La Familia y El Matrimoniolibro
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LA FAMILIA Y EL MATRIMONIO
Sumario:
PRIMERA PARTE: LA FAMILIA
I.- GENERALIDADES SOBRE LA FAMILIA
1.- Concepto de familia.
2.- Composición de la familia, desde un punto de vista jurídico.
3.- La familia no es persona jurídica.
4.- La “familia tradicional” y la “familia moderna”. Evolución legislativa en Derecho de
Familia.
II.- EL PARENTESCO
1.- Definición y clasificación.
2.- Los cónyuges no son parientes por afinidad.
3.- Los convivientes civiles no son en realidad parientes por afinidad.
4.- Materias en que tiene incidencia el parentesco por afinidad.
5.- Cómputo del parentesco.
6.- Importancia del parentesco.
III.- EL DERECHO DE FAMILIA Y LOS DERECHOS DE FAMILIA
1.- Concepto de Derecho de Familia y de derechos de familia.
2.- Características del Derecho de Familia y de los derechos de familia.
3.- El Derecho de Familia es Derecho Privado.
4.- Principios fundamentales del Derecho de Familia.
SEGUNDA PARTE: DE LOS ESPONSALES
1.- Definición.
2.- Características.
3.- Carencia de obligatoriedad de los esponsales.
4.- Efectos secundarios que producen los esponsales.
TERCERA PARTE: EL CONTRATO DE MATRIMONIO
I.- GENERALIDADES SOBRE EL MATRIMONIO
1.- Definición.
2.- Características.
3.- Principales diferencias entre el matrimonio y los contratos patrimoniales.
4.- Principios inspiradores de la Ley de Matrimonio Civil.
II.- CONDICIONES DE EXISTENCIA Y DE VALIDEZ DEL MATRIMONIO
1.- Condiciones de existencia del matrimonio.
2.- Condiciones de validez del matrimonio.
III.- DE LA SEPARACIÓN DE LOS CÓNYUGES
1.- De la separación de hecho.
2.- De la separación judicial.
IV.- DE LA TERMINACION DEL MATRIMONIO
1.- Causales que producen la terminación del matrimonio.
2.- De la terminación del matrimonio por muerte de uno de los cónyuges.
3.- De la terminación del matrimonio por muerte presunta.
4.- De la eventual terminación del matrimonio por rectificación de sexo y nombre por
razón de identidad de género tramitada por uno de los cónyuges.
V.- DE LA NULIDAD DEL MATRIMONIO
1
Fecha de última modificación: 23 de enero de 2024.
2
Henríquez Viñas, Miriam y Núñez Leiva, José Ignacio, Manual de Estudio de Derecho Constitucional,
Santiago de Chile, Universidad de Las Américas – Editorial Metropolitana, 2007, p. 18.
3
“Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos”.
4
Vivanco Martínez, Ángela, Curso de Derecho Constitucional. Aspectos dogmáticos de la Carta Fundamental
de 1980. Tomo II, Santiago de Chile, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2006, pp. 47 y 48.
5
Corral Talciani, Hernán, Familia y Derecho, Santiago de Chile, Universidad de Los Andes, Colección Jurídica,
1994, p. 30, citado a su vez por Vivanco Martínez, Ángela, Curso de Derecho Constitucional. Aspectos
dogmáticos de la Carta Fundamental de 1980. Tomo II, Santiago de Chile, Ediciones Universidad Católica de
Chile, 2006, p. 50.
6
Vivanco Martínez, Ángela, Curso de Derecho Constitucional. Aspectos dogmáticos de la Carta Fundamental
de 1980. Tomo II, Santiago de Chile, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2006, p. 49. Según cita la
autora, entre los autores chilenos, postulan una interpretación amplia, entre otros, Gonzalo Figueroa Yáñez,
en su obra Persona, Pareja y Familia, Santiago, Editorial Jurídica de chile, año 1995, pp. 70-72; Jorge Ovalle
Quiróz (Pareja y Familia, en el diario “El Mercurio”, edición del 22 de noviembre de 1998); y Carlos Peña
González (Instituciones modernas de Derecho Civil. Libro Homenaje al profesor Fernando Fueyo, Santiago,
1996, Editorial ConoSur, pp. 140 y siguientes). En la misma tendencia, la española Dolores Juliano, quien
expresa: “Cuando en el momento actual se habla de los distintos tipos de familia que están surgiendo
(monoparentales, hijos de varios matrimonios, familias homosexuales), es importante tener en cuenta que lo
que se consideraba nuestro modelo dominante de familia (nuclear, conyugal y monógama), no es más que
un modelo entre los muchos que existen, y que precisamente el concepto de ‘dominante’ lleva implícito otros
tipos de comportamiento que pueden ser igualmente válidos. Tenemos opciones según las cuales se puede
entender que en cualquier campo (incluso en la estructura social) no es necesaria la imposición de un
modelo único, sino la preservación de una diversidad evaluada como equivalente, valiosa y fructífera.” (El
Juego de las Astucias, Madrid, 1992, Editorial Cuadernos Inacabados).
7
Vivanco Martínez, Ángela, Curso de Derecho Constitucional. Aspectos dogmáticos de la Carta Fundamental
de 1980. Tomo II, Santiago de Chile, Ediciones Universidad Católica de Chile, 2006, pp. 50 y 51.
8
Rossel Saavedra, Enrique, Manual de Derecho de Familia, 7ª edición actualizada, Santiago de Chile,
Editorial Jurídica de Chile, 1994, p. 1. Somarriva definía la familia en términos similares, aunque algo más
amplios: “el conjunto de personas unidas por el vínculo del matrimonio, del parentesco o de la adopción”,
aunque la referencia a ésta última hoy estaría demás, pues la adopción de un menor, única adopción hoy
admitida en nuestra legislación, origina un vínculo de parentesco entre adoptantes y adoptado,
concretamente de padres e hijo.
9
Somarriva Undurraga, Manuel, Derecho de Familia, Santiago de Chile, Editorial Nascimento, 1936, p. 7.
10
La Ley Nº 20.830, expresamente alude a la “familia” que forman los convivientes civiles, en su art. 19.
2.2. El art. 321, al disponer a quiénes se debe alimentos, alude el precepto a los
familiares más cercanos del alimentante, con quienes ha de entenderse que “forma
una familia” (con la sola salvedad del donante, de una donación cuantiosa, no
rescindida ni revocada). Establece la norma: “Se deben alimentos:
1º. Al cónyuge;
2º. A los descendientes;
3º. A los ascendientes;
4º. A los hermanos, y
5º. Al que hizo una donación cuantiosa, si no hubiere sido rescindida o revocada.
La acción del donante se dirigirá contra el donatario.
No se deben alimentos a las personas aquí designadas, en los casos en que una
ley expresa se los niegue”.
2.3. El art. 815 establece un concepto similar de familia, disponiendo que la forman:
a) El cónyuge;
b) Los hijos;
c) El número de sirvientes necesarios para la familia;
11
Cfr. la “Historia de la Ley Nº 21.150”, en página www.congreso.cl
2.4. Los arts. 988 a 990 y el 992 y la Ley Nº 20.830, al regular la sucesión
intestada, señalan como miembros de una familia para éstos efectos:
a) Al cónyuge o conviviente civil;
b) Los parientes consanguíneos en la línea recta; y
c) Los parientes consanguíneos en la línea colateral, hasta el sexto grado inclusive.
La familia, entonces, estaría compuesta por aquellas personas que, de alguna
manera, tienen derechos hereditarios en la sucesión intestada de una persona. La
lejanía en el parentesco desprende de la familia a ciertas personas.
A las normas del Código Civil, cabe agregar las contenidas en la Ley N° 20.830,
relativas al “Acuerdo de Unión Civil”, que permiten concluir que quienes celebren dicho
contrato, constituyen familia.
Por su parte, el art. 5 del Decreto Ley N° 3.500, que establece el nuevo sistema
de pensiones, señala que se entiende por componentes del “grupo familiar” del
causante, y serán por ende beneficiarios de pensión de sobrevivencia, las siguientes
personas:
a) El cónyuge o conviviente civil sobreviviente.
b) Los hijos, de filiación matrimonial, de filiación no matrimonial, o adoptivos.
c) Los padres.
d) La madre o el padre de los hijos de filiación no matrimonial del causante.
Lo mismo ocurre en el art. 4 de la Ley N° 20.255, que establece la reforma
previsional, al incorporar dentro del “grupo familiar” que permite acceder a la “Pensión
Básica Solidaria de Vejez”, al conviviente civil.
El art. 296 del Código Penal, en las normas del delito de amenaza, expresa que
para los efectos de este artículo, se entiende por familia: el cónyuge; los parientes en
línea recta (por consanguinidad y por afinidad); y los colaterales hasta el tercer grado
(por consanguinidad o por afinidad).
12
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 2.
13
Ruz Lártiga, Gonzalo, Explicaciones de Derecho Civil. Derecho de las Personas en Familia, Tomo V,
Santiago de Chile, AbeledoPerrot-Thomson Reuters, 2012, pp. 7 y siguientes. Tuvimos oportunidad de
presentar esta obra en la Facultad de Derecho de la Universidad Santo Tomás.
14
Cfr. nuestro trabajo “Consideraciones en torno al cuidado personal de los menores y su relación con la
patria potestad”, en Estudios de Derecho Privado. Libro homenaje al jurista René Abeliuk Manasevich,
Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile – Universidad Andrés Bello, 2011, pp. 145-194; y nuestro libro
Criterios jurisprudenciales recientes en Derecho de Familia, Santiago de Chile, Editorial Metropolitana, 2014,
pp. 373 y siguientes.
15
Mensaje del Código Civil de la República de Chile, décimo sexta edición, Santiago de Chile, Editorial
Jurídica de Chile, 2006, p. 15.
16
Rossel Saavedra, Enrique, Manual de Derecho de Familia, 7ª edición actualizada, Santiago de Chile,
Editorial Jurídica de Chile, 1994), p. 101.
17
Código Civil de la República de Chile, Valparaíso, Imprenta y Librería del Mercurio de S. Tornero e Hijos,
1865.
18
Ramos Pazos, René, Derecho de Familia, Tomo I, 7ª edición, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile,
año 2010, pp. 238-241. En contra, sosteniendo la tesis de la nulidad relativa, Rodríguez Grez, Pablo,
Regímenes Patrimoniales, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1997, pp. 87 y 88.
19
Retamal Favereau, Julio; Celis Atria, Carlos; y Muñoz Correa, Juan Guillermo, Familias Fundadoras de
Chile. 1540-1560, Santiago de Chile, Editorial Universitaria, 1992, p. 55.
20
Somarriva Undurraga, Manuel, Evolución del Código Civil Chileno. Homenaje al centenario de su
promulgación, Santiago de Chile, Editorial Nascimento, 1955, pp. 10 y 11.
21
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., pp. 123 a 136.
II.- EL PARENTESCO.
22
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 2.
Pocas son las materias en que tiene importancia el parentesco por afinidad. Son
las principales:
i.- En la Ley de Matrimonio Civil, art. 6, impedimentos dirimentes para contraer
matrimonio.
ii.- Respecto de los parientes que el Juez debe oír, art. 42 del Código Civil.
iii.- En las normas de las guardas, arts. 412 y 1799 del Código Civil.
iv.- En la incapacidad para suceder del eclesiástico confesor, art. 965 del Código Civil.
v.- En la indignidad para suceder que afecta al que siendo mayor de edad, no hubiere
acusado a la justicia el homicidio cometido en la persona del difunto, tan presto como
le hubiere sido posible, art. 969 del Código Civil.
vi.- En la incapacidad para suceder que afecta al Notario ante quien se testa y a sus
parientes más cercanos y su cónyuge, art. 1061 del Código Civil.
vii.- En la Ley de Insolvencia y Reemprendimiento, art. 2 Nº 26, letra a), respecto de
las “personas relacionadas”.
viii.- El art. 489 del Código Penal, exime de responsabilidad penal, por regla general,
por los delitos de hurto, defraudación y daño, a los parientes por afinidad en línea
recta.
23
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 3 y 4.
24
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 4 y 5.
25
Art. 489 del Código Penal: “Están exentos de responsabilidad criminal y sujetos únicamente a la civil por
los hurtos, defraudaciones o daños que recíprocamente se causaren:
El Derecho de Familia, resalta Ramos Pazos,26 como toda rama del Derecho,
puede ser definido en sentido objetivo o subjetivo. En sentido objetivo, para aludir al
conjunto de normas que regulan las relaciones jurídicas de familia. Se trata entonces
del Derecho de Familia. En sentido subjetivo, para referirse a las facultades o poderes
que nacen de aquellas relaciones existentes entre los miembros de la familia. Se trata
en este caso de los “derechos de familia”.
Se entiende por Derecho de Familia, según Ferrara, “el complejo de las normas
jurídicas que regulan las relaciones personales y patrimoniales de los [individuos]
pertenecientes a la familia entre sí y respecto de terceros”.27
Se denominan derechos de familia las vinculaciones jurídicas establecidas por la
ley respecto de las personas que han contraído matrimonio, o que están unidas por
parentesco o por acuerdo de unión civil o por simple convivencia. El objeto de estas
vinculaciones puede ser moral o patrimonial, o ambos a la vez. Pero sea que el
derecho de familia tenga como contrapartida un deber jurídico (de contenido
puramente ético) o una obligación (de contenido económico, por ende), en ambos
casos presenta caracteres que lo diferencian de un derecho puramente patrimonial. 28
Por eso, en lugar de hablar sólo de “obligaciones” (concepto propiamente patrimonial),
en el ámbito del Derecho de Familia, suele aludirse a “deberes” y “obligaciones”. Pero
no se trata, en el caso de los primeros, de deberes puramente morales, sino que
jurídicos.
¿Qué diferencia esencialmente a los “deberes” de las “obligaciones”? Por cierto,
en cuanto a su exigibilidad no hay diferencia alguna. Tanto los deberes cuanto las
obligaciones son exigibles. Y esto es así, precisamente porque los deberes son
jurídicos. Tampoco la hay en cuanto al hecho de que en un caso y en otro, la
inobservancia está sancionada (sin perjuicio de que las sanciones difieran).
29
Abeliuk Manasevich, René, Las Obligaciones, Tomo I, 5ª edición actualizada, Santiago de Chile, Editorial
Jurídica de Chile, 2010, p. 37.
30
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 5 y 6; López Díaz, Carlos, Manual de Derecho de Familia y
Tribunales de Familia, Tomo I, Santiago de Chile, Librotecnia, 2005, pp. 23 a 25; Ramos Pazos, René, ob.
cit., p. 14.
f) Los derechos de familia no admiten, por regla general, adquisición derivativa, como
la tradición o la sucesión por causa de muerte: se radican originariamente en el titular
y desaparecen con él. En otras palabras, los derechos de familia no se adquieren de un
antecesor, “de otro”, sino que de la ley.
g) Los derechos de familia no se ganan ni pierden por prescripción. Por ello, son
imprescriptibles las acciones sobre reclamación de estado civil (artículos 195 y 320).
Con todo, la ley establece ciertos casos en que el ejercicio del derecho de familia está
limitado por el tiempo; pero, por regla general, tales casos son de caducidad y no de
prescripción. Los derechos de familia, por regla general, caducan, no prescriben.
Encontramos un ejemplo de caducidad en la impugnación de la paternidad a que tiene
derecho el marido (arts. 184 y 212 del Código Civil) y otro de prescripción en la acción
para demandar la rescisión del reconocimiento del hijo (art. 202 del Código Civil).
h) Los derechos de familia son irrenunciables, pues son de orden público y además
importan el ejercicio de atribuciones que constituyen al mismo tiempo deberes, el
titular no puede, por su sola voluntad, no ejercitarlas o delegarlas en terceros.
i) Los derechos de familia son, al mismo tiempo, un deber o una obligación. Salvo
excepciones, el derecho, por una parte, y el deber o la obligación, por la otra, van
indisolublemente unidos en un solo titular. Así lo apreciaremos en las relaciones
jurídicas entre los cónyuges y entre los padres con sus hijos.
j) El Derecho de Familia exhibe gran mutabilidad. De todas las materias reguladas por
nuestra legislación civil, las normas del Derecho de familia son las que han
experimentado más reformas, y ellas sin duda continuarán produciéndose en el futuro,
teniendo presente los profundos cambios que se advierten en nuestra sociedad.
Considerando lo anterior, parece razonable –sostienen algunos- agrupar todas las
normas del Derecho de Familia en un Código autónomo del Código Civil, que sea más
fácil de reformar que el último.
Prueba de esta enorme mutabilidad, es el conjunto de leyes dictadas en las
últimas décadas, que han modificado tanto el Código Civil como leyes especiales
propias del Derecho de Familia, a las que ya hicimos referencia.
l) Los actos del Derecho de Familia no están sujetos a modalidades. Así se observa,
por ejemplo, tratándose del matrimonio (art. 102), del reconocimiento de un hijo
(artículo 189), o del pacto sustitutivo del régimen matrimonial (art. 1723).
m) La mayoría de los actos del Derecho de Familia son solemnes. Así, por ejemplo, en
el caso del matrimonio, en el reconocimiento de un hijo, en la repudiación de la
filiación no matrimonial, en el pacto sustitutivo del régimen matrimonial, en las
capitulaciones matrimoniales, etc.
31
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 6.
32
En algunos países, existen leyes generales que se refieren a la protección de la familia. Así, por ejemplo,
Ley Nº 1.361 de 2009, “Ley de Protección Integral de la Familia”, de la República de Colombia.
33
Lepin Molina, Cristián, “Los nuevos principios del Derecho de Familia”, en Revista Chilena de Derecho
Privado, Nº 23 (diciembre de 2014), p. 16.
34
Soto Kloss, Eduardo, “La familia en la Constitución Política, en Revista Chilena de Derecho, vol. 21 Nº 3,
Santiago de Chile, p. 224, citado a su vez por Lepin Molina, Cristián, ob. cit., pp. 16 y 17.
35
Rodríguez Pinto, María Sara, Manual de Derecho de Familia, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile,
2018, p. 26.
36
El carácter indisoluble del matrimonio, a nuestro juicio, ha desaparecido con la promulgación de la Ley Nº
19.947, actual Ley de Matrimonio Civil, que consagró el divorcio entre las causales de disolución del
contrato. No obstante lo anterior, el legislador no modificó el tenor del art. 102 del Código Civil, que alude a
la indisolubilidad del vínculo, aspecto que debiéramos entender tácitamente derogado por la Ley Nº 19.947
(ver nuestro libro Análisis de la Nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago de Chile, Editorial Metropolitana,
2004).
En los últimos años, puede apreciarse con toda claridad, una tendencia en el
legislador chileno, que consiste en privilegiar la protección de los hijos y en especial de
los menores de edad. Tal orientación legislativa se ha traducido en reconocer que el
interés jurídico de los niños, niñas y adolescentes es de una entidad superior y por
ende exige una especial protección por parte de la ley. A nuestro juicio, esta tendencia
ha cobrado tal relevancia, que consideramos que, en nuestros días, es posible afirmar
que el interés superior de los niños, niñas o adolescentes constituye uno de los
principios fundamentales del Derecho civil chileno, en general, y del Derecho de
Familia, en particular.
Revisemos de qué manera se le consagra, tanto en instrumentos
internacionales como en el Derecho interno.
EN INSTRUMENTOS INTERNACIONALES VIGENTES EN CHILE:
Este principio se incorporó a nuestro ordenamiento jurídico, a partir de los
instrumentos internacionales que lo consagran. Ellos son:
i.- Convención sobre los Derechos del Niño.
En efecto, el principio del interés superior de los hijos, y en particular de los no
emancipados, se instauró con fuerza en nuestra legislación, con la “Convención sobre
los Derechos del Niño”.
El Estado chileno, depositó el Instrumento de Ratificación de este Tratado, ante
el Secretario General de la Organización de las Naciones Unidas con fecha 13 de
agosto de 1990. El 14 del mismo mes y año, el Presidente de la República, Señor
Patricio Aylwin Azócar, firmó el Decreto Supremo N° 830, publicado en el Diario Oficial
el 27 de septiembre de 1990, momento a partir del cual pasó la mencionada normativa
a ser Derecho vigente en la República de Chile.
Ello trajo consigo la reforma del Código Civil, mediante la Ley N° 19.585, de 26
de octubre de 1998.
37
Sobre este principio, cfr. nuestro trabajo “Visión crítica de la sociedad conyugal y algunos fundamentos del
principio de protección al cónyuge más débil”, en Estudios de Derecho Civil III. Jornadas Nacionales de
Derecho Civil. Valparaíso, 2007, Alejandro Guzmán Brito (editor científico), Santiago de Chile,
LegalPublishing, 2008, pp. 85 a 98.
38
Lepin Molina, Cristián, ob. cit., pp. 24-32.
39
Lepin Molina, Cristián, ob. cit., pp. 24-30.
1.- Definición.
2.- Características.
a) Es un hecho privado.
b) No produce obligación alguna ante la ley civil.
c) Se entrega enteramente al honor y la conciencia del individuo.
40
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 7.
a) El art. 99 se pone en el supuesto que los esposos hayan estipulado una multa para
el caso de incumplimiento de la promesa matrimonial y preceptúa que esta
estipulación no da acción para cobrar la multa, “pero si se hubiere pagado la multa, no
podrá pedirse su devolución”.
Como vemos, el legislador niega a esta estipulación de los efectos propios de
toda cláusula penal, pero asigna al que recibe la multa voluntariamente pagada, el
derecho de retenerla.
Atendido lo anterior, Enrique Rossel concluye que nos encontramos ante una
obligación natural (art. 1470). Se ha sostenido -dice Rossel-, que esta obligación no es
natural ni menos civil, porque el art. 98 dispone que los esponsales no producen
obligación “alguna” ante la ley civil, o sea, ni obligaciones civiles ni naturales. Este
argumento –contra argumenta Rossel-, carece de valor porque el art. 98 se está
refiriendo al “pacto de matrimonio futuro”, y el art. 99 está legislando una convención
independiente, como es la cláusula penal, que, si bien es accesoria, no por eso deja de
producir efectos propios y distintos a los que puede generar la convención principal.
Rodríguez Grez, sobre la materia, afirma que no estamos ante una obligación
natural, porque no hay raíz alguna de obligación civil.
c) El art. 100 dispone que podrá demandarse la restitución de las cosas donadas y
entregadas bajo la condición de un matrimonio que no se ha efectuado. En verdad,
este efecto es ajeno a los esponsales. Se producirá siempre, aunque los esponsales no
existan. Estamos ante la misma solución consagrada en el art. 1789, inc. 2º, respecto
de las donaciones bajo condición de matrimonio.42
41
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 7 y 8.
42
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 8 y 9.
1.- Definición.
43
La Ley Nº 21.400, publicada en el Diario Oficial el 10 de diciembre de 2021, modificó el art. 102 del
Código Civil, sustituyendo la frase “un hombre y una mujer”, por la de “dos personas”.
44
Publicada en el Diario Oficial de fecha 17 de mayo de 2004 y vigente a partir del 18 de noviembre de
2004, reemplazó a la antigua Ley de Matrimonio Civil, que databa del año 1884.
2.- Características.
45
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 9 y 10.
46
Ramos Pazos, René, ob. cit., p. 30.
47
Ramos Pazos, René, ob. cit., p. 30.
48
Antes de la reforma hecha al Código Civil por la Ley Nº 21.400, publicada en el Diario Oficial el 10 de
diciembre de 2021, el art. 102 exigía diferencia de sexo entre las partes. Era de hecho el único contrato que
exige la diferencia de sexo de los contrayentes. De aquí nació la teoría de la inexistencia jurídica. El art. 80
de la Ley de Matrimonio Civil ratificaba este principio, al señalar que los matrimonios celebrados en el
extranjero valdrían en Chile, “siempre que se trate de la unión entre un hombre y una mujer”. Por lo tanto,
si dos personas del mismo sexo, presentaban en el Registro Civil un certificado de matrimonio, expedido por
un país donde se admitía el matrimonio en tal hipótesis, la inscripción del mismo había de rechazarse, pues
para nuestra ley, sencillamente no había tal matrimonio (aunque sí podría considerarse como acuerdo de
unión civil). La exigencia del art. 80, fue suprimida por la Ley Nº 21.400.
f) Los efectos del contrato son actuales y permanentes. Antes, los autores agregaban
que los efectos del matrimonio eran también perpetuos, desde el momento que se
rechazaba el divorcio con disolución del vínculo. Tal perpetuidad en los efectos del
matrimonio definía la fundamental diferencia entre el matrimonio y los demás
contratos y es lo que llevó a algunos autores a negarle el carácter de tal y denominarlo
“institución”. Después de la Ley N° 19.947, creemos que se afianza la naturaleza
contractual del matrimonio, y se debilita su carácter institucional.
Que los efectos sean actuales, quiere decir que no pueden someterse a
condición suspensiva o a plazo, sino que se generan en el momento mismo de su
celebración.
Que sean permanentes, quiere decir que, en principio, duran obligatoriamente
toda la vida de los cónyuges (la aspiración de los contrayentes, obviamente, es que la
unión sea por toda la vida). Queda excluida del matrimonio la resciliación. Sin
embargo, ahora se puede recurrir al divorcio, de manera que ya no podemos afirmar
que los efectos sean permanentes “y perpetuos”.
g) El objeto del matrimonio es también característico. Del art. 102, se infiere que
consiste en “vivir juntos, procrear y auxiliarse mutuamente”. Como vemos, el objeto
de este vínculo es principalmente de orden moral y secundariamente patrimonial. De
los tres fines que menciona la ley, obviamente debemos entender que hay dos que son
permanentes, como ocurre con la convivencia y el auxilio mutuo, y otro que es sólo
temporal, cual es la procreación, cuando se trata de personas de distinto sexo, y que,
obviamente no concurre si se trata de cónyuges del mismo sexo.
Observa Rodríguez Grez -a diferencia de lo que opina Rossel, como veremos al
tratar de los impedimentos dirimentes del matrimonio-, que la procreación no es la
única finalidad del matrimonio, de manera que no podría pedirse la nulidad del
contrato por falta de objeto, por el solo hecho de que no se quisiera o pudiera
procrear. Por la misma razón, es permitido el matrimonio entre individuos seniles que
no son capaces de concebir.
La falta de objeto está sancionada en diversas formas, que van desde la nulidad
del matrimonio, el divorcio y la separación judicial sin ruptura del vínculo.
En relación a los tres fines esenciales del matrimonio (objeto del matrimonio)
señalados en el art. 102 del Código Civil, pueden vincularse ellos a los deberes y
obligaciones conyugales (efectos del matrimonio) de la siguiente manera:
i.- “vivir juntos”: deber de convivencia (art. 133 del Código Civil) y deber de respeto
recíproco (art. 131 del Código Civil).
ii.- “procrear”: deber eventual de cohabitación (art. 33 de la Ley de Matrimonio Civil) y
deber de guardarse fe o de fidelidad (arts. 131 y 132 del Código Civil).
iii.- “auxiliarse mutuamente”: obligación de socorro (arts. 131 y 134 del Código Civil);
deber de ayuda mutua (art. 131 del Código Civil); deber de protección recíproca (art.
131 del Código Civil); y obligación eventual de pagar compensación económica (arts.
61 y siguientes de la Ley de Matrimonio Civil).
49
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., pp. 109-111.
50
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., p. 111.
Para que un matrimonio sea valido, no sólo debe haber consentimiento entre los
contrayentes, ceremonia efectuada ante el Oficial Civil o un ministro de culto, y
ratificación ante un Oficial del Registro Civil e inscripción del acta otorgada por el
ministro de culto, sino que además, deben concurrir las condiciones o requisitos de
validez del matrimonio.
Son requisitos de validez del matrimonio, los siguientes (art. 4º, Ley de
Matrimonio Civil):
a) Capacidad de los contrayentes o ausencia de impedimentos dirimentes (la Ley de
Matrimonio Civil, en el art. 4º, alude a la capacidad de los contrayentes,
abandonándose la antigua expresión que aludía a los “impedimentos dirimentes”. En lo
sustancial, sin embargo, creemos que puede continuar empleándose dicha expresión
tradicional);
b) Consentimiento libre y espontáneo;
c) Que se hayan cumplido las formalidades que establece la ley (advertimos, en todo
caso, que en realidad la omisión de una sola solemnidad acarrea la nulidad del
matrimonio: la falta o inhabilidad de dos testigos hábiles).
Analizaremos seguidamente, las condiciones de validez del matrimonio. A
continuación de los impedimentos dirimentes, revisaremos también los impedimentes
impedientes o prohibiciones, aclarando que en el caso de éstos, no estamos en
realidad ante un requisito de validez del matrimonio.
a.1.1. Los que se hallaren ligados por vínculo matrimonial no disuelto (art. 5º,
N° 1 de la Ley de Matrimonio Civil).
Como es obvio, la ley prohíbe contraer matrimonio a los que se encuentran
unidos por vínculo matrimonial no disuelto.
51
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 15.
a.1.2. Los que se hallaren ligados por un acuerdo de unión civil vigente, a
menos que el matrimonio lo celebre con su conviviente civil (art. 5°, N° 2 de la
Ley de Matrimonio Civil).52
Quienes celebren al acuerdo de unión civil quedan impedidos de contraer
contrato de matrimonio con una persona distinta de aquella con quien han convenido
dicho acuerdo, mientras éste se mantenga vigente. La Ley N° 20.830, hizo
incompatibles el contrato de matrimonio con el contrato que da cuenta del acuerdo de
unión civil.
a.1.3. Los menores de dieciocho años (art. 5º, N° 3 de la Ley de Matrimonio Civil).
En este punto, la Ley N° 19.947 ya constituyó una reforma importante, pues la
Ley de 1884 impedía el matrimonio de los impúberes, o sea, la mujer menor de doce
años o el varón menor de catorce años. Hoy, se aumenta la edad mínima para contraer
matrimonio, a dieciséis años, igualándose en ello a las mujeres y a los hombres. El
cambio en el criterio del legislador se explica como resultado del cambio en las
costumbres de nuestra sociedad, pues a diferencia de nuestros abuelos, muchos de los
cuales, contraían matrimonio muy jóvenes (en especial, nuestras abuelas), hoy, la
tendencia es la de postergar el matrimonio hasta una edad más avanzada,
considerando que la expectativa de vida supera en mucho aquella que presentaba
Chile en las últimas décadas del siglo XIX o en las primeras décadas del siglo XX.
A partir del 28 de diciembre de 2022 (Ley Nº 21.515), la edad mínima para
celebrar el contrato de matrimonio es la de 18 años.
Podemos afirmar que ahora, el criterio del legislador atiende a la madurez de
los contrayentes, antes que a la aptitud para procrear.
Observamos sin embargo cierta falta de congruencia entre el criterio del
legislador en orden a impedir que un menor de dieciocho años pueda contraer
matrimonio, por una parte, y permitir, por otra, que un menor de dieciocho, pero
mayor de doce (en el caso de las mujeres) o mayor de catorce (en el caso de los
hombres), puedan reconocer un hijo, actuando por sí solos, sin intervención del
representante legal o la autorización del juez, según se desprende del art. 262 del
Código Civil. Creemos que tan trascendente para el menor es el contraer matrimonio,
como el reconocer un hijo, actos que, a nuestro juicio, debieran requerir de un
tratamiento jurídico idéntico.
a.1.4. Los que se hallaren privados del uso de razón (art. 5, N° 4 de la Ley de
Matrimonio Civil).
La causal afecta tanto a los dementes interdictos, como a cualquier otro que al
momento de contraer matrimonio, no se hallaba en su sano juicio, incluyéndose aquí a
52
Causal incorporada por la Ley N° 20.830, publicada en el Diario Oficial de fecha 21 de abril de 2015.
53
Viladrich, Pedro Juan, “Comentario al canon 1095”, en Instituto Martín de Azpilcueta, Código de Derecho
Canónico, Pamplona, 1992, Ediciones Universidad de Navarra, 5ª edición, p. 567, citado a su vez por Del
Picó Rubio, Jorge, Derecho Matrimonial Chileno, Santiago de Chile, AbeledoPerrot, LegalPublishing, 2010, p.
253.
54
Barrientos Grandón, Javier y Novales Alquézar, Aranzazú, Nuevo Derecho Matrimonial Chileno. Ley
número 19.947: celebración del matrimonio, separación, divorcio y nulidad, Editorial LexisNexis, Santiago,
2004, p. 112.
55
López Díaz, Carlos, ob. cit., p. 170.
56
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit., pp. 252 y 253.
b.1) Generalidades.
Está establecido en los arts. 12458 a 127 y 130 del Código Civil. Estas
disposiciones están vigentes, y debe acreditarse su cumplimiento en los dos trámites
previos al matrimonio, la manifestación y la información. En efecto, el art. 9° de la Ley
de Matrimonio Civil, dispone que quienes quisieren contraer matrimonio, deberán
comunicar al Oficial Civil, si corresponde, los nombres de las personas cuyo
consentimiento sea necesario y el hecho de no tener prohibición legal para contraer
matrimonio. A su vez, el art. 12° de la misma ley, señala que se acompañará a la
manifestación una constancia fehaciente del consentimiento para el matrimonio dado
57
Hasta el año 2004, previo a la reforma hecha al Código Civil por la Ley N° 19.947, existía un tercer
impedimento dirimente relativo: no podía contraer matrimonio el que había cometido adulterio con su
partícipe en esa infracción, durante el plazo de cinco años contado desde la sentencia que así lo establezca.
Dicho tenor rigió entre el año 1994 y el 2004, conforme a lo dispuesto en la Ley N° 19.335. Antes, el
impedimento sólo afectaba a la mujer, la que no podía contraer matrimonio con su co-reo en el delito de
adulterio. Hoy, el adulterio ya no está sancionado penalmente, y si se decreta el divorcio por tal causa, el
cónyuge infractor no tendrá impedimento en contraer matrimonio con el copartícipe en dicha conducta.
58
El tenor de este artículo fue modificado por la Ley Nº 19.947.
Está contemplado en el art. 12460 del Código Civil. Se refiere al que tiene hijos
de precedente matrimonio.61
Para que rija el impedimento, es necesario que los hijos estén:
i.- Bajo la patria potestad; o
ii.- Bajo la tutela o curatela del padre o de la madre, aunque fueren mayores de edad.
El impedimento no afecta, por ende, al padre o madre cuyos hijos se han
emancipado de la patria potestad, a menos que ellos se encontraren bajo curaduría de
su padre o madre. Si los hijos mayores estuvieren bajo guarda de un tercero, tampoco
regirá el impedimento, pues el precepto exige que estén bajo “su” tutela o curaduría.
El actual tenor del art. 124, fue fijado por la Ley N° 19.947, ampliando su
campo de aplicación. En efecto, antes de la reforma, el precepto sólo se refería al
viudo o viuda que tenía hijos de precedente matrimonio y tampoco contemplaba al que
hubiere anulado su matrimonio. Ahora, el artículo rige para el viudo o viuda, para el
divorciado y también para el que hubiere obtenido la nulidad de su matrimonio.
Respecto al último, en principio, podría estimarse que no se le aplica el art. 124, desde
el momento en que se alude en él a “precedente matrimonio”, lo que obviamente no
acontece si el matrimonio se declaró nulo, ya que, en tal caso, sencillamente no hubo
matrimonio. Sin embargo, el art. 127, al establecer la sanción aplicable a quien se case
infringiendo el impedimento impediente que estamos analizando, incluye también,
junto al viudo y divorciado, a “quien hubiere anulado su matrimonio”. Para mayor
claridad, el legislador debió incluir a este último en el art. 124, pero a pesar de no
haberlo hecho, debemos concluir que tácitamente está comprendido, atendido lo
dispuesto en el art. 127 del mismo Código. Adicionalmente, se podría agregar que
dado el carácter de hijos matrimoniales que la ley atribuye a todo hijo nacido en un
matrimonio declarado nulo (art. 51, inc. 1° de la Ley de Matrimonio Civil)62 de todas
maneras debieran quedar protegidos entonces por el art. 124.
Por su parte, el art. 126 del Código Civil establece que el oficial del Registro
Civil no permitirá el matrimonio del padre o madre:
59
La Ley N° 21.515, publicada en el Diario Oficial el 28 de diciembre de 2022, se derogaron los arts. 105 a
116, que regulaban el impedimento impediente de falta de consentimiento y el impedimento impediente de
guarda, en el caso de que el matrimonio se celebrare por un menor de edad. A partir de la mencionada ley,
en Chile sólo pueden celebrar el matrimonio las personas mayores de edad.
60
Antes de la promulgación de la Ley N° 19.947, el art. 124 se refería al viudo o viuda. Ahora, el precepto se
aplica, además, a los que se hubieren divorciado y también, atendido lo dispuesto en el art. 127, a los que
hubieren anulado su matrimonio.
61
El impedimento alude a quien tenga hijos “de precedente matrimonio”. No se protege, por ende, a los
hijos de filiación no matrimonial. Se trata, sin duda, de una omisión del legislador que debe repararse. En
efecto, atenta ella contra el principio consagrado en el artículo 33 del mismo Código, en cuanto la ley
considera iguales a todos los hijos. La norma, entonces, debiera aludir a toda clase de hijos, matrimoniales o
no matrimoniales, que al momento de contraer matrimonio su padre o madre, estuvieren bajo la patria
potestad o bajo la guarda de dicho progenitor. Se trata de aplicar el aforismo “donde existe la misma razón,
debe aplicarse la misma disposición”.
62
Según veremos más adelante, tras la promulgación de la Ley N° 19.947, todos los hijos nacidos en un
matrimonio después declarado nulo, tienen filiación matrimonial.
-. Pruebas en caso de dudas acerca de la filiación del hijo: dispone al efecto el art. 130
del Código Civil: “Cuando por haber pasado la madre a otras nupcias se dudare a cuál
de los dos matrimonios pertenece un hijo, y se invocare una decisión judicial de
conformidad a las reglas del Título VIII, el juez decidirá, tomando en consideración las
circunstancias. Las pruebas periciales de carácter biológico y el dictamen de
facultativos serán decretados si así se solicita”.
Cabe señalar, a propósito de este impedimento impediente, que la Ley Nº
21.264, publicada en el Diario Oficial el 11 de septiembre de 2020, derogó los arts.
128 y 129 del Código Civil, que impedían a la mujer pasar a nuevas nupcias, mientras
no transcurrieren 270 días contados desde que hubiere expirado su anterior
matrimonio (aunque el Juez podía excepcionarla de tal impedimento). Se fundaba esta
c.1) Si ha habido error acerca de la identidad de la persona del otro contrayente (art.
8, N° 1 de la Ley de Matrimonio Civil).
Se trata del error en la persona física, al que aludía el antiguo art. 33, N° 1 de
la Ley de 1884.
La hipótesis más probable, es aquella que se produce cuando una persona
contrae matrimonio con otra, por poder, equivocándose el apoderado en la identidad
de la persona con quien contrata.
c.2) Si ha habido error acerca de alguna de las cualidades personales del otro
contrayente, que, atendida la naturaleza o los fines del matrimonio, ha de ser
estimada como determinante para otorgar el consentimiento (art. 8, N° 2) de la Ley de
Matrimonio Civil.
63
López Díaz, Carlos, ob. cit., pp. 159 y 160.
64
López Díaz, Carlos, ob. cit., p. 160.
65
Barrientos Grandón, Javier y Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., p. 112.
c.3) Si ha habido fuerza, en los términos de los artículos 1456 y 1457 del Código Civil,
ocasionada por una persona o por una circunstancia externa, que hubiere sido
determinante para contraer el vínculo (art. 8, N° 3) de la Ley de Matrimonio Civil.
d.1) Generalidades.
Cabe señalar que no todas las solemnidades del matrimonio tienen la misma
sanción en caso de omitirse, e incluso la omisión de algunas de ellas ninguna sanción
tiene.
La omisión de algunas solemnidades está sancionada con la inexistencia del
matrimonio, como omitir la presencia de un oficial del Registro Civil o de un ministro
de culto, o si el matrimonio se hubiere celebrado ante el último, no ratificarlo ante un
Oficial o no inscribir el acta respectiva. Otras, con la nulidad, como por ejemplo en el
66
Es interesante notar que el Código argentino, contempla el dolo como vicio del consentimiento en el
matrimonio, lo que no acontece en la ley chilena.
67
Código Civil, Legis Editores S.A., 2001, Bogota, Colombia, p. 25.
- Concepto.
Establece el art. 9, inc. 1º de la Ley de Matrimonio Civil, que los que quisieren
contraer matrimonio, lo comunicarán por alguno de los medios siguientes:
i.- Por escrito;
ii.- Oralmente; o
iii.- Por medio de lenguaje de señas68.
La manifestación podrá hacerse ante cualquier Oficial del Registro Civil (art. 9,
inc. 1º de la Ley de Matrimonio Civil).69
Tiene importancia la elección del Oficial del Registro Civil ante quien se hace la
manifestación, pues ante él deberá celebrarse el matrimonio.
68
Medio este último no contemplado en el artículo 9 de la Ley de 1884.
69
La Ley de 1884, exigía realizar la manifestación ante el Oficial del Registro Civil competente, que lo era el
del domicilio o residencia de cualquiera de los novios.
- Formalidad que debe cumplirse, en el caso que la manifestación fuere oral o por
lenguaje de señas.
- Deberes que pesan sobre el Oficial del Registro Civil, al momento de hacérsele la
manifestación por los novios.
70
En el caso de un matrimonio que se celebrará mediante un apoderado.
71
La instauración de estos cursos de preparación para el matrimonio, constituye una novedad, pues la ley de
1884 nada contemplaba al efecto. Se aprecia la intención del legislador, de cautelar que la decisión que
adopten los novios, sea informada y precedida de la pertinente reflexión. La ley civil, en esta materia, ha
seguido los pasos de la ley canónica.
Dispone el art. 13, inc. 1º de la Ley de Matrimonio Civil, que las personas
pertenecientes a la etnia indígena, según el art. 2º de la Ley N° 19.25372, podrán
solicitar que la manifestación se efectúe en su lengua materna. Igual cosa podrá
ocurrir tratándose de la información para el matrimonio y con la celebración de éste.
En este caso, así como en aquél en que uno o ambos contrayentes no
conocieren el idioma castellano, o fueren sordomudos que no pudieren expresarse por
escrito, la manifestación, información y celebración del matrimonio se harán por medio
de una persona habilitada para interpretar la lengua de el o los contrayentes o que
conozca el lenguaje de señas (art. 13, inc. 2º).73
Por ende, si se trata de un extranjero que no hable el idioma castellano,
intervendrá un intérprete de la lengua del extranjero.
Nos llama la atención que la ley sólo aluda al sordomudo, y no al sordo, como lo
hace ahora el Código Civil a partir de la Ley N° 19.90474, quien eventualmente,
también podría no haber aprendido a escribir ni tampoco a expresarse oralmente, no
72
Dicho artículo, debe relacionarse con el art. 12 de la misma ley.
73
El legislador, afortunadamente, ha corregido una grave imprecisión en la que había incurrido al dictar la
Ley Nº 19.904, publicada en el Diario Oficial de fecha 3 de octubre de 2003, en virtud de la cual se había
agregado un inc. 2º al art. 12 de la Ley de 1884, que señalaba: “Si uno de los que intentaren contraer
matrimonio o ambos fueren sordos o sordomudos que no pudieren expresar su voluntad por escrito, la
manifestación del matrimonio y la información que les entregue el oficial (sic) del Registro Civil se efectuará
o recibirá, en su caso, por intermedio de una o más personas que puedan entenderse con ellos por medio de
la lengua de señas, por signos, o que comprendan a los sordos o sordomudos. Estas personas deberán ser
hábiles para ser testigos en el matrimonio.” La frase “por signos, o que comprendan a los sordos o
sordomudos”, muy ambigua, ha sido suprimida, lo que nos parece del todo acertado, pues una cosa es
aceptar la lengua de señas, que responde a un código objetivo universalmente aceptado, y otra, como lo
hizo la Ley número 19.904, era permitir que el intérprete se valiera de un procedimiento subjetivo o
personal, que en ningún caso, podía garantizar que transmitía la verdadera voluntad del interesado.
74
Dispone el art. 1447 del Código Civil, modificado por la Ley Nº 19.904, que “Son absolutamente incapaces
(...) los sordos o sordomudos que no pueden darse a entender claramente”.
Dos son las solemnidades del matrimonio mismo: intervención de un Oficial del
Registro Civil o ministro del culto respectivo (solemnidad por vía de existencia), y
presencia de dos testigos hábiles (solemnidad por vía de validez). Nos referiremos a
ellas en los párrafos siguientes.
Precisemos, en todo caso, que el matrimonio que se celebrare ante una persona
que no reúna las calidades de Oficial del Registro Civil o ministro de culto, será
inexistente. Adicionalmente, debemos tener presente que el art. 383 del Código
Penal77, establece que el que engañare a una persona simulando la celebración del
matrimonio con ella, sufrirá la pena de reclusión menor en sus grados medio a
máximo.
75
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 43.
76
Se observan las siguientes diferencias con el antiguo art. 14 de la Ley de 1884:
1º En dicho artículo, se incluía entre los inhábiles a los ciegos, los sordos y los mudos;
2º Igualmente, eran inhábiles para servir de testigos los extranjeros no domiciliados en Chile.
77
Modificado por la Ley Nº 19.947.
Exige la ley la presencia de dos testigos, quienes pueden ser parientes de los
contrayentes o extraños (art. 17, inc. 2º de la Ley de Matrimonio Civil).
En esta materia, no hay innovaciones, respecto a la normativa antigua.
Podrá efectuarse:
i.- En el local correspondiente a la oficina del Oficial del Registro Civil; o
ii.- En el lugar que señalaren los futuros contrayentes, siempre que se hallare ubicado
dentro del territorio jurisdiccional del Oficial Civil (art. 17, inc. 2º de la Ley de
Matrimonio Civil).
78
Estamos aquí ante una trascendental reforma de la ley, pues el art. 35 de la Ley de Registro Civil, y los
artículos 9 y 31 de la Ley de 1884, exigían celebrar el matrimonio ante el Oficial de la comuna o sección en
que cualquiera de los contrayentes tenía su domicilio, o hubiere tenido su residencia los tres últimos meses
anteriores a la fecha del matrimonio. Como se sabe, la infracción a estas normas, probada por testigos que
refutaban a su vez lo que habían declarado los testigos que comparecieron a proporcionar la información (lo
que se estimó posible, interpretando en sentido laxo lo dispuesto en el inc. 2º del art. 308 del Código Civil),
fue la que permitió solicitar la declaración de nulidad del matrimonio, ante los tribunales chilenos, práctica
que terminó por tornarse masiva, ante la ausencia de divorcio vincular. Hoy, ha desaparecido la
incompetencia territorial del Oficial Civil, pudiendo celebrarse el matrimonio ante cualquier Oficial Civil, de
cualquier punto del territorio nacional, con prescindencia del domicilio o de la residencia de los contrayentes,
aunque con la sola limitación de que ha de tratarse del mismo ante el cual se hubieren cumplido las
formalidades previas de la manifestación e información. En todo caso, a nuestro juicio no constituye causal
de nulidad del matrimonio, el haberlo celebrado ante un Oficial Civil diferente de aquél ante el cual se
hubieren realizado las diligencias de la manifestación y de la información. La misma opinión sustenta el
profesor Pablo Rodríguez Grez (“Ley de Matrimonio Civil”, artículo publicado por la Facultad de Ciencias
Jurídicas de la Universidad del Desarrollo, Curso de Actualización Jurídica. Nuevas Tendencias en el Derecho
Civil, Santiago, 2004, p. 21).
De conformidad al art. 388 del Código Penal, el Oficial Civil que autorice o
inscriba un matrimonio prohibido por la ley o en que no se hayan cumplido las
formalidades que ella exige para su celebración o inscripción, sufrirá las penas de
relegación menor en su grado medio y multa de seis a diez unidades tributarias
mensuales.
79
Art. 131 del Código Civil: “Los cónyuges están obligados a guardarse fe, a socorrerse y ayudarse
mutuamente en todas las circunstancias de la vida. Asimismo se deben respeto y protección recíprocos”.
80
Art. 133 del Código Civil: “Ambos cónyuges tienen el derecho y el deber de vivir en el hogar común, salvo
que a alguno de ellos le asista razones graves para no hacerlo”.
81
Art. 134 del Código Civil: “Ambos cónyuges deben proveer a las necesidades de la familia común,
atendiendo a sus facultades económicas y al régimen de bienes que entre ellos medie. / El juez, si fuere
necesario, reglará la contribución”.
82
El Reglamento de la Ley de Matrimonio Civil, se aprobó por Decreto Supremo Nº 673, publicado en el
Diario Oficial de fecha 30 de octubre de 2004.
83
Otra de las innovaciones más importantes de la ley, dice relación con la posibilidad de celebrar el
matrimonio ante un ministro de culto de una entidad religiosa, sin perjuicio de su ratificación ante un Oficial
del Registro Civil.
84
Encina Francisco Antonio, Resumen de la Historia de Chile, de Francisco Antonio Encina, redactado por
Leopoldo Castedo, Editorial Zig-Zag, Santiago, 1954, Tomo III, p. 1.625.
85
Incorporado a la misma por la Ley N° 19.947.
86
En el Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, se
incluye un informe preparado por el abogado Jorge del Picó, asesor de asuntos religiosos del Ministerio de
Justicia, acerca de la Ley N° 19.638. Se refiere en dicho informe, que el citado “...cuerpo legal establece un
sistema que permite gozar de personalidad jurídica de derecho público a todas aquellas agrupaciones que
cumplan con determinados requisitos formales. Fundamentalmente, son la inscripción en el registro público
que lleva el Ministerio de Justicia de la escritura pública en que consten el acta de constitución y sus
estatutos, el transcurso de un plazo de noventa días desde la fecha de inscripción en el registro sin que el
Ministerio de Justicia hubiere formulado objeción (o subsanada en el caso que hubiere objeción o que
hubiere sido rechazada la objeción en la Corte) y la publicación en el Diario Oficial de un extracto del acta de
constitución. A partir de la publicación, se considera que el registro se encuentra firme y, por tanto, la
entidad goza de personalidad jurídica de derecho público. El Ministerio de Justicia no puede denegar el
registro, pero efectúa dos controles: uno, al momento de ingresar la solicitud a la oficina de partes, en que
se aprecian aspectos formales notorios y evidentes y, un segundo control, dentro de los noventa días a que
se ha hecho mención precedentemente. En esta oportunidad, el Ministerio revisa en forma detallada los
antecedentes que acompañan la solicitud, pudiendo objetarla si faltare algún requisito como, por ejemplo, la
mención de publicidad de los documentos esenciales y de que el propósito constitutivo sea el culto religioso.
También, cuando los antecedentes lo manifestaren, podrá objetarlas por violación del orden público, la moral
y las buenas costumbres”: p. 30.
Cabe consignar que el art. 388, inc. 2º del Código Penal89, establece que el
ministro de culto que, con perjuicio de tercero, cometiere falsedad en el acta o en el
certificado de matrimonio religioso destinados a producir efectos civiles, sufrirá las
penas de presidio menor en cualquiera de sus grados. A su vez, el inciso 1º del mismo
precepto, dispone que se aplicará una multa de seis a diez unidades tributarias
mensuales, al ministro de culto que autorice un matrimonio prohibido por la ley.
- Plazo para inscribir el acta y ratificar la celebración del matrimonio, ante un Oficial
del Registro Civil.
Los que hubieren contraído matrimonio ante una entidad religiosa, deberán
presentar el acta respectiva ante cualquier Oficial del Registro Civil, dentro de ocho
días, para su inscripción. Si no se inscribiere en el plazo fijado, tal matrimonio no
producirá efecto civil alguno (art. 20, inc. 2º de la Ley de Matrimonio Civil).
Como la ley nada dice, debe entenderse que se trata de ocho días consecutivos,
que incluyen feriados y festivos, por aplicación del art. 50 del Código Civil.
En este caso, se ha planteado la siguiente duda: ¿qué ocurre si en el plazo que
media entre la celebración del matrimonio ante el ministro del culto y antes de ratificar
el acto ante el Oficial del Registro Civil, uno de los contrayentes falleciere? ¿Podría
solicitarse la ratificación por el contrayente sobreviviente, o debiéramos entender que
dicho matrimonio religioso ya no podrá producir efectos civiles? Además, cabe
preguntarse si la ratificación puede efectuarse a través de mandatarios, o si por el
contrario, debiéramos entender que se trata de un acto que los contrayentes deben
efectuar personalmente.
Se ha respondido afirmativamente a las interrogantes expuestas, es decir,
podría ratificarse a pesar de haber fallecido uno de los contrayentes, y podría
efectuarse esta gestión por apoderados, opinión formulada sobre la base de que el
matrimonio ya se celebró, debiéndose promover una interpretación que sea favorable
87
De lo que se desprende, entonces, que el matrimonio celebrado ante entidades religiosas, debe cumplir
con la misma solemnidad del matrimonio ante un Oficial del Registro Civil, en lo concerniente a la presencia
de dos testigos, los que de no comparecer, impedirían inscribir el contrato.
88
La circunstancia de dejar constancia en las actas otorgadas por las entidades religiosas que se han
cumplido con todas las exigencias legales necesarias para contraer matrimonio, puede implicar, en la
práctica, que dichas entidades exijan previamente la celebración del matrimonio ante el Oficial del Registro
Civil, para no asumir de esta forma la responsabilidad que les endosa la ley.
89
Modificado por la Ley N° 19.947.
90
En tal sentido, opiniones de Carmen Domínguez Hidalgo y Hernán Corral Talciani, en Seminario del Colegio
de Abogados, al que se aludió.
91
Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, p. 104.
92
Muñoz, Andrea: en Seminario citado de la Universidad Diego Portales.
93
Ramos Pazos, René, ob. cit., p. 63.
94
Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, p. 37.
95
El profesor Javier Barrientos Grandón, en la entrevista citada, manifiesta que no estamos en rigor ante
una “ratificación”, pues los efectos del matrimonio celebrado ante la entidad religiosa, no se producen desde
su celebración ante el respectivo ministro de culto, sino desde la inscripción del acta en el Registro Civil. Vale
decir, no se produce el efecto propio de toda ratificación, cual es operar con efecto retroactivo, dando
eficacia al acto jurídico, desde la fecha de su celebración. Este efecto no retroactivo de la “ratificación”,
agrega el profesor Barrientos, puede generar una suerte de vacancia entre el momento de la celebración del
matrimonio ante la entidad religiosa y el tiempo de la inscripción del acta extendida por la entidad ante un
Oficial Civil. Así pues, por ejemplo, si una de las personas que ha celebrado matrimonio religioso muere
antes de dicha ratificación, la supérstite ni ha sido cónyuge ni tendrá el estado civil de viuda. Lo mismo
ocurrirá si una de ellas no quisiere comparecer ante el Oficial del Registro Civil a “ratificar el
consentimiento”. Esta opinión del profesor Barrientos parece confirmar la nuestra, en orden a que la
ratificación (o como quiera llamársele) es un acto personalísimo de los contrayentes y por ende, no admite
representación ni puede ya hacerse si fallece uno de los contrayentes. Concluye el profesor Barrientos
señalando que “dogmáticamente puede concluirse que, en la práctica el artículo 20 no ha reconocido valor a
los matrimonios celebrados ante una entidad religiosa de derecho público, sino que ha mantenido un sistema
matrimonial de matrimonio civil único, sólo que con dos posibilidades de celebración: ante el Oficial del
Registro Civil; una entidad religiosa y ante un Oficial del Registro Civil. En ambos casos el matrimonio
produce sus efectos desde las actuaciones de los comparecientes ante el Oficial Civil”. Cabe agregar que el
criterio del Senado era dar efecto retroactivo al acto de ratificación, según se desprende del Segundo
Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, p. 36.
96
La situación prevista en la ley, difiere de aquella que contemplaba el art. 43 de la Ley de Registro Civil,
hoy derogado. Señalaba el inc. 1º de dicho precepto: “Si se celebrare un matrimonio religioso sin que le
haya precedido el matrimonio ante el Oficial del Registro Civil correspondiente, deberán los esposos contraer
este último antes de expirar los ocho días siguientes a la celebración del primero, salvo el caso de
impedimentos o prohibiciones legales”. Hoy, según lo indicamos, el matrimonio no se celebra nuevamente
ante el Oficial del Registro Civil, sino que sólo se ratifica.
97
Modificado por la Ley N° 19.947.
98
Incorporado por la Ley N° 19.947.
99
Art. 39, N° 6, Ley de Registro Civil: “El hecho de no tener ninguno de los cónyuges impedimento o
prohibición legal para contraer matrimonio”.
100
Art. 39, N° 8, Ley de Registro Civil: “El nombre y apellido de la persona cuyo consentimiento fuere
necesario”.
101
Art. 39, N° 9, Ley de Registro Civil: “Testimonio fehaciente del consentimiento para el matrimonio, en
caso de necesitársele”.
102
Art. 39, N° 10, Ley de Registro Civil: “El nombre de los hijos que hayan reconocido en este acto.”
103
Art. 39, N° 11, Ley de Registro Civil: “Testimonio de haberse pactado separación de bienes o participación
en los gananciales, cuando la hubieren convenido los contrayentes en el acto del matrimonio.”
104
Art. 39, N° 12, Ley de Registro Civil: “Nombres y apellidos de las personas cuya aprobación o
autorización fuere necesaria para autorizar el pacto a que se refiere el número anterior”.
105
Art. 39, N° 13, Ley de Registro Civil: “Testimonio fehaciente de esa aprobación o autorización, en caso de
ser necesarias;”
- Responsabilidad penal del tercero que impida la inscripción del acta de matrimonio
religioso.
El art. 389 del Código Penal 107, establece que el tercero que impidiere la
inscripción, ante un Oficial Civil, de un matrimonio religioso celebrado ante una entidad
autorizada para tal efecto por la Ley de Matrimonio Civil, será castigado con la pena de
presidio menor en su grado mínimo o multa de seis a diez unidades tributarias
mensuales.
Establece la ley que los requisitos de forma y fondo del matrimonio serán los
que establezca la ley del lugar de su celebración. Se trata del principio lex locus regit
actum, es decir, la ley del lugar rige el acto. Así, por ejemplo, podría tratarse de un
matrimonio celebrado exclusivamente ante una entidad religiosa, en un país donde la
legislación no exige ratificarlo ante el Oficial Civil. En consecuencia, el matrimonio
celebrado en país extranjero, en conformidad con las leyes del mismo país, producirá
en Chile los mismos efectos que si se hubiere celebrado en el territorio chileno.108
En lo que constituye sin embargo una excepción al principio lex locus regit
actum, el inc. 2º del art. 80 de la Ley de Matrimonio Civil, dispone que podrá ser
declarado nulo de conformidad a la ley chilena, el matrimonio celebrado en país
extranjero que se haya contraído en contravención a lo dispuesto en los artículos 5º,
6º y 7º de la Ley de Matrimonio Civil. Se trata de las causales de incapacidad absoluta
y relativas o impedimentos dirimentes, tanto absolutos como relativos. Así, por
ejemplo, si la ley del Reino de Arabia Saudita, regido por el Corán, autoriza contraer
más de un matrimonio, el segundo y los posteriores, serán nulos en Chile, pudiendo
inscribirse exclusivamente el primero de ellos en nuestro Registro Civil. Lo mismo
ocurriría si los contrayentes, por ejemplo, eran menores de edad. Este principio de
106
Opinión expresada por el profesor Cristián Maturana, en exposición realizada en el Seminario del Colegio
de Abogados, con fecha 1 de junio de 2004.
107
Modificado por la Ley N° 19.947.
108
Hasta antes de entrar en vigencia (el 9 de marzo de 2022) la reforma hecha a la Ley de Matrimonio Civil
por la Ley Nº 21.400, publicada en el Diario Oficial el 10 de diciembre de 2021, se exigía, para reconocer el
matrimonio celebrado en el extranjero, que se tratare de la unión entre un hombre y una mujer (art. 80, inc.
1º, eliminada por la Ley Nº 21.400). Podemos observar que para nuestro legislador, la diferencia de sexo
entre los contrayentes era un requisito de existencia del matrimonio, de manera que aun cuando en el país
extranjero fuere considerado matrimonio la unión de dos individuos del mismo sexo, tal vínculo no era
reconocido en Chile como contrato de matrimonio.
i.- En cuanto a las formalidades externas del acto: rige la ley del lugar. Así, si por
ejemplo la ley del lugar no exige la presencia de dos testigos, como la ley chilena, el
matrimonio será igualmente válido en nuestro país.
ii.- En cuanto a la capacidad del chileno para contraerlo: rige la ley chilena, que
establece que no pueden ser infringidos los arts. 5, 6 y 7 de la Ley de Matrimonio Civil
y que su infracción producirá los mismos efectos que si se hubiera realizado en Chile;
vale decir, se anulará el matrimonio (art. 80 de la Ley de Matrimonio Civil en relación
con el art. 15 del Código Civil). En síntesis, deben cumplirse los impedimentos
dirimentes, tanto absolutos como relativos.
iv.- Situación del impedimento impediente de segundas nupcias: hay quienes sostienen
que también es aplicable a los chilenos en el extranjero, conforme al art. 80 de la Ley
de Matrimonio Civil.
Rossel estimaba que tal opinión era insostenible, atendido el tenor del antiguo
art. 15 de la Ley de 1884, que por ser ley especial, primaba sobre el Código Civil, y
que disponía que el matrimonio del chileno se regía por la ley del lugar, salvo en lo
referente a los impedimentos dirimentes109.
109
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 45.
110
Ramos Pazos, René, ob. cit., p. 66.
111
Hasta cierto punto, los efectos de la separación judicial, son homologables a los efectos del divorcio
perpetuo, que contemplaba la Ley de 1884.
112
Aunque la ley no lo expresa, debe entenderse que se refiere fundamentalmente a los hijos no
emancipados, salvo si se trata del pago de alimentos, que pueden extenderse más allá del momento en que
el hijo cumpla 18 años (de conformidad al inc. 2º del art. 332 del Código Civil, “...los alimentos concedidos a
los descendientes (...) se devengarán hasta que cumplan veintiún años, salvo que estén estudiando una
profesión u oficio, caso en el cual cesarán a los veintiocho años; que les afecte una incapacidad física o
mental que les impida subsistir por sí mismos, o que, por circunstancias calificadas, el juez los considere
indispensables para su subsistencia”).
113
Esta expresión, ha reemplazado a la antigua “tuición”, que empleaban los textos legales.
114
La expresión “relación directa y regular” ha sustituido al antiguo “derecho a visitas”, menos descriptiva
que la primera, para referirse al vínculo que debe mantenerse entre el padre o madre que no tiene el
cuidado personal del hijo menor, y éste, cuando los padres no estuvieren casados, o si lo están, estuvieren
b) Casos en que el acuerdo de los cónyuges separados de hecho, tiene fecha cierta.
Conforme al art. 22, inc. 1º de la Ley de Matrimonio Civil, el acuerdo que conste
por escrito en alguno de los siguientes instrumentos otorgará fecha cierta al cese de la
convivencia:
i.- Escritura pública, o acta extendida y protocolizada ante notario público;
ii.- Acta extendida ante un Oficial del Registro Civil, o
iii.- Transacción aprobada judicialmente.
No obstante lo dispuesto en el inc. 1º del art. 22, si el cumplimiento del acuerdo
requiriese una inscripción, subinscripción o anotación en un registro público, se tendrá
por fecha del cese de la convivencia aquélla en que se cumpla tal formalidad (art. 22,
inc. 2º). Sería el caso, por ejemplo, de la inscripción que debe hacerse en el Registro
de Propiedad del Conservador de Bienes Raíces competente, de la adjudicación de un
inmueble hecha a uno de los cónyuges; o de la subinscripción que debe practicarse
cuando los cónyuges se han separado totalmente de bienes.
La declaración de nulidad de una o más de las cláusulas de un acuerdo que
conste por medio de alguno de los instrumentos señalados en el inc. 1º del art. 22, no
afectará el mérito de aquél para otorgar una fecha cierta al cese de la convivencia (art.
22, inc. 3º). Como es lógico, si el acto jurídico que origina el acuerdo fuere nulo, y no
sólo una cláusula del mismo, el instrumento no podrá tener fecha cierta.
La fecha cierta del cese de la convivencia, tiene crucial importancia para los
efectos de los plazos que deben haber transcurrido, en dos materias:
i.- Para que opere el divorcio, según veremos más adelante.
ii.- De igual forma, puede incidir en la determinación de la compensación económica,
en los casos en que ésta proceda, tratándose de la nulidad y del divorcio.
El acuerdo de los cónyuges podría tener como único fin dar fecha cierta al cese
de la convivencia, o desprenderse de otros pactos propios del Derecho de Familia,
como aquél mediante el cual los cónyuges, mediante una escritura pública, regulan
cuál de ellos tendrá el cuidado personal de los hijos (art. 225 del Código Civil), o será
titular de la patria potestad (art. 245 del Código Civil), aunque en este último caso no
está implícito sin embargo la separación de hecho de los cónyuges.
El art. 25 de la Ley de Matrimonio Civil establece otros casos, en los que tendrá
fecha cierta el cese de la convivencia. En ellos, la fecha cierta del cese de la
convivencia, emana de actos realizados por uno solo de los cónyuges:
i.- A partir de la notificación de la demanda, en el caso del art. 23;
ii.- Si no mediando acuerdo ni demanda entre los cónyuges, uno de ellos ha expresado
su voluntad de poner fin a la convivencia por alguno de los medios siguientes:
i) A través de cualquiera de los instrumentos señalados en las letras a) y b) del art. 22
(vale decir, en una escritura pública o en un acta extendida y protocolizada ente
notario público; o en un acta extendida ante un Oficial del Registro Civil)115; o
ii) Dejando constancia de dicha intención ante el juzgado correspondiente.
En estos dos últimos casos, debe además notificarse al otro cónyuge la voluntad
de poner fin a la convivencia. Se tratará de una gestión voluntaria y se podrá
comparecer personalmente. La notificación se practicará según las reglas generales
(art. 25). Atendida la expresión “según las reglas generales”, la notificación ha de ser
personal, existiendo fecha cierta desde el momento en que se practique.116
a) De las causales.
115
Para estos efectos, el documento elaborado por el Registro Civil es el siguiente: “Acta unilateral de cese
de la convivencia. Artículo 25 Ley de Matrimonio Civil. En Santiago, a ___ de _____ de _____, ante mí,
___________________ Oficial Civil de Santiago, comparece don/doña ___________________________,
Run o cédula nacional de identidad número _________________, domiciliado en _____________________
número ______, quien señala lo siguiente: Primero: Que el (la) compareciente contrajo matrimonio con
don/doña __________________________ Run o cédula nacional de identidad número _______, domiciliado
(a) en _____________________________, con fecha ___ de ________ de ______, según consta en la
inscripción de matrimonio número _____ del año _____ de la Circunscripción de _________ Segundo: El
(la) compareciente expresa su voluntad de poner fin a la vida en común, originada por el matrimonio
precedentemente individualizado. En comprobante y previa lectura firma __________________
(compareciente). _____________________ (Oficial Civil). Nota: El artículo 25 de la Ley de Matrimonio Civil
establece que la fecha cierta del cese de la convivencia, se establecerá una vez que el otro cónyuge sea
notificado de esta declaración unilateral. Para realizar esta notificación se debe concurrir al Tribunal
competente, siendo de responsabilidad del interesado hacerlo y en ningún caso del Servicio de Registro Civil
e Identificación.”
116
Rodríguez Grez, Pablo, “Ley de Matrimonio Civil”, artículo publicado por la Facultad de Ciencias Jurídicas
de la Universidad del Desarrollo, Curso de Actualización Jurídica. Nuevas Tendencias en el Derecho Civil,
Santiago, 2004, p. 36.
a.1) Hipótesis que sólo permite demandar la separación judicial al cónyuge que no
haya dado lugar a la causal.
a.2) Caso en el cual cualquiera de los cónyuges puede demandar la separación judicial.
El art. 27, inc. 1º de la Ley de Matrimonio Civil, previene que cualquiera de los
cónyuges podrá solicitar al tribunal que declare la separación, cuando hubiere cesado
la convivencia.
A diferencia de lo que ocurre tratándose del divorcio (art. 55), el art. 27 no
exige que haya transcurrido plazo alguno, para demandar la separación judicial.
117
La ley no definió lo que se entiende por violación “grave” a un deber del matrimonio, de manera que será
una cuestión que el juez determine conforme a los antecedentes que se le presenten por el cónyuge
afectado.
118
Sin embargo, no podrá invocarse el adulterio cuando exista previa separación de hecho consentida por
ambos cónyuges (art. 26, inc. 2º de la ley).
119
A diferencia de la obligación de socorro, que tiene una connotación económica y que se traduce en
definitiva en el pago de alimentos, el deber de ayuda mutua se refiere al cuidado y atención personal que los
cónyuges se deben en todas las circunstancias de la vida, mientras dure el matrimonio. El segundo de estos
deberes, por ende, tiene un significado moral o afectivo antes que económico.
120
Dado que previamente hemos aludido al deber de socorro y al deber de ayuda mutua, el deber de
protección recíproca pareciera estar referido a la protección que un cónyuge debe al otro frente a una
eventual agresión de terceros.
El art. 30, inc. 1º de la Ley de Matrimonio Civil, establece que si los cónyuges
estuvieren casados en sociedad conyugal, cualquiera de ellos podrá solicitar al tribunal:
i.- La adopción de las medidas provisorias que estime conducentes para la protección
del patrimonio familiar; y
ii.- La adopción de las medidas provisorias que estime conducentes para el bienestar
de cada uno de los miembros que integran la sociedad conyugal.
El art. 30, inc. 2º, agrega que además de lo recién expuesto, los cónyuges,
cualquiera sea el régimen patrimonial del matrimonio, podrán solicitar alimentos o la
declaración de bienes familiares, conforme a las reglas generales122.
Constituye lo anterior una manifestación del principio de la ley, en orden a
proteger al cónyuge más débil, consagrado en el art. 3, inc. 1º de la ley.
121
Véase la Ley N° 20.066, de Violencia Intrafamiliar, publicada en el Diario Oficial de fecha 7 de octubre de
2005.
122
Dichas “reglas generales” son, en lo que respecta a los alimentos, los artículos 321 a 337 del Código Civil
y las normas de la Ley N° 14.908 sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias, y en lo
relativo a los Bienes Familiares, los artículos 141 a 149 del Código Civil.
123
En armonía con esta obligación del juez de resolver las cuestiones más esenciales para la familia, el
artículo 48 ter de la Ley de Menores (Ley N° 16.618), agregado a ésta por la Ley N° 19.947, dispone que en
el caso de haberse deducido una demanda de alimentos a favor de los hijos, o entre los cónyuges en forma
adicional a aquélla, o se solicite la regulación del cuidado personal o de la relación directa y regular que
mantendrá con ellos aquél de los padres que no los tenga bajo su cuidado, y no exista previamente una
resolución judicial que regule dichas materias o que apruebe el acuerdo de las partes sobre las mismas,
cualquiera de las partes podrá solicitar al tribunal que emita en la sentencia un pronunciamiento sobre cada
una de ellas, aunque no hubieren sido incluidas en la demanda respectiva o deducidas por vía
reconvencional. El tribunal hará lugar a esa solicitud, a menos que no se den los presupuestos que justifican
su regulación. Para estos efectos, las acciones que hubieren dado lugar a la interposición de la demanda se
tramitarán conforme al procedimiento que corresponda, mientras que las demás se sustanciarán por vía
incidental, a menos que el tribunal, de oficio o a petición de parte, resuelva tramitarlas en forma conjunta.
124
En la primera edición de nuestro libro Análisis de la Nueva Ley de Matrimonio Civil, sostuvimos que
cualquiera de los cónyuges podía solicitar la liquidación de la sociedad conyugal. Ahora, con un mejor
análisis del punto, y atendido lo dispuesto en el art. 227 del Código Orgánico de Tribunales, creemos que los
cónyuges sólo pueden pedirla actuando de consuno. En caso contrario, no quedará otro camino que recurrir
al viejo expediente del juez árbitro.
125
En el caso previsto en el art. 19 de la Ley N° 14.908 sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones
Alimenticias. Conforme al artículo, cualquiera de los cónyuges podrá solicitar la separación de bienes si el
otro, obligado al pago de pensiones alimenticias, en su favor o en el de los hijos comunes, hubiere sido
apremiado por dos veces por el no pago de tales pensiones. El art. 14 de la Ley N° 14.908, regula los
apremios que pueden solicitarse. No es necesario que los apremios hayan sido consecutivos.
126
Opinión formulada en Seminario del Colegio de Abogados, con fecha 31 de mayo de 2004.
127
Opinión expresada en Seminario del Colegio de Abogados, con fecha 1 de junio de 2004.
128
Ramos Pazos, René, ob. cit., p. 74.
129
Dispone el inc. 1º del art. 147 del Código Civil, modificado por la Ley N° 19.947, que “Durante el
matrimonio, el juez podrá constituir, prudencialmente, a favor del cónyuge no propietario, derechos de
usufructo, uso o habitación sobre los bienes familiares”.
El art. 35, inc. 1º de la Ley de Matrimonio Civil, dispone que el derecho de los
cónyuges a sucederse entre sí no se altera por la separación judicial130. Con todo,
agrega el precepto que “se exceptúa” el caso de aquél que hubiere dado lugar a la
separación por su culpa, en relación con el cual el juez efectuará en la sentencia la
declaración correspondiente, de la que se dejará constancia en la subinscripción.
Nos llama la atención la imprecisión de la ley, al aludir primero a que “no se
altera”, en lugar de haber dicho “no se extingue”; y después, cuando se refiere a una
excepción a la regla acerca de que el derecho de los cónyuges a sucederse
recíprocamente no sufre alteración. En verdad, el cónyuge culpable pierde sus
derechos hereditarios, cuestión que el art. 994 del Código Civil (en el texto modificado
por la Ley N° 19.947) deja meridianamente clara, al establecer en su inciso 1º: “El
cónyuge separado judicialmente, que hubiere dado motivo a la separación por su
culpa, no tendrá parte alguna en la herencia abintestato de su mujer o marido”. El art.
1182 del Código Civil, también modificado por la Ley N° 19.947, señala que no será
legitimario, el cónyuge que por culpa suya haya dado ocasión a la separación judicial.
Se trata entonces de una causal de indignidad para suceder, aquella que
afectará al cónyuge culpable en la sucesión del cónyuge inocente. Siendo así, el último,
por disposición testamentaria, podría “perdonarla” total o parcialmente (art. 973 del
Código Civil).
Sin embargo, existe una diferencia entre esta causal de indignidad y las demás
contempladas en los arts. 968 y siguientes del Código Civil: éstas no producirán efecto
alguno, si no son declaradas por sentencia judicial (art. 974). En cambio, la indignidad
que afecta al cónyuge culpable, no requiere ser declarada judicialmente, pues se trata
de un efecto previsto en la ley.
De lo expuesto, puede concluirse entonces que si la separación judicial se
produjo por cese de la convivencia, o sea cuando no operó por falta imputable a uno
de los cónyuges, subsisten los derechos hereditarios recíprocos, entre los cónyuges. Lo
anterior, salvo si el cese de la convivencia se produjo por el abandono que hizo uno de
los cónyuges del hogar común, pues en tal caso, la separación debiera decretarse por
falta atribuible a dicho cónyuge, quedando, por ende, excluido de la sucesión del
cónyuge abandonado.
En todo caso, dado que nos encontramos ante una causal de indignidad para
suceder, el cónyuge ofendido puede perdonarla y restablecer los derechos del cónyuge
culpable. Dispone al efecto el art. 973 del Código Civil: “Las causas de indignidad
mencionadas en los artículos precedentes no podrán alegarse contra disposiciones
testamentarias posteriores a los hechos que la producen, aun cuando se ofreciere
probar que el difunto no tuvo conocimiento de esos hechos al tiempo de testar ni
después”.
De conformidad al art. 321 del Código Civil, los cónyuges se deben alimentos.
La obligación de socorro a que alude el art. 131 del Código Civil se manifiesta,
principalmente, en cumplir con dicha obligación. Ahora bien, en relación a los efectos
de la separación judicial de los cónyuges, el inc. 2º del art. 35 de la Ley de Matrimonio
130
Podemos afirmar que hoy día, y particularmente si se trata de una sucesión intestada, el cónyuge
sobreviviente es el asignatario por causa de muerte preferido por la ley. Entre los legitimarios, es el que
mayores derechos tiene, según se desprende de los artículos 988 y 1337 regla 10ª del Código Civil. Sobre el
particular, ver nuestro trabajo “Apuntes en torno a la sucesión por causa de muerte”, Revista de Derecho,
Universidad Católica de la Santísima Concepción, Nº 8, 2000, pp. 131-137.
131
La Ley N° 19.947, derogó el art. 170, modificó el art. 172 y sustituyó los arts. 173, 175 y 178 del Código
Civil.
132
El precepto, erróneamente, aludía al divorcio, lo que no tenía sentido, pues de acuerdo al art. 60 de la
Ley de Matrimonio Civil, no hay deber de proporcionar alimentos más allá de la sentencia de divorcio
ejecutoriada.
133
Reemplazado por la Ley N° 19.947.
134
Los alimentos “necesarios” se contemplaban de manera expresa en el Código Civil hasta la reforma hecha
por la Ley N° 19.585 del año 1998. El antiguo artículo 323, señalaba: “Los alimentos se dividen en congruos
y necesarios. / Congruos son los que habilitan al alimentado para subsistir modestamente de un modo
correspondiente a su posición social. / Necesarios los que le dan lo que basta para sustentar la vida. / Los
alimentos, sean congruos o necesarios, comprenden la obligación de proporcionar al alimentario, menor de
veintiún años, la enseñanza primaria y la de alguna profesión u oficio”.
135
Modificado por la Ley N° 19.947.
De acuerdo a lo dispuesto en el art. 1796 del Código Civil (modificado por la Ley
N° 19.947), “Es nulo el contrato de compraventa entre cónyuges no separados
judicialmente, y entre el padre o madre y el hijo sujeto a patria potestad”. Por ende,
decretada que sea la separación judicial, con autoridad de cosa juzgada, podrían los
cónyuges celebrar entre sí un contrato de compraventa.
136
Modificado por la Ley N° 19.947.
137
Modificado por la Ley N° 19.947.
El art. 462, N° 1 deja en claro que no puede deferirse la curaduría del demente
a su cónyuge, si hubiere separación judicial. A su vez, el art. 503, en una norma
general, señala que el marido y la mujer no podrán ser curadores del otro cónyuge si
están totalmente separados de bienes. La causal, por ende, puede ser cualquiera, y no
está circunscrita a la demencia.
De conformidad al art. 443 del Código Civil, en las reglas relativas a la curaduría
del disipador, establece que el juicio de interdicción podrá ser provocado por el
cónyuge no separado judicialmente del supuesto disipador. A contrario sensu, si los
cónyuge están separados judicialmente, cesa la legitimación activa de uno de los
cónyuges para pedir la interdicción del otro, por causa de disipación.
138
La ley incorpora un sistema distinto al que regía en la ley de 1884, donde la reconciliación que ponía fin al
divorcio, no contemplaba la exigencia de cumplir con formalidades de publicidad, lo que constituía, sin duda,
un grave defecto de la antigua normativa.
139
Siempre que se trate, según se estudiará, del matrimonio “putativo”.
140
He aquí la novedad más importante de la segunda Ley de Matrimonio Civil: introdujo en nuestra
legislación, como causal de término del matrimonio, el divorcio. El punto fue tan relevante en la discusión
parlamentaria y para la opinión pública, que la ley citada fue denominada vulgarmente como “Ley de
divorcio”. Cesó de esta forma la peculiar acepción de divorcio que regía en la Ley de 1884, en cuya virtud,
los divorciados continuaban casados, aunque legalmente separados.
141
Este caso no se encontraba contemplado en el antiguo art. 38 de la Ley de 1884, de manera que había
que aplicar la regla general que ella contemplaba, esto es, que el matrimonio terminaba sólo después de
haber transcurrido quince años, desde la fecha del desaparecimiento en la acción de guerra o peligro
semejante.
142
El art. 38 de la Ley de 1884, establecía que el plazo de disolución del matrimonio por muerte presunta,
era de quince años, por regla general.
143
El artículo 38 de la Ley de 1884, disponía que el plazo de disolución del matrimonio por muerte presunta,
era de dos años contados desde la fecha presuntiva de muerte, cuando la persona había desaparecido a
consecuencia de la pérdida de una nave o aeronave.
144
Nada disponía, en este caso, la Ley de 1884, de manera que había que esperar que transcurrieran los
quince años, conforme a la antigua regla general.
145
Rodríguez Pinto, María Sara, ob. cit., p. 177.
146
Diccionario de la Lengua Española, 3ª entrada.
147
Cfr. “Historia de la Ley N° 19.947, en www.congreso.cl.
a) Tal como la nulidad en materia patrimonial, ésta debe ser declarada judicialmente
(art. 42, N° 3 de la Ley de Matrimonio Civil).
b) A diferencia de la nulidad patrimonial, ésta no admite el distingo entre nulidad
absoluta y relativa. Con todo, cabe advertir que algunos autores, entre ellos Claro
Solar, hacen el distingo, fundándose en que hay causales de nulidad que por estar
establecidas en función del interés privado, sólo pueden ser hechas valer por los
cónyuges. Tales serían el error y la fuerza, que se diferencian de las demás causales
que pueden ser invocadas por cualquier interesado.
Rossel, sin desconocer esta diferencia, concluye que ella no basta para asentar
un distingo tan fundamental, pues se nota la ausencia de todas las diferencias
restantes que caracterizan los dos tipos de nulidades patrimoniales (plazo de
saneamiento distinto; ratificación del acto nulo relativamente). Si la distinción está
cuidadosamente formulada en los arts. 1681 y ss, y la Ley de Matrimonio Civil no la
hace en forma alguna, ello es porque el legislador la abandonó al establecer la nulidad
en materia matrimonial 148.
c) Sus causales son taxativas: el legislador, el establecer cada requisito, va indicando
si su infracción produce o no la nulidad. Por ello, si no existe una disposición expresa
que sancione la infracción con la nulidad del acto, ella no puede aplicarse (así, por
ejemplo, la falta de manifestación, de información o de inscripción no produce nulidad
del matrimonio). No es admisible reclamar una nulidad genérica como la del último
inciso del art. 1682, que dispone: “Cualquiera otra especie de vicio produce nulidad
relativa, y da derecho a la rescisión del acto o contrato”.
d) A diferencia de la nulidad patrimonial, en materia matrimonial, el juez no puede
declarar de oficio la nulidad del matrimonio (sin perjuicio de lo cual, el art. 91 de la Ley
de Matrimonio Civil establece que tras la interposición de una solicitud de divorcio, en
cualquier momento en que el juez advierta antecedentes que revelen que el
matrimonio podría estar afectado en su origen por un defecto de validez, se los hará
saber a los cónyuges, sin emitir opinión).
e) De acuerdo con la regla general del art. 3º del Código Civil, las sentencias no tienen
fuerza obligatoria sino en las causas en que se pronunciaren. Tienen efecto relativo,
afectando sólo a las personas que han intervenido en el juicio. Tal principio se altera
con la sentencia que declara la nulidad del matrimonio, que produce efectos erga
omnes modificando lo dispuesto en el art. 1690 del Código Civil, que respecto de las
sentencias de nulidad en materia patrimonial, reitera el principio del efecto relativo del
art. 3 del Código Civil (recordemos que el efecto erga omnes de las sentencias, es
característico del Derecho de Familia; en tal sentido, art. 315, del cual se desprende
que las sentencias en que se declare verdadera o falsa la paternidad o maternidad de
un hijo tienen efecto absoluto, valen respecto de todos, no solamente respecto de
quienes intervinieron en el juicio, relativamente a los efectos que dicha paternidad o
maternidad acarrea).
f) Por regla general, la acción para impetrar la nulidad del matrimonio, es
imprescriptible.
g) Por regla general, cualquiera de los presuntos cónyuges puede demandar la nulidad,
aun cuando celebró el matrimonio sabiendo o debiendo saber el vicio que lo invalidaba.
148
Rossel Saavedra Enrique, ob. cit., p. 50.
149
Corral Talciani, Hernán, Curso de Derecho Civil. Parte General, Santiago de Chile, Thomson Reuters,
2018, p. 689.
150
Se suprimió la causal de nulidad consistente en la incompetencia del oficial del Registro Civil. Disponía el
antiguo art. 31 de la Ley de 1884 que era nulo el matrimonio que no se celebrare ante el oficial del Registro
Civil competente. Recordemos que era tal, el del domicilio de cualquiera de los contrayentes o de su
residencia de tres meses anteriores a la celebración del matrimonio (art. 9 de la ley de 1884). Hoy, como lo
hemos expresado, es Oficial Civil competente cualquiera de los que ejerzan su cargo, en el territorio
nacional.
151
En Seminario de la Universidad Diego Portales.
El juicio de nulidad del matrimonio puede iniciarse por demanda o por demanda
reconvencional. Esta última podría deducirse por el cónyuge demandado por divorcio,
caso en el cual el juez deberá fallar primero la demanda de nulidad, pues el divorcio
supone un matrimonio válidamente celebrado (art. 91). Volveremos sobre este punto.
152
La ley, alude correctamente a “los demás herederos del cónyuge difunto”, considerando que el cónyuge
sobreviviente es también heredero. Como es obvio, la acción de nulidad no será promovida por éste, sino
por aquellos.
153
Observamos las siguientes diferencias entre el art. 46 de la nueva Ley y el art. 34 de la Ley de 1884,
acerca de los titulares de la acción de nulidad de matrimonio:
1º No se alude ahora al ministerio público entre los titulares de la acción, aunque debemos entender que
podría intervenir, tratándose de las causales fundadas en los artículos 6 y 7 de la nueva ley, pues en estos
casos, la nulidad podrá ser solicitada por cualquier persona, en el interés de la moral o de la ley;
2º Nada dice el art. 46, ni otra disposición de la nueva ley, como sí lo hacía el art. 34, acerca de la obligación
de oír al ministerio público. Entendemos que dicho trámite debe obviarse;
3º El art. 46 permite demandar la nulidad del matrimonio al interdicto por disipación, circunstancia no
admitida en el art. 34.
154
Ver nota Nº 133.
155
Hernán Corral Talciani, Seminario citado.
156
Se amplía el plazo, de un año previsto en la ley antigua, a tres en la nueva. Este plazo difiere del que
establece el art. 1691 del Código Civil, que a propósito de la acción para solicitar la declaración de nulidad de
un contrato patrimonial, cuando las causales de nulidad relativa son la fuerza, el error o el dolo, dispone que
el plazo, de cuatro años, se contará, en el caso de la fuerza, desde que ésta hubiere cesado, y en el caso del
error o del dolo, desde el día de la celebración del acto o contrato.
157
La regla es similar a la que establecía la antigua ley. Al igual que la ley antigua, la nueva se refiere al
fallecimiento del “cónyuge enfermo”. Admitiendo que se trata del caso más frecuente de matrimonio en
artículo de muerte, cabe preguntarse si aquél de los contrayentes que ha sido condenado a muerte (por
ejemplo, por juzgado militar en tiempo de guerra, por cobardía ante el enemigo) queda o no comprendido en
esta hipótesis. Creemos que sí.
158
La regla es similar a la contemplada en la antigua Ley.
159
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., pp. 52 y 53.
160
En este caso, se innovó la situación prevista en la Ley 1884, pues en ésta, la acción fundada en esta
causal era imprescriptible.
a) Momento a partir del cual la nulidad del matrimonio produce sus efectos.
Distinguimos, según se trate de los efectos de la nulidad entre las partes (es
decir, ex presuntos cónyuges) y respecto de terceros:
i.- Efectos de la nulidad entre los ex presuntos cónyuges161: la nulidad produce sus
efectos desde la fecha en que quede ejecutoriada la sentencia que la declara,
retrotrayéndose las partes al estado en que se encontraban al momento de contraer el
vínculo matrimonial (art. 50, inc. 1º de la Ley de Matrimonio Civil)162. Se trata del
efecto natural de toda nulidad judicialmente declarada, previsto en el art. 1687, inc.
1º, del Código Civil, que establece: “La nulidad pronunciada en sentencia que tiene la
fuerza de cosa juzgada, da a las partes derecho para ser restituidas al mismo estado
en que se hallarían si no hubiese existido el acto o contrato nulo”. La nulidad,
entonces, extingue o suprime todos los efectos que había producido el seudo
matrimonio, como si éste nunca hubiere existido. Quien obtiene la nulidad de su
matrimonio, nunca estuvo por tanto casado. Esta es una diferencia esencial, según
161
Se alude a los “presuntos cónyuges”, puesto que si se declaró la nulidad, entonces nunca hubo
matrimonio, y por ende, tampoco “cónyuges”.
162
La ley es ahora explícita en cuanto al efecto natural de toda nulidad judicialmente pronunciada, lo que no
ocurría en la ley de 1884, aunque la doctrina señalaba que, no obstante el silencio de la ley en esta materia,
debía también entenderse que aplicando los principios generales de la legislación, era posible concluir que
declarada la nulidad del matrimonio, los ex presuntos cónyuges quedaban en la misma situación que si dicho
matrimonio no hubiera existido.
b) El matrimonio putativo.
b.1) Concepto.
Existe una importante excepción a los efectos de la sentencia de nulidad del
matrimonio, que, según lo expresamos, suprime todos los efectos del matrimonio
anulado. Tal excepción, está constituida por la figura denominada por la doctrina
“matrimonio putativo”, que consagraba el Código Civil en el inc. 1° del art. 122.163 Si
bien este precepto fue derogado por la Ley N° 19.947, se incorporó en la misma ley,
en su art. 51164. Dispone el art. en su inc. 1º: “El matrimonio nulo que ha sido
celebrado o ratificado ante el Oficial del Registro Civil produce los mismos efectos
civiles que el válido respecto del cónyuge que, de buena fe y con justa causa de error,
lo contrajo, pero dejará de producir efectos civiles desde que falte la buena fe por
parte de ambos cónyuges”.
Se trata de un matrimonio que tenía la apariencia de válido, al menos para uno
de los ex presuntos cónyuges. Por ello, a pesar de que se declare su nulidad, no se
entienden extinguidos los efectos que hubiera producido, reconociéndolos la ley, como
si el matrimonio hubiere sido válidamente contraído.
Se desprende de lo expuesto que hay dos clases de matrimonios nulos: el
matrimonio simplemente nulo y el matrimonio nulo putativo. El primero es aquél al que
falta uno o más de los requisitos exigidos en el art. 51. Dicho matrimonio, una vez
declarado nulo, retrotrae a los contrayentes al estado anterior al de su celebración,
suprimiéndose todos los efectos que generó. Opera entonces a cabalidad lo previsto en
el inc. 1° del art. 50 de la Ley. El segundo es aquél que reúne todos los requisitos del
art. 51.165 Este matrimonio, a pesar de declararse nulo, se entiende que produjo
iguales efectos que un matrimonio válidamente celebrado.
163
Disponía el inc. 1° del art. 122 del Código Civil, hoy derogado: “El matrimonio nulo, si ha sido celebrado
ante oficial del Registro Civil, produce los mismos efectos civiles que el válido respecto del cónyuge que, de
buena fe, y con justa causa de error, lo contrajo; pero dejará de producir efectos civiles desde que falte la
buena fe por parte de ambos cónyuges”.
164
Consta del Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del
Senado, que los Senadores Bombal, Chadwick, Coloma y Larraín, plantearon mantener el artículo 122 del
Código Civil, indicación que fue rechazada por la Comisión, “en resguardo de la sistematización de la nulidad
del matrimonio y sus efectos”: p. 59.
165
Hasta el año 2004, existía una tercera clase de matrimonio nulo, que la doctrina denominaba “calificado”,
y que se encontraba consagrado en el inc. 2° del art. 122 del Código Civil. Rezaba dicha norma: “Con todo,
la nulidad declarada por incompetencia del funcionario, por no haberse celebrado el matrimonio ante el
número de testigos requerido por la ley o por inhabilidad de éstos, no afectará la legitimidad de los hijos
concebidos durante el matrimonio, aunque no haya habido buena fe ni justa causa de error”. Como se
desprendía del tenor de la norma, los hijos conservaban su filiación “legítima” (matrimonial), aunque no se
reunieran los requisitos del matrimonio putativo. Era pues el único efecto que generaba el matrimonio
declarado nulo. Pero este efecto sólo podía reconocerse, si la causal de nulidad fuere incompetencia del
Oficial o falta o inhabilidad de uno o de ambos testigos.
166
Recordemos que el Código Civil también emplea la expresión “putativo” en los arts. 704 N° 4 en relación
al 1269, a propósito del heredero putativo, y en el art. 1790, en relación al cónyuge putativo.
167
Somarriva Undurraga, Manuel, Derecho de Familia. Apuntes de clases del profesor Don Manuel
Somarriva, Santiago de Chile, Editorial Nascimento, 1936, p. 98.
168
Ramos Pazos, René, ob. cit., tomo I, p. 94, N° 113.
169
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., p. 101.
170
Ramos Pazos, René, ob. cit., tomo I, p. 95, N° 114.
171
Antes de la Ley N° 19.947, nada decía el art. 122 del Código Civil –que contemplaba, entre otras, la
hipótesis del matrimonio putativo- acerca de si el matrimonio declarado nulo debía en principio entenderse o
no putativo, es decir, si se presumía o no la buena de los contratantes. Hoy, la cuestión quedó zanjada por el
art. 52 de la Ley N° 19.947, pues se presume la buena fe y por ende la putatividad. Quienes sostenían,
antes de la reforma legal, que debía presumirse la buena fe, invocaban para ello el tenor del art. 707 del
Código Civil (presunción de buena fe a favor del poseedor), que aun cuando se ubica en materia posesoria,
tendría a juicio de la mayoría de nuestra doctrina un alcance general.
172
Ramos Pazos, René, ob. cit., tomo I, p. 95, N° 114.
173
Ramos Pazos, René, ob. cit., tomo I, p. 95, N° 114.
174
Hoy, art. 51 de la Ley de Matrimonio Civil.
175
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., pp. 103 y 104.
176
Según se estudiará, nuestros tribunales, en algunos casos, también han admitido la existencia de una
comunidad o sociedad de hecho, originada en un concubinato.
177
Somarriva Undurraga, Manuel, ob. cit., p. 106.
178
Rossel, Enrique, ob. cit., p. 61.
179
Larousse, Diccionario Enciclopédico 2003, Colombia, Colombiana S.A., p. 357.
180
Como indica el profesor Carlos Peña González, nuestro legislador ha optado por dos tipos básicos de
divorcio, ambos basados en la ley francesa del año 1975: el primero, el denominado divorcio por falta o por
culpa, consagrado en el artículo 54 de la Ley de Matrimonio Civil; el segundo, el divorcio por ruptura
irremediable de la vida en común o cese efectivo de la convivencia, consagrado en el artículo 55 de la Ley de
Matrimonio Civil. En el primero, se admite la posibilidad que el divorcio sea reclamado por uno solo de los
cónyuges, lo que por cierto no significa que nuestra ley haya consagrado, como erróneamente algunos han
afirmado, el divorcio unilateral o repudio, pues resulta imperativo probar la falta en que incurrió el cónyuge
demandado. En el segundo caso, pueden darse dos situaciones: la primera situación, permite que uno solo
de los cónyuges demande el divorcio, lo que tampoco significa que se haya admitido el divorcio unilateral o
repudio, pues resulta imprescindible probar el cese efectivo de la convivencia por al menos tres años. La
segunda situación, permite que los cónyuges puedan solicitar la declaración de divorcio conjuntamente, no
siendo tampoco efectivo que se haya admitido el divorcio de común acuerdo, pues en esta segunda
situación, debe acreditarse el cese efectivo de la convivencia por al menos un año. El divorcio por mutuo
consentimiento, en cambio, que se recoge en la ley francesa, supone que el juez está obligado a decretarlo
cuando se lo piden los cónyuges, lo que no acontece en nuestra ley, si éstos no pueden probar el cese de la
convivencia por el plazo mínimo exigido por la ley: exposición en Seminario de Colegio de Abogados, 1 de
junio de 2004. En todo caso, hay que considerar que el divorcio unilateral es de antigua data. Así, en el
Deuteronomio, 24, 1, se lee: “Si un hombre toma una mujer y se casa con ella, puede ser que le encuentre
algún defecto y ya no la quiera. En ese caso, escribirá un certificado de divorcio que le entregará antes de
despedirla de su casa.”· Se advierte enseguida, que habiendo salido la mujer de la casa de quien la repudió,
a) Causal que autoriza demandar el divorcio, por uno de los cónyuges, por culpa o falta
del otro cónyuge.
Se desprende del art. 54 de la Ley de Matrimonio Civil, que el divorcio podrá ser
demandado por uno de los cónyuges, cuando se cumplan los siguientes requisitos:
i.- Que la demanda tenga por fundamento una falta imputable al otro cónyuge 181;
ii.- Que dicha falta constituya:
i) Una violación grave de los deberes y obligaciones que les impone el matrimonio a los
cónyuges; o
ii) Una violación grave de los deberes y obligaciones para con los hijos;
iii.- Que la falta, de la gravedad señalada182, torne intolerable la vida en común.
Se ha planteado si puede estimarse “imputable” la falta en que incurra un
cónyuge interdicto por disipación. En efecto, “Podría discutirse si, en ciertos casos, una
eventual ‘falta’ de un cónyuge declarado en interdicción por disipación no podría
imputársele, como si ella consistiera en no cumplir con su deber de socorro material
debido, precisamente, a su prodigalidad.”183
Se trata entonces de una causal genérica, que debe ser ponderada por el juez
que conozca del juicio respectivo.
Cabe destacar que esta causal es la misma que puede invocarse tratándose de
la separación judicial, de acuerdo con lo previsto en el art. 26 de la Ley de Matrimonio
Civil.
Nótese que, en este caso, no hay exigencia de la ley en cuanto a que haya
transcurrido algún plazo de cese efectivo de la convivencia o desde la celebración del
matrimonio, salvo en el caso del abandono del hogar común.
podrá ser la mujer de otro, pero si éste a su vez también la repudia o muere, el primero que la repudió no
podrá volver a tomarla como su mujer.
181
El profesor Carlos Peña González plantea la hipótesis de culpabilidad de ambos cónyuges, tanto del
demandante como del demandado, concluyendo que en tal caso, debe concederse el divorcio, sin que opere
la compensación de culpas como fundamento plausible para rechazar la demanda de divorcio: exposición en
Seminario del Colegio de Abogados, 1 de junio de 2004. Dicho en otros términos, no operaría aquí, haciendo
un símil con los contratos patrimoniales bilaterales, el principio consagrado en el artículo 1552 del Código
Civil, acerca de que la mora de uno de los contratantes purga la mora en que ha incurrido el otro
contratante, o excepción de contrato no cumplido. La misma opinión sustenta el profesor Carlos López Díaz:
Manual de Derecho de Familia y Tribunales de Familia, Editorial Librotecnia, Santiago, 2005, Tomo I, p. 269.
182
El profesor Carlos López Díaz destaca que el juez debe apreciar la gravedad de la falta en forma objetiva,
afirmando que “…la gravedad de la falta no debe analizarse a la luz de las condiciones sociales, culturales y
económicas de los cónyuges, pues ello implica relativizar las causales e introducir diferencias y
discriminaciones odiosas. Si así fuera, la violencia ejercida en contra de la mujer de extracción modesta sería
considerada como aceptable, ya que el entorno social en que vive lo ve como tolerable e incluso normal, con
lo que no podría solicitarse el divorcio. Dicho planteamiento debe rechazarse.”: ob. cit., p. 270.
183
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., p. 364. El profesor Carlos López Díaz
estima “que en tal caso el cónyuge declarado en interdicción por disipación es plenamente imputable, pues la
interdicción tiene alcances patrimoniales, y aquí se atiende a una relación personal como es la derivada del
matrimonio y de la filiación.”: López Díaz, Carlos, ob. cit., p. 268.
184
Conforme al Nº 1 del art. 357 del Código de Procedimiento Civil, no son hábiles de declarar como testigos
los menores de catorce años, sin perjuicio que puedan aceptarse sus declaraciones sin previo juramento y
estimarse como base para una presunción judicial, cuando tengan discernimiento suficiente. De acuerdo a
los números 1 y 2 del artículo 358 del mismo Código, son también inhábiles para declarar: 1º El cónyuge y
los parientes legítimos (sic) hasta el cuarto grado de consanguinidad y segundo de afinidad de la parte que
los presenta como testigos; y 2º. Los ascendientes, descendientes y hermanos ilegítimos (sic), cuando haya
reconocimiento del parentesco que produzca efectos civiles respecto de la parte que solicite su declaración.
185
Hay en este punto una diferencia con la Ley de 1884, pues el encabezado del art. 21, que establecía las
causales de divorcio, señalaba: “El divorcio procederá solamente por las siguientes causas”, lo que indicaba
que se trataba de casos taxativos. El carácter no taxativo del art. 54, con todo, no disminuye la importancia
de los casos señalados por el legislador, respecto de los cuales, como destaca Jorge del Picó Rubio, se
presume que una vez probada su ocurrencia, queda también determinado el supuesto de violación grave de
los deberes y obligaciones, según la exigencia de la ley. En todos los otros casos que pudieran ser alegados,
deberá establecerse esta conexión entre el hecho que fundamenta la falta y el carácter de constituir una
violación grave de los deberes y obligaciones que les impone el matrimonio o de los deberes y obligaciones
para con los hijos: Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit., p. 420.
186
López Díaz, Carlos, ob. cit., p. 271.
187
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., pp. 368 y 369.
188
Court Murasso, Eduardo, Nueva Ley de Matrimonio Civil. Ley 19.947 de 2004 analizada y comentada,
Editorial Legis, Bogotá, 2004, p. 84.
189
LEYES & SENTENCIAS N° 68, septiembre de 2008, pp. 29 y 30.
190
LEYES & SENTENCIAS N° 25, pp. 74 y 75.
191
Serie Jurisprudencia. Derecho de Familia. Primera parte, Santiago de Chile, Editorial Metropolitana, 2010,
pp. 221 y 222.
192
La ley no señala plazo por el cual se haya prolongado el abandono del hogar común, de manera que
queda entregada su determinación a la prudencia del juez: López Díaz, Carlos, Manual de Derecho de Familia
y Tribunales de Familia, Editorial Librotecnia, Santiago, 2005, Tomo I, p. 266.
193
Nada dice la ley en el Nº 2 del art. 54 respecto de la trasgresión de los otros deberes que el matrimonio
impone a los cónyuges, a saber, el deber de ayuda mutua, que se refiere al cuidado y atención personal que
los cónyuges se deben en todas las circunstancias de la vida, mientras dure el matrimonio. Tal deber, por
ende, tiene un significado moral o afectivo antes que económico; el deber de protección recíproca, que
pareciera estar referido a la protección que un cónyuge debe al otro frente a una eventual agresión de
terceros; el deber de respeto recíproco, conforme al cual los cónyuges deben darse entre sí un trato que
asegure la dignidad a que tienen derecho, sobre todo cuando los une un vínculo afectivo tan determinante
como aquél que supone el matrimonio; y el deber de cohabitación, que dice relación con uno de los fines
esenciales del matrimonio, cual es la procreación, como asimismo, que los cónyuges tengan una vida sexual
plena, sin que ello afecte la dignidad de ambos. Una conclusión apresurada, podría descartar el divorcio por
la violación de estos deberes. Sin embargo, dicha interpretación sería errónea, por dos razones: 1. La causal,
en los términos consagrados en la parte inicial del art. 54, es genérica, pues alude a una violación de los
deberes y obligaciones que les impone el matrimonio a los cónyuges; y 2. Porque tal como lo expresamos,
las conductas descritas en los numerales del art. 54 son meramente ejemplares y en ningún caso taxativas.
De cualquier forma, se aprecia la desprolijidad del legislador, al no hacer en el Nº 2 del art. 54 una mención
de todos los deberes y obligaciones que pesan sobre los cónyuges, con ocasión del contrato matrimonial.
194
Serie Jurisprudencia. Derecho de Familia. Primera parte, Santiago de Chile, Editorial Metropolitana, 2010,
p.224.
195
Un solo episodio de infidelidad, en todo caso, facultará al cónyuge ofendido para demandar la separación
judicial, habida cuenta que el artículo 26 de la Ley de Matrimonio Civil no exige reiteración.
196
Rodríguez Grez, Pablo, Ley de Matrimonio Civil: interpretación, efectos e insuficiencias, en Actualidad
Jurídica, Santiago, Ediciones Universidad del Desarrollo, Año X, Nº 20, julio 2009, Facultad de Derecho,
Universidad del Desarrollo, Tomo I, p. 437.
197
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, pp. 418 y 419.
198
Del Picó cita a Eduardo Sambrizzi, y su obra “Separación personal y divorcio”, I, Buenos Aires, 2004, 2ª
edición, La Ley, p. 181.
199
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 421.
200
Como se expresa en la sentencia, éstos hechos se acreditaron por el testimonio de las hijas de la
demandada.
201
www.legisnews.com, sentencia redactada por Ministra Sra. Gabriela Pérez Paredes, en los autos Rol Nº
9.529-2010.
202
Esta misma doctrina se establece en otra sentencia de la Corte Suprema, de fecha 19 de enero de 2009,
autos Rol Nº 7.843-2008, citada en “LEYES & SENTENCIAS” Nº 105, julio de 2010.
203
Serie Jurisprudencia. Derecho de Familia. Primera parte, Santiago de Chile, Editorial Metropolitana, 2010,
pp. 223 y 224.
204
Citado en la “Revista Chilena de Derecho de Familia”, número I, Santiago de Chile, AbeledoPerrot Legal
Publishing-Centro de Investigaciones Jurídicas Universidad Central de Chile, diciembre de 2009, pp.184 y
185.
205
Hoy Nº 4 del art. 5 de la Ley de Matrimonio Civil.
206
Se definía el delito de adulterio en el art. 375, inciso 2° del Código Penal: “Cometen adulterio la mujer
casada que yace con varón que no sea su marido y el que yace con ella sabiendo que es casada, aunque
después se declare nulo el matrimonio”. El inciso 1° señalaba la pena: “El adulterio será castigado con la
pena de reclusión menor en cualquiera de sus grados”. El art. 381 del mismo Código, por su parte, señalaba
que: “El marido que tuviere manceba dentro de la casa conyugal o fuera de ella con escándalo, será
castigado con reclusión menor en su grado mínimo, y perderá el derecho de acusar a su mujer por los
adulterios cometidos durante su amancebamiento. La manceba sufrirá la pena de destierro en cualquiera de
sus grados”.
207
Barrientos Grandón, Javier, artículo “De la obligación de guardarse fe y del adulterio”, en Revista Chilena
de Derecho de Familia, número I, Santiago de Chile, AbeledoPerrot Legal Publishing-Centro de
Investigaciones Jurídicas Universidad Central de Chile, diciembre de 2009, pp. 184-188.
208
LEYES & SENTENCIAS N° 105, julio de 2010, p. 119.
209
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 422.
210
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 422.
www.legisnews.com, sentencia redactada por Ministro Sr. Jorge Dahm, dictada en los autos Rol Nº 9.675-
212
2005.
213
Se aprecia también aquí una importante innovación, respecto a la Ley de 1884. En efecto, en esta, era
causal de divorcio, conforme al Nº 11 del art. 21, “Condenación de uno de los cónyuges por crimen o simple
delito”, causal que, por ser demasiado genérica, había sido objeto de críticas por la doctrina, pues era
suficiente cualquier delito, aunque no fuera “infamante” para la persona del otro cónyuge, como delitos de
carácter político, para solicitar el divorcio.
214
Como acertadamente indica el profesor Carlos López Díaz, mejor que aludir a una grave ruptura de la
“armonía conyugal” habría sido referirse el legislador a la “armonía familiar”, pues se trata de una expresión
más amplia que la primera, restringida a los cónyuges, en circunstancias de que los hijos también pueden
verse afectados por la ocurrencia de la causal: ob. cit., p. 273. En todo caso, deberá ser siempre el padre o
madre quien deduzca la demanda de divorcio.
215
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 423.
216
Morales Durán, Abner, El divorcio sanción, Memoria de Grado, Universidad Bernardo O’Higgins, 2007, p.
22, citado en Serie Jurisprudencia. Derecho de Familia. Primera parte, Santiago de Chile, Editorial
Metropolitana, 2010, p. 225.
217
El Nº 9 del art. 21 de la ley de 1884 decía “Vicio arraigado de juego, embriaguez o disipación”. Como
nada se indica respecto de los jugadores compulsivos, debemos entender que no se configura una causal de
divorcio, a menos que tal conducta lleve al cónyuge jugador al incumplimiento de sus deberes para con el
otro cónyuge.
218
LEYES & SENTENCIAS, N° 61, pp. 53 y 54, redacción de la sentencia por abogado integrante Sra. Tita
Aránguiz Zúñiga.
219
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 423.
220
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 424.
221
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 424.
222
Del Picó Rubio, Jorge, ob. cit, p. 425.
223
López Díaz, Carlos, ob. cit., p. 277.
224
López Díaz, Carlos, ob. cit., p. 277.
225
Se planteó ante el Tribunal Constitucional si los hechos descritos en el art. 54 debían haber ocurrido
después de entrar en vigencia la Ley de Matrimonio Civil o si eventualmente era posible decretar el divorcio
en base a hechos acaecidos con antelación a la referida vigencia. Al efecto, el Juez Sr. Cristián Gutiérrez
Lecaros, del Juzgado de Familia de Concepción, solicitó al Tribunal Constitucional un pronunciamiento acerca
de la inaplicabilidad por inconstitucionalidad del inciso 1º del art. 2º transitorio de la Ley Nº 19.947, que
establece: “Los matrimonios celebrados con anterioridad a la entrada en vigencia de esta ley se regirán por
ella en lo relativo a la separación judicial, la nulidad y el divorcio.” En el respectivo proceso, uno de los
cónyuges hizo valer una de las causales previstas en el artículo 54, fundándose en hechos ocurridos con
anterioridad a su entrada en vigencia, demandando asimismo compensación económica. El juez recurrente
planteó que se podría sostener que la aplicación retroactiva del artículo 54, admitida por el artículo 2º
transitorio, puede a su vez generar efectos en el sistema de compensación económica, considerando que el
económicos inmediatos.”: “LEYES & SENTENCIAS”, número 99, pp. 206 a 212. A propósito del fundamento
por el cual se indica que el contrato de matrimonio es de aquellos contratos que “provocan la aplicación de
un estatuto legal preestablecido” y que por ello quedan sometidos a la nueva ley, conviene recordar que esta
idea es planteada por Paul Roubier, quien distingue entre el efecto retroactivo y el efecto inmediato de una
ley, según si ésta ataca o no las situaciones jurídicas ya constituidas o extinguidas. Si la ley se limita a
regular los efectos de una situación jurídica anteriormente establecida, cuando dichos efectos se producen
después que la ley ha entrado en vigencia, hablamos de efecto inmediato de la ley. Con todo, dicho efecto
inmediato de la ley, que tiende a asegurar la unidad de la legislación, no afecta a los contratos cuyo
contenido queda entregado a la voluntad creadora de los individuos; en cambio, sí afectará a los contratos
que no tienen otro efecto que provocar la aplicación de un estatuto legalmente establecido (como ocurre con
los contratos del Derecho de Familia), los que quedaran sometidos a la nueva ley desde su entrada en vigor.
Tal es la tesis planteada por Roubier, resumida por Ch. Beudant en su Cours de Droit Civil Francais, tomo I,
edición del año 1934, que Vodanovic cita en la obra mencionada. Dicho de otra forma: cuando estamos ante
un contrato cuyo íntegro estatuto puede quedar determinado por las partes, es decir, cuando sólo está
regulado por normas de orden privado, no se aplicará el efecto retroactivo ni tampoco el efecto inmediato de
la ley, sino que se respetará en su totalidad el contrato oportunamente convenido por las partes, bajo el
amparo de una ley que ahora puede no existir; en cambio, si el contrato está regulado por normas de orden
público, las modificaciones a la legislación aplicable al mismo, afectarán al contrato aunque éste se hubiere
celebrado con antelación a tales reformas, es decir, la nueva ley se aplicará con efecto inmediato. Tal ocurre
precisamente con el contrato de matrimonio.
226
www.legisnews.com Boletín diario de Jurisprudencia Chilena.
227
Figueroa Yáñez, Gonzalo, opinión expresada en el Seminario organizado por la Facultad de Ciencias
Jurídicas de la Universidad Diego Portales, los días 15 y 16 de junio de 2004.
228
LEYES & SENTENCIAS, N° 65, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2008.
229
LEYES & SENTENCIAS, N° 64, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2008.
230
LEYES & SENTENCIAS, N° 55, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2008, p. 9.
231
Cfr. Kuncar Oneto, Andrés, “El divorcio unilateral ante el incumplimiento de la obligación alimenticia”, en
Estudios de Derecho Civil IV. Jornadas Nacionales de Derecho Civil, Olmué, 2008, Carlos Pizarro Wilson
(coordinador), Santiago de Chile, LegalPublishing, 2009, pp. 173-193.
232
LEYES & SENTENCIAS, N° 40, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2007, pp. 48 y 49. Sentencia de
la Corte de Apelaciones de Rancagua, pronunciada con fecha 30 de abril de 2007.
233
LEYES & SENTENCIAS, N° 40, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2007, pp. 53-55. Sentencia de
la Corte de Apelaciones de Chillán, pronunciada con fecha 30 de abril de 2007.
234
LEYES & SENTENCIAS, N° 63, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2008.
235
www.legisnews.com Boletín diario de Jurisprudencia Chilena.
236
www.legisnews.com Boletín diario de Jurisprudencia Chilena.
237
LEYES & SENTENCIAS, N° 22, Santiago de Chile, Editorial PuntoLex S.A., 2006, pp. 69-72.
238
www.lexisnexis.cl (consultada en septiembre de 2007).
239
www.legisnews.com Boletín diario de Jurisprudencia Chilena.
240
Orrego Acuña, Juan Andrés, Análisis de la nueva Ley de Matrimonio Civil, Santiago de Chile, Editorial
Metropolitana, 2005, 2a edición, pp. 128 y 129.
241
Ramos Pazos, René, “Aspectos destacados de la Ley número 19.947 sobre Matrimonio Civil”, Colección de
Monografías Derecho Privado, Universidad de Concepción, 2004, p. 39.
c) Causal que autoriza a los cónyuges para solicitar de común acuerdo el divorcio.
El inc. 1º del art. 55 de la Ley de Matrimonio Civil establece que el divorció será
decretado por el juez, cumpliéndose con lo siguientes requisitos:
i.- Que ambos cónyuges lo soliciten de común acuerdo242;
ii.- Que los cónyuges acrediten que ha cesado su convivencia durante un lapso mayor
de un año;
iii.- Que se acompañe un acuerdo que, ajustándose a la ley, regule en forma completa
y suficiente sus relaciones mutuas y con respecto a sus hijos. La exigencia legal, en
orden a presentar este acuerdo que debe reunir los requisitos que indicaremos
seguidamente, constituye también una manifestación del principio del interés superior
de los hijos y del principio de protección del cónyuge más débil.
El acuerdo será completo, si regula todas y cada una de las materias indicadas
en el art. 21 de la Ley de Matrimonio Civil, vale decir:
i.- Respecto a los cónyuges, deberá aludir el acuerdo a la regulación de sus relaciones
mutuas, especialmente en lo concerniente a:
i) Los alimentos que se deban243; y
ii) Las materias vinculadas al régimen de bienes del matrimonio (art. 21º, inc. 1º).
ii.- Si hubiere hijos, dicho acuerdo deberá regular también, a lo menos:
242
En los juzgados civiles de Santiago, durante los meses posteriores a la entrada en vigencia de la Ley de
Matrimonio Civil, se observó un criterio dispar en cuando a la forma de presentar la solicitud de divorcio,
cuando los cónyuges están de acuerdo. Para algunos juzgados, basta una presentación conjunta. Para otros
tribunales, a pesar del acuerdo, uno de los cónyuges debe demandar al otro. Personalmente, creemos más
ajustada al espíritu de la ley la primera fórmula, pudiendo ambos cónyuges designar un abogado
patrocinante y apoderado común. Lo prudente, con todo, sería averigua previamente cual de los dos criterios
acepta el tribunal competente. En cualquier caso, el tribunal, interpuesta la demanda, deberá citar a la
pertinente audiencia de conciliación. Los autores han concordado acerca de la interposición conjunta de la
demanda (López Díaz Carlos, ob. cit., p. 278; Barrientos Grandón Javier y Novales Alquézar, Aranzazú, ob.
cit., pp. 382 y 383). Sobre el particular, con fecha 6 de septiembre de 2006, la Corte de Apelaciones de
Concepción, expresa una opinión contraria, indicándose: “1.- Que esta Corte no comparte el dictamen de la
Fiscal Judicial, en cuanto a que en los juicios de divorcio de común acuerdo no pueden ambas partes ser
patrocinadas y representadas por un solo abogado. Lo anterior porque entiende esta Corte que si ambas
partes lo piden de común acuerdo, se está frente a una gestión no contenciosa. No puede haber juicio
cuando la pretensión de las dos partes es la misma: que se ponga término al matrimonio por haber cesado
la convivencia durante un lapso mayor de un año. El lenguaje que emplea el inciso 1° del artículo 55 de la
Ley número 19.947: ‘el divorcio será decretado por el juez si ambos cónyuges lo solicitan de común acuerdo’
es suficientemente ilustrativo, pues no habla de demanda. 2.- Que, lo dicho en el fundamento anterior, no
significa que no deba darse cumplimiento en estas causas a las exigencias que la ley prescribe. Desde luego,
debe probarse el cese de la convivencia por el plazo legal, requisito que en el caso de autos aparece
satisfecho con las declaraciones de los testigos…”: LEYES & SENTENCIAS, N° 26, Santiago de Chile, 2006,
pp. 55 y 56. La sentencia parcialmente transcrita es especialmente interesante, porque fue redactada por el
profesor René Ramos Pazos, abogado integrante del mencionado tribunal colegiado.
243
Se trata de los alimentos devengados pero no pagados, y no de alimentos que vayan a persistir después
del divorcio, pues operando éste, cesa el deber de socorro entre los cónyuges.
d.1) Cómputo del plazo del cese de la convivencia entre los cónyuges, tratándose de
los matrimonios celebrados a partir del 18 de noviembre de 2004.
El inc. 4º del art. 55, dispone que, en todo caso, se entenderá que el cese de la
convivencia no se ha producido con anterioridad a las fechas a que se refieren los
artículos 22 y 25 de la Ley de Matrimonio Civil, según corresponda. Recordemos que el
art. 22, se refiere al acuerdo de los cónyuges separados de hecho, acerca de la fecha
en que cesó la convivencia, mientras que el art. 25 alude a hipótesis en las que la
fecha cierta emana de actos realizados por uno solo de los cónyuges.
En consecuencia, sea que el divorcio se pida por los cónyuges de común
acuerdo, sea que se pida por uno de ellos en forma unilateral, los plazos de uno y tres
años cabales, sólo se contarán:
i.- Si hay acuerdo escrito entre los cónyuges, acerca de la fecha en que cesó la
convivencia, expresado en alguno de los siguientes documentos:
i) Escritura pública, o acta extendida y protocolizada ante notario público.
ii) Acta extendida ante un Oficial del Registro Civil, o
iii) Transacción aprobada judicialmente (art. 22, inc. 1º).
Adicionalmente, si el cumplimiento del acuerdo requiriese una inscripción,
subinscripción o anotación en un registro público, se tendrá por fecha del cese de la
convivencia aquélla en que se cumpla tal formalidad (art. 22º, inc. 2º).
En todo caso, la declaración de nulidad de una o más de las cláusulas de un
acuerdo que conste por medio de alguno de los instrumentos señalados en el inc. 1º
del art. 22º, no afectará el mérito de aquél para otorgar una fecha cierta al cese de la
convivencia (art. 22º, inc. 3º).
ii.- Si no hay acuerdo entre los cónyuges acerca de la fecha en que cesó la
convivencia, esta se deducirá de los siguientes actos, realizados por uno solo de los
cónyuges:
i) A partir de la notificación de la demanda, en el caso del art. 23º;
ii) Si no mediando acuerdo ni demanda entre los cónyuges, uno de ellos ha expresado
su voluntad de poner fin a la convivencia a través de cualquiera de los instrumentos
señalados en las letras a) y b) del art. 22º (vale decir, escritura pública o acta
extendida y protocolizada ente notario público; o acta extendida ante un Oficial del
Registro Civil) o dejado constancia de dicha intención ante el juzgado correspondiente,
244
Fundamentalmente, se trata de la compensación económica.
d.2) Cómputo del plazo del cese de la convivencia entre los cónyuges, tratándose de
los matrimonios celebrados antes del 18 de noviembre de 2004.
245
Se mantuvo el mismo principio que establecía el artículo 24 de la Ley de 1884.
246
Como destaca el profesor Court, al contemplarse la irrenunciabilidad de la acción de divorcio, el legislador
se pronuncia por el establecimiento de una sola clase de matrimonio (con divorcio), desechando la
posibilidad de que los contrayentes puedan optar por un matrimonio con divorcio o uno sin divorcio: Court
Murasso, Eduardo, Nueva Ley de Matrimonio Civil. Ley 19.947 de 2004 analizada y comentada, Editorial
Legis, Bogotá, 2004, p. 90.
247
En la Ley de 1884, se extinguía la acción por prescripción de un año, contado desde que se había tenido
conocimiento del hecho en que se fundaba (art. 26). Dado que se trataba de una prescripción de corto
tiempo, se regía por el art. 2524 del Código Civil y no se suspendía, vale decir, corría contra toda clase de
personas.
248
La Ley N° 20.286, publicada en el Diario Oficial de fecha 15 de septiembre de 2008, suprimió el Párrafo
3º del Capítulo VII de la Ley de Matrimonio Civil, integrado por los artículos 71 a 79, y que trataba “De la
Mediación”. Hoy, ésta materia ha quedado regulada en la Ley sobre Tribunales de Familia, en su Título V,
“De la Mediación Familiar”; artículos 103 a 114. Para efectos de guardar el debido orden, hemos incluido al
final de este apunte, un capítulo sobre esta materia, pues siendo materia de Derecho de Familia, no está ya
en la Ley de Matrimonio Civil.
249
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., pp. 402 y 403.
250
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., pp. 405-410.
251
Exposición efectuada en Seminario citado de la Universidad Diego Portales.
252
Cuevas M. Gustavo, artículo titulado “Indemnizaciones reparatorias de la nueva Ley de Matrimonio Civil
(Ley número 19.947) y Regímenes Matrimoniales”, en publicación de la Facultad de Derecho de la
Universidad del Desarrollo Curso de Actualización Jurídica. ‘Nuevas Tendencias en el Derecho Civil, Santiago,
2004, p. 74.
253
Ramos Pazos, René, Derecho de Familia, Tomo I, 7ª edición actualizada, Santiago de Chile, Editorial
Jurídica de Chile, 2010, Nº 137, p. 122.
254
Pizarro Wilson, Carlos y Vidal Olivares, Álvaro, La compensación económica por divorcio o nulidad
matrimonial, Santiago de Chile, LegalPublishing AbeledoPerrot, 2009, pp. 27 y 28.
255
En realidad, según veremos, también ha de considerarse la buena o mala fe del cónyuge acreedor de la
compensación económica.
256
Pizarro Wilson, Carlos y Vidal Olivares, Álvaro, ob. cit., p. 28.
257
Pizarro Wilson, Carlos y Vidal Olivares, Álvaro, ob. cit., p. 32.
258
Cuevas M. Gustavo, ob. cit., pp. 74 y 75.
259
Court Murasso, Eduardo, Nueva Ley de Matrimonio Civil. Ley 19.947 de 2004 analizada y comentada,
Editorial Legis, Bogotá, 2004, pp. 98 y 99.
b) Cuándo procede.
260
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., pp. 410-412.
261
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., p. 414.
262
Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., pp. 422 y 423.
263
López Díaz Carlos, ob. cit., p. 295.
264
Rodríguez Grez, Pablo, artículo titulado “Ley de Matrimonio Civil”, en publicación de la Facultad de
Derecho de la Universidad del Desarrollo Curso de Actualización Jurídica. ‘Nuevas Tendencias en el Derecho
Civil, Santiago, 2004, p. 46.
265
El profesor Gonzalo Figueroa Yáñez ha criticado la institución de la compensación económica, señalando
que consagrar en nuestro país instituciones propias del derecho europeo, puede resultar en ocasiones una
política equivocada. En efecto, en Europa, normalmente el cónyuge deudor no tendrá mayores dificultades
en pagar la compensación económica que fije el juez, considerando el alto nivel de vida que exhiben la
mayoría de las naciones del viejo continente. En cambio, la realidad nuestra es muy diferente, y
probablemente, tanto uno como otro cónyuge tengan una situación económica modesta (situación que
caracteriza a la mayoría de nuestra población), resultando muy difícil que uno de ellos pueda pagar la
compensación que fije el tribunal: en Seminario de la Universidad Diego Portales.
266
Cuevas M. Gustavo, ob. cit., pp. 82 y 83.
267
Consta en el Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del
Senado que la materia fue analizada. Los Senadores Bombal, Chadwick, Coloma, Larraín y Novoa,
presentaron una indicación, en virtud de la cual se precisara que la compensación sólo tendría lugar cuando
el aporte consistente en la mayor dedicación de uno de los cónyuges no quedare reflejado equitativamente
en la liquidación del régimen de bienes que existiere entre ellos. Al respecto “El Honorable Senador señor
Chadwick manifestó que los autores de la indicación consideran que no sería prudente acordar una
indemnización por el aporte al matrimonio del cónyuge que se ha dedicado al hogar, si existen gananciales o
crédito de participación, que tienen por objetivo precisamente compensar sus esfuerzos. Podría sostenerse
que habría un enriquecimiento injusto si se consintiera que el cónyuge que se dedicó al cuidado del hogar
tenga derecho a la mitad de las adquisiciones del otro cónyuge y, además, a una compensación económica.
La compensación sería justa, en cambio, cuando los cónyuges sean separados de bienes o, en general,
cuando la distribución de los gananciales no refleje convenientemente la aportación del cónyuge
económicamente más débil. Por eso, lo que se propone es efectuar primero la liquidación del régimen
patrimonial del matrimonio, y, de acuerdo al resultado, hacer procedente la compensación económica o
denegarla”. La indicación no fue acogida sin embargo, sosteniendo el Senador Espina, quien discrepó de las
apreciaciones del Senador Chadwick, que cabía rechazarlas: “...por estimar que son dos materias distintas la
liquidación del régimen de bienes que exista entre los cónyuges y el menoscabo económico que sufrió uno de
ellos por haberse dedicado al cuidado del hogar. Este perjuicio se proyectará a futuro, porque no tendrá
régimen de salud, ni jubilación, y tendrá que empezar a trabajar con una profesión abandonada hace
muchos años o a una edad en que no conseguirá un trabajo bien remunerado”. Agregó el Senador Espina
que “...la repartición de los gananciales no es un regalo, sino que el resultado de la liquidación de la
sociedad que existió entre los cónyuges: se entrega lo que corresponde a uno de los socios por derecho
propio. En cambio, la compensación no persigue equilibrar patrimonios, sino que indemnizar a uno de los
cónyuges por el menor incremento de su propio patrimonio, con vistas sobre todo a su subsistencia futura.”
La Ministro del Servicio Nacional de la Mujer, Señora Pérez, señaló por su parte que “...efectivamente, la
compensación procederá en forma independiente a la partición de bienes, porque propende a que,
considerando lo que dejó de ganar el cónyuge que se dedicó al cuidado del hogar, tenga, al producirse la
terminación del matrimonio, un punto de partida que equivalga a aquel en que se encontraría de no haber
mediado esa dedicación preferente.” El Senador Moreno, “...coincidió en que en la indicación se confunden
dos aspectos: la compensación de la postergación económica que deriva de la dedicación que tuvo uno de
los cónyuges al hogar y a los hijos y, por otra parte, su legítimo derecho a participar en los gananciales.” En
definitiva, el Senador Chadwick estimó razonables los argumentos contrarios a la indicación: pp. 70 y 71.
268
López Díaz Carlos, ob. cit., p. 296.
269
Al mes de julio de 2017, los traspasos desde la aludida reforma legal, entre cuentas de capitalización
individual entre cónyuges, ascendían a la suma de 25.104 millones de pesos. Se contabilizaban por la
Superintendencia de Pensiones un total de 3.604 traspasos. La mayoría, a cuentas de mujeres (97%, 3.498
traspasos, por un total de 24.397 millones de pesos. El 3% restante a cuenta de varones, por 707 millones).
Desde la creación del sistema, las compensaciones por este concepto promedian los 6.9 millones para las
mujeres y los 6.6 millones para los hombres. En términos generales, los montos traspasados representan en
torno al 18% del saldo en la cuenta de AFP del cónyuge compensador y alrededor del 55% de los ahorros
que tenía previo al traspaso el cónyuge compensado, la mayoría mujeres. Fuente: diario “La Tercera”,
Santiago de Chile.
270
Se discutió en el Senado si era o no procedente privar de la compensación al cónyuge culpable del
divorcio. La Ministro Señora Pérez, señaló que al ser las mujeres quienes mayoritariamente podrán acceder a
estas compensaciones, la redacción de la ley, en orden a privar de la compensación al cónyuge culpable, se
transformaría en una sanción para ellas (las mujeres). Agregó “...que la compensación no puede ser un
premio o castigo por buen o mal comportamiento, sino que debe ser el reconocimiento de que el matrimonio
implica un proyecto de vida.” A juicio de la Ministro Pérez, la compensación debía proceder aún en caso de
culpa del cónyuge, pero tomando en cuenta, en tal circunstancia, sólo dos variables: la duración del
matrimonio y la colaboración que hubiere prestado a las actividades lucrativas del otro cónyuge. El Senador
Espina “...se mostró en desacuerdo con esas reflexiones, porque esta nueva institución tiene por objeto
compensar a aquel de los cónyuges que dedicó mayor tiempo al cuidado de la familia. (Pero) Se hace una
excepción en el caso del divorcio por culpa, dejando siempre entregada esta decisión al juez, para evitar que
pueda producirse una situación manifiestamente injusta, en que maliciosamente se provoquen rupturas para
obtener la compensación.” La Comisión resolvió en definitiva entregar al juez la facultad para denegar la
compensación: Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del
Senado, pp. 72 y 73.
271
Dispone el art. 58 de la Ley sobre Tribunales de Familia: “Contestación de la demanda y demanda
reconvencional. El demandado deberá contestar la demanda por escrito, con al menos cinco días de
anticipación a la fecha de realización de la audiencia preparatoria. Si desea reconvenir, deberá hacerlo de la
misma forma, conjuntamente con la contestación de la demanda y cumpliendo con los requisitos
establecidos en el artículo anterior. / Deducida la reconvención, el tribunal conferirá traslado al actor, quien
podrá contestarla por escrito, u oralmente, en la audiencia preparatoria. / En casos calificados, el juez, por
resolución fundada, podrá autorizar al demandado a contestar y reconvenir oralmente, de todo lo cual se
levantará acta de inmediato, asegurando que la actuación se cumpla dentro del plazo legal y llegue
276
La norma es idéntica a la del inc. 4º del art. 147 del Código Civil, que establece la posibilidad de constituir
a favor del cónyuge no propietario, derechos de usufructo, uso o habitación, sobre los bienes familiares; y a
la del art. 9 de la Ley N° 14.908, sobre Abandono de Familia y Pago de Pensiones Alimenticias.
277
Rodríguez Grez, Pablo, ob. cit., p. 48.
278
Patricio Véliz Möller ha señalado, sin embargo, que dado lo dispuesto en el art. 7, N° 7 de la Convención
Americana sobre Derechos Humanos (conocida como Pacto de San José de Costa Rica, ratificado por Chile en
el año 1991) debe descartarse la eventual aplicación del arresto, como medida de apremio frente al
incumplimiento del pago de la compensación, por ser contraria a la ley (valor que cabe atribuirle a un
Tratado Internacional ratificado por Chile). Por ello, en caso de decretarse por el tribunal una medida de este
tipo, procedería a juicio de Véliz el recuro de amparo, en los términos establecidos en el art. 21 de la
Constitución Política de la República, para restablecer el imperio del derecho: Divorcio, Nulidad y Separación.
Los caminos frente a la ruptura, Ediciones Cerro Manquehue, Santiago, 2004, pp. 64 y 65. El profesor Carlos
López Díaz, no comparte esta opinión, afirmando que la interpretación de Véliz, “…implica quitarle toda
eficacia a dicha norma (artículo 66), y dejar en desamparo al cónyuge más débil”: ob. cit., p. 300. Nosotros
tampoco compartimos el planteamiento de Véliz Möller, por la sencilla razón de que en el citado art. 7, N° 7,
después de establecerse que “Nadie será detenido por deudas.”, se agrega que “Este principio no limita los
mandatos de autoridad judicial competente dictados por incumplimiento de deberes alimentarios.”
Admitimos sí que podría replicarse, afirmándose que no estamos ante un “deber alimentario” en estricto
sentido. Algunas sentencias que citamos en el cuerpo de este apunte, consagran lo propuesto por Véliz.
279
Pronunciada por la 8ª Sala, presidida por la Ministro Sra. Marisol Rojas Moya e integrada además por la
Ministro Sra. Gloria Solís Romero y el abogado integrante Sr. Rodrigo Asenjo Zegers.
280
Así lo estima también el profesor Carlos Pizarro.
281
La idea fue propuesta en el Senado, según consta del Segundo Informe de la Comisión de Constitución,
Legislación, Justicia y Reglamento del Senado, En efecto, los Senadores Bombal, Chadwick, Coloma y
Larraín, propusieron agregar las siguientes disposiciones a la ley: 1º Si una persona divorciada o cuyo
vínculo matrimonial ha sido declarado nulo intenta contraer nuevo matrimonio, deberá acreditar ante el
Oficial del Registro Civil, por medio de un certificado otorgado por el secretario del tribunal que declaró la
nulidad o decretó el divorcio, que no ha sido obligada a pagar compensación económica o que, habiéndolo
sido, ha satisfecho completamente la deuda. 2º Si existieren cuotas no devengadas, deberá solicitarse
autorización al juez que declaró la nulidad o decretó el divorcio, el que la concederá sólo si el deudor se
encuentra al día en el pago de las cuotas devengadas y constituye una garantía real o fianza que garantice el
pago de las restantes. El juez actuaría con conocimiento de causa y con citación del cónyuge acreedor. 3º El
incumplimiento de lo antes expuesto no produciría la nulidad del matrimonio, sin perjuicio de las sanciones
administrativas que procedan en contra del Oficial del Registro Civil, pero la persona con la cual el deudor se
casare, se haría solidariamente responsable del pago de la compensación económica no satisfecha. Sin
embargo, “La mayoría de la Comisión juzgó inconveniente condicionar el cambio de estado civil de una
persona, o establecer una especie de prohibición para contraer matrimonio, sobre todo si el inciso segundo
de este mismo artículo (artículo 66, inciso 2º, en la ley) considera alimentos a las cuotas pendientes, lo que
facilita su cumplimiento, y las demás obligaciones tendrán mérito ejecutivo, porque constarán en escritura
pública o acta de avenimiento aprobada por el tribunal”: pp. 78 y 79.
282
Respecto a la transmisibilidad de la compensación económica a los herederos del deudor, nos parece que
Barrientos-Novales incurren en cierta confusión, al interpretar la indicación que fue formulada en el Senado,
ya que éstos autores dan a entender que la deuda no sería transmisible, lo que ciertamente constituye un
error: Barrientos Grandón Javier, Novales Alquézar, Aranzazú, ob. cit., p. 424.
Nada dijo la ley sobre esta materia, de manera que debiéramos concluir que la
acción prescribirá conforme a las reglas generales, es decir, en el plazo de tres o de
cinco años, contados desde que la obligación se hizo exigible, tratándose de la acción
para demandar en juicio ejecutivo o en juicio ordinario, respectivamente (arts. 2514 y
2515 del Código Civil).
En cuanto al momento en que la obligación se hiciere exigible, distinguimos:
i.- Si la compensación se determinó por los cónyuges de común acuerdo: se hace
exigible la obligación al aprobarse el acuerdo de los cónyuges por el tribunal o desde
que venció el plazo estipulado para el pago de la acreencia;
ii.- Si la compensación se determinó por el juez, a falta de acuerdo de los cónyuges: se
hace exigible la obligación al quedar ejecutoriada la respectiva sentencia o desde que
venció el plazo fijado por el juez para el pago de la deuda.
283
Consta del Segundo Informe de la Comisión de Constitución, Legislación, Justicia y Reglamento del
Senado, que el tema fue analizado, concluyéndose que no se trata de una materia renunciable, señalando al
efecto el Senador Viera-Gallo: “La renuncia podría aceptarse cuando los cónyuges negocian en un pié de
igualdad, pero debe cuidarse que el cónyuge más débil no sea presionado a hacerlo. En todo caso, bien se
podría sostener que son normas de orden público que no pueden renunciarse”: p. 76.
2.- De la conciliación285.
b) Objetivo de la conciliación.
284
Rodríguez Grez, Pablo, ob. cit., pp. 48 y 49.
285
Se trata de una institución que no estaba contemplada en la Ley de 1884.
d) Fracaso de la conciliación.
Establece la ley que los requisitos de forma y fondo del matrimonio serán los
que establezca la ley del lugar de su celebración (art. 80 de la Ley de Matrimonio
Civil). Se trata, como ya explicamos, del principio lex locus regit actum. Nos remitimos
286
En Seminario de la Universidad Diego Portales.
2.- Ley aplicable: todo matrimonio celebrado en Chile, se rige por la ley
chilena.
El inc. 2º del art. 83 dispone por su parte que las sentencias de divorcio y
nulidad de matrimonio dictadas por tribunales extranjeros serán reconocidas en Chile
conforme a las reglas generales que establece el Código de Procedimiento Civil. Dichas
reglas generales, son las contempladas en los artículos 242 al 251 del Código de
Procedimiento Civil288.
287
El art. 83 de la Ley Nº 19.947, refunde lo dispuesto en los artículos 120 y 121 del Código Civil, derogados
por la primera.
288
Las reglas contenidas en los artículos 242 al 251 del Código de Procedimiento Civil, podemos sintetizarlas
de la siguiente manera:
1º En primer lugar, debemos verificar si hay un tratado internacional acordado con el país de origen de la
resolución judicial, y habiéndolo, lógicamente se aplicarán sus disposiciones.
2º Si no existen tratados relativos a esta materia con la nación de que procedan las resoluciones, se les dará
la misma fuerza que en ella se dé a los fallos pronunciados en Chile (aplicación del principio de la
reciprocidad). Si la resolución procede de un país en que no se da cumplimiento a los fallos dictados por
tribunales chilenos, los fallos dictados en ese país tampoco tendrán fuerza en Chile.
3º Si no pueden aplicarse las reglas anteriores, las resoluciones dictadas por tribunales extranjeros tendrán
en Chile la misma fuerza que si se hubieren dictado por tribunales chilenos, siempre que no contengan nada
contrario a las leyes chilenas, no se opongan a la jurisdicción nacional, que el condenado haya sido
notificado de la acción y que se encuentren ejecutoriadas.
4º La resolución que se trate de ejecutar se presentará a la Corte Suprema en copia legalizada.
5º En los casos de jurisdicción contenciosa, se dará conocimiento a la parte contra quien se pide la
ejecución, para que haga valer sus derechos en el término de emplazamiento.
6º En los asuntos de jurisdicción no contenciosa, el tribunal resolverá con sólo la audiencia del Ministerio
Público.
7º Si el tribunal lo estima conveniente, podrá abrir un término de prueba, conforme a las reglas de los
incidentes.
8º Mandada cumplir una resolución dictada en país extranjero, se pedirá su ejecución al tribunal a quien
habría correspondido conocer del negocio, si el juicio se hubiere promovido en Chile.
289
Señala una sentencia de la Corte Suprema de fecha 11 de junio de 2012, autos Rol N° 4.648-2010,
pronunciándose sobre la solicitud de exequátur de una sentencia de divorcio dictada por una juez del
Condado de Dane, Estado de Wisconsin, Estados Unidos de América: “Primero: Que entre Chile y los Estados
Unidos de América no existe tratado sobre cumplimiento de resoluciones judiciales pronunciadas en los
respectivos países ni hay constancia sobre una posible situación de reciprocidad. Por consiguiente, no
corresponde dar aplicación a las normas de los artículos 242, 243 y 244 del Código de Procedimiento Civil,
sino a la regla del artículo 245 del mismo cuerpo legal, que fija los trámites judiciales que han de cumplirse
en Chile para que las resoluciones pronunciadas por tribunales extranjeros puedan tener fuerza, ejecutarse o
cumplirse en nuestro país. Segundo: Que el aludido precepto confiere a las resoluciones dictadas por
tribunales extranjeros la misma fuerza que si se hubieren dictado por tribunales chilenos, con tal que: 1°) no
contengan nada contrario a las leyes de la República (…) Cuarto: Que la actual Ley de Matrimonio Civil en su
artículo 42, previene que el matrimonio termina, entre otras causales, por la del numeral 4° que dispone:
‘Por sentencia firme de divorcio’. Los artículos 54 y 55 del mismo texto legal contemplan causales específicas
(…) Quinto: Que, de las disposiciones referidas, se desprende que en nuestra legislación no basta el mero
consentimiento de los cónyuges para decretar el divorcio, sino que es menester, además, que se acredite
una causal específica. Del análisis de la sentencia que sirve de fundamento a la presente demanda y cuya
traducción está acompañada a los autos, no se establece objetivamente ninguna causal homologable a la ley
chilena que autorice su concesión. Sexto: Que las normas legales que regulan el estado civil de las personas
son normas de orden público, de modo que si una sentencia de divorcio dictada en un país extranjero se
fundamenta en circunstancias que la ley chilena no acepta como causales para decretarlo, resulta contraria a
las leyes de la República y se opone al orden público chileno. Séptimo: Que, en relación con la materia, es
útil anotar que el inciso segundo del artículo 83 de la Ley N° 19.947, dispone que ‘las sentencias de divorcio
y nulidad de matrimonio dictadas por tribunales extranjeros serán reconocidas en Chile conforme a las reglas
generales que establece el Código de Procedimiento Civil’, de suerte que como en la especie no concurre la
circunstancia 1ª exigida en el artículo 245 del Código de Enjuiciamiento Civil, ya reseñada, no es dable
autorizar su ejecución en este país. Por estos fundamentos y disposiciones citadas, se rechaza el exequátur
solicitado…”.
290
Como indica el profesor Víctor Vial del Río, “Con el fraude a la ley se persigue, a través de medios
indirectos, burlar un precepto legal, de modo tal que éste, en la práctica, resulte ineficaz, frustrándose el
espíritu de la disposición.”: “Actos Jurídicos y Personas. Volumen Primero. Teoría General del Acto Jurídico”,
Ediciones Universidad Católica de Chile, Santiago, 2a edición, 1991, p. 108.
b) Puede generar entre los cónyuges una sociedad universal que comprende parte de
sus patrimonios, o sea, los bienes muebles que tienen al momento de celebrarse el
matrimonio y los que adquieren en el futuro a título oneroso.
e) Crea entre los cónyuges obligaciones alimenticias recíprocas. Así lo establece el art.
321 del Código Civil.
f) Otorga a los cónyuges el derecho-deber de asumir como guardador del otro de los
cónyuges. Por regla general, existiendo régimen de sociedad conyugal, cuando fuere
necesario designar curador para uno de los cónyuges, tendrá preferencia para ello su
marido o mujer.
Cabe consignar que a partir de la Ley N° 18.802, todos los derechos, deberes y
obligaciones entre cónyuges tienen el carácter de recíprocos, constituyen derechos-
deberes que se confieren y pesan sobre ambos consortes. Constituye esto una
Conforme al art. 131 del Código Civil, los cónyuges deben guardarse fe, es
decir, desde ya, no les es permitido tener relaciones sexuales fuera del matrimonio.
Pero tal como lo expresamos en el estudio del divorcio-sanción, el deber de fidelidad o
como expresa el Código Civil “guardarse fe” no debe quedar circunscrito solamente a
no incurrir en adulterio. Nos remitimos a lo expuesto en aquella materia.
En cuanto al adulterio, establece el actual art. 132 (introducido por la Ley N°
19.335), que constituye una grave infracción al deber de fidelidad y da origen a las
sanciones que prevé la ley. El mismo precepto, en su inciso 2º, define el adulterio.
La ley sanciona el adulterio, hoy desde un punto de vista exclusivamente civil,
con la separación judicial o el divorcio.
A su vez, dispone el art. 172 que el cónyuge inocente puede revocar las
donaciones que hubiere hecho al cónyuge culpable de adulterio.
Por su parte, la infracción al deber de fidelidad puede influir en los alimentos
que reclame el cónyuge infractor del cónyuge inocente, conforme al art. 175 del
Código Civil.
La infracción al deber de fidelidad también puede incidir en la procedencia y
monto de la compensación económica, según lo estudiamos en esa materia (art. 62 de
la Ley de Matrimonio Civil).
De acuerdo a lo estudiado, decretada la separación judicial de los cónyuges,
quedará suspendido el deber de fidelidad (art. 33 de la Ley de Matrimonio Civil).
A su vez, la infracción grave y reiterada del deber de fidelidad, corresponde a
uno de los ejemplos legales, consignado en el art. 54, Nº 2 de la Ley de Matrimonio
Civil, que posibilita demandar el divorcio.
Cabe establecer, por su parte, qué ocurre cuando los cónyuges se separan de
hecho, sin que se disuelva el matrimonio. Se debe concluir que el marido y la mujer
conservan la obligación de socorrerse mutuamente. La jurisprudencia ha declarado que
se deben alimentos al cónyuge aun cuando exista separación de hecho y que no es
admisible, por ejemplo, la excepción del marido aduciendo la negativa de la mujer a
vivir con él, pues en tal hipótesis, no hay injuria atroz, y por ende no hay causal que
haga cesar por completo el derecho a alimentos. Además, si la Ley de Matrimonio Civil
deja en claro que la sentencia de separación judicial no suspende la obligación de
291
Abeliuk Manasevich, René, ob. cit., p. 385.
292
Meza Barros, Ramón, Manual de Derecho de Familia, Santiago de Chile, Editorial Jurídica de Chile, 1979,
2a edición, Tomo II, p. 716.
293
Abeliuk Manasevich, René, ob. cit., pp. 394 y 395.
294
Rossel Saavedra, Enrique, ob. cit., p. 81.
295
Corral Talciani, Hernán, Bienes Familiares y Participación en los Gananciales. La reforma de la Ley número
19.335, de 1994, a las relaciones personales y al régimen económico del matrimonio, Santiago de Chile,
Editorial Jurídica de Chile, 2007, 2a edición actualizada, p. 45.
296
El art. 136 sólo alude a tres de las cinco hipótesis actuales de separación legal parcial de bienes. Hay dos
más, previstas en el art. 252, inc. 3° (cuando corresponda a la mujer casada en sociedad conyugal ejercer el
derecho legal de goce sobre los bienes de su hijo no emancipado) y en el art. 1724 (cuando a cualquiera de
los cónyuges se hiciere una donación o se dejare una herencia o legado con la condición de que los frutos de
las cosas objeto de la gratuidad, no pertenezcan a la sociedad conyugal, en cuyo caso, creemos que si fuere
la mujer la beneficiaria, a ella tocará administrar tales frutos y lo que con ellos obtenga), ambos del Código
Civil, que también, a nuestro juicio, debieran considerarse, para desestimar la petición de litis expensas que
formule la mujer que demande a su marido.
Dispuesto también en el art. 131, el que establece que los cónyuges deben
ayudarse mutuamente en todas las circunstancias de la vida. Esta ayuda se refiere al
cuidado y atención personal que los cónyuges se deben mientras dure el matrimonio.
María Sara Rodríguez expresa que “Este deber tiene un contenido indefinido ya
que emana precisamente de la comunidad de vida que se establece entre el marido y
la mujer por el matrimonio, de la finalidad que buscaban al contraer matrimonio, al
querer acompañarse por el resto de la vida, y compartir la vida tanto en el aspecto
material como personal. Este supone la solidaridad matrimonial y familiar”.297
Creado por la Ley N° 18.802, que agregó este deber en el art. 131. Los
cónyuges deben darse entre sí un trato que asegure la dignidad a que tienen derecho,
sobre todo cuando los une un vínculo afectivo tan determinante como aquél que
supone el matrimonio. La infracción de este deber puede originar el divorcio o la
separación judicial.-
297
Rodríguez Pinto, María Sara, ob. cit., pp. 173 y 174.
1.- Concepto.
298
Rodríguez Pinto, María Sara, ob. cit., pp. 174 y 175.
299
Citado por René Ramos Pazos, ob. cit., Tomo II, p. 594.
a.2) Establece el art. 551-1, inc. 2º, que de toda remuneración pagada al conviviente
del director de una corporación o fundación, deberá darse cuenta detallada a la
respectiva asamblea.
Esta hipótesis no sólo aplica para el concubinato, sino también para toda
convivencia que mantenga el respectivo director.
c.3) El art. 9 del Decreto Ley Nº 3.500 (aplicable a los afiliados a las administradoras
de fondos de pensiones), que consigna: “El padre o la madre de hijos de filiación no
matrimonial de la o el causante tendrán derecho a pensión de sobrevivencia si reúnen
los siguientes requisitos, a la fecha del fallecimiento:
a) Ser solteros o viudos, y
b) Vivir a expensas del causante.”
El art. 108 del Código Procesal Penal, dispone: “Para los efectos de este Código,
se considera víctima al ofendido por el delito.
En los delitos cuya consecuencia fuere la muerte del ofendido y en los casos en que
éste no pudiere ejercer los derechos que en éste Código se le otorgan, se considerará
víctima:
a) Al cónyuge o al conviviente civil y a los hijos
b) A los ascendientes
c) Al conviviente...”.
La importancia de ser considerado “víctima”, se refleja en la posibilidad de
reclamar la pertinente indemnización civil, derivada de la comisión del ilícito penal.
300
Estas disposiciones legales aluden a “los hijos naturales”, expresión que hoy, obviamente, debemos
entender referida a los hijos no matrimoniales.
Dispone el art. 14 de esta ley, citado al inicio de este apunte: “Tanto en las
enajenaciones entre indígenas como en los gravámenes a que se refiere el artículo
anterior, el titular de la propiedad deberá contar con la autorización establecida en el
artículo 1749 del Código Civil a menos que se haya pactado separación total de bienes
y, en caso de no existir matrimonio civil, deberá contar con la autorización de la mujer
con la cual ha constituido familia. La omisión de este requisito acarreará la nulidad del
acto.”
301
Citada por René Ramos Pazos, ob. cit., tomo II, p. 669, N° 930.
302
Ramos Pazos, René, ob. cit., p. 671, N° 930.
303
En Seminario de la Universidad Diego Portales.
304
En Seminario del Colegio de Abogados.
El art. 105 consagra seis principios que deben cumplirse en toda mediación.
Ellos son:
1. Igualdad: se desprende de este principio que el mediador debe:
i) Cerciorarse de que los participantes se encuentren en igualdad de condiciones para
adoptar acuerdos.
ii) Si no existiere tal igualdad de condiciones, el mediador debe proponer o adoptar, en
su caso, las medidas necesarias para que se obtenga tal equilibrio;
iii) Si no fuere posible alcanzar dicho equilibrio, el mediador debe declarar terminada la
mediación.
2. Voluntariedad: la mediación es eminentemente voluntaria, de manera que los
participantes en ella podrán retirarse del proceso en cualquier momento, sea que ello
ocurra en la primera sesión de mediación, o en cualquier otro momento. Según
veremos, la voluntariedad no obsta para que la ley establezca algunas materias de
mediación obligatoria, pero aún en tales casos, subsiste la facultad de los participantes
para retirarse de la misma. Dicho de otro modo: en algunos casos, están obligados a
comparecer ante un mediador, pero no a perseverar en la mediación.
3. Confidencialidad: se originan los siguientes efectos de este principio:
i) El mediador deberá guardar reserva de todo lo escuchado o visto durante el proceso
de mediación y estará amparado por el secreto profesional. La violación de dicha
reserva será sancionada con la pena prevista en el art. 247 del Código Penal.306
ii) Nada de lo dicho por cualquiera de los participantes durante el desarrollo de la
mediación podrá invocarse en el subsiguiente procedimiento judicial, en caso de
haberlo.
iii) El mediador quedará exento del deber de confidencialidad en aquellos casos en que
tome conocimiento de la existencia de situaciones de maltrato o abuso en contra de
niños, niñas, adolescentes o discapacitados. En todo caso, deberá dar a conocer
previamente a las partes el sentido de esta exención del deber de confidencialidad.
4. Imparcialidad: se desprende de este principio:
i) Que los mediadores serán imparciales en relación con los participantes, debiendo
abstenerse de promover actuaciones que comprometan dicha condición.
ii) Si la imparcialidad del mediador se viere afectada por cualquier causa, deberá
rechazar el caso, justificándose ante el juzgado que corresponda.
iii) Los involucrados podrán también solicitar al juzgado la designación de un nuevo
mediador, cuando justifiquen que la imparcialidad del inicialmente designado se
encuentra comprometida. Esta solicitud se tramitará en audiencia especial citada al
efecto por el tribunal competente (art. 107, inc. 4º).
305
En Seminario de la Universidad Diego Portales.
306
Artículo 247 del Código Penal: “El empleado público que, sabiendo por razón de su cargo los secretos de
un particular, los descubriere con perjuicio de éste, incurrirá en las penas de reclusión menor en sus grados
mínimo a medio y multas de seis a diez unidades tributarias mensuales. / Las mismas penas se aplicarán a
los que ejerciendo alguna de las profesiones que requieren título, revelen los secretos que por razón de ella
se les hubieren confiado.”
Dispone el inc. 4° del art. 106, que “Las restantes materias de competencia de
los juzgados de familia, exceptuadas las señaladas en el inciso siguiente, podrán ser
sometidas a mediación si así lo acuerdan o lo aceptan las partes”. De esta forma,
podrá someterse a mediación voluntaria cualquiera de las materias contempladas en el
artículo 8 de la Ley (que fija la competencia de los juzgados de familia), salvo las tres
antes mencionadas, de mediación obligatoria, y salvo aquellas a que nos referiremos
seguidamente, en las que se excluye la mediación.
Agrega el art. 107 que cuando se trate de algunas de las materias que son de
mediación previa, la designación del mediador podrá realizarse por una de las
siguientes vías:
i) Las partes, de común acuerdo, comunicarán al tribunal el nombre del mediador que
elijan de entre los mediadores contratados por el Ministerio de Justicia, de conformidad
a lo dispuesto en los incisos tercero y cuarto del art. 114, mediante una presentación
que contenga la individualización de los involucrados y la mención de la o las materias
incluidas; y
ii) A falta de acuerdo en la persona del mediador, o si las partes manifiestan su
voluntad de dejar entregada la decisión a la resolución del juez, éste procederá a
nombrar al mediador mediante un procedimiento objetivo y general, que garantice una
distribución equitativa entre los contratados por el Ministerio de Justicia para prestar
servicios en ese territorio jurisdiccional y un adecuado acceso a los solicitantes. En
todo caso, siempre se hará presente al requirente la posibilidad de recurrir, a su costa,
a un mediador de los inscritos en el registro señalado en el art. 112.307 Estas
actuaciones podrán llevarse a cabo ante cualquier tribunal de familia y para ellas no se
requiere patrocinio de abogado.
En el caso de las materias de mediación voluntaria, el juez ordenará que, al
presentarse la demanda, un funcionario especialmente calificado instruya al actor
sobre la alternativa de concurrir a ella, quien podrá aceptarla o rechazarla. Del mismo
modo, ambas partes podrán solicitar la mediación o aceptar la que les propone el juez,
durante el curso de la causa, hasta el quinto día anterior a la audiencia del juicio y
307
El art. 112 regula el “Registro de Mediadores”. Consigna el precepto que la mediación sólo podrá ser
conducida por las personas inscritas en el Registro de Mediadores que mantendrá, permanentemente
actualizado, el Ministerio de Justicia a través de las Secretarías Regionales Ministeriales. El Ministerio de
Justicia, proporcionará a las Cortes de Apelaciones la nómina de los mediadores habilitados en su respectivo
territorio jurisdiccional. Asimismo, deberá mantener en su página web dicha nómina, en la que se ordenará a
los mediadores por comunas y contener los datos básicos de cada uno de ellos.
Hecha que sea la designación del mediador, ésta se comunicará al mediador por
la vía más expedita posible. Dicha comunicación incluirá, además, la individualización
de las partes y las materias sobre las que verse el conflicto (art. 107, inc. final).
El art. 109 contiene las “Reglas especiales sobre mediación en causas relativas
al derecho de alimentos.” Dispone la norma que, tratándose de casos que versen, en
todo o parte, sobre el derecho de alimentos, el mediador, en la primera sesión, deberá
informar al alimentario de su derecho de recurrir en cualquier momento al tribunal
para la fijación de alimentos provisorios, de acuerdo al art. 54-2. De esta actuación
deberá dejarse constancia escrita firmada por el mediador y las partes. Sin perjuicio de
lo cual, las partes podrán adoptar directamente un acuerdo sobre la materia. Si el
requerido (es decir, el alimentante), citado por una sola vez, no acude a la primera
sesión de mediación y no justifica su ausencia, el requirente (o sea, el alimentario),
quedará habilitado para iniciar el procedimiento judicial.
La mediación que regula la ley sólo podrá ser conducida por las personas
inscritas en el Registro de Mediadores que mantendrá, permanentemente actualizado,
el Ministerio de Justicia, a través de las Secretarías Regionales Ministeriales, con las
formalidades establecidas en el reglamento (art. 112, inc. 1º). En ese Registro, todos
los mediadores se individualizarán y se consignará el ámbito territorial en que
prestarán servicios. Este deberá corresponder, a lo más, al territorio jurisdiccional de
una Corte de Apelaciones o de varias, siempre que se encuentren en una misma región
y a lo menos, a todo el territorio jurisdiccional de un tribunal de primera instancia con
competencia en asuntos de familia. Además, si corresponde, se señalará su
pertenencia a una institución o persona jurídica (art. 112, inc. 2º).
El Ministerio de Justicia proporcionará a las Cortes de Apelaciones, la nómina de
los mediadores habilitados en su respectivo territorio jurisdiccional. Asimismo, deberá
mantener en su página web dicha nómina, la cual deberá ordenar a los mediadores por
comunas y contener los datos básicos de cada uno de ellos (art. 112, inc. 3º).
Para ser inscrito en el Registro de Mediadores, se requiere:
i.- Poseer título profesional de una carrera que tenga al menos ocho semestres de
duración, otorgado por una institución de educación superior del Estado o reconocida
por el Estado;
308
Se trata de los delitos de violación; estupro, incesto, corrupción de menores y otros actos deshonestos; y
ultrajes públicos a las buenas costumbres.
a) Se trata de un contrato.
b) Es un contrato solemne, pues debe convenirse ante un Oficial del Registro Civil.
309
En adelante también “Acuerdo”.
310
En adelante también “La Ley”.
311
La definición guarda similitud con la prevista en el art. 515-1 del Código Civil francés, que define el “pacto
civil de solidaridad”: “Un pacto civil de solidaridad es un contrato celebrado por dos personas naturales
mayores, de sexo diferente o del mismo sexo, para organizar su vida en común”. Por su parte, el art. 509
del Código Civil y Comercial argentino, que forma parte del Título III, “Uniones convivenciales”, del Libro
segundo, establece: “Ámbito de aplicación. Las disposiciones de este Título se aplican a la unión basada en
relaciones afectivas de carácter singular, pública, notoria, estable y permanente de dos personas que
conviven y comparten un proyecto de vida común, sean del mismo o de diferente sexo”.
a) Es un contrato.
Así lo señala el art. 1. Es un contrato que pertenece a la esfera del Derecho de
Familia, cuyo contenido es tanto extrapatrimonial como patrimonial, según veremos al
tratar de sus efectos. Por ello, es un contrato “de familia” y no puramente patrimonial.
b) Es un contrato solemne.
Conforme al art. 5, el contrato debe celebrarse ante un Oficial del Registro Civil.
Se trata de una solemnidad propiamente tal exigida por la ley para la existencia
del contrato.
Cualquier Oficial del Registro Civil será competente para intervenir en la
celebración del Acuerdo.
c) Es un contrato bilateral.
El contrato, según veremos, genera dos obligaciones para ambas partes: la de
contribución a solventar los gastos de la convivencia, y la obligación eventual de
compensación económica.
d) Es un contrato oneroso.
El contrato tiene por objeto la utilidad de ambas partes, gravándose cada uno a
beneficio del otro.
e) Es un contrato principal.
No requiere de ningún otro contrato y su finalidad no es asegurar el
cumplimiento de las obligaciones derivadas de otro contrato.
312
Es curiosa esta referencia de la Ley a la “vida afectiva” (probablemente siguiendo la definición del art.
509 del Código Civil y Comercial argentino). ¿Cómo puede la ley regular los efectos que derivan de la vida
afectiva? En realidad, lo que la ley puede regular son los efectos de la convivencia, esté o no asentada en los
afectos. De hecho, en las normas del matrimonio, no encontraremos ninguna norma que aluda al “afecto”
conyugal, pues aunque éste –se supone- es el fundamento de la vida conyugal, ello pertenece a la esfera
privada y no puede ser objeto de preocupación legal. Aún más, en realidad los “afectos” pueden ser de
índole positiva o negativa. Esto se aprecia con claridad, si tenemos presente el significado de la palabra
“afecto” (del latín affectus): “Cada una de las pasiones del ánimo, como la ira, el amor, el odio, etc., y
especialmente el amor o el cariño”, Diccionario de la Lengua Española, tomo I, 22ª edición, 2001, p. 54. La
cónyuge o la novia, entonces, no debe quedar siempre feliz, si su marido o novio manifiesta profesarle “un
gran afecto”, pues en una de esas se lo dice en la aludida connotación negativa.
313
Según se verá, entre los requisitos del Acuerdo, no se contempla que haya transcurrido un cierto plazo
desde su celebración. El Código Civil y Comercial argentino, en cambio, dispone en su art. 510, letra e) que
el reconocimiento de los efectos jurídicos previstos a las uniones convivenciales requiere que los integrantes
de la misma “mantengan la convivencia durante un período no inferior a dos años”.
314
Cfr. Rodríguez Grez, Pablo, Inexistencia y nulidad en el Código Civil Chileno. Teoría bimembre de la
nulidad, Santiago de Chile, Editorial jurídica de Chile, reimpresión 2015.
315
El art. 515-2 del Código Civil francés, es más estricto en cuanto al parentesco colateral, pues será nulo el
pacto de solidaridad celebrado entre ascendientes y descendientes en línea directa, entre afines en línea
directa y entre colaterales hasta el tercer grado inclusive. En cambio, el art. 510 del Código Civil y Comercial
argentino, establece una norma semejante a la chilena, pues no pueden celebrar una unión convivencial los
que estén unidos por vínculos de parentesco consanguíneo en línea recta en todos los grados ni colateral
hasta el segundo grado ni por vínculos de parentesco por afinidad en línea recta.
316
Se ha dicho, respecto al art. 23 citado, que “Esta norma, en una primera aproximación, podría llevar a
pensar que subsana la ausencia de remisión, en la parte pertinente de esta ley, hacia ciertas incapacidades
absolutas y relativas establecidas por la ley de matrimonio civil para contraer matrimonio. No obstante,
debido a la redacción de la norma en comento, ello no es posible por cuanto se remite a “todas las
inhabilidades […], respecto de los cónyuges” y las incapacidades son requisitos de validez exigidos para la
celebración del matrimonio”: Quintana Villar, María Soledad, “El acuerdo de unión civil. Su regulación.
Semejanzas y diferencias con el matrimonio en el ordenamiento jurídico chileno”, en Revista de Derecho de
la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, XLIV (Valparaíso, 1er semestre de 2015), p. 132. Por lo
tanto, para esta opinión, algunas de las incapacidades previstas para celebrar el contrato de matrimonio, no
desempeñarían igual rol respecto del acuerdo de unión civil. Pero de las cinco que mencionamos en el cuerpo
de este trabajo, hay dos que obviamente impiden celebrar los dos contratos y cualquiera otro, pues
b) El Oficial del Registro Civil deberá exigir a los futuros contrayentes que se
encuentren en las situaciones descritas en los artículos 8° y 9° del Reglamento de la
Ley, que acrediten el cumplimiento de los requisitos correspondientes en forma previa
a la celebración del respectivo acuerdo (art. 5 del Reglamento de la Ley). Aludiremos a
estos requisitos en la letra e. de éste numeral.
c) El pacto debe celebrarse ante cualquier Oficial del Registro Civil, ya sea en el local
de su oficina o en el lugar que señalaren los contrayentes, siempre que se hallare
ubicado dentro de su territorio jurisdiccional (art. 5, inc. 1° de la Ley).
estaríamos ante personas absolutamente incapaces: los que están privados del uso de la razón, si ello
obedeciera a la demencia (en el matrimonio, la regla es amplia sin embargo, siendo nulo el matrimonio
aunque la causa de la privación de razón sea otra, por ejemplo, estado de ebriedad o celebrar el contrato
bajo los efectos de psicotrópicos) y los que no pudieren expresar claramente su voluntad por cualquier
medio, ya sea en forma oral, escrita o por medio de lenguaje de señas. La discrepancia subsiste, respecto de
los otros casos de privación de la razón distintos de la demencia y de las otras tres causales: los que por
padecer de un trastorno o anomalía psíquica, fehacientemente diagnosticada, sean incapaces de modo
absoluto para formar la comunidad de vida que implica el matrimonio –en este caso, el acuerdo de unión
civil (art. 5º, N° 4 de la Ley de Matrimonio Civil); los que carecieren de suficiente juicio o discernimiento
para comprender y comprometerse con los derechos y deberes esenciales del matrimonio –entiéndase en
este caso los derechos y deberes esenciales del acuerdo de unión civil (art. 5, N° 5 de la Ley de Matrimonio
Civil); y los que estén comprendidos en el impedimento de homicidio. Personalmente, creemos que sí se
aplican estas tres inhabilidades a quienes pretendan celebrar el acuerdo de unión civil, entendiendo que la
frase “Todas las inhabilidades, incompatibilidades y prohibiciones que las leyes y reglamentos establecen
respecto de los cónyuges”, alude tanto a quienes tienen dicha calidad jurídica, como también a quienes
pretender acceder a ella.
d) El Oficial Civil levantará acta de todo lo obrado, la que será firmada por él y por los
contrayentes (art. 5, inc. 1°).
Una vez finalizada la celebración del acuerdo de unión civil, se entregará a los
convivientes civiles una libreta de Acuerdo de Unión Civil y el Oficial Civil remitirá el
Acta al Registro Especial para proceder a su inscripción (art. 11 del Reglamento de la
Ley).
Dicha acta levantada por el Oficial del Registro Civil se inscribirá en un registro
especial que llevará el Servicio de Registro Civil e Identificación (art. 6, inc. 1°).
El Servicio de Registro Civil e Identificación, se encargará de la organización,
operación y administración del Registro Especial de Acuerdos de Unión Civil (art. 12 del
Reglamento de la Ley).
La inscripción del Acta en la que conste la celebración del contrato deberá
incluir las siguientes referencias:
a) Nombre completo y sexo de los contrayentes.
b) Fecha, hora, lugar y comuna en la que se celebra el contrato.
c) Certificación realizada por el Oficial del Registro Civil, del cumplimiento de los
requisitos establecidos para su celebración (art. 6, inc. 2°).
El art. 16 del Reglamento, pormenoriza las menciones que debe contener la
inscripción en el Registro:
a) Fecha y número de inscripción.
b) Fecha, hora, lugar y comuna de otorgamiento del Acta.
c) Individualización del Oficial del Registro Civil y la Circunscripción de la Oficina; o, de
la autoridad ante quien se hubiere celebrado, si se trata de acuerdos de unión civil o
contratos equivalentes, o matrimonios de personas del mismo sexo celebrados en el
extranjero.
d) Individualización de los contrayentes: nombres, apellidos, número de documento de
identidad nacional o extranjero, sexo, estado civil, nacionalidad.
e) Régimen de comunidad, si se hubiere pactado.
f) Anotar la circunstancia de haberse celebrado en artículo de muerte, cuando proceda.
b) Los contratantes serán considerados parientes para los efectos previstos en el art.
42 del Código Civil (art. 1, inc. 1º).
Recordemos que este artículo alude a los casos en que la ley dispone que se
oiga a los parientes de una persona: por ejemplo, en materia de cuidado personal de
un menor o para la designación de un tutor o curador.
Puesto que no se trata de un parentesco por consanguinidad ni por afinidad, no
cabe denominarlo sino como un parentesco “legal”.
Ahora bien, como la ley dice que los convivientes civiles serán considerados
parientes sólo “para los efectos previstos en el artículo 42 del Código Civil”, en realidad
el pacto no origina entre ellos parentesco alguno, o, si se quiere, es un parentesco de
efecto muy específico.
d) Se origina entre los convivientes civiles el deber de ayuda mutua (art. 14).
Dicho deber, consiste en que los convivientes civiles deben ayudarse
mutuamente en todas las circunstancias de la vida. Esta ayuda se refiere al cuidado y
atención personal que los convivientes civiles se deben mientras dure el acuerdo de
unión civil. No tiene, por ende, connotación económica.
317
El inciso 1° del art. 515-4 del Código Civil francés, señala que las partes vinculadas por un pacto civil de
solidaridad se comprometen a una vida en común, así como a una ayuda material y a una asistencia
recíproca. Si las partes no han dispuesto otra cosa, la ayuda material será proporcional a sus facultades
respectivas. El art. 519 del Código Civil y Comercial argentino dispone por su parte: “Asistencia. Los
convivientes se deben asistencia durante la convivencia”. El art. 520 agrega por su parte: “Contribución a
los gastos del hogar. Los convivientes tienen obligación de contribuir a los gastos domésticos de conformidad
con lo dispuesto en el artículo 455”. Este último establece a su vez: “Deber de contribución. Los cónyuges
deben contribuir a su propio sostenimiento, el del hogar y el de los hijos comunes, en proporción a sus
recursos. Esta obligación se extiende a las necesidades de los hijos menores de edad, con capacidad
restringida, o con discapacidad de uno de los cónyuges que conviven con ellos. / El cónyuge que no da
cumplimiento a esta obligación puede ser demandado judicialmente por el otro para que lo haga, debiéndose
considerar que el trabajo en el hogar es computable como contribución a las cargas”.
f) En cuanto a los efectos patrimoniales, las reglas son las siguientes (art. 15):
i.- Los convivientes civiles conservan la propiedad, goce y administración de los bienes
adquiridos a cualquier título antes de la celebración del contrato y de los que adquieran
durante la vigencia de éste, a menos que se sometan, de manera expresa, a un pacto
de comunidad en los términos que se indicarán. En consecuencia, no hay “bienes
aportados” que puedan ser comunes, y en cuanto a los adquiridos durante la vigencia
del Acuerdo, será necesario distinguir:
i) No lo serán tampoco, si se adquieren a título gratuito, sean muebles o inmuebles;
ii) Podrán ser propios o comunes, si se adquieren a título oneroso. Serán propios, de
no mediar el pacto de comunidad aludido; serán comunes, si se conviniere éste.
ii.- Si al celebrar el contrato nada estipulan los contrayentes, se entenderán separados
totalmente de bienes.
iii.- Los convivientes civiles pueden celebrar un pacto de comunidad, al momento de
convenir el acuerdo de unión civil (no hay otra oportunidad), del que se dejará
constancia en el acta y registro del Acuerdo. Conforme a dicho pacto, los convivientes
civiles se someterán a las siguientes reglas:
i) Los bienes adquiridos a título oneroso durante la vigencia del Acuerdo se
considerarán indivisos o comunes por mitades entre los convivientes civiles (no se
acepta por ende estipular una proporción distinta), excepto los muebles de uso
personal necesarios del conviviente que los ha adquirido. De esta forma, todos los
bienes inmuebles adquiridos a título oneroso y por regla general los muebles
adquiridos de la misma forma, serán bienes comunes y la cuota de cada conviviente
civil será equivalente al 50% en el dominio de la cosa indivisa.320 No lo serán, los
bienes muebles “de uso personal necesario” del conviviente que los adquiera.
ii) Para efectos de la ley, se tendrá por fecha de adquisición de los bienes aquella en
que el título haya sido otorgado (y no, por ende, aquella en que efectivamente se
adquiera el dominio al operar el respectivo modo de adquirir). Así, por ejemplo, si la
compraventa de un inmueble se celebra estando vigente el Acuerdo y la escritura
318
Cornejo Aguilera, Pablo, “Acuerdo de Unión Civil: Una Nueva Regulación Familiar”, Colegio de Abogados
de Chile A. G., Ciclo de Charlas “Los Martes al Colegio”, Julio de 2015, pp. 12 y 13.
319
El art. 521 del Código Civil y Comercial argentino, en cambio, establece responsabilidad solidaria:
“Responsabilidad por las deudas frente a terceros. Los convivientes son solidariamente responsables por las
deudas que uno de ellos hubiera contraído con terceros de conformidad con lo dispuesto en el artículo 461”.
Este último, por su parte, dispone: “Responsabilidad solidaria. Los cónyuges responden solidariamente por
las obligaciones contraídas por uno de ellos para solventar las necesidades ordinarias del hogar o el
sostenimiento y la educación de los hijos de conformidad con lo dispuesto en el artículo 455. / Fuera de esos
casos, y excepto disposición en contrario del régimen matrimonial, ninguno de los cónyuges responde por las
obligaciones del otro”. El inciso 2° del art. 515-4 del Código Civil francés, establece también que las partes
serán solidariamente responsables, respecto de terceros, por las deudas contraídas por una de ellas para las
necesidades de la vida cotidiana. Sin embargo, esta solidaridad no operará respecto de los gastos
manifiestamente excesivos.
320
Cabe advertir que si uno de los convivientes adquiere un inmueble a título oneroso, existiendo pacto de
comunidad, el bien raíz se inscribirá en el Conservador de Bienes Raíces competente a nombre del
adquirente, pero ambos convivientes serán indivisarios en el mismo. Los conservadores, por ende, deben ser
cuidadosos en orden a dejar constancia en la inscripción del estado civil del adquirente, pues en caso
contrario los terceros no tendrán cómo saber que el predio pertenece a dos personas.
321
Las mismas reglas se contemplan en los artículos 1736 y 1737 del Código Civil, a propósito de la sociedad
conyugal.
322
Cornejo Aguilera, Pablo, ob. cit., p. 28.
g) Posibilidad de afectar como bienes familiares los que pertenezcan a uno o ambos
convivientes civiles.
El inciso final del art. 15 dispone que cualquiera sea el régimen de bienes que
exista entre los convivientes civiles, tendrá aplicación lo dispuesto en los arts. 141 a
149 del Código Civil.
En consecuencia, el inmueble que sirva de residencia principal de los
convivientes civiles, los muebles que guarnezcan dicha residencia y los derechos y
acciones que posean los convivientes civiles en una sociedad que a su vez sea la
propietaria del inmueble que sirva de residencia principal de los convivientes civiles,
podrán afectarse como bienes familiares.
j) Presunción de paternidad.
Para efectos de la presunción de paternidad, en caso de convivientes civiles de
distinto sexo, se estará a las normas que la regulan en el art. 184 del Código Civil (art.
21).
En consecuencia, se presumirán hijos del conviviente civil varón:
i.- Los nacidos después de la celebración del acuerdo de unión civil.
ii.- Los nacidos dentro de los 300 días siguientes al término del acuerdo de unión civil.
No se aplicará la presunción:
i.- Respecto del que nace antes de expirar los 180 días subsiguientes a la celebración
del acuerdo de unión civil, si el conviviente civil no tuvo conocimiento de la preñez de
la conviviente civil al tiempo de celebrar el Acuerdo y desconoce judicialmente su
paternidad.
ii.- Los nacidos después de los 300 días siguientes al término del acuerdo de unión
civil.
Regirá en cambio la presunción de paternidad respecto del nacido 300 días
después de expirado el Acuerdo, por el hecho de consignarse como padre el nombre
del ex conviviente civil, a petición de ambos ex convivientes civiles, en la inscripción de
nacimiento del hijo.
7.4. Por el matrimonio de los convivientes civiles entre sí, cuando proceda.
7.5. Por mutuo acuerdo de los convivientes civiles, que deberá constar por escritura
pública o acta otorgada ante Oficial del Registro Civil.
La escritura pública o el acta se anotará al margen de la inscripción del acuerdo
de unión civil en el Registro Especial de Acuerdos de Unión Civil. La ley no señala plazo
7.6. Por voluntad unilateral de uno de los convivientes civiles, que deberá constar por
escritura pública o acta otorgada ante Oficial del Registro Civil.
Dicha escritura o acta, también deberá subinscribirse al margen de la
inscripción del acuerdo de unión civil en el Registro Especial de Acuerdos de Unión
Civil. El acuerdo de unión civil se entenderá terminado al practicar esta anotación
marginal (art 26, último inciso).
En cualquiera de estos casos –es decir, sea que la declaración unilateral se
formule por escritura pública o por acta suscrita en el Registro Civil-, exige la Ley que
el acto sea notificado al otro conviviente civil, mediante gestión voluntaria (es decir,
sin forma de juicio) ante el tribunal con competencia en materias de familia. Para
solicitar dicha notificación, el conviviente civil interesado podrá comparecer
personalmente.
La notificación deberá practicarse por medio de receptor judicial, dentro de los
veinte días hábiles siguientes a la subinscripción de la referida escritura o acta al
margen de la inscripción del acuerdo de unión civil.
La falta de notificación no afectará el término del acuerdo de unión civil, pues
esté habrá terminado al practicar la aludida subinscripción o anotación,323 pero hará
responsable al contratante negligente de los perjuicios que la ignorancia de dicho
término pueda ocasionar al otro contratante. Se trata entonces de una formalidad de
publicidad, de aquellas que la doctrina denomina “de simple noticia”, cuya omisión está
sancionada con indemnización de perjuicios, aunque sólo por aquellos que se
produzcan en el lapso de tres meses, según veremos seguidamente.
Con todo, el conviviente civil interesado en la notificación quedará relevado de
la obligación de solicitar que se practique la misma, en los siguientes casos:
i.- Si el conviviente civil a quien debe notificarse se encuentra desaparecido;
ii.- Si se ignora su paradero; o
iii.- Si ha dejado de estar en comunicación con los suyos.324
En todo caso, el conviviente civil a quien se debe notificar o que se encuentra
en alguna de las situaciones recién señaladas, no podrá alegar ignorancia del término
del Acuerdo, transcurridos tres meses de efectuada la subinscripción mencionada
(dicho de otra manera: transcurrido este plazo, no podrá prosperar una demanda
indemnizatoria que se promueva entre quienes fueron convivientes civiles, alegando el
actor que la falta de notificación le ocasionó perjuicios).
También estamos aquí ante una facultad irrenunciable.
a) causales de nulidad.
323
Cuestión muy relevante, por ejemplo, para los efectos hereditarios: si el conviviente civil que hubiere
decidido poner término unilateral al acuerdo de unión civil falleciere antes de que se practique la pertinente
subinscripción o anotación, habrá “conviviente civil sobreviviente” (pues el término unilateral no alcanzó a
producir efectos) y por tanto éste último podrá reclamar su legítima en la sucesión del primero.
324
Se ha criticado la laxitud de la ley en este punto: “Advertimos que los requisitos exigidos para entender
faltar una persona son mucho menos rigurosos que en los otros ámbitos del derecho de familia. Al parecer,
bastaría con alegar que el otro conviviente ha dejado de estar en comunicación con los suyos. No se puede
sino observar que tanta relajación lleva a la indefensión al otro conviviente”: Quintana Villar, María Soledad,
ob. cit., p. 134.
a.2) Si uno o ambos contrayentes, hubieren celebrado el Acuerdo privados del uso de
razón, o padeciendo un trastorno o anomalía psíquica o careciendo del suficiente juicio
o discernimiento, en los términos previstos en el art. 5 de la Ley de Matrimonio Civil, o
estuviere comprendido en la hipótesis de “homicidio” prevista en el artículo 7 del
mismo cuerpo legal (art. 23 de la Ley).
b) Naturaleza de la nulidad.
¿Qué nulidad será la que afecte al contrato? Debiéramos entender que al igual
que ocurre con la nulidad matrimonial, no es absoluta ni relativa.
Más allá de las causales de nulidad del Acuerdo previstas en la Ley N° 20.830,
cabe considerar también otras que podrían invocarse, conforme a las reglas generales.
Desde ya, según expresamos, cabe la posibilidad de demandarla por simulación del
contrato. En estos casos, la acción sería una de nulidad absoluta, prescribiendo la
acción en el plazo de 10 años, contados desde la celebración del contrato.
Según hemos expuesto, los convivientes civiles son titulares de casi todos los
derechos que origina el matrimonio en favor de los cónyuges, aunque ciertamente
tienen menos deberes y obligaciones que éstos últimos. Se ha dicho que dos son las
grandes diferencias entre ambas instituciones: la primera, dice relación a los escasos
efectos personales del Acuerdo, en comparación al matrimonio. Ello, pues “El
matrimonio en nuestro sistema sigue siendo, se puede afirmar, la forma más perfecta
de unión familiar, básicamente porque los cónyuges cuando contraen matrimonio están
formando un consorcio de vida. Por esta razón, el matrimonio no solamente incorpora
la regulación de aspectos patrimoniales que implica la vida en pareja, sino que abarca
también todos aquellos deberes que tienen un marcado carácter ético (deber de
fidelidad, deber de cohabitación, etc.), los cuales no se pueden excluir por parte de los
cónyuges, pero cuya infracción da lugar a una sanción muy específica, como es el
divorcio. Por contraste, el acuerdo de unión civil tiene, en principio, un carácter
marcadamente patrimonial. Si bien existe un deber de ayuda mutua, reflejado en el
hecho que ambos convivientes deban asumir las obligaciones que suponga la vida en
común (art. 14), ese deber no encuentra un respaldo en sanciones civiles. Ni siquiera
en el reconocimiento de obligaciones alimentarias”.325 La segunda gran diferencia,
apunta a que “… el acuerdo de unión civil está sujeto a un régimen de terminación
libre, pudiendo llegar a su fin por el mutuo acuerdo entre las partes, o incluso por la
voluntad unilateral de una de ellas”.326
Sin que los puntos que siguen sean taxativos o contengan una enumeración
exhaustiva, se pueden señalar una serie de similitudes y diferencias entre el contrato
que contiene el acuerdo de unión civil y el contrato de matrimonio.
d) Ambos pueden calificarse como “un acto de Estado”, pues deben celebrarse o
ratificarse (en el caso del matrimonio) ante un oficial del Registro Civil, que para estos
efectos representa al Estado.
g) Ambos originan el parentesco por afinidad entre uno de los que celebra el
matrimonio o el acuerdo de unión civil y los consanguíneos del otro cónyuge o
conviviente civil.
325
Cornejo Aguilera, Pablo, ob. cit., pp. 11 y 12.
326
Cornejo Aguilera, Pablo, ob. cit., p. 12.
j) Ambos confieren la posibilidad de que nazca una comunidad entre los que celebren
el contrato, aunque respecto de la sociedad conyugal, ello debe entenderse una vez
que expire dicho régimen matrimonial, pues durante su vigencia, en estricto rigor no
hay comunidad, perteneciendo los bienes “sociales” al marido (art. 1750).
l) Ambos confieren los mismos derechos prescritos en la regla 10ª del art. 1337 del
Código Civil, en el marco de la partición de los bienes quedados a la muerte de uno de
los cónyuges o convivientes civiles.
q) En el caso del matrimonio, son incapaces para celebrarlo, entre otras, las personas
que padecieren un trastorno o anomalía psíquica, fehacientemente diagnosticada, que
impide de modo absoluto para formar la comunidad de vida que implica el matrimonio;
los que carecieren de suficiente juicio o discernimiento para comprender y
comprometerse con los derechos y deberes esenciales del matrimonio; y los que estén
comprendidos en el art. 7 de la Ley de Matrimonio Civil (impedimento dirimente de
homicidio). En nuestra opinión, estas hipótesis también darían derecho para demandar
la nulidad del acuerdo de unión civil, atendido lo dispuesto en el art. 23 de la Ley.
d) Si bien tanto el cónyuge como el conviviente civil tienen parentesco por afinidad con
los consanguíneos del otro cónyuge o conviviente civil, dicho parentesco permanece al
término del matrimonio pero se extingue cuando expira el acuerdo de unión civil.
e) El matrimonio origina el derecho-deber alimentario entre los cónyuges. El acuerdo
de unión civil sólo origina una obligación genérica de aporte.
i) El error como causal de nulidad del matrimonio es más amplio, pues además del
error en la identidad del otro cónyuge, también puede alegarse error en una cualidad
personal del otro cónyuge que, atendida la naturaleza o los fines del matrimonio, ha de
ser estimada como determinante para otorgar el consentimiento. En el caso del
acuerdo de unión civil, el error sólo puede estar referido a la identidad de la persona
del otro contratante. La acción de nulidad por esta causal prescribe también en
diferentes plazos. En el caso de la nulidad matrimonial, prescribe en el término de tres
años, contados desde que hubiere desaparecido el hecho que origina el vicio del error.
Tratándose de la nulidad del acuerdo de unión civil, la acción prescribe en el plazo de
un año desde la celebración del contrato.
o) Los cónyuges pueden realizar los trámites necesarios para la adopción de un menor
(art. 20 de la Ley N° 19.620). Los convivientes civiles carecen de tal derecho, pues si
bien el art. 21 de la Ley N° 19.620 permite que opte a una adopción, en caso de no
existir cónyuges interesados, una persona soltera, divorciada o viuda, los convivientes
civiles tienen un estado civil distinto a los tres precedentes.
q) Conforme al art. 2509 del Código Civil, la prescripción se suspende siempre entre
cónyuges. No ocurre lo mismo entre los convivientes civiles.
r) El legado de cosa ajena es válido, si fuere en favor del cónyuge. No lo será aquél en
favor del conviviente civil (art. 1107 del Código Civil).
t) Si bien tanto los cónyuges como los convivientes civiles pueden ser carga del otro
cónyuge o conviviente civil en materia de salud, los convivientes civiles no fueron
incluidos entre los causantes de asignación familiar, materia regulada en el Decreto
Ley N° 150. Dicho cuerpo legal contempla en su art. 3 a los causantes, incluyendo
entre ellos a la cónyuge, al cónyuge inválido y a los hijos hasta los 18 años o hasta los
24 si cursan estudios regulares. Puesto que la Ley N° 20.830 no modificó el Decreto
Ley N° 150, los convivientes civiles no pueden ser considerados entre los causantes de
asignación familiar.327
327
Por sentencia de fecha 28 de enero de 2016, de la Corte de Apelaciones de Concepción, autos Rol N°
9.448-2015, se rechaza un recurso de protección interpuesto en contra de la Superintendencia de Seguridad
Social y la Caja de Compensación de Asignación Familiar Los Andes, por el cual se pretendía que se
reconociera el derecho a percibir asignación familiar por el conviviente civil del recurrente. La Corte concluye
que “… el derecho a ser considerado carga familiar está reglamentado por normas de derecho público, de
carácter imperativo que impiden extenderlo a casos no previstos en sus disposiciones, por lo que si la norma
no contempla al conviviente civil como titular de la misma, ello no puede inferirse de manera tácita”.
k. Modificación a la Ley N° 20.340, que regula los actos y contratos que se pueden
celebrar respecto de viviendas adquiridas con el respaldo de los programas
habitacionales estatales (art. 37 de la Ley).
Se sustituye el art. 1°, que establece una hipótesis de representación legal que
tiene un cónyuge o un conviviente civil, del otro cónyuge o conviviente civil, para
renegociar, repactar o novar los créditos obtenidos para el financiamiento de las
viviendas cuya adquisición o construcción haya sido financiada, en todo o en parte, por
el Estado mediante sus programas habitacionales. El cónyuge o el conviviente civil que
concurra a la renegociación, repactación o novación, no requerirá la comparecencia del
otro cónyuge o conviviente civil, ni su autorización ni la de la justicia, para la
constitución, reserva o extinción de hipotecas y gravámenes destinados a caucionar las
obligaciones que se convengan en virtud de las aludidas renegociación, repactación o
novación.
CUESTIONARIO
1.- ¿Por qué se afirma que las definiciones de “Familia” del Diccionario de la Lengua
son problemáticas desde el punto de vista del Derecho?
2.- ¿Qué normas de la Constitución Política se refieren a la familia? Señale brevemente
qué disponen.
3.- Señale siete artículos del Código Civil que se refieren a la familia y en cada caso,
indique la materia a la que se refieren.
4.- Indique cinco normas de rango legal especiales, que se refieren a la familia y en
cada caso, indique la materia a la que se refieren.
5.- ¿Cómo se definía la familia “tradicional”? ¿Cuáles eran las vertientes de la misma?
6.- ¿Cómo se define la familia “moderna”? ¿Cuáles serían los factores que pueden
originarla?
7.- ¿Por qué se afirma que nuestro legislador ha reconocido dos clases de familia,
desde el punto de vista jurídico?
8.- ¿Qué normas del Código Civil se refieren a la composición de la familia? Señale
brevemente a qué se refieren.
9.- ¿Qué normas especiales se refieren a la composición de la familia? Señale
brevemente a qué se refieren.
10.- ¿Cuáles eran las características de la familia “tradicional”?