Curso Contratos USS
Curso Contratos USS
Curso Contratos USS
PARTE GENERAL.
PRIMERA PARTE. NOCIÓN DEL CONTRATO.
1. GENERALIDADES.
Art. 1438 CC. “Contrato o convención es un acto por el cual una parte se obliga
para con otra a dar, hacer o no hacer alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas
personas.”
Críticas:
1) Identifica los términos contrato y convención, en circunstancias que la
convención es el género y el contrato, la especie.
2) El objeto del contrato son las obligaciones que crea; el objeto de las obligaciones
es la prestación: dar, hacer o no hacer algo. El objeto de la prestación es la cosa
que debe dar o el hecho que se debe ejecutar o del cual el deudor debe
abstenerse. La definición se salta una etapa, pues alude a la prestación como
objeto del contrato.
Art. 1444 CC. “Se distinguen en cada contrato las cosas que son de su esencia,
las que son de su naturaleza, y las puramente accidentales. Son de la esencia de un
contrato aquellas cosas sin las cuales o no produce efecto alguno, o degenera en otro
contrato diferente; son de la naturaleza de un contrato las que no siendo esenciales en
él, se entienden pertenecerle, sin necesidad de una cláusula especial; y son accidentales
a un contrato aquellas que ni esencial ni naturalmente le pertenecen, y que se le agregan
por medio de cláusulas especiales.”
Art. 1439 CC. “El contrato es unilateral cuando una de las partes se obliga para
con otra que no contrae obligación alguna; y bilateral, cuando las partes contratantes se
obligan recíprocamente.”
1) Contrato unilateral: una sola de las partes resulta obligada, la que asume el rol de
deudora, y la otra, de acreedora.
Son aquellos que nacen como contratos unilaterales, pero a propósito de los
cuales ulteriormente emerge obligación para la parte que originalmente estaba
dispensada.
Ej. Depósito y comodato.
La pérdida fortuita de una cosa que no es objeto de obligación, sólo puede ser
para su dueño.
La teoría de los riesgos no se refiere a los riesgos de las cosas vinculadas con el
titular exclusivamente por un derecho real, sino que a los riesgos en relación con los
contratos en curso, más concretamente, los riesgos que hacen imposible el
cumplimiento de una de las prestaciones emanadas de un contrato bilateral.
Art. 1441 CC. “El contrato oneroso es conmutativo, cuando cada una de las
partes se obliga a dar o hacer una cosa que se mira como equivalente a lo que la otra
parte debe dar o hacer a su vez; y si el equivalente consiste en una contingencia incierta
de ganancia o pérdida, se llama aleatorio.”
Críticas a la disposición:
2. Sugiere que sólo pueden tener carácter conmutativo los contratos onerosos que
engendran obligaciones de dar o hacer. No hay motivo para excluir el no hacer.
Art. 1442 CC. “El contrato es principal cuando subsiste por sí mismo sin
necesidad de otra convención, y accesorio, cuando tiene por objeto asegurar el
cumplimiento de una obligación principal, de manera que no pueda subsistir sin ella.”
Art. 1443 CC. “El contrato es real cuando, para que sea perfecto, es necesaria la
tradición de la cosa a que se refiere; es solemne cuando está sujeto a la observancia de
ciertas formalidades especiales, de manera que sin ellas no produce ningún efecto civil;
y es consensual cuando se perfecciona por el solo consentimiento.
No hay que confundir la entrega que da origen al contrato real con la entrega que
integra la fase de cumplimiento de muchos contratos.
En el contrato real, quien entrega la cosa se constituye en acreedor de una típica
obligación restitutoria.
Si bien el Art. 1443 CC señala que en los contratos reales es necesaria la
tradición, ello es cierto sólo respecto del mutuo, que es título traslaticio de dominio, y
en el cual se debe restituir otro tanto del mismo género y calidad. En los demás
contratos reales (depósito, comodato, etc.), la entrega se efectúa en mera tenencia.
El contrato atípico, de acuerdo al Art. 1545 CC, también es una ley para las
partes; tiene plena fuerza obligatoria. El problema está en determinar la legislación
supletoria por la cual se rigen. El criterio ha sido la asimilación del contrato atípico al
contrato o contratos típicos más parecidos. En consecuencia, las lagunas contractuales
en los contratos atípicos se dirimen por analogía.
Importancia de la clasificación:
La ley 19.496 contempla dos controles a los que se someten las cláusulas que
forman de un contrato por adhesión: a) el control de incorporación o de forma, regulado
de manera general en el artículo 17; y b) el control de contenido o de fondo, regulado en
el artículo 16. El control de incorporación resguarda la posibilidad de que el adherente
conozca y comprenda el contenido de las cláusulas. A su turno, el control de contenido
resguarda cierta medida de equilibrio en el contenido normativo de las cláusulas.
En principio, a la luz de los artículos 1, 2 y 2 bis de la ley 19.496, los controles
de incorporación y de contenido se aplican cuando el adherente tenga la calidad de
consumidor. No obstante, en virtud del artículo noveno N° 2 de la ley 20.416, dichos
controles también se aplican cuando el adherente tenga la calidad de micro o de
pequeño empresario.
El artículo 17 de la ley 19.496 dispone:
“Los contratos de adhesión relativos a las actividades regidas por la presente ley
deberán estar escritos de modo claramente legible, con un tamaño de letra no inferior a
2,5 milímetros y en idioma castellano, salvo aquellas palabras de otro idioma que el uso
haya incorporado al léxico. Asimismo, los contratos a que se refiere este artículo
deberán adaptarse con el fin de garantizar su comprensión a las personas con
discapacidad visual o auditiva. Las cláusulas que no cumplan con dichos requisitos no
producirán efecto alguno respecto del consumidor.
Sin perjuicio de lo dispuesto en el inciso anterior, en los contratos impresos en
formularios prevalecerán las cláusulas que se agreguen por sobre las del formulario
cuando sean incompatibles entre sí.
No obstante lo previsto en el inciso primero, tendrán validez los contratos
redactados en idioma distinto del castellano cuando el consumidor lo acepte
expresamente, mediante su firma en un documento escrito en idioma castellano anexo al
contrato, y quede en su poder un ejemplar del contrato en castellano, al que se estará, en
caso de dudas, para todos los efectos legales.
Tan pronto el consumidor firme el contrato, el proveedor deberá entregarle un
ejemplar íntegro suscrito por todas las partes. Si no fuese posible hacerlo en el acto por
carecer de alguna firma, entregará de inmediato una copia al consumidor con la
constancia de ser fiel al original suscrito por éste. La copia así entregada se tendrá por el
texto fidedigno de lo pactado, para todos los efectos legales.
Los contratos de adhesión deberán ser proporcionados por los proveedores de
productos y servicios al organismo fiscalizador competente”.
A su turno, el artículo 16 dice:
“Artículo 16.- No producirán efecto alguno en los contratos de adhesión las
cláusulas o estipulaciones que:
a) Otorguen a una de las partes la facultad de dejar sin efecto o modificar a su
solo arbitrio el contrato o de suspender unilateralmente su ejecución, salvo cuando ella
se conceda al comprador en las modalidades de venta por correo, a domicilio, por
muestrario, usando medios audiovisuales, u otras análogas, y sin perjuicio de las
excepciones que las leyes contemplen;
b) Establezcan incrementos de precio por servicios, accesorios, financiamiento o
recargos, salvo que dichos incrementos correspondan a prestaciones adicionales que
sean susceptibles de ser aceptadas o rechazadas en cada caso y estén consignadas por
separado en forma específica;
c) Pongan de cargo del consumidor los efectos de deficiencias, omisiones o
errores administrativos, cuando ellos no le sean imputables;
d) Inviertan la carga de la prueba en perjuicio del consumidor;
e) Contengan limitaciones absolutas de responsabilidad frente al consumidor que
puedan privar a éste de su derecho a resarcimiento frente a deficiencias que afecten la
utilidad o finalidad esencial del producto o servicio;
f) Incluyan espacios en blanco, que no hayan sido llenados o inutilizados antes
de que se suscriba el contrato;
g) En contra de las exigencias de la buena fe, atendiendo para estos efectos a
parámetros objetivos, causen en perjuicio del consumidor, un desequilibrio importante
en los derechos y obligaciones que para las partes se deriven del contrato. Para ello se
atenderá a la finalidad del contrato y a las disposiciones especiales o generales que lo
rigen. Se presumirá que dichas cláusulas se encuentran ajustadas a exigencias de la
buena fe, si los contratos a que pertenecen han sido revisados y autorizados por un
órgano administrativo en ejecución de sus facultades legales, y
h) Limiten los medios a través de los cuales los consumidores puedan ejercer sus
derechos, en conformidad con las leyes”.
Por cierto, la letra g) del artículo 16 contiene la denominada “cláusula general de
abusividad”, en cuya virtud el juez podrá y deberá apreciar como abusiva toda cláusula
que imponga, en perjuicio del consumidor, un desequilibrio normativo importante. En
términos generales, tal desequilibrio existirá cuando el contenido de la cláusula se aleje
en tal medida del derecho dispositivo que se ponga en riesgo la satisfacción de las
expectativas típicas del adherente.
Los dos primeros dicen relación con la formación del contrato; los dos últimos,
con los efectos del contrato.
Hay un quinto principio, independiente de la autonomía de la voluntad: la buena
fe, que se proyecta sobre todo el íter contractual.
Fundamento filosófico.
Fundamento económico.
2. Atenuantes:
Art. 1545 CC. “Todo contrato legalmente celebrado es una ley para los
contratantes, y no puede ser invalidado sino por su consentimiento mutuo o por causas
legales.”
Si bien existen semejanzas entre la ley y el contrato, entre las cuales sobresale la
obligatoriedad de ambos, las diferencias son numerosas:
1. En cuanto a la situación jurídica regulada y sus efectos.
2. En cuanto al procedimiento de formación.
3. En cuanto a su permanencia en el tiempo.
4. En cuanto a la forma de dejarlos sin efecto.
5. En cuanto a la interpretación.
c) Leyes especiales que modifican los contratos en curso: leyes que se dictan con
efecto retroactivo y que vulneran no sólo la fuerza obligatoria, sino también los
derechos adquiridos.
El principio, en el derecho positivo chileno, es que el legislador carece de
atribuciones para modificar los derechos y obligaciones emanados de contratos ya
celebrados (Art. 19 N° 24 CPol), pues existe un derecho de dominio sobre los derechos
personales: el acreedor es propietario de los derechos personales derivados del contrato.
De acuerdo con la CPol, sólo se puede ser privado del dominio mediante una ley de
expropiación y previo pago de indemnización.
Además, de acuerdo al Art. 22 LERL, en todo contrato se entienden
incorporadas las leyes vigentes al tiempo de su celebración. Por tanto, las normas
legislativas sobre contratos sólo rigen a los contratos que se celebran después de que
entren en vigor. Y aunque esta disposición sea de carácter legal, ello no implica que el
legislador pueda dictar normas retroactivas sobre contratos, pues se encuentra limitado
por el derecho de propiedad, que es constitucional. Así se ha fallado.
Los derechos contractuales son esencialmente derechos adquiridos, y su
adquisición se produce en el momento mismo de la conclusión del contrato.
7. Se han dictado en Chile diversas leyes que modifican contratos, las que han sido
toleradas por los afectados, quienes no han luchado en defensa de sus intereses,
reclamando la inconstitucionalidad. Prácticamente, la ciudadanía ha aceptado la
posibilidad de modificación.
Sin embargo, la aplicación inflexible del axioma pacta sunt servanda puede
conducir a resultados injustos para una de las partes contratantes.
Para evitar esto, se ha desarrollado la teoría de la imprevisión: estudio de los
supuestos bajo los cuales los jueces estarían autorizados para prescindir de la aplicación
del contrato al pie de la letra, y estudio de las soluciones posibles al desajuste
producido, que son fundamentalmente dos: revisión judicial del contrato y resolución
por excesiva onerosidad sobreviniente.
2. Enriquecimiento sin causa: para que proceda la acción, deben concurrir los
siguientes requisitos:
a) Que haya enriquecimiento del demandado y empobrecimiento correlativo del
demandante.
b) Que el enriquecimiento carezca de una causa que lo legitime o justifique.
c) Que el actor no tenga otro medio de obtener satisfacción.
d) Que la acción no se interponga para burlar una norma legal imperativa.
Crítica: en los casos de la teoría de la imprevisión, siempre un contrato sirve de
justificación al enriquecimiento de una de las partes.
3. Doctrina del abuso del derecho: para que exista abuso del derecho deben darse 3
condiciones:
a) Que el hechor cause un daño al ejercer un derecho subjetivo.
b) Que no se trate de aquellos derechos llamados absolutos.
c) Que el ejercicio del derecho sea abusivo. ¿Cuándo ocurre esto? Todos están
de acuerdo en que hay abuso cuando el derecho se ejerce con intención de
causar daño, con dolo. Pero, ¿qué pasa si no hay dolo? 2 posibilidades:
c.1) Hay abuso cuando el derecho se ejerce contrariando la finalidad social o
económica en vista de la cual fue conferido.
Crítica: este criterio es vago e impreciso, pues no siempre se puede apreciar
exactamente la finalidad de cada derecho. Además, abre espacio a la
arbitrariedad judicial.
c.2) El abuso del derecho es una especie de acto ilícito, al cual corresponde
aplicar las reglas generales de la responsabilidad civil extracontractual, de la
cual el abuso del derecho es una manifestación concreta.
Crítica: esta tesis quedaría, en consecuencia, fuera de un tema contractual,
como es la teoría de la imprevisión.
a) A pesar de que la ley del contrato está lejos de ser una ley general, su
obligatoriedad para las partes, y en especial para el juez, es suficiente para
concluir que su violación autoriza la interposición del recurso.
Los tribunales deben aplicar las leyes generales no por otra razón que su carácter
obligatorio, debiendo en consecuencia, aplicarse los contratos por la misma
razón. Y donde existe la misma razón, debe existir la misma disposición.
48. GENERALIDADES.
Principio del efecto relativo de los contratos: los contratos sólo generan derechos
y obligaciones para las partes contratantes que concurren a su celebración, sin beneficiar
ni perjudicar a los terceros.
El principio está consagrado en el mismo artículo 1545, que establece la
obligatoriedad del contrato solamente para las partes.
Causahabientes a título singular: quienes suceden a una persona, por acto entre
vivos o mortis causa, en un bien específicamente determinado, y no en la totalidad de su
patrimonio o cuota de él.
Según la mayoría de la doctrina, les afectan los contratos celebrados por el
causante, sobre la cosa específica de que se trate, antes de que se le transfiera o
transmita; se les debe tener como partes. Pero los ejemplos que se plantean
dicen relación con la constitución de los derechos limitativos del dominio, que
el causahabiente debe respetar por el efecto erga omnes de los derechos reales.
Acreedores de las partes: son terceros absolutos en los contratos que su deudor
celebre con otras personas. Pero, indirectamente, son alcanzados por el efecto expansivo
o absoluto de los contratos. Pueden impugnar los contratos que el deudor celebre en
perjuicio de ellos.
1. Contratos colectivos.
2. Estipulación por otro o contrato en favor de un tercero.
Art. 1449 CC. “Cualquiera puede estipular a favor de una tercera persona,
aunque no tenga derecho para representarla; pero sólo esta tercera persona podrá
demandar lo estipulado; y mientras no intervenga su aceptación expresa o tácita, es
revocable el contrato por la sola voluntad de las partes que concurrieron a él.
Constituyen aceptación tácita los actos que sólo hubieran podido ejecutarse en
virtud del contrato.”
Art. 1450 CC. “Siempre que uno de los contratantes se compromete a que por
una tercera persona, de quien no es legítimo representante, ha de darse, hacerse o no
hacerse alguna cosa, esta tercera persona no contraerá obligación alguna, sino en virtud
de su ratificación; y si ella no ratifica, el otro contratante tendrá acción de perjuicios
contra el que hizo la promesa.”
En cuanto el contrato es un hecho, que como tal existe para todos, en sus efectos
reflejos puede alcanzar a terceros absolutos: no para crear directamente un derecho o
una obligación en el patrimonio de ellos, sino en cuanto es factible invocar, o formular
una pretensión basada en el contrato ajeno. Esto es lo que se llama efecto absoluto,
expansivo, indirecto o reflejo de los contratos.
No hay propiamente una excepción al principio del efecto relativo, pues no surge
un derecho u obligación para el tercero.
Los contratos, sin perjuicio de los derechos personales o obligaciones
correlativas que generan para las partes, por sí mismos constituyen una situación de
hecho que tiene vigencia erga omnes.
b) En los efectos de las ventas sucesivas de una misma cosa a dos o más personas,
el comprador en desventaja resulta perjudicado por el efecto expansivo de la
compraventa (Art. 1817 CC).
c) A veces el legislador confiere al acreedor una acción directa que le habilita para
actuar en nombre propio, en sede contractual, contra el cocontratante del deudor.
Ej. En accidentes del tránsito, la víctima puede accionar directamente contra el
asegurador (seguro obligatorio, Ley 18.490).
Ocurre algo parecido en algunos subcontratos.
En todos estos casos, hay norma legal que sirve de fundamento al efecto
expansivo. No es así en el siguiente caso:
Casos:
1) Posesión de buena fe (Art. 706 inc. 1º CC).
2) Matrimonio putativo (Art. 51 LMC).
3) Pago de lo no debido (Arts. 2300 y ss. CC).
4) En materia de contratos: pactos de irresponsabilidad por el saneamiento (Arts.
1842 y 1859 CC), renuncia del socio (Art. 2110 CC) y acción pauliana (Art.
2468 CC).
Aunque el CC sólo señala que los contratos deben ejecutarse de buena fe, hay
una proyección normativa de la buena fe al completo íter contractual.
Tratos preliminares.
El incumplimiento de estos deberes puede configurar dolo. Pero aun sin dolo,
cuando se violan negligentemente los deberes de información, debe remediarse lo hecho
a través de una indemnización por culpa in contrahendo. Esto dice relación con la
responsabilidad precontractual.
Conclusión.
I. PROMESA.
1. Concepto.
2) Además, no cumple con el Art. 1554 N° 2 CC, porque un contrato en que uno
solo se obligue a vender no produce efecto alguno.
Debe cumplirse siempre, aun cuando el contrato prometido sea consensual. Por
eso la promesa es siempre solemne. Basta un instrumento privado, aunque se prometa la
celebración de un contrato que para su validez requiera escritura pública.
No exige el legislador que el contrato conste de un solo instrumento.
Este requisito elimina la posibilidad de consentimiento tácito.
Art. 1554 N° 2 CC. “Que el contrato prometido no sea de aquellos que las leyes
declaran ineficaces;”
La ineficacia dice relación con los requisitos intrínsecos del contrato que se
pretende celebrar, y no con las formalidades. De lo que precisamente se trata es de
llenar las formalidades con posterioridad.
Así, no es válida la promesa de un contrato que tenga objeto o causa ilícita. Pero
sí es válida la promesa de venta de un bien embargado por decreto judicial, pues la
promesa no constituye enajenación.
Art. 1554 N° 3 CC. “Que la promesa contenga un plazo o condición que fije la
época de la celebración del contrato;”
a) Plazo:
Tanto el plazo suspensivo como el extintivo son eficaces para efectos de la
promesa, pues ambos fijan la época de la celebración del contrato prometido.
Algunos sostienen que en la promesa, el plazo es normalmente suspensivo. Otros
piensan que el plazo es normalmente extintivo.
La jurisprudencia mayoritaria sostiene que el plazo es naturalmente suspensivo,
y que las partes pueden pactar un plazo extintivo, pero en tal caso no basta
emplear las preposiciones “dentro de” o “en”, ni fijar un día determinado, sino
que deben pactar con claridad que, vencido el plazo, la obligación se extingue.
No es necesario que el plazo esté fijado como fecha cierta, basta que determine
la época.
b) Condición:
Tanto la condición suspensiva como la resolutoria son eficaces.
Una parte de la doctrina y jurisprudencia sostiene que la condición debe ser
determinada, ya que de no ser así, no se determina la época de la celebración (no
cumple el Art. 1554 N° 3 CC). Otros dan aplicación al plazo de la propiedad
fiduciaria para entenderla fallida (5 años).
Otra parte de la doctrina y jurisprudencia sostiene que no es necesario que la
condición sea determinada, pues, si no se señala expresamente un plazo en que
deba cumplirse, será aplicable el plazo máximo de 10 años que el ordenamiento
contempla para la estabilización de las relaciones jurídicas.
B. ¿Significa esto que el contrato debe contener todas y cada una de las cláusulas
del contrato definitivo?
II. COMPRAVENTA.
A. GENERALIDADES.
1. Concepto.
Art. 1793 CC. “La compraventa es un contrato en que una de las partes se obliga
a dar una cosa y la otra a pagarla en dinero. Aquélla se dice vender y ésta comprar. El
dinero que el comprador da por la cosa vendida, se llama precio.”
2. Caracteres.
Art. 1801 inc. 1º CC. “La venta se reputa perfecta desde que las partes han
convenido en la cosa y en el precio; salvas las excepciones siguientes.”
a) Sobre la cosa objeto del contrato. En caso de error sobre la identidad de la cosa
se configura un vicio del consentimiento (Art. 1453 CC), aunque hay quienes
creen que en tal caso no se llega a formar el consentimiento. También se vicia el
consentimiento en caso de error sobre su sustancia o calidad esencial (Art. 1454
CC)
b) Sobre el precio. Hay acuerdo cuando el precio en que una parte entiende
comprar es el mismo en que la otra entiende vender.
c) Sobre la venta misma: que una de las partes quiera vender y la otra comprar. Se
vicia el consentimiento cuando hay error sobre la especie del acto o contrato
(Art. 1453 CC), aunque hay quienes entienden que en tal caso derechamente no
se forma el consentimiento.
1) Solemnidades legales:
Art. 1802 CC. “Si los contratantes estipularen que la venta de otras cosas que las
enumeradas en el inciso 2.º del artículo precedente no se repute perfecta hasta el
otorgamiento de escritura pública o privada, podrá cualquiera de las partes
retractarse mientras no se otorgue la escritura o no haya principiado la entrega de
la cosa vendida.
3) Las arras:
b) Como parte del precio o en señal de quedar las partes convenidas: Art. 1805
CC. “Si expresamente se dieren arras como parte del precio, o como señal de
quedar convenidos los contratantes, quedará perfecta la venta; sin perjuicio
de lo prevenido en el artículo 1801, inciso 2.º.
No constando alguna de estas expresiones por escrito, se presumirá de
derecho que los contratantes se reservan la facultad de retractarse según los
dos artículos precedentes.”
5. Gastos de la compraventa.
A menos que se pacte algo distinto, los gastos que impliquen las formalidades que
deban observarse para la celebración y ejecución del contrato son de cargo del vendedor
(Art. 1806 CC). La razón reside en que el legislador supone que tales gastos están
considerados en el precio.
C. LA COSA VENDIDA.
Además de los propios del objeto de todo acto jurídico (art. 1461), la cosa
vendida debe:
Art. 1810 CC. “Pueden venderse todas las cosas corporales o incorporales, cuya
enajenación no esté prohibida por ley.
La determinación puede ser específica o genérica (Art. 1461 inc. 1º CC). Cuando
sea genérica, debe determinarse la cantidad. Pero la cantidad puede ser
inicialmente incierta, siempre que el mismo contrato fije las reglas para
determinarla (debe ser determinable, Art. 1461 inc. 2º CC).
No es válida la venta de una universalidad jurídica, salvo el caso del derecho real
de herencia. No es posible que una persona venda su patrimonio, pero es válida
la venta de todos los bienes de una persona, especificándolos.
Art. 1811 CC. “Es nula la venta de todos los bienes presentes o futuros o de unos
y otros, ya se venda el total o una cuota; pero será válida la venta de todas las
especies, géneros y cantidades, que se designen por escritura pública, aunque se
extienda a cuanto el vendedor posea o espere adquirir, con tal que no comprenda
objetos ilícitos.
Las cosas no comprendidas en esta designación se entenderán que no lo son en la
venta: toda estipulación contraria es nula.”
No sólo las cosas que existen pueden ser objeto de un acto jurídico, sino las que
se espera que existan (Art. 1461 inc. 1º CC). Pueden venderse las cosas
presentes y futuras.
Venta de cosa futura: Art. 1813 CC. “La venta de cosas que no existen, pero se
espera que existan, se entenderá hecha bajo la condición de existir, salvo que se
exprese lo contrario, o que por la naturaleza del contrato aparezca que se compró
la suerte.”
En el primer caso (venta condicional), si la cosa no llega a existir, no hay
compraventa. En el segundo (venta pura y simple), la inexistencia de la cosa no
obsta a que la venta sea perfecta; no afecta a la validez del contrato sino al
provecho que las partes reportarán de él.
4) No pertenecer al comprador.
Art. 1816 inc. 1º CC. “La compra de cosa propia no vale: el comprador tendrá
derecho a que se le restituya lo que hubiere dado por ella.”
Art. 1815 CC. “La venta de cosa ajena vale, sin perjuicio de los derechos del
dueño de la cosa vendida, mientras no se extingan por el lapso de tiempo.”
Esto es consecuencia de que la compraventa simplemente genera derechos
personales, pero no transfiere el dominio.
Art. 1818 CC. “La venta de cosa ajena, ratificada después por el dueño, confiere
al comprador los derechos de tal desde la fecha de la venta.”
D. EL PRECIO.
Debe existir efectivamente una suma de dinero que se pague a cambio de una
cosa.
La realidad o seriedad debe existir en relación:
a) A la voluntad de las partes: que se tenga efectivamente la intención de
pagarse y exigirse.
b) A la cosa vendida: que no exista entre precio y cosa una desproporción tal
que el precio resulte puramente ilusorio.
Puede determinarse:
a) Por acuerdo de las partes: es la forma normal.
Art. 1808 CC. “El precio de la venta debe ser determinado por los contratantes.
Podrá hacerse esta determinación por cualesquiera medios o indicaciones que lo
fijen.
Si se trata de cosas fungibles y se vende al corriente de plaza, se entenderá el del
día de la entrega, a menos de expresarse otra cosa.”
b) Por un tercero:
Art. 1809 CC. “Podrá asimismo dejarse el precio al arbitrio de un tercero; y si el
tercero no lo determinare, podrá hacerlo por él cualquiera otra persona en que se
convinieren los contratantes; en caso de no convenirse, no habrá venta.”
En este caso, el contrato es condicional, sujeto a la condición de que el tercero
determine el precio.
Art. 1809 inc. final CC. “No podrá dejarse el precio al arbitrio de uno de los
contratantes.”
1. Reglas generales.
Incapacidades:
1) Personas afectas a una incapacidad general para contratar (Art. 1447 CC).
2) Personas afectas a ciertas incapacidades particulares del contrato de
compraventa (prohibiciones, Art. 1447 inc. final CC). Estas son las que
interesan.
Art. 1796 CC. “Es nulo el contrato de compraventa entre cónyuges no separados
judicialmente, y entre el padre o madre y el hijo sujeto a patria potestad.”
Art. 1798 CC. “Al empleado público se prohíbe comprar los bienes públicos
o particulares que se vendan por su ministerio; (…) aunque la venta se haga
en pública subasta.”
Art. 1798 CC. “(…) y a los jueces, abogados, procuradores o escribanos los
bienes en cuyo litigio han intervenido, y que se vendan a consecuencia del
litigio; aunque la venta se haga en pública subasta.
Pero el Art. 321 COT amplía la prohibición: “Se prohíbe a todo juez
comprar o adquirir a cualquier título para sí, para su cónyuge o para sus hijos
las cosas o derechos que se litiguen en los juicios de que él conozca.
Se extiende esta prohibición a las cosas o derechos que han dejado de ser
litigiosos, mientras no hayan transcurrido cinco años desde el día en que
dejaron de serlo; pero no comprende las adquisiciones hechas a título de
sucesión por causa de muerte, si el adquirente tuviere respecto del difunto la
calidad de heredero abintestato.”
Art. 1799 CC. “No es lícito a los tutores y curadores comprar parte alguna de
los bienes de sus pupilos, sino con arreglo a lo prevenido en el título De la
administración de los tutores y curadores.”
Art. 412 CC. “Por regla general, ningún acto o contrato en que directa o
indirectamente tenga interés el tutor o curador, o su cónyuge, o cualquiera de
sus ascendientes o descendientes, o de sus hermanos, o de sus consanguíneos
o afines hasta el cuarto grado inclusive, o alguno de sus socios de comercio,
podrá ejecutarse o celebrarse sino con autorización de los otros tutores o
curadores generales, que no estén implicados de la misma manera, o por el
juez en subsidio.
Pero ni aun de este modo podrá el tutor o curador comprar bienes raíces del
pupilo, o tomarlos en arriendo; y se extiende esta prohibición a su cónyuge,
y a sus ascendientes o descendientes.”
Art. 1800 CC. “Los mandatarios, los síndicos de los concursos, y los
albaceas, están sujetos en cuanto a la compra o venta de las cosas que hayan
de pasar por sus manos en virtud de estos encargos, a lo dispuesto en el
artículo 2144.”
1. Generalidades.
Art. 1807 CC. “La venta puede ser pura y simple, o bajo condición suspensiva o
resolutoria.
Puede hacerse a plazo para la entrega de la cosa o del precio.
Puede tener por objeto dos o más cosas alternativas.
Bajo todos estos respectos se rige por las reglas generales de los contratos, en lo
que no fueren modificadas por las de este título.”
b) Se vende una cosa que es preciso contar, pesar o medir para determinarla:
Art. 1821 inc. 2º CC. “Si de las cosas que suelen venderse a peso, cuenta o
medida, sólo se vende una parte indeterminada, como diez fanegas de trigo
de las contenidas en cierto granero, la pérdida, deterioro o mejora no
pertenecerá al comprador, sino después de haberse ajustado el precio y de
haberse pesado, contado o medido dicha parte.”
Art. 1823 CC. “Si se estipula que se vende a prueba, se entiende no haber
contrato mientras el comprador no declara que le agrada la cosa de que se trata, y la
pérdida, deterioro o mejora pertenece entre tanto al vendedor.
Sin necesidad de estipulación expresa se entiende hacerse a prueba la venta de
todas las cosas que se acostumbra vender de ese modo.”
1. Generalidades.
Art. 1824 inc. 1º CC. “Las obligaciones del vendedor se reducen en general a
dos: la entrega o tradición, y el saneamiento de la cosa vendida.”
b) Forma de la entrega:
Art. 1824 inc. 2º CC. “La tradición se sujetará a las reglas dadas en el Título
VI del Libro II.”
i) Muebles: significando una de las partes a la otra que le transfiere el
dominio y figurando la transferencia por alguna de las formas del Art.
684 CC, o por separación en el caso de los muebles por anticipación.
ii) Inmuebles: inscripción de copia autorizada de la escritura pública de
compraventa en el CBR. Excepciones:
Servidumbre: solo por la escritura pública (Art. 689 CC), salvo la de
alcantarillado en predios urbanos, que debe inscribirse.
Minas: inscripción en el Conservador de Minas.
Art. 1826 inc. 1º CC. “El vendedor es obligado a entregar la cosa vendida
inmediatamente después del contrato o a la época prefijada en él.”
La época de la entrega, que no es el resultado de una expresa estipulación,
puede resultar de las circunstancias del contrato (plazo tácito).
e) Lugar de la entrega:
Se rige por las reglas generales (Arts. 1587, 1588 y 1589 CC): en el lugar
convenido. Si no hay estipulación, y la cosa es una especie, en el lugar donde
existía al tiempo del contrato. Si es otra cosa, en el domicilio del deudor al
tiempo del contrato.
f) Gastos de la entrega:
Son del deudor (Art. 1571 CC), por lo tanto, son de cargo del vendedor los
que demande la entrega de la cosa en el lugar debido, y del comprador los
que signifiquen su transporte una vez entregada (Art. 1825 CC).
g) Qué comprende la entrega:
ii) Accesorios:
En la venta de una finca se comprenden sus accesorios (Art. 1830 CC),
regla que se aplica también a la venta de cosas muebles.
Art. 1820 primera parte CC. “La pérdida, deterioro o mejora de la especie o
cuerpo cierto que se vende, pertenece al comprador, desde el momento de
perfeccionarse el contrato, aunque no se haya entregado la cosa;…” Esto es
aplicación de la regla general del Art. 1550 CC.
En consecuencia, la pérdida de la cosa por caso fortuito extingue la
obligación del vendedor de entregar la cosa, pero el comprador debe pagar el
precio. El deterioro o pérdida parcial también debe ser soportada por el
comprador, que debe recibirla como está. Pero se aprovecha de las mejoras.
Excepciones:
i) Venta sujeta a una condición suspensiva: la pérdida debe soportarla el
vendedor cuando sobreviene pendiente la condición. El comprador no
debe pagar el precio. Pero la pérdida parcial o el deterioro pertenecen al
comprador. Es necesario que se cumpla la condición; si no se cumple, no
hay contrato, y pérdida y deterioro son del frustrado vendedor.
ii) Venta a peso, cuenta o medida en que las operaciones tienen por objeto
determinar la cosa vendida: la pérdida, deterioro o mejora pertenecen al
vendedor mientras las operaciones no se verifiquen.
iii) Venta al gusto: los riesgos son del comprador desde que expresa que la
cosa le agrada.
Efectos:
Puede plantearse una de dos cuestiones:
1. La cabida real es mayor a la expresada (Art. 1832 inc. 1º CC):
a. Es poco mayor (el precio del sobrante no excede de la décima
parte del precio de la verdadera cabida: el vendedor tiene derecho
a que se le aumente proporcionalmente el precio.
b. Es mucho mayor (el precio del sobrante excede de la décima
parte del precio de la verdadera cabida): queda al arbitrio del
comprador desistir del contrato o aumentar el precio
proporcionalmente.
2. La cabida es menor a la expresada (Art. 1832 inc. 2º CC):
a. Es poco menor (el precio de la cabida que falta no excede de la
décima parte de la cabida declarada): el vendedor debe completar
la cabida, y si no fuera posible, disminuir proporcionalmente el
precio.
b. Es mucho menor (el precio de la cabida que falta excede de la
décima parte de la cabida declarada): el comprador puede, a su
arbitrio, aceptar la disminución del precio o desistir del contrato.
ii) Como especie o cuerpo cierto (“ad corpus”, Art. 1831 inc. final):
1. Cuando la cabida no se expresa en el contrato, o
2. Cuando las partes la mencionan, pero expresa o tácitamente declaran
que es un dato puramente ilustrativo.
Efectos:
No plantea ningún problema de cabida. No hay derecho por parte del
comprador ni del vendedor para pedir rebaja o aumento del precio sea
cual fuere la cabida (Art. 1833 inc. 1º CC). Pero el vendedor debe
entregar todo lo que se comprenda en sus deslindes (Art. 1833 inc. 2º
CC). Si falta una parte dentro de los deslindes, se siguen las reglas de la
venta en relación a la cabida cuando esta es menor a la expresada.
Art. 1834 CC. “Las acciones dadas en los dos artículos precedentes expiran
al cabo de un año contado desde la entrega.”
Art. 1835 CC. “Las reglas dadas en los dos artículos referidos se aplican a
cualquier todo o conjunto de efectos o mercaderías” (los “artículos referidos”
son los artículos 1832 y 1833 CC).
Art. 1836 CC. “Además de las acciones dadas en dichos artículos compete a
los contratantes la de lesión enorme en su caso”.
Art. 1826 inc. 2º CC. “Si el vendedor por hecho o culpa suya ha retardado la
entrega, podrá el comprador a su arbitrio perseverar en el contrato o desistir
de él, y en ambos casos con derecho para ser indemnizado de los perjuicios
según las reglas generales.”
2) Obligación de saneamiento.
Art. 1837 CC. “La obligación de saneamiento comprende dos objetos: amparar
al comprador en el dominio y posesión pacífica de la cosa vendida, y responder
de los defectos ocultos de ésta, llamados vicios redhibitorios.”
a) Saneamiento de la evicción.
Concepto de evicción:
Art. 1838 CC. “Hay evicción de la cosa comprada, cuando el comprador
es privado del todo o parte de ella, por sentencia judicial.”
Art. 1839 CC. “El vendedor es obligado a sanear al comprador todas las
evicciones que tengan una causa anterior a la venta, salvo en cuanto se
haya estipulado lo contrario.”
En consecuencia, la evicción es la privación que experimenta el
comprador de todo o parte de la cosa comprada en virtud de sentencia
judicial. El vendedor solo es responsable de la evicción cuando esta es
por causa anterior a la venta.
Elementos de la evicción:
i) Privación total o parcial: Ej. Será total si la cosa es reivindicada; será
parcial si sobre ella se reclama un derecho de usufructo o
servidumbre.
ii) Sentencia judicial: supone un proceso y una sentencia que desposea
al comprador total o parcialmente de la cosa. Consecuencias:
Los reclamos extrajudiciales que hagan los terceros no hacen
exigible la obligación de saneamiento. Estos solo pueden
configurar un justo temor de verse expuesto a la evicción, que
autoriza para suspender el pago del precio (Art. 1872 CC).
El abandono voluntario que haga el comprador al tercero no
obliga al vendedor al saneamiento.
Tradicionalmente se dice que puede producirse evicción sin
sentencia judicial: cuando citado el vendedor, acepta la demanda
y se allana a la evicción, y el comprador, reconociendo la justicia
de la pretensión del tercero, restituye la cosa. Si bien lo señalado
puede fundarse en el tenor del artículo 1856 inciso segundo, cabe
tener presente que, desde un punto de vista procesal, el
allanamiento únicamente implica el sometimiento del demandado
a la pretensión del actor, debiéndose, en todo caso, dictar
sentencia. El efecto del allanamiento, en rigor, no es más que se
deberá prescindir de recibir la causa a prueba, procediendo el juez
a citar a las partes a oír sentencia.
El vendedor solo está obligado al saneamiento de las turbaciones
de derecho, las cuales se traducen en el ejercicio de una acción en
contra del comprador. Las turbaciones de hecho no provienen de
una insuficiencia del derecho del vendedor sobre la cosa, por lo
que no debe sanearlas.
iii) Causa anterior a la venta: las evicciones motivadas por causa
posterior son ajenas al vendedor. Pero las partes pueden convenir otra
cosa.
Citación de evicción:
El vendedor, para quedar obligado al saneamiento, debe tener noticia del
juicio que amenaza con privar de la cosa al comprador. La falta de
citación le exonera totalmente de responsabilidad (Art. 1843 inc. final
CC).
Indemnizaciones:
Causales de eximición:
i) Renuncia:
La obligación de saneamiento es de la naturaleza del contrato, por lo
que puede renunciarse.
La renuncia es nula si se hace de mala fe por parte del vendedor, es
decir, si este conocía la causa de la evicción y pactó su
irresponsabilidad sin darla a conocer al comprador (artículo 1842
CC).
En caso de que sea válida, la renuncia solo produce efectos parciales:
no exonera al vendedor de la obligación de restituir el precio (Art.
1852 CC). Solo queda liberado:
1. Si el que compró lo hizo a sabiendas de que la cosa era ajena.
2. Si expresamente tomó sobre sí el peligro de la evicción,
especificándolo.
Art. 1857 CC. “Se llama acción redhibitoria la que tiene el comprador
para que se rescinda la venta o se rebaje proporcionalmente el precio por
los vicios ocultos de la cosa vendida, raíz o mueble, llamados
redhibitorios.”
Concepto de los vicios redhibitorios: la ley no los define, pero señala sus
requisitos en el Art. 1858 CC. Además, las partes pueden atribuir el
carácter de redhibitorios a vicios que no cumplan tales requisitos (Art.
1863 CC).
ii) El vicio debe ser grave (Art. 1858 N° 2 CC): debe ser tal que por él la
cosa no sirva para su uso natural, o sólo sirva imperfectamente, de
modo que se pueda presumir que, conociéndolo, el comprador no la
habría comprado o la habría comprado a mucho menos precio.
iii) El vicio debe ser oculto (Art. 1858 N° 3 CC): que sean desconocidos
por el comprador. No es oculto:
1. Cuando el vendedor lo dio a conocer al comprador.
2. Cuando el comprador lego lo ha ignorado por grave negligencia
suya.
3. Cuando el comprador experto, en razón de su profesión y oficio,
pudo fácilmente conocerlo.
Casos de excepción:
En ciertos casos, el comprador puede sólo ejercer la acción estimatoria:
i) Si el vicio no es grave en los términos que señala la ley (Art. 1868
CC).
ii) Conforme con el artículo 1862, si la cosa perece después de
perfeccionado el contrato, aunque haya perecido en poder del
comprador y por su culpa, se puede pedir rebaja del precio. Pero si
pereció por el vicio, se aplica el artículo 1861.
iii) Prescripción:
1. Acción redhibitoria (Art. 1866 CC):
a. Muebles: 6 meses.
b. Inmuebles: 1 año.
2. Acción estimatoria (Art. 1869 CC):
a. Muebles: 1 año. Excepción: si la compra se hace para remitir
la cosa a un lugar distante, se amplía de acuerdo con la tabla
de emplazamiento, siempre que en el tiempo intermedio entre
la venta y la remesa el comprador haya podido ignorar el vicio
sin negligencia de su parte (Art. 1870 CC).
b. Inmuebles: 18 meses.
Hay que tener presente:
El plazo se cuenta desde la entrega real de la cosa, pues sólo
entonces el comprador puede percatarse de la existencia de los
vicios.
Las partes pueden restringir o ampliar el plazo de prescripción de
la acción redhibitoria.
La acción de indemnización prescribe según las reglas generales.
3. Obligaciones del comprador.
Art. 1871 CC. “La principal obligación del comprador es la de pagar el precio
convenido.”
Es obligación de la esencia del contrato.
b) Derecho del comprador para suspender el pago del precio (Art. 1872 inc. 2º
CC): tiene este derecho cuando se ve expuesto a perder la cosa. Son dos las
causas que lo justifican:
i) Que sea turbado en la posesión de la cosa.
ii) Que pruebe que existe contra la cosa una acción real de que el vendedor
no le dio noticia antes de celebrarse el contrato.
Pero el comprador no queda facultado para retener el precio en su poder,
sino que debe ser depositado en virtud de una autorización judicial. El juez
puede autorizarlo para conservarlo él mismo. El depósito cesa:
Por la cesación de la turbación.
Por el otorgamiento, por parte del vendedor, de una caución que asegure
las resultas del juicio.
Efectos de la resolución:
i) Entre las partes: tienen derecho a que se las restituya al estado anterior a
la celebración del contrato:
1. Prestaciones a que tiene derecho el vendedor:
a. Que se le restituya la cosa.
b. Que se le restituyan los frutos que el comprador hubiere
percibido mientras tuvo la cosa en su poder, en proporción al
saldo insoluto del precio (todos los frutos si no se pagó nada, Art.
1875 inc. 1º CC). Esto es una excepción a la regla general de la
resolución.
c. Si se dieron arras, tiene derecho para retenerlas, o exigirlas
dobladas (Art. 1875 inc. 1º CC).
d. Que el comprador le indemnice los deterioros de la cosa, para lo
cual se lo considera de mala fe, a menos que pruebe haber
sufrido, sin culpa de su parte, menoscabos tan grandes en su
fortuna que le fue imposible cumplir (Art. 1875 inc. 3º CC).
2. Prestaciones a que tiene derecho el comprador:
a. Que se le restituya la parte del precio que pagó (Art. 1875 inc. 2º
CC).
b. Que se le abonen las mejoras, para lo cual se le considera
poseedor de mala fe, con la misma salvedad de la letra d. anterior.
ii) Respecto de terceros: se aplican las reglas generales de los Arts. 1490 y
1491 CC, es decir, la resolución no afecta a terceros de buena fe (Art.
1876 inc. 1º CC).
1. Pacto comisorio.
2. Pacto de retroventa.
1) Concepto.
Art. 1881 CC. “Por el pacto de retroventa el vendedor se reserva la facultad de
recobrar la cosa vendida, reembolsando al comprador la cantidad determinada
que se estipulare, o en defecto de esta estipulación lo que le haya costado la
compra.”
2) Ventajas e inconvenientes.
3) Requisitos:
3. Pacto de retracto.
1) Concepto:
Es aquel en que las partes convienen que se resolverá la venta si, en un plazo
determinado, se presenta un nuevo comprador que ofrezca al vendedor
condiciones más ventajosas que el comprador primitivo.
Art. 1886 inc. 1º CC. “Si se pacta que presentándose dentro de cierto tiempo
(que no podrá pasar de un año), persona que mejore la compra se resuelva el
contrato, se cumplirá lo pactado; a menos que el comprador o la persona a quien
éste hubiere enajenado la cosa, se allane a mejorar en los mismos términos la
compra.”
2) Efectos: los mismos del pacto de retroventa (Art. 1886 incs. 2º y final CC).
1. Concepto y fundamento.
Lesión: perjuicio pecuniario que las partes sufren como consecuencia de la falta
de equivalencia de las prestaciones recíprocas de un contrato conmutativo.
La compraventa puede rescindirse por lesión enorme (Art. 1888 CC), pero no
todas las compraventas:
a) No procede en la venta de bienes muebles (Art. 1891 CC).
b) Tampoco en las ventas hechas por el ministerio de la justicia (Art. 1891 CC).
c) Ni tampoco en la venta de minas.
Art. 1889 CC. “El vendedor sufre lesión enorme, cuando el precio que recibe es
inferior a la mitad del justo precio de la cosa que vende; y el comprador a su vez
sufre lesión enorme, cuando el justo precio de la cosa que compra es inferior a la
mitad del precio que paga por ella.
El justo precio se refiere al tiempo del contrato.”
Art. 1893 inc. 1º CC. “Perdida la cosa en poder del comprador no habrá derecho
por una ni por otra parte para la rescisión del contrato.”
Esto ocurre porque pronunciada la rescisión, deberá restituirse la cosa, lo que
será imposible si la cosa ha perecido.
Art. 1893 inc. 2º CC. “Lo mismo será si el comprador hubiere enajenado la cosa;
salvo que la haya vendido por más de lo que había pagado por ella; pues en tal
caso podrá el primer vendedor reclamar este exceso, pero sólo hasta
concurrencia del justo valor de la cosa, con deducción de una décima parte.”
Art. 1896 CC. “La acción rescisoria por lesión enorme expira en cuatro años
contados desde la fecha del contrato.”
Como es de corto tiempo, corre contra toda clase de personas (Art. 2524 CC).
Art. 1892 CC. “Si se estipulare que no podrá intentarse la acción rescisoria por
lesión enorme, no valdrá la estipulación; y si por parte del vendedor se expresare
la intención de donar el exceso, se tendrá esta cláusula por no escrita.”
Sus efectos son los propios de la nulidad: queda sin efecto el contrato, el
vendedor recobra la cosa, y el comprador recobra el precio.
Pero tiene una modalidad: como la rescisión se funda en la desproporción de las
prestaciones, si se restablece el equilibrio, ya no hay perjuicio para las partes.
Si la víctima es el vendedor, el comprador puede hacer subsistir el contrato
completando el justo precio; si la víctima es el comprador, el vendedor puede hacer lo
mismo restituyendo el exceso.
Art. 1890 inc. 2º CC. “No se deberán intereses o frutos sino desde la fecha de la
demanda, ni podrá pedirse cosa alguna en razón de las expensas que haya
ocasionado el contrato.”
III. MANDATO.
A. CONCEPTO Y ELEMENTOS.
1. Concepto de mandato.
Art. 2116 inc. 1º CC. “El mandato es un contrato en que una persona confía la
gestión de uno o más negocios a otra, que se hace cargo de ellos por cuenta y riesgo de
la primera.
1. Bilateral.
Por excepción puede ser unilateral, cuando por estipulación expresa de las
partes, o por la naturaleza misma del contrato, el mandante no es obligado a pagar
remuneración ni a proveer al mandatario de lo necesario para la ejecución del encargo.
En todo caso, en este evento, se trataría al menos en doctrina de un contrato
sinalagmático imperfecto.
2. Naturalmente oneroso.
3. Normalmente conmutativo.
4. Normalmente consensual.
El Art. 2123 CC establece la forma como puede hacerse el encargo: puede ser
verbal, por escrito, mediante escritura pública o de cualquier modo inteligible. También
constituye encargo de mandato la aquiescencia tácita por parte del mandante respecto de
que otra persona le gestione un negocio. El silencio del mandante constituye aceptación
cuando el mandatario da principio a la gestión con conocimiento y sin reclamo de él.
Para los efectos de la prueba, rige la limitación de la prueba testimonial (Arts. 1708 y
1709 CC).
3) Mandato que otorga la mujer para los efectos de autorizar mediante mandatario a
su marido a enajenar bienes raíces sociales (Art. 1749 inc. 7° CC): debe constar
por escrito o por escritura pública si el acto requiere de esa solemnidad.
4) Mandato que otorga la mujer para los efectos de autorizar mediante mandatario a
su marido para enajenar bienes raíces que este está obligado a restituir en
especie (Art. 1754 inc. 2° parte final CC): requiere escritura pública.
¿El mandato, para los efectos de realizar un acto solemne, debe a su turno
ser solemne?
1. Partes e intereses.
2. Pluralidad de mandatarios.
1) Capacidad del mandante: se aplican las reglas generales. Debe tener una doble
capacidad: de celebrar el contrato de mandato y de ejecutar por sí mismo el acto
o contrato que por el mandato encomienda. Si el mandante no está autorizado
para ejecutar por sí mismo el contrato que encomienda, el mandato es nulo por
ilicitud de la causa.
2) Capacidad del mandatario: hay una regla especial en el Art. 2128 CC: si es
menor adulto, sus actos no lo obligan frente a mandante y terceros, sino de
conformidad a las reglas generales (de acuerdo al Art. 1688 CC), pero sí obligan
al mandante y terceros.
E. SUBCONTRATACIÓN EN EL MANDATO.
F. CLASES DE MANDATO.
3) Civil: el negocio encargado es un acto civil (todos los que no sean mercantiles o
judiciales).
1) General: se da para todos los negocios del mandante, sin excepción; o para todos
los negocios con una o más excepciones determinadas.
Obligación de hacer.
Debe ceñirse rigurosamente a los términos del mandato, fuera de los casos en
que las leyes lo autoricen para obrar de otro modo (Art. 2131 CC). Esto se
refiere tanto a los medios como a los fines (Art. 2134 inc. 1º CC).
iii) Art. 2148 CC: sus facultades se interpretan con mayor latitud cuando
no está en situación de poder consultar al mandante.
v) Art. 2147 CC: caso en que puede realizar el negocio con mayor
beneficio o menor gravamen.
b) Prohibiciones o limitaciones legales: los Arts. 2144 a 2147 CC
contemplan conflictos de intereses entre el mandante y el mandatario.
1
Además, si aplicáramos la concepción tradicional acerca de la forma en que opera la nulidad absoluta,
los actos celebrados por el mandatario a nombre del mandante lo obligarían y producirían todos sus
efectos mientras no sea declarada la nulidad por sentencia judicial.
La regla general es la irresponsabilidad del mandatario frente a
terceros (Art. 2154 CC). Excepciones:
Están en el Art. 2158 CC. Ninguna es de la esencia del mandato. Además, las
partes pueden estipular otras obligaciones para el mandante.
No obliga respecto de terceros al mandante (Art. 2151 CC). Pero una vez
finalizada su gestión, debe traspasar a su mandante los créditos y derechos adquiridos y
las deudas contraídas por la ejecución del mandato.
1. Desempeño del negocio para el cual fue constituido (Art. 2163 N° 1 CC).
Una vez ejecutado el negocio termina el mandato. Pero pueden quedar
subsistentes obligaciones ya generadas, como las de rendir cuenta y pagar la
remuneración. Estas obligaciones se extinguirán por el pago.
Esta causal sólo es aplicable a los mandatos especiales. Los mandatos generales
para la administración de los bienes del mandante no se agotan, aún cuando se
destruyan todos los bienes, pues jurídicamente su patrimonio subsiste.
4) Efectos de la revocación:
Para que surta efecto respecto del mandatario, debe ponerse en su conocimiento.
Puede hacerse por cualquier medio de comunicación. Basta que el mandatario
sepa que sus poderes han sido revocados, aunque se entere por terceras personas.
Es el mandante quien tiene que acreditar que el mandatario tomó conocimiento,
para lo cual puede servirse de todos los medios que le franquea la ley.
Es lícito el pacto de irrenunciabilidad, salvo los casos en que tal pacto esté
expresamente prohibido. Si pactada la irrenunciabilidad, el mandatario renuncia,
la renuncia no produce efectos y se hace responsable de los perjuicios que se
produzcan al mandante (responsabilidad contractual).
2) Forma de la renuncia:
3) Efectos de la renuncia:
Pone fin al mandato una vez vencido el tiempo razonable para que el mandante
pueda hacerse cargo de los negocios (Art. 2167 CC).
En cuanto a los terceros, la renuncia no es oponible sino desde que han tomado
conocimiento de ella (Art. 2173 CC).
Produce efecto desde que el mandatario toma conocimiento (Art. 2168 CC).
Mientras éste lo ignore, rige la regla del Art. 2173 inc. 1º CC.
Por regla general, pone término al mandato desde que el mandatario toma
conocimiento de ella. En cuanto a los terceros, hay quienes estiman que los
contratos celebrados por el mandatario, sabedor o ignorante de la muerte, con
terceros de buena fe obligan a los herederos del mandante (Art. 2173 CC); no
obstante, la Corte Suprema ha estimado que, de no acreditarse que se trata de un
mandato póstumo, los actos celebrados por el mandatario a nombre del
mandante adolecen de nulidad absoluta por falta de consentimiento (en la
especie, los mandatarios habían celebrado la compraventa encargada al día
siguiente de la muerte del mandante; sentencia de la Corte Suprema de fecha 12
de abril de 2012, autos Rol N° 9.995-2011).
Pone fin al mandato, sin perjuicio de que herederos hábiles para administrar
deban dar aviso inmediato al mandante acerca del fallecimiento y adoptar las
providencias conservativas que las circunstancias ameriten (Art. 2170 CC). Empero, la
muerte del mandatario no pone fin al mandato si se ha estipulado que este continuará
con los herederos del mandatario. Un reflejo de esta última posibilidad se encuentra en
el artículo 15832.
Si existen varios mandatarios que deban obrar conjuntamente, la muerte de uno
de ellos pone término al mandato respecto de todos (Art. 2172 CC).
2
Según Orrego, la muerte del mandatario siempre pone fin al mandato. En el caso del artículo 1583,
habría un mandato nuevo entre el mandante y los herederos del mandatario. En nuestra opinión, el
mandatario sí puede obligar a sus herederos, por lo que no se trata de un mandato nuevo. Por lo demás, si
los herederos que han aceptado sus respectivas herencias no desearen ejecutar el encargo, pueden
renunciar al mismo a la luz de las reglas generales.
Como es sabido, la interdicción priva a una persona de la facultad de administrar
sus bienes. Si el mandante ha sido declarado interdicto, no puede administrar ni a su
propio nombre ni mediante un mandatario, debiendo actuar siempre mediante su
representante legal. Por su parte, si el mandatario ha sido declarado interdicto, es lógico
que, no siendo capaz de administrar sus propios bienes, tampoco pueda administrar
bienes ajenos.
* Caso de los mandatarios conjuntos (art. 2172): si son dos o más los mandatarios y,
según el mandato, deben actuar conjuntamente, la falta de uno de ellos por cualquiera de
las causas previamente señaladas que resulte aplicable (muerte, renuncia, etc.), pondrá
fin al mandato.
IV. HIPOTECA.
A. GENERALIDADES.
1. Concepto.
2. Importancia.
Dado que el valor de los inmuebles es más estable que el de otros bienes, la
hipoteca se alza como una de las cauciones que mayor seguridad otorga al acreedor. Tal
circunstancia permite, además, que personas naturales o jurídicas contraigan préstamos
más cuantiosos, alcanzando el financiamiento necesario para solventar adquisiciones o
proyectos de elevado valor económico. A mayor abundamiento, el hecho de que la cosa
permanezca en poder del constituyente permite que este siga obteniendo frutos de la
cosa.
Un adecuado régimen hipotecario es un factor de progreso económico de
primera importancia.
Para cumplir su misión se debe procurar la publicidad de las hipotecas, lo que se
logra a través de la inscripción. El sistema registral otorga seguridad a los deudores,
acreedores, adquirentes de los inmuebles y al público en general.
B. CARACTERES DE LA HIPOTECA.
B. 1. COMO DERECHO.
1. Es un derecho real.
2. Es un derecho inmueble.
Se ejerce sobre un inmueble (Art. 580 CC). Tiene este carácter cualquiera sea la
naturaleza del crédito garantizado.
La regla no es absoluta: se puede hipotecar naves, que son muebles (Art. 825
CCom).
3. Es un derecho accesorio.
Si bien el artículo 732 del Código Civil no contempla a la hipoteca entre las
limitaciones del dominio, es claro que esta tiene este carácter, pues, una vez constituida,
el propietario de la cosa no puede ejercer su derecho de dominio en forma arbitraria, ya
que, de deteriorarse significativamente el inmueble, podría cobrar aplicación el artículo
2427 del Código Civil.
7. Es indivisible.
B. 2. COMO CONTRATO.
1. Es un contrato unilateral.
3. Es un contrato accesorio.
4. Es un contrato solemne.
Conforme con el artículo 2409, “la hipoteca deberá otorgarse por escritura pública.
Podrá ser una misma la escritura pública de la hipoteca, y la del contrato a que accede”.
Por su parte, según el artículo 2410, “la hipoteca deberá además ser inscrita en el
Registro Conservatorio; sin este requisito no tendrá valor alguno; ni se contará su fecha
sino desde la inscripción”.
Se discute si el contrato se reputa perfecto por el solo otorgamiento de la escritura
pública o si es necesario además que se inscriba en el registro de hipotecas y
gravámenes del Conservador de Bienes Raíces. A partir del tenor de las reglas, y,
destacadamente, de la expresión “además” que utiliza el artículo 2410, parte de la
doctrina ha estimado que tanto la escritura pública como la inscripción constituyen
formalidades del contrato de hipoteca. No obstante, por las razones expuestas a
continuación, la mayoría entiende que la inscripción es la forma de hacer la tradición
del derecho real de hipoteca;
i) El Mensaje del CC señala que la inscripción es la forma de hacer la
tradición de los derechos reales constituidos sobre inmuebles.
ii) El Art. 2419 CC señala que la hipoteca sobre bienes futuros da al
acreedor el derecho de hacerla inscribir sobre los bienes que el deudor
adquiera. Si el contrato no produjera ningún efecto sin la inscripción, el
acreedor no tendría ese derecho.
iii) Es más útil y práctico entenderlo así, a fin de evitar que el acreedor
hipotecario quede burlado. En concreto, si la inscripción fuera
solemnidad del contrato, entonces el pretendido acreedor hipotecario
quedaría burlado si, luego de otorgarse la hipoteca por escritura pública,
el constituyente enajenara la cosa a una tercera persona; en tal caso, dado
que el contrato de hipoteca no se habría perfeccionado, el pretendido
acreedor hipotecario no tendría derecho alguno y no cabría siquiera
hablar de incumplimiento (ante la imposibilidad de constituir el derecho
real de hipoteca). En cambio, si el contrato se reputa perfecto por el solo
otorgamiento de la escritura pública, el acreedor tendrá derecho a que se
realice la tradición del derecho real de hipoteca, de modo que, en el
suma prestada, ya sea que tal contrato de hipoteca se celebre con anterioridad o de forma simultánea a la
celebración del mutuo.
supuesto de que el Conservador rechace la inscripción por haberse
enajenado la cosa a un tercero, se podría al menos hablar de
incumplimiento.
iv) El artículo 2411 reconoce valor a “los contratos hipotecarios celebrados
en país extranjero”, señalando que “darán hipoteca sobre bienes situados
en Chile”, es decir, derecho real de hipoteca), con tal que se inscriban en
el competente Registro.
* Enunciaciones de la inscripción:
Solo la omisión de esta última anula la inscripción. Las demás la anulan solo cuando
por medio de ella o los contratos citados en ella no se pueda conocer los datos que faltan
(artículo 2433 CC).
C. CLASES DE HIPOTECA.
Los incapaces no pueden constituir hipoteca por sí mismos, sino con sujeción a
las formalidades que señala la ley:
1) Inmuebles del hijo: no pueden hipotecarse sin autorización judicial, aunque
pertenezcan a su peculio profesional (Art. 254 CC).
2) Inmuebles de los pupilos: no pueden hipotecarse sin previo decreto judicial,
expedido por causa de utilidad o necesidad manifiesta (Art. 393 CC).
Art. 2418 inc. 1º CC. “La hipoteca no podrá tener lugar sino sobre bienes raíces
que se posean en propiedad o usufructo, o sobre naves.”
Sólo pueden hipotecarse las naves mayores (más de 50 toneladas), siempre que se
encuentren inscritas en el Registro de Matrícula.
Debe otorgarse por escritura pública e inscribirse.
4) Concesión minera.
Debe constituirse sobre la concesión cuyo título esté inscrito. Afecta también a los
inmuebles accesorios de la concesión. Pero no se extiende a los frutos percibidos ni a las
sustancias minerales separadas del suelo (Art. 2423 CC).
5) Bienes futuros.
En este caso, la hipoteca tiene los mismos caracteres que el derecho del
constituyente sobre el bien gravado.
Sin embargo, si el derecho está limitado por una condición resolutoria, la resolución
del mismo no extingue la hipoteca sino de acuerdo al Art. 1491 CC: sólo en caso de que
la condición haya constado en el título inscrito u otorgado por escritura pública.
La hipoteca constituida por el donatario cuya donación es resuelta, rescindida o
revocada, se sujeta a reglas especiales.
8) Cosa ajena.
5
Como se aprecia, Fernando Alessandri asume que la inscripción es solemnidad del contrato de hipoteca.
2) ¿Puede constituirse hipoteca en garantía de una obligación de monto
indeterminado? Sí (dudoso):
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Véase, entre otras, Corte Suprema, 22 de marzo de 2007, rol Nº 617-2005, Corte Suprema, 3 de julio de
2008, rol Nº 1.544-2008, Corte Suprema, 23 de diciembre de 2010, rol Nº 2.102-2009; Corte Suprema, 23
de marzo de 2012, rol N° 6742-2011.
E. EFECTOS DE LA HIPOTECA.
1) Inmuebles por destinación (Art. 2420 CC): en caso de que la cosa hipotecada sea
un inmueble, la hipoteca se extiende a los inmuebles por destinación aun cuando
nada se exprese en el contrato, y aunque la inscripción no los mencione. Afecta
incluso a los que se adquieren después de la constitución de la hipoteca, pero
deja de afectarles desde que se enajenan.
2) Aumentos y mejoras (Art. 2421 CC): forman parte de la cosa, es lógico que los
afecte. Comprende todo lo que incremente la cosa, sea por causas naturales o a
consecuencia de la industria humana.
4) Indemnizaciones debidas por los aseguradores (Art. 2422 CC): se produce una
subrogación real. Conforme con el artículo 565 del Código de Comercio, la cosa
que es materia del seguro es subrogada por la cantidad asegurada para efectos de
ejercer sobre ella la hipoteca.
Art. 2415 CC. “El dueño de los bienes gravados con hipoteca podrá siempre
enajenarlos o hipotecarlos, no obstante cualquiera estipulación en contrario”.
La enajenación no afecta al acreedor, porque puede perseguir la cosa en manos
de quien se encuentre. Una nueva hipoteca tampoco, porque la hipoteca antigua
tiene preferencia.
1) Derecho de venta:
Artículo 2424 CC. “El acreedor hipotecario tiene para hacerse pagar sobre
las cosas hipotecadas los mismos derechos que el acreedor prendario sobre la
prenda”.
d) Prohibición del pacto comisorio: por aplicación del Art. 2397 CC. Este pacto
comisorio es la estipulación que autoriza al acreedor para apropiarse o
realizar la finca en forma diversa a la prevista por la ley, y está prohibido.
2) Derecho de persecución:
b) Terceros poseedores: toda persona que detenta, con ánimo de señor y dueño,
la cosa gravada con hipoteca, sin que se haya obligado personalmente al
pago de la obligación garantizada. En principio, cabe distinguir dos tipos de
terceros poseedores.
3) Derecho de preferencia:
a) Carácter de la preferencia:
i) Es un crédito de tercera clase (Art. 2477 CC).
ii) Es especial: recae solamente sobre la finca. Si es insuficiente, el saldo
pasa a la quinta clase.
iii) Pasa contra terceros.
b) A qué se extiende la preferencia: la preferencia se hace efectiva sobre el
producto de la realización de la finca. Se extiende:
i) A la indemnización del seguro.
ii) Al valor de la expropiación de la finca.
iii) A las rentas de arrendamiento, y en general a todos los bienes a que se
extiende la hipoteca.
F. EXTINCIÓN DE LA HIPOTECA.
1) Resolución del derecho del constituyente (Art. 2434 inc. 2º CC): la hipoteca de
una cosa en que se tiene un derecho eventual, limitado o rescindible se entiende
hecha con las condiciones o limitaciones del derecho (Art. 2416 CC).
2) Evento de la condición resolutoria (Art. 2434 inc. 2º CC) o llegada del plazo
(Art. 2434 inc. 3º CC): caso en que la hipoteca misma está sujeta a condición o
plazo.
3) Prórroga del plazo (Art. 1649 CC): extingue la hipoteca constituida por terceros,
salvo que el dueño del bien acceda a la ampliación.
5) Expropiación por causa de utilidad pública (Art. 924 CPC): el acreedor debe
hacer valer su derecho sobre el precio, pues subroga al bien expropiado.
6) Cancelación del acreedor (Art. 2434 inc. 4º CC): el acreedor renuncia por
escritura pública, que debe anotarse al margen de la inscripción hipotecaria.
Según Somarriva, la cancelación, también llamada alzamiento, no es
propiamente un modo de extinguir la hipoteca por vía principal, sino una
consecuencia de la extinción de ella por el modo que corresponda. En este
sentido, la cancelación, que es consecuencial a la extinción de la hipoteca, tiene
una finalidad de publicidad y coherencia registral. Cabe mencionar que, en
virtud de la ley N° 20.855, de 25 de septiembre de 2015, en lo que atañe a los
contratos cuyos adherentes sean consumidores o micros o pequeñas empresas,
una vez que la obligación garantizada esté totalmente extinguida, el acreedor
hipotecario, a su cargo y costo, está obligado a otorgar la escritura de alzamiento
de la hipoteca y de las demás gravámenes o prohibiciones que se hubieren
establecido en su favor (ex artículos 3 inciso segundo letra c) y 17 D de la ley
19.496 y novela N° 2 de la ley 20.416).
a) La cosa hipotecada debe haber sido vendida en pública subasta ordenada por
el juez.
b) Citación personal de los acreedores hipotecarios: para que tomen las medidas
necesarias para que la finca se realice al mejor precio posible y así alcance
para todos. Debe notificárseles personalmente.
c) Transcurso del término de emplazamiento: entre la citación y la subasta. Es
el señalado para el juicio ordinario.
d) El precio obtenido en la subasta pública no debe ser suficiente para satisfacer
íntegramente a todos los acreedores hipotecarios.
En caso de que no se cite a todos los acreedores, subsisten, tras la subasta, las
hipotecas de los acreedores no citados, y pueden perseguir la finca en poder del
tercero adquirente.
TERCERA SECCIÓN:
RESPONSABILIDAD
EXTRACONTRACTUAL.
1. INTRODUCCIÓN.
La razón para atribuir responsabilidad a un tercero se funda en que el daño debe ser
consecuencia del ejercicio de una actividad considerada riesgosa. Tiene como fuente la
ley.
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Para PLANIOL en la responsabilidad extracontractual también se produce el incumplimiento de una
obligación previa, cual es el deber general de prudencia. Sin embargo, difícilmente este deber pueda ser
concebido como “un vínculo jurídico entre personas determinadas”, como se concibe tradicionalmente la
obligación.
3. ELEMENTOS DE LA RESPONSABILIDAD POR CULPA.
Los elementos que integran la responsabilidad civil por culpa o negligencia son: 1) el
hecho voluntario; 2) la culpa o dolo; 3) el daño; y 4) el vínculo causal entre el hecho y
el daño. Hay quienes descomponen el primer elemento en dos: 1) el hecho voluntario y
2) la capacidad.
- El elemento subjetivo la conducta debe ser voluntaria, esto es, libre y realizada
por un capaz. Estos son los únicos elementos subjetivos del juicio de
culpabilidad.
Capacidad
En sede extracontractual, son incapaces los menores de 7 años y los dementes, y son
capaces los mayores de 16 años. Entre los 7 y los 16 años son capaces aquellos que
actúan con discernimiento.
Respecto de los menores entre 7 y 16 años, el discernimiento puede juzgarse desde dos
perspectivas: (1) aptitud del menor para discernir acerca de los efectos riesgosos o
peligrosos de la acción, o (2) capacidad del menor de discernir el patrón de debido
cuidado, esto es, distinguir lo correcto de lo incorrecto. La opinión más generalizada da
por sentado el segundo criterio para concentrarse en el primero.
Cuando el acto del incapaz se debe a negligencia de quien lo tiene a su cargo, de quien
tiene el deber de cuidarlo, éste responde directa, personal y exclusivamente. Es una sola
responsabilidad, no es doble como en el caso de la responsabilidad por el hecho ajeno.
Voluntad libre
Basta que el sujeto haya tenido control sobre su conducta para que ésta pueda serle
atribuida.
En los casos en que no hay control de la voluntad no hay propiamente una acción u
omisión, sino una actuación en razón de una fuerza irresistible. En cambio, cuando
existe una decisión, aunque sea en condiciones extremas, existe un hecho imputable. El
estado de necesidad no excluye la libertad sino la ilicitud. La responsabilidad por culpa
no supone un juicio de reproche personal al sujeto, sino que la comparación de su
conducta con un patrón general y abstracto (objetivación de la culpa).
5.1. Culpa.
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En estos casos, según Alessandri, tendría que responder el autor de la embriaguez.
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En circunstancias que el juicio de culpa es un juicio objetivo, es que resulta impropio hablar de
“responsabilidad subjetiva” como sinónimo de “responsabilidad por culpa o negligencia”.
Así, para BARROS, el autor, en caso de culpa, sólo responderá de los daños previsibles.
Esta posición no es compartida por toda la doctrina, pues hay quienes piensan que todo
daño debe ser reparado, en virtud del artículo 2329 CC y la inaplicabilidad en materia
extracontractual del artículo 1558 CC.
b.) Lo normal es que el JUEZ construya deberes generales de cuidado. Para PLANIOL,
la culpa es “la infracción de un deber preexistente”. Este concepto se refiere a la culpa
como la ilicitud de una conducta. Según BARROS, esta definición es adecuada en
cuanto la culpa implica el incumplimiento de un deber, pero se equivoca al hablar de un
deber preexistente, porque lo que en verdad sucede es que el juez construye ex post un
deber de cuidado. Con todo, si se tiene presente que la sentencia judicial no es fuente
formal de derecho civil, cabe sostener que el deber de cuidado que el juez construye ex
post debe derivar de normas preexistentes en nuestro ordenamiento jurídico. En este
sentido, el juez solo puede reconocer y concretar deberes de cuidado preexistentes,
aunque estos solo estén presentes en nuestro ordenamiento de manera implícita. De lo
contrario, se pondría en jaque la integridad del ordenamiento jurídico.
c.) Las prácticas o usos existentes en determinada práctica no son en caso alguno
vinculantes a la hora de determinar el deber de cuidado, pues éstos no son
necesariamente justos. Cosa distinta sucede con LOS USOS NORMATIVOS, que son
normas que por lo general emanan de sistemas de autorregulación profesional.
1. Intensidad del daño. La gravedad del daño supone que el estándar de diligencia
que ha de observarse para su evitación sea mayor.
Cabe aclarar que estos criterios prácticamente nunca actúan de manera aislada.
c. Actos autorizados por usos normativos, esto es, usos o prácticas tenidos comúnmente
como correctos.
2. Consentimiento de la víctima.
3. Estado de necesidad.
Estado en que una persona se ve obligada a ocasionar un daño a otra para evitar uno a sí
misma o a un tercero. Requiere que (1) el peligro que se trata de evitar no tenga su
origen en una acción culpable y (2) que no existan medios inocuos o menos dañinos
para evitar el daño. Excluye la acción indemnizatoria de la víctima, no así la acción
restitutoria.
4. Legítima defensa.
B.3. Infracción de un deber de cuidado construido por el juez. La víctima debe probar
todas las circunstancias que permitan al juez calificar el acto como negligente.
C. PRESUNCIONES DE CULPA.
5.5. Dolo.
6. (C) DAÑO.
A. Daño material.
El lucro cesante es la pérdida del incremento neto que habría tenido el patrimonio de la
víctima de no haber ocurrido el hecho imputable; la pérdida de una ganancia o utilidad
esperada. También lo es la pérdida del uso y goce de la cosa dañada.
B. Daño moral.
Antiguamente se concebía el daño moral como el que afecta los atributos o facultades
morales o espirituales de la persona. Actualmente se estima que esta noción del daño
moral solo atiende al pretium doloris (precio del dolor), en circunstancias que el daño
moral comprende también la privación de placeres de la vida (perjuicio de agrado). En
esta línea, hoy en día se define el daño moral como toda lesión a un interés
extrapatrimonial.
Ahora, una vez aceptada por la jurisprudencia la reparación del daño moral, debe
desentrañarse su sentido. Aquello que se pierde o deteriora no tiene valor de
intercambio en el mercado, por lo tanto, su indemnización solo puede tener una función
compensatoria del daño con un beneficio, reconociendo una ventaja pecuniaria a quien
ha debido soportar esa carga. Con todo, el análisis de la jurisprudencia permite concluir
que ha tenido una marcada función retributiva (pena privada en beneficio de la víctima),
11
La mayoría de la doctrina discrepa de Barros en este punto, sobre todo a la luz de que el artículo 44
asimila la culpa grave al dolo y que uno de los efectos de tal asimilación es justamente que hay objeto
ilícito en la condonación de la culpa grave futura.
al determinar la indemnización según la gravedad de la conducta y las facultades
económicas de las partes.
Si bien esta categoría no encuentra asidero expreso en el Código Civil, en los últimos
años, particularmente en el ámbito de la responsabilidad médica, la pérdida de una
chance ha sido reconocida por la jurisprudencia. Existe discusión doctrinaria en cuanto
a si la pérdida de una chance debe ser concebida como una clase de daño autónoma (con
implicancias patrimoniales y/o extrapatrimoniales) o como una hipótesis especial de
daño emergente. Como sea, en los casos en que se ha reconocido jurisprudencialmente,
la oportunidad perdida usualmente ha tenido una naturaleza extrapatrimonial (por
ejemplo, la oportunidad perdida de disfrutar la existencia de un ser querido cuando, a
consecuencia de un error de diagnóstico o de un retardo excesivo en la atención, se le ha
privado de la posibilidad ser sometido a un procedimiento médico adecuado).
Ahora bien, el daño debe satisfacer ciertos requisitos para su reparación, a saber: 1) que
sea directo; 2) que sea cierto; 3) que sea probado; 4) que sea personal; 5) que sea
significativo.
1. El daño debe ser directo, esto es, una consecuencia necesaria del hecho ilícito
(exigencia de causalidad).
El daño material puede probarse por todos los medios legales. El daño moral también
debe probarse, aunque la jurisprudencia en algunos casos lo ha presumido respecto de
víctimas por rebote (en concreto, en casos que la víctima directa ha muerto a
consecuencia del hecho imputable y se ha acreditado en el juicio un vínculo de
matrimonio o parentesco entre la mentada víctima directa y la víctima por rebote).
4. El daño debe ser personal, esto es, sufrido personalmente por la víctima. La
víctima, no obstante, puede ser directa o por rebote. En este sentido, el daño
sufrido por una víctima por rebote, con tal que sea personal, también debe ser
reparado.
Cabe finalmente aclarar que, una vez cumplidos estos requisitos, la determinación y
fijación del monto de la indemnización suele estimarse como una cuestión de hecho, no
revisable por vía de casación en el fondo.
El requisito de la causalidad exige: (1) una relación natural de causalidad entre el hecho
y el daño y (2) que el daño resulte normativamente atribuible al hecho imputable, esto
es, que exista una razonable proximidad entre ambos.
Esta teoría aplicada a casos concretos presenta serias dificultades. El hecho como
condición necesaria es un elemento mínimo de la causalidad. Para el Derecho, el daño
debe ser además consecuencia directa del hecho.
El daño reparable sólo es el directo, sea porque se cree aplicable el artículo 1558 CC,
sea porque es un requisito racional y lógico del concepto de causalidad. La pregunta
acerca de si el daño es directo o indirecto supone un juicio normativo respecto de si el
daño puede ser objetivamente atribuido al hecho. El juez debe discriminar entre todas
las consecuencias dañinas del hecho aquéllas que pueden ser atribuidas al ilícito,
estableciendo así un límite a la responsabilidad (es elemento y límite a la vez). Este
juicio queda sometido al control jurídico por vía de casación en el fondo. Doctrinas:
2.3. Riesgo creado por el hecho. Sólo si la acción u omisión culpables han creado
un riesgo o han aumentado la probabilidad o la intensidad de un riesgo de
daño ya existente, hay una relación relevante entre el hecho y el daño
resultante. No presenta diferencias prácticas con la teoría de la causalidad
adecuada. El límite de la responsabilidad viene dado porque no deben
indemnizarse los daños que objetivamente sean atribuibles a los riesgos
generales de la vida.
La causalidad debe ser probada. Se admite la prueba de testigos. Por regla general, es
una prueba fácil. Excepcionalmente, en los casos difíciles, solo podrá ser probada
mediante presunciones judiciales. Las razones para dar por establecida una presunción
legal de culpa por el hecho propio, de acuerdo al artículo 2329 CC, rigen también para
dar por acreditada la causalidad: si de acuerdo a la experiencia el daño puede ser
imputado objetivamente al hecho doloso o culposo de un tercero este resulta
responsable.
1. Pluralidad de responsables.
1.1. Si varias personas son responsables por el mismo hecho, todas ellas son
solidariamente responsables (2317 CC). En cuanto a las relaciones internas,
la contribución a la deuda puede dividirse equitativamente o en forma
proporcional a su participación en el daño.
1.2. Según Barros, también existe solidaridad entre el autor del daño y aquel que
lo tiene bajo su dependencia o cuidado. Otros, en cambio, estiman que esta
última hipótesis es de indivisibilidad pasiva de pago y no solidaridad. Según
una tercera opinión, lo que habría es solidaridad imperfecta. Como sea, en
este caso el tercero tiene acción de repetición contra el autor del daño (2325
CC).
1.4. Distintos hechos son igualmente aptos para producir el daño. En estos casos
cada partícipe ha de responder por todo el daño, configurándose una especie
de indivisibilidad o solidaridad imperfecta.
De los hechos ilícitos cometidos por los incapaces, esto es, los menores de 7 años, los
dementes y los menores de 16 años que actúan sin discernimiento, son responsables
quienes los tienen a su cargo, por el hecho propio, y su culpa debe ser acreditada. Existe
una sola responsabilidad.
La culpa debe probarse. Sin embargo, el artículo 2321 establece una presunción general
de responsabilidad de los progenitores por los delitos o cuasidelitos de sus hijos
menores, que conocidamente provengan de su “mala educación, o de los hábitos
viciosos que les han dejado adquirir”.
9.2. Presunción general de culpa por el hecho de personas que están bajo cuidado o
dependencia.
2. Responsabilidad de los guardadores por el hecho de sus pupilos que viven bajo
su dependencia y cuidado (inciso 3º).
Para que opere la presunción la víctima debe probar el cuasidelito o delito del
dependiente y la relación de subordinación entre este y el guardián. Una vez establecida
esta responsabilidad por el hecho ajeno, el ofendido puede dirigirse contra el autor del
daño o el tercero. Según Barros, la posibilidad de que el ofendido se dirija contra uno u
otro se sustenta en que, según el artículo 2317, ambos son solidariamente responsables;
para otros autores se trataría de una hipótesis de indivisibilidad pasiva de pago y según
una tercera opinión solidaridad imperfecta. Conforme con el artículo 2325, el tercero
puede repetir contra el autor del daño.
El artículo 2322 acota el ámbito de responsabilidad del empresario, ya que esta solo se
refiere al tiempo en que el dependiente se encuentra en ejercicio de sus funciones.
También especifica la excusa del empresario: debe probar que los criados o sirvientes
han ejercido sus funciones de un modo impropio “que los amos no tenían medio de
prever o impedir, empleando el cuidado ordinario y la autoridad competente”.
Como toda responsabilidad por hecho ajeno, requiere un delito o cuasidelito del
dependiente y una relación de subordinación, y además, se agrega en este punto, que el
daño se haya ocasionado en el ámbito de la dependencia o en el ejercicio de las
funciones del dependiente.
9.4. Responsabilidad de las personas jurídicas.
La persona jurídica responde por el hecho ajeno en la misma forma que el empresario.
A propósito del hecho de las cosas existen presunciones específicas de culpabilidad del
dueño o custodio de aquellas, y casos también específicos de responsabilidad estricta. El
catálogo de hipótesis de responsabilidad por el hecho de las cosas es taxativo.
El dueño o la persona que se sirve de un animal ajeno, se presume culpable de los daños
causados por este, aun después de que se haya soltado o extraviado, salvo que la soltura
o extravío tenga por causa el hecho de un tercero que no sea dependiente del dueño o
custodio (2326 CC).
El que tenga un animal fiero, que no reporta utilidad para el predio, responde por sus
actos dañosos (2327 CC).
Para prevenir el peligro que implica la obra ruinosa, el afectado tiene la acción
posesoria de querella de obra ruinosa (932 CC) y la acción general de prevención por
daño contingente (2333 y 2334 CC).
Para la reparación del daño, el afectado puede ejercer el derecho que le concede el
artículo 934, cual es la indemnización de todo perjuicio, una vez notificada la querella
posesoria. De no haberlo hecho, debe recurrir a las normas de responsabilidad
extracontractual.
La responsabilidad recae sobre el dueño, o dueños a prorrata de sus cuotas dominio (no
hay solidaridad), si la ruina se produce por haber omitido las reparaciones necesarias, o
haber faltado de otra manera al cuidado de un buen padre de familia. Esta norma,
contenida en el artículo 2323 CC, ha sido interpretada por la doctrina y jurisprudencia
como una presunción de culpabilidad.
Para prevenir el daño, existe una acción pública para que se remuevan de la parte
superior de un edificio u otro paraje elevado objetos que amenacen caída y daño (2328
inciso 2º CC).
Para reparar el daño, el artículo 2328 inciso 1º establece una presunción de culpabilidad
en caso de daños causados por la cosa que cae o se arroja de la parte superior de un
edificio, respecto de todas las partes que habitan la misma parte de aquél. Si los
responsables son varios, la indemnización se divide entre todos ellos (no hay
solidaridad). En opinión de algunos juristas, el artículo 2328 inciso 1° no establece
propiamente una presunción de culpabilidad, sino una regla de responsabilidad estricta,
pues se atribuye el riesgo de daños a quienes habitan la parte superior del edificio y
estos solo pueden exonerarse probando que la caída se debe a la culpa o dolo de una
sola persona, lo que equivale a demostrar que el daño tiene una causa diversa a la
concreción del riesgo.
ACCIÓN DE RESPONSABILIDAD.
b) Daños a las personas. Tiene acción la víctima directa y las víctimas por rebote.
Tratándose de daños patrimoniales, la doctrina y jurisprudencia han reconocido
titularidad a todo aquel que recibía ayuda económica de la víctima. Respecto del
daño moral, la tendencia ha sido conceder acción a la víctima indirecta en caso de
muerte a condición de que se acredite un parentesco cercano con la víctima, vínculo
matrimonial o acuerdo de unión civil.
El sujeto pasivo son el autor del daño y sus herederos, sin perjuicio de los casos de
responsabilidad por el hecho ajeno. También puede ser demandado quien se aprovecha
del dolo ajeno, por el monto de su beneficio.
En sede civil, tratándose de una acción mueble debe demandarse en el domicilio del
demandado. En sede penal, se puede interponer esta acción indemnizatoria, siempre que
se ejerza por la víctima en contra del imputado.
La sentencia penal condenatoria, por regla general, produce cosa juzgada en sede civil,
sin perjuicio de que en ésta debe siempre acreditarse el daño. El artículo 178 CPC
prescribe que “en los juicios civiles podrán hacerse valer las sentencias dictadas en un
proceso criminal siempre que condenen al procesado”.
“1ª. La no existencia del delito o cuasidelito que ha sido materia del proceso. No se
entenderán comprendidos en este número los casos en que la absolución o
sobreseimiento provengan de la existencia de circunstancias que eximan de
responsabilidad criminal;
2ª. No existir relación alguna entre el hecho que se persigue y la persona acusada, sin
perjuicio de la responsabilidad civil que pueda afectarle por actos de terceros, o por
daños que resulten de accidentes… en conformidad a las reglas de responsabilidad civil
extracontractual; y
3ª. No existir en autos indicio alguno en contra del acusado, no pudiendo en tal caso
alegarse la cosa juzgada sino respecto de las personas que hayan intervenido en el
proceso criminal.”
La absolución en materia penal, nunca tendrá efecto de cosa juzgada en sede civil
respecto de quien tiene una obligación de restituir.
Los efectos de la cosa juzgada criminal en sede civil se limitan a dos aspectos: (1) a lo
resuelto por el tribunal en el juicio penal y (2) a los hechos que sirven de necesario
fundamento a lo resuelto. Así, el artículo 180 CPC dice “Siempre que la sentencia
criminal produzca cosa juzgada en juicio civil, no será lícito en éste tomar en
consideración pruebas o alegaciones incompatibles con lo resuelto en dicha sentencia o
con los hechos que le sirvan de necesario fundamento.”.
El cúmulo de responsabilidades.
Esta hipótesis contiene dos preguntas: ¿pueden acumularse? NO, porque habría
enriquecimiento injusto; y ¿puede la víctima optar entre uno u otro estatuto?
Tradicionalmente, tanto la doctrina como la jurisprudencia han respondido
negativamente a la opción, ya que la posibilidad de la acción atentaría contra la
obligatoriedad del contrato. Además, gran parte de la doctrina considera que este es el
estatuto general de responsabilidad y en caso de duda corresponde aplicar éste. Sin
embargo, en seguimiento de ALESSANDRI, muchos admiten dos situaciones en las
cuales la opción es excepcionalmente permitida:
CORRAL, en una línea más definida, estima que no existe propiamente un estatuto
común, debiendo aplicarse, por analogía, el estatuto contractual ante la infracción de
obligaciones cuasicontractuales, y el estatuto extracontractual ante la infracción de
obligaciones legales.