1.2 El Testimonio Literario de Los Cronistas de Ayer y Hoy

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1.

2 El testimonio literario de los cronistas de ayer y hoy


El testimonio literario de los cronistas de Indias

La necesidad de transmitir lugares, hechos y experiencias


La llegada de los españoles a América (al Nuevo Mundo) tuvo variadas implicancias.
Desde la encarnizada lucha de conquista y colonización de estas tierras, con el sometimiento del
aborigen, hasta el contacto a veces ingenuo del mundo europeizante con la lejana realidad
americana.
En el plano especifico literario, no habría respuesta taxativa 1 que permita indicar el
momento preciso en que conviene hablar de las letras hispanoamericanas. Ello varía según se
tome a los escritores (cronistas) de origen español, que transmitieron con avidez el impacto de
estar frente a lo desconocido, o bien a los escritores surgidos de los movimientos
independentistas americanos o, en un sentido diferente, a quienes forjaron una literatura ─y ésta
sería la primera generación romántica, hacia 1830─ algo más autónoma respecto de los autores
neoclásicos2 españoles.
Sea como fuere, los cierto es que la literatura hispanoamericana se nutre en sus esencias
de aquellas primeras manifestaciones que, impulsadas por la necesidad de contar lo “extraño”,
dan lugar a una serie de crónicas del mundo americano (visto claro está desde la óptica europea)
que inician su recorrido a partir de los relatos del propio Cristóbal Colón.
Estas crónicas de Indias, tal cual se las llama a los escritores que refieren el paisajes,
costumbres y hechos del mundo americano descubierto y colonizado por los españoles, merecen
que les conceda un espacio bien ganado desde el momento en que representan, por parciales que
puedan resultar, el primer paso de las letras de la América Hispana.

¿Quiénes eran los cronistas?


No es justo hablar de los cronistas como si
tratara de escritores predispuestos a narrar
acontecimientos vividos con fines literarios. Pues
bien: cuentan lo que ven, casi siempre de manera
exagerada y su tarea es la de ser “testigos” de una
realidad que observan pero que pocas veces
comprenden. Así, todos ellos ─en mayor o menor
medida─ impregnan sus textos de una marcada
subjetividad3.
Por otro lado el papel que ocuparon los
cronistas fue diferente en relación con el contexto
histórico que les tocó. No es posible medir der
idéntica manera a los escritos de Cristóbal Colón que
a los que produjo Hernán Cortez. Los primeros, por
así decirlo, revelan un panorama apologético4 de las
Indias, mientras que los segundos, sumidos en el
1
Que no admite discusión o que corta cualquier posibilidad de réplica.

2
El término Neoclasicismo surgió en el siglo XVIII para denominar al movimiento estético que venía a reflejar en
las artes los principios intelectuales de la Ilustración, que desde mediados del siglo XVIII se venían produciendo en
la filosofía y que consecuentemente se habían transmitido a todos los ámbitos de la cultura. Sin embargo,
coincidiendo con la decadencia de Napoleón Bonaparte, el Neoclasicismo fue perdiendo adeptos en favor
del Romanticismo.
3
la subjetividad es una propiedad opuesta a la objetividad. Mientras que la primera se sustenta en la opinión y los
intereses propios del sujeto, la objetividad implica tratar a los conceptos como si fuesen cosas, de manera distante y
con la menor implicación personal posible.
fragor de una lucha cruel por conquistar las tierras, delatan un mundo se sufrimientos
morigerado por un autor que se jacta en narrar su “gesta5”.

Perfil que los cronistas respecto del contexto americano.


 América aparece ligada al mundo medieval europeo: los conquistadores
prolongan la idea de poseer extensos territorios (sentido feudal)
 El aborigen es considerado un ser inferior que en los estratos feudales
trasplantados a América, debe ocupar el lugar de los más débiles.
 La naturaleza de América llama la atención de los cronistas, quienes encuentran
paradisiaca la exuberancia y exoticidad6 de ciertas zonas.
 La fe cristiana, en nombre de la evangelización, obra como estandarte y móvil
de conquista que, en los escritos, cobra relevancia.

De Cristóbal Colón a Ruy Díaz de Guzmán


A la hora de hablar de los cronistas de Indias, los nombres no faltan. El primero de
ellos, Cristóbal Colón (1451-1506), inicia una larga lista que, entre otros, incluye como más
representativos a Hernán Cortez (1485-1549), Bernal Díaz del Castillo (1495-1584), Ruy Díaz
de Guzmán (¿1558?-1629), Fray Bartolomé de las Casas (1474-1516) Francisco López de
Gómara (1511-¿1557?), Gonzalo Fernández de Oviedo (1478-1557) y Ulrico Schmidl (¿1511?-
¿1581?); el Inca Garcilaso de la Vega (1539-1616) y Martín del Barco Centenera (1544-1605)
podrían agruparse aparte en relación a sus crónicas, es decir a los enfoques de las mismas: el
Inca, tiene un perfil americanista de la historia de su pueblo, y Martin del Barco centenera, a su
vez, nos deja un muy extenso poema, la “Argentina”, cuyo contenido invoca a partir del título la
vida en las Indias meridionales.
Es dable, entonces, ir desde Cristóbal Colón, fascinado por la naturaleza de una de las
islas de las Bahamas, Hasta Ruy Díaz de Guzmán, que cuenta la historia siempre sugestiva de
La Española7.

Diario de Viaje
En 1943, un año después del descubrimiento de América, aparece el Diario de viaje de
Cristóbal Colon. En rigor, el texto original de esta obra está compendiado en Historia de las
Indias, de Fray Bartolomé de las Casas. De Ahí que algunos párrafos alternen la primera
persona con la segunda persona, pese a que el sujeto-protagonista es siempre Colón.

¿Literatura o
Historiografía?
Hemos
señalado en líneas
anteriores que el
diario de Colon
4
Apología: Discurso en el que se alaba, defiende o justifica a alguien o algo, generalmente de forma encendida o
vehemente.

5
Hecho o conjunto de hechos dignos de ser recordados, especialmente los que destacan por su heroicidad o
trascendencia.
6
País, lugar que es lejano y muy distinto con respecto al que se toma como referencia, que suele ser el
propio.
7
La Española es una isla del mar Caribe que acoge a dos estados soberanos, la República Dominicana y Haití.
Situada entre las islas de Cuba y Jamaica, al oeste, y la de Puerto Rico, al este, es la segunda isla por extensión del
archipiélago de las Antillas Mayores
integra las crónicas. Por lo tanto, el contenido del mismo se sirve de la minuciosa observación
del navegante genovés y, por supuesto, de sus ansias de narrar aspectos del Nuevo Mundo. En
este sentido, el valor de sus páginas va mucho más allá de una escueta crónica de viaje. Dos
simples razones avalan esto: no se trata de un viaje de “rutina” (sino -nada menos- de una
travesía que culminaría con el descubrimiento de un nuevo continente) y, además, la pluma de
Colón parece no conformarse con relatar sucesos históricos. Antes bien, su escritura amalgama 8
lo literario -dicho de su acepción corriente- con los hechos ocurridos y las impresiones, no
siempre fidedignas, de la realidad americana.
Por eso el Diario puede considerarse una obra que aúna valores literarios con otros
históricos, si bien la crítica plantea algunas veces conceptos bastantes desencontrados acerca de
las cualidades del texto colombino desde el punto de vista estético.
Colón, como acaso el resto de los cronistas, no fue un escritor de oficio y, según se
sabe, aprendió la lengua castellana a edad adulta. Es demasiado ambicioso, pues, querer hallar
en sus escritos una vertiente literaria. Sí, en cambio, es apropiado hablar de una intención de
narrar y describir que excede con creces el frio lenguaje de los documentos históricos.
Su contenido son relatos que no disimulan la exageración, Colón cuenta –entre otras
cosas- las peripecias de la travesía hacia el descubrimiento y la huella indeleble que le ocasiona
el primer contacto con los indígenas y con el maravillosos paisaje americano, sin duda de
cuentos de hadas en su sentir.

CRISTÓBAL COLÓN

DIARIO DE A BORDO (FRAGMENTO)

Jueves, 11 de octubre [12.10.1492]

Puestos en tierra vieron árboles muy verdes, y aguas muchas y frutas de diversas
maneras. El Almirante llamó a los dos capitanes y a los demás que saltaron en tierra, y a
Rodrigo de Escobedo, escribano de toda la armada, y a Rodrigo Sánchez de Segovia, y
dijo que le diesen por fe y testimonio como él por ante todos tomaba, como de hecho
tomó, posesión de la dicha Isla por el Rey y por la Reina sus señores, haciendo las
protestaciones que se requerían, como más largo se contiene en los testimonios que allí
se hicieron por escrito. Luego se juntó allí mucha gente de la Isla. Esto que se sigue son
palabras formales del Almirante, en su libro de su primera navegación y descubrimiento
de estas Indias: «Yo (dice él), porque nos tuviesen mucha amistad, porque conocí que
era gente que mejor se libraría y convertiría a Nuestra Santa Fe con Amor que no por
fuerza, les di a algunos de ellos unos bonetes colorados y unas cuentas de vidrio que se
ponían al pescuezo, y otras cosas muchas de poco valor, con que tuvieron mucho placer
y quedaron tanto nuestros que era maravilla. Los cuales después venían a las barcas de
los navíos a donde nos estábamos, nadando. Y nos traían papagayos y hilo de algodón
en ovillos y azagayas y otras cosas muchas, y nos las trocaban por otras cosas que nos
les dábamos, como cuentecillas de vidrio y cascabeles. En fin, todo tomaban y daban de
aquello que tenían de buena voluntad. Más me pareció que era gente muy pobre de todo.
Ellos andan todos desnudos como su madre los parió, y también las mujeres, aunque no
vide más de una harto moza. Y todos los que yo vi eran todos mancebos, que ninguno
8
1. (Química) Producir una aleación mezclando mercurio con otro metal.2. Mezclar personas o cosas de distinto
origen o naturaleza y algunas veces contrarias. Ejemplo: “en la película se amalgaman elementos del cine negro, de
la ciencia ficción y de la comedia"
vide de edad de más de 30 años. Muy bien hechos, de muy hermosos cuerpos y muy
buenas caras. Los cabellos gruesos casi como sedas de cola de caballos, y cortos. Los
cabellos traen por encima de las cejas, salvo unos pocos detrás que traen largos, que
jamás cortan. De ellos se pintan de prieto, y ellos son de la color de los canarios, ni
negros ni blancos, y de ellos se pintan de blanco, y de ellos de colorado, y de ellos de lo
que fallan. Y dellos se pintan las caras, y dellos todo el cuerpo, y de ellos solos los ojos,
y de ellos solo la nariz. Ellos no traen armas ni las conocen, porque les mostré espadas y
las to-maban por el filo, y se cortaban con ignorancia. No tienen algún hierro. Sus
azagayas son unas varas sin hierro, y algunas de ellas tienen al cabo un diente de pece, y
otras de otras cosas. Ellos todos a una mano son de buena estatura de grandeza y buenos
gestos, bien hechos. Yo vi algunos que tenían señales de heridas en sus cuerpos, y les
hize señas que era aquello, y ellos me mostraron como allí venían gente de otras islas
que estaban cerca y los querían tomar y se defendían. Y yo creí y creo que aquí vienen
de tierra firme a tomarlos por cautivos. Ellos deben ser buenos ser-vidores y de buen
ingenio, que veo que muy presto dicen todo lo que les decía. Y creo que ligeramente se
harían cristianos, que me pareció que ninguna secta tenían. Yo, placiendo a Nuestro
Señor, llevaré de aquí al tiempo de mí partida seis a Vuestra Alteza para que aprendan a
hablar. Ninguna bestia de ninguna manera vi, salvo papagayos en esta Isla.»

La conquista de América y el problema del otro

El Otro y la otredad

Al reconocer la existencia de un Otro, la propia persona asume su identidad. La otredad


no implica, de todos modos, que el Otro deba ser discriminado o estigmatizado; por el contrario,
las diferencias que se advierten al calificar al prójimo como un Otro constituyen una riqueza
social y pueden ayudar al crecimiento de las personas.
La otredad se construye a través de diversos mecanismos psicológicos y sociales. Un
Otro implica la existencia de algo que no es propio y, por lo tanto, no forma parte de la
existencia individual de cada uno. Sin embargo, eso externo que se rige con autonomía respecto
a uno mismo también puede afectar y alterar la individualidad del sujeto en cuestión que
considera la otredad.
Aunque es cierto que la otredad en sí misma no tiene que ir aparejada con nada
negativo, es habitual que, en muchos casos, vaya unida a aspectos tales como la xenofobia, el
racismo, la homofobia o incluso la misoginia, entre otros.
A nivel social, lo habitual es que la otredad se construya a partir de la alteridad y la
oposición: el Otro es aquello que nunca fuimos, no somos y no seremos. Incluso podría decirse
que el Otro es lo que no queremos ser. Por supuesto, quien es el Otro varía según la perspectiva
de cada individuo: para los occidentales, el Otro son los orientales mientras que, para éstos, la
otredad estará dada por la existencia de los occidentales.
Suele partirse de una posición etnocéntrica para entender la otredad. Los europeos, por
ejemplo, acuñaron la idea del descubrimiento de América para referirse a su llegada al
continente, negando desde el lenguaje la existencia de los nativos (el Otro) que habitaban estas
tierras.

Se
evidencia un
problema de
percepción; la
manera en que percibo al Otro sustenta mi actitud frente a ese Otro; por otra parte, el hecho de
nombrar al Otro implica también una percepción, pues el Otro es nombrado desde ciertos
parámetros aceptados o entendidos como “normales”; en muchas de nuestras prácticas el otro es
estigmatizado, nombrado o definido desde algún parámetro de “normalidad”. Así por ejemplo,
cuando se nombra al Otro como deficiente mental o discapacitado, se le nombra y se le percibe
en términos de negación, como alguien no-sano, no-normal, como aquel que “sufre una
condición”, en otras palabras, se percibe la deficiencia o la discapacidad como enfermedad, y, al
lado de la enfermedad aparece el miedo al contagio.
No se trata de superar las diferencias para alcanzar una supuesta igualdad, sino de
reconocer esas diferencias para desarrollar una afinidad que nos permita reconocer al
Otro y a los otros en consonancia con una visión pluralista del mundo y del ser humano;
pluralidad del Otro, pluralidad del yo, pluralidad de fuerzas y sentidos que no siempre
configuran un orden pacifico, pero que reproducen y hacen visibles en cada nivel de
realidad un juego de tensiones, de dominio y sometimiento, de mutuo reconocimiento, de
aproximación o compensación, etc. El “Yo” y el Otro son pluralidades irreductibles, y por
ello, no se trata de entender la otredad como el espacio para buscar una supuesta
igualdad, igualdad que no hace más que negar la diversidad y ocultar las diferencias, sino
más bien, entender la otredad como el campo en el que se reconoce la diversidad y se parte
de las diferencias para alcanzar
afinidad.

La América que vio Colón


El mundo que vio Colón no era
el que veían sus ojos, sino el que quería
ver de acuerdo con los tratados de
geografía que había leído y estudiado.
La Ante-ilha, o Isla Anterior, que en los
mapas medievales se situaba en el
Atlántico, adquirió un plural como las
Canarias, Azores o Baleares, y pasó a
ser Las Antillas. En el primer viaje de
Colon creyó ver sirenas (eran manatíes9)
eidentificó la isla martiniano habiatada
sólo por mujeres, según los indios, la tierra de las Amazonas10 del mundo clásico.
Con lo dicho basta para comprender cómo la vision primera de America fue fruto de
una proyección sobre la nueva geografía de la mentalidad europea. A la realidad americana se la
hizo entrar en los moldes de Europa. Sobre America se proyecto la sustantividad cotidiana del
viejo mundo y toda su tradicion literaria, mitologica y religiosa. Se captó lo desconocido en
funcion de lo conocido. Por eso, el descibrimiento no fue tal. Se tiene conciencia de que se está
ante un nuevo ente geográfico y humano, una entidad que se pintó inicialmente de modo falso,
se quiso interpretar con conceptos europeos y se intento comprender o se analizó desde afuera,
como si se tratara de una prolongación de Europa. La verdad es que lo hacían así para no
perderse en aquel inedito mundo. De ahí el creer que aquello era una prolongación de España:
pero también de ahí que no se descubriera integralmente y que todavía hoy se imponga el
redescubrimiento de América en sus autenticas esencias.
Francisco Morales
Padrón

9
Los manatíes antillanos son mamíferos marinos de gran talla y de color gris, con cuerpos que se estrechan en una
superficie plana, con una cola en forma de cuchara. Tienen dos brazos, llamadas aletas, con tres o cuatro uñas en
cada aleta. Sus cabezas y sus caras son arrugadas con bigotes en el hocico.
10
En la mitología griega, mujer de cierto pueblo de mujeres guerreras, las cuales no admitían ningún
hombre entre ellas.
Los escritores de indias
Nos es tarea fácil clasificar a los escritores de Indias y el dar un esquema de sus
características principales. Son varios los criterios que pueden ser adoptados al respecto.
Podemos considerarlos desde el punto de vista se su nacionalidad y así tendríamos -en lo que se
refiere, naturalmente, a la América española- extranjeros como Colón, Vespucci, Pedro Pártir,
Schmídel; españoles como Fernando Colón, Cortés, Gómarra , Las Casas, etc.; indígenas como
Pachacuti y el Inca Garcilaso. Esto sería poco sistemático y daría débil idea de las características
de cada uno.
Otra clasificación puede ser la cronología, por muchos aceptada más o menos
tácitamente, que distinguiría entre escritores primitivos, o sea los que más cerca tuvieron los
acontecimientos, y posteriores. Tampoco así lograríamos saber cómo es la obra que escribieron.
El más razonable es considerar todos los aspectos, separar unos y otros y después proceder en
consecuencia.
En primer lugar hemos de tener en cuenta la motivación inicial de la obra, liego su
contextura, después su alcance geográfico y cronológico, y por último la época en que fue
escrita.
M
anuel ballesteros

Guía de Lectura
1. ¿Cómo nacen las crónicas de indias?
2. ¿Qué aspectos parecen unir a los escritores de Indias en su tarea de narrar la conquista?
3. Menciona a los principales cronistas de este periodo e investiga cuales fueron sus obras
principales.
4. Elabora un texto descriptivo de los integrantes de una tribu urbana 11, teniendo en cuenta
la propuesta final del texto El otro y la otredad.
 Guía para el texto:

 Características del grupo al que pertenece.


 Aspecto físico y vestimentas.
 Eventos o circunstancias que dieron origen a su tribu (¿es un fenómeno
local o universal?)

 Qué aspecto de la sociedad critican si es que lo hacen, por ejemplo los


hippies estaban en contra de la sociedad de consumo, denunciaban la
guerra y proponían una vida simple y desprendida, contraria a las
tendencias del sistema.
 Principios o patrones de comportamientos.
 Elementos socioculturales que los unifican.

11

Las tribus urbanas definen a un grupo de personas, especialmente de jóvenes, con un conjunto
distintivo de comportamientos, creencias, que visten de manera similar, en estilos de vida,
actividades similares, edad, género y comparten ciertos pensamientos, se desarrolla en el ambiente
de una ciudad o casco urbano, que les diferencia dentro de la cultura dominante de la que forman
parte.

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