El documento analiza una sentencia que declara simulada la venta de un campo de una madre a uno de sus hijos. Explica la diferencia entre fraude y simulación, y analiza los argumentos de la sentencia para concluir que se trató de una simulación relativa debido al precio vil pagado, inferior a la mitad del valor real del campo.
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El documento analiza una sentencia que declara simulada la venta de un campo de una madre a uno de sus hijos. Explica la diferencia entre fraude y simulación, y analiza los argumentos de la sentencia para concluir que se trató de una simulación relativa debido al precio vil pagado, inferior a la mitad del valor real del campo.
El documento analiza una sentencia que declara simulada la venta de un campo de una madre a uno de sus hijos. Explica la diferencia entre fraude y simulación, y analiza los argumentos de la sentencia para concluir que se trató de una simulación relativa debido al precio vil pagado, inferior a la mitad del valor real del campo.
El documento analiza una sentencia que declara simulada la venta de un campo de una madre a uno de sus hijos. Explica la diferencia entre fraude y simulación, y analiza los argumentos de la sentencia para concluir que se trató de una simulación relativa debido al precio vil pagado, inferior a la mitad del valor real del campo.
cual nos lleva al punto verdaderamente interesante:
Hubo un precio pero, ¿se trata de un precio vil? Si esto es así cabe presumir la existencia de una simulación, de lo contrario estaríamos ante una compraventa real, que no dejaría de ser tal por la circunstancia de que pueda haber configurado un muy buen negocio para un comprador que pagó barato lo que adquirió. La Cámara acude para resolver sobre esta cuestión a una tasación de otro campo de similares características, hecha en un juicio de división de condominio entre las mismas partes, conforme la cual el inmueble enajenado valdría $ 9.600.= Siendo que lo único que se acreditó fue un pago de $ 4.000.= y siendo este precio inferior a la mitad del valor del inmueble, concluye con que el mismo ha sido vil. Consecuentemente declara simulado el acto, teniendo además en cuenta otras circunstancias, como la escribanía elegida, la escasa capacidad económica del comprador y la evidente intención de la madre de favorecerlo, por los motivos que en la sentencia se explicitan. Ahora bien, todos estos últimos argumentos no son en definitiva dirimentes y sólo sirven para apuntalar la convicción que surge de la existencia de un precio vil. La madre puede haber querido favorecer a uno de sus hijos vendiéndole barato, pero ello (a menos que el precio sea vil, como se ha dicho), no habría sido suficiente para considerar simulada a la compraventa. Por ello, y para concluir, sería bueno dedicar unas líneas a esta cuestión. Una venta se hace a precio vil, y puede ser dejada sin efecto, cuando se paga menos de la mitad de lo que la cosa vale, tal lo que en definitiva declara la Cámara Y esto es precisamente lo que ya sostuvieron los juristas romanos cuando crearon el instituto de la laesio ultradimidium, la lesión que ahora incorpora el art. 954 del C.C. Se aplica el criterio rector de este instituto, sin nombrarlo, en su forma más pura es decir la puramente objetiva, tal como aparece consagrado en el rescripto de los emperadores Diocleciano y Maximiano que aparece en C. 4.44.2, y que textualmente reza: "Si tú o tu padre hubiereis vendido por menor precio una cosa de precio mayor, es humano, o que, restituyendo tú el precio a los compradores recobres el fundo vendido, mediando la autoridad del Juez o que, si el comprador lo prefiere, recibas lo que le falta al justo precio. Pero se considera que el precio es menor, si no se hubiere pagado ni la mitad del verdadero precio". Aquí aparece por primera vez consagrado el principio, puramente objetivo como ya se ha dicho, que permite dejar sin efecto un acto basándonos exclusivamente en el monto del precio, cuando éste sea inferior a la mitad del verdadero valor de la cosa (dimidia pars). Sin embargo el argumento no aparece introducido en la sentencia y es una omisión de lamentar, porque su mención habría impedido definitivamente cualquier pretensión de casarla aduciendo que se realizó una afirmación dogmática sin fundamento. Porque en realidad hay un fundamento que es absolutamente valedero. Al margen de todo ello, coincido plenamente con el decisorio, aunque me hago una pregunta que obviamente los Jueces de Cámara no pudieron dilucidar, porque de pronunciarse sobre el tema habrían fallado extra petita, dado que aparentemente el problema no integró los términos de la litis: Al declararse simulado el acto, la enajenación se cae y el negocio queda como una mera donación que puede ser dejada sin efecto ya que afecta la legítima de los actores, coherederos del adquirente. Pero, en este caso, ¿qué pasa con los $ 4.000.= que se probó fueron abonados? A mi criterio, habría lugar para la repetición, lo que nos colocaría -tal vez- frente a un nuevo juicio. Con las partes invertidas.