Tu Critico Interno Se Equivoca

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PAR A TODA S AQUELL A S PERSONA S DECIDIDA S A VIVIR UNA VIDA CRE ATIVA ,
INDEPENDIENTEMENTE DE LO QUE DIGAN TODOS LOS CRE TINOS.
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Tu crítico interior
se equivoca
Y algunas otras verdades sobre la creatividad

DANIELLE KRYSA
ILUSTRACIONES DE MARTHA RICH
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Título original: Your Inner Critic is a Big Jerk and
Other Truths About Being Creative
Publicado originalmente en 2016 por Chronicle
Books

Traducción: Darío Giménez


Diseño de la cubierta: Toni Cabré/Editorial
Gustavo Gili

Cualquier forma de reproducción, distribución,


comunicación pública o transformación de esta
obra solo puede ser realizada con la autoriza-
ción de sus titulares, salvo excepción prevista
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La Editorial no se pronuncia ni expresa ni implí-


citamente respecto a la exactitud de la informa-
ción contenida en este libro, razón por la cual
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no puede asumir ningún tipo de responsabilidad


en caso de error u omisión.

© del texto: Danielle Krysa, 2016


© de las ilustraciones: Martha Rich, 2016
© de la traducción: Darío Giménez, 2018
para la edición castellana:
© Editorial Gustavo Gili, SL, Barcelona, 2019

ISBN: 978-84-252-3173-5 (epub)


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Editorial Gustavo Gili, SL


Via Laietana, 47, 2º, 08003 Barcelona, España.
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Valle de Bravo 21, 53050 Naucalpan, México.
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 9

CAPÍTULO 1 Todo el mundo es creativo 13


CAPÍTULO 2 Las excusas son el enemigo 23
CAPÍTULO 3 Las etiquetas son para las conservas,
no para las personas 35
CAPÍTULO 4 La hoja en blanco puede deslumbrarte 49
CAPÍTULO 5 La envidia es un semáforo en verde 61
CAPÍTULO 6 Tu crítico interior es un cretino 71
CAPÍTULO 7 Nadie puede arrebatarte el lápiz de las manos 83
CAPÍTULO 8 Del fracaso surge la genialidad 97
CAPÍTULO 9 Crear en el vacío es un asco 111
CAPÍTULO 10 Los bloqueos están para romperlos 121

BIENVENIDOS AL CLUB 132

AGRADECIMIENTOS 135
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INTRODUCCIÓN

Mira lo que tienes aquí, una página totalmente vacía,


en blanco. ¿Y se supone que vas a llenarla tú? Tú no eres
capaz de escribir un libro entero. A ver, si ni siquiera eres
“escritora”.

De verdad, menudo cretino.


Cuando me dieron luz verde para escribir este libro, me
embargó el entusiasmo. Tenía tantísimas ideas en la cabeza que
apenas podía esperar para contarlas. Creí que me lanzaría a esta
nueva y emocionante aventura sin temor, pero debo confesar que
practiqué la procrastinación de todas las maneras posibles. Reu-
nión inicial con una de las artistas que más me gustan del mundo
entero, Marta Rich: hecho. Releer cincuenta veces mi declaración
de intenciones inicial: hecho. Comprar un cuaderno fucsia para
poner por escrito todas mis brillantes ideas: hecho. Y así, los días
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fueron dando paso a las semanas. Los plazos se acortaban. Y aque-


lla emocionante —aterradora— tarea seguía sin hacerse.
Creí que no me fallaría la autoestima a la hora de escribir
este libro. Estaba emocionada. ¡Estaba lista! Las cosas cambiaron
cuando tuve que enfrentarme cara a cara con el rectángulo blanco
brillante y el cursor parpadeante de Microsoft Word. Sufrí un
pequeño —vale, bastante grande— ataque de pánico y tuve que oír
un larguísimo sermón de mi voz crítica interior.
Ya llevaba décadas teniendo problemas con mi crítico inte-
rior. Estoy casi segura de que todo empezó con una crítica terrible
que me hicieron en el último curso de Bellas Artes (hablaré de
ello más adelante), hace ya más de veinte años. Pero, por fortuna,
fue probablemente aquella experiencia lo que me llevó en 2009 a
publicar mi blog sobre arte, The Jealous Curator. Pasé de sentirme
completamente sola con mis celos creativos a verme rodeada de
miles de lectores afines y comprensivos. Al difundir los trabajos de
artistas contemporáneos que inicialmente me habían provocado
envidia, poco a poco empecé a darme cuenta de que no hay nece-
sidad alguna de sentir celos. Hay espacio de sobra para todo aquel
que quiera ser creativo. En determinado punto del camino, aquella
envidia desmoralizante dio paso a una motivación inspiradora,
de esas que te impulsan a dirigirte al estudio y ponerte a trabajar.
Qué alivio.
Poco a poco empecé a entenderlo todo. Y luego, lo que me
ayudó de verdad a poner las cosas en su sitio fue el primer libro
que escribí, Creative Block.
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Pero venga, si en realidad ni siquiera lo escribiste tú.


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Entrevistaste a un puñado de artistas internacionales.


Te lo “escribieron” ellos. Tú te limitaste a hacerles preguntas.
Tampoco es para tanto, ¿no?

Perdón. Ese ha sido otra vez mi crítico interior. En fin, como iba
diciendo antes de esta grosera interrupción, en Creative Block me
dediqué a preguntar a diversos artistas profesionales sobre el blo-
queo creativo, las dudas sobre uno mismo y el temible crítico inte-
rior. No tenía ni idea de cómo iban a responder a mis preguntas.
Supuse que la mayoría me contestarían algo como esto: “¿Crítico
interior? Ah, no. Yo no tengo de eso. El crítico interior es solo cosa
de aficionados”. Pero el conjunto de sus respuestas me dejó ató-
nita. Personas que yo creía que tenían resuelto todo el asunto de
la creatividad se sentían exactamente igual que yo... y que tú, y que
cualquier otra persona creativa del mundo.
Todos nos bloqueamos. A todos nos da la lata el crítico inte-
rior. Y nadie es inmune al efecto del bloqueo creativo que nos pro-
duce recibir críticas negativas.
Eso es así. Cuando salí de viaje para promocionar Creative
Block y escuché las historias de cientos de personas más, me vi
inmersa en todo un mar de realidades diferentes sobre lo que
supone ser una persona creativa. Y esas realidades pueden sinteti-
zarse en diez verdades: a cada una de ellas está dedicado un capí-
tulo de este libro.
Estas verdades abarcan un amplio espectro: desde cómo
lidiar con las críticas negativas y desmoralizantes hasta cómo aca-
llar al crítico amargado que llevas dentro. Afrontaremos el hecho
de que una página en blanco puede resultar completamente terro-
rífica y aprenderemos a surcar sus aguas. Hablaremos sobre cómo
convertir la envidia en un semáforo que dé luz verde a la creativi-
dad, sobre cómo fracasar hasta convertirnos en genios y sobre la
importancia de hallar un grupo de personas de confianza con quie-
nes compartir nuestro trabajo y nuestro camino en general.
He escrito este libro porque quería que toda persona creativa

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supiera que formamos parte de un grupo de gente enorme, increí-


ble y de mucho talento. Sabemos que ser una persona creativa
puede hacernos sentir aislados, pero ninguno de nosotros está en
realidad solo. Todo el mundo, hasta quienes se dedican a esto pro-
fesionalmente, se ha encontrado algunas de estas realidades —o
con todas ellas— en su trayectoria. Pero casi nunca se habla de ello;
de ahí que nos sintamos solos. Lee este libro de cabo a rabo o salta
de un capítulo a otro, como quieras. Busca en él las historias que te
toquen la fibra y que te sirvan para tus propósitos creativos. Me he
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asegurado de dejar un poco de espacio adicional en los márgenes


del libro para que puedas anotar las ideas que puedan ir surgiendo
mientras lees. A mí me encanta tomar notas (afirma la chica de la
libreta rosa fucsia).
Espero que estas diez verdades os aporten los mismos
momentos de claridad, de revelación, que yo he experimentado
gracias a la franqueza y la actitud receptiva de tantos de vosotros.
Nos vemos al otro lado.
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CAPÍTULO 1
TODO EL MUNDO
ES CREATIVO

“Las verdades del arte. Uno: el arte es divertido. Dos: el arte es


creativo. Y tres: el arte es hermoso. ¡Arte!” Esmé, seis años.

Sabias palabras de una niña superlista. Ya te dediques a pintar,


a cantar o a bailar, estoy segura de que recuerdas haber experi-
mentado esa sensación de alegría, aunque ahora parezca que se ha
disipado un poco. Por eso necesitamos que niñas listas como Esmé
nos recuerden que todo el mundo —y me refiero a todo el mundo
sin excepción— es creativo.
Eso es así. Todos y cada uno de nosotros nacemos con ima-
ginación y con una necesidad de hacer cosas, cosas como fuego,
ciudades, pasteles, libros, zapatos, huertos o el desayuno. Hay una
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cantidad incontable de maneras de ser creativo. Fíjate en ti, por


ejemplo. Vivas o no una vida creativa, quieres vivirla. Si no fueras
una persona creativa, jamás habrías escogido un libro sobre “tu
crítico interior” y “otras verdades sobre ser creativo”.
Ojalá me hubiesen dado un euro cada vez que alguien me ha
dicho: “¿Yo? No, yo no soy creativo”. Sería multimegamillonaria.
La cuestión es que no son ellos en realidad quienes lo dicen, sino
el muy cretino de su crítico interior. Vale, sí, a lo mejor hace
muchísimo tiempo que no has hecho nada, pero eso no significa
que no seas creativo. Lo que significa es que, en algún punto del
trayecto, se te empezó a dar muy bien lo de contestar: “¿Yo? No,
yo no soy creativo” (¡cling-cling, otro euro que me llevo!). Si es así
como te sientes, vamos a cambiar eso.
BUSCAR LA DIVERSIÓN
Voy a pedirte que respires hondo, que relajes los hombros y que
pienses en cuando eras pequeño, en una época en la que dibujabas,
escribías, cantabas y montabas obras de teatro con el único fin de
pasarlo bien.
Ah, aquellos tiempos sí que molaban. Éramos completamente
libres en términos creativos. Pegábamos macarrones y plumas con
pegamento de purpurina porque sabíamos que nos iba a quedar
estupendo. Nos fabricábamos libros caseros solo porque teníamos
una historia que contar. No había presión por publicar ni necesidad
alguna de preocuparnos por las tendencias que dominaban ese año
las galerías de arte. Aquello era antes de que a ninguno nos preo-
cupase entrar en la escuela de Bellas Artes ni que pudiesen escri-
birse críticas sobre nuestras obras.
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Dicho todo lo cual, no todo el mundo tiene recuerdos dicho-


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sos y cálidos de la creatividad infantil. Y yo tengo una teoría al res-


pecto. No quiero adelantar acontecimientos (ver capítulo 7, “Nadie
puede arrebatarte el lápiz de las manos”), pero a lo mejor uno de
los motivos por los que la gente se dice a sí misma: “¿Yo? No, yo no
soy creativa” es porque antes se lo ha dicho otra persona. Tal vez
un profesor cascarrabias de primero enseñó a la clase entera tu
obra maestra de macarrones y plumas tildándola de cutrerío con
purpurina. Esas cosas me ponen furiosa. Y debéis saber que ese
tipo de historias son tremendamente habituales.
“Todo niño es un artista. La dificultad está en seguir siéndolo
cuando nos hacemos mayores.” Pablo Picasso.

¿Eres artista?
Yo hago a menudo esa pregunta. Por lo general, la respuesta
consiste en una pausa y una mirada ligeramente inexpresiva. En ese
momento, casi puedo oír el diálogo interior: “Hummm... ¿Artista?
Bueno, no. Hago cosas. A veces. Pero ¿‘Artista’, con a mayúscula?
Me gustaría decir que sí, pero me da pavor”. En cambio, lo que
suele salir de la boca del preguntado es: “Ejem... Bueno, no. En rea-
lidad, no”. Debo señalar que esta respuesta y esas miradas inexpre-
sivas me las dan siempre adultos. Cuando hago la misma pregunta
a niños, la respuesta es muy distinta. Algo así como esto:
Yo: “¿Tú eres artista?”.

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Niño: “Sí”.

Todo el mundo es creativo


Sin titubeos. Sin pensárselo dos veces. Nunca han vendido un
cuadro ni publicado un relato, pero no tienen ningún problema en
responder con un potente y rotundo sí. Y aquí va otro dato todavía
más interesante: ni siquiera los artistas profesionales contestan
siempre a esa pregunta con confianza. En mi primer libro, Creative
Block, entrevisté a quince artistas profesionales de trayectoria muy
consolidada y les pregunté qué les parecía definirse como “artista”.
Aquí van un par de sus respuestas:
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Jessica Bell (artista multimedia canadiense)


P: ¿Qué impresión te suscita definirte a ti misma como
artista?
R: La “impresión” de que soy artista se me escapa bastante,
más o menos como la impresión de ser adulta. Pero otra gente me
dice que soy artista y yo misma me lo digo, independientemente de
esa impresión.

Camilla Engman (pintora/ilustradora sueca)


P: ¿Cuál fue la primera vez que de verdad te sentiste artista?
R: Sigo teniendo mis dudas.

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