El Salvador Violencia, Seguridad Pública y Militarización
El Salvador Violencia, Seguridad Pública y Militarización
El Salvador Violencia, Seguridad Pública y Militarización
C
entroamérica se caracteriza en su devenir histórico como una región que enfrenta
conflictos y crisis profundas, marcadas por los procesos de acumulación capitalistas
fundamentados en la explotación y disociación de los productores directos de las
fuerzas productivas como la tierra. En este pasado histórico encontramos los procesos de
militarización y de guerras vinculados a la hegemonía de las instituciones castrenses que
imponían su poder mediante la represión a través de medios coercitivos.
En la región dada la transición cualitativa de la militarización y su escalón superior
que es la guerra, se observó un crecimiento inusitado de efectivos de las Fuerzas Armadas
de los distintos países, la presencia y el incremento de los medios de guerra. El primer
elemento a considerar es el aumento de efectivos regulares de los ejércitos de 1977 a
1985, en el primer año de (1977), ubica el preámbulo de las primeras insurrecciones
populares en Nicaragua; en 1980, el momento en que el gobierno sandinista se comienza
a percibir como enemigo por parte de sus vecinos y 1985 da cuenta de las dimensiones del
incremento y de sus posibles proyecciones. Otro elemento que destaca es el incremento
cualitativo de los medios de guerra, al respecto son evidentes dos tendencias una en
Guatemala, El Salvador y Honduras y de manera notoria para fortalecer la fuerza aérea;
la segunda se observa en Nicaragua y El Salvador, de contar con medios de infantería
bastante desarrollados, estos dos aspectos aparecen en los años de 1980 y 1981 (Benítez
Manaut, 1989: 365).
Al referirnos a la historia salvadoreña está plagada de acontecimientos económicos,
políticos, sociales. El militarismo jugo un papel trascendental, la dictadura militar
como forma de Estado, se fundamentó desde 1931 en una alianza entre una fracción
ultraderechista de las Fuerzas Armadas y la Oligarquía. En el transcurso de más de medio
siglo esta alianza produjo cerca de 150 mil víctimas como producto de la violencia
armada directa y cientos de miles a causa del hambre y las enfermedades; sufrió altibajos
provocados por la lucha popular como factor determinante y como consecuencia, por la
emergencia coyuntural de otra fracción de las clases dominantes y grupos de militares
democráticos que intentaron desplazar a la fracción de la oligarquía que detentaba la
hegemonía, pero sin poder cambiar el carácter oligárquico del régimen.2
La participación directa de los militares en el ejercicio del poder, transito a lo largo
de la historia contemporánea por diferentes etapas. La ultima que corresponde al ocaso de
la contrainsurgencia que se caracterizaba como la fase de la corrupción política y moral
de los altos mandos, que en el soporte de la ayuda norteamericana durante los años de la
guerra civil en El Salvador se enriquecieron y consolidaron la posición que los situaba por
encima del gobierno; las leyes y el juicio de la sociedad para conformar un poder paralelo.
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La guerra civil se inició en la segunda mitad del siglo XX, en enero de 1981 cuando
el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional emprendió una ofensiva general
contra la dictadura militar y el régimen oligarca. Las condiciones políticas y económicas
del país propiciaron un proceso de acumulación de fuerzas revolucionarias, políticas y
militares durante la década de los 70s y 80s que permitió el surgimiento de las cinco
organizaciones que pasarían a conformar el FMLN, generando un proceso de guerra de
guerrillas y generalizando la lucha de la ciudad al campo3.
En la década de los 80s la guerra de guerrillas se expandió por todas las ciudades
y la acompañaba el movimiento de masas con capacidad de librar las batallas en las
fábricas, las calles, barrios y colonias permitiendo cualificar la lucha revolucionaria. Así
se alcanzó un equilibrio militar, que políticamente significó la existencia de un doble
poder, convenciendo a los norteamericanos de la necesidad de negociar el conflicto ante
la incapacidad de Fuerzas Armadas de El Salvador (FAES), de derrotar militarmente a un
ejército guerrillero de tres mil combatientes.
La prolongación del conflicto armado y la intervención directa de los Estados
Unidos en la conducción de la guerra nos dan un balance militar no sólo en El Salvador
sino en toda Centroamérica, generando un proceso cuantitativo de militarización. Para el
caso del país pasó de tener 7130 efectivos militares en 1977 a 51150 en 1985. Guatemala,
Honduras y Nicaragua crecieron sustancialmente ya sea por los conflictos internos o en
el caso de Nicaragua por la guerra contrarrevolucionaria financiada por la administración
Reagan.
La injerencia directa en el conflicto no sólo pasó por el financiamiento sino por la
formación acelerada de batallones elites en los centros de entrenamiento interno, la Escuela
de las Américas y en el comando sur de Panamá, surgiendo las unidades especializadas
como los batallones Atlacatl, Atonal, batallón Arce y Ramón Belloso. El primero de ellos
apareció para 1981 conducido por el coronel Domingo Monterrosa Barrios4, responsable
directo de la masacre de más de mil campesinos en el Mozote, departamento de Morazán
-entre ellos más de cuatrocientos niños y niñas que presentaban impactos de bala acorta
distancia como lo estableció el informe de la comisión de la verdad, desvirtuando la
versión oficial que establecía que los campesinos eran guerrilleros que murieron producto
de los operativos militares- (Nievas, Heinrich y Salazar Pérez, 2014).
El triunfo de la revolución sandinista provoco una escalada contrarrevolucionaria
de los norteamericanos en la región centroamericana, modificando el modelo de dictadura
sostenidas durante las últimas décadas de los años 80 a partir de un errado concepto
de seguridad nacional, pretendiendo evitar una victoria revolucionaria, modernizando la
dictadura con una fachada civil.
El Salvador se convirtió así en un nuevo modelo de dictadura contrarrevolucionaria
con enmascaramiento político muy complejo y sofisticado: paso a ser el plan piloto de la
3 El Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) se conformó de cinco estructuras político
militares; El Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), El Partido Comunista Salvadoreño (PCS), Las
Fuerzas Armadas de la Resistencia Nacional (FARN), Las Fuerzas Populares de Liberación (FPL) y El
Partido de los Trabajadores Centroamericanos(PRTC).
4 Domingo Monterrosa Barrios, represento durante los primeros años de guerra la punta de lanza del plan
de guerra de baja intensidad de los gringos, responsable directo de muchas masacres, según el informe de la
comisión de la verdad que investigó crímenes después de finalizado el conflicto armado. Murió en octubre
de 1983 en una emboscada planeada por el comandante Guerrillero Joaquín Villalobos, al entregarle
un viejo transmisor de la radio guerrillera cargado con explosivos, explotando en su helicóptero donde
murieron otros miembros del alto mando del ejército.
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Las políticas de “manos duras” sirvieron únicamente para elevar los niveles de
impunidad, hicieron más compleja y profesional a las pandillas. Es decir antes de entrar
en vigencia dichos planes no se perfilaban como estructuras delincuenciales armadas y
organizadas y vinculadas al narcotráfico. Las pandillas se fortalecen y se institucionalizan
en el marco de las políticas de seguridad.
A corto plazo no se vislumbra que la violencia se resuelva si se sigue concibiendo
que esta es un problema de seguridad y se olvidan los grandes problemas estructurales
que ampliaron la brecha entre ricos y pobres, que propiciaron una guerra de doce años,
que obligaron a tantos salvadoreños a emigrar a distintas partes del mundo. Mientras
las políticas públicas no estén enfocadas desde una generación de derechos y se siga
enfocando la violencia desde un enfoque de seguridad, las autoridades de seguridad
pública seguirán pensando en más policías, cárceles y más endurecimiento de las leyes lo
cual las convertirá en un fracaso.
Actualmente El Salvador supera a países como México (que enfrenta una guerra
con grupos de narcotraficantes) y Colombia (que vive un conflicto bélico) en el número
de homicidios.
Si bien las autoridades de Seguridad Pública sostienen que existe una baja en los
homicidios con respecto al 2009, durante el 2010 se registraron diversos hechos violentos
que sorprendieron a la comunidad nacional como internacional. El más significativo es el
registrado el 20 de junio de 2010, donde miembros de la pandilla 18 interceptaron un bus
de la ruta 47 y lo incendiaron con los pasajeros a bordo, muriendo calcinadas 17 personas.
Ese año cerró con 4004 homicidios.
En la gestión de Funes se implementaron una serie de planes que no terminaron
de ser medidas de carácter paliativas. En el 2010 el Ministro de Justicia Manuel Melgar
reconoció la gravedad de la situación delincuencial, sin embargo sostenía que para el
2011 podría haber una reversión con la implementación de nuevos planes, cosa que la
sociedad no termina de digerir.
Durante el 2010 se implementó La Política Nacional de Justicia, Seguridad Pública
y Convivencia que se fundamenta en cinco ejes. El control de la Represión de delito
es el primero y que involucra la Fiscalía, la Procuraduría General con sus defensores
públicos, La Procuraduría para la defensa de los Derechos Humanos y el sistema judicial
en su conjunto. Esta estrategia se complementaría con el control del territorio a partir de
tres acciones: crecimiento policial, 2500 nuevos policías, el apoyo de la Fuerza Armada
que consistió en el despliegue de más de 12000 efectivos militares desempeñando tareas
de Seguridad Publica, incluyendo el control de los centros penales con el objetivo de
contrarrestar toda red delincuencial que funciona con la complicidad de los custodios
de centros penales. También se estableció la aplicación del régimen de disponibilidad
consistente en la ampliación de la jornada laboral de los policías.
Estos planes terminarían de configurarse en 2011, mientras que se estipulaban
establecer lazos entre las instituciones que tienen que ver con la seguridad local y con
otras policías de la región centroamericana y con organismos de Estados Unidos con
quien se firmó un convenio para la instalación del Centro de Escuchas Telefónicas.
Es fundamental entender en esta coyuntura por dónde se orientaba el plan de
seguridad, aun cuando comparamos el 2009 con el 2010, las autoridades mostraban un
nivel de satisfacción con la reducción de un 9% en la tasa de homicidios. Más allá de este
porcentaje el país continúo teniendo un espiral de violencia dinamizado por el accionar
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del narcotráfico y las narco pandillas, que cada día perfeccionan las más atroces formas
de asesinatos, extorciones, consumo y venta de drogas.
El comienzo del 2011 no terminó de ser alentador ya que el mes de enero cerró
con un total de 346 muertes violentas, 44 menos que el mes de diciembre del 2010. Sin
embargo el gobierno anunció nuevos planes como la implementación de un nuevo sistema
911 para atender emergencias, integrar un call center, nuevas instalaciones, más equipo y
una nueva flota vehicular. Además se ejecutó el plan de video-vigilancia en las principales
zonas de la capital, se creó un nuevo sistema de recepción de denuncias y observatorios
de conducta policial, se instalaron cámaras en los centros penales y se bloqueó teléfonos
celulares. Sin embargo se produce un repunte en relación al 2010 ya que se contabilizan
4360 homicidios.
Es relevante precisar que el presidente Funes establece una serie de atribuciones
a la Fuerza Armada que evidencian la militarización de la seguridad pública y violenta
el espíritu de los Acuerdos de Paz firmados en 1992. Dichas atribuciones son: habilitar
la incorporación de mayor número de elementos; operar con fuerzas de tarea, realizar
registros o requisas a personas y vehículos y apoyar en los dispositivos de control
territorial; detener en casos de flagrancia y entregar a los detenidos de inmediato a la
PNC, mediante informe circunstanciado de los hechos; resguardar la frontera nacional
en lugares identificados como no habilitados, con la finalidad de prevenir el tráfico o
trasiego ilegal de bienes y personas; reforzar la seguridad perimetral externa en los
centros penitenciarios, intermedios e internamiento de menores; así como en cualquier
otro tipo de centro de detención, a requerimiento de la autoridad competente; brindar
apoyo terrestre, marítimo y aéreo, poniendo a disposición equipo y personal calificado.
Después de dieciocho meses de gobierno de Mauricio Funes se continuó con una
visión de atacar el problema de seguridad, mientras la población sigue pagando un alto
costo en vidas humanas y experimentando las condiciones que incrementan los niveles de
pobreza, se sigue sin encontrar una salida integral a dicho problema (Quintanilla, 2010).
Durante el año 2012 se produce un fenómeno muy cuestionado que es la tregua
entre pandillas. El gobierno se desligó de responsabilidades sobre dicha tregua, pero
curiosamente los asesinatos sufren una reducción significativa comparada con años
anteriores, ya que se registraron 2641. El sistema carcelario otorgó privilegios a jefes de
pandillas que se encontraban en una cárcel de máxima seguridad, entre ellos moviéndolos
a cárceles de menos seguridad.
En los dos años sub siguientes de Funes la realidad de la violencia tomó auge en el
2013, con 2499 asesinatos y en 2014, con 3942. Las medidas implementadas, incluyendo
un amplio despliegue de militares en tareas de seguridad pública, fracasaron. El Frente
Farabundo Martí Para la Liberación Nacional, en las Elecciones Presidenciales del 2014,
vuelve a ganar el control del ejecutivo a través de su candidato Salvador Sánchez Cerén,
quien en un año anuncia una serie de medidas para combatir los niveles de criminalidad,
entre ellas la creación de Consejo Nacional de Seguridad Pública, integrado por diversas
fuerzas sociales, policiales y la Iglesia Católica, el traslado inmediato de los máximos
líderes de las pandillas beneficiados por la tregua al penal de máxima seguridad, la
Ley contra el Delito de Extorción, la aprobación de la Ley de Extinción y domino, la
implementación de la policía comunitaria.
Al asumir la presidencia nuevamente un gobierno del FMLN desde el 2014,
se anuncian nuevas estrategias de seguridad. El presidente Sánchez Ceren advirtió la
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7 Medidas Extraordinarias Fortalecerán el Plan El Salvador Seguro: Presidente Salvador Sánchez Ceren.
Disponible en http://www.presidencia.gob.sv/medidas-extraordinarias-fortaleceran-el-plan-el-salvador-
seguro-presidente-sanchez-ceren/, consultado 2/05/2016. Fecha de Consulta: 04/04/2016.
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Referencias
BENÍTEZ MANAUT, R. (1989). La Teoría Militar y la Guerra Civil en El Salvador. UCA
editores, San Salvador.
NIEVAS F, HEINRICH M y SALAZAR PÉREZ R. (2014). Militarismo y Violencia
y Narcotráfico: La Agenda Oculta en América Latina. Ediciones Insumisos
Latinoamericanos.
QUINTANILLA, N. J. (2010). El Salvador: Militarización de la Seguridad Publica y
Combate Delincuencias: 2009-2010. Ponencia presentada en el décimo Congreso
Centroamericano de Sociología, Costa Rica, 2010.
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