Desamortizaciones +
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Desamortizaciones +
LAS DESAMORTIZACIONES.
INTRODUCCIÓN.
En el periodo que transcurrió entre 1833 (muerte de Fernando VII) y 1868 (revolución gloriosa), se
produjo en España, al igual que en gran parte de Europa occidental, la implantación del liberalismo.
Durante esta etapa (en la que tuvieron lugar dos, de las tres guerras carlistas), se transformó la estructura
del Estado, dando paso a una monarquía constitucional y parlamentaria, se transformó la propiedad feudal
en propiedad privada capitalista y se asentó la libertad de industria y de comercio. Una nueva clase
dirigente, la burguesía agraria (consecuencia de la desamortización) controló el sistema político y
estableció un orden jurídico y económico que hizo posible el desarrollo del capitalismo.
1. La Desamortización.
La desamortización es el acto jurídico por el cual las tierras en “manos muertas” (no se pueden
comprar ni vender) pasan a ser de propiedad particular.
La desamortización fue propuesta por ministros ilustrados como Jovellanos, iniciada por Godoy,
ministro de Carlos IV y legislada por las Cortes de Cádiz durante la guerra de Independencia. Sin
embargo, no se llevaría a efecto hasta el siglo XIX en dos fases: durante los años treinta y a partir del
bienio progresista.
2. La Desamortización de Mendizábal.
Entre 1835 y 1837, durante la regencia de María Cristina, los progresistas con Mendizábal a la cabeza
asumieron la tarea de desmantelar las instituciones del Antiguo Régimen e implantar un régimen liberal.
La acción del progresismo fue esencial en la concepción jurídica de los derechos de propiedad,
especialmente de la propiedad agraria. Abordaron, por tanto, una reforma agraria que incluía tres
ámbitos esenciales:
- La disolución del régimen señorial, según la cual los señores perdían sus atribuciones jurisdiccionales,
pero se convertían en propietarios de las tierras.
- La desvinculación (supresión de mayorazgos). Los propietarios pueden vender las tierras sin trabas.
- La desamortización había sido un elemento recurrente desde el gobierno de Godoy, como medio de
conseguir recursos para el Estado. Así, Mendizábal, decretó la disolución de las órdenes religiosas en
1836, (excepto las dedicadas a la enseñanza y a la asistencia hospitalaria) y la incautación por parte del
Estado del patrimonio de las comunidades afectadas. Con los bienes desamortizados se constituyeron
lotes de propiedades que fueron reprivatizados mediante subasta pública a la que podían acceder los
particulares interesados en su compra. Se establecía también la venta de los bienes del clero regular
(frailes y monjas). Eso incluye no sólo tierras, sino casas, conventos, y monasterios con todos sus
enseres. Posteriormente también se venderían los bienes del clero secular. Estos bienes habían sido
previamente incautados por el Estado, a cambio de lo cual la Iglesia recibió compensaciones y, desde
entonces, el Estado incluyó en sus presupuestos una partida para mantener al clero. El pago de las
tierras podía hacerse con Títulos de deuda pública o dinero en efectivo lo que no permitió a los
campesinos acceder a la propiedad de la tierra, pero sí a numerosos funcionarios, comerciantes,
militares y nobles. Con este mecanismo el Estado amortizaba la deuda y disponía de ingresos para
hacer frente a sus necesidades.
Uno de los objetivos de la desamortización era disminuir la deuda pública. La hacienda española
tenía un déficit crónico. A la incapacidad del Estado para recaudar impuestos eficazmente y la negativa
de los estamentos privilegiados a pagarlos se sumaban los cuantiosos gastos para hacer frente a la
primera guerra carlista (1833-1839). María Cristina se vio obligada a buscar apoyos políticos entre los
progresistas, así como a conseguir los fondos necesarios para combatir a los partidarios de Don Carlos
que amenazaban con la vuelta al absolutismo monárquico en contra del liberalismo que representaban
la regente y su hija Isabel II.
La desamortización permitió obtener dinero en efectivo, así como disminuir la deuda pública
consolidada por la sucesiva emisión de vales que el estado no estaba en situación de pagar. Otro de los
objetivos de la desamortización era “entregar al interés individual”, es decir, a la propiedad privada,
bienes que secularmente habían estado “amortizados” (no se podían comprar ni vender). Esto supuso
una radical transformación en la regulación de la propiedad: aumentó el número de propietarios,
consolidó el sistema capitalista, así como una clase burguesa fiel al régimen liberal. Sin embargo, no se
vieron beneficiados los más interesados en poseer las tierras, los campesinos, más de dos tercios de la
población española que carecía de la capacidad adquisitiva necesaria para acceder a la propiedad.
3. La desamortización de Madoz.
La “mal llamada” desamortización civil fue impulsada por Pascual Madoz, ministro de Hacienda con
Espartero durante el bienio progresista del reinado de Isabel II. La nueva ley (1855), afectó a los bienes
del Estado, de la Iglesia, de las órdenes militares, de las cofradías, del ex infante don Carlos, de las
instituciones benéficas y sobre todo de los ayuntamientos.
Fue la que alcanzó un mayor volumen de ventas y tuvo una importancia superior a todas las
anteriores. Su importancia reside en su duración, el gran volumen de bienes movilizados y las grandes
repercusiones que tuvo en la sociedad española.
Después de haber sido motivo de enfrentamiento entre moderados y progresistas, ahora todos los
partidos políticos reconocen la necesidad de acabar con las manos muertas para alcanzar un mayor
desarrollo económico del país.
Se suspendió la aplicación de la ley el 14 de octubre de 1856, reanudándose de nuevo dos años
después, el 2 de octubre de 1858, siendo presidente del Consejo de Ministros O'Donnell, no cesando
las ventas hasta fin de siglo, continuando a pesar de los diferentes cambios de gobierno.
El estado ingresó 7.856.000.000 reales entre 1855 y 1895, casi el doble de lo obtenido con la
desamortización de Mendizábal. Este dinero se dedicó fundamentalmente a cubrir el déficit del
presupuesto del Estado, amortización de Deuda pública y obras públicas (ferrocarril), reservándose 30
millones de reales anuales para la reedificación y reparación de las iglesias de España.
Tradicionalmente se le ha llamado desamortización civil, nombre inexacto, pues si bien es cierto que
se subastaron gran número de fincas que habían sido propiedad comunal de los pueblos, lo cual
constituía una novedad, también se vendieron muchos bienes hasta entonces pertenecientes a la
iglesia, sobre todo las que estaban en posesión del clero secular.
En conjunto, se calcula que de todo lo desamortizado, el 30% pertenecía a la iglesia, el 20% a
beneficencia y un 50 % a las propiedades municipales, fundamentalmente de los pueblos. El Estatuto
Municipal de José Calvo Sotelo de 1924 derogó definitivamente las leyes sobre desamortización.
4. Consecuencias de la desamortización.
CONCLUSIÓN
La mayor parte de los pensadores sociales lamentaron la oportunidad perdida para efectuar una
auténtica reforma agraria, pues se podría haber convertido en propietarios a los braceros y haber
terminado con la existencia de tantos latifundios.
Aún con sus limitaciones la desamortización constituyó una reforma trascendental, que supuso el triunfo
de la propiedad privada capitalista y se aplicó en paralelo con desamortizaciones realizadas en otros
países europeos.