Perarnau Magazine - 14
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#14
diciembre/2014
TÉVEZ,
gambeteando
la adversidad
MONK,
ADN Swansea
OERTER,
discóbolo
perfecto
TU DESTINO
Pocos deportistas son verdaderos dueños de su destino. De hecho, nin-
guno ha conseguido serlo. Si acaso, varios se han acercado a ese domi-
nio sobre su cuerpo y mente que les ha permitido manejar los avatares
del azar. En esta decimocuarta entrega de nuestro club de lectura nos
encontramos con dos ejemplos opuestos y extremos.
Martí Perarnau
GAMBETEANDO LA ADVERSIDAD.
CARLOS TÉVEZ���������������������������������������������������������4
DELANTERAS MÍTICAS���������������������������������������119
EL DISCÓBOLO PERFECTO��������������������������������158
AUTORES��������������������������������������������������������������165
GAMBETEANDO
LA ADVERSIDAD
CARLOS TÉVEZ
Pero las gambetas de Tévez no solo eran con el cuero en los pies, sino tam-
bién en su vida diaria. Esa imagen de autosuperación frente a los miles de
problemas no es más que una excepción a la regla en un marco que invita a
otros horizontes. El fútbol es el mecanismo de escape, pero solo está reser-
vado para unos pocos. Y el ejemplo más nítido de esto está en Darío Coronel,
el Guacho Cabañas, compadre de Carlitos tanto en Santa Clara como en All
Boys. Mientras que uno logró jugar en Primera División, ser transferido a Eu-
ropa, jugar Mundiales y hacerse multimillonario, el otro se suicidó antes de
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ser alcanzado por las balas de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en
una de las tantas persecuciones de las que había sido protagonista el chico
de apenas 17 años.
Cabañas se había ganado su mote porque era paraguayo igual que el fut-
bolista que a comienzos de los ’90 era el centrodelantero de Boca, Roberto
Cabañas. La opinión es unánime: todos los que los vieron jugar sentencian
sin ningún tipo de dudas que el mejor de ambos era el Guacho Cabañas, que
tenía más técnica, más pasta. Uno era centrodelantero, el otro enganche.
Se amaban y se odiaban, competían por todo entre ellos, pero luego daban
siempre la cara por el equipo. Juntos fueron a probarse a Vélez y solo quedó
Cabañas. El volante central de la famosa categoría 84 de All Boys, quien
pasó cuatro años en prisión y fue liberado el año pasado, se ganó muchos
insultos de parte de Tévez porque no le pasaba la pelota. “¿Vos qué habrías
hecho? El goleador era Cabañas, el mejor jugador del equipo, y yo prefería
pasársela a él antes que a Tévez”, le comentó Carlos Pérez al periodista Na-
huel Gallotta el año pasado.
Pero mientras que Tévez, hasta ahí Carlos Martínez, tenía contención en su
hogar, Cabañas vivía lo contrario. Su madre y sus hermanos se volvieron
a Paraguay cuando él tenía 12 años. Quedó a cargo de la ex pareja de su
mamá, un hombre golpeador y alcohólico. A partir de allí su vida cambió. La
pelota seguía siendo su pasión, pero también se acercó a la droga y la de-
lincuencia. Fue dejado libre en Vélez por sus constantes faltas, pese a que
lo veían con potencial para ser el futuro ‘8’ de la Selección. Cuenta Didí, el
técnico de Santa Clara, que en el verano del 2001 lo vio llorando a Caba-
ñas. Tévez había sido convocado al Sub 17 y él explotó: “Cómo puede ser,
explicame. Yo no puedo entender cómo ese “pelotudo…, cómo ese pelotu-
do” –por Tévez– “llegó a primera y a mí me está buscando toda la policía…
me quieren matar, Didí. Si yo jugaba mejor, vos sabés, Didí, cómo jugaba yo.
Y mirame cómo estoy. Todo el día con esto”, ‘esto’ se refería a una bolsa con
pegamento. Pocos días después, el Guacho Cabañas encontraría su final.
La Policía Bonaerense lo tenía en la mira por la muerte de un oficial. Tras
un robo en un bingo de la zona comenzaron a perseguirlo, él sabía que si lo
encontraban lo mataban, por el crimen del oficial. Es un código no escrito
que aquel que mata a un policía se convierte en “carta blanca” para la fuer-
za policial. Cabañas siempre había dicho que antes de morir a manos de un
policía prefería suicidarse, y así fue. Acorralado, cuando ya no tenía esca-
patoria se pegó un tiro en la sien. Tenía 17 años. La crónica de Gallotta “El
otro Tévez” es espectacular y detalla a la perfección el caso del chico que
era mejor que el crack de la Juve y terminó de la peor forma.
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BOCA GOLPEA A LA PUERTA
Para un club como All Boys retener en inferiores a un jugador de calidad de
Tévez se hace complicado. Los scouts de los equipos más grandes (en ese
momento el Albo estaba militando en categorías de ascenso) están atentos
y toman nota de esas joyas que no fueron captadas. Al joven de Fuerte Apa-
che lo querían varios grandes, la categoría 84 de All Boys era reconocida en
el mundo de inferiores y se sabía que tarde o temprano se iría. Sin embargo,
se mantuvo más de lo que muchos hubieran pensado, Carlos Martínez era
agradecido al club que le había dado su chance. Ramón Maddoni, un recono-
cido captador de talentos, intentó llevarlo a Argentinos Juniors, pero Carlos
se negó. Cuando Maddoni desembarcó en Boca, la tentación era otra. Sin
embargo, All Boys no daba el brazo a torcer. La maniobra urdida por el polé-
mico Maddoni llevó al chico a cambiarse el apellido (se puso Tévez, apellido
de la pareja de su tía) y así lo ficharon como si fuera otro jugador. Los Albos
reclamarían más adelante y serían resarcidos económicamente, pero Tévez
se fue a Boca.
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Al mismo tiempo empezaba a ser un habitual jugador en las convocatorias
de Marcelo Bielsa. Para el Loco, el Apache era ‘9’ de área y así lo ubicaba en
ese 3-3-1-3. Tévez respondía con goles claves en la Copa América de Perú
(derrota en la final por penales ante Brasil) y en los Juegos Olímpicos de Ate-
nas, donde fue goleador en la primera consagración en la competencia de la
Argentina, único título de Bielsa con el combinado nacional. El joven delan-
tero venía meses antes de quedarse a las puertas de otra consagración en la
Libertadores: Boca perdió la final ante Once Caldas, pero se dio el gustazo
enorme de eliminar a River en semifinales. Tévez anotó un gol y se fue expul-
sado por una celebración con cargada para el público riverplatense.
Todo fue muy rápido para la joven promesa de Boca. En poco más de un año
en la Primera del equipo de la Ribera se había hecho figura y campeón de
América y del Mundo. Partidos en la Selección, goles, fama e incluso empezó
a salir con una modelo que estaba en las tapas de las revistas del corazón.
¿Cómo no explotar? En algún momento debía sufrir un bajón en su rendi-
miento y ese llegó en el segundo semestre del 2004. Pese a su caída en el
nivel volvió a levantar una copa continental, en este caso la Copa Sudameri-
cana. El semestre igual había sido con demasiados altibajos y el jugador for-
zó su salida del club. Un año antes había rechazado una oferta millonaria del
Bayern de Múnich, aduciendo que su idea solo era jugar en Boca. A finales
del 2004 se cerraba su pase millonario: el Corinthians de Brasil con el grupo
MSI, con Kia Joorabchian como cara visible, se hacía con sus servicios por
casi 20 millones de dólares que encima era pagados al contado. No sería ni
por asomo la última vez que Tévez se iba de un club rodeado de polémico; por
el contrario, sería la tónica habitual de sus despedidas.
ÍDOLO EN BRASIL
Tévez se metió muy rápido a la gente del Corinthians en el bolsillo. Su caris-
ma indiscutible, sumado a su fútbol y ese amor propio que riega en el campo
hacen que se gane a las diferentes hinchadas en tiempo récord. El argentino
fue pieza clave en la obtención del cuarto Brasileirao del Timao en el 2005.
Hay que entender que el Corinthians es una nación en sí misma: se estima
que a lo largo de todo el país tiene cerca de 40 millones de torcedores y se
disputa la hegemonía nacional en popularidad con el Flamengo; la realidad es
que es el que equipo que más convoca en la ciudad más poblada de Latinoa-
mérica, Sao Paulo.
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Los bailes después de cada gol fueron su sello y a eso
le sumó un particular corte de cabello que se comenzó
a reproducir en las tribunas donde la gente del Timao
acompañaba a su equipo.
Los bailes después de cada gol fueron su sello y a eso le sumó un particular
corte de cabello que se comenzó a reproducir en las tribunas donde la gen-
te del Timao acompañaba a su equipo. No era fácil pensar hasta ahí que un
argentino se convertiría en ídolo en Brasil (luego, esa escena se replicó con
futbolistas como Conca o Montillo), pero Tévez lo hizo, secundado en ese
Corinthians todopoderoso por Javier Mascherano y Sebastián Domínguez.
Pero el primer semestre del 2006 comenzó mal barajado. El equipo debía
ganar la Copa Libertadores, esa espina que solo saldaría el club en el 2012.
Se había preparado con todo y era candidatazo. Pero fue un fracaso. Muchas
disputas internas, cambio de entrenador (llegó Emerson Leao, quien jamás
tuvo buena relación con los argentinos) y las peleas eran evidentes. Tévez se
trenzó a goles de puño con un compañero en un entrenamiento ante la vista
de todos, Mascherano tiró su pechera luego de discutir con el entrenador y
se fue antes de una práctica. La eliminación ante el River del Pipita Higuaín
en octavos de final no llamó la atención. Luego del Mundial de Alemania tanto
Mascherano como Tévez huirían del Corinthians; el Apache tendría antes de
marcharse una disputa con la Torcida Organizada del equipo, también ante la
vista de todos luego de un partido por el torneo local. A nadie podía sorpren-
derle la salida de los dos argentinos que había acercado el MSI.
PRIMER MUNDIAL
En el 2004, luego del logro de Atenas y tras un triunfo como visitante ante
Perú que dejaba el boleto al Mundial de Alemania bien encaminado, Marcelo
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Bielsa se marchó de la Selección. Tras la dolorosa Copa del Mundo del 2002
dejaba comenzado un proceso de renovación con un equipo que tenía a Cé-
sar Delgado, Carlos Tévez, Lucho González, Gabriel Heinze y Andrés
D’Alessandro como actores trascendentales. Llegó José Pekerman y cambió
en menos de dos años la fisonomía del equipo para adaptarlo a su gusto.
Aparecieron Riquelme y Cambiasso, volvió Crespo quien de a poco parecía
quedar de lado. Tévez era rezagado en la escala y arrancaba la competencia
en Alemania en el banco, igual que Lionel Messi.
“TEVEZ, LEGEND”
En la retina quedaron muchas imágenes del paso de Tévez por Inglaterra.
Goles, festejos, abrazos, peleas, declaraciones ante la prensa. Lo cierto es
que el inicio de su paso no fue nada fácil. Es que llegó al West Ham equipo
que disputaría en la 2006/2007 competiciones europeas pero que distaba
de ser un peso pesado. Arribó con Javier Mascherano, ambos en calidad de
cedidos, en un movimiento que le traería un dolor de cabeza a los hammers
el año siguiente.
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Tévez jugaba poco y nada y Mascherano antes de
noviembre ya no entraba en las convocatorias a punto
tal que se iría al Liverpool en el mercado invernal. Alan
Pardew fue cesado y con la llegada de Alan Curbishley
las oportunidades para Tévez volvieron.
Se fue siendo muy querido del West Ham, pero el problema en torno a la pro-
piedad de su pase le generó un disgusto a su ex club que debió pagar una
multa y una quita de puntos por irregularidades en la llegada del argentino. La
siguiente fue la campaña más exitosa de Tévez en término de logros, ya que
llegó a un United que tenía a Rooney y Cristiano Ronaldo y que aún gozaba de
la plenitud de jugadores como Van der Saar o Rio Ferdinand o Ryan Giggs.
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Con Rooney armó una delantera deliciosa y complementaria. Ronaldo, por
supuesto, era el diferencial del equipo, aún sin tener la devoción por el gol
que exhibe todas las semanas con la camiseta del Real Madrid. En el 4-4-2
que tenía el sello de Sir Alex Ferguson, Tévez encontraba espacios y múltiples
sociedades para mostrar un muy buen rendimiento, lejos de ser aquel
goleador de Boca del 2003.
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En la siguiente campaña arribó Dimitar Berbatov y con el búlgaro los minutos
de Tévez fueron disminuyendo poco a poco. Por eso, su salida al final de la
temporada no extrañó a nadie: los Diablos Rojos tenían que pagar un dineral
para quedarse con la ficha del argentino y decidieron no hacer uso de esa
opción. Lo que no consideró el escocés es que el delantero se marcharía al
rival de toda la vida. Tévez fue la apuesta fuerte del City que seguía inyectán-
dole petrodólares a su plantilla.
Sus dos primeras temporadas fueron como mínimo muy buenas. En la prime-
ra de ellas logró que el equipo se ubique en zona de clasificación a la Europa
League tras un muy mal arranque; en la segunda alcanzó la zona Champions
y a la vez se quedó con la Copa FA. Tévez parecía ser el jugador franquicia del
equipo, el diferencial en ataque y se intuía que Roberto Mancini construiría el
equipo que pelee por quedarse con la Premier con Tévez como emblema. Pero
no fue así; la 2011/2012 mostró que el delantero no era indiscutible.
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se fue sin permiso a Argentina y lo castigaban con una multa de más de un
millón de libras. Mancini incluso había dicho que mientras él fuera entrenador
del equipo, Tévez no jugaría más.
SINSABORES NACIONALES
Luego de aquel Mundial de Alemania, Tévez y Messi aparecían como las gran-
des apuestas de cara a Sudáfrica. La Copa América de Venezuela, ya con
Alfio Basile como entrenador, sería la confirmación de esto. Argentina exhi-
bió un muy buen fútbol durante todo el certamen, pero en la final se llevó un
3-0 del Brasil de Dunga que golpeó. Roberto Ayala se retiró de la Selección,
Juan Sebastián Verón dejaba de ser convocado por el Coco y el entrenador
reafirmaba que el jugador distinto del equipo para él era Riquelme.
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parecía una historia picaresca y la Albiceleste terminó entrando casi por la
ventana al Mundial ya con Higuain y Palermo en el plantel.
Tévez llegó al 2010 como suplente. Un amistoso ante Alemania como visi-
tante mostraba a Carlos en el banco, la delantera era conformada por Messi
e Higuain y Di María comenzaba a ganar enteros actuando como volante por
izquierda. Pero así como antes del duelo ante Alemania del 2006 comenzó
a sentirse la presión popular por el ingreso del ex Boca, antes de la Copa del
Mundo de Sudáfrica ocurrió lo mismo. Cada declaración de Tévez seguía su-
mando presión; hay que decirlo: Tévez no acepta ser suplente, no lo resiste.
Fue así que Maradona terminó cediendo y sumándolo al equipo titular, que
cambió su fisonomía. Dejó la versión más contragolpeadora y agregaba al
Apache a una estructura que terminaría teniendo solo a Mascherano como
único encargado de la recuperación.
En esa primera fase Tévez tendría una participación menor; de hecho, cuan-
do ingresó el Kun Agüero ante Corea del Sur el equipo se había mostrado
más peligroso. Sin embargo, ante México el Apache la rompió. Dos goles
(uno en offside, el otro un bombazo desde afuera) y una actuación soberbia
para meter al equipo de Maradona en cuartos de final. Se especulaba que
ante los teutones Tévez iba a salir e ingresar otro volante más que pudiera
equilibrar el mediocampo. Sin embargo, la actuación del jugador que militaba
en Inglaterra había sido tan buena que era muy difícil enviarlo al banco. Ar-
gentina terminó padeciendo el desequilibrio de su equipo y se marchó a casa
con un 4-0 en contra.
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El ídolo de toda la vida de Tévez siempre fue Maradona y el Apache fue prác-
ticamente el único que salió a bancar al seleccionador luego del Mundial. Dijo
que debía seguir, que le parecía mal la renovación de su contrato. Muchos se-
ñalan que a partir de allí su relación con Julio Humberto Grondona, histórico
presidente de la AFA, se rompió.
Llegó Sergio Batista, quien poco bueno había hecho en el Sub 20 pero que
así y todo quedó a cargo del equipo mayor. Luego de unos primeros amisto-
sos en los que sí estuvo, Tévez dejó de ser convocado. El delantero del City
había comentado que ir a la Selección les quitaba prestigio a los jugadores;
sus declaraciones, sumadas a un pretendido cambio de juego que quería in-
culcar el entrenador, lo apartaron a Tévez de las citatorias. Se venía la Copa
América en casa y Batista había dejado en claro que no quería al Apache,
que no formaría parte de su equipo, que no cuadraba. Los goles de Tévez en
el City ponían contra las cuerdas al entrenador que, como sus antecesores,
debía soportar el lobby mediático por el Jugador del Pueblo y sus propias
declaraciones. Le faltó firmeza al Checho Batista y reconvocó a Tévez, direc-
tamente para la Copa América. Además, lo puso de titular en los dos prime-
ros partidos. En esa decisión perdió la credibilidad ante un grupo que ya se
había conformado sin el Apache. Es que, además, el actual delantero de la
Juventus es una figura que pone en jaque el liderazgo de Messi; él cree que
puede disputarlo, está en su esencia, de la misma manera que disputaba en
el Fuerte el liderazgo del Guacho Cabañas.
Cuando Alejandro Sabella asumió a finales del 2011 el conflicto entre Tévez
y Mancini estalló. ¿Qué decisión hubiera tomado Pachorra si el Apache hu-
biera estado jugando de manera continuada? Imposible saberlo, pero lo que
sí es claro es que el ex entrenador de Estudiantes hizo una lectura global y le
otorgó todo el peso futbolístico a Messi. Tras una remontada en Barranqui-
lla ante Colombia, el día que el grupo parió al equipo que sería finalista del
Mundo fueron muy pocas las caras que se modificaron en los dos años sub-
siguientes. Con Agüero, Higuain y Di María, Messi encontraba sociedades.
A su vez, los relevos sabían su rol de suplentes y lo aceptaban. Ni Lavezzi ni
Palacio ponían en tela de juicio las decisiones del Seleccionador. Argentina
volvía a tener armonía en su equipo nacional luego de mucho tiempo.
Por supuesto, los goles perdidos en la final ante Alemania instalaron el debate
16 en torno a qué hubiera pasado si estaba Tévez. La llegada del Tata Martino a la
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Selección puso nuevamente el foco en el futbolista de la Juve porque decidió
convocarlo nuevamente. Con una particularidad: por lo que evidenció hasta
ahora, tanto él como Agüero e Higuain se disputan el puesto de centrodelan-
tero. No compartieron minutos hasta el momento en el 4-2-3-1 que dispuso el
rosarino. La Copa América en Chile se vislumbra en el horizonte y parece ser
que Tévez, quien tendrá 34 años en Rusia 2018, volverá a estar en el plantel.
Diego Huerta
@diegofhuerta
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GARRY MONK Y LA EVOLUCIÓN
DEL ADN SWANSEA
Agustín Galán
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E
l defensa central se había convertido en un habitual del equipo reser-
va del Swansea y sus apariciones en el primer equipo se habían visto
limitadas por culpa de sus molestias físicas, lo que había hecho que el
brazalete de capitán recayera en Ashley Williams, compañero de fatigas y de
defensa durante varios años. Monk vivió el fulgurante ascenso de los swans
desde la Football League Two (cuarta categoría inglesa) hasta la Premier
League, de la que no se ha apeado desde que ascendiera en 2011. El defen-
sa central acumuló diez años de experiencia en los que fue dirigido por cinco
técnicos distintos: Kenny Jackett, Paulo Sousa, Roberto Martínez, Brendan
Rodgers y Michael Laudrup.
Huw Jenkins consideró que una década como jugador, tres ascensos y la li-
breta de cinco entrenadores a sus espaldas eran ingredientes suficientes
para proponerle a Garry Monk el puesto de entrenador-jugador de forma in-
terina hasta el final de la temporada 2013-14, en la que el Swansea llegó a
situarse únicamente dos puntos por encima de la zona de descenso. Michael
Laudrup no era un técnico excesivamente alejado de las figuras de Brendan
Rodgers y Roberto Martínez. Como sus dos predecesores en el cargo, el jue-
go de posesión era su principal característica, pero su error en el diseño de la
plantilla para esa temporada no estuvo en el perfil de estos jugadores, sino
en la inexperiencia de los recién llegados. Ninguno de los fichajes superaba
los 25 años, lo que conllevaba cierto desconocimiento no solo de la competi-
ción, sino también de la esencia del club del sur de Gales.
SENSACIONES ALARMANTES
Este factor de desarraigo, unido al laissez-faire de Michael Laudrup en los
entrenamientos, llevó al equipo a un descontrol que jugadores veteranos
como el propio Garry Monk o Ashley Williams detectaban y observaban con
cierta preocupación. A Monk, este ambiente en los entrenamientos le retro-
traía a la etapa de Paulo Sousa, único entrenador que él nunca cita entre sus
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influencias. No fueron pocos los desencuentros entre el central y el entre-
nador portugués en la temporada 2009-10, motivados más por la filosofía
de trabajo que por los resultados que luego se obtenían. A pesar de la nada
despreciable cifra de 24 porterías a cero en la traicionera y maratoniana
Championship, Monk denunciaba los volantazos en la preparación física del
equipo, que pasaba de la exigencia al más absoluto relajamiento sin justifi-
cación aparente. En el programa de la BBC Sport Wales, Monk lamentaba
el bajón físico que sufría el equipo en los minutos finales de los partidos a
causa del trabajo entre semana, achacándolo a la filosofía de Sousa, dos ve-
ces campeón de Europa con las camisetas de Dortmund y Juventus: “No nos
permitían hacer trabajo extra en los entrenamientos”. Con Laudrup, aquella
sensación volvía a repetirse, en esta ocasión en la Premier League, donde los
errores son castigados con mayor dureza.
De este modo, Garry Monk asumió el mando del vestuario con la optimiza-
ción física de la plantilla como primera tarea a acometer, aunque no dejaba de
estar presente en su mente la necesidad de volver a dotar de una identidad
propia a un club que corría peligro de divorciarse de su historia más reciente,
lo que para él podía llegar a suponer un daño aún mayor que un hipotético
descenso. Había que tomar medidas y no dudó en ejercer de mentor para
aquel colectivo de jóvenes en el que muchos desconocían que los últimos
diez años del Swansea City estaban labrados en el éxito permanente.
Fue Ashley Williams el que reveló públicamente lo que hizo el nuevo entrena-
dor para concienciar a sus jugadores. Cual profesor de instituto, entregó a
cada jugador una grabación de un programa emitido en la BBC, Swansea
City: The Fall and Rise, en el que se resumían los últimos años del club, inclu-
yendo el rescate por parte de la afición, los ascensos o la dramática historia
de Besian Idrizaj, dueño del único dorsal retirado del club, el 40, que dejó de
lucir a los 22 años cuando un ataque al corazón segó su vida y su incipiente
carrera como futbolista profesional. El objetivo era implicar emocionalmente
a los jugadores, dotándolos de un contexto histórico necesario para evitar
que el club fuera considerado por muchos futbolistas como un simple equipo
de transición en sus carreras. Williams, capitán y jugador más veterano junto
a Leon Britton, no ocultó su sorpresa: “He estado aquí seis años y he visto
cosas que no conocía. Esto ayuda a respetar más el club, algo importante. Él
ha estado aquí mucho tiempo, y tres de nosotros [Monk, Leon Britton y él]
sentimos que hemos llevado al club a este nivel y no queremos ver cómo
vuelve a caer”.
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lles de Brendan y de Roberto en lo que hace. Ha devuelto sus sesiones de en-
trenamiento, sesiones que ya conocíamos y que yo disfruto”, defiende Williams,
aclarando que la relajación ha desaparecido de los campos de entrenamiento.
Para Monk, el esfuerzo no se negocia, otra de sus señas de identidad.
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“En muchas de nuestras conversaciones, que fueron muy abiertas, le dije que
creía que debía empezar a pensar en entrenar, dos o tres años antes de la re-
tirada. Siempre fue un chico brillante, honesto y leal como capitán, y en él se
podía ver un futuro como entrenador si quería seguir ese camino. Ha llegado
de forma inesperada, especialmente debutando en la Premier League, pero lo
ha afrontado con serenidad y parece estar disfrutándolo”.
Orden, fluidez y armonía son tres características con las que muchos entre-
nadores se darían por satisfechos para iniciar un proyecto, pero Garry Monk
quiere dejar su propio sello en el Swansea en esta nueva era, algo por lo que
pueda ser recordado en el futuro, y así lo reconoció públicamente: “He visto
el estilo británico, la influencia extranjera y una forma de jugar más técnica;
cómo los jugadores se han adaptado y cómo se ha desarrollado. Con esta
experiencia, estaría bien intentar devolver o implementar algo más. Espero
poder conseguirlo en el Swansea, sería un desperdicio si no hiciera nada”.
Con este fin, la política de fichajes se destinó a rastrear jugadores con ham-
bre, deseosos de demostrar en el Liberty Stadium su capacidad para triunfar
en la Premier League. En ese perfil encajan a la perfección Lukasz Fabianski,
portero cansado de vivir a la sombra de Wojciech Szczesny en el Arsenal;
Gylfi Sigurdsson, conocedor del club y calificado de indolente en el Totten-
ham; el anteriormente citado Ki, de vuelta con un mayor conocimiento del
fútbol de la Premier League; o los jóvenes Fede Fernández y Jefferson Mon-
tero, en proceso de labrarse un nombre a nivel internacional.
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EL NUEVO FACTOR DIFERENCIAL
Con el 4-2-3-1, las alineaciones de Garry Monk suelen lucir nombres con expe-
riencia en el club, permitiendo que las nuevas incorporaciones se vayan amol-
dando primero en los entrenamientos y después en citas de menor exigencia —
la Capital One Cup se convierte en un escenario ideal para los intereses del
técnico en este apartado—. El núcleo de confianza del técnico está formado por
Fabianski en la portería; Rangel, Williams y Taylor en la defensa; Routledge, Ki,
Shelvey y Sigurdsson en la zona creativa; y Wilfried Bony en punta de ataque.
Los automatismos entre estos jugadores permiten que el nuevo proyecto swan
se estructure desde atrás hacia adelante. Aunque la principal seña de identidad
de los galeses sigue siendo la posesión, es en defensa donde Garry Monk está
dejando su huella personal, demostrando que conoce a la perfección los secre-
tos de la posición que desempeñó como futbolista.
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Es habitual ver cómo Fabianski se erige en el mejor jugador del partido. En su
última temporada como jugador del Arsenal fue vital para conseguir la FA Cup
y devolver un título a las vitrinas gunners nueve años después, y su sobriedad
bajo palos está salvando muchos puntos para su nuevo equipo, en el que vuel-
ve a sentirse un jugador de élite y no un mero hombre de refresco. El hecho de
que los rivales cerquen más la portería del Swansea que en temporadas ante-
riores no implica un déficit defensivo, más bien al contrario. Garry Monk ha
conseguido en un corto espacio de tiempo que, en momentos en los que el
equipo no puede disfrutar de la posesión, no se quede sin recursos, aprendien-
do a mostrar un mayor oficio sin balón. “He jugado en el equipo varios años y
hemos practicado un gran fútbol; y siempre nos pasaremos el balón, pero te-
nemos que tener algo en lo que poder confiar cuando esto no funcione o cuan-
do no estemos en nuestro mejor momento. He pensado mucho en ello durante
el verano y hemos empezado a llevar a la práctica diferentes conceptos tácti-
cos, especialmente defensivos, lo que nos hacía falta”. Los beneficiados de las
nuevas ideas del entrenador son los miembros de la línea de tres mediapuntas:
Sigurdsson ha recuperado su mejor versión y vuelve a ser uno de los jugadores
destacados de la competición; mientras Dyer, Routledge y Montero tienen ma-
yores posibilidades de explotar su talento desde las bandas sin comprometer
la esencia del equipo. Los goles fruto de jugadas elaboradas superan el 80 %,
siendo la mayoría (51 %) desde fuera del área.
Gylfi Sigurdsson
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El nuevo y versátil Swansea de Garry Monk llegó a sorprender al propio Ro-
berto Martínez, que mostró su extrañeza cuando su Everton no pudo encon-
trar la forma de superar a un equipo que se había quedado con diez jugado-
res, firmando un 0-0 que resulta extraño en dos equipos que se caracterizan
por ser de los más atractivos para el ojo del espectador: “Fue como ir al cine
esperando ver una gran película que luego no es tal. Tienes que encontrar
cómo competir, pero me sorprendió que el Swansea lo hiciera así. Normal-
mente somos más incisivos en el tercio final”, lamentó Martínez en la rue-
da de prensa posterior al partido. La sorpresa del entrenador del Everton
sorprendió a Monk, quien se rebeló ante uno de sus tres maestros: “Estoy
decepcionado porque creo que Roberto está desviando la atención de su
propio equipo culpando al rival”. Esta fue la prueba definitiva de que se está
afrontando la cuarta evolución en la historia reciente y triunfadora del Swan-
sea. Garry Monk ya vuela solo.
Agustín Galán
@Agustin_Galan
Fotos:
Getty Images
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EL NUEVO RICO DE PARÍS
Pablo Cervantes
Sabemos que ha llegado tarde a la fiesta, con un traje más caro que
el resto, que no hay nada de espontáneo en su manera de actuar y
que habla citando siempre a otros. Nos lo creíamos bastante poco
desde el inicio. Pero había llegado un punto en el que teníamos muy
vistas las caras de todos los asistentes, se estaba haciendo todo
muy previsible y no podemos negar que tiene su gracia ver cómo to-
dos le miran de reojo haciendo como si no estuviera ahí. Paris ha lle-
gado, sí... ¿para quedarse?
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L
ejos de lo que pudiera parecer, el París Saint-Germain femenino no nació
ayer. La chequera ha despertado al animal, pero estaba presente desde
1971. Y es un caso interesante, porque se trata del único equipo de la
Division 1 francesa que se creó desde el inicio como una sección del club
masculino al que pertenece; no surgió tras una absorción como ocurrió con
el Olympique Lyonnais, por ejemplo. Sin embargo, como es lamentablemen-
te habitual en fútbol femenino, nunca había sido una prioridad para su club.
Simplemente existía con más pena que gloria.
PSG llegó a la primera categoría ocho años después de nacer, en 1979, pero
duró en ella solo tres años. Volvió en 1986 para bajar a Division 2 otra vez
seis temporadas después, retornar en 1995 y nuevamente descender un
año después. Es decir, hasta principios del presente siglo Paris era un equi-
po “ascensor”, cuyo mayor logro había sido quedar en tercera posición de su
grupo cuando la competición aún se dividía en zonas geográficas. Es a partir
de 2001 cuando PSG logra una estabilidad mínima que le hace permanecer
en Division 1 hasta nuestros días.
Caroline Seger
y Louisa Nécib
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que aún dentro de un ámbito prácticamente amateur. Se ofrecen contratos a
tiempo parcial a algunas jugadoras y el club consigue atraer a las internacio-
nales Elise Bussaglia y Jessica Houara, además de lograr que Camille Abily y
Sonia Bompastor jugaran como cedidas durante seis meses tras su paso por
la liga norteamericana.
Esa temporada, el PSG dio el salto a la élite francesa. Estuvo peleando por el
título por primera vez durante todo el año y terminó en tercera posición. Los
buenos resultados consiguieron ilusionar a su afición, batiendo el que su-
ponía en ese momento el récord de asistencia a un partido de liga francesa,
5.892 espectadores en el derbi ante Juvisy disputado en el Parc des Prin-
ces. Pero fue en la Copa donde llegó el gran éxito: PSG ganó el único título de
su historia venciendo en la final al Montpellier por un contundente 5-0.
LA GESTACIÓN DE UN REY
La victoria copera marca el inicio de la era resplandeciente del PSG, con la
primera participación en una Champions cuya plaza fue lograda con un gol de
penalti en el descuento del último partido de liga 2010-2011. Y en 2012 da
el gran paso adelante gracias a la inyección económica del nuevo presidente
del club y máximo accionista, Nasser Al-Khelaifi, el ex-tenista catarí y presi-
dente de Al Jazeera Sports que disfruta de una de las cien mayores fortunas
del mundo. Con el primer presidente no francés del club, la sección femenina
tocó por fin el profesionalismo cuando las 21 jugadoras de la plantilla firma-
ron un contrato profesional. Por si fuera poco, los fichajes que se realizaron
tenían un objetivo claro: derrocar al Lyon como máxima potencia en Francia
y del mundo. A PSG llegaron aquél año las dos internacionales alemanas An-
nike Krahn y Linda Bresonik, la estrella sueca Kosovare Asllani y la promesa
estadounidense Lindsey Horan. En una clara declaración de intenciones, el
club parisino le robó a su máximo rival una de sus jugadoras más talentosas,
la costarricense Shirley Cruz. Confió a un ex entrenador del Lyon, Farid Bens-
titi, la tarea de dirigir la maquinaria. Y para otorgar coherencia a un proyecto
más ambicioso, PSG pasó a jugar sus partidos en el estadio de Charléty. Esa
temporada el equipo lo ganó prácticamente todo... excepto los dos partidos
contra el Lyon. Siempre el Olympique, empeñado en no ceder el testigo…
Esas dos derrotas tan simbólicas y que dejaron al descarado PSG sin títulos
no hizo sino aumentar la ambición del club, que no escondía públicamente el
objetivo prioritario de ganar la Champions. Así, en 2013 siguieron entran-
do estrellas mundiales al equipo, debilitando en el proceso a rivales directos
como Montpellier y al propio Lyon: llegaron la delantera de la selección fran-
cesa Marie-Laure Delie, en lo que se convirtió en el primer traspaso real del
fútbol femenino francés (50.000€), y la central Laura Georges entre otras.
La mediática jugadora americana Tobin Heath ayudó al equipo el tiempo en el
que no se jugaba la liga norteamericana.
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Vero Boquete o Press. La decepción en competición europea no evitó que
Paris estuviera muy cerca de lograr el título doméstico ese año, venciendo al
Lyon en Gerland y cortando la increíble racha de 87 partidos ganados por el
gigante lionés en casa. Además, llegó a la final de Copa donde por enésima
vez solo el Lyon le privó de llevarse un título.
Paris llegó a 2014 acercándose, pero sin haber terminado de dar el golpe
definitivo al panorama internacional. Y como hizo cada año, forzó un poco
más la máquina abriendo la billetera, como si estuviera ajustando a base de
prueba y error cuál debe ser su apuesta en el fútbol femenino. Lejos de ba-
jar el listón con los nuevos fichajes, pescó en su moribundo verdugo Tyresö
para atraer a Caroline Seger y continuó reforzándose con más internaciona-
les alemanas: Josephine Henning, Ann-Katrin Berger y la estrella Lira Alushi.
Esta vez el desembolso se mostró suficiente para alcanzar los cuartos de
final de la Champions y encima dejando por el camino -por fin- al Lyon en una
eliminatoria tan ajustada como dramática. Pero el trayecto no acaba aquí. 29
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DIME CON QUIÉN TE MIDES
La altura de miras de un proyecto es directamente proporcional a la entidad
del mayor obstáculo. Un vistazo a los mayores rivales del PSG a lo largo de
los años nos da una buena idea de la progresión meteórica del equipo, que
históricamente ha tenido como principal némesis a su vecino: el Juvisy ha
sido el club que en los 90 se repartía el poder con el Lyon y ha permanecido
arriba desde entonces, con una estructura 100 % amateur y con el apoyo
voluntarista de las autoridades públicas de l’Essonne.
Laura Georges
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DESPUÉS DEL ÉXITO, ¿LA NADA?
Podría pensarse que en su obsesiva escalada de los últimos años hacia el
título continental, PSG se ha limitado a imitar al Lyon para destruirlo. Pero si
lo ha hecho, ha sido de una manera algo superficial más allá de tener algunos
aciertos con visión a medio plazo como el centro de entrenamiento dedicado
en Bougival. A diferencia del cuadro parisino, el lionés ha trabajado durante
años para echar raíces fuertes: con el fútbol base, con el pistoletazo de sa-
lida para la financiación propia del equipo femenino, con los esfuerzos por
llegar a un aficionado nuevo, con las instalaciones... y la figura de Aulas ha
sido capital para que el fútbol femenino francés experimentara un salto al
profesionalismo. Hace pensar que, si vienen mal dadas, Lyon tiene una red de
seguridad que impedirá que se hunda en lo más profundo. El poso de estos
años podría soportar por un tiempo una época de vacas flacas.
Recientemente, una de las jugadoras que dejaron Lyon para recalar en PSG,
Laura Georges, explotó de manera muy reveladora ante los medios de comuni-
cación: “No puedo disculpar a Nasser Al-Khelaifi. Es mi presidente, pero él no
ve a su equipo femenino. Se pasó una o dos veces la temporada pasada sola-
mente. Jean-Michel Aulas está muy presente en los medios de comunicación,
pero es un gestor cercano a sus jugadores. Si su equipo de mujeres está ahí
es porque se invierte, no sólo con sus recursos, sino también con su persona”.
Pablo Cervantes
@ProtagonistasDJ
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LAS FIERAS DE SALDANHA
Álex Couto Lago
BRASIL: Ado, Carlos Alberto Torres (Zé Maria), Brito, Joel Camargo,
Marco Antonio, Clodoaldo (Zé Carlos), Gérson, Jairzinho, Dirceu Lo-
pes (Edu), Pelé, Paulo César Lima. Entrenador: Joao Saldanha.
Tras el cese de Joao sem medo se cierra uno de los episodios más celebra-
dos y a la vez controvertidos del fútbol brasileño y se abre un capítulo que
ha dejado para la historia la sinfonía de fútbol que inundó el campeonato del
mundo de México y que derivó en el mejor conjunto conocido hasta la fecha,
el seleccionado nacional de Brasil en 1970.
Sus padres, exiliados en Uruguay debido a las luchas políticas entre Maraga-
tos y Chimangos, habían cruzado la frontera a fin de evitar represalias por
parte de la facción Chimango, alineada con la ideología gubernamental co-
mandada por el usurpador presidente Borges de Medeiros. Al poco tiempo
de nacer, el joven Joao volvió a tierras gauchas y participó de forma activa en
la contienda, portando como contrabandista armas para la causa Maragata
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junto a sus hermanos mayores, Arístides y María. El conflicto político termi-
nó sin mucho éxito para los intereses de la familia Saldanha a finales del año
1923, período en el que se instalaron en Curitiba, después de un peregrinaje
por diferentes localidades del interior del estado de Paraná. Es aquí donde
Joao inicia su recorrido, con una infancia normalizada por la situación y por el
valor intrínseco de su padre, un activista político, notario e intelectual que
llegaría a ser diputado constituyente en el año 1934.
Joao Saldanha mantiene su primer contacto con el fútbol muy pronto y muy
cerca de su casa, ya que vive en la barriada en la que se encuentra el club
Atlético Paranarense; allí asiste a los entrenamientos y participa de las di-
ferentes competiciones callejeras habituales del momento, integrándose in-
mediatamente en la vida cotidiana del barrio.
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del grupo de fútbol playa estaba el renombrado Nemén Prancha, conocido
como el filósofo del fútbol.
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Una grave lesión, que lo llevó a abandonar el fútbol a una edad demasiado
temprana, provocó que se volcase aún más en actividades de orden político,
lo que le permitió ser reconocido dentro y fuera de las fronteras de Brasil por
su incesante trabajo para la causa.
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mera promoción de militantes comunistas que realiza el Curso de Larga Du-
ración. Durante su estancia en China como corresponsal de la agencia vive el
estallido de la Guerra de Corea y, además, sufre una operación importante por
un ataque de apendicitis que se le complica. Esto, unido a su precario estado
de salud derivado del episodio sufrido en el pulmón y su afición desmedida al
tabaco, hace que pronto regrese nuevamente a Brasil, en donde el partido lo
ubica en la ciudad de Sao Paulo para realizar tareas divulgativas, escribiendo
en publicaciones como Noticias de Hoje.
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En ese equipo Saldanha inicia una de sus grandes cruzadas en el fútbol bra-
sileño: dotar a su equipo de un estilo propio identificado con las particularida-
des del gusto y el sentir del pueblo brasileño, de la gente de la calle. Saldanha
aboga por un juego basado en la creatividad del jugador, en el desarrollo de
la técnica y de la intuición como base que distingue al jugador brasileño por
excelencia. En dicho equipo goza de la presencia de lo más granado del fút-
bol carioca y brasileño en general. Saldanha es el director de unos magos del
balón que llevaron el fútbol tradicional a un nivel superior. Estamos hablando
de futbolistas de la dimensión de Mané Garrincha, Waldir Pereira“Didí”, Nilton
Santos, Mario Zagallo, el portero Manga, (posteriormente estrella y mito del
Club Nacional de Fútbol de Montevideo), Amarildo, Oswaldo Sampaio, Qua-
rentinha o Paulo Valentim.
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Durante esta época surge uno de los primeros programas de televisión enfo-
cados íntegramente hacia el fútbol; en concreto, la cadena Canal 13 de Río
de Janeiro ofrece el programa Grande Revista Sportiva Facit, del que Sal-
danha pronto se erigió en protagonista. Cuenta Luis Méndez que ese progra-
ma era la biblia dominical del deporte brasileño, tal fue la importancia que se
le dio en su momento.
Frases del tipo: “Si las concentraciones ganasen partidos, el equipo de la pe-
nitenciaría saldría campeón” pasaron a ser de uso cotidiano en el día a día de
la gente de la calle.
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En 1966 asiste como comentarista de Radio Nacional a la debacle de Brasil
en el mundial de Inglaterra. Allí retransmite el pobre papel de la Verdeama-
rela y, sobre todo, la violencia impune con que los defensas afrontan el jue-
go, siendo Pelé el principal damnificado. El reglamento favorece las acciones
bruscas y limita la continuidad del juego, es por ello que tras ver cómo algu-
nos futbolistas importantes de la época son parados constantemente con
acciones antirreglamentarias se institucionalizará para el mundial de México
70 la utilización de las tarjetas, quedando definitivamente incorporadas al
propio reglamento del fútbol.
Ver Partido
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La lucha se extendió hasta el seleccionado brasileño que era en esas fechas un
auténtico caos, al punto que no se respetaba ya ni el himno nacional.
Por otro lado, la incipiente presencia de los militares en el poder, al que acce-
dieron en 1964, provocaba una honda preocupación. La dictadura conocía
del valor del fútbol y de su arraigo popular, por lo que desde muy pronto es-
tuvo interesada en controlar el contexto de forma que sirviese para facilitar
la popularización del régimen entre el pueblo. El deporte, una vez más, como
base para el sustento de una credibilidad adquirida mediante el atajo.
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Saldanha es el elegido por Joao Havelange, presidente de la CBD, para diri-
gir una selección que necesitaba un cambio de rumbo y a la vez precisaba
una personalidad marcada que evitara el constante atropello periodístico
que estaba sufriendo en esos momentos. Saldanha es el sucesor de Paulo
Machado de Carvalho, quien deja el cargo tras una época gris en la historia
del fútbol brasileño. Havelange y el Dr. Antonio do Passo habían entendido
que para evitar la crítica tan exacerbada que en esos momentos estaba su-
friendo el entorno del combinado nacional, nadie mejor que un periodista
para afrontar el cambio y de paso colocar en el puesto a un personaje rele-
vante del gremio que atemperase el espíritu crítico reinante. Se buscaba un
diplomático que pudiese afrontar la crítica desde el conocimiento del medio
y tratar de hacer entender que el camino de la selección iba a ser otro.
Foto:
Celso Unzeite
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Saldanha, consciente de la realidad que iba a tener que soportar, dijo públi-
camente lo que pensaba en su interior. Cada brasileño tenía un equipo prefe-
rido, todos llevaban un seleccionador dentro capaz de elegir al equipo que
más le gustaba; él, como brasileño, elegía el suyo.
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que afrontar un Saldanha consciente del enorme trabajo y la gran responsa-
bilidad asumida.
Por un lado, pretende que el fútbol vuelva a ser motivo de orgullo nacional, que
la gente vuelva al estadio a disfrutar de su selección y para ello busca ofrecer
un estilo de juego, no solo identificable, sino que sirva como vínculo relacional
entre la gente y los jugadores. Para ello reclama la presencia de especialis-
tas que le permitan ofrecer las variantes tácticas necesarias para dotar a su
equipo de la amplitud ofensiva debida, del control del juego y de todas las po-
sibilidades que permitan ofrecer un estilo de juego que vuelva a levantar a la
gente de sus asientos. Su objetivo inicial es tratar de sacar el máximo partido
a la calidad de los jugadores de banda de Brasil y cohesionarlos con el talen-
1 Sertanejo: habitante do Sertao, zona del interior del Brasil, popular por su música. 44
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to natural de los jugadores que se mueven en tres cuartos del campo; para
ello deberá coordinar la elección de los jugadores adecuados para conseguir
el efecto deseado, y, finalmente, necesitará un hombre gol que garantice la
materialización de las acciones que se generen a lo largo del partido. Para ello
tiene mucho donde elegir: su principal tarea será definir claramente las condi-
ciones de los jugadores para combinarlos de la mejor de las formas.
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que determinados jugadores estén siempre en disposición de jugar. Además,
la filtración a la prensa de datos personales particulares de los jugadores es
una constante. Incluso la gestión de información para futuros pases, transfe-
rencias de jugadores e intereses creados, hace que Saldanha salte constan-
temente, quejándose de la poca consideración que se le tiene al principal
protagonista del espectáculo, el jugador. La denuncia manifiesta en la revis-
ta Placar del 27 de marzo de 1970, momento en que se despide con una
carta abierta, es tremendamente gráfica y aclaratoria.
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y desarrollo, como pocas veces tuvo el fútbol brasileño. Saldanha llevará en
volandas a un colectivo de talentos naturales extraordinarios, tratando de
convertirlos en el mejor de los equipos. El destino jugará a favor del grupo
pero en contra de Saldanha; a pesar de ello, este luchará con todas sus fuer-
zas para estructurar desde su criterio un grupo que estaba abocado al éxito.
El éxito que trabajarán con desesperación durante el tiempo que Saldanha
está al frente del grupo.
BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Brito, Djalma Días, Rildo Piaz-
za, Gerson, Jairzinho, Dirceu Lópes, Pelé (Edu), Tostao. Entrenador:
Joao Saldanha.
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del lateral izquierdo y Carlos Alberto, perteneciente al Santos, del derecho.
Como vemos, la intención inicial de Saldanha de conseguir cohesión por si-
militud y costumbre, llevando a jugadores que conforman bloques de tres
equipos dominantes, Cruzeiro, Santos y Botafogo principalmente, definen
claramente el dibujo inicial y la propuesta de juego. Un juego que trata de
mostrarse dominante, pero que de partida sufre de la falta de armonía propia
de un partido de debut.
Disputaron aquel partido en el foro por excelencia del fútbol brasileño los
siguientes actores:
BRASIL: Félix, Carlos Alberto, Brito, Djalma Días, Rildo, Piazza (Joel
Camargo), Gerson, Dirceu Lópes (Edu), Pelé, Tostao (Paulo Cézar
Cajú). Entrenador: Joao Saldanha.
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Este partido representó de partida la demostración de orgullo y compromiso
de los jugadores con su equipo, dado que remontaron un partido que se les
puso cuesta arriba desde el principio, al adelantarse Perú por dos tantos a
cero. Perú, con una formación 1-4-2-4 trataba de hacerse fuerte con la ges-
tión de la pelota, demostrando tener un talento suficiente para crear proble-
mas a Brasil y además materializarlos en gol. El papel de organizador asumi-
do por Teófilo Cubillas y el dinamismo en la banda derecha de Julio Baylón
provocaban grandes desequilibrios en los desarrollos defensivos zonales de
una selección de Brasil que se partía por momentos.
Pelé y Tostao
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zeiro, representaba el punto de anclaje entre los procesos de organización
ofensiva y defensiva, toda vez que los contenidos de los sistemas de juego
demostraban ser especialmente rígidos.
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BRASIL: Gilmar, Carlos Alberto Torres, Djalma Dias, Joel Camargo,
Rildo, Clodoaldo, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Edu (Paulo Cézar
Cajú). Entrenador: Joao Saldanha.
Inglaterra vs Brasil.
Estadio de Maracaná, 12 Junio 1969, homenaje a Gilmar.
Ver partido
Durante buena parte del primer tiempo Inglaterra se mostró más equilibrada
y organizada que Brasil, jugando un fútbol más armónico y ordenado, con sus
líneas juntas tanto en el desarrollo defensivo como posteriormente en su eje-
cución ofensiva, que procuraba manifestarla a un ritmo considerable. Brasil,
al igual que en los partidos contra Perú, volvió a partirse en dos y a dejar a
muchos jugadores por detrás del balón cuanto tenía que defender. Solo Clo-
doaldo, perteneciente al Santos, y en ocasiones Gerson formaban parte de la
ayuda defensiva que los cuatro defensas, fijos en su posición, necesitaban
ante cada ataque inglés. La conexión Carlos Alberto y Jairzinho tardó en ma-
nifestarse y era Gerson nuevamente quien manejaba el ritmo de Brasil, sien-
do el jugador con mayor contacto con la pelota. Tostao volvía a ejercer de
enlace, buscando acciones entre líneas para dinamizar el juego interior y Edu
en la banda izquierda, abierto, tenía dificultades para entrar en juego de una
manera continuada. Pelé volvió a demostrar una intermitencia preocupante,
acompañada de una lucidez única en cuanto tenía la posesión de la pelota.
Su participación era escasa en tiempos de intervención, pero muy efectivo a
pesar de estar muy vigilado por la defensa inglesa.
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llenarse después de mucho tiempo. El mítico Gilmar tuvo una despedida del
combinado nacional a la altura de su aporte y propició a Brasil la posibilidad
de contrastar su evolución con un conjunto mucho más cohesionado y hecho.
Entre el seis y el trece de julio, Saldanha logra organizar tres partidos amis-
tosos para ir encajando debidamente las piezas antes de afrontar el torneo
clasificatorio para el mundial de México 70, que los había emparejado con
Colombia, Venezuela y Paraguay. El primer envite oficial se desarrollaría en
Bogotá a mediados del mes de agosto.
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Saldanha tenía claro el grupo con el que quería afrontar la clasificatoria. La
base de Santos aderezada con jugadores de Botafogo y Cruzeiro tomaban
fuerza y la dosificación de sus figuras obligaba a utilizar a jugadores que, des-
de la perspectiva del propio entrenador, eran muy buenos pero no llegaban al
nivel de los titulares en aquellos momentos. Testimonialmente apareció la figu-
ra de un joven Rivelino en uno de estos partidos, un jugador que Saldanha no
estimaba entre los mejores pero con calidad suficiente y una buena proyección
para dar descanso a Gerson y ofrecer un juego más ofensivo que el del propio
jugador de Cruzeiro.
Una de las grandes discusiones que tuvo que soportar Saldanha con sus más
directos mandos fue la intención del régimen de posibilitar la llegada a la se-
lección nacional de jugadores de un mayor número de equipos, de forma que
el equipo estuviese conformado por jugadores del mayor número de estados
posibles. Al régimen le interesaba tener contentas a las torçidas de forma
que pudiese popularizarse a través de una decisión de reparto equitativo.
Saldanha, como era de esperar, no dejó lugar a dudas y en sus convocatorias,
incluso en el reparto de minutos entre no habituales, dejó clara su postura de
llevar solo a aquellos jugadores de su más entera confianza.
Saldanha
y Gerson
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Saldanha decidió plantear un partido para dar consistencia al grupo y despe-
jar las incógnitas que tenía en relación a diferentes puestos, principalmente
el lateral izquierdo en el que Rildo y Everaldo se disputaban la posición. El pa-
pel de Rivelino, todavía poco apreciado por Saldanha a pesar de haber sido
siempre uno de los preferidos de la torçida, generaba ciertas dudas dado
que no encontraba el técnico una ubicación adecuada al joven jugador de Co-
rinthians, quien en esos momentos era considerado un volante ofensivo que
podría sustituir en momentos puntuales a un Gerson dominante en su juego.
BRASIL: Félix, Carlos Alberto, Brito, Joel Camargo (Scala), Rildo (Eve-
raldo), Piazza, Gerson (Rivelino), Jairzinho (Paulo Cézar Cajú), Tostao
(Dirceu Lópes), Pelé, Edu. Entrenador: Joao Saldanha.
Brasil se impuso por dos goles a cero en un partido sin mucha historia, mar-
caron Gerson y Rivelino. Saldanha pretendía, además de buscar una cohesión
todavía pendiente a pesar de los partidos disputados hasta el momento, una
adaptación a la altura de la capital colombiana. Ese partido permitiría a los ju-
gadores adecuar su ritmo competitivo a todas las restricciones impuestas por
jugar en un estadio muy elevado en relación a las costumbres de la selección
canarinha. Ello derivó en poco ritmo de juego y en un ajuste de las acciones en
la que la velocidad de ejecución de las evoluciones colectivas se desarrollaba
en el último tercio del terreno de juego rival. Mientras tanto, la circulación de
la pelota y la búsqueda de situaciones de ventaja eran una constante. Impor-
tante nuevamente la interacción entre Carlos Alberto y Jairzinho y el papel de
gestor del balón desarrollado por Gerson. Pelé, muy vigilado, buscó siempre ju-
gar al toque, provocando desequilibrios en las zonas de influencia y buscando
de inmediato su incorporación al área para definir. Su juego de pared era una
de las causas por las que Brasil obligaba a encerrarse muy cerca de su área a
Millonarios, pero las acciones definitorias eran contadas a pesar del dominio.
Tostao, apagado, no encontró su lugar en el partido, buscando constantemen-
te situaciones en las que participar con espacio, el balón no llegaba en las con-
diciones debidas y finalmente fue sustituido por Dirceu Lopes. Nuevamente la
banda izquierda era el lugar por el que el juego de Brasil no se concretaba. A
pesar del enorme talento del extremo izquierdo de Santos, Edu, el juego por
ese espacio no tenía la misma significación que en el lado contrario. Rildo y
Edu no eran capaces de generar situaciones favorables, a pesar de que la for-
mación ya establecida de 1-4-2-4 no provocaba ningún desajuste posicional
como había ocurrido entre Tostao y Pelé en partidos anteriores.
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Edu pudiese aprovechar una diagonal hacia la portería rival que resultase
definitoria. Rivelino volvió a dar muestras de su calidad, en una posición en
la que tenía que asumir atribuciones defensivas mayores a las que estaba
acostumbrado; su perfil de centrocampista ofensivo y con gran dominio de
balón chocaba con las exigencias estratégicas derivadas de unas funciones
que finalmente eran corregidas por Piazza, siempre al quite. El partido dejó
retazos de buen juego y la sensación de que Brasil seguía buscando un orden
dentro del campo, más por acomodo natural de sus jugadores que por ajus-
tes tácticos de relevancia.
BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camargo, Ril-
do (Everaldo), Piazza, Gerson, Jairzinho (Paulo Cézar Cajú), Tostao,
Pelé, Edu. Entrenador: Joao Saldanha.
Brasil se impondría por dos goles a cero, ambos marcados por Tostao. Las
particularidades del partido vienen definidas por dos aspectos determinan-
tes: el propio Brasil y los condicionantes que quiere dar a su juego y la altura
en la que se desarrolla el partido, aspecto que históricamente afectó sobre
todo a los equipos que venían de los llanos, tal es el caso de Brasil o Uruguay.
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La altura condiciona el ritmo y la toma de decisiones pero Brasil dispone de
un arma que le permite lidiar con los imponderables de la situación de mane-
ra eficaz. La técnica individual de los jugadores brasileños es excelente, su
precisión es extraordinaria, juegan con un nivel de eficiencia que les permite
gestionar la pelota y el espacio con mucho criterio y ello posibilita que su
fluidez sea muy elevada. La eficiencia economiza movimientos y facilita el
acceso a las zonas de influencia sin necesidad de correr en exceso. La pelota
circula y llega al lugar adecuado, obligando al rival a retroceder y correr tras
los poseedores de la misma. Con ello, Brasil consigue ajustar sus exigencias
físicas, optimizando su cometido específico, no tanto en el sentido táctico
pero sí en la ejecución técnica. La pelota llega en tiempo y forma a los lugares
pertinentes y allí es donde se realiza el esfuerzo en términos físicos, cuando
el jugador decide afrontar la acción individual para enlazar con la definición y
posterior finalización de la jugada. Son jugadores específicos quienes hacen
el desgaste principal, en este caso Jairzinho y Carlos Alberto por el lado de-
recho y Edu por la izquierda, siendo Gerson y Tostao quienes más participan
del juego ofensivo por el centro. Pelé aparece y juega para posteriormente
desmarcarse o esperar, en función de casa situación, y solo se exprime en
situaciones de máxima probabilidad de éxito. Defensivamente, la posesión
de la pelota les reduce las posibilidades de intervención pero es Piazza quien
juega el papel de primer cortafuego defensivo, siendo Djalma Días y Joel
Camargo quienes presentan la siguiente barrera defensiva. Carlos Alberto
y Rildo condicionan su posición defensiva al lugar por el que previamente
se proyectó el ataque, estando en disposición de defender, habitualmente
en posiciones más adelantadas a las consideradas previamente dadas sus
condiciones de laterales.
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enfrenta a la selección Vinotinto, en un encuentro que será arbitrado por el
colegiado ecuatoriano Eduardo Rendón Equador.
A pesar del cansancio, del cambio de escenario, del clima y de la altura, Sal-
danha vuelve a confiar en el mismo once que se enfrentó a Colombia y ante-
riormente a Millonarios. En cuestión de pocos días se acumulan los kilóme-
tros de los viajes, la adaptación al entorno y los minutos jugados, pero la
necesidad de confiar en un grupo y el nivel de los elegidos facilita la selección
y garantiza un rendimiento estimado de gran expectativa creativa.
BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camargo, Ril-
do (Everaldo), Piazza, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Edu. Entrena-
dor: Joao Saldanha.
El resultado final fue de victoria de Brasil por cinco goles a cero, marcados
por Tostao (3) y Pelé (2).
Un partido sin mucha historia que puso de relieve la diferencia entre ambos
conjuntos en el terreno de juego. Un cambio manifiesto de escenario, casi al
nivel del mar, después de venir de jugar en altura los días anteriores. El clima,
totalmente diferente y el poco tiempo de recuperación y adaptación al lugar
no fueron óbice para que Brasil demostrase una clara superioridad en el juego.
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que Saldanha echaba en falta dentro del espectro futbolístico de su país.
Un jugador humilde y con opiniones propias, capaz de defender con una ar-
gumentación sólida. En cambio Pelé representaba para Saldanha el jugador
apegado al poder, bien fuese económico o político. El niño salido de un en-
torno de pobreza que gracias a un talento especial logra asomar la cabeza
en una sociedad en la que el negro no tenía muchas opciones para progresar.
Pelé, sobreexplotado en términos futbolísticos y mercantiles, se prestaba a
avenirse con todas las peticiones y pretensiones de quienes ostentaban ca-
pacidad de influencia en cada momento. Para Saldanha, la figura de Pelé, a
la que respetó como jugador, no le transmitía gran cosa; por ello no trató de
limar nunca asperezas con el astro, a pesar de tratar de llevar una conviven-
cia que permitiese a ambos lograr sus objetivos.
Conocidas son las anécdotas en las que Saldanha, muy dado a la fábula y a
engordar los comentarios con situaciones no muy cercanas a la realidad,
transmitía sus dudas sobre las capacidades de Pelé aduciendo una miopía no
demostrada por los médicos. Saldanha solía comentar que algunos de los
fallos de Pelé se debían a la falta de visión, lo que nunca fue corroborado,
pero que según el propio entrenador era algo que trataban de mantener en
secreto porque podía ser contraproducente con los intereses comerciales
del jugador y de su club.
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el organismo del propio futbolista. No se respetaban los períodos de descan-
so y recuperación y en caso de lesión se solían reducir los plazos de vuelta
a la competición. Las confrontaciones directas entre Saldanha y los médicos
eran habituales y sus denuncias en los medios una constante. Joao Saldanha
buscaba no solo que Brasil tuviese la oportunidad de volver a ser ella misma
en el más estricto sentido futbolístico, sino que pretendía que el futbolista,
como principal valedor del juego, estuviese en las condiciones idóneas para
la práctica del fútbol. Condiciones físicas, psíquicas y emocionales. El primer
aspecto, con entrenamientos cada vez más tendentes a la mejora individual y
con búsqueda constante de la adaptabilidad de los esfuerzos al deporte que
se practica, como se intuía que se hacía en Europa, era una práctica que se
cuidaba considerablemente; en cambio, la gestión de la estabilidad emocional
del futbolista, su orientación a una vida ordenada y con recursos para afron-
tar los problemas y los medios, derivados principalmente de las lesiones y sus
procesos de recuperación, era algo que brillaba por su ausencia.
En este aspecto, Saldanha trataba de abrir vías nuevas para que el futbolista
se sintiese cómodo y a gusto. No era un entrenador especialmente sutil en
el discurso en general, dado a exponer abiertamente su opinión sin pararse
a pensar muchas veces en las consecuencias de lo dicho, pero sí era suma-
mente cuidadoso con el trato individualizado. Lo comentó muchas veces en
diferentes entrevistas, incluso con el trato en relación a Pelé, de quien dijo
que siempre trató de que la convivencia fuese lo suficientemente respetuosa
para que el trabajo pudiese hacerse en consecuencia. Su inquietud sobre los
gustos, las costumbres y los hábitos de los futbolistas siempre estuvieron
presentes en el ideario de un Saldanha que buscaba la modernidad a través
de una concepción de las relaciones personales, abierta y respetuosa, algo
que parecía una quimera en un ambiente cada vez más militarizado como el
que tenían que soportar.
Sin nombrar a nadie, y sin la intención de abrir brechas en este sentido, Sal-
danha comenta situaciones vividas en el ámbito de la selección en donde
estos hechos eran patentes, sin que por ello menoscabasen en absoluto el
buen ambiente del equipo. La apertura de miras de este entrenador ante una
situación como esta, da fe de la enorme personalidad y la tolerancia que ex-
hibía en relación a sus jugadores.
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En el libro “Vida que segue, Joao Saldanha e as Copas de 66 e 70” escrito
por Raúl Milliet, sobrino de Saldanha, se enuncia una situación particular en
relación a este hecho que Milton Neves comenta en sus publicaciones:
“E não é que o técnico João Saldanha resolveu dar uma incerta nos quartos
da concentração dos jogadores alojados dois a dois? Lá pelas 3h da manhã,
o desconfiado “João Sem Medo?, pé ante pé, foi abrindo as portas das suí-
tes compostas por duas camas de solteiro. Abriu uns oito ou nove quartos e
estava tudo normal com os meninos dormindo profundamente, cada um em
seu canto, ninguém ausente. Embora satisfeito, mas João resolveu verificar
mais um e... surpresa! Acendeu a luz e em uma cama só, ele viu o atacante
e o pivô que estavam juntinhos, juntinhos, debaixo do lençol. Com os olhos
esbugalhados e assustadíssimo, o pivô foi logo gritando: “Sabe o que é, Seo
João, não é o que o senhor está pensando, não. É que o fulano aqui (apon-
tando para o colega) morre de medo de coruja2 e pulou para a minha cama.
E tem uma coruja ali no galho da árvore, ali, ó, atrás da vidraça. Olha lá, Seo
João, é ela, olha lá, é ela, a coruja... Ô, coruja, coruuujaaaaaa... pia aí, vai, pia
e diga para o professor que é verdade, pia, coruja, pia, vaaaaaiiiiii... ?. No
outro dia foi 4 a 0 para o time do saudoso jornalista e técnico gaúcho com
três gols do mesmo atacante, dois passes do próprio pivô e com direito a
uma inusitada instrução de João Saldanha bem baixinho ao pé do ouvido do
artilheiro-coruja ao fim do jogo: “Continue piando, meu filho, continue piando,
porque assim nós vamos longe...?)”
Tras la clara victoria sobre Venezuela, nuevamente los viajes y las apretu-
ras del calendario hacen que Brasil tenga que desplazarse a Asunción para
afrontar el tercer partido de la fase clasificatoria contra la selección guaraní.
El 17 de agosto de 1969 enfrentaría a la selección de Paraguay en su fortín
de Puerto Sajonia, (actual estadio Defensores del Chaco), en un ambiente
de mucha tensión. Ambas selecciones mantenían vivas sus expectativas de
clasificación para el mundial y eran conscientes que los duelos directos entre
las dos definirían las opciones de uno y otro seleccionado. Arbitraría el en-
cuentro el colegiado chileno Don Arturo Massaro.
En los días previos al partido, y justo antes de que la gran masa de torcedo-
res brasileños llegasen a Paraguay para presenciar el encuentro, se dio una
circunstancia que alteró los ánimos de todos. La prensa se había encargado
de caldear el ambiente con declaraciones patrióticas que hacían referencia a
2 Coruja: Lechuza. 60
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guerras pasadas entre ambos países, la gente había hecho de este partido
una causa nacional y el jueves previo al encuentro, por la tarde, se produjo un
serio altercado que varió la dinámica de la previa del partido para todos. Un
grupo de hinchas paraguayos, ante la ausencia aparentemente premeditada
de los vigilantes que custodiaban el hotel de concentración, empezaron a
lanzar piedras y a proferir gritos que evitaban el descanso vespertino de los
jugadores brasileños; ante tal escándalo, los jugadores y miembros del cuer-
po técnico y directivo de Brasil allí presentes decidieron salir a los balcones
a ver qué estaba ocurriendo. Ante la presencia del equipo presuntamente
enemigo, la masa de aficionados se enardeció e increpó con mayor virulencia
a sus contrincantes. Ante la ausencia de protección oficial, los máximos res-
ponsables de la delegación brasileña decidieron bajar y tratar de contener
con argumentos al colectivo de aficionados paraguayos. Cada vez llegaban
más y más grupos de presión que se daban cita enfrente a la entrada princi-
pal del residencial. Una vez abajo, Saldanha acompañado del vicepresidente
de la Confederación Brasileña para el Deporte (CBD) Silvio Pacheco, el direc-
tor de fútbol Antonio Do Passo y el supervisor Adolfo Milman, vieron que la
situación se estaba tornando grave.
Saldanha había corroborado con hechos lo que había solicitado el día en que
fue investido como entrenador del seleccionado brasileño: “No quiero once
jugadores, quiero once fieras”, comentó en su momento. En las vísperas del
partido, las fieras de Saldanha se hicieron sentir, creando un ambiente de
camaradería y unión como nunca se había visto antes. El primer paso para
afrontar un envite tan complejo estaba dado.
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cionados provenientes en su mayoría de Sao Paulo y Paraná se distribuyeron
alrededor del hotel de concentración y velaron por la tranquilidad del equipo
antes de acometer el partido.
El estado de Puerto Sajonia estaba lleno dos horas antes de iniciarse el par-
tido. El griterío era ensordecedor, las imprecaciones entre las dos aficiones
eran una constante y, ante tal situación, Saldanha decidió que en el tiempo de
calentamiento sus jugadores saliesen al terreno de juego y diesen una vuelta
entera al campo, a paso pausado. Lideraban la comitiva Tostao y Rildo, el res-
to de compañeros los seguían. El griterío se hizo ensordecedor e infinidad de
naranjas y demás desperdicios fueron lanzados desde la grada al terreno de
juego. La actitud de los jugadores brasileños llamó la atención del público, que
a medida que iban culminando la vuelta se iba desgastando en sus gritos. Sal-
danha había decidido que los jugadores saliesen a demostrar que no estaban
intimidados por el ambiente y logró el efecto deseado: limar la fuerza emotiva
de la grada e insuflar los ánimos adecuados a sus jugadores. El efecto del Ne-
gro Jefe, Obdulio Varela, en Maracaná en 1950 volvía a resultar eficaz en un
entorno hostil como el del estadio de la capital paraguaya.
Las premisas de partida de Joao Saldanha fueron claras: nadie debía arrugarse
ante la salida agresiva del equipo paraguayo. Los jugadores llevaron al pie de la
letra la orden dada por su entrenador y enfrentaron al rival con todas las conse-
cuencias, al punto que los propios jugadores paraguayos quedaron sorprendi-
dos de la actitud competitiva y por momentos virulenta de los brasileños.
BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camargo, Ril-
do, Piazza, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Edu. Entrenador: Joao
Saldanha.
El equipo brasileño sufrió la dureza del partido durante unos primeros se-
tenta minutos en los que la hermética defensa paraguaya le impedía abrir
huecos para doblegar el entramado defensivo rival. La actitud de ambos con-
juntos era de máxima intensidad y ello se refleja en los constantes enfrenta-
mientos personales que se fueron manifestando en el partido. Pelé tuvo un
encontronazo con Bobadilla, que resolvió con un cabezazo directo que no vio
el colegiado chileno; Rildo tuvo sus más y sus menos con Ferreira y Tostao
era objetivo principal de los centrales paraguayos, dado que los obligaba a
salir de su zona de confort de manera constante, algo que resolvían con ac-
ciones antirreglamentarias.
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Mendoza, quien la introdujo en el ángulo de su propia portería para romper la
paridad en el marcador.
BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camargo, Ril-
do, Piazza, (Gerson Rivellino), Jairzinho, Tostao, Pelé (Julio Cézar
Cajú), Edu. Entrenador: Joao Saldanha.
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El combinado brasileño se impuso por un contundente seis a dos, con goles
de Tostao (2), Edu, Pelé, Rivelino, Jairzinho por Brasil, Orlando Mesa y Jorge
Ramírez Gallego por Colombia. Brasil impuso su ritmo y su fútbol en un parti-
do que pronto se puso de cara. Tostao anotando el primer y segundo gol, tras
el empate de Mesa, dio rienda suelta a un fútbol pleno de organización ofen-
siva, aportando los goles con valor añadido, el que abre el marcador y el que
permite adelantarse por primera vez. El juego de Brasil logra implementar
las particularidades del Jogo Bonito, poniendo de manifiesto las dos coor-
denadas básicas por las que se fundamenta el ataque: la amplitud ofensiva,
con Jairzinho y Edu muy abiertos, y la profundidad, con llegadas de efecti-
vos más que suficientes a la finalización de las jugadas. Llama la atención
que, cuando Brasil logra que ambas facetas se desarrollen conjuntamente,
su juego resulte imparable. La combinación de fuerzas se estructura en una
optimización de movimientos en lo que la fluidez es el factor diferencial. Para
ello, el papel de los jugadores creativos del centro del campo es fundamental
ya que marcan la dinámica general del proceso de gestación del ataque en el
momento más importante, el lanzamiento de toda la oleada de efectivos que
participan en el desarrollo final. Gerson y Piazza son quienes marcan el punto
de inicio del cambio de ritmo que otorga a la amplitud y la profundidad ofen-
siva el valor que realmente tienen; los movimientos vinculantes de Tostao, de
adelante hacia atrás para recibir de espaldas a la portería rival o para arras-
trar defensores que liberen espacios en el último tercio de campo, adquieren
valor en el instante mismo que los dos extremos se hayan situados pisando la
cal, permitiendo a Pelé, Gerson y quienes se aventuren en la combinación de
movimientos centrales gozar del espacio necesario para evolucionar Asimis-
mo, Rildo por la izquierda y Carlos Alberto por la derecha aportan su incorpo-
ración cada vez que Edu y Jairzinho les indican que el pasillo queda libre con
sus movimientos en diagonal hacia adentro. La combinación de movimientos
oportunos en el instante adecuado genera la posibilidad de romper defensas
muy pobladas y de generar los contextos adecuados para llegar a la finaliza-
ción con opciones reales de marcar gol.
Brasil logra esto contra Colombia por el entendimiento entre sus piezas fun-
damentales y por la armonía derivada de una calidad técnica superior a la
normal y un entorno competitivo que hace sentir a los jugadores la impor-
tancia de su aporte. Maracaná vuelve a estar en ebullición elevando el juego
de la Canarinha, gracias a que Saldanha logra convencer a sus pupilos que
el mejor modo de ganar es respetando las raíces por las cuales el fútbol de
Brasil es y siempre será reconocido.
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en cada momento, generando además espacios intermedios para que tanto
Gerson como Pelé operen en situaciones de ventaja. Además su olfato go-
leador se deja ver, generando en múltiples ocasiones él mismo las acciones
de gol que fabrica desde el desborde, la velocidad y la contundencia de su
disparo. El tercero es Jonás Eduardo Américo, “Edu”. El extremo izquierdo
de Santos, con un inicio dubitativo en esta etapa de nuevo resurgimiento del
juego brasileño, logra adueñarse del flanco izquierdo, consigue poco a poco
dominar los parámetros definitorios de su cometido y convierte la banda iz-
quierda, en un principio el lado débil de su equipo, en un baluarte ofensivo
que saca su mejor versión cuando el equipo rival cierra los espacios posibles
de juego. Finalmente la gestión del balón de un Gerson que se erige en el
verdadero arquitecto de este equipo. Es el jugador que más contactos tiene
con el esférico y quien domina y marca el tempo del partido. Además, en cada
encuentro realiza una clase magistral al presentar la mejor opción de pase
acorde con la dinámica del juego, alternando el juego corto con el juego lar-
go, lo que genera una mayor diversidad de opciones que permite incrementar
las alternativas de juego en función de los movimientos de los jugadores que
se encuentran por delante del balón. Gerson responde al estímulo que cada
compañero le propone, eligiendo el que mejor se adecua en cada momento.
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Nadie esperaba de Saldanha un comportamiento extraordinario desde una
perspectiva de organización del juego. De hecho, en Brasil no se solía evaluar
de manera específica la labor del entrenador, siendo un país de jugadores
geniales, pero tal y como iban sucediendo los acontecimientos Saldanha es-
taba superando todas las expectativas específicas y además estaba ges-
tionando su influencia en los medios de forma extraordinariamente eficien-
te. Sus comentarios eran tenidos en cuenta allí donde los emitía y su poder
de convicción era el de una personalidad de estado en toda regla. Un país
en medio de una dictadura militar que a cada paso se estaba convirtiendo
en más violenta tenía en un potencial subversivo a uno de sus principales
protagonistas sociales. Una dictadura que estaba dispuesta a combatir al
comunismo y sus brazos de influencia al punto de protagonizar planes de
actuación alternativos a los definidos por la CIA en su extensión del neolibe-
ralismo y del monetarismo salvaje, vigilando muy de cerca el régimen chileno
de Salvador Allende, con vistas a una intervención futura si fuese necesario,
tenía en Saldanha, un comunista con acceso directo a los medios de comuni-
cación, a un personaje en lo más alto de la cresta de la incidencia social.
BRASIL: Félix (Lula), Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camar-
go (Brito), Rildo, Piazza, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Edu. Entre-
nador: Joao Saldanha.
Brasil logra imponerse al combinado Vinotinto por seis goles a cero, marca-
dos por Tostao (3), Jairzinho y Pelé (2).
Tostao y Pelé llevaron el peso anotador del equipo, con un Jairzinho muy di-
námico en banda derecha, con la ayuda inestimable de un Carlos Alberto que
convertía su sociedad con el jugador de Botafogo en puro oro para el equipo.
Gerson volvió a llevar la manija de un equipo muy concreto en cuanto a sus 67
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partícipes. A pesar del resultado y de la evolución positiva en la fase de cla-
sificación, Saldanha no era amigo de realizar muchos cambios en el equipo.
Las fechas, apretadas y con pocas variaciones, quizás obligaría a dosificar
más los esfuerzos de los elegidos pero Saldanha era reacio a realizar cam-
bios significativos en sus principales protagonistas; quizás por la costumbre
o por la ausencia de la misma en la rotación de los planteles, lo cierto es que
pocos jugadores tenían que soportar grandes esfuerzos en períodos muy
cortos de tiempo.
Por otro lado, esta misma circunstancia ayudaba a que los equipos se logra-
ran cohesionar mejor, permitiendo que las sociedades parciales y las asocia-
ciones que se daban a lo largo de los partidos se solidificasen y permitieran
un mayor conocimiento de las particularidades de los compañeros. El bloque
brasileño era compacto y las entradas de nuevos efectivos iban encamina-
das a mantener el rendimiento global y a testar su aporte dentro del contexto
general del equipo. El nivel era elevadísimo en todos los sentidos, por lo que
ganarse un puesto de titular era una tarea complicada que implicaba demos-
trar mucho en relación al compañero con el que se competía por el puesto.
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Jugaron el partido final de esta fase de clasificación los siguientes jugado-
res, administrados por el colegiado uruguayo Ramón Ruiz:
BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camargo, Ril-
do, Piazza, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Edu. Entrenador: Joao
Saldanha.
Brasil había logrado la mejor fase clasificatoria de su historia, con seis victo-
rias consecutivas, 23 goles a favor y solo 2 en contra. Saldanha había vuelto
a poner en su lugar a un combinado que necesitaba crecer y creer en un esti-
lo definido, sin injerencias en su fondo y con un ambiente en el que el fútbol
fuese el mejor argumento a ofrecer. El entorno, hostil y complicado en térmi-
nos sociales y políticos, no fue un obstáculo para convertir al grupo elegido
por Saldanha en una garantía de fútbol y de espectáculo.
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ción era sublimar el fútbol a través de los mejores jugadores que Brasil había
puesto a su disposición.
Tres días después del partido decisivo contra Paraguay, Brasil juega un amis-
toso contra una selección del estado de Minas Gerais en el estadio Mineirao
de Belo Horizonte. Este partido significaría la primera derrota del equipo de
Saldanha y el punto de inflexión en su posición como seleccionador brasileño.
Se comenta, sin que las fuentes sean del todo fiables, que el futuro presidente
Médici era simpatizante del equipo Atlético Mineiro y que tenía en Darío a uno
de sus ídolos. En ese partido en concreto Darío anotaría el gol del triunfo para
la selección mineira y desde la dirección del fútbol brasileño se le indicó a Sal-
danha la posibilidad de contar en el futuro con el jugador del equipo do Galo.
Saldanha, consciente de que Darío era un buen jugador pero no del nivel de
los que había llevado consigo y tratando de respetar la jerarquía ganada por
sus jugadores en la fase previa al mundial, denegó la propuesta, aduciendo
precisamente ese argumento, Darío era un buen jugador, pero no mejor que
los que él había elegido. A partir de este momento se inicia un proceso de
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presión y hostigamiento sobre el seleccionador brasileño, que llegado el pun-
to provocó una ruptura entre el gobierno y el propio técnico.
Se dice que la presión a partir de ese instante desde los foros gubernamenta-
les sobre Joao Havelange para que Darío fuese parte del combinado brasileño
que jugaría el mundial fue considerable, al punto que el propio Havelange apeló
a Saldanha en múltiples ocasiones para que valorase la posibilidad de incorpo-
rarlo entre los elegidos finales. La presión se convirtió en constante, hasta que
el propio Saldanha hizo pública su famosa manifestación: “Que el presidente
gestione sus ministerios que yo me encargaré de gestionar la selección”
El partido jugado por Brasil contra la selección mineira tuvo unas connota-
ciones muy importantes, dado que se sucedieron en las mismas fechas acon-
tecimientos que posteriormente fueron utilizados en contra de Saldanha y
en provecho de causas particulares.
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leccionador porque él mismo aspiraba al puesto, un lugar que ambicionaba
desde largo tiempo. Incluso llegó a pedir la intervención de los militares para
que pusiesen orden en el seleccionado, dejando patente su poco respeto por
la figura del seleccionador nacional.
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las excusas pertinentes y abandonó el lugar antes de que llegase la policía.
Fue llevado a la redacción de la televisión en la que trabajaba para afrontar
el programa “Dous minutos con Joao Saldanha”. No se presentaron cargos;
cuando la policía había aparecido en el lugar de los hechos no había víctima,
ni atacante, ni arma que los relacionase.
Ese día fue el aprovechado por muchos de los detractores de Saldanha para
sacar nuevamente a la luz esta clase de episodios que limaban su figura de
cara a la opinión pública, acciones pensadas de antemano y estructuradas
minuciosamente desde un órgano interesado.
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despejes para aliviar la situación defensiva de su equipo en el área, con toda
la fatalidad que el balón impactó de lleno en el rostro de Tostao, provocándole
un desprendimiento de retina que obligó al jugador a abandonar de inmediato
la práctica del fútbol.
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no solo no acude, sino que se justifica diciendo que él no está dispuesto a
sentarse a negociar con alguien que ha encarcelado o mandado encarcelar
a amigos suyos, alguno de los cuales desconoce su paradero. Saldanha deja
en el aire que el presidente de la nación es responsable directo de la ausen-
cia de muchos ciudadanos de su domicilio y, sin decirlo, deja entrever que la
cúpula militar tiene las manos manchadas de sangre.
La presión comienza a ser insoportable, toda vez que sigue un conducto ver-
tical indirecto. La cúpula militar presiona a Joao Havelange, máximo respon-
sable de la Confederación Brasileña para el Deporte, y este a su vez trasla-
da esa presión a Dos Passos y al propio Saldanha, que se niega a claudicar.
Havelange llega incluso a rogar que convoque a Darío para que termine de
una vez una situación que comenzaba a tornarse insostenible. Saldanha se
mantiene pese a los continuos ataques, a la presión mediática y a la ejercida
por sus más directos superiores. Su argumento es determinante: se trata de
fútbol no de política. Saldanha lleva hasta las últimas consecuencias su cri-
terio deportivo y demuestra fidelidad a los jugadores con los que ha contado
hasta el momento.
Los comentarios públicos de Saldanha empiezan a resultar algo más que in-
cómodos para el régimen militar. En un viaje a Europa previo a las fechas de
preparación al mundial, Saldanha es invitado a participar en diferentes en-
trevistas y debates en la televisión inglesa y alemana. Allí deja patente la
existencia de presos políticos y de las medidas represivas del gobierno Mé-
dici. En Hamburgo, ante la pregunta de un locutor que hace referencia a la
matanza indiscriminada de indios en Brasil, Saldanha le recuerda que en
cualquiera de las últimas dos guerras libradas por Alemania, en los primeros
minutos de ambas habían muerto más personas que todos los indios muertos
en Brasil a lo largo de 469 años de historia, algo que provocó un conflicto de
consideración. Previamente, en Londres participa con Alf Ramsey en un pro-
grama tertulia en el que discute con el entrevistador sobre la corrupción ar-
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bitral en Brasil. “Inglaterra es un país muy honesto, ¿verdad? Por eso tiene
tanta fama Scotland Yard en todo el mundo”, dijo Saldanha, molesto por la
ofensa hecha a los árbitros de su país.
El partido terminó con la victoria albiceleste por dos goles a cero, tantos
anotados por el jugador de River Plate, Oscar Pinino Más y el jugador de
Estudiantes de La Plata, Marcos Conigliaro.
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La revancha tuvo lugar en Maracaná, el santuario de esta selección, y se
pretendía poner remedio a un resultado que había impactado enormemen-
te en los medios, por la repercusión dada, por el objetivo determinado y
por las particularidades de un rival, Argentina, que nunca es grato sufrir
en tierras brasileñas.
El partido finalizó con victoria de Brasil por dos goles a uno; anotó el primer gol
Jairzinho, empató el jugador de Huracán Brindisi y Pelé anotó el gol de la victoria.
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a Bangú. El resultado conocido de empate a un gol supuso el último partido
de Joao Saldanha al frente de la Canarinha.
Los motivos, nada claros, se dejan latentes, dando a entender una falta de
entendimiento entre el plantel y el entrenador, quien debido a su personalidad
tan marcada (se le llegó a tildar de depresivo y con tendencia a la compulsi-
vidad) había erosionado los niveles de convivencia que habían provocado du-
das en la idoneidad de la preparación del seleccionado. A ello hay que añadir
los informes negativos de un Coutinho que veía la oportunidad de alcanzar
niveles de notoriedad superiores, dado que con Saldanha su posición estaba
muy controlada por este. Todo conspiró a favor de un cese que en un primer
momento quiso disfrazarse de dimisión.
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Zagallo, ex pupilo de Saldanha y con un carácter más moldeable, siempre
había manifestado abiertamente su deseo de trabajar para la selección y era
del agrado de perfiles como Claudio Coutinho, quien pasaría a tener respon-
sabilidades importantes en la gestión y dirección de la preparación física fu-
tura del equipo.
Lo cierto es que Saldanha, en esos 407 días al frente del combinado nacio-
nal, logró revertir una situación que se tornaba complicada en el comienzo
de su aventura. Saldanha se encontró a una selección brasileña carente de
identidad futbolística, con una desorganización interna preocupante. Más de
cuarenta jugadores habían pasado en el último año previo a la toma de po-
sesión del cargo por parte de Saldanha, los estadios se estaban vaciando, la
lucha entre paulistas y cariocas había salpicado al entorno de la selección al
punto que dejó de ser relevante para muchos jugadores de ambos lados. La
selección no llenaba los estadios y la prensa vivía en un constante estado de
crítica y agitación a su alrededor. El momento de acceder al cargo era real-
mente comprometido y Saldanha logró dos cosas fundamentales: la primera,
dotar de un estilo reconocible al seleccionado; la segunda, definir una mues-
tra de futbolistas clara y concisa que serían los encargados de defender los
intereses de la selección, evitando el constante trasiego de entrada y salida
de jugadores que impedía consolidar un proyecto. Saldanha regaló precisa-
mente eso, un proyecto, que defendió a capa y espada y respetó escrupulo-
samente, desde el principio hasta el final.
Es sabido que Saldanha no era el mejor entrenador del momento, tenía ca-
rencias de tipo técnico y estratégico y su carácter era muy cuestionable,
pero desde el primer día fue honesto con el cargo y demostró que ninguno
era superior a él dominando un aspecto que lo hizo único: nadie mejor que
él era capaz de llegar al alma del jugador y hacerlo sentir importante, nadie
mejor que él para definir el sentido de pertenencia hacia un equipo, que re-
presentaba a todo su país, en torno a un estilo de juego único, O Jogo Bonito.
A través del respeto por las particularidades propias del futbolista brasileño,
Saldanha logró convencer a sus pupilos de sus potencialidades y llevarlos a
la victoria a través del crecimiento de su creencia. Eran los mejores, necesi-
taban que alguien se lo dijera y ese fue Saldanha.
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Los jugadores estaban con Saldanha, solo Pelé se mostraba, como siempre,
alejado del resto del grupo, sus intereses personales lo llevaban por caminos
paralelos, pero el resto estaba dispuesto a seguir siendo una de las fieras,
al punto que Brito llevó la voz cantante para declararse en rebeldía si no era
devuelto a su puesto el entrenador que los había llevado hasta México.
Los jugadores estaban con él, solo Pelé se mostraba, como siempre, alejado
del resto del grupo, sus intereses personales lo llevaban por caminos parale-
los, pero el resto estaba dispuesto a seguir siendo una de las fieras, al punto
que Brito llevó la voz cantante para declararse en rebeldía si no era devuelto
a su puesto el entrenador que los había llevado hasta México.
El legado de Saldanha quedó ahí para ser recordado: sus triunfos a partir de
estos momentos serían sus silencios, sus pensamientos y su deseo de ver a
Brasil ser campeón. Un campeón sin general, una fieras que morderían y lu-
charían por una verdeamarela que los representaba a todos, incluso al propio
Saldanha, a pesar de ser un rebelde contra el sistema y persona non grata en
esos momentos, una selección dirigida por un rector diferente, amparado en
una estructura militarizada y controlada desde las oficinas de un ministerio
que era la voz obediente de un amo que orientaba desde el miedo el camino
de un pueblo que sufría en silencio su vida cotidiana, para gritar los goles con
la desesperación del impotente.
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pero no perfilada. Para ello seguiría con el plan establecido y jugaría partidos
de preparación previos a la marcha de la selección a tierras mexicanas con el
objeto de adaptarse lo antes posible al juego en altura.
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El cuadro técnico conformado por Mario Zagallo fue completado inmediata-
mente con personal directamente vinculado al marco castrense. La comisión
técnica, militarizada en fondo y forma, quedaría compuesta por la siguiente
relación de profesionales:
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El segundo partido, igualmente ganado, resultó más complicado, Chile se
mostró duro y Brasil respondió a la rudeza rival; la consecuencia, dos ex-
pulsados por cada bando, Roberto Miranda y Jairzinho por Brasil y Moisés
Silva y Gustavo Laube por Chile. El resultado final de dos goles a uno a favor
de Brasil define la igualdad de un encuentro que no sirvió como referencia
para futuros trabajos. Marcaron Carlos Alberto y Rivelino por Brasil y Osval-
do Castro por Chile.
Durante el mes de abril, Brasil jugó amistosos a lo largo y ancho del territo-
rio, con selecciones estatales, como Amazonía en el estadio Vivaldo Lima de
Manaos, contra Minas Gerais en Porto Alegre y amistosos oficiales contra
Paraguay en Maracaná, Bulgaria en Morumbí y, finalmente, contra Austria de
nuevo en Maracaná.
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petitiva idónea para afrontar los primeros envites del mundial con garantías.
Poco a poco fue definiendo sus preferencias, buscando diferenciarse de la
propuesta futbolística de su antecesor. Las dudas comenzaron pronto y la
definición de un once titular específico no fue una búsqueda fácil. Al contra-
rio que Saldanha, quien tenía claro quiénes quería que fuesen sus jugado-
res protagonistas, Zagallo probó diferentes combinaciones y sociedades en
puestos que consideraba referentes.
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bradero de cabeza del combinado nacional. Si en su momento se confirmó
la presencia de Rildo y Edu como garantes del rendimiento en ese flanco,
ahora la duda se cernía nuevamente sobre quiénes debían ocupar las dos
demarcaciones relevantes en ese espacio. Everaldo y Marco Antonio par-
tían con igualdad de posibilidades, mientras que la posición de extremo ge-
neraba serias dudas en el cuadro técnico, toda vez que Edu no transmitía
la confianza suficiente al nuevo entrenador. Y la duda se mantuvo hasta el
inicio del mundial.
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Jugaron el partido del debut los siguientes jugadores:
El partido se inició con titubeos por parte de Brasil, que se vio pronto por de-
bajo en el marcador tras un grave error de Brito quien no alcanza a conectar
con Clodoaldo y el jugador checoslovaco Ladislav Petras se aprovecha de la
acción. Brasil demuestra su compromiso con un estilo definido y comienza a
hacerse dueño del balón, lo que unido al repliegue tras el gol del equipo rival
favorece el control del juego y el dominio de la posesión. El ritmo lento obligado
por la meteorología y la altura hace que Brasil vuelva a buscar la eficacia téc-
nica en sus acciones y se active en términos de velocidad en el último tercio
del terreno de juego. Zagallo había dispuesto una formación con intención de
posicionarse 1-4-3-3, con Piazza y Brito de centrales, Carlos Alberto y Eve-
raldo de laterales, Clodoaldo de mediocentro defensivo y Gerson acompañado
de Rivelino como centrocampistas avanzados, quedando en punta de lanza
Jairzinho, Pelé y Tostao, pero la realidad vino marcada principalmente por las
particularidades de los partícipes y la evolución natural de sus instintos futbo-
lísticos provocó que acabasen jugando en aquellas posiciones que les resul-
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taban más cómodas. Así, Jairzinho siguió con su relación directa en la banda
derecha con Carlos Alberto, Gerson avanzado a Clodoaldo era el coordinador
de la fase de creación, siendo el stopper de Santos el iniciador de los contac-
tos, Rivelino tendía a ocupar el sector izquierdo, por lo que Tostao volvía a ejer-
cer de jugador de enlace que trataba de aprovechar los espacios libres entre
líneas y Pelé evolucionaba con acciones de dinamización ofensiva en todo el
frente central. En un plano cenital se vería la formación clásica de un 1-4-2-4,
propia de Saldanha, no por ser buscada sino por su propia dinámica natural.
La ocupación de espacios provocó que Brasil encontrase su mejor puesta en
escena, definiendo casi de manera categórica la distribución de fuerzas en el
terreno de juego. Lo que Zagallo no pudo encontrar a lo largo de los partidos
de preparación, apareció de manera espontánea en el primer partido de com-
petición. A partir de aquí, Zagallo tratará de incrementar el rendimiento de un
equipo que por selección natural había definido su propuesta.
Ver partido 87
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Y mientras Brasil rompía el hielo en la competición mundialista, Joao Saldan-
ha vivía su realidad alejado del fútbol. Tras el despido de la selección brasile-
ña, Saldanha se había retirado a su casa sin decir una palabra más alta que
la otra. Había demostrado una conducta propia de caballero asumiendo las
circunstancias y afrontando las consecuencias con gallardía. No había roto
su silencio; simplemente se había marchado, esperando volver a realizar lo
que él había considerado siempre su profesión. Y esta no se hizo de rogar.
Pero la dictadura tiene memoria y siempre acecha en los momentos más in-
verosímiles. Cuando Joao Saldanha se disponía a viajar a México para cu-
brir el mundial, ya sentado en el avión, con el pasaporte en regla y todo listo
para partir, fue arrojado del avión por un grupo de militares que lo devolvie-
ron de nuevo a la terminal del Aeropuerto de Galeao. Sin motivo aparente
le fue impedido volar a México y, ante las continuas protestas y solicitud de
explicaciones, los militares solo acertaron a articular un parco: “O senhor foi
borrado”. Sin más explicaciones le fue impedida la salida del país, haciendo
un ejercicio de fuerza al que Saldanha ya estaba acostumbrado.
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Tal y como cuenta en su entrevista con Geneton Morales publicada nueva-
mente el 4 de junio de 2006, Saldanha ya había vivido episodios parecidos
antes de haber ejercido como seleccionador nacional. En concreto, en 1968
en un viaje privado a Uruguay, con objeto de visitar a amigos de la familia,
exiliados en tiempos de sus padres, aprovechó para contactar y comer con
el presidente depuesto Joao Goulart,; igualmente aprovechó, como reporte-
ro de Radio O Globo, para asistir y cubrir el partido de la selección de Brasil
contra Uruguay. A su vuelta fue retenido en la aduana, le fue requisado el
equipaje de mano y fue obligado a permanecer desnudo, mientras veía cómo
le desgarraban la ropa en su presencia. Permaneció en esa condición a lo lar-
go de seis largas horas, mientras los investigadores militares realizaban las
pesquisas pertinentes. Posteriormente fue liberado sin cargos. La prepoten-
cia militar era habitual en aquella época, una forma manifiesta de transmitir
miedo gratuitamente.
Joao Saldanha tuvo que ingeniárselas para poder salir del país y poder llegar
a México a tiempo de iniciar la cobertura del mundial. Para ello tuvo que ges-
tionar un itinerario propio de una película de espías. Partiendo de Río tuvo que
viajar a Pará y desde allí a Paramaribo, capital de Surinam. En Paramaribo con-
trató un viaje hacia Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, en aquellos
tiempos muy tolerante con la gestión de aduanas y desde allí contrató un vue-
lo con Pan-American para viajar a Guatemala. Desde el país centroamericano
pudo llegar finalmente a México, tres días después de haber salido de Brasil.
El encuentro fue igualado en sus comienzos, con ligero dominio inglés, dado
que Brasil salió al césped del Jalisco con demasiadas precauciones. Aun así, 89
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en el minuto once se produce una de las jugadas emblemáticas de este mun-
dial: Jairzinho se interna por la banda derecha, centra cruzado y Pelé conecta
un cabezazo que se dirige hacia la base del poste izquierdo. Gordon Banks
en un alarde de maestría y agilidad, realiza una de las paradas históricas y
desvía el balón que sale elevado por encima del travesaño.
El primer tiempo es de juego combinado por parte inglesa, con Charlton co-
rriendo y sufriendo los avatares de las condiciones meteorológicas, algo que
pagaría en el segundo tiempo. El juego inglés condicionaba en cierta mane-
ra la dinámica del juego brasileño, dado que por momentos no disponía del
balón para gestionar su fútbol. La ausencia de Gerson como arquitecto del
equipo provocó que Rivelino ejerciese de director de orquesta y Cajú se de-
jase caer al sector izquierdo. Las alternativas en el juego morían en los tres
cuartos de cada campo, haciéndose difícil superar la última barrera defensi-
va de ambas escuadras.
El juego por el sector central tenía esa particularidad: uno o dos hombres ca-
yendo entre líneas para dinamizar con una pared o un cambio de orientación
corto a dos toques una jugada que tenía como intención superar todas las
líneas para implementar la acción final en las cercanías del área. En contras-
te, el juego por los sectores exteriores suponía la llegada en acción individual
para, a través del regate, superar al lateral y forzar una situación de gol, bien
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por centro o bien por pase atrasado a los efectivos que venían a ocupar la po-
sición de finalización. Jairzinho y Carlos Alberto por la derecha influenciaban
el ataque brasileño de manera notoria. Everaldo por la izquierda tenía parti-
cipaciones más esporádicas, Julio César Cajú trataba de sorprender con sus
apariciones fulgurantes, pero contadas.
Brasil logra mantener el control del juego, pero no queda exento de llevarse
el susto final, tal es la incidencia del juego directo que ofrece Inglaterra en las
postrimerías del encuentro. Una mala salida de Félix deja el balón franco a
Bell quien envía al travesaño una pelota que olía a gol. El partido se terminó
con la sensación de un Brasil superior, pero con el miedo en el cuerpo tras las
acciones finales de una Inglaterra en busca de un empate que repartiese
unos puntos que, de esta forma, daban la clasificación matemática a Brasil
para la serie de cuartos de final.
Ver partido
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Jugaron este partido:
Brasil se impondría por tres goles a dos, certificando con pleno de victorias
su clasificación para la siguiente fase. El partido se puso pronto de cara para
el combinado verdeamarelo, dado que a los veinte minutos y tras un lanza-
miento de falta Pelé coloca el primer gol en el marcador, con la ayuda mani-
fiesta de un nervioso Adamache. Dos minutos después, en una jugada elabo-
rada por el equipo brasileño, Paulo Cézar Cajú se interna por la banda
izquierda y, tras pase cruzado sobre Jairzinho, este aumenta la ventaja cana-
rinha, dejando el partido encarrilado. Reduciría distancias Dumitrache, en
una acción de fragilidad de la defensa brasileña en la que el jugador rumano
puede revolverse en el área y disparar entre dos defensores. Félix nuevamen-
te muestra sus carencias y facilita la consecución del gol rumano.
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por demérito de quienes tenían responsabilidades definidas en la parcela de-
fensiva. Un partido en el que Félix demostró sus limitaciones y cuya actua-
ción devaluó el rendimiento colectivo en general.
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En cuanto a las particularidades del juego ofensivo, Brasil presentaba una
iniciación que posteriormente sería fuente de inspiración para muchos entre-
nadores. Los laterales muy abiertos y avanzados una línea en relación a sus
defensas centrales, estos muy separados entre sí y con la participación de
Clodoaldo, quien se retrasaba para participar en el proceso inicial del ata-
que. Esta forma de salir provocaba que tanto laterales como jugadores del
centro del campo tuviesen espacio suficiente para evolucionar y, una vez re-
cibida la pelota, capacidad para moverla con velocidad gracias a la ocupa-
ción de los espacios intermedios de los jugadores situados por delante de la
línea del balón. En este sentido, Gerson, Rivelino y Tostao ofrecían serias al-
ternativas para recibir por dentro, mientras Jairzinho siempre estaba dispo-
nible para iniciar la acción partiendo desde la línea de cal. Pelé evolucionaba
de tal forma que sus movimientos eran complementarios a las acciones de
Tostao, por lo que si uno se caía entre líneas el otro se situaba perpendicular
al balón en la posición más avanzada. El juego era fluido, tal que la pelota
circulaba con precisión a muy pocos toques. Llegados a la zona de tres cuar-
tos de campo, el ritmo ofensivo se incrementaba y era ahí en donde la creati-
vidad y la eficiencia se daban la mano. En la zona de definición de la jugada,
previa a la finalización, Brasil mostraba todo su repertorio y ponía de mani-
fiesto todo su arsenal. Su capacidad para desarrollar la acción individual par-
tiendo de la colectivización del juego o, por el contrario, la acción colectiva
tras una intervención individual, daba a su propuesta una riqueza táctica di-
fícil de contrarrestar, unido a la tremenda capacidad resolutiva y a la disponi-
bilidad de recursos técnicos ofrecidos, que hacían del todo imposible antici-
parse a la jugada.
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Una característica definitoria del juego de Brasil era su enorme capacidad
para llevar el juego al área rival: las jugadas se elaboraban hasta entrar con
la pelota en el área, ofreciendo una mayor probabilidad de definición con atis-
bos de éxito.
La finalización de las jugadas eran una constante en cada ataque, ese era
el objetivo, y la consecución provocaba que el equipo rival, en caso de no
encajar gol, se encontrase siempre con Brasil formado para defender, dado
que tras el tiro la acción siguiente era la de posicionarse defensivamente.
Conseguir desarrollar un contraataque con Brasil desorganizado significaba
que el equipo canarinho había perdido el balón antes de la finalización de la
acción, aspecto que se daba en pocas ocasiones en comparación con otros
equipos; ahí radicaba otra virtud que trascendía al propio juego y favorecía
la gestión de esfuerzos. Brasil no necesitaba realizar grandes ajustes defen-
sivos precedidos de acciones físicas de desgaste porque su capacidad para
finalizar las acciones provocaba que inmediatamente después estuviese en
disposición de defender con todos sus efectivos organizados.
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El compendio de acciones complejas desarrolladas desde la simplicidad deriva-
da de un dominio tan exultante de la técnica individual y colectiva hacía del juego
de Brasil algo sobre lo que no se tenía una respuesta inmediata, salvo que se re-
curriese a la acción antirreglamentaria. Brasil estaba poniendo de manifiesto en
México 1970 la exaltación absoluta del juego entendido desde el arte, pero no
exento del cientifismo considerado desde la perspectiva del dominio del espa-
cio, del tiempo de ejecución y de reacción. La velocidad en el momento oportuno
significaba una ventaja para un Brasil concebido para atacar, para dominar el
juego desde la posesión de la pelota y para desequilibrar cada duelo individual
desde la gestión de una simbiosis cuerpo/balón, a la que nadie podía llegar a
equipararse. La técnica defensiva estaba siendo destrozada literalmente desde
la ejecución excelente de las acciones ofensivas. Y el pase como elemento des-
equilibrante había tomado una dimensión no vista hasta la fecha.
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jugadores con enorme capacidad para gestionar la pelota, un ataque carente
de un delantero centro específico pero con jugadores con gran talento para
ocupar posiciones llegando desde atrás, una defensa con un gran mariscal,
como era Chumpitaz pero con ratios de error elevados y un portero incon-
sistente, capaz de lo mejor y de lo peor. Dos equipos con muchos puntos
en común y con dos referencias obligadas: por Brasil, Pelé, con el permiso
respetuoso de Tostao; y en Perú, Teófilo Cubillas, un jugador que asombró al
mundo en el transcurso de este mundial.
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y matices. La incertidumbre creada en el rival era manifiesta y la ejecución
de las acciones se presentaba con una limpieza y una velocidad claras. Este
partido en particular es la demostración palpable de que el fútbol es ritmo y
cambio de ritmo. Por momentos, las salidas claras, en superioridad a una ca-
dencia poco exigida se transformaba en una acción trepidante en cuanto Ger-
son realizaba un envío largo que rompía la armonía del juego o se procedía a
una sucesión de pases a un toque que culminaban con una acción individual de
Jairzinho, apoyado generalmente por Carlos Alberto.
El juego fluía con la incidencia de un Pelé que jugaba con el metrónomo mar-
cando el ritmo; ahora toco, ahora me paro, ahora arranco en velocidad, apor-
tando tal diversidad de acciones que producía rendimientos en todas y cada
una de sus decisiones. Desde la perspectiva espacial, determinante la visión
de Tostao, rompiendo siempre el entramado defensivo peruano al caerse en-
tre líneas y lograr enlazar con sus dos principales asociados, Rivelino y Pelé.
Destacable la siempre escondida relación entre Piazza y Clodoaldo, quienes
daban un sentido práctico a la iniciación de los ataques, favoreciendo siem-
pre la mejor opción en cada ocasión. La elección del tercer hombre a recibir
era una constante en el juego brasileño en cada proceso de su evolución ofen-
siva, siendo habitual ver al jugador de espaldas a la portería rival, recibiendo
y soltando inmediatamente para que un tercero, habilitado por su movimien-
to, recibiese con seguridad y pudiese progresar generando desequilibrios
inmediatos. A todo ello hay que añadir los aportes de los jugadores que sor-
prenden llegando desde espacios atrasados, caso de Carlos Alberto y Marco
Antonio y en momentos puntuales las arrancadas de Gerson, Clodoaldo o el
mismo Rivelino cuando asumió posiciones más retrasadas. El repertorio de
acciones se vio beneficiado por la riqueza futbolística de un rival que en nin-
gún momento perdió la cara al partido. En un toma y daca constante, Brasil
acertó más y erró menos, algo que la defensa peruana no pudo afirmar, bien
por el error inducido de tener a un rival de tanta enjundia delante, como por
el hecho de ser una línea frágil en su conjunto.
Brasil logró el pase a semifinales con un juego complejo y elaborado que rom-
pía con los cánones establecidos de ausencia de flexibilidad estratégica y
poca movilidad horizontal y transversal. Brasil jugaba hacia adelante movien-
do sus piezas tanto a lo ancho como a lo largo del campo, dominando los tres
flancos de ataque y dotando a cada sector de los jugadores necesarios para
culminar las acciones con éxito, con la disponibilidad adecuada y el plus de-
rivado de una ejecución superior a la que cualquier aspirante a la victoria
pudiese ofrecer.
Ver partido.
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didata al título final venía de ofrecer un fútbol muy sólido y organizado. Con un
sobreesfuerzo derivado del partido de cuartos contra la URSS, con quienes
llegaron a la prórroga para dirimir el partido, Uruguay buscaba ofrecer su clá-
sico porte compacto y riguroso que tantas veces provocó la desesperación de
Brasil, históricamente un rival a quien habitualmente tenía la medida tomada.
Brasil venía crecido de su vital triunfo ante Perú, habiendo destapado nueva-
mente el tarro de las esencias y demostrado al mundo que el fútbol es arte.
Un arte popular como bien dejó claro Joao Saldanha en su momento.
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Lo cierto es que Brasil ofreció un recital de talento y fútbol en el césped del
estadio Jalisco. Uruguay, con un equipo muy equilibrado y estructurado des-
de un sentimiento defensivo muy marcado, no tuvo la presencia de uno de
sus más renombrados valores, Pedro Rocha, ausente igualmente en parti-
dos anteriores, pero ofreció una alternativa de fútbol al que Brasil no había
enfrentado hasta el momento. La realidad es que el fútbol propuesto por
Hohberg como máximo responsable de la selección charrúa fue insuficiente
para combatir la avalancha de creatividad con la que el combinado canarinho
deleitó al público de Guadalajara. En mente solo tenían un objetivo: llegar a
la final y para conseguirlo implementaron una puesta en escena de fútbol
único, en el que la armonía se daba la mano con cada solista que se atrevía
a mostrar su destreza y su ingenio con el balón de por medio. Brasil se había
estructurado en torno a un colectivo que funcionaba como un todo, organi-
zado y matizado al punto de que cada acción era realizada siempre desde
la máxima eficiencia y el máximo valor estético, algo no logrado por ningún
equipo hasta el momento.
Pelé y
Mazurkiewicz
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Este partido supuso el primer gran reto al que se enfrentaba el seleccionado
brasileño en el mundial. Empezar perdiendo y totalmente contrarrestado su
juego ofensivo en los primeros minutos de juego, provocó que el equipo ver-
deamarelo tuviese que sacar lo mejor para doblegar a un Uruguay que tenía
mucho potencial en la parcela defensiva y en mediocampo, jugadores como
Ancheta y Matosas en los centrales y Montero Castillo vigilando cada movi-
miento de Pelé o Tostao, dificultaba muy mucho el hacer colectivo del cuadro
brasileño. Además, arriba presentaba una delantera atípica por lo funcional y
por su disposición en el campo: Morales, extremo izquierdo, y Cubillas extremo
derecho se repartían desde afuera hacia adentro todo el ancho del frente de
ataque sin ningún delantero centro de referencia. Su velocidad y picardía con-
trastaban con una defensa en la que Everaldo y Brito sufrían más de la cuenta
y en las que el error individual volvió a incidir, esta vez en una combinación
entre Carlos Alberto y Piazza que derivó en un robo de Morales y un pase mor-
tal a Cubillas, que supo concretar dentro del área ayudado por el mal posicio-
namiento bajo los palos de Félix.
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Pero Brasil tenía algo que nadie más poseía:
la interacción de efectivos de altísima calidad
provocaba puntualmente situaciones de peligro
que hacían pensar al rival que en cualquier
momento podrían sufrir un disgusto.
Pero Brasil tenía algo que nadie más poseía: la interacción de efectivos de
altísima calidad provocaba puntualmente situaciones de peligro que hacían
pensar al rival que en cualquier momento podrían sufrir un disgusto. Juntar
alrededor de un balón a Gerson y Rivelino, con las participaciones sobre los
espacios, cada vez más reducidos, de Tostao y la incidencia puntual de Pelé,
capaz de entender la problemática del juego y habilitar a un toque a cualquier
jugador de su equipo, suponía un activo de una variedad estratégica incalcula-
ble; si además unimos el papel desestabilizador de Jairzinho, siempre apoyado
por Carlos Alberto y la clarividencia de un Piazza que interpreta la realidad del
problema a resolver como nadie, adaptándose a la ausencia de delantero cen-
tro e incorporándose en ataque a la línea inmediatamente superior para gene-
rar valor con su presencia, nos encontramos ante un equipo con capacidad
para afrontar cualquier circunstancia del juego y superar cualquier eventuali-
dad que pueda surgir, por compleja que pueda parecer. Y así Brasil fue minan-
do a Uruguay poco a poco, con dentelladas de creatividad, con pequeños des-
tellos de luz en medio de la oscuridad, que los guiaba con certeza a la portería
del rival. El gol podía llegar en cualquier momento, pero justamente llegó en el
momento oportuno, con un Clodoaldo acertado que logra empujar el balón ha-
cia las mallas de la meta de Mazurkiewicz en el instante preciso, en el momen-
to en el que no habría una respuesta posterior. Brasil se iba al descanso con el
partido empatado, a pesar de haber sido bloqueado en su juego y de haber
pagado con creces un error grave en un espacio del terreno de juego vital.
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una argumentación contundente. El gol y la confianza derivada del mismo
hicieron todo lo demás.
Ver partido
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O Jogo Bonito, fluía con solvencia en el campeonato del mundo, volviendo
a demostrar, tras un período de incertidumbre que el pueblo brasileño tenía
un patrimonio nacional en su manera de concebir este juego. Zagallo, sa-
biamente dejó que el estilo discurriese sin trabas, facilitando el ejercicio del
mismo por unos hombres acostumbrados a crear juntos. Este equipo solo
necesitaba el certificado oficial para ser declarado el referente absoluto de
una manifestación popular enraizada en toda una sociedad, y esa certifica-
ción solo la daba el campeonato del mundo.
Pero Brasil venía de pasar una durísima prueba contra Uruguay y sabía que
no iba a tener que sufrir la presión incesante sobre el juego de creación en el
centro del campo sino que le sería otorgada la iniciativa del juego, con la que
tendría que ingeniárselas para encontrar los espacios necesarios para llegar
a la portería rival con suficiencia. El juego iba a fluir principalmente en el últi-
mo tercio del campo rival, por lo que debía garantizar que cada vez que los
ataques fuesen abortados, proporcionar efectivos más que suficientes a ta-
reas defensivas para evitar que los contragolpes rivales adquiriesen rango
de máximo riesgo. A ello había que añadirle la exigencia de no convivir con
tanta naturalidad con el error en la última línea defensiva y esperar que Félix
no concediese ninguna acción de ventaja sobre el juego rival, que provocase
como en otras ocasiones, situaciones de desventajas parciales.
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El 21 de junio de 1970, a las 12 del mediodía, hora local, tendría lugar la
gran final en un marco extraordinario como era el estado Azteca de la ciudad
de México. Lleno hasta la bandera, 107.412 personas tendrían el privilegio
de disfrutar de una final muy esperada. El árbitro del partido, el alemán orien-
tal Rudolf Glockner, asistido por Scheuer de Suiza y Coerezza de Argentina,
serían los encargados de velar por la administración de unas reglas de juego
que garantizasen el buen discurrir del encuentro.
Jugaron la gran final del mundial de México 1970 los siguientes protagonistas:
Brasil saltaba al terreno de juego del estadio Azteca con su once de gala. En
la grada, un personaje especial asistía emocionado al evento final que deter-
minaría el campeón. En el área destinada a la prensa, los miembros del equi-
po de comentaristas de la red O Globo asistían expectantes al gran partido
final, entre ellos, Joao Saldanha, micrófono en mano, se disponía a comentar
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desde su sabia perspectiva las aventuras de sus antiguos pupilos, muy cer-
canos ya a la consecución de la gloria final. Geraldo José de Almeida llevaría
el peso del relato, proporcionando uno de los más importantes aportes perio-
dísticos llevados a cabo a lo largo de la historia de los medios de comunica-
ción de Brasil; junto a ambos, Leónidas da Silva, “el diamante negro”.
Rivelino
en la Final
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Brasil se encontró pronto con el control del juego y con la posibilidad de crear
tanto desde la interacción colectiva como desde la iniciativa individual. Al
contrario que contra Uruguay, Jairzinho se encontraba enfrente con un de-
fensor que le impediría maniobrar a gusto, sobre todo cerrándole las diago-
nales interiores, pero por el contrario, contaría con la participación activa de
un Carlos Alberto que llegaba a posiciones de tres cuartos sin mayor oposi-
ción, provocando una superioridad posicional manifiesta que contrarrestaba
el poder de contención del lateral del Inter de Milán.
Y el gol llegó pronto, en el minuto 18. Tostao saca de banda y Rivelino, apro-
vechando el bote del balón, empalma un centro bombeado que dirige al se-
gundo palo con intención, allí Pelé se sostiene en el aire con un tempo de
salto magistral y conecta un cabezazo limpio que se introduce con contun-
dencia en la portería de Albertosi. Burgnich, su marcador, lo veía permanecer
en el aire mientras él era irremisiblemente arrastrado al césped por la impon-
derable fuerza de la gravedad. Pelé se asoció con la física y supo flotar un
segundo de más, el necesario para impactar con vehemencia la pelota con
una cabeza que estuvo allí donde fue requerida.
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En la grada la torçida enloquecía; en la zona de prensa, Saldanha impactado
otorgaba el honor de narrar a sus compañeros, su garganta se trababa con
un nudo producto de una emoción contenida al ver a sus fieras dominar la
pradera del Azteca. Su silencio hacía honor a su palabra, no había dicho nada
en su momento, gozaba en esa misma ausencia del triunfo de una idea, la que
él rescató para beneficio de todos. Brasil orientaba un partido que le otorga-
ba la ventaja de dominar el juego y el marcador. Italia debería abrir líneas y
acertar a gestionar la pelota para provocar en Brasil situaciones de peligro;
si no, su destino estaba certificado.
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Pero el segundo tiempo vino acompañado por una determinación brasileña
de dejar zanjado el asunto en cuanto tuviese oportunidad y fue Gerson en
una acción individual quien de tiro lejano proporcionó a Brasil la ventaja defi-
nitiva para acercarse a la consecución de la Copa. Gerson, brazos en alto,
correrá hacia la banda izquierda a celebrar con sus compañeros, en una ima-
gen típica que quedará grabada en el recuerdo de una final que corroboraría
la justicia del buen fútbol aunado con el buen gusto.
Jairzinho
en la Final
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zón que con la cabeza. El peso de las piernas y de la mente, sobre todo tras
una semifinal apoteósica y asfixiante por el esfuerzo y la exigencia, provocó
un deambular en su juego, un querer y no saber cómo.
Brasil volvió a ser dueño y señor del tempo de partido. Cuando tenía el balón
buscaba la maximización del beneficio inmediato, que era mantener la pose-
sión del mismo y llevarlo a las zonas en las que el tiempo transcurriese y el
juego supusiese el menor riesgo posible para sus intereses. Pero faltaba la
guinda final y esta llegó de la mano de un Pelé generoso que supo ver venir en
plena galopada a su capitán, a quien cedió el honor de cerrar la goleada con
un tanto de clase, precisión y potencia. Carlos Alberto certificaba definitiva-
mente la victoria anotando el cuarto gol y dejando sentenciado un duelo que
los convertía en leyenda.
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sionando debidamente la importancia de su forma de entender este deporte.
Brasil era campeón del mundo a pesar de tanta ignominia política, a pesar de
las restricciones de libertades, a pesar de la manipulación manifiesta que
sufriría el logro en días venideros. Saldanha vivía en primera persona, desde
el silencio de su rincón, las mieles del éxito de todo un pueblo, su pueblo.
Ver partido
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La celebración en Brasil fue apoteósica. Las calles de todas las ciudades y
pueblos se llenaron de color verde amerelo, a pesar de las condiciones polí-
ticas; el ejército y las fuerzas del orden no pudieron contener a la marea de
gente dispuesta a festejar el campeonato.
A su llegada al país, los héroes del estadio Azteca vivieron en primera per-
sona el homenaje popular, ofreciendo la copa en posesión a todo el pueblo
brasileño. Una copa que duraría poco en las vitrinas de la Confederación Bra-
sileña del Deporte, ya que fue robada y fundida para ser vendido su oro. Los
culpables fueron inmediatamente arrestados, sin ser conscientes del todo
del grave daño que habían causado a un símbolo del fútbol mundial.
El fútbol como expresión del arte popular, así definió Saldanha el deporte tal
y como él creía que debía ser entendido. Brasil como referencia manifiesta
de que el fútbol formaba parte de la vida cotidiana del pueblo y era interpre-
tado de la forma en que Brasil se tomaba la vida, con alegría, con entusiasmo
y con clase. El equipo de Brasil campeón del mundo en 1970 representó en
toda su extensión los principios fundamentales que Joao Saldanha fue ca-
paz de recoger en una sola frase.
Había que decir siempre la verdad, ese era uno de sus lemas y él lo había
hecho al lograr entender y trasladar a la gente la idea de que el fútbol debe
jugarse como se siente y en Brasil el fútbol se siente muy adentro para dejar
salir toda la artesanía que vive en lo más profundo de cada humilde ciuda-
dano que se atreve a golpear el balón con los pies. El fútbol adquirió en este
mundial el valor intrínseco de un deporte conformado desde el arte para el
entretenimiento de la gente humilde, aquella que aprecia el valor de las co-
sas bien hechas, de los esfuerzos enmarcados en un entorno de creatividad
espontánea y de placer visual.
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Revista#14
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premeditado de un pueblo dirigido desde la prepotencia y la incultura de una
dictadura militar cuadrada y cerrada en su propio mundo marcial.
Estatua Saldanha
en Maracaná
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Saldanha vivió su último episodio mundialista en 1990, en Italia, país al que
viajó enfermo y, a pesar de ello, dispuesto a transmitir desde su particular es-
tilo todo lo que Brasil pudiese ofrecer en dicho evento. Un Brasil distinto, con
Lazaroni atentando contra las bases culturales del propio juego, dando por
buenos los postulados de un Claudio Coutinho que se encargó de sembrar el
fútbol brasileño de postulados equivocados, de criterios europeizados que
partían de bases argumentales controvertidas y engañosas. Brasil sucumbió
en la tierra del Catenaccio con un ejercicio de fútbol pobre y desestructura-
do. Saldanha solo pudo aguantar hasta las semifinales.
Hoy Joao Saldanha goza del reconocimiento popular, a pesar de seguir re-
presentando una figura controvertida. Su papel como restaurador del crite-
rio futbolístico identificativo de Brasil ha sido elevado al lugar que le corres-
ponde y su mérito en la construcción del Brasil campeón está latente. Pero
como él dijo en su momento, el mérito de ganar el campeonato del mundo de
México 1970 no fue ni de Saldanha ni de Zagallo; fue de Félix, Carlos Alber-
to Torres, Brito, Piazza, Everaldo, Clodoaldo, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé
y Rivelino y de todos aquellos que participaron de una manera o de otra en
la manifestación clara de un fútbol que quedará grabado en la historia con
letras de oro.
BIBLIOGRAFÍA
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Revista#14
PerarnauClub
Historia y Fútbol. 25 noviembre 2007.
Secuencia de las eliminatorias para Méjico 1970 contra Paraguay, Colombia
y Venezuela
http://historiayfutbol.obolog.es/eliminatorias-mundial-1970-41648
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Revista#14
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Revista Placar Brasil 1970.
http://books.google.es/books?id=drkgFskWdAcC&pg=PA13&dq=placar+bra
sil++joao+saldanha+1969&hl=es&sa=X&ei=v_ErVMXcC8bnsASS5YKwCw&
ved=0CC4Q6AEwAg#v=onepage&q=placar%20brasil%20%20joao%20
saldanha%201969&f=false
Wikipedia portugués.2014.
http://pt.wikipedia.org/wiki/Jo%C3%A3o_
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Revista#14
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DELANTERAS MÍTICAS
Alberto Cosín
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Revista#14
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L
a primera delantera que se ganó un apodo en el fútbol español tuvo su
origen en el Sevilla de principios de los años 20. Conocida como la “Línea
del miedo”, la formaban Escobar, Spencer, Kinké, León y Brand, integran-
tes de la escuela andaluza. Su juego era alegre, vistoso y repleto de calidad
técnica. Conquistaron en varias ocasiones la Copa de Andalucía y en la Copa
del Rey de 1921 realizaron una de sus mejores actuaciones. En cuartos se
deshicieron del Levante de Murcia y en semifinales se vieron las caras con el
Athletic de Bilbao, al que desarbolaron en el encuentro de ida. Sin embargo,
cuatro jugadores sevillistas fueron denunciados por alineación indebida y no
lograron alcanzar la final.
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Revista#14
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La segunda etapa de Mr.Pentland en el Athletic Club se caracterizó por el
aire de modernidad y las nuevas variantes tácticas que propuso el técnico
inglés. Dominaron el fútbol español a comienzos de la década, ganando dos
Ligas y cuatro Copas de manera consecutiva y gran parte de estos éxitos
residieron en su poderío ofensivo. Exigía un estilo de juego rápido y atrevido
y fue el primero en cambiar a los extremos de banda para que hiciesen diago-
nales y buscasen el tiro a puerta. Aquella delantera estaba formada por La-
fuente, Iraragorri, Bata, Chirri II y Gorostiza. El extremo diestro era para Ra-
món Lafuente, que aunaba elegancia, regate, habilidad y precisos centros
desde la banda, y en el costado izquierdo jugaba Guillermo Gorostiza, uno de
los mejores extremos españoles de la historia que fue conocido como “Bala
roja”. Diestro y rápido como una centella, su jugada preferida era salir hacia
el centro para buscar su poderoso chut, con el que marcó infinidad de goles
y le hizo ser mejor artillero de la Liga española en dos ocasiones. Como inte-
riores figuraban José Iraragorri, el “Chato de Galdácano”, un futbolista mara-
villoso, repleto de calidad, fuerza física y un preciso disparo e Ignacio Agui-
rrezabala “Chirri II”, el jugador preferido de Mr.Pentland, quien destacaba por
su clase, su visión de juego y un último pase que rompía las líneas de las za-
gas contrarias. En punta jugaba Agustín Sauto “Bata”, un amigo del gol. Arie-
te eficaz, oportunista y con buen dominio de la pelota, tenía un cañón en
cada pierna y un remate de cabeza excepcional. Obtuvo el galardón de máxi-
mo goleador de la Liga en una ocasión, y junto a Kubala comparte el récord
de anotar siete tantos en un mismo partido.
Athletic 1930. 1.- Iraragorri, 2.- Bata, 3.- Lafuente, 4.- Chirri II, 5.- Gorostiza
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Revista#14
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Por su parte, el Real Oviedo no había sido uno de los clubes fundadores de la
Liga, pero en 1933 logró su primer ascenso a la máxima categoría gracias a
un fantástico curso en Segunda División, en la que dejó su huella la primera
delantera “Eléctrica”, integrada por Casuco, Gallart, Lángara, Galé e Inciarte.
En el estreno en la élite del fútbol español del club asturiano entró en acción
la segunda delantera “Eléctrica” y probablemente la más célebre de todas,
contando con las novedades de Herrerita y Emilín, dos mitos del conjunto
azul. Herrerita, recién fichado por el Club Gijón en un fichaje récord en la épo-
ca, pronto empezó a demostrar los motivos por los que le llamaban el Mago.
Deleitaba a los aficionados con un estilo fino y brillante, añadiendo un gran
control del balón, unas cualidades físicas fuera de lo común y unas jugadas
de genio. A su lado, Emilín se hizo dueño de la banda izquierda, rebosando
calidad, desborde, centros magníficos y goles olímpicos con la rosca que
daba a la pelota.
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para su puesto al final terminaba jugando él. Batallador y jugador de brega,
no estaba exento de técnica y habilidad, siendo su mejor especialidad el re-
mate de cabeza con el que marcó numerosos goles. La posición de ariete era
para Echevarría, que tuvo la complicada prueba de suplir a Lángara. Efectivo
y con un fabuloso disparo, su trayectoria estaba en alza hasta que fue atro-
pellado por un coche y tuvo que permanecer un largo tiempo inactivo. Con lu-
cha y tesón volvió a jugar, aunque sin igualar las cifras goleadoras de antaño.
El cuadro hispalense, veinte años más tarde de su primer gran frente ofen-
sivo, tuvo otra delantera sensacional que tomó el nombre de un avión ale-
mán de la Luftwaffe que participó en la Guerra Civil. Siempre ha existido
cierta controversia por la verdadera composición, al haber seis futbolistas
para cinco puestos. Unos opinan que fue la integrada por López, Torronte-
gui, Campanal, Raimundo y Berrocal, y otros que la formaban López, Pepillo,
Campanal, Raimundo y Berrocal, bailando el puesto de interior derecha en-
tre Torrontegui y Pepillo.
Lograron entre otros éxitos la Copa del Generalísimo en 1939 tras doblegar
al Racing de Ferrol en la final y un año más tarde a punto estuvieron de con-
quistar la Liga que finalmente se llevó el Atlético de Madrid. Además, consi-
guieron goleadas para el recuerdo, como un 11-1 al F.C. Barcelona, un 10-3
al Valencia o un 10-0 al Oviedo.
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López, Pepillo, Campanal, Raimundo y Berrocal
Real Madrid 1943. 1.- Belmar 2.- Chús Alonso, 3.- Alday, 4.- Alsúa 5.- Botella
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hizo muy famoso por un tanto que marcó con la mano al eterno rival de los
blancos, el Atlético. Botella, por su parte, fue un zurdo impetuoso, dinámico
y ágil, que tras las incorporaciones de Vidal y Elices tuvo que dejar el equipo
blanco después de tres temporadas en el club. En la zona interior jugaban
Chus Alonso y Belmar. El primero nació en Cuba y se formó en el Real Oviedo,
teniendo como virtudes más destacadas su poderío físico, un enorme recorri-
do sobre el césped, la verticalidad y un magnífico remate de cabeza. Belmar
era fino y tenía una buena visión de juego, pero una lesión le hizo retirarse
prematuramente con 30 años. En punta se desempeñaba Alday, un artillero
vigoroso, astuto, eficaz y que remataba todo lo que le llegaba. Consiguió ser
el máximo realizador histórico de la entidad en Liga durante varios años y fue
el primer jugador blanco que marcó cinco goles en la competición doméstica,
concretamente ante el RCD Espanyol en 1943
El nombre de “Seda” se lo dio José María Úbeda, un cronista del diario Pueblo
que había jugado en su juventud en el Real Madrid. Sucedió el 23 de noviem-
bre de 1947 tras un encuentro entre Atlético de Madrid y Real Madrid, en el
que los rojiblancos aplastaron a sus vecinos por 5-0 en una gran tarde de
todo el frente de ataque. En las bandas jugaban Juncosa por la derecha y
Escudero por la izquierda, siendo el diestro un extremo rapidísimo, con un
regate excepcional, muy inteligente y astuto, y el zurdo un jugador de enor-
me calidad, lucha, pundonor, polivalencia y afortunado de cara a gol. Escude-
ro, además, aún figura como el mejor realizador del club en la Liga española
con 150 tantos. Como interiores figuraban Vidal, futbolista explosivo, ágil y
con un chut durísimo, y Campos, un artista del balón, excelente pasador, muy
potente y cuyo remate de cabeza era de lo mejor del panorama nacional. Por
último, en la posición de delantero centro estaba Silva, un mediocentro re-
convertido a ariete que hizo las delicias de los aficionados colchoneros con
su juego pausado, de toque y calidad. Su técnica era fantástica y, aunque se
le acusaba de ser perezoso, si tenía el día era una maravilla verle con el balón
en los pies. En aquella campaña con Emilio Vidal de entrenador no se pudo
obtener ningún título, pero la delantera de “Seda” dejó para el recuerdo gran-
des actuaciones a nivel colectivo e individual, un estilo de juego preciosista y
el récord de goles del curso en la competición doméstica con 73.
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de Ben Barek, Pérez Payá y Carlsson, y manteniéndose en las alas Juncosa
y Escudero. El Atlético de Madrid había sido campeón de Liga en 1950 y
con el fichaje clave de Pérez Payá se revalidó el título y se formó un quinteto
ofensivo para el recuerdo. Sin embargo, el gran lastre, y por ello el apodo de
“cristal”, fueron las continuas lesiones que evitaron una mayor presencia de
estos futbolistas juntos en el césped.
Las llegadas de Ben Barek, procedente del Stade Français Paris, y de Henry
Carlsson, del RCF Paris, dotaron de mayor calidad, madurez y experiencia al
plantel. Ben Barek, pese a que pasaba la treintena cuando se consumó su
fichaje, marcó una época en el Atlético. Jugador maravilloso, era técnica-
mente un privilegiado, con un disparo fuerte y preciso y un dominio de balón
con ambas piernas fuera de lo común. Se le conocía como “la perla negra” y
ha sido uno de los mayores talentos que han pasado por el fútbol español a lo
largo de la historia. Por su parte, Carlsson era un sueco que jugaba como in-
terior y que había destacado en el equipo nacional durante los Juegos Olím-
picos de Londres en 1948. Sobresalía por ser un brillante organizador de
juego, hábil, elegante, listo y con mucha calidad en sus botas. El último en
llegar, Pérez Payá, lo hizo muy joven y en el conjunto madrileño realizó un par
de temporadas de gran nivel que le llevaron posteriormente a firmar por el
eterno rival. Buen rematador con ambas piernas y de cabeza, oportunista e
intuitivo, se complementaba muy bien con sus compañeros de ataque.
La delantera de “Seda”
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La delantera de “Cristal”
LA “ORQUESTA CANARO”
Contemporánea a las delanteras rojiblancas encontramos una menos mediá-
tica pero muy importante en la historia del Deportivo de la Coruña, llamada
la “Orquesta Canaro”.
Bautizada con este nombre por el periodista Ponte Patiño dada la gran pre-
cisión de sus pases y porque no solían desafinar en su juego, estaba com-
puesta por Corcuera, Oswaldo, Franco, Moll y Tino. Únicamente permane-
cieron juntos una campaña, en 1950-1951 después de las incorporaciones
en el periodo estival de los argentinos Oswaldo y Corcuera procedentes de
Newell´s Old Boys. Aquella temporada, el Deportivo desplegó un estilo es-
pectacular y atrevido con el que lograron importantes victorias en casa tras
apabullar al Celta, el Real Madrid o el Atlético, aunque en las últimas jorna-
das sufrieron para mantener la categoría.
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ra, se caracterizaba por su entrega constante, lucha, nobleza y una enorme
velocidad. Además, solía ser decisivo en los partidos contra los grandes, a
los que marcaba con bastante frecuencia.
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por un partido con la Selección española, destacaba por su dominio del ba-
lón, excelente golpeo, astucia, inteligencia, rapidez y eficacia de cara a puer-
ta. La zona interior del campo fue para Venancio y Panizo. Ambos tenían una
extraordinaria técnica y una enorme visión de juego. Venancio era un jugador
de mucho recorrido, con un potente chut e infatigable durante los 90 minu-
tos. Panizo era más calmado, en ocasiones retrasaba su posición para subir
el balón y en el momento oportuno filtraba pases de categoría a sus compa-
ñeros. Por último, en el centro de la delantera se encontraba Zarra. El ariete,
uno de los mejores de la historia del fútbol español, y máximo goleador ligue-
ro hasta que Messi lo superó hace unas semanas, fue un rematador brillante.
Sus testarazos han pasado a la leyenda del balompié y sus disparos con am-
bas piernas siempre fueron potentes y precisos. Además también demostró
ser muy inteligente y hábil en los desmarques dentro del área, donde siempre
se anticipaba a las defensas contrarias.
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Estanislao Basora,
por Xavi Salvador
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mate tanto como con ambas piernas como con la cabeza y su oportunismo.
De Kubala, uno de los hombres más importantes que ha vestido la casaca
barcelonista, hay que señalar que era un jugador con una calidad y una téc-
nica maravillosas, además de un portento físico. Gran profesional, se pre-
paraba y entrenaba a conciencia para mejorar aún más sus ya excelentes
condiciones. Futbolista noble, caballeroso y deportivo era un especialista
en los lanzamientos de falta con los que consiguió infinidad de goles. Y en
el último puesto de aquel brillante quinteto encontramos a César como de-
lantero centro. Apodado Pelucas, era el mejor punta español de la época
junto con Zarra. Tenía clase, finura, calidad, un chut fuerte y preciso y por
encima de todo un golpeo primoroso con la cabeza. Sus números, tanto
en el F.C. Barcelona como en otros equipos en los que militó, le confirman
como uno de los artilleros más destacados que ha dado el fútbol español.
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en el banquillo, los blancos quedaron por detrás del F.C. Barcelona en Liga y
conquistaron la cuarta Copa de Europa de forma consecutiva ante el Stade
de Reims. En la final, el magiar lesionado fue sustituido por Mateos, pero
durante el año la delantera sí gozó de momentos mágicos, como el 8-0 a
Osasuna y Sevilla en Liga o el 2-0 contra el Besiktas en octavos de la máxima
competición continental.
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OTRAS CUATRO DELANTERAS EXTRAORDINARIAS
Los frentes de ataque con cinco hombres, distribuidos en dos extremos, dos
interiores y un ariete, comenzaron a desaparecer en los años 60, pero an-
tes hay que destacar las prestaciones de cuatro delanteras extraordinarias,
los “Cinco Magníficos” en el Real Zaragoza, los “Cinco Delfines” en el R.C.D.
Espanyol, el “CLERO” en el Elche y la formada en el Atlético de Madrid a me-
diados de década.
El club maño vivió uno de los periodos más felices de su historia con la for-
mación de una delantera extraordinaria en la que convivían Canario, Santos,
Marcelino, Villa y Lapetra. El nombre vino inspirado por una película de nom-
bre Los siete magníficos, dirigida por John Sturges, que se había estrenado
en 1960. Con este frente de ataque, el Real Zaragoza se convirtió en uno
de los mejores equipos de España y además demostró su fortaleza en Euro-
pa. Accedió a la final de Copa durante cuatro años seguidos (1963, 1964,
1965 y 1966), logrando los títulos en los años pares y conquistó el primer
torneo europeo de su historia con la consecución de la Copa de Ferias en
1964 después de doblegar en la final al Valencia en el Camp Nou. Un año
después realizó un gran papel en la Recopa, pero el West Ham en semifinales
les apeó de la competición. El juego que empleaban era atractivo, ofensivo,
rápido y muy ambicioso, logrando sobreponerse de manera excelente a las
trabas que les planteaban las zagas rivales.
El extremo diestro era para un brasileño que había jugado con anterioridad
en el Sevilla y en el Real Madrid de Di Stéfano. Canario no destacaba por el
estilo refinado de los brasileños, sino que era un jugador sacrificado, de mu-
cho carácter, muy potente y con un buen desborde. A su lado se encontraba
Santos, un futbolista completísimo, dinámico, de ida y vuelta y con unas cua-
lidades físicas excelentes. A esto además hay que añadir que tenía una téc-
nica depurada y gran eficacia de cara al marco rival. El puesto de delantero
centro fue para Marcelino. Héroe de la Selección española en la Eurocopa de
1964, el gallego era escurridizo y se movía con gran inteligencia. Su dominio
del balón era magnífico y le gustaba combinar con los interiores, pero si hay
que destacar una virtud por encima del resto esa fue el remate de cabeza.
En la parte izquierda jugaban Villa y Lapetra. El primero no tuvo suerte en el
Real Madrid y tras jugar una campaña en la Real Sociedad fichó por la enti-
dad zaragocista. Maestro en el toque del balón y muy plástico y fino jugando,
siempre buscaba el camino más directo hacía la portería. Su regate era fa-
buloso y se especializó en marcar goles señalados en los partidos importan-
tes. Por su parte, Lapetra era un virtuoso del balompié y está considerado
el mejor jugador que ha vestido la camiseta maña. Se desempeñaba como
falso extremo, ya que su tendencia era ir hacia el centro para construir el
juego y asociarse con sus compañeros. Inteligente, habilidoso, elegante, con
una visión fantástica y una pierna que rebosaba clase, fue el líder del equipo
durante una década.
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Los Cinco Magníficos
El punta de aquel equipo fue el paraguayo Re. Ariete fuera de lo común por
su baja estatura, era un jugador rapidísimo, muy ágil y habilidoso que se za-
faba de los defensas con gran astucia. Pese a venir del gran rival de la Ciudad
Condal donde fue pichichi en una ocasión, fue un jugador idolatrado por la
hinchada perica. Detrás de él jugaban como interiores Marcial Pina y Rodilla.
El asturiano llegado del Elche destilaba clase, técnica y elegancia. Conocido
como el “rubio de oro”, estaba dotado de una buena visión de juego, un ex-
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traordinario regate y un brillante disparo con ambas piernas. Mientras que
Rodilla, canterano de la UD Salamanca, fue un jugador trabajador, vigoroso,
con un buen disparo y poderoso en el juego aéreo. Su especialidad era llegar
al área rival desde la segunda línea, tratando de sorprender a las defensas
contrarias. Por último, en los extremos se desempeñaban Amas y José María.
El carril diestro fue para Amas, un jugador ligero, pequeñito, sagaz, con una
gran aceleración y buen desborde que tenía unas cifras nada desdeñables de
cara a gol. En el flanco izquierdo, José María, el estandarte del conjunto ca-
talán y uno de los fichajes más rentables de la historia de la institución. Líder
en el campo, imprimía carácter y ansia de ganar. No era muy veloz, pero lo
suplía con una pierna zurda maravillosa. Encargado de todos los lanzamien-
tos a balón parado, era un gran pasador, disparaba con fantástica precisión y
poseía, además, una gran capacidad para leer los partidos y saber qué es lo
que necesitaba en cada momento el equipo de él.
El Elche llegó a la élite del fútbol español a finales de los años 50, logrando el
ascenso a la máxima categoría en 1959. En las dos primeras temporadas luchó
por mantenerse e incluso tuvo que superar una promoción de permanencia. Sin
embargo, a partir de 1961 ocuparon plazas en mitad de la tabla hasta que llegó
el gran salto de calidad con un excepcional quinto lugar en el curso 1963-64, la
mejor posición que ha ocupado el cuadro franjiverde en su historia.
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na) y únicamente un hispano (Oviedo). En el extremo diestro se desempeñaba
Cardona. Apodado “la coneja”, era un futbolista menudo, muy ágil, escurridizo
para zafarse de la marca contraria y eficaz de cara a gol. Su salida en el verano
de 1964 junto con la de Eulogio Martínez cerró la corta etapa del CLERO en el
conjunto mediterráneo. Como interior diestro jugaba Lezcano, institución del
club ilicitano y jugador fuerte, físicamente poderoso, con un excepcional domi-
nio de balón y magnífico disparo con las dos piernas. La posición de delante-
ro era para Eulogio Martínez, fichado del F.C. Barcelona, donde cuajó buenas
campañas. Hábil, enérgico, sacrificado y generoso en su esfuerzo, tenía una
relación de amor con el gol pese a su estilo tosco y poco refinado. En la zona
izquierda del ataque se encontraban Romero y Oviedo. El guaraní, probable-
mente la mejor zurda que ha pasado por el Elche, desbordaba clase, calidad y
elegancia. Tenía visión de juego, último pase y aunque jugaba algo retrasado
anotó una excelente cifra de tantos a lo largo de su trayectoria. Mientras que el
cacereño Oviedo era el extremo izquierda. Veloz y técnicamente brillantísimo,
su estilo imprevisible causó estragos por la banda.
Tres lustros más tarde de que el Atlético de Madrid tuviese a las delanteras
de “Seda” o “Cristal”, aglutinó otro quinteto para el recuerdo. Compuesto por
Ufarte, Aragonés, Mendonça, Adelardo y Collar, obtuvo la Copa en 1965 y
conquistó la Liga un año después tras quince sin lograrlo. Primero con Otto
Bumbel y a continuación con Domingo Balmanya, vencieron al Real Zaragoza
en el torneo copero por la mínima y superaron a su eterno rival de la capital
en la competición doméstica.
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taba participar en la elaboración de las jugadas ofensivas. Los interiores Ara-
gonés y Adelardo, santo y seña de la entidad del Manzanares, son dos de los
jugadores más queridos que han vestido la camiseta rojiblanca. Aragonés,
llegado del Betis en 1964, no era un jugador excesivamente veloz ni rápido,
pese a tener una imponente zancada, pero cuando el balón le llegaba a los
pies la jugada tomaba otro sentido. Inteligente, con buen dominio de la pelo-
ta y visión de juego, su acción preferida era llegar al área contraria desde la
segunda línea, consiguiendo innumerables tantos de esta manera. Además,
era un especialista en los lanzamientos de falta y uno de ellos casi otorga la
primera Copa de Europa al conjunto madrileño. Mientras que Adelardo fue un
centrocampista muy completo, fuerte y técnico, era el motor del equipo en la
zona ofensiva. Marcaba goles, asistía y también defendía, corría y se sacrifi-
caba a pleno rendimiento los 90 minutos. Por último, el puesto de delantero
centro era para Jorge Mendonça. El angoleño fue un futbolista fabuloso, con
una técnica depuradísima, muy hábil, con un magnífico regate y espectacular
rematando. Astuto e inteligente en sus movimientos, es uno de los arietes
con más calidad que han pasado por el Atlético de Madrid.
Alberto Cosín
@albertocosin
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OLYMPIAKOS,
EL TIRANO GRIEGO
Christian Sánchez
La historia del fútbol siempre deja sitio a los clubes que marcan una
época, participen en las ligas más famosas del panorama futbolís-
tico o no. El Olympique de Lyon a comienzos de los años 2000 y
el Celtic en la Scottish Premier League son algunos ejemplos. En la
Super Liga griega encontramos otro ejemplo que actualmente per-
dura, hablamos del Olympiakos de Michel. Se trata de un club que
nunca ha descendido de categoría y que ha conseguido 16 títulos
domésticos de los últimos dieciocho.
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S
us continuos éxitos en Grecia le permitían, año tras año, poder parti-
cipar en la máxima competición de clubes. Los equipos más potentes
temían a los helenos por aquel mito del “infierno griego”. Sin embargo,
ese fervor en las gradas de años atrás parece haberse trasladado al campo,
donde Michel ha conseguido formar un conjunto sólido y con numerosos re-
cursos para afrontar distintas situaciones de partido.
Foto:
Uefa.com
SALIDAS FULGURANTES
Los primeros 15 o 20 minutos de casi todos los encuentros en casa, el con-
junto rojiblanco comienza con una gran intensidad. No hace falta irse muy
lejos en el tiempo, ya que el mejor ejemplo es el partido que disputó ante la
Juventus de Turín en Champions. Pese a la entidad del rival, los hombres de
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Michel consiguieron el dominio de balón y lo trasladaban con acierto a posi-
ciones muy adelantadas. Las bandas presionaban junto con la ayuda de los
mediocentros para robar alto e iniciar una transición rápida con poco espacio
por delante y con el rival en posición de salida de pelota. La generación de
jugadas peligrosas por medio de fallos forzados del rival hace que a los ju-
gadores contrarios les empiecen a entrar ciertas dudas a la hora de sacar el
balón jugado desde atrás.
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Ese orden que se mantiene cuando el equipo está replegado en 10 o 20
metros no sería posible sin la ayuda de los mediocentros, como arriba co-
mentamos. Milivojevic y N’Dinga proporcionan buena salida de balón desde
atrás, sobre todo el serbio, y coberturas laterales por la tendencia ofensiva
de estos. Pero su aportación más destacada es la seguridad que proporcio-
nan a su defensa. La cercanía de los mediocentros a los centrales permite a
estos anticiparse a los pases frontales sin miedo a dejar espacio libre, ya que
el mediocentro ocupará ese espacio. De este modo, el equipo no arriesgará
al incorporar los centrales arriba para iniciar una transición ofensiva, clave
cuando el equipo decide ceder el dominio del encuentro al rival. El automa-
tismo se repite en innumerables ocasiones.
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Desde entonces se ha mantenido como guardameta titular, cuajando gran-
des actuaciones que significaban puntos vitales para su equipo. Se ha ga-
nado ese sitio a pulso y el agradecimiento por parte de la afición se hace
notar. Su última gran hazaña estuvo al nivel de la competición y del rival: ante
la Juventus en la Liga de Campeones. Roberto hizo bueno el gol de Kasami
gracias a una actuación inolvidable. Adentrándonos más en el madrileño, se
trata de un portero que trata bien el balón y lo distribuye bien a las bandas
cuando es presionado. No suele optar por el clásico pelotazo arriba si la si-
tuación no lo exige.
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dejando un gran espacio a las es-
paldas que puede ser perjudicial.
Botía dota de centímetros a la lí-
nea defensiva y es muy solvente
en los balones aéreos. Por otro
lado, Abidal aporta esa salida de
balón y tendencia a subir en con-
ducción, herencia, sin duda, de
su etapa como lateral izquierdo.
La posición adelantada de los
centrales puede dejar al equipo
algo expuesto a desmarques a la
espalda de la defensa.
• Mediocampo
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La línea de tres cuartos estará copada de jugadores técnicos y habilidosos
todos ellos, aunque los que más minutos están disputando son el exvalencia-
nista Domínguez, Dossevi, Kasami y Afellay. Esta demarcación está carac-
terizada por el gran juego interior ante las incorporaciones laterales. El nivel
técnico de todos estos jugadores les permite combinar rápido y de primeras,
además de realizar movimientos y acciones que den cierta ventaja a la juga-
da sobre el rival. Son jugadores que piensan antes de que el balón les llegue y
pueden ejecutar rápido. Los contragolpes son dirigidos por las conducciones
de alguno de estos tres elegidos, claves para dotar de rapidez a la jugada.
• Delantera
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el 4-4-2 en repliegue e, incluso, el 4-3-3 que pudimos presenciar ante el
Panathinaikos. Pero ahí no queda la cosa, ya que también ha conseguido
que su equipo esté capacitado para variar de esquema dentro del partido.
Esto hace un equipo con recursos suficientes para dominar la competición
doméstica, pero que quiere revivir sus mejores años en Europa midiéndose
con los más grandes y teniendo el Georgios Karaiskakis como bastión prin-
cipal para conseguir la victoria.
Christian Sánchez
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DE CUANDO
LUCIANO SÁNCHEZ FUE PICHICHI
Gil Carrasco
Luciano Sánchez era Vavá, alias con el que jugó 11 años en el Elche,
entre 1963 y 1974. Nacido en Béjar (Salamanca) en 1944, fue un
delantero centro de cuerpo menudo, fuerte, valiente, muy vivo en el
área y con una facilidad rematadora que le permitió ser el máximo
goleador de la Liga 1965-66, con 19 tantos en 30 partidos. No está
claro por qué se le llamó Vavá, aunque el gatillo fácil y el color tos-
tado de la piel lo situaron en la estela del Vavá original, el brasileño
Edvaldo Izidio Neto, delantero del Vasco da Gama que el Atlético de
Madrid fichó en 1958. Vavá estuvo tres temporadas de rojiblanco,
en las que marcó 31 goles en 71 partidos. De hecho, a Luciano Sán-
chez se le conocía en principio como Vavá II, pero pronto se quedó
en Vavá a secas.
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o de los alias era frecuente en el fútbol; así, en el DNI de su compañero en
el Elche Lico ponía José Antonio Morante, José Martínez era Pirri y Fran-
cisco Fernández era Gallego. Y no solo en el fútbol, sino que es universal
e intemporal: si nombramos a François Marie Arouet, María Antonia Abad, An-
tonio Chenel o Gordon Sumner, mucha gente no sabrá de quiénes hablamos,
pero si los identificamos como Voltaire, Sara Montiel, Antoñete y Sting, la cosa
cambia. Ahora la tendencia es a la inversa y hay infinidad de futbolistas que
quieren que en las alineaciones consten el nombre y el primer apellido.
Todo esto viene a cuento de que, en estos tiempos en que Messi y Cristia-
no Ronaldo imponen la tiranía de sus capacidades goleadoras estratosféri-
cas, conviene recordar que hace ya seis años que la Liga española no tiene
un pichichi español. El último fue Dani Güiza, que en la campaña 2007-08
acabó en lo más alto de la lista con 27 tantos en 38 jornadas. Güiza (Jerez
de la Frontera, Cádiz, 1980) jugaba entonces en el Mallorca, fue campeón
de la Eurocopa de 2008 —con la Roja también metió sus golitos— y ahora
viste de azulgrana, que así es la camiseta del Cerro Porteño de Asunción.
Su carrera fue un constante hacer y deshacer las maletas: Xerez, Mallorca,
Recreativo de Huelva, Barça B, Ciudad de Murcia, Getafe, otra vez Mallorca,
Fenerbahce (ganó la Liga turca), de nuevo Getafe y ahora, ya está dicho, apu-
ra su carrera en Paraguay.
Otro andaluz, Diego Tristán, había sido el anterior pichichi español, en 2002,
al contribuir con 21 goles a los éxitos de aquel Deportivo superlativo. Güiza
y Tristán se unen a Raúl González (dos trofeos con el Real Madrid), Salva Ba-
llesta (uno con el Racing de Santander), Manolo (uno con el Atlético), Emilio
Butragueño, Juanito, Rincón (Betis), Quini (dos con el Sporting y otros dos
con el Barça) y Carlos (Athletic de Bilbao), en la corta lista de máximos go-
leadores españoles de los últimos 40 años, nómina con mayoría de nombres
de otras nacionalidades: Kempes, Krankl, Da Silva, Hugo Sánchez, Baltazar,
Bebeto, Romário, Zamorano, Pizzi, Ronaldo, Vieri, Makaay, Etoo, Forlán, Van
Nistelrooy y los ya citados Messi y Cristiano Ronaldo.
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Vavá, y retrocedemos medio siglo, rompió con su pichichi una racha de ocho
temporadas en las que los máximos goleadores habían sido todos extranje-
ros: el argentino Alfredo Di Stéfano (2), el húngaro Ferenc Puskas (4), el pe-
ruano Juan Seminario y el paraguayo Cayetano Re, el pichichi más bajo de la
historia, medía 1,63. Vavá llegó al Elche apadrinado por un representante de
calzado, Narciso Caballero, que lo recomendó al club ilicitano, según cuenta
el interesado en el diario digital Elchedirecto. “En mis tiempos los delanteros
éramos gladiadores”, afirma Vavá, que hoy tiene 70 años. De sus duelos con
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los centrales, finos (pocos) o leñeros (los más), Vavá evoca los que sostenía
con el barcelonista Gallego y los califica de “preciosos”. Vavá tampoco ha ol-
vidado cómo consiguió el pichichi del 66, en la última jornada: “Luis Arago-
nés y yo estábamos empatados a 18 goles. El Atlético, que fue campeón,
jugaba en Sarrià contra el Español, y nosotros en Altabix contra el Valencia.
El Atlético ganó, pero Luis no marcó, y el Elche iba perdiendo por 0-2. Enton-
ces, en el último minuto, mi compañero Romero me puso un balón en bandeja,
lo metí y así gané el pichichi. Hubo invasión de campo y la Guardia Civil me
tuvo que proteger porque la gente me estrujaba”. Uno de los entrenadores a
cuyas órdenes trabajó, el gran Di Stéfano, dijo una vez que Vavá tenía tanto
coraje y tanta hambre de gol que “si pintabas un balón en la pared del vestua-
rio, lo remataba de cabeza”.
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Marcial fue uno de los futbolistas más extraordina-
rios que ha habido en este país, y si su nombre no
figura entre los ilustres de los anales de la FIFA es
porque no ganó ninguna Copa de Europa y única-
mente una Liga, la de Cruyff del 74.
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Muchos de los 22 goles de Uriarte que le valieron el pichichi los marcó de
cabeza. Tenía planta, saltaba bien e iba a todas. Con el Athletic ganó dos
Copas, ante el Elche y el Castellón, y perdió otras dos, que se las llevaron el
Zaragoza y el Valencia. “Aquel Athletic hizo muy buenas temporadas, nos
entendíamos bien porque todos éramos amigos”. Uriarte dejó San Mamés en
1974 para irse al Málaga, donde se retiró en 1976, a los 31 años. Se hizo
entrenador y dirigió al Bilbao Athletic y al Villarreal, si bien lo dejó pronto: “Yo
no servía para eso”.
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en el salto a defensas más altos que él, Marianín metía unos cabezazos tre-
mendos. En 1972, el Oviedo, entrenado por el doctor Eduardo Toba, se hizo
con sus servicios para formar una pareja de delanteros centro de mucho cui-
dado junto a Enrique Galán. Se decía que Galán era el bueno, pero los goles
los marcaba Marianín. Muchos de ellos, en combinación con su compañero
valenciano o rematando los buenos centros del extremo izquierdo, Uría. Lo
cierto es que, acabada la temporada, nadie superó los 19 tantos del jabalí
del Bierzo; uno de ellos, materializado con uno de sus demoledores testara-
zos en el Vicente Calderón ante el Atlético, supuso el gol 1.000 del Oviedo
en Primera. Su mejor tarde, no obstante, fue en San Mamés, donde Athletic y
Oviedo empataron a tres y él marcó los tres goles azules: “En aquella época,
meterle tres goles a Iríbar era algo grande, casi impensable”, declaró recien-
temente a El Bierzo Noticias. Su pichichi, como el de Porta el año anterior,
tiene el mérito añadido de que los competidores eran cañoneros consagra-
dos, de mucho nivel: Amancio, Gárate, Luis, Quini, Rexach, Santillana…
El caso del doctor Carlos Ruiz Herrero, Carlos para el fútbol (Bilbao, 1948),
es de los pocos en los que un profesional del balón compagina su carrera de-
portiva con estudios superiores. Carlos Ruiz Herrero es médico, como José
Martínez Pirri y Carlos Pellicer, aquel ‘8’ del Deportivo que no supo aprove-
char el Barça entre 1967 y 1970 pero sí el Valencia de Di Stéfano, con el
que ganó la Liga del 71. El mismo ejemplo, aunque con otra carrera, dio José
Eulogio Gárate, ingeniero. El doctor Carlos Ruiz Herrero ha ejercido su profe-
sión en el Caja Bilbao de baloncesto y en las federaciones españoles de fútbol
y balonmano. “Empecé estudiando ingeniería —afirma en El Desmarque—,
pero al fichar por el Athletic, en 1970, cambié a medicina aprovechando que
podía pagármelo. En casa éramos diez hermanos”.
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Carlos ganó el pichichi de la Liga 1974-75 con 19 goles. Alto y fuerte, era,
como Marianín —y como Quini y Santillana, por referir a delanteros de su ge-
neración—, un especialista en el remate de cabeza. En el Athletic, entrenado
por Rafael Iriondo, jugaba con Iríbar en la portería; Escalza, Madariaga, Gui-
sasola y Astrain en la defensa; Villar, Lasa o Zabalza y Rojo en el centro del
campo, y Dani y Amorrortu como colegas del ataque. Estuvo en San Mamés
desde 1970 hasta 1981, y se retiró en el Español en 1982, donde formó con
Roberto Martínez y Rafael Pérez Marañón, la que la revista Don Balón deno-
minó la delantera del siglo: entre los tres sumaban 100 años. Con el Athletic
ganó la Copa del Generalísimo de 1973 y perdió, en 1977, la primera final
de la Copa del Rey, ante el Betis, y la final de la Copa de la UEFA, frente a la
Juventus, a ida y vuelta. El especulador equipo blanquinegro ganó en Turín
por 1-0 y el Athletic se impuso en Bilbao por un insuficiente 2-1: Bettega
hizo el 0-1, Churruca empató y Carlos materializó la amarga victoria.
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Después de tres años de dictadura de Enrique Castro Quini —un trofeo de
máximo goleador con el Sporting de Gijón, 1980, y dos con el Barça, 1981
y 1982—, un delantero centro grandote, implacable rematador con pies y
cabeza y un bonachón dentro y fuera del campo, el pichichi se vistió de verdi-
blanco. 1983 fue el año de gloria de Hipólito Rincón (Madrid, 1957), cuyos
20 goles superaron los 19 de Amarilla (Zaragoza), los 18 de Dani (Athletic) y
los 17 de Sarabia (Athletic) y Valdano (Zaragoza). Muchos de esos 20 tantos
los hizo Rincón bordeando el fuera de juego y quizás habría conseguido 40 si
los árbitros no le hubieran pitado dicha situación antirreglamentaria; Rincón,
siempre hambriento de red, buscaba la coyuntura más ventajosa con un afán
impresionante. Aquel era un Betis de renombre: Esnaola, Gordillo, Cardeño-
sa, Diarte y Barnes figuraban en una plantilla inicialmente entrenada por An-
tal Dunai y después por Marcel Domingo. Rincón también dejó rastros de su
pólvora en el célebre 12-1 de España a Malta del 21 de diciembre de 1983,
en su estadio, el Benito Villamarín, al marcar cuatro de los goles, los mismos
que Santillana.
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disparo y remate desde cualquier ángulo y posición, técnica, empuje, osadía,
habilidad e inteligencia. El futbolista mexicano del Real Madrid conquistó el
pichichi cinco veces; la última de ellas, en 1990, metió 38 goles —a uno
por partido y todos de remate o toque directo, es decir, sin control previo—
e igualó el récord de Zarra (Athletic) de 1951. Tuvieron que pasar 21 años
hasta que alguien, Cristiano Ronaldo, en 2011, mejorase la cifra con sus 41
goles. La hazaña del portugués, sin embargo, quedó hecha trizas cuando en
2012 Messi llegó a los 50 goles. Pero esa es otra historia.
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Rebajada la euforia en el Vicente Calderón por una cadena de acontecimien-
tos de todo tipo, Manolo decidió volver al Sabadell en 1995 y se retiró en
el Mérida en 1998 sin haber disputado un partido oficial, ya que una lesión
que le afectó al peroné y al tobillo lo obligaron a irse a casa. Manolo tuvo 21
entrenadores durante su carrera, la mayoría de ellos en el Atlético durante
el muy agitado reinado de Jesús Gil y Gil, de los cuales destaca a Luis Ara-
gonés en primer lugar—“Fue de quien más aprendí”— a Maguregui —“Con él
debuté en el Atlético”— y a Clemente —“Siempre contaba conmigo, jugaba
casi siempre”—. Luego probó suerte, sin alcanzarla, como entrenador del Ca-
cereño y regresó al Atlético en funciones de técnico de su escuela de fútbol.
El último de los pichichis antes de Güiza y, por tanto, penúltimo español con
tal honor, fue Salva Ballesta, quien en la temporada 1999-2000, jugando
para el Racing de Santander, totalizó 27 goles, tres más que Catanha (Má-
laga) y Hasselbaink (Atlético). Salvador Ballesta Vialcho (Zaragoza, 1975)
empezó en el Sevilla, a los 19 años, una prolija trayectoria que lo llevó a un
montón de equipos, algunos con billete de ida y vuelta: Sevilla, Écija, Racing,
Atlético, Valencia, Bolton, Málaga, Levante y Albacete, donde se retiró en el
año 2010. Actualmente entrena al filial del Málaga, Atlético Malagueño, de
Tercera División.
Prototipo del delantero peleón, cazador del área, Salva Ballesta despidió el
siglo xx como el goleador más espabilado de la Liga en un Racing que jugaba
al ataque con el paraguayo Gustavo Benítez de entrenador, quien solía ali-
near a Ceballos, Mellberg, Sietes, Arzeno, Espina, Colsa, Vivar Dorado, Mu-
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nitis, Amavisca, Salva Ballesta y Manjarín. De todas maneras, se habló más
de sus declaraciones políticas que de los balones que, impulsados por él,
traspasaban la línea de la portería. Hijo de un oficial del Ejército y piloto frus-
trado, Salva Ballesta celebraba sus goles con el saludo militar. Nunca ocultó
sus pensamientos fascistas y una patriotería de fajín, si bien se considera
“apolítico”. Para él, las prioridades de la vida son “Dios, familia, patria, Ejército
y fútbol”. En una entrevista divulgada por una web ultra, dijo en 2006: “Para
mí, se están devaluando las Fuerzas Armadas y creo que los altos mandos
deberían dar un taconazo, aun poniendo su cargo a disposición del político
de turno”. Y en 2007, a raíz de unas críticas del barcelonista Oleguer Presas
al Gobierno por su actitud con el etarra De Juana Chaos, Salva Ballesta se
refirió a Oleguer en estos términos: “Le tengo más respeto a una caca de pe-
rro”. El FC Barcelona denunció a Ballesta ante el Comité de Competición por
incitación a la violencia. El Comité se inhibió por no figurar las “discrepancias
políticas” entre sus competencias.
Por cierto, Rafael Moreno Pichichi nunca fue pichichi de la Liga. Pichichi (Bil-
bao, 1892-1922) murió seis años antes del primer campeonato nacional,
que se disputó en 1928, a consecuencia del tifus, seguramente contraído al
comer ostras en mal estado. Su apelativo bautizó el trofeo de máximo golea-
dor en 1953, por una iniciativa de los diarios Marca y Arriba. Pichichi, llama-
do así como un derivado de pichón, en castellano, o pitxintxu, en euskera, tér-
minos aplicados a personas de baja estatura, era un extremo izquierdo flaco
y menudo que dejaba la banda para ampliar el ángulo de tiro. Con el Athletic,
su único club, anotó 10 goles en 17 partidos de Copa y 68 en 72 del torneo
regional vizcaíno. Esas cifras, el hecho de ser el autor del primer gol en San
Mamés, en 1913, y su muerte prematura son el origen de la leyenda. Los fut-
bolistas del Athletic ganadores del pichichi han sido Gorostiza (dos veces),
Bata, Unamuno, Zarra (seis veces, récord en vigor), Uriarte y Carlos, último
en conseguirlo, en 1975.
Gil Carrasco.
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EL DISCÓBOLO PERFECTO
Óscar Fernández Villar
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E
s muy habitual referirse a los campeones olímpicos como los deportis-
tas que alcanzan el Olimpo. Tomando esa referencia podemos colegir
que Al Oerter es, junto con Carl Lewis, el atleta que durante más años
ha estado en el Olimpo. Hay otros atletas con más medallas de oro olímpicas
en la historia del atletismo contemporáneo, pero ninguno, con excepción del
mencionado Carl Lewis, alcanzó 4 medallas de oro en su disciplina de ma-
nera consecutiva en cuatro Juegos Olímpicos: 1956, 1960, 1964 y 1968.
La diferencia entre los triunfos de ambos es que Al Oerter venció con la pre-
sencia de sus mejores rivales en todos los JJ.OO. y Carl Lewis, sin quitar
mérito a sus cuatro oros en longitud, lo hizo con rivales directos lesionados
en dos ediciones olímpicas (Iván Pedroso) y con un boicot en Los Ángeles que
abarató las medallas. Al Oerter batió el récord olímpico en cada ocasión que
participó, hazaña que nadie ha logrado igualar hasta la fecha. Además batió
cuatro veces el récord del mundo de disco entre 1962 y 1964.
Oerter era un portento físico que pudo ser bueno en distintos deportes: “Yo
podía lanzar una pelota de fútbol americano, de béisbol o golf a una milla”,
exageró en cierta ocasión. Su extraordinaria condición física estaba fuera
de toda duda, pero también tuvo la fortuna de los grandes campeones que
salió a relucir en varias ocasiones. En sus primeros Juegos Olímpicos en Me-
lbourne, cuando estaba fuera de la selección de EE.UU. al quedar cuarto en
los USA Trials de 1956, la lesión de un compañero le abrió las puertas para
poder acudir a Australia.
Un hecho curioso es que Oerter nunca fue favorito para vencer en los Juegos,
sobre todo en los de Melbourne 1956 cuando contaba con apenas 20 años.
Oerter nunca venció en los USA Trials, por lo que la condición de favorito y la
presión siempre recayeron en otros compañeros.
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En 1991, en una entrevista a la revista “The Olympian”, definió sus títulos de
una manera muy gráfica: “En los primeros Juegos, yo era muy joven; en los
segundos, no era muy capaz; en el tercero, muy lesionado; y en los cuartos,
viejo”. Ganó las cuatro veces.
Pero Oerter era sobre todo un ganador que hace a los deportistas superiores
cuando sus rivales flaquean. Hal Connolly, campeón olímpico en lanzamien-
to de martillo en Melbourne 1956, lo definió de esta manera: “En opinión
y en la de muchos de nosotros, él es el mejor atleta del siglo en concursos.
Hay una magia sobre él cuando está compitiendo. Está nervioso antes de la
competición. No come bien, sus manos tiemblan. Pero una vez el concurso
está a punto de comenzar, la calma se asienta sobre él. Los rivales lo ven y
les intimida”.
En sus primeros Juegos Olímpicos, el favorito era Fortune Gordien, que llegó
a Melbourne con un registro de 59.28, pero mientras que Oerter se supera-
ba y realizaba marca personal (56.64) y récord olímpico, su rival no llegaba a
los 55 m. Abrumado por la victoria casi se desmayó en el podio.
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Pero ese año 1964 fue de mucho sufrimiento para Oerter ya que sufrió una
lesión discal cervical crónica que le obligó a usar un arnés en el cuello y, una
semana antes de los Juegos de Tokio, se desgarró un cartílago de las costi-
llas. Los médicos le recomendaron un reposo de seis semanas. Por si fuera
poco, el checo Danek había batido el récord del mundo por dos metros ese
mismo verano.
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Su retirada se produjo en Eugene, la meca del atletismo norteamericano, y
durante cinco minutos el público puesto en pie lo ovacionó tras su último lan-
zamiento. Cuando contaba 47 años hizo una nueva reaparición en los USA
Trials de 1984. Llegó a la final, pero sufrió una rotura y tuvo que abandonar
el concurso. En los Juegos de Atlanta 1996 fue uno de portadores honora-
rios de la antorcha olímpica.
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Al Oerter luchó contra la presión arterial elevada toda su vida, pero su proble-
ma se agravó al empezar el siglo XXI. El 13 de marzo de 2003 fue diagnosti-
cado clínicamente muerto. Un cambio en los medicamentos para la presión lo
llevó a este estado. Se pudo recuperar y fue aconsejado por los cardiólogos
para recibir un trasplante de corazón, lo que Oerter rechazó. En 2007 falle-
ció de insuficiencia cardíaca, a los 71 años de edad, curiosamente con un día
de diferencia que el húngaro Gyula Zivótzky, campeón olímpico en México
1968, como él, aunque en lanzamiento de martillo. En la cita olímpica mexi-
cana conquistaron sus respectivos oros con solo dos días de diferencia. A la
hora del adiós solo les separó un día.
HISTORIAL OLÍMPICO
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1964 Tokio 1968 México
Oro, 61.00 m Oro, 64.78 m
(Dorsal 749) (Dorsal 294)
Récord olímpico Récord olímpico
Fotos:
Getty Images
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AUTORES
Gil Carrasco
Christian Sánchez
ILUSTRADORES
Álex Santaló
@alexsantalo
DIRIGE
Marc Vicens Martí Perarnau
EDITA
María Victoria Hernández
@ehmaribrie
Darío Ojeda
@DarioOjeda
DISEÑO Y
MAQUETACIÓN
Hormigas y Cigarras
@HoryCig
41#
4102/erbmeicid
GAMBETEANDO LA
ADVERSIDAD.
CARLOS TÉVEZ
GARRY MONK
Y LA EVOLUCIÓN
DEL ADN SWANSEA
EL NUEVO RICO
DE PARÍS
LAS FIERAS
DE SALDANHA
DELANTERAS MÍTICAS
OLYMPIAKOS,
EL TIRANO GRIEGO
DE CUANDO
LUCIANO SÁNCHEZ
FUE PICHICHI
EL DISCÓBOLO
PERFECTO
AUTORES