Normalidad y Control Social Desde La Ciencias Politica y La Filosofia

Descargar como docx, pdf o txt
Descargar como docx, pdf o txt
Está en la página 1de 9

NORMALIDAD Y CONTROL SOCIAL DESDE LA CIENCIAS POLÍTICA Y LA FILOSOFÍA

● Michel Foucault
● Max Weber
● Giorgio Agamben
● Hannah Arendt

1. MICHEL FOUCAULT Vigilar y castigar nacimiento de la prisión


Foucault examina cómo las instituciones de poder, en particular el sistema de justicia penal,
ejercen control sobre los individuos a través de mecanismos de vigilancia y castigo.
Foucault analiza la evolución histórica de las prácticas punitivas (castigo o sanción), desde
los métodos de tortura y ejecución pública hasta la emergencia de la prisión como forma
predominante de castigo en la sociedad moderna. Destaca cómo estas prácticas no solo
buscan corregir comportamientos desviados, sino que también funcionan como mecanismos
de control social y disciplinamiento de la población
Foucault también explora la relación entre poder, conocimiento y control social,
argumentando que el poder no solo se ejerce de manera represiva, sino también opera a
través de la producción de discursos y prácticas que definen lo que se considera normal y
anormal en la sociedad. Asimismo, analiza cómo las instituciones como la medicina, la
psiquiatría y la educación contribuyen a la construcción de la normalidad y al control de las
conductas desviadas
Poder/Saber:
Foucault sostiene que el poder no es solo una relación de dominación, sino también una
relación de conocimiento. En su libro "La arqueología del saber", explora cómo el poder
produce y regula el conocimiento, creando discursos y estableciendo lo que se considera
verdadero o falso en una determinada época. Foucault argumenta que el poder no solo
reprime, sino que también produce y construye conocimiento.
Biopoder:
El concepto de biopoder se refiere al poder que se ejerce sobre los cuerpos y la vida de las
personas. Foucault examina cómo los regímenes de poder modernos se centran en el
control y la regulación de la vida biológica y la población en general.

Gubernamentabilidad:
Foucault introduce el término "gubernamentabilidad" para describir cómo el poder se ejerce
a través de la gestión y el gobierno de las poblaciones. Este concepto se desarrolla en su
libro "Seguridad, territorio, población", donde analiza cómo se forma y se aplica el poder a
nivel político y social.
Discurso:
Foucault considera que el discurso es una forma de poder que limita el pensamiento y
controla las formas en que se pueden expresar las ideas. Argumenta que el discurso no
solo transmite conocimiento, sino que también establece y mantiene relaciones de poder.
Panoptismo:
Este concepto proviene de su obra "Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión". Foucault
describe el panóptico como una estructura arquitectónica en la que los prisioneros están
constantemente vigilados sin saber cuándo están siendo observados. Foucault lo utiliza
como una metáfora para explicar cómo el poder disciplinario puede funcionar de manera
eficiente y controlar a las personas a través de la observación y la auto-vigilancia.
2. Max Weber
racionalización
La racionalización, según Max Weber, se refiere al proceso por el cual la sociedad y la vida
en general se vuelven cada vez más organizadas y regidas por la racionalidad instrumental,
es decir, por la búsqueda de fines y medios eficientes y calculados. Weber argumenta que
la racionalización es una característica clave de la modernidad y que ha transformado
profundamente no solo la economía, sino también la política, la religión y otros aspectos de
la vida social.
tipos ideales
Los tipos ideales, por su parte, son herramientas analíticas utilizadas por Weber para
comprender y estudiar la realidad social. Un tipo ideal es una construcción teórica que
representa las características más importantes o esenciales de un fenómeno social,
simplificando la complejidad de la realidad para poder entenderla mejor. Estos tipos ideales
no existen materialmente, sino que son elaboraciones conceptuales que permiten comparar,
analizar y explicar diferentes casos y situaciones.
autoridad carismática

La autoridad carismática es uno de los tipos de autoridad que Weber identifica. Según él, la
autoridad carismática se basa en la atracción personal y en la devoción que genera un líder
carismático, es decir, alguien que tiene cualidades extraordinarias o sobrenaturales que le
otorgan poder y autoridad sobre los demás. Esta forma de autoridad no se basa en leyes o
reglas formales, sino en la creencia en las capacidades y virtudes excepcionales del líder.
Sin embargo, la autoridad carismática tiene la particularidad de ser efímera y puede
desaparecer rápidamente si no es continuamente legitimada y reafirmada.
Desencadenamiento del mundo

El concepto de "Desencadenamiento del mundo" fue acuñado por Weber para describir
cómo la racionalización y la modernidad han dado lugar a la liberación de las personas de
las restricciones tradicionales y a una expansión sin precedentes de las posibilidades
humanas. Según Weber, el desencadenamiento del mundo se refiere a la transformación de
las estructuras sociales y culturales que antes limitaban y regulaban la vida de las personas,
permitiendo así la liberación de las restricciones y la apertura de nuevas oportunidades para
la acción individual.
ética protestante y espíritu del capitalismo

La ética protestante y el espíritu del capitalismo son conceptos interrelacionados


desarrollados por Weber para explicar la influencia de las creencias religiosas en el
desarrollo del capitalismo moderno. Weber argumenta que la ética protestante, en particular
la ética calvinista, promovía una forma específica de comportamiento y valores, como la
disciplina, la frugalidad y el trabajo duro, que eran favorables al espíritu empresarial y al
ahorro para reinvertir en el negocio. A través de su ética religiosa, los seguidores del
protestantismo encontraron legitimidad para el enriquecimiento material y el éxito
económico, creando así las condiciones para el desarrollo del capitalismo. El "espíritu del
capitalismo" se refiere a la mentalidad y los valores que fomentan el desarrollo económico y
la acumulación de riqueza en una sociedad capitalista.

3. Giorgio Agamben
Estado de excepción: Según Giorgio Agamben, el "estado de excepción" es un concepto
fundamental en su análisis político y filosófico. Se refiere a una condición en la que el poder
soberano suspende temporalmente las normas legales y constitucionales en nombre de la
emergencia o la seguridad pública. Sin embargo, Agamben argumenta que en la sociedad
contemporánea, el estado de excepción se ha convertido en la regla, en lugar de ser una
situación excepcional esto implica una erosión de los límites entre la ley y la violencia, y una
concentración de poder en manos del estado pero en realidad perpetua una situación de
crisis y emergencia permanente que justifica la erosión de los derechos individuales y la
expansión del poder estatal.

En otras palabras, Agamben sostiene que el estado de excepción ya no es simplemente


una respuesta temporal a una crisis, sino que se ha institucionalizado como una
herramienta de gobierno permanente. Esto implica que el poder soberano puede ejercer un
control casi ilimitado sobre la población, ya que la suspensión de las leyes y los derechos
individuales se vuelve la norma, erosionando los límites entre la ley y la violencia.

Agamben argumenta que este estado de excepción permanente permite al poder soberano
mantener un control continuo sobre la población, justificando la vigilancia, la represión y
otras formas de control social en nombre de la seguridad o la protección contra amenazas
percibidas. Esto puede conducir a la pérdida de derechos civiles y a la erosión de las
libertades individuales, ya que el estado de excepción se utiliza para justificar medidas
autoritarias y la concentración de poder en manos del estado.

Vida desnuda (bare life): Este concepto se refiere a una vida que puede ser matada pero
no azufre, es decir, excluida de la protección legal y moral. Agamben examina cómo ciertos
grupos de personas, como los refugiados, los prisioneros y los marginados, son reducidos a
"vida desnuda", donde su existencia queda fuera de la protección legal y son tratados como
meros cuerpos biológicos, es decir que se refiere a una forma de existencia humana que ha
sido despojada de cualquier protección legal y consideración moral. Esta noción se deriva
de su lectura de la antigua distinción entre la zoe (vida biológica) y la bios (vida política o
cualificada) en la filosofía griega.

En su obra "Homo Sacer: El poder soberano y la nuda vida", Agamben explora cómo ciertos
grupos de personas son reducidos a una condición de vida desnuda, donde son tratados
como cuerpos biológicos sin ningún valor político o ético. Estos individuos se encuentran
fuera del alcance de la ley y la sociedad, lo que significa que pueden ser matados sin que
ello constituya un asesinato legal, pero al mismo tiempo no pueden ser sacrificados en
rituales religiosos o ceremonias sociales.

● La vida desnuda representa una condición de exclusión extrema, donde los


individuos carecen de derechos y reconocimiento como sujetos políticos. Agamben
argumenta que esta exclusión se manifiesta en diversos contextos, como campos de
concentración, prisiones, zonas de guerra y situaciones de crisis humanitaria. En
estos espacios, ciertos grupos son despojados de su humanidad y reducidos a
meros cuerpos vivientes, sometidos al control y la violencia del poder soberano.
para Agamben, la vida desnuda es una forma de existencia desprovista de derechos y
dignidad, donde los individuos son reducidos a su mera biología y excluidos de la
comunidad política y moral. Este concepto destaca cómo el poder soberano puede ejercer
control sobre la vida humana al situarla fuera del ámbito de la ley y la ética.

Desubjetivación: Agamben también habla sobre la desubjetivación, que implica la pérdida


de la subjetividad y la autonomía del individuo bajo el control del poder soberano.
Argumenta que en la sociedad contemporánea, los individuos están cada vez más sujetos a
procesos de desubjetivación que los convierten en meros objetos de control y manipulación.

La desubjetivación, en el contexto de Agamben, se refiere al proceso mediante el cual se


desestabiliza o deshace la idea tradicional de sujeto como un individuo autónomo y soberano.
Esta idea de sujeto suele estar basada en una concepción unitaria y racional del individuo, que
posee una identidad fija y coherente.

Agamben argumenta que esta noción de sujeto ha sido problemática y que debemos
desafiarla. Sugiere que en la modernidad, especialmente a través de los desarrollos en la
política, la tecnología y la cultura, el sujeto ha sido sometido a procesos de desestabilización
y fragmentación. Estos procesos pueden incluir la influencia de la biopolítica, donde la vida
misma se convierte en objeto de control y regulación por parte de las estructuras de poder, así
como el papel de la tecnología en la alteración de la percepción y la experiencia del
individuo. La desubjetivación implica, entonces, la desestabilización de la identidad unitaria
y la autonomía del sujeto, exponiendo las formas en que el individuo está inextricablemente
vinculado a sistemas más amplios de poder, tecnología y cultura. Esto no significa
simplemente la disolución del sujeto en una especie de nihilismo o relativismo extremo, sino
más bien una reevaluación de cómo entendemos y experimentamos la subjetividad en un
mundo cada vez más complejo y entrelazado, busca cuestionar y problematizar las
concepciones tradicionales de la identidad y la autonomía del sujeto en el contexto de la
modernidad, reconociendo la complejidad y la interconexión de las fuerzas que influyen en la
experiencia humana.

Despolitización: Agamben critica la despolitización de la sociedad contemporánea, donde la


normalidad y la conformidad son valores dominantes que inhiben la acción política genuina y
la resistencia contra las estructuras de poder.

La despolitización, según Agamben, no significa simplemente la eliminación de la política,


sino más bien la reducción de la política a la mera administración de la vida. En otras
palabras, implica la transformación de la política en una gestión técnica y burocrática de los
asuntos públicos, donde se anula la posibilidad de verdadera deliberación y participación
política por parte de los ciudadanos. Agamben argumenta que la despolitización es una
característica distintiva de las sociedades contemporáneas, donde el Estado moderno ejerce
un control cada vez mayor sobre la vida de los individuos, utilizando mecanismos de
vigilancia, seguridad y regulación que reducen el espacio para la autonomía y la acción
política auténtica, uno de los conceptos clave que Agamben utiliza para analizar la
despolitización es el de "estado de excepción". Según él, en el estado de excepción, el poder
soberano puede suspender las normas y derechos democráticos en nombre de la seguridad y
la protección, perpetuando así la despolitización al permitir que el Estado ejerza un control
arbitrario sobre la vida de los ciudadanos. esto quiere decir que para Agamben, la
despolitización es un proceso mediante el cual la política se convierte en una forma de
gestión técnica y burocrática de la vida, reduciendo así la capacidad de los ciudadanos para
participar activamente en los asuntos públicos y dejando espacio para la emergencia de
formas de poder soberano que operan más allá del marco democrático.

Biopoder: Agamben también se basa en la noción de "biopoder", desarrollada por Michel


Foucault, para examinar cómo el poder moderno se ejerce sobre los cuerpos y las vidas de los
individuos, regulando sus actividades cotidianas y su existencia misma en nombre de la
normalidad y la seguridad.

Este concepto según Giorgio Agamben se deriva de su análisis crítico de la relación entre
política, biología y poder en la sociedad contemporánea, ha explorado cómo el poder
moderno ha ejercido control sobre la vida humana de nuevas formas, especialmente a partir
de la emergencia del Estado moderno y la biopolítica.

El término "biopoder" fue acuñado por Michel Foucault para referirse al conjunto de
estrategias y tecnologías de poder que tienen como objetivo la gestión y regulación de la vida
de las poblaciones. Sin embargo, Agamben desarrolla esta noción, argumentando que en la
modernidad tardía, el poder ha llegado a estar tan intrínsecamente ligado a la vida misma que
ya no se puede distinguir entre las esferas de la política y la biología.

Para Agamben, el biopoder no solo implica la gestión de la vida física de los individuos (a
través de medidas como la medicina, la biotecnología o la eugenesia), sino que también
involucra la regulación de aspectos más amplios de la existencia humana, como la identidad,
la sexualidad, la reproducción y la subjetividad. Esto se manifiesta en la proliferación de
instituciones y prácticas que buscan controlar y normalizar diversos aspectos de la vida de las
personas, desde la vigilancia masiva hasta las leyes sobre inmigración y ciudadanía.
Agamben sostiene que el biopoder opera mediante la inclusión-exclusión, es decir, mediante
la división de la población en categorías legales y sociales que determinan quién tiene
derechos y quién no. Esto se ejemplifica en la noción del "estado de excepción", donde
ciertos grupos o individuos son excluidos de la protección legal y se encuentran en un estado
de limbo jurídico, lo que les permite ser sometidos a medidas extremas por parte del poder
soberano.

4. HANNAH ARENDT

LA BANALIDAD DEL MAL

Arendt crea como título, banalidad del mal, para definir que algunas personas actúan dentro
de las reglas del sistema al que pertenecen sin reflexionar sobre la repercusión de sus
actos, solo lo hacen por el cumplimiento de las órdenes dadas, y para dar para dar una
explicación más amplia; el caso de Adolf Eichmann.

Eichmann fue miembro del Partido Nacionalsocialista, encargado de la logística y


organizacion de la concentración y deportación de los judíos europeos a los campos de
exterminio. Posterior a esto fur puesto a disposición de un tribunal en Jerusalén acusado,
entre otras cosas, de “crímenes contra el pueblo judío, contra la humanidad y crímenes de
guerra” perpetrados durante la Segunda Guerra Mundial bajo el régimen nazi. Fue hallado
culpable y sentenciado a muerte. Después de dar trámite a los procedimientos de apelación
y revisión de sentencia, el veredicto fue confirmado y el teniente coronel murió ahorcado en
1962. Hannah Arendt quedó conmocionada al observar que los crímenes más execrables
del nazismo no fueron perpetrados por degenerados sexuales, sadistas, psicópatas,
criminales consuetudinarios o fanáticos ideológicos, sino, en su mayoría, por hombres
‘normales’, ‘comunes y corrientes. Arendt estaba perpleja por el abismo que existía entre la
magnitud de los crímenes y la personalidad del acusado, porque tal disparidad contradecía
flagrantemente nuestras teorías filosóficas y teológicas sobre el mal. “El mal, como se nos
ha enseñado, es algo demoníaco.En efecto, la opinión común acerca de los nazis es que,
para haber organizado la destrucción del pueblo judío con tal crueldad, debieron ser, en
verdad, monstruos infernales. En cambio, Arendt observa en Eichmann no al demonio en
persona sino a alguien del ‘montón’, vulgar, un bufón “No había ningún signo en él de firmes
convicciones ideológicas ni de motivaciones especialmente malignas y la única
característica notable que se podía detectar en su comportamiento pasado y en el que
manifestó a lo largo del juicio y de los exámenes policiales anterior al mismo fue algo
enteramente negativo: no era estupidez, sino falta de reflexión.” El amor de Eichmann por
los retruécanos, las frases hechas, los clichés, las ‘palabras aladas’; su fidelidad a los
códigos de conducta; su obediencia a las normas establecidas; su atento respeto por la
opinión mayoritaria; su idolatría del éxito como criterio de todo acto y persona; su deficiente
memoria, imaginación y juicio; su incapacidad de articular frases gramaticalmente correctas,
etc., se manifestaba condensadamente en la “ausencia de pensamiento”. “Para expresarlo
en palabras llanas, podemos decir que Eichmann, sencillamente, no supo jamás lo que
hacía.” Lo siniestro de la ausencia de pensamiento en Eichmann yace en que él
simplemente se ajustó al código moral reinante y a la ley de su entorno social, tal y como lo
habría hecho sin mayores problemas y con extraordinaria plasticidad en otro contexto
social, por ejemplo, uno liberal y democrático. Su sentido de moral y justicia no fue
conmovido en forma especial por los crímenes cometidos estatalmente, porque la voz de su
‘conciencia’, en perfecta armonía con la de sus conciudadanos, fue silenciada mediante el
establecimiento revolucionario de un nuevo código moral y una política sancionada por el
gobierno. “Según Eichmann, dijo, el factor que más contribuyó a tranquilizar su conciencia
fue el simple hecho de no hallar a nadie, absolutamente a nadie, que se mostrara contrario
a la Solución Final.” Eichmann “actuó, en todo momento, dentro de los límites impuestos por
sus obligaciones de conciencia: se comportó en armonía con la norma general; examinó las
órdenes recibidas para comprobar su ‘manifiesta’ legalidad, o normalidad, y no tuvo que
recurrir a la consulta de su ‘conciencia’, ya que no pertenecía al grupo de quienes
desconocían las leyes de su país, sino todo lo contrario.” En un mundo social corrupto
moralmente, el que fuera el encargado de la organización de la logística de transportes del
Holocausto, no se sentía, en consecuencia, ‘culpable’. Una y otra vez repetía en el tribunal
que “ninguna relación” tuvo “con la matanza de judíos”. En la sociedad criminal
nacionalsocialista, sus actos sólo eran, en su opinión, delictuosos a posteriori. Debido a ello,
no tenía nada de qué arrepentirse, pues siempre había sido “un ciudadano fiel cumplidor de
las leyes”.

Hanna Arendt explica en la normalización del mal que se producía en Alemania nazi, como
todos los miembros de la sociedad se mentían a si mismo, Arendt dice que el mal radical no
surge de la maldad inherente de cierto individuo sino de la estructura sociales y políticas
que permitían una deshumanización generalizada y eludir las responsabilidades
individuales.

LOS CONTEXTOS SOCIALES GENERADORES DE LA BANALIDAD DEL MAL

Hannah Arendt denuesta a Adolf Eichmann como banal, no a los crímenes mismos.
Calificarlo así, no significa minimizar sus delitos, sino colocar en su justa dimensión humana
al perpetrador. Por tanto, Arendt no exculpa en ningún sentido al alemán y está de acuerdo
con la sentencia.

Lo horrendo de la normalidad de criminales de la calaña del acusado es que cometen sus


crímenes “en circunstancias que casi le impiden saber o intuir que realiza actos de maldad”.
Con esta afirmación, Arendt trasciende el ámbito meramente personal de la “banalidad del
mal” y devela los contextos fomentadores de ésta. Principalmente sospecha de lo que
denomina “lo social”, esa esfera de las relaciones humanas que se organiza bajo el principio
laboral de la reproducción de la vida y en la que el comportamiento de los individuos está
determinado y gobernado por las normas sociales de un colectivo humano.

El actor social no es más que un amasijo de roles y estatus sociales, cuyos sentido y
significado se hallan más allá de sus intereses y que son determinados por las
organizaciones e instituciones sociales de manera independiente de su voluntad. El
malestar que ocasiona la sociedad consiste en la eliminación de la diversidad humana a
favor de la ‘calculabilidad’ sistémica, en la absorción y asimilación de la diferencia individual,
en la homogenización de la pluralidad humana y en la exclusión de la espontaneidad de la
acción. Allí donde se elimina la acción libre y el juicio independiente a favor del
comportamiento disciplinado normativamente y la aceptación ciega de las creencias
imperantes en una sociedad, el suelo puede ser propicio para cometer actos criminales sin
que el actor sea consciente de lo que realmente hace o dice, pues está acorazado para
evitar confrontarse con la realidad.

El sistema se diseñaba para que el individuo se descargara tanto de la culpa y la


responsabilidad, la banalidad del mal permite que individuos extremadamente ordinarios
cometan actos maliciosos y deshumanizadores si se presenta la ocasión, Arendt dice; “Por
esto, los asesinos, en vez de decir :!que horrible es lo que hago a los demás!, decían: ¡que
horrible espectáculos tengo que contemplar en el cumplimiento de mi deber, cuan dura es
mi misión!.

También podría gustarte