Sesion 4 CI y Leismo
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Huamán Salazar
I. Características generales
Es la persona o cosa que recibe indirectamente la acción del verbo o el daño o provecho,
en una clasificación tradicional1. Los complementos indirectos siempre están
encabezados por la preposición a2 y no se alteran cuando se transforman a voz pasiva.
1. El complemento indirecto admite la sustitución por los pronombres le, les (dativos).
1
“Se llama complemento u objeto indirectos a la función sintáctica desempeñada por los pronombres átonos de dativo, así
como por los grupos preposicionales encabezados por la preposición a que pueden ser reemplazados por un pronombre de
dativo (Jacinto pidió a su esposa las llaves > Le pidió las llaves), aunque también pueden concurrir con él: Al Rey le han
gustado las capillas que ha visto (Lázaro Carreter, Crónica)”. RAE (2010, p. 671)
2
Se creía antiguamente que la preposición para encabezaba a los CI. Sin embargo, ya no se la considera por su incapacidad
de sustituirse por los pronombres dativos (le, les). En este ejemplo, se puede evidenciar ello: Ana le compró un turrón a
Jesús para sus tíos recién llegados.
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EJERCICIOS
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PRONOMBRES ÁTONOS COMO CD O CI
Los pronombres átonos son me, te, se, nos, os, la, los, lo, las, le, les; están
imposibilitados de aparecer sin la presencia de un verbo, y se pueden ubicar antes de ellos
(proclíticos: Le llevé la lonchera) o unidos (enclíticos: Dile eso.)
1. Oraciones reflexivas
En este tipo de oraciones el sujeto tiene el mismo referente que los complementos
correspondientes.
CI
Me afeitaré la barba para ir a la fiesta.
Lávate la cara para que despiertes.
Paola se pinta las uñas solo los fines de semana.
Para reconocerlos, en el caso de los pronombres átonos como CI, adquieren la forma le, les, y el CD se
encuentra, en estos ejemplos, como grupo nominal. (Cambia el significado, pero la gramaticalidad no se ve
afectada)
Le afeitaré la barba para la fiesta.
Lávale la cara para que despierte.
Paola le pinta las uñas solo los fines de semana.
2. Oraciones recíprocas
Se denominan así a las oraciones en las que dos o más personas realizan la acción y la reciben
mutuamente. Deben construirse con los pronombres átonos se, nos, os.
Nos veremos la próxima semana.
Se dan la mano como señal de aprecio.
CD
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CI
3. Otros casos
Si las oraciones no son reflexivas ni recíprocas y presentan estos pronombres, también
pueden actuar como CD o CI. Si son CD admiten el reemplazo por la, los, lo, las; si son CI,
por le, les.
Completa las oraciones con “me, te, se, nos” y luego indica si es OD u OI.
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6. No me devolvió el dinero que le presté.
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8. Pensé que estarías dormida.
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9. Algunos obtendrán su merecido en estas elecciones.
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10. A Carla la vieron entrando al cine con su enamorado.
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11. María compró un par de aretes para su hermana.
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12. Todo el día nos dio una gran motivación.
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13. Tú le dijiste la verdad a ese desgraciado.
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14. Le traje a Sofía el libro que me pidió.
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15. Una de las hermanas Pérez ganó el premio.
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16. Me gusta la voz de Melisa.
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17. La llevaron con urgencia a la posta más cercana.
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18. En la Vía Expresa, me detuvo la policía de La Victoria.
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19. El viernes me lo entregas antes de las clases, por favor.
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20. Devuélveme el rosario de mi madre.
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LEÍSMO
Definición:
Es el uso impropio de le(s) en función de complemento directo, en lugar de lo (para el
masculino singular o neutro), los (para el masculino plural) y la(s) (para el femenino), que
son las formas a las que corresponde etimológicamente ejercer esa función.
Información adicional
Los pronombres le, les proceden, respectivamente, de las formas latinas de dativo illi, illis. El dativo es el caso
de la declinación latina en el que se expresaba el complemento indirecto. Por ello, la norma culta del español
estándar establece el uso de estas formas para ejercer dicha función, independientemente del género del
sustantivo al que se refiere el pronombre: «Conocí a un cirujano plástico a quien LE conté mi problema»; «Yo
nunca LE conté a mi madre eso»; «Al despedirlos LES di veinte pesos». Por tanto, son casos de leísmo usos
como los siguientes, en los que le funciona como complemento directo: «Era Huayna Cápac, según dicen
muchos indios que LE vieron y conocieron, de no muy gran cuerpo»; «Mis parientes les llamaron ayer».
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Origen
El leísmo, al igual que otros fenómenos paralelos relacionados con el uso antietimológico de los pronombres
átonos de tercera persona, surge en Castilla durante la Edad Media. Todos estos fenómenos parecen deberse
al nacimiento, en época temprana de la evolución del castellano, de una tendencia que, a diferencia de lo que
ocurría en latín, en lugar de distinguir funciones gramaticales a través de las distintas formas pronominales
—le(s) para el complemento indirecto y lo(s), la(s) para el complemento directo—, tiende a diferenciar entre
masculino y femenino, por un lado, y entre persona y cosa por otro; también influye en muchos casos la
condición de contable o no contable del referente. Muy a grandes rasgos, la distribución, en este nuevo
sistema, sería la siguiente: le(s) para el masculino de persona; lo(s) para el masculino de cosa, y la(s) para el
femenino de persona y de cosa. El leísmo se documenta desde los primeros textos medievales castellanos.
No obstante, en el siglo XIII, época de la reconquista de casi toda Andalucía, este fenómeno no se hallaba lo
suficientemente extendido como para instalarse en la norma andaluza y, por consiguiente, tampoco caló en
el español atlántico (Canarias e Hispanoamérica). Así pues, y en líneas muy generales, suelen distinguirse
dos zonas: una marcadamente leísta, que abarca el área central y noroccidental de Castilla —junto con focos
aislados en ciertos países hispanoamericanos— y otra no leísta, que abarca la mayor parte del mundo
hispánico.
Usos aceptados
En cambio, el uso de les por los cuando el referente es plural no está tan extendido como
cuando el referente es singular, por lo que se desaconseja en el habla culta:
2. El panorama dista mucho de ser sencillo. Por una parte, el leísmo no es un fenómeno que
se dé uniformemente en las zonas consideradas leístas; por otra, en las zonas no leístas
se documentan casos de leísmo, algunos solo aparentes, explicables por distintas razones:
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a) Los verbos llamados de «afección psíquica» —los que designan procesos que afectan al
ánimo o producen acciones o reacciones emotivas, como afectar, asustar, asombrar,
convencer, divertir, impresionar, molestar, ofender, perjudicar, preocupar, etc.—,
dependiendo de distintos factores, admiten el uso de los pronombres de acusativo —
lo(s), la(s)— y de los pronombres de dativo —le(s)—. La elección de unos u otros
depende básicamente de si el sujeto es o no agente activo de la acción y del grado de
voluntariedad que tiene o se le atribuye con respecto a la acción designada por el verbo:
si el sujeto es animado y se concibe como agente de la acción, el complemento verbal
suele considerarse directo y se usan los pronombres de acusativo (A mi
madre LA asombro cuando como mucho); si el sujeto es inanimado o es una oración y,
por tanto, no puede ser concebido como agente directo de la acción, el complemento se
considera indirecto y se usan los pronombres de dativo (A mi madre LE asombra mi
apetito).
Por otro lado, con sujetos animados puede darse también esta alternancia, dependiendo
de si la acción denotada por el verbo es realizada voluntariamente o no por el sujeto:
Con sujetos no animados influyen también otros factores; por ejemplo, cuando el sujeto
va antepuesto, es más frecuente el uso del pronombre de complemento directo:
Mi actitud LO decepcionó.
Su hermano LO escandalizó.
A mi madre LE escandalizaba que dijera aquellas blasfemias.
Agarra a una mujer que baila, LA asusta y luego se va.
De pronto LE asustó morir.
En Perú y en los países del Cono Sur se usan de modo casi exclusivo con estos verbos
las formas propias del complemento directo:
La entrevista LO disgustaba.
Ese pensamiento LO preocupa.
A Max LO asombraban siempre estas pequeñas cosmogonías.
b) Los llamados «verbos de influencia» —los que expresan acciones que tienen como
objetivo influir en una persona para que realice una determinada acción, como autorizar,
ordenar, invitar (‘animar’), permitir, exhortar, etc.—, forman parte de la siguiente
estructura: «verbo de influencia + complemento de persona + verbo subordinado, en
infinitivo o precedido de que, o un nombre de acción»:
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Le ordené ejecutar la sentencia / Le ordené que ejecutara la sentencia / Le ordené la
ejecución de la sentencia.
Por el contrario, el complemento de persona es directo con los verbos de influencia que
llevan, además, un complemento de régimen, esto es, un complemento precedido de
preposición, como obligar A, invitar A, convencer DE, incitar A, animar A, forzar A,
autorizar A, etc.:
Una barrera LOS obligó a desviarse; LA convenció de que vendiera un anillo de
brillantes; Ella LO incitó a seguirla.
Los verbos hacer y dejar, cuando tienen sentido causativo, esto es, cuando significan,
respectivamente, ‘obligar’ y ‘permitir’, siguen la misma estructura que los verbos de
influencia:
«verbo causativo + complemento de persona + verbo subordinado».
Tanto hacer como dejar tienden a construirse con complemento directo si el verbo
subordinado es intransitivo:
Vi a Pedro guardar el informe > SE LO vi guardar; Oí a María cantar una canción > SE
LA oí cantar. Sin embargo, cuando el complemento directo del infinitivo es una persona,
el complemento de persona del verbo principal no admite ser representado por se: Vi a
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Pedro abrazar a su padre > *SE LO vi abrazar; Oí a María insultar a su vecina > *SE
LA oí insultar.
d) Hay verbos que se construyen con complemento directo de cosa e indirecto de persona:
El camarero sirvió la cerveza a Pedro; Robaron el bolso a María; El atracador pegó una
paliza a la dependienta; El acusado escribió una carta al juez; El médico curó la herida al
torero.
Con muchos de estos verbos es frecuente omitir el complemento directo por estar
implícito o sobrentendido. Cuando esto ocurre, el complemento de persona, antes
indirecto, pasa a funcionar como complemento directo si es posible la transformación en
pasiva y el enunciado pasivo mantiene el mismo significado que el activo:
El médico curó al torero / El médico LO curó (admite la pasiva sin cambio de
significado: El torero fue curado por el médico).
Si no es posible la pasiva, o si el enunciado pasivo implica un cambio de sentido con
respecto a la oración activa, el complemento de persona sigue funcionando como
complemento indirecto: Escribí a mi hija / LE escribí (ya que no es posible la pasiva *Mi
hija fue escrita por mí); Abrió a su vecino / LE abrió (no es posible la pasiva *Su vecino
fue abierto sin que implique un cambio de sentido).
e) Otro grupo que ofrece confusión es el formado por verbos que han cambiado o están
cambiando su régimen, esto es, que se construían habitualmente en el español medieval
con pronombres de dativo, como en latín, y que hoy están pasando a construirse
mayoritariamente con pronombres de acusativo, como es el caso de ayudar u obedecer.
Este proceso de cambio no se ha dado de manera uniforme en todas las áreas. Así, en las
zonas no leístas del norte de España el régimen habitual es el dativo:
Vidal LE ayudó. Y entre los dos lograron acercarlo al desmonte.
En América está prácticamente generalizado el acusativo, sobre todo en los países del
Cono Sur: Natí LO ayudó a subir.
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Sin embargo, cuando el complemento directo es femenino, lo normal es usar la(s):
Se LA veía muy contenta; aunque no faltan ejemplos de le(s): Tan enamorada
se LE observaba, tan desencajadamente arrebolada se LE veía.
Se trata de un caso especial en el que se emplean desde los orígenes las formas de dativo
en función de complemento directo. No obstante, muchos hablantes, conscientes de que
la función que cumple el pronombre en ese tipo de oraciones es la de complemento
directo, emplean en estos casos los pronombres de acusativo, uso generalizado en los
países del Cono Sur: Se LO veía zigzaguear entre los autos; ¡No se LO puede andar
molestando por trivialidades!; Nunca se LO vio ladrar ni gruñir.
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coexistencia, a veces se documentan en estas zonas usos de le(s) en función de
complemento directo, tanto masculino como femenino, especialmente si el referente
es animado:
Los policías LE cogieron de la cintura, LE levantaron en vilo y LE lanzaron a la caja
del camión» (Ribeyro Geniecillos [Perú 1983]).
EJERCICIOS
1. A la policía se le respeta.
2. A María, la del sombrero rojo, le llamé para que me acompañe al cine.
3. Todas las mañanas les entrego a mis hermanos las llaves, pues yo las olvido siempre.
4. Le ofrecí apoyo a mis alumnos con sus notas de Álgebra.
5. “No entiendes que estas a merced de un demente.
Él hace de ti lo que quiere, y tu no le amas le temes”. (Luis Enrique)
6. “Amiga, yo le siento celos hasta el propio viento.
Lo mío es un amor voraz que crece como el fuego”. (E. Santiago)
7. Algunos le llaman tonto; en cambio, otros le dicen sabio.
8. Le preguntaron por ti, y no les respondió nada a nadie.
9. La invitación le entregué a todos los padres de familia.
10. A los alumnos más destacados les llevaremos de paseo con sus mejores amigos.
11. Le invité a bailar.
12. Le invité un vinito.
13. A Rosaura se le veía tan elegante con ese vestido negro.
14. Le dejé bailar un huainito.
15. Le dejé hablar de sus aventuras.
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