1
RENACER EN LA BARCA DE JESUS
BARCA 5
RESTAURANDO EL ALMA
A- DEBEMOS HACER UN PROFUNDO INVENTARIO DE NUESTRA VIDA
1- EMOCIONES
Cuando fuimos creados fuimos dotados por Dios de emociones con propósitos específicos. Sin
ellas, no seríamos seres humanos completos.
Si los hombres y las mujeres no se esforzaran por tener seguridad personal, si no cosecharan su
alimento o construyeran su vivienda no podrían sobrevivir, si no se reprodujeran, la tierra no
estaría poblada, si no hubiera instinto social, si a los seres humanos no les importara disfrutar de
la compañía de sus prójimos no existiría sociedad alguna, pero con todo y esto, la mayoría de
nosotros vivimos con una gran carga de problemas y emociones descontroladas que nos
complican la existencia más aun estando rodeados de gente llegamos a sentirnos totalmente
solos, una terrible sensación de abandono nos acompaña.
Hoy nos ocupa saber con exactitud cómo, cuándo y dónde los deseos naturales que Dios nos dio se
han torcido, queremos afrontar la infelicidad que esto nos está causado a nosotros y a las
personas que se relacionan con nuestras vidas, al descubrir cuáles son nuestras deformaciones
emocionales, podemos empezar a corregirlas. Si no estamos dispuestos a hacer un esfuerzo
persistente para descubrirlas es poca la estabilidad y felicidad que podemos esperar aun estando
en Cristo esto sucede más a menudo de lo que crees.
Es en la mayoría de nosotros tal zozobra y desconocimiento que, si no hacemos un profundo
inventario para conocernos verdaderamente, la fe que debería obrar en nuestra vida cristiana, se
encontrara todavía fuera de nuestro alcance.
Exigir atención, protección, y amor en demasía a otros, puede provocar en las personas lastima,
repulsión y desprecio.
2- EMOCIONES FUERA DE CONTROL
Más que ninguna otra persona, el cristiano debiera darse cuenta de que sus emociones fuera de
control son la causa primaria de su forma destructiva de vivir, nos hemos bloqueado para ahogar
el temor, la frustración y la depresión, buscamos escapar de la culpa ocasionada por nuestros
impulsos en la actual forma de vida que llevamos:
Romanos 1:27-32 Reina-Valera 1960
27
y de igual modo también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en
su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, y recibiendo
en sí mismos la retribución debida a su extravío.
28
Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada,
para hacer cosas que no convienen; 29 estando atestados de toda injusticia, fornicación,
perversidad, avaricia, maldad; llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y
malignidades; 30 murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios,
altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, 31 necios, desleales, sin afecto natural,
implacables, sin misericordia; 32 quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que los que
2
practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen
con los que las practican.
Sé que no es grato contemplar con tanta claridad que tenemos estas perversiones del alma.
Las emociones desordenadas se resisten a ser analizadas, en cuanto intentamos hacer un esfuerzo
serio por examinarlas, es probable que suframos una fuerte sensación desagradable. Si por
temperamento tendemos a ser depresivos, es probable que nos veamos inundados de
sentimientos de culpabilidad y de falta de perdón hacia nosotros mismos, nos sumimos en una
sensación de suciedad en la que a menudo sentimos un placer perverso y doloroso al entregarnos
morbosamente a esos recuerdos: Santiago 4:16 Reina-Valera 1960 Pero ahora os jactáis en
vuestras soberbias. Toda jactancia semejante es mala
Si este es el caso hemos perdido toda perspectiva, y por lo tanto la autenticidad de conocernos
verdaderamente porque esto representa la otra cara de la moneda, y es el disfrutar de nuestros
recuerdos de manera autodestructiva. Esto no es en absoluto un inventario con propósito de
cambio; es el proceso que muy a menudo ha llevado a la persona a morir sin conocer la felicidad
en Cristo, sin embargo, si por naturaleza pecadora nos inclinamos hacia la hipocresía o a la
grandiosidad
nuestra reacción será la opuesta, nos sentiremos ofendidos por el inventario sugerido. Sin duda
aludiremos con orgullo a la vida virtuosa que creemos llevar por el simple hecho de estar en la
iglesia, insistiremos que nuestros graves defectos, si es que creemos tener alguno, han sido
causados principalmente porque otros nos los provocan, incluido hasta Satanás. Si este es el caso,
lo que se ve entonces es que reconocer nuestra realidad tiene urgente prioridad. Tan pronto como
reconozcamos quien, y que somos, nuestra vida renacerá.
Si siempre hemos sido buenas personas a nuestros propios ojos, “excepto por nuestro pequeño
detalle de carácter”, y todos ellos justificados: Proverbios 21:2 Reina-Valera 1960 Todo camino
del hombre es recto en su propia opinión; Pero Jehová pesa los corazones. ¿qué necesidad
tenemos de hacer un inventario de nuestra vida “pasada” ahora que estamos en la iglesia?
3- LA EXCUSA
Nos agarramos a esa magnífica excusa para evitar responsabilidades, decidimos creer que
nuestros problemas e inquietudes actuales están causados por el comportamiento de otras
personas hacia nosotros y llegamos a creer plenamente convencidos que si sólo nos trataran
mejor, si nos dieran nuestro lugar no tendríamos ningún problema, por esto con frecuencia
cambiemos de Iglesia, de trabajo, de casa, de amistades, etc. creemos que nuestros motivos
siempre están Justificados y son razonables, hay en nuestro comportamiento un claro "porque yo
no soy el culpable, son los demás”.
Para empezar, se debe de entender que la mayoría de los creyentes estuvieron gravemente
afligidos por la auto justificación, para la mayoría de nosotros la auto justificación era lo que nos
daba excusas para seguir haciendo lo que hacíamos, para dar rienda suelta a nuestro carácter
deformado y por supuesto hacer uso de todo tipo de conducta disparatada y dañina, convertidos
en expertos en la invención de pretextos. Siempre tuvimos justificación del porque estábamos
pasándola muy mal, o muy bien, encontrábamos justificación si en nuestros hogares nos
agobiaban con excesivo amor, o porque no recibíamos amor alguno, teníamos justificación porque
en nuestros trabajos teníamos un gran éxito o porque habíamos fracasado y así hasta el infinito.
Siempre nos justificamos en las circunstancias y en auténticos momentos de sinceridad
3
intentamos corregir, pero fracasábamos y al ver que no podíamos hacerlo a nuestra plena
satisfacción empezamos a actuar de forma alocada y nos volvimos autodestructivos o muy
reservados. Hubo pequeños lapsos donde se nos ocurrió pensar que nosotros éramos quienes
teníamos que cambiar, pero siempre fue más cómodo pedirle a Dios que nos cambiara y si no
ocurría es porque él no quería hacerlo. Ya en Cristo, sabemos que tenemos que hacer algo
respecto a nuestra vida y a las emociones destructivas y de conmiseración, ya que cada vez que no
fuimos honestos en la búsqueda de estos cambios solo provocamos que la gente a nuestro lado se
volviera en contra nuestra diciendo “este nunca va a cambiar”.
4- RECONOCER
Tenemos que reconocer que cuando albergábamos rencores y planeábamos vengarnos en
realidad nos estábamos dañando a nosotros mismos con los mismos golpes que habíamos querido
dar a otros, debemos aprender que, si nos sentimos gravemente alterados, lo primero que
tenemos que hacer es apaciguarnos, sin importarnos la persona o las circunstancias que nosotros
creemos responsables de nuestro malestar.
A muchos, nos puede llevar tiempo ver lo engañados que estamos por nuestras emociones,
podemos verlas rápidamente en otras personas, pero tardamos mucho en verlas en nosotros
mismo: Mateo 3:7 RV60 7 Al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su
bautismo, les decía: ¡Generación de víboras! ¿Quién os enseñó a huir de la ira venidera?
Ante todo, es necesario admitir que aún tenemos una mente pecadora aunque el hacerlo nos
causara mucho dolor y humillación y en lo que respecta a otras persona tenemos que eliminar la
frase "es su culpa" de nuestro vocabulario y de nuestros pensamientos, para empezar a hacer esto
nos hace falta mucha honestidad pero una vez salvados los dos o tres primeros obstáculos, el
camino nos parecerá cada vez más fácil de seguir porque habremos empezado a vernos en nuestra
justa medida, es decir, habremos empezado a adquirir verdadera humildad.
5- EMOCIONES NEGATIVAS
Ahora bien, la depresión, la agresividad y el orgullo son extremos en la personalidad humana y por
desgracia son características que abundan tanto en la iglesia como fuera de ella, muchas veces
estas personalidades se presentan de forma tan definida como en los ejemplos que hemos dado,
pero con la misma frecuencia se encuentran algunas que amalgaman varias de estas categorías.
Los seres humanos no somos idénticos, así que cada uno de nosotros al hacer nuestro inventario
tendremos que determinar cuáles son nuestros propios extremos y cuando logremos esto
tendremos la seguridad de que por fin estamos en el camino correcto de la restauración.
Reflexionemos ahora, ¿En verdad es importante y necesario hacer un listado de las deformaciones
en la personalidad y las emociones más pronunciadas que todos tenemos en diversos grados? No
olvidemos que estas siguen normando lo que somos actualmente. Por ser miembros de la Iglesia
lo puesto en esta lista parecería graves violaciones de los principios Bíblicos. Algunos se sentirán
muy incomodos si se habla de inmoralidad y mucho más si se habla de pecados, pero todo aquel
que dispone de un mínimo de honestidad estará de acuerdo en un punto, que dentro del cristiano
hay muchas cosas que no funcionan bien, y que hay mucho por hacer para remediarlas si
esperamos lograr una plena restauración, esto nos permitirá hacer el progreso buscado y tener
una verdadera capacidad para enfrentarnos a las realidades de la vida.
4
Para evitar caer en la confusión sobre los nombres que se deben dar a estas deformaciones,
utilicemos los principales factores de los que adolecemos: autoestima, sexo y seguridad financiera.
No es casualidad que la autoestima encabece la lista porque la baja autoestima produce soberbia
que conduce a la auto justificación, y que está, empujada por temores conscientes o inconscientes
es la que genera la mayoría de las dificultades de convivencia y todo por una autoestima
deformada que es el principal obstáculo a la verdadera restauración. El volvernos soberbios nos
mete en la trampa de imponer en nosotros mismos y a otras exigencias que no se pueden cumplir
sin deformar o abusar de los instintos con que Dios nos ha provisto, cuando la satisfacción de
nuestro deseo sexual, de seguridad y de alago de nuestros semejantes se convierte en la única
meta de nuestras vidas entonces aparece la soberbia para justiciar nuestros excesos.
Todas estas deformaciones generan miedo y soledad que en sí reflejan enfermedad del alma.
Estas situaciones, a su vez, generan más desvíos.
Un temor exagerado de fingir ante los demás por no ser descubiertos tal cual somos y a la vez el
no poder satisfacer nuestros instintos y deseos nos lleva a codiciar los bienes de otros, a tener por
insatisfacción deseos reprimidos de sexo y de poder lo cual es pecado (Dt 5:7-21). Nos enfurece
ver amenazado nuestra cuadro de seguridad y comodidad, sentimos envidia al ver realizadas las
ambiciones de otra gente y frustradas las nuestras por lo tanto tratamos de tomar más de lo que
necesitamos de todo, tememos nunca tener lo suficiente, nos aterra la perspectiva de trabajar y
trabajar, envejeciendo sin obtener reconocimiento personal y financiero, esto nos desvía y
deprime tan profundamente que nos hundimos en la pereza y depresión, holgazaneamos y
tratamos de dejarlo todo para el día de mañana, y si trabajamos lo hacemos de mala gana y a
medias.
Estos temores son como gusanos que destruyen carcomiendo los cimientos sobre los que
tratamos de construir una vida fructífera y feliz. Así que cuando sugerimos que sin ningún temor
hagamos un inventario personal, puede parecer que se pide más de lo que se puede hacer, cada
vez que uno intenta mirar en su interior tanto el orgullo como los temores nos hacen retroceder,
el Orgullo dice, "Hey, no hace falta que te molestes en hacer esto", y el Temor te dice, "Hey, no te
atrevas a hacerlo", pero el testimonio de los que hemos hecho un inventario honesto y profundo
dan fe de lo liberador que esto es. Una vez que estemos plenamente dispuestos a hacer nuestro
inventario, y que nos dediquemos a hacerlo con todo esmero, una luz inesperada nos llega para
disipar la neblina en nuestra mente, conforme perseveramos en ello, nace una nueva seguridad, y
el alivio que sentimos al enfrentarnos por fin con nosotros mismos es indescriptible.
6- ESTOS SON LOS PRIMEROS FRUTOS DEL INVENTARIO PERSONAL.
Al llegar a este punto, es probable que el cristiano ya haya sacado las siguientes conclusiones: que
sus defectos han sido la causa primordial de su forma de vivir y de su fracaso en la vida; que a no
ser que esté dispuesto a trabajar honestamente para eliminarlos tanto su salvación como la
tranquilidad de su mente quedarán fuera de su alcance; que tendrá que derribar los cimientos
defectuosos de su vida y volver a construirlos sobre roca firme.
Ahora, dispuesto a empezar la búsqueda de sus propios defectos, se preguntará a sí mismo,
¿Cómo debo proceder exactamente? ¿Cómo hago un inventario personal honesto? Puesto que el
inventario no es sino el mero comienzo de una práctica que nos habrá de durar toda la vida,
podemos sugerirle que lo empiece examinando aquellos defectos que más le molestan y que más
saltan a la vista, valiéndose de su criterio respecto a lo que ha habido de bueno y de malo en su
vida y con la ayuda del Espíritu Santo puede hacer un resumen general de su realidad en lo
5
concerniente a su autoestima, sexo y de seguridad financiera, en como esto ha afectado sus
relaciones personales.
Al repasar su vida puede comenzar fácilmente el proceso con una consideración de algunas
preguntas como las siguientes:
- ¿Cómo, cuándo, y en qué circunstancias he hecho daño a otros y a mí mismo buscando
satisfacer mí autoestima? ¿Quiénes se vieron lastimados, y cuál fue el daño que les hice?
¿Arruiné mi matrimonio y a herí a mis hijos? ¿Destruí mi reputación en la sociedad?
¿Cómo reaccioné ante estas situaciones en el momento que ocurrieron? ¿La culpabilidad
me invade de tal forma que nada puede aliviarme? O, ¿insisto en pensar que era yo la
víctima y no el victimario intentando así absolverme y justificarme? ¿Cómo he reaccionado
ante la frustración en cuestiones sexuales? ¿Ante la insatisfacción? ¿Ante el rechazo? ¿Me
he vuelto vengativo o depresivo? ¿Me he desquitado con terceras personas? ¿Fantaseo
ante la idea de una o un amante? Si he encontrado rechazo o frialdad en casa, ¿lo he
aprovechado como un pretexto para provocar y tener aventuras amorosas?
También son muy importantes las preguntas que tienen que hacerse acerca de su
comportamiento respecto a la seguridad económica y emocional, en estos aspectos de la vida, el
temor, la avaricia, los celos y el orgullo suelen tener el peor efecto, al repasar su historia
profesional o laboral, casi cualquiera puede hacerse éstas preguntas:
- Además de mi problema con las relaciones, ¿qué defectos contribuyeron o contribuyen a
mi inestabilidad económica? ¿Han Destruido la confianza en mí mismo? ¿Me ha llenado de
conflictos el temor y la inseguridad que siento acerca de mi aptitud para hacer mis
trabajos? ¿Intento ocultar estos sentimientos de insuficiencia con fanfarronadas, engaños,
mentiras o escurriendo el bulto? ¿Me quejo de que otras personas no reconocían mis
talentos extraordinarios? ¿Me sobrestimo a mí mismo y hago el papel de personaje
importante? ¿Traiciono a mis colegas y compañeros de trabajo a causa de mi ambición
desmedida y mi falta de principios? ¿Derrocho el dinero para aparentar? ¿Pido dinero
prestado imprudentemente, sin considerar si lo puedo devolver o no? ¿Soy tacaño,
negándome a mantener a mi familia debidamente? ¿Escatimo en mis tratos comerciales
de forma poco honrada? ¿Hubo intentos para ganar dinero fácil y rápidamente en
apuestas y juegos de azar?
Naturalmente, estas preguntas se aplican igualmente para hombres y mujeres, la mujer también
puede causar la inseguridad económica de la familia. Puede falsear las cuentas, manipular el
presupuesto para comida, destinar parte del presupuesto para cosas personales que, aunque son
licitas por hacerlo a escondidas produce culpa y frustración por tener que mentir para obtener y
con esto puede cargar de deudas a su marido con su “irresponsabilidad, derroche y despilfarro”.
Los síntomas más comunes de la inseguridad emocional son la ansiedad, la ira, la conmiseración y
la depresión, estas se originan en causas que a veces parecen estar dentro de nosotros y otras
veces parecen ser externas, para hacer un inventario al respecto, debemos considerar
cuidadosamente las relaciones personales que constante o periódicamente nos han ocasionado
problemas. Se debe tener en cuenta que este tipo de inseguridad se suele presentar en cualquier
ocasión en que las emociones se ven amenazadas. Las preguntas encaminadas a aclarar este
asunto pueden fijándonos tanto en el pasado como en el presente:
- ¿Qué parte de mi vida sexual me han producido sensaciones de inquietud, amargura,
frustración o depresión? Considerando imparcialmente cada situación, ¿puedo ver dónde
6
yo he tenido la culpa? ¿Me asediaban estas situaciones debido a mi egoísmo y mis
exigencias exageradas? ¿En verdad tengo contentamiento con mi conyugue? O, si mi
trastorno parecía ser provocado por el compartimiento de otra persona, ¿por qué carezco
de la capacidad para aceptar las circunstancias que dependen de mí?
Estas son las preguntas básicas que pueden revelar el origen de mi aprensión e indicar en qué
áreas tengo que cambiar mi conducta para así adaptarme serenamente a la disciplina de dominio
propio. Ya detectado si es autoestima, si es la inseguridad económica o sexual la que provoca
constantemente estos mismos sentimientos. Puedo preguntarme a mí mismo hasta qué punto mis
propios errores han nutrido las inquietudes que me van destruyendo y si las acciones de otra
gente forman parte de la causa, ¿qué puedo hacer al respecto? Y si no puedo cambiar las
circunstancias actuales, ¿estoy dispuesto a tomar las medidas necesarias para adaptar mi vida a
estas circunstancias? (Mateo 18:8-9).
7- LAS RELACIONES TORMENTOSAS
Las relaciones tormentosas con nuestra familia, con nuestros amigos y la sociedad en general son
las que nos han causado el mayor sufrimiento, nos cuesta reconocer nuestra incapacidad para
sostener una relación equilibrada con otras personas, nuestro orgullo nos crea dos problemas
desastrosos o bien insistimos en dominar a la gente que conocemos o dependemos excesivamente
de ellos, si nos apoyamos demasiado en otras personas, tarde o temprano nos fallarán porque
también son seres humanos y les resultara imposible satisfacer nuestras continuas exigencias y así
alimentada nuestra inseguridad va haciéndose cada vez más acusada. Si acostumbramos intentar
manipular a otros para que se adapten a nuestros deseos, ellos se nos resistirán con todas sus
fuerzas.
Entonces nos sentimos heridos, y siempre surgirá el deseo de vengarnos, al redoblar nuestros
esfuerzos para dominar, y seguir fracasando en este intento, nuestro sufrimiento llega a ser agudo
y constante, nunca hemos intentado ser un miembro de la familia, un amigo entre amigos, un
trabajador entre otros trabajadores. Siempre hemos luchado por destacarnos del montón o por
encumbrarnos. Este comportamiento nos impide tener una relación honesta y equilibrada con
cualquier persona a nuestro alrededor, no teníamos el menor entendimiento de lo que es la
auténtica hermandad, a algunos pondrán resistencia a muchas de las preguntas formuladas,
porque creerán que sus propios defectos no son tan grandes por tanto se les puede decir que un
examen concienzudo probablemente sacará a relucir esos mismos defectos a los que se referían
las preguntas molestas.
Visto superficialmente, nuestro historial no parece ser tan malo, a menudo nos asombramos al
descubrir que así parece porque hemos enterrado nuestros defectos bajo gruesas capas de auto
justificación, sean cuales sean, estos defectos sepultados nos han llevado a la infelicidad, por lo
tanto, al hacer nuestro inventario la palabra clave es minuciosidad. Para tal fin, es aconsejable
poner por escrito nuestras preguntas y respuestas. Nos ayudará a pensar con claridad y a evaluar
nuestra conducta con sinceridad. Será la primera muestra palpable de que estamos
completamente dispuestos a provocar cambios en la dirección que Cristo nos ha ordenado.
Oremos y pidamos ayuda al Espíritu Santo, él está presto a ayudarnos (Juan 14:16-17), por lo
tanto, adelante.
B- DEBEMOS ADMITIR LA REALIDAD DE NUESTRA FORMA DE VIDA.
La palabra de Dios nos lleva siempre en contra de nuestros pensamientos y deseos personales
toda ella destruye nuestro orgullo, hay pocas cosas que nos resulten más difíciles de aceptar que
7
la destrucción del “yo”, pero esto es más que necesario para lograr una sanidad duradera y la
tranquilidad de nuestra alma (Gálatas 2:20).
Experimentar la vida en Cristo nos ha enseñado que no podemos vivir a solas con nuestros
problemas y con los defectos en nuestra alma que los causan o los agravan .Si hemos examinado
nuestras vidas a la luz del inventario, y hemos visto subrayadas y destacadas aquellas vivencias
que preferiríamos no recordar, si hemos llegado a darnos cuenta de cómo las ideas y acciones
equivocadas nos han lastimado a nosotros y a otras personas, entonces la necesidad de dejar de
vivir a solas con los terribles recuerdos del pasado en nuestra mente cobra cada vez más urgencia.
Tenemos que hablar de ellos con alguien (Santiago 5:16).
Sin embargo, es tal el miedo a hacerlo, que al principio muchos hermanos intentan evitar este
punto considerando que “confesar solo lo hacen los católicos” siempre buscamos una opción más
cómoda, que por lo regular suele ser el admitir, de forma muy general y poco molesta que a veces
pecamos, pero justificamos la falta buscando algún culpable. Entonces para rematar añadimos
unas descripciones dramáticas de algunos aspectos de nuestra conducta que, de todas formas,
nuestros amigos y familiares probablemente ya conocían.
Pero acerca de las cosas que realmente nos molestan y nos enojan, no decimos nada. Con ciertos
recuerdos angustiosos o humillantes nos decimos que no se deben compartir con nadie. Los
debemos guardar en secreto nadie jamás debe conocerlos, mucho menos si ya eres un hermano
de autoridad, servicio y con tiempo en la Iglesia.
Algunos hermanos ni siquiera pueden mantenerse sin pecar por poco tiempo; otros tendrán
“resbalones” periódicamente hasta que no logren ponerse de pie, incluso los que llevan muchos
años en la iglesia, a menudo pagan un precio muy alto por haber escatimado esfuerzos y
minimizado estos puntos, han intentado cargar solos con este peso; han sufrido de irritabilidad, de
angustia, de remordimientos y de depresión; y cómo al buscar alivio a veces inconscientemente
acusan incluso a su familia y a las personas con las que se relacionan de los mismos pecados y
defectos que ellos mismos intentan ocultar. Nunca se encuentra alivio en confesar los pecados y
defectos de otra gente. Cada cual tiene que confesar los suyos (Salmo 32:5, 28:13, Hechos 19:18,
Santiago 5:16, 1ª juan 1:9)
Esta costumbre de reconocer nuestros pecados y defectos ante otra persona es por supuesto, muy
antigua, su valor ha sido confirmado en la palabra de Dios, yes característico de las personas que
centran sus vidas en lo espiritual y que son verdaderos creyentes.
Hoy día, no sólo la Iglesia utiliza este principio salvador, los siquiatras y los sicólogos recalcan la
profunda y práctica necesidad que tiene todo ser humano de conocerse a sí mismo y reconocer
sus problemas de personalidad y poder hablar de ellos con una persona comprensiva y de su
absoluta confianza. En cuanto a los hermanos nosotros iríamos aún más lejos, la mayoría diríamos
que sin admitir sin ningún temor nuestros defectos ante un mentor, no podríamos mantenernos
íntegros, parece bien claro que la gracia de Dios y el poder del Espíritu Santo no obrara en
nuestras vidas ayudándonos a erradicar nuestras obsesiones destructoras hasta que no estemos
dispuestos a reconocer que las tenemos.
8
INVENTARIO PERSONAL
A continuación, te dejo una serie de preguntas que pueden ayudarte y guiarte. Seguro que vas a
encontrar otras con ayuda del Espíritu Santo.
No te olvides de ser honesta en contestar, te ayudará a cambiar, reformular y modificar tus
acciones. No te desanimes, tu puedes.
1- ¿Cómo, cuándo, y en qué circunstancias he hecho daño a otros y a mí mismo buscando
satisfacer mí autoestima?
2- ¿Quiénes se vieron lastimados, y cuál fue el daño que les hice?
3- ¿Arruiné mi matrimonio y a herí a mis hijos? ¿Destruí mi reputación en la sociedad?
4- ¿Cómo reaccioné ante estas situaciones en el momento que ocurrieron?
5- ¿La culpabilidad me invade de tal forma que nada puede aliviarme?
6- ¿insisto en pensar que era yo la víctima y no el victimario intentando así absolverme y
justificarme?
7- ¿Cómo he reaccionado ante la frustración en cuestiones sexuales? ¿Ante la insatisfacción?
¿Ante el rechazo? ¿Me he vuelto vengativo o depresivo? ¿Me he desquitado con terceras
personas? ¿Fantaseo ante la idea de una o un amante?
8- Si he encontrado rechazo o frialdad en casa, ¿lo he aprovechado como un pretexto para
provocar y tener aventuras amorosas?
También son muy importantes las preguntas que tienen que hacerse acerca de su
comportamiento respecto a la seguridad económica y emocional, en estos aspectos de la vida, el
temor, la avaricia, los celos y el orgullo suelen tener el peor efecto, al repasar su historia
profesional o laboral, casi cualquiera puede hacerse éstas preguntas:
1- Además de mi problema con las relaciones, ¿qué defectos contribuyeron o contribuyen a
mi inestabilidad económica?
2- ¿Han Destruido la confianza en mí mismo? ¿Me ha llenado de conflictos el temor y la
inseguridad que siento acerca de mi aptitud para hacer mis trabajos?
3- ¿Intento ocultar estos sentimientos de insuficiencia con fanfarronadas, engaños, mentiras
o escurriendo el bulto?
4- ¿Me quejo de que otras personas no reconocían mis talentos extraordinarios?
5- ¿Me sobrestimo a mí mismo y hago el papel de personaje importante?
6- ¿Traiciono a mis colegas y compañeros de trabajo a causa de mi ambición desmedida y mi
falta de principios?
7- ¿Derrocho el dinero para aparentar? ¿Pido dinero prestado imprudentemente, sin
considerar si lo puedo devolver o no?
9
8- ¿Soy tacaño, negándome a mantener a mi familia debidamente? ¿Escatimo en mis tratos
comerciales de forma poco honrada?
9- ¿Hubo intentos para ganar dinero fácil y rápidamente en apuestas y juegos de azar?
INSEGURIDAD EMOCIONAL
1- ¿Qué parte de mi vida sexual me han producido sensaciones de inquietud, amargura,
frustración o depresión?
2- Considerando imparcialmente cada situación, ¿puedo ver dónde yo he tenido la culpa?
3- ¿Me asediaban estas situaciones debido a mi egoísmo y mis exigencias exageradas?
4- ¿En verdad tengo contentamiento con mi conyugue?
5- O, si mi trastorno parecía ser provocado por el compartimiento de otra persona, ¿por qué
carezco de la capacidad para aceptar las circunstancias que dependen de mí?
Estas son las preguntas básicas que pueden revelar el origen de mi aprensión e indicar en qué
áreas tengo que cambiar mi conducta para así adaptarme serenamente a la disciplina de dominio
propio. Ya detectado si es autoestima, si es la inseguridad económica o sexual la que provoca
constantemente estos mismos sentimientos. Puedo preguntarme a mí mismo hasta qué punto mis
propios errores han nutrido las inquietudes que me van destruyendo y si las acciones de otra
gente forman parte de la causa, ¿qué puedo hacer al respecto? Y si no puedo cambiar las
circunstancias actuales, ¿estoy dispuesto a tomar las medidas necesarias para adaptar mi vida a
estas circunstancias? (Mateo 18:8-9).
Reina-Valera 1960
8
Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en
la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies ser echado en el fuego eterno. 9 Y si tu
ojo te es ocasión de caer, sácalo y échalo de ti; mejor te es entrar con un solo ojo en la vida, que
teniendo dos ojos ser echado en el infierno de fuego.