Rep 20201 Paniagua
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Rep 20201 Paniagua
PABLO PANIAGUA1
Universidad del Desarrollo
[email protected]
Cómo citar/Citation
Paniagua, P. (2023).
Marx y la paradoja de la liberación.
Revista de Estudios Políticos, 202, 13-41.
doi: https://doi.org/10.18042/cepc/rep.202.01
Resumen
Palabras clave
1
Agradezco a Fernando Claro y a la revista Átomo por brindarme la oportunidad y el
espacio para reflexionar respecto de los temas tratados en este artículo. Esta investigación
se inspiró en un breve ensayo que el autor escribió para Átomo.
14 PABLO PANIAGUA
Abstract
Keywords
SUMARIO
I. INTRODUCCIÓN
2
Señalar dicha paradoja en el pensamiento de Marx no quiere decir que este haya
deseado que sus ideas llevaran al totalitarismo y la subyugación del hombre por parte
de una avanzada revolucionaria. Como bien ha señalado Kolakowski (1977: 157):
«No hay nada extraño en el hecho de que los programas políticos y sociales, las utopías
y las profecías conduzcan a resultados no solo diferentes, sino significativamente en
conflicto con las intenciones de sus autores».
3
Según Marx, bajo el uso del dinero y el mercado «todo este movimiento aparece como
un proceso social […]. La totalidad del proceso aparece como una interrelación
objetiva, que surge espontáneamente de la naturaleza; surgiendo, es cierto, de la
influencia mutua de los individuos conscientes entre sí, pero ni ubicada en sus
conciencias ni tampoco subsumida bajo ellos como un todo. Sus propias colisiones
entre sí producen un poder social ajeno que se sitúa por encima de ellos, produce su
interacción mutua como proceso y poder independiente de ellos» (Marx, 1973: 197).
Las fuerzas del capitalismo, señala Marx (1973, 2010), no están orien-
tadas a satisfacer las necesidades de la sociedad y a sustentar una armonía y
cooperación entre las personas, sino que es el permanente deseo de acumula-
ción y dominación —a través del intercambio y el dinero—, lo que conduciría
todos los esfuerzos productivos y de trabajo de las personas, poniéndolas en
desarmonía, conflicto y en pugnas deshumanizantes (Berlin, 2018). Para Marx,
el comportamiento social del ser humano bajo el capitalismo genera la ilusión
subyugante de que hay reglas que gobiernan a la economía capitalista que están
«más allá del control humano»; de esta manera, el orden del mercado es «externo
a las vidas de los hombres, que contemplan este proceso como un orden eterno,
natural, ante el cual los hombres deben resignarse puesto que son incapaces de
alterarlo» (ibid.: 221). En otras palabras, para Marx el sistema de propiedad
privada:
4
Para una revisión de la teoría de la explotación ver: Zwolinski et al. (2022).
Solo hay una clase, la suya propia [obrera], que produce más riqueza que la que
consume, y que otros hombres [los capitalistas] se apropian de este residuo
simplemente en virtud de su posición estratégica como únicos poseedores de los
medios de producción, a saber, recursos naturales, maquinarias, transportes,
crédito financiero, etc., sin los cuales los obreros no pueden crear, al paso que el
control de dichos medios confiere a quienes lo ostentan el poder de hacer morir
de hambre al resto de la humanidad y obligarla a capitular conforme a las condi-
ciones por ellos impuestas (Berlin, 2018: 223).
El resultado para Marx (2010) es que los capitalistas explotan a los traba-
jadores al extraerles su plusvalía, pero que es disfrutada por los capitalistas
a través de las ganancias monetarias de las ventas de bienes. Para Marx, los
capitalistas deben disfrutar de una posición privilegiada y poderosa como
propietarios y acumuladores de los medios de producción y, por lo tanto,
pueden explotar constantemente a los trabajadores manteniéndolos en condi-
ciones miserables de subsistencia y en relaciones económicas subyugadoras.
Para la visión filosófica de Marx es importante señalar que no es que haya
casos aislados de explotación en el sistema, sino que para este el capitalismo es
siempre e inherentemente explotador a través de este proceso constante de domi-
nación y de extracción del plusvalor por parte del capitalista, y que se desprende
de su teoría del valor (Buchanan, 1979).
Según Marx (1974, 2013), entonces, la propiedad privada da origen a las
transacciones del mercado y a una vasta división del trabajo que sostienen la
explotación del hombre por el mero hecho de la acumulación de capital y
la alienación del trabajo que divide a la sociedad en facciones hostiles, condu-
ciendo a una guerra permanente entre clases para hacerse con la distribución
de los recursos y las ganancias que genera la producción (Kolakowski, 1977).
Todo esto, según Marx, deshumaniza y mercantiliza a la sociedad escindién-
dola y alejándola del humanismo, de la armonía y de la unidad; finalmente,
subyugando a la humanidad a un constante proceso de servidumbre y conflicto
que necesita ser superado para alcanzar la libertad plena (Berlin, 2018).
5
Marx aquí sigue las consecuencias lógicas de la teoría del valor de Ricardo: «El valor
de un artículo, o sea, la cantidad de cualquier otro artículo por la cual puede cambiarse,
depende de la cantidad relativa de trabajo que se necesita para su producción y no de
la mayor o menor compensación que se paga por dicho trabajo» (Ricardo, 1993: 9).
La solución, según dicho autor, pasaría por eliminar o superar las fuentes
esenciales del conflicto entre las clases: a saber, la propiedad privada, los
mercados, la acumulación de capital y la división del trabajo (Marx, 1977). Solo
así los procesos sociales y económicos clave, en vez de guiar al hombre —cual
«manos invisibles» que no podemos contralar—, podrán ser subordinados a este
bajo la voluntad colectiva y racional de todos los individuos asociados en un
sistema de orden común llamado comunismo. Dicha unidad social o armonía
colectiva «implica que ya no se necesitan los mecanismos [mercantiles] media-
dores que separan a los individuos de la especie como un todo» (Kolakowski,
1977: 167). Con la propiedad privada, según Marx, se perpetua un sistema de
explotación y de conflicto entre los seres humanos, en donde «la alienación del
trabajo dividió a la sociedad en clases hostiles que luchaban por la distribución
del plus producto [plusvalor]. Finalmente, esto dio lugar a la clase en la que se
concentró toda la deshumanización de la sociedad» (ibid.).
En palabras de Marx (2013: 139), el trabajo en el sistema capitalista «no es,
así, voluntario, sino forzado, trabajo forzado. Por eso no es la satisfacción de una
necesidad, sino solamente un medio para satisfacer las necesidades fuera del
trabajo. […] para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo en que este
no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en que cuando está en él no se
pertenece a sí mismo, sino a otro». Así las cosas, la única forma de liberar a la
humanidad de la explotación que genera la acumulación de capital es acabar —de
plano— con la propiedad privada y el mercado basado en el uso del dinero. Para
dicho autor, el trabajo en el sistema capitalista, guiado por las señales de precios y
por la acumulación de capital, hace imposible que el ser humano sea libre: el
«trabajo nivelado, parcelado y, en consecuencia, no libre […] como fuente de la
nocividad de la propiedad privada» (Marx, 2013: 170). Dicho de otra forma:
6
De esta manera, «lo que diferencia al comunismo no es en modo alguno la abolición
de la propiedad, sino la abolición de la propiedad burguesa. […] En este sentido, los
9
Para una revisión teórica e histórica de las distintas teorías del valor y los problemas
que tiene la teoría del valor trabajo de Marx, consultar: Brewer (1995), Whitaker
(2020) y Wolff (1981).
10
Existen numerosos problemas fundamentales con la teoría del valor trabajo de Marx,
que la hacen ser inferior a la teoría del valor marginal y subjetivo. Para un exhaustivo
y completo análisis de dichos problemas consultar Rallo (2022b: cap. 1).
Segundo, Marx (1977, 2013) cree que el uso de la división del trabajo
y de los mercados en la producción industrial capitalista genera un fenómeno
de alienación que daña la esencia de la naturaleza del ser humano (Berlin,
2018; Buchanan, 1979). A diferencia de Adam Smith y el resto de los econo-
mistas, que ven la división del trabajo como la fuente principal del progreso y
de la creación de riqueza, Marx (2013: 73) le declara la guerra a la división del
trabajo porque exacerbaría el fenómeno de alienación. En sus famosos manus-
critos filosóficos, Marx (2013: 132-151) trabaja en detalle la idea de la aliena-
ción como un fenómeno de «extrañamiento» o «enajenación» (Entfremdung)
que surge de la división del trabajo capitalista, en donde las personas se separan
o alejan de su naturaleza humana esencial (Gattungswesen). Esencialmente, la
«idea básica de alienación consiste en una gama de males sociales y psicoló-
gicos que involucran a uno mismo y a los otros. Más precisamente, entiende
la alienación como consistente en la separación problemática de un sujeto y un
objeto que permanecen juntos» (Leopold, 2022: 1)11.
Marx, construyendo desde las ideas de Hegel y Feuerbach, argumenta
que la alienación del yo es consecuencia de ser parte mecanicista y racional de
una sociedad industrial que se deja guiar por las señalas abstractas de los
mercados, cuya condición aleja a la persona de su humanidad y mercantiliza
su trabajo (Marx, 1973, 1974, 2013). Dicho de otra forma, «la alienación se
verifica cuando los resultados de los actos de los hombres contradicen sus
verdaderos propósitos, cuando sus valores oficiales o los papeles que desem-
peñan no representan cabalmente sus reales motivos, necesidades y fines»
(Berlin, 2018: 136). Las personas son alienadas cuando son guiadas —por los
incentivos económicos y por las señales del mercado— a seguir actividades y
roles que no representan realmente sus motivos y fines personales; «por
ejemplo, cuando algo que los hombres han realizado para responder a necesi-
dades humanas […] adquiere un estatus independiente y no lo consideran ya
algo por ellos creado para satisfacer una común necesidad social […], sino una
11
Para una revisión de la literatura en torno al concepto de alienación, consultar:
Leopold (2022) y Gilabert (2020).
ley o institución objetiva que, por propio derecho, posee autoridad imper-
sonal, eterna, como las leyes inalterables de la naturaleza» (ibid.: 136).
Así las cosas, según Marx (2013: 135) las clases trabajadoras son alie-
nadas al ser dirigidas como piezas de un gran engranaje hacia metas econó-
micas y productivas ajenas a sus propias metas o fines, y que, además, son
dictadas por el sistema de mercado y por los capitalistas («un poder indepen-
diente del productor»), alejando a las personas de su esencia y naturaleza
humana. Para Marx (1974), en el sistema capitalista la sociedad, su armonía y
la acción común quedan subordinadas a los apetitos y a las pugnas entre indi-
viduos escindidos de otros, cuyo orden se mantiene solo a través de la domi-
nación directa de unos sobre otros, o bien a través de la dominación indirecta
basada en señales impersonales del mercado —que no podemos controlar y se
transforman en poderes ajenos a la humanidad—.
Bajo las fuerzas del mercado, Marx cree que las personas «quedan irreme-
diablemente separados así los unos de los otros por un egoísmo radical, tan
hondo y deformante que en cada hombre lo específicamente humano queda
subordinado a lo genéricamente animal, a lo puramente individual. […] la
esencia a la existencia y la sociedad se disuelve en una pluralidad de átomos
aislados» (Rubio Llorente, 2013: 43). En palabras de Marx, la división del trabajo
y el uso del dinero son alienantes y generan una colaboración torcida, en cuanto:
12
Véase: Buchanan (1979) y Jaeggi (2014). Para Marx, la alienación del trabajo en el
capitalismo consiste en que «el trabajo es externo al trabajador, es decir, no pertenece a su
ser; en que en su trabajo, el trabajador no se afirma, sino que se niega; no se siente feliz,
sino desgraciado; no desarrolla una libre energía física y espiritual sino que mortifica su
cuerpo y arruina su espíritu. […] para el trabajador se muestra la exterioridad del trabajo
en que este no es suyo, sino de otro, que no le pertenece; en cuando está en él no se
pertenece a sí mismo, sino a otro. […] la actividad del trabajador no es su propia
actividad. Pertenece a otro, es la pérdida de sí mismo» (Marx, 2013: 139).
13
Según Marx: «la división del trabajo hace al obrero cada vez más unilateral y más
dependiente, pues acarrea consigo la competencia no solo de los hombres, sino
también de las maquinas. … la división del trabajo … empobrece al obrero hasta
reducirlo a máquina» (Marx, 2013: 71, 73).
14
Para ver la importancia del trabajo como actividad humana vital que permite realizar
al ser y como este es la dimensión esencial del ser genérico (su esencia) consultar:
Toretta y Donizetti (2019). El trabajo no alienado «tiene una dimensión ontológica
formadora del ser social … el trabajo [para Marx] es uno de los presupuestos
fundamentales en la formación y en la constitución del ser social, pero en las relaciones
sociales capitalistas ocurre el proceso de alienación del trabajador» (ibidem: 381).
15
Dicho de otra forma: «Ciertamente, en la filosofía desarrollada por Marx, solo con la
supresión de las relaciones sociales capitalistas y la superación de la propiedad privada
por medio del comunismo sería posible en la historia el retorno del hombre al propio
hombre, o sea, la superación de la alienación humana y el desarrollo de su personalidad
como hombre social, lo que posibilitaría su emancipación humana» (Toretta y
Donizetti, 2019: 384).
En síntesis, no cabe duda de que Karl Marx (1974, 1977, 2010, 2013),
a lo largo de todos sus trabajos, propuso una visión humanista y liberadora
consistente de la sociedad, la cual podría ser alcanzada solo a través de la
«supresión» (Marx, 2013: 213) o eliminación de la propiedad privada y una
marginación de los mercados para optar por la planificación racional como
medio para coordinar al sistema económico (Arnold, 1989; véase en detalle
la sección 3 de este ensayo). Para Marx (1977), si deseamos que la sociedad
postcapitalista sea no alienante, esta no puede tener un sistema de mercado
y de precios para coordinar la producción y el trabajo16. Si el socialismo ha
de ser un sistema en el cual la alienación ha sido efectivamente erradicada,
se requiere la eliminación de la producción mercantil (producción para el
mercado y para la generación de utilidad) y, como consecuencia, la aboli-
ción de la propiedad privada por la institución de la colectivización y la
racionalización que reemplace a la espontaneidad del mercado (Marx,
1974)17.
16
En palabras de Marx: «El presupuesto necesario del intercambio es la propiedad privada.
[…] la división del trabajo y el intercambio descansan sobre la propiedad privada» (Marx,
2013: 213); y, por ende, «en el seno de una sociedad colectivista, basada en la propiedad
común de los medios de producción, los productores no cambian sus productos; el
trabajo invertido en los productos no se presenta aquí, tampoco, como valor de estos
productos […] los trabajos individuales no forman ya parte integrante del trabajo
común mediante un rodeo [el mercado], sino directamente» (Marx, 1977: 11, énfasis
añadido).
17
Véase Engels: «Solo la organización consciente de la producción social, en la que la
producción y la distribución se llevan a cabo de forma planificada, puede elevar al
hombre por encima del resto del mundo animal en lo que se refiere al aspecto social»
(Engels, 1976: 15, énfasis añadido).
18
Para ver el estatus y el rol de la violencia en el pensamiento de Marx y en su teoría de
la revolución ver: Singh (1989) y Miller (1984).
19
Según Marx, «entre la sociedad capitalista y la sociedad comunista media el período de
la transformación revolucionaria de la primera en la segunda. A este período corresponde
también un período político de transición, cuyo Estado no puede ser otro que la
dictadura revolucionaria del proletariado» (Marx, 1977: 19).
20
En dicha sociedad socialista, «solo quedaba el recurso de la violencia, y ella, a fin de
cuentas, se destruiría a sí misma, pues una sociedad erigida por la espada, aun cuando
inicialmente la justicia estuviera de su lado, no podía dejar de convertirse en una
tiranía de la clase victoriosa —aun cuando esta fuera la de los trabajadores— sobre el
resto, lo que resultaría incompatible con aquella igualdad humana que el verdadero
socialismo procuraba establecer» (Berlin, 2018: 146).
2. EL PROBLEMA DE LA PLANIFICACIÓN
21
La conexión entre reconfigurar los derechos de propiedad de los medios de producción
y la planificación central de la economía era reconocida como evidente por Engels:
«La toma de los medios de producción por parte de la sociedad pone fin a la producción
de mercancías (es decir, a la producción para el intercambio) […]. La anarquía en la
producción social es reemplazada por una organización consciente sobre una base
planificada» (Engels, 1939: 309).
22
Para Marx: «La centralización nacional de los medios de producción se convertirá en
la base natural de una sociedad que consistirá en una asociación de productores libres
e iguales que actúan conscientemente de acuerdo con un plan racional y general»
(Marx, n.d.: 241, citado en Arnold, 1989: 168).
político y jurídico soberano que dirima, elija y posea el control para reasignar
dichos derechos de propiedad a voluntad (Hodgson, 2019). En palabras de
Albert Schäffle (citado en Hodgson, 2007):
Pero lo que es imposible, para todos los tiempos, es una improvisación democrá-
tica y una producción exclusivamente colectiva sin manos firmes que la gobiernen
y sin responsabilidad individual inmediata o intereses materiales por parte de los
participantes en la producción […] [la] producción colectiva, la panacea universal
de los socialdemócratas, sería completamente imposible a menos que la autoridad
más cuidadosamente graduada fuera otorgada a los distintos órganos de gobierno
corporativo; formas de autoridad que deben extenderse desde las partes más bajas
a las más altas y centrales del sistema productivo (Hodgson, 2007: 119).
23
Marx, en El Manifiesto comunista reconoce la necesidad de una «obligación de trabajo
para todas las personas», y, para los niños, una «combinación de la educación con la
producción material»; es decir, trabajo obligado y guiado para todos bajo el régimen
socialista (Marx y Engels, 2019: 75).
IV. CONCLUSIONES
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