No Me Odies Quiereme - Ale Pe A.pdf Filename UTF-8''No Me Odies Quiereme - Ale Peña
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Con rabia arrugó la nota, mientras pensaba que otra vez una mujer le había
dado la espalda, pero ahora no le dolía por él. Era por Adrián que, aunque no se
diera cuenta de lo que pasaba a su alrededor, en su corta vida ya dos mujeres lo
habían abandonado.
«¿En verdad es tan difícil darte un poco de amor?», indagó en su interior. Le
dio un beso en la coronilla, como respuesta el bebé le regaló una mirada llena de
amor, que iluminó su corazón, una vez más, estuvo seguro de que había hecho lo
correcto y seguiría haciéndolo, hasta llegado el momento en el que ese fuera un
recuerdo del que se reiría. Mientras eso ocurría tenía que seguir luchando porqué
sus vidas mejoraran. Después de que Adrián repitiera y soltara una risita, lo dejó
en su cuna para llamar a su jefe y avisar que esa noche no podía ir a trabajar,
debido a que no había quien cuidara a su hijo. No es que no tuviera amigos que
lo apoyaran, los tenía, pero no en la misma ciudad, y, aunque estaba seguro de
que con una llamada ellos estarían a su disposición, no era tan egoísta como para
hacerlos viajar seis horas en carretera.
―Buenas tardes. ―saludó Alonzo, cuando don Juan, su jefe, contestó. Su
jefe tenía varios negocios en la central de abastos. Él trabajaba en las noches que
era cuando llegaba la mercancía, se encargaba de cargar y acomodar todos los
productos para que al día siguiente los vendedores se enfocaran a realizar las
actividades que les correspondían.
―¿Quién habla?
―Alonzo, uno de los cargadores.
―Ya. ¿Qué necesita?
―Tengo un problema, la niñera de mi hijo hoy no se presentó y no hay nadie
que lo cuide, no podré ir a trabajar hoy. ―dijo titubeante. No se podía dar el lujo
de perder su empleo, y su jefe no era el ser más comprensivo del mundo.
―Si no me equivoco hace unos meses cuando me rogó por este trabajo,
insistió en que lo necesitaba y no me quedaría mal.
―Lo sé, y hasta la fecha no lo he hecho. ―defendió Alonzo, seguro, aunque
internamente estaba temeroso de la respuesta.
―Púes sino se presenta hoy lo hará. ―sentenció.
―Solo será hoy, lo prometo.
―Claro, que solo será hoy, porque si no se presenta este día a trabajar
mañana ya no tendrá empleo. ―gruñó antes de colgar.
Alonzo se quedó viendo el teléfono como si el hacerlo le diera las respuestas
a sus preguntas. Ese día estaba siendo por mucho uno de los peores de su vida.
Al día siguiente tendría que buscar un nuevo trabajo y alguien que cuidará de
Adrián. No estaba seguro de cómo lo lograría, pero tenía que hacerlo su vida y la
de su hijo debían cambiar. No podía estar esperanzado a que un día mejorara, ya
que, eso nunca sucedía, al contrario, solo empeoraba.
―Vamos a tener una mejor vida. ―prometió con la vista fija en los ojos de su
pequeño, él tomó con fuerza su dedo pulgar.
2 LA SUERTE DE ENCONTRARSE.
Alicia llegó a su examen de manera puntual, pero eso no impidió que en el
momento en el que le entregaron la prueba supiera que todo estaba perdido.
«Sonia tiene razón, soy un bicho raro», reconoció en su interior.
Estaba segura de que sería la única persona que sacaría buenas calificaciones
en todas sus materias incluida Cálculo diferencial y reprobaría Tecnologías de la
información. Con el poder que le otorgó el, “ave maría dame puntería” contestó
su examen lo mejor que la suerte le permitió. Al entregarlo deseó que no le
hubiera ido tan mal y al menos lograra pasar con la mínima aprobatoria no
importaba que tan baja fuera, lo único que pedía es que fuera aprobatoria.
Al salir al pasillo para ir en dirección a la cafetería que es donde se había
quedado de ver con Sonia, escuchó el llanto de un bebé. Eso le extrañó
demasiado, ya que, aunque había algunas madres solteras en la universidad y en
algunas ocasiones llevaban a sus hijos al plantel, nadie lo haría en época de
exámenes, porque muchos de los estudiantes no eran tolerantes.
«Como Sonia», recordó.
Siguió su camino por el pasillo hasta que se encontró con la fuente de los
llantos tan desgarradores.
«Imposible creer que alguien tan pequeño puede tener unos pulmones tan
potentes.», pensó.
Alonzo llevaba varios minutos discutiendo con el profesor para que lo dejara
presentar el examen, pero con Adrián llorando como si lo estuvieran torturando
no le estaba siendo fácil.
―Profesor, necesito realizar ese examen. ―rogó. Ya era la quinta vez que le
decía lo mismo al docente.
―Lo entiendo. Si la situación no fuera esta, le permitiría el acceso al aula con
su hijo, pero siendo un examen no lo puedo hacer. ―aseguró. El profesor se
estaba impacientando, en verdad, entendía la necesidad de presentar la prueba,
pero mientras su hijo estuviera llorando no podía permitir el acceso al salón, y
menos con un examen en proceso, conocía a sus alumnos y se empezarían a
quejar por el llanto del niño.
―Por favor ―insistió―. Solo será está ocasión. La niñera de Adrián
renunció ayer sin darme oportunidad alguna de encontrar a alguien que lo
cuidara hoy en su lugar. ―explicó. Al pequeño le pareció que esa era una buena
oportunidad para demostrar la verdadera fuerza de sus pulmones.
―Shh ―pidió alguien desde el interior del salón.
―Por eso no puedo permitir la entrada al salón con su hijo en brazos, sus
compañeros están en todo el derecho de exigir silencio y con un niño tan
pequeño eso no podemos asegurarlo.
―¡Maldita sea! ―gruñó entre dientes, por más que intentaba decirle qué de
una buena vez a la vida que no lo vencería, esta parecía reírse de él en su cara,
asegurando que ella era la que estaba al mando de la situación.
―Lo único que puedo prometer es que presente el examen al final de la
siguiente semana, cuando ya hayan terminado todos los exámenes. Conservaría
su calificación.
―Si eso sucede no podría participar en la convocatoria para la beca. Tengo
que tener todas las calificaciones dentro de dos semanas.
―Lo siento, pero es todo lo que puedo hacer por usted.
―Yo puedo cuidarlo ―intervino Alicia, que había escuchado parte de la
conversación que mantenían gracias a que se encontraba justo a la espalda del
papá.
―¡¿Qué?! ―inquirió sorprendido, volteó para ver quién le ofrecía ayuda en
el momento que más lo necesitaba.
―¡Oh! ―musitó ella, cuando se dio cuenta que era el mismo chico que había
estado el día anterior en la biblioteca y le lanzó aquella mirada llena de
resentimiento.
―Alonzo, piénselo. Es la única forma de que pueda presentar hoy el examen.
―Sé que por alguna razón te caigo mal. Aunque no entiendo por qué, sin
embargo, comprendo que no quieras dejar a tu hijo en mis manos. Pero, te
prometo que estará bien.
»Incluso si te sientas en esa butaca. ―señaló la silla que se encontraba vacía
en la entrada al salón― podrás ver todo lo que hacemos, yo estaré con tu bebé
en aquella mesa de la cafetería. ―indicó.
―Adrián.
―¿Perdón? ―cuestionó confundida.
―Se llama Adrián. ―respondió mientras se lo entregaba. Alonzo se dio la
vuelta.
―Espera ―lo detuvo―, también voy a necesitar la pañalera.
―Gracias. ―dijo a regañadientes al darle el bolso. Antes de que ella se
retirara con su hijo la sentenció con una fría mirada. Sin embargo, no logró
menguar la actitud de ella, que le respondió con una sonrisa, trastocando su
interior. De inmediato se recordó que las mujeres como ella eran un peligro.
Alicia en compañía de Adrián se dirigió a la cafetería en la misma mesa en la
que le prometió que estaría a Alonzo. Como el bebé no dejaba de llorar buscó en
la pañalera algo que lo distrajera, encontró una sonaja y una mamila preparada,
antes de darle el biberón probó la temperatura de la leche. El bebé de inmediato
comenzó a comer, cualquiera que lo viera creería que no había comido en todo el
día. Después de que terminara de alimentarse le dio la sonaja mientras le daba
pequeños golpes en la espalda para que eructara.
―¿Cambiaste los libros por los bebés?
―Fue solo un caso de emergencia.
―No me digas. ¿De dónde lo sacaste?
―No lo saqué de ningún lado. Lo estoy cuidando mientras su padre hace su
examen, el profesor no lo dejó pasar con él.
―No puedo culparlo, imagina lo que sería estar en el examen y que empiece
a soltar berridos como acostumbran todos los bebés. ―agregó Sonia. Adrián
eligió ese instante para eructar en respuesta a la amiga de su cuidadora.
―¡Qué asco!
―Es un bebé. ¡No seas exagerada!
―No piensas llevarlo al departamento. ¿Cierto?
―No. Al rato vendrán por él.
―Supongo que, si puedes evitar que se suelte a llorar puedo quedarme un
rato. ¿De dónde conoces al padre?
―No lo conozco, como te digo estaban en el pasillo mientras iba pasando…
―Y no pudiste reprimirte a ayudar. ―interrumpió. Alicia torció la boca en
protesta―. Pero no puedo creer que su padre te lo haya dejado nada más porque
pasabas por ahí.
―No fue así… ―empezó a explicar Alicia.
―¡No tenía otra opción, Sonia! ―refunfuñó Alonzo a espaldas de ellas.
―Vaya, Alonzo, es una sorpresa verte por aquí, creí que nunca más lo
volvería a hacer.
―Tampoco estoy muy feliz de volver a verte. ―gruñó. Tomó a su hijo en
brazos.
«Maldita vida, ¿Qué es lo que te hice para que a cada rato me recuerdes mis
errores?», se preguntó en su interior.
―¡No puedo creer que seas capaz de regresar después de todo el daño que
causaste!
―Para tu desgracia estoy de vuelta. Si tu amiga y tú creyeron que se librarían
de mí, están muy equivocadas. ―refunfuñó lleno de furia. A pesar de que sus
palabras decían que volvería a ver a la bruja de su ex y su amiga, su intención
era todo lo contrario.
Si por él fuera no volvería a ver en su vida a Sonia y su amiga, pero una vez
más la vida parecía ignorar sus deseos.
―Gracias por haber cuidado a mi hijo ―enfatizó antes de lanzarle una última
mirada llena de furia y coraje a Sonia.
―No hay nada que agradecer. ―dijo, pero él no la escuchaba, no tenía idea
que estaba pasando entre esos dos, y mucho menos a qué amiga de Sonia se
refería él. Ali se apresuró a darle la pañalera, cuando él la tomó sus dedos se
rosaron haciendo que una corriente eléctrica lo atravesara. Fue tal su
desconcierto por la sensación que lo recorría que no se dio cuenta cuando el
folder que tenía en las manos cayó al suelo.
―Alonzo. ―llamó Alicia con el folder en las manos, pero él lo ignoró.
―¿Qué es? ―inquirió su amiga, mientras Alicia revisaba el contenido.
―No creo que te interese. ¿Cómo lo conoces?
―Es exnovio de Erika. ―Alicia torció la boca en señal de indiferencia―.
Por culpa de él, ella perdió el semestre pasado y tampoco pudo inscribirse a este.
―No quiero saber los detalles de su relación. ―agregó. Erika era amiga de
Sonia y por ello se habían cruzado algunas veces, pero nunca terminaron por
empatizar. Además de que la forma de ser de Erika no le agradaba nada a Alicia,
incluso las pocas discusiones que había tenido con Sonia eran por culpa de ella.
―¡Aléjate de él, Ali! No es un buen tipo. ―pidió Sonia.
―Sonia, te adoro y lo sabes, pero lo que tú consideras buen tipo no es lo
mismo que yo. Por eso prefiero descubrir por mí misma, si lo es o no.
«Claro, si él me deja descubrirlo.»
―Alonzo no es de nuestro nivel y solo busca la manera de ascender. Es capaz
de todo con tal de hacerlo.
―Sabes lo que pienso al respecto sobre “nuestro nivel”.
―Por eso mismo creo que podrías ser la victima perfecta para él, ten cuidado.
No volveré a mencionarlo, pero no dejes que te embauque con sus artimañas.
―Estoy de acuerdo en que no volvamos a mencionarlo.
―¿Irás a la biblioteca?
―No. Ya terminaron mis exámenes, no tengo clases hasta finales de la
siguiente semana. Voy a ir a casa de mis padres.
―¿Por alguna razón en especial?
―Ayer me llamó mamá para pedir que los visitara más seguido. ¿Quieres ir?
―Iría solo por ver al bombón de tu hermano, pero a nadie de tu familia le
agradaría mi presencia y hoy no puedo.
―Te recuerdo que mi hermano está casado y tiene dos hijos.
―Pero yo no, además no tiene nada de malo ver el menú.
―¡Nunca vas a cambiar!
―No, así soy feliz.
Estuvieron un rato charlando en la cafetería hasta que apareció Erika y Sonia
se fue con ella. Alicia no le dio demasiada importancia, era algo que siempre
sucedía y no le molestaba en absoluto que Sonia tuviera otras amigas, entendía
que necesitara con quien compartir los intereses que con ella no podía. Lo que le
molestaba la actitud de Erika, de querer hacer menos a cualquiera que se le
parara en frente, esa era la principal razón por la que no se imaginaba a Alonzo
como novio de ella, no lo conocía era cierto. Pero su amiga había mencionado
que no era de su mismo nivel y esa era razón suficiente para que una relación
entre él y Erika.
Aunque tenía un montón de dudas sobre esa relación no había nadie que se
las pudiera resolver; dudaba que Alonzo quisiera volver a verla después de
enterarse que era amiga de Sonia y mucho menos contarle su historia de “amor”
y, Sonia de seguro sabría la verdad de Erika. Así que su única opción era
quedarse con la duda.
Alicia tomó sus cosas incluido el folder que había dejado Alonzo. Estaba
segura de que un poco de ayuda no le caería mal a nadie y si ella podía hacerlo
siempre lo haría, así que aprovecharía la visita a casa de sus padres para hablar
con su papá.
El traslado a casa de sus padres le llevó más tiempo había estimado. El tráfico
en la ciudad era terrible, por lo regular el trayecto era de una hora quince
minutos, pero ese día se alargó a dos horas. Cuando llegó se encontró con la
sorpresa de que su hermano Ezequiel, su cuñada Elisa y sus dos sobrinos
también estaban de visita.
Seis años atrás Ezequiel se casó con Elisa, al poco tiempo su cuñada quedó
embarazada de una bella niña, y dos años después dio a luz a un precioso niño, al
cual Alicia adoraba con todo su corazón. La relación que tenían su hermano y
cuñada le fascinaba y secretamente anhelaba tener a su lado a alguien que se
desviviera por ella como lo hacía Ezequiel con Elisa. Pero también era realista y
esa realidad era la que le hacía darse cuenta de que su anhelo era imposible, la
clase de amor que vivía su hermano se daba pocas veces en la vida y estaba
segura de que para ella esa oportunidad de amar así no se daría en esta vida.
Ali idolatraba a Ezequiel como cualquier mujer a su hermano mayor, el único
defecto que tenía es que él era demasiado sobreprotector con ella, incluso más
que su propio padre. A su madre le encantaba cocinar por eso no era necesario
avisar que iban de visita, siempre había comida de sobra para todos sin importar
cuántos invitados llegaran, ese día no era la excepción.
―¿Cómo te va en la universidad? ―indagó Ezequiel, cuando todos
terminaron de comer.
―Bien, estoy casi segura de que voy a librar bien estos exámenes parciales.
―¿Casi? ―inquirió Heriberto, su padre.
―Mi último examen de este periodo lo hice hoy y fue Tecnologías de la
comunicación, y no estoy segura de pasarla.
―¡Por dios, Alicia! Esa es la materia más fácil que pueda existir, es más aún
no logro entender por qué la consideran una materia, ni siquiera debería existir.
¡No puedo creer que vayas a reprobarla!
―Todavía no estoy segura si la reprobaré, además apenas es el primer parcial,
me puedo recuperar en los siguientes.
―Siempre puedes buscar ayuda. ―intervino su cuñada―. Tal vez haya por
ahí un chico guapo dispuesto a ayudarte.
―Para pasar Alicia necesita estudiar, ¡no un chico guapo! ―refutó Ezequiel.
―Tranquilo, hijo. Estoy segura de que tu hermana con o sin ayuda logrará
pasar esa materia. ―intervino Azucena, su madre.
―Estoy haciendo todo lo posible por pasar. ―aseveró Alicia―. Pero en caso
de no hacerlo, si tengo que buscar un chico guapo, lo voy a hacer, y tú querido
hermanito no te enteraras.
―¿Me estás retando?
―No, sería incapaz de hacerlo. Eze, solo pensaba que siempre eres el último
que se entera de lo que hago.
―¡No me retes, Alicia, soy capaz de ponerte investigador privado! ―espetó.
―Aquí nadie le va a poner investigador privado a nadie, aunque nos cueste
aceptarlo Alicia es independiente, y toma sus propias decisiones, las mismas que
debemos respetar. ―sentenció Azucena. Al final la conversación cambió a otros
temas más tranquilos para todos, hasta que Ezequiel y Elisa tuvieron que
retirarse con sus hijos. Don Heriberto se dirigió a su estudio para revisar unos
pendientes que tenía de la oficina, dejando solas a Alicia y su mamá.
―Ali, aunque sé que dijiste lo de buscarte un chico guapo para hacer enojar a
tu hermano, no estaría mal que lo hicieras.
―Creí que estabas de acuerdo con ellos en todo respecto a mí.
―No voy a negar que me sentó mal el que decidieras irte e independizarte,
pero entiendo que necesites vivir tu vida, con tus propios errores y aprendizajes.
Además, me muero por tener más nietos.
―¡Mamá, ya tienes dos!
―Nunca serán suficientes nietos.
―Aunque mi intención fuera tener hijos, no será pronto. No es posible que te
vaya a dar un nieto en los próximos años.
―Será cuando tú quieras, pero no te cierres a la oportunidad, solo por
enfocarte a los estudios, es necesario que también vivas en todos los sentidos,
quiero que seas feliz.
―Lo soy. ―dijo sin convicción, no estaba inconforme con su vida, pero algo
le hacía falta, el problema es que no sabía qué era eso que necesitaba para ser
feliz. Parecía misión imposible encontrar algo que no sabes qué es, pero lo
encontraría o al menos lo intentaría. Después de evadir la conversación con su
madre sobre su felicidad se dirigió al estudio de su padre.
―Pasa. ―dijo su padre, luego de que tocara la puerta.
―¿Tienes mucho trabajo? ―indagó.
―Demasiado, si seguimos así tu hermano y yo terminaremos por volvernos
locos. El asistente del administrador renunció sin decir nada y en estos
momentos, digamos, que estamos un poco a la deriva.
―¡Oh! Supongo que entonces esto te servirá mucho. ―dijo mientras le
tendía el folder.
―¿Qué es esto? ―cuestionó confundido.
―No me lo vas a creer, pero lo encontré tirado en el estacionamiento, cuando
lo vi no pude contener mi curiosidad, pensé que quizás te haga falta un nuevo
empleado, y todo parece indicar que así es.
―¿Y tú no conoces a este joven? ―inquirió. Conocía de sobra la necesidad
de Alicia de ayudar a cualquiera que se le pusiera en frente, y eso mismo le hacía
temer que cualquiera se pudiera aprovechar de ella.
―No, en mi vida lo he visto. ―mintió con convicción.
―Supongo, entonces, ¿Qué no pasara nada si no terminamos contratándolo?
―Me imagino, que en ese caso él encontrara un mejor empleo. ―respondió.
Alicia sabía que decirle a su papá que alguien encontraría un mejor empleo que
con él era un golpe bajo, pero decidió ignorar a su conciencia en ese momento.
―Lo analizaré, tal vez este caballero sea quien nos saque de esta locura.
―Puede ser. ―respondió―. Bueno, papi me tengo que ir, nos vemos la
próxima semana.
―Cuídate, Hija. Y recuerda que cualquier cosa que necesites por mínima que
sea estoy aquí.
―Gracias, Pa´. Te quiero. ―dijo antes de darle un beso en la mejilla.
Alicia salió de la casa de sus padres orgullosa, conocía a su papá y estaba
segura de que, si no lo contrataba para el puesto que se encontraba vacante,
mínimo lo entrevistaría y quizás le diera alguna oportunidad en otra área.
3 UNA LUZ DE ESPERANZA.
Alonzo estaba en la universidad con Adrián en brazos, ese día solo había ido
a entregar un trabajo, sus exámenes ya habían concluido, ahora solo tenía que
esperar las calificaciones, con la esperanza de poder obtener la beca, porque
todos sus ahorros se estaban esfumando como si fueran agua, a pesar de que se
había encargado de llevar curriculums y solicitudes de empleo a todas las
empresas habidas y por haber, aún no tenía un resultado positivo.
El hecho de que no tuviera trabajo hacía que las cosas se complicaran
demasiado, porque sin un ingreso fijo, ¿cómo podía asegurar el pago para
alguien que cuidara a su hijo? Por más que intentaba mantener la calma siempre
tenía momentos de desesperación, también quería cambiarse a un lugar mejor,
más espacioso sobre todo para que Adrián tuviera un lugar con suficiente
espacio para jugar, pero tampoco lo podía hacer si no tenía empleo.
Así era como siempre terminaba reprochándose el haber caído en los engaños
seductores de su ex, pero a pesar de que siempre se recriminaba por su debilidad,
no se arrepentía, ya que, gracias a esos errores podía tener a Adrián entre sus
brazos, y el tenerlo hacía que todo valiera la pena, incluso, aunque pareciera que
se encontraba en la noche más oscura.
―Badaba ―gorgoreó el pequeño, logrando que el ánimo de Alonzo mejorara
bastante, mientras se dirigía a la cafetería. Apenas había dado un paso dentro,
cuando escuchó a Sonia
―Vaya, lo tuyo si es el cinismo.
―Sonia, me imagino que tienes mucho que decir respecto a mi vida. Sin
embargo, te suplico sea en otro momento, no quiero que mi hijo escuche tus
reclamos. ―agregó. Sonia nunca fue santo de su devoción, pero, su antipatía por
la chica aumentó a raíz del nacimiento de su hijo.
―Me niego a creer que después de que mi amiga estuviera a punto de morir
por tu culpa, te presentes en la universidad como si nada hubiera pasado.
―No tengo nada de que arrepentirme. ―agregó, mientras colocaba su mano
en la cabecita de Adrián de forma protectora.
―En verdad, no puedo creer lo insensible que has demostrado ser, mi amiga
estuvo a punto de morir por tu culpa ―reiteró―. Y tú en lugar de conmoverte,
lo único que haces es pasearte por la universidad cargando a tu hijo como si
fuera un trofeo.
―Si Erika estuvo a punto de morir no fue por mi culpa, ni por la de Adrián.
―Eso es lo que te dices para limpiar tu conciencia, pero ambos sabemos que
no es así.
―Sonia, tú y yo nunca nos llevamos bien, es evidente que no nos
soportamos, a pesar de eso entiendo tu enfado conmigo, pero no hay nada que
pueda hacer al respecto, voy a seguir estudiando en esta Universidad y lo más
probable es que traiga a mi hijo, eso hace muy posible que volvamos a
encontrarnos, no te estoy pidiendo que nos llevemos bien, solo que si me vuelves
a ver hagas el favor de ignorarme. ―pidió, antes de seguir su camino.
―¡Para ti es muy fácil decirlo! ―refutó.
―¿Eso crees, crees que es fácil para mí? Le entregué mi corazón, me
enamoré, di lo mejor de mí para que ella jugara conmigo, destruyera mi fe y se
llevara lo mejor de mí, lo perdí todo gracias a ella. No, no es fácil para mí.
»Lo único que tengo es a mi hijo y soy capaz de hacer cualquier cosa por él,
cualquier cosa.
―Ja! ―se burló―. Si eso es lo que tú quieres creer, adelante. Pero si crees
que voy a dejar que hagas con Alicia lo mismo que hiciste con Erika estás muy
equivocado.
―¡No sé de qué hablas! No tengo idea de quién es Alicia, pero sí estoy
seguro de que no quiero tener nada que ver con alguna de tus amigas.
―Alicia es la misma que cuidó a tu hijo la semana pasada. ―espetó. Alonzo
se sorprendió, desde que la había visto en la biblioteca sabía que tenía que
alejarse de ella, pero ese día, aunque hubiera querido decirle que no, no podía
hacerlo. Lo extraño es que no podía entender como alguien que se había ofrecido
a cuidar a su hijo, podía ser amiga de Sonia y Erika.
―No sabía su nombre. ―gruñó.
―Ya lo sabes, ahora déjala en paz.
―¿Estás segura de que ella quiere que me aleje? ―indagó sarcástico, solo
por molestar, curiosamente estaba de acuerdo con Sonia, debía alejarse de esa
mujer.
―Alicia es demasiado ingenua, inocente y tonta, caería en tus redes antes de
que te des cuenta, por favor, no te acerques a ella.
―Me imagino que tu amiga será muy feliz de que pienses eso de ella.
»No te preocupes no me interesa tener ninguna relación con nadie cercano a ti
o a Erika. ―finalizó. Ella estuvo a punto de decirle que Erika y Alicia no eran
amigas, pero consideró que era mejor no hacerlo.
Sonia esperaba que Alonzo en verdad se alejara de Alicia, no quería que él
lastimara a otra de sus amigas, pero tampoco tenía ganas de seguir discutiendo
con él.
Dos días después del funeral de su padre, Alonzo registró a su hijo con el
nombre de Adrián Delgado, para su infortunio, Erika apareció como madre en el
acta de nacimiento sin que pudiera hacer algo para evitarlo, pero el certificado de
nacimiento tenía el nombre de Erika.
Aun cuando el padre de Tomás se hizo gran parte de los gastos. Él no se
sentía preparado para regresar a esa casa, y tampoco tenía el tiempo para llevar
el taller de su padre, por lo que se vio obligado a vender ambas cosas, con lo que
sacó de la venta logró pagarle al papá de Tomás lo que había gastado en el
funeral, y el resto lo uso para comprarle a Adrián lo necesario, con lo poco que
le quedó lo guardó para posibles emergencias.
12 VOLVER A CONFIAR.
Tiempo actual
Alonzo llegó confuso al departamento de Alicia, por un lado, no entendía que
es lo que pretendía Erika en buscarlo y amenazarlo con llevarse de regreso a
Adrián con ella, Adrián se había convertido en lo más importante para él, y no
podía imaginar que por alguna de las locuras de Erika lo perdiera.
Por otro lado, al llegar a su trabajo se encontró con la sorpresa de que para ser
una empresa tan importante había demasiado desorden en el aspecto financiero,
entendía porque estaban tan desesperados por contratar a un nuevo asistente,
además, Ezequiel, su jefe, lo desconcertaba tenía una actitud extraña con él, que
no podía entender. Sus miradas insistentes hacían que se sintiera incómodo.
Aunado a eso tenía que convencer a Alicia de que siguiera cuidando a Adrián,
de seguro estaba molesta por lo que había sucedido en el revolcadero, si ella no
quería seguir cuidando a su hijo estaría en un grave problema, otro más a la lista.
Alonzo tocó el timbre del departamento de Alicia, pero a diferencia de otras
ocasiones la respuesta no fue inmediata, pegó su oreja a la puerta para tratar de
escuchar algún ruido. Aun así, todo parecía tan solitario haciendo que se
empezara a preocupar, debido a la falta de respuesta iba a tocar de nuevo cuando
la puerta se abrió para que pudiera observar a una Alicia con la cara adormilada
y marcas en la cara de la cocha, evidentemente se acababa de despertar.
Se ve tan adorable, pensó Alonzo, pero de inmediato recordó que con Erika
de vuelta no podía distraerse, lo único que importaba en su vida era Adrián, y
aunque Alicia le despertara demasiado interés, entre ellos no podía haber nada.
―Hola, pasa. ―saludó Alicia con una sonrisa, y haciéndose a un lado para
dejarlo entrar.
―¿Y Adrián? ―cuestionó Alonzo cuando entró. Alicia bajó la mirada, ya se
imaginaba que después del beso con él, su siguiente encuentro sería frío, pero no
imaginó que le desconcertara tanto.
―Dormido, en mi recamara. ―señaló dónde se encontraba.
―¿Puedo pasar?
―Supongo ―dijo, mientras se encogía de brazos. Alonzo se dirigió hacia la
habitación donde se encontraba Adrián, al entrar pudo ver dormido a su hijo
sobre la cama de Alicia, verlo en ese halo de tranquilidad, volvió a sentir esa
férrea necesidad de hacer lo que fuera para conservarlo junto a él.
―El día que te conocí supe que eres lo mejor que me ha pasado, y no he
cambiado de opinión. Sin importar qué diga el mundo entero voy a hacer hasta
lo imposible porqué seas feliz, pero más para que estés conmigo. ―prometió con
la voz ronca y una lágrima corriendo por su mejilla. Alicia que siguió a Alonzo
hasta su habitación, volteó en otra dirección a pesar de que Alonzo no sabía que
los estaba viendo, se sintió como una intrusa, además la desesperación en la voz
de él hizo que se le rompiera el corazón.
La desesperación de Alonzo sorprendió a Alicia. No entendía porqué estaba
tan preocupado cuando ella había cuidado con anterioridad a Adrián y hasta el
momento no había tenido esa actitud tan extraña, a pesar de sus
cuestionamientos sabía que ese momento era íntimo de ellos por eso decidió
esperar a Alonzo en la sala, con la esperanza de que al menos le resolviera
alguna de sus tantas dudas.
―Gracias. ―dijo Alonzo con la voz ronca y los ojos rojos cuando entró a la
sala media hora después.
―¿Por qué? ―cuestionaba confundida. A cada palabra o actitud de él, su
cabeza tenía más cuestionamientos.
―Por cuidarlo, por no dejarlo solo, a pesar de que ya no querías cuidarlo.
―No entiendo porqué piensas que ya no quiero cuidarlo, pero te puedo
asegurar que no es así.
―¡Me mandaste un mensaje para preguntar si ibas a cuidar a Adrián!
―¡¿Eh?!
―¡Leí tu mensaje! ―refunfuñó.
―¿Por qué piensas que ya no quiero cuidarlo? ―aclaró― Es mucho pedir si
te sientas, no quiero terminar con torticolis, y la verdad no es que me quiera
parar. ―pidió. Alonzo se sentó inmediatamente.
―Perdón.
―No hay problema, sigo sin entender porqué crees que no seguiré cuidando a
Adrián. ¿Me puedes explicar?
―Mejor explícame por qué enviaste ese mensaje, la única razón que
encuentro es que ya no quieres cuidarlo.
―Yo… creí que te habías molestado porque te besé en la pecera…
―¿Perdón? ―espetó.
―Vas a despertar a Adrián. ―recordó―. En serio, Alonzo eres el ser más
desesperante que conozco, no logro seguirte el ritmo. A medio día estabas de un
humor tan agradable y en estos momentos parece que ni tú te aguantas. ¿Estás en
tus días?
―Muy simpática, Alicia ―agregó irónico―. No me puedes culpar por estar
de mal humor, cuando siento que estoy en un mundo alterno, y se supone he
vivido situaciones de las que no recuerdo.
―¿Me vas a decir que no sucedió?
―No, solo que me parece que estás un poco confundida. ―aclaró
―¿Según tú qué fue lo que sucedió? ―indagó molesta.
―¡Nos besamos, Alicia! No me besaste, los dos lo hicimos. ―respondió con
la voz ronca. Alicia bajó la mirada―. No Ali, no hagas eso ―pidió, la tomó de
la barbilla para poder fijar su mirada en ella―. Tienes una mirada demasiado
hermosa como para ocultarla, no te escondas de mí, por favor.
―¡Te enojaste! ―recordó, tratando de poner en orden sus sentimientos, si no
hacía algo pronto Alonzo podría volverla loca.
―Sí, me enojé. ―reconoció―. ¿Eso qué tiene que ver?
―Te enojaste porque te besé. ―insistió, él levantó la ceja derecha―. Nos
besamos. ―rectificó.
―No, Alicia, no me enojé porque nos hayamos besado, lamento que creyeras
que fue así, esto no tiene nada que ver con nosotros.
―Eres el ser más complicado del mundo. ¡No te entiendo!
―No debes entenderme, solo quererme. ―dijo con mofa.
―Tal vez lo haga ―reconoció. Alonzo tragó en seco―, pero no estoy
dispuesta a aceptar tus cambios de humor. ¿Seguro qué no tienes a Andrés de
visita?
―¿Perdón? ―cuestionó confuso.
―Nada, olvídalo. ¿Me vas a decir por qué te enojaste?
―Fue por Erika. ―dijo finalmente.
―Ah ―murmuró frustrada. Se levantó del sillón, necesitaba un poco de
espacio, antes de que dijera algo de lo que se terminaría arrepintiéndose. ―Voy
por agua, ¿quieres algo?
―Agua está bien. ―pidió. Alicia se dirigió a la cocina en busca de su
espacio. Ella realmente creía que Alonzo se había enojado por el beso, pero al
parecer le molestó más una nimiedad en referencia al beso. Sin embargo, sí se
había molestado, y por la persona que ella menos toleraba en el mundo, Erika.
Ahí hubiera preferido, que él sí estuviera molesto por el beso.
―Alicia ―llamó a sus espaldas. Adiós a mi espacio, interiorizó ella―. Sé
que hay una atracción muy fuerte y lo ideal sería que habláramos, pero no es el
momento idóneo para un nosotros.
―Entiendo. ―murmuró en voz baja, tratando de que las lágrimas que
amenazaban con salir no lo hicieran. Alonzo podía haber sido más sutil, pero
prefirió ser tajante, a ella le gustaba la gente sincera y honesta, sin embargo, eso
no quería decir que no doliera.
―No creo que lo entiendas, Ali, es tan complicado que ni siquiera yo logro
hacerlo.
―Podrías intentar.
―Adrián es todo lo que tengo, no me puedo permitir perderlo, ni hacer nada
que lo perjudique, en estos momentos mi vida está hecha un caos y, mi único
objetivo en la vida es poder darle la estabilidad que se merece.
―En la mañana dijiste que tus problemas se estaban resolviendo.
―Lo sé Alicia, pero en el transcurso del día pasaron cosas que me hacen
temer que pueda perderlo.
―No estoy segura de qué persona piensas que soy, pero no sería capaz de
llevarme a tu hijo.
―Mis temores no tienen nada que ver contigo.
―¿Entonces, no entiendo por qué podrías perder a tu hijo?
―Erika.
―Para no querer hablar de ella ―farfulló―, la mencionas demasiado.
―Sé que es tu amiga y por eso estás tan a la defensiva.
―¡Ja! Tú sí que eres simpático, Erika y yo no somos amigas, no nos
toleramos y mi actitud con ella nunca será defensiva.
»Lo que menos quiero es una conversación que gire alrededor de ella.
―Si por mí fuera Erika sería un capítulo cerrado en mi vida, nunca más la
volvería a mencionar, pero de alguna forma mi vida siempre estará ligada a ella.
―¿Entonces, no estás enamorado de ella? ―cuestionó titubeante.
――No. No estoy seguro si en algún momento la amé, pero te puedo asegurar
que la quise mucho, al grado que hubiera hecho cualquier cosa por ella, yo
besaba el suelo que ella pisaba, aun así, eso no le importó, ella solo jugó
conmigo, solo fui su experimento social.
―Yo…
―Ni se te ocurra decir que no fue así, ella me lo dijo, pero eso ya no importa,
de alguna forma es parte del pasado.
―Erika nunca va a ser parte de tu pasado, mientras tú le permitas estar en tu
presente.
―No tengo otra opción. ―gruñó molesto. ¿Cómo podía eliminarla de su
vida cuando compartían un hijo? Si bien, ella nunca pareció mostrar interés en
él, ahora estaba de regreso y quería tener contacto con Adrián. ¿Existía algo
más absurdo?
―Siempre la hay ―insistió―. Si no quieres alejarla completamente, es
porque aún tienes algún tipo de esperanza.
―En mi caso no, Adrián me lo impide.
―¿Adrián? ―cuestionó confundida―. Es a penas un bebé cómo te puede
pedir que no te alejes de ella.
―No lo entiendes, ¿verdad?
―No, no lo hago, tú podrías explicarme si quisieras.
―Erika es la mamá de Adrián, creí que lo sabías.
―A pesar de lo que puedas pensar, no tengo forma de hacer pruebas de ADN
a diestra y siniestra, sinceramente no le he puesto mucha importancia al hecho de
quién podría ser la madre de tu hijo.
―¿No sabías que Erika es mi ex?
―Sonia me lo dijo. ―reconoció. Sorprendida, Elisa tenía razón, Erika era la
madre de Adrián. Le resultaba demasiado difícil que de una mujer como Erika
naciera un bebé tan dulce como él.
―¿No se te ocurrió sumar uno más uno? ―cuestionó Alonzo―. Perdón, pero
para ser alguien que saca 10 en Cálculo las matemáticas básicas te fallan.
―El problema aquí no es la suma, si no la idea que tengo preconcebida de
ella, y es probable que Sonia tenga razón en esta ocasión.
―¿A qué te refieres?
―Erika y Sonia son parte de una asociación a favor del aborto. Creí que
Erika habría abortado al enterarse que estaría embarazada. ―confesó apenada.
―Ya estoy enterado de ese detalle, pero dijiste que Sonia tenía razón ¿A qué
te refieres? ―volvió a cuestionar.
―A eso. Creí que Erika abortaría sin pensar en nada más, está claro que me
equivoqué.
―No, no lo hiciste, Erika quería abortar, pero yo de alguna manera no se lo
permití.
―Discúlpame, si no te creo que ella se haya quedado de brazos cruzados solo
porque tú no querías que abortara.
―No, lo hizo. Y solo para que quede claro, anteceder a lo que haría alguien
solo porque lo conoces no es prejuzgar, es solo demostrar lo bien que conoces a
esa persona.
―Entonces, ¿cómo es qué no abortó?
―Dejaré que esa parte te la cuente Sonia, no es algo de lo que me
enorgullezca.
―¿Eres consciente que Sonia podría contarme la versión de Erika y hacerme
creer que eres una mala persona?
―Lamentablemente, en esta situación ella tendría razón, no fui la persona
más amable del mundo, y no solo eso, no me arrepiento de haberlo hecho, sino
que si todo volviera a suceder de la misma forma lo volvería a hacer.
―sentenció.
―No sé qué decir…
―No digas nada, solo es para que te des cuenta que por mi hijo soy capaz de
hacer cualquier cosa.
―Como cualquier padre haría.
―El día que Erika me entregó a Adrián me pidió que me olvidara de ella, y
que no le dijera a nadie que ella era la madre, esa es la razón por la que no te dije
abiertamente que Erika es la madre de Adrián, acepté sus términos.
―Entiendo.
―Pero para ella al llevar a Adrián a la universidad de alguna forma rompí
nuestro acuerdo. Hoy en la universidad ella me dijo que, si alguien más se entera
que Adrián es suyo, o lo vuelvo a llevar ella me lo quita.
―¡Eso es ridículo!
―Lo es. Alicia, ni siquiera le encuentro sentido, pero lamentablemente la
conozco y sé que es capaz de hacerlo.
―El mejor y el peor día de mi vida fue cuando ella me entregó a Adrián, no
puedo permitir que me lo quite. El que tú sepas que Adrián es su hijo no creo
que suponga ningún riesgo, pero si alguien más se llega a enterar, tengo miedo
de lo que ella sea capaz de hacer.
―Tranquilo, no le diré a nadie, y aunque considero que estás en todo tu
derecho de llevar a Adrián a la universidad, si está en mis manos no estará cerca
de ahí.
―Gracias.
―De nada. Entiendo que el día que conociste a tu hijo sea el mejor de tu
vida, pero ¿puedo preguntar por qué fue el peor?
―Después de que Erika me entregará a Adrián, me dirigí al taller de mi
padre, él era mecánico, cuando llegué, lo habían asaltado y mi papá murió, él era
todo lo que tenía, al morir él perdí todo. La casa donde vivíamos y el taller lo
tuve que vender porque no me sentía preparado para continuar viviendo ahí, y no
tenía tiempo para seguir adelante con el taller, además, había que pagar los
gastos de funeral.
―Lo siento.
―Lo que menos necesito de ti es lástima.
―No es lástima. Alonzo, no puedo decir que entiendo tu dolor, porque no es
cierto, pero me duele saber lo difícil que debió de ser para ti, en un solo día
perder a tu padre y todo lo que conllevó.
―Ojalá te hubiera conocido antes que a ella.
―¿Así no tendrías que odiarme?
―No te odio, Ali. Si hay algo imposible en este mundo es odiarte, aunque
debo decir que cuando te vi en la biblioteca supe que debía alejarme de ti, creí
que eras como ella.
―Erika y yo tenemos pocas cosas en común, nunca nos caímos bien desde el
primer momento, pero ella tiene cosas en común con Sonia al igual que yo.
―Todavía no entiendo esa parte, siendo sincero creo que nunca lo entenderé.
―No te pido que lo hagas. ―dijo. Los dos se quedaron en silencio, llenando
el lugar de una extraña tensión.
―Ali. ―Alonzo rompió el silencio con su voz ronca, ella levantó la vista―.
Lo que pasó hoy…
―¿Sí?
―No podemos estar juntos. ―dijo. Crash, ese fue el sonido de mi corazón
rompiéndose, interiorizó Alicia.
―Supongo que pedir que me des una oportunidad es demasiado.
―No sería justo para ti.
―Gracias por preocuparte por lo que es o no es justo para mí. ―farfulló.
―Ali, es evidente que hay una atracción entre nosotros. No se puede negar.
―Pero no es suficiente.
―¿Puedes dejar de interrumpirme?
―Habla. ―dijo de mala gana.
―Como te decía; es evidente que hay una atracción, por mi parte es posible
que haya algo más ―reconoció―. Sin embargo, ya te lo he dicho, lo más
importante para mí es Adrián, mi vida es un caos, aunque es cierto que estoy
tratando de encausarla, en estos momentos no tendrías prioridad en mi vida.
―Para mí sería suficiente una oportunidad.
―No puedo hacerte eso.
―¡No me estás haciendo nada!
―No ponerte en lo alto de mi lista de prioridades no es algo bueno, desde mi
punto de vista.
―Si yo me conformo con eso. ―intentó nuevo.
―Sería hacerte lo que Erika me hizo.
―No entiendo el punto de comparación.
―Erika fue mi novia, y dejó que me enamorara de ella, aún cuando sabía que
ella no me podía dar lo que yo quería.
»No puedo dejar que te enamores de mí, cuando no sé si algún día podré darte
lo que necesitas.
―¿Ni siquiera podríamos ser amigos? ―¿En serio, Alicia? Eres la única
persona que pide la friendzone. ―pensó la morena.
―Sino fuéramos amigos, no estarías cuidando a mi hijo a cambio de nada
―recordó―. No creí que fuera necesario aclarar ese punto.
―Me limitaré a ser tu amiga, pero eso no quiere decir que no guarde la
esperanza de que un día te des cuenta de que soy la mujer perfecta para ti. ―dijo
con picardía Alicia. Alonzo sonrió. A pesar, de que intentó hacer el comentario
como una broma, no pudo evitar pensar que en realidad eso deseaba. ¿Qué tan
malo es luchar por una oportunidad?, se cuestionó internamente.
―Lo hago, aunque no lo creas. ―reconoció Alonzo en su interior.
13 INTÉNTALO.
Después de que Alonzo y Adrián se fueron. Alicia y Sonia salieron a comprar
tacos para cenar, aun cuando, cualquiera que las viera diría que era una cena
cotidiana, pero Sonia conocía demasiado bien a su amiga como para saber que
algo había pasado, solo esperaba que el imbécil de Alonzo no le hubiera hecho
daño, porque de ser así, ella sería capaz de cortarle los testículos y usarlos de
abono para los arboles de la universidad.
―¿Qué te pasa? ―cuestionó Sonia, pero no obtuvo respuesta. ―Ali ―volvió
a intentar―. Y entonces vi a dos elefantes rosas y un unicornio volar sobre la
universidad.
―Yo también. ―concedió Alicia, que seguía en su universo personal.
―¡Alicia! ―refunfuñó Sonia, sabía que solo así podría llamar la atención de
su amiga.
―Aquí estoy, no es necesario que grites.
―¡No me estás poniendo atención!
―Claro que sí.
―¿Qué dije?
―Viste dos elefantes ro… ―Alicia se interrumpió cuando se dio cuenta de lo
que estaba diciendo―. Lo siento. ―se disculpó.
―¿Qué tienes? ―inquirió nuevamente.
―Hablé con Alonzo.
―Eso me imaginé, de lo contrario no estarías en tu mundo. ¿Tan malo fue?
―No del todo, bueno la gran mayoría sí.
―¿Tengo que matarlo?
―¡Sonia, por favor! Prometiste que tratarías de ser un poco más objetiva en
lo que se refiere a él.
―Y estoy tratando, pero Ali, si te hizo daño sin importar si es Alonzo o
cualquier otro impresentable debería de matarlo.
―No me hizo daño, ni nada por el estilo.
―¿Entonces?
―Es complicado, muy complicado.
―Pues dime, tal vez te pueda ayudar a acomodar tus ideas.
―¿Tú?
―Sí, yo, te recuerdo que voy a intentar ser objetiva en lo que respecta a
Alonzo, así que cuéntame qué sucede.
―¿Puedo estar segura de que no le dirás nada a Erika?
―Por Dios, Alicia nunca le he contado a ella nada de lo que hablamos, ni de
lo que hablo con ella te lo he contado a ti, no hay razón para que empiece a
hacerlo en estos momentos.
―¿Por qué no me dijiste que Erika es la mamá de Adrián?
―¡Oh! Se suponía que…
―¿Qué nadie debía saberlo?
―Sí, Erika nunca quiso tenerlo, está en su derecho de que no se haga publica
su maternidad.
―Estoy de acuerdo…
―¿Ves no somos tan opuestas como piensas? ―interrumpió Sonia.
―Sin embargo, esa no es razón suficiente para que amenace a Alonzo.
―Parece que no surtió mucho efecto. ¿No?
―Dijiste que no le dirías nada.
―No lo haré, pero él podía no haber dicho nada.
―Y tal vez no lo habría hecho, si ella se lo hubiera pedido de manera amable,
por lo que entiendo él no tiene mucho interés en aclarar quién es la mamá de
Adrián.
―No siempre estoy de acuerdo en cómo hace las cosas Erika, pero es mi
amiga y la apoyo.
―Hay algo que no entiendo.
―¿Qué es?
―Alonzo dijo que impidió a Erika abortar.
―¡Oh, Oh!
―¿Tú sabes qué fue lo que pasó?
―No creo que sea buena idea que yo te lo cuente, mejor pregúntale a él.
―Es curioso, Alonzo me dijo que lo mejor era que tú me lo contaras.
―¿Estás bromeando?
―No, para nada. Alonzo dijo que no se enorgullecía de ello, y puesto que no
hay dos formas de contarlo, solo una, lo mejor era que te preguntara a ti. Así que
dime, ¿qué fue lo que pasó?
―Estábamos en la clínica esperando a que atendieran a Erika, Alonzo le
pidió que no lo hiciera, ella insistió en interrumpir su embarazo, y Alonzo no
conforme se comportó como un cavernícola y la sacó de la clínica como si fuera
un costal de papas. ―Alicia soltó a reír―. No es gracioso.
―¿No estás exagerando? ―cuestionó Alicia sorprendida. Sonia negó.
―Es verdad, Alonzo la sacó de clínica cargando sin importarle las quejas de
ella y las mías. ―refunfuñó.
―Guau. No sé que pensar. ¿Qué ocurrió después?
―Erika dijo que solo la llevó a dar vueltas por la ciudad en un carro y
después la llevó a su casa.
―Puedo decir algo ¿y no me golpeas?
―Adelante.
―No encuentro tan grave que la haya sacado del hospital, por cómo me lo
dijo él creí que había sido algo más fuerte.
―¿Te parece poco sacarla contra su voluntad y tenerla secuestrada?
―Yo no le llamaría secuestrarla, al final no fue ni un día, y debo reconocer
que no estuvo bien que la sacara por la fuerza de la clínica, pero, ¿no crees que
todo hubiera sido diferente si Erika hubiera escuchado a Alonzo?
―Supongo que sí, y aunque no me creas le dije que lo hiciera, ella no me
escuchó, en eso.
―¿En algo sí te escuchó? ―cuestionó incrédula.
―No le puedes decir a Alonzo.
―No se lo diré.
―Erika iba a llevar a Adrián a un orfanato, la convencí para que no lo
hiciera.
―¡Dios! ―Sonia asintió―. No creo necesario que Alonzo o Adrián se
enteren algún día de eso, no tiene sentido. Solo les haría más daño.
―Además, Erika me mataría. Desde que me enteré que estaba embarazada le
dije que hablara con Alonzo, pero ella no quiso hacerlo, de hecho, no sé qué tan
en broma lo dijo, pero ella comentó que le diría una vez que ya hubiera abortado.
―Eso es demasiado cruel.
―Se lo dije, Alonzo se terminó enterando por accidente, a diferencia de otras
situaciones que Erika planeó, en esa ocasión no lo hizo.
―¿Cómo puedes estar tan segura?
―Porque tanto ella como yo sabíamos que Alonzo no tomaría bien el hecho
de que quisiera abortar, además, cuando se dio cuenta que él había escuchado
ella no estaba tan feliz. ―explicó, Alicia aún no estaba completamente
convencida que lo que decía su amiga fuera cierto.
―¿Cómo fue que se enteró? ―cuestionó. Sonia le contó lo que había
ocurrido desde que Erika armó la escena en la cafetería hasta cuando ella decidió
entregarle a Adrián.
―No puedo creer que te hayas prestado para eso.
―No sabía lo de la cafetería, te lo juro. ―se defendió―. Cuando vi a Alonzo
ahí me asusté iba a descubrir a Erika y no sabía cómo se lo iba a tomar, pero al
irse él de la cafetería, él amigo de Erika se despidió y dijo que era un placer
ayudarla en ese tipo de situaciones.
―No me refiero a eso, Sonia. Erika te uso, solo que tú te niegas a verlo.
―No es así. Sé que no fue la mejor manera para que terminara con Alonzo,
pero ella no quería que después de que lo hiciera él la siguiera buscando.
―Si tú lo dices… ―agregó sin convicción―. Pero, lo que no entiendo es por
qué no buscaste a Alonzo para decirle que Erika no había abortado.
―No podía hacer eso. Alonzo y yo nunca nos hemos caído bien.
―¿Por eso te desapareciste antes de que llegara él?
―Y lo haré siempre que pueda, al menos que tenga que dejarle claro que no
te haga daño.
―No tienes que hacer eso, estoy demasiado grandecita para cuidarme sola,
además ya tengo suficiente con mi hermano cuidándome las espaldas. ―gruñó.
―De todos modos, no es que él me haga mucho caso.
―¿Por qué lo dices?
―Le pedí que se alejara de ti.
―¡¿Qué hiciste qué?!
―Ali, no me puedes culpar, ¿qué si también te quiere usar como lo hizo con
Erika?
―Puedes olvidar por una vez en tu vida ese detalle y decirme por qué le
pediste que se alejara. ―farfulló molesta.
―No puedo responder esa pregunta si quieres que me olvidé de “ese detalle”.
―¡Sonia!
―“El detalle” como tú lo llamas es la razón para que le pidiera que se alejara.
―¡¿Qué le dijiste?!
―Que no eres como Erika ―respondió temerosa.
―En otras palabras, le dijiste que soy una tonta.
―No recuerdo bien qué le dije, pero creo que eso no debería de importar, a
pesar de eso el no se ha alejado de ti, creo que le estás dando demasiada
importancia a un asunto que no lo tiene.
―¡¿En verdad crees que no lo tiene?!
―¿Por qué te afecta tanto lo que le haya dicho? Sigues cuidando a Adrián no
encuentro el problema.
―Adrián no es el problema, hasta el momento me las he arreglado para
seguir cuidándolo a pesar de las amenazas de Erika.
―¿Entonces?
―Que tal vez habría la oportunidad que tuviera una relación con Alonzo,
pero gracias a ti no podré saber si es porque en verdad Alonzo no puede tener
una relación en estos momentos, o porque te está haciendo caso.
―Ali, pero si Alonzo no quiere tener una relación contigo es porque es un
imbécil, eres la mejor persona que él puede encontrar.
―Ese es tu problema, Sonia.
―¿Cuál?
―Que eres cero objetiva con tus afectos, y también con los que no te caen
bien, te pasas diciendo cosas maravillosas de Erika y de mí, aunque no sean
ciertas.
―A veces exagero un poco, pero solo eso. No puedes negar que no, eres un
gran partido, cualquier hombre debería de caer rendido a tus pies solo de
conocerte.
―¿Y si no lo hace es un idiota?
―Sí, o está ciego.
―¡Eres incorregible!
―¿Quieres que hable de nuevo con Alonzo?
―¿Qué le dirías?
―Que olvidé lo que dije sobre alejarse de ti.
―No, creo que es mejor dejar las cosas así.
―Supongo que aún no le has dicho que de alguna forma eres su jefa.
―No soy su jefa, y no, no se lo he dicho.
―Tal vez si le dijeras que serás su jefa cambie de opinión…
―¡No voy a ser su jefa!
―Algún día tendrás que hacerte cargo de Calzate.
―Tal vez, pero no estoy segura si participaré en la gerencia.
―También algún día se va a enterar te guste o no, serás la heredera.
―Una. Sonia, también está mi hermano y mis sobrinos.
―Una nimiedad, creo que debes decirle.
―¿No estás insinuando que si él sabe que mi papá es el dueño de Calzate y
mi hermano su jefe va a aceptar estar conmigo?
―Bueno, es solo una teoría.
―Supongamos que tu “teoría” es cierta, ¡me estaría vendiendo, Sonia!
―No quise decir eso, es solo que…
―Esa es la razón por la que no me gusta decir que relación tengo con la
empresa, me gusta que me quieran por mí, no por el dinero que creen que tengo.
―¡Tienes! ―rectificó Sonia―. En algún momento él se enterará.
―Sí, pero no será pronto.
―¿Qué quieres decir?
―Ezequiel me dio tres meses para decirle a Alonzo la verdad.
―¿De qué me perdí?
―¿A qué te refieres?
―Tu hermano siempre ha sido demasiado protector contigo, tú misma lo
acabas de reconocer, ¿cómo es posible que te dé oportunidad de decirle a Alonzo
la verdad, y no prefiera pagarle para que se aleje?
―Elisa me ayudó a convencerlo, y llegamos a un acuerdo.
―¿Por qué haría algo así?
―Supongo que teme nuevamente en quedarse sin asistente, además, de
seguro vio algo de potencial en Alonzo y desea darle una oportunidad.
―Todo me parece tan extraño.
―No te creas, a mí también se me hace raro, yo creí que mi hermano haría
algo, pero al parecer en esta ocasión me dará el beneficio de la duda.
―Mmm.
―Tú también deberías hacerlo.
―¿Qué?
―Darle el beneficio de la duda a Alonzo.
―¡Olvídalo!
―Por favor.
―No hay razón para que haga eso. No entiendo porqué te gusta, si hasta tú
misma reconociste que es un gruñón de primera.
―Un gruñón muy guapo. ―reconoció―. Además, ya no tiene tan mal
humor, salvo en algunas ocasiones que sale a relucir su mal genio.
―¿Algunas ocasiones?
―No ha tenido una vida fácil. ―defendió.
―Supongo que no, pero eso no es excusa para ser un amargado todo el
tiempo.
―Puede ser que no, pero tampoco le puedes pedir que esté feliz todo el
tiempo.
―¿Más allá de sus problemas con Erika qué más problemas puede tener?
―inquirió restándole importancia.
―Ya debe ser muy duro estar enamorado de una persona y darte cuenta de
que no te corresponde, está la cuestión de Adrián, y su papá murió el día que
conoció a su hijo, además tuvo que vender el taller de su padre y su casa.
―Yo no sabía nada de eso…
―Me imagino que no lo sabías. Por eso siempre te digo que hay que conocer
bien la situación antes de opinar a fondo.
―Excepto si es Erika.
―Erika me ha demostrado que no se merece el beneficio de la duda.
―A mí…
―No te atrevas a decir que Alonzo te lo ha demostrado, porque tú solo lo has
juzgado debido a lo que te contó ella.
―Le voy a dar el bendito beneficio de la duda solo por ti, pero si resulta que
te hace llorar, aunque sea solo una lágrima por él, no me voy a quedar callada.
¿Está claro?
―Está bien.
―¿Qué piensas hacer?
―¿Respecto a qué?
―A Alonzo.
―Nada. Él dijo que no podía ofrecerme otra cosa que no fuera amistad.
―¿Y tú te vas a quedar de brazos cruzados?
―Sí.
―Te conozco Alicia, y no estuviéramos teniendo esta conversación de no ser
porque quieres hacer algo, pero no sabes qué.
―Eso fue antes que me dijeras que le prohibiste se acercara a mí.
―Con mayor razón, Ali, si Alonzo no quiere nada contigo por lo que yo le
dije, debes demostrarle que te importa poco lo que yo diga sobre tu vida.
―También puede ser el hecho que él realmente no quiere nada conmigo,
porque no le gusto.
―¿No te dijo nada sobre si le gustas o no?
―Comentó algo como que ojalá me hubiera conocido antes que ella.
―Ahí puede estar tu oportunidad, demuéstrale que no eres la persona que él
cree. Si a pesar de eso, él se niega a tener una relación contigo tal vez no habrá
mucho qué hacer, pero al menos tendrás la certeza de que hiciste todo lo que
estaba en tus manos para demostrarle lo que sientes.
―No puedo creer que tú me estés diciendo esto.
―Ni yo, pero lo estoy haciendo porque realmente creo que es muy tonto si no
se enamora de ti, aunque insisto vete con cuidado.
―Supongo que encontraré la forma de acercarme.
―Estoy segura que sí. ¿Ali?
―¿Qué?
―¿Quieres una relación con Alonzo por qué él te gusta, o por qué tiene un
hijo?
―No te voy a mentir, sabes cuánto me encantan los niños y amo cuidar a
Adrián, es un dulce de niño, pero desde que conocí a Alonzo en la biblioteca con
todo y su mal humor hubo algo en él que me llamó la atención.
―Estás perdida, amiga. Solo espero que él también este igual de perdido que
tú, no quiero verte sufrir por su culpa. ―finalizó, consciente de que su amiga se
estaba enamorando y quería el paquete completo. En todo caso el problema es si
Alonzo querrá compartir todo el paquete contigo.
14 DÉJATE LLEVAR.
Alonzo no estaba muy seguro de cómo llevar la situación con Alicia, ella le
había dejado claro que estaba interesada en él, como algo más que su amigo, y a
él, le gustaba ella. De hecho, le atraía más de lo que cualquier otra mujer que se
hubiera cruzado en su vida, incluso mucho más que Erika, y eso era demasiado
decir.
Había algo en ella que la atraía como un imán al metal, por más que desde un
inicio hubiera intentado alejarse de ella, siempre hacía algo que lo ponía de
buenas, sabía que, un poco de lo que sentía por ella tenía que ver con el
agradecimiento por cuidar a Adrián y ayudarlo en todo lo que fuera en referencia
a su hijo.
Alicia trataba con tanto cariño a Adrián, que no le extrañaba que estuviera
estudiando pedagogía, a pesar, del buen trato a su hijo, la ayuda que le brindaba
a él, y el cariño que empezaba a sentir por Alicia, no podía confiar en ella,
debido a que de alguna forma estaba seguro que ella le ocultaba algo, pero no
tenía ni idea de cómo descubrir cuál era su secreto.
Por otro lado, un detalle que también lo detenía a dar un paso más adelante en
su relación con Alicia era el hecho de que ella solo estaba cuidando
temporalmente a Adrián, qué pasaría en el momento que él por fin encontrara a
una niñera que se pudiera hacer cargo de su hijo, tenía miedo que al Alicia ser
tan cercana a Adrián, él se encariñara demasiado con ella, y después cuando ella
ya no fuera más parte de su vida sufriría. Además, estaba el hecho de que Erika
lo había amenazado con quitarle a Adrián, y si eso llegaba a pasar, no se creía
capaz de soportarlo. Por eso, aunque la tentación de ir más allá con Alicia fuera
demasiado fuerte, lo mejor era que solo quedaran como amigos, principalmente,
por el bien de Adrián.
Mientras Alonzo cavilaba, caminaba en dirección a la cafetería, tenía una
hora libre y quería aprovechar a comer algo. En la mañana se quedó dormido y
Adrián no despertó de buen humor por lo que no le dio tiempo de desayunar. Ese
día decidió desayunar una torta de milanesa con su refresco de cola, al caminar
con su desayuno en busca de una mesa se encontró con alguien a quien no
esperaba ver.
―¿Qué haces aquí? ―cuestionó sorprendido.
―Ando de visita en la ciudad y pensé pasar a saludar a viejos amigos.
―respondió―. ¿Tienes hora muerta? ―indagó lo obvio. Alonzo asintió, los dos
amigos se dirigieron a una mesa que estaba vacía cerca de la puerta.
―¿A qué se debe tu visita a la ciudad? ―insistió, después de que su amigo
terminara la carrera se había marchado a Veracruz con su novia, solo viajaban en
caso de que necesitara hacer algún trámite para su titulación.
―Angie va a tener una exposición la próxima semana. ―explicó orgulloso.
―Claro, y tú tienes que venir a marcar territorio. ―se burló.
―Nunca en la vida. ―negó―. Angie no necesita que la marque, solo vengo
a acompañarla y apoyarla, aunque tampoco lo necesita, porque ella ha
demostrado que puede salir adelante en contra de cualquier vicisitud. ―afirmó el
joven de ojos verdes. Alonzo puso los ojos en blanco.
―Se me olvidaba que te puedes convertir en el ser más cursi del mundo,
cuando se trata de ella.
―Y tú el más simpático. ―reprendió divertido―. ¿Cómo te va? ¿Al final si
te cambiaste de trabajo?
Alonzo puso al día a Tomás desde que la niñera dejó abandonado a Adrián
hasta que Alicia comenzó a cuidar de él. Mientras charlaban Alonzo vio como
Ali se dirigía a la barra para almorzar.
―¡Alicia! ―llamó Alonzo.
―¡Hola! ―saludó cuando se acercó a la mesa donde estaban ellos. Los dos
se quedaron un momento en silencio hasta que Tomás carraspeó.
―Te presento a Tomás ―dijo Alonzo― ella es Alicia, la niñera de Adrián.
―Sí, la niñera. ―agregó molesta No una amiga, añadió internamente―.
Mucho gusto.
―Igualmente. ―Tomás fijó su mirada en la chica, él la conocía, pero no
estaba seguro que su amigo supiera quien era.
―Voy a comer algo ―dijo a modo de despedida, no se sentía nada cómoda,
primero le había molestado que Alonzo la presentara como la niñera, y no como
una amiga, segundo el dichoso amigo de él, la observaba como si quisiera saber
más de ella―. Para ir por Adrián. ―y hacer mi trabajo―. Añadió en su interior.
―Puedes comer aquí. ―dijo Alonzo.
―Claro ―secundó Tomás sin quitar la vista de Alicia.
―Gracias, pero me quedé de ver con Sonia en la pecera ―negó―. Hasta
luego.
―¡Nos vemos al rato! ―se despidió Alonzo.
―Puedes comer aquí. ―repitió Tomás entre carcajadas.
―¿Qué te pasa?
―Nada, nada… Solo estaba pensando en lo bonita que es tu niñera.
―¡Tú no cambias! ―refunfuñó molesto―. Y no es mi niñera, es la niñera de
Adrián.
―Por supuesto. La niñera de Adrián, y para que no te pongas celoso debo
aclarar que solo me pareció bonita, no tengo ningún interés en ella, no pienso
cambiar de horizontes, soy muy feliz con Angie y no pienso cometer el mismo
error dos veces.
»Tengo unas preguntas respecto a la niñera de Adrián.
―¡¿Qué?! ―respondió de mala gana.
―Si al igual que tú ella está estudiando ¿Dónde está Adrián?
―Alicia es una maravilla, se las arregló para que su cuñada pueda cuidarlo
mientras nosotros estamos en la universidad. Yo lo llevo a la guardería donde
están sus hijos, y después Alicia lo recoge. ―explicó.
Una maravilla, repitió Tomás internamente con sorna, ¿Sabes que Alicia es
Calzate o sea, técnicamente es tu jefa?
―Tu vida solucionada en un dos por tres, ¿no? ¿Cómo dices que se apellida
ella?
―No está del todo solucionada, Tomás, y no sé cómo se apellida. ¡De pronto
estás muy interesado en Alicia!
―Es solo que se me hace conocida.
―Eso seguro es por qué ella estaba en la biblioteca cuando Angie llegó y te
atrapó con las manos en Olivia.
―Tampoco te enojes, muchos se dieron cuenta de ese momento.
―reconoció― ¿Cómo es que alguien que es amiga de Sonia cuida a Adrián?
―Bueno, no es mi parte favorita del trato, pero, Alicia tiene una muy buena
química con Adrián, así que no hay mucho de qué preocuparse.
―¿Mucho?
―Alicia y Erika no son amigas si eso te preocupa.
―¿Cómo lo sabes?
―Alicia me lo dijo.
―¿Claro y tú le creíste?
―Antes de que ella me lo dijera, no entendía cómo es que podían ser amigas,
son muy diferentes.
―Eso parece.
―Así es. Erika volvió a buscarme.
―¿Qué?
―Lo que escuchas. ―Alonzo procedió a contarle todo lo que había sucedido
con su ex, desde el momento en que llegó cuando se estaba besando con Alicia,
hasta las amenazas de Erika, y la reacción que tuvo ella al respecto cuando le
contó que había sucedido con Erika.
―Al final no seré el único al que agarran con las manos en la masa. ―agregó
divertido.
―¡Muy simpático! Pero, hay una diferencia, yo no tengo porque darle
explicaciones de lo que hago a Erika, y ella no debería meterse en mi vida.
―¡Por fin estamos de acuerdo! ¿Qué piensas hacer con Erika?
―No hay mucho que pueda hacer, solo esperar a que no cumpla sus
amenazas y quiera quitarme a Adrián.
―Sinceramente, no creo que lo haga, ella nunca lo ha querido, puede ser que
solo lo haga por molestar.
―No pienso arriesgarme a descubrir, Alicia prometió que no traería para
nada a Adrián, y le dirá a su cuñada que por ningún motivo lo traiga a aquí.
―Siento que no te deberías dejar manipular por esa bruja, si quieres traer a tu
hijo, deberías hacerlo.
―No solo es por la amenaza de Erika, también está el hecho de que, si me ve
con él, se acerque y no estoy seguro de que una discusión frente a Adrián sea
buena idea.
―¡No tiene ni un año, Alonzo!
―Es cierto, pero eso no quiere decir que no se de cuenta de lo que sucede a
su alrededor.
―En eso tienes razón. Tal vez deberías intentar hablar con Erika, y llegar a
un acuerdo sobre Adrián.
―¿Perdiste la cabeza?
―Yo sé que tu relación con ella es complicada.
―Eso es un eufemismo, no hay forma de que ella y yo lleguemos a un
acuerdo, más si insiste en que no quiere que nada le recuerde los errores que ha
cometido, y eso es lo que yo represento.
―Eso no quiere decir que no puedan llegar a un acuerdo. En todo caso
cuando Adrián crezca empezará a hacer preguntas y ¿qué le dirás?
―No sé, supongo que, llegado el momento encontraré la forma de resolver
ese inconveniente.
―Espero que encuentres la forma de resolver tus problemas con ella.
―Gracias.
―¿Qué piensas hacer con Alicia?
―¿Cuál es tu interés en ella? ―refunfuñó.
―¡Ninguno! Estoy con Angie, ¿recuerdas?
――Hace casi dos años no te importó mucho por lo que tengo entendido.
―¡Tranquilo, hombre! Angélica me perdonó, y aunque sé que no ha
olvidado, no me lo recrimina no hay motivo para que tú lo hagas.
―Estás muy interesado en Alicia.
―¡Tú estás muy celoso! Me sorprendes Alonzo, no sabía que fueras tan
inseguro.
―¡No estoy celoso! ―farfulló.
―No, para nada, solo te molesta el hecho de cualquier persona pudiera estar
interesado en ella.
―Me gustaría poder estar con ella. ―explotó―. ¡¿Contento?! ―Tomás soltó
una carcajada―. No entiendo qué es lo que te parece tan gracioso.
―Tú, es muy divertido verte contra la pared, aunque la verdad no entiendo
por qué te complicas tanto la vida.
―¿Según tú que es lo que debería hacer?
―No soy quien para decirte que debes hacer, pero reconocer que sientes algo
por ella no está mal.
―No es tan fácil. Tomás, con todo el lio de Erika, lo mejor que puedo hacer
es mantenerme alejado de ella.
―No entiendo porqué la presencia de ella tiene que complicar las cosas. Si se
besaron en frente de media escuela debe ser por algo.
―No te niego que ella me gusta, más de lo que cualquier mujer lo ha hecho,
incluso más que Erika, y soy consciente que yo a ella no le soy indiferente, pero
no puedo arriesgarme a tener una relación en este momento con ella.
―¿Por qué?
―No puedo tener una relación con ella, Adrián podría encariñarse demasiado
con ella y cuando terminemos, él es quien más sufrirá.
―Entonces, asegúrate de decirle a Adrián que no lo haga, es su niñera, más
cerca de lo que están no se puede, estés o no en una relación con ella.
―He pensado en ello, sé que debería buscar otra niñera, pero no creo
encontrar a alguien que cuide con tanta vehemencia a mi hijo.
―¿A qué le temes?
―Si Erika no hubiera aparecido en el momento en que lo hizo, es probable
que en estos momentos tuviera otra especie de relación con ella.
―Si te detienes por lo que ella podría hacer estás mal, no puedes detener tu
vida solo por ella, de hacerlo al final, ella se estaría saliendo con la suya.
―No estoy seguro de que debería hacer, Alicia se merece una relación estable
y yo no se la puedo dar.
―Lo primero que puedes hacer es iniciar una relación como amigos.
―En eso estamos.
―¿En eso están? ―inquirió, mientras levantaba la ceja derecha.
―Sí, aunque ella quería algo más, al final acordamos que de momento lo
único que le puedo ofrecer es mi amistad.
―¡Ya! Y cuando la tienes que presentar, en lugar de hacerlo como tu amiga
vas y dices que es la niñera de tu hijo. ¡Bien hecho! ―se mofó.
―¿Qué tiene de malo? ¡Es la verdad!
―Sinceramente Alonzo creo que Erika te sorbió el seso, si son amigos
deberías de demostrarlo, es obvio que le tienes miedo a algo, pero no puedes
permitir que el miedo te detenga para ser feliz.
―Soy padre soltero.
―Padre, más no un monje, no puedes detener tu vida con la excusa de que
Adrián necesita de tu atención. Tu vida tiene que seguir adelante.
―Eso intento.
―Más que intentar, deberías vivir. ―sentenció― Demuéstrale que realmente
es tu amiga.
―¿Cómo?
―Tráela a la exposición de Angie.
―No estoy seguro…
―Es solo una sugerencia, si no quieres tomarla no lo hagas, pero cuando te
des cuenta de que tu vida ya pasó no te quejes.
Ojalá, fuera tan fácil, pensó Alonzo. La sugerencia de su amigo no le parecía
tan descabellada, pero, tampoco quería que Alicia se hiciera ilusiones. Por más
que ella le atrajera no podía tirarse en caída libre aunque Tomás insistiera que sí.
15 DIFERENTE FORMA, MISMA PIEDRA.
Pasaron algunos días desde que Alonzo habló con Tomás, y no lograba
aclarar sus ideas sobre lo que tenía que hacer en cuanto a su relación con Alicia,
si eso no fuera suficiente ella estaba actuando demasiado extraño con él. Sentía
que lo estaba evadiendo, si por alguna razón Alicia hablaba de algún tema con
él, solo eran cosas relacionadas con Adrián. Él estaba llegando a creer que ella
ya se estaba cansando de cuidar a su hijo, pero la misma quedaba descartada
cuando los veía juntos, Alicia y su pequeño hijo cada día se entendían mejor, no
es que en algún momento no hubiera una conexión entre ellos, y todo era gracias
a Alicia, ella desde el momento cero había sido encantadora y Adrián sin poder
evitarlo había quedado rendido a sus pies.
«Y tú también», añadió una voz en su interior.
Irónicamente esa conexión preocupaba a Alonzo. Él no estaba seguro de que
fuera buena idea que estuvieran tan unidos, porque al hacerlo cuando Alicia
decidiera que ya no quería saber nada de ellos, y tarde o temprano eso pasaría, su
hijo sería el que más sufriría con la partida.
«Y tú», reiteró para sí.
De alguna forma tenía que asegurarse que el recuento de los daños fuera el
menor cuando se diera esa ruptura, en especial, porque Adrián a su corta edad ya
había sufrido demasiado abandono en lo que a mujeres se refería. Primero por
parte de su madre, y segundo por su primera niñera que lo había dejado solo sin
importarle que estuviera hambriento. Alonzo era consiente, aunque no le gustara
reconocerlo que Tomás tenía razón y no había forma de impedir que su hijo
siguiera haciendo un lazo tan grande con Alicia.
Seguro que debía romper ese lazo que había surgido entre ellos, lo más pronto
posible, empezó a buscar posibles candidatas a niñeras, pero de las cinco chicas
con quien se entrevistó ninguna la convencía, así que las rechazó a todas por la
misma razón, ninguna de ellas era Alicia.
―Tengo que aceptar que estoy enamorado de Alicia. ―murmuró en voz alta.
―¿Qué dices? ―cuestionó Ezequiel sin levantar la vista de los documentos
que estaba revisando.
―Solo pensaba en voz alta.
«Lo mejor es que me concentre en el trabajo, ya después encontraré que
hacer con mi vida», recriminó así mismo.
―¿Seguro? ―insistió―. Llevas varios días retraído. Si tienes algún
problema, te puedo ayudar. ―ofreció sincero.
―Gracias, pero no creo que quieras llenarte la cabeza con problemas sin
ningún interés.
―Si esos problemas llegan a afectar tu productividad me interesan.
«Touche», pensó Alonzo. Ante la insistencia de su jefe Alonzo cedió, después
de todo un consejo no le caería nada mal.
―Estoy buscando una nueva niñera para mi hijo, y no logro encontrar a la
persona indicada.
―¿Por qué?
―Ninguna me convence, no estoy seguro que alguna de ellas esté dispuesta a
quedarse con él sin importarles nada más.
―¿Por qué deberían de hacerlo? Solo sería su niñera, no su madre.
―Necesito una garantía que mientras esté trabajando o estudiando sean
capaces de cuidarlo hasta que yo regrese.
―Entiendo. ¿Qué pasó con la niñera que tenías? Por lo que me habías dicho
parecía la mujer maravilla. ―Alonzo se tensó, por más que trataba de
encontrarle defectos a Alicia no podía, y a su parecer el mote de mujer maravilla
no le hacía justicia.
―Lo es, por eso creo que lo mejor es que ella ya no cuide de Adrián.
―¿Perdón?
―Sé que parece extraño, pero el hecho de que Alicia sea un encanto y
siempre esté dispuesta a ayudar, tenga una sonrisa en la cara y su corazón sea
inmenso.
«Esa es mi hermana», confirmó Ezequiel mentalmente.
―Sigo sin entender cuál es el problema.
―Ese precisamente, ella es tan perfecta que el momento en que decida irse
mi hijo va a sufrir demasiado.
―¿Por qué se tiene que ir?
―Porque tarde o temprano todas terminan por irse. ―agregó melancólico.
Ezequiel asintió, no estaba muy seguro de cuál fue el momento preciso en el que
había cambiado su perspectiva sobre Alonzo, de querer encontrar la forma que él
se alejara de su hermana, a querer convencer a Alonzo de las virtudes de su
hermana.
―Así que es mejor que te alejes tú a que ella lo haga. ―agregó Ezequiel.
Incluso él se dio cuenta de que había sido más agresivo de lo que pretendía.
―No, no es eso. Preferiría que nadie sufriera en este caso, y ya sea que se
vaya ella, o me vaya yo, alguien terminará por sufrir y si puedo evitar que mi
hijo sea el que sufra, lo haré.
―¿Todo esto es por tu hijo, o hay algo más que no quieres reconocer?
―Todo es por mi hijo, no hay nada más oculto. Adrián ya ha sido
abandonado por su madre, no merece que nadie más se aleje de él.
―Entiendo tu postura, aunque no la comparto, como yo lo veo quien tiene
más que perder es ella, si se ha encariñado con Adrián más allá de su papel de
niñera, cuando tú decidas que ya no pude cuidar de él tendrá que alejarse.
Incluso, si ella quisiera seguir viéndolo tú tienes el control en tus manos, eres el
padre.
»Claro que debes tomar en cuenta que si hay una unión entre ellos es más
fuerte que cualquier otra, porque es del corazón y esa ni siquiera una orden de
restricción podría romperla, y de hacerlo a quien más daño le harías sería a tu
hijo.
―No había pensado de esa forma. ―reconoció. Ezequiel permaneció en
silencio, mientras pensaba en qué responder a su subordinado sin parecer
agresivo ni estar de parte de Alicia.
―Es normal que no lo hayas hecho, por lo general solo vemos un lado de la
moneda, y no nos interesa el otro, como seres humanos solemos ser egoístas y no
nos importa lo que le pase a la otra persona, aun cuando creemos que todo es el
por el bien de la otra persona podemos hacer daño.
»En caso de que estés seguro y ella deje de cuidarlo, siempre puedes traer a
Adrián aquí.
―¿Aquí? ―cuestionó Alonzo confundido. El consideraba que Adrián era un
niño muy tranquilo, pero también tenía sus malos momentos como cualquier
niño, y cuando eso pasaba no había poder humano que lo tranquilizara. «Alicia
puede», insistió una voz en su interior.
―Sí, bueno, no aquí en esta oficina, pero si en Calzate. Tenemos guardería
para los hijos de los empleados. ¿No te dije?
―Sí, lo recuerdo, pero la mayoría de las veces esas prestaciones solo aplican
para las madres.
―No hay diferencia padre o madre, mientras sean hijos de nuestros
empleados no hay ningún inconveniente, incluso hemos llegado a recibir a
sobrinos de nuestros empleados, pero de eso se encarga mi hermana.
―¡Vaya! ―expresó sorprendido.
―¿Por qué estás tan sorprendido?
―Como te decía este tipo de servicios suelen ser en exclusivos para madres
solteras.
―¿Madre o padre soltero? ¿Qué más da? ¿Cuál es la diferencia?
―No debería ser mucha, sin demeritar que ellas tienen nueve meses de
gestación y amamantan, los dos deberíamos tener los mismos derechos y
obligaciones.
―Sigo sin entender por qué insistes tanto en hacer una diferencia.
―En la universidad descubrí que el apoyo para madres solteras no es el
mismo que para los padres.
―¿Cómo es eso?
―Cuando una mujer es madre soltera cuenta con el apoyo de la universidad,
puede llevar a su hijo a las clases, y algunos profesores hasta se compadecen al
punto de cuidar al bebé mientras la madre toma clases, si la situación es al revés
todo cambia, no hay apoyo, e incluso te prohíben la entrada al salón con el bebé.
―explicó con furia, pero a la vez melancolía se hizo presente en su voz.
―Algo que no debería pasar. ―concedió― Pero no te preocupes, aquí eso no
ocurre y si llegara a pasar mi hermana nos despellejaría vivos a mi papá y a mí,
con la aprobación de mi madre y mi esposa.
―¿En serio?
―Sí, para ella no hay nada más importante que la igualdad, y que todos
nuestros empleados tengan el mismo trato, sin importar el género al que
pertenecen.
»La guardería por decirlo de alguna forma es un capricho que le cumplimos.
―¡¿Capricho?! ―Alonzo no consideraría una guardería un capricho y de
serlo era un muy extraño.
―Mi hermana estudia Pedagogía, aunque todavía no termina la carrera, por
más que hemos intentado que se integre a la empresa ella se niega, hasta que a
mi padre se le ocurrió la idea de poner una guardería para los empleados.
»Ella es la que está al tanto de los ingreso y egresos, además verifica que
todas las instalaciones estén en óptimas condiciones, y el trato a los niños sea el
adecuado.
―¿Hay alguna razón por la que tu hermana no quiera trabajar en la empresa?
―cuestionó curioso. Alonzo no estaba seguro si trasgredía o no la línea de
empleado―patrón, pero puesto que él casi, casi había contado hasta el último
resquicio de sus problemas no veía mal el hacer esa pregunta, si contestaba su
jefe o no ya sería cosa de él.
―No, de alguna forma ella preferiría tener una vida más austera.
―¡¿Quién en todo el mundo quiere tener una vida austera?!
―Mi hermana, si por ella fuera no viviría con tantos lujos y estaría feliz con
lo más indispensable. Incluso trabaja. ―las últimas dos palabras tuvieron un
toque despectivo.
―No veo que tiene de malo trabajar, todos lo hacemos, incluido tú. Al menos
que me equivoque y esta empresa se encuentre tan bien posicionada gracias a
alguna especie de milagro y no por el trabajo.
―No me malinterpretes, todos los trabajos siempre y cuando estén dentro de
la ley son honorables, sin embargo, mi hermana no tiene la necesidad de hacerlo.
―¿En qué trabaja ella?
―Una heladería. ―respondió.
―La dueña supongo. ―agregó, a pesar de que no conocía a la misteriosa
señorita Calzate estaba seguro de que no había mejor puesto para ella en una
heladería que ese, seguramente hasta era la dueña de una franquicia. Ezequiel no
aguantó y carcajeó sonoramente.
―No, es la vendedora.
―¡¿Qué?! ―Alonzo abrió tanto la boca que bien podría haber entrado una
mosca en ella.
―Como lo oyes, aunque no lo necesite, ella decidió trabajar en un empleo
menor, incluso gana menos que cualquiera de los intendentes de Calzate.
―¿Si quiere trabajar por qué no lo hace aquí?
―Ella quería ser parte de intendencia, como comprenderás papá y yo nos
opusimos, tratamos de encontrarle un puesto de acuerdo con sus aptitudes, pero
se negó. Ella no quería entrar aquí por influencias.
―No serían influencias, es la empresa de su padre, tiene derecho a trabajar en
ella.
―Así es, pero ella no lo ve así, por eso decidimos que lo mejor era quitar el
dedo del renglón y dejarla trabajar en lo que ella quisiera.
―¿Se le zafó un tornillo? ―cuestionó. Alonzo no tenía ninguna razón para
desdeñar un empleo de vendedora, pero la hermana de Ezequiel podría ser
gerente, sin embargo, había decidido no hacerlo. La única razón que encontraba
para su decisión era que estaba mal de la cabeza.
―Eso parece. ―concedió Ezequiel, no estaba seguro por qué, pero quería
que Alonzo conociera bien a Alicia, así cuando se enterara que su hermana y la
niñera de su hijo era la misma persona no estuviera tan furioso y podría perdonar
la mentira. Ezequiel también sabía que debía hablar con su hermana para que le
contara la verdad lo antes posible, de lo contrario tal vez sería demasiado tarde
cuando ella se atreviera a hacerlo.
»Cuando ella decidió irse de la casa todos tratamos de convencerla para que
no lo hiciera, pero ella no nos escuchó y decidió irse a vivir a un cuarto.
―Alonzo se tensó―. No es que sea malo vivir en un cuarto, pero si mi hermana
puede vivir en un lugar mejor. ¿Por qué hacerlo ahí? ―cuestionó para explicar
sus palabras ante la visible molestia de su interlocutor.
―Entiendo. ―dijo Alonzo y, en verdad lo hacía, no era muy feliz viviendo
en el cuarto, porque era muy pequeño, pero gracias a lo que le pagaban en
Calzate podía mudarse a un departamento, sin embargo, ninguno de los que
había visto lo convencía, tal vez debería pedirle ayuda a Alicia para elegir uno.
―Como no logramos convencerla tuvimos que recurrir a la artillería pesada.
―¿Artillería pesada?
―Sí, bueno ,no hicimos nada estúpido, ni que le hiciera daño, tal vez depende
del cristal con el que se mire.
―¿Qué hicieron? ―indagó intrigado.
―Como ella se oponía a regresar a la casa buscamos un departamento cerca
de la universidad que fuera de un tamaño adecuado, tuviera todos lo que ella
pudiera necesitar y que estuviera en una zona segura. Pagamos tres años de renta
por adelantado. Creímos que eso sería suficiente.
―¿No lo fue?
―No, con mi hermana debes saber que no se puede dar nada por sentado. A
Alicia no le importó que el departamento estuviera pagado, insistió diciendo que
se quedaría en el lugar que ella quería, no en el que hubiéramos escogido
nosotros.
―Me imagino que no se quedaron de brazos cruzados.
―No, no lo hicimos, contratamos dos guardaespaldas. ―Alonzo boqueó―.
La amenazamos con que si no se mudaba al departamento la seguirían a todos
lados, sabíamos que lo odiaría por eso lo hicimos.
―¿Funcionó?
―Sí, aunque a cambio nos castigó. Duró alrededor de seis meses sin
hablarnos, solo se comunicaba con mi mamá, ella poco a poco logró convencerla
para que nos perdonara.
―¿Ya están bien las cosas con ella?
―Sí, pero dudo que si vuelvo a hacer algo de ese tipo me perdone.
―Por lo que me cuentas tu hermana tiene una extraña aversión al dinero.
―Así es, sin embargo, debo reconocer que el culpable de eso soy yo.
―¿Qué quieres decir?
―Soy un poco posesivo con ella, y llego a meterme en su vida, aun sabiendo
que no debería, pero lo hago porque me preocupa y no quiero que cualquier
imbécil se aproveche de su buen corazón.
―Si estuviera en tu lugar tal vez haría lo mismo. ―reconoció Alonzo.
―Es probable, aun así, Alicia no lo ve igual. ―dijo. A Alonzo le sorprendió
que la hermana de su jefe se llamara igual que la mujer que, aunque no quería
reconocerlo se había adueñado de su corazón.
―Con su primer novio en la secundaria me percaté de que él no estaba con
ella porque la quisiera o le interesara mi hermana, sino por el dinero, así que le
ofrecí dinero a cambio de que la dejara. Él aceptó gustoso, cuando ella se enteró
quiso matarme, pero no lo hizo.
―No debió ser muy agradable para ella.
―No, no lo fue. ―reconoció― He repetido el mismo procedimiento con
todos sus novios. ―agregó avergonzado.
―¿Eso no es exagerar? Entiendo que lo hayas hecho la primera vez, pero
¿con todos? ¿En realidad es necesario?
―Sí, sé que es complicado de entender y parezco un loco sobreprotector,
pero si ellos estuvieran interesados en ella o la quisieran, rechazarían el dinero,
pero, ellos prefieren el dinero, y mi hermana lo sabe, por eso quiere llevar una
vida normal. Sin duda alguna el que más daño le hizo es el último.
―¿Qué sucedió?
―El tipo era un imbécil.
―¿No lo son todos?
―Él es el rey de los imbéciles con mención honorifica.
―Si tú lo dices.
―Después de aceptar el cheque, estuvo con ella, la grabó sin que Alicia se
diera cuenta y delante de sus amigos la humilló, haciéndole saber que solo estaba
con ella por dinero, como ya había conseguido su objetivo mi hermana ya no le
servía de nada.
―¡Maldita sea!
―Te lo dije, es un maldito cabrón.
―¡Espero que no te hayas quedado de brazos cruzados!
―No, no lo hice. El idiota no esperó a cobrar el cheque para burlarse de mi
hermana, en cuanto me enteré lo cancelé, misteriosamente sufrió un asalto que lo
tuvo en la cama de un hospital durante una semana. ¡La ciudad puede ser muy
peligrosa!
―Demasiado peligrosa al parecer.
―Esa fue la razón por la que Alicia se fue de la casa, entró a una universidad
pública pudiendo estudiar en la que ella quisiera aquí o en el extranjero. Está
dispuesta a demostrar que puede llevar una vida tan normal como cualquier otra.
―Pero eso en lugar de tranquilizarte te preocupa más.
―Sí, ella es muy noble, pero a la vez es muy ingenua y no muy dada a ver lo
negativo de las personas.
»Mi padre abrió una cuenta y cada mes le deposita dinero, el cual a excepción
de unos pesos continúa intacto, desde que ella dejó la casa de mis padres no nos
ha pedido nada, por eso cuando le entregó tu currícu… ―la cara de Alonzo era
una mezcla entre sorpresa y furia. Ezequiel al verlo se dio cuenta de la estupidez
que había cometido.
«Alicia va a matarme», pensó Ezequiel.
―Yo… ―titubeó.
―¿Exactamente qué fue lo que pasó con mi curriculum? ―cuestionó
molesto.
―Eso deberías preguntárselo a Alicia.
―Puesto que me has contado santo y seña de su vida no creo que algo más
afecte mucho, al menos, claro que todo lo que hayas dicho sea mentira.
―No es mentira, es la verdad. Si conocieras bien a Alicia sabrías que es
verdad. Alicia le entregó tu curriculum a mi padre, como te he dicho es muy raro
que ella interfiera en algo de la empresa por eso fue tan sorpresivo que lo hiciera,
¿cómo llegó a manos de ella no puedo saberlo?
―Por supuesto. Como tu hermana entregó mi documentación a ustedes la
contratación fue inmediata.
―El caso de tu contratación fue muy extraño ―reconoció―. Mi anterior
asistente renunció sin decir nada y dejando el mismo desastre que encontraste a
tu llegada. Si Alicia o cualquier otra persona cercana a nosotros nos hubiera
dado tu curriculum lo habríamos entregado a Recursos Humanos y el proceso
había dependido en su totalidad de ellos.
»Pero, papá y yo ya no nos dábamos abasto, era demasiado trabajo para los
dos, al ver tus papeles hubo algo que me llamó la atención y fue que decidí
contratarte.
―¿Eso fue todo?
―¿Qué quieres decir?
―Por favor, ¿solo me llamaste por mi curriculum o querías saber si había
algo entre Alicia y yo?
―Claro que quería descubrir qué había detrás de ello, pero lo mismo podría
haber descubierto en otra área de la empresa, no era necesario que fuera aquí.
―¡Espero que tu curiosidad se satisficiera! ―refunfuñó molesto―. Como te
podrás dar cuenta entre tu hermana y yo no hay nada, por lo tanto, no hay razón
alguna para que permanezca aquí.
―Espera, Alonzo. No me puedo meter en lo que decidas hacer con mi
hermana ―El aludido levantó la ceja con incredulidad―. Pero en lo que sí tengo
voz y voto es en tu trabajo aquí, y no estoy dispuesto a perderte como empleado,
entiendo que estés confundido y furioso, pero hay un contrato que te obliga a
permanecer trabajando por tres meses de los cuales apenas han pasado dos.
»Sin embargo, a pesar de eso, ya tengo listo el contrato definitivo, y esto no
tiene que ver nada con Alicia, sino con tu desempeño. ―finalizó Ezequiel.
Alonzo salió de la oficina sin importarle la advertencia de su jefe.
No había una palabra correcta para definir el estado de ánimo de Alonzo de
nueva cuenta se encontraba en el mismo lugar, en donde solo la sorpresa, el
dolor y la furia tenían cabida. La sorpresa de saber que, aunque había creído que
Alicia era diferente a lo que pensaba era mentira, el dolor porque una vez más se
había enamorado de la persona incorrecta, y la furia consecuencia de las
mentiras y el engaño. Sin duda alguna había tropezado de nuevo con la misma
piedra, tenía diferente forma, pero no dejaba de ser una piedra.
Confió en Alicia, creyó que ella sería muy diferente a Erika, pero la realidad
era que al igual que su ex, Alicia era una mentirosa, una embustera capaz de
hacer cualquier cosa para salirse con la suya, y eso que pensó, que era diferente.
Alicia lo había desilusionado tanto.
16 CON EL ALMA ROTA.
Alicia se encontraba viendo la televisión con Sonia mientras Adrián dormía la
siesta de la tarde. El día anterior Sonia se había dado cuenta que su amiga había
sido muy fría con el padre de Adrián, algo muy extraño en su amiga, quien
generalmente fuera la persona era amable, más extraño todavía si agregamos el
interés sentimental que tenía la chica en Alonzo. Alicia no le había dicho nada al
respecto, tal vez había discutido con él y estaba molesta o algo así.
Suponía que debido a la animadversión que había entre ella y el chico, Alicia
no le quería contar nada, pero sin importar que creyera que Alonzo era el peor
hombre sobre la faz de la tierra para estar con Alicia, era su amiga y quería que
estuviera bien, y si eso significaba tratar de ser empática con él, lo haría, después
de todo si no lo hacía no sería una buena amiga.
―¿Qué pasó con Alonzo? ―cuestionó Sonia. Alicia volteó a ver a Sonia
sorprendida que su amiga quisiera iniciar una conversación en torno a él.
―Nada.
―¿Entonces por qué estás tan fría con él?
―No soy fría con él, solo me limito a lo que él quiere que sea.
―¿Y eso es?
―Que sea la niñera de Adrián, solo me limito a mi trabajo.
―No es un trabajo porque no te paga.
―Lo es, ya me pagó.
―¿Lo hizo?
―Sí, al parecer dónde trabaja le pagan muy bien ―Sonia puso los ojos en
blanco―. Me paga mejor que en la heladería.
―Sabes que, al aceptar el pago de Alonzo, de una u otra forma estás
aceptando el dinero de tu familia.
―No exactamente.
―Claro que sí.
―No, Ezequiel le paga a Alonzo por su trabajo, él lo gasta como mejor le
parece, y entre esos gastos está el pagarme a mí porque cuido de su hijo.
―Si te quieres engañar de esa manera.
―Nunca me he negado para trabajar en la empresa, solo que mi familia
quiere hacerlo a su manera y yo a mi modo, y ninguno de los dos está dispuesto
a dar su brazo a torcer.
―Reconoce que querías el puesto de intendente solo para molestar a
Ezequiel, y no porque de verdad piensas que te deben tratar como a los demás.
―Me deberían de tratar como a cualquier otro empleado, pero con mi padre y
mi hermano eso es imposible, y también quería hacer pasar un mal momento a
Ezequiel, pero no lo logré.
―Ezequiel me adora ―sarcástica―. Porque cree que te incito a hacer todas
esas locuras con las que lo pones en jaque.
―Él debería saber que no necesito ayuda, sola puedo.
―¿En verdad disfrutas mucho molestando a tu hermano?
―No lo hago solo por molestarlo, pero de alguna forma le tengo que poner
un alto para que deje de meterse en mi vida.
―Debes reconocer que es un poco confuso que no quieras que se meta en tu
vida y después vas y le pones a Alonzo en frente.
―Eso ya no tiene mucha importancia.
―¿Entonces ya no importa que Alonzo se enteré que eres hermana de
Ezequiel?
―Si decidí ocultar un poco quien soy…
―¡¿Un poco?!
―Es porqué estaba harta de que todos se acercaran a mí porque quieren
obtener algo. ―continuó sin importarle la interrupción de Sonia―. Cuando
conocí a Alonzo no creí relevante decirle quién era.
―¿Y ahora?
―No tiene importancia, Sonia, él no quiere nada conmigo, no creo que
cambie de opinión si se entera que soy hermana de Ezequiel.
―Aun así, deberías decirle al final le estás mintiendo.
―Supongo que pronto lo haré.
―¿Por qué piensas que Alonzo no quiere nada contigo?
―Me lo ha demostrado.
―¿Cómo? Creí que habían quedado como amigos.
―Exacto, quedamos como amigos, pero cuando pudo presentarme como tal
eligió hacerlo como la niñera de Adrián.
―Algo que no eres. ―ironizó.
―Sí lo soy, adoro a Adrián lo sabes, pero me duele saber que para Alonzo
soy solamente quien cuida de su hijo.
―Pero eso no quiere decir que no esté interesado en ti como una amiga, tal
vez no quería decirle a quién quiera que sea, que eres su amiga, por motivos que
solo le competen a él.
―¿Estás defendiendo a Alonzo?
―No, nunca lo haría, no hay una sola razón por la que quisiera hacer tal cosa.
―¿Ni una?
―Bueno, he descubierto que no es del todo lo que yo pensaba, pero no por
eso me voy a hacer amiga de él. Solo creo que sobre reaccionaste a una simple
presentación.
―Es su mejor amigo, y es el padrino de Adrián, no fue cualquier persona.
―¿Lo conozco?
―No lo sé, se llama Tomás.
―Nos conocemos. ―agregó con una cínica sonrisa.
―¿Quiero saber cómo se conocen?
―No hemos interactuado mucho, pero los dos estuvimos presentes cuando
Alonzo se enteró que Erika estaba embarazada, él ayudo mucho para que Alonzo
no le hiciera daño a Erika. ―Alicia levantó la ceja derecha de manera
inquisitiva.
―Ya te dije que ella quería abortar y él no estaba muy feliz con esa decisión.
―Alonzo no la hubiera lastimado de ninguna forma, menos sabiendo que ella
estaba embarazada.
―Ese es un punto discutible, puesto que no estuviste ahí.
―No, pero si hay algo que es cierto, es que conozco mejor a Alonzo de lo
que tú lo haces.
―Y yo era la que lo estaba defendiendo.
―Son dos situaciones diferentes.
―Tienes razón lo son. No es que lo defienda, pero en verdad estás
exagerando, Tomás es su mejor amigo, sí, pero puede haber alguna razón por la
que no quiera decirle que son amigos, o tal vez él no quiera reconocerlo.
―¿Qué quieres decir?
―Debo de haberme golpeado en la cabeza, pero, Alonzo está enamorado de
ti.
―¡Eso es mentira!
―No es cierto, Ali, no se te olvide que yo estuve presente durante su relación
con Erika.
―Oh, vaya. ¡No hay una conversación más agradable que saber sobre la
relación de Alonzo y Erika!
―Él babea cuando te ve ―continuó Sonia, a pesar del sarcasmo de Alicia―.
Mientras fue novio de Erika su mundo no giraba alrededor de ella, contigo lo
hace, si no está enamorado de ti, entonces no sé nada. Hay algo que le impide
reconocer que lo está.
―¡Necesitas lentes! Podría apostar lo que quieras a que él sigue enamorado
de Erika.
―Sabes lo que pienso de esa relación.
―Lo sé, ¡tienes razón te golpeaste en la cabeza!
―Estamos de acuerdo en algo ―concedió―. ¿Quieres un consejo?
―Uhm, ¿no lo sé?
―No puedo asegurar que Alonzo esté enamorado de ti, pero al menos está
atraído por ti, y siento estás siendo demasiado dura con él.
―En todo el mundo de quien menos esperaba oír esas esas palabras eres tú.
―Tienes razón y quizá por eso deberías de darle más valor a lo que te digo.
―Trataré de hacerlo, pero solo para que quede claro siempre le doy mucho
valor a todos tus consejos.
―Bien, como te decía me parece que estás siendo demasiado dura con él.
Solo por la forma en la que te presentó, podrías preguntarle porqué lo hizo, y ya
dependiendo de eso puedes saber si te fuiste por el camino correcto o el
equivocado, en caso de que sea el erróneo tienes la oportunidad de corregir.
―No sé. Sonia, si resulta que tengo razón será muy humillante.
―Pero no te quedaras con la duda, además estás omitiendo el detalle de que
le estás mintiendo, cualquier persona se enojaría al descubrir la verdad.
―Técnicamente no le estoy mintiendo. Alonzo solo no sabe mi apellido,
porque nunca me ha preguntado si él quisiera saber cómo me apellido se lo diría
sin ningún problema.
―O podrías decirle soy la hermana de Ezequiel, tu jefe. Eso sin contar el
hecho que gracias a ti tu hermano lo contrató.
―Y vuelve la burra al trigo.
―No creo que a él le fascine saber que moviste los hilos adecuados para que
encontrara trabajo.
―Sin importar lo que siento por Alonzo hubiera hecho lo mismo con
cualquier otra persona.
―Lo sé, Ali, a mí no me tienes que convencer de lo contrario, sé que lo
hubieras hecho con cualquier otra persona, pero sabes que de alguna forma le
solucionaste todos sus problemas.
―Algo que no hubiera pasado si a mi hermano no le gustara su forma de
trabajar. Okey, sí le di el curriculum a mi papá y eso para todos parece estar mal,
pero, aunque le hubiera pedido expresamente que lo contrataran, algo que no
hice, si no quisieran hacerlo, Alonzo no estaría trabajando para Calzate.
―Es cierto, y no te lo digo para que te enojes, aunque crea que no debiste
hacerlo, no te estoy juzgando, solo piensa en que si la situación hubiera sido al
revés como reaccionarías tú al enterarte.
―Le daría las gracias ―Sonia le lanzó una mirada de incredulidad―. Tal vez
me molestaría un poco, pero después aceptaría la ayuda.
―Al menos que fuera Ezequiel o tu padre.
―¿Qué quieres decir?
―Eso, que si tu padre o tu hermano quieren ayudarte sea cual sea su motivo
se los echas en cara, solo porque no quieres que te ayuden.
―¿Qué tiene que ver mi relación con mi familia con lo que está pasando con
Alonzo?
―Todo, eres una buena persona, siempre quieres ayudar a los demás, y lo que
hiciste con Alonzo lo harías con cualquier otra persona, aunque tu familia no lo
vea así, pero cuando se trata de ti, todo cambia si no hacen las cosas como tú
quieres, o te ayudan sin pedirlo te enojas y terminas poniendo una barrera que a
cualquiera le cuesta trabajo traspasar.
»Lo mismo puede aplicar para los demás, Alonzo podría enojarse al descubrir
la verdad, porque, aunque tú solo querías ayudar debiste de haber preguntado si
necesitaba tu ayuda, al no hacerlo terminaste haciendo lo mismo que Ezequiel
hace contigo.
―Si le hubiera dicho a Alonzo que podía ayudarlo, seguramente se hubiera
alejado de mí en ese momento.
―No puedes estar segura de eso.
―Lo estoy, en alguna ocasión me dijo que estaba harto de las niñas ricas que
creen que con solo tronar los dedos pueden controlar al mundo.
―Supongamos que dijo eso porque quedó afectado de su relación con Erika.
―¿Supongamos?
―De acuerdo, quedó muy afectado por su relación con Erika. ―corrigió.
―Tu familia podrá tener todo el dinero que tiene, pero no eres una niña rica
que con solo tronar los dedos tiene el mundo a sus pies. Y eres muy diferente a
Erika.
―Erika sería muy feliz de escuchar eso. ―agregó con sorna. Sonia la
sentenció con la mirada―. No dije nada.
―Si Alonzo cree que porque tienes dinero eres igual a ella es un idiota y no
te merece.
―Eso lo dices porque eres mi amiga.
―No, en serio, Ali. Cualquiera que te conozca bien debería saber la clase de
persona que eres y que el dinero no influye en tu forma de ser, si Alonzo duda de
ello no se merece tu amor.
―Según tú debería decirle la verdad.
―Yo creo que deberías hablar con él y preguntarle directamente si en verdad
está interesado en ser tu amigo, después debes decirle la verdad y cómo es que
llegó a trabajar a Calzate, lo que sigue tendrás que decidirlo tú sobre la marcha.
―No suena tan descabellado, aunque no estoy segura de que lo haga hoy.
―No tienes que hacerlo hoy, además no le hace daño que lo castigues un
poco. ―agregó divertida.
―Y yo que creí que te estabas poniendo de su parte.
―¡Ni loca! Solo estoy de tu parte y no te quiero ver sufrir, si eso implica
hacerte ver los errores que estás cometiendo lo haré, aunque tenga que ponerme
un poco en los zapatos de Alonzo.
―¡Gracias!
―No es necesario que me des las gracias, aunque si te sientes muy obligada
no estaría de más que hoy te tocara pagar los tacos.
―¡Muy graciosa! ―chilló divertida.
Después de su conversación sobre Alonzo, Alicia permaneció en silencio
mientras recapitulaba en todo lo que había dicho Sonia y reconocía que ella tenía
razón en más de una cosa, en especial en lo referente a la forma en la que ayudó
a Alonzo, ¿qué tal si él no quería esa ayuda? No podía quejarse de Ezequiel
cuando se comportaba de la misma forma que él.
Mientras Alicia analizaba qué haría en referencia a Alonzo alguien tocó el
timbre bruscamente haciendo que Adrián se despertara llorando, de inmediato
Alicia corrió a tranquilizarlo, mientras que Sonia fue a abrir para que dejaran de
tocar de esa forma tan agresiva.
Sonia abrió molesta, quien quiera que fuera esperaba que tuviera un buen motivo
para tocar de esa forma, cualquiera pensaría que la vida de la persona dependía
de que le abrieran la puerta.
―¡¿Tú?! ―cuestionó molesta cuando abrió.
―¡¿Dónde está la manipuladora de tu amiga?! ―respondió Alonzo con otra
pregunta.
―Pueden dejar de gritar ―pidió Alicia. Mientras trataba de que Adrián
dejara de llorar, dejó que Alonzo y Sonia tuvieran una lucha de miradas
silenciadoras, mientras ella hacía de todo para calmar al bebé.
―¿Te importaría entregarme a mi hijo?
―Yo… ―titubeó Alicia.
―¿Qué te pasa? ―intervino Sonia.
―No entiendo cuál es tu afán de intervenir en esta conversación cuando
nunca te ha interesado nada de lo que hago. ―refunfuñó.
―De alguna manera te guste o no podría decirse que soy tía de Adrián.
―¡Sonia, por favor! ―pidió. Alicia resignada entregó Adrián a Alonzo―
Estuvo tranquilo toda la tarde, pero se despertó alterado.
«Lo despertaste, tú, idiota» agregó Sonia mentalmente.
―Entiendo. ―agregó entre dientes.
―Adiós. ―dijo Alicia, se acercó a acariciarle la mejilla a Adrián, nerviosa.
No se necesitaba ser adivino para asegurar que Alonzo estaba enfurecido, Alicia
lo sabía, de lo que no estaba segura era las razones por las que lo estaba y mucho
menos quién era el causante de semejante molestia.
―Ya no es necesario que sigas jugando a ayudar al pobre de Alonzo.
―Yo… ―titubeó.
―Descubrí tus mentiras, necesitaba entender por qué estabas tan distante,
pero ya lo comprendí. ¡te hartaste de mí!
―¡Eso no es cierto! ―defendió.
―No te preocupes ya no tienes que hacer nada más por nosotros.
―No es así, te puedo explicar… ―murmuró mientras una lágrima caía por su
mejilla.
―No necesito tus explicaciones, creí que eras diferente, pero eres igual que
Erika. ―finalizó. Alicia negó con la cabeza, mientras las lágrimas continuaban
cayendo por sus mejillas. Alonzo salió del departamento, de la misma forma que
había llegado, con el alma destrozada.
No se sentía bien como para hacer el viaje a dónde vivía en el camión, por lo
que decidió que lo mejor era tomar un taxi, por más que lo intentó mientras
transcurría el camino no consiguió que Adrián dejara de llorar.
―Lo sé, también me duele ―murmuró con la voz cortada―, algún día
entenderemos que lo mejor es que seamos solo tú y yo. ―finalizó antes de darle
un beso a Adrián en su cabecita. Las lágrimas de Alonzo se confundieron con las
de Adrián.
17 Y EL CORAZÓN DESTROZADO.
Alicia permaneció frente a la puerta cerrada durante unos minutos mientras
las lágrimas seguían cayendo por su cara sin que las pudiera controlar.
―Ali ―llamó Sonia. Ella sabía que cuando Alonzo se enterara de la verdad
se molestaría mucho, pero no esperaba que fuera tan cruel, en todo el mundo
quien menos se lo merecía era Alicia.
―No lo digas, por favor.
―¿Qué? ―cuestionó confundida.
―Te lo dije, no estoy preparada para escucharlo.
―¡No iba a hacerlo! Ven. ―Sonia llevó, más bien arrastró a Alicia hasta el
sofá enfrente de la televisión, era evidente que su amiga no quería distraerse,
pero no pensaba dejar que se encerrara en su mundo, solo porque Alonzo estaba
siendo muy obtuso.
―No imaginé que se fuera a molestar tanto. ―reconoció―. Sé que le mentí y
eso estuvo mal, pero no lo hice para hacerle daño.
―Lo sé, Ali. No tienes que explicármelo. Sé que lo hiciste porque querías
ayudar.
―¿Entiendes por qué odio tanto el dinero de mi familia?
―No, no lo hago.
―Mis anteriores parejas se acercaban a mí por el dinero y una vez que lo
tenían se desaparecían, con Alonzo era todo tan diferente, porque creía que al
igual que él tenía que trabajar por necesidad, y no por gusto, pero ahora que sabe
que tengo dinero se aleja porque no quiere a alguien como yo.
―Ali, está enojado, pero va a pensar las cosas y se dará cuenta que se
equivocó y lo mucho que está perdiendo.
―No creo que esté perdiendo nada.
―¿Después de lo que pasó sigues creyendo que no está interesado en ti?
―Dame una razón para que crea todo lo contrario.
―Si se enojó tanto es porque hay algo que le importa, no te puedes enojar por
algo que no te afecta. Si no estuviera interesado le habría dado lo mismo… ―el
celular de Alicia sonó interrumpiendo a Sonia.
―Es Ezequiel ―dijo después de revisar.
―Debes de hablar con él. ―Alicia asintió, antes de deslizar la mano sobre su
teléfono para responder la llamada.
―¿Hola?
―Ali ―dijo desesperado―. Yo… ―escuchar a su hermano tan angustiado,
le hizo pensar que a lo mejor su llamada no tenía nada que ver con Alonzo, y
algo grave estaba sucediendo con su familia.
―¿Qué pasa? Me estás asustando.
―Se me salió decirle a Alonzo que eres mi hermana. ―musitó.
―Debí sospecharlo, nunca me ibas a dar una oportunidad. ¿Verdad?
―No es eso, yo en verdad quería ayudarte.
―Tus maneras no son muy ortodoxas.
―Sé que siempre la riego contigo, por favor escúchame.
―No quiero hablar, Ezequiel. Alonzo se acaba de ir y sinceramente no tengo
ánimos para charlar y menos contigo.
―Lo siento, Ali.
―Está bien, ya debería estar acostumbrada.
―Por favor no la tomes con papá y mamá. Ellos no tienen la culpa.
―Da igual.
―¿Puedo ir a verte?
―Si respondo que no de todos modos estarás aquí, y no te irás hasta que no te
salgas con la tuya.
―Más tarde paso por tu departamento.
―No traigas a Elisa y a los niños, no estoy de humor.
―No lo haré, te prometo que si después de que hablemos no quieres saber de
mí, lo entenderé.
―Ya no puedo creer en tu palabra, Ezequiel. ―Alicia terminó la llamada.
―¿Qué pasó?
―Ezequiel fue quién le dijo la verdad a Alonzo.
―¿Crees que le haya ofrecido dinero? ―Alicia abrió los ojos, no esperaba
esa pregunta, sin embargo, conocía la respuesta.
―No ―respondió segura. Alonzo no había sido un caballero hacía un rato,
pero estaba segura de que su enojo y furia no era a causa de que Ezequiel
hubiera tratado de comprarlo, era a causa de que ella le había ocultado
información.
―¿Cómo puedes estar tan segura?
―Porque Alonzo está enojado porque no le dije quién soy, y ya te lo dije él
no quiere saber más de niñas ricas, no hay razón para que aceptara dinero de
Ezequiel. A parte, mi hermano nunca me ha hablado después de darle dinero a
cualquiera de mis exnovios.
―La pregunta no es si Alonzo aceptó el dinero. Él pudo ofrecerle, y Alonzo
rechazarlo.
―Pero Eze nunca me había hablado después de hacer de las suyas.
―Antes no lo habían rechazado.
―Mmm, no sé, se escuchaba preocupado cuando hablamos por teléfono.
―Entonces tienes que hablar con él, para descubrir qué fue lo que ocurrió.
¿Cómo Alonzo descubrió la verdad?
―Lo sé, pero no es que tenga demasiadas ganas de hacerlo, por alguna razón
Ezequiel quiere que permanezca sola hasta que me muera, y no es que quiera
ahondar mucho en los motivos que él tiene para eso.
―Supongo que no debe ser lindo, pero de alguna manera tienes que dejarle
en claro que a pesar de lo que él quiera para tu vida, tú tienes la última palabra.
―Ya me cansé de eso, Sonia, no importa que haga por querer demostrarle a
mi hermano que soy libre de vivir la vida como mejor me plazca, al final
siempre termina ganando.
―¡Dile eso!
―¿Qué?
―Que ya estás harta de luchar contra él, que ha ganado.
―¿Eh?
―Tal vez, así logres que Ezequiel se dé cuenta de lo mucho que te ha
lastimado queriendo ayudarte, según él. Y deje de meterse en tu vida.
―No suena lógico.
―No tiene que serlo, pero Ali, si Ezequiel llega a darse cuenta del daño que
te ha hecho va a entender que, en lugar de preocuparse por ti, te hirió. Y al
menos que sea un hermano malvado que solo te quiere ver sufrir no hay razón
para ello.
―Espero que tengas razón.
―Yo también, amiga. ¿Quieres qué me vaya o prefieres que me quedé como
referí?
―Lo mejor es que los dos estemos solos, lo peor que puede pasar es que nos
terminemos matando.
―Eso es lo que me preocupa.
―Eso no va a pasar. Sonia, por más que quiera matarlo y él me quiera hacer
la vida imposible, los dos sabemos que eso mataría a mis padres y no queremos
hacerles daño a ellos.
―Entonces voy a salir.
―Supongo que irás con Erika.
―No, hace un rato que no me veo con ella.
―¿Por qué?
―Es mejor que no lo sepas.
―Es algo relacionado con…
―No te preocupes por mis problemas con ella ―interrumpió Sonia―, se
cómo mantenerla a raya.
―Eso no me tranquiliza mucho.
―Descuida que no es nada grave.
―Erika es la madre de Adrián, ella podría…
―Ali, Erika no está interesada en Adrián, no quiere saber nada de él. No te
preocupes por algo que no pasará.
―Deberías decirle que es un amor de niño, y tal vez si le diera la
oportunidad…
―Si eso sucediera tal vez terminaría regresando con Alonzo.
―Mmm. La idea de ella y Alonzo no me gusta nada, pero el único que puede
tomar esa decisión es Alonzo.
―Antes de que te hagas ideas en la cabeza que no son, me voy, nos vemos al
rato.
―Adiós, cuídate.
―Tú también, y trata de no pelear mucho con Ezequiel.
―No lo haré. ―respondió. Sonia negó con la cabeza, conocía a Alicia y
aunque ella asegurara que ya se había hartado de Ezequiel terminaría peleando
con él, y poniéndolo en jaque, era cierto que no aprobaba los métodos de
Ezequiel, pero él hacía lo que consideraba mejor para su hermana, y
lamentablemente la mayoría de las veces terminaba dando en el clavo.
Sobre Alonzo, él nunca le había caído bien, no había secreto en ello, pero con
Alicia era tan diferente, que había llegado a pensar que estaba equivocada de su
primera percepción de él, lo único que podía esperar era que, el cabeza hueca,
del padre de Adrián abriera los ojos y se diera cuenta de que Alicia eran tan
diferente a Erika como el día y la noche.
Desde que Sonia se fue del departamento, Alicia no se movió del sillón para
nada, por primera vez en su vida sentía como se le escapaba entre las manos la
felicidad, aun cuando no era la primera vez que Ezequiel se las había arreglado
para que terminara una relación, esta era la primera ocasión en que sentía que su
hermano había ganado, porque al irse Alonzo de su vida no solo lo perdía a él,
sino también a Adrián.
«Lo voy a extrañar tanto»
No había ninguna forma de que ella pudiera volver a verlo, si Alonzo no le
daba oportunidad de hacerlo, algo que de ninguna manera haría.
«¡Todo gracias a Ezequiel!» Después de echarle la culpa a Ezequiel de todas
sus desgracias Alicia se quedó dormida hasta que el sonido del timbre la
despertó.
―¡Hola! ―saludó él a una Alicia con los ojos hinchados, no era necesario
añadir como había pasado toda la tarde.
―Pasa. ―respondió. Los dos se dirigieron a la sala, Alicia se sentó en el
sillón de dos plazas, su favorito. Ezequiel se sentó en el de una plaza, aunque
prefería estar sentado más cerca de su hermana sabía que ella no lo agradecería.
―¿Qué es lo que me quieres decir?
―Perdón. No debí decirle a Alonzo nada relacionado contigo.
―¡Caray, Ezequiel! Me sorprendes. Llevas toda la vida tratando de arreglar
mi vida como mejor te parece, y nunca me habías pedido disculpas. ¿Por qué lo
haces ahora?
―Me equivoqué, Alicia.
―¿Es la primera vez que te equivocas?
―En verdad quieres que responda tu pregunta ―Alicia asintió en
respuesta―. Desde mi punto de vista sí, las otras ocasiones, aunque te duela
debes reconocer que acerté y solo estaban interesados en tu dinero.
―Ese dinero no es mío, lo sabes.
―No entremos en una discusión absurda con la que no llegaremos a ningún
lado.
―¡Ja! ―explotó―. ¡¿Te parece que es una discusión absurda?! A mí me
parece que todo esto es absurdo, y no tendríamos que discutir si dejaras de
meterte en mi vida.
―No es que quiera decidir tu vida, Ali, nunca he querido hacerlo. De alguna
forma siento que tengo la obligación de asegurarme que te relaciones con las
personas correctas.
―Y según tú y tus estúpidas razones, ¿por qué Alonzo no es correcto para
relacionarme con él?
―Creí que me ibas a preguntar por los demás.
―Tengo que reconocer que con ellos no te equivocaste ―concedió―, y
mucho menos con Javier. Pero Alonzo es diferente.
―Puede parecer irónico, pero todo fue diferente.
―¿Qué quieres decir?
―Eso, yo no planeaba decirle nada de lo que le ocultabas, pero el empezó a
hablar de ti, y de lo maravillosa que eres.
―¿Eso te dijo?
―Dijo que está enamorado de ti.
―¡¿Por qué te lo diría a ti?!
―No me lo dijo directamente, creo que pensó en voz alta, y yo escuché.
―Pudo haber hablado de alguien más.
―No, se refería a la niñera de Adrián lo dijo claramente, y esa eres tú, de no
referirse a ti, me tendría que preocupar porque en ese caso hablaría de Elisa.
―No puedo creer que se refiera a mí.
―Lo hizo.
―Fue así como decidiste decirle que era yo…
―No, yo solo quería que entendiera tus razones, porque decides hacer a un
lado a tu familia, no pensaba decirle que eres tú, pero después de contarle a
grandes rasgos lo que he hecho para que me odies, sin querer le comenté lo
mucho que me sorprendió cuando le entregaste su curriculum a papá.
―¿Por casualidad no le habrás dicho lo de Javier?
―Sí, lo hice.
―¿Cómo lo tomó?
―Coincidió conmigo que ese tipejo es el rey de los imbéciles.
―¡Oh!
―¿Te sorprende?
―¿A ti no?
―No, es la reacción normal, cualquier persona que no actúe así es un
completo imbécil.
―¿Cuándo le dijiste que era yo se enojó?
―Estaba furioso. Alí, no me imaginé que se enojaría tanto.
―Yo sabía que lo haría, él cree que soy igual a Erika, y todavía está muy
dolido por lo que le hizo ella.
―Es probable que esté dolido por lo que sucedió con Erika, pero no es por él,
sino por Adrián, además tiene miedo de que lo dejes en algún momento.
―Yo no haría eso.
―Lo sé, por eso traté de explicarle como eres, para que abriera los ojos y
viera lo que puede perder si no se pone las pilas.
―Bueno, eso ya no va a pasar.
―Dale tiempo, los hombres solemos ser orgullosos es parte de nuestro ADN.
―Ah, ¿sí?
―Sí, viene incluida una dosis extra en el cromosoma XY, a nadie le gusta que
alguien decida su futuro.
―Yo… ―protestó.
―Sé que no lo hiciste con ese fin, pero a los ojos de Alonzo eso parece. Él
necesita tiempo de asimilar todo.
―No creo que cambie de parecer con el tiempo. ―agregó con pesar―. ¿Vas
a correrlo?
―¿Qué te hace pensar eso?
―Dijiste que le darías tres meses hasta que yo le dijera la verdad, ya la
descubrió. ¿Qué harás?
―¿Quieres que lo corra?
―No, nunca te pediría eso.
―Bien, siempre has dicho que no quieres saber nada de la empresa.
―Y no quiero saberlo, pero esto es diferente.
―¿Por qué lo es?
―Porque es sobre Alonzo.
―¿Y?
―Sabes muy bien porqué es diferente. ¿Me vas a decir sí o no?
―No.
―Si corres a Alonzo es muy probable que vuelva a tener problemas, solo
tiene el trabajo. No lo corras. ―pidió.
―Decidí que no lo voy a correr, a pesar de que había un contrato de tres
meses, papá y yo ya tenemos preparado uno definitivo.
―¿Él lo sabe?
―Sí, se lo dije hoy, hay un pero.
―¿De qué se trata?
―Como pudiste ver no está muy feliz por la situación en la que se encuentra
envuelto, antes de salir de la oficina iba a renunciar, no se lo permití. Le dije que
lo pensara.
―¡Rayos!
―Puedo obligarlo con una demanda a que continúe trabajando con nosotros.
¿Quieres eso?
―No, Ezequiel. ¡¿Cómo se te ocurre?!
―Si Alonzo no quiere seguir trabajando con ustedes, no puedes obligarlo.
―Entonces la decisión será completamente suya.
―Me parece bien.
―¿Algo más que quieras saber?
―¿Le ofreciste dinero?
―No, no lo hice. No hay razón para que hiciera eso.
―¿No la hay? ―cuestionó confundida.
―Te lo dije no quería que se alejara de ti. Aunque le ofrecierá dinero a él, la
única respuesta que tendría sería que me lo aventara a la cara.
―Todo esto es tan raro.
―De todas las veces que me he metido en tu vida esta es la única en la que
me arrepiento.
―No sé cómo tomar eso.
―Soy el más imbécil de todos los hermanos, pero nunca he hecho algo con la
finalidad de que salgas lastimada. ¡Quiero de regreso a mi hermanita!
―Aquí estoy, no me he ido.
―No, no lo estás. En cualquier otra ocasión ya me habrías matado, y estarías
muy lejos de nosotros. No es que quiera que nos alejes de tu vida, pero sería
mejor a verte triste, no lo soporto.
―No es solo que si pudo haber algo con Alonzo se fue a la borda, también
voy a extrañar a Adrián, no hay forma de que lo vuelva a ver.
―Si Alonzo decide no renunciar, seguro lo llevara a la guardería puedes ir
y…
―No creo que sea correcto.
―No estoy diciendo que lo sea, solo es una sugerencia.
―No sé.
―¡Solo piénsalo! Podría hablar con él, pero no creo que eso quieras.
―No. Ezequiel, no más intervenciones, por favor.
―No lo haré. Te lo prometo.
―Gracias.
―No son necesarias. Me tengo que ir, porque sino Elisa me va a matar, pero
¿estarás bien?
―Lo haré, Sonia no tarda en llegar. ―informó. Ezequiel hizo un gesto de
incomodidad―. Es buena amiga.
―No voy a rebatirte nada, porque no quiero que terminemos peleando.
Cuídate, y si cambias de opinión. Llámame, y no te alejes de casa. ―pidió.
Alicia asintió.
Ezequiel salió del departamento de Alicia lamentando el daño que le había
causado a su hermana, si por él fuera estaría en ese momento donde Alonzo para
obligarlo a que perdonara a Alicia, pero ella no lo agradecería.
18 OTRA VEZ EN EL MISMO SITIO.
Los días posteriores a su discusión con Alicia, Alonzo trató de seguir con su
vida como si nada hubiera pasado, como antes de que ella llegara a su vida, pero
le costaba trabajo seguir con normalidad, por más que su mente trataba de
convencerse que era igual a Erika, algo muy dentro de él le decía que estaba
equivocado, pero por más que quisiera creer que ellas dos eran tan diferentes, no
podía olvidar que Alicia lo había engañado y tratado de arreglar su vida a su
conveniencia.
Ese fin de semana Alonzo no tenía muchas ganas de salir, pero ese día era la
exposición de Angélica, si no iba tendría a sus amigos detrás de él, y eso
tampoco le apetecía demasiado, por eso prefería presentarse en la galería
saludarlos y después desaparecer, sí, su plan era perfecto, aunque no tuviera el
animo suficiente para llevarlo a cabo.
Alonzo arregló a Adrián, quién en los últimos días estaba demasiado inquieto,
al parecer su hijo también estaba enamorado de Alicia, y la extrañaba. Aún no
estaba seguro qué haría con su trabajo en Calzate, pero de momento seguiría
trabajando ahí hasta que se venciera el contrato, claro, que el contrato no decía
nada sobre la tensión en el trabajo y en los últimos días era tanta que se podía
cortar con un cuchillo, aunque tampoco había mucho que se pudiera hacer al
respecto, al menos de momento.
De alguna manera se encontraba otra vez en el mismo lugar antes de conocer
a Alicia, sin un trabajo seguro y sin niñera, aunque Elisa le llamó para decir que
no se preocupara, que ella podía seguir cuidando de Adrián, él sabía que no sería
correcto que ella lo siguiera haciendo, por eso, y muy a su pesar se obligó a
contratar a una de las niñeras que había entrevistado anteriormente, de algún
modo, otra vez, el universo le estaba cobrando algo que había hecho en vidas
pasadas, sin embargo, tenía que encontrar la forma de tomar el rumbo de su vida
de nuevo.
Dispuesto, al menos ese día, a olvidar sus desgracias personales llegó a la
galería de arte, no vio a sus amigos por ningún lado, pero como las obras ya
estaban expuestas empezó el recorrido, la mayoría de las pinturas tenían
alcatraces rosas, lo que hizo que se preguntara si sus amigos tendrían alguna
especie de fetiche con esa flor en particular o con el color.
Mientras Alonzo continuaba con su recorrido Tomás se acercó a dónde estaba
él.
―¡Alonzo! ―lo llamó.
―¡Tomás! ―respondió. Adrián se empezó a remover en la cangurera, al
parecer no estaba nada cómodo ahí y necesitaba más libertad.
―¿Tiene mucho que llegaron? ―cuestionó Tom, dirigiendo la mirada a
Adrián.
―En realidad no, como no los vimos empezamos el recorrido por nuestra
parte.
―Eso veo. ¿Vinieron solos?
―Así es. ¿Con quién más podríamos venir?
―Pensé que traerías a Alicia, sería una buena oportunidad de que
interactuaran fuera del entorno de siempre.
―¡Alicia es una mentirosa! Ni Adrián, ni yo necesitamos a alguien como ella
en nuestra vida. ―gruñó. El bebé gritó en protesta.
―Parece que alguien no está de acuerdo con tus palabras.
―Han sido días difíciles. ―confesó.
―Imagino que sí, pero tampoco deberías de cerrarte por una mentira sin
importancia.
―No es una mentira sin importancia.
―¿No?
―No. Ella mintió respecto a quién es, dejó que creyera que era un tipo de
persona que no es.
―¿Qué clase de persona creíste que era?
―Una normal, como cualquier otra.
―¿Y no es normal? Porque yo recuerdo, tiene dos ojos, dos orejas, una boca,
dos brazos, dos manos, dos piernas y dos pies.
―Sabes muy bien a qué me refiero.
―No, Alonzo no lo sé, entiendo que estés molesto por esta situación, pero
creo que estás exagerando.
―Ella me ocultó que es hija de Calzate.
―Lo sé
―¿Lo sabes? ―Tomás asintió―. Sabías que se estaba burlando de mí y no
me dijiste nada. ¿Qué clase de amigo eres? ―recriminó.
―Tranquilízate, si te decía te ibas a poner como loco.
―¿Cómo lo supiste?
―Trabajé en Calzate ―recordó―. La llegué a ver un par de veces, no
parecía muy integrada en la empresa.
―Todos dicen eso, pero si no fuera por ella no estaría trabajando en Calzate.
―Ah, ¿sí?
―¿Cuándo te conté que estaba trabajando en Calzate no te resulto extraño?
―Por supuesto, pero no me parece del tipo de personas que imponen
contrataciones o algo parecido.
―Resulta que sí, al igual que Erika es una niña mimada. ―Tomás levantó el
ceño de incredulidad.
―Para aseverar algo así deberías estar completamente seguro. ―dijo Angie a
su espalda.
―Hola, yo también me alegro de verte.
―También me da gusto verte, pero eso no quiere decir que pase por alto el
que estés de prejuicioso.
―No lo estoy siendo.
―¿No?
―¿Por qué no dejamos está conversación para más tarde? ¡Ya viste el trabajo
de Angie!
―Sí, por lo que veo tienes un extraño fetiche con las flores. ―Angie se
sonrojó, mientras que Tomás le lanzó una mirada de complicidad.
―¡Ni te imaginas! ―agregó Tom divertido.
―¡Tomás! ―regañó la chica.
―No me interesan los detalles.
―¡Son imposibles! ―protestó la chica.
―Lo siento. Angie, es broma ―se disculpó Alonzo―. Pero es extraño ver en
la mayoría de tus pinturas alcatraces rosas, cuando los más comunes son blancos.
―Tengo una obsesión con los alcatraces rosas. ―confesó, bajando la mirada.
―No era necesario aclararlo. ―agregó Alonzo con sorna. Adrián se removió
inquieto entre sus brazos.
―Parece que alguien está molesto. ―intervino Tomás―. Me lo llevaré a dar
la vuelta mientras ustedes hablan ―ofreció.
―Si se pone muy pesado déjalo solo. ―se dirigió a Angie. Tomás sabía que
su amigo podía ser demasiado obtuso y hasta hiriente cuando estaba enojado,
pero también sabía mejor que nadie que Angie se podía hacer cargo de la
situación, y le serviría más hablar con ella que con él. Tom tomó entre sus brazos
a su ahijado, quien agradeció que lo rescataran del gruñón de su padre.
―¿Qué fue eso? ―cuestionó.
―Tu novio piensa que debería darle un cambio a mi vida.
―Está preocupado, solo sabemos de ti cuando venimos, mientras estamos en
Veracruz no recibimos ni una llamada tuya.
―Trataré de que eso cambié, pero no había mucho que contar, desde la
última vez que estuvieron acá, mi vida no ha cambiado.
―¿Y ahora? Hay algo nuevo que contar.
―Creí que lo habría, pero solo sirvió para darme cuenta que me encuentro
otra vez en el mismo sitio.
―¿Por qué lo dices? Él mencionó a la niñera de Adrián, ¿dónde está ella?
―Debí suponer que te hablaría de ella. ―agregó molesto.
―¿Qué puedo decirte? No hay secretos entre nosotros.
―Lo sé. Ella ya no cuida más a Adrián.
―¿Me vas a decir por qué?
―Yo… de alguna forma, creí que ella era diferente a … ―Alonzo se detuvo,
Angie asintió, sabía a quien se refería, no era necesario mencionar su nombre―.
Pero descubrí que es igual que ella.
―Debe de haber una razón para que pienses eso de ella. ¿De casualidad ella
tendrá nombre?
―Alicia, se llama Alicia ―respondió―. Ella me mintió, me hizo creer que
era una persona muy diferente a la que realmente es.
―¿Eso lo dedujiste cómo?
―Yo no sabía que es hija del dueño del lugar donde trabajo y entré a trabajar
ahí gracias a ella.
―Aún no entiendo dónde está la mentira.
―Ella me hizo creer que era una persona normal como cualquier otra.
―¿Y no lo es?
―No, es parte de una de las familias más ricas de México.
―Eso lo sé, sin embargo, sigo sin comprender por qué no puede ser una
persona normal.
―Porque…
―Espera, estás siendo demasiado clasista, tan es malo hacer menos a una
persona por no tener los medios suficientes, como hacerlo con alguien solo
porque tiene dinero. Odio es odio, y no debería justificarse de ninguna forma.
―Pero es que…
―No hay peros. ¿Alguna vez le preguntaste directamente por ella? ¿La
incitaste a hablar de su familia?
―No, pero esa no es justificación para que me mintiera.
―Ocultar información no es lo mismo que mentir, no está bien, pero no has
pensado qué tal vez no te contó todo sobre ella, por alguna razón relevante,
aunque para ti carezca de importancia. ―Angie supo que había dado en el clavo,
cuando Alonzo bajó la mirada, y no le respondió.
―¿Hay algo que estás omitiendo?
―Tuve una plática con su hermano, él es mi jefe, y me contó algunas cosas
que le han sucedido a ella.
―Ah, ¿sí?
―Sí, y no creo que esté bien que te cuente, porque yo tampoco debería
saberlo.
―No te voy a obligar a que lo hagas, pero quizás deberías tenerlo en cuenta,
tal vez por eso no te dijo todo.
―Debió confiar en mí. Yo no soy como todos los imbéciles con los que
estuvo, no debió meterme en el mismo saco.
―Mmmm.
―¿Qué?
―Debatible tu postura. El encargado me está hablando tengo que ir, por favor
no te vayas hasta que hayamos terminado con esta platica.
―Dudo mucho que tu novio me deje ir. ¡Tiene secuestrado a mi hijo!
―Angie sonrió.
―Bien, nos vemos más tarde.
Angélica dejó a Alonzo para dirigirse con el encargado de la galería, mientras
él continuaba viendo el resto de la exhibición. Los planes de Alonzo de
permanecer un rato y después marcharse se vieron destruidos por su hijo, que
parecía más contento en los brazos de su padrino que en los de su padre.
Alonzo sabía que su hijo extrañaba a Alicia, y no podía culparlo, él también
lo hacía, pero por más que la extrañaran ella no podía ser parte de su vida, no
podía confiar en ella, aún cuando Angie aseguraba que no le había mentido, para
él sí lo había hecho, además estaba que ella tarde o temprano se daría cuenta de
los miles de beneficios que le otorgaba el dinero de su familia, y cuando lo
hiciera descubriría que ellos pertenecían a dos mundos diferentes por eso era
mejor cortar de tajo, y así evitar que después ella decidiera que no quería estar
más con ellos, de lo contrario sufrirían más.
«Como si eso fuera posible.»
Fue hasta que los visitantes empezaron a salir de la galería que Alonzo se
volvió a encontrar con su hijo, pero Adrián ya se encontraba dormido, y muy a
su pesar Alonzo se vio obligado a ir a comer con sus amigos, no es que no
quisiera estar con ellos, lo deseaba, de lo que no tenía ganas era continuar con
una platica en torno a Alicia, ya era suficientemente doloroso era tener que
obligarse a no pensar en ella, como para dedicar una tarde completa en una
platica que giraría en torno a Alicia.
Angélica no estaba dispuesta a irse por las ramas en lo referente a Alonzo, por
eso en cuanto llegaron al departamento de su cuñada, hizo el cuestionamiento
que de alguna forma se había quedado en el aire.
―¿Alonzo tú confías en ella?
―¿Qué? ¿Por qué me preguntas eso?
―Porque no puedes exigir confianza a cambio si tú no la ofreces.
―¿Qué te hace pensar que le exigía confianza?
―Tú lo dijiste antes de que me llamara el encargado, ella debió confiar en ti.
La pregunta es: ¿Tú confiabas en ella?
―Cuidaba a mi hijo, es evidente que lo hacía.
―Respuesta incorrecta, respuesta incorrecta. ―intervino Tomás burlón.
―A veces no sé como te soporto. ―gruñó Alonzo.
―Una cosa es que confíes en ella en algo referente al cuidado de Adrián, y
otra muy diferente en que le confíes algo de tu vida.
―Adrián es lo más importante para mí.
―No tienes que aclararnos el punto, lo sabemos.
―Pero dijiste que le contaste que Erika era la madre debido a que ella te
amenazó, sin embargo, sabes tan bien como yo que de no haber sido así no le
habrías contado la verdad. ―aseveró Tomás. Alonzo analizó por unos instantes
el argumento de su amigo.
―No, no estoy seguro.
―A eso me refiero Alonzo ―intervino Angie―, tanto tú como Alicia no
confiaron el uno en el otro, no puedes pedirle que te de algo, cuando no hiciste lo
mismo.
―La diferencia es que yo no hice nada para controlar su vida.
―¿Ella sí?
―Ya les dije, ella pidió a su familia que me contratara.
―¿Le preguntaste por qué lo hizo?
―No. ¿Qué sentido tiene?
―Saber la verdad, lo que estás diciendo son solo suposiciones de tu parte, si
quieres saber la verdad tendrás que preguntarle.
―No estoy seguro de querer saber.
―Entonces te quedaras con la duda de saber qué es lo que realmente Alicia
quería.
―Cuando Tomás y yo terminamos, yo tampoco quería hablar con él, ni saber
nada, pero debíamos hablar porque no se podían quedar las cosas inconclusas.
»Lo mismo pasa contigo, Alonzo. Necesitas hablar con ella cerrar el circulo y
decidir si en verdad lo que quieres es ya no saber nada de ella. Aún sí después
decides que exageraste y era una nimiedad ocultarte información, te servirá saber
que fue lo que la motivó a pedirle a su familia que te contratará.
―Tal vez lo haga.
―Si no lo haces por ti, deberías hacerlo por Adrián. ―terció Tomás―. Antes
de que te pongas a gritar y decir que eso no tendría que importar, lo hace, Adrián
es tu hijo, y siempre lo será. Sin embargo, Alicia lo cuidó y sabes también como
yo, que si él no es tan feliz es porque de alguna manera la extraña.
»Él creó un lazo afectivo con Alicia, ¿lo vas a romper solo por tu orgullo?
―Lo que menos quiero es hacerle daño, sé que está sufriendo y me duele
tanto no poder hacer algo para evitarlo. Pero tampoco puedo dejar que ella siga
cuidando de él y ese lazo se haga más grande.
―Por eso debes hablar con ella.
―No creo poder hacerlo.
―No es necesario que lo hagas ahora mismo, necesitas tomarte un tiempo
para analizar bien las cosas, pero al final debes hacerlo, no puedes evitarlo por lo
que resta de tu vida. ―Alonzo asintió, no estaba seguro que, más podía agregar.
―¿Seguirás trabajando en Calzate? ―cuestionó Tomás. A cualquier otra
persona no debería hacerle esa pregunta, pero su amigo era tan orgulloso que era
capaz de renunciar en un ataque de ira.
―Sí, al menos hasta que el contrato temporal se termine.
―¿Después de eso que pasa?
―No estoy seguro, Ezequiel dijo que a pesar de que solo han pasado dos
meses ya tiene preparado un contrato definitivo, la decisión es mía.
―¡Lo bueno es que consiguió el trabajo gracias a Alicia! ―ironizó Tomás.
―¡Imbécil!
―Tom tiene razón. Alicia podrá haber intervenido para que consiguieras ese
trabajo, pero si ellos te quieren ahí no es por lo que Alicia dijo, es por tu trabajo.
Seguramente estás pensando en dejar Calzate, pero no lo hagas, no encontraras
una mejor oportunidad en otro lado, al menos, claro, que no te guste trabajar ahí.
―Me encanta, el ambiente es muy bueno, salvo los últimos días que ha
habido una tensión terrible.
―Tienes muchas cosas que solucionar, pero lo más importante Alonzo,
aunque parezca que estás solo, recuerda que nos tienes a nosotros. ―finalizó
Angélica. Alonzo asintió, aunque para él no parecía todo tan sencillo como lo
era para sus amigos. Ojalá y todo en su vida se solucionara con unas cuantas
palabras, pero no era así.
«No debí enamorarme de Alicia»
19 EL AMOR DUELE.
Por primera vez en su vida Alicia estaba pasando de ser una ñoña como le
decía Sonia, a ser una vaga, por más que trataba de concentrarse en las clases no
podía, lo peor los exámenes parciales estaban por iniciar y de seguir así no
saldría bien. Por más que lo intentara Alicia no se podía olvidar de Alonzo,
aunque sabía que su anhelo de tener una relación con él no llegaría a nada, no
dejaba de lamentarse por lo ocurrido, pero más allá de Alonzo, no podía dejar de
pensar en Adrián, lo extrañaba demasiado.
Al principio le pareció una mala idea la de su hermano de ir a verlo a la
guardería de Calzate, pero era tanto lo que lo extrañaba, que al final terminó
cediendo, fue a la empresa, pero se encontró con la sorpresa de que no lo estaba
llevando allí, después llamó a su cuñada, creyendo que tal vez ella lo seguía
cuidando en las mañanas, pero Eli tampoco sabía qué había pasado con Adrián, a
su vez coincidió con ella de que era un niño tan lindo, que era imposible no
extrañarlo.
Aunque sabía que debía hablar con Alonzo para explicarle lo que había
sucedido en realidad y por qué nunca le dijo quién era, desechó la idea segura de
que él no querría volver a verla, ojalá y tuviera más valor para enfrentarse a él,
sin embargo, no lo era, era una cobarde. Aunque fuera una cobarde tenía que
afrontar la consecuencia de sus actos, le había mentido a Alonzo, ahora debía
afrontar su despecho.
Alicia salió de su clase y se dirigió a la cafetería, no estaba segura qué
comería ese día, porque tampoco es que se estuviera muriendo de hambre, pero
seguro que algo se le antojaría. No es que Alicia se hubiera convertido en un
muerto andante, pero tampoco es que pusiera mucha atención en lo que ocurría a
su alrededor.
Mientras se dirigía a la barra para pedir algo de comer escuchó un gritó
infantil, su cabeza parecía tener vida propia, haciendo que volteara de dónde
provenía el grito. Vio a Adrián estirando sus manitas para que ella lo cargara,
Alicia le respondió con una cariñosa sonrisa, que se esfumó cuando su mirada se
cruzó con la mirada enfurecida de Alonzo, para completar el cuadro también vio
a Erika acomodándole a Alonzo el cuello de la camisa, en ese momento su
corazón terminó de romperse.
Alicia salió de la cafetería corriendo, si alguien intentó seguirla no se dio
cuenta, cuando estuvo en la seguridad de su camioneta se olvidó de todo lo que
tenía que hacer y se soltó a llorar, por más que quisiera y aunque Alonzo algún
día la perdonara no podía cambiar los hechos. Y Erika siempre sería la madre de
Adrián.
Alicia esperó unos minutos más, antes de arrancar, con la esperanza de tener
otro mensaje por parte de Alonzo, pero no fue así. En el camino a su
departamento se detuvo en el centro comercial, si esa era la última vez que vería
a Adrián ―y creía que así sería debido a la falta de respuesta de Alonzo―,
quería regalarle algo, se dirigió a la tienda de productos para bebés donde estuvo
un buen rato indecisa hasta que la dependienta la ayudó a elegir. Al caminar con
su compra en dirección al estacionamiento un aparador llamó su atención, sin
analizar mucho si era correcto o no entró y compró una corbata color violeta.
«Lo más probable es que en cuanto la vea la tire a la basura» le dijo una
vocecilla.
Sin más paradas para comprar regalos llegó a su departamento, levantó las
cosas de Adrián que aún seguían donde las había dejado, era una forma de
mostrarse que todavía había esperanza de que ellos regresaran. Al momento de
empezar a guardar todo en una caja lo primero que puso fue la corbata, no quería
dársela directamente, solo esperaba que él la encontrara, después guardó los
juguetes de Adrián, y por último un pijama de Snoopy[v], y un cubo con figuras
geométricas, que es lo que había comprado en la tienda.
Alonzo llegó a casa de Alicia con un ramo de azucenas blancas y la esperanza
palpitando en él, la misma que se esfumó en el momento que entró y vio en la
sala los juguetes de Adrián en una caja.
―Hola. ―saludó ella, mientras su estómago se contraía― pasa.
―Hola ―respondió él, nervioso―. Son para ti. ―agregó mientras le
entregaba las flores.
―Gracias, voy a ponerlas en agua ―dijo―. ¿Y Adrián? ―cuestionó
mientras se dirigía a la cocina.
―Se quedó con su niñera.
―Vaya, no te costó nada sustituirme. ―musitó, sin embargo, Alonzo alcanzó
a escucharla.
―No regresé con Erika, si eso es a lo que te refieres. ―refunfuñó.
―No pensaba en Erika, sino en que conseguiste otra niñera para Adrián muy
rápido.
―Adrián no estaría de acuerdo contigo. ―gruñó. Alicia respiró hondo y soltó
el aire, porque le estaba costando tanto trabajo hablar directamente con Alonzo.
Él por su parte, por más que trataba de no ponerse a gritar como un ogro, no
podía evitarlo.
―Olvida lo que dije. ―pidió Alonzo.
―Lo siento, no quise meterme en tus decisiones, pero es que me hubiera
gustado ver a Adrián.
―¡Ali! ―llamó con voz ronca, ella no se detuvo ante su llamado, sin
embargo, él continuó hablando―. No intenté sustituirte, aunque quisiera es
imposible que pudiera hacerlo.
»Vine aquí con la finalidad de pedirte perdón, pero tan solo con verte se me
olvidó todo lo que quería decirte, en cambio, me pongo a gritar como un idiota.
¿Podemos hablar?
―Sí, claro, siéntate ―agregó―. Yo también tengo mucho que decirte.
―Alicia se sentó justo frente a Alonzo, claro que estaban separados por una
distancia considerable, la mesa de centro dónde había palomitas y una tensión
terrible.
―Empieza tú. ―concedió él.
―Quiero que entiendas que si te oculté quién es mi familia, no es por…, ni si
quiera sé cómo explicarlo.
―¿Sabes que por más vueltas que le des al asunto tarde o temprano
terminaremos hablando de ello?
―Lo sé, por eso estoy buscando la forma adecuada de expresarme.
―Entiendo.
―Sé que Ezequiel te contó lo de Javier ―Alonzo asintió―. Después de él
necesitaba cortar con todo lo relacionado al dinero de mi familia.
»Por eso cuando supe que había pasado el examen de admisión que presenté a
escondidas de ellos, me inscribí a la universidad, era como empezar de nuevo,
dejar a un lado el apellido Calzate.
―¿Nadie sabe en la U quién eres?
―Supongo que lo saben, pero directamente no me han preguntado, nunca he
tenido que explicar de dónde viene mi apellido. Cuando te conocí no te lo dije
por la misma razón que no se lo he dicho a nadie.
―Eso hubiera unido el lazo con tu familia de nuevo.
―No quería alejarme de mi familia, solo del dinero que representan. Amo a
mis padres y lo que menos quiero hacerlos es sufrir, amo a mi hermano, aunque
hay veces que quisiera despellejarlo vivo, a pesar de que todos creen que en
algún momento voy a matarlo, no lo haré.
»Pero es tan difícil lidiar con algo que yo no quería, por eso creí que lo mejor
era alejarme del apellido, no de ellos, aunque lo hayan entendido mal.
―Yo quería que me conocieras por mí, no por mi apellido, en ningún
momento quise jugar contigo ni fue ningún experimento social.
―¿Ni siquiera el pedirle a tu familia que me contratara?
―En verdad crees que soy como ella. ―murmuró― No, Alonzo, eso fue
raro, pero te aseguro que al igual que lo hice por ti, lo habría hecho por cualquier
persona.
―No creo que seas como ella, eso lo dije en un momento de furia, pero hay
tanto secretismo alrededor de cómo llegó mi curriculum a manos de tu padre,
que me hago mil teorías y no sé cuál es la correcta.
―¿Ya no estás enojado?
―¿Perdón?
―Dijiste que estabas furioso, en pasado. ¿Ya no lo estás?
―No, dejé de estarlo, pero aún hay muchas dudas en torno a todo esto.
―¿Te acuerdas cuando fue el primer día que cuidé de Adrián?
―Sí, no hay forma de que pueda olvidarlo, ese día me salvaste en más de un
sentido.
―Tú no estabas muy feliz de que te ayudara, y el profesor te obligó a hacerlo.
Cuando llegaste a la cafetería Sonia estaba con nosotros y enfureciste.
―No te voy a mentir diciendo que sí quería que lo cuidaras, ya nos habíamos
visto en la biblioteca el día anterior, pensé que lo mejor era alejarme de ti y justo
cuando necesitaba ayuda apareces tú.
―No te había visto.
―¿Vas a negar que nos vimos en la biblioteca?
―No, fue un momento raro, pero no tengo intención de negarlo. En el pasillo
cuando le pedías a Arizmendi que te dejará presentar el examen, no sabía que
eras tú hasta que estuvimos de frente.
―¿No fue por qué nos vimos el día anterior en la biblioteca? ―Alicia negó
con la cabeza―. ¿Si hubiera sido cualquier otra persona habrías hecho lo
mismo?
―Sí ―respondió―. Es lo que quiero que entiendas, después de la pelea que
tuviste con Sonia en la cafetería se te cayó el curriculum, yo lo levanté y se lo
llevé a mi padre.
»Como se dieron las cosas con tu contratación no tuve nada que ver.
―Pero sabías que al dárselo tu padre me contrataría.
―No es una seguridad, soy su hija, pero, aunque parezca lo contrarió
Heriberto no cumple caprichitos. Papá es muy sobreprotector conmigo, aunque
no tanto como Ezequiel, a pesar de eso no van a contratar a alguien sino lo vale.
―¿Qué le dijiste a tu padre sobre mis papeles? ¿Cómo llegaron a ti?
―Estaba tirado en el estacionamiento cuando iba de salida.
―¿En serio?
―Nada como que era tu amigo o algo así.
―No, no podía decirle eso o tendría guardaespaldas las 24 horas detrás de mí.
―De alguna forma mencioné como lo había conseguido solo cambié el
escenario. El curriculum se te cayó, y yo se lo di a papá.
―En todo caso ¿por qué se lo diste? Apenas nos conocíamos, solo nos
habíamos visto en dos ocasiones.
―Por la misma razón que te ofrecí cuidar a Adrián en el pasillo.
―¿Y es?
―Si alguien trae un curriculum en la mano es porque necesita trabajo, al
igual que en el pasillo lo hubiera hecho contigo o con cualquier persona.
―Sonia me dijo eso, pero aún me cuesta trabajo de creer. En este mundo
nadie se detiene para ayudar a los demás.
―Ezequiel dice eso también, y odia que sea así, pero no lo puedo evitar. Es
una manía. Sé que está mal ayudar a alguien cuando ni siquiera lo ha pedido,
pero siempre que tengo la oportunidad la tomo.
―Ezequiel no es tan diferente a ti, quizás si odia eso de ti, es por qué también
lo odia de él.
―¿A qué te refieres?
―Tuve un problema con Erika, Ezequiel me contactó con su abogado para
resolverlo. Al final el ayudar viene de familia.
―Te vi con ella y Adrián en la cafetería.
―También te vi. Y creíste que había regresado con ella.
―¿Cómo lo sabes?
―Después de vernos saliste corriendo, y en caso de que hubiera duda Sonia
me lo dijo.
―¿Cómo fue que hablaste con Sonia?
―Estaba comiendo y ella llegó, hablamos como gente civilizada. Por extraño
que parezca no nos peleamos, ni nada por el estilo, solo hablamos.
―¡Dificil de creer!
―Lo sé, a mí también me sorprende. ―reconoció―. Ali, no hay un solo
motivo por el que regresaría con Erika.
―¿Ni siquiera Adrián?
―No, yo no podría estar con ella y no dejaríamos de discutir no es el mejor
ambiente para un niño.
―¿Qué pasó? Lo que yo vi fue una estampa muy familiar. ―Alonzo chocó
los dientes molestó. Entendía que desde a fuera se pudiera ver como eso, pero
nada más equivocado a la verdad.
―Cuando los gritos y las amenazas a Erika no le funcionan utiliza la
seducción, algo inútil, al menos conmigo, ya no hay razón para que caiga en su
juego.
―¿Puedo preguntar qué es lo que quería?
―Te va a parecer absurdo, pero es así.
―Nada por parte de ella me parece sensato.
―Amenazó con demandarme por una pensión.
―¡¿Qué carajos?!
―Te lo dije, no tiene sentido.
―¿Alguna razón para que eso sucediera?
―Al parecer sus padres le quitaron todo su apoyo económico y cuando se
enteró que trabajo en Calzate creyó que sería buena idea demandarme.
―¿Qué pasó para que no lo hiciera?
―El abogado me explicó que la pensión solo aplica en caso de que Erika se
hiciera cargo de Adrián algo que no pasaría en ninguna circunstancia. Cuando le
dijo a ella que para acceder a una pensión por mi parte tenía que ser responsable
de él, desechó toda idea de demanda.
»Sin embargo, el abogado dijo que para evitar posibles problemas futuros lo
mejor es iniciar una demanda por la guarda y custodia, un procedimiento
sencillo al parecer. ―Alicia bajó la mirada, nunca entendería cómo era posible
que Erika se negara la oportunidad de conocer a su hijo, conociendo a Adrián
seguro le regalaría su amor, no obstante, era algo que ella no deseaba.
―Ali ―llamó Alonzo, sacándola de sus cavilaciones.
―¿Qué pasó? ―Él se cambió al sillón donde se encontraba ella, Alonzo
tomó su barbilla para que levantara la vista y decirle todo lo que quería
mirándola a los ojos, Alicia parpadeó varias veces.
―¡Soy un imbécil! Te traté como si fueras la peor escoria, cuando lo único
que has hecho ha sido ayudarme, si hoy mi vida tiene un orden es gracias a ti.
»Lo único que has hecho ha sido quererme, y yo con mis miedos,
frustraciones y deseos de no cometer el mismo error, eché todo a perder.
―Yo…
―Incluso llegué a querer odiarte…
―No me odies, quiéreme. ―musitó ella.
―Ali, lo he intentado muchas veces, pero por más que quiero… ―en la
garganta de la chica un nudo se instaló.
«No debo llorar», se exigió.
―No puedo odiarte, eso es imposible, cualquier persona que te conozca debe
saber que no hay situación más absurda que odiarte. Sin embargo, tampoco
puedo quererte. ―Alicia bajó la mirada, mientras sentía como una lágrima
resbalaba por su mejilla.
―¡Mírame! ―pidió Alonzo, Alicia se obligó a levantar la vista―. No puedo
quererte porque ¡Te amo! ―Alicia abrió los ojos sorprendida.
―Amo tus sonrisas, amo que tan solo estar en el mismo lugar que tú ya todo
tiene sentido, amo como amas a mi hijo, pero sobre todas las cosas te amo
porque gracias a ti conocí que siempre podemos tener una segunda oportunidad,
si nos lo permitimos.
»Quiero que me des la oportunidad de compartir mi felicidad y también
quiero compartir la tuya. Deseo estar en los momentos complicados y que tu
estés en los mejores.
―¡Te amo!
Fue la suave respuesta de Alicia, que terminó siendo acallada por Alonzo,
quien se apoderó de sus labios. Alonzo se deleitó con el sabor de sus labios el
cual probó a profundidad la dulzura de Alicia lo llenaba, pero no lo empalagaba,
los dos continuaron con los besos y caricias, sin darse cuenta la ropa fue
desapareciendo mientras se demostraban la profundidad de sus sentimientos, sin
mentiras, sin secretos, pero sí con mucha intensidad fruto del amor incondicional
que sentían el uno por el otro.
****
Alonzo y Alicia se encontraban acostados, ella tenía la cabeza recargada en el
torso de él, mientras que con su dedo dibujaba su pecho.
―Tengo una pregunta. ―agregó Alicia rompiendo el tranquilo silencio en el
que se encontraban.
―¿Cuál? ―cuestionó enderezando para poder ver a Alicia.
―¿Sabes cómo se llama mamá?
―No, ¿por qué la pregunta?
―¿Es raro? No sé como definirlo, pero me sorprendió que me trajeras
azucenas, no es la flor más común.
―Tomás me dijo que si te iba a dar flores tenía que saber que cada una tiene
un significado especial va más allá de elegir entre una rosa roja o de cualquier
otro color. ―respondió―. ¿Pero qué tiene que ver con el nombre de tu mamá?
―Mi mamá se llama Azucena.
―¡Oh! Tu papá siempre tiene azucenas en su oficina.
―Sí, dice que así, aunque no esté con ella siempre lo acompaña. Si por él
fuera las habría en toda la empresa, pero a Ezequiel no le agrada mucho esa idea.
―Me imagino que no. Aunque si me preguntaran yo no me opondría a que
las hubiera. ―agregó antes de darle un beso en la boca. Entregados a sus
demostraciones de afecto se olvidaron del mundo exterior, hasta que alguien tocó
la puerta de la habitación de Ali.
―¿Están decentes? ―cuestionó Sonia.
―¡Sonia! ¡Maldición! Espera, no entres. ―gritó.
―¡Ali, apúrate! ¡tienes visitas! ―insistió.
―¡Maldita sea! ―refunfuñó Alicia, mientras Alonzo permanecía acostado
con una mirada divertida en su rostro.
―¿Cómo puedes estar tan tranquilo?
―No importa lo que hagas de igual forma Sonia se dará cuenta qué hicimos.
¡No hay ninguna razón para que te sientas culpable! ―dijo mientras se sentaba
en la cama― Si quieres puedo abrir yo. ―dijo antes de darle un beso en la
boca―, pero es a ti a quien quieren ver.
No muy convencida Alicia se dirigió a la puerta envuelta en una bata de felpa,
al abrir se encontró con su amiga y un pequeño acompañante que pedía ser
cargado por ella.
―Tadada ―chilló Adrián mientras estiraba sus brazos para que lo cargara.
Alicia no tardó nada en hacerle caso y cargarlo, él inmediatamente le rodeó el
cuello con su bracitos.
―¿Por qué Adrián está contigo? ―cuestionó viendo de Alonzo a Sonia.
―Alguien tenía que cuidar de él mientras tú y Alonzo solucionaban sus
problemas.
―Sí, además necesitaba a alguien que lo trajera después, Sonia era la única
que podía hacer ambas cosas.
―¿Ahora son amigos? ―cuestionó Alicia.
―Al menos no nos la pasaremos peleando. ―agregó Sonia, a lo que Alonzo
asintió. Alicia no hizo otra pregunta porque se concentró en apapachar a Adrián.
23 DEJA QUE SALGA LA LUNA.
Meses después.
Luego de meses de haber iniciado formalmente su relación con Alicia la vida
para Alonzo era perfecta, se había mudado con Adrián a un departamento que
Alicia le había ayudado a escoger, la niñera que había contratado al principio
tuvo choques con su novia, pero era más que nada por que la segunda estaba
celosa, sin embargo, poco a poco llegaron a congeniar muy bien.
Alicia cuidaba de Adrián en las tardes, mientras que la niñera lo hacía en las
mañanas. Sí, para Alonzo no podía ir nada mejor en su vida, incluso el juez le
había otorgado la custodia de Adrián, estaba seguro de que no le faltaba nada
para ser feliz.
Por su parte Alicia, aunque era feliz al lado de Alonzo sabía que había un
tema pendiente del que no habían hablado, y no lo había hecho porqué estaba
segura de que en el momento en el que lo hiciera todo se rompería nuevamente,
ya que, no había forma de cambiar ese hecho, y no estaba preparada para eso,
estaba enamorada de Alonzo y de Adrián, aun así, siempre quedaría la
incertidumbre sobre ellos y no se veía capaz de vivir así.
Sin embargo, no podía seguir retrasando lo inevitable, y tarde o temprano
debería hablarlo con él, pero, aunque quisiera hacerlo ese día no iba a poder ser,
porque era el aniversario de Calzate y sus padres habían organizado una gran
celebración a la que por obvias razones debía asistir e iba hacerlo acompañada
de Alonzo.
―¡Estás guapísima, amiga! ―dijo Sonia cuando Alicia salió de su recamara,
enfundada en un vestido color violeta cruzado por la espalda que le llegaba hasta
la rodilla acompañado de unas zapatillas color negro, el color del vestido
acentuaba el color de piel de Alicia.
―Ya hemos quedado que no eres muy objetiva en cuanto a mí se refiere, pero
gracias. ―respondió Alicia antes de que sonara el timbre anunciando la llegada
de Alonzo y Adrián.
―Hola. ―saludó Alicia cuando abrió la puerta.
―Hola. ―respondió Alonzo antes de besarla en la boca―. ¿Estás lista?
―¡Adi! ―chilló Adrián, Alicia inmediatamente lo cargó, mientras recibía las
acostumbradas muestras de cariño por el niño.
―Sonia, cuídalo mucho, cualquier cosa nos llamas, en caso de que no
contestemos hablas al teléfono central y dices que es urgente.
―¡Ya, ya, ya! Me lo has dicho mil veces, tengo el numero del pediatra, el de
ustedes, y en todo caso siempre puedo hablar al 911. ―dijo burlona.
―¡Es serio!
―¡Alonzo, haznos un favor a todos y ya llévatela! ―Insistió Sonia al mismo
tiempo que ponía los ojos en blanco.
―Todo va a estar bien ―agregó Alonzo, colocó su mano en la espalda baja
de Alicia. A regañadientes la chica le entregó el niño a Sonia―. Vámonos.
―¡Yupi! Tenemos la tarde para nosotros solos. ―gritó Sonia. Alicia puso los
ojos en blanco antes de salir del departamento.
―¿Estás seguro de que es buena idea que Sonia cuide de él? ―cuestionó
Alicia.
―Por supuesto que sí, solo hace esos comentarios para molestarte.
―¿Quién diría que algún día tú te pondrías de su parte? ―cuestionó con
sorna.
―El mundo da muchas vueltas. ―Alonzo abrió la puerta del pasajero para
que Alicia pudiera subir a la camioneta.
―Me imagino que sí, pero cuando ustedes dos se confabulan en mi contra
siento que me equivoqué de planeta. ―Alonzo rio.
―Yo no le llamaría confabular, pero tienes razón nadie esperó que algún día
Sonia y yo nos lleváramos tan bien ―reconoció―. ¿Sabes? Estoy pensando en
comprar un carro.
―Creí que te gustaba mi camioneta. ―Alonzo arrancó.
―Me gusta, pero es tuya quiero algo para mí.
―Si te gusta tanto te la podría cambiar por una Sor Juana[vi]. ―bromeó.
―Muy graciosa, Ali, pero no voy a ser parte de ese juego que tienes con tu
padre y tu hermano. Aprecio mucho la buena relación que llevo con mis jefes.
―Hubiera sido muy divertido decirle a Ezequiel que vendí la camioneta a un
precio considerable.
―Disfrutas haciendo sufrir a tu hermano, ¿verdad?
―No me gusta verlo sufrir, me gusta verlo enojar y todos lo disfrutan tanto
como yo, pero se niegan a reconocerlo.
―Incluso considerando las negociaciones con clientes o proveedores es muy
difícil ver molesto a Ezequiel, siempre mantiene la calma.
―Me alegra escuchar eso, me molestaría mucho saber que es un jefe
autoritario.
―Pero tú logras que en menos de cinco minutos se enoje.
―Eso es un record, supongo que tendré que mejorarlo.
―¡Hablaba metafóricamente! ―refunfuñó― Entiendo que te moleste mucho
la actitud de él para contigo, pero Ali si fueras mi hermana y doy gracias que no
lo eres, haría exactamente lo mismo que él hace.
―¿Incluso me obligarías a vivir en un lugar dónde no quiero y pondrías a
cuatro imbéciles a seguirme por toda la ciudad?
―Si el lugar donde quieres vivir no me parece apropiado seguramente sí lo
haría.
―Es muy subjetivo. Alonzo, estaba cerca de la universidad tenía todos los
servicios. ¡Incluido internet! Y por si fuera poco me quedaba cerca de la
heladería.
―Entiendo lo que quieres decir, Ali, aun así, también a tu hermano, y la
forma de actuar de los dos. Sé que no lo molestas por alguna especie de
berrinche, es tu forma de demostrar tu libertad más a ti que a él.
»Por eso creo que deberías hablar con él. Escucha lo que tiene que decirte y
dile como te sientes.
―¿Él te pidió que me dijeras esto?
―No, pero si lo hubiera hecho habría aceptado porque te conozco y sé que
preferirías darle un abrazo a pasarte la vida peleando con él, pero te lo prohíbes
por las veces que él se ha inmiscuido en tu vida.
―Para ser Administrador eres un excelente psicoanalista. ―ironizó.
―Tu humor ácido no funciona conmigo. ―Alonzo se detuvo porque el
semáforo se puso en rojo―. Te amo con todo y tu humor ácido, pero quiero que
seas libre hasta de ti misma. ―dijo antes de que los dos se fundieran en un beso
que fue interrumpido por el claxon del vehículo de atrás, indicando que ya había
vuelto a cambiar el semáforo.
Al llegar a la fiesta se dirigieron a la mesa que era donde se encontraban
sentados los padres de Alicia, en la misma mesa también había asientos
designados para Ezequiel y Elisa, ellos se encontraban disfrutando de la fiesta.
El ambiente estaba amenizado con salsa y todos los Calzate eran excelentes
bailarines, Alicia y Alonzo también decidieron aprovechar la fiesta hasta que
sirvieron la cena.
En algún momento de la noche Alonzo fue requerido por su suegro y un
cliente de la empresa, misteriosamente Elisa y Azucena también desaparecieron
de la mesa dejando sola Alicia con Ezequiel.
―¿Cómo va todo? ―cuestionó su hermano.
―Bien. ―respondió evasiva.
―¿Segura?
―Sí, estoy segura de que todo está bien.
―No es que no te crea, pero siento que hay algo que no estás diciendo.
―Ezequiel no quiero que discutamos no es el lugar ni el momento.
―Ni yo, solo estoy preocupado por ti, sé que a tus ojos parece un delito, pero
no puedo evitarlo.
―Sí, hay algo que no estoy diciendo. ¿Contento?
―¿Te puedo ayudar en algo?
―¿Lo dices en serio? ―Alicia lo sentenció con la mirada―. No, no hay
forma de que me puedas ayudar, y por favor, por mucho que te cueste trabajo
mantente alejado, no trates de resolver mi vida esta vez.
―Asumo que tiene que ver con Alonzo, ¿qué es?
―¡¿No me estás escuchando?! ¡Lejos, por favor!
―Ali.
―No, Eze, escúchame, eres mi hermano y aunque no lo creas te adoro, me
hartas y sí hay momentos en lo que quisiera matarte, pero eres mi hermano y te
quiero, no me agrada nada tener que andar buscando la manera de poner un alto
para que dejes de meterte en mi vida.
»Por favor esta vez no hay nada que puedas hacer, lo único que lograrías
hacer es complicarlo más. ¡Deja que yo lo resuelva a mi manera!
―No voy a intervenir, pero no sería más fácil si lo hablas con alguien.
―Y entre todos a quien le contaría lo que me sucede, te voy a elegir a ti.
―No, pero podrías hablarlo con Alonzo. ―Alicia bajó la mirada
inmediatamente― ¿Pasó algo entre ustedes? ―cuestionó preocupado.
―Somos pareja pasan muchas cosas entre nosotros. ―respondió.
―Sé cuanto disfrutas esto, pero no es necesario que entres en detalles y no
me refiero a ese tipo de cosas.
―No ha pasado nada entre nosotros, nos amamos y estamos felices.
―Puedes repetirlo mil veces, pero sabes que ni así lograras convencerte,
entiendo que no quieras decirme, después de todo no he sido el hermano que
hubieras deseado tener. Pero, puedes estar segura de que nada que haya ha sido
de forma deliberada para lastimarte.
»Cuando mis papás llegaron contigo del hospital yo deseaba un hermanito
con quien jugar, pero llegaron con una niña, al principio me enojé mucho por
eso, pero en cuanto te vi supe que no importaba qué, pero tenía que hacer hasta
lo imposible para que fuera feliz, y eso he intentado hacer.
―Eze…
―Sé que tratando de ayudarte te he lastimado, y no lo he disfrutado, no te
voy a decir que me arrepiento, porque no lo hago y tal vez lo volvería hacer, no
te voy a seguir molestando con el problema que tienes con Alonzo, pero sea lo
que sea háblalo con él, no caigas dos veces en el mismo error.
―Gracias, Eze ―dijo antes de abrazarlo―. Te quiero ―finalizó sorbiéndose
la nariz.
Cuando Alonzo regresó a la mesa se percató de que Alicia había llorado,
gracias al maquillaje corrido, aunque intentó evitarlo no pudo dejar de ver a
Ezequiel con desconfianza, sí, él era su hermano, pero eso no quitaba que
hubiera hecho llorar a la mujer que amaba y no le gustaba. Estuvo a punto de
recriminarle a Ezequiel, al final optó por no hacerlo, en cambio, le preguntó a
Alicia:
―¿Ya te quieres ir?
―Sí, solo deja busco a mis papás para despedirme. ―Ezequiel se dio cuenta
de lo que estuvo a punto de hacer Alonzo, y aunque pareciera extraño, le gustó.
Alicia nunca había tenido alguien que decidiera plantar la cara a él por ella,
Alonzo había estado a punto de hacerlo, estaba seguro, se detuvo, quizás lo hizo
por evitarle el mal rato a Alicia.
―Sé que tus intenciones son buenas, pero no me gusta que Alicia sufra por tu
culpa ni por nadie. ―refunfuñó Alonzo, una vez que Alicia se había retirado de
la mesa.
―Eso quiere decir que estamos en la misma sintonía, no me gusta verla
sufrir, y sí tú la lastimas no podrás caminar en varios días. ―advirtió. Alonzo
asintió.
―Es una pena que si, tú le haces daño yo no pueda pagarte de la misma
forma. ―gruñó en respuesta, Ezequiel asintió con una sonrisa cínica.
Después de ese instante tan tenso entre Ezequiel y Alonzo, este último y
Alicia se dirigieron al departamento de él en silencio, pero fue un silencio
calmado, al menos para él, mientras pensaba cómo iba a pedirle a lo que tenía en
mente, tal vez podía ser precipitado, pero lo que sentía por Alicia no iba a
cambiar, al contario cada día aumentaba, y por más soberbio que pareciera podía
asegurar que a ella le pasaba lo mismo.
En cuanto llegaron al departamento Alonzo encendió el radio dónde sonaron
los acordes de Deja que salga la luna¸ en voz de Luis Miguel.
―¿Bailamos?
―¿No es muy tarde para hacerlo?
―No, siempre y cuando sea contigo. ―Alicia parpadeó antes de que se
empezaran a mover al ritmo de la música.
Yo sé que no hay en el mundo,
amor cómo el que me das
y sé que noche con noche
va creciendo más y más.
―¡Te amo! ―dijo él cuando la música se detuvo. Alicia pasó sus manos por
el cuello de Alonzo.
―Yo también te amo, más de lo que pude imaginarme alguna vez que lo
haría.
―Ali, sé que es poco el tiempo que llevamos juntos, pero para mí ya no hay
reversa atrás.
―Yo… ―Alonzo colocó un dedo en su boca para que guardara silencio.
―No hay forma de que lo que siento por ti cambie, y sé que quiero pasar el
resto de mi vida a tu lado. Aún somos jóvenes y nos falta mucho por vivir, pero
podemos vivirlo juntos.
»¿Quieres venir a vivir con Adrián y conmigo? ―cuestionó con la voz ronca.
Alicia se soltó de inmediato y lágrimas de frustración empezaron a caer por sus
ojos.
―No puedo, perdóname. ―dijo antes de separarse por completo de él, pero
Alonzo la detuvo.
―¿Qué pasa? ―cuestionó sorprendido, entre todas las reacciones que creía
Alicia podía tener nunca apareció la que estaba experimentando.
―Lo siento, es que yo…
―¿Sientes qué es muy apresurado?
―No, no es eso, yo te amo… y amo a Adrián ―dijo temblando―. Y no creo
que sea muy pronto, pero…
―¿Pero?
―Tengo miedo. ―confesó. Alonzo se quedó atónito, ella no le estaba
diciendo que no porque no lo quisiera, o algo relacionado, no, ella tenía miedo.
―¿Miedo de qué?
―De que Erika aparezca de nuevo.
―Eso no tiene sentido, ya te dije que entre ella y yo nunca habrá nada otra
vez. No hay razón por la que debas temer algo en ese sentido.
―No es por ti, estoy segura de todo lo que concierne a ti, sé que me amas,
nos amamos y eso ella no lo puede cambiar. Esto no es por ti.
―¿Entonces?
―Por Adrián. ―murmuró.
―No lo entiendo.
―Erika ya no puede intervenir en tu vida de eso estamos seguros, pero con él
es totalmente diferente, ella siempre será su madre y nos guste o no, en cualquier
momento podría decidir que sí quiere ser parte de la vida de Adrián, ¿dónde
quedaría yo?
―Con nosotros, no hay forma de que te hiciéramos a un lado por algo que
ella quiere. Ali el que Erika sea quien haya engendrado a Adrián no lo puedo
cambiar, no hay forma de que ella deje de ser su madre, aunque ella así lo quiera
no se puede.
―Lo sé, y no te estoy pidiendo eso. Cuando te enojaste porqué no te dije
quien era mi familia te llevaste a Adrián y no pude verlo, sé que tú intención no
fue castigarme, pero de alguna forma lo hiciste. Sé que ahora estamos bien y no
hay una sola razón para que nos separemos, pero si en el futuro eso llegara a
pasar, te volverías a ir y te lo llevarías yo no tengo ni voz, ni voto al respecto.
―Entiendo todo lo que quieres decir, lamento mucho que sintieras que fue
una especie de castigo, pero nunca fue así, actué cegado por la furia y el dolor,
me llevé a Adrián de la manera que lo hice no porque quisiera alejarlo de ti, sino
porque quería alejarlo de las mentiras.
»Si por alguna razón llegáramos a separarnos, que espero que no porque no
sabría cómo continuar sin ti podrás, seguir viendo a Adrián, de no hacerlo no
solo me ganaría tu odio, sino también el de él, mientras estuvimos separados
siempre que decía que no te necesitaba, él encontraba la forma de hacerme saber
que estaba en desacuerdo con ello. Los niños se dan cuenta de todo y, sobre todo
él, es muy perceptivo y no estará dispuesto a alejarse de ti. ―Alonzo limpió las
lágrimas que continuaban cayendo por la mejilla de Alicia, ella se entregó a la
caricia, recargando su mejilla en la mano de él.
―Sobre Erika, si llega a aparecer y quiere ser parte de la vida de Adrián, algo
que parece más un hecho fantasioso que una realidad, decidiremos lo que
sucederá con ella juntos, soy el padre de Adrián, pero tú eres más madre de lo
que ella nunca será y tienes el mismo derecho que yo a opinar sobre su vida,
aunque la ley no lo permita.
―¿Lo dices en serio?
―Lo digo muy en serio, somos los tres juntos, Ali.
―Te amo.
―Después de mi relación con Erika no podía dejar de preguntarme ¿qué es lo
que había hecho en vidas pasadas para que el destino me cobrara como lo hacía?
Hoy no puedo dejar de pensar qué fue lo que hice para que me recompensara de
la forma en lo que ha hecho al ponerte en mi vida, y debería ser muy idiota para
perderte.
»Sé que platicas de este tipo no será la primera ni la última, pero juntos
encontraremos la solución. Por favor, ven a vivir conmigo y formemos una
familia, no te pido que sea mañana o pasado, pero piénsalo no deseches la idea.
―Lo haré, quiero vivir contigo y que seamos una familia, de alguna forma tú
también llegaste para darle el sentido que hacía falta a mi vida. ―finalizó antes
de darle un beso donde dejaba claro que, a pesar de sus miedos respecto a
Adrián, no había nada más importante para ella que lo que le restaban por vivir
hacerlo en compañía de ellos.
EPÍLOGO.
El día que fue la ceremonia de graduación de Alicia su familia se encontraba
muy feliz, pero sobre todo Alonzo, estaba sumamente orgulloso de su mujer y
Adrián quien sonreía feliz mientras su mamá caminaba en dirección a la mesa
para recibir sus papeles.
Adrián apenas había cumplido dos años, ya caminaba solo, y parecía un
torbellino que era imposible de detener. Sin embargo, sus padres a pesar de que a
veces les daba dolor de cabeza con todas las travesuras que hacía a su corta edad,
eran felices de verlo andando por todos lados.
En cuanto a Erika lo último que supieron es que se fue al extranjero, los
temores de Alicia de que algún momento ella regresara y quisiera ser parte de la
vida de Adrián se fueron disipando poco a poco, en ese sentido Alonzo no podía
dejar de estar furioso con Erika, su hijo se merecía todo el amor del mundo, y
sabía que al lado de Alicia lo tenía, pero le molestaba que su ex ni siquiera se
hubiera dado la oportunidad de conocerlo.
Después de que Alonzo le propuso a Alicia que se fuera a vivir con él, les
llevó muy poco tiempo organizarlo todo para hacerlo, para alegría de ella e
infortunio de Ezequiel todavía quedaban algunos meses pagados de renta de su
antiguo departamento, por lo que Sonia los aprovechó demasiado bien, incluso
en ese momento continuaba viviendo ahí, claro que con diferente compañera.
―¡Felicidades, amiga! ―Sonia fue la primera en felicitarla una vez que la
ceremonia hubo terminado.
―¡Gracias! Creí que no vendrías con eso de que ahora eres una persona
responsable y trabajas. ―mofó Alicia.
―No podía dejar de venir por ningún motivo. ¿Vas a hacer algo?
―Sí, al rato en casa de mis padres habrá una cena. ¿Vienes?
―Claro que estaré ahí, seguro tu hermano estará muy feliz de verme. ―Sonia
le lanzó un guiño al aludido. Alonzo soltó una carcajada.
―¡Maravilloso! Trae a Luna, es genial.
―No tanto como tú, ella no hace de comer, ahí estaremos. ―Sonia se
despidió de su amiga con un abrazo.
―¿En verdad tenías que invitarla? ―gruñó Ezequiel.
―¡Es mi amiga! Claro que tiene que estar. ―defendió Alicia.
―Si fuera tan buena amiga, hubiera regresado el dinero de los meses que
vivió gratis en el departamento.
―Iba a hacerlo, pero yo le pedí que no lo hiciera.
―¿Por qué hiciste eso?
―Porque cuando la invité a vivir conmigo le dije que no tenía que pagar
nada, claro ella siempre insistió en hacerlo, pero yo no acepté.
―¡Ezequiel, basta! ―regañó Heriberto― Es la graduación de tu hermana no
le vas a amargar el día.
―¡Lo siento! ―se disculpó sincero― ¡Muchas felicidades, hermanita! Estoy
muy orgulloso de ti.
―Gracias, yo también lo estoy.
―¡¿Qué? ―cuestionó Ezequiel confundido.
―¡Orgullosa de mí! Terminar la universidad no es nada sencillo.
―Claro que no lo es ―intervino Elisa―. Y tú lo has hecho muy bien.
Todos y cada uno de los miembros de su familia la felicitaron, después de eso
se despidieron con la promesa de que se verían en la noche en casa de su familia.
Alicia y Alonzo se dirigieron al departamento que compartían, mientras se
trasladaban Alicia no pudo evitar pensar en qué reacción tendría Alonzo cuando
le diera la sorpresa que le tenía preparada, no es algo que hubiera hecho
deliberadamente, pero a veces, aunque uno planee las cosas de una forma salen
de otra.
Al llegar a su hogar comieron y después Adrián consideró el momento
oportuno para dormir, dejando a Alicia el instante adecuado para hablar con
Alonzo.
―Te tengo un regalo. ―dijo ella.
―Soy yo el que debería regalarte algo, es tu graduación. ―recordó.
―Lo sé, y me lo puedes dar en la noche si lo tienes, pero si no lo haces no
importa, ya me has dado uno mayor.
―¿A qué te refieres?
―Espera. ―pidió antes de entrar a la recamara para después salir con una
bolsita de papel kraft adornada con papel china color violeta.
―Es para ti ―dijo, mientras se sentaba al lado de Alonzo. Él continuaba
confundido, no es que Alicia necesitara una razón en especial para regalarle
algo, no, pero tampoco es que lo anunciara con bombo y platillo, si Ali le iba a
dar algo no le decía, al contrario, lo “escondía” en algún lugar que él pudiera
encontrarlo, por eso le extrañaba tanto que dijera que le tenía un regalo.
Alonzo sacó una caja de metal de la bolsa en un principio creyó que sería una
pluma y lapicero, un regalo clásico para los recién graduados, pero de nuevo
quien se había graduado era Alicia no él. Al abrir la caja quedó atónito, no había
forma de que lo que estuviera viendo fuera real, de hecho, le parecía más un
sueño que otra cosa. Alonzo se encontraba tan sorprendido que incluso podía
asegurar que su corazón dejó de latir por unos minutos y sus pulmones de
expulsar aire.
―¿Estás…? ―cuestionó con la voz quebrada. Alicia se limitó a asentir con
una sonrisa―. Pero ¿cómo? ―insistió.
―Si tengo que explicarte cómo es que necesitas regresar a la secundaria[vii]
por clases urgentes de biología.
―¡Muy graciosa! Es obvio que sé cómo, pero, habíamos hablado de esperar.
―Lo sé, para mí también fue una sorpresa, no sé, tal vez olvidé tomar la
píldora algún día, no estoy segura de qué pasó. ¿No te hace feliz la noticia?
―No me malinterpretes no necesito una explicación de tu parte sobre qué
falló, sí por mi fuera ya tendríamos otro hijo con nosotros hace rato. Lo que
quiero decir es tú querías esperar a terminar la carrera y después encontrar un
trabajo y tener cierta estabilidad. ¿Estás bien con eso?
―Lo estoy Alonzo. Gracias por pensar en ello, como quiera ya terminé la
carrera, y sobre buscar trabajo ya llegara el momento. Al menos…
―¿Al menos qué?
―No te apetezca mantenerme.
―¡Ja, ja, ja! ―ironizó―. Como si tú eligieras ser una mantenida, lo único
que quiero es que seamos felices, estar seguros de que es el momento adecuado,
y si no lo es siempre podemos retrasarlo.
―Lo es, Alonzo, quiero tener otro hijo, no sé si existe el momento adecuado,
pero, sí lo existe estoy segura que es este, por el hecho de que estoy contigo y
con Adrián.
―¡Te amo!
―También te amo. ―finalizó Alicia antes de besarlo.
FIN
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La vida de Angélica nunca ha sido fácil, cuando todas las piezas comienzan a
encajar, y cree tener una vida tranquila un nuevo huracán llega a su vida
destruyendo todo lo que creía seguro.
Mientras que para Tomás todo parece perfecto, el único inconveniente es que
la perfección parece ir acompañada de monotonía y aburrimiento.
¿Angie tendrá la suficiente fuerza para continuar adelante?
¿Tom será capaz de encontrar la emoción que necesita para ser feliz?
AGRADECIMIENTOS.
Como escritora se supone que debo temer la página en blanco, pero, la verdad
es que yo le tengo miedo a los agradecimientos y con esta historia no podía ser la
excepción. En el proceso de escribir – publicar esta historia he aprendido
muchas cosas.
Gracias a Dios por seguir dándome la oportunidad de continuar en esta vida.
A mi familia por su apoyo incondicional.
A Pedro Gicca por permitirme usar su imagen para darle vida a Alonzo y
hacer de él un personaje tan especial. ¡Éxito siempre!
Gracias a Karolina por ser mi guía, todos tus consejos y recomendaciones me
han servido tanto. Te debo demasiado.
A Ana, querida amiga, mil gracias por tu apoyo, por estar ahí y aguantar mis
monólogos cada vez que me da por hablarte de mis proyectos. Te quiero.
A Yesska por adoptar a Alonzo como tuyo desde el primer momento y tu
acompañamiento. Espero que te guste el resultado final y aquí está el paquete
completo.
A Yunnuen, mi colega y amiga, por ser mi apoyo en este camino un tanto
complicado y porque, a pesar de todo permanecemos juntas. ¡Todo el éxito del
mundo!
Graciela Jiménez por su apoyo incondicional, acompañamiento y paciencia
para seguir la historia semana a semana. Gracias también a todas las lectoras de
wattpad y litnet que tuvieron la paciencia para ir leyendo de a poquito.
Por último, quiero darte las gracias a ti, porque al llegar a esta página ayudas
a continuar con mis sueños.
DERECHOS DE AUTOR Y RESPONSABILIDAD LEGAL.
La canción mencionada en esta historia es solo para ambientar la trama. La
escritora no se adjudica los derechos de autor que pertenecen a:
Deja que salga la luna de Luis Miguel
Álbum: ¡México Por Siempre!
Sello discográfico: Warner Music Internacional
Escrita por: José Alfredo Jimenez
SOBRE LA AUTORA
Mexicana nacida el 24 de agosto, apasionada por su país, el romance y la
lectura. Disfruta mucho de escribir en las mañanas acompañada de un delicioso
té, comida y en silencio.
Sus historias son ambientadas en su país con un toque de diversión, pero
también de realidad. El romance es el género que predomina en sus historias,
pero, no descarta la incursión en otros.