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El Diablo Dede La Psicología

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El Diablo desde la psicología

ILDEFONSO R. PEÑAS BRAVO


Especialista en Psicología

El esquema que hemos elaborado y que ha dirigido lógica-


mente nuestro trabajo es el siguiente:

realidad psíquica del diablo,


fuente de esta realidad,
semillas y frutos de su dinámica presencia.

En otro contexto hubiéramos preferido ir exponiendo su


contenido sin presentar antes sus ideas centrales. Pero al pedír-
senos la palabra de la Psicología (más bien una palabra) en
torno a la figura del diablo, nos ha parecido más sensato indi-
car ya desde el principio sus bases doctrinales como ejes de
nuestro estudio.
Los estudios psicológicos en torno a la figura (tradicional y
religiosa) del diablo he descubierto que no son muy frecuentes.
La revista Etudes Carmelitaines dedicó en 1948 un número es-
pecial -muy completo- a la temática del diablo. Los diversos
aspectos o ángulos de visión en que fue estudiado nos parecie-
ron siempre acertados. Pero a pesar de sus 666 páginas que le
dedica, y sin olvidarnos de la época de su publicación (1948),
podemos afirmar que su estudio es actual bajo muchos puntos
de vista. En otros necesita revisión.
Desde otra perspectiva, también ha sido estudiado, no la fi-
gura del diablo en sí, sino las áreas o campos de su poder. Me
refiero a los «endemoniados». El diablo, pues, y los endemonia-
dos han constituido los dos ejes más significativos de 10 «demo-
REVISTA DE ESPIRITUALIDAD, 44 (1985),211-237.
212 ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

níaco», por denominarlo de alguna manera gráfica y exacta, en


un enmarque genérico.
Una obra más actual (al margen las clásicas de inspiración
literaria, como las de Dante, Goethe, Dostoyevski, Papini, etc.)
ha sido publicada en Galicia el año pasado bajo el título -muy
gallego- Satán, sus siervas las brujas y la religión del mal. Xosé
Ramón Mariño Ferro es su autor. Las 408 páginas es una bue-
na pista para poder constatar la actualidad del tema a que va
dedicado este número de Revista de Espiritualidad.
Alguien ha hablado en nuestros días de «ideas, creencias y
ocurrencias», insinuándonos los cauces generales por donde
transcurre nuestra cultura. El mismo lenguaje es también pro~
blemático como Instrumento transmisor de las realidades que
conocemos, vivimos e ignoramos. Por esto, si el lenguaje reli-
gioso sobre Dios es ambiguo, ambivalente, incompleto, etc., el
del diablo está afectado por los mismos condicionamientos. La
parábola del filósofo inglés Anthony Flew, y que Paul M. Buren
recoge en su obra El significado secular del Evangelio, nos en-
cuadra con gran exactitud 10 que, según nuestra apreciación per-
sonal, acontece con el diablo o 10 diabólico. Más aún, Buren
llega a afirmar que « .. .las palabras 'fe', 'fiel', 'confiado' no son
sinónimos de 'libertad', 'libre' y 'liberado'». El creyente en el
diablo, preguntamos nosotros, ¿se siente liberado por esta creen-
cia, o se siente más sumergido en la esclavitud, miedo, angustia,
opresión? ¿Funciona hoy el lenguaje sobre el diablo?
Desde estos encuadres ofrecernos, pues, nuestro trabajo.
¿Cuál es la realidad del diablo?

REALIDAD PSíQUICA DEL DIABLO

Todos hemos oído, y conocemos también, la apreciaclOn,


muy general, de aquellos hombres y mujeres para los que la
Psicología «mina» los fundamentos de la existencia de Dios y,
consecuentemente, los de la existencia del diablo. Y apuntamos
«consecuentemente» porque parece increíble, pero es así, es
cierto, que los que optan por la afirmación en su vida de la exis-
tencia de Dios son también los que optan por la afirmación de
la existencia del diablo. ¿Es religiosamente lógico implicar y co-
EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGÍA 213

nexionar ambas realidades? Pienso que esta postura psicológica


y humana, fundamento de la religiosa, necesita un análisis pro-
fundo.
Lo que el psicoanálisis ortodoxo ha afirmado siempre, desde
Freud, es que Dios es una estructura mental originada en el psi-
quismo humano. Dios es una creación humana. El hombre crea
a Dios a su imagen y semejanza. Esta postura es, como podemos
comprobar, volver del revés la afirmación bíblica: «El hombre
ha sido creado a imagen y semejanza de Dios». (Freud conocía
muy bien el texto bíblico).
¿No podremos, pues, admitir que realmente cada hombre
y cada mujer elabora su «concepto» de Dios según su psicología
personal? ¿Cada grupo humano, según sus condicionamientos
económicos, políticos, culturales, etc., no crea su propia con-
cepción religiosa respecto al bien (Dios) y respecto al mal (el
diablo)?
Lo que, en definitiva, propone la psicología es que al me-
nos el diablo es una realidad psíquica. Si no traspasa sus limi-
taciones, la psicología ni afirma ni niega la existencia objetiva
del diablo. Al mantenerse dentro de su capacidad, sí constata la
existencia psíquica del diablo, sus semillas y sus frutos.
Así, F. Dorsch, recogiendo los diversos aspectos de la reali-
dad demoníaca, apunta: «Del mismo modo que la creencia en
hechicería es propia de pueblos primitivos, 10 mismo la concep-
ción de divinidades, espíritus o potencias mágicas, cuya relación
e influencia puede buscarse mediante ciertos procedimientos, por
lo general secretos». Y añade, ampliando su exposición: «Tam-
bién los muertos son espíritus o demonios que intervienen de
modo invisible en los asuntos de los vivos ... Las principales
formas de demonios o «espíritus» son: a) duendes, espíritus
traviesos, bromistas, habituales de la casa en que se establecen
y también de la naturaleza (en los bosques, el aire, etc.); b) el
demonio de la vegetación, de los que unos se encuentran en las
propias plantas, donde viven y actúan, y otros están junto al
hombre y se encuentran en campos y bosques; c) demonios de
los enfermos, delirantes, locos, de los embrujados y posesos;
d) demonios protectores, para toda clase de lugares, profesiones
3
214 ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

y estados; e) demonios y potencias del aire, de los vientos, la


lluvia, el rayo, etc.» 1.
La demonomanía, para el mismo Dorsch, es la «creencia de-
lirante de estar poseso bajo el dominio del demonio o espíritu.
También creencia de hallarse en relación con ellos. Se observa
principalmente en la paranoia, en la llamada parálisis general y
como manifestación histérica».
A. Porot interpreta la demonomanía como término arcaico,
y propone el de demonopatía como más actual. Y apunta: «La
frecuente intrusión de temas diabólicos en las psicosis de tiem-
pos pasados inspiró a los autores unas agrupaciones artificiales,
como la demol1opatía; en esta denominación se engloban las di-
versas manifestaciones de los poderes infernales» 2.
Recogiendo una síntesis de estas demonopatías, describe las
cuatro formas siguientes:

la dannomanÍa o delirio de condenación;


demonomanía interna, que responde a una variedad del
síndrome de posesión ... , con automatismo motor o ver-
bal y alucinaciones cenestésicas;
los delirios de Íncubos y súbcubos, relativos a las con-
vicciones de comercio sexual, en el primero de los ca-
sos, entre las mujeres y el demonio (relativamente fre-
cuente en las alucinaciones genitales), y en el segundo
de los casos (excepcional) entre un hombre y el demo-
nio, presentándose este último bajo la apariencia de
mujer.

Son más ricas aún las pistas que aduce en la descripción del
síndrome de la posesión.
Para A. Porot, la posesión es una «forma o delirio en la que
el enfermo se cree habitado por un ser sobrenatural (especial-
mente el demonio: demonopatía), que habla por su boca, mueve
su lengua a pesar suyo y dirige sus movimientos. Este estado vie-
ne condicionado por una sensación de desdoblamiento de la per-
sonalidad, y se encuentra en su forma más típica en los delirios

I DORSCH, Friedrich: Diccionario de Psicología, Barcelona, Herder,


1976.
2 POROT, Antoine: Diccionario de Psiquiatría, Barcelona, Labor, 1962.
EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGÍA 215

psicomotores de Seglas, caracterizf;\dos por una gran riqueza de


alucinaciones psicomotoras y visuales y por la abundancia de al-
teraciones cenestésicas; las alucinaciones auditivas, cuyo predo-
minio es tan manifiesto en las psicosis alucinatorias crónicas,
son aquí muy raras.
En la melancolía pueden observarse síndromes de seudopo-
sesión que constituyen simples delirios explicativos, en los que
se elabora el tema de la posesión para justificar el sentimiento
de indignidad y las ideas sacrílegas que acuden al espíritu».
Comprendemos, pues, que A. Vázquez, en su obra Freud y
Jung, dos modelos antropológicos, afirme: «Los fantasmas edí-
picos se orientan fácilmente a los mitos o dogmas religiosos, y
éstos, a su vez, vienen a despertar aquéllos, como si entre ambos
existiera una relación muy íntima y primordial» 3.
Sin embargo, desde la perspectiva de la teología espiritual,
se parte, lógicamente, de otros enclaves, aun reconociendo las
dificultades que entraña. «Los complejos orígenes de la visión
cristiana del diablo combinan conceptos hebraicos (Satanás, Lu-
cifer, la serpiente tentadora), conceptos griegos (daimon y dia-
bólico) e ideas egipcias (el n'ter, espírihls malos, fantasmas y
apariciones), que 110 son otros que las antiguas divinidades pa-
ganas de Egipto». Completando esta postura añade: «Aunque la
Iglesia ha expresado su fe en la existencia del diablo, de los dia-
blos y de los ángeles, los biblistas no han resuelto todavía plena-
mente el problema de 10 que quieren decir todos los textos bí·
blicos que mencionan a esos seres. Ni tampoco los teólogos hal1
conseguido algo que pueda llamarse un consenso a propósito de
las dimensiones poliédricas de 10 satánico y 10 demoníaco» 4.
Desde nuestra ladera psicológica leíamos con gran curiosi-
dad la obra de H. Haag El diablo: su existencia como problema,
precedida de la que publicó en 1973, titulada (observen la di-
ferencia) El diablo, un fantasma. Comprobamos que el «signifi-
cado» del diablo queda mejor enmarcado cuando se mantiene la
siguiente postura preliminar: «Una vía válida para entender la
naturaleza de la mente humana es analizar los mitos que ella

3 VÁZQUEZ, Antonio: Freud y ¡ung, dos modelos antropológicos, Sa-


lamanca, Sígueme, 1981, p. 240.
4 NAVONE, J., en Nuevo Diccionario de Espiritualidad, Madrid, Edi-
ciones Paulina s, 1979, p. 353.
ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

de Satanás, que ha prevalecido a 10 largo de la


la historia judeocristiana, contiene lo que se
• 5
Y pecammoso» .
es la realidad psíquica del diablo, ¿cuál es su fuente

F!f,lente original de la realidad psíquica del diablo


Dado el planteamiento que hemos reseñado anteriormente,
una de sus consecuencias lógicas es señalar que la fuente de la
realidad psíquica del diablo se encuentra en el funcionamiento
de la mente humana. Y según sea la base psicológica, fundamen-
talo exclusiva, que se adopte, así será la explicación que se em,
plee para razonar el planteamiento elegido.
Por nuestra parte, y en esta ocasión, nos apoyamos en el
análisis transaccional ele Eric Berne. En un principio tuvimos
la tentación de «sintetizar» la convergencia, divergencia y com-
plementariedad de Jung y de Berne, pero descubrimos que sería
más complicada la comprensión de la palabra de la psicología
que estamos exponiendo en torno a la realidad psicológica del
diablo. Hemos optado por limitarnos al análisis transaccional de
Berne, que creemos resultará más comprensible e incluso más
terapéutico para todos.
Así pues, ¿qué explicación nos brinda el análisis transac-
cional de Berne para conocer la fuente de 10 que comúnmente es
denominado el diablo o 10 diabólico?
Muriel James (una de las discípulas más conocidas de Ber-
ne), en su obra Breaking Free, Self-Reparenting for New Life,
y en el capítulo tercero de la misma, trata de estos apartados,
curiosos bajo todos sus aspectos:
los padres como brujos y hechiceros;
la magia de los hechizos;
proceso del hechizamiento;
mandatos paternos hechizantes;
hechizos del Padre cultural;
hechizos culturales 6.

5 NAVONE, J., en o. C., p. 351.


6 JAMES, Muriel: ¡Libre!, México, Fondo Educativo Interamericano,
1982.
ESTRUCTURA, FUNCIONAMIENTO Y CONTAMINACIONES
DE NUESTRA PERSONALIDAD

1) 11)

III)

(a) (b) (e)

l) Estructura; Il) Funcionamiento; IlI) Contaminaciones: a) del A por


el P; b) del A por el N; del A por el P y el N.

La contaminación del A por el P es por sus «prejuicios»; la contami-


nación del A por el N es por sus «ilusiones». La contaminación del
A por el P y el N es por «prejuicios e ilusiones».
218 ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

¿ Qué quiere indicarnos Mude! al acentuar tales epígrafes?


Las bases psicológicas de estos enunciados (a muchos les
parecerán excesivos y chocantes) son los siguientes: Estructura
y Funcionamiento de la personalidad. Ambas son fundamen-
tales. (Ver gráfico anterior.)

A) Estructura de la personalidad

Para Eric Bel'l1e, la estructura de la personalidad de cada


uno de nosotros está integrada por tres estados psicológicos del
yo. Estos tres estados psicológicos son denominados por él pu-
dre, adulto y niño. 1',To tienen nada que ver con la edad ni con
la paternidad o maternidad de un hombre o de una mujer. Per-
tenecen tanto a la etructura de la psique de un niño como a la
de un anciano. El estado psicológico del yo, niño, pertenece al
anciano, como el estado psicológico del yo, adulto, pertenece o
es propio de un niño. Todos somos un PAN (P. A. N.).

1) El estudio psicológico del yo, padre (P), incluye (yen


una síntesis muy limitada) las tradiciones, las prohibiciones, los
mandatos, etc., que las figuras paternas o parentales más signi-
ficativas nos han ido transmitiendo o grabando en nuestra per-
sonalidad durante los seis u ocho años de nuestra infancia. For-
mas concretas de estas tradiciones, prohibiciones, mandatos, etc.,
serían las siguientes:

debes levantarte temprano;


no debes decir mentiras;
haz los deberes antes de acostarte;
no hagas tonterías cuando estás en la clase.
Eres un mal estudiante y desobediente.
No eres un buen hermano. Etc. Etc.

El sentimiento de culpabilidad, así como el de vergüenza, el


miedo, el temor, etc., serán consecuencias más o menos trágicas
de estos contenidos del estado psicológico del yo, padre. Impli-
ca, pues, un modo concreto de pensar, de actual' y de sentir
(PAS) impuesto, más que propuesto, por el «moldeador pater-
no» en un sentido amplio. Incluye, como indicamos anterior-
EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGÍA 219

mente, a las figmas paternas más significativas, como los padres,


los abuelos, tíos, profesores, hermanos, amigos, etc.
2) El estado psicológico del yo, adulto (A), se construye y
se manifiesta en las «comprobaciones» de los datos recibidos.
«Prueba de la realidad» podríamos denominar a esta comproba-
ción del A. Comprueba sus datos independientemente de lo
transmitido por los moldes familiares y sociales. Comprueba los
hechos diferenciándoles de las tradiciones y de las ilusiones,
transmitidas por el P o el N. Es un modo de pensar, de actuar
y de sentir (PAS) que no es lo que debe (P) ni lo que desea (N),
sino lo que es práctico o conviene. Es vivir en el aquí y en el
ahora. Es la autonomía. Es vivir «descontaminado» del P y
del N.
3) El estado psicológico del yo, niño (N), integra las nece-
sidades básicas del ser humano, los impulsos naturales, los de-
seos de ser feliz y huida del dolor, etc. Es un modo de pensar
(intuir), de actuar y de sentir peculiar hasta los seis años. Una
peculiaridad espontánea, natmal, lúcida, graciosa, mística, má-
gica, contagiosa, profunda, bulliciosa, emergente desde la raíz
más ancestral ...
Desde esta «síntesis» de los rasgos más significativos y fun-
damentales de los tres estados psicológicos del yo podemos ya
comprender mejor el funcionamiento de la personalidad, clave
para captar en su raíz la fuente de la realidad psíquica del dia-
blo, tal y como nosotros creemos que el análisis transaccional
nos permite apuntar como palabra de la psicología.

B) Funcionamiento de la personalidad

El estado psicológico del yo, padre, funciona por un doble


circuito o canal: el P. Crítico, positivo y negativo, el primero,
y el P. Nutricio, positivo y negativo, el segundo.
El PC negativo (-) persigue, desvaloriza, etc., la iniciativa
del hijo, del alumno, del paciente en su ansia de desarrollo, de
amar y ser amado, de buscar apoyo y ser autónomo. El PC posi-
tivo (+) protege, valoriza en la vida, en la necesidad de inde-
pendencia, de saber, de amar, de gozo ...
El PN positivo ( + ) permite vivir a cada uno según los «mó-
dulos» interiores que posee. El PN negativo (-), al sobrepl'ote-
220 ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

gel' o intentar salvar al niño, destruye su capacidad de desarrollo


y autonomía al no permitir el despliegue personal e independien-
te de cada niño.
Al prohibir su poder, su modo de pensar, de actuar y de
sentir (PAS); al imponer un modo concreto de pensar, actuar y
sentir (PAS); o al «calificar» a la persona de que su pensar, su
actuar y su sentir independiente no es correcta o es mala; o al
manipular su necesidad de ayuda o crítica positiva por la ver-
güenza, el miedo o el abandono, 10 que está originando es una
personalidad «castrada», sumisa, rebelde, neurótica, deprimida,
obsesionada por la aprobación de los demás, o competitiva y no
cooperativa ...
Toda prohibición de pensar, actuar y sentir, con la amenaza
de un castigo si se lleva a cabo, o con el pavor de que alguien
o algo fantasmal, tremebundo, feo, peligroso, terrorífico ... es
la fuente de creer en algo o alguien indeterminado pero malig-
no. Causante del mal y de todo 10 malo. Brujo, bruja, fantasma,
diabólico, hechicero, diablo, satán, lucifer ...
Los mensajes de este estado psicológico del yo, en su fun-
cionamiento, es -al menos para nosotros- la fuente del diablo.
La fuente psicológica -no metafísica o religiosa- del diablo.
El P, como estado psicológico, agente y recipiente, es la fuente
o manantial del diablo.
Muriel James apunta, con razón, desgranando los apartados
que indicábamos anteriormente: «El padre cultural está com-
puesto de las creencias colectivas que tiene un grupo, ya sean
éstas conscientes o inconscientes. Cuando son inconscientes
constituyen 10 que puede llamarse el espíritu de la cultura.
Cuando las creencias son conscientes se convierten en costum-
bres, leyes y reglamentos según los cuales se 'supone' que vive
la gente. Son creencias que se imparten y que a menudo se
creen verdaderas. A menudo se convierten en hechizos. La tra-
gedia del suicidio masivo de Guyana muestra el peso del hechizo
que una sub cultura puede tener por sobre sus miembros» 7.
y añade: «Los hechizos del padre cultural son frecuente-
mente transmitidos por los padres históricos o sustitutos a tra-
vés de los cuentos. Las leyendas, los cuentos de hadas, los mitos

7 JAMES, Murie!: O. e., p. 49.


EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGÍA 221

y las aventuras fantásticas tienen todas ellas el poder de hechi-


zar a los niños, de manera que pueden interferir con la libertad
más adelante en su vida. Esas historias pueden ser narradas, leí-
das o vistas en televisión» 8.
Apoyándonos en Jung podemos afirmar 10 siguiente, que ad.·
mitimos con pleno asentimiento: «Cuando hablamos del hombre
en general, no nos referimos a su anatomía, sus formas cranea-
nas y su color de piel, sino a su mundo humano y psíquico, fl su
conciencia y a su comportamiento vitaL.. La psicología arcaica
no es sólo psicología del primitivo, sino también del hombre ci-
vilizado moderno ... , el hombre civilizado mismo, que indepen-
dientemente de su nivel de conciencia es todavía un homhre
arcaico en las capas profundas de su psique» 9.
Comprendemos también por qué Marcos Victoria, prologan-
do la obra de Jung Conflictos del alma infantil.. afirma, recogien-
do su pensamiento: «Aun cuando los padres reposen desde hace
tiempo en la tumba ... y hayan o deberían haber perdido toda
importancia para los hijos, a raíz, por ejemplo, de un cambio
total de las circunstancias del enfermo, están aún presentes en
él como si no hubieran muerto. De ello resulta -concluye él
mismo- una identificación malsana con los padres, impregna-
ción subconsciente de sus problemas, conducta que quita flexi.-
bilidad y libertad a las reacciones de los hijos y, a la postre, les
hace sufrir los mismos destinos» 10.
Hasta aquí, como podremos comprender, hemos expuesto el
funcionamiento del estado psicológico del yo, padre. Pero su
«complemento» natural, lógico y vital, es el funcionamiento psi-
cológico del estado niño. ¿Cómo es este funcionamiento? ¿Cómo
se expresa?
El funcionamiento del estado psicológico del yo, niño, es el
que nos permite captar con más exactitud y obtener una com-
prensión más profunda de la afirmación fundamental que aca-
bamos de ofrecer y reseñar, atribuyendo al estado psicológico del
yo, padre, la fuente de la realidad psíquica del diablo.

8 JAMES, Murie!: O. C., p. 50.


9 JUNG, C. G.: Problemas psíquicos del mundo actual, Caracas, Mon-
te Avila E., 1976, pp. 165-6.
10 JUNG, C. G.: Conflictos del alma infantil, Buenos Aires, Paidós,
1972.
ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

El estado psicológico del yo, niño, se centra en una triple

a) buscando el sentido de todo lo que ve y de lo que no


ve o no le dejan ver; de todo lo que siente o no le
permiten sentir; de todo lo que oye o no le dejan es-
cuchar; de todo lo que hace o no le dejan hacer, etc.,
etcétera.
b) Búsqueda también elel significado de todo lo que le
rodea y de todo lo que siente surgir en sus raíces
como necesidades o impulsos de vida y de muerte,
constructivos y destructivos.
e) Búsqueda, finalmente, de dominio sobre SI mismo y
sobre los demás, de competencia y de cooperación.

Sentido, significado y dominio o poder son necesidades bási-


cas del niño.
El miedo, por una parte, ante quienes son más fuertes que
él, ostentan más poder, sabiduría, libertad, etc., y, por otra, su
experiencia de impotente, ignorante y dependiente motivan sus
sumisiones o sus rebeldías. Ser sumiso o ser rebelde. Tiene que
acomodarse, adaptarse a las normas y directrices que le impo-
nen tanto en su pensar como en su actuar y sentir (PAS). Es así
la ineludible condición humana en los primeros (7) años de nues-
tra vida. Pero también puede rebelarse frente a los que intentan
controlarle.
La energía psíquica del niño cristaliza en dos circuitos: el
NN (Niño Natural) el primero y el NA, sumiso o rebelde (NAs/
NAr), el segundo. El Niño Natural (Niño Libre según otros au-
tores) es la energía psíquica no censurada y el Niño Adaptado
es la moldeada, censurada, civilizada, canalizada, educada, etc.,
por el estado psicológico del yo, padre.
El Niño Adaptado cree o no cree 10 que oye, ve, etc., a su
padre; acepta o rechaza su pensar, actuar y sentir con tal de no
ser abandonado ... , con tal de sobrevivir, o busca su autonomía
sea como sea. Hay sumisiones y rebeldías «racionales» e «irra-
cionales» .
El Niño Adaptado será, lógicamente, la fuente original de
nuestros conflictos. Es la parte o fuente más conflictiva en nues-
¡-
I
EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGíA 223

tro conViVir con los demás, de nuestro desarrollo, de nuestra


madurez o inmadurez. El pensar, el actuar y el sentir del N (en
la India, en Africa, en Europa, etc.) son contaminados por los
prejuicios del P y por las ilusiones propias del N mismo. Pién-
sese, por ejemplo, en los prejuicios -al menos para nosotr08-
con respecto a la vaca sagrada, a la comida del cerdo, etc., o los
problemas originados en la educación racial, religiosa, «proseli-
tista a ultranza», etc. Se creerá en las brujas y en los espíritus,
en el demonio o satán porque el P así se 10 transmite. Y el P es
la fuente de su saber, la fuerza de su sostén, el apoyo de su de-
bilidad. Lo es todo. Y estas creencias son o serán las respuestas
«enlatadas» que se repiten, que se presentm'án unos a otros
corno razonamientos propIos, libres, lógicos, etc., siendo «res-
puestas» o «supuestos» desde el P y no desde el A: «respuestas
actualizadas, cribadas, criticadas».
Las creencias que son transmitidas por el P como «indiscu-
tibles» erosionan la capacidad del N para adquirir la «verdad
verdadera», abortan la necesidad de la investigación y obstacu-
lizan el sano desanollo de la personalidad. Tan peligrosos son
los prejuicios del P y las ilusiones del N. La magia y la mística
pertenecen al NN.
Con razón puede afirmar WoIfgang Metzger en su obra Los
prejuicios, ensayo de caracterización psicológica y social, que
«_ . .las fuentes más peligrosas de prejuicios son las grandes con-
figuraciones autoritarias de tipo político y confesional que ori-
ginariamente quieren servir todas al hombre, pero en un proceso
de dominación -segtm parece difícilmente evitable- han pasa-
do a servirse de los hombres para el propio fortalecimiento,
conservación y delimitación.
La seguridad del sistema se produce en dos tiempos. El pri-
mero es la educación para la obediencia, por 10 que la actitud
natural del niño de tres años debe convertirse en una actitud
duradera frente a los representantes de la organización: maes-
tro, párroco, prefecto de estudios, director de ejercicios, etc ...
El segundo tiempo sirve para palabras especiales. Antes perte-
necía a esta fase todo: la reverencia ante el trono y el altar. Hoy
se previene a los creyentes más bien frente a toda clase de mons-
truosidades, bajo las cuales en parte, aun siendo casi adultos.
apenas puede representarse algo más concreto que el niño que
224 ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

haber jugado con niños negros, sino solamente con


Esas monstruosidades se llaman, por
materialismo, colectivismo, vitalismo, egoís-
mbateÍsmo, etc. Pero no es necesario conocer exactamente es-
ta~' cosas peligrosas. Hay una actitud que protege de todos los
peligros: mantenerse fiel a su Iglesia; y en correspondencia con
ello en el ámbito político diríamos: ser fiel a su partido» 11.
Conectando aún más estos apuntes doctrinales con la vida
real de cada día tendremos experiencia de nuestro Niño Natural
y de nuestro Niño Adaptado como estados psicológicos del yo.
Hemos creído en los «fantasmas» de los demás porque conocía-
mos los fantasmas propios: nuestras ricas y frescas fantasías de
nuestro interior. Reyes Magos, Papá Noel, Santa Claus, brujas
y brujos, ángeles y demonios, etc., son personajes de nuestras
vivencias infantiles. También nos hemos adaptado o nos hemos
rebelado a las exigencias de los demás en nuestro pensar, en
nuestro actuar y en nuestro sentir.
Una explicación muy acertada de todo este engranaje psi-
cológico nos la ofrece E. Fromm cuando afirma lo siguiente en
su obra El miedO' a la libertad, comentando la búsqueda de un
«auxiliar mágico» en todas las personas, en todos los pueblos y
en todas las épocas. «Su cualidad esencial -dice Fromm- es
la de representar una determinada función; a saber, la de pro-
teger, ayudar y desarrollar al individuo, estar con él y no dejarlo
solo ... cuando el que asume la función de auxiliar mágico es
una persona real se le atribuyen propiedades mágicas... Este
proceso de personificación puede observarse con frecuencia en
lo que se llama 'enamorarse'» 12.
Analizando estas observaciones en «negativo» podemos com-
probar que buscamos también un «perseguidor mágico», o per-
sonificación del mal, como fuente fundamental para explicar «el
mal» que sufrimos contra nuestra voluntad. Así Mauro Rodrí-
guez, en su obra La teología católica ante el psicólogo, puede
ofrecernos la sigiuente argumentación: «Los demonios, por su
parte, encarnan proyecciones de los impulsos rechazados y al

11 METZGER, Wo]fgang: Los prejuicios, Barcelona, Herder, 1979, pá-


ginas 93-4.
12 FROMM, Eric: El miedo a la libertad, Buenos Aires, Paidós, 1977,
p. 212.
I EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGíA

mismo tiempo cumplen el papel de intentos de solución al enig-


ma del mal. El raciocinio es sencillo: si Dios es bueno y perfec-
225

to, El es la razón de 10 bueno. Pero si existe también el mal, que


no puede achacarse al sumo bien, debe, pues, remontarse a un
I principio malvado, que en una concepción monoteísta - monár-
quica no puede ser divino» 13. «Es, pues, posible seguir paso a
paso la evolución de un proceso ciento por ciento natural -y
mitológico- que desembocó en la demonología católica; 10 mis-
mo que la autoridad vaticana impone como revelado sobrena-
turalmente por Dios» 14. Y en su obra Mensaje cristiano y salud
mental afirma: «Los antropólogos, al analizar la estructura de
pensamientos 'típicos' de los primitivos, encuentran que uno de
los más comunes es la concepción del universo como un casti-
llo encantado, poblado de demonios, de ángeles y de toda clase
de seres (fuerzas) sobrenaturales. Huelga explicar cómo dicha
mentalidad está destinada a desaparecer ante el empuje de la
maduración cultural. Pero el mundo del Nuevo Testamento, el
mismo que la Iglesia ha propuesto e impuesto a la mente de los
fieles, pertenece de lleno a esta categoría» 15.
Con gran extrañeza para muchos -una extrañeza muy pro-
bable- finaliza así el capítulo titulado por él mismo como «El
cristianismo fomenta un tipo de mentalidad animista y mágica»:
«Olvidando casi dos mil años de interpretación literal y de fe
ciega a estas enseñanzas paulinas, muchos exegetas actuales bus-
can y encuentran interpretaciones que eluden el busilis. Nos di-
cen, en sustancia, que no hagamos caso de todo ello 'porque
forma parte del ropaje literario -caduco y efímero- de la pa-
labra de Dios'. Pero ahí quedan esas páginas bíblicas como un
desafío: esas páginas que en nombre de la palabra de Dios nos
han tenido 'fijados' a etapas ya superadas del desarrollo humano
en su trabajoso viaje hacia la madurez emocional y mental» 16.
Esta madurez emocional y mental que todos necesitamos,

13 RODRÍGUEZ, Mauro: La teología católica ante el psicólogo, Barcelo-


na, Herder, 1977, p. 61.
14 RODRÍGUEZ, Mauro: O. c., p. 60.
15 RODRÍGUEZ, Mauro: Mensaie cristiano y salud mental, Barcelona,
Herder, 1973, n. 50.
16 RODRÍGUEZ, Mauro: Mensaie cristiano y salud mental, Barcelona,
Herder, 1973, p. 51.
226 ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

¿qué semillas y frutos ha encontrado como obstáculos más bási-


cosen su proceso de maduración?
Desde nuestro punto de vista son las siguientes:

SEMILLAS y FRUTOS DE LA «CREACIÓN» DEL DIABLO

Semillas
Si indicamos seguidamente (<< aunque es de noche», que di-
ría San Juan de la Cruz sin perder la certeza de su saber) cuá-
les son las «semillas» del diablo nos limitamos, lógicamente, a
las pistas que nos proporciona la explicación psicológica que
hemos adoptado para la totalidad de nuestro trabajo. Esta expli-
cación psicológica nos la brinda de nuevo el análisis transaccio-
nal por medio de su teoría del «guión». Y del guión psicológico
-como así le denomina Berne- escogemos o nos centramos en
los «mensajes» que lleva inscritos en su médula.
Estos mensajes del guión que el estado psicológico del yo,
padre, ha ido grabando en el niño, alumno o paciente, etc., son
la clave esencial que queremos analizar y acentual'. Pero conec-
tándoles a su vez con el miedo. Los mensajes son del estado psi-
cológico del yo, padre, y el miedo es uno de los sentimientos
auténticos del estado psicológico del yo, niño, y del hombre, en
general, en su etapa infantil.
Nada más nacer carecemos radicalmente de la confianza bá-
sica que tan bien analiza Erikson en su obra Infancia y sociedad.
y al sentir la necesidad de la misma todo niño busca fuera lo
que no posee dentro de sí mismo. Busca el apoyo radical para su
vacío existencial encamado en la necesidad absoluta de los de·
más. Y la desconfianza básica aparece en él sorprendiéndole con
un profundo disgusto. Confianza y desconfianza «básicas» van a
ser, pues, los dos polos de la dinámica del desarrollo o evolu-
ción del niño.
El estado psicológico del yo, padre (sobre todo el padre cul-
tural), manipula, desgraciadamente con más frecuencia de 10 que
la condición humana permite, este miedo radical ante todo 10
desconocido. Y apoyándose en él injerta, consciente e incons-
cientemente, sus mensajes para educarle, controlarle, someterlo
a su sistema de pensar, de actuar y de sentir. Los mensajes ver-
F
l
i

EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGÍA 227

bales y no verbales que suele proyectar sobre el niño formarán


parte del núcleo del estado psicológico del yo, niño. El niño,
como estructura, y el Niño Adaptado en su funcionamiento son
los surcos donde el diablo es creado y fomentado.
Descubrimos así estas tres realidades fundamentales:

el sembrador (el estado psicológico del yo, padre);


el terreno apto y adecuado para su sembradura (el es"
tado psicológico del yo, niño), y
las semillas o los mensajes, pertenecientes también al
estado psicológico del yo, padre.

A los mensajes y a los mensajeros los encontramos en las


tres fuentes principales siguientes: la persona, la familia y la
sociedad. Mensajeros y mensajes personales, familiares y socia-
les. Y entre los tres, la familia es la «agencia psíquica» (funda-
mental, como señala E. Fromm, y aceptamos plenamente.
Una muestra de estos mensajes, muy sencilla y muy rica en
sus contenidos vitales, podemos comprobarla en nuestra vida
ordinaria, sea en el hogar, en la escuela, en la calle, en la Igle-
sia, etc. Todos hemos oído:

no salgas a la calle que te va a comer el lobo;


no digas esas palabrotas porque te condenarás e irás al
infierno;
no hagas eso porque irás al infierno con el diablo;
si te portas así el diablo te va a llevar a su caldera de
fuego eterno;
- vete al diablo, vete al infierno, etc.

Todo niño que oye ,estas expresiones conoce ya a qué se re-


fieren aunque sean nebulosos sus contenidos intelectuales y no
10 sean los vivenciales o emocionales. Una especie de escalofrío
psicológico pasa por su espíritu. Y este escalofrío es cortante,
paralizante, semilla de muerte, de rabia, de desesperación, de
odio ...
Los módulos psicológicos más fundamentales que estos men-
sajes desarrollarán en adelante son los tres siguientes:
ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

un modo de pensar prelógico, mágico, hechizante;


un estilo muy concreto de una conducta determinada, y
un peculiar modo de sentir muy conflictivo desde su
punto inicial, desde su origen.

Surgirá este entramado psicológico difícil de superar: se


pensará y actuará como se siente; se sentirá y actuará como se
piensa; se pensará y sentirá como actúe. Son los tres mimbres
del cesto de nuestra personalidad. La urdimbre afectiva de nues-
tro ser, que diría Rof Carballo. ¿No está aquí la raíz de las al-
ternativas que oímos con tanta frecuencia: se piensa como se
vive o se vive como se piensa?
Con estos tres ejes entramos en una dinámica o círculo vi-
cioso en la que 10 que se piensa, se actúa y se vive, nos condu-
cirán al mismo fundamento: los mensajes del mensajero dirigen
nuestra vida y nuestra muerte. Conducen la vida y la muerte del
hombre y de la mujer que los han escuchado. Constituyen la
fuente de la dinámica del guión «inconsciente» de vida ... Se
siente miedo sin saber en qué y por qué; se actúa sin cordura;
se piensa sin luz propia.
En la vida cotidiana comprobamos que el niño que ve cómo
aparece y desaparece el sol no sabe cómo ni por qué es así.
Cuando amanece, atardece y anochece, el niño no sabe por qué
ni cómo pero percibe su misterio. Si ve las estrellas de noche,
o la luna, y el sol por el día admira su peculiar fenomenología.
Si el niño oye tronar se estremece y tal vez conecte con su ex-
traña belleza. Cuando llueve y nieva, o cuando no llueve y la
tierra huele a sequedad, el niño constata diferentes experiencias.
Si una tromba de agua destruye su casa o su terruño y ahoga su
perro y muere su canario, cuando huele a muerte o a vida y se
pregunta, no sabe la respuesta. Pregunta entonces a los demás y
es cuando oye la respuesta del Padre. Su propia respuesta aún
no está construida. Cuando más tarde pueda y sepa construirla
contará siempre con los elementos que le han ofrecido en su
casa, en el colegio, en la calle, en la Iglesia. Nunca tendrá una
respuesta completa. El problema y el misterio llamarán siempre
a su espíritu esperando su respuesta personal. La lógica de la
razón no le satisface. La lógica del corazón, al estilo de Pascal,
tampoco. No es suficiente. Entre ambas está el misterio aún no
EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGÍA 229

desvelado. Por esto Dios y el diablo serán las respuestas globa-


les, sus respuestas en torno al bien y al mal. Las respuestas de
la vida y de la muerte. Pero todo esto es una construcción del
Padre. Son mensajes del estado psicológico del yo, padre, que
el niño acoge o rechaza hasta que construye, si puede, su pro-
pia respuesta. Pero ya estará marcado para siempre, más o me-
nos conscientemente, por Dios y por el diablo. Por el bien y por
el mal. Por la vida y por la muerte.
Art Oreer, comentando los rasgos más significativos de estos
mensajes parentales, los califica como el «pecado original». «Pe-
cado -dice él- es la mala información acerca de la vida que
recogemos durante la infancia; son todas las malas decisiones
y los malos sentimientos de los que dependemos actualmente.
Lo hemos llamado 'pecado original' porque llega con el ser hu-
mano» 17. Y añade con gran sentido terapéutico: «La cuestión
no es: ¿Cómo evitarnos esa confusión tan temprano?, sino
¿cómo escapamos de ella una vez que sucede?» 18.

I. Caruso, en su obra Análisis psíquico y síntesis existencial,


apunta 10 siguiente: «Incluso en el sentido teológico de la pa-
labra no hay que entender una herejía dogmática nunca sólo
racionalmente. Una opinión herética nunca es exclusivamente
un problema de inteligencia ... ; el error es una astilla de la ver-
dad .. , Del e1'1'or habría que hacer también una investigación
exacta por 10 que toca a sus presupuestos afectivos y pasio-
nales» 19.
Aceptamos también, finalmente, esta apreciación psicológica
del mismo I. Caruso: «Un hombre es tanto más problemático
cuanto más expuesto está a tensiones internas. A la verdad, la
presencia de tensiones internas nos está diciendo a menudo que
existen 'complejos autónomos' en actividad. Los complejos ac-
túan sobre el yo consciente, y a medida que aumentan los com-
plejos autónomos disminuye la libertad y autodeterminación» 20.
« .. .1a neurosis representa un retroceso a los estados precons-

17 GREER, Al't: En el cielo no hay adultos, México, Diana E., 1979,


p. 141.
18 GREER, Art: O. C' O p. 143.
19 CARUSO, Igol': Análisis psíquico y síntesis existencial, Barcelona,
Herder, 1953, pp. 68-9.
20 CARUSO, Igol': O. c., p. 115.
230 ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

cien tes del pensar yesos estadios se caracterizan por una pulu-
lación de animismo» 21.
Podemos, pues, preguntarnos ya: ¿Qué frutos darán estas se-
millas o mensajes del estado psicológico del yo, padre?

Frutos

aborto psicológico (personal y grupal);


sentimiento de culpa y disculpación;
deseducación básica;
religiosidad y espiritualidad «enfermizas»;
oración de muerte y no de vida;
compromiso parcial y mediocre con la vida, etc.

Ante la imposibilidad de una exposición más exhaustiva li-


mitamos nuestra reseña a los frutos indicados -y no comple-
ta- en conexión con la lógica interna de nuestro trabajo y de-
pendiendo de las bases psicológicas que hemos ido reseñando.
Estos frutos de la creación psicológica del diablo podemos
enmarcarles en una doble polaridad: frutos personales si nos
referimos al individuo concreto y frutos colectivos o comunita-
rios si nos fijamos en los grupos humanos. Tan importantes son
los unos como los otros; los personales como los comunitarios
o colectivos. Ambas polaridades, sin embargo, están en total de-
pendencia de los tres factores básicos señalados en el apartado
anterior: las semillas, el terreno de la sembradura y el sembra-
dor. Sin olvidarnos, como es lógico, de todas las «circunstan-
cias» que rodean a estos tres factores en sus contextos sociocul-
turales.
No obstante estas anotaciones, acentuamos una vez más la
decisiva importancia de las semillas, teniendo siempre en cuenta
que estamos hablando de realidades psicológicas. Y las semillas,
cuya fuente es el estado psicológico del yo, padre, nos permiten
descubrir y comprobar 10 que nosotros denominamos «aborto
psicológico» como fruto de la creación psicológica del diablo.

21 CARUSO, Igor: O. c., p. 115.


I
,

EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGÍA 231

Aborto psicológico (personal y grupal).

Las semillas del estado psicológico del yo, padre, proyecta-


das o injertadas en su terreno apropiado (el hijo, el alumno, el
paciente, el subordinado, etc.), han originado en el terreno per-
sonal lo que G. Ce1aya describe sugestivamente en uno de sus
poemas, titulado precisamente así: «Biografía». Es una clara
referencia a los frutos personales, pero que al menos para no-
sotros engloba a ambos: personales y colectivos. Todos nos ve-
mos «fotocopiados» en ellos. Son una expresión muy gráfica de
los «moldeadores» y de los «moldeados». Pero «moldeados»
conforme a las semillas recibidas, Dice Celaya:

«No cojas la cuchara con la mano izquierda.


No pongas los codos en la mesa.
Dobla bien la servilleta.
Eso, para empezar.

Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.


¿Dónde está Tanganica? ¿Qué año nació Cervantes?
Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero,
Eso, para seguir.

¿Le parece a usted correcto que un ingeniero haga versos?


La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
Si sigues con esa chica, te cerraremos las puertas.
Eso, para vivir.

No seas tan poco. Sé educado. Sé conecto.


No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
¡Ay sí, no respirar! Dar el no a todos los nos.
y descansar: Morir» 22.

Desde la misma expresividad poética nos brinda también


este otro poema, que creemos completa al anterior con ese ma-
tiz pecu1air psicológico y sociopolítico. Dice así:

«Le dicen a lino: '¡Quítese la careta!'


Uno se la quita, salvando la vergüenza,
pues bien mirado, ¿cómo mostrarse tan desnudo
en este mundo falso de ojos denunciadores?

22 CELAYA, Gabriel: Itinerario poético, Madrid, Cátedra E., 1976,


p. 31.
232 ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

Mas los guardias son puros, asépticos-anestésicos:


'Sea usted honesto. Quítese la careta'.
Me la quito y mi rostro, modelo-modelado,
es tan igual a aquella careta que he tirado,
que los guardias me dicen más y más irritados:
, ¡Quítese la careta! ¡Quítese la careta!'
'Es mi rostro', les digo. Se ríen. No me creen.
¡Debo de ser tan feo, tan grotesco, increíble!
'¡Quítese la careta!' Ya no sé qué quitarme.
Desgarro mis mejillas, me arranco las pestañas
y algunos funcionarios amables colaboran.
Al fin, tras la careta, las cien caretas terca ,
surge un óvalo liso, sin ojos ni facciones.
Su seguro servidor que firma, aunque no es nadie,
el atestado que ahora le llevará a la cárcel.»

La Máscara ".

Resumiendo, pues, apuntamos este fruto fundamental de la


creación psicológica del diablo bajo el siguiente epígrafe: «abor-
to psicológico, personal y grupal», o si nos parece más adecuada
la expresión «modelación del hombre y de la mujer» -modela-
ción generacional-, hechos a imagen y seme.ianza del moldea-
dor. Aceptamos esta saludable crítica.
Como exigencia clarificadora de nuestra postura, entre los
elementos dinámicos que han abortado el nacimiento y desarro-
llo pleno de cada persona hemos de descubrir -porque está
presente- la influencia negativa del demonio o de lo demonÍa-
co. Ante esta experiencia personal y cultural, ¿cuál ha sido la
aportación de la creación psicológica del demonio?
La presencia dinámica del diablo está entretejida con el mie-
do, la obediencia acrítica o ciega al Padre (como estado psico-
lógico), la dependencia total en la infancia, la angustia de no
saber, de preguntar y recibir unas respuestas negativas, etc.
Pensamos, actuamos y sentimos como el moldeador desea de no-
sotros. Se nos impone inexorablemente.
Este es el primer fruto que acentuamos como fundamental:
aborto personal y colectivo; de las personas y de los grupos.
Comprendemos entonces más profundamente que León Fe-
lipe dijera de sí mismo, desde su experiencia personal, cultural
y sociopolítica:

" CELAYA, Gabriel: O. C., p. 127.


EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGíA 233

«Yo no sé muchas cosas, es verdad.


Digo tan sólo 10 que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen con cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre ha inventado todos los cuentos.
Y sé todos los cuentos.»

Sentimiento de culpa y disculpación

Continuando la exposición de nuestro punto de vista psico-


lógico, el segundo fmto de la creación psicológica del demonio.
originado en sus semillas, es el sentimiento de culpabilidad. tan-
to personal como comunitario o grupal. Veamos cómo y por qué.
E. Fromm, en su clásica obra Etica y psicoanálisis, afirma:
«El método más efectivo para debilitar la voluntad del niño es
provocar su sentimiento de culpabilidad. Esto se logra en edad
temprana, haciendo sentir al niño que los impulsos sexuales y
sus manifestaciones precoces son 'malas'. Como el niño no pue-
de evitar el tener impulsos sexuales, resulta difícil que este mé-
todo de provocar el sentimiento de culpabilidad fracase. Una
vez que los padres (y la sociedad que ellos representan) han lo-
grado que la asociación entre sexo y culpabilidad sea permanen-
te, los sentimientos de culpabilidad se producen en el mismo
grado y con la misma constancia con que se presentan los im-
pulsos sexuales. Además, las consideraciones 'morales' son una
plaga para otras funciones físicas. Si el niño no lisa el baño del
modo prescrito, si no es aseado como de él se espera, si llO
come lo que debe es 'malo'. A la edad de cinco o seis años el
niño ha adquirido ya un sentimiento de culpabilidad creciente,
porque el conflicto entre sus impulsos natmales y la valoración
moral de éstos por parte de sus padres constituye una fuente
generadora de sentimientos de culpabilidad» 24.
Desde esta condición humana, la psicología y el psicólogo
pueden indicar a la teología y al teólogo la siguiente aprecia-
ción: «Los demonios, por su parte, encarnan proyecciones de los

24 FROMM, Eric: Etica y psicoanálisis, México, Fondo de Cultura Eco-


nómica, 1976, p. 158.
234 ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

impulsos rechazados y al mismo tiempo cumplen el papel de in-


tentos de solución del enigma del maL .. Más adelante el diablo
explicará no sólo el mal en el mundo, sino también en cada in·
dividuo: él es el que provoca el mal (cfr. lo teológico, 'folklore
sobre las tentaciones'); y de este modo el acusador acaba siendo
el que parcialmente excusa al hombre de sus faltas y el chivo
expiatorio de muchas deficiencias y de muchos conflictos» 25.
Culpar y disculpar se convierten así en un círculo vicioso,
manipulativo, que originan serios conflictos o trastornos psico-
lógicos y personales, fuente de los trastornos grupales, naciona-
les e internacionales que sentimos no poder describir y desarro-
llar. Lo que no nos parece totalmente adecuado es cuando apun-
ta el doctor Pierre Solignac en su obra La neurosis ctistiana:
«La educación cristiana reposa esencialmente en la angustia y
el miedo, la falta de confianza en la naturaleza humana, el des-
precio del cuerpo, de la sexualidad y de la mujer en tanto ser
sexuado» 26. (Admitimos que tiene razones históricas y doctrina-
les, pero no toda la razón humana.)

Deseducación básica
Como tercer fruto fundamental indicamos la deseducación
básica. Nos apoyamos para esta apreciación en los estudios del
doctor Steiner.
Para el doctor Steiner (fiel discípulo de Eric Berne) son tres
los guiones o libretos en que todos participamos. Estos guiones
de vida son, al menos para nosotros, otro de los frutos de las
semillas de la creación psicológica del demonio y de todo 10 de-
moníaco o diabólico que ha originado. Steiner los denomina y
clasifica bajo estos epígrafes: no pensar, no actuar, no sentir.
No mente, no gozo, no amo/'. Así traducen los editores meJica-
nos las ideas centrales de Steiner. Seguir estos prejuicios pater-
nos origina ignorancia, involución y parálisis. Estos tres guio-
nes atrofian tres potencialidades básicas del hombre y de la
mujer:

25 RODRÍGUEZ, Mauro: La teología católica ante el psicólogo, Barcelo-


na, Herder, 1977, p. 161.
26 SOLIGNAC, Pierre: La neurosis cristiana, Barcelona, Ed. Bruguera,
1976, p. 74.
EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGíA 235

el potencial de conocimiento;
el potencial de espontaneidad, y
el potencial de expresión libre y gozosa del Niño Na-
tural.

Corremos siempre el riesgo de estar formados (y de estar


formando a los demás) en el desamor (depresión), en la insen-
satez (locura) y en la tristeza. Necesitamos por tanto tres tera-
pias: la terapia de la depresión, la terapia de la locura y la te-
rapia de la tristeza.
Hemos seguido las directrices o mensaje «patemos». Una de
las bases que fundamentan estos guiones es precisamente el mie-
do a la autoridad, al poder, al que sabe o dice saber, al que co-
noce el mal y el bien ... No podemos pensar, actual' y sentir sino
lo que el Padre determina pensar, actuar y sentir. Estamos en
total dependencia del Padre ... ¿Cómo ir en contra de su pre-
sencia?
Comprendemos y aceptamos las bases en que se apoya Stei-
ner cuando afirma: «Un gran número de personas se encuentran
en una búsqueda constante infructuosa de una relación de amor
que sea afortunada ... Otras personas viven con el temor siempre
presente de que se están volviendo locas; y según las estadísti-
cas, casi el 1 por 100 de ellas es hospitalizada en efecto ... Un
número muy grande de seres humanos es adicto de un modo o
de otro a las drogas. No me refiero aquí únicamente a las dro-
gadicciones visibles y abiertamente autodestructivas, tales como
el alcoholismo o la afición a la heroína, sino también a un recu-
rrir, menos visible pero mucho más común, a drogas para la
producción de los sentimientos físicos deseados. El uso de dro-
gas pam el logro del bienestar físico incluye beber café, fumar
cigarrillos, tomar aspirina y por supuesto emplear barbitúricos,
sedantes y anfetaminas, lo mismo que todas las drogas 'de
mostrador', que se toman para modificar las sensaciones del
cuerpo» 27.
Nuestra experiencia es la misma que la de Beme. «Los pa-
dres -dice él-, deliberada o inconscientemente, enseñan a los
niños desde su nacimiento la manera de comportarse, de pen-

27 STEINER, Claude: Libretos en que participamos, México, Diana E.,


1980, pp. 126-7.
236 ILDEFONSO PEÑAS BRAVO

sal', sentir y percibir. Liberarse de estas influencias no es nada


fácil, ya que están profundamente arraigadas y son necesarias
durante los primeros dos o tres decenios de la vida para la su-
pervivencia biológica y social» 28.
Comprendemos también los comentarios que hace la perio-
dista María José Oriol a la obra de Xosé Ramón Mariño Ferro,
de la que hablamos en el prólogo de nuestro estudio: « ... Satán
es muerte, decrepitud, frío, oscuridad y también color. Negro,
rojo y verde, colores diabólicos. Muerte para el primero, guerra
para el segundo, y para el tercero la peste. El blanco, represen-
tado por los seguidores del bien, es la victoria. La izquierda
también es diabólica: si Cristo está a la derecha del Padre, es
lógico que los malvados se pongan a su izquierda en el juicio
final». (La autora, como comprenderán, né ha captado el signi-
ficado y el sentido de la derecha y de la izquierda.) Y añade:
«Cristo, cordero de Dios. Satán, macho cabrío ... , figura máxi-
ma de lujuria, y también el cerdo, el jabalí, el mulo, el caballo
son otros de los animales en los que se encarna el diablo. Satán
es el señor del mal en contraposición al señor del bien. El diablo
es la representación de la envidia del Todopoderoso; es el deseo
constante de parecerse a su enemigo en imagen negativa» (El
País, 25 de noviembre de 1984).

Conclusión
y sin poder ofrecer -10 sentimos sinceramente- los co-
mentarios psicológicos en torno a los apartados señalados:

religiosidad y espiritualidad «enfermizas»;


oración de muerte y no de vida;
compromiso parcial y mediocre con la vida ... ,

finalizamos nuestro trabajo con 10 que podemos denominar


«conclusión general y terapéutica», y que expresamos con las
siguientes preguntas: ¿qué hacemos, pues, frente a estos frutos
venenosos de la creación psicológica del demonio? ¿Qué ocu-
rre con su dinámica presencia? ¿Qué ha acontecido en nuestra

28 BERNE, Eric: Juegos en que participamos, México, Diana E., 1974,


p. 194.
EL DIABLO DESDE LA PSICOLOGÍA 237

historia personal, cultural, religiosa, social, política, artística,


etcétera, respecto a la figura del diablo, llegando incluso a pro-
tagonizar ostensiblemente obras de teatro (Los demonios en el
jardín, etc.), de cine (El exorcista, La semilla del diablo, Pose-
sión, etc.), novelas (Fausto, El diablo, etc.), fiestas populares
como las de Palma de Mallorca, etc., y vivencias generalizadas
en todas las civilizaciones, en todas las épocas y en todos los
pueblos?
La explicación simbólica, y que para nosotros sintetiza todo
nuestro estudio, es la siguiente:

«Erase una vez un hombre que, mientras caminaba por el bos-


que, encontró un aguilucho. Se lo llevó a su casa y Jo puso en
su corral, donde pronto aprendió a comer la misma comida que
los pollos y a conducirse como éstos. Un día, un naturalista que
pasaba por allí le preguntó al propietario por qué razón un águi-
la, el rey de todas las aves y los pájaros, tenía que permanecer
encerrada en el corral con los pollos.
-Como le he dado la misma comida que a los pollos y le he
enseñado a ser como un pollo, nunca ha aprendido a volar -res-
pondió el propietario-o Se conduce como los pollos y, por tanto,
ya no es un águila.
-Sin embargo -insistió el naturalista-, tiene corazón de águi-
la y, con toda seguridad, se le puede enseñar a volar.
Después de discutir un poco más, los dos hombres convinie-
ron en averiguar si era posible que el águila volara. El natura-
lista la cogió en brazos suavemente y le dijo:
-Tú perteneces al cielo, no a la tierra. Abre las alas y vuela.
El águila, sin embargo, estaba confusa: no sabía qué era y, al
ver a los pollos comiendo, saltó y se reunió con ellos de nuevo.
Sin desanimarse, al día siguiente, el naturalista llevó al águila
al tejado de la casa y le animó diciéndole:
-Eres un águila. Abre las alas y vuela.
Pero el águila tenía miedo de su yo y del mundo desconocido
y saltó una vez más en busca de la comida de los pollos.
El naturalista se levantó temprano el tercer día, sacó al águila
del corral y la animó diciendo:
-Eres un águila y perteneces tanto al cielo como a la tiel'l'a.
Ahora, abre las alas y vuela.
El águila miró alrededor, hacia el corral, y al'l'iba, hacia el
cielo. Pero siguió sin volar. Entonces, el naturalista la levantó
directamente hacia el sol; el águila empezó a temblar, a abrir
lentamente las alas y, finalmente, con un grito triunfante, se voló
alejándose en el cielo.
Es posible que el águila recuerde todavía a los pollos con nos-
talgia; hasta es posible que, de cuando en cuando, vuelva a visi-
sepa, el águila nunca ha vuelto a VlVlr
pese a que fue mantenida

'" ....'u,,,,, será capaz hoy de lanzarnos al espacio infinito, mos-


trarnos que somos águilas reales y vivir en la libertad, en la luz,
en la convivencia humana del respeto mutuo, a pesar de haber
sido alimentados como pollos de corral?

29 JAMES, Muriel: Nacidos para triunfar, Bogotá, Fondo Educativo


Interamericano, 1975, p. 90.

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