Discursos Fronterizos
Discursos Fronterizos
Discursos Fronterizos
2002
Verónica Galván
DISCURSOS FRONTERIZOS
Diálogos Latinoamericanos, número 006
Universidad de Aarhus
Aarhus, Latinoamericanistas
pp. 21-31
Diálogos Latinoamericanos
Discursos Fronterizos
Verónica Galván*
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Las historias de vida que narran Gregorio Condori Mamani, Juan
Pérez Jolote y Esteban Montejo constituyen la versión de la historia que
representan las vivencias de una comunidad. En la construcción de estos
discursos ocupa un lugar de importancia el sujeto social letrado (llámese
periodista o antropólogo) que concretiza la existencia de los discursos. En
todos estos casos los antropólogos manifiestan en los paratextos iniciales
(Introducción) de los textos la peculiar relación entre los informantes5 y su
propia práctica –la ciencia antropológica- y la necesidad de hacer visibles y
comunicables el producto de esa interacción:
“Esta es la historia auténtica de Gregorio Condori
Mamani y de Asunta su mujer, ambos quechuas
monolingües (...) Los conocimos por 1968 cuando nos
trasladamos a vivir a Coripata (...) Cuando lo conocimos
Gregorio ya era cargador de tiempo completo (...) La
amistad con Gregorio, su confianza en nosotros y su
asombrosa capacidad narrativa nos llevaron en 1975 a
reanudar las entrevistas con él, dirigidas esta vez a
reconstruir su historia de vida.” (Mamani:V)6
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los orígenes de la destrucción de su cultura) que se hibrida doblemente: por
un lado, el trabajo de montaje que conllevan la grabación y desgrabación de
una cinta, la decodificación de una entrevista, la segmentación y selección
del material que formará parte del producto final que será el texto y, por el
otro, la impronta ideológica que deviene de la enciclopedia,
posicionamiento y situación de enunciación del sujeto mediador.
En estas narraciones en primera persona la memoria se presenta tanto
al servicio del individuo como de la comunidad puesto que hay un interés
por resignificar prácticas ancestrales y tradiciones colectivas. La
problemática del género de estos textos se plantea desde el sujeto de la
enunciación. Ricardo Pozas subtitula a su Juan Pérez Jolote (1952) como
Biografía de un tzozil, Barnet (1966) titula su libro “Biografía de un
cimarrón” y los antropólogos peruanos publican en 1977 (versión bilingüe
quechua-castellano) su Gregorio Condori Mamani, autobiografía. Cierto es,
entonces que detrás de las tensiones posibles entre memoria individual y
memoria colectiva, subyace una intencionalidad que orienta la lectura de
los textos hacia géneros canónicos pero que en definitiva se aparta de los
mismos puesto que si bien se focaliza al individuo y su trayectoria como
identidad individual y se reconstruye un pasado que involucra a una
comunidad culturalmente identificada, se trata de biografías y
autobiografías diferentes: biografías en primera persona o autobiografías de
sujetos analfabetos.
Son significativas las conceptualizaciones de Martín Lienhard7 con
respecto a esta problemática del género. Lienhard realiza una clasificación
que involucra, en principio, dos prácticas: la etnografía (descripción de la
vida colectiva de una etnia determinada) y el etno-testimonio (transcripción
de los discursos del “otro” que exige gran fidelidad). A estas prácticas le
suma otras tres que requieren de un compromiso subjetivo, estético o
científico mucho mayor por parte del emisor. De estas prácticas nos
interesa la definición de etnoficción, por cuanto Lienhard incluye al texto
de Pozas dentro de esta periodización:
“En la etnoficción surge una contradicción entre
las características “occidentales” del texto literario
(escritura, idioma, forma global, libro-mercancía) y un
discurso narrativo que aparenta ser “indígena y oral”. El
autor, en la etnoficción, se coloca la máscara del otro,
empresa no sólo difícil” (Lienhard: 290)
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no se limita a reproducir el discurso oral tal y como fue pronunciado sino
que se manifiesta un trabajo de recreación (ficción) del discurso oral del
informante.
Por otro lado, Mabel Moraña8 categoriza el relato de Barnet como
relato etnográfico:
“ (...) busca llenar los vacíos de conocimiento
histórico y antropológico de su pueblo a través de un
personaje peculiar (...) le permite reconstruir las etapas
de esclavitud, cimarronería, patronaje y Guerra de
Independencia, claves en la historia cubana, desde una
privilegiada perspectiva de “actor legítimo” (Moraña:
124-125)
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quienes elegían los temas a tratar. (...) Todos estos datos
nos sirvieron para confirmar la veracidad del relato de
Gregorio.
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contra de esta postura, los sujetos textuales construidos en el espacio
escriturario, manifiestan su diversidad, su heterogeneidad y, por lo tanto,
dan cuenta de una de las características de Latinoamérica: la hibridez y la
multiculturalidad. Surgen en contra de las pretensiones de aquellos sectores
que quieren armonizar, en un sistema homogéneo, las vertientes
contradictorias y diversificadas que se han instalado en las últimas décadas
del siglo. Los mismos sectores que se oponen a las lecturas constructivistas
de la multiculturalidad, ignoran su carácter imaginado, polifónico e
híbrido10. .
Puede decirse que la dialogización e interdiscursividad en estos
textos están legitimados por sectores que podríamos llamar letrados, como
es el caso de los antropólogos. Como afirma Hugo Achugar11,
¨El sujeto social que enuncia el testimonio es un
sujeto popular y democrático, el sujeto social a quien
pretende interpelar la práctica discursiva testimonial está
conformado por individuos letrados que dominan a la vez
códigos estéticos, políticos y lingüísticos dominantes¨
(Achugar: 56-57)
II
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de ver no sólo de un lado sino también del otro lado de la frontera. Son
sujetos biculturales porque en esencia participan de los ritos y costumbres
de los sistemas de símbolos pertenecientes a la cultura de las subsociedades
arcaicas indígenas, a la que pertenecieron sus antepasados. Participan
también de los códigos impuestos transculturalizados que les provee la
cultura del hombre blanco occidental europeo. Existe un sentimiento de
pertenencia dual:
“Un día (...) apareció un pájaro grande, parecido al
cóndor, gritando como condenado. Y todos los que
estábamos en la era nos asustamos. Ese rato me acordé
de un cuento que narró una vez mi tío Gumersindo, que
faltando unos días para el fin de este mundo va a venir un
alqamari con cabeza de cóndor y pies de lama a
avisarnos a los runas (...) Cuando el aeroplano avanzaba
tomando dirección hacia nosotros, dijeron: -Este es
Taytacha milagro (dios cristiano). Y se pusieron de
rodillas a rezar” (Mamani: 17)
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misma se despojará de su simbología para atravesar la frontera de la
lengua dominante: se desterritorializa su mundo simbólico, su sistema de
signos, su oralidad se destruye y se materializa en un registro escrito que no
privilegia la sonoridad y la cadencia de los fonemas y donde se dignifica la
imagen de la palabra impresa en un papel.
El que cruza fronteras, afirma Emily Hicks, es al mismo tiempo “el
mismo” y “otro”. El sujeto que cruza fronteras emerge de una doble hilera
de signos a partir de dos conjuntos de códigos de referencia a ambos lados
de la frontera. En tal sentido, los sujetos textuales de los discursos
analizados, también se constituyen de un lado y del otro de la frontera
cultural; viven y conviven en un doble sistema de signos: el ancestral de su
cultura de origen y el sistema “otro” del código dominante. Por lo tanto,
estos sujetos textuales tendrán una representación dual de la realidad. En
estas textualidades se pretende permear, a través de la práctica discursiva
testimonial, las prácticas e ideologías de su cultura indígena para que sean
interpretadas en un sistema que los rodea, los subsume, los contiene y los
domina. Esta circunstancia comporta una notable dificultad para quienes
tienen la misión de mediadores y entes legitimadores de estos discursos.
Tropiezan con el problema de la biculturalidad, el bilingüismo y el
biconceptualismo. Por esta razón son necesarias las apoyaturas escriturales,
glosarios, que redimensionan los conceptos en la lengua materna indígena y
trasponen sus significados a la lengua de la cultura dominante.
III
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interacciones o relaciones (si existieran y fueran posibles) entre el canon y
los discursos que hemos analizado.
Puede afirmarse que los modos de organización del corpus de una
literatura y la delimitación de un canon están fuertemente entrelazados, por
un lado, con los avatares históricos y políticos que rodean a quienes lo
formulan y, por el otro, dependen de su mayor o menor sujeción a las
distintas formas de control o regulación social. El campo de investigación
al que remite el canon se constituye como un sistema fragmentado
atravesado por coordenadas ideológico-políticas que operan en la selección
de los discursos que se catalogarán como hegemónicos, canónicos,
dominantes. En este contexto se oponen, sin complementarse, los discursos
canonizados (novela, biografía, autobiografía), que permanecen de un lado
de la frontera, y la práctica discursiva testimonial y su genealogía
(autobiografía grabada, biografía en primera persona, testimonio,
documentalismo, etnohistoria, etnoficción) que existen y tienen una
movilidad interna, se resignifican, mutan, cambian permanentemente. De
un lado, lo seguro, lo positivo, lo aceptado, lo dominante y fijo, la práctica
del lenguaje culto; del otro lado, lo trasgresor, lo dominado, lo alternativo,
lo híbrido, lo multicultural, la práctica del lenguaje periférico. En tal
sentido, desde los discursos dominantes existe una necesidad por no hacer
visibles la heterogeneidad de la cultura latinoamericana y sí existe una
tendencia por dar cuenta de cuán homogéneo es el sujeto latinoamericano.
Los discursos analizados evidencian la diversidad y multiculturalidad que
dan cuenta de las continuas hibridaciones que interactúan en la nuestra
cultura.
La circulación de unos y otros (los canónicos y los fronterizos),
según las etapas históricas, recorren caminos diferentes. La Academia y la
legitimidad de los discursos hegemónicos hacen factible su viabilidad,
inserción y comercialización en las empresas editoriales. Sin embargo, los
que calificamos como discursos fronterizos, en general, no entran con
facilidad en el circuito del mercado editorial ni llegan a un público masivo.
Estos textos se resignifican en espacios acotados y, sin embargo, revitalizan
categorías. Ponen en crisis o problematizan conceptos como el de género,
el de novela o resemantizan las relaciones entre literatura y sociedad,
literatura y poder.
De hecho, los textos analizados pertenecen a esa zona restringida a la
que hemos hecho mención. Si bien la critica y los intelectuales de la cultura
se han interesado por dirimir ciertas cuestiones a partir de la lectura de
algunos de los textos mencionados (sobre todo las críticas sobre Biografía
de un cimarrón de Barnet y Juan Pérez Jolote de Pozas), otros como
Autobiografía de Gregorio Condori Mamani, carecen de un abordaje crítico
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y su ámbito de circulación se circunscribe a los pasillos del Centro
Bartolomé de las Casas en Cusco, Perú, que es el espacio donde se hizo
posible la publicación del texto. La revitalización del canon es necesaria
puesto que tanto la crítica historiográfica como el lector, están preparados
para percibir e interpretar las temporalidades múltiples que confluyen en
las textualidades analizadas. Estos textos y tantos otros aún no tienen un
lugar en nuestros sistemas literarios.
Notas
* Universidad Nacional de Mar Del Plata. Facultad de Humanidades. Centro de Letras
Hispanoamericanas . CELEHIS. [email protected]
1
Carmelo Lisón Tolosana en Las máscaras de la identidad, específicamente en el Capítulo
“Antropología de la frontera” que constituye una ampliación de la conferencia pronunciada en
la Universidad Internacional Menéndez y Pelayo en septiembre de 1993, presenta una visión
antropológica del concepto de frontera.
2
Gregorio Condori Mamani, autobiografía, es un texto donde se narran sucesos de la vida de
dos indígenas quechuas, monolingües, Gregorio Condori Mamani y Asunta, su mujer, quienes
migraron de sus comunidades de origen a la ciudad de Cusco. Gregorio es huérfano, nació en
Acopía, distrito de Acomayo en Cusco, según su libreta de conscripción nació un seis de julio
de 1908 (tendría al momento de la publicación del texto sesenta y nueve años
aproximadamente). De Asunta Quispe Huamán no se dan datos exactos de su identidad debido a
que carece de documentos personales. Ambos sabían firmar sus nombres pero no sabían leer ni
escribir aunque ella identifica algunas letras. El texto consta de un prefacio a cargo de Tom
Zuidema, una nota preliminar de los editores, una primera parte, titulada Gregorio, de doce
capítulos; una segunda parte, Asunta, de cuatro capítulos y un glosario. Existen dos versiones
del texto: la bilingüe publicada en 1977 (en quechua y castellano) y la versión en castellano en
1979. La publicación pertenece al Centro de estudios rurales Andinos Bartolomé de las Casas en
la ciudad de Cusco. Los antropólogos Ricardo Balderrama Fernández y Carmen Escalante
Gutiérrez fueron los editores del texto y los encargados de llevar al registro escrito el resultado
de charlas y encuentros con los protagonistas.
3
Biografía de un Cimarrón, Novela, de Miguel Barnet (1966) es un texto narrado en primera
persona, la voz textual corresponde a Esteban Montejo. El relato de su vida constituye el texto y
se divide en tres paratextos: a)La esclavitud (Primeros recuerdos, La vida en las barracas, La
vida en el monte) b) La abolición de la esclavitud (La vida en los ingenios) c) La guerra de
Independencia. Puede decirse que Barnet centra su interés en el conocimiento histórico y
antropológico de su pueblo. Al reconstruir la historia de Montejo reconstruye parte importante
de la historia cubana.
4
Juan Pérez Jolote, biografía de un tzotzil (1952) del antropólogo mexicano Ricardo Pozas es
un texto que narra la historia de un individuo representativo de una comunidad indígena, la
chamula. Su relato de vida en primera persona tiene que ver con la descripción de los aspectos
más relevantes de la cultura chamula. Se hace hincapié en la formación social, económica y
jurídica de sus integrantes y las relaciones entre los integrantes de la comunidad.
5
Nombre que se le asigna a aquellos sujetos sociales que pertenecen a comunidades indígenas,
cualquiera sea la etnia a la que pertenezcan, y que se constituyen en portavoces que divulgan o
hacen conocer su pasado indígena, su cultura. Se constituyen en nexo entre la subsociedad
arcaica indígena -comunidad oral- a la que pertenecen y el presente de marginalidad y
subalternidad del “presente” posmoderno.
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6
Todas las citas del texto escrito por los antropólogos Ricardo Valderrama Fernández y Carmen
Escalante Gutiérrez llevaran esta nomenclatura Mamani: y el número de página a la que
pertenezca la cita.
7
Estos conceptos son vertidos en el Capítulo X Etnoficción de su La Voz y su huella,. Pág. 289-
291
8
Mabel Muraña realiza un claro panorama de la narrativa testimonial del Siglo XX y de las
variables más significativas que se desprenden de los discursos testimoniales como son el
documentalismo, la novela documental, la historiografía, “oral history”, novela-testimonio.
9
Cabe aclarar que en el presente trabajo se maneja el concepto ¨sector letrado¨ para designar a
aquellos que tienen acceso a la cultura, conocen la política, las dimensiones simbólicas e
ideológicas de ambas. Incluye a políticos, escritores, periodistas, intelectuales.
10
García Canclini en su Narrar la multiculturalidad, pág. 11.
11
Hugo Achugar. “Notas sobre el discurso testimonial latinoamericano”. S/D Pág. 56-57
12
Diglosia. Este término da cuenta de la dominación de un sistema de signos hegemónico sobre
otro que podríamos denominar marginal, dominado. El sistema de signos (B), sin embargo, se
mantiene activo en los espacios que le permite la cultura dominante (A).
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