Textos Evaluaciã N (Grado 10°)

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GIMNASIO LOS ANDES

DEPARTAMENTO DE LENGUA, LENGUAJE Y


LITERATURA
DOCENTE: JUAN CARLOS GODOY
TERCER TRIMESTRE
GRADO DÉCIMO
2021

TEXTO 1

En sus cuentos de El llano en llamas y su novela Pedro Páramo, el escritor


jalisciense Juan Rulfo no hace literatura, sino que genera un discurso sobre la
literatura, es decir, crea literariamente, que es una cosa distinta, plantea la
especialista francesa Françoise Perus, quien agrega: Rulfo no fue un escritor
improvisado y su arte narrativo es absolutamente pensado en todas sus
dimensiones e implicaciones.

La crítica literaria, quien alterna su residencia en México, Chile y Ecuador,


habla en entrevista a propósito de la publicación de su libro Juan Rulfo, el arte de
narrar, investigación de muchos años coeditada por RM, la UNAM, la Fundación
Juan Rulfo y otras instituciones educativas.

El prólogo es del investigador José Pascual Buxó, quien destaca que Perus
explora aspectos antes desapercibidos por la crítica de la obra de Rulfo (1917-
1986), creador de voces evasivas y fragmentarias y de una narración no
cronológica ni causalmente concatenada, que en su momento desconcertó por
apartarse de las convenciones de la verosimilitud realista.

– ¿Podría decirse que el libro plantea una revisión de la crítica literaria a la


obra de Rulfo y, al mismo tiempo, apunta a una nueva lectura de esa obra?

–No se trata de descalificar las lecturas anteriores que se han hecho de la obra
de Rulfo. Cada época histórica tiene sus horizontes e instrumentos de reflexión de
la literatura o de cualquier otra cosa. Y con los clásicos, porque Rulfo es un clásico
de la literatura mexicana y universal, las preguntas de hoy están marcadas por
una época en la que hay un quiebre en la historia y en la cultura. Las lecturas
anteriores muestran una especie de inmovilismo, no es que agotaron la obra de
Rulfo, se agotaron ellas.

“Y aparece la necesidad de releer de otro modo porque nuestros horizontes de


reflexión son otros. Es decir, las interrogaciones del tipo de ‘la obra de Rulfo como
reflejo del mundo rural de la primera mitad del siglo XX’ o ‘como prolongación de la
novela de la Revolución’, no son hoy las nuestras.”
Por ello, la investigadora plantea que el objeto de su reflexión es cómo la obra
de Rulfo coloca al lector en un mundo muy familiar y muy extraño al mismo
tiempo. Y eso, agrega, es lo que busca compartir con el lector de su libro.

– ¿Renuncia Rulfo a la manera convencional de narrar, a la voz omnisciente y


poderosa, y se la va asignando a sus personajes?

–Sí. Rulfo pone en escena a un narrador y lo configura como un personaje que


ya está entregado a una actividad imaginativa y narrativa, en busca de una verdad
que ni ese personaje ni Rulfo saben. Y hay que seguir las pautas que nos da,
como en una obra musical, que no se puede ejecutar desconociendo la partitura.

La obra de Rulfo no ha sido agotada por los análisis; ahora se necesita una lectura
desde otros referentes, asegura Françoise Perus.
Se debe ser un lector muy atento para no tomar un do por un re, o para no
tomar una pausa por un discurso ausente. Todo está regulado para que el lector
aprenda a dialogar con un texto que no es latín, sino un texto vivo, creado,
imaginado, escrito por un ser también vivo. Y no estoy en busca del ser vivo, sino
del mundo al que me invita en su obra.

– ¿En qué momento de la literatura mundial de la segunda mitad del siglo XX


se ubica Rulfo como escritor?

–Hay que partir de los debates estéticos de entreguerras entre el realismo y el


vanguardismo, con posiciones muy encontradas. Al salir de la Segunda Guerra
Mundial todo eso se vuelve a plantear, y Rulfo era una persona sumamente
letrada, un lector sistemático. Y se planteó: ¿eso qué tiene que ver con nosotros y
con nuestra literatura, cómo me ubico yo respecto de todo eso? Y lo reflexionó
creativamente en relación con la cultura mexicana de su tiempo.

Entonces, redondea Perus, el debate realismo-vanguardia para Rulfo no es un


problema intelectual, sino un horizonte de reflexión para su propia creación,
realizada en su momento histórico y con la visión que tiene desde la propia historia
mexicana y latinoamericana.

– ¿Cómo entender la idea que plantea en el libro acerca de la existencia de


una poética rulfiana, de un arte de narrar propio de Rulfo?

–Contrariamente a lo dicho por una parte de la crítica respecto de Rulfo –que


fue un escritor improvisado, que escribió más o menos a tientas, que tomó de la
narración oral y puso eso más o menos en literatura–, lo que esta investigación me
reveló es que ese arte narrativo de Rulfo es absolutamente pensado en todas sus
dimensiones e implicaciones.

Su obra es como una puesta en escena. No es narrar, sino poner en escena el


arte de narrar y cuestionarlo como acto cultural. Y eso implica una reflexión de
cuál es el papel de la literatura y del arte en la cultura. Rulfo no hace una reflexión
abstracta sino una exploración práctica, muy reflexionada, de ese problema
literario-cultural.

Françoise Perus retoma el asunto del amplio interés teórico y literario de Rulfo
y agrega:

Se apropió creativamente de todo lo que leyó, porque todo lo leído tiene que
ver con la vida y con restablecer esa conexión con la vida, y no con aplicar
métodos abstractos. Cosa que yo tampoco hago porque lo primero que hace Juan
Rulfo es ponerme y ponernos en guardia contra esas formas de hacer crítica
literaria y de hacer literatura.

– ¿Es usted, entonces, una crítica literaria rulfiana?

–Yo traté, por lo menos, de no traicionarlo en lo que me enseñó, que es


mucho.

TEXTO 2

"Creo que este honor no se confiere a mi persona sino a mi obra, la obra de toda
una vida en la agonía y vicisitudes del espíritu humano, no por gloria ni en
absoluto por lucro sino por crear de los elementos del espíritu humano algo que no
existía. De manera que esta distinción es mía solo en calidad de depósito. No será
difícil encontrar, para la parte monetaria que extraña, un destino acorde con los
elevados propósitos de su origen.
Pero también me gustaría hacer lo mismo con el renombre, aprovechando este
momento como pináculo desde el cual me escuchen los hombres y mujeres
jóvenes que se dedican a la misma lucha y afanes entre los cuales ya hay uno que
algún día se parará aquí donde yo estoy.
Nuestra tragedia actual es un temor general en todo el mundo, sufrido por tan
largo tiempo que ya hemos aprendido a soportarlo. Ya no existen problemas del
espíritu; sólo queda esta interrogante: ¿Cuándo estallaré? A causa de ella, el
escritor o escritora joven de hoy ha olvidado los problemas de los sentimientos
contradictorios del corazón humano, que por sí solos pueden ser tema de buena
literatura, ya que únicamente sobre ellos vale la pena de escribir y justifican la
agonía y los afanes.
Ese escritor joven debe compenetrarse nuevamente de ellos. Aprender que la
máxima debilidad es sentirse temeroso; y después de aprenderlo olvidar ese
temor para siempre, no dejar lugar en su arsenal de escritor sino para las antiguas
verdades y realidades del corazón, las eternas verdades universales sin las cuales
toda historia es efímera y predestinada al fracaso: amor y honor, piedad y orgullo,
compasión y sacrificio.
Mientras no lo haga así continuará trabajando bajo una maldición. No escribirá de
amor sino de sensualidad, de derrotas en que nadie pierde nada de valor, de
victorias sin esperanzas y, lo peor de todo, sin piedad ni compasión. Sus penas no
serán penas universales y no dejarán huella. No escribirá acerca del corazón sino
de las glándulas.
Mientras no capte de nuevo estas cosas, continuará escribiendo como si estuviera
entre los hombres sólo observando el fin de la Humanidad. Yo rehúso aceptar el
fin de la Humanidad.
Es fácil decir que el hombre es inmortal porque perdurará; que cuando haya
sonado la última clarinada de la destrucción y su eco se haya apagado entre las
últimas rocas inservibles que deja la marea y que enrojecen los rayos del
crepúsculo, aun entonces se escuchará otro sonido: el de su voz débil e
inextinguible todavía hablando.
También me niego a aceptar esto.
Creo que el hombre no perdurará simplemente sino que prevalecerá. Creo que es
inmortal no por ser la única criatura que tiene voz inextinguible sino porque tiene
un alma, un espíritu capaz de compasión, de sacrificio y de perseverancia.
El deber del poeta y del escritor es escribir sobre estos atributos. Ambos tienen el
privilegio de ayudar al hombre a perseverar, exaltando su corazón, recordándole el
ánimo y el honor, la esperanza y el orgullo, la compasión, la piedad y el sacrificio
que han sido la gloria de su pasado.
La voz del poeta no debe relatar simplemente la historia del hombre, puede
servirle de apoyo, ser una de las columnas que lo sostengan para perseverar y
prevalecer".

William Faulkner (1950)

TEXTO 3

El haberse otorgado el Nobel de Literatura al peruano Ventura García Calderón se


hubiera consumado una gran impostura, una injusticia para las letras
hispanoamericanas que siempre han tenido escritores infinitamente más
importantes. El indio peruano, por el fenómeno extraliterario de la difusión
automática que produce un Premio Nobel la inclusión del autor premiado en
colecciones estables, etc., hubiese seguido siendo visto como el "siervo triste y
resignado de una raza inerme", caricaturizado, deformado, vilipendiado por el
elegante diplomático que nació, vivió cerca de 50 años en París y cuyo arte fue
depurado en las aguas renovadoras del modernismo, y que, según Mario Vargas
Llosa, "probablemente no había visto un indio en su vida" a pesar de que el tema
indígena fue el que le diera tanta celebridad.
Tanta importancia da Ventura García Calderón al "redescubrimiento" de la
temática indígena que la información que hemos transcrito según la cual La
Venganza del Cóndor habría sido publicada originalmente en 1919, es totalmente
falsa; la innegable intención de esta impostura es la de pretender arrebatar a
Enrique López Albujar (Cuentos Andinos, 1920) ese "redescubrimiento" del tema
indígena con el cual comienza, en nuestro concepto, el indigenismo literario, en su
rama más vigorosa e importante: la narrativa.
ESCAJADILLO, Tomás E.
Narradores Peruanos del siglo XX
TEXTO 4

“Carente de toda habilidad para pronunciar discursos y sin ningún dominio de la


oratoria o la retórica, agradezco a los administradores de la generosidad de Alfred
Nobel por este Premio.
Ningún escritor que conoce los grandes escritores que no recibieron el Premio
puede aceptarlo a no ser con humildad. No es necesario hacer una lista de estos
escritores. Todos los aquí presentes pueden hacer su propia lista de acuerdo a su
conocimiento y conciencia.
Me resultaría imposible pedir al Embajador de mi país que lea un discurso en el
cual un escritor diga todas las cosas que están en su corazón. Las cosas que un
hombre escribe pueden no ser inmediatamente perceptibles, y en esto algunas
veces es afortunado; pero eventualmente se vuelven claras y por estas y por el
grado de alquimia que posea, perdurará o será olvidado.
Escribir al mejor nivel, es una vida solitaria. Organizaciones para escritores mitigan
la soledad del escritor, pero dudo que mejoren su escritura. Crece en estatura
pública a medida que se despoja de su soledad y a menudo su trabajo se
deteriora. Debido a que realiza su trabajo en soledad y si es un escritor
suficientemente bueno cada día deberá enfrentarse a la eternidad o a su ausencia.
Cada libro, para un escritor auténtico, deberá ser un nuevo comienzo donde
intentará nuevamente alcanzar algo que está más allá de su alcance. Siempre
deberá intentar lograr algo que nunca ha sido hecho o que otros han intentado y
han fracasado. Entonces algunas veces -con gran suerte- tendrá éxito.
Cuán fácil resultaría escribir literatura si tan sólo fuera necesario escribir de otra
manera lo que ya ha sido bien escrito. Debido a que hemos tenido tantos buenos
escritores en el pasado es que un escritor se ve forzado a ir más allá de sus
límites, allá donde nadie puede ayudarlo.
Como escritor he hablado demasiado. Un escritor debe escribir lo que tiene que
decir y no decirlo. Nuevamente les agradezco."
La soledad de América Latina –Gabriel García Márquez (1982)

TEXTO 5

La raza se manifiesta cómo un proceso constantemente sometido a leyes de


adaptación y de selección específicas. Si la vida natural se modifica por la presión
y la acción de sus diversas especies, éstas, a su vez, se transforman,
desaparecen y son sustituidas por otras. Del mismo modo, el desarrollo de nuevas
condiciones ambientales y la recombinación por contacto sexual de caracteres
genéticos, abren la posibilidad de que se formen nuevas razas.
Considerada así, la noción de raza es dinámica, e incluye el estudio de múltiples
variaciones ambientales y de reajustes del organismo humano sobre el medio.
Estos reajustes, en cada caso, representan una forma concreta de adaptación
selectiva de una población a su medio y, asimismo, constituyen un potencial de
especialización genética, transmisible a una descendencia social y
geográficamente localizada. El concepto de raza así entendido significa que la
antropología estudia las poblaciones que actualmente son inestables en sus
caracteres absolutos; de ahí que el antropólogo sólo puede determinar
estadísticamente el grado de homogeneidad racial de una población humana.
FREUD, Sigmund
"Tótem y Tabú"

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