más contribuye a marcar el contraste del personaje: de un rey, al inicio amante de su
pueblo y respetado por él, a un héroe con un destino miserable.
La ironía trágica en Edipo Rey es un elemento que trabaja en favor de lo que Aristóteles,
en p.37, llama "peripecia": "el paso de una situación a su contraria por parte de quienes
actúan..., de acuerdo con la verosimilitud o la necesidad", contribuyendo además a
subrayar el efecto de oposición de ambas situaciones. Aristóteles menciona uno solo de
los muchos casos en que se produce la ironía, uno de los más evidentes, que luego trataré
aparte: "llega un personaje para alegrar a Edipo y tranquilizarlo por lo que respecta a su
madre, revelándole su identidad: mas con ello produce, precisamente el efecto contrario."
Pero en esta obra peripecias así constituyen un recurso tan frecuente y constante que
prácticamente casi todas las situaciones o personajes o palabras pueden tener, si se mira
bien, un fondo irónico: unas veces con un sentido premonitorio, otras con una clara
intención de ambigüedad... con tantos matices que sería imposible citarlos aquí todos. Me
limitaré a recoger los más llamativos y a hacer un breve comentario de algunos de ellos:
En p.185 comienza el drama: Edipo habla con afecto a los suplicantes y llega a decir
"estad seguro de que yo aceptaría a enfrentarme a todo..." Seguramente el público sí que
sabe que tendrá que cumplir sus palabras.
En pp. 189 y 190 vuelve a producirse una ironía que además de apuntar a la contradicción
futura de los hechos es ambigua; termina Edipo la charla con Creonte: "...yo lo aclararé
todo desde el principio... en favor de seres queridos en modo alguno lejanos, sino en favor
de mí mismo barreré esta inmundicia lejos de mí...estad seguros de que yo haré todo"
Cuando Edipo menciona el principio de todo, )no está refiriéndose a su origen, comienzo
de todos sus males? También, su reconocimiento de la autoría podría hacerse extensible al
asunto que ha provocado la ira del dios.
Otras ironías son tan sutiles que sólo el comentario del especialista que traduce el texto y
nos llama la atención con notas a pie de página nos hace caer en ellas (quizá consuele
pensar que al público menos instruido de la época también le pasaran inadvertidas): en la
misma página de antes Edipo termina su bando: "en cambio a vosotros los demás
cadmeos, a cuantos estas medidas os son gratas (ojalá que la Justicia y todos los dioses os
asistan..." Comenta la nota que además de irónico es ambiguo, porque el personaje "sin
querer, se excluye de la compañía de la Justicia".
También el coro puede introducir alguna ironía, pues en la intervención de p .195 sus
palabras son premonitorias: "...(mira!, estos conducen al divino vate, en quien, solo entre
los hombres, radica la verdad!" o esta otra de la página 216, que es casi un malentendido
lingüístico, en que el coro le indica a un mensajero el lugar donde puede encontrar la
mansión del rey: "La vivienda es esta de aquí, y él está dentro, extranjero. Y su mujer, la
madre... de sus hijos es ésta de aquí
Otras ironías lo son de las apariencias, como la de p.198, en que precisamente Edipo le
dice al ciego adivino: "...eres ciego de oído, de razón y de vista". Sólo en apariencia Edipo
"oye", "razona" o "ve"; al final, resulta que quien carece de todos estos sentidos no es el
ciego sino el que le achaca a Tiresias que no ve: el propio Edipo. Más adelante insiste en
el mismo tono, pero esta vez hablando de sí mismo y de su inteligencia (también
comentaré el tema del conocimiento en la trama de la obra): "En cambio, yo, Edipo, el
que según tú no sé nada..." y "...tanto tú como el que tramó esta intriga vais a expulsar al
sacrílego con lágrimas".
Por último, la ironía final en boca de Yocasta sobre el destino de Edipo es puesta en
evidencia con los mismos hechos que se desencadenan casi inmediatamente después:
")Por qué había de temer un hombre en quien mandan las circunstancias de su destino y
cuya previsión no es clara en nada?" Parece dar este personaje con el tema de todo el
drama, el cual, visto así, sería simplemente una respuesta a esta pregunta.
Una de las primeras intervenciones que aluden explícitamente a estos temas es la del
adivino Tiresias en p.195, quien, tras ser requerido por el rey para explicar las razones de
tantos males, se queja de su condición de adivino: "(Ay, ay! (El saber qué tremendo es
cuando no reporta beneficio al que sabe!" Sin duda, sus palabras se justifican por sí solas
en el contexto de quien todo lo sabe pero no puede hablar; sin embargo, al final de la
tragedia comprobamos que estas mismas palabras podrían aplicarse al desgraciado héroe:
por eso, dichas aquí suenan o ambiguas ()las dice el adivino por él mismo o por su
soberano?) o irónicas. Es más, si mantenemos esta frase hasta el final de la obra y las
superponemos a la conclusión del coro, parece que se trata de una frase-resumen de la
condición de toda la humanidad, para la que el conocimiento de algo no la ayudaría a
hacerla mejor. Visto así, la enseñanza de esta historia parece algo pesimista. Pero sigamos.
Pero Edipo no se contenta con intentar averiguar lo que no sabe. El personaje además está
empeñado en dar publicidad a lo que descubra: p. 197: "...no callaré, (eso nunca!, nada de
lo que intuyo." Se opone una vez más la conducta de un hombre mortal, por muy rey o
héroe que parezca, a la actitud más prudente del adivino que de alguna manera está en
contacto con la voluntad de los dioses: (p.196) "En cambio, yo, no hay cuidado de que
declare alguna vez mis desgracias...", "...aun cuando lo oculte yo con mi silencio...", "Ya
no aclararé más...", son expresiones de Tiresias, quien al final acabará cediendo de mala
gana a las preguntas de Edipo, y sólo con palabras bastante enigmáticas para el rey. Por
último, el contraste también se produce cuando se enfrentan dos personajes regios, pues si
Edipo está siempre dispuesto a hablar, en cambio su cuñado le dirá claramente, en p.205:
"Pues en las cuestiones que no entiendo me gusta callar". Y de nuevo, lo que bien pudiera
ser una frase hecha, se carga de significado teniendo en cuenta el futuro terrible del
personaje que se afana durante toda la obra por conocer el motivo de todo: )es una pista de
lo que un hombre no debe hacer?
En la p.201 Tiresias se burla irónicamente del limitado conocimiento del Edipo, y sus
palabras podrían aplicarse otra vez a lo que los mismos hechos, si tuvieran voz, le dirían
al personaje del rey en medio de la desgracia última: ")Es que no eras tú muy sagaz para
descubrirlo?".
La fase última de toda la "investigación" sobre su propio origen, en lo que empezó siendo
una búsqueda de solución al problema de la ciudad, muestra la recompensa que obtiene
quien es capaz de vencer todas las tentaciones de permanecer ignorante de los hechos:
Así, en p.222, Yocasta expresa el deseo de que no logre lo que busca: "(Oh, desdichado!
(Ojalá nunca llegues a enterarte quién eres!. A lo que, imperturbable, contesta Edipo:
"...yo continuaré en mi deseo de conocer mi casta por humilde que sea" .Ironía fatal, dicen
los comentaristas como Albin Lesky, porque Edipo acabará siendo hijo de reyes. Pero lo
que más llama la atención es que Edipo, una vez más, como parece sucederle a lo largo de
toda la obra en los momentos decisivos, malinterpreta las intenciones o los
acontecimientos: no es su destino humilde lo que preocupa a Yocasta. Casi parece que el
personaje que más preocupado está por enterarse de todo es el que menos se entera de
nada ()ironía del poeta hacia el personaje, de los dioses hacia sus criaturas, o de la vida
hacia los hombres?).
Por fin, en p.225, llega el momento de la verdad. El personaje no se vuelve atrás: "(Y yo
de oírla (la cuestión terrorífica), pero sin embargo hay que oírla". Es aquí donde uno,
como lector de este antiguo drama, ve la grandeza heroica del personaje: casi suena a
voluntad épica, como la de Aquiles en la Ilíada que, ante la noticia de su madre de que si
venga a su amigo él mismo morirá, el héroe responde que prefiere morir "vengando la
muerte de su fiel compañero que permanecer vivo como carga inútil sobre la tierra".
Como acabamos de mostrar con las propias palabras de los personajes, los temas de Edipo
Rey también giran en torno a la verdad y su ambigüedad o en torno al tema de su
conocimiento y sus límites, o, por lo menos, la influencia del conocimiento sobre la
acción. Pero aún se puede señalar otra característica de la obra: y es que presenta al
personaje en una continua lucha por adquirir ese conocimiento; así se entiende que en ella
aparezcan sucesivos enfrentamientos, que el adivino Tiresias no duda en calificar como
"examen", o verdaderos careos, como el protagonizado por el mensajero y el criado, en
los que los personajes vienen a decir su parte de verdad para que el investigador vaya
reuniendo las piezas del rompecabezas hasta encontrar la solución. Si esta parece una
técnica detectivesca, propia de películas o novelas policíacas, el sufrimiento añadido que
experimenta Edipo malinterpretando continuamente los hechos, le acercan al género del
melodrama, con sus equívocos. Edipo no conoce toda la verdad, sólo los hechos que van
apareciendo, pero se equivoca al analizarlos. Tampoco los personajes conocen el valor de
la información que transmiten. No hay un narrador omnisciente, sino un personaje que al
escuchar sucesivas noticias va relacionándolas con sus conocimientos previos hasta llegar
a una visión de conjunto. Ahora bien, ese conocimiento que Edipo casi obtiene con
violencia viene provocado por continuas pistas o sugerencias que dejan caer diversos
personajes a lo largo de la obra. Resumo los que considero más significativos:
Las tres primeras pistas las da el coro en la página 194: 10) "búsqueda del que envió la
comisión de Febo, para que señale quién puede ser el asesino"; 20) "igual que Febo" está
Tiresias, que ve tanto como Apolo; y 30) menciona los "rumores" de que fueron varios
asesinos y no uno solo.
Una quinta pista (la que cité en palabras de Aristóteles al principio) la dará Yocasta sin
querer, en p.209, al pretender aclarar la cuestión de la falibilidad de los oráculos: "...y te
voy a mostrar una prueba...a saber, llegó una vez un oráculo a Layo..."
8. LA IDEOLOGÍA DE SÓFOCLES
Como se puede ver, el análisis detallado de este drama podría hacerse desde muchos
puntos de vista. Sólo he tocado algunos. En cuanto a otros tan importante o más que éstos,
como el de la Ideología o Temática en la obra de Sófocles, puede resumirse lo que dicen
algunos autores.
Ahora bien, el personaje de Edipo es una de las figuras más grande de "lo trágico", debido
a tres motivos:
-a que posee una "capacidad vehemente de sufrimiento": la frase ya citada en este trabajo
de "a mí también me horroriza el escucharlo; sin embargo, es preciso que lo oiga" muestra
su destino y su temple magnánimo.
9. EL "COMPLEJO DE EDIPO"
Fue Sigmund Freud quien acuñó esta expresión, utilizando para sus fines el nombre del
personaje central de la obra que acabamos de comentar. Desde entonces son muchos los
autores que se han preguntado si esta expresión freudiana es o no apropiada al núcleo de
la historia que la Literatura Griega nos ha transmitido bajo el nombre de Edipo.
Recuerda José Vara que en la interpretación sexual de este mito por parte de Freud
influyeron especialmente las palabras que le dirige Yocasta a Edipo sobre el asunto de
acostarse en sueños con la madre. Pero este tema se describe antes que en Sófocles, en las
Historias de Herodoto, 6, 107, y después en Platón, República 9, 571 c, y en Pausanias,
4, 26, 3. En todos estos pasajes se habla de los deseos que se despiertan cuando la parte
racional duerme en los sueños. También con este tema de fondo, Lucas de Dios comenta
que el "complejo de Edipo" de Freud, tal y como Freud lo entiende, explicaría la emoción
y el sobrecogimiento que sentimos en esta obra: se trataría de una reacción psíquica que se
produce porque uno se ve reflejado en el personaje mítico con esta tendencia general
infantil de tener como primer objeto de nuestro impulso sexual a la madre, y del odio a
nuestro padre. Sin embargo, casi todos los críticos coinciden en señalar que el núcleo de la
historia que describe la mitología no se adapta al significado que le da Freud en su
expresión. El principal motivo que citan es que en la leyenda clásica no hay ninguna
alusión consciente o inconsciente al deseo del héroe hacia su madre. Como en los otros
casos, Edipo desconoce la verdadera naturaleza de las cosas: su responsabilidad es sólo de
hecho.
10. BIBLIOGRAFÍA
ARISTÓTELES, Poética
BENAVENTE BARREDA, Mariano. Tragedias de Sófocles. Ed. Hernando, Madrid,1970,
pp. 1-33
FREUD, Sigmund, Los textos fundamentales del psicoanálisis, Ed. Altaya, Madrid, 1993,
pp. 53-54, 64-65, 337-341
LESKY, Albin, Historia de la Literatura Griega. Ed Gredos, Madrid, 1985, pp. 298-305,
312-328
LUCAS DE DIOS, José M0, Áyax, Las Traquinias, Antígona, Edipo Rey, Alianza
Editorial, Madrid, 1994, pp.
VARA DONADO, José, Sófocles: Tragedias completas, Ed. Cátedra, Madrid, 1991, pp. 9-
27, 179-238