Efeta 647
Efeta 647
Efeta 647
Ellos contestaron: «Unos que Juan el Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de
los profetas».
Simón Pedro tomó la palabra y dijo: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo».
Jesús le respondió: «¡Bienaventurado tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha
revelado ni la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Ahora yo te digo: tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del
infierno no la derrotará.
Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos,
y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos».
Y les mandó a los discípulos que no dijesen a nadie que él era el Mesías.
También con nosotros, hoy, Jesús quiere continuar construyendo su Iglesia, esta casa con
fundamento sólido pero donde no faltan las grietas, y que continuamente necesita ser reparada.
Siempre. La Iglesia siempre necesita ser reformada, reparada. Nosotros ciertamente no nos sentimos
rocas, sino solo pequeñas piedras. Aún así, ninguna pequeña piedra es inútil, es más, en las manos de
Jesús la piedra más pequeña se convierte en preciosa, porque Él la recoge, la mira con gran ternura,
la trabaja con su Espíritu, y la coloca en el lugar justo, que Él desde siempre ha pensando y donde
puede ser más útil a toda la construcción. Cada uno de nosotros es una pequeña piedra, pero en las
manos de Jesús participa en la construcción de la Iglesia. Y todos nosotros, aunque seamos
pequeños, nos hemos convertido en «piedras vivas», porque cuando Jesús toma en la mano su piedra,
la hace suya, la hace viva, llena de vida, llena de vida del Espíritu Santo, llena de vida de su amor, y
así tenemos un lugar y una misión en la Iglesia: esta es comunidad de vida, hecha de muchísimas
piedras, todas diferentes, que forman un único edificio en su signo de la fraternidad y de la
comunión.
Además, el Evangelio de hoy nos recuerda que Jesús ha querido para su Iglesia también un centro
visible de comunión en Pedro —tampoco él es una gran piedra, pero tomada por Jesús se convierte
en centro de comunión— en Pedro y en aquellos que le sucederían en la misma responsabilidad de
primacía, que desde los orígenes se han identificado en los Obispos de Roma, la ciudad donde Pedro
y Pablo han dado el testimonio de la sangre. Encomendémonos a María, Reina de los Apóstoles,
Madre de la Iglesia. Ella estaba en el cenáculo, junto a Pedro, cuando el Espíritu Santo descendió
sobre los Apóstoles y les empujó a salir, a anunciar a todos que Jesús es el Señor. Hoy nuestra Madre
nos sostenga y nos acompañe con su intercesión, para que realicemos plenamente esa unidad y esa
comunión por la que Cristo y los Apóstoles han rezado y han dado la vida.
1. Iniciales marianos en griego: Tanto el “MP” y el “Θτ” dan alusión al título de “Madre
de Dios”.
2. Corona: Tributo del Vaticano de 1867 por los muchos milagros obrados por ella.
3. Estrella en el Velo: Este nos recuerda que ella es la Estrella del Mar (Estela Maris) que
nos conduce al puerto seguro del Cielo.
4. Inicial griega de “San Miguel, el arcángel”: Debajo de las letras está él mismo
sosteniendo la lanza y la esponja de la Pasión de Cristo.
5. Inicial griega de “San Gabriel, el arcángel”: Debajo de las letras podemos verle
sosteniendo la cruz y los clavos.
7. Los ojos de María: Son grandes pues está atenta a todos nuestros problemas. Están
vueltos siempre hacia nosotros.
8. Túnica roja: Este es el color de las túnicas que llevaban la vírgenes en los tiempos de
Cristo.
10. Las manos de Cristo: Con las palmas boca abajo y dentro de las de su Madre indican
que las gracias de la redención están bajo su custodia.
11. Fondo amarillo: Es el símbolo del cielo, donde Jesús y María están ahora
entronizados. El amarillo también brilla a través de sus ropas, mostrando así la felicidad
celestial que puede traer a los cansados corazones humanos.
12. Manto azul oscuro: Es el color que usaban la madres en Palestina. María es las dos
cosas a la vez: virgen y Madre.
13. Mano izquierda de María: Sostiene de manera protectora a Cristo. Ella es su madre.
Es una mano consoladora para todo el que acuda a ella.
14. Sandalia caída: Es una forma de dar a entender que Cristo gasta sus sandalias para
correr a los brazos de su Madre para pedir su consuelo por la Pasión que va a vivir.
https://es.churchpop.com/descubre-los-mensajes-ocultos-en-el-icono-de-nuestra-senora-del-perpetuo-socorro/
Desde antes de que nuestro Señor Jesucristo comenzara su vida pública, la mujer tuvo un papel
importantísimo en la historia de la salvación, basta con leer las historias
https://
es.aleteia.org/
2023/08/25/el-
importante-papel-
que-juega-la-
mujer-en-la-
iglesia/
Eucaristía de
acción de
gracias por
Santo
Rosario de
Eucaristía de
Confirmacio
Obituario