Foro de Discusión 1
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Este anuncio es para nosotros una palabra liberadora. En efecto, las afirmaciones
escriturísticas señalan que todo lo que existe no es fruto del azar irracional, sino que ha
sido querido por Dios, está en sus planes, en cuyo centro está la invitación a participar en
la vida divina en Cristo. La creación nace del Logos y lleva la marca imborrable de
la Razón creadora que ordena y guía. Los salmos cantan esta gozosa certeza: «La palabra
del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos» ( Sal 33,6); y de nuevo: «Él lo
dijo, y existió, él lo mandó, y surgió» ( Sal 33,9). Toda realidad expresa este misterio: «El
cielo proclama la gloria de Dios, el firmamento pregona la obra de sus manos» ( Sal 19,2).
Por eso, la misma Sagrada Escritura nos invita a conocer al Creador observando la
creación (cf. Sb 13,5; Rm 1,19-20). La tradición del pensamiento cristiano supo
profundizar en este elemento clave de la sinfonía de la Palabra cuando, por ejemplo, san
Buenaventura, junto con la gran tradición de los Padres griegos, ve en el Logostodas las
posibilidades de la creación,[23] y dice que «toda criatura es Palabra de Dios, en cuanto
que proclama a Dios».[24] La Constitución dogmática Dei Verbum había sintetizado esto
declarando que «Dios, creando y conservando el universo por su Palabra (cf. Jn 1,3),
ofrece a los hombres en la creación un testimonio perenne de sí mismo».[25]