Perarnau Magazine - 14

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R E V I S T A

#14
diciembre/2014

TÉVEZ,
gambeteando
la adversidad
MONK,
ADN Swansea
OERTER,
discóbolo
perfecto

LAS FIERAS DE SALDANHA


EDITORIAL

TU DESTINO
Pocos deportistas son verdaderos dueños de su destino. De hecho, nin-
guno ha conseguido serlo. Si acaso, varios se han acercado a ese domi-
nio sobre su cuerpo y mente que les ha permitido manejar los avatares
del azar. En esta decimocuarta entrega de nuestro club de lectura nos
encontramos con dos ejemplos opuestos y extremos.

De un lado, Al Oerter, el cuádruple campeón olímpico, el discóbolo per-


fecto. Bajo cualquier circunstancia propia o ajena, Oerter se plantaba en
los Juegos y vencía. No importaba una lesión, la inclemencia meteoroló-
gica, la superioridad manifiesta de los rivales, el escenario o el paso del
tiempo. Durante doce años fue puntual a la cita con el oro olímpico y nos
dejó el legado de quien se mostraba capaz de focalizar todas sus ener-
gías y emociones para lograr superaciones formidables en el momento
oportuno: en cada cita mejoró sus marcas.

De otro lado, Carlos Tévez, un manantial de entusiasmo desbordante y


sin control. Un futbolista de una potencialidad desmedida, pero que nun-
ca ha orientado ese caudal con premeditación, sino a impulsos y espas-
mos dejando un rumbo incierto, tal vez incoherente y confuso. Un talento
magnífico gestionado sin una orientación clara, en lo que aparenta ser un
modo inadecuado de sacar provecho de sí mismo.

Ser dueño de su destino es un objetivo deportivo de primer orden al que


solo acceden los más privilegiados. No necesariamente los mejores.

Martí Perarnau

CLUB PERARNAU / REVISTA #14 DICIEMBRE 2014


Este es el número #14 de la revista del Club Perarnau. Se publica en diciembre de 2014.
Como todos los contenidos del Club, esta revista es exclusiva para los socios.

Editorial Primera Impresión


ÍNDICE

GAMBETEANDO LA ADVERSIDAD.
CARLOS TÉVEZ���������������������������������������������������������4

GARRY MONK Y LA EVOLUCIÓN


DEL ADN SWANSEA���������������������������������������������� 18

EL NUEVO RICO DE PARÍS����������������������������������� 26

LAS FIERAS DE SALDANHA��������������������������������� 32

DELANTERAS MÍTICAS���������������������������������������119

OLYMPIAKOS, EL TIRANO GRIEGO�������������������138

DE CUANDO LUCIANO SÁNCHEZ


FUE PICHICHI�������������������������������������������������������146

EL DISCÓBOLO PERFECTO��������������������������������158

AUTORES��������������������������������������������������������������165
GAMBETEANDO
LA ADVERSIDAD
CARLOS TÉVEZ

“Yo no quiero trabajar en la construcción, yo


quiero ser jugador de fútbol”. Así Carlos Tévez,
que en ese momento era Carlos Martínez, le
contaba a Roger “Didí” Martínez, el técnico
del equipo de su barrio, su sueño: dedicarse al
fútbol profesional. Cuando hablamos del equipo
de su barrio, hablamos de Santa Clara de Fuerte
Apache, una de las tantas barriadas que están
a las afueras de la ciudad de Buenos Aires y que
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combinan familias muy humildes, marginación,
Índice
olvido y también delincuencia. Revista#14
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ue en esos potreros de tierra y pierna fuerte en los que Norberto Propa-
to, el Tano, descubrió a un chiquito que, descalzo, lo único que hacía era
patear piedras. Le llamó la atención, el pequeño tenía menos de 5 años
y se la pasaba jugueteando con las rocas del baldío. Averiguó su nombre,
dónde vivía y no lo olvidaría. Para el Tano Propato, esos ingresos al Fuerte
(cuyo nombre oficial es Barrio Ejército de Los Andes) no eran algo extraño:
era entrenador de las categorías inferiores de All Boys y sabía que en esos
campos surgían jugadores talentosos, corajudos y con hambre. Didí asiente:
“Los chicos acá tienen un fuego sagrado diferente”. Pasado el tiempo, Propa-
to fue a hablar con la familia del pequeño para ver si podía sumarlo, pero la
respuesta fue clara, de parte del padre (adoptivo) del chico: no tenían dine-
ro para conseguirle algún calzado deportivo. Tras la insistencia del hombre,
arreglaron que sería él quien conseguiría unas zapatillas viejas con tal de
tener en las filas del pequeño club de Floresta a ese chiquito morrudo que
era famoso en el barrio.

EL MEJOR REGATE DE TÉVEZ


Las versiones en el barrio son muchas hoy y nunca
fue aclarado del todo, pero lo cierto es que cuan-
do apenas tenía un año, el pequeño Carlos sufrió
quemaduras muy serias cuando un líquido caliente
cayó sobre su cuerpo. Tras dos meses en terapia in-
tensiva fue dado de alta, pero desde allí sería cria-
do por la hermana de su madre, Adriana Martínez,
y Segundo Tévez, la pareja de su tía. A Adriana y
Segundo, Tévez los considera sus padres ya que se
crió con ellos. Sería la primera de muchas dificulta-
des en el camino del futbolista de la Juventus.

En esos miles de potreros que aún se distribuyen


por todo el país hay un gesto técnico que es el sello
distintivo del jugador argentino en estado natural:
la gambeta, finta a partir de la cual el poseedor de
la pelota logra deshacerse del marcador. Fue el to-
que corto y ese dribbling distintivo el valor agrega-
do que le puso el fútbol rioplatense al fútbol que llegaba a finales del siglo
XIX desde Inglaterra. Esa marca sigue viéndose reproducida en cada partido
de fútbol amateur que se juega por el país y es también ese gesto que repi-
ten, fin de semana tras fin de semana, Messi, Agüero o el propio Tévez.

Pero las gambetas de Tévez no solo eran con el cuero en los pies, sino tam-
bién en su vida diaria. Esa imagen de autosuperación frente a los miles de
problemas no es más que una excepción a la regla en un marco que invita a
otros horizontes. El fútbol es el mecanismo de escape, pero solo está reser-
vado para unos pocos. Y el ejemplo más nítido de esto está en Darío Coronel,
el Guacho Cabañas, compadre de Carlitos tanto en Santa Clara como en All
Boys. Mientras que uno logró jugar en Primera División, ser transferido a Eu-
ropa, jugar Mundiales y hacerse multimillonario, el otro se suicidó antes de
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ser alcanzado por las balas de la Policía de la Provincia de Buenos Aires en
una de las tantas persecuciones de las que había sido protagonista el chico
de apenas 17 años.

“¿Vos qué habrías hecho? El goleador era Cabañas,


el mejor jugador del equipo, y yo prefería pasársela
a él antes que a Tévez”.

Cabañas se había ganado su mote porque era paraguayo igual que el fut-
bolista que a comienzos de los ’90 era el centrodelantero de Boca, Roberto
Cabañas. La opinión es unánime: todos los que los vieron jugar sentencian
sin ningún tipo de dudas que el mejor de ambos era el Guacho Cabañas, que
tenía más técnica, más pasta. Uno era centrodelantero, el otro enganche.
Se amaban y se odiaban, competían por todo entre ellos, pero luego daban
siempre la cara por el equipo. Juntos fueron a probarse a Vélez y solo quedó
Cabañas. El volante central de la famosa categoría 84 de All Boys, quien
pasó cuatro años en prisión y fue liberado el año pasado, se ganó muchos
insultos de parte de Tévez porque no le pasaba la pelota. “¿Vos qué habrías
hecho? El goleador era Cabañas, el mejor jugador del equipo, y yo prefería
pasársela a él antes que a Tévez”, le comentó Carlos Pérez al periodista Na-
huel Gallotta el año pasado.

Pero mientras que Tévez, hasta ahí Carlos Martínez, tenía contención en su
hogar, Cabañas vivía lo contrario. Su madre y sus hermanos se volvieron
a Paraguay cuando él tenía 12 años. Quedó a cargo de la ex pareja de su
mamá, un hombre golpeador y alcohólico. A partir de allí su vida cambió. La
pelota seguía siendo su pasión, pero también se acercó a la droga y la de-
lincuencia. Fue dejado libre en Vélez por sus constantes faltas, pese a que
lo veían con potencial para ser el futuro ‘8’ de la Selección. Cuenta Didí, el
técnico de Santa Clara, que en el verano del 2001 lo vio llorando a Caba-
ñas. Tévez había sido convocado al Sub 17 y él explotó: “Cómo puede ser,
explicame. Yo no puedo entender cómo ese “pelotudo…, cómo ese pelotu-
do” –por Tévez– “llegó a primera y a mí me está buscando toda la policía…
me quieren matar, Didí. Si yo jugaba mejor, vos sabés, Didí, cómo jugaba yo.
Y mirame cómo estoy. Todo el día con esto”, ‘esto’ se refería a una bolsa con
pegamento. Pocos días después, el Guacho Cabañas encontraría su final.
La Policía Bonaerense lo tenía en la mira por la muerte de un oficial. Tras
un robo en un bingo de la zona comenzaron a perseguirlo, él sabía que si lo
encontraban lo mataban, por el crimen del oficial. Es un código no escrito
que aquel que mata a un policía se convierte en “carta blanca” para la fuer-
za policial. Cabañas siempre había dicho que antes de morir a manos de un
policía prefería suicidarse, y así fue. Acorralado, cuando ya no tenía esca-
patoria se pegó un tiro en la sien. Tenía 17 años. La crónica de Gallotta “El
otro Tévez” es espectacular y detalla a la perfección el caso del chico que
era mejor que el crack de la Juve y terminó de la peor forma.

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BOCA GOLPEA A LA PUERTA
Para un club como All Boys retener en inferiores a un jugador de calidad de
Tévez se hace complicado. Los scouts de los equipos más grandes (en ese
momento el Albo estaba militando en categorías de ascenso) están atentos
y toman nota de esas joyas que no fueron captadas. Al joven de Fuerte Apa-
che lo querían varios grandes, la categoría 84 de All Boys era reconocida en
el mundo de inferiores y se sabía que tarde o temprano se iría. Sin embargo,
se mantuvo más de lo que muchos hubieran pensado, Carlos Martínez era
agradecido al club que le había dado su chance. Ramón Maddoni, un recono-
cido captador de talentos, intentó llevarlo a Argentinos Juniors, pero Carlos
se negó. Cuando Maddoni desembarcó en Boca, la tentación era otra. Sin
embargo, All Boys no daba el brazo a torcer. La maniobra urdida por el polé-
mico Maddoni llevó al chico a cambiarse el apellido (se puso Tévez, apellido
de la pareja de su tía) y así lo ficharon como si fuera otro jugador. Los Albos
reclamarían más adelante y serían resarcidos económicamente, pero Tévez
se fue a Boca.

Llegaron las citaciones a los seleccionados juveniles. Tévez se destacaba por


su técnica y fiereza; acostumbrado a jugar en el Fuerte con canilleras de am-
bos lados de las piernas por la cantidad de golpes que recibía, los juegos de
inferiores de AFA se le hacían sencillos. Carlos Bianchi no tardó en ponerle el
ojo y con 17 años debutó en Primera ante Talleres.

Entre el 2003 y el 2004 se vio el mejor Tévez, al menos en la faceta de go-


leador. Era voraz, tenía el arco entre ceja y ceja y en la Libertadores 2003
volaba. Parecía tener dos marchas más que el resto. Fue la carta esencial de
un Boca campeón de América y que también se alzaría con la Copa Intercon-
tinental ante el AC Milan. La colección de golazos que realizó en ese año
(también consagrado a nivel local) es para mirar una y otra vez. Carlitos venía
a suplir el lugar de referente futbolístico que había dejado Riquelme cuando
se fue rumbo al Villarreal.

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Al mismo tiempo empezaba a ser un habitual jugador en las convocatorias
de Marcelo Bielsa. Para el Loco, el Apache era ‘9’ de área y así lo ubicaba en
ese 3-3-1-3. Tévez respondía con goles claves en la Copa América de Perú
(derrota en la final por penales ante Brasil) y en los Juegos Olímpicos de Ate-
nas, donde fue goleador en la primera consagración en la competencia de la
Argentina, único título de Bielsa con el combinado nacional. El joven delan-
tero venía meses antes de quedarse a las puertas de otra consagración en la
Libertadores: Boca perdió la final ante Once Caldas, pero se dio el gustazo
enorme de eliminar a River en semifinales. Tévez anotó un gol y se fue expul-
sado por una celebración con cargada para el público riverplatense.

PRIMERA SALIDA TURBULENTA

No sería ni por asomo la última vez que Tévez se iba de


un club rodeado de polémico; por el contrario, sería la
tónica habitual de sus despedidas.

Todo fue muy rápido para la joven promesa de Boca. En poco más de un año
en la Primera del equipo de la Ribera se había hecho figura y campeón de
América y del Mundo. Partidos en la Selección, goles, fama e incluso empezó
a salir con una modelo que estaba en las tapas de las revistas del corazón.
¿Cómo no explotar? En algún momento debía sufrir un bajón en su rendi-
miento y ese llegó en el segundo semestre del 2004. Pese a su caída en el
nivel volvió a levantar una copa continental, en este caso la Copa Sudameri-
cana. El semestre igual había sido con demasiados altibajos y el jugador for-
zó su salida del club. Un año antes había rechazado una oferta millonaria del
Bayern de Múnich, aduciendo que su idea solo era jugar en Boca. A finales
del 2004 se cerraba su pase millonario: el Corinthians de Brasil con el grupo
MSI, con Kia Joorabchian como cara visible, se hacía con sus servicios por
casi 20 millones de dólares que encima era pagados al contado. No sería ni
por asomo la última vez que Tévez se iba de un club rodeado de polémico; por
el contrario, sería la tónica habitual de sus despedidas.

ÍDOLO EN BRASIL
Tévez se metió muy rápido a la gente del Corinthians en el bolsillo. Su caris-
ma indiscutible, sumado a su fútbol y ese amor propio que riega en el campo
hacen que se gane a las diferentes hinchadas en tiempo récord. El argentino
fue pieza clave en la obtención del cuarto Brasileirao del Timao en el 2005.
Hay que entender que el Corinthians es una nación en sí misma: se estima
que a lo largo de todo el país tiene cerca de 40 millones de torcedores y se
disputa la hegemonía nacional en popularidad con el Flamengo; la realidad es
que es el que equipo que más convoca en la ciudad más poblada de Latinoa-
mérica, Sao Paulo.

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Los bailes después de cada gol fueron su sello y a eso
le sumó un particular corte de cabello que se comenzó
a reproducir en las tribunas donde la gente del Timao
acompañaba a su equipo.

Los bailes después de cada gol fueron su sello y a eso le sumó un particular
corte de cabello que se comenzó a reproducir en las tribunas donde la gen-
te del Timao acompañaba a su equipo. No era fácil pensar hasta ahí que un
argentino se convertiría en ídolo en Brasil (luego, esa escena se replicó con
futbolistas como Conca o Montillo), pero Tévez lo hizo, secundado en ese
Corinthians todopoderoso por Javier Mascherano y Sebastián Domínguez.

Pero el primer semestre del 2006 comenzó mal barajado. El equipo debía
ganar la Copa Libertadores, esa espina que solo saldaría el club en el 2012.
Se había preparado con todo y era candidatazo. Pero fue un fracaso. Muchas
disputas internas, cambio de entrenador (llegó Emerson Leao, quien jamás
tuvo buena relación con los argentinos) y las peleas eran evidentes. Tévez se
trenzó a goles de puño con un compañero en un entrenamiento ante la vista
de todos, Mascherano tiró su pechera luego de discutir con el entrenador y
se fue antes de una práctica. La eliminación ante el River del Pipita Higuaín
en octavos de final no llamó la atención. Luego del Mundial de Alemania tanto
Mascherano como Tévez huirían del Corinthians; el Apache tendría antes de
marcharse una disputa con la Torcida Organizada del equipo, también ante la
vista de todos luego de un partido por el torneo local. A nadie podía sorpren-
derle la salida de los dos argentinos que había acercado el MSI.

PRIMER MUNDIAL
En el 2004, luego del logro de Atenas y tras un triunfo como visitante ante
Perú que dejaba el boleto al Mundial de Alemania bien encaminado, Marcelo
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Bielsa se marchó de la Selección. Tras la dolorosa Copa del Mundo del 2002
dejaba comenzado un proceso de renovación con un equipo que tenía a Cé-
sar Delgado, Carlos Tévez, Lucho González, Gabriel Heinze y Andrés
D’Alessandro como actores trascendentales. Llegó José Pekerman y cambió
en menos de dos años la fisonomía del equipo para adaptarlo a su gusto.
Aparecieron Riquelme y Cambiasso, volvió Crespo quien de a poco parecía
quedar de lado. Tévez era rezagado en la escala y arrancaba la competencia
en Alemania en el banco, igual que Lionel Messi.

Anotó un golazo que contó en el medio de la maniobra


con una acción a pura garra para recuperar una pelota
perdida. Terminó ganándole el lugar a Javier Saviola
antes del juego ante Alemania en cuartos de final sin
haber hecho los méritos suficientes en el torneo.

En el segundo juego, ante Serbia y Montenegro, Tévez demostraría lo que es


como jugador. Porque anotó un golazo que contó en el medio de la maniobra
con una acción a pura garra para recuperar una pelota perdida. Terminó ga-
nándole el lugar a Javier Saviola antes del juego ante Alemania en cuartos de
final sin haber hecho los méritos suficientes en el torneo: el Conejo había sido
decisivo en la primera fase, pero la presión popular clamaba por el que había
sido denominado como “el jugador del pueblo”, apodo que poco a poco iría
comiéndose al Tévez goleador. En ese juego ante Alemania su desgaste fue
encomiable, dejó hasta la última gota de sudor y no se cansó de correr a los
defensores y volantes rivales. Pero en ofensiva no hilvanó acciones positivas.
Quedaría como ese que se sacrificó, como el que vendió cara la derrota…

La relación Tévez-Selección comenzaba a sumar capítulos de una historia de


idas y vueltas que había comenzado mucho antes. En el 2003 renunció al
Seleccionado Sub 20 que debía disputar el Mundial en los Emiratos Árabes
para poder acudir a la Copa Intercontinental en Japón. Festejando en cancha
de Racing el título del Apertura de ese año, cantó montado en uno de los tra-
vesaños de cara a la gente de Boca “la Selección, la Selección se va a la puta
que lo parió”.

“TEVEZ, LEGEND”
En la retina quedaron muchas imágenes del paso de Tévez por Inglaterra.
Goles, festejos, abrazos, peleas, declaraciones ante la prensa. Lo cierto es
que el inicio de su paso no fue nada fácil. Es que llegó al West Ham equipo
que disputaría en la 2006/2007 competiciones europeas pero que distaba
de ser un peso pesado. Arribó con Javier Mascherano, ambos en calidad de
cedidos, en un movimiento que le traería un dolor de cabeza a los hammers
el año siguiente.

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Tévez jugaba poco y nada y Mascherano antes de
noviembre ya no entraba en las convocatorias a punto
tal que se iría al Liverpool en el mercado invernal. Alan
Pardew fue cesado y con la llegada de Alan Curbishley
las oportunidades para Tévez volvieron.

El comienzo fue pésimo: el equipo rápidamente quedó afuera en la Europa


League y se hundía en los puestos de descenso. Tévez jugaba poco y nada y
Mascherano antes de noviembre ya no entraba en las convocatorias a punto
tal que se iría al Liverpool en el mercado invernal. Alan Pardew fue cesado y
con la llegada de Alan Curbishley las oportunidades para Tévez volvieron.
Pero en un comienzo no actuaba como delantero, sino como volante por de-
recha. Obviamente su rendimiento distaba de ser el ideal, cuando volvió al
centro del ataque (generalmente acompañando a Bobby Zamora) su nivel le-
vantó y el West Ham salió a flote. Siete goles en la recta final del campeona-
to le dieron vida al equipo y en la última selló la permanencia en la Premier
con gol y triunfo en Old Trafford ante el Manchester United que festeja la
obtención del título. Ese sería su último encuentro con el equipo de Londres.
Algunos años después, un hincha del equipo en la capital inglesa ante la pre-
gunta de un recuerdo del paso de Tévez por el club sentenció sin dudas: “It´s
a legend”. Otro agregó que en el primer partido que jugó con el Manchester
United ante los hammers antes del inicio del juego miró a la tribuna londinen-
se e hizo la señal del martillo.

Se fue siendo muy querido del West Ham, pero el problema en torno a la pro-
piedad de su pase le generó un disgusto a su ex club que debió pagar una
multa y una quita de puntos por irregularidades en la llegada del argentino. La
siguiente fue la campaña más exitosa de Tévez en término de logros, ya que
llegó a un United que tenía a Rooney y Cristiano Ronaldo y que aún gozaba de
la plenitud de jugadores como Van der Saar o Rio Ferdinand o Ryan Giggs.
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Con Rooney armó una delantera deliciosa y complementaria. Ronaldo, por
supuesto, era el diferencial del equipo, aún sin tener la devoción por el gol
que exhibe todas las semanas con la camiseta del Real Madrid. En el 4-4-2
que tenía el sello de Sir Alex Ferguson, Tévez encontraba espacios y múltiples
sociedades para mostrar un muy buen rendimiento, lejos de ser aquel
goleador de Boca del 2003.

Doblete con título de Premier y festejo en la final de


Champions en Moscú ante el Chelsea, equipo al que además
le anotó su primer tanto con la camiseta roja. Sin una gran
demostración futbolística en ese juego decisivo, sacó del
bolsillo una muestra de picardía de las muchas que había
adquirido en esos picados a todo o nada en el Fuerte.

Doblete con título de Premier y festejo en la final de Champions en Moscú ante


el Chelsea, equipo al que además le anotó su primer tanto con la camiseta roja.
Sin una gran demostración futbolística en ese juego decisivo, sacó del bolsillo
una muestra de picardía de las muchas que había adquirido en esos picados a
todo o nada en el Fuerte. Porque hizo entrar en una gresca a Didier Drogba y el
marfileño se terminaría yendo expulsado. La avivada le permitió al United pa-
sar la prórroga de esa final de manera más apacible y luego los penales (con
tanto del Apache) le darían la Orejona a los de Ferguson.

Lo que no consideró Ferguson es que el delantero se


marcharía al rival de toda la vida. Tévez fue la apuesta fuerte
del City que seguía inyectándole petrodólares a su plantilla.
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En la siguiente campaña arribó Dimitar Berbatov y con el búlgaro los minutos
de Tévez fueron disminuyendo poco a poco. Por eso, su salida al final de la
temporada no extrañó a nadie: los Diablos Rojos tenían que pagar un dineral
para quedarse con la ficha del argentino y decidieron no hacer uso de esa
opción. Lo que no consideró el escocés es que el delantero se marcharía al
rival de toda la vida. Tévez fue la apuesta fuerte del City que seguía inyectán-
dole petrodólares a su plantilla.

Sus dos primeras temporadas fueron como mínimo muy buenas. En la prime-
ra de ellas logró que el equipo se ubique en zona de clasificación a la Europa
League tras un muy mal arranque; en la segunda alcanzó la zona Champions
y a la vez se quedó con la Copa FA. Tévez parecía ser el jugador franquicia del
equipo, el diferencial en ataque y se intuía que Roberto Mancini construiría el
equipo que pelee por quedarse con la Premier con Tévez como emblema. Pero
no fue así; la 2011/2012 mostró que el delantero no era indiscutible.

Lo suspendieron por un par de semanas, se fue sin


permiso a Argentina y lo castigaban con una multa de
más de un millón de libras. Mancini incluso había dicho
que mientras él fuera entrenador del equipo, Tévez no
jugaría más.

El escándalo no tardó en estallar. El lugar fue el Allianz Arena de Múnich.


Mancini dijo que Tévez se negó a ingresar a los 20 minutos del segundo tiem-
po. Tévez dijo que lo que no quería era seguir calentando si no lo iban a poner.
Lo cierto es que ese fue el comienzo de un conflicto que prometía que sería el
final del argentino en el club. Porque lo suspendieron por un par de semanas,
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se fue sin permiso a Argentina y lo castigaban con una multa de más de un
millón de libras. Mancini incluso había dicho que mientras él fuera entrenador
del equipo, Tévez no jugaría más.

“Estas son mis convicciones, si no le gustan, tengo otras”. La frase de Grou-


cho Marx puede servir para explicar la marcha atrás de Mancini. El equipo,
que venía de quedar eliminado de manera ignominiosa en fase de grupos de
la Champions, parecía quedarse sin nafta ante un United cada vez más fuer-
te. Tévez, que en el medio pidió disculpas al club y los aficionados, reaparecía
como el salvador. La realidad marca que más allá de su aporte futbolísitico
(metió muchos goles en la recta final del torneo), lo que generó su vuelta fue
un renacer de la esperanza colectiva. Así, el City terminó recortando una dife-
rencia de ocho unidades y con el gol postrero del Kun Agüero ante el Queens
Park Rangers volvió a gritar campeón tras décadas de sequía.

La última campaña en el City no fue buena. Otra eliminación en fase de gru-


pos de la Champions, derrota en la final de la FA Cup ante el Wigan de Rober-
to Martínez y un subcampeonato en Premier dejaban prácticamente en cero
el contador de títulos (a excepción de la obtención de la Community Shield).
Primero partiría Mancini, luego Tévez; se cerraba su periplo inglés.

SINSABORES NACIONALES
Luego de aquel Mundial de Alemania, Tévez y Messi aparecían como las gran-
des apuestas de cara a Sudáfrica. La Copa América de Venezuela, ya con
Alfio Basile como entrenador, sería la confirmación de esto. Argentina exhi-
bió un muy buen fútbol durante todo el certamen, pero en la final se llevó un
3-0 del Brasil de Dunga que golpeó. Roberto Ayala se retiró de la Selección,
Juan Sebastián Verón dejaba de ser convocado por el Coco y el entrenador
reafirmaba que el jugador distinto del equipo para él era Riquelme.

Las eliminatorias comenzarían a ser un karma. El equipo fue perdiendo reta-


zos en su camino. Se acumulaban malos resultados y se hablaba de conflic-
tos internos. En ese contexto, Tévez no lograba generar sociedad con Messi.
Un joven Agüero también se sumaba y cuando actuaban los tres en la delan-
tera, parecían tres solistas. Sin conexiones ni trabajo colectivo, Argentina
sufría. El Apache sumaría dos tarjetas rojas y un gol en esas Eliminatorias.

Un partido horroroso con derrota incluida ante el Chile de


Bielsa en Santiago marcó el final del ciclo Basile y se optó
por llamar a Diego Maradona como entrenador. Esa recta
final rumbo a Sudáfrica tuvo todos los condimentos.

Un partido horroroso con derrota incluida ante el Chile de Bielsa en Santiago


marcó el final del ciclo Basile y se optó por llamar a Diego Maradona como
entrenador. Esa recta final rumbo a Sudáfrica tuvo todos los condimentos,
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parecía una historia picaresca y la Albiceleste terminó entrando casi por la
ventana al Mundial ya con Higuain y Palermo en el plantel.

Tévez llegó al 2010 como suplente. Un amistoso ante Alemania como visi-
tante mostraba a Carlos en el banco, la delantera era conformada por Messi
e Higuain y Di María comenzaba a ganar enteros actuando como volante por
izquierda. Pero así como antes del duelo ante Alemania del 2006 comenzó
a sentirse la presión popular por el ingreso del ex Boca, antes de la Copa del
Mundo de Sudáfrica ocurrió lo mismo. Cada declaración de Tévez seguía su-
mando presión; hay que decirlo: Tévez no acepta ser suplente, no lo resiste.
Fue así que Maradona terminó cediendo y sumándolo al equipo titular, que
cambió su fisonomía. Dejó la versión más contragolpeadora y agregaba al
Apache a una estructura que terminaría teniendo solo a Mascherano como
único encargado de la recuperación.

En esa primera fase Tévez tendría una participación menor; de hecho, cuan-
do ingresó el Kun Agüero ante Corea del Sur el equipo se había mostrado
más peligroso. Sin embargo, ante México el Apache la rompió. Dos goles
(uno en offside, el otro un bombazo desde afuera) y una actuación soberbia
para meter al equipo de Maradona en cuartos de final. Se especulaba que
ante los teutones Tévez iba a salir e ingresar otro volante más que pudiera
equilibrar el mediocampo. Sin embargo, la actuación del jugador que militaba
en Inglaterra había sido tan buena que era muy difícil enviarlo al banco. Ar-
gentina terminó padeciendo el desequilibrio de su equipo y se marchó a casa
con un 4-0 en contra.

Es que, además, el actual delantero de la Juventus es una


figura que pone en jaque el liderazgo de Messi; él cree que
puede disputarlo, está en su esencia, de la misma manera
que disputaba en el Fuerte el liderazgo del Guacho Cabañas.

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El ídolo de toda la vida de Tévez siempre fue Maradona y el Apache fue prác-
ticamente el único que salió a bancar al seleccionador luego del Mundial. Dijo
que debía seguir, que le parecía mal la renovación de su contrato. Muchos se-
ñalan que a partir de allí su relación con Julio Humberto Grondona, histórico
presidente de la AFA, se rompió.

Llegó Sergio Batista, quien poco bueno había hecho en el Sub 20 pero que
así y todo quedó a cargo del equipo mayor. Luego de unos primeros amisto-
sos en los que sí estuvo, Tévez dejó de ser convocado. El delantero del City
había comentado que ir a la Selección les quitaba prestigio a los jugadores;
sus declaraciones, sumadas a un pretendido cambio de juego que quería in-
culcar el entrenador, lo apartaron a Tévez de las citatorias. Se venía la Copa
América en casa y Batista había dejado en claro que no quería al Apache,
que no formaría parte de su equipo, que no cuadraba. Los goles de Tévez en
el City ponían contra las cuerdas al entrenador que, como sus antecesores,
debía soportar el lobby mediático por el Jugador del Pueblo y sus propias
declaraciones. Le faltó firmeza al Checho Batista y reconvocó a Tévez, direc-
tamente para la Copa América. Además, lo puso de titular en los dos prime-
ros partidos. En esa decisión perdió la credibilidad ante un grupo que ya se
había conformado sin el Apache. Es que, además, el actual delantero de la
Juventus es una figura que pone en jaque el liderazgo de Messi; él cree que
puede disputarlo, está en su esencia, de la misma manera que disputaba en
el Fuerte el liderazgo del Guacho Cabañas.

La Copa América terminó siendo desastrosa, Tévez perdió la titularidad en el


medio de la misma y concluyó errando el penal de la eliminación en cuartos de
final ante Uruguay. Con esto se iba Batista y se cerraba parcialmente una etapa.

Cuando Alejandro Sabella asumió a finales del 2011 el conflicto entre Tévez
y Mancini estalló. ¿Qué decisión hubiera tomado Pachorra si el Apache hu-
biera estado jugando de manera continuada? Imposible saberlo, pero lo que
sí es claro es que el ex entrenador de Estudiantes hizo una lectura global y le
otorgó todo el peso futbolístico a Messi. Tras una remontada en Barranqui-
lla ante Colombia, el día que el grupo parió al equipo que sería finalista del
Mundo fueron muy pocas las caras que se modificaron en los dos años sub-
siguientes. Con Agüero, Higuain y Di María, Messi encontraba sociedades.
A su vez, los relevos sabían su rol de suplentes y lo aceptaban. Ni Lavezzi ni
Palacio ponían en tela de juicio las decisiones del Seleccionador. Argentina
volvía a tener armonía en su equipo nacional luego de mucho tiempo.

El equipo terminó arrollando en las Eliminatorias. Pese a esto, la prensa in-


tentó instalar el debate por Tévez. El delantero ya estaba en Italia actuando a
un gran nivel. Poco importaba que el equipo fuera feroz en ataque, que Messi
tuviera sus mejores actuaciones con la Albiceleste, que Tévez siempre hubie-
ra sido un foco de conflicto cuando le tocaba esperar en el banco. Sabella,
a diferencia de su antecesor, fue firme y se bancó todas las campañas para
que el Apache vuelva al equipo. Hasta presiones políticas sufrió el DT, pero
se mantuvo en su postura. Argentina lograría su mejor actuación en 24 años
en Copas del Mundo y si hay algo que se destacó del equipo es el espíritu
colectivo que se respiraba en el campamento albiceleste. ¿Casualidad?

Por supuesto, los goles perdidos en la final ante Alemania instalaron el debate
16 en torno a qué hubiera pasado si estaba Tévez. La llegada del Tata Martino a la
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Selección puso nuevamente el foco en el futbolista de la Juve porque decidió
convocarlo nuevamente. Con una particularidad: por lo que evidenció hasta
ahora, tanto él como Agüero e Higuain se disputan el puesto de centrodelan-
tero. No compartieron minutos hasta el momento en el 4-2-3-1 que dispuso el
rosarino. La Copa América en Chile se vislumbra en el horizonte y parece ser
que Tévez, quien tendrá 34 años en Rusia 2018, volverá a estar en el plantel.

OTRA VEZ CAMPEÓN

A esta altura nos queda claro que esa es una de las


especialidades: hacerse querido con suma velocidad.

La Juve lo consiguió en el 2013, cuando en Inglaterra su ciclo estaba termi-


nado. Ídolo en Brasil e Inglaterra, llegar a la Península era un gran desafío.
Venía a reforzar a un equipo que ya marcaba hegemonía en el Calcio. Pero así
como en la Serie A es el líder con diferencia, en Europa ha sufrido y no juega
semifinales de Champions desde la época anterior al Moggigate.

Su primer año en la Vecchia Signora fue óptimo. Sigue agregándole aspectos


a su juego y fue vital en la consecución de un nuevo título. Sin embargo, la eli-
minación en fase de grupos de Champions fue un palo muy duro para el equipo.
Ya con Allegri en el banquillo del conjunto de Turín, la Juve alcanzó este año
los octavos de final de la UCL y deberá medirse ante el conflictuado Borussia
Dortmund. Al mismo tiempo, el equipo sigue peleando por revalidar el scudetto
y Tévez vuelve a mostrar buenas actuaciones y goles. Por supuesto, ya se me-
tió a los aficionados de la Juve en el bolsillo. A esta altura nos queda claro que
esa es una de las especialidades: hacerse querido con suma velocidad.

Diego Huerta
@diegofhuerta
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GARRY MONK Y LA EVOLUCIÓN
DEL ADN SWANSEA
Agustín Galán

La trayectoria profesional de Garry Monk cambió radicalmente en el


lapso de un año. En febrero de 2013 alzaba junto a Ashley Williams
la Capital One Cup conseguida ante el Bradford por un rotundo 0-5
en Wembley, primer gran título en la historia del Swansea. Doce me-
ses después, un doblete de Kevin Nolan hacía desaparecer del todo
la confianza que el presidente, Huw Jenkins, tenía en su entrenador,
Michael Laudrup. Esa derrota ante el West Ham conllevó la destitu-
ción del danés y la alternativa en un banquillo de la Premier League
para Garry Monk, que estaba apurando los últimos años de una ca-
rrera marcada por duras lesiones de rodilla y un profundo conoci-
miento de todos los estratos del fútbol británico.
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E
l defensa central se había convertido en un habitual del equipo reser-
va del Swansea y sus apariciones en el primer equipo se habían visto
limitadas por culpa de sus molestias físicas, lo que había hecho que el
brazalete de capitán recayera en Ashley Williams, compañero de fatigas y de
defensa durante varios años. Monk vivió el fulgurante ascenso de los swans
desde la Football League Two (cuarta categoría inglesa) hasta la Premier
League, de la que no se ha apeado desde que ascendiera en 2011. El defen-
sa central acumuló diez años de experiencia en los que fue dirigido por cinco
técnicos distintos: Kenny Jackett, Paulo Sousa, Roberto Martínez, Brendan
Rodgers y Michael Laudrup.

Huw Jenkins consideró que una década como jugador, tres ascensos y la li-
breta de cinco entrenadores a sus espaldas eran ingredientes suficientes
para proponerle a Garry Monk el puesto de entrenador-jugador de forma in-
terina hasta el final de la temporada 2013-14, en la que el Swansea llegó a
situarse únicamente dos puntos por encima de la zona de descenso. Michael
Laudrup no era un técnico excesivamente alejado de las figuras de Brendan
Rodgers y Roberto Martínez. Como sus dos predecesores en el cargo, el jue-
go de posesión era su principal característica, pero su error en el diseño de la
plantilla para esa temporada no estuvo en el perfil de estos jugadores, sino
en la inexperiencia de los recién llegados. Ninguno de los fichajes superaba
los 25 años, lo que conllevaba cierto desconocimiento no solo de la competi-
ción, sino también de la esencia del club del sur de Gales.

SENSACIONES ALARMANTES
Este factor de desarraigo, unido al laissez-faire de Michael Laudrup en los
entrenamientos, llevó al equipo a un descontrol que jugadores veteranos
como el propio Garry Monk o Ashley Williams detectaban y observaban con
cierta preocupación. A Monk, este ambiente en los entrenamientos le retro-
traía a la etapa de Paulo Sousa, único entrenador que él nunca cita entre sus
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influencias. No fueron pocos los desencuentros entre el central y el entre-
nador portugués en la temporada 2009-10, motivados más por la filosofía
de trabajo que por los resultados que luego se obtenían. A pesar de la nada
despreciable cifra de 24 porterías a cero en la traicionera y maratoniana
Championship, Monk denunciaba los volantazos en la preparación física del
equipo, que pasaba de la exigencia al más absoluto relajamiento sin justifi-
cación aparente. En el programa de la BBC Sport Wales, Monk lamentaba
el bajón físico que sufría el equipo en los minutos finales de los partidos a
causa del trabajo entre semana, achacándolo a la filosofía de Sousa, dos ve-
ces campeón de Europa con las camisetas de Dortmund y Juventus: “No nos
permitían hacer trabajo extra en los entrenamientos”. Con Laudrup, aquella
sensación volvía a repetirse, en esta ocasión en la Premier League, donde los
errores son castigados con mayor dureza.

De este modo, Garry Monk asumió el mando del vestuario con la optimiza-
ción física de la plantilla como primera tarea a acometer, aunque no dejaba de
estar presente en su mente la necesidad de volver a dotar de una identidad
propia a un club que corría peligro de divorciarse de su historia más reciente,
lo que para él podía llegar a suponer un daño aún mayor que un hipotético
descenso. Había que tomar medidas y no dudó en ejercer de mentor para
aquel colectivo de jóvenes en el que muchos desconocían que los últimos
diez años del Swansea City estaban labrados en el éxito permanente.

Fue Ashley Williams el que reveló públicamente lo que hizo el nuevo entrena-
dor para concienciar a sus jugadores. Cual profesor de instituto, entregó a
cada jugador una grabación de un programa emitido en la BBC, Swansea
City: The Fall and Rise, en el que se resumían los últimos años del club, inclu-
yendo el rescate por parte de la afición, los ascensos o la dramática historia
de Besian Idrizaj, dueño del único dorsal retirado del club, el 40, que dejó de
lucir a los 22 años cuando un ataque al corazón segó su vida y su incipiente
carrera como futbolista profesional. El objetivo era implicar emocionalmente
a los jugadores, dotándolos de un contexto histórico necesario para evitar
que el club fuera considerado por muchos futbolistas como un simple equipo
de transición en sus carreras. Williams, capitán y jugador más veterano junto
a Leon Britton, no ocultó su sorpresa: “He estado aquí seis años y he visto
cosas que no conocía. Esto ayuda a respetar más el club, algo importante. Él
ha estado aquí mucho tiempo, y tres de nosotros [Monk, Leon Britton y él]
sentimos que hemos llevado al club a este nivel y no queremos ver cómo
vuelve a caer”.

El objetivo era implicar emocionalmente a los jugadores,


dotándolos de un contexto histórico necesario para evitar
que el club fuera considerado por muchos futbolistas como un
simple equipo de transición en sus carreras.

La herencia futbolística de Garry Monk excluye a Paulo Sousa, hoy entrenador


del Basilea, pero sí mantiene los principios de Kenny Jackett, Roberto Martí-
nez y Brendan Rodgers, los arquitectos del actual Swansea. “Puedo ver deta-
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lles de Brendan y de Roberto en lo que hace. Ha devuelto sus sesiones de en-
trenamiento, sesiones que ya conocíamos y que yo disfruto”, defiende Williams,
aclarando que la relajación ha desaparecido de los campos de entrenamiento.
Para Monk, el esfuerzo no se negocia, otra de sus señas de identidad.

LA APROBACIÓN DE LOS MAESTROS


Habiendo reasentado las bases emocionales y físicas del equipo, Monk pidió
consejo a sus predecesores en el cargo, obteniendo la bendición de todos
ellos, algo que hizo que cualquier duda que él mismo albergara sobre su tem-
poral interinidad en el cargo se disipara. “Hablé con Brendan, con Roberto y
con Kenny Jackett. El apoyo que he recibido ha sido magnífico. Son tipos que
están en lo más alto y, cuando te dan consejos, te desean lo mejor y te aportan
un poco de aquí y un poco de allá, esto solo puede ser beneficioso”, se congra-
tulaba en sus primeros días como entrenador de los swans. Roberto Martínez
recibió la noticia con satisfacción —“Garry entiende el club y entiende el ADN
del Swansea. Eso ayuda a un entrenador a tener el control del vestuario y en-
tender lo que necesitan los aficionados y el club”—, y Brendan Rodgers avisó de
que ya veía en él cuando lo entrenaba a un futuro estratega de los banquillos:
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“En muchas de nuestras conversaciones, que fueron muy abiertas, le dije que
creía que debía empezar a pensar en entrenar, dos o tres años antes de la re-
tirada. Siempre fue un chico brillante, honesto y leal como capitán, y en él se
podía ver un futuro como entrenador si quería seguir ese camino. Ha llegado
de forma inesperada, especialmente debutando en la Premier League, pero lo
ha afrontado con serenidad y parece estar disfrutándolo”.

El Swansea consiguió terminar la temporada 2013-14 asegurando la perma-


nencia sin mayores alardes, nueve puntos por encima del descenso y aún con
mucho trabajo por hacer. La corazonada de Huw Jenkins había dado sus frutos
y el presidente del club redobló su apuesta por Garry Monk ofreciéndole un
contrato de tres años, algo que este aceptó. El objetivo era volver a los orí-
genes y asentar los principios que Monk había comenzado a inculcar en sus
jugadores en los tres meses de competición que vivió de forma interina. Ya
confirmado de forma oficial como el entrenador y el líder de una nueva etapa
en el club del sur de Gales, Monk tuvo libertad para emplear el bisturí y remo-
delar a su gusto la plantilla, manteniendo aquello que consideraba útil para el
futuro y volviendo a perfilar los aspectos que necesitaran un mayor retoque.

Para afrontar la temporada 2014-15, el Swansea se basaría en los pilares


que dejaron los tres mentores de Garry Monk. De Kenny Jackett quedó el
juego en 4-4-2 típico del fútbol británico, reconvertido actualmente a un
4-2-3-1 con la presencia de un mediapunta como única variación. Roberto
Martínez dejó la huella de un fútbol de posesión y juego fluido que vuelve a
ser protagonista tras la salida de José Alberto Cañas, un centrocampista de
corte más posicional, y el regreso de Ki Sung-yueng, que jugó cedido en el
Sunderland y aporta un mayor índice de posesión y creatividad al juego en la
sala de máquinas. Por último, Brendan Rodgers le enseñó la importancia de la
armonía en el vestuario, algo que Monk considera fundamental y que derivó
en la salida del club de Chico Flores. El central español, aunque había apor-
tado un gran rendimiento como iniciador del juego, protagonizó un altercado
con Monk a mediados del curso anterior, dejando una tensión latente entre
ambos que decidió al entrenador a ponerle el cartel de transferible.

Orden, fluidez y armonía son tres características con las que muchos entre-
nadores se darían por satisfechos para iniciar un proyecto, pero Garry Monk
quiere dejar su propio sello en el Swansea en esta nueva era, algo por lo que
pueda ser recordado en el futuro, y así lo reconoció públicamente: “He visto
el estilo británico, la influencia extranjera y una forma de jugar más técnica;
cómo los jugadores se han adaptado y cómo se ha desarrollado. Con esta
experiencia, estaría bien intentar devolver o implementar algo más. Espero
poder conseguirlo en el Swansea, sería un desperdicio si no hiciera nada”.
Con este fin, la política de fichajes se destinó a rastrear jugadores con ham-
bre, deseosos de demostrar en el Liberty Stadium su capacidad para triunfar
en la Premier League. En ese perfil encajan a la perfección Lukasz Fabianski,
portero cansado de vivir a la sombra de Wojciech Szczesny en el Arsenal;
Gylfi Sigurdsson, conocedor del club y calificado de indolente en el Totten-
ham; el anteriormente citado Ki, de vuelta con un mayor conocimiento del
fútbol de la Premier League; o los jóvenes Fede Fernández y Jefferson Mon-
tero, en proceso de labrarse un nombre a nivel internacional.
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EL NUEVO FACTOR DIFERENCIAL
Con el 4-2-3-1, las alineaciones de Garry Monk suelen lucir nombres con expe-
riencia en el club, permitiendo que las nuevas incorporaciones se vayan amol-
dando primero en los entrenamientos y después en citas de menor exigencia —
la Capital One Cup se convierte en un escenario ideal para los intereses del
técnico en este apartado—. El núcleo de confianza del técnico está formado por
Fabianski en la portería; Rangel, Williams y Taylor en la defensa; Routledge, Ki,
Shelvey y Sigurdsson en la zona creativa; y Wilfried Bony en punta de ataque.
Los automatismos entre estos jugadores permiten que el nuevo proyecto swan
se estructure desde atrás hacia adelante. Aunque la principal seña de identidad
de los galeses sigue siendo la posesión, es en defensa donde Garry Monk está
dejando su huella personal, demostrando que conoce a la perfección los secre-
tos de la posición que desempeñó como futbolista.

Aunque la principal seña de identidad de los galeses


sigue siendo la posesión, es en defensa donde Garry
Monk está dejando su huella personal, demostrando
que conoce a la perfección los secretos de la posición
que desempeñó como futbolista.

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Es habitual ver cómo Fabianski se erige en el mejor jugador del partido. En su
última temporada como jugador del Arsenal fue vital para conseguir la FA Cup
y devolver un título a las vitrinas gunners nueve años después, y su sobriedad
bajo palos está salvando muchos puntos para su nuevo equipo, en el que vuel-
ve a sentirse un jugador de élite y no un mero hombre de refresco. El hecho de
que los rivales cerquen más la portería del Swansea que en temporadas ante-
riores no implica un déficit defensivo, más bien al contrario. Garry Monk ha
conseguido en un corto espacio de tiempo que, en momentos en los que el
equipo no puede disfrutar de la posesión, no se quede sin recursos, aprendien-
do a mostrar un mayor oficio sin balón. “He jugado en el equipo varios años y
hemos practicado un gran fútbol; y siempre nos pasaremos el balón, pero te-
nemos que tener algo en lo que poder confiar cuando esto no funcione o cuan-
do no estemos en nuestro mejor momento. He pensado mucho en ello durante
el verano y hemos empezado a llevar a la práctica diferentes conceptos tácti-
cos, especialmente defensivos, lo que nos hacía falta”. Los beneficiados de las
nuevas ideas del entrenador son los miembros de la línea de tres mediapuntas:
Sigurdsson ha recuperado su mejor versión y vuelve a ser uno de los jugadores
destacados de la competición; mientras Dyer, Routledge y Montero tienen ma-
yores posibilidades de explotar su talento desde las bandas sin comprometer
la esencia del equipo. Los goles fruto de jugadas elaboradas superan el 80 %,
siendo la mayoría (51 %) desde fuera del área.

Gylfi Sigurdsson

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El nuevo y versátil Swansea de Garry Monk llegó a sorprender al propio Ro-
berto Martínez, que mostró su extrañeza cuando su Everton no pudo encon-
trar la forma de superar a un equipo que se había quedado con diez jugado-
res, firmando un 0-0 que resulta extraño en dos equipos que se caracterizan
por ser de los más atractivos para el ojo del espectador: “Fue como ir al cine
esperando ver una gran película que luego no es tal. Tienes que encontrar
cómo competir, pero me sorprendió que el Swansea lo hiciera así. Normal-
mente somos más incisivos en el tercio final”, lamentó Martínez en la rue-
da de prensa posterior al partido. La sorpresa del entrenador del Everton
sorprendió a Monk, quien se rebeló ante uno de sus tres maestros: “Estoy
decepcionado porque creo que Roberto está desviando la atención de su
propio equipo culpando al rival”. Esta fue la prueba definitiva de que se está
afrontando la cuarta evolución en la historia reciente y triunfadora del Swan-
sea. Garry Monk ya vuela solo.

Agustín Galán
@Agustin_Galan

Fotos:
Getty Images

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EL NUEVO RICO DE PARÍS
Pablo Cervantes

Sabemos que ha llegado tarde a la fiesta, con un traje más caro que
el resto, que no hay nada de espontáneo en su manera de actuar y
que habla citando siempre a otros. Nos lo creíamos bastante poco
desde el inicio. Pero había llegado un punto en el que teníamos muy
vistas las caras de todos los asistentes, se estaba haciendo todo
muy previsible y no podemos negar que tiene su gracia ver cómo to-
dos le miran de reojo haciendo como si no estuviera ahí. Paris ha lle-
gado, sí... ¿para quedarse?

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L
ejos de lo que pudiera parecer, el París Saint-Germain femenino no nació
ayer. La chequera ha despertado al animal, pero estaba presente desde
1971. Y es un caso interesante, porque se trata del único equipo de la
Division 1 francesa que se creó desde el inicio como una sección del club
masculino al que pertenece; no surgió tras una absorción como ocurrió con
el Olympique Lyonnais, por ejemplo. Sin embargo, como es lamentablemen-
te habitual en fútbol femenino, nunca había sido una prioridad para su club.
Simplemente existía con más pena que gloria.

PSG llegó a la primera categoría ocho años después de nacer, en 1979, pero
duró en ella solo tres años. Volvió en 1986 para bajar a Division 2 otra vez
seis temporadas después, retornar en 1995 y nuevamente descender un
año después. Es decir, hasta principios del presente siglo Paris era un equi-
po “ascensor”, cuyo mayor logro había sido quedar en tercera posición de su
grupo cuando la competición aún se dividía en zonas geográficas. Es a partir
de 2001 cuando PSG logra una estabilidad mínima que le hace permanecer
en Division 1 hasta nuestros días.

Bajo el liderazgo del entrenador Cyril Combettes el equipo fue salvando la


categoría cada año, pero nunca pasó de media tabla. Combettes renunció al
cargo debido a su mala relación con las jugadoras y le sucedió Eric Leroy, que
llevó al equipo a alcanzar la final de Copa de 2008 disputada en el Stade de
France, celebrado justo antes de un Francia-Colombia masculino. PSG per-
dió aquella final por 3-0, pero la temporada se consideró un éxito y el inicio
de un ascenso a la élite. Sin embargo, nada más lejos de la realidad: la tem-
porada siguiente fue un fracaso a todas luces. PSG cayó a las primeras de
cambio en Copa y estuvo todo el año luchando por mantener la categoría en
liga. Esto hizo que Leroy renunciara al cargo, dejándolo en manos de un ines-
table tándem formado por Camille Vaz y Karine Noilhan.

Caroline Seger
y Louisa Nécib

En la pretemporada de la 2009-2010 llega la ex jugadora Brigitte Henri-


ques-Olive para gestionar la sección femenina del club con un plan a tres
años vista y se realizaron con ella pasos importantes en su estructura, aun-
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que aún dentro de un ámbito prácticamente amateur. Se ofrecen contratos a
tiempo parcial a algunas jugadoras y el club consigue atraer a las internacio-
nales Elise Bussaglia y Jessica Houara, además de lograr que Camille Abily y
Sonia Bompastor jugaran como cedidas durante seis meses tras su paso por
la liga norteamericana.

Esa temporada, el PSG dio el salto a la élite francesa. Estuvo peleando por el
título por primera vez durante todo el año y terminó en tercera posición. Los
buenos resultados consiguieron ilusionar a su afición, batiendo el que su-
ponía en ese momento el récord de asistencia a un partido de liga francesa,
5.892 espectadores en el derbi ante Juvisy disputado en el Parc des Prin-
ces. Pero fue en la Copa donde llegó el gran éxito: PSG ganó el único título de
su historia venciendo en la final al Montpellier por un contundente 5-0.

LA GESTACIÓN DE UN REY
La victoria copera marca el inicio de la era resplandeciente del PSG, con la
primera participación en una Champions cuya plaza fue lograda con un gol de
penalti en el descuento del último partido de liga 2010-2011. Y en 2012 da
el gran paso adelante gracias a la inyección económica del nuevo presidente
del club y máximo accionista, Nasser Al-Khelaifi, el ex-tenista catarí y presi-
dente de Al Jazeera Sports que disfruta de una de las cien mayores fortunas
del mundo. Con el primer presidente no francés del club, la sección femenina
tocó por fin el profesionalismo cuando las 21 jugadoras de la plantilla firma-
ron un contrato profesional. Por si fuera poco, los fichajes que se realizaron
tenían un objetivo claro: derrocar al Lyon como máxima potencia en Francia
y del mundo. A PSG llegaron aquél año las dos internacionales alemanas An-
nike Krahn y Linda Bresonik, la estrella sueca Kosovare Asllani y la promesa
estadounidense Lindsey Horan. En una clara declaración de intenciones, el
club parisino le robó a su máximo rival una de sus jugadoras más talentosas,
la costarricense Shirley Cruz. Confió a un ex entrenador del Lyon, Farid Bens-
titi, la tarea de dirigir la maquinaria. Y para otorgar coherencia a un proyecto
más ambicioso, PSG pasó a jugar sus partidos en el estadio de Charléty. Esa
temporada el equipo lo ganó prácticamente todo... excepto los dos partidos
contra el Lyon. Siempre el Olympique, empeñado en no ceder el testigo…

Esas dos derrotas tan simbólicas y que dejaron al descarado PSG sin títulos
no hizo sino aumentar la ambición del club, que no escondía públicamente el
objetivo prioritario de ganar la Champions. Así, en 2013 siguieron entran-
do estrellas mundiales al equipo, debilitando en el proceso a rivales directos
como Montpellier y al propio Lyon: llegaron la delantera de la selección fran-
cesa Marie-Laure Delie, en lo que se convirtió en el primer traspaso real del
fútbol femenino francés (50.000€), y la central Laura Georges entre otras.
La mediática jugadora americana Tobin Heath ayudó al equipo el tiempo en el
que no se jugaba la liga norteamericana.

Sin embargo, el rosario de estrellas recibió de su propia medicina. En primera


ronda de Champions cayó de manera muy ajustada ante un proyecto muy si-
milar, el del Tyresö FF, que ese año contaba con figuras de la talla de Marta,
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Vero Boquete o Press. La decepción en competición europea no evitó que
Paris estuviera muy cerca de lograr el título doméstico ese año, venciendo al
Lyon en Gerland y cortando la increíble racha de 87 partidos ganados por el
gigante lionés en casa. Además, llegó a la final de Copa donde por enésima
vez solo el Lyon le privó de llevarse un título.

Paris llegó a 2014 acercándose, pero sin haber terminado de dar el golpe
definitivo al panorama internacional. Y como hizo cada año, forzó un poco
más la máquina abriendo la billetera, como si estuviera ajustando a base de
prueba y error cuál debe ser su apuesta en el fútbol femenino. Lejos de ba-
jar el listón con los nuevos fichajes, pescó en su moribundo verdugo Tyresö
para atraer a Caroline Seger y continuó reforzándose con más internaciona-
les alemanas: Josephine Henning, Ann-Katrin Berger y la estrella Lira Alushi.
Esta vez el desembolso se mostró suficiente para alcanzar los cuartos de
final de la Champions y encima dejando por el camino -por fin- al Lyon en una
eliminatoria tan ajustada como dramática. Pero el trayecto no acaba aquí. 29

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DIME CON QUIÉN TE MIDES
La altura de miras de un proyecto es directamente proporcional a la entidad
del mayor obstáculo. Un vistazo a los mayores rivales del PSG a lo largo de
los años nos da una buena idea de la progresión meteórica del equipo, que
históricamente ha tenido como principal némesis a su vecino: el Juvisy ha
sido el club que en los 90 se repartía el poder con el Lyon y ha permanecido
arriba desde entonces, con una estructura 100 % amateur y con el apoyo
voluntarista de las autoridades públicas de l’Essonne.

Para el recuerdo quedará el derbi Juvisy-PSG de 2005, concluido con el re-


sultado de 5-0, muy significativo -no solo por el resultado, que muestra la
realidad de cada equipo hace una década- sino porque PSG fue incapaz de
alinear a once jugadoras en ese partido. La plantilla parisina era cortísima, se
limitaba a trece futbolistas en ese momento incluyendo a dos guardametas,
lo que significaba que solo podían hacer una sustitución. Pero el derbi se
adelantó un mes y el equipo llegó con nada menos que cuatro bajas, con lo
que la portera suplente Quatredeniers tuvo que participar como lateral iz-
quierdo. Lo increíble es que pese a jugar con nueve y una defensa totalmente
comprometida, Juvisy tuvo muchísimos problemas para abrir la lata y, de he-
cho, el partido se mantuvo ajustado hasta el último tramo. Ese año Juvisy
terminaría ganando otra liga más, en parte gracias a los goles de la gran Ma-
rinette Pichon. Nada que ver con la actualidad.

Laura Georges

Kosovare Asllani Marie Laure Delie


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DESPUÉS DEL ÉXITO, ¿LA NADA?
Podría pensarse que en su obsesiva escalada de los últimos años hacia el
título continental, PSG se ha limitado a imitar al Lyon para destruirlo. Pero si
lo ha hecho, ha sido de una manera algo superficial más allá de tener algunos
aciertos con visión a medio plazo como el centro de entrenamiento dedicado
en Bougival. A diferencia del cuadro parisino, el lionés ha trabajado durante
años para echar raíces fuertes: con el fútbol base, con el pistoletazo de sa-
lida para la financiación propia del equipo femenino, con los esfuerzos por
llegar a un aficionado nuevo, con las instalaciones... y la figura de Aulas ha
sido capital para que el fútbol femenino francés experimentara un salto al
profesionalismo. Hace pensar que, si vienen mal dadas, Lyon tiene una red de
seguridad que impedirá que se hunda en lo más profundo. El poso de estos
años podría soportar por un tiempo una época de vacas flacas.

PSG, por el contrario, sigue siendo en su corazón un nuevo rico, obsesio-


nado con un objetivo a corto plazo. Como si de un romance de verano se
tratara, exprime el sueño y absorbe cada gran noche de Champions como si
fuera la última, sabiendo que cuando llegue el frío hará falta algo más para
que tanta ambición no quede en un bonito recuerdo. Su futuro a medio plazo
está estrechamente ligado a los Ibrahimovic, Cavani y compañía, a los que
se le dedica un montante que asciende a unas 300 veces el presupuesto del
equipo femenino. Fuera de eso nada es imprescindible, si acaso es un bonito
accesorio. Más allá del superequipo puntual, ¿qué hay de compromiso?

Recientemente, una de las jugadoras que dejaron Lyon para recalar en PSG,
Laura Georges, explotó de manera muy reveladora ante los medios de comuni-
cación: “No puedo disculpar a Nasser Al-Khelaifi. Es mi presidente, pero él no
ve a su equipo femenino. Se pasó una o dos veces la temporada pasada sola-
mente. Jean-Michel Aulas está muy presente en los medios de comunicación,
pero es un gestor cercano a sus jugadores. Si su equipo de mujeres está ahí
es porque se invierte, no sólo con sus recursos, sino también con su persona”.

Si PSG gana la Champions League -quizás en un año o dos- veremos si, ya


con el objetivo cumplido, esta aventura queda como un broche puntual en la
solapa de un hombre de negocios o si, por el contrario, sirve como espalda-
razo definitivo para que sus gestores miren a largo plazo. En cualquier caso,
como pasara con Tyresö, su aparición ya ha provocado que las aguas del fút-
bol femenino se muevan. Aunque solo sea por eso, bienvenido Mr. Al-Khelaifi.

Pablo Cervantes
@ProtagonistasDJ

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LAS FIERAS DE SALDANHA
Álex Couto Lago

El destino es caprichoso y en una fe-


cha concreta tuvo lugar el ocaso de
un maestro, la caída anunciada de un
personaje que ha trascendido en la historia futbolística de Brasil. Junto
a él, como entrenador rival, otro histórico que tuvo que vivir, en su mo-
mento, la mayor tragedia futbolística conocida hasta nuestros días en
el país sudamericano. El 14 de marzo de 1970, Joao Saldanha dirigía
por última vez al seleccionado brasileño en partido amistoso de prepa-
ración para la Copa del Mundo de México 1970. El encuentro se jugaba
en el estadio Moça Bonita de Bangú, en Río de Janeiro; el rival, el titular
del campo, el Bangú Atlético Clube del barrio del mismo nombre de la
ciudad carioca; al frente del mismo, Don Lendário Flavio Costa, el mítico
seleccionador brasileño en el Mundial de 1950. En una jornada fatídi-
ca, dos seres señalados por los hados del fútbol cruzaron sus caminos.
Cuatro días después, el 18 de marzo de 1970, Saldanha abandonaba
su cargo, obligado por las exigencias de un Régimen Militar que había
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minado el suelo bajo sus pies.
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Revista#14
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E
l encuentro transcurrió bajo la dinámica habitual de un partido sin tras-
cendencia en el resultado, pero con los argumentos propios de una con-
tienda que busca el contraste para la mejora estratégica del colectivo.
El equipo Alvirrubro tratando de dar lo mejor de sí para poner en aprietos a
una selección conformada por lo más granado del fútbol mundial y un selec-
cionado Verdeamarelo que buscaba su puesta a punto inicial para un evento
que iban a afrontar de inmediato, su viaje a México para proceder al período
de adaptación al juego en altura.

Jugaron aquel señalado partido los siguientes futbolistas:

BANGÚ ATLÉTICO CLUBE: Roni (De Vito), Cabrita (Bicas), Serjão,


Luis Alberto (Moraes), Bauer, Sidclei (Vanderlei) , Didinho (Nenén Da
Guia), Mário (Gijo), Jorge Félix (Lins), Paulo Mata, Aladim (Zé Carlos).
Entrenador: Lendário Flávio Costa.

BRASIL: Ado, Carlos Alberto Torres (Zé Maria), Brito, Joel Camargo,
Marco Antonio, Clodoaldo (Zé Carlos), Gérson, Jairzinho, Dirceu Lo-
pes (Edu), Pelé, Paulo César Lima. Entrenador: Joao Saldanha.

El partido, jugado ante aproximadamente 30.000 espectadores, terminó


con el resultado final de empate a un gol, marcando para el Bangú Paulo Mata
y posteriormente en propia puerta Moraes dejaba en tablas el guarismo final.

Tras el cese de Joao sem medo se cierra uno de los episodios más celebra-
dos y a la vez controvertidos del fútbol brasileño y se abre un capítulo que
ha dejado para la historia la sinfonía de fútbol que inundó el campeonato del
mundo de México y que derivó en el mejor conjunto conocido hasta la fecha,
el seleccionado nacional de Brasil en 1970.

Aquí rendiremos homenaje a ambos, a un Joao Saldanha que ha pasado a la


historia por su enorme legado periodístico, por su arrebatadora personali-
dad y una vida plena de contenidos y significado y un equipo que ha crecido,
desde la recuperación de una filosofía olvidada, alrededor de la semilla que
mejor germina en el fútbol, el talento.

NACE EL HOMBRE, CRECE EL MITO


Joao Alves Jobim Saldanha nació en territorio uruguayo, muy cerca de la fron-
tera con Brasil, un 3 de julio de 1917, fruto de la unión entre Gaspar Saldanha
y Jenny Jobim de Saldanha. Sin pedirlo y sin quererlo, pronto se vio el joven-
císimo Joao envuelto en contiendas sociales y en situaciones de alboroto que
marcaron de manera clara su infancia.

Sus padres, exiliados en Uruguay debido a las luchas políticas entre Maraga-
tos y Chimangos, habían cruzado la frontera a fin de evitar represalias por
parte de la facción Chimango, alineada con la ideología gubernamental co-
mandada por el usurpador presidente Borges de Medeiros. Al poco tiempo
de nacer, el joven Joao volvió a tierras gauchas y participó de forma activa en
la contienda, portando como contrabandista armas para la causa Maragata
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junto a sus hermanos mayores, Arístides y María. El conflicto político termi-
nó sin mucho éxito para los intereses de la familia Saldanha a finales del año
1923, período en el que se instalaron en Curitiba, después de un peregrinaje
por diferentes localidades del interior del estado de Paraná. Es aquí donde
Joao inicia su recorrido, con una infancia normalizada por la situación y por el
valor intrínseco de su padre, un activista político, notario e intelectual que
llegaría a ser diputado constituyente en el año 1934.

En la escuela logra trabar amistad con un per-


sonaje que posteriormente sería muy relevante
en la historia política de Brasil: Janio Quadros,
futuro presidente de la república.

Joao Saldanha mantiene su primer contacto con el fútbol muy pronto y muy
cerca de su casa, ya que vive en la barriada en la que se encuentra el club
Atlético Paranarense; allí asiste a los entrenamientos y participa de las di-
ferentes competiciones callejeras habituales del momento, integrándose in-
mediatamente en la vida cotidiana del barrio.

En la escuela logra trabar amistad con un personaje que posteriormente se-


ría muy relevante en la historia política de Brasil: Janio Quadros, futuro pre-
sidente de la república.

A los 14 años su familia se muda a Río de Janeiro, en donde su padre Gas-


par dirigirá una notaría. Allí continuará con su formación académica el joven
Joao, hasta completar la enseñanza secundaria y optar por ir a la Univer-
sidad. Se formó en Leyes en la Facultad de Derecho de la Universidad de
Brasil (UFRJ) e inmediatamente comenzó a implicarse en asuntos de índole
política. En 1935, a la par de su ingreso en la Universidad, se afilia al Partido
Comunista de Brasil e inicia una trayectoria futbolística muy rica en el club
de sus amores, el Botafogo, en el que llegará a ser campeón estatal juvenil y
debutará en el ámbito profesional. En el Glorioso desarrollaría una corta ca-
rrera futbolística que se vería truncada por una inoportuna lesión, la fractura
de una de sus piernas, como consecuencia de un brutal choque contra el ex
futbolista del Flamengo Peracio que le obligó a retirarse prematuramente.

Destacar la importancia del plantel reunido en esos tiempos por el cuadro de


la estrella solitaria en su equipo de formación. Junto a Saldanha se dieron
cita un grupo de futbolistas de origen gaucho tales como Benevenuto, Mar-
tim Silveira, Otacilio, Luis Luz, Luis de Carvalho o Benedito que llevaron a su
equipo a ratios de rendimiento realmente importantes. A la par que disfruta-
ba del fútbol tradicional, Saldanha se aficionó al fútbol en la playa y a todo lo
que esta llevaba implícito en una ciudad que vive mirando el mar. Allí coinci-
dió con compañeros de juego que posteriormente serían destacados perso-
najes de la vida pública y profesional de Brasil, tal es el caso del famoso cro-
nista deportivo Sandro Moreyra, Carlinhos Niemeyer, fundador del canal
100, Altthemar Dutra del Castilho, futuro presidente del Botafogo, o Helenio
Freytas, conocido futbolista por su gran clase y talento. Como coordinador
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del grupo de fútbol playa estaba el renombrado Nemén Prancha, conocido
como el filósofo del fútbol.

Saldanha procede de una familia de marcada


implicación política, lo que define en cierta
manera su fuerte personalidad, herencia de
unos padres con ideales y raíces muy definidas.

En esas mismas fechas, Joao Saldanha proce-


de a normalizar el registro de su fecha y lugar
de nacimiento para oficializarla en la localidad
de Alegrete, Río Grande do Sul, lugar de resi-
dencia habitual de su familia antes de haber
vivido el exilio en Uruguay. En su interior bulle
el espíritu gaucho que admira el sentir cario-
ca bajo la crítica mirada de un analista social
con sólidas convicciones políticas, enamorado
desde niño de un deporte que se convertirá en
algo más que una afición.

Saldanha procede de una familia de marcada


implicación política, lo que define en cierta
manera su fuerte personalidad, herencia de
unos padres con ideales y raíces muy defini-
das. Gaspar Saldanha fue un activo partícipe
en las revueltas maragatas ocurridas en la
década de los años 20, además, era bisnieto
de uno de los personajes de mayor peso en la
lucha por la independencia del Uruguay, el afamado “Arreondo”, de nombre
Rodríguez Chávez. Asimismo, su madre, Jenny Jobim, era sobrina del gaucho
que comandó la reconquista de Acre, José Plácido de Castro Jobim.

En la universidad no tarda en entrar en contacto con los movimientos estu-


diantiles y en especial con los universitarios de orientación comunista. En
esta época inicia un periplo de viajes que lo pondrán en contacto con las
bases comunistas en Europa y América, convirtiéndose en representante
portavoz del Partido Comunista de Brasil. En la universidad compagina su
actividad política con la deportiva, lo que le permite formar parte de una se-
lección universitaria de fútbol que realiza una pequeña gira por Europa, así
que puede asistir como espectador en 1938 al mundial de Francia como
representante de dicha selección amateur.

El ejercicio de su militancia en el partido lo lleva de viaje a Uruguay, a super-


visar la entrega de fondos a la comunidad comunista brasileña, exiliada en
el país oriental. Posteriormente viajaría a México y Estados Unidos en con-
dición de representante del partido. Su actividad se ampliaba a medida que
su compromiso se hacía cada vez más firme y su peso entre las juventudes
comunistas del país adquiría un valor que tendía a un liderazgo natural.
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Una grave lesión, que lo llevó a abandonar el fútbol a una edad demasiado
temprana, provocó que se volcase aún más en actividades de orden político,
lo que le permitió ser reconocido dentro y fuera de las fronteras de Brasil por
su incesante trabajo para la causa.

Pero el fútbol no quedó en un segundo plano. A pesar de abandonar la práctica


activa, Saldanha no abandona el Botafogo, sino que pasa a formar parte de su
dirección deportiva asumiendo diferentes tipos de responsabilidades que van
desde tareas administrativas a aspectos directamente ligados con el juego.

De hecho, en 1948, ejerciendo de director deportivo, Botafogo logra el cam-


peonato estatal.

Después de la Segunda Guerra Mundial, en 1947, Saldanha se encuentra en


Francia decidido a estudiar Historia en París; allí, en la facultad, conoce al pe-
riodista italiano Sandrino Saverio, hijo del director de una agencia de noticias.
Aldo Saverio, de esta manera, inicia su actividad periodística en la que se ocu-
pará sobre todo de los acontecimientos en los países del este de Europa. Asi-
mismo, participa como redactor en diferentes publicaciones dirigidas por el
partido, entre ellas A Folha do Pobo. En ese período asume la secretaría gene-
ral de las juventudes comunistas, Uniao de Juventudes Comunistas (UJC).

La persecución policial lo llevó a huir a Europa. Así,


es enviado a Praga como miembro de la Comisión de
las Juntas Escolares del partido comunista en dicha
ciudad. Posteriormente viajaría a China para realizar
un seguimiento al estallido de la Revolución.

Junto a su presidente, Apolonio de Carbalho, participa en diferentes actos


relacionados con los movimientos estudiantiles y como consecuencia de ello
es detenido y fichado por la policía. En abril de 1949, Saldanha vive uno
de los episodios políticos más relevantes en su vida, principalmente por las
consecuencias derivadas. En el I Congreso por la Paz y la Cultura tuvo un
encuentro desafortunado con la policía, participó en una revuelta acaecida
en la sede de la Uniao Nacional dos Estudantes (UNE) y como consecuencia
de la refriega sufrió un balazo producto de un tiroteo que le afectó de manera
importante el pulmón derecho, en el que se le quedó instalada una bala.

La persecución policial lo llevó a huir a Europa. Así, es enviado a Praga como


miembro de la Comisión de las Juntas Escolares del partido comunista en di-
cha ciudad. Posteriormente viajaría a China para realizar un seguimiento al es-
tallido de la Revolución. Este período es muy agitado en la vida de un Saldanha
ya asentado dentro del cuadro de dirigentes del Partido Comunista. Tras su
viaje a China regresa brevemente a Brasil, con motivo de la celebración del
Mundial de 1950. Posteriormente al mundial, la agencia de noticias para la
que trabajaba lo envía nuevamente a China a cubrir el Primer Aniversario de
la Revolución de Mao, pero previamente pasa por Moscú para integrar la pri-
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mera promoción de militantes comunistas que realiza el Curso de Larga Du-
ración. Durante su estancia en China como corresponsal de la agencia vive el
estallido de la Guerra de Corea y, además, sufre una operación importante por
un ataque de apendicitis que se le complica. Esto, unido a su precario estado
de salud derivado del episodio sufrido en el pulmón y su afición desmedida al
tabaco, hace que pronto regrese nuevamente a Brasil, en donde el partido lo
ubica en la ciudad de Sao Paulo para realizar tareas divulgativas, escribiendo
en publicaciones como Noticias de Hoje.

En Sao Paulo establece vínculos con el partido en Paraná y se convierte en


protagonista de la revuelta de los Camponeses de Porecatu. Saldanha es
enviado a la región por orden del partido para supervisar el desarrollo político
de la revuelta, perosobrepasa el límite de las acciones políticas y participa
activamente en el levantamiento en armas para luchar al lado de los campo-
neses. De paso transmite noticias sobre las particularidades de la revuelta
que son publicadas en diferentes periódicos, garantizando la cobertura me-
diática de dicho acontecimiento.

Saldanha participó activamente en diferentes tipos de movimientos en los


que el partido estaba directa o indirectamente implicado. Durante esa épo-
ca, y hasta 1956, permanece en Sao Paulo organizando diferentes activida-
des del partido, pero en dicho año recibe la llamada del club de sus amores, el
Botafogo, y vuelve de inmediato a Río de Janeiro, el lugar en el que se siente
como en casa.

En el Glorioso asume la responsabilidad de sustituir al técnico saliente y di-


mitido Zezé Moreira y afronta la dirección de un equipo plagado de talento.
Desde 1957 hasta 1959 lleva las riendas de un equipo imparable, que se
impone con suficiencia en el campeonato carioca de 1957 y sirve de base
a la selección que posteriormente alcanzaría el campeonato del mundo de
1958 en Suecia. En esa época el Botafogo pasa por ser el mejor equipo de
Brasil y es invitado de manera constante a diferentes giras mundiales que lo
llevan a ser conocido con el apelativo de “La Máquina”.
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En ese equipo Saldanha inicia una de sus grandes cruzadas en el fútbol bra-
sileño: dotar a su equipo de un estilo propio identificado con las particularida-
des del gusto y el sentir del pueblo brasileño, de la gente de la calle. Saldanha
aboga por un juego basado en la creatividad del jugador, en el desarrollo de
la técnica y de la intuición como base que distingue al jugador brasileño por
excelencia. En dicho equipo goza de la presencia de lo más granado del fút-
bol carioca y brasileño en general. Saldanha es el director de unos magos del
balón que llevaron el fútbol tradicional a un nivel superior. Estamos hablando
de futbolistas de la dimensión de Mané Garrincha, Waldir Pereira“Didí”, Nilton
Santos, Mario Zagallo, el portero Manga, (posteriormente estrella y mito del
Club Nacional de Fútbol de Montevideo), Amarildo, Oswaldo Sampaio, Qua-
rentinha o Paulo Valentim.

Sobre el mundial de Suecia de 1958, Saldanha escribiría más tarde un aná-


lisis pormenorizado de la metamorfosis que había sufrido el fútbol brasileño
en esa época, enfocando en su libro “Na Boca do Túnel” las particularidades
que empezaban a caracterizar el juego que obligaba a adaptar las potencia-
lidades de los futbolistas a los nuevos desarrollos estratégicos:

“A capacidade de resistência dos jogadores, sua habilidade com a bola,


estão criando situações inteiramente novas em relação às posições clás-
sicas dos sistemas que estão sendo levados de roldão pela prática do jogo.
Um jogador, para ser eficiente, tem de saber jogar em várias posições. Tem
de saber defender e atacar; e qualquer sistema moderno que pretenda ser
eficiente tem de comprender que não pode ser rígido. Estamos mais do que
nunca precisando disso. O futebol é arte popular. Não podemos continuar
atrasados”.

Joao Saldanha se formó en la facultad de Periodismo y en 1959 es invitado a


comentar para Radio Nacional, la Copa América disputada en Buenos Aires.
La experiencia cuajó y decidió dedicarse en exclusiva a esta actividad.

La intención de Saldanha de iniciar su camino en el campo del periodismo


fue secundada por su esposa Ruth Viotti, hermana del afamado periodista
Ruy Viotti, de tal forma que le consiguieron una audiencia en Radio Guana-
bara, dirigida por Edson Leite. En dicha cadena, perteneciente a Radio
Bandeirantes de Sao Paulo, Saldanha forma equipo con prestigiosos cro-
nistas de la época. Gracias a su enorme capacidad para transmitir los con-
ceptos futbolísticos de forma que la gente los entendiese, da el salto a Ra-
dio Nacional para formar un equipo de comentaristas de élite, con los que,
entre otros eventos, afrontará la difusión del Mundial de Chile de 1962.

Saldanha no solo es uno de los baluartes de la


radio y la televisión brasileña por su conocimiento
del medio y gran intuición para interpretar el
fútbol, a su vez acuña un tipo de lenguaje que
pronto calará en la gente de la calle.

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Durante esta época surge uno de los primeros programas de televisión enfo-
cados íntegramente hacia el fútbol; en concreto, la cadena Canal 13 de Río
de Janeiro ofrece el programa Grande Revista Sportiva Facit, del que Sal-
danha pronto se erigió en protagonista. Cuenta Luis Méndez que ese progra-
ma era la biblia dominical del deporte brasileño, tal fue la importancia que se
le dio en su momento.

Saldanha no solo es uno de los baluartes de la radio y la televisión brasileña


por su conocimiento del medio y gran intuición para interpretar el fútbol, a su
vez acuña un tipo de lenguaje que pronto calará en la gente de la calle, el pú-
blico al que Joao intenta acercar a las bases del deporte más popular del Bra-
sil. Su elocuencia y desparpajo no pasan desapercibidos, así como su crítica
ácida y directa sobre aquellos personajes y aspectos del juego con los que él
no está de acuerdo. Hay un detalle que lo caracteriza: a pesar de su enorme
sentido crítico demuestra un respeto escrupuloso al juego y sobre todo a los
jugadores, a quienes define y retrata como a los verdaderos protagonistas
del espectáculo y se convierte en adalid de causas populares, siendo uno de
los primeros periodistas que denunciaron el racismo en el fútbol.

A medida que su popularidad se iba incrementando, Saldanha participaba


en más foros de opinión. A la radio y la televisión había que añadirle sus
comentarios en el jornal Última Hora, con lo que cubría todo el espectro
periodístico posible.

En 1966 la cadena O Globo empieza a convertirse en uno de los gigantes


medios de comunicación del país y la tertulia futbolística que se emitía en
el Canal 13 pasa a desarrollarse en la nueva gran cadena nacional. En ella
Saldanha llega a todo el país y sus famosas frases pasan a formar parte de la
jerga popular que se usa en el fútbol nacional.

Frases del tipo: “Si las concentraciones ganasen partidos, el equipo de la pe-
nitenciaría saldría campeón” pasaron a ser de uso cotidiano en el día a día de
la gente de la calle.

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En 1966 asiste como comentarista de Radio Nacional a la debacle de Brasil
en el mundial de Inglaterra. Allí retransmite el pobre papel de la Verdeama-
rela y, sobre todo, la violencia impune con que los defensas afrontan el jue-
go, siendo Pelé el principal damnificado. El reglamento favorece las acciones
bruscas y limita la continuidad del juego, es por ello que tras ver cómo algu-
nos futbolistas importantes de la época son parados constantemente con
acciones antirreglamentarias se institucionalizará para el mundial de México
70 la utilización de las tarjetas, quedando definitivamente incorporadas al
propio reglamento del fútbol.

En Inglaterra, Brasil cae estrepitosamente contra la selección de Portugal


del mítico Eusebio, siendo eliminada tras exhibir un juego pobre de contenido
y con una actitud que fue reprobada por una gran parte de la crítica, entre
ella el mismo Joao Saldanha.

Mundial Inglaterra 1966: Brasil vs Portugal.


Estadio de Goodison Park, Liverpool 19/07/1966.

Ver Partido

Joao, un defensor a ultranza del futbolista y especialmente del futbolista ne-


gro, se encuentra con la disyuntiva de criticar la dureza con que se emplean los
rivales de Brasil y, además, con la ausencia de ambición de un grupo en transi-
ción con algunos jugadores colmados tras ganar los dos mundiales anteriores.
En el país, la indignación es manifiesta y a la vuelta del seleccionado se deja
sentir en todo el país el descontento que se vive con su selección nacional.

El fútbol entra en un momento de crisis en el que los patrones tradicionales


que definen el juego de la selección y de los equipos brasileños dejan de ma-
nifestarse para entrar en una dinámica de fútbol pragmático que nada gusta
al aficionado medio. Saldanha es especialmente crítico con los equipos que
no defienden una filosofía de fútbol propia, caracterizada por el buen trato al
balón, el dribling, la colectivización del juego y el entendimiento de la dinámica
competitiva como la sucesión de acciones defensivas y ofensivas constantes.
Denuncia el exceso de juego defensivo cuyo objetivo es ganar sin base de jue-
go, destruyendo el juego rival pero sin ofrecer alternativas a la creación.

La selección nacional se ve salpicada por esta situación y manifiesta una di-


námica muy negativa en su juego y resultados, aspecto que preocupa a los
dirigentes, sobre todo tras la manifestación crítica de la masa de aficionados.

UNA UTOPÍA CONVERTIDA EN REALIDAD


Tras el mundial de Inglaterra de 1966, el fútbol brasileño se convirtió en un pol-
vorín. La lucha de poder y de influencia se acrecentó entre los dos polos más
representativos del fútbol nacional, el fútbol paulista y el carioca; entre ambos
foros las lanzas estaban en ristre y la convivencia era prácticamente imposible.
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La lucha se extendió hasta el seleccionado brasileño que era en esas fechas un
auténtico caos, al punto que no se respetaba ya ni el himno nacional.

Entre los muchos críticos a la realidad del fútbol


brasileño se encontraba el mismo Joao Saldanha,
quien desde siempre abogó por el respeto al
talento natural del jugador y a su expresividad
sobre el terreno de juego.

Por otro lado, la incipiente presencia de los militares en el poder, al que acce-
dieron en 1964, provocaba una honda preocupación. La dictadura conocía
del valor del fútbol y de su arraigo popular, por lo que desde muy pronto es-
tuvo interesada en controlar el contexto de forma que sirviese para facilitar
la popularización del régimen entre el pueblo. El deporte, una vez más, como
base para el sustento de una credibilidad adquirida mediante el atajo.

Entre los muchos críticos a la realidad del fútbol brasileño se encontraba el


mismo Joao Saldanha, quien desde siempre abogó por el respeto al talento
natural del jugador y a su expresividad sobre el terreno de juego. Saldanha
era cuidadoso en su parlamento, dirigía su crítica a la masa improductiva
de directivos que ejercían sus cargos como parásitos de un sistema que los
alimentaba, pero al que ellos prácticamente nada proporcionaban. En cam-
bio, al jugador solía defenderlo y principalmente al jugador negro y mestizo.
Siempre consideró Saldanha que el jugador de color tenía una ventaja mani-
fiesta sobre el jugador blanco: su antropometría le permitía una versatilidad
y una armonía de movimientos que facilitaba la práctica del fútbol; además,
los orígenes humildes obligaban a los jugadores de color a buscarse mejor la
vida, a hacer uso de la viveza y la inteligencia para sobreponerse a los pro-
blemas e incidía en el gran desfase social que había en esos momentos en
la mayoría de las ciudades brasileñas, en las que el conocimiento era patri-
monio de muy pocos. Ahí era donde Saldanha elevaba la voz para reivindicar
la figura del jugador nacional y para enfatizar en la importancia que tendría
para el futbolista la adquisición de una cultura que le permitiese entender el
juego a la par que entender la vida.

En esa realidad se movía el fútbol de Brasil en aquellos años. Un momen-


to convulso en lo social, en lo cultural y en lo deportivo. El orden impuesto
desde la violencia y el recorte de libertades era una manifestación real de la
situación del país y en el fútbol se vivía un caos que necesitaba ser resuelto.

A lo largo de ese período se le ofrece a Saldanha la posibilidad de dirigir al


combinado nacional. En su carta abierta publicada en Placar el 27 de marzo
de 1970, Saldanha insiste en que le fue ofrecido el puesto hasta en cinco
ocasiones, en 1958, cuando dirigía brillantemente al imparable Botafogo y a
lo largo de los años de 1966, 1967, 1968 y 1969, fecha en la que finalmen-
te decidió afrontar el reto.

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Saldanha es el elegido por Joao Havelange, presidente de la CBD, para diri-
gir una selección que necesitaba un cambio de rumbo y a la vez precisaba
una personalidad marcada que evitara el constante atropello periodístico
que estaba sufriendo en esos momentos. Saldanha es el sucesor de Paulo
Machado de Carvalho, quien deja el cargo tras una época gris en la historia
del fútbol brasileño. Havelange y el Dr. Antonio do Passo habían entendido
que para evitar la crítica tan exacerbada que en esos momentos estaba su-
friendo el entorno del combinado nacional, nadie mejor que un periodista
para afrontar el cambio y de paso colocar en el puesto a un personaje rele-
vante del gremio que atemperase el espíritu crítico reinante. Se buscaba un
diplomático que pudiese afrontar la crítica desde el conocimiento del medio
y tratar de hacer entender que el camino de la selección iba a ser otro.

Foto:
Celso Unzeite

La medida, teóricamente bien pensada, evidentemente llevaba incorporado


un enorme porcentaje de riesgo, al ser precisamente Saldanha el elegido.
Havelange, afecto al régimen, como toda la Confederación Brasileira de De-
portes, dependientes del Ministerio de Cultura dirigido por Jarbass Passa-
rinho, había argumentado que nadie mejor que un periodista con experiencia
exitosa en los banquillos para afrontar esta etapa tan especial. Lo cierto es
que el tiempo demostró que, en términos deportivos, la elección fue brillante
y eficiente, pero en términos políticos fue totalmente desacertada, llegando a
generar una tensión extraordinaria entre el poder político y el propio Saldanha.

Joao Saldanha asume su papel de seleccionador nacional de Brasil el 4 de


febrero de 1969, con el objetivo de clasificar a la Verdeamarela para el Mun-
dial a celebrar en México en el año siguiente. En vista de la situación y tenien-
do el tiempo justo para articular un equipo de cara a las eliminatorias de clasi-
ficación, decide seleccionar a las bases de los tres equipos más competentes
del momento: el Cruceiro de Belo Horizonte, el Botafogo de Río de Janeiro y el
Santos, perteneciente a la liga paulista. De estos tres equipos saldrá la base
que formará el eje que competirá por la clasificación para el mundial.

Nada más dar a conocer las intenciones y la lista de jugadores convocados


con los que contaría para la fase preliminar, la crítica de la prensa se dejó sen-
tir con toda su virulencia, especialmente la prensa paulista, nada de acuerdo
con el criterio tomado por el nuevo seleccionador.
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Saldanha, consciente de la realidad que iba a tener que soportar, dijo públi-
camente lo que pensaba en su interior. Cada brasileño tenía un equipo prefe-
rido, todos llevaban un seleccionador dentro capaz de elegir al equipo que
más le gustaba; él, como brasileño, elegía el suyo.

Esta medida incomodó mucho a los dirigentes y en


especial a Joao Havelange y al ministro de cultura,
quienes no esperaban dicha maniobra.

A partir de ese momento Joao Saldanha abrió las puertas de la selección a la


prensa, haciendo un ejercicio de corporativismo pragmático y argumentando
que todo lo que se quisiese ocultar a los ojos de la prensa sería objeto de crí-
tica y de búsqueda constante de polémica, por lo que decidió que nada iba a
ser realizado sin que la prensa tuviese acceso a ello. Esta medida incomodó
mucho a los dirigentes y en especial a Joao Havelange y al ministro de cultu-
ra, quienes no esperaban dicha maniobra.

La idea de Saldanha era estructurar un equipo en base a la recuperación del


juego abierto y talentoso basado en la técnica individual de los jugadores y la
toma de decisiones ajustada a la posibilidad de ejecutar las acciones de for-
ma excelente. Sabía de las cualidades de sus futbolistas y de su capacidad
para adaptar su potencialidad a los partidos; él trataría de proporcionar las
bases facilitadoras para que ese talento fluyese y se convirtiese en eficaz.

Pronto se zambulló Saldanha en un estudio que buscaba optimizar la crea-


tividad a través de un orden. O Jogo Bonito volvería a ser motivo de orgullo
nacional, pero para ello necesitaba articular una organización estratégica
que permitiese distribuir el talento conforme era debido. Para ello no dudó
en reorganizar su criterio, analizando a los entrenadores más importantes de
Brasil en los últimos tiempos. De ahí, rescató la distribución táctica de Flavio
Costa y su famosa “Diagonal” para definir con claridad una formación clásica
en Brasil, dado el talento natural hacia el juego ofensivo: 1-4-2-4. Asimismo,
se identificó inmediatamente con la organización defensiva de Zezé Morei-
ra, quien había sido su predecesor en el cargo en el Glorioso, el Botafogo de
Río de Janeiro, la defensa en zona se convertiría en seña de identidad de un
equipo que destacaría por su ataque creativo pero asentado en principios
defensivos muy específicos.

La organización del trabajo empezó a ser algo que le preocupaba de forma


considerable y además necesitaba estructurar protocolos que permitiesen
al futbolista estar en las mejores condiciones físicas posibles. Los avances
en esta materia venidos de Europa y los aportes que hizo en el continente
sudamericano Bela Guttmann tras su paso por Peñarol igualmente fueron
de su interés. Necesitaba establecer criterios claros de organización con los
diferentes departamentos, principalmente entre los doctores encargados de
la recuperación de unos futbolistas que estaban habitualmente saturados de
partidos. Esta y otras muchas serían las batallas más inmediatas que tendría
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que afrontar un Saldanha consciente del enorme trabajo y la gran responsa-
bilidad asumida.

Saldanha declara en reiteradas ocasiones su sentir hacia el fútbol y cómo este


es considerado en Brasil. En la entrevista realizada en 1983 y recuperada
posteriormente el 4 de junio de 2006 en la web http://www.geneton.com.br/
archives/000171.html, Saldanha deja clara su postura en relación a cómo en-
tiende el juego y las particularidades del brasileño para su práctica. Se resume
en una sola y categórica frase, “O futebol é un ramo da arte popular.”

“Por outro lado, nossa formação etnológica e a etnográfica deu, coincidente-


mente, ao brasileiro, condições para a prática do futebol. Os músculos flexíveis
e aquecidos naturalmente são da nossa própria formação biológica. O negro
veio da África como uma das raças mais primitivas: só tinha os braços e as per-
nas ... Você vai dizer: “E o índio?”. O índio já não é primitivo; é anterior ao primiti-
vismo... Então, nossa formação, essa etnologia toda nos permite os músculos e
a vivacidade para executar bem esse ramo da arte. Veja bem que digo vivacida-
de. Nada tem a ver com outro ramo importante da vida que é a cultura. Nós so-
mos paupérrimos em cultura, embora riquíssimos em esperteza e vivacidade.
Quando Euclides da Cunha disse “o sertanejo1 é antes de tudo um forte», ele
deveria ter dito «o sertanejo é antes de tudo um esperto». . . Não é tão forte não,
porque morre cedo».

Pretende que el fútbol vuelva a ser motivo de orgullo


nacional, que la gente vuelva al estadio a disfrutar de
su selección y para ello busca ofrecer un estilo de jue-
go, no solo identificable, sino que sirva como vínculo
relacional entre la gente y los jugadores.

Saldanha inicia su andadura competitiva con la selección de Brasil el 7 de


abril de 1969, al enfrentar al combinado de Perú, entrenado por el mítico
Didí, ex discípulo suyo en Botafogo años atrás, en el estadio Gigante da Beira
Río de Porto Alegre. El período que transcurre entre la fecha de su designa-
ción como seleccionador nacional en Febrero de ese mismo año y el día de
su debut, Saldanha trata de presentar un programa de trabajo que permita
dinamizar toda la estructura organizativa que afecta al combinado nacional.

Por un lado, pretende que el fútbol vuelva a ser motivo de orgullo nacional, que
la gente vuelva al estadio a disfrutar de su selección y para ello busca ofrecer
un estilo de juego, no solo identificable, sino que sirva como vínculo relacional
entre la gente y los jugadores. Para ello reclama la presencia de especialis-
tas que le permitan ofrecer las variantes tácticas necesarias para dotar a su
equipo de la amplitud ofensiva debida, del control del juego y de todas las po-
sibilidades que permitan ofrecer un estilo de juego que vuelva a levantar a la
gente de sus asientos. Su objetivo inicial es tratar de sacar el máximo partido
a la calidad de los jugadores de banda de Brasil y cohesionarlos con el talen-

1 Sertanejo: habitante do Sertao, zona del interior del Brasil, popular por su música. 44

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to natural de los jugadores que se mueven en tres cuartos del campo; para
ello deberá coordinar la elección de los jugadores adecuados para conseguir
el efecto deseado, y, finalmente, necesitará un hombre gol que garantice la
materialización de las acciones que se generen a lo largo del partido. Para ello
tiene mucho donde elegir: su principal tarea será definir claramente las condi-
ciones de los jugadores para combinarlos de la mejor de las formas.

Pero precisará incorporar al análisis una información de la que carece. Sos-


pecha que el estado físico de sus principales futbolistas no es el idóneo,
dado que sus clubes los someten a cargas excesivas. Esta circunstancia
será uno de los grandes problemas con los que tendrá que lidiar Saldanha
en su posición de seleccionador. Los sponsors de la selección le exigen que
presente siempre a los mejores jugadores del momento, siendo Pelé el re-
ferente. Igualmente, los clubs a los que pertenecen los jugadores no están
dispuestos a dosificar la participación de sus estrellas, dado que si lo hacen
no garantizan sus victorias y, por ende, no reciben las ganancias esperadas.
Este conflicto supone tener a los jugadores compitiendo constantemente,
tanto en fases de torneos oficiales como en viajes y giras, períodos en los
que los clubs obtienen importantes ganancias.

Ante esta situación, Saldanha pretende organizar el departamento médico


de forma que todos los jugadores tengan informes de su situación particular
a fin de poder utilizar dicha información para optimizar el rendimiento de los
futbolistas y que ellos se encuentren en la mejor forma posible en el momen-
to idóneo, es decir, cuando lleguen las clasificatorias y finalmente que alcan-
cen la plenitud para competir en el mundial.

La constante lucha y los desencuentros con el doctor Lidio Toledo es motivo


de infinidad de conflictos que trascienden a la propia selección, dado que
Saldanha denuncia prácticas abusivas y manipulación de la información para
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que determinados jugadores estén siempre en disposición de jugar. Además,
la filtración a la prensa de datos personales particulares de los jugadores es
una constante. Incluso la gestión de información para futuros pases, transfe-
rencias de jugadores e intereses creados, hace que Saldanha salte constan-
temente, quejándose de la poca consideración que se le tiene al principal
protagonista del espectáculo, el jugador. La denuncia manifiesta en la revis-
ta Placar del 27 de marzo de 1970, momento en que se despide con una
carta abierta, es tremendamente gráfica y aclaratoria.

Saldanha se enfrentaba, en su condición de periodista,


comunista, activista y entrenador a un rival con todo el
poder y con la fuerza como argumento: la dictadura militar
del General Costa e Silva, que se agravaría posteriormente
con la presencia del general Emilio Garrastazu Médici.

La reorganización de toda la estructura de la selección es un problema en


su conjunto. El carácter arrollador de Saldanha y su forma de afrontar los
problemas lo enfrentan a un entramado muy cerrado y articulado alrededor
de pocas personas, todas ellas vinculadas entre sí y con relación directa con
la CBD y, por extensión, con el Ministerio de Cultura de Jarbass Passarinho.
Unido a esto, Saldanha debe convivir con personal directamente designado
por la CBD, entre ellos Claudio Coutinho, ayudante en preparación física y,
además, oficial del ejército, capitán de artillería afecto al régimen; igualmen-
te tuvo que trabajar con Admildo Chirol, especialista en preparación física
y persona muy allegada a Mario Zagallo, al igual que el doctor Toledo, un
Zagallo que no ocultaba su interés por la posición del propio Saldanha. La
coordinación del trabajo con Saldanha y su vinculación directa con el régi-
men militar será una gran traba para desarrollar una tarea a plenitud; a pesar
de ello, Saldanha supo imponer su criterio pero no pudo en ningún momento
garantizar un clima de tranquilidad y de rigor en su entorno más cercano.
Con todo, la prensa siempre tuvo acceso a la información de primera mano,
teniendo siempre las puertas abiertas para comunicar desde la certeza. Aun
así, la lucha fue atroz. Solo una cosa podría evitar una debacle estimada des-
de el principio y eran los resultados.

Saldanha se enfrentaba, en su condición de periodista, comunista, activista


y entrenador a un rival con todo el poder y con la fuerza como argumento: la
dictadura militar del General Costa e Silva, que se agravaría posteriormente
con la presencia del general Emilio Garrastazu Médici, quien lanzaría a sus
pretorianos, Jarbass Passarinho, Joao Havelange y Antonio do Passo, para
controlar e influenciar de forma directa o indirecta en los designios de la se-
lección. La presión ejercida por el ministro de cultura Passarinho sobre Have-
lange se trasladaría directamente a Do Passo quien trataría constantemente
de incidir en la toma de decisiones de un Saldanha inquebrantable.

La lucha comienza en el momento en el que el balón empieza a rodar. Brasil y


Perú dirimirán fuerzas como inicio de un período impresionante de evolución
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y desarrollo, como pocas veces tuvo el fútbol brasileño. Saldanha llevará en
volandas a un colectivo de talentos naturales extraordinarios, tratando de
convertirlos en el mejor de los equipos. El destino jugará a favor del grupo
pero en contra de Saldanha; a pesar de ello, este luchará con todas sus fuer-
zas para estructurar desde su criterio un grupo que estaba abocado al éxito.
El éxito que trabajarán con desesperación durante el tiempo que Saldanha
está al frente del grupo.

Jugaron en el debut oficial de Joao Saldanha, los siguientes jugadores:

PERÚ: Ottorino Sartor, José Fernández, Orlando de la Torre, Héctor


Chumpitaz, Javier González, Ramón Mifflin, Víctor Zegarra (Oswaldo
Ramírez), Julio Baylón (Juan José Muñante), Perico León, Teófilo Cubillas
(Roberto Challe), Alberto Gallardo. Entrenador: Waldir Pereira “Didí”

BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Brito, Djalma Días, Rildo Piaz-
za, Gerson, Jairzinho, Dirceu Lópes, Pelé (Edu), Tostao. Entrenador:
Joao Saldanha.

El partido es arbitrado por el colegiado peruano Sr. Alberto Tejada. El resul-


tado final es de dos goles a uno a favor del combinado brasileño, goles ano-
tados por Jairzinho y Gerson por Brasil y Alberto Gallardo por Perú.

En este primer encuentro, Saldanha trató de mostrar el camino a seguir en


cuanto a estilo y criterio estratégico. Dosificó la participación de un Pelé que
tenían que recuperar para que volviese a su mejor nivel y otorgó el papel de
punta de lanza a un especialista como Dirceu Lópes, delantero centro de Cru-
zeiro, acompañándolo de un Tostao, igualmente de Cruzeiro, con tremenda ca-
pacidad para dejarse caer entre líneas y provocar espacios que pudiesen ser
aprovechados por Pelé. Jairzinho, delantero de Botafogo, se desenvolvería por
todo el flanco derecho, a pesar de que en su club realizaba labores más com-
plejas en zonas más centradas. Su papel en la banda tenía dos objetivos: por
un lado abrir todo lo posible el marco de juego para aprovechar los espacios
libres y dar fluidez al dominio de la pelota y, por otro, aprovechar su velocidad
y verticalidad para realizar diagonales hacia dentro buscando el desequilibrio
y el aporte ofensivo de un Carlos Alberto con marcada tendencia ofensiva. En
este flanco derecho buscará y conseguirá constantemente superioridades po-
sicionales que pasarán a formar parte del repertorio habitual de este equipo.

En el centro del campo, Piazza y Gerson marcan la pauta, principalmente


este último, jugador de Botafogo, quien demuestra un dominio del balón y
del tempo de juego extraordinario. Pelé tendrá libertad total para moverse
por todo el espectro ofensivo, pero por inercia tenderá a ocupar el espacio
libre que quedará en la izquierda, tal es la acumulación de efectivos que se
manifiestan en el centro. Ante tal tesitura, a lo largo del partido Saldanha
decide dar entrada a Edu, un especialista de banda izquierda que milita en el
Santos, al igual que Pelé, para ofrecer una alternativa real al juego ofensivo
de esa banda, direccionando el juego de una manera vertical a la hora de
afrontar los ataques.

En defensa, Brito perteneciente a Vasco da Gama y Djalma Días de Atlético


Mineiro son los dueños del eje de la defensa; Rildo del Santos se adueña 47

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del lateral izquierdo y Carlos Alberto, perteneciente al Santos, del derecho.
Como vemos, la intención inicial de Saldanha de conseguir cohesión por si-
militud y costumbre, llevando a jugadores que conforman bloques de tres
equipos dominantes, Cruzeiro, Santos y Botafogo principalmente, definen
claramente el dibujo inicial y la propuesta de juego. Un juego que trata de
mostrarse dominante, pero que de partida sufre de la falta de armonía propia
de un partido de debut.

A partir de este momento se tratará de dar forma al estilo, a la estrategia y


al orden, siempre desde el criterio particular de un Saldanha que es puesto
en cuestión desde diferentes vertientes, incluso desde el colectivo de en-
trenadores, que le acusa de falta de conocimiento táctico y dominio de los
principios fundamentales de la profesión.

Dos días después, 9 de abril de 1969, en el Estadio de Maracaná, se volve-


rán a enfrentar ambos combinados en un nuevo encuentro amistoso, jugado
en un estadio que recuperaría el aforo habitual, siendo desde este momento
algo natural en cada partido de la Seleçao. Algunos cambios puntuales de
jugadores pero, sobre todo, la insistencia en una idea de juego que consolide
la cohesión del grupo fue la puesta en escena requerida para ese partido en
el verde del mayor estadio del mundo. Perú y Didí estaban estructurando un
equipo con un fútbol extraordinariamente creativo y de amplia argumenta-
ción que facilitaría el contraste con la búsqueda de identidad que planteaba
Saldanha. Discípulo y maestro gozaban de los mimbres necesarios para ofre-
cer un espectáculo de altura dado que, junto a Uruguay, representaban los
dos combinados con mejores futbolistas del momento en el continente.

Este partido representó de partida la demostración


de orgullo y compromiso de los jugadores con su
equipo, dado que remontaron un partido que se les
puso cuesta arriba desde el principio, al adelantarse
Perú por dos tantos a cero.

Disputaron aquel partido en el foro por excelencia del fútbol brasileño los
siguientes actores:

PERÚ: Ottorino Sartor, Pedro González, Orlando de la Torre (José


Fernández), Héctor Chumpitaz, Javier González, Ramón Mifflin, Teófilo
Cubillas, Julio Baylón, Perico León, Enrique Casaretto (Jorge Barreto),
Alberto Gallardo (Oswaldo Ramírez). Entrenador: Waldir Pereira “Didí”.

BRASIL: Félix, Carlos Alberto, Brito, Djalma Días, Rildo, Piazza (Joel
Camargo), Gerson, Dirceu Lópes (Edu), Pelé, Tostao (Paulo Cézar
Cajú). Entrenador: Joao Saldanha.

El árbitro de la contienda era nuevamente el trencilla peruano Sr. Alberto Te-


jada. Marcaron por Perú Alberto Gallardo y Julio Baylón. Por Brasil anotaron
Pelé, Tostao y Edu.
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Este partido representó de partida la demostración de orgullo y compromiso
de los jugadores con su equipo, dado que remontaron un partido que se les
puso cuesta arriba desde el principio, al adelantarse Perú por dos tantos a
cero. Perú, con una formación 1-4-2-4 trataba de hacerse fuerte con la ges-
tión de la pelota, demostrando tener un talento suficiente para crear proble-
mas a Brasil y además materializarlos en gol. El papel de organizador asumi-
do por Teófilo Cubillas y el dinamismo en la banda derecha de Julio Baylón
provocaban grandes desequilibrios en los desarrollos defensivos zonales de
una selección de Brasil que se partía por momentos.

Pelé y Tostao

El planteamiento de Saldanha, que pretendía arrancar de una formación or-


ganizada en torno a 1-4-3-3, provocaba desarreglos en la zona izquierda
de su ataque y su defensa, dado que Tostao era un jugador con tendencia
a desplazarse hacia zonas centrales, Dirceu Lópes se manifestaba como un
delantero centro y era Pelé nuevamente quien debía ocupar los espacios li-
bres derivados de dicho desajuste; ello obligaba a Rildo a tener que defender
gran cantidad de terreno, toda vez que Gerson se veía muchas veces supe-
rado, provocando la partición del equipo en dos. Esta faceta fue corregida
tras verse superados en el marcador y con los cambios pertinentes, dejando
entrar en el terreno de juego a especialistas como Edu en la banda izquierda,
Cajú, jugador del Botafogo o Joel Camargo, futbolista de Santos, con marca-
do carácter defensivo.

El fútbol que ofrecía Brasil se manifestaba por oleadas momentáneas, dado


que sufría cuando el rival manejaba la pelota. Su tendencia a la verticalidad
y a la evolución inmediata en búsqueda de la finalización hacía que el juego
fuese demasiado vertical, a pesar de contar con grandes gestores del balón.
La participación y coordinación entre sus elementos todavía tenía lagunas
importantes, demostrando que el margen izquierdo del equipo necesitaba
ser trabajado. Por el contrario, la relación entre Carlos Alberto Torres y Jair-
zinho se tornaba cada vez más sólida y facilitaba que gran parte de los ata-
ques del equipo se manifestaran por esa zona, siendo ambos jugadores los
que más y mejor gestionaban el dominio de la pelota. Piazza, jugador de Cru-
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zeiro, representaba el punto de anclaje entre los procesos de organización
ofensiva y defensiva, toda vez que los contenidos de los sistemas de juego
demostraban ser especialmente rígidos.

En los desarrollos ofensivos, la clase y la contundencia en las labores de fi-


nalización hacían de Brasil un equipo con una pegada tremenda. Pelé dinami-
zaba los ataques con acciones breves pero definitorias, regalando espacio
y tiempo para que sus compañeros optimizasen su rendimiento. Un toque
oportuno, una pared en el momento adecuado, un desmarque y una devolu-
ción de un pase al primer toque, provocaban situaciones clarificadoras que
hacían del equipo una potencial máquina de juego ofensivo. Pero había que
engrasar el mecanismo. La duda se cernía en la relación entre Pelé y Tostao,
ambos acostumbrados a moverse en espacios similares pero con incidencias
distintas en el juego. Tostao era un jugador de aparecer entre las líneas, rea-
lizar la acción y buscar su lugar en la finalización; su técnica era más limitada
que la de Pelé pero la toma de decisiones siempre era la adecuada, un juga-
dor inteligente que poseía el instinto adecuado para aparecer en el momento
oportuno. Pelé, el eje de un juego ofensivo en el que participaba puntualmen-
te, hacía de su acción algo excelso y único pero con poca continuidad en el
desarrollo del juego. Su papel estelar se limitaba a deslumbrar con acciones
extraordinarias y con movimientos impensados, pero con poca presencia en
el contexto general del juego.

A pesar de ello, el talento natural y su ingeniosa capacidad para interpretar


los momentos les permitía a ambos, Tostao y Pelé, tener siempre su cita con
el gol o estar rondando en cada acción de peligro.

Edu nuevamente entraba para equilibrar espacialmente el juego del equipo y


romper la coyuntura dual que representaban Pelé y Tostao, dando y generan-
do un valor que el equipo agradecía en términos estratégicos.

Saldanha necesitaba encontrar el punto de equilibrio que permitiese dominar


el juego y evitar los golpes de efecto de los equipos rivales, en este caso un
Perú con mucho talento y considerable pegada. Como primera piedra de toque,
el equipo andino representó el mejor exponente de fútbol a quien enfrentarse
para dejar patente el camino de mejora que necesitaba la selección Canarihna
para evolucionar de cara a sus compromisos oficiales más inmediatos.

El 12 de junio de 1969, Brasil tiene la oportunidad histórica de enfrentarse


en Maracaná a la selección campeona del mundo, Inglaterra, dirigida por Al-
fred Ramsey. Tras un mundial en el que fue cuestionada por estilo y actitud,
Brasil enfrentará a los Pross con el ánimo de demostrarse a sí misma que tie-
ne potencial suficiente para creer en volver a conquistar cotas de prestigio
internacional. El encuentro, de homenaje al portero Gilmar, le permitirá testar
su nivel ante el mejor seleccionado del momento. Arbitraría la contienda otro
no menos mítico personaje del fútbol, el colegiado uruguayo Ramón Barreto.

Jugaron aquel encuentro los siguientes futbolistas:

INGLATERRA: Gordon Banks, Tommy Wright, Bryan Labone, Bobby


Moore, Keith Newton, Alan Mullery, Colin Bell, Alan Ball, Bobby Charl-
ton, Geoff Hurst, Martin Peters. Entrenador: Alfred “Alf” Ramsey. 50

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BRASIL: Gilmar, Carlos Alberto Torres, Djalma Dias, Joel Camargo,
Rildo, Clodoaldo, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Edu (Paulo Cézar
Cajú). Entrenador: Joao Saldanha.

Nuevamente Brasil demuestra en este encuentro su capacidad de sobrepo-


nerse a un resultado adverso y con el agravante de haber fallado un penalti
por parte de Carlos Alberto. Colin Bell adelanta al combinado inglés para
posteriormente Tostao y Jairzinho definir el resultado final.

Inglaterra vs Brasil.
Estadio de Maracaná, 12 Junio 1969, homenaje a Gilmar.

Ver partido

Durante buena parte del primer tiempo Inglaterra se mostró más equilibrada
y organizada que Brasil, jugando un fútbol más armónico y ordenado, con sus
líneas juntas tanto en el desarrollo defensivo como posteriormente en su eje-
cución ofensiva, que procuraba manifestarla a un ritmo considerable. Brasil,
al igual que en los partidos contra Perú, volvió a partirse en dos y a dejar a
muchos jugadores por detrás del balón cuanto tenía que defender. Solo Clo-
doaldo, perteneciente al Santos, y en ocasiones Gerson formaban parte de la
ayuda defensiva que los cuatro defensas, fijos en su posición, necesitaban
ante cada ataque inglés. La conexión Carlos Alberto y Jairzinho tardó en ma-
nifestarse y era Gerson nuevamente quien manejaba el ritmo de Brasil, sien-
do el jugador con mayor contacto con la pelota. Tostao volvía a ejercer de
enlace, buscando acciones entre líneas para dinamizar el juego interior y Edu
en la banda izquierda, abierto, tenía dificultades para entrar en juego de una
manera continuada. Pelé volvió a demostrar una intermitencia preocupante,
acompañada de una lucidez única en cuanto tenía la posesión de la pelota.
Su participación era escasa en tiempos de intervención, pero muy efectivo a
pesar de estar muy vigilado por la defensa inglesa.

Tostao y Jairzinho volvieron a demostrar su capacidad goleadora


propiciando que la victoria quedase en casa para alegría de un
Maracaná que volvía a llenarse después de mucho tiempo.

A medida que el partido iba avanzando y el resultado se equiparaba, el jue-


go de Brasil iba incorporando más argumentos. Su contexto general seguía
siendo el de un equipo en formación pero, de a poco, iban hilvanando jugadas
que permitían tejer un estilo cercano al pretendido. O Jogo Bonito era aún
un objetivo alejado de la realidad, pero su intención y búsqueda constante
resultaban un hecho palpable.

Tostao y Jairzinho volvieron a demostrar su capacidad goleadora propician-


do que la victoria quedase en casa para alegría de un Maracaná que volvía a
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llenarse después de mucho tiempo. El mítico Gilmar tuvo una despedida del
combinado nacional a la altura de su aporte y propició a Brasil la posibilidad
de contrastar su evolución con un conjunto mucho más cohesionado y hecho.

Entre el seis y el trece de julio, Saldanha logra organizar tres partidos amis-
tosos para ir encajando debidamente las piezas antes de afrontar el torneo
clasificatorio para el mundial de México 70, que los había emparejado con
Colombia, Venezuela y Paraguay. El primer envite oficial se desarrollaría en
Bogotá a mediados del mes de agosto.

En dicha semana de preparación Brasil jugó en el estadio Da Fonte Nova


de Salvador de Bahía contra el equipo titular del campo, el Bahía, a quien
se impuso por cuatro goles a cero, anotando Pelé, Jairzinho, Edu y Tostao.
Posteriormente se enfrentarían a una selección del estado de Sergipe, en el
estadio Lourival Baptista de la ciudad de Aracajú en el que Brasil se impuso
por ocho goles a dos, siendo el principal protagonista el jugador del Santos
Toninho Guerreiro que anotó tres goles; el resto fueron marcados por Clo-
doaldo, Paulo Cézar Cajú, Gerson, Paulo Borges y Beto en propia meta.

Finalmente el tercer encuentro se disputó en el estadio de Colosso de Arruda


en la ciudad de Recife, en el que Brasil se enfrentó a una selección de Per-
nambuco, a la que venció por seis goles a uno. Anotaron por Brasil, Edu en
tres ocasiones, Jairzinho, Tostao y Pelé.

En estos encuentros preparatorios Saldanha apostó principalmente por el


bloque perteneciente al Santos, que aportó a su defensa titular íntegra, for-
mada por Carlos Alberto, Djalma Días, Joel Camargo y Rildo. Otorgó prota-
gonismo al extremo izquierdo Edu, que acompañó en todo momento a Pelé
en el frente de ataque y en medio campo Clodoaldo alternó su posición con el
jugador de Cruzeiro, Piazza. Gerson y Jairzinho del Botafogo y Tostao del
Cruzeiro fueron los jugadores de campo más utilizados si exceptuamos los
pertenecientes al equipo de O Peixe. Félix de Fluminense fue el portero titu-
lar indiscutible. Como prueba, estos partidos sirvieron a Saldanha para tes-
tar a jugadores del perfil de Toninho Guerreiro, delantero del Santos que supo
aprovechar su oportunidad; el delantero de Corinthians, Paulo Borges, habi-
tual sustituto de Jairzinho, los porteros Lula, de Corinthians, y Claudio, de
Santos, con una participación escasa; y los defensas Ze María, de Portugue-
sa, y el ya habitual Brito de Vasco da Gama. Dirceu Lopes y Paulo César Cajú
formaron ocasionalmente parte del ataque del equipo como sustitutos de
algún compañero.

Una de las grandes discusiones que tuvo que soportar Saldanha


con sus más directos mandos fue la intención del régimen de
posibilitar la llegada a la selección nacional de jugadores de
un mayor número de equipos, de forma que el equipo estuviese
conformado por jugadores del mayor número de estados posibles.

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Saldanha tenía claro el grupo con el que quería afrontar la clasificatoria. La
base de Santos aderezada con jugadores de Botafogo y Cruzeiro tomaban
fuerza y la dosificación de sus figuras obligaba a utilizar a jugadores que, des-
de la perspectiva del propio entrenador, eran muy buenos pero no llegaban al
nivel de los titulares en aquellos momentos. Testimonialmente apareció la figu-
ra de un joven Rivelino en uno de estos partidos, un jugador que Saldanha no
estimaba entre los mejores pero con calidad suficiente y una buena proyección
para dar descanso a Gerson y ofrecer un juego más ofensivo que el del propio
jugador de Cruzeiro.

Una de las grandes discusiones que tuvo que soportar Saldanha con sus más
directos mandos fue la intención del régimen de posibilitar la llegada a la se-
lección nacional de jugadores de un mayor número de equipos, de forma que
el equipo estuviese conformado por jugadores del mayor número de estados
posibles. Al régimen le interesaba tener contentas a las torçidas de forma
que pudiese popularizarse a través de una decisión de reparto equitativo.
Saldanha, como era de esperar, no dejó lugar a dudas y en sus convocatorias,
incluso en el reparto de minutos entre no habituales, dejó clara su postura de
llevar solo a aquellos jugadores de su más entera confianza.

Saldanha
y Gerson

La filtración de noticias interesadas sobre lo que ocurría en las concentra-


ciones era una constante. Saldanha permitía a la prensa campar tranquila-
mente en las concentraciones, sin ocultar nada en relación a la convivencia
cotidiana, por otra parte tranquila y sin ningún tipo de conflicto. Este llegaba
a la hora de establecer quiénes estaban en condiciones de jugar y quiénes
necesitaban descanso para optimizar su rendimiento futuro, una lucha con el
departamento médico que se vivió desde un inicio.

El seleccionado partió para Colombia para iniciar el campeonato clasifica-


torio que daba una plaza directa para el mundial. Antes del encuentro con el
combinado colombiano, a Seleçao jugaría un partido amistoso con el equipo
más representativo de la capital, Millonarios de Bogotá, disputado en el es-
cenario designado igualmente para el partido oficial, el estadio de El Campín.
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Saldanha decidió plantear un partido para dar consistencia al grupo y despe-
jar las incógnitas que tenía en relación a diferentes puestos, principalmente
el lateral izquierdo en el que Rildo y Everaldo se disputaban la posición. El pa-
pel de Rivelino, todavía poco apreciado por Saldanha a pesar de haber sido
siempre uno de los preferidos de la torçida, generaba ciertas dudas dado
que no encontraba el técnico una ubicación adecuada al joven jugador de Co-
rinthians, quien en esos momentos era considerado un volante ofensivo que
podría sustituir en momentos puntuales a un Gerson dominante en su juego.

Jugaron aquel partido, el 1 de agosto de 1969 en el Estadio Nemesio Cama-


cho, El Campín, los siguientes jugadores, dirigidos por el trencilla colombia-
no Don Omar Delgado:

MILLONARIOS DE BOGOTÁ: Víctor Cañón, Finot Castaño (Nelson


Díaz), Pedro Ornad, Oscar Villano, Oreco, “Chalo” González, Fernan-
do Areán, Eduardo Ghilio, Juan José Rodríguez (Oscar García Vasco),
José María Ferrero, Eduardo Lima (Gonzalo Guzmán). Entrenador:
Otto Vieira.

BRASIL: Félix, Carlos Alberto, Brito, Joel Camargo (Scala), Rildo (Eve-
raldo), Piazza, Gerson (Rivelino), Jairzinho (Paulo Cézar Cajú), Tostao
(Dirceu Lópes), Pelé, Edu. Entrenador: Joao Saldanha.

Brasil se impuso por dos goles a cero en un partido sin mucha historia, mar-
caron Gerson y Rivelino. Saldanha pretendía, además de buscar una cohesión
todavía pendiente a pesar de los partidos disputados hasta el momento, una
adaptación a la altura de la capital colombiana. Ese partido permitiría a los ju-
gadores adecuar su ritmo competitivo a todas las restricciones impuestas por
jugar en un estadio muy elevado en relación a las costumbres de la selección
canarinha. Ello derivó en poco ritmo de juego y en un ajuste de las acciones en
la que la velocidad de ejecución de las evoluciones colectivas se desarrollaba
en el último tercio del terreno de juego rival. Mientras tanto, la circulación de
la pelota y la búsqueda de situaciones de ventaja eran una constante. Impor-
tante nuevamente la interacción entre Carlos Alberto y Jairzinho y el papel de
gestor del balón desarrollado por Gerson. Pelé, muy vigilado, buscó siempre ju-
gar al toque, provocando desequilibrios en las zonas de influencia y buscando
de inmediato su incorporación al área para definir. Su juego de pared era una
de las causas por las que Brasil obligaba a encerrarse muy cerca de su área a
Millonarios, pero las acciones definitorias eran contadas a pesar del dominio.
Tostao, apagado, no encontró su lugar en el partido, buscando constantemen-
te situaciones en las que participar con espacio, el balón no llegaba en las con-
diciones debidas y finalmente fue sustituido por Dirceu Lopes. Nuevamente la
banda izquierda era el lugar por el que el juego de Brasil no se concretaba. A
pesar del enorme talento del extremo izquierdo de Santos, Edu, el juego por
ese espacio no tenía la misma significación que en el lado contrario. Rildo y
Edu no eran capaces de generar situaciones favorables, a pesar de que la for-
mación ya establecida de 1-4-2-4 no provocaba ningún desajuste posicional
como había ocurrido entre Tostao y Pelé en partidos anteriores.

Finalmente Everaldo tuvo su oportunidad de participar en el partido, buscan-


do una mayor progresión ofensiva y tratando de hilvanar la jugada en la que
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Edu pudiese aprovechar una diagonal hacia la portería rival que resultase
definitoria. Rivelino volvió a dar muestras de su calidad, en una posición en
la que tenía que asumir atribuciones defensivas mayores a las que estaba
acostumbrado; su perfil de centrocampista ofensivo y con gran dominio de
balón chocaba con las exigencias estratégicas derivadas de unas funciones
que finalmente eran corregidas por Piazza, siempre al quite. El partido dejó
retazos de buen juego y la sensación de que Brasil seguía buscando un orden
dentro del campo, más por acomodo natural de sus jugadores que por ajus-
tes tácticos de relevancia.

Cinco días después, el 6 de agosto de 1969, Brasil iniciaba su andadura en


la fase de clasificación para el mundial de México 1970. La hora de la verdad
había llegado, los partidos de preparación fueron dejando patente el poten-
cial del equipo y también sus posibilidades de progreso, anunciando clara-
mente un proceso de adaptación que necesitaba consolidarse alrededor de
una idea de fútbol clara, Brasil buscaba su estilo a través del balón, de la ca-
lidad individual y de la coherencia lógica de movimientos de unos jugadores
que trataban de mostrarse tal cual eran en un contexto de juego que nece-
sitaba de los vínculos necesarios para consolidar una propuesta ambiciosa.
Brasil tenía sus piezas disponibles: solo necesitaba la argamasa necesaria
para unirla y convertir a las partes en un conjunto poderoso e irreductible.
El fútbol brasileño iniciaba una etapa que se convertiría en una de las más
emocionantes de su historia.

En el estadio Nemesio Camacho, El Campín, bajo la dirección del colegiado


peruano Don Alberto Tejada, se dieron cita los siguientes protagonistas:

COLOMBIA:Luis Largacha, Arturo Segovia, Hermenegildo Segrera,


Oscar López, Fernando Castro, Joaquín Sánchez, Oscar García Vas-
co, Mario Agudelo, Javier Tamayo, Jorge Ramírez Gallego (Gustavo
Santa), Norman Ortiz (Alejandro Brand). Entrenador: Francisco Zu-
luaga.

BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camargo, Ril-
do (Everaldo), Piazza, Gerson, Jairzinho (Paulo Cézar Cajú), Tostao,
Pelé, Edu. Entrenador: Joao Saldanha.

Brasil se impondría por dos goles a cero, ambos marcados por Tostao. Las
particularidades del partido vienen definidas por dos aspectos determinan-
tes: el propio Brasil y los condicionantes que quiere dar a su juego y la altura
en la que se desarrolla el partido, aspecto que históricamente afectó sobre
todo a los equipos que venían de los llanos, tal es el caso de Brasil o Uruguay.

Saldanha proyecta su ideario a través de su prédica pero no consigue plas-


marlo a través de una planificación estratégica determinada. Los procesos
de entrenamiento de Brasil van encaminados a adaptar al jugador al juego
pero no tanto a adaptar al equipo en su conjunto; este logra alcanzar equili-
brios a base de interactuar desde el talento y la coherencia lógica de una au-
togestión delegada. Brasil logra jugar de manera discontinua, pero consigue
definir las bases del juego colectivo como consecuencia del entendimiento
de los jugadores en la fase ofensiva.
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La altura condiciona el ritmo y la toma de decisiones pero Brasil dispone de
un arma que le permite lidiar con los imponderables de la situación de mane-
ra eficaz. La técnica individual de los jugadores brasileños es excelente, su
precisión es extraordinaria, juegan con un nivel de eficiencia que les permite
gestionar la pelota y el espacio con mucho criterio y ello posibilita que su
fluidez sea muy elevada. La eficiencia economiza movimientos y facilita el
acceso a las zonas de influencia sin necesidad de correr en exceso. La pelota
circula y llega al lugar adecuado, obligando al rival a retroceder y correr tras
los poseedores de la misma. Con ello, Brasil consigue ajustar sus exigencias
físicas, optimizando su cometido específico, no tanto en el sentido táctico
pero sí en la ejecución técnica. La pelota llega en tiempo y forma a los lugares
pertinentes y allí es donde se realiza el esfuerzo en términos físicos, cuando
el jugador decide afrontar la acción individual para enlazar con la definición y
posterior finalización de la jugada. Son jugadores específicos quienes hacen
el desgaste principal, en este caso Jairzinho y Carlos Alberto por el lado de-
recho y Edu por la izquierda, siendo Gerson y Tostao quienes más participan
del juego ofensivo por el centro. Pelé aparece y juega para posteriormente
desmarcarse o esperar, en función de casa situación, y solo se exprime en
situaciones de máxima probabilidad de éxito. Defensivamente, la posesión
de la pelota les reduce las posibilidades de intervención pero es Piazza quien
juega el papel de primer cortafuego defensivo, siendo Djalma Días y Joel
Camargo quienes presentan la siguiente barrera defensiva. Carlos Alberto
y Rildo condicionan su posición defensiva al lugar por el que previamente
se proyectó el ataque, estando en disposición de defender, habitualmente
en posiciones más adelantadas a las consideradas previamente dadas sus
condiciones de laterales.

Colombia, a medida que el juego avanza, se repliega y es obligada a realizar


grandes esfuerzos para recuperar la pelota. Destacar el papel referente que
realiza Tostao, siendo un jugador determinante en la fase de creación del jue-
go y en su posterior definición y finalización. Sus constantes caídas entre lí-
neas facilita la conexión con Gerson y la interacción inmediata con Pelé quien
proyecta en el jugador de Cruzeiro su juego a un toque para, posteriormente,
ofrecer alternativas más complejas. Tostao sirve de pared a todos los que
quieran asociarse con él y finalmente tiene la virtud de aparecer en el espa-
cio idóneo para finalizar las acciones desde dentro del área. Tiene la enorme
e impagable capacidad de abrir defensas muy cerradas en torno al espacio
del área grande, realizando movimientos que permiten generar espacios li-
bres con los que abrir grietas que permitan sacar partido al ejercicio de la
acción técnica, así Brasil logra generar situaciones que finalmente el propio
Tostao culmina con acierto.

Este partido es el origen de un período en el que Brasil tiene un rey, Pelé, y


una alternativa real, Tostao, quien regala con su fútbol un nivel tal que pasa
a ser considerado como un igual. Saldanha se preocupa especialmente de
resaltar esta realidad, demostrando una afinidad con el jugador de Minas Ge-
rais que no profesa al paulista.

Cuatro días después del primer compromiso solventado en Colombia, Brasil


juega su segundo partido frente a Venezuela en Caracas. El 10 de agosto de
1969, en el Estadio Olímpico de la Universidad Central de Venezuela, Brasil
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enfrenta a la selección Vinotinto, en un encuentro que será arbitrado por el
colegiado ecuatoriano Eduardo Rendón Equador.

A pesar del cansancio, del cambio de escenario, del clima y de la altura, Sal-
danha vuelve a confiar en el mismo once que se enfrentó a Colombia y ante-
riormente a Millonarios. En cuestión de pocos días se acumulan los kilóme-
tros de los viajes, la adaptación al entorno y los minutos jugados, pero la
necesidad de confiar en un grupo y el nivel de los elegidos facilita la selección
y garantiza un rendimiento estimado de gran expectativa creativa.

Saldanha, conviviendo con el grupo el mayor tiempo posible,


aspecto que él entendía fundamental para la estructuración y
solidificación de relaciones en el equipo, estaba sacando ade-
lante los partidos de clasificación con solvencia y claridad.

Jugaron en ese partido:

VENEZUELA:Eddy García, David Motta, Freddy Ellie, Manuel Sán-


chez, Salvador “Chico” Delgado, Pedrito González, Delman Useche,
Antonio Ravelo (Rafa Santana), Ramón Iriarte, Luis Mendoza, Augusto
Nitti, (Antonio Guimaraes). Entrenador: Rafael Franco.

BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camargo, Ril-
do (Everaldo), Piazza, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Edu. Entrena-
dor: Joao Saldanha.

El resultado final fue de victoria de Brasil por cinco goles a cero, marcados
por Tostao (3) y Pelé (2).

Un partido sin mucha historia que puso de relieve la diferencia entre ambos
conjuntos en el terreno de juego. Un cambio manifiesto de escenario, casi al
nivel del mar, después de venir de jugar en altura los días anteriores. El clima,
totalmente diferente y el poco tiempo de recuperación y adaptación al lugar
no fueron óbice para que Brasil demostrase una clara superioridad en el juego.

Saldanha, conviviendo con el grupo el mayor tiempo posible, aspecto que él


entendía fundamental para la estructuración y solidificación de relaciones en
el equipo, estaba sacando adelante los partidos de clasificación con solven-
cia y claridad. El equipo estaba volviendo a una senda reconocible de juego y
sensaciones. Tostao se estaba erigiendo en el principal baluarte del equipo,
ofreciendo un rendimiento que superaba claramente las expectativas previs-
tas. Pelé, saturado de partidos en los últimos años, estaba logrando alcanzar
un nivel acorde a su fama y en la selección desempeñaba un papel trascen-
dente en relación a los desarrollos estratégicos del equipo.

Saldanha acentuaba la importancia de Tostao en el equipo con declaracio-


nes en prensa que denotaban su preferencia por el jugador de Minas Gerais.
Tostao representaba al jugador con cierto nivel cultural y compromiso social
57

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que Saldanha echaba en falta dentro del espectro futbolístico de su país.
Un jugador humilde y con opiniones propias, capaz de defender con una ar-
gumentación sólida. En cambio Pelé representaba para Saldanha el jugador
apegado al poder, bien fuese económico o político. El niño salido de un en-
torno de pobreza que gracias a un talento especial logra asomar la cabeza
en una sociedad en la que el negro no tenía muchas opciones para progresar.
Pelé, sobreexplotado en términos futbolísticos y mercantiles, se prestaba a
avenirse con todas las peticiones y pretensiones de quienes ostentaban ca-
pacidad de influencia en cada momento. Para Saldanha, la figura de Pelé, a
la que respetó como jugador, no le transmitía gran cosa; por ello no trató de
limar nunca asperezas con el astro, a pesar de tratar de llevar una conviven-
cia que permitiese a ambos lograr sus objetivos.

Conocidas son las anécdotas en las que Saldanha, muy dado a la fábula y a
engordar los comentarios con situaciones no muy cercanas a la realidad,
transmitía sus dudas sobre las capacidades de Pelé aduciendo una miopía no
demostrada por los médicos. Saldanha solía comentar que algunos de los
fallos de Pelé se debían a la falta de visión, lo que nunca fue corroborado,
pero que según el propio entrenador era algo que trataban de mantener en
secreto porque podía ser contraproducente con los intereses comerciales
del jugador y de su club.

Lo cierto era que Pelé estaba so-


metido a un ritmo de competición
exagerado, jugando habitualmente
más de setenta partidos por tempo-
rada. Ello implicaba una constante
fatiga física y mental, problemas
de índole muscular y sobre todo
desarreglos en sus pies, callos,
ampollas y rozaduras que limita-
ban los procesos de recuperación.
Era habitual en aquellos tiempos
las infiltraciones para soportar el
dolor y poder afrontar los partidos
en unos mínimos de garantías, algo
que Saldanha llevaba denunciando
largo tiempo. Las consecuencias
físicas tras los partidos llegaban a
tornarse en verdaderos dramas en
algunos casos.

Uno de los grandes temas de conflicto entre Saldanha, el cuadro médico de


la selección y los clubs era precisamente el número de partidos a los que eran
sometidos los mejores jugadores de cada equipo. No había descanso, se les
exigía jugar, tanto para garantizar resultados deportivos como para cubrir con-
tratos previamente firmados con sponsors y diferentes marcas interesadas en
torneos, giras o partidos amistosos. Las lesiones no eran tratadas con el rigor
debido y la gestión de los medicamentos no era escrupulosa, se le suministra-
ban a los jugadores sustancias destinadas a mantenerlos con la capacidad
competitiva adecuada sin testar los efectos que dicha medicación tenían en
58

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el organismo del propio futbolista. No se respetaban los períodos de descan-
so y recuperación y en caso de lesión se solían reducir los plazos de vuelta
a la competición. Las confrontaciones directas entre Saldanha y los médicos
eran habituales y sus denuncias en los medios una constante. Joao Saldanha
buscaba no solo que Brasil tuviese la oportunidad de volver a ser ella misma
en el más estricto sentido futbolístico, sino que pretendía que el futbolista,
como principal valedor del juego, estuviese en las condiciones idóneas para
la práctica del fútbol. Condiciones físicas, psíquicas y emocionales. El primer
aspecto, con entrenamientos cada vez más tendentes a la mejora individual y
con búsqueda constante de la adaptabilidad de los esfuerzos al deporte que
se practica, como se intuía que se hacía en Europa, era una práctica que se
cuidaba considerablemente; en cambio, la gestión de la estabilidad emocional
del futbolista, su orientación a una vida ordenada y con recursos para afron-
tar los problemas y los medios, derivados principalmente de las lesiones y sus
procesos de recuperación, era algo que brillaba por su ausencia.

En este aspecto, Saldanha trataba de abrir vías nuevas para que el futbolista
se sintiese cómodo y a gusto. No era un entrenador especialmente sutil en
el discurso en general, dado a exponer abiertamente su opinión sin pararse
a pensar muchas veces en las consecuencias de lo dicho, pero sí era suma-
mente cuidadoso con el trato individualizado. Lo comentó muchas veces en
diferentes entrevistas, incluso con el trato en relación a Pelé, de quien dijo
que siempre trató de que la convivencia fuese lo suficientemente respetuosa
para que el trabajo pudiese hacerse en consecuencia. Su inquietud sobre los
gustos, las costumbres y los hábitos de los futbolistas siempre estuvieron
presentes en el ideario de un Saldanha que buscaba la modernidad a través
de una concepción de las relaciones personales, abierta y respetuosa, algo
que parecía una quimera en un ambiente cada vez más militarizado como el
que tenían que soportar.

En este aspecto, nuevamente Saldanha demostró una personalidad arrolla-


dora, evitando en la medida de sus posibilidades que las injerencias derivadas
del trato con personajes afectos al régimen incidiesen de forma manifiesta
en las relaciones con y entre los jugadores. El grupo parecía muy centrado en
torno a la figura de su entrenador y, excepción hecha de Pelé, la gran mayoría
del equipo estaba con su técnico y apreciaba los esfuerzos de este para ha-
cerlos sentir cómodos en su trabajo.

Una de las particularidades de Saldanha era el respeto a las inclinaciones se-


xuales de los futbolistas. En una época en la que la homosexualidad del fut-
bolista era algo sobre lo que se tenían muchos tabús, el técnico gaucho solía
abrirse a comentar el tema, reconociendo la existencia de dicha tendencia
sexual entre algunos futbolistas e incluso dentro del ámbito de la selección
dio a entender que había casos concretos y conocidos.

Sin nombrar a nadie, y sin la intención de abrir brechas en este sentido, Sal-
danha comenta situaciones vividas en el ámbito de la selección en donde
estos hechos eran patentes, sin que por ello menoscabasen en absoluto el
buen ambiente del equipo. La apertura de miras de este entrenador ante una
situación como esta, da fe de la enorme personalidad y la tolerancia que ex-
hibía en relación a sus jugadores.
59

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En el libro “Vida que segue, Joao Saldanha e as Copas de 66 e 70” escrito
por Raúl Milliet, sobrino de Saldanha, se enuncia una situación particular en
relación a este hecho que Milton Neves comenta en sus publicaciones:

“E não é que o técnico João Saldanha resolveu dar uma incerta nos quartos
da concentração dos jogadores alojados dois a dois? Lá pelas 3h da manhã,
o desconfiado “João Sem Medo?, pé ante pé, foi abrindo as portas das suí-
tes compostas por duas camas de solteiro. Abriu uns oito ou nove quartos e
estava tudo normal com os meninos dormindo profundamente, cada um em
seu canto, ninguém ausente. Embora satisfeito, mas João resolveu verificar
mais um e... surpresa! Acendeu a luz e em uma cama só, ele viu o atacante
e o pivô que estavam juntinhos, juntinhos, debaixo do lençol. Com os olhos
esbugalhados e assustadíssimo, o pivô foi logo gritando: “Sabe o que é, Seo
João, não é o que o senhor está pensando, não. É que o fulano aqui (apon-
tando para o colega) morre de medo de coruja2 e pulou para a minha cama.
E tem uma coruja ali no galho da árvore, ali, ó, atrás da vidraça. Olha lá, Seo
João, é ela, olha lá, é ela, a coruja... Ô, coruja, coruuujaaaaaa... pia aí, vai, pia
e diga para o professor que é verdade, pia, coruja, pia, vaaaaaiiiiii... ?. No
outro dia foi 4 a 0 para o time do saudoso jornalista e técnico gaúcho com
três gols do mesmo atacante, dois passes do próprio pivô e com direito a
uma inusitada instrução de João Saldanha bem baixinho ao pé do ouvido do
artilheiro-coruja ao fim do jogo: “Continue piando, meu filho, continue piando,
porque assim nós vamos longe...?)”

(Texto extraído de: http://terceirotempo.bol.uol.com.br/que-fim-levou/joao-


saldanha-1941).

Tras la clara victoria sobre Venezuela, nuevamente los viajes y las apretu-
ras del calendario hacen que Brasil tenga que desplazarse a Asunción para
afrontar el tercer partido de la fase clasificatoria contra la selección guaraní.
El 17 de agosto de 1969 enfrentaría a la selección de Paraguay en su fortín
de Puerto Sajonia, (actual estadio Defensores del Chaco), en un ambiente
de mucha tensión. Ambas selecciones mantenían vivas sus expectativas de
clasificación para el mundial y eran conscientes que los duelos directos entre
las dos definirían las opciones de uno y otro seleccionado. Arbitraría el en-
cuentro el colegiado chileno Don Arturo Massaro.

El ambiente los días previos al partido estaba muy caldeado. La concentra-


ción brasileña hospedada en el Residencial Bonanza de la capital paraguaya
era habitualmente asediada por cientos de hinchas paraguayos que cons-
tantemente increpaban a la delegación brasileña. El gobierno de Stroessner
había designado a un grupo del ejército para que vigilase la residencia del
equipo rival, pero la constante agresión verbal de los hinchas dificultaba la
tranquilidad en el ambiente.

En los días previos al partido, y justo antes de que la gran masa de torcedo-
res brasileños llegasen a Paraguay para presenciar el encuentro, se dio una
circunstancia que alteró los ánimos de todos. La prensa se había encargado
de caldear el ambiente con declaraciones patrióticas que hacían referencia a

2 Coruja: Lechuza. 60

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guerras pasadas entre ambos países, la gente había hecho de este partido
una causa nacional y el jueves previo al encuentro, por la tarde, se produjo un
serio altercado que varió la dinámica de la previa del partido para todos. Un
grupo de hinchas paraguayos, ante la ausencia aparentemente premeditada
de los vigilantes que custodiaban el hotel de concentración, empezaron a
lanzar piedras y a proferir gritos que evitaban el descanso vespertino de los
jugadores brasileños; ante tal escándalo, los jugadores y miembros del cuer-
po técnico y directivo de Brasil allí presentes decidieron salir a los balcones
a ver qué estaba ocurriendo. Ante la presencia del equipo presuntamente
enemigo, la masa de aficionados se enardeció e increpó con mayor virulencia
a sus contrincantes. Ante la ausencia de protección oficial, los máximos res-
ponsables de la delegación brasileña decidieron bajar y tratar de contener
con argumentos al colectivo de aficionados paraguayos. Cada vez llegaban
más y más grupos de presión que se daban cita enfrente a la entrada princi-
pal del residencial. Una vez abajo, Saldanha acompañado del vicepresidente
de la Confederación Brasileña para el Deporte (CBD) Silvio Pacheco, el direc-
tor de fútbol Antonio Do Passo y el supervisor Adolfo Milman, vieron que la
situación se estaba tornando grave.

Saldanha había corroborado con hechos lo que había


solicitado el día en que fue investido como entrenador
del seleccionado brasileño: “No quiero once jugadores,
quiero once fieras”, comentó en su momento.

En un momento concreto del lance, un aficionado paraguayo portando una


navaja agrede violentamente a Silvio Pacheco, profiriéndole cortes en am-
bas manos. A partir de ese momento la tensión fue máxima. Los jugadores
de Brasil se presentaron en el acto en ayuda de sus dirigentes y Brito, como
cabeza visible, portando un palo salió inmediatamente a enfrentarse con la
hinchada paraguaya; tras de sí, un grupo formado por Carlos Alberto, Joel
Camargo, Toninho Guerreiro, Félix, Djalma Días, Gerson y algún compañero
más se ocuparon de afrontar con valentía la iniciativa de su compañero. La
pelea sorprendió a la mayoría de aficionados paraguayos que no esperaban
la reacción de los jugadores brasileños y decidieron retroceder en sus inten-
ciones. En ese preciso momento, y como una aparición, el grupo de vigilancia
designado por el ejército paraguayo hizo acto de presencia y pudo reducir las
dimensiones del conflicto.

Saldanha había corroborado con hechos lo que había solicitado el día en que
fue investido como entrenador del seleccionado brasileño: “No quiero once
jugadores, quiero once fieras”, comentó en su momento. En las vísperas del
partido, las fieras de Saldanha se hicieron sentir, creando un ambiente de
camaradería y unión como nunca se había visto antes. El primer paso para
afrontar un envite tan complejo estaba dado.

El seleccionador paraguayo, el uruguayo Chema Rodríguez, había incendiado


el ambiente con comentarios en prensa destinados a crear un entorno irres-
pirable para el combinado brasileño. Todo se calmó cuando unos 10.000 afi-
61

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cionados provenientes en su mayoría de Sao Paulo y Paraná se distribuyeron
alrededor del hotel de concentración y velaron por la tranquilidad del equipo
antes de acometer el partido.

El estado de Puerto Sajonia estaba lleno dos horas antes de iniciarse el par-
tido. El griterío era ensordecedor, las imprecaciones entre las dos aficiones
eran una constante y, ante tal situación, Saldanha decidió que en el tiempo de
calentamiento sus jugadores saliesen al terreno de juego y diesen una vuelta
entera al campo, a paso pausado. Lideraban la comitiva Tostao y Rildo, el res-
to de compañeros los seguían. El griterío se hizo ensordecedor e infinidad de
naranjas y demás desperdicios fueron lanzados desde la grada al terreno de
juego. La actitud de los jugadores brasileños llamó la atención del público, que
a medida que iban culminando la vuelta se iba desgastando en sus gritos. Sal-
danha había decidido que los jugadores saliesen a demostrar que no estaban
intimidados por el ambiente y logró el efecto deseado: limar la fuerza emotiva
de la grada e insuflar los ánimos adecuados a sus jugadores. El efecto del Ne-
gro Jefe, Obdulio Varela, en Maracaná en 1950 volvía a resultar eficaz en un
entorno hostil como el del estadio de la capital paraguaya.

Las premisas de partida de Joao Saldanha fueron claras: nadie debía arrugarse
ante la salida agresiva del equipo paraguayo. Los jugadores llevaron al pie de la
letra la orden dada por su entrenador y enfrentaron al rival con todas las conse-
cuencias, al punto que los propios jugadores paraguayos quedaron sorprendi-
dos de la actitud competitiva y por momentos virulenta de los brasileños.

Jugaron aquel polémico partido los siguientes jugadores:

PARAGUAY: Raimundo Aguilera, Pedro Molinas, Vicente Bobadilla,


Sergio Rojas, Valentín Mendoza, Ramón Colman (Saturnino Arrúa),
Pablo Rojas, Arsenio Valdéz, Aurelio Martínez, Benicio Ferreira, Lo-
renzo Gimenez (Celino Mora). Entrenador: José María “Chema” Ro-
dríguez.

BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camargo, Ril-
do, Piazza, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Edu. Entrenador: Joao
Saldanha.

El equipo brasileño sufrió la dureza del partido durante unos primeros se-
tenta minutos en los que la hermética defensa paraguaya le impedía abrir
huecos para doblegar el entramado defensivo rival. La actitud de ambos con-
juntos era de máxima intensidad y ello se refleja en los constantes enfrenta-
mientos personales que se fueron manifestando en el partido. Pelé tuvo un
encontronazo con Bobadilla, que resolvió con un cabezazo directo que no vio
el colegiado chileno; Rildo tuvo sus más y sus menos con Ferreira y Tostao
era objetivo principal de los centrales paraguayos, dado que los obligaba a
salir de su zona de confort de manera constante, algo que resolvían con ac-
ciones antirreglamentarias.

En el minuto 70 Edu, el jugador más destacado del partido, rompió la línea


defensiva del equipo paraguayo por la banda izquierda y logró centrar un
balón medido que antes de que llegase a impactar en las cabezas de Pelé
o Tostao, dispuestos ambos al remate, percutió en la cabeza del defensor 62

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Mendoza, quien la introdujo en el ángulo de su propia portería para romper la
paridad en el marcador.

A partir de ese momento el partido fue totalmente de Brasil, quien minutos


después lograba ampliar la ventaja por medio de Jairzinho de tiro lejano. Cul-
minaría el marcador el propio Edu, quien rompiendo la defensa por su flanco
izquierdo logra enfrentar al portero Aguilera y batirlo de tiro cruzado. El re-
sultado final de tres a cero, dejaba el camino hacia México expedito, pen-
diente solo de los partidos a disputar en suelo brasileño, concretamente en
su bastión de Maracaná.

Brasil había solventado con suficiencia el partido más trascendente de las


clasificatorias y había conseguido un valor añadido aún más valioso: cohe-
sionar el equipo dentro y fuera del terreno de juego. Saldanha, a través de
la gestión de las situaciones de una manera brillante y aprovechándose de
las circunstancias, había logrado cerrar filas en torno a su figura y convertir
al grupo en un equipo sólido y con confianza en sus posibilidades. Las once
fieras estaban plenamente convencidas de su potencial y del nivel de com-
promiso adquirido como grupo.

La popularidad de Joao Saldanha entre la afición brasileña crecía como la es-


puma, la credibilidad ganada por los resultados, el juego exhibido y la perso-
nalidad demostrada hacían de él el personaje del momento, amparado ade-
más en una demostración inesperada de una prensa que se había rendido a
su figura y particular carácter. Brasil estaba recobrando el espíritu futbolís-
tico que había perdido años atrás y estaba viviendo uno de los momentos de
mayor interacción entre su seleccionado y su afición.

La dinámica ganadora se confirmó en el partido disputado el 21 de agosto de


1969 en Río de Janeiro frente a la selección de Colombia, que rendía visita.
El encargado de dirigir el encuentro era el colegiado argentino Miguel Ángel
Comesaña, en un estadio de Maracaná abarrotado. Jugaron aquel encuentro:

COLOMBIA: Luis Largacha (Otoniel Quintana), Hermenegildo Segre-


ra, Arturo Segovia, Eduardo Soto, Fernando Castro, Abel Álvarez,
Mario Agudelo (Joaquín Sánchez), Jorge Ramírez, Orlando Mesa, Jor-
ge Ramírez Gallego, Eduardo Santa. Entrenador: Francisco Zuluaga.

BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camargo, Ril-
do, Piazza, (Gerson Rivellino), Jairzinho, Tostao, Pelé (Julio Cézar
Cajú), Edu. Entrenador: Joao Saldanha.

Maracaná vuelve a estar en ebullición elevando el


juego de la Canarinha, gracias a que Saldanha logra
convencer a sus pupilos que el mejor modo de ganar
es respetando las raíces por las cuales el fútbol de
Brasil es y siempre será reconocido.

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El combinado brasileño se impuso por un contundente seis a dos, con goles
de Tostao (2), Edu, Pelé, Rivelino, Jairzinho por Brasil, Orlando Mesa y Jorge
Ramírez Gallego por Colombia. Brasil impuso su ritmo y su fútbol en un parti-
do que pronto se puso de cara. Tostao anotando el primer y segundo gol, tras
el empate de Mesa, dio rienda suelta a un fútbol pleno de organización ofen-
siva, aportando los goles con valor añadido, el que abre el marcador y el que
permite adelantarse por primera vez. El juego de Brasil logra implementar
las particularidades del Jogo Bonito, poniendo de manifiesto las dos coor-
denadas básicas por las que se fundamenta el ataque: la amplitud ofensiva,
con Jairzinho y Edu muy abiertos, y la profundidad, con llegadas de efecti-
vos más que suficientes a la finalización de las jugadas. Llama la atención
que, cuando Brasil logra que ambas facetas se desarrollen conjuntamente,
su juego resulte imparable. La combinación de fuerzas se estructura en una
optimización de movimientos en lo que la fluidez es el factor diferencial. Para
ello, el papel de los jugadores creativos del centro del campo es fundamental
ya que marcan la dinámica general del proceso de gestación del ataque en el
momento más importante, el lanzamiento de toda la oleada de efectivos que
participan en el desarrollo final. Gerson y Piazza son quienes marcan el punto
de inicio del cambio de ritmo que otorga a la amplitud y la profundidad ofen-
siva el valor que realmente tienen; los movimientos vinculantes de Tostao, de
adelante hacia atrás para recibir de espaldas a la portería rival o para arras-
trar defensores que liberen espacios en el último tercio de campo, adquieren
valor en el instante mismo que los dos extremos se hayan situados pisando la
cal, permitiendo a Pelé, Gerson y quienes se aventuren en la combinación de
movimientos centrales gozar del espacio necesario para evolucionar Asimis-
mo, Rildo por la izquierda y Carlos Alberto por la derecha aportan su incorpo-
ración cada vez que Edu y Jairzinho les indican que el pasillo queda libre con
sus movimientos en diagonal hacia adentro. La combinación de movimientos
oportunos en el instante adecuado genera la posibilidad de romper defensas
muy pobladas y de generar los contextos adecuados para llegar a la finaliza-
ción con opciones reales de marcar gol.

Brasil logra esto contra Colombia por el entendimiento entre sus piezas fun-
damentales y por la armonía derivada de una calidad técnica superior a la
normal y un entorno competitivo que hace sentir a los jugadores la impor-
tancia de su aporte. Maracaná vuelve a estar en ebullición elevando el juego
de la Canarinha, gracias a que Saldanha logra convencer a sus pupilos que
el mejor modo de ganar es respetando las raíces por las cuales el fútbol de
Brasil es y siempre será reconocido.

En esta línea de rendimiento, varios protagonistas adquieren una relevancia


especial. El primero de ellos, Eduardo Gonçalves de Andrade, “Tostao”, quien
en esta fase de clasificación logra llevar el peso protagonista del liderazgo
ofensivo al convertirse en el máximo anotador de su selección y en el prin-
cipal dinamizador del juego de su equipo en la etapa final del mismo. El se-
gundo, Jair Ventura Filho, “Jairzinho”, quien se adueña del sector derecho del
ataque brasileño, el cual domina tanto para la suerte natural de desbordar
por fuera como la suerte contraria de operar hacia la diagonal, teniendo en
cuenta la costumbre de la época en la que los laterales cierran hacia adentro
y regalan el espacio de la banda. Jairzinho entiende a la perfección las premi-
sas de su entrenador, jugando muy abierto y eligiendo las mejores opciones
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en cada momento, generando además espacios intermedios para que tanto
Gerson como Pelé operen en situaciones de ventaja. Además su olfato go-
leador se deja ver, generando en múltiples ocasiones él mismo las acciones
de gol que fabrica desde el desborde, la velocidad y la contundencia de su
disparo. El tercero es Jonás Eduardo Américo, “Edu”. El extremo izquierdo
de Santos, con un inicio dubitativo en esta etapa de nuevo resurgimiento del
juego brasileño, logra adueñarse del flanco izquierdo, consigue poco a poco
dominar los parámetros definitorios de su cometido y convierte la banda iz-
quierda, en un principio el lado débil de su equipo, en un baluarte ofensivo
que saca su mejor versión cuando el equipo rival cierra los espacios posibles
de juego. Finalmente la gestión del balón de un Gerson que se erige en el
verdadero arquitecto de este equipo. Es el jugador que más contactos tiene
con el esférico y quien domina y marca el tempo del partido. Además, en cada
encuentro realiza una clase magistral al presentar la mejor opción de pase
acorde con la dinámica del juego, alternando el juego corto con el juego lar-
go, lo que genera una mayor diversidad de opciones que permite incrementar
las alternativas de juego en función de los movimientos de los jugadores que
se encuentran por delante del balón. Gerson responde al estímulo que cada
compañero le propone, eligiendo el que mejor se adecua en cada momento.

En un aparte debemos dejar a Pelé, nuevamente en contraste con sus compa-


ñeros más destacados, dado que su aportación al equipo no llega a los valores
habituales del jugador, algo difícil de alcanzar siempre si consideramos que era
el mejor futbolista del mundo. Su progresión se va dando paso a paso; en su
vuelta al seleccionado brasileño le está costando ejercer de eje protagonista
pero su rendimiento es tremendamente importante si valoramos la eficacia de
sus acciones independientemente del contexto general del juego. Pelé no co-
mete prácticamente errores, su productividad con el balón es altísima y su ra-
tio goleador sigue siendo elevado; el problema radica en la continuidad del jue-
go, en su participación global, en la que por momentos se ausenta para volver
a aparecer con detalles y destellos geniales. No logra definir su papel en el di-
bujo general del equipo pero sigue siendo influyente en cuanto toca gestionar
la pelota. Desde el principio de la fase de clasificación muestra una evolución
positiva en este aspecto, pero todavía no demuestra la tremenda influencia
que siempre tuvo en el combinado nacional. Su estado de salud evoluciona,
sus sensaciones son buenas y el grupo que lo acompaña es excelente. Su jue-
go intermitente genera valor en términos relativos, ahora necesita transfor-
marlos en términos absolutos. La prensa ejerce sobre él una enorme presión y
más ahora que ha encontrado un nuevo ídolo en la figura de Tostao, un ídolo
avalado por el estratega del momento, Joao Saldanha.

La realidad en la que se estaba desenvolviendo el


proceso clasificatorio dibujaba un escenario con
muchos visos de llegar a una situación límite y las
alarmas en los focos de poder político y militar es-
taban comenzando a encenderse.

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Nadie esperaba de Saldanha un comportamiento extraordinario desde una
perspectiva de organización del juego. De hecho, en Brasil no se solía evaluar
de manera específica la labor del entrenador, siendo un país de jugadores
geniales, pero tal y como iban sucediendo los acontecimientos Saldanha es-
taba superando todas las expectativas específicas y además estaba ges-
tionando su influencia en los medios de forma extraordinariamente eficien-
te. Sus comentarios eran tenidos en cuenta allí donde los emitía y su poder
de convicción era el de una personalidad de estado en toda regla. Un país
en medio de una dictadura militar que a cada paso se estaba convirtiendo
en más violenta tenía en un potencial subversivo a uno de sus principales
protagonistas sociales. Una dictadura que estaba dispuesta a combatir al
comunismo y sus brazos de influencia al punto de protagonizar planes de
actuación alternativos a los definidos por la CIA en su extensión del neolibe-
ralismo y del monetarismo salvaje, vigilando muy de cerca el régimen chileno
de Salvador Allende, con vistas a una intervención futura si fuese necesario,
tenía en Saldanha, un comunista con acceso directo a los medios de comuni-
cación, a un personaje en lo más alto de la cresta de la incidencia social.

La realidad en la que se estaba desenvolviendo el proceso clasificatorio di-


bujaba un escenario con muchos visos de llegar a una situación límite y las
alarmas en los focos de poder político y militar estaban comenzando a en-
cenderse.

El 24 de agosto de 1969, nuevamente en Maracaná, Brasil enfrenta al com-


binado de Venezuela, bajo la gestión disciplinaria del colegiado boliviano Don
Arturo Ortube. Nuevamente un estadio lleno deseando disfrutar de las evo-
luciones de un equipo que se había encontrado con su propia esencia. Un
partido que podía dejar en franquicia la próxima clasificación para el mundial
de México 1970. Jugaron aquel encuentro:

VENEZUELA: Vito Fassano, David Motta, Freddy Elie, Manuel Sán-


chez (Luis Zarzalejo), “Chicho” Delgado, Rafael Naranjo, Delman
Useche, Antonio Ravelo, Manuel García (Luis Mendoza), Ramón Iriar-
te, Augusto Nitti. Entrenador: Gregorio “Pescaíto” Gómez.

BRASIL: Félix (Lula), Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camar-
go (Brito), Rildo, Piazza, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Edu. Entre-
nador: Joao Saldanha.

Brasil logra imponerse al combinado Vinotinto por seis goles a cero, marca-
dos por Tostao (3), Jairzinho y Pelé (2).

El partido fue de claro dominio brasileño, la pronta puesta en escena de todo


el aluvión ofensivo que Brasil guarda en su arsenal puso en clara franquicia
un encuentro que tenía una significación especial: su saldo positivo impli-
caba incrementar en un porcentaje muy elevado su presencia en el próximo
mundial. Solo un empate ante Paraguay sería suficiente para clasificar.

Tostao y Pelé llevaron el peso anotador del equipo, con un Jairzinho muy di-
námico en banda derecha, con la ayuda inestimable de un Carlos Alberto que
convertía su sociedad con el jugador de Botafogo en puro oro para el equipo.
Gerson volvió a llevar la manija de un equipo muy concreto en cuanto a sus 67

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partícipes. A pesar del resultado y de la evolución positiva en la fase de cla-
sificación, Saldanha no era amigo de realizar muchos cambios en el equipo.
Las fechas, apretadas y con pocas variaciones, quizás obligaría a dosificar
más los esfuerzos de los elegidos pero Saldanha era reacio a realizar cam-
bios significativos en sus principales protagonistas; quizás por la costumbre
o por la ausencia de la misma en la rotación de los planteles, lo cierto es que
pocos jugadores tenían que soportar grandes esfuerzos en períodos muy
cortos de tiempo.

Por otro lado, esta misma circunstancia ayudaba a que los equipos se logra-
ran cohesionar mejor, permitiendo que las sociedades parciales y las asocia-
ciones que se daban a lo largo de los partidos se solidificasen y permitieran
un mayor conocimiento de las particularidades de los compañeros. El bloque
brasileño era compacto y las entradas de nuevos efectivos iban encamina-
das a mantener el rendimiento global y a testar su aporte dentro del contexto
general del equipo. El nivel era elevadísimo en todos los sentidos, por lo que
ganarse un puesto de titular era una tarea complicada que implicaba demos-
trar mucho en relación al compañero con el que se competía por el puesto.

La victoria contra Venezuela daba la tranquilidad al plantel


canarinho de que todo dependía de ellos mismos. En-
frentar a Paraguay en Maracaná era el eslabón final de
un proceso que los llevaría al mundial, pero sobre todo
de una aventura que les permitiría cerrar definitivamen-
te las heridas surgidas en el fútbol brasileño tras el mun-
dial de Inglaterra y que dividió a la torçida y a toda la es-
tructura de un país que se había acostumbrado a vivir en
la élite del balompié internacional.

El partido definitivo, el que certificaría el pase para


la aventura mexicana, se celebraría el último
día de agosto de 1969. El ambiente que
se esperaba en Maracaná era el de los
momentos de gala, con un adversario
con el que se tenían muchas cuentas
pendientes. El partido de ida en Asun-
ción había dejado abiertas pequeñas
heridas que se cerrarían de la forma de-
bida en el feudo carioca.

Para aquel partido Saldanha había pedido a sus jugadores prag-


matismo en su comportamiento; necesitaba que supiesen jugar
con la cabeza fría dado que la dinámica favorecía a todas lu-
ces a Brasil. Un empate los clasificaba directamente: había
que evitar caer en las provocaciones rivales, había que pro-
curar no responder a las bravatas que pudiesen surgir a
lo largo del partido, a fin de evitar la inferioridad numé-
rica o una lesión que provocase una situación de la que
los paraguayos pudiesen sacar cualquier ventaja que les
permitiese crecerse y pelear por un resultado que les hi-
ciese creer que tenían opciones de clasificación.
68

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Jugaron el partido final de esta fase de clasificación los siguientes jugado-
res, administrados por el colegiado uruguayo Ramón Ruiz:

PARAGUAY: Raimundo Aguilera, Justiniano Enciso, Vicente Bobadi-


lla, Sergio Rojas, Valentín Mendoza, Luis Ivaldi (Arsenio Valdés), Al-
cides Sosa, Pablo Rojas, Felipe Ocampos, Benicio Ferreira, Lorenzo
Gimenez. Entrenador: José María “Chema” Rodríguez.

BRASIL: Félix, Carlos Alberto Torres, Djalma Días, Joel Camargo, Ril-
do, Piazza, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Edu. Entrenador: Joao
Saldanha.

Un solitario gol de Pelé otorgó la victoria al combinado verdeamarelo


y con ello la clasificación para el mundial de México 70.

Brasil había logrado la mejor fase clasificatoria de su historia, con seis victo-
rias consecutivas, 23 goles a favor y solo 2 en contra. Saldanha había vuelto
a poner en su lugar a un combinado que necesitaba crecer y creer en un esti-
lo definido, sin injerencias en su fondo y con un ambiente en el que el fútbol
fuese el mejor argumento a ofrecer. El entorno, hostil y complicado en térmi-
nos sociales y políticos, no fue un obstáculo para convertir al grupo elegido
por Saldanha en una garantía de fútbol y de espectáculo.

Brasil volvería al mundial y, con ellos, la alegría de un fútbol


recuperado. Saldanha se aupaba a nivel social a un pedestal
en el que su presencia era toda una incomodidad para el
régimen imperante. La dictadura militar había invitado a
un comunista a elevar el fútbol del país, pensando que su
condición de periodista podría ser aprovechada para evitar
los continuos golpes de una prensa crítica.

El partido transcurrió de forma tranquila a pesar de tener enfrente a la selec-


ción guaraní. Su actitud defensiva y falta de ambición les llevó a dejar pasar
el tiempo en espera de una acción con la que resolver el encuentro, pero Pelé
puso fin a dicha estrategia y a partir de ahí Brasil dejó pasar el tiempo y jugó
un partido como había pedido su técnico, pragmático en cuanto al objetivo
pero sin perder las señas de identidad que había adquirido después de tanto
tiempo sin verse ni reconocerse.

Brasil volvería al mundial y, con ellos, la alegría de un fútbol recuperado. Sal-


danha se aupaba a nivel social a un pedestal en el que su presencia era toda
una incomodidad para el régimen imperante. La dictadura militar había invi-
tado a un comunista a elevar el fútbol del país, pensando que su condición
de periodista podría ser aprovechada para evitar los continuos golpes de una
prensa crítica. La realidad fue que elevaron a la categoría de héroe nacional a
un entrenador con ideas propias y con capacidad de convocatoria suficiente
para poner a todo un régimen en cuestión, a pesar de que su única obliga-
69

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ción era sublimar el fútbol a través de los mejores jugadores que Brasil había
puesto a su disposición.

La medida y la planificación de Havelange y su gente al frente de la CBD


fueron acertadas en términos de resultados, pero totalmente alejada de los
intereses de sus patronos en términos de repercusión social. El mundo ente-
ro reconocía la labor de Saldanha y, sobre todo, valoraba en su justa medida
el empeño por encontrar su ideario, su sello identificativo que permitiese a
Brasil lucir con luz propia en un entorno futbolístico que añoraba la magia de
un equipo dotado de arte y talento.

A partir del momento en que Brasil logra la clasificación, Saldanha aprove-


cha sus comparecencias en prensa para dar valor al equipo pero no elude las
preguntas referidas a la realidad social que vive su país. Saldanha es ante
todo periodista; su papel de entrenador le sirvió para tapar la boca a todos
aquellos del gremio que ponían en duda su capacitación, a pesar de haberla
demostrado con Botafogo años atrás. Los enemigos futbolísticos de Saldan-
ha no eran por causa de un ideario político, sino por cuestiones puramente
personales: la envidia y la ambición cobran fuerza en contextos en los que las
reglas del juego las marcan unos pocos para que las cumplan los demás; en
ese entorno, una frase adecuada en el lugar idóneo podía suponer un castigo
severo para la víctima propiciatoria. Pero Saldanha no era un personaje fácil
de doblegar por lo que las cuentas pendientes de algunos entrenadores bra-
sileños las tendrían que saldar sabiendo que el cara a cara era algo inevitable
con Goa sem medo.

El 31 de agosto de 1969, mientras Brasil jugaba su último partido clasifica-


torio para el evento mundialista, el dictador Artur Costa e Silva sufría un acci-
dente cerebrovascular que lo imposibilitaba para seguir dirigiendo los destinos
de su país. Su dictadura había ido endureciendo su ideario desde el momento
en que subió al poder y este día requería de la elección de un sucesor. Tras mu-
chas consultas y posicionamientos, el elegido era Emilio Garrastazu Médici,
otro militar de Rio Grande do Sul, como su predecesor, pero con antecedentes
mucho más conservadores aún que el presidente usurpador saliente.

Tres días después del partido decisivo contra Paraguay, Brasil juega un amis-
toso contra una selección del estado de Minas Gerais en el estadio Mineirao
de Belo Horizonte. Este partido significaría la primera derrota del equipo de
Saldanha y el punto de inflexión en su posición como seleccionador brasileño.

Se comenta, sin que las fuentes sean del todo fiables, que el futuro presidente
Médici era simpatizante del equipo Atlético Mineiro y que tenía en Darío a uno
de sus ídolos. En ese partido en concreto Darío anotaría el gol del triunfo para
la selección mineira y desde la dirección del fútbol brasileño se le indicó a Sal-
danha la posibilidad de contar en el futuro con el jugador del equipo do Galo.

Saldanha, consciente de que Darío era un buen jugador pero no del nivel de
los que había llevado consigo y tratando de respetar la jerarquía ganada por
sus jugadores en la fase previa al mundial, denegó la propuesta, aduciendo
precisamente ese argumento, Darío era un buen jugador, pero no mejor que
los que él había elegido. A partir de este momento se inicia un proceso de
70

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presión y hostigamiento sobre el seleccionador brasileño, que llegado el pun-
to provocó una ruptura entre el gobierno y el propio técnico.

La presión se convirtió en constante, hasta que el


propio Saldanha hizo pública su famosa manifes-
tación: “Que el presidente gestione sus ministerios
que yo me encargaré de gestionar la selección”.

Se dice que la presión a partir de ese instante desde los foros gubernamenta-
les sobre Joao Havelange para que Darío fuese parte del combinado brasileño
que jugaría el mundial fue considerable, al punto que el propio Havelange apeló
a Saldanha en múltiples ocasiones para que valorase la posibilidad de incorpo-
rarlo entre los elegidos finales. La presión se convirtió en constante, hasta que
el propio Saldanha hizo pública su famosa manifestación: “Que el presidente
gestione sus ministerios que yo me encargaré de gestionar la selección”

Se dice que a partir de este momento la permanencia en la selección de Joao


Saldanha estaba totalmente comprometida. La realidad fue otra. Esta circuns-
tancia, real, fue una situación más de las muchas que compusieron el complot
institucional para sacar a Saldanha del combinado nacional y evitar que un
comunista declarado, un periodista no afecto al régimen y un personaje idola-
trado por su pueblo, tuviese la oportunidad de volver a Brasil con la Copa Jules
Rimet bajo el brazo. El régimen no podía permitirse semejante situación.

Desde el 3 de septiembre de 1969 hasta el 4 de marzo de 1970, la selec-


ción brasileña no volvió a jugar ningún partido. Durante ese período de tiem-
po la figura de Saldanha fue objetivo prioritario del aparato del gobierno.

El partido jugado por Brasil contra la selección mineira tuvo unas connota-
ciones muy importantes, dado que se sucedieron en las mismas fechas acon-
tecimientos que posteriormente fueron utilizados en contra de Saldanha y
en provecho de causas particulares.

La derrota de la selección brasileña, en un partido intrascendente, con una


selección improvisada es consecuencia de un manifiesto cansancio acumu-
lado, después de estar jugando durante un mes completo al más alto nivel de
exigencia; además de la carga física, la emocional también tuvo su relevan-
cia. Después de clasificar para un mundial los jugadores estaban relajados
y sin la concentración debida para afrontar un partido sin interés. La derrota
por la mínima con el gol del mencionado Darío, fue utilizada por el seleccio-
nador eventual de esa selección de Minas Gerais, Dorival Knipel, apodado
Yustrich, quien ejercía de entrenador del Flamengo de Río de Janeiro, para
insultar públicamente a Joao Saldanha. Su victoria intrascendente le exaltó
el ánimo y se atrevió a criticar abiertamente la presencia de Joao Saldanha
en la selección, tildándolo de incompetente, cobarde e invasor, aduciendo su
presunta falta de formación como técnico profesional. Sabido era que Yus-
trich, apodado así por su parecido con el ex portero de Boca Juniors Julián
Elías Yustrich, tenía un especial interés en la caída de Saldanha como se-
71

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leccionador porque él mismo aspiraba al puesto, un lugar que ambicionaba
desde largo tiempo. Incluso llegó a pedir la intervención de los militares para
que pusiesen orden en el seleccionado, dejando patente su poco respeto por
la figura del seleccionador nacional.

Ante semejante sucesión de afrentas, Saldanha que no era precisamente un


personaje que atemperaba en situaciones de controversia, le hizo una visita
en la sede de Flamengo, una “visita de cortesía”, le comentó a un periodista.
La particularidad de dicha visita era que en su mano llevaba su ya famoso
Colt 32 y además estaba acostumbrado a usarlo. Yurtrich abandonó el lugar
momentos antes, avisado de tal circunstancia.

Saldanha repetía un suceso que ya había vivido anteriormente, dado que se


le acusó en su momento de usar el arma dirigida al dueño de una farmacia
por maltratar a una empleada en su presencia y sobre todo, el altercado que
tuvo con el portero de Botafogo, Manga, en 1967, a quien acusó de un com-
portamiento extraño en el partido que había jugado el Glorioso contra Bangú
en diciembre del citado año y que definía el título de campeón para el equipo
de la estrella solitaria.. Lo explica el prestigioso y ya desaparecido periodista
brasileño Luis Mendes en su artículo “Dois tiros no oscuro” (http://www.lite-
raturanaarquibancada.com/2012/05/saldanha-o-joao-sem-medo.html).

Ante la pregunta del reportero Luiz Fernando, en la que manifestaba al por-


tero brasileiro que Saldanha había comentado a micrófono abierto que él ha-
bía tenido un comportamiento extraño a lo largo del partido, el portero con-
testó públicamente por la radio que eso le gustaría que se lo dijese a la cara
en la comida de festejo del título, que se celebraría el día siguiente. La acti-
tud de Saldanha fue manifiesta: al día siguiente se presentaría en el restau-
rante en que se celebraría el convite, el local denominado O Mourisco acom-
pañado del citado Luiz Mendes.

Ese día fue el aprovechado por muchos de los detrac-


tores de Saldanha para sacar nuevamente a la luz
esta clase de episodios que limaban su figura de cara
a la opinión pública, acciones pensadas de antemano
y estructuradas minuciosamente desde un órgano
interesado.

En dicho local, ante la plantilla del equipo, el cuadro técnico y la directiva


presidida por su antiguo amigo y compañero de fútbol en las playas de Río,
Altemar Dutra do Castilho, Saldanha se dirige a paso lento hacia la figura de
Manga, que lo ve llegar; en medio del tramo saca su revólver y se dispone a
dispararle al goleiro, momento en que es trabado por el propio Luis Mendes
y Bebeto de Freitas, sobrino de Saldanha, provocando que el tiro percutiese
en el suelo. Manga escapa corriendo y tras él Saldanha que atina a disparar
varios tiros más, el portero de Botafogo saltó la valla del restaurante y logró
escapar milagrosamente. Saldanha entregó su arma al presidente, presentó
72

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las excusas pertinentes y abandonó el lugar antes de que llegase la policía.
Fue llevado a la redacción de la televisión en la que trabajaba para afrontar
el programa “Dous minutos con Joao Saldanha”. No se presentaron cargos;
cuando la policía había aparecido en el lugar de los hechos no había víctima,
ni atacante, ni arma que los relacionase.

Ese día fue el aprovechado por muchos de los detractores de Saldanha para
sacar nuevamente a la luz esta clase de episodios que limaban su figura de
cara a la opinión pública, acciones pensadas de antemano y estructuradas
minuciosamente desde un órgano interesado.

SALDANHA SE QUEDA A LAS PUERTAS DEL GRAN EVENTO


La entrada del gobierno Médici y su impacto en la sociedad brasileña se dejó
notar de inmediato. La dictadura militar se había endurecido desde finales
de 1968, en lo que se dio en llamar una dictadura dentro de la dictadura.
Pero es con Emilio Garrastazu Médici cuando las medidas represivas se tor-
nan insoportables. Muchos son los presos políticos que ocupan las cárceles
brasileñas y los juicios sumarísimos se suceden de semana en semana. Los
muertos y represaliados como consecuencia de la dictadura comienzan a in-
crementar las estadísticas y el poder militar deja sentir toda su fuerza en los
principales foros del país, ahogando de manera sistemática la respuesta de
la resistencia al régimen.

Esta circunstancia complica en gran manera la situación de Joao Saldanha al


frente de la selección. Su cartel de comunista declarado es toda una incomo-
didad para las altas instancias del régimen, toda vez que la Seleçao es toda
una institución, venerada nuevamente en Brasil tras el trabajo realizado por
Saldanha, quien logró reactivar y dar vida a un organismo que se encontró
totalmente agonizante.

Alrededor de Joao Saldanha se mueven personajes muy controvertidos y to-


talmente vinculados a la cúpula del poder militar. Claudio Coutinho y Bene-
dito José Bonetti eran miembros del ejército que formaban parte del staff
técnico que conforman la comisión que dirige Saldanha, como especialistas
en preparación física. En concreto Coutinho empezó a mostrarse crítico con
la figura de Saldanha y sus informes incidían de manera importante en el
órgano decisor de la CBD. Havelange y Do Passo eran la voz manifiesta del
dictador dentro de la estructura del fútbol brasileño, los encargados de tra-
tar de presionar al seleccionador para promover a sus propios interesados.
En este aspecto Saldanha era inflexible y así lo demostró reiteradas veces,
llegando al extremo de inflexibilidad en la constante injerencia relacionada
con el tema de Darío, jugador del Atlético Mineiro.

Esta presión se vio acrecentada por un hecho acaecido el 24 de septiembre


de 1969, día en el que se enfrentaban el Cruzeiro y el Corinthians. En ese par-
tido, un incidente pasó a ser determinante en el día a día del fútbol brasileño y
en el ambiente previo a la partida hacia México para la disputa del mundial. En
un lance del juego, el defensa del Corinthians Ditao realiza uno de sus famosos
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despejes para aliviar la situación defensiva de su equipo en el área, con toda
la fatalidad que el balón impactó de lleno en el rostro de Tostao, provocándole
un desprendimiento de retina que obligó al jugador a abandonar de inmediato
la práctica del fútbol.

La lesión ocular se estimaba de gravedad, al punto que fue operado de inme-


diato en Houston, dejando su proceso en manos del prestigioso oftalmólogo
brasileño radicado en la ciudad tejana Roberto Abdala Moura. Tostao se ve
sometido a dos operaciones para regular su vista y evitar la pérdida de visión
definitiva en su ojo. Ambas operaciones se producen en un margen de tiempo
muy corto, entre el 6 y 17 de octubre de ese año 1969.

A partir del momento en que se conoce la gravedad de la lesión de Tostao, el


aparato no pierde oportunidad y exige que ante la presunta imposibilidad de
que el jugador del Cruzeiro se recupere a tiempo para el próximo mundial, Sal-
danha haga público que el elegido para sustituir al futbolista, sea el jugador del
Atlético Mineiro, Darío. Saldanha se niega y anuncia que está dispuesto a es-
perar para conocer cómo evoluciona el proceso de recuperación del jugador.

Saldanha no solo no acude, sino que se justifica


diciendo que él no está dispuesto a sentarse
a negociar con alguien que ha encarcelado o
mandado encarcelar a amigos suyos, alguno de
los cuales desconoce su paradero.

La comisión técnica es convocada a una reunión en la que se estima se pon-


drán sobre la mesa los deseos de las más altas instancias militares sobre el
tema e incluso se prevé la presencia del propio Médici en el acto. Saldanha
74

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no solo no acude, sino que se justifica diciendo que él no está dispuesto a
sentarse a negociar con alguien que ha encarcelado o mandado encarcelar
a amigos suyos, alguno de los cuales desconoce su paradero. Saldanha deja
en el aire que el presidente de la nación es responsable directo de la ausen-
cia de muchos ciudadanos de su domicilio y, sin decirlo, deja entrever que la
cúpula militar tiene las manos manchadas de sangre.

En enero de 1970 Saldanha se desplaza a México para asistir al sorteo del


mundial. Allí acude a diversas entrevistas con los medios de comunicación
y con él lleva documentos que acreditan la desaparición de miles de ciuda-
danos brasileños y la muerte de más de trescientos de ellos. Los medios de
comunicación europeos se hacen eco de la noticia y periódicos como The Ob-
server o Le Monde publican los datos aportados por Saldanha. El entrenador
pone voz e imagen a un movimiento de resistencia que había sido totalmente
borrado de la vida pública brasileña y aporta datos en el exterior que deja en
entredicho la figura del dictador y del gobierno al que representa.

A la hora de dar la lista de convocados para el mundial, Saldanha solo aporta


21 nombres, dejando pendiente de confirmar la última plaza, que reserva
para el jugador Tostao que sigue su proceso de recuperación. Entre los 21
preconvocados no se encuentra Darío.

La presión comienza a ser insoportable, toda vez que sigue un conducto ver-
tical indirecto. La cúpula militar presiona a Joao Havelange, máximo respon-
sable de la Confederación Brasileña para el Deporte, y este a su vez trasla-
da esa presión a Dos Passos y al propio Saldanha, que se niega a claudicar.
Havelange llega incluso a rogar que convoque a Darío para que termine de
una vez una situación que comenzaba a tornarse insostenible. Saldanha se
mantiene pese a los continuos ataques, a la presión mediática y a la ejercida
por sus más directos superiores. Su argumento es determinante: se trata de
fútbol no de política. Saldanha lleva hasta las últimas consecuencias su cri-
terio deportivo y demuestra fidelidad a los jugadores con los que ha contado
hasta el momento.

En febrero de 1970 Tostao parece que puede recuperarse a tiempo y co-


mienza a trabajar para tratar de alcanzar el objetivo de estar listo para la cita
mundialista. La presión sigue su curso a pesar de la actitud manifiesta de
Joao Saldanha.

Los comentarios públicos de Saldanha empiezan a resultar algo más que in-
cómodos para el régimen militar. En un viaje a Europa previo a las fechas de
preparación al mundial, Saldanha es invitado a participar en diferentes en-
trevistas y debates en la televisión inglesa y alemana. Allí deja patente la
existencia de presos políticos y de las medidas represivas del gobierno Mé-
dici. En Hamburgo, ante la pregunta de un locutor que hace referencia a la
matanza indiscriminada de indios en Brasil, Saldanha le recuerda que en
cualquiera de las últimas dos guerras libradas por Alemania, en los primeros
minutos de ambas habían muerto más personas que todos los indios muertos
en Brasil a lo largo de 469 años de historia, algo que provocó un conflicto de
consideración. Previamente, en Londres participa con Alf Ramsey en un pro-
grama tertulia en el que discute con el entrevistador sobre la corrupción ar-
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bitral en Brasil. “Inglaterra es un país muy honesto, ¿verdad? Por eso tiene
tanta fama Scotland Yard en todo el mundo”, dijo Saldanha, molesto por la
ofensa hecha a los árbitros de su país.

La boca de Saldanha era difícil de cerrar y su imagen esta-


ba siendo sistemáticamente dañada desde todos los foros
oficiales en los que tuviesen influencia.

La boca de Saldanha era difícil de cerrar y su imagen estaba siendo sistemá-


ticamente dañada desde todos los foros oficiales en los que tuviesen influen-
cia. La presión a la que sometían al seleccionador era brutal, pero su presti-
gio adquirido y la fuerza de su personalidad lo mantenían en su posición. El
proceso para tratar de sacarlo de en medio estaba tomando tintes cada vez
más complejos.

A inicios de marzo de 1970, Brasil organiza dos partidos amistosos de pre-


paración para el mundial contra la selección de Argentina. El primer partido
se celebra el 4 de marzo en el estadio Gigante de Beira Río en Porto Alegre y
supone la primera derrota oficial de un equipo de Saldanha en once compa-
recencias. Las consecuencias no se dejaron esperar y la crítica fue contun-
dente con el equipo e incluso inhumana con Saldanha.

Jugaron aquel partido los siguientes protagonistas:

ARGENTINA: Agustín Cejas, Oscar Malbernat, Roberto Perfumo, Ro-


berto Rogel, Rubén Díaz, Norberto Madurga, Omar Pastoriza, Miguel
Brindisi, Marcos Conigliaro, Rodolfo Fisher, Oscar Más. Entrenador:
Juan José Pizzutti.

BRASIL:Ado, Carlos Alberto, Baldochi, Fontana, Marco Antonio, Pia-


zza (Zé Carlos), Gerson, Dirceu Lopes, Jairzinho, Pelé, Edu. Entrena-
dor: Joao Saldanha.

El partido terminó con la victoria albiceleste por dos goles a cero, tantos
anotados por el jugador de River Plate, Oscar Pinino Más y el jugador de
Estudiantes de La Plata, Marcos Conigliaro.

La primera derrota de este equipo, en el único partido de la era Saldanha


en que Brasil no marcó ni un solo gol, fue la ocasión propicia para lanzar to-
das las críticas contenidas hasta el momento. Si por algo se había sostenido
el período de Saldanha al frente de la selección era por lo incontestable de
sus resultados. A la primera ocasión no se dejó pasar la oportunidad para
atizar allí donde la debilidad aparece y dejar patente el descontento intere-
sado para minar la imagen pública del que ya era considerado a todas luces
enemigo del régimen, a pesar de que públicamente este se guardaba muy
mucho de pronunciarse. La derrota no tiene padres y en este caso Saldanha
fue el dueño y señor putativo de la misma. La miseria volvía a aparecer en el
momento en el que los vientos cambiaban de improviso.
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La revancha tuvo lugar en Maracaná, el santuario de esta selección, y se
pretendía poner remedio a un resultado que había impactado enormemen-
te en los medios, por la repercusión dada, por el objetivo determinado y
por las particularidades de un rival, Argentina, que nunca es grato sufrir
en tierras brasileñas.

El 8 de marzo de 1970 se volvían a ver las caras albicelestes y verdeamare-


los para dirimir una cuenta pendiente nacida en Porto Alegre días antes. Las
piezas que pondría Saldanha nuevamente en el tapiz de Maracaná serían la
muestra de un estilo y un deseo: fortalecer un equipo en base a la cohesión
de una idea compartida por todos en un ambiente de máxima hostilidad en el
entorno a pesar de que gozarían, merecidamente, del aliento de más de cien
mil almas que volverían a llenar el estadio de Río de Janeiro.

Jugaron aquel partido:

ARGENTINA: Cejas (Santoro), Malbernat, Perfumo, Rogel, Díaz, Ma-


durga, Omar Pastoriza, Brindisi, Conigliaro, Fisher (Daniel Onega),
Oscar Más. Entrenador: Juan José Pizzutti.

BRASIL: Emerson Leao, Carlos Alberto, Brito, Fontana, Marco Anto-


nio, Piazza (Clodoaldo), Gerson, Dirceu Lopez, Jairzinho, Pelé, Edu.
Entrenador: Joao Saldanha.

El partido finalizó con victoria de Brasil por dos goles a uno; anotó el primer gol
Jairzinho, empató el jugador de Huracán Brindisi y Pelé anotó el gol de la victoria.

La victoria no calmó los ánimos nacidos de la derrota previa en Porto Alegre,


pero sirvió para demostrar a la torçida que el equipo volvía a manifestarse
por caminos conocidos. El equipo, tras muchos meses sin competir y volvien-
do de un período vacacional, estaba en un momento de testar sensaciones y
manifestar aquellos aspectos más relevantes que debían ser trabajados de
cara a la próxima cita mundialista. Los juicios derivaron en otras cuestiones
diferentes en las que se mezclaron deseos encontrados con faltas de criterio
y ausencia manifiesta de rigor en los términos. Lo cierto es que el selecciona-
do de Brasil y su entorno, a pesar de la victoria ante uno de sus más acérri-
mos rivales, vivía un momento de convulsión estructural importante.

La CBD, por orden expresa del ministerio correspondiente,


decidía disolver la comisión técnica y despedir a su
máximo exponente, Joao Saldanha, el 18 de marzo de
1970. La forma de despido fue clara y manifiesta a pesar
de no hacerse pública en un primer momento. La cúpula
política y administrativa del país había decidido en
reunión urgente la salida del técnico.

Esta se agravaría de forma irrevocable una semana después, cuando Brasil,


continuando con su proceso de preparación, se enfrentó en partido amistoso 77

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a Bangú. El resultado conocido de empate a un gol supuso el último partido
de Joao Saldanha al frente de la Canarinha.

La CBD, por orden expresa del ministerio correspondiente, decidía disolver


la comisión técnica y despedir a su máximo exponente, Joao Saldanha, el 18
de marzo de 1970. La forma de despido fue clara y manifiesta a pesar de no
hacerse pública en un primer momento. La cúpula política y administrativa
del país había decidido en reunión urgente la salida del técnico, una salida
que no fue votada por unanimidad, curiosamente en un gesto absurdo tra-
tándose de una dictadura en toda regla.

Los motivos, nada claros, se dejan latentes, dando a entender una falta de
entendimiento entre el plantel y el entrenador, quien debido a su personalidad
tan marcada (se le llegó a tildar de depresivo y con tendencia a la compulsi-
vidad) había erosionado los niveles de convivencia que habían provocado du-
das en la idoneidad de la preparación del seleccionado. A ello hay que añadir
los informes negativos de un Coutinho que veía la oportunidad de alcanzar
niveles de notoriedad superiores, dado que con Saldanha su posición estaba
muy controlada por este. Todo conspiró a favor de un cese que en un primer
momento quiso disfrazarse de dimisión.

Lo cierto es que Saldanha, después de 407 días, dejaba de ser el máximo


responsable del combinado nacional. A solo 75 días del comienzo del mun-
dial. Comenzaba ahora la búsqueda de una nueva comisión deportiva que
llevase las riendas de un seleccionado llamado a grandes cosas.

Zagallo, ex pupilo de Saldanha y con un carácter más


moldeable, siempre había manifestado abiertamente su
deseo de trabajar para la selección y era del agrado de
perfiles como Claudio Coutinho, quien pasaría a tener res-
ponsabilidades importantes en la gestión y dirección de la
preparación física futura del equipo.

Los candidatos que se manejaban en la Comisión de Deportes del Ejército,


organismo encargado de gestionar la sustitución, eran varios: entre ellos el
joven técnico de Corinthians, Dino Sandi, quien declinó el ofrecimiento ale-
gando que tenía aún escaso bagaje profesional para afrontar un reto de la
envergadura de la selección nacional. Se supo posteriormente que su nega-
tiva era debida principalmente a la presencia de Claudio Coutinho, con quien
no estaba dispuesto a trabajar dado que Russo, el principal allegado de Sal-
danha en las tareas de preparación física, había dimitido tras la marcha del
entrenador saliente. Igualmente se había pensado en Otto Gloria, en ese mo-
mento entrenador del Benfica portugués, pero finalmente el elegido fue el
entrenador de Botafogo Mario “Lobo” Zagallo, quien resultaba del agrado de
la comisión permanente del ministerio de educación bajo la tutela de Jarbas
Passarinho, verdadero arquitecto de la caída de Saldanha.

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Zagallo, ex pupilo de Saldanha y con un carácter más moldeable, siempre
había manifestado abiertamente su deseo de trabajar para la selección y era
del agrado de perfiles como Claudio Coutinho, quien pasaría a tener respon-
sabilidades importantes en la gestión y dirección de la preparación física fu-
tura del equipo.

La cúpula militar había dado, finalmente, el golpe de gracia a Joao Saldanha.


Se especuló siempre que el gran motivo era la no inclusión de Darío Maravilla
en el equipo previo al mundial, pero la realidad demostró que desde el minis-
terio de educación se había conspirado siempre contra la figura del técnico
porque el régimen no podía permitirse el lujo de tener a un subversivo co-
munista como máximo responsable de la selección del país y que tuviese la
oportunidad de traer consigo la copa de campeones del mundo. Además, la
imagen dada en los últimos meses, con sus datos y sus documentos compro-
metedores sobre el gobierno de la nación hizo que todo se acelerase a partir
del momento en que una grieta se dejase entrever en el horizonte. Esta tomó
forma de derrota, la única sufrida en partido oficial, contra el seleccionado
argentino. A partir de ahí se buscó el pretexto para dar por finalizado un pe-
ríodo que fue extremadamente importante para el fútbol brasileño, que no
tanto para la imagen sufrida por un régimen militar que buscaba en el fútbol
una vía de acceso a una mejora de su aceptación popular.

Lo cierto es que Saldanha, en esos 407 días al frente del combinado nacio-
nal, logró revertir una situación que se tornaba complicada en el comienzo
de su aventura. Saldanha se encontró a una selección brasileña carente de
identidad futbolística, con una desorganización interna preocupante. Más de
cuarenta jugadores habían pasado en el último año previo a la toma de po-
sesión del cargo por parte de Saldanha, los estadios se estaban vaciando, la
lucha entre paulistas y cariocas había salpicado al entorno de la selección al
punto que dejó de ser relevante para muchos jugadores de ambos lados. La
selección no llenaba los estadios y la prensa vivía en un constante estado de
crítica y agitación a su alrededor. El momento de acceder al cargo era real-
mente comprometido y Saldanha logró dos cosas fundamentales: la primera,
dotar de un estilo reconocible al seleccionado; la segunda, definir una mues-
tra de futbolistas clara y concisa que serían los encargados de defender los
intereses de la selección, evitando el constante trasiego de entrada y salida
de jugadores que impedía consolidar un proyecto. Saldanha regaló precisa-
mente eso, un proyecto, que defendió a capa y espada y respetó escrupulo-
samente, desde el principio hasta el final.

Es sabido que Saldanha no era el mejor entrenador del momento, tenía ca-
rencias de tipo técnico y estratégico y su carácter era muy cuestionable,
pero desde el primer día fue honesto con el cargo y demostró que ninguno
era superior a él dominando un aspecto que lo hizo único: nadie mejor que
él era capaz de llegar al alma del jugador y hacerlo sentir importante, nadie
mejor que él para definir el sentido de pertenencia hacia un equipo, que re-
presentaba a todo su país, en torno a un estilo de juego único, O Jogo Bonito.
A través del respeto por las particularidades propias del futbolista brasileño,
Saldanha logró convencer a sus pupilos de sus potencialidades y llevarlos a
la victoria a través del crecimiento de su creencia. Eran los mejores, necesi-
taban que alguien se lo dijera y ese fue Saldanha.
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Los jugadores estaban con Saldanha, solo Pelé se mostraba, como siempre,
alejado del resto del grupo, sus intereses personales lo llevaban por caminos
paralelos, pero el resto estaba dispuesto a seguir siendo una de las fieras,
al punto que Brito llevó la voz cantante para declararse en rebeldía si no era
devuelto a su puesto el entrenador que los había llevado hasta México.

Pelé volvió con él a la selección y desarrolló su papel, estructurado dentro


de un orden flexible en el que poco a poco pudo volver a sentirse importante.
Tostao, Jairzinho, Gerson, Piazza, Edu, Carlos Alberto, Djalma Días, Camar-
go, Rido, Brito y compañía encontraron en Saldanha el máximo exponente
para proyectar al mundo el verdadero valor del fútbol brasileño y ellos pudie-
ron mostrarlo abiertamente.

Los jugadores estaban con él, solo Pelé se mostraba, como siempre, alejado
del resto del grupo, sus intereses personales lo llevaban por caminos parale-
los, pero el resto estaba dispuesto a seguir siendo una de las fieras, al punto
que Brito llevó la voz cantante para declararse en rebeldía si no era devuelto
a su puesto el entrenador que los había llevado hasta México.

Fue precisamente la mujer de Joao Saldanha quien convenció a una repre-


sentación de los jugadores para que no realizasen medidas de presión en un
ambiente tan sumamente cargado, dado que corrían el riesgo de sufrir con-
secuencias importantes. Ya no se trataba de que pudiesen perder la oportu-
nidad de ir al mundial: se trataba de garantizar su seguridad personal. Fue
precisamente su quinta esposa, Tereza Bulhoes, conocedora del particular ca-
rácter de Saldanha y de la realidad que había vivido su marido, quien les pidió
que dieran el máximo posible para dejar bien alto el pabellón de la selección;
esa era la única forma de mantener viva la memoria y de reconocer el trabajo
realizado por su esposo. Los jugadores entendieron el enfoque y se adaptaron
a una situación que ellos ni habían buscado ni querían que sucediese.

El legado de Saldanha quedó ahí para ser recordado: sus triunfos a partir de
estos momentos serían sus silencios, sus pensamientos y su deseo de ver a
Brasil ser campeón. Un campeón sin general, una fieras que morderían y lu-
charían por una verdeamarela que los representaba a todos, incluso al propio
Saldanha, a pesar de ser un rebelde contra el sistema y persona non grata en
esos momentos, una selección dirigida por un rector diferente, amparado en
una estructura militarizada y controlada desde las oficinas de un ministerio
que era la voz obediente de un amo que orientaba desde el miedo el camino
de un pueblo que sufría en silencio su vida cotidiana, para gritar los goles con
la desesperación del impotente.

BRASIL SE CORONA CAMPEÓN DEL MUNDO


Joao Saldanha, quien tuvo en el técnico húngaro Dori Kruschner a uno de
sus referentes estratégicos tras su paso por Botafogo, dejaba la selección y
otra leyenda de Botafogo se haría cargo de ella. Mario Zagallo, quien jugara
a las órdenes de Saldanha en aquel equipo campeón de 1957, afrontaría la
responsabilidad de llevar el timón de una selección brasileña muy definida
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pero no perfilada. Para ello seguiría con el plan establecido y jugaría partidos
de preparación previos a la marcha de la selección a tierras mexicanas con el
objeto de adaptarse lo antes posible al juego en altura.

Antes de enfrentarse en doble duelo a la selección chilena, el 22 de marzo en


el Estadio de Morumbí en Sao Paulo, en el que sería su debut oficial, y poste-
riormente en Maracaná el 26 del mismo mes, Zagallo hizo pública una relación
de 26 jugadores que representaría la lista previa a la definitiva para el mundial,
que quedarían convocados para entrenar en el área elegida para la concentra-
ción, Os Retiros dos Padres, en Itanhangá, estado de Río de Janeiro.

En esta lista estaban designados los siguientes jugadores:

• PORTEROS: Félix (Fluminensne), Ado (Corinthinas), Leao (Palmeiras).


• DEFENSAS: Carlos Alberto (Santos), Zé María (Corinthians), Everaldo
(Gremio de Porto Alegre), Marco Antonio (Fluminense), Brito (Vasco da
Gama), Baldocchi (Palmeiras), Joel Camargo (Santos), Fontana (Cruzeiro).
• CENTROCAMPISTAS: Clodoaldo (Santos), Piazza (Cruzeiro), Zé Carlos
(Cruzeiro), Gerson (Botafogo), Rivelino (Corinthians).
• ATACANTES: Dirceu Lopes (Cruzeiro), Rogerio (Botafogo), Paulo Cézar
Cajú (Botafogo), Edu (Santos), Arilson (Flamengo), Pelé (Santos), Tostao
(Cruzeiro), Roberto Miranda (Botafogo), Jairzinho (Botafogo), Darío (Atlé-
tico Mineiro).

La presencia de los militares pronto se dejó notar,


no solo en relación a las normas de convivencia del
grupo, sino en la planificación de tareas.

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El cuadro técnico conformado por Mario Zagallo fue completado inmediata-
mente con personal directamente vinculado al marco castrense. La comisión
técnica, militarizada en fondo y forma, quedaría compuesta por la siguiente
relación de profesionales:

• Jefe de Delegación: Brigadier Jerónimo Bastos.


• Secretario: Mayor Roberto Guarany.

Personal adscrito a la preparación física: Capitán Claudio Coutinho, Capitán


Benedito José Boneti, Capitán Kleber Caldas Camerino, Subteniente Raúl
Carlesso (preparador de porteros).

Igualmente forma parte de la comisión Admildo Chirol, persona de total con-


fianza de Mario Zagallo y compañero de este en su etapa como entrenador
de Botafogo.

La presencia de los militares pronto se dejó notar, no solo en relación a las


normas de convivencia del grupo, sino en la planificación de tareas. Se in-
corpora como novedad la aplicación del Test de Cooper como elemento de
medición de la resistencia de los futbolistas, algo que consideran de vital
importancia, teniendo en cuenta que jugarán en horarios y altitudes poco re-
comendables para la práctica habitual del fútbol. Otra particularidad será la
obligatoriedad de llevar un corte de pelo uniforme como muestra de discipli-
na de grupo, algo que todos cumplen a rajatabla.

La organización de la convivencia interna igualmente está regida por las cos-


tumbres castrenses y la vigilancia alrededor de la selección se convierte en
algo sistemático.

Finalmente Zagallo muestra disciplina de grupo con relación a Jarbas Pas-


sarinho y la comisión deportiva del ejército al asumir la presencia de Darío,
jugador del equipo do Galo, y para ello “cortan” sin ningún tipo de escrúpulo
al delantero Toninho Guerreiro, aduciendo que padece sinusitis, algo que le
perjudicará en su rendimiento en un mundial jugado en altura. El corte es in-
mediato y el jugador dejará su lugar al elegido por la cúpula decisora.

A partir de este momento, a escasos dos meses del mundial, la preparación


será exhaustiva, jugando partidos y ajustando posiciones de cara a definir la
lista definitiva y establecer el criterio competitivo imperante en el grupo.

En su debut contra Chile, Zagallo hace variaciones significativas con re-


lación a la propuesta acostumbrada por Saldanha. Tostao no participa en
ninguno de los dos encuentros, siendo de la partida el jugador de Botafogo
Roberto Miranda. Los cambios, sobre todo ofensivos, buscan adecuar los
planteamientos nuevos que pretende Zagallo, un juego más centrado, con
menos amplitud ofensiva y la búsqueda de la ocupación de espacios des-
de la posición. El inicio es alentador, el primer envite contra la selección
araucana se salda con una goleada por cinco goles a cero, aprovechando
que Chile jugó durante varios minutos con un efectivo menos, por expulsión
de Caszely. Dos goles de Roberto Miranda, otros dos de Pelé y finalmente
Gerson, completaron la goleada.
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El segundo partido, igualmente ganado, resultó más complicado, Chile se
mostró duro y Brasil respondió a la rudeza rival; la consecuencia, dos ex-
pulsados por cada bando, Roberto Miranda y Jairzinho por Brasil y Moisés
Silva y Gustavo Laube por Chile. El resultado final de dos goles a uno a favor
de Brasil define la igualdad de un encuentro que no sirvió como referencia
para futuros trabajos. Marcaron Carlos Alberto y Rivelino por Brasil y Osval-
do Castro por Chile.

Durante el mes de abril, Brasil jugó amistosos a lo largo y ancho del territo-
rio, con selecciones estatales, como Amazonía en el estadio Vivaldo Lima de
Manaos, contra Minas Gerais en Porto Alegre y amistosos oficiales contra
Paraguay en Maracaná, Bulgaria en Morumbí y, finalmente, contra Austria de
nuevo en Maracaná.

El seleccionado brasileño partiría para tierras mexicanas a inicio del mes de


mayo con objeto de realizar un stage de pretemporada para adaptarse al te-
rreno. Fue la primera selección en llegar a tierras aztecas y una vez allí disputó
algunos partidos amistosos con equipos profesionales del país. En concreto,
contra Deportivo Guadalajara en el estadio Jalisco, contra Deportivo León en el
estadio de León y finalmente contra Irapuato en el estadio del mismo nombre.

El listado final de elegidos que viajaron para disputar el mundial de México


1970 fue el siguiente:

1. Félix, 2. Brito, 3. Piazza, 4. Carlos Alberto, 5. Clodoaldo, 6. Marco Anto-


nio, 7. Jairzinho, 8. Gerson, 9. Tostao, 10. Pelé, 11. Rivelino, 12. Ado, 13.
Roberto Miranda, 14. Baldocchi, 15. Fontana, 16. Everaldo, 17. Joel Ca-
margo, 18. Paulo Cézar Cajú, 19. Edu, 20. Darío, 21. Zé María, 22. Emer-
son Leao.

Zagallo inició su periplo en la selección buscando


en los partidos amistosos que ya estaban
concertados desde la época de Saldanha la
dinámica competitiva idónea para afrontar los
primeros envites del mundial con garantías.

Las sensaciones de la torçida antes de la partida del seleccionado para tie-


rras mexicanas no eran las más halagüeñas. En diferentes encuestas Brasil
no salía como la principal favorita, siendo consideradas como tal el selec-
cionado de Inglaterra y el de Uruguay, este último con Juan Hohberg de
director técnico y con jugadores de marcado carácter como Montero Cas-
tillo, Ubiña o Matosas, combinado con jugadores de calidad como Ancheta,
Pedro Virgilio Rocha o Ildo Maneiro, con un garante bajo los palos como era
Ladislao Mazurkiewicz.

Zagallo inició su periplo en la selección buscando en los partidos amistosos


que ya estaban concertados desde la época de Saldanha la dinámica com-
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petitiva idónea para afrontar los primeros envites del mundial con garantías.
Poco a poco fue definiendo sus preferencias, buscando diferenciarse de la
propuesta futbolística de su antecesor. Las dudas comenzaron pronto y la
definición de un once titular específico no fue una búsqueda fácil. Al contra-
rio que Saldanha, quien tenía claro quiénes quería que fuesen sus jugado-
res protagonistas, Zagallo probó diferentes combinaciones y sociedades en
puestos que consideraba referentes.

En los laterales tenía clara la presencia de Carlos Alberto, en cambio en el


lado izquierdo no se concretó, de partida: Everaldo y Marco Antonio deberían
luchar por la posición. La pareja de centrales fue definiéndose a medida que
jugaban los partidos amistosos, hasta concretar la dupla Brito y Fontana,
este último en detrimento del central Joel Camargo, que junto a Djalma Días
formaba la pareja indiscutible con Saldanha. En el medio campo, Gerson,
Clodoaldo, Piazza y Rivelino se jugaban dos puestos, siendo Clodoaldo el
preferido en labores de contención y Gerson el creativo encargado de lanzar
el juego, pero Zagallo buscaba colocar de la mejor de las maneras a Rivelino
en el once titular, algo que le estaba resultando complicado. Rivelino era el
jugador favorito de los aficionados y salía como titular en todas las encues-
tas publicadas en los diferentes jornales a lo largo de Brasil.

La gran duda era determinar la línea atacante. Sabido es que a Zagallo le


hubiese gustado dar la responsabilidad a los jugadores de Botafogo, for-
mando con Rogerio, Julio Cézar Cajú, Roberto Miranda y Jairzinho acom-
pañando a Pelé. A lo largo de los partidos preparatorios fue testando las
diferentes combinaciones, incluyendo a Darío y quedando en cierto modo
relegado en las preferencias Tostao, quien estaba teniendo serios proble-
mas de adaptación tras su vuelta de la lesión. Una cosa era indiscutible:
Pelé era el eje sobre el que Zagallo establecería su juego ofensivo; su anti-
guo compañero de selección sería el encargado de liderar al equipo en las
facetas ofensivas.

A medida que los partidos de preparación se fueron disputando, las incógni-


tas fueron poco a poco despejándose. El partido jugado en Maracaná contra
la selección de Austria fue claro en este aspecto porque se pusieron de mani-
fiesto las mejores sensaciones entre las diferentes sociedades a combinar en
el once titular. En ese encuentro, tras una lesión sufrida por Fontana, Zagallo
decide colocar en la posición de defensa central a Piazza y no darle continui-
dad a Joel Camargo; ello supuso una sorpresa para todos, incluso para el inte-
resado. Piazza, el centrocampista de Cruzeiro, no supo que jugaría en esa po-
sición hasta momentos antes del partido. No la abandonaría hasta finalizado el
mundial. Igualmente la presencia de Tostao fue sintomática en este encuentro,
jugando como la mejor opción para acompañar a Pelé y Jairzinho en la punta de
lanza del equipo y retomar las sensaciones dejadas en la época de Saldanha.
Solo Edu no sería parte relevante de la delantera canarinha.

Haber retrasado a Piazza a la posición de defensa central despejaba las du-


das de quién sería el stopper titular. La figura de Clodoaldo tomaba cuerpo
y el jugador de Santos se convertiría en el iniciador de todo el proceso ofen-
sivo de la selección. Junto a él, Gerson mantenía su papel de arquitecto del
equipo. Solo quedaba definir la banda izquierda, nuevamente el gran que-
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bradero de cabeza del combinado nacional. Si en su momento se confirmó
la presencia de Rildo y Edu como garantes del rendimiento en ese flanco,
ahora la duda se cernía nuevamente sobre quiénes debían ocupar las dos
demarcaciones relevantes en ese espacio. Everaldo y Marco Antonio par-
tían con igualdad de posibilidades, mientras que la posición de extremo ge-
neraba serias dudas en el cuadro técnico, toda vez que Edu no transmitía
la confianza suficiente al nuevo entrenador. Y la duda se mantuvo hasta el
inicio del mundial.

Como suele ocurrir en los grandes seleccionados, la definición final de las


piezas que conformarán el once principal del equipo la da la propia com-
petición y así ocurrió con Brasil en este mundial. El juego en los partidos
previos al debut contra Checoslovaquia había sido pobre y poco concluyen-
te. Se definían las salidas con criterio, dado que Piazza facilitaba con su
calidad la fluidez y el desarrollo de los ataques con limpieza. Carlos Alberto
por la derecha volvía a garantizar profundidad y su combinación con Jairz-
inho facilitaba la llegada del balón a los estadios finales del juego por esa
banda derecha. En el centro, Clodoaldo conseguía enlazar sin problemas
con sus compañeros de la línea defensiva y era capaz de ofrecer coberturas
eficientes en caso de pérdidas de balón en las zonas del medio campo, pero
el problema surgía a partir de aquí. Gerson lograba enlazar el juego por los
movimientos claros que se producían a su derecha, pero por delante y a la
izquierda el juego se atascaba. Pelé trataba de ocupar zonas de influencia,
pero era sometido a severos marcajes que le obligaban nuevamente a jugar
al toque y buscar la finalización. No había nadie que se dejase caer entre
líneas y el juego dejaba de fluir por la lentitud de movimientos y la escasez
de ideas. Rivelino, por su propia naturaleza, acababa jugando por el sector
izquierdo, creando superioridades que por momentos puntuales favorecían
su conexión con Gerson pero cuando Rivelino no estaba, ni Paulo César
Cajú, ni Roberto Miranda, ni Darío eran capaces de producir sinergias po-
sitivas. Rogerio, como sustituto de Jairzinho, trataba de entenderse con
Carlos Alberto pero su tendencia a la acción individual no permitía al lateral
aprovechar los esfuerzos al progresar por la banda.

Toda esta problemática se llevó al primer partido de la competición. Brasil


debutaba en el mundial de México el 3 de junio de 1970, en el estadio de
Jalisco de la ciudad de Guadalajara. El rival, Checoslovaquia; el árbitro, el
uruguayo Ramón Barreto, auxiliado por el peruano Yamazaki y el israelí Klein.

El debut de Brasil en el mundial de México es recordado


por muchos motivos. El primero, por el tiro desde el centro
del campo que realizó Pelé y que Viktor no vio venir, siendo
sorprendido por la inusitada iniciativa de O Rei. Se dice
que esta acción fue realizada como acto reivindicativo de
Pelé, como mensaje directo a Joao Saldanha.

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Jugaron el partido del debut los siguientes jugadores:

CHECOSLOVAQUIA: Ivo Viktor, Karol Dobias, Alexander Horvath,


Vaclav Migas, Vladimir Hagara, Ladislav Kuna, Ivan Hrdlicka (Andrej
Kvasnak), Jozef Adamec, Frantisek Vesely (Bohumil Vesely), Ladislav
Petras, Karol Jolk. Entrenador: Jozef Marko

BRASIL: Félix, Carlos Alberto, Brito, Piazza, Everaldo, Clodoaldo,


Gerson (Fontana), Jairzinho, Pelé, Tostao, Rivelino (Paulo Cézar Cajú).
Entrenador: Mario Zagallo.

El debut de Brasil en el mundial de México es recordado por muchos motivos.


El primero, por el tiro desde el centro del campo que realizó Pelé y que Viktor
no vio venir, siendo sorprendido por la inusitada iniciativa de O Rei. Se dice
que esta acción fue realizada como acto reivindicativo de Pelé, como men-
saje directo a Joao Saldanha por haber puesto en entredicho su visión en
reiteradas ocasiones. Es un comentario extendido que el interesado nunca
ha confirmado, pero tampoco desmentido.

El segundo viene marcado por el hecho de que es el delantero brasileño Tos-


tao el primer jugador brasileño en recibir una tarjeta amarilla en un mundial,
recién incorporadas al reglamento como elemento disuasorio contra las ac-
ciones violentas, con el ánimo de garantizar la correcta armonía en el com-
portamiento de los protagonistas y la protección de los jugadores, dado que
en el último mundial (Inglaterra, 1966) la violencia había sido un recurso ha-
bitual de muchos equipos.

Finalmente el juego reconocible de Brasil, quien en este primer partido del


campeonato encontró el camino que lo orientaba nuevamente hacia O Jogo
Bonito. El resultado final, 4-1, en un ejercicio de autoestima, remontando
un tempranero gol de Petras, quien se aprovecha de un error entre Brito y
Clodoaldo, batiendo en el minuto 12 a Félix. Empataría Rivelino, apodado
“Patada Atómica” por la afición mexicana, en el minuto 24 del primer tiempo
y completarían la goleada en el segundo tiempo Pelé, en el minuto 15, y Jair-
zinho, por dos veces en los minutos 19 y 38.

El partido se inició con titubeos por parte de Brasil, que se vio pronto por de-
bajo en el marcador tras un grave error de Brito quien no alcanza a conectar
con Clodoaldo y el jugador checoslovaco Ladislav Petras se aprovecha de la
acción. Brasil demuestra su compromiso con un estilo definido y comienza a
hacerse dueño del balón, lo que unido al repliegue tras el gol del equipo rival
favorece el control del juego y el dominio de la posesión. El ritmo lento obligado
por la meteorología y la altura hace que Brasil vuelva a buscar la eficacia téc-
nica en sus acciones y se active en términos de velocidad en el último tercio
del terreno de juego. Zagallo había dispuesto una formación con intención de
posicionarse 1-4-3-3, con Piazza y Brito de centrales, Carlos Alberto y Eve-
raldo de laterales, Clodoaldo de mediocentro defensivo y Gerson acompañado
de Rivelino como centrocampistas avanzados, quedando en punta de lanza
Jairzinho, Pelé y Tostao, pero la realidad vino marcada principalmente por las
particularidades de los partícipes y la evolución natural de sus instintos futbo-
lísticos provocó que acabasen jugando en aquellas posiciones que les resul-
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taban más cómodas. Así, Jairzinho siguió con su relación directa en la banda
derecha con Carlos Alberto, Gerson avanzado a Clodoaldo era el coordinador
de la fase de creación, siendo el stopper de Santos el iniciador de los contac-
tos, Rivelino tendía a ocupar el sector izquierdo, por lo que Tostao volvía a ejer-
cer de jugador de enlace que trataba de aprovechar los espacios libres entre
líneas y Pelé evolucionaba con acciones de dinamización ofensiva en todo el
frente central. En un plano cenital se vería la formación clásica de un 1-4-2-4,
propia de Saldanha, no por ser buscada sino por su propia dinámica natural.
La ocupación de espacios provocó que Brasil encontrase su mejor puesta en
escena, definiendo casi de manera categórica la distribución de fuerzas en el
terreno de juego. Lo que Zagallo no pudo encontrar a lo largo de los partidos
de preparación, apareció de manera espontánea en el primer partido de com-
petición. A partir de aquí, Zagallo tratará de incrementar el rendimiento de un
equipo que por selección natural había definido su propuesta.

El juego, difuso en cuanto a resultado en el primer tiempo, sobre todo mien-


tras Rivelino no logró el gol del empate, se dinamizó a lo largo de todo el
segundo, apareciendo un Brasil que sorprendió a todos en el estadio Jalisco
de Guadalajara. El dinamismo, la creatividad y la eficacia en las acciones, su
dominio del ritmo y la capacidad para soportar el esfuerzo dentro de una de-
mostración armónica de juego provocaron que Checoslovaquia, menos adap-
tada al entorno y con muy poca capacidad de contrarrestar la creatividad
rival, claudicara ante el juego de Brasil.

En este partido Zagallo encontró la fórmula buscada desde el inicio de su


gestión y Brasil inició el camino hacia una excelencia futbolística que la al-
tura de los estadios mexicanos no pudo condicionar. La adaptación de los
jugadores desde la perspectiva física era importante, pero su dominio del
juego colectivo, las evoluciones equilibradas y la sabiduría a la hora de selec-
cionar el ritmo adecuado a cada acción hizo del hándicap inicial una manera
virtuosa de adaptarse a la realidad. Brasil superaba los escollos externos
que todos deberían sufrir con un fútbol sinfónico.

Muchos dieron especial relevancia a la preparación física, a la presencia del


equipo de militares comandados por Coutinho y a la incidencia de aspectos
como el control a través del test de Cooper y demás medidas para mantener
el esfuerzo el mayor tiempo posible en situaciones óptimas. La realidad nos
muestra que el fútbol jugado desde la perspectiva de la coherencia, la inicia-
tiva espontánea aprendida en la calle y la propia capacidad del jugador brasi-
leño para saber elegir la acción correcta en el momento oportuno dieron lu-
gar a una demostración de capacidad que superaba cualquier obstáculo
externo que se pudiese presentar. Brasil jugaba de tal forma que era capaz
de resolver sus situaciones desde la calidad técnica, desde la absoluta efica-
cia, la precisión y el dominio del medio. No aguantó el esfuerzo corriendo: lo
superó jugando de manera natural.

Partido Brasil vs Checoslovaquia,


1ªjornada fase de grupos del mundial México 70.
Estado Jalisco 3/06/1970.

Ver partido 87

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Y mientras Brasil rompía el hielo en la competición mundialista, Joao Saldan-
ha vivía su realidad alejado del fútbol. Tras el despido de la selección brasile-
ña, Saldanha se había retirado a su casa sin decir una palabra más alta que
la otra. Había demostrado una conducta propia de caballero asumiendo las
circunstancias y afrontando las consecuencias con gallardía. No había roto
su silencio; simplemente se había marchado, esperando volver a realizar lo
que él había considerado siempre su profesión. Y esta no se hizo de rogar.

Mientras Saldanha vivía sus últimos coletazos como máximo responsable de


la comisión técnica del seleccionado de Brasil, Roberto Marinho, creador del
grupo de comunicaciones O Globo y sabedor de la inminente caída del selec-
cionador, había encargado a Waldir Amaral la contratación de Joao Saldanha
para participar como comentarista en Radio O Globo que cubriría el mundial
de México; así lo afirmó en su momento su amigo y compañero Luiz Mendes,
prestigioso periodista deportivo.

Marinho tenía intención de crear un grupo de trabajo excelente con el que


cubrir el evento mundialista y Saldanha sería pieza fundamental en el equipo.
Este colectivo de prestigiosos periodistas estaba formado por los citados
Luiz Mendes y Waldir Amaral, Denis Meneses, Washington Rodrigues y el
mismo Saldanha. Igualmente Marinho puso en contacto a Saldanha con el
principal narrador futbolístico de la cadena TV Record que pasaría a formar
parte del grupo O Globo, Geraldo José de Almeida, y ambos concretaron una
colaboración para transmitir los partidos televisados del mundial.

Pero la dictadura tiene memoria y siempre acecha en los


momentos más inverosímiles. Cuando Joao Saldanha se
disponía a viajar a México para cubrir el mundial, ya sentado
en el avión, con el pasaporte en regla y todo listo para partir,
fue arrojado del avión por un grupo de militares que lo
devolvieron de nuevo a la terminal del Aeropuerto de Galeao.

Saldanha volvía a su foro habitual, como parte de un colectivo de un medio de


comunicación nuevo que crecía como la espuma. Su capacidad para trans-
mitir desde la sencillez se vería tremendamente influenciada por el conoci-
miento de primera mano de la realidad de los jugadores que configuraban el
seleccionado nacional.

Pero la dictadura tiene memoria y siempre acecha en los momentos más in-
verosímiles. Cuando Joao Saldanha se disponía a viajar a México para cu-
brir el mundial, ya sentado en el avión, con el pasaporte en regla y todo listo
para partir, fue arrojado del avión por un grupo de militares que lo devolvie-
ron de nuevo a la terminal del Aeropuerto de Galeao. Sin motivo aparente
le fue impedido volar a México y, ante las continuas protestas y solicitud de
explicaciones, los militares solo acertaron a articular un parco: “O senhor foi
borrado”. Sin más explicaciones le fue impedida la salida del país, haciendo
un ejercicio de fuerza al que Saldanha ya estaba acostumbrado.
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Tal y como cuenta en su entrevista con Geneton Morales publicada nueva-
mente el 4 de junio de 2006, Saldanha ya había vivido episodios parecidos
antes de haber ejercido como seleccionador nacional. En concreto, en 1968
en un viaje privado a Uruguay, con objeto de visitar a amigos de la familia,
exiliados en tiempos de sus padres, aprovechó para contactar y comer con
el presidente depuesto Joao Goulart,; igualmente aprovechó, como reporte-
ro de Radio O Globo, para asistir y cubrir el partido de la selección de Brasil
contra Uruguay. A su vuelta fue retenido en la aduana, le fue requisado el
equipaje de mano y fue obligado a permanecer desnudo, mientras veía cómo
le desgarraban la ropa en su presencia. Permaneció en esa condición a lo lar-
go de seis largas horas, mientras los investigadores militares realizaban las
pesquisas pertinentes. Posteriormente fue liberado sin cargos. La prepoten-
cia militar era habitual en aquella época, una forma manifiesta de transmitir
miedo gratuitamente.

Joao Saldanha tuvo que ingeniárselas para poder salir del país y poder llegar
a México a tiempo de iniciar la cobertura del mundial. Para ello tuvo que ges-
tionar un itinerario propio de una película de espías. Partiendo de Río tuvo que
viajar a Pará y desde allí a Paramaribo, capital de Surinam. En Paramaribo con-
trató un viaje hacia Puerto España, capital de Trinidad y Tobago, en aquellos
tiempos muy tolerante con la gestión de aduanas y desde allí contrató un vue-
lo con Pan-American para viajar a Guatemala. Desde el país centroamericano
pudo llegar finalmente a México, tres días después de haber salido de Brasil.

El 7 de junio de 1970 se enfrentaban en el estadio Jalisco de Guadalajara


dos de las selecciones favoritas al título final, Inglaterra y Brasil. El árbitro
encargado de dirigir la contienda era el israelí Mr. Abraham Klein, auxiliado
por el asistente francés Machin y el peruano Yamazaki.

Jugaron aquel partido:

INGLATERRA: Banks, Wright, Labone, Bobby Moore, Cooper, Mul-


lery, Bobby Charlton (Astle), Ball, Peters, Lee, Hurst. Entrenador:
“Alf” Ramsey.

BRASIL: Félix, Carlos Alberto, Brito, Piazza (Fontana), Everaldo, Clo-


doaldo, Rivelino, Jairzinho, Julio Cézar Cajú, Tostao (Roberto Miran-
da), Pelé. Entrenador: Mario Zagallo.

Brasil presentaba una baja de consideración: Gerson había abandonado el


partido contra Checoslovaquia con molestias y no pudo recuperarse a pleni-
tud para este partido.

Gordon Banks en un alarde de maestría y agilidad,


realiza una de las paradas históricas y desvía el
balón que sale elevado por encima del travesaño.

El encuentro fue igualado en sus comienzos, con ligero dominio inglés, dado
que Brasil salió al césped del Jalisco con demasiadas precauciones. Aun así, 89

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en el minuto once se produce una de las jugadas emblemáticas de este mun-
dial: Jairzinho se interna por la banda derecha, centra cruzado y Pelé conecta
un cabezazo que se dirige hacia la base del poste izquierdo. Gordon Banks
en un alarde de maestría y agilidad, realiza una de las paradas históricas y
desvía el balón que sale elevado por encima del travesaño.

El primer tiempo es de juego combinado por parte inglesa, con Charlton co-
rriendo y sufriendo los avatares de las condiciones meteorológicas, algo que
pagaría en el segundo tiempo. El juego inglés condicionaba en cierta mane-
ra la dinámica del juego brasileño, dado que por momentos no disponía del
balón para gestionar su fútbol. La ausencia de Gerson como arquitecto del
equipo provocó que Rivelino ejerciese de director de orquesta y Cajú se de-
jase caer al sector izquierdo. Las alternativas en el juego morían en los tres
cuartos de cada campo, haciéndose difícil superar la última barrera defensi-
va de ambas escuadras.

En la segunda mitad, el panorama cambió. El juego de Brasil fue más osado y


la pelota se gestionaba desde la creatividad y la eficiencia. El esférico se diri-
gía hacia los espacios debidos en los que el combinado canarinho trataba de
incidir para superar la defensa inglesa. Pelé se dejaba ver por las zonas entre
líneas y provocaba situaciones de desequilibrio que se incrementaban con
su conexión con Tostao. El juego a uno o dos toques entre ambos o su parti-
cipación viniendo desde posiciones avanzadas a situaciones más retrasadas
para jugar al toque con el compañero que progresa eran acciones difíciles de
defender por la defensa inglesa.

El juego por el sector central tenía esa particularidad: uno o dos hombres ca-
yendo entre líneas para dinamizar con una pared o un cambio de orientación
corto a dos toques una jugada que tenía como intención superar todas las
líneas para implementar la acción final en las cercanías del área. En contras-
te, el juego por los sectores exteriores suponía la llegada en acción individual
para, a través del regate, superar al lateral y forzar una situación de gol, bien
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por centro o bien por pase atrasado a los efectivos que venían a ocupar la po-
sición de finalización. Jairzinho y Carlos Alberto por la derecha influenciaban
el ataque brasileño de manera notoria. Everaldo por la izquierda tenía parti-
cipaciones más esporádicas, Julio César Cajú trataba de sorprender con sus
apariciones fulgurantes, pero contadas.

Hasta que en minuto 12 Rivelino, en una acción individual desarrollada de


forma espectacular, llega a la frontal del área y consigue conectar un disparo
con intenciones mortales que Gordon Banks logra despejar de puños a duras
penas. A partir de ese momento, el balón alcanza tras intento de contragolpe
al área brasileña y se sucede una evolución por la banda derecha que llega
a la zona de tres cuartos para que Tostao reciba el balón, en un intento de
dribling la pelota se retrasa y nuevamente Tostao, en una acción individual, la
dirige hacia el sector izquierdo y a trompicones logra zafarse de dos rivales
para entrar en el área y desde la línea de área grande realizar un envío cru-
zado a Pelé, quien baja con maestría el balón en las cercanías del punto de
penalti y cede con inteligencia a la llegada de Jairzinho, que la rompe para
incrustarla en el ángulo izquierdo de la meta de Banks. El partido se quiebra
con este gol y Brasil incrementa su dominio, afrontando el final del partido
como un choque de estilos, el armonioso y elaborado Jogo Bonito frente al
fútbol directo que Inglaterra adopta tras la salida de Bobby Charlton del te-
rreno de juego, agotado por el esfuerzo.

Brasil logra mantener el control del juego, pero no queda exento de llevarse
el susto final, tal es la incidencia del juego directo que ofrece Inglaterra en las
postrimerías del encuentro. Una mala salida de Félix deja el balón franco a
Bell quien envía al travesaño una pelota que olía a gol. El partido se terminó
con la sensación de un Brasil superior, pero con el miedo en el cuerpo tras las
acciones finales de una Inglaterra en busca de un empate que repartiese
unos puntos que, de esta forma, daban la clasificación matemática a Brasil
para la serie de cuartos de final.

Partido Inglaterra vs Brasil,


2ª jornada de la fase de grupos del mundial Méxio1970,
7 de Junio, Estadio Jalisco de Guadalajara.

Ver partido

El último partido de la primera fase lo jugará Brasil contra el seleccionado de


Rumanía el 10 de junio de 1970 en su sede del estadio Jalisco de Guadalajara.
El árbitro del encuentro, el austríaco Ferdinand Marschall, estará acompañado
en las bandas por el uruguayo Ramón Barreto y el colegiado belga Loraux.

Brasil, ya clasificada para cuartos de final, se presentaba a este encuentro


con las bajas de Gerson y Rivelino en el centro del campo, lo que obligaba
a modificar posiciones para mantener el nivel de juego alcanzado hasta el
momento. Fontana ocuparía la plaza de central, Piazza se desplazaría a su
lugar natural del centro del campo y la banda izquierda sería ocupada por el
futbolista de Botafogo Paulo Cezar Cajú.
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Jugaron este partido:

RUMANÍA: Adamache (Raducanu), Satmareanu, Dinu, Lupescu, Mu-


canu, Dumitru, Neagu, Nunweiller, Dembrovski, Dumitrache (Tataru),
Mircea Lupescu. Entrenador: Angelo Niculescu.

BRASIL: Félix, Carlos Alberto, Brito, Fontana, Everaldo (Marco An-


tonio), Piazza, Clodoaldo, Jairzinho, Tostao, Pelé, Paulo Cézar Cajú.
Entrenador: Mario Zagallo.

Brasil se impondría por tres goles a dos, certificando con pleno de victorias
su clasificación para la siguiente fase. El partido se puso pronto de cara para
el combinado verdeamarelo, dado que a los veinte minutos y tras un lanza-
miento de falta Pelé coloca el primer gol en el marcador, con la ayuda mani-
fiesta de un nervioso Adamache. Dos minutos después, en una jugada elabo-
rada por el equipo brasileño, Paulo Cézar Cajú se interna por la banda
izquierda y, tras pase cruzado sobre Jairzinho, este aumenta la ventaja cana-
rinha, dejando el partido encarrilado. Reduciría distancias Dumitrache, en
una acción de fragilidad de la defensa brasileña en la que el jugador rumano
puede revolverse en el área y disparar entre dos defensores. Félix nuevamen-
te muestra sus carencias y facilita la consecución del gol rumano.

El juego combinativo de Brasil favorece la gestión


de la fatiga, facilitando la fluidez en las acciones y
limitando los esfuerzos a lo imprescindible.

El segundo tiempo vuelve a ser de dominio brasileño, equipo que demuestra


en todo momento su solvencia en la gestión del balón, haciendo del pase una
acción relevante, consiguiendo superar las líneas en los momentos oportu-
nos y jugando a uno o dos toques, lo que dificulta mucho la acción defensiva
del rival. Pelé ejerce como pantalla para cualquier jugador brasileño que se
quiera asociar con él, ofreciendo y devolviendo la pared en el momento preci-
so. El juego combinativo de Brasil favorece la gestión de la fatiga, facilitando
la fluidez en las acciones y limitando los esfuerzos a lo imprescindible. Pelé,
nuevamente, en el minuto 21 del segundo tiempo vuelve a marcar, dejando
el partido muy orientado hacia la victoria final. Pero a falta de siete minutos
para el final, una acción por la banda derecha de Satmareanu provoca la sali-
da a destiempo de Félix quien otorga la posibilidad de marcar a Rumanía por
medio de un afortunado Dembrovski.

El resultado final de 3-2 deja descontenta a la torçida que esperaba un par-


tido plácido que terminase en un contundente triunfo de su selección. La rea-
lidad fue distinta, los errores puntuales e individuales afearon un partido que
tendía a una dinámica diferente en la que Brasil se mostró muy superior a su
rival pero que le fue otorgando vida a medida que se sucedían los errores en
el área propia. Zagallo tomó buena nota de las circunstancias por las que un
partido podía ponérsele cuesta arriba, no tanto por las acciones del rival sino
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por demérito de quienes tenían responsabilidades definidas en la parcela de-
fensiva. Un partido en el que Félix demostró sus limitaciones y cuya actua-
ción devaluó el rendimiento colectivo en general.

Partido Rumanía vs Brasil.


3ª jornada de la fase de grupos, mundial México 1979, 10 de
Junio. Estadio Jalisco de Guadalajara.

Ver partido: Parte I.


Ver partido: Parte II.

En esta primera fase del campeonato, Brasil había conseguido encontrar su


once de gala y sobre todo las sensaciones que le permitían desarrollar su
mejor juego. La combinación de efectivos y la distribución espacial de los
mismos a lo largo y ancho del terreno de juego permitió definir su equilibrio
y establecer las prioridades fundamentales en el ejercicio de las facetas de-
fensivas y ofensivas.

Zagallo había definido un estilo definido muy marcado. La defensa en zona


heredada de la época de Saldanha se mantenía inalterada, el posicionamien-
to defensivo se manifestaba en una posición plegada con tendencia al replie-
gue cuando el rival progresaba en conducción. La intervención sobre el balón
se hacía manifiesta generalmente a partir de la entrada del mismo en zonas
del medio campo y eran los jugadores más cercanos quienes ejercían la ac-
ción de entrar. Generalmente en el sector central Clodoaldo se encargaba de
realizar las acciones de cobertura sobre Gerson, el encargado de encarar al
poseedor de la pelota. En los flancos exteriores, Jairzinho y Rivelino o Cajú
solían acompañar al poseedor del balón o a su par, ocupando zonas retrasa-
das sobre las que realizaba ayuda defensiva un Clodoaldo que vigilaba toda
la parcela ancha del centro del campo, se intervenía en el momento en que se
percibía la posibilidad de robar; de lo contrario, se contemporizaba, favore-
ciendo el repliegue y la acumulación de efectivos. En la última línea, la pareja
central se ocupaba del marcaje y seguimiento a zonas intermedias del delan-
tero centro, tanto Brito como Piazza o Fontana eran los encargados de forma
individual de ejercer dicho marcaje mientras quien quedaba libre se ocupaba
de las vigilancias y/o las coberturas. En los flancos exteriores, Carlos Alberto
y Everaldo intervenían de inmediato sobre el poseedor del balón en cuanto
este entraba en su sector tratando de hacer entrada o contemporizar en fun-
ción del desarrollo de la acción.

Brasil se mostró relativamente frágil en este aspecto: defender las accio-


nes que se proyectaban por las bandas y posteriormente se convertían en
centros cruzados suponía una jugada en la que sufrían considerablemente, si
a esto se une la duda y la poca fiabilidad que ofrecía Félix esta acción se con-
vertía en la de principal peligro que podía presentar el equipo rival. Por suerte,
la fiabilidad en la gestión de la pelota y las propias características del juego
ofensivo, facilitaban la labor defensiva, ya que Brasil dominaba la pelota y con
ella el tempo de juego, proporcionando al rival pocas acciones y momentos en
los que generar desequilibrio en las últimas líneas del equipo brasileño.
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En cuanto a las particularidades del juego ofensivo, Brasil presentaba una
iniciación que posteriormente sería fuente de inspiración para muchos entre-
nadores. Los laterales muy abiertos y avanzados una línea en relación a sus
defensas centrales, estos muy separados entre sí y con la participación de
Clodoaldo, quien se retrasaba para participar en el proceso inicial del ata-
que. Esta forma de salir provocaba que tanto laterales como jugadores del
centro del campo tuviesen espacio suficiente para evolucionar y, una vez re-
cibida la pelota, capacidad para moverla con velocidad gracias a la ocupa-
ción de los espacios intermedios de los jugadores situados por delante de la
línea del balón. En este sentido, Gerson, Rivelino y Tostao ofrecían serias al-
ternativas para recibir por dentro, mientras Jairzinho siempre estaba dispo-
nible para iniciar la acción partiendo desde la línea de cal. Pelé evolucionaba
de tal forma que sus movimientos eran complementarios a las acciones de
Tostao, por lo que si uno se caía entre líneas el otro se situaba perpendicular
al balón en la posición más avanzada. El juego era fluido, tal que la pelota
circulaba con precisión a muy pocos toques. Llegados a la zona de tres cuar-
tos de campo, el ritmo ofensivo se incrementaba y era ahí en donde la creati-
vidad y la eficiencia se daban la mano. En la zona de definición de la jugada,
previa a la finalización, Brasil mostraba todo su repertorio y ponía de mani-
fiesto todo su arsenal. Su capacidad para desarrollar la acción individual par-
tiendo de la colectivización del juego o, por el contrario, la acción colectiva
tras una intervención individual, daba a su propuesta una riqueza táctica di-
fícil de contrarrestar, unido a la tremenda capacidad resolutiva y a la disponi-
bilidad de recursos técnicos ofrecidos, que hacían del todo imposible antici-
parse a la jugada.

La finalización de las jugadas eran una constante en cada


ataque, ese era el objetivo, y la consecución provocaba que el
equipo rival, en caso de no encajar gol, se encontrase siempre
con Brasil formado para defender, dado que tras el tiro la
acción siguiente era la de posicionarse defensivamente.

Félix portero Brasil

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Una característica definitoria del juego de Brasil era su enorme capacidad
para llevar el juego al área rival: las jugadas se elaboraban hasta entrar con
la pelota en el área, ofreciendo una mayor probabilidad de definición con atis-
bos de éxito.

La finalización de las jugadas eran una constante en cada ataque, ese era
el objetivo, y la consecución provocaba que el equipo rival, en caso de no
encajar gol, se encontrase siempre con Brasil formado para defender, dado
que tras el tiro la acción siguiente era la de posicionarse defensivamente.
Conseguir desarrollar un contraataque con Brasil desorganizado significaba
que el equipo canarinho había perdido el balón antes de la finalización de la
acción, aspecto que se daba en pocas ocasiones en comparación con otros
equipos; ahí radicaba otra virtud que trascendía al propio juego y favorecía
la gestión de esfuerzos. Brasil no necesitaba realizar grandes ajustes defen-
sivos precedidos de acciones físicas de desgaste porque su capacidad para
finalizar las acciones provocaba que inmediatamente después estuviese en
disposición de defender con todos sus efectivos organizados.

La sucesión de acciones ofensivas y defensivas daban al juego de Brasil una


armonía en ritmo y en gestión de esfuerzos extraordinaria que paliaba los im-
pedimentos que provocaba la altura y el calor. Brasil había encontrado un es-
tilo de Jogo Bonito que le permitía gestionar la pelota, encontrar los caminos
de cara al gol, definir las acciones en términos de velocidad en los espacios
elegidos y finalizar con eficiencia en un ratio de éxito muy elevado. Con ello
provocaba un sobreesfuerzo técnico y táctico en el rival, un agotamiento de
las reservas físicas del adversario y una fatiga mental derivada de la tensión
provocada por la enorme capacidad individual de la mayoría de los jugadores.
No saber por dónde se va a evolucionar, cuándo se va a cambiar de ritmo,
tanto en términos individuales como colectivos, y qué espacios se ocuparán
en términos de tiempo generaba en los rivales situaciones que poco a poco
iban minando su potencial a lo largo de los partidos. Por ello, Brasil provoca-
ba no solo desajustes con su juego, sino que psicológicamente alteraba al
rival en términos de incertidumbre.

El preciosismo y la estética iban acompañados de un nivel de eficacia extre-


madamente alto y la capacidad para generar sinergias grupales entre dos o
tres jugadores en determinadas zonas del terreno de juego, incrementaba
sus posibilidades de éxito, tanto en la gestación de la jugada como en la cul-
minación de la misma.

Organizarse a través de la distribución del juego de Gerson o Rivelino y te-


ner la opción de desequilibrar entre líneas con Tostao y Pelé saliendo de sus
posiciones, provocaba desajustes constantes en defensas rígidas con roles
enquistados en el marcaje y seguimiento individual. Por momentos, Brasil no
presentaba a ningún futbolista en punta de lanza pero sus movimientos en las
acciones jugadas derivaban en llegadas en oleadas, con situaciones de venta-
ja al progresar de frente y encontrarse desplazándose de cara hacia la portería
rival mientras que los rivales esperaban pasivos o replegaban de espaldas o
marcha atrás para, posteriormente, iniciar una carrera que ya tenían perdida
por la economía de movimientos de los jugadores brasileños y los constantes
giros y desequilibrios a los que se veían sometidos los jugadores rivales.
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El compendio de acciones complejas desarrolladas desde la simplicidad deriva-
da de un dominio tan exultante de la técnica individual y colectiva hacía del juego
de Brasil algo sobre lo que no se tenía una respuesta inmediata, salvo que se re-
curriese a la acción antirreglamentaria. Brasil estaba poniendo de manifiesto en
México 1970 la exaltación absoluta del juego entendido desde el arte, pero no
exento del cientifismo considerado desde la perspectiva del dominio del espa-
cio, del tiempo de ejecución y de reacción. La velocidad en el momento oportuno
significaba una ventaja para un Brasil concebido para atacar, para dominar el
juego desde la posesión de la pelota y para desequilibrar cada duelo individual
desde la gestión de una simbiosis cuerpo/balón, a la que nadie podía llegar a
equipararse. La técnica defensiva estaba siendo destrozada literalmente desde
la ejecución excelente de las acciones ofensivas. Y el pase como elemento des-
equilibrante había tomado una dimensión no vista hasta la fecha.

Brasil iniciaba la segunda fase del campeonato ofreciendo un repertorio futbo-


lístico único. Su próximo rival, Perú, de la mano de Didí, seguía el mismo camino.

La dictadura militar tenía muy presente el papel de Brasil en el campeonato


del mundo de México 1970. La organización del día a día del seleccionado
estaba bajo la tutela de una estructura comandada por mandos del ejército
brasileño. La disciplina derivada de un orden marcial se vivía de una u otra
manera en la convivencia diaria de la selección. Los cortes de pelo de los
jugadores eran una manifestación clara de cómo se habían adoptado me-
didas en relación a la imagen dada hacia el exterior. Los comentarios post
partido eran acordes a una política previamente planteada. El país estaba
totalmente volcado con la selección, los mensajes de los jugadores estaban
medidos en relación a su deber como patriotas y a su compromiso con la
gente. El aparato propagandístico de la dictadura Médici no dejaba pasar la
oportunidad y cada encuentro era presentado como una cruzada del pueblo
brasileño contra los enemigos del régimen. Los jugadores, ambivalentes, no
mostraban una actitud conforme a su poder de convocatoria, simplemente
entrenaban, jugaban y trataban de hacerlo lo mejor posible, pero conocían
la realidad en la que vivía su país, sabían lo que el régimen militar hacía pero
eran igualmente conscientes que un comentario fuera de lugar podría provo-
car su salida inmediata del equipo. Unos, tolerantes con la dinámica vivida;
otros, silenciados y silenciosos por miedo a lo que pudiera pasar.

La salida de Saldanha había sido escenificada como la extirpación de un mal


que amenazaba la estabilidad del grupo y hubo quien justificó esta interpre-
tación de los hechos como represalia a su mala relación con el anterior selec-
cionador, como era el conocido caso de Félix, portero de Fluminense, quien
tuvo varios desencuentros personales con Joao Saldanha en su etapa como
técnico, algo que curiosamente no influyó en el hecho que fuera el portero
titular de Brasil en gran parte de los partidos defendidos por el propio Sal-
danha al frente de la selección.

Mientras Saldanha se ocupaba de transmitir los


partidos para el grupo O Globo y mantenía una
posición alejada de todos los focos de opinión, no 96
dejaba de ayudar en la medida de sus posibilidades a Índice
sus compañeros del partido comunista. Revista#14
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Otros jugadores, más sensibles con la realidad de su país como Gerson o
Tostao, conocían las restricciones en las que vivían sus conciudadanos pero
optaron por no argumentar nada mientras el mundial seguía su curso. El cam-
peonato como escaparate mundial fue simplemente un evento en el que Bra-
sil y sus jugadores se dedicaron a jugar sin ambicionar ningún tipo de puesta
en escena que permitiese al mundo recriminar la ausencia de libertades de
su país, la limitación de derechos y las desapariciones de ciudadanos perte-
necientes a organizaciones incómodas para el aparato militar. Algunos, como
el caso de Pelé, no solo no argumentaron en su contra aprovechando su po-
pularidad sino que se aprovecharon de su condición para seguir vendiendo su
imagen. Zagallo, conocedor de la realidad en la que estaba metido y con me-
dio cuadro técnico con vinculación militar, asumía el hecho como algo inhe-
rente al cargo y seguía su camino.

Mientras Saldanha se ocupaba de trans-


mitir los partidos para el grupo O Globo
y mantenía una posición alejada de todos
los focos de opinión, no dejaba de ayudar
en la medida de sus posibilidades a sus
compañeros del partido comunista, ahora
en la clandestinidad, a pesar de saberse
observado y vigilado por lo que pudiese
comentar en relación a los hechos pasa-
dos meses atrás. Su papel como selec-
cionador fue borrado por completo por
los intereses personales de algunos diri-
gentes muy vinculados con la cúpula mi-
litar y la victoria se disfrutaba como algo
propio del trabajo realizado por la actual
comisión técnica. Mientras Coutinho y el
aparato militar adscrito al propio selec-
cionado brasileño mantenía a raya a todo
lo que se acercase al día a día de la se-
lección. La vigilancia militar era una cons-
tante y la existencia de policía secreta in-
filtrada entre la torçida era algo más que
una simple especulación.

El 14 de junio de 1970, Brasil se enfrentaba en la fase de cuartos de final al


seleccionado de Perú. Ambos conjuntos habían ofrecido en la primera fase
del torneo, el fútbol más llamativo de todo el campeonato y dirimirían entre
ellos su presencia en semifinales. Brasil recuperaba para este encuentro a
dos de sus más importantes baluartes, Gerson y Rivelino, y mantendría en el
once titular al joven Marco Antonio en el lateral izquierdo de la zaga, el pues-
to más abierto de todos los que conformaban el once titular.

Perú presentaba un equipo que no escondía muchos datos al equipo brasile-


ño, ya que se habían enfrentado en el debut de Saldanha con Brasil por par-
tida doble. Didí, antiguo compañero de Zagallo en Botafogo y en la selección
brasileña, había diseñado un equipo muy equilibrado y con gran capacidad de
resolución, con particularidades muy similares al propio Brasil, un elenco de
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jugadores con enorme capacidad para gestionar la pelota, un ataque carente
de un delantero centro específico pero con jugadores con gran talento para
ocupar posiciones llegando desde atrás, una defensa con un gran mariscal,
como era Chumpitaz pero con ratios de error elevados y un portero incon-
sistente, capaz de lo mejor y de lo peor. Dos equipos con muchos puntos
en común y con dos referencias obligadas: por Brasil, Pelé, con el permiso
respetuoso de Tostao; y en Perú, Teófilo Cubillas, un jugador que asombró al
mundo en el transcurso de este mundial.

Jugaron este partido en el estadio Jalisco de Guadalajara y arbitrado por el


colegiado belga, Vital Loraux, auxiliado por húngaro Emsberger y austríaco
Marschall, los siguientes protagonistas:

PERÚ: Rubiños, Campos, Fernández, Chumpitaz, Fuentes, Mifflin,


Baylon (Sotil), Cubillas, Challe, Perico León (Reyes), Gallardo. Entre-
nador: Valdir Pereira, “Didí”

BRASIL: Félix, Carlos Alberto, Brito, Piazza, Clodoaldo, Gerson (Pau-


lo Cézar Cajú), Jairzinho (Roberto Miranda), Tostao, Pelé, Rivelino. En-
trenador: Mario Zagallo.

Brasil mantuvo el nivel de juego mostrado hasta


el momento y llegó a interacciones realmente
brillantes en instantes determinados del partido.

En el que muchos consideran el mejor partido de este campeonato del mundo,


Brasil se impuso, no sin problemas, por cuatro goles a dos a un combinado pe-
ruano que tuvo en su defensa y su portero gran parte de la causa de su elimina-
ción. Marcaron pronto Rivelino y Tostao, quienes se aprovecharon de las inde-
cisiones de Rubiños y su relación con la defensa, en los minutos once y quince
respectivamente, para reducir posteriormente distancia el peruano Gallardo
en el minuto veintiocho en una acción muy parecida al gol de Tostao, con fallo
manifiesto del portero Félix. En la segunda parte Tostao nuevamente amplía
la ventaja en el minuto siete, para reducir Cubillas en el minuto veinticuatro.
Jairzinho, fiel a su cita con el gol, sentenciaba el partido y la eliminatoria con
un extraordinario tanto en el minuto treinta y uno de la prolongación.

Brasil mantuvo el nivel de juego mostrado hasta el momento y llegó a interac-


ciones realmente brillantes en instantes determinados del partido. El papel
relevante de Tostao y Rivelino demostraron que el equilibrio de este equipo no
radicaba en posiciones fijas sino en la ocupación de los espacios relevantes
en el juego en cada momento. Rivelino, en principio actuando escorado en el
sector izquierdo, alcanzaba a cambiar de posición en función de los movimien-
tos de Tostao y Pelé; entre los tres se turnaban en racionalizar las posiciones
preponderantes en el juego en función de la situación del balón y de la propia
dinámica de movimientos. Rivelino además adoptó la función de Gerson en el
momento en que este fue sustituido por Paulo Cézar, quien se situó como es-
pecífico extremo izquierdo. El juego de Brasil evolucionaba en toda su riqueza
98

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y matices. La incertidumbre creada en el rival era manifiesta y la ejecución
de las acciones se presentaba con una limpieza y una velocidad claras. Este
partido en particular es la demostración palpable de que el fútbol es ritmo y
cambio de ritmo. Por momentos, las salidas claras, en superioridad a una ca-
dencia poco exigida se transformaba en una acción trepidante en cuanto Ger-
son realizaba un envío largo que rompía la armonía del juego o se procedía a
una sucesión de pases a un toque que culminaban con una acción individual de
Jairzinho, apoyado generalmente por Carlos Alberto.

El juego fluía con la incidencia de un Pelé que jugaba con el metrónomo mar-
cando el ritmo; ahora toco, ahora me paro, ahora arranco en velocidad, apor-
tando tal diversidad de acciones que producía rendimientos en todas y cada
una de sus decisiones. Desde la perspectiva espacial, determinante la visión
de Tostao, rompiendo siempre el entramado defensivo peruano al caerse en-
tre líneas y lograr enlazar con sus dos principales asociados, Rivelino y Pelé.
Destacable la siempre escondida relación entre Piazza y Clodoaldo, quienes
daban un sentido práctico a la iniciación de los ataques, favoreciendo siem-
pre la mejor opción en cada ocasión. La elección del tercer hombre a recibir
era una constante en el juego brasileño en cada proceso de su evolución ofen-
siva, siendo habitual ver al jugador de espaldas a la portería rival, recibiendo
y soltando inmediatamente para que un tercero, habilitado por su movimien-
to, recibiese con seguridad y pudiese progresar generando desequilibrios
inmediatos. A todo ello hay que añadir los aportes de los jugadores que sor-
prenden llegando desde espacios atrasados, caso de Carlos Alberto y Marco
Antonio y en momentos puntuales las arrancadas de Gerson, Clodoaldo o el
mismo Rivelino cuando asumió posiciones más retrasadas. El repertorio de
acciones se vio beneficiado por la riqueza futbolística de un rival que en nin-
gún momento perdió la cara al partido. En un toma y daca constante, Brasil
acertó más y erró menos, algo que la defensa peruana no pudo afirmar, bien
por el error inducido de tener a un rival de tanta enjundia delante, como por
el hecho de ser una línea frágil en su conjunto.

Brasil logró el pase a semifinales con un juego complejo y elaborado que rom-
pía con los cánones establecidos de ausencia de flexibilidad estratégica y
poca movilidad horizontal y transversal. Brasil jugaba hacia adelante movien-
do sus piezas tanto a lo ancho como a lo largo del campo, dominando los tres
flancos de ataque y dotando a cada sector de los jugadores necesarios para
culminar las acciones con éxito, con la disponibilidad adecuada y el plus de-
rivado de una ejecución superior a la que cualquier aspirante a la victoria
pudiese ofrecer.

Partido Perú vs Brasil.


Estadio Jalisco de Guadalajara,
Cuartos de final del mundial México 1970, 10 de junio.

Ver partido.

El 17 de junio de 1970, Brasil enfrenta a Uruguay con su equipo de gala. El


gran clásico sudamericano en el mejor evento posible, jugándose una plaza
para la gran final. Uruguay, considerada por parte de la prensa brasileña can- 99

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didata al título final venía de ofrecer un fútbol muy sólido y organizado. Con un
sobreesfuerzo derivado del partido de cuartos contra la URSS, con quienes
llegaron a la prórroga para dirimir el partido, Uruguay buscaba ofrecer su clá-
sico porte compacto y riguroso que tantas veces provocó la desesperación de
Brasil, históricamente un rival a quien habitualmente tenía la medida tomada.

Brasil venía crecido de su vital triunfo ante Perú, habiendo destapado nueva-
mente el tarro de las esencias y demostrado al mundo que el fútbol es arte.
Un arte popular como bien dejó claro Joao Saldanha en su momento.

Saldanha mantenía su posición ausente de protagonismo, realizando un ejer-


cicio de difusión futbolística en la cadena O Globo que estaba llamando la
atención por su calidad y por el respeto mostrado al combinado verdeamare-
lo en todo momento. Emocionado por el juego y disfrutando del ejercicio de
un fútbol único, Saldanha solo podía contribuir al espectáculo poniendo voz
y calidad dialéctica a su cometido.

El estadio Jalisco de Guadalajara se había convertido en el verdadero san-


tuario brasileño en este mundial y volvía a recibir a la torçida en su nuevo
envite ante la afición charrúa. El partido presentaba todos los alicientes para
ofrecer un espectáculo acorde al evento. Rivalidad histórica y como premio,
jugar la finalísima de un mundial que se estaba caracterizando por la elevada
calidad técnica de los equipos que habían llegado a los estadios finales de la
competición. Dirigía la contienda el árbitro español José María Ortiz de Men-
dibil, auxiliado por Marschall de Austría y Bakhamov de la URSS.

Jugaron el partido de semifinales los siguientes protagonistas:

URUGUAY: Mazurkiewicz, Ubiña, Ancheta, Matosas, Mujica, Mon-


tero Castillo, Ildo Maneiro (Víctor Espárrago), Cortés, Cubilla, Fonte,
Morales. Entrenador: Juan Hohberg.

BRASIL: Félix, Carlos Alberto, Brito, Piazza, Everaldo, Clodoaldo,


Gerson, Rivelino, Jairzinho, Tostao, Pelé. Entrenador: Mario Zagallo.

Mucho se habló en su momento sobre las connotaciones derivadas de este


partido, su trascendencia y sobre todo el sentimiento de revancha que mu-
chos jugadores brasileños expresaron públicamente, como venganza al Ma-
racanazo de 1950. Cierto es que alguno no había nacido aún en aquellas
fechas y que muchos de ellos eran niños pequeños, con recuerdos escasos
de ese evento. Pero se le dio rango de compromiso nacional y se afrontó
como un encuentro para reivindicar la fortaleza de un Brasil herido por la his-
toria. Seguramente el Negro Jefe, don Obdulio Varela, tendría algo que decir
al respecto, pero el fútbol siempre da oportunidad a quien necesita regenerar
con juego y criterio batallas perdidas en el pasado.

En mente solo tenían un objetivo: llegar a la final y para


conseguirlo implementaron una puesta en escena de
fútbol único, en el que la armonía se daba la mano con
cada solista que se atrevía a mostrar su destreza.
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Lo cierto es que Brasil ofreció un recital de talento y fútbol en el césped del
estadio Jalisco. Uruguay, con un equipo muy equilibrado y estructurado des-
de un sentimiento defensivo muy marcado, no tuvo la presencia de uno de
sus más renombrados valores, Pedro Rocha, ausente igualmente en parti-
dos anteriores, pero ofreció una alternativa de fútbol al que Brasil no había
enfrentado hasta el momento. La realidad es que el fútbol propuesto por
Hohberg como máximo responsable de la selección charrúa fue insuficiente
para combatir la avalancha de creatividad con la que el combinado canarinho
deleitó al público de Guadalajara. En mente solo tenían un objetivo: llegar a
la final y para conseguirlo implementaron una puesta en escena de fútbol
único, en el que la armonía se daba la mano con cada solista que se atrevía
a mostrar su destreza y su ingenio con el balón de por medio. Brasil se había
estructurado en torno a un colectivo que funcionaba como un todo, organi-
zado y matizado al punto de que cada acción era realizada siempre desde
la máxima eficiencia y el máximo valor estético, algo no logrado por ningún
equipo hasta el momento.

El resultado final de tres goles a uno es una consecuencia de un juego or-


questado para desbloquear las claves que la victoria tenía escondida en lo
más profundo del orgullo celeste. Brasil ganó con suficiencia y sentenció el
debate, Uruguay fue digno rival, pero alejado del saber hacer de una selec-
ción que jugaba como un equipo.

Uruguay golpeó primero, por medio de Luis Cubilla en el minuto 18, en un


fallo en cadena de la defensa brasileña y, posteriormente, el portero Félix y
Brasil acusó el golpe y la posterior estrategia uruguaya de defender y contra-
atacar. El gol importante lo anotó Clodoaldo en el minuto 45 del primer tiem-
po, el gol psicológico que permitió a Brasil correr hacia los vestuarios con la
sensación de que aún estaban en el camino de la victoria. El segundo gol lo
anotará Jairzinho, siempre fiel a su cita con el gol, quien puso el partido en
clara franquicia y corrobora el juego con el resultado. Finalmente Rivelino, en
el último minuto del partido, logra la sentencia definitiva que daba la victoria
y el pase a la finalísima del mundial.

Pelé y
Mazurkiewicz

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Este partido supuso el primer gran reto al que se enfrentaba el seleccionado
brasileño en el mundial. Empezar perdiendo y totalmente contrarrestado su
juego ofensivo en los primeros minutos de juego, provocó que el equipo ver-
deamarelo tuviese que sacar lo mejor para doblegar a un Uruguay que tenía
mucho potencial en la parcela defensiva y en mediocampo, jugadores como
Ancheta y Matosas en los centrales y Montero Castillo vigilando cada movi-
miento de Pelé o Tostao, dificultaba muy mucho el hacer colectivo del cuadro
brasileño. Además, arriba presentaba una delantera atípica por lo funcional y
por su disposición en el campo: Morales, extremo izquierdo, y Cubillas extremo
derecho se repartían desde afuera hacia adentro todo el ancho del frente de
ataque sin ningún delantero centro de referencia. Su velocidad y picardía con-
trastaban con una defensa en la que Everaldo y Brito sufrían más de la cuenta
y en las que el error individual volvió a incidir, esta vez en una combinación
entre Carlos Alberto y Piazza que derivó en un robo de Morales y un pase mor-
tal a Cubillas, que supo concretar dentro del área ayudado por el mal posicio-
namiento bajo los palos de Félix.

Uruguay, tras el gol, incrementó su nivel de presión


y mantuvo muy vigilados a los cuatro elementos
determinantes del desarrollo del juego colectivo
brasileño: Pelé, Rivelino, Tostao y Gerson.

El juego de Brasil quedaba condicionado por un posicionamiento de Uru-


guay que hacía daño desde la perspectiva táctica al cuadro brasileño, con
un comportamiento competitivo aderezado de puntuales acciones violen-
tas que marcaban un terreno al borde del reglamento y con una disminución
de los espacios hábiles que provocaba que Brasil tuviese que resolver en
acciones individuales sobre las que Uruguay siempre presentaba ayudas
defensivas. El juego requería otras soluciones diferentes y estas irían apa-
reciendo a medida que el grupo percibía la realidad del partido. Desde fue-
ra, Zagallo permanecía en silencio, sin aportar ninguna variante y dejando
en la autogestión de sus estrellas la posibilidad de encontrar vías por las
que retornar a los caminos conocidos. Mientras tanto, el tiempo corría y
favorecía los intereses de un Uruguay muy centrado y dispuesto a vender
cara su posición de privilegio.

Uruguay, tras el gol, incrementó su nivel de presión y mantuvo muy vigilados


a los cuatro elementos determinantes del desarrollo del juego colectivo bra-
sileño: Pelé, Rivelino, Tostao y Gerson. Ninguno de ellos podía jugar con con-
tinuidad, dado el acoso inmediato al que se veían sometidos. Clodoaldo lleva-
ba junto a Carlos Alberto y Jarizinho el peso del juego ofensivo del equipo, la
banda derecha era la principal vía de avance del combinado de Brasil, igual-
mente era saturado por jugadores que participaban en el proceso defensivo
de Uruguay. El juego se bloqueaba por ese espacio y Clodoaldo no era capaz
de dinamizarlo por el resto de sectores del terreno de juego. Uruguay había
maniatado estratégicamente a Brasil; Montero Castillo sobre Pelé y Cortés
sobre Gerson provocaban un apagón en la realidad ofensiva de Brasil.
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Pero Brasil tenía algo que nadie más poseía:
la interacción de efectivos de altísima calidad
provocaba puntualmente situaciones de peligro
que hacían pensar al rival que en cualquier
momento podrían sufrir un disgusto.

Pero Brasil tenía algo que nadie más poseía: la interacción de efectivos de
altísima calidad provocaba puntualmente situaciones de peligro que hacían
pensar al rival que en cualquier momento podrían sufrir un disgusto. Juntar
alrededor de un balón a Gerson y Rivelino, con las participaciones sobre los
espacios, cada vez más reducidos, de Tostao y la incidencia puntual de Pelé,
capaz de entender la problemática del juego y habilitar a un toque a cualquier
jugador de su equipo, suponía un activo de una variedad estratégica incalcula-
ble; si además unimos el papel desestabilizador de Jairzinho, siempre apoyado
por Carlos Alberto y la clarividencia de un Piazza que interpreta la realidad del
problema a resolver como nadie, adaptándose a la ausencia de delantero cen-
tro e incorporándose en ataque a la línea inmediatamente superior para gene-
rar valor con su presencia, nos encontramos ante un equipo con capacidad
para afrontar cualquier circunstancia del juego y superar cualquier eventuali-
dad que pueda surgir, por compleja que pueda parecer. Y así Brasil fue minan-
do a Uruguay poco a poco, con dentelladas de creatividad, con pequeños des-
tellos de luz en medio de la oscuridad, que los guiaba con certeza a la portería
del rival. El gol podía llegar en cualquier momento, pero justamente llegó en el
momento oportuno, con un Clodoaldo acertado que logra empujar el balón ha-
cia las mallas de la meta de Mazurkiewicz en el instante preciso, en el momen-
to en el que no habría una respuesta posterior. Brasil se iba al descanso con el
partido empatado, a pesar de haber sido bloqueado en su juego y de haber
pagado con creces un error grave en un espacio del terreno de juego vital.

Y así Brasil fue poco a poco imponiendo su fútbol en


un partido complejo en el que el virtuosismo tuvo que
ganarse su sitio con una argumentación contundente.

El segundo tiempo fue una manifestación de una lucha entre el orden y el


rigor táctico de un equipo, Uruguay y la constante erosión de una fortale-
za endurecida por la confianza, de un juego basado en la triangulación, en
la interacción combinada de efectivos que trataban de ganar cada espacio
conquistado a base de fútbol y de velocidad en la ejecución de las acciones.
Y, sobre todo, es espectro estratégico dibujado, la creatividad individual, la
capacidad para generar valor futbolístico en la virtud de acertar el gesto, la
intención y el deseo de implementar lo que la inconsciencia crea. Brasil po-
niendo el poderío colectivo de un grupo bendito por la calidad y, además, el
aporte personalizado de cada partícipe, dispuesto a sacar lo máximo en cada
acción en la que participa. Y así Brasil fue poco a poco imponiendo su fútbol
en un partido complejo en el que el virtuosismo tuvo que ganarse su sitio con
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una argumentación contundente. El gol y la confianza derivada del mismo
hicieron todo lo demás.

Y el gol que desequilibraría la balanza llegó, ¡cómo no!, de las botas de un


Jairzinho imperial. El gol y Jair en este mundial iban permanentemente de
la mano. Jairzinho rompe a correr en la zona de medios de su propio campo,
se apoya en Pelé que con un toque magistral habilita como tercer hombre a
Gerson, que nuevamente a un toque devuelve a Jair que viene en carrera y
desborda con la misma en conducción a toda la defensa uruguaya y se plan-
ta delante de Mazurkiewicz para tocar con sutileza hacia el palo derecho y
depositar el balón con clase y claridad. Brasil, en un fogonazo de creatividad,
rompía el partido y justificaba la realidad del fútbol como arte de la triangula-
ción con desequilibrio en el juego colectivo.

A partir de ese momento, el juego fue patrimonio de una selección canarinha


que vivía con impaciencia la lentitud del paso de los minutos, hasta que Rive-
lino decidió acabar con la agonía y facilitar la digestión de una victoria muy
esperada, con la consecución de tercer y definitivo gol, al albor del final del
encuentro. Brasil lograba sentenciar la semifinal ante un rival de postín que
lo había puesto en tesituras complicadas a lo largo de 80 minutos, hasta que
por acción de unos zapadores magistrales pudo romper el muro de conten-
ción que retenía la fantasía de su juego y dejar volar el criterio natural de un
equipo llamado a jugar con la soltura de quien domina su arte.

Brasil volvería a luchar por un título mundial, en un campeonato condicionado


por el calor, la altura y la diversidad futbolística de dos continentes que con-
trastaban su filosofía en todas las facetas del juego. Brasil lucharía con Italia
por elevar y quedarse en propiedad la Copa Jules Rimet.

El acceso a la final desató la locura entre la afición


brasileña, tanto la que había viajado para acompañar a su
equipo en tierras aztecas, como la que se había quedado en
Brasil. La gente volvía a creer en su selección, que le había
dado sobrados motivos para otorgarle toda la confianza.

Partido Uruguay vs Brasil, semifinales de la copa del mundo.


México 1970, 17 de Junio, estadio de Jalisco, Guadalajara.

Ver partido

El acceso a la final desató la locura entre la afición brasileña, tanto la que


había viajado para acompañar a su equipo en tierras aztecas, como la que se
había quedado en Brasil. La gente volvía a creer en su selección, que le había
dado sobrados motivos para otorgarle toda la confianza. El valor futbolísti-
co recuperado tras el paso de Saldanha, quien reivindicó para su grupo la
reactivación de un fútbol característico por costumbre y por estilo en Brasil,
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O Jogo Bonito, fluía con solvencia en el campeonato del mundo, volviendo
a demostrar, tras un período de incertidumbre que el pueblo brasileño tenía
un patrimonio nacional en su manera de concebir este juego. Zagallo, sa-
biamente dejó que el estilo discurriese sin trabas, facilitando el ejercicio del
mismo por unos hombres acostumbrados a crear juntos. Este equipo solo
necesitaba el certificado oficial para ser declarado el referente absoluto de
una manifestación popular enraizada en toda una sociedad, y esa certifica-
ción solo la daba el campeonato del mundo.

Para ello necesitaba imponerse en resultado y estilo a una de las mejores


selecciones del momento, la Italia de Valcareggi.

Italia defendía muy replegada, con gran acumulación


de efectivos para sacar posteriormente partido a su
vertiginoso contragolpe y a la calidad individual de
los jugadores encargados de resolver las acciones
en la finalización.

Brasil iba a contrastar modelo de juego con un equipo que se configuraba


alrededor de un elenco de figuras de primer orden estructuradas en una di-
námica de juego asumida desde siempre. La distribución defensiva de este
equipo marcaba la organización de todo el juego en su conjunto, Italia de-
fendía muy replegada, con gran acumulación de efectivos para sacar pos-
teriormente partido a su vertiginoso contragolpe y a la calidad individual de
los jugadores encargados de resolver las acciones en la finalización. Riva,
Mazzola, Boninsegna, lanzados por la creatividad de De Sisti y el esfuerzo
inagotable de Domenghini, ofrecían alternativas de sobra para culminar cual-
quier acción ofensiva.

Pero Brasil venía de pasar una durísima prueba contra Uruguay y sabía que
no iba a tener que sufrir la presión incesante sobre el juego de creación en el
centro del campo sino que le sería otorgada la iniciativa del juego, con la que
tendría que ingeniárselas para encontrar los espacios necesarios para llegar
a la portería rival con suficiencia. El juego iba a fluir principalmente en el últi-
mo tercio del campo rival, por lo que debía garantizar que cada vez que los
ataques fuesen abortados, proporcionar efectivos más que suficientes a ta-
reas defensivas para evitar que los contragolpes rivales adquiriesen rango
de máximo riesgo. A ello había que añadirle la exigencia de no convivir con
tanta naturalidad con el error en la última línea defensiva y esperar que Félix
no concediese ninguna acción de ventaja sobre el juego rival, que provocase
como en otras ocasiones, situaciones de desventajas parciales.

La final del mundial debía jugarse desde el rigor


estratégico y desde la más absoluta confianza en las
posibilidades y potencialidades colectivas e individuales.

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El 21 de junio de 1970, a las 12 del mediodía, hora local, tendría lugar la
gran final en un marco extraordinario como era el estado Azteca de la ciudad
de México. Lleno hasta la bandera, 107.412 personas tendrían el privilegio
de disfrutar de una final muy esperada. El árbitro del partido, el alemán orien-
tal Rudolf Glockner, asistido por Scheuer de Suiza y Coerezza de Argentina,
serían los encargados de velar por la administración de unas reglas de juego
que garantizasen el buen discurrir del encuentro.

En la grada, un personaje especial asistía emocionado


al evento final que determinaría el campeón. En el
área destinada a la prensa, los miembros del equipo de
comentaristas de la red O Globo asistían expectantes
al gran partido final, entre ellos, Joao Saldanha.

Jugaron la gran final del mundial de México 1970 los siguientes protagonistas:

ITALIA: Albertosi, Burgnich, Cera, Rosato, Fachetti, Bertini (Juliano),


Mazzola, De Sisti, Domenghini, Boninsegna (Rivera), Riva. Entrena-
dor: Ferruccio Valcareggi.

BRASIL: Félix, Carlos Alberto, Brito, Piazza, Everaldo, Clodoaldo,


Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé, Rivelino. Entrenador: Mario Zagallo.

Brasil saltaba al terreno de juego del estadio Azteca con su once de gala. En
la grada, un personaje especial asistía emocionado al evento final que deter-
minaría el campeón. En el área destinada a la prensa, los miembros del equi-
po de comentaristas de la red O Globo asistían expectantes al gran partido
final, entre ellos, Joao Saldanha, micrófono en mano, se disponía a comentar
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desde su sabia perspectiva las aventuras de sus antiguos pupilos, muy cer-
canos ya a la consecución de la gloria final. Geraldo José de Almeida llevaría
el peso del relato, proporcionando uno de los más importantes aportes perio-
dísticos llevados a cabo a lo largo de la historia de los medios de comunica-
ción de Brasil; junto a ambos, Leónidas da Silva, “el diamante negro”.

El partido se jugaría en unas condiciones complicadas, mucho calor, la altu-


ra de la ciudad, la tensión propia de un partido de estas características y el
peso de todo un torneo en las piernas podían ser elementos determinantes a
la hora de incidir en la dinámica propia del juego.

Brasil salió desde el primer momento tratando de dominar la contienda, pero


Italia en los primeros momentos respondió quitándole el balón y proyectán-
dose al ataque. En los momentos de pérdida los italianos replegaban hasta el
primer tercio de su propio campo e iniciaban desde ahí su protocolo defensi-
vo con el mayor número de efectivos cerrando espacios y marcando a los ju-
gadores más relevantes del equipo brasileño. Valcareggi había tomado bue-
na nota de la disposición de Uruguay y su vigilancia personalizada sobre los
elementos que más dinamizaban el juego de Brasil, Tostao, Pelé, Gerson y
Rivelino. Su disposición, menos atrevida, permitía maniobrar a todos ellos en
posiciones entre líneas que les permitían enlazar jugadas con una velocidad
de ejecución no esperada. Así como Uruguay le negó la posibilidad de manio-
brar a Gerson, Italia permitió que el cerebro brasileño organizase los ataques
sin mayor presión, otorgando mayor relevancia a Pelé y Tostao.

Brasil volvía a poner de manifiesto las particularidades


de su juego, ortodoxo y ordenado por el lado derecho,
alterno y no lineal por el sector izquierdo.

Rivelino
en la Final

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Brasil se encontró pronto con el control del juego y con la posibilidad de crear
tanto desde la interacción colectiva como desde la iniciativa individual. Al
contrario que contra Uruguay, Jairzinho se encontraba enfrente con un de-
fensor que le impediría maniobrar a gusto, sobre todo cerrándole las diago-
nales interiores, pero por el contrario, contaría con la participación activa de
un Carlos Alberto que llegaba a posiciones de tres cuartos sin mayor oposi-
ción, provocando una superioridad posicional manifiesta que contrarrestaba
el poder de contención del lateral del Inter de Milán.

Brasil volvía a poner de manifiesto las particularidades de su juego, ortodoxo


y ordenado por el lado derecho, alterno y no lineal por el sector izquierdo.
La movilidad de Rivelino, que buscaba actuar por los diferentes frentes de
ataque, y la participación continua de Tostao, aportando sus desmarques
de apoyo en la parcela final del campo, facilitaban la creación de espacios
por los que Pelé trataba de sacar ventaja. Gerson dominaba todo el espectro
frontal del juego, todo lo que tenía por delante se movía para aportar opcio-
nes reales de juego que permitiesen un desequilibrio puntual para romper las
líneas adversarias y tener opciones reales de gol.

Mientras estas opciones no se diesen, el juego transcurriría desde el control


del balón por parte de Brasil, con la intención clara de no errar para otorgar
opciones de ataque del rival. En caso de marcar, el partido tomaría un cariz
distinto, con la obligación de Italia de buscar la portería rival, lo que abriría
las posibilidades del juego brasileño al disponer de espacios libres detrás de
la última línea defensiva en la que Burgnich era el mariscal.

Pelé se asoció con la física y supo flotar un segundo de


más, el necesario para impactar con vehemencia la pelota
con una cabeza que estuvo allí donde fue requerida.

Y el gol llegó pronto, en el minuto 18. Tostao saca de banda y Rivelino, apro-
vechando el bote del balón, empalma un centro bombeado que dirige al se-
gundo palo con intención, allí Pelé se sostiene en el aire con un tempo de
salto magistral y conecta un cabezazo limpio que se introduce con contun-
dencia en la portería de Albertosi. Burgnich, su marcador, lo veía permanecer
en el aire mientras él era irremisiblemente arrastrado al césped por la impon-
derable fuerza de la gravedad. Pelé se asoció con la física y supo flotar un
segundo de más, el necesario para impactar con vehemencia la pelota con
una cabeza que estuvo allí donde fue requerida.

Pero tener la magia en los pies a veces provoca


situaciones inverosímiles y eso hizo Clodoaldo pasada la
media hora de juego, cuando en una acción irrelevante
cede de tacón a Piazza sin darse cuenta que tras él se
encontraba Boninsegna…

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En la grada la torçida enloquecía; en la zona de prensa, Saldanha impactado
otorgaba el honor de narrar a sus compañeros, su garganta se trababa con
un nudo producto de una emoción contenida al ver a sus fieras dominar la
pradera del Azteca. Su silencio hacía honor a su palabra, no había dicho nada
en su momento, gozaba en esa misma ausencia del triunfo de una idea, la que
él rescató para beneficio de todos. Brasil orientaba un partido que le otorga-
ba la ventaja de dominar el juego y el marcador. Italia debería abrir líneas y
acertar a gestionar la pelota para provocar en Brasil situaciones de peligro;
si no, su destino estaba certificado.

Pero tener la magia en los pies a veces provoca situaciones inverosímiles


y eso hizo Clodoaldo pasada la media hora de juego, cuando en una acción
irrelevante cede de tacón a Piazza sin darse cuenta que tras él se encon-
traba Boninsegna, quien en una carrera inmediata se dirige a la portería de
Félix quien se precipita en la salida e interrumpe la posibilidad de despeje de
su compañero Brito, provocando el segundo encadenamiento de errores que
posibilita finalmente que el jugador italiano empate el partido. De nuevo una
acción desafortunada de los jugadores de la última línea y el portero facilitan
la consecución del gol al equipo rival. A diez minutos del final del primer tiem-
po la dinámica de control y juego desarrollada por Brasil, incrementada por
la situación favorable en el marcador, se disipa para establecer una paridad
producto de una sucesión de errores puntuales.

Se llegaba al descanso con un empate que dejaba todo pendiente de resolu-


ción en un segundo tiempo que se presentaba aterrador por las condiciones
de calor del partido y por la enorme exigencia emocional que provocaba la
realidad del encuentro.

Gerson, brazos en alto, correrá hacia la banda izquierda


a celebrar con sus compañeros, en una imagen típica que
quedará grabada en el recuerdo de una final que corroboraría
la justicia del buen fútbol aunado con el buen gusto.

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Pero el segundo tiempo vino acompañado por una determinación brasileña
de dejar zanjado el asunto en cuanto tuviese oportunidad y fue Gerson en
una acción individual quien de tiro lejano proporcionó a Brasil la ventaja defi-
nitiva para acercarse a la consecución de la Copa. Gerson, brazos en alto,
correrá hacia la banda izquierda a celebrar con sus compañeros, en una ima-
gen típica que quedará grabada en el recuerdo de una final que corroboraría
la justicia del buen fútbol aunado con el buen gusto.

Gerson, nuevamente el metrónomo de este equipo y el alma


estratégica del grupo, envía un balón medido al área grande
que recibe Pelé en ventaja y a un toque deja para Jairzinho,
el tercer hombre, quien empuja la pelota los suficiente para
que se introduzca mansamente en el marco de Albertosi.

Jairzinho
en la Final

A partir de este momento Brasil dominó el partido, el tempo y los espacios.


Gerson se hizo dueño de la gestión del balón y Rivelino utilizó los espacios
útiles con la sabiduría de un artista; entre ambos proporcionaban las con-
diciones para que sus compañeros más avanzados tuviesen la opción real
de generar peligro o dinamizar aún más si cabe la acción, en busca de un
valor añadido que los acercase al gol. Este llegaría pocos instantes después
del segundo, cuando Gerson, nuevamente el metrónomo de este equipo y el
alma estratégica del grupo, envía un balón medido al área grande que recibe
Pelé en ventaja y a un toque deja para Jairzinho, el tercer hombre, quien em-
puja la pelota los suficiente para que se introduzca mansamente en el marco
de Albertosi y certifica con dicho gol la aspiración fehaciente de que Brasil
sería campeón.

El golpe de efecto fue tremendamente difícil de digerir por el cuadro italiano,


que veía cómo en un impasse de tiempo muy reducido la copa se le escurría
de las manos. A partir de ahí Italia buscó reducir distancias, más con el cora-
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zón que con la cabeza. El peso de las piernas y de la mente, sobre todo tras
una semifinal apoteósica y asfixiante por el esfuerzo y la exigencia, provocó
un deambular en su juego, un querer y no saber cómo.

Carlos Alberto certificaba definitivamente la victoria


anotando el cuarto gol y dejando sentenciado un duelo
que los convertía en leyenda.

Brasil volvió a ser dueño y señor del tempo de partido. Cuando tenía el balón
buscaba la maximización del beneficio inmediato, que era mantener la pose-
sión del mismo y llevarlo a las zonas en las que el tiempo transcurriese y el
juego supusiese el menor riesgo posible para sus intereses. Pero faltaba la
guinda final y esta llegó de la mano de un Pelé generoso que supo ver venir en
plena galopada a su capitán, a quien cedió el honor de cerrar la goleada con
un tanto de clase, precisión y potencia. Carlos Alberto certificaba definitiva-
mente la victoria anotando el cuarto gol y dejando sentenciado un duelo que
los convertía en leyenda.

Brasil se había impuesto en el mundial y volvía a recoger el merecido cetro de


campeón del mundo. La Copa Jules Rimet era brasileña para la eternidad,
serían los dueños y señores de la copa. Carlos Alberto sería el último en le-
vantarla para convertirla en patrimonio del pueblo brasileño.

Un emocionado Saldanha daba rienda suelta a sus


sentimientos con un ejercicio de disfrute introspectivo,
silencioso, personal, dejando por un momento la retransmisión
para brindar con una lágrima por el éxito cosechado, un éxito
en el que él había puesto los cimientos y había perfilado la idea.

En la grada, un emocionado Saldanha daba rienda suelta a sus sentimientos


con un ejercicio de disfrute introspectivo, silencioso, personal, dejando por
un momento la retransmisión para brindar con una lágrima por el éxito cose-
chado, un éxito en el que él había puesto los cimientos y había perfilado la
idea. Nadie se acordaba de él en ese momento, todo Brasil miraba expectan-
te el televisor en color que por primera vez emitía un mundial en esta condi-
ción. Brasil elevaba al Olimpo a sus nuevas deidades, pero el ángel caído
asistía en su rincón al gozo de saberse parte del éxito a pesar de la ausencia
manifiesta de su persona. Saldanha estaba, sin saberlo, cimentando su glo-
ria futura, refrendando desde la humildad del pobre el eterno reconocimiento
que tendría que venir. Brasil era campeón del mundo, Saldanha era un suspi-
ro de amor en un torrente de frenesí y algarabía general. Lo habían consegui-
do, eso era lo importante, volvían a reinar en el fútbol mundial y, sobre todo,
lo hacían respetando la esencia básica que caracterizaba su fútbol, dimen-
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sionando debidamente la importancia de su forma de entender este deporte.
Brasil era campeón del mundo a pesar de tanta ignominia política, a pesar de
las restricciones de libertades, a pesar de la manipulación manifiesta que
sufriría el logro en días venideros. Saldanha vivía en primera persona, desde
el silencio de su rincón, las mieles del éxito de todo un pueblo, su pueblo.

Partido Italia vs Brasil, final del mundial México 1970.


21 de junio, estadio Azteca, Ciudad de México.

Ver partido

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La celebración en Brasil fue apoteósica. Las calles de todas las ciudades y
pueblos se llenaron de color verde amerelo, a pesar de las condiciones polí-
ticas; el ejército y las fuerzas del orden no pudieron contener a la marea de
gente dispuesta a festejar el campeonato.

A su llegada al país, los héroes del estadio Azteca vivieron en primera per-
sona el homenaje popular, ofreciendo la copa en posesión a todo el pueblo
brasileño. Una copa que duraría poco en las vitrinas de la Confederación Bra-
sileña del Deporte, ya que fue robada y fundida para ser vendido su oro. Los
culpables fueron inmediatamente arrestados, sin ser conscientes del todo
del grave daño que habían causado a un símbolo del fútbol mundial.

Antes, el presidente Garrastazu Médici tuvo la oportunidad de posar con ella


al lado del gran ídolo Pelé y dejar para la posteridad la frase correspondiente
a todo buen dictador que se precie, sacando partido del momento estelar al
lado de la estrella, permisiva y tolerante con el gesto dominador de su jefe
supremo. “Ninguem vai parar este país”, nadie parará a este país, gritó copa
en mano el dictador brasileño, haciendo una arenga oportunista de un logro
deportivo inmediatamente politizado para hacer uso de su impacto en el glo-
bal de la población.

El fútbol como expresión del arte popular, así definió


Saldanha el deporte tal y como él creía que debía
ser entendido.

El fútbol como expresión del arte popular, así definió Saldanha el deporte tal
y como él creía que debía ser entendido. Brasil como referencia manifiesta
de que el fútbol formaba parte de la vida cotidiana del pueblo y era interpre-
tado de la forma en que Brasil se tomaba la vida, con alegría, con entusiasmo
y con clase. El equipo de Brasil campeón del mundo en 1970 representó en
toda su extensión los principios fundamentales que Joao Saldanha fue ca-
paz de recoger en una sola frase.

Había que decir siempre la verdad, ese era uno de sus lemas y él lo había
hecho al lograr entender y trasladar a la gente la idea de que el fútbol debe
jugarse como se siente y en Brasil el fútbol se siente muy adentro para dejar
salir toda la artesanía que vive en lo más profundo de cada humilde ciuda-
dano que se atreve a golpear el balón con los pies. El fútbol adquirió en este
mundial el valor intrínseco de un deporte conformado desde el arte para el
entretenimiento de la gente humilde, aquella que aprecia el valor de las co-
sas bien hechas, de los esfuerzos enmarcados en un entorno de creatividad
espontánea y de placer visual.

Joao Saldanha mantendría después de esta aventura en el fútbol al más alto


nivel, su posición de periodista referente y contestatario. Seguiría apoyando
al partido comunista, aún en la clandestinidad, y aportando desde su posi-
ción pública su visión crítica de la vida y su opinión tajante sobre la injusti-
cia y el desarreglo social de su país. Seguiría sufriendo en silencio el olvido
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premeditado de un pueblo dirigido desde la prepotencia y la incultura de una
dictadura militar cuadrada y cerrada en su propio mundo marcial.

En los años 80, Saldanha se atrevería a concurrir a las elecciones municipa-


les de Río de Janeiro como candidato a vicealcalde defendiendo el pabellón
del partido comunista, justo en el momento en que la dictadura había dejado
de tener relevancia social. Vivió desde el compromiso su ideario político y
ejerció su derecho a manifestar sus criterios sin ningún tipo de cortapisas.

Con una mano llevaba su vida orientada a la manifestación de sus postulados


políticos, con la otra gestionaba su enorme capacidad comunicativa con el
fútbol como hilo conductor. Siguió siendo referente en las tertulias y en las
mesas redondas en las que el fútbol era protagonista y consiguió culminar
una carrera periodística referente, a pesar de no haberse licenciado nunca
en la facultad de Periodismo.

Hoy Joao Saldanha goza del reconocimiento popular, a pesar


de seguir representando una figura controvertida. Su papel
como restaurador del criterio futbolístico identificativo de
Brasil ha sido elevado al lugar que le corresponde y su mérito
en la construcción del Brasil campeón está latente.

Estatua Saldanha
en Maracaná

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Revista#14
PerarnauClub
Saldanha vivió su último episodio mundialista en 1990, en Italia, país al que
viajó enfermo y, a pesar de ello, dispuesto a transmitir desde su particular es-
tilo todo lo que Brasil pudiese ofrecer en dicho evento. Un Brasil distinto, con
Lazaroni atentando contra las bases culturales del propio juego, dando por
buenos los postulados de un Claudio Coutinho que se encargó de sembrar el
fútbol brasileño de postulados equivocados, de criterios europeizados que
partían de bases argumentales controvertidas y engañosas. Brasil sucumbió
en la tierra del Catenaccio con un ejercicio de fútbol pobre y desestructura-
do. Saldanha solo pudo aguantar hasta las semifinales.

Falleció en Roma de un problema respiratorio y dejó este mundo ejerciendo


su gran pasión, la comunicación.

Hoy Joao Saldanha goza del reconocimiento popular, a pesar de seguir re-
presentando una figura controvertida. Su papel como restaurador del crite-
rio futbolístico identificativo de Brasil ha sido elevado al lugar que le corres-
ponde y su mérito en la construcción del Brasil campeón está latente. Pero
como él dijo en su momento, el mérito de ganar el campeonato del mundo de
México 1970 no fue ni de Saldanha ni de Zagallo; fue de Félix, Carlos Alber-
to Torres, Brito, Piazza, Everaldo, Clodoaldo, Gerson, Jairzinho, Tostao, Pelé
y Rivelino y de todos aquellos que participaron de una manera o de otra en
la manifestación clara de un fútbol que quedará grabado en la historia con
letras de oro.

El fútbol es una expresión del arte popular….

Álex Couto Lago


@AlexCoutoLago

Así era Joao Saldanha

Entrevista en el programa Cultura Redonda Viva.


http://tvcultura.cmais.com.br/rodaviva/joao-saldanha-1o-bloco
http://tvcultura.cmais.com.br/rodaviva/joao-saldanha-2o-bloco
http://tvcultura.cmais.com.br/rodaviva/joao-saldanha-3o-bloco

BIBLIOGRAFÍA
A Verdade Saldanha o militante comunista. 2013.
http://averdade.org.br/2013/07/joao-saldanha-o-militante-comunista-que-
comandou-a-selecao-brasileira/

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Índice
Revista#14
PerarnauClub
Carta aberta o futebol brasileiro de Saldanha. Placar.27 marzo 1970.
http://books.google.es/books?id=id8N64KzeLEC&pg=PA16&lpg=PA16&
dq=placar+brasil+y+joao+saldanha&source=bl&ots=OCdBlnKQhK&sig=7_
kpYVXuWF_sESOqG34NulMfcLU&hl=es&sa=X&ei=wo8NVNCxFNHSaMX
rgcAB&redir_esc=y#v=onepage&q=placar%20brasil%20y%20joao%20
saldanha&f=false

Confesiones de Joao Saldanha. Assis Brasil. 2005.


http://assisbrasil.org/joao/joaosald.htm

Ebc Sportes. Sobre la dimisión de Saldanha. 2014.


http://www.ebc.com.br/cidadania/2014/03/joao-saldanha-ditadura-tem-
relacao-com-demissao-do-tecnico-que-montou-selecao

Eliminatorias contra Paraguay. Placar. 14 marzo 1980.


http://books.google.es/books?id=bqZRAzvPVpwC&pg=PA59&lpg=
PA59&dq=placar+brasil+y+joao+saldanha&source=bl&ots=L5b1Yj
L1rT&sig=jyaj66x4vGREL1qUWgcjyTOv4gA&hl=es&sa=X&ei=wo -
8NVNCxFNHSaMXrgcAB&redir_esc=y#v=onepage&q=placar%20bra-
sil%20y%20joao%20saldanha&f=false

El Mundo. Julio 2012.


http://www.elmundo.es/blogs/deportes/specialtwo/2012/07/01/pele-y-la-
maravilla-de-los-cinco-dieces.html

Entrevista a Saldanha en tv Cultura Ronda Viva tres bloques de entrevista.


24 mayo 1987.
http://tvcultura.cmais.com.br/rodaviva/joao-saldanha-1o-bloco
http://tvcultura.cmais.com.br/rodaviva/joao-saldanha-2o-bloco
http://tvcultura.cmais.com.br/rodaviva/joao-saldanha-3o-bloco

Entrevistas de Placar. 4 octubre 1985.


http://books.google.es/books?id=5bsekkBuF7IC&pg=PA35&lpg=PA35&
dq=placar+brasil+y+joao+saldanha&source=bl&ots=D4Zlqmo_XX&sig=aT
6dmJx4hSjj0NxK0e9DgI7ef5I&hl=es&sa=X&ei=wo8NVNCxFNHSaMXr
gcAB&redir_esc=y#v=onepage&q=placar%20brasil%20y%20joao%20
saldanha&f=false

Entrevista de Geneton Moraes Neto a Saldanha. 4 junio 2006.


http://www.geneton.com.br/archives/000171.html

Historia de Botafogo. 2014.


http://www.bfr.com.br/historia.php?cat=oclube

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Revista#14
PerarnauClub
Historia y Fútbol. 25 noviembre 2007.
Secuencia de las eliminatorias para Méjico 1970 contra Paraguay, Colombia
y Venezuela
http://historiayfutbol.obolog.es/eliminatorias-mundial-1970-41648

Ha 40 anos Saldanha despedíase da copa do mundo 1970. 20 marzo 2010.


http://blog.maismemoria.net/?p=131

Hablar por hablar. 24 enero 2012.


http://buelna.incondicionales.com/sabias_que-itemap-2528-49545-32.htm

Laboratorio fútbol. Brasil 70. 24 octubre 2007.


http://labfutbol.blogspot.com.es/2007/10/el-mgico-brasil-1970-de-joao-
saldanha-y.html

La Nación. 10 junio 2014.


http://www.nacion.com/blogs/el_buzon_de_rodrigo/Mundial_Mexico_1970-
Seleccion_de_Brasil-Pele-Seleccion_de_Italia_10_1419957991.html

La Nación. Ezequiel Fernández Moores. 17 noviembre 2010.


http://www.lanacion.com.ar/1325497-periodista-y-comunista-dt-de-brasil

Literatura na arquibancada. Conflicto con Manga. 29 mayo 2012.


Relato de Luiz Mendez sobre el altercado con Manga.
http://www.literaturanaarquibancada.com/2012/05/saldanha-o-joao-sem-
medo.html

Memoria sindical. O futebol é o jogo da vida. 2014.


http://www.memoriasindical.com.br/lermais_materias.php?cd_mate-
rias=1064#.VCGTXZR_uSo

Nuevo orden digital. 19 julio 2005.


http://www.nuevoordendigital.com/foro/viewthread.php?tid=24383&pid=311453

Obituario de Placar sobre Saldanha. 20 julio 1990.


http://books.google.es/books?id=q6zlsfC6i0oC&pg=PA27&lpg=PA27&
dq=placar+brasil+y+joao+saldanha&source=bl&ots=HAVrFxcknr&sig=DL
41JYz_RGtjG_pDkhleU6NW50Y&hl=es&sa=X&ei=B5ANVOXIDtfVau7K
gfgG&redir_esc=y#v=onepage&q=placar%20brasil%20y%20joao%20
saldanha&f=false

Partidos jugados por Brasil en 1969-1970. RSSS. 2014.


http://www.rsssfbrasil.com/sel/brazil196970.htm

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Índice
Revista#14
PerarnauClub
Revista Placar Brasil 1970.
http://books.google.es/books?id=drkgFskWdAcC&pg=PA13&dq=placar+bra
sil++joao+saldanha+1969&hl=es&sa=X&ei=v_ErVMXcC8bnsASS5YKwCw&
ved=0CC4Q6AEwAg#v=onepage&q=placar%20brasil%20%20joao%20
saldanha%201969&f=false

“Quem derrubou a Joao Saldanha”. Carlos Ferreira Vilarinho. Editorial Livros-


defutebol.com 2010
RSSSF Brasil. 2014.
http://www.rsssfbrasil.com/

RSSSF Brasil, alineaciones de los partidos del WC 70. 2014.


http://www.rsssf.com/tables/70full.html

Saldanha y Zagallo forjaron el tricampeón. 29 mayo 2014.


http://assets.panycirco.com/noticia/deportes/joao-saldanha-y-mario-zaga-
llo-forjaron-al-tricampeon-de-mexico-70

Seminario memoria, trauma y recuperación. 2014.


http://seminariomemoriatraumaereparacao.weebly.com/uploads/1/4/8/8/14881944/
magalhes_lvia_gonalves.pdf

Terceiro tempo. Saldanha Documental TV Zero. 2010.


http://www.tvzero.com/projeto/joao-saldanha
http://terceirotempo.bol.uol.com.br/que-fim-levou/joao-saldanha-1941

Todos apoyaron a Saldanha menos Pelé. TERRA. 31 mayo 2010.


http://terramagazine.terra.com.br/interna/0,,OI4455326-EI6598,00-Todo
s+apoiaram+Joao+Saldanha+menos+Pele+conta+jornalista.html

Wikipedia portugués.2014.
http://pt.wikipedia.org/wiki/Jo%C3%A3o_

Worldfootball, Brasil 70 historical squads. 2014.


http://www.worldfootball.net/teams/brasilien-team/wm-1970-in-mexiko/2/

Worldfootball Brasil 70, historical results. 2014.


http://www.worldfootball.net/teams/brasilien-team/1969/3/

Worldfootball historical squadsBotafogo 1957. 2014.


http://www.worldfootball.net/teams/botafogo-rj/1958/2/

Worldfootball historical squads 1968. 2014.


http://www.worldfootball.net/teams/botafogo-rj/1968/2/

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Revista#14
PerarnauClub
DELANTERAS MÍTICAS
Alberto Cosín

En la ya lejana época del balompié en la que se jugaba con


cinco atacantes, el fútbol español fue una fábrica muy pro-
lífica de delanteras míticas. Desde los años 20 hasta los
60 la delantera “Stuka”, la “Eléctrica”, la de “Cristal” o los
“Cinco Magníficos” sembraron el pánico a las zagas y por-
teros rivales cada vez que saltaban al césped.

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Revista#14
PerarnauClub
L
a primera delantera que se ganó un apodo en el fútbol español tuvo su
origen en el Sevilla de principios de los años 20. Conocida como la “Línea
del miedo”, la formaban Escobar, Spencer, Kinké, León y Brand, integran-
tes de la escuela andaluza. Su juego era alegre, vistoso y repleto de calidad
técnica. Conquistaron en varias ocasiones la Copa de Andalucía y en la Copa
del Rey de 1921 realizaron una de sus mejores actuaciones. En cuartos se
deshicieron del Levante de Murcia y en semifinales se vieron las caras con el
Athletic de Bilbao, al que desarbolaron en el encuentro de ida. Sin embargo,
cuatro jugadores sevillistas fueron denunciados por alineación indebida y no
lograron alcanzar la final.

El alma de aquel plantel era Enrique Gómez Muñoz “Spencer”, un futbolista


de otro tiempo que aunaba clase, elegancia y arte. En algunas ocasiones se
le acusaba de ser demasiado “filigranero”, pero su juego asociativo y de pases
cortos fue una innovación en la época. Lamentablemente, su carrera termi-
nó antes de lo esperado, al fallecer víctima de una apendicitis con 28 años.
Entre sus acompañantes en el ataque también destacaban Pepe Brand, un
extremo zurdo de gran rapidez y habilidad, cuyos envíos desde la banda eran
magníficos y que hizo célebre el dribbling conocido como el “molinillo”, y el
delantero centro Juan Armet “Kinké”, un artillero nacido en Terrassa y fichado
del R.C.D Espanyol, que destacaba por su gran dominio del balón, eficacia de
cara a puerta y enorme pundonor.

La “Línea del miedo” del Sevilla F.C.

LA “MÍTICA” DE MR. PENTLAND Y


LAS “ELÉCTRICAS” DE OVIEDO
Con la llegada de los años 30 y la creación de la Liga española surgieron va-
rios ataques de leyenda, como la primera delantera “mítica” del Athletic Club
de Bilbao o las tres “eléctricas” del Real Oviedo.

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Revista#14
PerarnauClub
La segunda etapa de Mr.Pentland en el Athletic Club se caracterizó por el
aire de modernidad y las nuevas variantes tácticas que propuso el técnico
inglés. Dominaron el fútbol español a comienzos de la década, ganando dos
Ligas y cuatro Copas de manera consecutiva y gran parte de estos éxitos
residieron en su poderío ofensivo. Exigía un estilo de juego rápido y atrevido
y fue el primero en cambiar a los extremos de banda para que hiciesen diago-
nales y buscasen el tiro a puerta. Aquella delantera estaba formada por La-
fuente, Iraragorri, Bata, Chirri II y Gorostiza. El extremo diestro era para Ra-
món Lafuente, que aunaba elegancia, regate, habilidad y precisos centros
desde la banda, y en el costado izquierdo jugaba Guillermo Gorostiza, uno de
los mejores extremos españoles de la historia que fue conocido como “Bala
roja”. Diestro y rápido como una centella, su jugada preferida era salir hacia
el centro para buscar su poderoso chut, con el que marcó infinidad de goles
y le hizo ser mejor artillero de la Liga española en dos ocasiones. Como inte-
riores figuraban José Iraragorri, el “Chato de Galdácano”, un futbolista mara-
villoso, repleto de calidad, fuerza física y un preciso disparo e Ignacio Agui-
rrezabala “Chirri II”, el jugador preferido de Mr.Pentland, quien destacaba por
su clase, su visión de juego y un último pase que rompía las líneas de las za-
gas contrarias. En punta jugaba Agustín Sauto “Bata”, un amigo del gol. Arie-
te eficaz, oportunista y con buen dominio de la pelota, tenía un cañón en
cada pierna y un remate de cabeza excepcional. Obtuvo el galardón de máxi-
mo goleador de la Liga en una ocasión, y junto a Kubala comparte el récord
de anotar siete tantos en un mismo partido.

Agustín Sauto “Bata” (…) obtuvo el galardón


de máximo goleador de la Liga en una ocasión,
y junto a Kubala comparte el récord de anotar
siete tantos en un mismo partido.

Athletic 1930. 1.- Iraragorri, 2.- Bata, 3.- Lafuente, 4.- Chirri II, 5.- Gorostiza

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Revista#14
PerarnauClub
Por su parte, el Real Oviedo no había sido uno de los clubes fundadores de la
Liga, pero en 1933 logró su primer ascenso a la máxima categoría gracias a
un fantástico curso en Segunda División, en la que dejó su huella la primera
delantera “Eléctrica”, integrada por Casuco, Gallart, Lángara, Galé e Inciarte.

El apelativo se lo dio el periodista Moncho, que escribía las crónicas en La


Voz de Asturias. Con este quinteto fueron el conjunto más goleador en la
categoría de plata y siempre que jugaban en casa los aficionados esperaban
que al menos lograsen cinco tantos. Casuco era un extremo diestro de gran
velocidad y agilidad, cuyas internadas desde la banda solían terminar con
envíos al interior del área, mientras que en el otro extremo jugaba Inciarte,
quien también era muy rápido, pero tenía como mejor virtud la espontaneidad
que daba a todas sus acciones. En la zona interior encontramos a Gallart, un
jugador bajito pero combativo, luchador e ingenioso, y a Galé, un joven prodi-
gio con gran olfato de gol que había recalado en el Real Madrid con 17 años,
pero que regresó a Asturias para continuar sus estudios y posteriormente
fichar por el Oviedo. En la punta del ataque no estaba uno de los mejores
artilleros del panorama nacional, sino uno de los delanteros más brillantes
del mundo, Isidro Lángara. Alto, robusto, potente, remataba desde cualquier
ángulo y posición e imprimía una enorme dureza a sus disparos. Una máquina
de marcar goles al que le daba igual el rival que estuviese enfrente.

En el estreno en la élite del fútbol español del club asturiano entró en acción
la segunda delantera “Eléctrica” y probablemente la más célebre de todas,
contando con las novedades de Herrerita y Emilín, dos mitos del conjunto
azul. Herrerita, recién fichado por el Club Gijón en un fichaje récord en la épo-
ca, pronto empezó a demostrar los motivos por los que le llamaban el Mago.
Deleitaba a los aficionados con un estilo fino y brillante, añadiendo un gran
control del balón, unas cualidades físicas fuera de lo común y unas jugadas
de genio. A su lado, Emilín se hizo dueño de la banda izquierda, rebosando
calidad, desborde, centros magníficos y goles olímpicos con la rosca que
daba a la pelota.

La 1ª Eléctrica La 2ª Eléctrica La 3ª Eléctrica

Por último, la tercera delantera “Eléctrica” llegó ya después de la Guerra Civil.


Se mantenía el ala izquierda con Emilín y Herrerita, y los nuevos miembros en
el frente del ataque fueron Antón, Goyín y Echevarría. Antón era el extremo
por la parte derecha y en sus inicios algunos le llamaron “el otro Lángara”.
Rapidísimo y con un buen regate en corto, su chut era tan potente que en
alguna ocasión llegó a romper la red de la portería. Goyín, por su parte, fue
un interior que siempre era discutido, pero por muchos fichajes que hiciesen
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Revista#14
PerarnauClub
para su puesto al final terminaba jugando él. Batallador y jugador de brega,
no estaba exento de técnica y habilidad, siendo su mejor especialidad el re-
mate de cabeza con el que marcó numerosos goles. La posición de ariete era
para Echevarría, que tuvo la complicada prueba de suplir a Lángara. Efectivo
y con un fabuloso disparo, su trayectoria estaba en alza hasta que fue atro-
pellado por un coche y tuvo que permanecer un largo tiempo inactivo. Con lu-
cha y tesón volvió a jugar, aunque sin igualar las cifras goleadoras de antaño.

LA “STUKA” DEL SEVILLA Y LA “A Y B” DEL MADRID


El conflicto bélico que sacudió a España durante tres años paró la mayoría
de las competiciones futbolísticas en el país hasta 1939. A partir de ese mo-
mento, los frentes ofensivos que se hacen más populares en la península son
la delantera “Stuka” del Sevilla, la “Eléctrica” del Valencia y, ya a mediados de
los años 40, la “A y B” del Real Madrid.

El cuadro hispalense, veinte años más tarde de su primer gran frente ofen-
sivo, tuvo otra delantera sensacional que tomó el nombre de un avión ale-
mán de la Luftwaffe que participó en la Guerra Civil. Siempre ha existido
cierta controversia por la verdadera composición, al haber seis futbolistas
para cinco puestos. Unos opinan que fue la integrada por López, Torronte-
gui, Campanal, Raimundo y Berrocal, y otros que la formaban López, Pepillo,
Campanal, Raimundo y Berrocal, bailando el puesto de interior derecha en-
tre Torrontegui y Pepillo.

En la parte derecha del ataque jugaba el extremo López, hábil, descarado,


ágil y buen pasador, y en el interior se turnaban Torrontegui, un jugador poli-
valente, talentoso, creativo y eficaz de cara a puerta y Pepillo, futbolista de
gran calidad, “filigranero”, con una fantástica visión de juego y un magnífico
dribbling. En punta figuraban la estrella del equipo y uno de los iconos de la
historia sevillista, Guillermo Campanal. Apodado el Gordo, sembró el terror
a las defensas contrarias durante muchos años. Robusto, muy fuerte y con
un físico privilegiado, tenía un disparo potentísimo y jamás rehuía el choque
con los adversarios, lo que le costó innumerables lesiones. Permaneció un
total de 17 temporadas en las que marcó 214 goles, convirtiéndose desde
entonces en el máximo goleador de la entidad de Nervión. Mientras, en la
zona izquierda de la delantera se complementaban a la perfección Raimundo
y Berrocal. El primero era un genio que destacaba por su juego alegre, fino,
técnico e imaginativo, al que una lesión le retiró con 28 años, y el segundo
fue un extremo izquierda rápido, incisivo, incansable recorriendo la banda y
de regate sencillo y eficiente.

Lograron entre otros éxitos la Copa del Generalísimo en 1939 tras doblegar
al Racing de Ferrol en la final y un año más tarde a punto estuvieron de con-
quistar la Liga que finalmente se llevó el Atlético de Madrid. Además, consi-
guieron goleadas para el recuerdo, como un 11-1 al F.C. Barcelona, un 10-3
al Valencia o un 10-0 al Oviedo.

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Revista#14
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López, Pepillo, Campanal, Raimundo y Berrocal

La primera delantera de impacto que reunió el Real Madrid tuvo su punto


álgido al inicio de los 40 con la denominada “A y B” que integraban Alsúa,
Alonso, Alday, Belmar y Botella.

A nivel de títulos no obtuvieron ninguno de importancia en una época en la


que el Real Madrid sufrió una sequía de casi una década. Subcampeones de
Liga en 1942 y de Copa en 1943 tras caer con el Athletic en la final, sí deja-
ron algunos partidos para la memoria, como un histórico 9-1 al Castellón, un
4-1 al Aviación en Chamartín, o dos choques ante el Barça en Les Corts que
finalizaron 0-2 y 5-5.

Real Madrid 1943. 1.- Belmar 2.- Chús Alonso, 3.- Alday, 4.- Alsúa 5.- Botella

Los extremos correspondían a Alsúa en la derecha y Botella en la izquierda.


El irundarra era un diestro con una zancada muy potente y un guante en su
pierna buena. Logró una excelente cifra de goles en su vida deportiva y se
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Revista#14
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hizo muy famoso por un tanto que marcó con la mano al eterno rival de los
blancos, el Atlético. Botella, por su parte, fue un zurdo impetuoso, dinámico
y ágil, que tras las incorporaciones de Vidal y Elices tuvo que dejar el equipo
blanco después de tres temporadas en el club. En la zona interior jugaban
Chus Alonso y Belmar. El primero nació en Cuba y se formó en el Real Oviedo,
teniendo como virtudes más destacadas su poderío físico, un enorme recorri-
do sobre el césped, la verticalidad y un magnífico remate de cabeza. Belmar
era fino y tenía una buena visión de juego, pero una lesión le hizo retirarse
prematuramente con 30 años. En punta se desempeñaba Alday, un artillero
vigoroso, astuto, eficaz y que remataba todo lo que le llegaba. Consiguió ser
el máximo realizador histórico de la entidad en Liga durante varios años y fue
el primer jugador blanco que marcó cinco goles en la competición doméstica,
concretamente ante el RCD Espanyol en 1943

LAS DELANTERAS DEL ATLÉTICO DE MADRID


A mediados de siglo, el Atlético de Madrid formó en pocos años dos delan-
teras fabulosas que aún recuerdan los aficionados más veteranos del club
rojiblanco, la delantera de “Seda” y la de “Cristal”.

El nombre de “Seda” se lo dio José María Úbeda, un cronista del diario Pueblo
que había jugado en su juventud en el Real Madrid. Sucedió el 23 de noviem-
bre de 1947 tras un encuentro entre Atlético de Madrid y Real Madrid, en el
que los rojiblancos aplastaron a sus vecinos por 5-0 en una gran tarde de
todo el frente de ataque. En las bandas jugaban Juncosa por la derecha y
Escudero por la izquierda, siendo el diestro un extremo rapidísimo, con un
regate excepcional, muy inteligente y astuto, y el zurdo un jugador de enor-
me calidad, lucha, pundonor, polivalencia y afortunado de cara a gol. Escude-
ro, además, aún figura como el mejor realizador del club en la Liga española
con 150 tantos. Como interiores figuraban Vidal, futbolista explosivo, ágil y
con un chut durísimo, y Campos, un artista del balón, excelente pasador, muy
potente y cuyo remate de cabeza era de lo mejor del panorama nacional. Por
último, en la posición de delantero centro estaba Silva, un mediocentro re-
convertido a ariete que hizo las delicias de los aficionados colchoneros con
su juego pausado, de toque y calidad. Su técnica era fantástica y, aunque se
le acusaba de ser perezoso, si tenía el día era una maravilla verle con el balón
en los pies. En aquella campaña con Emilio Vidal de entrenador no se pudo
obtener ningún título, pero la delantera de “Seda” dejó para el recuerdo gran-
des actuaciones a nivel colectivo e individual, un estilo de juego preciosista y
el récord de goles del curso en la competición doméstica con 73.

Escudero aún figura como el mejor realizador del


club en la Liga española con 150 tantos.

Un par de años después, ya con el mítico Helenio Herrera en el banquillo,


el cuadro rojiblanco conformó la delantera de “Cristal”, con las novedades
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Revista#14
PerarnauClub
de Ben Barek, Pérez Payá y Carlsson, y manteniéndose en las alas Juncosa
y Escudero. El Atlético de Madrid había sido campeón de Liga en 1950 y
con el fichaje clave de Pérez Payá se revalidó el título y se formó un quinteto
ofensivo para el recuerdo. Sin embargo, el gran lastre, y por ello el apodo de
“cristal”, fueron las continuas lesiones que evitaron una mayor presencia de
estos futbolistas juntos en el césped.

Las llegadas de Ben Barek, procedente del Stade Français Paris, y de Henry
Carlsson, del RCF Paris, dotaron de mayor calidad, madurez y experiencia al
plantel. Ben Barek, pese a que pasaba la treintena cuando se consumó su
fichaje, marcó una época en el Atlético. Jugador maravilloso, era técnica-
mente un privilegiado, con un disparo fuerte y preciso y un dominio de balón
con ambas piernas fuera de lo común. Se le conocía como “la perla negra” y
ha sido uno de los mayores talentos que han pasado por el fútbol español a lo
largo de la historia. Por su parte, Carlsson era un sueco que jugaba como in-
terior y que había destacado en el equipo nacional durante los Juegos Olím-
picos de Londres en 1948. Sobresalía por ser un brillante organizador de
juego, hábil, elegante, listo y con mucha calidad en sus botas. El último en
llegar, Pérez Payá, lo hizo muy joven y en el conjunto madrileño realizó un par
de temporadas de gran nivel que le llevaron posteriormente a firmar por el
eterno rival. Buen rematador con ambas piernas y de cabeza, oportunista e
intuitivo, se complementaba muy bien con sus compañeros de ataque.

Ben Barek marcó una época en el Atlético. Jugador maravi-


lloso, era técnicamente un privilegiado, (…) ha sido uno de los
mayores talentos que han pasado por el fútbol español a lo
largo de la historia.

La delantera de “Seda”
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La delantera de “Cristal”

LA “ORQUESTA CANARO”
Contemporánea a las delanteras rojiblancas encontramos una menos mediá-
tica pero muy importante en la historia del Deportivo de la Coruña, llamada
la “Orquesta Canaro”.

Bautizada con este nombre por el periodista Ponte Patiño dada la gran pre-
cisión de sus pases y porque no solían desafinar en su juego, estaba com-
puesta por Corcuera, Oswaldo, Franco, Moll y Tino. Únicamente permane-
cieron juntos una campaña, en 1950-1951 después de las incorporaciones
en el periodo estival de los argentinos Oswaldo y Corcuera procedentes de
Newell´s Old Boys. Aquella temporada, el Deportivo desplegó un estilo es-
pectacular y atrevido con el que lograron importantes victorias en casa tras
apabullar al Celta, el Real Madrid o el Atlético, aunque en las últimas jorna-
das sufrieron para mantener la categoría.

En el extremo derecho jugaba Corcuera, cuyas características eran las


propias de un jugador de banda de la época, rápido, que conducía el balón
cosido a su bota, enviaba balones muy precisos desde el costado y veía
puerta con bastante facilidad. Compartía ala derecha con Oswaldo, un ju-
gador con una técnica depurada y un brillante disparo desde media y larga
distancia. El punta era Rafael Franco, uno de los mejores futbolistas que
han vestido la camiseta del Deportivo de La Coruña y un artista con el ba-
lón. Bajito pero con mucha calidad y un dribbling extraordinario, se zafaba
de sus rivales con suma facilidad y poseía un gran olfato de gol, llegando
a situarse durante tres campañas consecutivas entre los mejores realiza-
dores de la competición liguera. En la zona izquierda se movían Moll como
interior y Tino como extremo. Moll era un uruguayo fuerte físicamente, con
una técnica depurada y muy ágil, que llegaba al área en segunda oleada
causando mucho peligro, mientras que Tino, el único español de la delante-
127

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ra, se caracterizaba por su entrega constante, lucha, nobleza y una enorme
velocidad. Además, solía ser decisivo en los partidos contra los grandes, a
los que marcaba con bastante frecuencia.

Orquesta Canaro: Corcuera, Oswaldo, Franco, Moll y Tino

LA SEGUNDA DELANTERA “MÍTICA”


DEL ATHLETIC DE BILBAO
En una cronología del fútbol español en el siglo xx, si ha existido una delante-
ra conocida y admirada por todos esa fue la del Athletic de Bilbao con Irion-
do, Venancio, Zarra, Panizo y Gaínza. Fue denominada como la segunda de-
lantera “Mítica” del club vasco y perduró durante casi una década obteniendo
grandes triunfos.

El frente de ataque empezó a conformarse a principios de la década de los


40, cuando Iriondo, Zarra, Panizo y Gaínza jugaron con asiduidad junto a
Gárate, Unamuno o Escudero. La llegada de Venancio no se produjo hasta
1944, aunque durante varias campañas el sestaoarra estuvo más tiempo en
la grada que sobre el césped. Esto cambió a partir de 1949, cuando el técni-
co “Chato” Iraragorri dio galones de titular a Venancio y la delantera bilbaína
echó a rodar. Los cinco eran como una familia fuera del terreno de juego y
dentro de él se notaba esa compenetración. Durante muchos años las zagas
rivales no dormían pensando lo que les esperaba en el encuentro liguero del
fin de semana ante el poderío ofensivo de los leones. Su estilo directo, diná-
mico, vertical y por las bandas buscando el pase al interior del área les hizo
anotar cientos de goles y conquistar con ellos cinco en la plantilla bilbaína,
tres Copas del Rey y una Copa Eva Duarte.

Los extremos eran Iriondo y Gainza. Por la derecha, Iriondo aprovechaba su


velocidad y habilidad para llegar a línea de fondo y centrar en busca de la
gran cabeza de Zarra. Mientras Gainza, conocido como “el gamo de Dublín”
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por un partido con la Selección española, destacaba por su dominio del ba-
lón, excelente golpeo, astucia, inteligencia, rapidez y eficacia de cara a puer-
ta. La zona interior del campo fue para Venancio y Panizo. Ambos tenían una
extraordinaria técnica y una enorme visión de juego. Venancio era un jugador
de mucho recorrido, con un potente chut e infatigable durante los 90 minu-
tos. Panizo era más calmado, en ocasiones retrasaba su posición para subir
el balón y en el momento oportuno filtraba pases de categoría a sus compa-
ñeros. Por último, en el centro de la delantera se encontraba Zarra. El ariete,
uno de los mejores de la historia del fútbol español, y máximo goleador ligue-
ro hasta que Messi lo superó hace unas semanas, fue un rematador brillante.
Sus testarazos han pasado a la leyenda del balompié y sus disparos con am-
bas piernas siempre fueron potentes y precisos. Además también demostró
ser muy inteligente y hábil en los desmarques dentro del área, donde siempre
se anticipaba a las defensas contrarias.

Iriondo, Venancio, Zarra, Panizo y Gainza. (Foto as.com)

DELANTERAS DEL FC BARCELONA


En los dos grandes del balompié hispano también hubo delanteras míticas
en un breve espacio de tiempo. El mejor F.C. Barcelona hasta la llegada del
conjunto de Pep Guardiola tuvo su apogeo a principios de los años 50, con la
consecución de cinco copas (Liga, Copa, Copa Latina, Copa Eva Duarte y la
Copa Martini Rossi) en la campaña 1951-52. El cuadro culé con su célebre
delantera formada por Basora, César, Vila, Kubala y Manchón realizó un jue-
go vistoso y espectacular, dejando el campo de Les Corts pequeño para los
muchos aficionados que deseaban verles en acción.
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Estanislao Basora,
por Xavi Salvador

La historia otorga una de las plazas de la delantera a Tomás Hernández,


conocido como Moreno, pero la realidad es que en aquel curso solo dis-
putó tres encuentros como titular y en su lugar Vila tenía un hueco fijo en
la alineación habitual de Fernando Daucik. El extremo derecho de aquel
equipo fue “el monstruo de Colombes”, Estanislao Basora. Uno de los me-
jores jugadores del Mundial de Brasil en 1950 e idolatrado por la hincha-
da blaugrana, destacaba por su enorme velocidad, su técnica exquisita,
sus precisos centros y una gran eficacia de cara a gol, llegando a conseguir
importantes cifras goleadoras a lo largo de su trayectoria. En la otra ban-
da se situaba Eduardo Manchón, un extremo zurdo de gran rapidez, buena
visión de juego y un regate sublime. Los interiores fueron Vila y Kubala. El
primero, nacido en Santpedor, cuajó su mejor campaña como azulgrana su-
perando la decena de goles apoyándose en sus dos mejores virtudes: el re-
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mate tanto como con ambas piernas como con la cabeza y su oportunismo.
De Kubala, uno de los hombres más importantes que ha vestido la casaca
barcelonista, hay que señalar que era un jugador con una calidad y una téc-
nica maravillosas, además de un portento físico. Gran profesional, se pre-
paraba y entrenaba a conciencia para mejorar aún más sus ya excelentes
condiciones. Futbolista noble, caballeroso y deportivo era un especialista
en los lanzamientos de falta con los que consiguió infinidad de goles. Y en
el último puesto de aquel brillante quinteto encontramos a César como de-
lantero centro. Apodado Pelucas, era el mejor punta español de la época
junto con Zarra. Tenía clase, finura, calidad, un chut fuerte y preciso y por
encima de todo un golpeo primoroso con la cabeza. Sus números, tanto
en el F.C. Barcelona como en otros equipos en los que militó, le confirman
como uno de los artilleros más destacados que ha dado el fútbol español.

La delantera del F.C. Barcelona en el curso 1951-52

DELANTERAS DEL REAL MADRID


Mientras que en la entidad blanca la época dorada llegó en el lustro que va
de 1955 a 1960. Pasaron por la delantera hombres como Pérez Payá, Ro-
que Olsen, Atienza II, Joseito o Mateos, acompañando a los perennes Rial, Di
Stéfano y Gento. En 1956, Santiago Bernabéu fichó a Raymond Kopa y dos
años después llegó Ferenc Puskas, conformándose un ataque de ensueño
con Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento.

Solo coincidieron los cinco en la temporada 1958-59, al marcharse a final


de dicha campaña el francés Kopa, pero en las oportunidades que coinci-
dieron sobre el césped dejaron una huella imborrable en la memoria de los
aficionados merengues. Aquel curso con Carniglia y luego con Miguel Muñoz
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en el banquillo, los blancos quedaron por detrás del F.C. Barcelona en Liga y
conquistaron la cuarta Copa de Europa de forma consecutiva ante el Stade
de Reims. En la final, el magiar lesionado fue sustituido por Mateos, pero
durante el año la delantera sí gozó de momentos mágicos, como el 8-0 a
Osasuna y Sevilla en Liga o el 2-0 contra el Besiktas en octavos de la máxima
competición continental.

Kopa, Rial, Di Stéfano, Puskas y Gento

El espíritu y el líder madridista sobre el terreno de juego tenía nombres y ape-


llidos, Alfredo Di Stéfano. Su posición era la de punta, aunque se movía por
todo el terreno de juego con una gran libertad. Futbolista total y completísimo,
podía robar un balón en la defensa, abrir a banda y rematar la jugada dentro del
área rival. Tenía velocidad, habilidad, gran inteligencia y derrochaba trabajo y
esfuerzo por los cuatro costados. A todo ello hay que añadir su excelsa capa-
cidad goleadora con la que consiguió cinco Trofeos Pichichi. A la “saeta rubia”
le escoltaban como interiores Rial y Puskas. El argentino llegado de Nacional
de Montevideo era un futbolista de mucha calidad técnica, buen pasador y con
un magnífico golpeo de balón, que actuaba como socio de Di Stéfano en corto
y de Gento en largo. Por su parte, el magiar pese a que llegó mayor y pasado
de kilos dio mucho juego y una cantidad infinita de goles al club blanco. Había
perdido velocidad, pero mantenía una potente arrancada en la corta distancia
que desquiciaba a los rivales. Además, siguió deleitando a todos con su guante
en la pierna izquierda, unos pases milimétricos y una excelente visión. En los
extremos estaban el titular de la Selección francesa, Kopa, y el de la españo-
la, Gento. Kopa, apodado “Napoleón” estaba dotado de un desborde sublime
en corto. También destacaba por su polivalencia, inteligencia, astucia y por su
gran relación con el gol. La “galerna del Cantábrico” mientras tanto despunta-
ba por su inmensa rapidez y su preciso disparo. Con el tiempo, además, mejoró
su habilidad y sus centros se hicieron más precisos.

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OTRAS CUATRO DELANTERAS EXTRAORDINARIAS
Los frentes de ataque con cinco hombres, distribuidos en dos extremos, dos
interiores y un ariete, comenzaron a desaparecer en los años 60, pero an-
tes hay que destacar las prestaciones de cuatro delanteras extraordinarias,
los “Cinco Magníficos” en el Real Zaragoza, los “Cinco Delfines” en el R.C.D.
Espanyol, el “CLERO” en el Elche y la formada en el Atlético de Madrid a me-
diados de década.

El club maño vivió uno de los periodos más felices de su historia con la for-
mación de una delantera extraordinaria en la que convivían Canario, Santos,
Marcelino, Villa y Lapetra. El nombre vino inspirado por una película de nom-
bre Los siete magníficos, dirigida por John Sturges, que se había estrenado
en 1960. Con este frente de ataque, el Real Zaragoza se convirtió en uno
de los mejores equipos de España y además demostró su fortaleza en Euro-
pa. Accedió a la final de Copa durante cuatro años seguidos (1963, 1964,
1965 y 1966), logrando los títulos en los años pares y conquistó el primer
torneo europeo de su historia con la consecución de la Copa de Ferias en
1964 después de doblegar en la final al Valencia en el Camp Nou. Un año
después realizó un gran papel en la Recopa, pero el West Ham en semifinales
les apeó de la competición. El juego que empleaban era atractivo, ofensivo,
rápido y muy ambicioso, logrando sobreponerse de manera excelente a las
trabas que les planteaban las zagas rivales.

El extremo diestro era para un brasileño que había jugado con anterioridad
en el Sevilla y en el Real Madrid de Di Stéfano. Canario no destacaba por el
estilo refinado de los brasileños, sino que era un jugador sacrificado, de mu-
cho carácter, muy potente y con un buen desborde. A su lado se encontraba
Santos, un futbolista completísimo, dinámico, de ida y vuelta y con unas cua-
lidades físicas excelentes. A esto además hay que añadir que tenía una téc-
nica depurada y gran eficacia de cara al marco rival. El puesto de delantero
centro fue para Marcelino. Héroe de la Selección española en la Eurocopa de
1964, el gallego era escurridizo y se movía con gran inteligencia. Su dominio
del balón era magnífico y le gustaba combinar con los interiores, pero si hay
que destacar una virtud por encima del resto esa fue el remate de cabeza.
En la parte izquierda jugaban Villa y Lapetra. El primero no tuvo suerte en el
Real Madrid y tras jugar una campaña en la Real Sociedad fichó por la enti-
dad zaragocista. Maestro en el toque del balón y muy plástico y fino jugando,
siempre buscaba el camino más directo hacía la portería. Su regate era fa-
buloso y se especializó en marcar goles señalados en los partidos importan-
tes. Por su parte, Lapetra era un virtuoso del balompié y está considerado
el mejor jugador que ha vestido la camiseta maña. Se desempeñaba como
falso extremo, ya que su tendencia era ir hacia el centro para construir el
juego y asociarse con sus compañeros. Inteligente, habilidoso, elegante, con
una visión fantástica y una pierna que rebosaba clase, fue el líder del equipo
durante una década.

En total coincidieron sobre el césped en más de 60 partidos en los que el


Zaragoza ganó más de la mitad y marcó la friolera cifra de 117 goles.

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Los Cinco Magníficos

El RCD Espanyol vivió en la década de los 60 un auténtico tobogán de resul-


tados. Sin embargo, uno de los chispazos más destacados de esos años fue
el nacimiento de la delantera de los “Cinco Delfines”. El nombre fue dado por
el periodista Josep Maria Ducamp, que escribía en el diario Dicen, y en una
crónica les dio este apelativo al recordar que al sucesor del trono de Francia
se le daba el título nobiliario de delfín. Fue un símil en el que comparaba a los
jugadores españolistas con reyes del balompié. Todo comenzó con la llegada
al banquillo perico del magiar Jeno Kalmar y los fichajes de Marcial Pina y
Cayetano Re en el verano de 1966. A partir de entonces se juntaron arriba
Amas, Marcial, Re, Rodilla y José María, desplegando un estilo vistoso, de
toque, desmarque y gran velocidad. En aquel plantel también tuvo su parte
importante Miralles, un interior al que muchos consideraron el sexto delfín.

Los mejores resultados con esta delantera en el club se produjeron en el cur-


so 1966-67. El equipo cuaja unos partidos excelsos venciendo al Athletic en
San Mamés y al F.C. Barcelona, Valencia o Atlético de Madrid en Sarriá. Fina-
lizan la primera vuelta a solo cuatro puntos del Real Madrid, que se mantiene
invicto. En la segunda fase del campeonato el nivel del equipo bajó, pero les
dio para acabar la competición doméstica en tercera posición, el mejor pues-
to de la entidad perica desde antes de la guerra. La posterior temporada se
realiza una campaña mediocre sin grandes victorias, y en 1969 se consuma
el desastre de un curso irregular en el que pasan por el banquillo tres entre-
nadores y se desciende a Segunda División. Es el fin de los Cinco Delfines en
el cuadro blanquiazul.

El punta de aquel equipo fue el paraguayo Re. Ariete fuera de lo común por
su baja estatura, era un jugador rapidísimo, muy ágil y habilidoso que se za-
faba de los defensas con gran astucia. Pese a venir del gran rival de la Ciudad
Condal donde fue pichichi en una ocasión, fue un jugador idolatrado por la
hinchada perica. Detrás de él jugaban como interiores Marcial Pina y Rodilla.
El asturiano llegado del Elche destilaba clase, técnica y elegancia. Conocido
como el “rubio de oro”, estaba dotado de una buena visión de juego, un ex-
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traordinario regate y un brillante disparo con ambas piernas. Mientras que
Rodilla, canterano de la UD Salamanca, fue un jugador trabajador, vigoroso,
con un buen disparo y poderoso en el juego aéreo. Su especialidad era llegar
al área rival desde la segunda línea, tratando de sorprender a las defensas
contrarias. Por último, en los extremos se desempeñaban Amas y José María.
El carril diestro fue para Amas, un jugador ligero, pequeñito, sagaz, con una
gran aceleración y buen desborde que tenía unas cifras nada desdeñables de
cara a gol. En el flanco izquierdo, José María, el estandarte del conjunto ca-
talán y uno de los fichajes más rentables de la historia de la institución. Líder
en el campo, imprimía carácter y ansia de ganar. No era muy veloz, pero lo
suplía con una pierna zurda maravillosa. Encargado de todos los lanzamien-
tos a balón parado, era un gran pasador, disparaba con fantástica precisión y
poseía, además, una gran capacidad para leer los partidos y saber qué es lo
que necesitaba en cada momento el equipo de él.

Amas, Marcial, Re, Rodilla y José María

El Elche llegó a la élite del fútbol español a finales de los años 50, logrando el
ascenso a la máxima categoría en 1959. En las dos primeras temporadas luchó
por mantenerse e incluso tuvo que superar una promoción de permanencia. Sin
embargo, a partir de 1961 ocuparon plazas en mitad de la tabla hasta que llegó
el gran salto de calidad con un excepcional quinto lugar en el curso 1963-64, la
mejor posición que ha ocupado el cuadro franjiverde en su historia.

Esa temporada, con el técnico paraguayo Heriberto Herrera en el banquillo,


el Elche reunió en su delantera a Cardona, Lezcano, Eulogio Martínez, Rome-
ro y Oviedo, siendo bautizada con el nombre de “CLERO”, al coger la inicial de
cada uno de los futbolistas.

El estadio de Altabix fue un auténtico fortín y ninguno de los grandes consiguió


asaltarlo. Cayeron derrotados el Real Madrid, el Valencia, el Real Zaragoza, el
Sevilla o el Atlético de Madrid y el F.C. Barcelona solo sacó un empate. En el
frente de ataque, cuyas principales virtudes eran la pegada y la intensidad y
rapidez que daban a todas sus acciones, predominaban los jugadores america-
nos, con tres paraguayos (Lezcano, Eulogio y Romero), un hondureño (Cardo-
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na) y únicamente un hispano (Oviedo). En el extremo diestro se desempeñaba
Cardona. Apodado “la coneja”, era un futbolista menudo, muy ágil, escurridizo
para zafarse de la marca contraria y eficaz de cara a gol. Su salida en el verano
de 1964 junto con la de Eulogio Martínez cerró la corta etapa del CLERO en el
conjunto mediterráneo. Como interior diestro jugaba Lezcano, institución del
club ilicitano y jugador fuerte, físicamente poderoso, con un excepcional domi-
nio de balón y magnífico disparo con las dos piernas. La posición de delante-
ro era para Eulogio Martínez, fichado del F.C. Barcelona, donde cuajó buenas
campañas. Hábil, enérgico, sacrificado y generoso en su esfuerzo, tenía una
relación de amor con el gol pese a su estilo tosco y poco refinado. En la zona
izquierda del ataque se encontraban Romero y Oviedo. El guaraní, probable-
mente la mejor zurda que ha pasado por el Elche, desbordaba clase, calidad y
elegancia. Tenía visión de juego, último pase y aunque jugaba algo retrasado
anotó una excelente cifra de tantos a lo largo de su trayectoria. Mientras que el
cacereño Oviedo era el extremo izquierda. Veloz y técnicamente brillantísimo,
su estilo imprevisible causó estragos por la banda.

Cardona, Lezcano, Eulogio, Romero y Oviedo

Tres lustros más tarde de que el Atlético de Madrid tuviese a las delanteras
de “Seda” o “Cristal”, aglutinó otro quinteto para el recuerdo. Compuesto por
Ufarte, Aragonés, Mendonça, Adelardo y Collar, obtuvo la Copa en 1965 y
conquistó la Liga un año después tras quince sin lograrlo. Primero con Otto
Bumbel y a continuación con Domingo Balmanya, vencieron al Real Zaragoza
en el torneo copero por la mínima y superaron a su eterno rival de la capital
en la competición doméstica.

Las incorporaciones de Ufarte y Aragonés fueron claves para la formación


de esta delantera en la que Mendonça, Adelardo o Collar llevaban figurando
varios años junto a otros buques insignia del club, como Miguel, Vavá o Peiró.
Las bandas de aquel cuadro colchonero correspondían a Ufarte y Collar. El
primero, que había desarrollado la primera parte de su carrera en Brasil, des-
tacaba por su gran dribbling, su potente zancada y por enviar unos centros
con mucha precisión desde la banda. Collar, extremo zurdo rapidísimo, con
buena técnica y fácil desborde, poseía un destacado olfato goleador y le gus-
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taba participar en la elaboración de las jugadas ofensivas. Los interiores Ara-
gonés y Adelardo, santo y seña de la entidad del Manzanares, son dos de los
jugadores más queridos que han vestido la camiseta rojiblanca. Aragonés,
llegado del Betis en 1964, no era un jugador excesivamente veloz ni rápido,
pese a tener una imponente zancada, pero cuando el balón le llegaba a los
pies la jugada tomaba otro sentido. Inteligente, con buen dominio de la pelo-
ta y visión de juego, su acción preferida era llegar al área contraria desde la
segunda línea, consiguiendo innumerables tantos de esta manera. Además,
era un especialista en los lanzamientos de falta y uno de ellos casi otorga la
primera Copa de Europa al conjunto madrileño. Mientras que Adelardo fue un
centrocampista muy completo, fuerte y técnico, era el motor del equipo en la
zona ofensiva. Marcaba goles, asistía y también defendía, corría y se sacrifi-
caba a pleno rendimiento los 90 minutos. Por último, el puesto de delantero
centro era para Jorge Mendonça. El angoleño fue un futbolista fabuloso, con
una técnica depuradísima, muy hábil, con un magnífico regate y espectacular
rematando. Astuto e inteligente en sus movimientos, es uno de los arietes
con más calidad que han pasado por el Atlético de Madrid.

Ufarte, Aragonés, Mendonça, Adelardo y Collar

Alberto Cosín
@albertocosin

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OLYMPIAKOS,
EL TIRANO GRIEGO
Christian Sánchez

La historia del fútbol siempre deja sitio a los clubes que marcan una
época, participen en las ligas más famosas del panorama futbolís-
tico o no. El Olympique de Lyon a comienzos de los años 2000 y
el Celtic en la Scottish Premier League son algunos ejemplos. En la
Super Liga griega encontramos otro ejemplo que actualmente per-
dura, hablamos del Olympiakos de Michel. Se trata de un club que
nunca ha descendido de categoría y que ha conseguido 16 títulos
domésticos de los últimos dieciocho.

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Revista#14
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S
us continuos éxitos en Grecia le permitían, año tras año, poder parti-
cipar en la máxima competición de clubes. Los equipos más potentes
temían a los helenos por aquel mito del “infierno griego”. Sin embargo,
ese fervor en las gradas de años atrás parece haberse trasladado al campo,
donde Michel ha conseguido formar un conjunto sólido y con numerosos re-
cursos para afrontar distintas situaciones de partido.

Foto:
Uefa.com

No sería justo afirmar que el éxito de este equipo se proyecta únicamente


sobre la figura de Michel por dos motivos: su éxito, como conjunto, se alarga
hasta mediados de los años noventa y se trata de uno de los equipos con
mayor presupuesto de Grecia. Michel llegó al banquillo para hacer un equipo
bien estructurado, que pudiera competir en Europa a la vez que mantenía
el nivel mostrado en la liga griega. De momento, la cosa parece no marchar
según lo planeado. El enfrentamiento directo, hace algunos días atrás, ante
el PAOK se saldó con una dura derrota en casa que deja a los hombres de
Michel a cinco puntos del equipo de Salónica. La base sobre la que Michel
ha trabajado se puede resumir en tres aspectos diferenciados: la fortaleza e
intensidad del equipo en casa; el dominio de dos estilos como son la posesión
y el contragolpe; y la capacidad y sacrificio para mantener un orden absoluto
cuando el rival tiene el balón. A partir de esos conceptos el equipo rinde bien,
pero a la fecha de la edición de este artículo, los helenos no atraviesan por
una buena racha de resultados ni dentro ni fuera de casa. La victoria ante el
Malmö en la última jornada de Champions apacigua los ánimos y les permite
seguir compitiendo en Europa, ahora en la Europa League.

SALIDAS FULGURANTES
Los primeros 15 o 20 minutos de casi todos los encuentros en casa, el con-
junto rojiblanco comienza con una gran intensidad. No hace falta irse muy
lejos en el tiempo, ya que el mejor ejemplo es el partido que disputó ante la
Juventus de Turín en Champions. Pese a la entidad del rival, los hombres de
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Michel consiguieron el dominio de balón y lo trasladaban con acierto a posi-
ciones muy adelantadas. Las bandas presionaban junto con la ayuda de los
mediocentros para robar alto e iniciar una transición rápida con poco espacio
por delante y con el rival en posición de salida de pelota. La generación de
jugadas peligrosas por medio de fallos forzados del rival hace que a los ju-
gadores contrarios les empiecen a entrar ciertas dudas a la hora de sacar el
balón jugado desde atrás.

Michel ha conseguido dotar a su equipo de variabilidad táctica, aunque bien


es cierto que, sin los jugadores técnicos con los que cuenta esto sería muchí-
simo más complicado. Podemos ver dos modelos/estilos del Olympiakos en
función del rival o el encuentro. El más atrevido y, por ende, el que más sole-
mos ver en los partidos que ejerce como local, se basa en dominar el encuen-
tro desde la posesión del balón. Partiendo de la base del uso del esquema
habitual, el 4-2-3-1, los laterales se proyectan hasta el mediocampo, desde
donde uno de los pivotes, generalmente Milivojevic, se hunde entre los cen-
trales que se abren para ayudar en la salida del balón. Una vez que la pelota
se encuentra en posiciones centrales se fortalece el juego interior a la vez
que se le da amplitud al juego, ya que los teóricos bandas se interiorizan por
la proyección ofensiva de los laterales. El enganche combina por dentro y por
fuera, mientras que la referencia cae a las bandas. Todo esto proporciona
una gran movilidad y generación de espacios aprovechados por los llegado-
res desde segunda línea.

Por otro lado, en los partidos más


complicados o que disputa fuera de
casa podemos vislumbrar un estilo
totalmente antagónico. En determi-
nados encuentros o situaciones de
partido se prefiere que el rival lleve
la iniciativa, cediéndole la posesión
del balón. El Olympiakos se repliega
en su propio campo en un 4-4-2 con
intervalos de una agresiva presión
sobre el contrario cerca de su área.
Las dos líneas de cuatro se posicio-
nan bastante adelantadas cuando el
equipo rival comienza a hilvanar la
jugada, pero a medida que va progre-
sando las dos líneas de cuatro se po-
sicionan al borde del área. Los ocho
jugadores se juntan mucho para evi-
tar generar espacios entre líneas y
hacer casi imposible las penetracio-
nes por dentro. Las ayudas de los
dos pivotes, Milivojevic y N’Dinga,
se antojan esenciales para mantener
ese equilibrio defensivo. Se desplaza
el ataque del rival a las bandas para
que muera en centros desde el cos-
tado bastante previsibles.
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Ese orden que se mantiene cuando el equipo está replegado en 10 o 20
metros no sería posible sin la ayuda de los mediocentros, como arriba co-
mentamos. Milivojevic y N’Dinga proporcionan buena salida de balón desde
atrás, sobre todo el serbio, y coberturas laterales por la tendencia ofensiva
de estos. Pero su aportación más destacada es la seguridad que proporcio-
nan a su defensa. La cercanía de los mediocentros a los centrales permite a
estos anticiparse a los pases frontales sin miedo a dejar espacio libre, ya que
el mediocentro ocupará ese espacio. De este modo, el equipo no arriesgará
al incorporar los centrales arriba para iniciar una transición ofensiva, clave
cuando el equipo decide ceder el dominio del encuentro al rival. El automa-
tismo se repite en innumerables ocasiones.

ROBERTO ENCONTRÓ SU SITIO


Roberto Jiménez es una muestra más del buen trabajo que se realiza en Es-
paña en la posición de portero de fútbol. No caben en los dedos de una mano
los debates que se han generado con las convocatorias de porteros en la
selección española de un tiempo a esta parte. Aranzubía, Gorka Iraizoz, Kiko
Casilla, Diego López… son algunos nombres que han sonado para las convo-
catorias de la selección. Ahora, Roberto Jiménez se une a esa larga lista. El
actual portero del Olympiakos llegó al Atlético de Madrid desde el segundo
equipo, pero fue cedido al Nástic y al Recreativo, antes de tener una oportu-
nidad en el primer equipo. Por cosas del destino nunca ha podido destacar
en la portería del equipo que le formó y siempre ha sido más sonado su ren-
dimiento en otros campos. Tras triunfar en el Zaragoza y el Benfica, le llegó
una oferta desde Grecia que no rechazó.

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Desde entonces se ha mantenido como guardameta titular, cuajando gran-
des actuaciones que significaban puntos vitales para su equipo. Se ha ga-
nado ese sitio a pulso y el agradecimiento por parte de la afición se hace
notar. Su última gran hazaña estuvo al nivel de la competición y del rival: ante
la Juventus en la Liga de Campeones. Roberto hizo bueno el gol de Kasami
gracias a una actuación inolvidable. Adentrándonos más en el madrileño, se
trata de un portero que trata bien el balón y lo distribuye bien a las bandas
cuando es presionado. No suele optar por el clásico pelotazo arriba si la si-
tuación no lo exige.

También posee una buena lectura de la jugada que le permite anticiparse a


los envíos a la espalda de sus defensores. Las situaciones de uno contra uno
las intenta resolver ocupando el máximo espacio posible adelantándose para
tapar hueco. A todo esto, se le une una gran reacción de primeras y capaci-
dad de recomposición desde el suelo, minimizando las posibilidades de los
rivales de aprovecharse de rechaces. Las únicas dudas que puede ofrecer
son en balones lateralizados aéreos, ya que suele quedarse dentro del área
pequeña confiando en sus reflejos.

ANÁLISIS LÍNEA POR LÍNEA


• Defensa

La línea defensiva titular está compuesta, de forma habitual, por Elabde-


llaoui como lateral derecho, Masuaku como lateral izquierdo y Botía y Abidal
como centrales. Ambos laterales presentan una gran tendencia ofensiva, ya
que los dos gozan de calidad en el uno contra uno y una gran velocidad en
carrera. En fase ofensiva abren el terreno de juego incorporándose por el
costado, aunque también tiene la habilidad de percutir por dentro en diago-
nal interior y penetrar en el área rival. Esa tendencia ofensiva influye en sus
anticipaciones sin balón, saliendo de su posición para intentar interceptar,
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dejando un gran espacio a las es-
paldas que puede ser perjudicial.
Botía dota de centímetros a la lí-
nea defensiva y es muy solvente
en los balones aéreos. Por otro
lado, Abidal aporta esa salida de
balón y tendencia a subir en con-
ducción, herencia, sin duda, de
su etapa como lateral izquierdo.
La posición adelantada de los
centrales puede dejar al equipo
algo expuesto a desmarques a la
espalda de la defensa.

• Mediocampo

Debido al esquema que adopta el


equipo, esta demarcación se di-
vide en dos líneas. La primera
está formada por el doble pivote
anteriormente mencionado. En
condiciones normales, los dos
hombres encargados de ocupar
estos puestos serán Milivojevic y
N’Dinga, con la opción de Mania-
tis por el congoleño. El primero
de ellos responde a un perfil más
Olympiakos en fase defensiva técnico y ayuda a la transición de
pelota desde la defensa. Por otro
lado, N’Dinga es un jugador más de trabajo, realizar coberturas y robar, aun-
que también destaca en las jugadas paradas, que suelen ser una baza bas-
tante importante del conjunto griego si las cosas no salen según lo planeado.

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La línea de tres cuartos estará copada de jugadores técnicos y habilidosos
todos ellos, aunque los que más minutos están disputando son el exvalencia-
nista Domínguez, Dossevi, Kasami y Afellay. Esta demarcación está carac-
terizada por el gran juego interior ante las incorporaciones laterales. El nivel
técnico de todos estos jugadores les permite combinar rápido y de primeras,
además de realizar movimientos y acciones que den cierta ventaja a la juga-
da sobre el rival. Son jugadores que piensan antes de que el balón les llegue y
pueden ejecutar rápido. Los contragolpes son dirigidos por las conducciones
de alguno de estos tres elegidos, claves para dotar de rapidez a la jugada.

• Delantera

Mitroglou regresó tras su desastroso periplo por Inglaterra al equipo que le


encumbró a nivel internacional, pero aún no hemos podido presenciar ese
brutal nivel que exhibió en la primera mitad de la temporada pasada. El ex-
delantero del Fulham no es un ‘9’ al uso, muestra gran capacidad de movi-
mientos por todo el flanco atacante, lo que hace que su marcaje no sea
nada sencillo. Podemos verle, en bastantes ocasiones, recostado en la ban-
da izquierda para entrar en diagonal en el área rival. Esto desemboca en la
incorporación interior del lateral y en la interiorización del banda. Es mejor
jugador llegando desde atrás que permaneciendo fijo en la punta del ata-
que, de ahí su constante movilidad y tendencia a la banda y al centro del
campo. De momento su pólvora parece algo mojada. Si el rendimiento del
equipo es ideal, podemos esperar mucho más a nivel goleador si Michel
consigue recuperar al mejor Mitroglou.

El gran gigante griego ha comenzado a destacar en Europa de la mano de


Michel, que ha fortalecido al equipo en cuanto a variantes tácticas posi-
bles, pasando a dominar diferentes esquemas como el 4-2-3-1 habitual,
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el 4-4-2 en repliegue e, incluso, el 4-3-3 que pudimos presenciar ante el
Panathinaikos. Pero ahí no queda la cosa, ya que también ha conseguido
que su equipo esté capacitado para variar de esquema dentro del partido.
Esto hace un equipo con recursos suficientes para dominar la competición
doméstica, pero que quiere revivir sus mejores años en Europa midiéndose
con los más grandes y teniendo el Georgios Karaiskakis como bastión prin-
cipal para conseguir la victoria.

Christian Sánchez

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DE CUANDO
LUCIANO SÁNCHEZ FUE PICHICHI
Gil Carrasco

Luciano Sánchez era Vavá, alias con el que jugó 11 años en el Elche,
entre 1963 y 1974. Nacido en Béjar (Salamanca) en 1944, fue un
delantero centro de cuerpo menudo, fuerte, valiente, muy vivo en el
área y con una facilidad rematadora que le permitió ser el máximo
goleador de la Liga 1965-66, con 19 tantos en 30 partidos. No está
claro por qué se le llamó Vavá, aunque el gatillo fácil y el color tos-
tado de la piel lo situaron en la estela del Vavá original, el brasileño
Edvaldo Izidio Neto, delantero del Vasco da Gama que el Atlético de
Madrid fichó en 1958. Vavá estuvo tres temporadas de rojiblanco,
en las que marcó 31 goles en 71 partidos. De hecho, a Luciano Sán-
chez se le conocía en principio como Vavá II, pero pronto se quedó
en Vavá a secas.

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L
o de los alias era frecuente en el fútbol; así, en el DNI de su compañero en
el Elche Lico ponía José Antonio Morante, José Martínez era Pirri y Fran-
cisco Fernández era Gallego. Y no solo en el fútbol, sino que es universal
e intemporal: si nombramos a François Marie Arouet, María Antonia Abad, An-
tonio Chenel o Gordon Sumner, mucha gente no sabrá de quiénes hablamos,
pero si los identificamos como Voltaire, Sara Montiel, Antoñete y Sting, la cosa
cambia. Ahora la tendencia es a la inversa y hay infinidad de futbolistas que
quieren que en las alineaciones consten el nombre y el primer apellido.

Todo esto viene a cuento de que, en estos tiempos en que Messi y Cristia-
no Ronaldo imponen la tiranía de sus capacidades goleadoras estratosféri-
cas, conviene recordar que hace ya seis años que la Liga española no tiene
un pichichi español. El último fue Dani Güiza, que en la campaña 2007-08
acabó en lo más alto de la lista con 27 tantos en 38 jornadas. Güiza (Jerez
de la Frontera, Cádiz, 1980) jugaba entonces en el Mallorca, fue campeón
de la Eurocopa de 2008 —con la Roja también metió sus golitos— y ahora
viste de azulgrana, que así es la camiseta del Cerro Porteño de Asunción.
Su carrera fue un constante hacer y deshacer las maletas: Xerez, Mallorca,
Recreativo de Huelva, Barça B, Ciudad de Murcia, Getafe, otra vez Mallorca,
Fenerbahce (ganó la Liga turca), de nuevo Getafe y ahora, ya está dicho, apu-
ra su carrera en Paraguay.

Otro andaluz, Diego Tristán, había sido el anterior pichichi español, en 2002,
al contribuir con 21 goles a los éxitos de aquel Deportivo superlativo. Güiza
y Tristán se unen a Raúl González (dos trofeos con el Real Madrid), Salva Ba-
llesta (uno con el Racing de Santander), Manolo (uno con el Atlético), Emilio
Butragueño, Juanito, Rincón (Betis), Quini (dos con el Sporting y otros dos
con el Barça) y Carlos (Athletic de Bilbao), en la corta lista de máximos go-
leadores españoles de los últimos 40 años, nómina con mayoría de nombres
de otras nacionalidades: Kempes, Krankl, Da Silva, Hugo Sánchez, Baltazar,
Bebeto, Romário, Zamorano, Pizzi, Ronaldo, Vieri, Makaay, Etoo, Forlán, Van
Nistelrooy y los ya citados Messi y Cristiano Ronaldo.
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Vavá, y retrocedemos medio siglo, rompió con su pichichi una racha de ocho
temporadas en las que los máximos goleadores habían sido todos extranje-
ros: el argentino Alfredo Di Stéfano (2), el húngaro Ferenc Puskas (4), el pe-
ruano Juan Seminario y el paraguayo Cayetano Re, el pichichi más bajo de la
historia, medía 1,63. Vavá llegó al Elche apadrinado por un representante de
calzado, Narciso Caballero, que lo recomendó al club ilicitano, según cuenta
el interesado en el diario digital Elchedirecto. “En mis tiempos los delanteros
éramos gladiadores”, afirma Vavá, que hoy tiene 70 años. De sus duelos con
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los centrales, finos (pocos) o leñeros (los más), Vavá evoca los que sostenía
con el barcelonista Gallego y los califica de “preciosos”. Vavá tampoco ha ol-
vidado cómo consiguió el pichichi del 66, en la última jornada: “Luis Arago-
nés y yo estábamos empatados a 18 goles. El Atlético, que fue campeón,
jugaba en Sarrià contra el Español, y nosotros en Altabix contra el Valencia.
El Atlético ganó, pero Luis no marcó, y el Elche iba perdiendo por 0-2. Enton-
ces, en el último minuto, mi compañero Romero me puso un balón en bandeja,
lo metí y así gané el pichichi. Hubo invasión de campo y la Guardia Civil me
tuvo que proteger porque la gente me estrujaba”. Uno de los entrenadores a
cuyas órdenes trabajó, el gran Di Stéfano, dijo una vez que Vavá tenía tanto
coraje y tanta hambre de gol que “si pintabas un balón en la pared del vestua-
rio, lo remataba de cabeza”.

Uno de los entrenadores a cuyas órdenes trabajó, el


gran Di Stéfano, dijo una vez que Vavá tenía tanto co-
raje y tanta hambre de gol que “si pintabas un balón
en la pared del vestuario, lo remataba de cabeza”.

Romero (Juan Ángel Romero, un para-


guayo que se afincó en la ciudad alican-
tina, donde murió en 2009) era el ‘10’ del
asombroso Elche de los 60, que obtuvo
un cuarto y un sexto puestos en la Liga
y disputó la final de Copa de 1969 que
perdió ante el Athletic de Bilbao. Fino,
inteligente y técnico, Romero movía al
equipo ayudado por Lico, Asensi y Mar-
cial. Lico acabó en el Valencia y Asensi y
Marcial en el Barça, si bien Marcial hizo
escala en Sarrià para formar la delante-
ra de los delfines junto a Amas, Re, Rodi-
lla y José María.

Marcial, hijo de un guardia civil, nació en Bárzana de Quirós (Asturias) en


1946 y vio Altabix por primera vez cuando tenía tres años, al ser trasladado
su padre a la comandancia de Elche. Destacó enseguida en las divisiones in-
feriores del Elche y a los 16 años se decía que lo seguían el Madrid, el Barça
y el Inter. Sin embargo, fueron los millones de Juan Vila Reyes los que lo con-
virtieron en perico. De complexión bien proporcionada, alto, rubio, elegante y
con una clase inmensa que le permitía controlar bien el balón, desplazarlo en
largo y chutarlo con fuerza y precisión, Marcial fue uno de los futbolistas más
extraordinarios que ha habido en este país y si su nombre no figura entre los
ilustres de los anales de la FIFA es porque no ganó ninguna Copa de Europa
y únicamente una Liga, la de Cruyff del 74. En 1977, en un disparate in-
conmensurable, el Barça lo traspasó al Atlético. Cuando volvió al Camp Nou
vestido de rojiblanco, el 3 de diciembre de 1978, puso, una vez más, el sello
de su deslumbrante calidad: marcó dos goles de falta con barrera, uno tirado
con la pierna izquierda y el otro con la derecha. Lo nunca visto.
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Marcial fue uno de los futbolistas más extraordina-
rios que ha habido en este país, y si su nombre no
figura entre los ilustres de los anales de la FIFA es
porque no ganó ninguna Copa de Europa y única-
mente una Liga, la de Cruyff del 74.

Vavá cumplió 30 años sin moverse de Elche. El equipo ya no era el matagigan-


tes temido por los grandes y pasó dos años en Segunda. Vavá tampoco era el
mismo. Una grave lesión de rodilla mermó sus facultades y en 1973 fue ven-
dido al Deportivo, recién descendido, y en Coruña resolvió retirarse en 1974.
Fue un final triste, una despedida cruel, de un pichichi valiente, imprevisto, un
pichichi menor pero aclamado por eso, por la grandeza de su pequeñez.

Y de los otros pichichis españoles menos conocidos, casi olvidados, hablare-


mos ahora de los goleadores que desde Vavá, en 1966, hasta Güiza, en
2008, dejaron su firma en la lista. No ahondaremos en las definiciones de
Amancio, Gárate, Luis, Rexach, Quini, Juanito, Butragueño, Raúl y Tristán, de
cuya fama y gestas suponemos al lector hartamente informado. Nos centra-
remos en los pichichis menores, como Vavá. En Uriarte, Porta, Marianín, Car-
los, Rincón, Manolo y Salva Ballesta.

Fidel Uriarte Macho (Sestao, Viz-


caya, 1945) se coronó en 1968
con 22 goles como delantero cen-
tro de un Athletic de Bilbao con Irí-
bar de portero y en el que le acom-
pañaban en el ataque Aguirre o
Argoitia, Arieta II y Rojo, con Cle-
mente de distribuidor. Sestao es
una ciudad pródiga en buenos fut-
bolistas, pues allí también habían
nacido Panizo y Venancio. Uriarte
no era delantero centro, puesto
que ocupaba Arieta II. Él era lo que
entonces se denominaba interior
de ataque, aunque curiosamente
Uriarte empezó de medio centro.
“Yo jugaba de todo, el número de
la camiseta me importaba tres co-
jones —dice en una entrevista pu-
blicada en El Correo—. Jugando,
quería libertad”. Uriarte acabó lu-
ciendo el ‘8’, “porque Clemente, que
es de Barakaldo, quería el 10”. De
Clemente guarda Uriarte el amargo recuerdo de la grave lesión que precipitó
su retirada: “Fue en Sabadell, junto a la banda. Vi cómo le venía encima Ma-
rañón [Ramón de Pablo Marañón, un descarte del Barça], yo le grité, pero no
pudo reaccionar. Fue una salvajada. Al terminar el partido pensamos en ir a
matarle a hostias, pero… era para meterlo en la cárcel”.
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Muchos de los 22 goles de Uriarte que le valieron el pichichi los marcó de
cabeza. Tenía planta, saltaba bien e iba a todas. Con el Athletic ganó dos
Copas, ante el Elche y el Castellón, y perdió otras dos, que se las llevaron el
Zaragoza y el Valencia. “Aquel Athletic hizo muy buenas temporadas, nos
entendíamos bien porque todos éramos amigos”. Uriarte dejó San Mamés en
1974 para irse al Málaga, donde se retiró en 1976, a los 31 años. Se hizo
entrenador y dirigió al Bilbao Athletic y al Villarreal, si bien lo dejó pronto: “Yo
no servía para eso”.

El camino del aragonés Enrique Porta (Villanueva de


Gállego, Zaragoza, 1944) hacia el pichichi de la Liga
1971-72 no fue nada fácil. Delantero hábil, con un
agudo sentido de la colocación, esencial para cazar
rebotes y balones sueltos, llamó la atención en la tem-
porada 1967-68 al conseguir 34 goles con el Hues-
ca. El Granada anduvo listo y lo fichó enseguida,
pero su aterrizaje en Andalucía fue accidentado,
ya que el primer año apenas jugó y cuando lo
hizo fue como defensa, una genialidad fallida
del entrenador Marcel Domingo. El segundo
ejercicio tampoco le fue provechoso; el técnico,
Néstor Rossi, no acabó de ver su potencial y lo
mandó al filial. Pero en 1971, con José Iglesias
Joseíto en el banquillo, todo cambió. Al lado del
tinerfeño José Antonio Tigre Barrios, un ariete a
la antigua, recio, rompedor, Porta encontró vías
de penetración y sorprendió a todo el mundo con
20 tantos que lo convirtieron en máximo golea-
dor. El Granada de Joseíto tenía un sistema de-
fensivo eficaz, en parte debido a la dureza te-
rrorífica de dos de sus integrantes, Fernández
y Aguirre Suárez, los cuales aplicaban el viejo
dicho de “dale a todo lo que se mueva, y si es al
balón, mejor”.

Porta, que se retiró en el Zaragoza (1977), ciu-


dad en la que montó una churrería, ha sido tal
vez el pichichi más discreto, silencioso, de to-
dos los pichichis. No le gusta meterse en consi-
deraciones tácticas y al hablar del Granada que
le dio fama, solo quiere resaltar el “ambientazo”
que había entre el equipo y la afición.

El nombre de Marianín (Mariano Arias Chamo-


rro, nacido en Fabero, León, en 1946) empezó a
sonar en la temporada 1970-71 cuando, jugan-
do en Tercera con la Cultural Leonesa —el equipo
del que salió César Rodríguez—, marcó 36 veces y
fue el máximo goleador de todas las categorías es-
pañolas. Bajo de estatura, robusto y con dos
muelles en las piernas que le hacían rebasar
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en el salto a defensas más altos que él, Marianín metía unos cabezazos tre-
mendos. En 1972, el Oviedo, entrenado por el doctor Eduardo Toba, se hizo
con sus servicios para formar una pareja de delanteros centro de mucho cui-
dado junto a Enrique Galán. Se decía que Galán era el bueno, pero los goles
los marcaba Marianín. Muchos de ellos, en combinación con su compañero
valenciano o rematando los buenos centros del extremo izquierdo, Uría. Lo
cierto es que, acabada la temporada, nadie superó los 19 tantos del jabalí
del Bierzo; uno de ellos, materializado con uno de sus demoledores testara-
zos en el Vicente Calderón ante el Atlético, supuso el gol 1.000 del Oviedo
en Primera. Su mejor tarde, no obstante, fue en San Mamés, donde Athletic y
Oviedo empataron a tres y él marcó los tres goles azules: “En aquella época,
meterle tres goles a Iríbar era algo grande, casi impensable”, declaró recien-
temente a El Bierzo Noticias. Su pichichi, como el de Porta el año anterior,
tiene el mérito añadido de que los competidores eran cañoneros consagra-
dos, de mucho nivel: Amancio, Gárate, Luis, Quini, Rexach, Santillana…

Una osteopatía de pubis aceleró el término de los días de gloria de Marianín


en Asturias. Volvió a la Leonesa en 1977, en Segunda B, y dijo adiós en el
equipo de su pueblo, el Fabero, en 1979. Ahora, Mariano Arias Chamorro es
un jubilado que se dedica a ver a Messi por televisión —“el mejor jugador de
la historia”—, a “cuidar a los nietos y a ser un poco el manitas de la casa para
arreglar cosas de electricidad y fontanería”.

El caso del doctor Carlos Ruiz Herrero, Carlos para el fútbol (Bilbao, 1948),
es de los pocos en los que un profesional del balón compagina su carrera de-
portiva con estudios superiores. Carlos Ruiz Herrero es médico, como José
Martínez Pirri y Carlos Pellicer, aquel ‘8’ del Deportivo que no supo aprove-
char el Barça entre 1967 y 1970 pero sí el Valencia de Di Stéfano, con el
que ganó la Liga del 71. El mismo ejemplo, aunque con otra carrera, dio José
Eulogio Gárate, ingeniero. El doctor Carlos Ruiz Herrero ha ejercido su profe-
sión en el Caja Bilbao de baloncesto y en las federaciones españoles de fútbol
y balonmano. “Empecé estudiando ingeniería —afirma en El Desmarque—,
pero al fichar por el Athletic, en 1970, cambié a medicina aprovechando que
podía pagármelo. En casa éramos diez hermanos”.
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Carlos ganó el pichichi de la Liga 1974-75 con 19 goles. Alto y fuerte, era,
como Marianín —y como Quini y Santillana, por referir a delanteros de su ge-
neración—, un especialista en el remate de cabeza. En el Athletic, entrenado
por Rafael Iriondo, jugaba con Iríbar en la portería; Escalza, Madariaga, Gui-
sasola y Astrain en la defensa; Villar, Lasa o Zabalza y Rojo en el centro del
campo, y Dani y Amorrortu como colegas del ataque. Estuvo en San Mamés
desde 1970 hasta 1981, y se retiró en el Español en 1982, donde formó con
Roberto Martínez y Rafael Pérez Marañón, la que la revista Don Balón deno-
minó la delantera del siglo: entre los tres sumaban 100 años. Con el Athletic
ganó la Copa del Generalísimo de 1973 y perdió, en 1977, la primera final
de la Copa del Rey, ante el Betis, y la final de la Copa de la UEFA, frente a la
Juventus, a ida y vuelta. El especulador equipo blanquinegro ganó en Turín
por 1-0 y el Athletic se impuso en Bilbao por un insuficiente 2-1: Bettega
hizo el 0-1, Churruca empató y Carlos materializó la amarga victoria.

Al trabajar en otros deportes tras dejar el fútbol como jugador, Carlos ha


conocido a otros deportistas y uno de ellos, el balonmanista kirguizo Talant
Duishebaev, lo ha impresionado especialmente: “Tiene un carácter ganador
que contagia a los que están con él, dotes de mando y es un gran amigo de
sus amigos”.

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Después de tres años de dictadura de Enrique Castro Quini —un trofeo de
máximo goleador con el Sporting de Gijón, 1980, y dos con el Barça, 1981
y 1982—, un delantero centro grandote, implacable rematador con pies y
cabeza y un bonachón dentro y fuera del campo, el pichichi se vistió de verdi-
blanco. 1983 fue el año de gloria de Hipólito Rincón (Madrid, 1957), cuyos
20 goles superaron los 19 de Amarilla (Zaragoza), los 18 de Dani (Athletic) y
los 17 de Sarabia (Athletic) y Valdano (Zaragoza). Muchos de esos 20 tantos
los hizo Rincón bordeando el fuera de juego y quizás habría conseguido 40 si
los árbitros no le hubieran pitado dicha situación antirreglamentaria; Rincón,
siempre hambriento de red, buscaba la coyuntura más ventajosa con un afán
impresionante. Aquel era un Betis de renombre: Esnaola, Gordillo, Cardeño-
sa, Diarte y Barnes figuraban en una plantilla inicialmente entrenada por An-
tal Dunai y después por Marcel Domingo. Rincón también dejó rastros de su
pólvora en el célebre 12-1 de España a Malta del 21 de diciembre de 1983,
en su estadio, el Benito Villamarín, al marcar cuatro de los goles, los mismos
que Santillana.

Formado en el Real Madrid, Rincón anduvo fogueándose en el Díter Zafra, Re-


creativo de Huelva y Valladolid antes de debutar vestido de blanco, en 1979.
El Betis lo contrató en 1981, donde permaneció hasta 1989. Luego, probó
fortuna como secretario técnico del Xerez y sentó cátedra con sus comenta-
rios en la cadena SER. Un día dijo, micrófono en ristre, que “hay que jugar por
las bandas, sobre todo por la derecha y por la izquierda”. Y en otra ocasión,
no menos memorable, apuntó que Brasil “nunca ha ganado una Eurocopa”.

Al pichichi de Rincón sucedió luego la era de Hugo Sánchez, un ‘9’ excepcio-


nal, fabuloso, con unas cualidades de ensueño para su oficio: capacidad de
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disparo y remate desde cualquier ángulo y posición, técnica, empuje, osadía,
habilidad e inteligencia. El futbolista mexicano del Real Madrid conquistó el
pichichi cinco veces; la última de ellas, en 1990, metió 38 goles —a uno
por partido y todos de remate o toque directo, es decir, sin control previo—
e igualó el récord de Zarra (Athletic) de 1951. Tuvieron que pasar 21 años
hasta que alguien, Cristiano Ronaldo, en 2011, mejorase la cifra con sus 41
goles. La hazaña del portugués, sin embargo, quedó hecha trizas cuando en
2012 Messi llegó a los 50 goles. Pero esa es otra historia.

Tras el repóquer de Hugo Sánchez entró en escena, en 1992, Manuel Sán-


chez Delgado, Manolo. Natural de Cáceres, donde nació en 1965, Manolo
despuntó en el Sabadell entre 1983 y 1985 e hizo tres buenas temporadas
en el Murcia, hasta que en 1988 lo fichó el Atlético de Madrid. Con la cami-
seta rojiblanca llegó a la cumbre al lado de Schuster, Donato y Futre bajo la
tutela de Luis Aragonés en la temporada 1991-92: 27 goles en la Liga, con
una holgada ventaja sobre Fernando Hierro (21) y Hristo Stoichkov (17), y
campeón de Copa al derrotar al Real Madrid en la final por 2-0. Manolo era
un delantero rápido y con un acusado sentido del oportunismo. Alguien le
preguntó a Johan Cruyff, a la sazón entrenador del Barça, cómo iba a ser
la vigilancia de Manolo, dada la movilidad y la facilidad de desmarque del
jugador extremeño, y Cruyff, no sin cierta lógica, contestó: “¿Que Manolo se
desmarca muy bien? Pues entonces no lo marcará nadie”.
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Rebajada la euforia en el Vicente Calderón por una cadena de acontecimien-
tos de todo tipo, Manolo decidió volver al Sabadell en 1995 y se retiró en
el Mérida en 1998 sin haber disputado un partido oficial, ya que una lesión
que le afectó al peroné y al tobillo lo obligaron a irse a casa. Manolo tuvo 21
entrenadores durante su carrera, la mayoría de ellos en el Atlético durante
el muy agitado reinado de Jesús Gil y Gil, de los cuales destaca a Luis Ara-
gonés en primer lugar—“Fue de quien más aprendí”— a Maguregui —“Con él
debuté en el Atlético”— y a Clemente —“Siempre contaba conmigo, jugaba
casi siempre”—. Luego probó suerte, sin alcanzarla, como entrenador del Ca-
cereño y regresó al Atlético en funciones de técnico de su escuela de fútbol.

El último de los pichichis antes de Güiza y, por tanto, penúltimo español con
tal honor, fue Salva Ballesta, quien en la temporada 1999-2000, jugando
para el Racing de Santander, totalizó 27 goles, tres más que Catanha (Má-
laga) y Hasselbaink (Atlético). Salvador Ballesta Vialcho (Zaragoza, 1975)
empezó en el Sevilla, a los 19 años, una prolija trayectoria que lo llevó a un
montón de equipos, algunos con billete de ida y vuelta: Sevilla, Écija, Racing,
Atlético, Valencia, Bolton, Málaga, Levante y Albacete, donde se retiró en el
año 2010. Actualmente entrena al filial del Málaga, Atlético Malagueño, de
Tercera División.

Prototipo del delantero peleón, cazador del área, Salva Ballesta despidió el
siglo xx como el goleador más espabilado de la Liga en un Racing que jugaba
al ataque con el paraguayo Gustavo Benítez de entrenador, quien solía ali-
near a Ceballos, Mellberg, Sietes, Arzeno, Espina, Colsa, Vivar Dorado, Mu-
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nitis, Amavisca, Salva Ballesta y Manjarín. De todas maneras, se habló más
de sus declaraciones políticas que de los balones que, impulsados por él,
traspasaban la línea de la portería. Hijo de un oficial del Ejército y piloto frus-
trado, Salva Ballesta celebraba sus goles con el saludo militar. Nunca ocultó
sus pensamientos fascistas y una patriotería de fajín, si bien se considera
“apolítico”. Para él, las prioridades de la vida son “Dios, familia, patria, Ejército
y fútbol”. En una entrevista divulgada por una web ultra, dijo en 2006: “Para
mí, se están devaluando las Fuerzas Armadas y creo que los altos mandos
deberían dar un taconazo, aun poniendo su cargo a disposición del político
de turno”. Y en 2007, a raíz de unas críticas del barcelonista Oleguer Presas
al Gobierno por su actitud con el etarra De Juana Chaos, Salva Ballesta se
refirió a Oleguer en estos términos: “Le tengo más respeto a una caca de pe-
rro”. El FC Barcelona denunció a Ballesta ante el Comité de Competición por
incitación a la violencia. El Comité se inhibió por no figurar las “discrepancias
políticas” entre sus competencias.

Por cierto, Rafael Moreno Pichichi nunca fue pichichi de la Liga. Pichichi (Bil-
bao, 1892-1922) murió seis años antes del primer campeonato nacional,
que se disputó en 1928, a consecuencia del tifus, seguramente contraído al
comer ostras en mal estado. Su apelativo bautizó el trofeo de máximo golea-
dor en 1953, por una iniciativa de los diarios Marca y Arriba. Pichichi, llama-
do así como un derivado de pichón, en castellano, o pitxintxu, en euskera, tér-
minos aplicados a personas de baja estatura, era un extremo izquierdo flaco
y menudo que dejaba la banda para ampliar el ángulo de tiro. Con el Athletic,
su único club, anotó 10 goles en 17 partidos de Copa y 68 en 72 del torneo
regional vizcaíno. Esas cifras, el hecho de ser el autor del primer gol en San
Mamés, en 1913, y su muerte prematura son el origen de la leyenda. Los fut-
bolistas del Athletic ganadores del pichichi han sido Gorostiza (dos veces),
Bata, Unamuno, Zarra (seis veces, récord en vigor), Uriarte y Carlos, último
en conseguirlo, en 1975.

Gil Carrasco.

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EL DISCÓBOLO PERFECTO
Óscar Fernández Villar

Su palmarés resulta impecable, pero la


dimensión deportiva de Al Oerter supera
su propio historial. Oerter fue el discóbolo
perfecto, el competidor implacable, el oso capaz de hibernar cua-
tro años para reaparecer hambriento en la cita olímpica y engullir a
cualquier contrincante, por superior que fuese sobre el papel. Oer-
ter ganó siempre, que es decir que ganó incluso cuando tuvo todo en
contra, salud incluida. Oerter alcanzó una dimensión superior, inal-
canzable, imbatible: la del hombre que con su sola presencia hundía
la moral de los rivales y reblandecía sus brazos musculosos. Oerter,
el perfecto dios olímpico.

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E
s muy habitual referirse a los campeones olímpicos como los deportis-
tas que alcanzan el Olimpo. Tomando esa referencia podemos colegir
que Al Oerter es, junto con Carl Lewis, el atleta que durante más años
ha estado en el Olimpo. Hay otros atletas con más medallas de oro olímpicas
en la historia del atletismo contemporáneo, pero ninguno, con excepción del
mencionado Carl Lewis, alcanzó 4 medallas de oro en su disciplina de ma-
nera consecutiva en cuatro Juegos Olímpicos: 1956, 1960, 1964 y 1968.

La diferencia entre los triunfos de ambos es que Al Oerter venció con la pre-
sencia de sus mejores rivales en todos los JJ.OO. y Carl Lewis, sin quitar
mérito a sus cuatro oros en longitud, lo hizo con rivales directos lesionados
en dos ediciones olímpicas (Iván Pedroso) y con un boicot en Los Ángeles que
abarató las medallas. Al Oerter batió el récord olímpico en cada ocasión que
participó, hazaña que nadie ha logrado igualar hasta la fecha. Además batió
cuatro veces el récord del mundo de disco entre 1962 y 1964.

Oerter era un portento físico que pudo ser bueno en distintos deportes: “Yo
podía lanzar una pelota de fútbol americano, de béisbol o golf a una milla”,
exageró en cierta ocasión. Su extraordinaria condición física estaba fuera
de toda duda, pero también tuvo la fortuna de los grandes campeones que
salió a relucir en varias ocasiones. En sus primeros Juegos Olímpicos en Me-
lbourne, cuando estaba fuera de la selección de EE.UU. al quedar cuarto en
los USA Trials de 1956, la lesión de un compañero le abrió las puertas para
poder acudir a Australia.

Oerter nació en 1936 en Astoria (Nueva York). Su infancia no hacía presagiar


que llegaría a ser un mito del atletismo. Sufrió la presión arterial alta, lo que
lo mantuvo alejado del atletismo y de cualquier otra actividad física. Con 15
años y por un mero accidente se convirtió en lanzador de disco.

El cuádruple medallista olímpico estaba en una pista de Sewanhaka, su high


school, cuando un disco se cruzó en el camino. El artefacto cayó a los pies de
Oerter, que lo recogió y envió de vuelta por el mismo lugar por donde vino.
La fuerza con la que envió el artefacto hizo que llamara la atención de un en-
trenador que lo convenció para que probara en los lanzamientos. Cinco años
más tarde se convirtió en campeón olímpico de una disciplina extremada-
mente técnica. Después de su época en el High School empezó a estudiar en
la Universidad de Kansas en 1954. Uno de sus compañeros de clase era Wilt
Chamberlain, el mítico jugador de baloncesto, que también hizo sus pinitos
con el atletismo en la modalidad del salto de altura.

En su periplo universitario consiguió tres títulos de conferencia consecutivos


(1956,1957, 1958). También venció en dos NCAA (Campeonatos de EE.UU.
Universitarios) y seis Campeonatos de la AAU. Se graduó por la Universidad
de Kansas en 1958, pero antes ya había sido campeón olímpico al vencer en
los JJ.OO. de Melbourne en 1956.

Un hecho curioso es que Oerter nunca fue favorito para vencer en los Juegos,
sobre todo en los de Melbourne 1956 cuando contaba con apenas 20 años.
Oerter nunca venció en los USA Trials, por lo que la condición de favorito y la
presión siempre recayeron en otros compañeros.
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En 1991, en una entrevista a la revista “The Olympian”, definió sus títulos de
una manera muy gráfica: “En los primeros Juegos, yo era muy joven; en los
segundos, no era muy capaz; en el tercero, muy lesionado; y en los cuartos,
viejo”. Ganó las cuatro veces.

Pero Oerter era sobre todo un ganador que hace a los deportistas superiores
cuando sus rivales flaquean. Hal Connolly, campeón olímpico en lanzamien-
to de martillo en Melbourne 1956, lo definió de esta manera: “En opinión
y en la de muchos de nosotros, él es el mejor atleta del siglo en concursos.
Hay una magia sobre él cuando está compitiendo. Está nervioso antes de la
competición. No come bien, sus manos tiemblan. Pero una vez el concurso
está a punto de comenzar, la calma se asienta sobre él. Los rivales lo ven y
les intimida”.

En sus primeros Juegos Olímpicos, el favorito era Fortune Gordien, que llegó
a Melbourne con un registro de 59.28, pero mientras que Oerter se supera-
ba y realizaba marca personal (56.64) y récord olímpico, su rival no llegaba a
los 55 m. Abrumado por la victoria casi se desmayó en el podio.

Al año siguiente, Oerter padeció un grave accidente de circulación que hizo


temer por su carrera deportiva, pero se recuperó justo a tiempo para los si-
guientes JJ.OO. En Roma 1960 los favoritos eran Rink Babka, que había
derrotado a Oerter en los USA Trials, y el polaco Edmund Piatkowski. Ambos
compartían el récord mundial con un registro de 59.91. Babka encabezó el
concurso hasta la quinta ronda, en la que Oerter se iba a 59.18, batiendo
nuevamente el récord olímpico. Después de su segundo éxito olímpico llegó
su primer récord el mundo. El 18 de mayo de 1962 batía la plusmarca de
Jay Silvester (60.72) al lanzar 61.10. La alegría le duró un par de semanas
ya que el soviético Vladimir Tusenyev logró alcanzar los 61.64 el 4 de junio
de ese mismo año. Al Oerter lo recuperó un mes más tarde, lanzando 62.45.
Al año siguiente lo volvió a batir con un tiro de 62.62 y su último récord llegó
antes de los JJ.OO de Tokio 1964, cuando lanzó 62.94.

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Pero ese año 1964 fue de mucho sufrimiento para Oerter ya que sufrió una
lesión discal cervical crónica que le obligó a usar un arnés en el cuello y, una
semana antes de los Juegos de Tokio, se desgarró un cartílago de las costi-
llas. Los médicos le recomendaron un reposo de seis semanas. Por si fuera
poco, el checo Danek había batido el récord del mundo por dos metros ese
mismo verano.

Oerter compitió, utilizando analgésicos y bolsas de hielo, en la prueba de ca-


lificación. Pero sabía de sus limitaciones, por lo que decidió arriesgar todo a
los primeros lanzamientos de la final: “Si no lo hago en el primer lanzamiento,
no voy a ser capaz de hacerlo”, dijo a un compañero de equipo.

Sin embargo, después de cuatro rondas de lanzamiento estaba tercero. Se


acercó al círculo, lanzó y mientras se retorcía de dolor miró al marcador que
señalaba 61 metros, nuevo récord olímpico. Danek no fue capaz de superar-
lo y Oerter se convertía en triple campeón olímpico. En ese momento surgió
un comentario suyo en el que se comparó al “Cid” ya que prácticamente
“muerto”, logró vencer. “Me envolvieron como una momia” -comentó- “pero
gané en el penúltimo lanzamiento. Estaba realmente lesionado. Me costó un
año recuperarme”.

Sus cuartos Juegos fueron en México


y, una vez más, no llegaba de favorito
debido a que Jay Silvester, un lanzador
mormón de Utah, era en ese momento
superior por marca. Antes de los JJ.OO.
Silvester consiguió un nuevo récord del
mundo con 66.54 y en los USA Trials lo
había derrotado. Además Oerter llegó
después de un año alejado de los círcu-
los de lanzamiento. Pero no solo batió su
marca personal, que tenía en 63.22, sino
que por cuarta vez consecutiva conquis-
tó el título olímpico gracias a un lanza-
miento de 64.78. Oerter pasó la barrera
de los 64 metros por tres veces en la fi-
nal mexicana, mientras que el récordman
mundial hacía nulo tras nulo. Silvester era
el gran derrotado, pues después de batir
el récord olímpico en la calificación solo
conseguía quedar cuarto, igual clasifica-
ción que en Tokio cuatro años antes.

Después de su retirada, Oerter hizo su reaparición para competir en los USA


Trials de 1980. El presidente Jimmy Carter declaró el boicot a los JJ.OO.
de Moscú, pero Oerter reaparecía quedando cuarto a la edad de 43 años.
Consiguió alcanzar los 69.46 aquel mismo año. Fue el mejor registro de su
vida y le supuso ser recordman mundial veterano hasta que Virgilijus Alekna
lanzó 70.28. Con 43 años, Oerter había logrado lanzar 13 metros más que
cuando consiguió su primer título olímpico en 1956…

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Su retirada se produjo en Eugene, la meca del atletismo norteamericano, y
durante cinco minutos el público puesto en pie lo ovacionó tras su último lan-
zamiento. Cuando contaba 47 años hizo una nueva reaparición en los USA
Trials de 1984. Llegó a la final, pero sufrió una rotura y tuvo que abandonar
el concurso. En los Juegos de Atlanta 1996 fue uno de portadores honora-
rios de la antorcha olímpica.

Su profesión fue la de ingeniero informático, aunque también ejerció de ora-


dor motivacional y dedicó parte de su tiempo a la pintura, una de sus grandes
pasiones. Nunca fue un atleta a tiempo completo y compaginó la actividad
profesional con su actividad deportiva.

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Al Oerter luchó contra la presión arterial elevada toda su vida, pero su proble-
ma se agravó al empezar el siglo XXI. El 13 de marzo de 2003 fue diagnosti-
cado clínicamente muerto. Un cambio en los medicamentos para la presión lo
llevó a este estado. Se pudo recuperar y fue aconsejado por los cardiólogos
para recibir un trasplante de corazón, lo que Oerter rechazó. En 2007 falle-
ció de insuficiencia cardíaca, a los 71 años de edad, curiosamente con un día
de diferencia que el húngaro Gyula Zivótzky, campeón olímpico en México
1968, como él, aunque en lanzamiento de martillo. En la cita olímpica mexi-
cana conquistaron sus respectivos oros con solo dos días de diferencia. A la
hora del adiós solo les separó un día.

HISTORIAL OLÍMPICO

1956 Melbourne 1960 Roma


Oro, 56.36 m Oro, 59.18 m
(Dorsal 438) (Dorsal 439)
Récord olímpico Récord olímpico

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1964 Tokio 1968 México
Oro, 61.00 m Oro, 64.78 m
(Dorsal 749) (Dorsal 294)
Récord olímpico Récord olímpico

Óscar Fernández Villar


@gabyandersengz

Fotos:
Getty Images

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AUTORES

Gil Carrasco

Alberto Cosín @albertocosin

Álex Couto Lago @AlexCoutoLago

Óscar Fernández Villar @gabyandersengz

Agustín Galán @Agustin_Galan

Christian Sánchez

Pablo Cervantes @ProtagonistasDJ

Diego Huerta @diegofhuerta

ILUSTRADORES
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@alexsantalo
DIRIGE
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Eric Pujol

EDITA
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@ehmaribrie
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@DarioOjeda

DISEÑO Y
MAQUETACIÓN
Hormigas y Cigarras
@HoryCig

Para consultas o intercambio de opiniones, escribir a: [email protected]


A T S I V E R

41#
4102/erbmeicid

GAMBETEANDO LA
ADVERSIDAD.
CARLOS TÉVEZ

GARRY MONK
Y LA EVOLUCIÓN
DEL ADN SWANSEA

EL NUEVO RICO
DE PARÍS

LAS FIERAS
DE SALDANHA

DELANTERAS MÍTICAS
OLYMPIAKOS,

EL TIRANO GRIEGO

DE CUANDO
LUCIANO SÁNCHEZ
FUE PICHICHI

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