Argumentación Jurídica

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MAESTRÍA EN DERECHO

MATERIA: ARGUMENTACIÓN JURÍDICA

PROFESOR: MAESTRO. RAÚL LEONARDO RUÍZ GONZÁLEZ

ALUMNO: LIC. FERNANDO CANUL JUÁREZ

MATRÍCULA: 17253003

ENSAYO “LA CORRUPCIÓN POLICIAL EN EL ESTADO MEXICANO”

MARZO 2017

1
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INTRODUCCIÓN

La vieja percepción social que limita el concepto de corrupción a la tipificación del delito de
cohecho en los códigos penales ha quedado superada.

La corrupción va mucho más allá de la práctica en que un servidor público hace o deja de hacer algo
a cambio de una dádiva, con el previsible reproche tanto al empleado público como al ciudadano
involucrado. La sociedad es cada vez más consciente de que ese fenómeno lamentablemente tiene
lugar en todas las esferas y actividades sociales

Corrupción es la utilización de un cargo, poder o de recursos públicos para beneficios personales, la


cual no sólo se limita a las transacciones de dinero, pues en determinados casos ésta es el precio
que se paga a los individuos por participar en decisiones contrarias al interés general y a las que
fueran sus propias convicciones.

Otro enfoque para definir corrupción es el de Heidenheimer, 1 quien ha diferenciado matices de


corrupción según las percepciones éticas de la clase política y la opinión pública. Se llama
“corrupción negra” a aquellas acciones más potentes y universalmente aceptadas como el soborno
y la extorsión. La llamada “corrupción blanca” ocurre cuando los casos de corrupción son aceptados
ampliamente por las personas en el ámbito que se trate. Entre la corrupción negra y blanca se
encuentra la “corrupción gris”, en la que se incluyen todas las conductas acerca de las cuales las
élites y la opinión pública discrepan al momento de evaluarlas como corruptas o no.

Ahora bien, la gran mayoría de las personas que participan en la labor policial están dedicadas a la
causa de un servicio público honorable y competente y hacen gala sistemáticamente de altas
normas de integridad personal y profesional en el desempeño de sus funciones, y aún serían más
los que se comportan de este modo si recibiesen la formación y el apoyo institucional adecuados.
Pero en todos los organismos de policía existe un elemento contaminado en cierto grado por el
incumplimiento de estas altas normas de probidad y profesionalidad que caracterizan en general a
la actividad policial.

La forma en que se prestan los servicios policiales depende de toda una serie de variables que
incluyen las doctrinas políticas y culturales prevalecientes, así como la infraestructura social y las
tradiciones locales, en la mayoría de los países, los poderes policiales han sido concebidos para
proteger las libertades y los derechos fundamentales de la sociedad pero, como es natural, la
delegación de algunos de esos mismos poderes presenta simultáneamente la posibilidad de que
sean objeto de graves abusos.

1
Víctor Bretó n, Francisco García y Albert Roca (eds.), Los límites del desarrollo. Modelos “rotos” y
modelos “por construir” en América Latina y Á frica, Icaria/Institut Català d’Antropologia, Barcelona,
1999.

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Es posible hacer que los agentes de policía rindan cuentas de muchas maneras diferentes, pueden
ser responsables de su desempeño y productividad en términos mensurables con criterio
administrativo o empresarial, comparándolo quizá con metas y objetivos fijados por el gobierno o la
comunidad, pero, lo que es más importante, deben rendir cuentas de la forma en que ejercen los
poderes que se les han confiado

La mitad de los mexicanos considera que la impunidad es mayor ahora a la que existía hace
5 años, Tres de cada 10 mexicanos están a favor de la legalización de la mariguana para el
consumo, de acuerdo con la Encuesta Nacional sobre Percepción de Inseguridad
Ciudadana.

En México hay más inseguridad, corrupción e impunidad, de acuerdo con la Encuesta


Nacional sobre Percepción de Inseguridad Ciudadana 2, Los resultados indican que 60% de
las personas percibió como muy frecuente la corrupción en las policías, mientras que la
mitad de los mexicanos dicen que han tenido una experiencia de corrupción en el contacto
con autoridades de seguridad pública.

La encuesta, realizada a mil ciudadanos en todo el país por México Unido contra la
Delincuencia (MUCD) y Consulta Mitofsky, establece que 47% de consultados considera
que la impunidad de los delitos ha aumentado.

En el tema de inseguridad, la encuesta indica que tres de cuatro mexicanos consideran que
la inseguridad está peor que hace un año y el mayor porcentaje de víctimas se concentra
en el Estado de México y la Ciudad de México, seguidos de Jalisco, Guerrero, Baja
California, Aguascalientes, Sonora, Quintana Roo y Morelos.

“Si bien perciben un incremento importante en la presencia policial en las localidades, esto
no se refleja directamente en la reducción de la sensación de temor a ser víctimas de un
delito.

“Esta circunstancia puede obedecer al deterioro en la confianza en las autoridades de


seguridad pública más próximas a las personas que, además, es inversamente proporcional
al desplazamiento en la percepción de corrupción que tienen las personas”, señala el
documento.

El ejercicio, que se realizó en noviembre, también revela que 6 de cada 10 personas opinan
que es fácil o muy fácil conseguir un cigarro de mariguana y que 3 de cada 10 están a favor
de su legalización para el consumo.

2
Encuesta Nacional en Viviendas, realizada por PERCEPCIÓ N DE INSEGURIDAD CIUDADANA EN
MÉ XICO; Consulta Mitofsky. Noviembre de 2016

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¿POR QUÉ LOS DELITOS QUEDAN IMPUNES EN LA CDMX? POLICÍAS NARRAN QUÉ PASA
EN LAS AGENCIAS DEL MINISTERIO PÚBLICO

En la Ciudad de México existe una estructura dedicada a la atención de víctimas del delito,
desde el Ministerio Público hasta peritos, policías de investigación y jueces, pero no
funciona como debería.

El exceso de casos, las largas jornadas y la burocracia para realizar su trabajo dificultan a los
policías de investigación de la capital avanzar en los casos; solo un 20% de éstos se
resuelven, a decir verdad un policía de investigación –dependiente de la Procuraduría
General de Justicia del Distrito Federal– recibe seis carpetas de investigación en promedio
por día. Esto significa que en una semana tiene 30 casos. En una sola agencia del ministerio
público acumula 2 mil 600 carpetas en 2016 y sólo hay 30 policías dedicados a esclarecer
los casos.

Aunque existen 2 mil 990 policías de investigación, su tiempo no está dedicado cien por
ciento a la investigación. Cada tercer día deben patrullar por las colonias durante 12 horas,
aunque los encargados de esto sean los policías de la Secretaría de Seguridad Pública
(SSPDF).

Para tener derecho a descansos semanales deben cumplir con la cuota de al menos una
detención en flagrancia por mes. Eso, dice Vital, es “casi imposible porque un asaltante no
va a robar cuando ve una patrulla”, pero si se niegan a la “orden”, pueden incluso ser
arrestados por 24 o 48 horas.

Además, también son enviados a actos multitudinarios como juegos de futbol, conciertos o
manifestaciones, aunque “no sabemos cómo reaccionar ante la multitud porque no
estamos capacitados para eso”, dice Heriberto Vital.

Largas jornadas

El horario de los policías de investigación está conformado por diferentes esquemas:


pueden tener turnos de “guardia” con 24 horas de labores continuas; franca o de descanso
de 24 horas e “imaginaria”, que son 12 horas de trabajo por 12 de descanso. Ello sin un rol
fijo, sino a discreción de los mandos.

Aunque un aumento de salario sería bienvenido, dicen, lo que buscan son horarios de
trabajo legales. Según la Ley Federal del Trabajo, la jornada laboral es de ocho horas, “pero
nosotros trabajamos 12 diarias y si el mando está de malas, trabajamos más”, dicen los
policías.

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“El ciudadano nunca va a tener justicia si la Procuraduría no tiene bien a sus empleados”,
dice Heriberto. Tener mejores condiciones laborales no sólo beneficiaría a los policías sino
a la sociedad. “Si hay más personal, las investigaciones pueden avanzar. Si hay patrullas con
gasolina podemos acudir rápido”.

En el día de “oficina” trabajan de 9 de la mañana a 9 de la noche y las condiciones no son


mejores. Álvaro Oropeza ha sido policía de investigación durante 13 años y explica que en
todos los lugares que ha trabajado las carencias se repiten.

Deben gastar 240 pesos mensuales para comprar sus propias hojas y poder imprimir sus
informes. El mantenimiento de las seis patrullas que tienen en una agencia y la gasolina
que consumen también es solventado de su bolsa. Sólo les dan 30 balas al año y pagan la
renta mensual de 800 pesos para dos equipos celulares con internet cuando están en la
calle haciendo labores de investigación.

Después de meses de escritos y quejas, recibieron tres computadoras nuevas, pero con una
memoria que no es capaz correr el software donde registran las entrevistas con las víctimas
y los avances de los casos. “A veces se traba y hay que esperar a que funcione mientras
estamos tomando las declaraciones”, dice Álvaro Oropeza.

Hace dos años recibieron un traje, porque es obligatorio usar pantalón de vestir en la
oficina y hace 10 años recibieron dos corbatas. Recién les entregaron un comando
(uniforme negro para los operativos), pero a la mayoría no les quedó. Cuando reclamaron,
sus mandos respondieron ‘o lo tomas o lo dejas’.

Durante la investigación de los casos, hasta para pedir antecedentes penales, datos de
dueños de las placas de automóviles, hay que cumplir con trámites burocráticos que al
menos tardan 15 días.

A veces hay que revisar ocho horas de videos para conseguir algunos datos, pero las
cámaras instaladas en la ciudad ni siquiera permiten hacer acercamientos, lo que
obviamente dificulta la identificación de personas. “Cuando alguien viene a preguntar
cómo va su caso, ¿qué le decimos? Pues no, no hay avances, porque no podemos avanzar”,
reconoce Oropeza.

Del total de los casos recibidos en una Agencia del Ministerio Público, se puede resolver
20%, pero gracias a otros elementos como la detención de algún presunto delincuente que
es presentado en medios de comunicación, la gente los reconoce y denuncia. Con eso se
arma el caso y se esclarecen.

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Una detención puede esclarecer el modus operandi y establecer la relación con otros
casos. Llaman a las víctimas y si los identifican el detenido es presentado ante el juez con
una carpeta de investigación sustentada. Pero en otros casos, dicen, la gente desiste de la
denuncia por miedo a represalias, porque también saben que los jueces pueden ser
corruptos y dejar en libertad a los acusados.

Un policía de investigación gana entre 12 y 17 mil pesos mensuales, pero debe descontar
gastos para todo lo que necesitan, desde material de oficina hasta el pago de licencias de
conducir o multas por superar los límites de velocidad. Uno de los comandantes que
prefirió no dar su nombre, pagará 3 mil 500 pesos de multas “por trabajar, cuando hay una
emergencia hay que salir corriendo, pero aun así hay que pagar las multas”.

Además de eso, los policías cargan con el estigma que algunos de sus compañeros han
forjado: la corrupción. Como en todos lugares, dicen, hay buenos y malos elementos. Los
policías consultados reconocen que algunos de sus compañeros son corruptos, pero “no
somos todos”, dicen.

“Yo estuve cinco años en antisecuestros. Gracias a Dios nunca me mataron a ninguna
víctima. Uno tiene que aprender muchas cosas estando en un área así para resolver los
casos”, dice un comandante. Insiste, hay quienes sí hacemos nuestro trabajo.

Denuncias a la baja

La Agencia del Ministerio Público de la delegación Gustavo A. Madero parece un edificio


abandonado. Al entrar, en el estacionamiento hay autos chocados, implicados en delitos
pero que no han sido investigados. Cuando alguien quiere denunciar debe preguntar a
quién vea cerca dónde está el Ministerio Público, porque ni siquiera hay un letrero de
orientación.

Los policías tienen un altar a San Judas Tadeo puesto sobre un destartalado escritorio gris.
Las oficinas tienen la pintura descarapelada. Sólo hay sillas para quienes trabajan ahí y, esta
vez, están unos minutos sin luz, quien sabe por qué. Sólo se escucha una voz masculina
gritar desde fuera: ‘guarden lo que estén haciendo en la computadora, se va a bajar la luz’.

Quien llega a denunciar un delito puede tardar hasta cuatro horas. Rinde declaración ante
el Ministerio Público y en algunas ocasiones también es interrogado por los policías de
investigación.

El trato no siempre es bueno. Será por eso que los delitos no se denuncian. De acuerdo con
el Reporte del Índice Delictivo de la Ciudad de México (RINDE), elaborado por el Consejo
Ciudadano de la Ciudad de México, la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal y

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la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, las denuncias de delitos han bajado
en los últimos cinco años.

Los delitos con violencia pasaron de 146.5 diarios en promedio en 2011 a 88.1 en 2015. Sin
embargo, según el Instituto de Geografía y Estadística (INEGI) se cometen diez mil delitos
diarios en la Ciudad de México.

Esto significa que la cifra negra (los delitos que suceden pero no llegan a averiguaciones
previas) es superior. Se ubica en 94.7%, esto significa que sólo 5.3% de los delitos se
denuncia, según la Encuesta Nacional de Victimización sobre la Seguridad Pública (ENVIPE)
sobre la desconfianza en las instituciones.

MANDO ÚNICO: ¿SOLUCIÓN A LOS PROBLEMAS DE SEGURIDAD Y


CORRUPCIÓN POLICIAL?

Cabe cuestionar qué clase de autoridad tendrán los alcaldes si no cuentan con
agentes de la fuerza pública que permitan hacer efectivos los reglamentos y
bandos que emitan o incluso las normas de tránsito. Este problema se verá
amplificado en el caso de un gobernador que decidiera usar la policía con criterios
políticos.

De acuerdo al estudio elaborado por Ana Cárdenas 3 el Senado se encuentra


actualmente analizando la iniciativa sobre el mando único policial estatal que el
Presidente de la República presentó hace más de un año, como parte de su
decálogo para fortalecer la seguridad, la justicia y el Estado de derecho. Cabe
recordar que Enrique Peña Nieto lanzó esta propuesta como reacción a la
desaparición de 43 estudiantes de Ayotzinapa en Iguala, donde por cierto ya
operaba este esquema pues meses antes el entonces gobernador de Guerrero,
Ángel Aguirre Rivero, había firmado un convenio de mando único estatal con seis
alcaldes, uno de ellos el alcalde de Iguala, José Luis Abarca Velázquez4.

La iniciativa del Presidente en materia de mando único policial gira en torno a dos
pilares fundamentales:

3
Ana Cá rdenas es investigadora asociada de México Evalú a y Doctora en Derecho por King’s College
London.
4
El convenio de mando ú nico estatal fue firmado el 7 de mayo de 2014 con seis municipios: Acapulco,
Chilpancingo, Iguala, Teloloapan, Tixtla y Zihuatanejo.

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1) Las policías municipales preventivas y de tránsito desaparecerán por completo.


Será el Gobernador el que concentre funciones de seguridad pública y de tránsito
en toda la entidad.

2) Los recursos municipales en materia de seguridad pública serán integrados al


gobierno estatal, tanto aquellos derivados de participaciones, aportaciones y
subsidios federales como aquellos materiales, como el armamento y los vehículos.
Además, los municipios deberán contribuir financieramente de su propia hacienda
para pagar el servicio de seguridad pública.

El esquema policial de mando único ha generado controversia desde que fue


propuesto por Felipe Calderón en 2010 y más recientemente a partir de la
reticencia de algunos alcaldes a ceder su policía al gobierno estatal, en especial en
Morelos. Llama la atención que, en este caso particular, el gobernador asocie la
resistencia al mando único con supuestas infiltraciones del crimen organizado en
algunos municipios, lo cual es precisamente una justificación de la iniciativa
presidencial. En todo caso, al margen de que la Suprema Corte de Justicia de la
Nación (SCJN) se pronuncie sobre la constitucionalidad del decreto morelense 5, la
discusión a nivel parlamentario ya está puesta en marcha.

Alcalde de Tlaquiltenango toma instalaciones de la Policía Municipal y expulsa al


Mando Único
Cuauhtémoc Blanco le deja al gobierno estatal la seguridad de Cuernavaca
Confirma Corte presentación de controversia contra el Mando Único Policial
Al respecto, la opinión pública no parece tener una postura contundente: en una
encuesta telefónica publicada por el periódico Excélsior a inicios de este año, casi
la mitad (47%) de los encuestados declaró preferir que la policía en los municipios
sea manejada por el gobernador. Al mismo tiempo, la mitad (53%) opinó que el
mando único, el cual ya opera en algunos estados, no ha servido de mucho y,
además, que no ha contribuido a combatir la delincuencia cotidiana (50%) y de alto
impacto (45%). Existe pues ambivalencia sobre las ventajas y desventajas del
mando único policial estatal, y en particular dudas sobre si esa medida será el
tratamiento que necesitamos para reducir la delincuencia y la violencia, así como
para tener una policía confiable y efectiva.
La eliminación de las policías municipales propuesta en la iniciativa, bajo los
argumentos de la amplia heterogeneidad de las policías municipales y de su
5
El alcalde de Tlaquiltenango, Morelos presentó una controversia constitucional el 6 de enero de este
añ o en contra del decreto del Ejecutivo Estatal la cual fue turnada a la ponencia del Ministro Javier
Laynez Potisek. Como antecedente, vale la pena recordar que el Pleno de la SCJN resolvió la controversia
constitucional 92/2009 con mayoría calificada que la intervenció n del gobierno del estado de Nuevo
Leó n en el municipio de San Pedro Garza García, con base en la Ley de Emergencia Policial, era
constitucional pues, con base en la fracció n VII del artículo 115 de la Constitució n, la intervenció n del
Ejecutivo no requería solicitud ni aprobació n por parte del municipio en casos de fuerza mayor o
alteració n grave al orden pú blico siempre que fuera temporal, excepcional y limitada. Para consultar la
sentencia ejecutoria

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supuesta vulnerabilidad ante el crimen organizado, omite explicar cómo la


concentración de funciones permitirá blindar a las policías de corruptelas o
infiltraciones de grupos criminales.

La evidencia disponible demuestra que el problema de la corrupción en las


corporaciones policiales es transversal, es decir, se presenta en las policías de los
tres órdenes de gobierno. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Victimización y
Percepción sobre Seguridad Pública (Envipe) 2015 que aplica el Instituto Nacional
de Estadística y Geografía (Inegi), la policía municipal es percibida como corrupta
por el 66% de los encuestados, la policía estatal por el 63.5% y la policía federal
por el 54.5%. Si el razonamiento es que debemos desaparecer a la policía
corrupta, nos quedaríamos sin policía en el país. Ahora, si bien en la mayoría de
los estados una mayor proporción de ciudadanos percibe como corrupta a la policía
municipal que a la estatal y a la federal, existen casos como el Estado de México,
Oaxaca o Tlaxcala, donde más personas consideran corrupta a la policía estatal
que a la municipal, o como Querétaro, donde la población tiene en peor estima a la
policía federal que a la municipal. Aun así, la solución a la corrupción propuesta por
el Ejecutivo consiste en eliminar a la policía municipal, aunque la consecuencia
más predecible sea simplemente trasladar el problema de corrupción municipal a la
policía estatal, la cual tiene de por sí un problema de corrupción innegable.

Por otra parte, de acuerdo con la iniciativa, el instaurar policías estatales y eliminar
de tajo a las municipales satisface la necesidad de implementar estrategias sólidas
para la prevención y combate a la delincuencia. Sin embargo, la iniciativa ignora
por completo que un factor decisivo en proveer asistencia y recursos para la
contención de la violencia es la voluntad y afinidad política de quienes están en el
gobierno. La centralización de personal policial en manos del gobernador de un
estado posibilita el uso político y discrecional de la policía a favor o en detrimento
de algunos municipios, posiblemente con base en el color político del
ayuntamiento.

El uso político de los recursos en materia de seguridad es cosa seria.


Investigadores de la Universidad de Notre Dame y del CIDE encontraron que la
voluntad y afinidad partidista para facilitar la asistencia y la coordinación entre
autoridades de los tres niveles de gobierno fue esencial para contener espirales de
violencia como los que se vivieron en Tijuana o Ciudad Juárez durante el sexenio
pasado. Igualmente encontraron que la falta de voluntad del Gobierno Federal para
apoyar a algunas localidades mostró tener efectos fatales para estados y
municipios en donde esa violencia criminal no logró contenerse, lo que terminó por
facilitar que grupos criminales se inmiscuyeran en la gobernanza municipal. Es
decir, detectaron un uso discrecional y partidista de la asistencia en personal
policial y militar para atender el problema de la violencia criminal.

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Además, la eliminación completa de las policías municipales implica que un alcalde


no podrá hacer frente a cualquier contingencia que se presente en su municipio sin
que el Ejecutivo del Estado así lo considere y consecuentemente destine personal
policial.

La iniciativa ignora por completo este potencial problema, pues no plantea


mecanismo alguno para evitar el uso discrecional de la fuerza pública, aún a
sabiendas de que ello puede suceder. A este respecto la Red Nacional por la
Seguridad: Ciudadanos más Policías ha pugnado por que la reforma policial prevea
principios y reglas que garanticen la independencia política y operativa de las
policías respecto de la autoridad, profesionalizando así la acción policial,
orientándola al interés público6.

Certificar a las policías e institucionalizar su régimen de seguridad social son


aspectos torales, por mencionar algunos, para reformar efectivamente a la policía.
Sin embargo, la creación de normativas e incentivos necesarios para lograr estos
objetivos difícilmente se resuelve con desaparecer a la policía municipal y dejar la
seguridad pública sólo en manos de los gobiernos estatales.

En este nivel de gobierno, el desarrollo policial consiste en implementar un sistema


profesional de carrera, establecer esquemas de profesionalización, de régimen
disciplinario y de certificación. Este proceso inició hace varios años y el
cumplimiento cabal a esas directrices y compromisos no se ha alcanzado en todos
los estados. La existencia de un mando único no parece ser condición necesaria
para lograrlo. Por ejemplo, en Nuevo León no existe un convenio de mando único,
pero operan esquemas de coordinación entre autoridades municipales y estatales
para definir diversas estrategias de prevención. Además, el estado ha tenido
importantes avances en materia de evaluación de control de confianza del personal
de seguridad pública pues, para mayo de 2015, del total de policías municipales (6
mil 764), el 8.4 por ciento quedaba pendiente por evaluar (566), y del total de
policías estatales (8 mil 894), sólo el 0.4% no había sido evaluado (34).

Esto se logró sin que la policía estatal adoptara la responsabilidad de coordinar a


todas las policías municipales y sin dejar a los alcaldes sin fuerza pública.
Igualmente hay estados como Chihuahua, donde sí se firmó el convenio de mando
único y donde también se han logrado avances. Esto indica que el ingrediente
secreto para reformar a la policía no es la centralización de funciones y recursos a
través del mando único, sino la implementación de esfuerzos integrales para
completar los procesos de desarrollo policial.

6
Trejo, Guillermo y Ley, Sandra (2016), “Federalismo, drogas y violencia: Por qué el conflicto partidista
intergubernamental estimuló la violencia del narcotrá fico en México” en Política y Gobierno, XXIII(1), pp.
11-56

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Finalmente, la iniciativa es clara en establecer que será el Ejecutivo Estatal el que


centralizará los recursos, tanto materiales como financieros, destinados a la
seguridad pública municipal, pero es omisa en establecer la forma en que se
distribuirán esos recursos en los municipios y los mecanismos que permitirán a los
ciudadanos saber si efectivamente esos recursos se destinaron para seguridad
pública. Si bien es cierto que los dispositivos existentes para transparentar el uso y
administración de los recursos destinados a la seguridad pública a nivel municipal
son ineficaces a la fecha, también lo es que esa misma deficiencia se aplica a los
gobiernos estatales. Es indispensable transformar las reglas de operación de los
fondos de aportaciones y subsidios destinados a la seguridad pública, pero esta
necesidad no se atiende en la iniciativa. Por el contrario, plantea un esquema de
centralización de fondos sin incluir mecanismos y reglas de transparencia y
rendición de cuentas para su ejercicio y administración, lo que más bien podría
facilitar su uso inadecuado, politizado o simulado.

A manera de conclusión, queremos dejar claro que existen municipios en el país


con problemas de infiltración y corrupción severas y que reformar integralmente a
las corporaciones policiales es urgente. Sin embargo, la iniciativa propone limitar
severamente la gobernanza municipal, pero no parece resolver estas necesidades.
Además, centralizar recursos y personal de seguridad pública en el Ejecutivo
estatal sin prever normativas que guíen el uso y distribución de esos recursos y que
restrinjan el uso político de la fuerza pública parece ser la receta idónea para
fortalecer de manera desmedida a los gobernadores sin contrapesos mínimos. En
suma, la iniciativa presidencial difícilmente abona a la vida democrática y al Estado
de derecho en nuestro país. Finalmente, su falta de motivación sólida hace difícil
creer que se trate de una solución efectiva a los problemas de seguridad y
corrupción policial.

CORRUPCIÓN Y ABUSO POLICIAL, ALGUNOS APUNTES

Según Juan Pablo Arango Orozco7Los abusos policiales tienen en su origen una
estructura jerárquica poco democrática, vertical y abusiva de su propio poder y
operan muchas veces, más al servicio de intereses políticos.

No es novedad que la confianza ciudadana en las instituciones se encuentra


fracturada. Tampoco lo es el gran distanciamiento que existe. Los ciudadanos
desconfían de la policía, muchos la consideran corrupta, poco preparada y abusiva,
que ha existido en el olvido institucional, por así servir a los fines del poder público.
En la práctica, se puede observar que los miembros de las instituciones de policía
históricamente han recibido una formación improvisada e insuficiente y rara vez se
les ha infundido la importancia que su rol social tiene para el mantenimiento de las

7
Juan Pablo Arango Orozco es investigador de @causaencomun.

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instituciones y en la construcción de relaciones sociales capaces de resolver los


conflictos y las diferencias de manera pacífica.

Las prácticas policiales que derivan en abusos tienen en su origen una estructura
jerárquica poco democrática, vertical y abusiva de su propio poder. En México los
mandos policiales son seleccionados principalmente por su cercanía con el jefe
político local, sea presidente municipal, de una entidad o del propio país. Rara vez
se hace un análisis que permita garantizar que su perfil profesional sea apto para el
cargo y, en todo caso, se valora más su lealtad política. Esto provoca que, con
frecuencia sean nombrados mandos policiales que no tienen la experiencia, el
conocimiento, ni la sensibilidad para atender los temas de seguridad y policía. Son
mandos que muchas veces operan más al servicio de intereses políticos y que no
tienen incentivos para actuar en favor de la población, en tanto fueron nombrados
por un jefe político, que también es el encargado de removerlos y, por tanto, los
usa según sus propias necesidades e intereses, que no siempre son los del pueblo.

Así pues, en buena medida, la corrupción y el abuso por parte de la autoridad, son
ingredientes que nuestras instituciones policiales padecen debido a condiciones
estructurales creadas desde el poder político, que la ha formado a su modo para
mantener el control social y aprovechar los beneficios que sus características
permiten, lo que provoca que tengan un desempeño poco aceptable, como se verá
más adelante.

Según el artículo Relaciones de autoridad y abuso policial en la Ciudad de México,8

“el abuso policial es un fenómeno complejo que obedece a factores de diferentes


niveles. Comprende formas tradicionales de efectuar el trabajo policial ajenas a
principios democráticos, en las que el control sobre la población, en particular sobre
ciertos grupos, es visto como una capacidad ‘natural’ de su trabajo; incluye
prácticas de extorsión a la ciudadanía ampliamente institucionalizadas, y depende
de factores culturales de la organización policial, no ajenos al resto de la sociedad,
en los que se establecen pautas morales sobre quién merece ser castigado”.

Partiendo de esta lógica, el abuso policial y el abuso de autoridad en general,


ocurre cuando un servidor público aprovecha su cargo o funciones para sacar
algún tipo de provecho personal o para beneficio de sus compañeros o superiores
jerárquicos.

A diferencia de un funcionario público tradicional, la Policía y las fuerzas de


seguridad en general abusan a partir del uso de la violencia. Por ejemplo, cuando
realizan una detención y no permiten que el detenido se defienda conforme a
derecho o cuando, durante una protesta, incurren en uso excesivo de la fuerza,
8
Alvarado Mendoza, Arturo y Silva, Forné Carlos, “Relaciones de autoridad y abuso policial en la Ciudad
de México”, Revista Mexicana de Sociología No. 3 Vol. 2011, México, 2011

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actuando contra los protocolos dispuestos para ello. Protocolos que, con
frecuencia, el personal desconoce.

Añadido a este diseño estructural en la cadena jerárquica, todavía no ha sido


posible consolidar un sistema de formación profesional que dote a los agentes de
policía de las herramientas conceptuales, metodológicas y doctrinales de su
función. Al respecto, existe un programa rector de profesionalización (2014), pero
no ha sido realizada, a la fecha, una evaluación que nos permita conocer su grado
de penetración y eficiencia en la formación policial. Y al no existir una base de
formación profesional sólida, miles de policías simplemente carecen, total o
parcialmente, de los conocimientos y las habilidades necesarias para cumplir su
función. Esto se evidencia en personal que no sabe tratar a la gente ni hacer valer,
por vías pacíficas y argumentales, la autoridad conferida por el Estado: o es muy
grosero, o a veces demasiado servil, depende del tipo de persona con quien toque
tratar y de acuerdo a una muy particular visión de la criminalización que tiende a
agredir a los más pobres y rendir tributo a los más poderosos.

Así, la Policía con frecuencia es señalada por abusar de su condición para obtener
beneficios que los ciudadanos a menudo observamos como actos de corrupción.
Esto se debe, además de los factores ya mencionados a que los ciudadanos
desconocen sus derechos y en muchas ocasiones prefieren arreglar sus problemas
con la autoridad de una manera directa, a través de sobornos o el uso de
“influencias” y, en segundo lugar, los policías son a menudo presionados u
obligados por sus mandos a llenar cuotas de detenidos o de “mordidas” para
demostrar eficiencia y para aprovechar su cargo.

Los abusos policiales más conocidos y cuestionados por los ciudadanos son:
cohecho, extorsión, privación ilegal de la libertad y abuso sexual. Según el
secretario de seguridad pública de la Ciudad de México, tan solo en 2014, 1,200
oficiales de policía fueron dados de baja a causa de estas conductas 9. Pero no se
puede olvidar la tortura, que, según Amnistía Internacional, se produce en 7 de
cada 10 mujeres detenidas en México10. Esta misma organización tiene
documentados 7 mil casos de tortura hasta principios de 2016, de los cuales, solo 5
han recibido sentencias condenatorias.11 Es más, según la ONU, “la CNDH informó
de 11.608 quejas por torturas y malos tratos entre 2006 y abril de 2014. La
Comisión de Derechos Humanos del D.F. recibió 386 quejas de tortura entre 2011
y febrero de 2014. La sociedad civil informó de más de 500 casos documentados

9
“Corrupció n policial en México: ‘cohechos, extorsió n, privació n ilegal de la libertad’”, RT News 28 de
noviembre de 2014, consultado el 9 de enero de 2017
10
Ureste, Manu, “Policías y soldados usan la tortura sexual en arrestos de mujeres”, Animal Político, 28
de junio de 2016, consultado el 9 de enero de 2017
11
Organizació n de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos —Comisió n Nacional de Derechos
Humanos, La tortura en México, una mirada desde los organismos del Sistema de Naciones Unidas, ONU-
DH, CNDH, México, 2015, Pp. 26 y 28

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entre 2006 y 201412. […] Ante 11.254 quejas de torturas y malos tratos recibidas
entre 2005 y 2013, la CNDH emitió 223 recomendaciones, sobre las cuales no
existe una sola sentencia penal.” Con estos argumentos, sentencia que la tortura
es un problema de abuso policial generalizado en México.

Según datos de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre


Seguridad Pública 2016 (ENVIPE) las instituciones menos confiables en materia de
seguridad son la Policía Municipal (48.7%), el Ministerio Público (47.6), la Policía
Ministerial (47.5%) y la Policía Estatal (42.8). El orden de la desconfianza se debe a
muchos factores, pero la corrupción es uno de los principales, la encuesta Nacional
sobre Calidad e Impacto Gubernamental 2015, marca que 48.9% de la población
percibe a la corrupción como algo de frecuente ocurrencia en su entidad.13

TABLA 1 CONFIANZA EN AUTORIDADES DE SEGURIDAD SEGÚN ENVIPE


2016

Fuente: ENVIPE 2016.

Además, son las mismas instituciones las que ocupan los primeros lugares en la
percepción de la corrupción. Como se aprecia en la tabla 2, el primer lugar lo ocupa
la Policía de Tránsito, que, por lo regular, está a cargo de las autoridades
municipales. En ese caso prácticamente dos de cada cuatro personas la perciben
como corrupta. Dos de cada tres opinan que hay corrupción en la Policía

12
Instituto Nacional de Estadística y Geografía, Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental,
2015, tabulado bá sico IV, INEGI, México, 2016
13
aldente, Diego,” México debate una ley contra la tortura policial inmerso en nuevos escá ndalos” La
Informació n.com, 24 de abril de 2016, consultado el 9 de enero de 2017.

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Preventiva Municipal, similar a los datos para la Policía Estatal y la Policía


Ministerial.

TABLA 2 PERCEPCIÓN DE CORRUPCIÓN EN LAS INSTITUCIONES DE


SEGURIDAD SEGÚN ENVIPE 2016

Fuente: ENVIPE 2016.

La percepción de corrupción, sumada a la percepción del desempeño, ofrece una


idea más precisa de por qué los ciudadanos desconfían de su autoridad. Las
autoridades observadas como corruptas también son aquellas que se consideran
como poco o nada efectivas para cumplir sus funciones si comparamos la Tabla 2
con la Tabla 3. Lo anterior se refleja en que casi la mitad de los mexicanos
considera ineficaces a los cuerpos de policía.

TABLA 3 PERCEPCIÓN DEL DESEMPEÑO DE LAS INSTITUCIONES DE


SEGURIDAD ENVIPE 2016

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Fuente: ENVIPE 2016

A la fecha no se cuenta con una estadística pública que permita identificar con
claridad quienes son los que están abusando y dónde, así como se sabe poco de
las sanciones que reciben los policías responsables de los abusos. Aun cuando
existe evidencia del mal desempeño, de la corrupción y de los abusos policiales,
las Unidades de Asuntos Internos, como las encargadas de vigilar a los policías, y
las Comisiones o Consejo de Honor y Justicia, no aprovechan la información
disponible para incidir en cambios que permitan reducir estas conductas, así como
promover prácticas dirigidas a mejorar la relación con la ciudadanía.

Los datos más evidentes son las quejas y recomendaciones realizadas en las
comisiones de derechos humanos, pero existe una confusión al respecto: no todos
los abusos por parte de los policías son violaciones a los derechos humanos, ni
todas las violaciones a derechos humanos efectuadas por miembros de
instituciones relacionadas con la seguridad, provienen de los policías.

La gente rara vez sabe dónde quejarse o denunciar si fue víctima de un abuso. En
su mayoría lo hacen ante las Comisiones de Derechos Humanos o ante una
agencia del Ministerio Público. Pocos ciudadanos saben que las Unidades de
Asuntos Internos de las Policías son las encargadas de revisar las quejas y de
investigar, para que el Consejo o Comisión de Honor y Justicia sancione
administrativamente cuando no ha habido una violación a derechos humanos y un
delito tipificado. Por ello, cuando pasan situaciones de abuso o corrupción, es
frecuente que queden impunes, pues la población no se dirige al lugar correcto y

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las instituciones no cuentan con mecanismos de coordinación tan desarrollados y


efectivos como para canalizar los casos hacia las instancias de Asuntos Internos.

Los abusos de la autoridad policial provocan desconfianza y el temor hacia la


institución. El problema es que, no importa cual Policía haya abusado, la población
reacciona generalizando la imagen que tiene de ellos, lo que provoca que la
conducta de uno sea transferida al resto.

El temor de la autoridad a transparentar sus casos (aquello que sí puede


publicarse) lleva a que la ciudadanía, con frecuencia, desconfíe de los castigos o
sanciones que la autoridad pudo imponer sobre sus integrantes y eso provoca una
sensación de impunidad, sumada a la sospecha de que la información aportada
pueda ser filtrada y usada contra los denunciantes.

Actualmente, con el uso cada vez más generalizado de teléfonos inteligentes, es


más frecuente común observar en las redes sociales grabaciones de video en las
que policías protagonizan situaciones de abuso o incompetencia laboral.
Infortunadamente, no todos los abusos son investigados y sancionados vez que no
se inicia una queja formal o las unidades de asuntos internos no siempre cuentan
con las herramientas técnicas y jurídicas para investigar de manera oficiosa los
casos que se conocen por esas vías. Esto acentúa aún más la sensación de
impunidad. Es por ello que las unidades de asuntos internos deben modernizarse
para poder atender ese tipo de casos y antes que ello, hacer cada vez más
transparentes y públicos sus mecanismos de recepción de quejas y denuncias.

La comunidad que es víctima de un abuso y no denuncia, se vuelve cómplice por


omisión o por miedo. En el México de hoy, la realidad es que, como ciudadanos,
nos resulta más fácil gritar, divulgar y agredir a la Policía a través de las redes
sociales, que seguir los caminos institucionales para asegurar que se investiguen y
sancionen los abusos. Conocedores de los servicios que ofrecen Procuradurías y
Policías, para muchos es mejor y más fácil dar rienda suelta a su enojo mediante el
anonimato de internet que presentarse en una institución que, incluso, puede
convertir su queja en un riesgo a la seguridad personal. Y las instituciones y sus
miembros no lo ven, escudados en lo que marca la ley, muchas veces prefieren
cerrar los ojos ante la evidencia en video porque sus procedimientos así lo indican.

En ese sentido, es indispensable la modernización de los procesos de detección de


abusos y la investigación de los mismos, así como el desarrollo de mecanismos de
prevención del abuso. Si de verdad la autoridad policial tuviera algún interés en
mejorar su imagen ante la ciudadanía, tendría que empezar por ello. En una época
de hartazgo ciudadano, sería un buen punto de partida para recuperar la
legitimidad de las instituciones.

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CONCLUSIÓN

No, la institución policial no es corrupta, en México, la sociedad es corrupta, en lugar de


querer culpar a los que se dedican a dar protección a los ciudadanos. Inclusive sin equipo,
sin garantías y extorsionados por sus propios jefes, deberíamos de proporcionarles una
buena capacitación, adiestramiento especializado, mejorar sus condiciones de vida, y
apoyarlos con una carrera justa, real, ajustada a una sociedad dinámica, el policía tiene
deseos de servir, pero las condiciones actuales no están dadas para que los policías no se
vean rebasados por infiltrados de las organizaciones criminales, que corrompen, que
envenenan y tuercen el sistema, dale poder al jefe de la policía que por cierto jamás tuvo
experiencia ni formación policiaca pero tiene muy buenas relaciones y en México eso es
mejor que ser eficiente, la frustración es grande, el orgullo de ser policía se ve superado
por la vergüenza de casos aislados de delincuentes que se infiltran en las corporaciones
policiacas para continuar con su actividad delincuencial desde las filas de la corporación,
en dónde obtienen información privilegiada, desde dónde organizan y corrompen a agentes
que no sienten el amor y el orgullo de portar una placa de policía que representa HONOR,
VALOR Y JUSTICIA, seamos claros, el verdadero policía, no es corrupto, es una persona
que esta dispuesta a sacrificar familia, amigos, y su vida misma, porque pertenece a ese
grupo aparte de pertenencia, a ese mundo en el que sólo los valientes se atreven, mi
contrario intentará convencerlos de que la policía es corrupta, sin embargo yo les digo que
el es más corrupto, porque desde su posición como capacitador de policías, desde su
trinchera como maestro en derecho, porque tiene un gran conocimiento jurídico y de
hechos reales como sentir las carencias y las condiciones con las que cada policía, sin
importar su especialidad o la materia que trabaje (auxiliar, preventivo, vial, investigador,
federal, etc.) lo hace con el equipamiento mínimo, con un salario de miedo, con nula o muy
poca capacitación, y además con jefes corruptos (que no son policías) que los exprimen,
los humillan y hasta los castigan con tal de obtener dinero sucio, el debería ser el primero
en hacer el cambio, en reglamentar el ingreso, las promociones y la permanencia en la
policía, en no permitir que gente sin la certificación, sin la debida preparación y
conocimiento ingrese a las filas de nuestra honorable policía, en endurecer los castigos a
aquellas personas que traicionen la noble carrera policiaca.

Ustedes tendrán que reflexionar si son corruptos también, si alguna vez han ofrecido o
dado “mordida” si han tenido conocimiento de algún hecho delictivo y no han denunciado,
eso los hace más corruptos por su condición de juristas, hagamos conciencia y
determinemos juntos las razones por las que la policía no es corrupta, algunas personas
que no hacen su trabajo de selección porque les dieron dinero para contratar a un
delincuente como policía, ese es el corrupto, aquellas personas que se roban el
presupuesto para capacitar a los policías, esos son los corruptos, los que determinan darle
las prestaciones, reconocimientos y premios a sus amantes o sus amigos, esos son
corruptos, ojalá mis palabras y mis experiencias los hagan reflexionar y apoyar mi
presentación, queridos abogados LA POLICIA NO ES CORRUPTA. Muchas gracias.

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