Experiencia Humana Intencionalidad

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LA EXPERIENCIA HUMANA Y LA INTENCIONALIDAD

CONSTITUYENTE DEL HUSSERL IDEALISTA *

Husserl —incluso en su período idealista— y Sto. Tomás coinciden


en que el punto de partida del conocer humano tiene que hallarse
en la experiencia; más aún, en la experiencia de los sentidos externos.
Así, encontramos en las Ideas relativas a una fenomenología pura
y una filosofía fenomenológica, más conocidas por Ideen 1 (1913) , que
"El conocimiento natural empieza con la experiencia y permanece den-
"tro de la experiencia. Dentro de la actitud teórica que llamamos `na-
"tural', queda, pues designado el horizonte entero de las indagaciones
"posibles con una sola palabra: es el mundo" 1.
En los entes del mundo encuentra como inseparables el hecho y
la esencia 2, y muestra cómo éstas pueden clasificarse en categorías
o supremos géneros.
En el § 30, titulado "La tesis general de la actitud natural", resu-
me su posición diciendo: "La 'realidad' la encuentro ( . . . ) como es-
"tanda ahí delante y la tomo tal como se me da, también como estando
"ahí. Ningún dudar de datos del mundo natural, ni ningún rechazar-
"lo, altera en nada la tesis general de la actitud natural" 3.
Pero una conversión radical de actitud se inicia súbitamente en
el § 31: "Cambio radical de la tesis natural. La «desconexión», la «co-
locación entre paréntesis»". Adopta —sin fundarla por el momento—
la duda universal como instrumento metódico 4 y llega a decir: "El
"intento de duda universal pertenece al reino de nuestra absoluta li-
"bertad: podemos intentar dudar de todas y cada una de las cosas, por
* Comunicación presentada en la Semana Tomista, de la Sociedad Tomista Argentina,
Bs. Aires, agosto de 1974.
1 Hemos utilizado la 2a. edic. castell., México, 1962; § 1, p. 17.
2 Op. cit., § 2, pp. 18/20.
Op. cit., p. 69.
4 Op. Cit., p. 70.

SAPIENTIA 1976, Vol. XXXI


30 JUAN ALFREDO CASAUBÓN

"firmemente convencidos que estemos de ellas, por seguros que este-


"mos de ellas en una evidencia adecuada" 5. Parece tratarse de un
mero acto de libertad.
Agrega: "Consideremos lo que se implica en la esencia de un acto
"semejante. Quien intente dudar, intenta dudar de algún «ser», o,
"predicativamente explícito, de un «¡eso es!», «¡así sucede!», etc. (. . .)
"Esto es, patentemente, transportable del dudar al intento de dudar.
"Es, además, claro que no podemos dudar de un ser y en el mismo acto
"de conciencia (. . . ) hacer partícipe de la tesis al sustrato de este ser
"o tener conciencia de él con el carácter del «adelante». O, expresado
"en forma equivalente: no podemos dudar y tener por cierta a la vez
"la misma materia de ser. Asimismo, es claro que el intento de dudar
"de algo de que tenemos conciencia como estando ahí delante aca-
"rrea necesariamente cierta abolición de la tesis (. . .)". Pero explica:
4‘
No abandonamos la tesis que hemos practicado, no hacemos cava-
.

"biar en nada nuestra convicción (. . .) . Y, sin embargo, experimenta


"la tesis una modificación —mientras sigue siendo la que es, la pone-
"mos, por decirlo así, «fuera de juego», la «desconectamos», la «coloca-
"mos entre paréntesis»" 6. Añade más adelante: "Con referencia a
"toda tesis podemos, y con plena libertad, practicar esta peculiar broxii,
"un cierto abstenerse de juzgar, que es conciliable con la convicción no
"quebrantada, y en' casos inquebrantable, por evidente, de la ver-
"dad" 7 .
Aclara enseguida que: " . . . nada se opone a hablar correlativa-
"mente de colocar entre paréntesis también por respecto a una obje-
"tividad susceptible de ser objeto de posición (. . .) . En este caso, se
"entiende es desconectable toda tesis referente a esta objetividad" 8.
El § 32 lleva por título el de "La lroxiri fenomenológica". Explica
"que nos de por colocarlo entre paréntesis". Expresa luego que: "prac-
"tico la fenomenológica» que me cierra completamente todo jui-
cio.; se trata, pues, de una epojé limitada: "Ponemos fuera de juego la
"tesis general inherente a la esencia de la actitud natural. Colocamos
"entre paréntesis todas y cada una de las cosas abarcadas en sentido
"óntico por esta tesis, así, pues, este mundo natural entero, que está
"constantemente «para nosotros ahí adelante» y que seguirá estándolo
"permanentemente, como «realidad» de que tenemos conciencia, aun-
"que nos dé por colocarlo entre paréntesis". Expresa luego que: "prac-
"tico la diroxi'l fenomenológica» que me cierra completamente todo jui-
"cio sobre existencias en el espacio y en el tiempo".
5 Ibid.
6 op. cit., p. 71.
7 O. cit., p. 72.
8 Op. cit., pp. 72-3.
LA INTENCIONALIDAD CONSTITUYENTE DEL HUSSERL IDEALISTA 31

Termina el parágrafo diciendo: "El mundo entero, puesto en


"actitud natural, con que nos encontramos realmente en la experien-
"cia, tomado plenamente «libre de teorías», tal como sé tiene real ex-
"periencia de él, como consta claramente en la concatenación de las ex.-
"periencias, no vale para nosotros ahora nada. [sic]; sin ponerlo a prue-
"ba, pero también sin discutirlo, debe quedar colocado entre parén-
"tesis" 9 .
En el § 33 nos introduce en "la conciencia pura" o "trascendental"
como residuo fenomenológico. Porque cabría preguntarse ¿qué queda
a salvo después de esa "desconexión" del mundo todo? El mismo dice:
"¿Qué puede, en efecto, quedar, cuando se ha desconectado el mundo
"entero, contados nosotros mismos con todo cogitare?" (Sin duda, este
"nosotros" y su "cogitare" aluden al yo natural y a los pensamientos
como actos de un yo natural) .
Explica enseguida que no se trta, como algún lector podría creer,
de una desconexión del mundo como hecho, como existencia, para que-
darnos con el mundo como eidos 1°. Dice claramente: " . no vamos
"a seguir ese camino. No se halla en la dirección de él nuestra meta,
"que podemos formular también como la conquista de una nueva re-
"gión del ser, hasta aquí no deslindada en lo que tiene de propio, y
"que, como toda auténtica región, es una región de ser individual" 11 .
Explica el procedimiento para acceder a esta región: "Mantene-
"mos ( . . .) la mirada firmemente dirigida a la esfera de la conciencia
"y estudiamos lo que encontramos de inmanente en ella (. . .) ; la so-
"metemos a un análisis esencial y sistemático ( . . . ) . Lo que nos hace
"falta absolutamente es una cierta visión general de la esencia de la
"conciencia en general" 12 .
Agrega que llegará hasta lo que se ha propuesto, " a saber, la vi-
"sión de que la conciencia tiene de suyo un ser propio, que, en lo que
"tiene de absolutamente propio no resulta afectado por la descone-
"xión fenomenológica. Por ende, queda este ser como 'residuo feno-
"menológico', como una región del ser, en principio sui generis, que
"puede ser de hecho el campo de una nueva ciencia —de la fenomeno-
"logía" 13 .
M ás adelante, en el cap. VI trata de las reducciones fenomenoló-
gicas: de la naturaleza y de los otros espíritus; del propio yo natural;
de la trascendencia de Dios; de la trascendencia de lo eidético, y por

9 op. cit., p. 74.


10 Op. cit., p. 75.
Ibid.
12 O. cit., p. 76.
13 Ibid.
32 JUAN ALFREDO CASAUBÓN

tanto de la lógica pura como mathesis universalis y, por último, de las


disciplinas eidético-materiales.
Quien leyera sólo esta obra de Husserl, y la leyera sólo hasta los
parágrafos 32 y 33 (epojé y "conciencia pura") , podría creer que la
"desconexión" de todo el mundo objetivo o "puesta fuera de juego"
de toda tesis a él referente, es, como lo dice repetidamente Husserl en
el § 31, un puro acto de libertad, algo que pertenece a nuestro libre
albedrío y que, entonces, aparecería como inmotivado, casi como un
juego "a ver qué sale".
Pero quien ya haya leído antes las Investigaciones lógicas (ed.
1913) 14, y su obra, dictada en 1907, Die Idee der Phlinomenologie.
Fünf Vorlesungen 15 ; quien continúe leyendo las Ideen 1 más allá de
los §§ 31 a 33; quien consulte, sobre todo, sus Méditations cartésien-
nes 16 , verá que no es así: no se trata de un acto de pura libertad,
sino que Husserl se vio constreñido a hacerlo por: a) una teoría
peculiar de la sensación externa; b) un deseo de absoluta indubita-
bilidad, y, c) una exigencia de comenzar la filosofía por una evidencia
apodíctica de alcance no ya esencial ni existencial-posible, sino exis-
tencial-actual. Irémoslo viendo:

a) Peculiar teoría de la sensación externa:


Según Husserl —restos, sin duda, de su formación psicologista
y quizá, influencia de Hume— en la sensación externa se dan ciertos
datos hyléticos que no son intencionales ni intencionados de por sí:
son elementos "reales" de la conciencia. De ellos —datos de color, de
forma, etc.— deben distinguirse cuidadosamente el color o la forma
del objeto aparente, y aun este color y esta forma del objeto aparente
no aseguran la realidad en-sí del objeto que aparece. Sólo "animados"
por un acto intencional, aquellos datos hyléticos funcionan como sig-
nos de las cualidades sensibles del objeto aparente.
Husserl, en sus Investigaciones lógicas 17 establece una . an-
"títesis entre percepción adecuada (o intuición en sentido más estric-
"to) , cuya intención perceptiva se dirige exclusivamente a un conte-
"nido presente en realidad en ella, y la percepción inadecuada, mera-
"mente supuesta, cuya intención no encuentra su cumplimiento en el
"contenido presente, antes bien, constituye a través de él la presencia
"personal de algo trascendente, como siempre unilateral y presunti-
"va. En el primer caso, el contenido de la sensación es a la vez el

14 Investigaciones Lógicas, 2a. edic. castell., Rey. de Occid., Madrid, 1967, 2 vol.
15 M. Nijhoff, Haag, 1950.
16 Paris, Vrin, 1953.
17 T. 2, Apéndice, n. 6, p. 567.
LA INTENCIONALIDAD CONSTITUYENTE DEL HUSSERL IDEALISTA 33

"objeto de la percepción (. . .) . En el segundo caso diferéncianse el


"contenido y el objeto. El contenido representa lo que no reside en
"él mismo, pero queda «expuesto» en él, y es, por ende, análogo a él
"en cierto sentido ( . . . ), como por ejemplo, el color de un cuerpo al
"color de la sensación".
Poco más adelante expresa: "Los contenidos de color, de forma,
"etc., de la sensación (vividos) que tenemos en cambio incesante en
"la intuición imaginativa de los «Campos Elíseos» de 13¿icklin y que,
"animados por el carácter de acto de la imaginación, toman la forma
"de la conciencia del objeto imaginativo, son elementos reales de esta
"conciencia. Y no existen de un modo puramente fenoménico e in-
"tencional, sino realmente. Como es natural, no se deberá pasar por
"alto que real no quiere decir existente fuera de la conciencia, sino no
"meramente mentado" 18 . Aunque en este último pasaje hable de
"contenidos de color, de forma, etc." correspondientes a la "intuición
imaginativa", lo mismo cabe decir de aquellos contenidos cuando per-
tenecen a la percepción externa.
Ya lo había dicho antes, en la Inv. VI, § 58 19 , llamando, a esos
contenidos, contenidos primarios, fundamento de todos los demás.
Finalmente, en Ideen 1, § 85 20, Husserl expone: "Ya indicamos
"anteriormente ( . . . ) que la intencionalidad, prescindiendo de sus
"enigmáticas formas y grados, se asemeja a un medio universal que
"encierra en sí todas las vivencias, incluso aquellas que no se caracte-
"rizan como intencionales. En el plano de nuestras consideraciones
"en que nos mantenemos hasta más adelante y que se abstiene de des-
cender a las oscuras profundidades de la conciencia última que cons-
"tituye la temporalidad de todas las vivencias, tomando éstas en cam-
"bio según se ofrecen, como procesos temporales unitarios en la re-
"flexión inmanente, tenemos que distinguir en principio lo siguiente:
"1. Todas las vivencias designadas en las Investigaciones lógicas
"como «contenidos primarios».
"2. Las vivencias o elementos de las vivencias que llevan en sí lo
"específico de la intencionalidad.
"A las primeras pertenecen ciertas vivencias por su sumo género
"unitarias y «sensibles», los «contenidos de la sensación», como datos
"de color, datos de sonido, datos del tacto, etc., etc.; que ya no con-
"fundiremos [sic] con las notas de las cosas que aparecen, el color, la
"aspereza, etc., sino que, antes bien, se «exhiben» vivencialmente por
"medio de aquellos datos. Igualmente, las sensaciones o sentimientos

18 T. 2, Apéndice, n. 8, p. 571.
19 T. 2, pp. 504-5.
20 Edic. cit., pp. 202-7.
34 JUAN ALFREDO CASAUBÓN

"sensibles de placer, dolor, cosquilleo, etc. y también elementos sen-


"sibles de la esfera de los impulsos. Encontramos semejantes datos
"concretos de las vivencias como componentes de vivencias concretas
"más amplias, que en conjunto son intencionales, siéndolo de tal suer-
"te que sobre esos elementos sensibles hay una capa, por decirlo así,
"«animadora», que les da sentido ( . . . ) , capa mediante la cual se pro-
"duce de lo sensible, que en sí no tiene nada de intencionalidad, justo
"la vivencia intencional concreta ( . . . ) . En todo caso, en el dominio
"fenomenológico entero (. . . ) desempeña un papel dominante estas
',
notable dualidad y unidad de la al/ sensible y de la intencio-
"nal ( . . . ) . Hemos menester ( . . . ) de un nuevo término que exprese
"por entero la unidad de la función y para ello elegimos la expresión
"de datos hyléticos, materiales o también simplemente de materias.
"Allí donde se trata de despertar el recuerdo de viejas expresiones
"( ) decimos materias sensibles".
En suma, entre el polo subjetivo del yo y el polo objetivo del
objeto sensible "aparente" se dan, como mediadores, los contenidos
primarios, datos hyléticos o materias sensibles, elementos "reales" de
la conciencia, no de por sí intencionales ni intencionados, y que sólo
"animados" por ulteriores actos noéticos funcionan como signos —for-
males, diríamos quizá, en el lenguaje de Juan de Santo Tomás— en
que se "exhiben" las cualidades sensibles de los objetos.
He aquí una indudable mediatez que quita a la sensación exter-
na su carácter intencional propio y su intuición directa —sin "especies
sensibles expresas"— de la cosa misma en sus cualidades objetivas. Al
admitir esos intermediarios, Husserl está más cerca de Suárez, quien
admite una especie sensible expresa en los sentidos externos, que de
Sto. Tomás, que lo niega, al decir: "el conocimiento de los sentidos
"exteriores se perfecciona por la sola inmutación del sentido por lo
"sensible: el cual sentido, gracias a la forma que en sí se imprime por
"lo sensible, siente; pero de ninguna manera el sentido exterior forma
"para sí alguna forma sensible: esto lo hace la potencia imaginativa,Y
"cuya forma es de algún modo semejante al verbo del intelecto" 21.
A esta primera mediación entre la sensación y el objeto se añade
en Husserl la dubitabilidad de la existencia de éste, al que llama "apa-
rente", quizá por influencia del realismo mediato que se creía inevi-
table por los preconceptos científicos —físicos y psicológicos— intervi-
nientes en el problema: una cosa sería el ente sensible tal como lo per-
cibimos, coloreado, sonoro, etc., y otro el mismo ente en sí, reducido
a partículas y a movimientos mecánicos. Choque entre el Lebenswelt
y el mundo de la Física, que terminará, para Husserl en su último
período, con la admisión de la primacía del primero.

21 (boa. 5, art. 9, ad 2.
LA INTENCIONALIDAD CONSTITUYENTE DEL HUSSERL IDEALISTA 35

b) Deseo de absoluta indubitabilidad:


Ya hacia el final de las Investigaciones lógicas, por lo menos tal
como se vienen publicando desde su segunda edición de 1913, Husserl
muestra que su viraje hacia el idealismo es provocado por un deseo
de absoluta indubitabilidad del conocimiento, propiedad de que ca-
recía la percepción intencional del mundo externo.
Por eso Husserl, en la citada obra, luego de distinguir —como ya
vimos— entre percepción adecuada e inadecuada, dice: "Puedo dudar
"de la verdad de la percepción inadecuada, que da una mera perspec-
"tiva; el objeto intencional no es inmanente al acto aparente; la in-
"tuición existe, pero el objeto mismo que está destinado a cumplirla
"no es una sola cosa con ella. ¿Cómo podría ser evidente para mí que
"existe? Por otra parte, no puedo dudar de la percepción adecuada,
"puramente inmanente, justamente porque en ella no queda resto de
"intención que necesite cumplimiento. Está cumplida toda intención,
"o la intención en todos sus momentos. O, como también podemos
"expresarlo: en esta percepción el objeto no es meramente supuesto
"como existente, sino a la vez dado él mismo y realmente presente en
"ella, y exactamente como aquello que es supuesto. Si pertenece a la
"esencia de la percepción ádecuada que el objeto intuido mismo sea
"real y verdaderamente inherente a ella, esto se expresa de otra mane-
"ra diciendo: sólo la percepción de las propias vivencias reales es in-
"dudablemente evidente" 22 .
En Ideen 1, § DC, precisa 23 : "Si ( . . . ) se trata como aquí, de la
"percepción de cosas, entonces es inherente a su esencia ser percepción
"que matiza o escorza; y, correlativamente, es inherente al sentido de
"su objeto intencional, de la cosa en cuanto dada en ella, ser percep-
"tible sólo por medio de percepciones de tal índole, o sea, de percep-
"ciones que matizan o escorzan". Agrega en el § 44 24 : " . . . A la per-
"cepción de cosas es inherente, además ( ) una cierta inadecuación.
"Una cosa sólo puede darse «por un lado» y esto no quiere decir sólo
"incompletamente, o imperfectamente en un sentido cualquiera, sino
"justo lo que impone la exhibición por medio de matices o escorzos
" ( . . . ) . En general, ( . . . ) todo ser trascendente (.. .) sólo puede
"llegar a darse de un modo análogo al de la cosa, o sea, sólo por me-
"dio de apariencias ( ) . Es también evidente que los contenidos
"mismos de la sensación que matizan o escorzan, y entran como ingre-
"dientes en la vivencia de la percepción de cosas, funcionan a buen
"seguro como matices o escorzos de algo distinto de ellos, pero no se

22 T. 2, Apéndice, n. 6, p. 567.
23 Edic. cit., p. 99.
24 Edic. cit., pp. 99-103.
36 JUAN ALFREDO CASAUBÓN

"dan ellos mismos a su vez por medio de matices o escorzos". Reconoce


más adelante que también las vivencias inmanentes no son nunca com-
pletamente percibidas; pero sostiene que tal imperfección es esencial-
mente distinta de la que radica en la "esencia de la percepción «tras-
cendente», porque la cosa, en ésta, se da "sólo por medio de apa-
riencias".
De manera que lo que hace dubitable la existencia del ente tras-
cendente, para Husserl, en definitiva, no es su darse por partes (puedo
ver una casa por el frente; pero ver, sin embargo, la casa, porque el
frente es una parte suya) , sino su supuesto darse por apariencias, esto
es, por medio de los ya nombrados contenidos primarios o de sensa-
ción, o datos hyléticos, que serían distintos, como cosa a cosa, de las
cualidades del objeto trascendente o aparentemente tal. En suma, esta
segunda causa de la epojé —el deseo de absoluta indubitabilidad— se
reduce, en el fondo, al primero: a la peculiar concepción husserliana
de la sensación - externa; al supuesto mediatismo de tal percepción
sensorial.
Y sus consecuencias serán tales, que verifican lo que previera el P.
Joseph de Tonquédec en su obra La critique de la connaissance 25 :
"Que se tenga cuidado, por tanto: por la descalificación del humilde
"conocimiento sensible, algo universal ha sido afectado: la noción mis-
"ma de conocimiento. La caducidad de una de nuestras facultades las
"marca a todas, quiérase o no, de sospecha. A partir de allí, y en virtud
"de esa sacudida inicial, hemos visto quebrarse, unos después de otros,
"todos los sostenes a los que un realismo inconsecuente trataba de
"adherirse. Una salida nos queda: retroceder hasta el primer anillo de
"esta cadena de errores, y, quebrarlo desde el comienzo, retomando
" pura y simplemente la noción tomista de conocimiento, y aplicarla,
"sin restringirla, a la sensación externa". Es decir —agregamos noso-
tros— ver en la sensación externa, también, un "fieri aliud in quantum
aliud", en que, "sensus in actu est (fit) sensibile in actu": lo inmedia-
tamente dado en la sensación externa son las cualidades de la cosa mis-
ma. Yo los veo a Uds.; no los "constituyo" como entes presuntos a tra-
vés de un telón de "subjetivos" datos hyléticos.
Husserl, por su descalificación de la sensación externa, llega a
decir: "Toda percepción inmanente garantiza necesariamente la exis-
"tencia de su objeto ( ) . Por el contrario, es inherente ( . . . ) a la
"esencia del mundo de las cosas, que en ninguna percepción, por per-
"fecta que sea, se dé dentro de su dominio absoluto, y con esto se ha-
lla en relación esencial el que toda experiencia, por vasta que sea,
"deje abierta la posibilidad de que lo dado, a pesar de la conciencia

25 2a. edic., Paris, Beauchesne, 1929, p. 90.,


LA INTENCIONALIDAD CONSTITUYENTE DEL HUSSERL IDEALISTA 37

"constante de su estar presente en sí mismo, en su propia persona, no


"exista ( . . . ) . Frente a la tesis del mundo, que es una tesis «contin-
,,
gente», se alza, pues, la tesis de mi yo puro y de la vida de este yo,
"que es una tesis «necesaria», absoluta, indubitable" (Ideen I, § 46) 26.

Y esto nos lleva ya a la tercera razón de la epojé:


c) Exigencia de una evidencia apodíctica, de valor existencial-
actual, como punto de partida de la filosofía:
En Médidations cartésiennes, Husserl parece reclamar, como prin-
cipio de la filosofía, una evidencia apodíctica de valor existencial-ac-
tual. Si se tomara la palabra "apodíctica" en el sentido de necesaria,
la única proposicón estrictamente apodíctica con valor existencial- ac-
tual es la de "Dios es"; pero ello es inmediatamente evidente "in se",
no "quoad nos". Mas ocurre que por momentos Husserl habla de
apodíctico" en el sentido de indubitable y, en esos límites, no sobre-
pasaría las exigencias estudiadas en el punto anterior.
Dice, empero, en la obra citada 27: "Es necesario dilucidar la
"expresión certeza absoluta, o, lo que viene a ser lo mismo, la indubi-
"tabilidad absoluta (. . .) . Las evidencias imperfectas son unilaterales,
"relativamente oscuras, indistintas al modo en que las cosas o los "he-
"chos" son dados por ellas "en sí mismos". La «experiencia» está allí,
"por tanto, viciada por elementos de intención significante no llenados
"[remplis] todavía por una intuición correspondiente. El perfecciona-
"miento se opera entonces en una progresión sintética de experiencias
"concordantes ( . . . ) , en la que esas intenciones significantes alcanzan
"el estado de experiencia real que las confirma y llena. La idea corres-
,'
pondiente de perfección sería la idea de evidencia adecuada, sin que
"investiguemos si, en principio, esta idea está o no situada en lo in-
"finito".
"Aunque esta idea no cese de guiar las preocupaciones científicas,
"otro tipo de perfección de la evidencia reviste a los ojos del sabio una.
"dignidad más alta ( . . . ) . Se trata de la apodicticidad. La apodictici-
"dad puede, según los casos, pertenecer a evidencias inadecuadas. Po-
"see una indubitabilidad absoluta de un orden especial y bien deter-
"minado, la que el sabio atribuye a todos los principios (. . .) . El ca-
"rácter fundamental de esta evidencia debe ser descripto como sigue:
"En cada evidencia, el ser o, la determinación de una cosa es cap-
"tado por el espíritu en sí mismo, en el modo de «la cosa misma» y
"con la certeza absoluta que este ser existe, certeza que excluye por
"tanto toda posibilidad de dudar ( . . . ) ; una evidencia apodíctica tie-

26 Edic. cit., pp. 104-107.


27 Paris, Vrin, n. 6, 1953, pp. 12-14.
38 JUAN ALFREDO CASAUBÓN

"ne la particularidad de no ser solamente, en general, certeza de la


"existencia de las cosas o "hechos" evidentes: se revela al mismo tiem-
"po ( . . . ) como la inconcebibilidad absoluta de su no-existencia".
Este texto parece exigir de la "evidencia apodíctica" algo más que
la indubitabilidad: exige la inconcebibilidad de lo que la contradiga.
Ahora bien: para Husserl la evidencia de la existencia del mundo
no es apodíctica 28 : " . . . está claro que la experiencia sensible uni-
',
versal, en cuya evidencia el mundo nos es perpetuamente dado, no
"podría ser considerada sin más como apodíctica, es decir, como ex-
"cluyendo de manera absoluta la posibilidad de dudar de la existencia.
"del mundo, es decir, la posibilidad de su no-existencia. Una experien-
"cia inividual puede perder su valor y verse degradar a simple aparien-
"cia. Más aún, todo conjunto de experiencias cuya unidad podemos
"abrazar, puede revelarse como simple apariencia y no ser sino un
"«sueño coherente»". Dejemos de lado algunas imperfecciones técnicas
de este pasaje, y el hecho de la admisión de la posibilidad de que toda
la experiencia del mundo sea un "sueño coherente". (El concepto
de sueño, ¿no implica por esencia la existencia real y no soñada de un
soñador, que no sea "yo puro", sino cuerpo imaginante y senciente,
lo que a su vez implica la existencia total del mundo de los cuerpos?) .
Sigamos con Husserl. Se cree éste obligado a concluir lo siguiente:
"Hagamos aquí, siguiendo a Descartes, la gran vuelta sobre sí mismo
"que, correctamente efectuada, lleva a la subjetividad trascendental:
"la vuelta sobre el ego cogito, dominio último y apodícticamente cier-
"to sobre el cual debe ser fundada toda filosofia radical (. . .) . Si, co-
"mo puedo hacerlo libremente ( . . . ) , me abstengo de toda creencia
"empírica, de modo que la existencia del mundo empírico no sea más
"válida para mí, esta abstención es lo que es, y queda incluida en toda.
"mi vida perceptiva ( . . . ) ; esta universal desvalorización, esta «inhibi-
"ción» de todas las actitudes que podemos tomar respecto del mundo
"objetivo ( . . . ) o (. . . ), como se acostumbra a decir, esta diroxil fe-
"nomenológica» ( . . . ) no nos colocan ante una pura nada. Loque,
"por el contrario, deviene nuestro ( . . . ) es mi vida pura con el con-
"junto de sus estados vividos puros y de sus objetos intencionales" 29 .
Hagamos una observación esencial: sería un error creer que este
acceso a un "yo puro" equivale a quedarse con las actividades pura-
mente espirituales —inteligencia y voluntad— del hombre y dejar de
lado las sensibles. No hay tal: el "yo puro" husserliano no sólo incluye
actos intelectivos y volitivos sino también toda la corriente temporal
de las vivencias sensibles e imaginativas, sólo que consideradas como
"independientes" de todo yo natural en el mundo y de toda vivencia

28 Méditations cartésiennes, n. 7, edic. cit., p. 15.


29 op. cit., n. 8, pp. 16-18.
LA INTENCIONALIDAD CONSTITUYENTE DEL HUSSERL IDEALISTA 39

psíquica adscripta a ese yo en el mundo. Ocurre así que, por un proce-


dimiento meramente lógico —abstención, epojé— cree Husserl que
accede a una esfera realmente independiente de "vida pura", como si
la mera "desconexión" significada, pensada equivaliera a una "desco-
nexión" ejercida, real, efectiva. Es evidente que una desconexión efec-
tiva con el mundo no nos haría acceder a ningún yo trascendental sino
a la inconsciencia del anestesiado, o, mejor, a la muerte. Es muy có-
modo "desconectar" el mundo y el yo natural y quedarse, sin embargo,
con los datos hyléticos de la sensación y de la imaginación, con la con-
siguiente temporalidad inmanente y con la llamada "génesis pasiva",
sin preguntarse antes si las "indubitables" vivencias inmanentes no
dependerán realmente del influjo del mundo y de nuestro cuerpo co-
mo «substractum».
Dice Husserl: "Si yo considero en su pureza lo que, por la libre
"broxii respecto de la existencia del mundo empírico, se ofrece a mi
"mirada, sujeto meditante, capto un hecho significativo: ocurre que
"yo mismo y mi vida propia permanecen intactas [sic] ( . . . ) sea lo
"que fuere de la existencia o de la no-existencia del mundo, y cual-,
"quiera que sea el juicio que emita sobre este tema (. . . ) . Para mí, su-
"jeto meditante, ubicado y persistido en la É oxi, y poniéndome así
"como fuente exclusiva de todas las afirmaciones y de todas las jiistifi-
"caciones objetivas, no hay ni yo psicológico, ni fenómenos psíquicos
"en sentido de la psicología, es decir, comprendidos como elementos
"reales de entes humanos. Por la fenomenológica, reduzco mi yo
"humano natural y mi vida psíquica —campo de mi experiencia psi-
"cológica interna— a mi yo trascendental y fenomenológico. El mundo
"objetivo que existe para mí ( . . . ) toma todo. su sentido y todo su
"valor existencial en mí; los toma de mi yo trascendental" 30 .
Cabría aquí anotar que el sentido y valor de la última y terminan-
te frase citada depende del que se de al verbo "toma": si por "toma"
se quiere decir "es reconocido en acto", nada habría que objetar, pero
estaríamos en un realismo; pero si por "toma" se entiende "recibe",
entonces estamos en un inaceptable —como veremos— idealismo cons-
tituyente.
Pasa luego Husserl al concepto de trascendencia del mundo 81:
"Este concepto de trascendental y su correlativo, el concepto de tras-
"cendente, deberemos obtenerlos exclusivamente en nuestra propia
"mostración filosófica. Notemos que, aunque el yo reducido no es una
"parte del mundo, de igual manera, el mundo y los objetos del mundo
"no son partes reales de mi yo. Esta trascendencia pertenece al sentido
"específico del ser del mundo, aunque no podamos dar a ese «mundo»

30 Op. cit., n. 11, p. 21.


31 Op. cit., n. 11, pp. 22-3.
40 JUAN ALFREDO CÁSAUBÓN

"y a sus determinaciones ningún otro sentido que el que extraemos de


"nuestras experiencias, representaciones, pensamientos, juicios de va-
"lor y acciones; de igual manera, no podemos justificar la atribución
"a ese mundo de una existencia evidente sino partiendo de nuestras
"propias evidencias y de nuestros propios actos. Si esta «trascendencia»
"de inherencia irreal (irreellen Beschlossenseins) pertenece al sentido
"propio del mundo, entonces el yo mismo, que lleva en sí al mundo a
"título de unidad de sentido y que por ello mismo le es una premisa
"necesaria, ese yo se llama trascendental en el sentido fenomenológico
"de este término . . . ".
Es decir, que la "trascendencia" del mundo es un sentido puesto
por el yo trascendental. Por eso, Husserl, en el parágrafo 12 de la obra
citada 31big, dice que no se trata de abandonar la idea cartesiana de
una justificación de todas las ciencias en la subjetividad trascendental;
pero que "en lugar de utilizar el ego cogito como una premisa apodíc-
"ticamente cierta para raciocinios que deberían llevarnos a una subje-
"tividad trascendente, llevaremos nuestra atención sobre lo siguiente:
"a los ojos del filósofo que medita, la fenomenológica libera una
"esfera nueva infinita de existencia, que puede ser alcanzada por una
"experiencia nueva, la experiencia trascendental".
Se refiere luego, en el parágrafo 14 a La corriente de las "cogit-
tiones". "Cogito" y "cogitatum", y dice al final del mismo: "Por una
"parte, tenemos datos que pertenecen al «mundo», al mundo puesto
"como existente, concebidos como elementos psíquicos del hombre.
"Por el otro lado, incluso con datos paralelos y de contenido idéntico;
"no existe nada de tal; el mundo, en la actitud fenomenológica, no es
"una existencia, sino un simple fenómeno" 32 .
Lo que ocurre entonces es que las actividades cognoscitivo-apre-
hensivas de nuestro yo físico-espiritual pasan a ser concebidas como
otras tantas actividades constituyentes emanadas del "yo trascenden-
tal", y así resulta muy fácil "constituir" un mundo, los otros yos, las
obras de cultura, etc., ya que, en realidad, se está describiendo un pro-
ceso de conocimiento, no de creación, no una auténtica génesis, aun-
que así lo llame Husserl.
Distingue, en efecto, Husserl, una génesis activa y una pasiva 83,
diciendo: "Preguntémonos, en cualidad de sujetos posibles que se re-
"fieren al mundo, cuáles son los principios universales de la génesis
"constitutiva. Se presentan bajo dos formas fundamentales: principios
"de la génesis activa y principios de la génesis pasiva. En el primer ca-
"so el yo interviene como engendrante, creador y constituyente me-

el bis Pp. 23-4.


32 Op. cit., p. 27, "in fine".
83 O. Cit., n. 38, pp. 65-7.
LA INTENCIONALIDAD CONSTITUYENTE DEL Hug^ IDEALISTA 41

"diante los actos específicos del yo. Todas las funciones de la razón
"práctica [sic] en el sentido amplio del término, le pertenecen. En.
"este sentido, la razón lógica es, también ella, práctica ( . . . ) . Mien-
"tras que estas actividades cumplen sus funciones sintéticas, la síntesis
"pasiva, dándoles «la materia», continúa desarrollándose. La cosa dada
"en la intuición pasiva continúa apareciendo en la unidad de la in-
"tuición ( . . . ) . Pero esta última síntesis tiene su 'historia', que se ma-
"nifiesta en ella misma. Es gracias a una génesis universal que yo pue-
"do, yo, el ego, y desde la primera mirada, tener la experiencia de
"una 'cosa' ( . . . ) . Se dice con razón que en nuestra primera infancia
" (atuvo infancia el trasmundano 'yo trascedental'?) hemos debido
"aprender a ver las cosas y que tal aprendizaje debe preceder, desde
"el punto de vista genético, todos los otros modos de tener conciencia
"de las cosas. El campo de la percepción que encontramos «dado» en
"nuestra «primera infancia» no contiene por tanto nada de aquello
"que una simple mirada podría explicitar en «cosa» ( . . . ) ; podemos,
"el ego meditante puede, hundirse en el contenido intencional de los
"fenómenos mismos de la experiencia, y encontrar allí 'reenvíos' in-
"tencionales que llevan a una 'historia'; estos reenvíos permiten reco-
nocer en estos fenómenos 'residuos' de otras formas que les preceden
"esencialmente ( . . . ) ".
"Pero; aquí, encontramos las leyes esenciales de una constitución.
"pasiva de síntesis siempre nuevas que, en parte, precede a toda acti-
"vidad [sic] y, en parte, la comprende [sic]; encontramos una génesis
"pasiva de las apercepciones múltiples, como formaciones persistentes
"de habitus, que aparecen al yo central como datos 'totalmente hechos'
"y que, volviéndose actuales, afectan al yo e inclinan a la acción. Gra-
"cias a estas síntesis pasivas (que engloban también la obra de la sínte-
"sis activa) el yo está siempre rodeado de «objetos»".

II

Hemos ido exponiendo, a medida de nuestro desarrollo de las


ideas de Husserl, algunas objeciones críticas; es hora ya de agruparlas
y de completarlas en una crítica general. La resumiremos en los si-
guientes puntos:
1) La hipótesis del mundo como "sueño coherente" es absurda.
Absurda subjetivamente, pues no advierte la esencial dependencia • de
todo sueño, de. un soñador dotado de un cuerpo senciente e imaginati-
vo. Un espíritu puro no puede soñar. Mas, si para soñar, hay que tener
sentidos, y, para ello, cuerpo, no se puede eliminar el mundo todo de
los cuerpos so pretexto de cualesquiera sueños. Absurda objetivamen-
42 JUAN ALFREDO CASAUBÓN

te, porque los conceptos de sueño, ilusión, alucinación, son conceptos


de algún modo privativos (como el de ceguera) : suponen el concepto
y la realidad de la auténtica sensación, y le quitan algo. Donde todo
fuera sueño ilusión o alucinación —hipótesis absurda, como la vimos,
pues tales fenómenos sólo pueden darse en reales entes corpóreos, sen-
cientes e imaginativos— nada sería reconocido como sueño, ilusión ni
alucinación. (Conf. E. GILSON, El realismo metódico. Vademécum del
realista principiante, n° 21; A. MILLAN PUELLES, La estructura de
la subjetividad. Introducción: Realidad, apariencia y subjetividad) 34 .
Husserl no "pone entre paréntesis" el mundo por un mero acto de li-
bertad, sino por una deficiente concepción de la sensación externa,
mediatista: los "datos hyléticos".

2) La epojé es, pues, innecesaria. El "yo pienso" es, sí, una "cog-
nitio certissima" (Sto. Tomás) ; pero no es verdad apodíctica, sino
asertórica, porque no es necesario que yo piense, aunque sí es necesario
que mientras pienso, efectivamente piense, y por ello sé que existo; y
no podría formularse sin un previo conocimiento directo, cuyo objeto
son los entes mundanos.
3) Como ya lo viera Maritain en Les Degrés du Savoir 35, una
actitud refleja, segunda, no puede "anular" la primera, directa, ni dar
razón del contenido de ese nuestro conocimiento primero y directo.
Los centros subjetivos a que se va llegando por reflexión no pueden
ser transformados en origen de los contenidos directos. Ya lo dijo Gil-
son en su citado libro: "Entre todos los métodos, el más peligroso es
"el «método reflexivo»: el realista se contenta con la reflexión. Cuando
"la reflexión se convierte en método, ya no se limita a ser una refle-
"xión inteligentemente dirigida, sino que pasa a ser una reflexión que
',
constituye a lo real, en cuanto que su orden se convierte en el orden
"de lo real. El método reflexivo, cuando se mantiene fiel a su propia.
"esencia, supone siempre que el último término de la reflexión es tam-
"bien el primer principio de nuestro conocimiento; de donde resulta,
"naturalmente, que el último término del análisis debe contener vir-
"tualmente la totalidad de lo analizado, y, en fin, que lo que no puede
"volver a encontrarse partiendo del último término de la reflexión, o
"no existe o puede ser legítimamente tratado como no existente. Así
"es como el idealista se ve obligado a excluir del conocimiento, e in-
"cluso de la realidad, aquello sin lo cual el conocimiento no existi-
"ría 3°. La "constitución" husserliana es así, reconstitución de lo ya

34 E. GIL§ON, Op. cit., 2a. edic. Castell., Rialp, Madrid, 1952, p. 159. A. MILLAN PUELLES,
Op. cit., Rialp, Madrid, 1967, pp. 16-76.
35 5a. edic., Desclée, Paris, 1958, p. 196.
36 E. GusoN, op. cit, Vademecum, n. 19, p. 158.
LA INTENCIONALIDAD CONSTITUYENTE DEL HUSSERL IDEALISTA 43

unitariamente dado en el conocimiento directo. Con razón dice Sto.


Tomás: "Las primeras cosas entendidas son las cosas fuera del alma,
"hacia las cuales es llevado primariamente el intelecto al entender.
"Lo segundo entendido se llama intenciones que se siguen del modo
"de entender; a esto segundamente entendido el intelecto lo entiende
"en cuanto reflexiona sobre sí mismo, entendiendo que entiende y
"el modo según el cual entiende 37 .
4) Una epojé y unas reducciones meramente significadas, pen-
sadas no pueden engendrar ni revelar una auténtica independencia
entitativa y gnoseológica del "ego cogito" como "yo trascendental".

5) La admisión de una génesis pasiva y de una historia en el "yo


trascendental" revela que éste, sucesivo y en parte pasivo ante la da-
titud de los objetos, no tiene sino una "distinctio rationis" respecto
del yo natural: es el mismo yo natural.
6) En el "yo", trascendental o no, no se halla la razón suficiente
de: a) el ejercicio; b) la especificación de sus actos cognoscitivos di-
rectos, pues no precontiene virtual ni formal-eminentemente lo que
"proyecta" en forma de mundo. Como no somos por identidad for-
mal, ni por identidad causal ni por identidad radical" el objeto.
tenemos que llegar a "serlo" intencionalmente por información desde
el objeto mismo. Por eso dice Sto. Tomás: "Todo conocimiento es
"según alguna forma que en el cognoscente sea el principio del cono-
"cimiento. Tal forma, empero, puede considerarse doblemente: de
"un modo, según la existencia que tiene en el cognoscente; de otro
"modo, según el respecto que tiene hacia la cosa de la que es seme-
"janza. Según el primer respecto, hace al cognoscente que conozca en
"acto [ejercicio]; según el segundo respecto, determina el conocimien-
"to hacia algún cognoscible determinado [especificación]" 39 . Husserl
conoció el obiectum terminativum del conocimiento; pero pretendió
eliminar el obiectum motivum del mismo. Mas esto, intentado por
la epojé, fue, según vimos, una eliminación ilusoria.
Como dijera Cayetano ": "Ahora bien, las naturalezas de las
"cosas no pueden hallarse por sí mismas en el cognoscente (porque la
"piedra no está en el alma) , ni tampoco el cognoscente puede, en ra-
"zón de su sola sustancia finita, ser de una excelencia tal que tenga
"en sí mismo el fundamento para una semejanza definida con la na-

87 De Potentia, q. 7, a. 9, c, princ.
38 I. GREDT, Elemento Philorophiae aristotelico-thomisticae, 9a. edic. rec., t. I, n. 471, .
Schol. 1, p. 366, Barcelona, Herder, 1951.
39 De Verit, 10, 4, C.
40 THOM. DE VIO, CAIETANUS, In / S. Theol., q. 55, a. 3, n. XII.
44 JUAN ALFREDO CASAUBÓN

"turaleza de las cosas cognoscibles según sus determinaciones propias.


"Por consiguiente, puesto que ni el ser natural del cognoscente es la
"determinación de los cognoscibles, ni el ser • natural de éstos se en-
cuentra por sí mismo en el cognoscente, síguese que necesariamente
"había de ser instituido por la naturaleza el ente intencional, por el
"cual el cognoscente es lo cognoscible".
Este es el sentido del ser intencional, que Husserl transforma
en constitución idealística. Además, y esto falta en Husserl porque
no lo recibió de Brentano, las intenciones cognoscitivas suponen las
"intenciones fluentes" o "intencionalidad cosmológico transitiva"
—como se las llamó en una reciente tesis presentada en la Facultad de
Filosofía de la Univ. Católica Argentina—, por las cuales, el ente
mundano, trasmundanamente motivo, llama a la inmanencia de un
cognoscente posible: se trata de un dispararse intencional de los obje-
tos hacia el cognoscente, como a este proceso denominó el R. P. S. Ma.
Ramírez, O. P.41. Algo de ello lo vio la alumna realista de Husserl,
Hedwig Conrad-Martius, quien en su obra El Tiempo, expresa: "Aquí.
"se oculta una problemática todavía no aclarada. Me siento muy inch-
"nada a hablar de una «intencionalidad objetiva», la cual deberá dis-
"tinguirse de la intencionalidad subjetiva de la persona espiritual" 42.
7) Sobre todo, se revela la falencia del método constitutivo en el
problema de los "otros yos" 43 . Recluido Husserl en la mónada de

41 Ortega y el núcleo de su filosofía, ed. Punta Europa, Madrid, 1959, p. 14. Cfr. C.
FABRO, La nozione metafísica di parteciPazione secondo S. Tommaso d'Aquino, Soc. Edit.
Internaz., 2a. edic., Torino, pp. 296-7: "El Angélico habla [...] con insistencia, aunque los
"modernos parezcan haberlo olvidado, de una participación de los cuerpos terrestres en
" las propiedades de los cuerpos celestes y de las sustancias separadas; según esta participación
" el cuerpo no se reduce a ser sujeto de generación y corrupción y solamente prinCipio de
" acciones y pasiones corpóreas, sino que alcanza a producir en el "mediuxn" físico una
" inmutación intencional que es semejanza de la forma y existe ante todo en vista del acto
"de la visión espiritual. El estímulo físico trae consigo, a través del «medium»,
" al órgano del sentido, la «similitudo» de que se habla, y mientras el estímulo físico
" modifica físicamente el órgano, aquella «similitudo», por él llevada, modifica gnoseoló-
" gicamente la facultad, informándola [...]". Y a continuación cita el autor el siguiente
texto de Sto. Tomás (traducimos) : "Debe saberse que el cuerpo tiene una doble acción;
" una, a saber, según la propiedad del cuerpo, como por ejemplo el obrar por el movimiento
"<esto, en efecto, es propio del cuerpo, el que, rmovido, mueva y ,obre); empero, tiene otra
" acción según llega hasta [attingit] el orden de las sustancias- separadas y participa en
" algo del modo de las mismas, así como las naturalezas inferiores acostumbran participar
"algo de la propiedad de las naturalezas superiores, como aparece en ciertos animales,
" que participan de alguna semejanza de la prudencia, la cual es propia del hombre. Esta
"es una acción del cuerpo que no tiene Por fin la tranismutación de la materia, sino el
" de cierta difusión de la semejanza de su forma en el medio, según la semejanza de la
" intención espiritual que es recibida, de la cosa, en el sentido o en el intelecto, y de esta
" manera el sol ilumina el aire, y el color multiplica su «species, en el medio" (De Potentia,
q. 5, a. 8) .
42 Edic. castell. Rey. de Occidente, Madrid, 1958, p. 350, nota 16.
43 S. PÉREz-ESPEjo, La reducción trascendental y el problema del alter ego en las
"Meditaciones cartesianas" de Husserl, Athenas-Ediciones, Cartagena, (España) , 1959, passim.
LA INTENCIONALIDAD CONSTITUYENTE DEL HUSSERL IDEALISTA 45

su "yo" trascendental", se pregunta cómo conoce a los otros yos. Sos-


tiene que, reducido a su "esfera de pertenencia", ve aparecer en ella
o «ante» ella los cuerpos de los otros; y que en tales cuerpos capta,
como en un signo "in quo" en nuestra terminología, la subjetividad
que se revela y oculta en los mismos. De acuerdo; pero, o bien esos
cuerpos son mera constitución de mi yo, y por lo tanto no pueden
ser indicio del aparecer, frente a mí, de reales subjetividades ajenas;
o no lo son, sino que aprehendo de algún modo los reales y efectivos
cuerpos de los otros; pero entonces, ¿cómo no admitir también la
indubitable cognoscibilidad y existencia del mundo todo de los cuer-
pos, humanos o no humanos, sensitivos o no sensitivos, vivientes o no
vivientes, esto es, del mundo entero? Y, con ello, toda la epojé y todo
el idealismo se hunden.
8) Fracasa, pues, Husserl, como idealista constituyente; no de-
duce ni construye el mundo, los otros yos ni los objetos culturales; só-
lo describe sus apareceres, poniendo "constitución" en donde el rea-
lista diría "aprehensión".
9) Sólo sería aceptable el término "constitución" si se refiriera
a la actualización de la inteligibilidad potencial del objeto, y a las
"segundas intenciones", en cuyo reino hay, sí, "opera constituta" 44 .
Pero ellas, como segundas, presuponen el ser en sí de las cosas como
algo previamente conocido.
10) Por eso, no extraña la aparición de una última etapa en Hus-
serl, conocida sólo a través de sus inéditos. Ya no sólo en una de sus
últimas obras 45 dijo: "pasó el sueño de la filosofía como ciencia ri-
gurosa", sino que, al menos según L. Robberechts 46 , la última fi-
losofía de Husserl habría aceptado: a) La primacía del Lebenswelt
sobre el mundo construído de la Física matemática; b) que hay cer-
tidumbre del mundo en general aunque no de cada cosa en particu-
lar; c) que la temporalidad y la praxis tienen importancia grande y
decisiva; d) que mi cuerpo es sujeto de conocimiento; e) que la Ra-
zón idealista trascendental de su período típico debe dejar su lugar
a una razón histórica y universal, no como hipóstasis, sino como cola-
boración de razones individuales en el devenir de la humanidad.

44 Cfr. R. W. SCHMIDT, S.J., .The domain of Logic according to Saint Thomas A quinas,
M. Nijhoff, The Hague, 1966, p. 122 ss. Es lo mejor sobre el objeto de la Lógica en
Sto. Tomás.
45 Die Krisis der europdischen Wissenschaften und die transzendentales Phdnomenologie
(1936) , en Husserliana, publ. por W. Biemel, M. Nijhoff, Haag, 1954.
46 El pensamiento de Husserl, trad., castell., F. de Cult. Econ., México, 1968; original
francés, Husserl, Éclitions Universitaires, Paris, 1964, passirn. Conf. Louis JUGNET, Problémes
et grands courants de la Philosophie, 2a. ed., 1974, p. 144.
46 JUAN ALFREDO CASAUBÓN

Si esto es así, cabe decir que Husserl, antes de morir al parecer


con cristiana muerte 47, se acercó mucho al Heidegger de Sein und
Zeit, al Merleau-Ponty de la Phénoménologie de la perception y a
Ortega con su raciohistoricismo. Pero Sto. Tomás, desde su altura,
incluye y domina todo lo verdadero de este período "raciohistoricista"
de Husserl, como también todo lo verdadero de los demás períodos
husserlianos: el psicologista, el objetivista y el idealista. Porque Sto.
Tomás es el metafísico del ente en cuanto ente, y del esse en el ente,
y fuera del ente y del esse, nada hay 48. Y es sabido que "sapientis
est ordinare" 49 .

JUAN ALFREDO CASAUBON

47 Cfr. Edith, Stein, par une moniale frangaise, Édit. du Seuil, Paris, 1954, pp. 164-165;
J. M. OESTERREICSER, Sept Philotsophes juifs devant le Christ, Paris, Les éditions du. Cerf,
1955, pp. 165-166; original inglés, Walls are crumbling. Seven Jewish Philosophers disco-ver
Christ, The Devin-Adair Co., N. York, 1952.
48 Cfr. C. FABRO, La nozione metafisica de parteciPazione secondo S. Tommaso
d'Aquino, ed. cit.; el mismo, Participation et Causalité, Louvain-Paris, 1961.
49 /n 1 Ethic., lect. 1, n. 1.

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