Chartier-Soc y Esc
Chartier-Soc y Esc
Chartier-Soc y Esc
cantar) en la forma doble de pliegos sueltos (el más antiguo que 13 Paloma Díaz-Mas, "Prólogo", loc. cit., p. 32.
invención de una fórmula editorial específica, la del pliego suel- tradición o en la creación oral; lejos de ello. Influye fuertemente
to, juega un papel decisivo. Su forma (originalmente la de un fo- en ella, proponiéndole sus formas y sus textos. Sociedad y
lleto de ocho o cuatro páginas, o una hoja o media hoja en for- Escritura en la
mato de cuarto)14 es la condición de la amplia circulación del Aprovechando sus numerosos triunfos (el control de las redes de Edad Media
romance, sea cual sea, al ajustar el objeto impreso a la propia vendedores ambulantes, la propiedad de los copyrights o, más
forma poética, pues constriñe a ella las nuevas creaciones15 y exactamente, de los rights in copies de los textos de gran circu- Roger Chartier
alimenta el comercio de los mercaderes ambulantes y de los lación, el conocimiento de la clientela más popular), los ballad
buhoneros ciegos:16 pone al alcance de todos, incluso de los publishers inventan y explotan en el decenio de 1620 un nuevo
menos afortunados, un repertorio de textos susceptibles de comercio: el penny chapbook trade. La fórmula editorial es rígi-
múltiples usos, para acompañar el trabajo o la fiesta, aprender a da, y distingue tres clases de objetos impresos: los small books
leer o pasar el tiempo. que tienen 24 páginas en octavo o en duodécimo (es decir, una
cuartilla), los double books, de 24 páginas en cuarto (es decir,
En la Inglaterra del siglo XVI, las broadside ballads son el equi- tres hojas), las histories, que tienen entre 32 y 72 páginas (entre
valente de los pliegos sueltos poéticos. Al publicar textos religio- cuatro y nueve hojas). En el siglo XVII, los primeros se venden a
sos o seculares, ocupar un solo lado de una hoja de imprenta y dos pence o dos pence y medio; los segundos, a tres o cuatro
ser vendidos por los vendedores ambulantes (como el Autolycus pence, los últimos a cinco o seis.19 El repertorio en que se basa
del Winter's Tale), las ballads constituyen un género a la vez poé-
tico y editorial de muy amplia circulación.17 Varios hechos lo
14 La definición del pliego puede ser extendida más allá de esta forma origi-
muestran claramente: el gran número de ediciones, estimado en
nal. El límite máximo del pliego suelto es de 32 páginas "y aún más" (es decir,
3 000 durante el siglo XVl, la confiscación del mercado a princi- cuatro hojas de impresión y más) según Antonio Rodríguez Monino en
pios del siglo XVII por cinco libreros de la Stationer's Company Diccionario, op. cit., p. 11; de 32 páginas (es decir, cuatro hojas) según García
(los ballads partners, que establecen en 1624 casi un monopolio de Enterría, Sociedad y poesía de cordel, op. cit., p. 61; de 32 páginas "y aún
sobre el broadside stock), o incluso las limitaciones de las turmas más" según Joaquín Marco en Literatura popular en España en las siglos XVIII
y Una aproximación a los pliegos de conde Taurus, Madrid, 1977, p. 33.
de las baladas impresas en las creaciones de la tradición oral.
Los textos de las ballads que se conservan en los archivos de la
15 Víctor Infantes, "Los pliegos, sueltos poéticos: constitución tipográfica y
Star Chamber, encargada entre 1603 y 1625 de perseguir a los contenido literario (1482-1600)", en El Siglo de Oro. Estudios y textos de lite-
autores de los diffamous libels y las lascivious, infamous o scan- ratura, Aurea Scripta Humanística, Potomac, 1992, pp. 47-58.
dalous ballads dirigidas contra los magistrados, los oficiales o los
vicarios,- presentan dos rasgos principales. Por un lado, dan tes- 16 Jean-François Botrel, "Les aveugles colporteurs d'imprimés en Espagne",
timonio de la originalidad de las composiciones surgidas de una Mélanges de la tasa de Velázquez, vol. IX,1973, pp. 417- 482, "1. La confrérie
dea aveugles de Madrid et la vente des imprimés du monopole à la liberté du
cultura de taberna en la que quienes pueden (maestros de es-
commerce (1581-1836)", e ibid, voi. x,1974, pp. 233- 271, II, Les aveugles
cuela, procuradores, viajeros letrados) toman la pluma para fijar considérés comme mass-media".
una creación colectiva que no siempre se deja estorbar por re-
glas formales y que se propone metas muy particulares. Por otro 17 Tessa Watt, Cheap print and popular piety, 1550-1640, Cambridge
lado, las baladas manuscritas, hechas para ser distribuidas, can- University Press, Cambridge, 1991.
tadas y pegadas en la pared, imitan las formas de las baladas
18 Adam Fox, "Ballads, libels and popular ridicule in Jacobean England", Past
impresas cuyos textos se adaptan a veces a las circunstancias,
and Present, num. 145, noviembre 1994.
y retoman la disposición tipográfica en dos columnas y las tona-
das de aquéllas.18 Cono en el caso de los romances, la publi- 19 Margaret Spufford, Small books and pleasant histories. Popular fìction and
cación impresa de poemas no deja de tener sus efectos en la its readership in seventeenth- century England, Londres, Methuen, 1981. UNTREF VIRTUAL | 4
esta fórmula editorial vuelve a emplear, adapta y a veces abrevia Restituida en su fuerza de efectuación, la lectura está concebida
textos antiguos, religiosos o seculares (los penny godliness o los en una doble dimensión -y a través de una doble referencia. En Sociedad y
penny merriments), pertenecientes a diversos géneros y a diver- su dimensión individual, atañe a una descripción fenomenológica Escritura en la
sas tradiciones.20 La estrategia editorial desplegada en las ba- que la considera una interacción dinámica, una respuesta a las Edad Media
llad partners londinenses es entonces muy cercana a la que solicitudes del texto, un "trabajo" de interpretación. Así se instau-
siguen en aquella misma época los libreros-editores de Troyes, ra una distancia entre el texto y la lectura que, en su capacidad Roger Chartier
inventores desde los últimos años del siglo XVI de una fórmula inventiva y creadora, no se, encuentra siempre totalmente some-
similar: la de la Bibliothèque bleue.21 tida a las exhortaciones de la obra.24 En su dimensión colectiva,
la lectura debe caracterizarse como una relación dialógica entre
Los lectores "populares" del renacimiento no están confrontados las "señales textuales" emitidas por cada obra particular y el "ho-
entonces con una "literatura" que les sea propia. Por doquier los rizonte de espera", colectivamente compartido, que gobierna su
textos y los libros circulan en la totalidad del mundo social, en recepción. El significado del texto, o más bien sus significados,
todos lados son compartidos por lectores cuya condición y cul- dependen entonces de categorías interpretativas que son las de
tura son muy diversas. Hay entonces que desplazar la atención sus diferentes públicos, sucesivos o contemporáneos.25
hacia los usos contrastados de los mismos géneros, de las mis-
mas obras e, incluso si las formas editoriales se dirigen a públi- Finalmente, seguir a Paul Ricoeur permite comprender a la lectu-
cos distintos, a menudo de las obras mismas. La cuestión esen- ra como una "apropiación". Y esto en un doble sentido: por una
cial es, entonces, la de las prácticas populares de lo impreso.
Esta cuestión se inscribe en una perspectiva más amplia que hay 20 Teresa Watt, Cheap, op. cit, pp. 257.295; "The developement of the chap-
ahora que evocar bajo el riesgo de una desviación teórica. En book trade".
efecto, para los historiadores la pregunta fundamental puede for-
mularse así: como atrapar las variaciones cronológicas y socia- 21 Sobre la Bibliothèque bleue, véanse los señalamientos de Roger Chartier,
Lectures et lecteurs dans la France d `Ancien Régime, Éditions du Seuil,
les del proceso de la construcción del sentido tal como se opera
París, 1987, pp. 110-121, 247-270, y 271-351. (Véase "Estrategias editoriales
en el encuentro entre el "mundo del texto" y el "mundo del lec-
y lecturas populares, 1530-1660", en Lecturas y lectores en la Francia del An-
tor", según los términos de Paul Ricoeur?22 tiguo Régimen, Instituto Mora, México, 1994, especialmente pp. 26-36; y en
este volumen, "La literatura de la marginalidad en la biblioteca azul", infra, pp.
El avance hermenéutico y fenomenológico de Ricoeur constituye 176-245).
un valioso apoyo en la definición de una historia de las prácticas
de la lectura. En principio, contra las formulaciones estructuralis- 22 Paul Ricoeur, Temps et récit, Éditions du Seuil, París, 1985, vol. 111, pp.
228-263.
tas y semáóticas más tajantes que sitúan el significado en el solo
funcionamiento automático e impersonal del lenguaje, esta de- 23 Ibid., p. 239.
finición obliga a considerar a la lectura como el acto mediante el
cual el texto adquiere sentido y eficacia. Sin lector, el texto no es 24 Wolfang Iser, DerAkt des Lesens. Theorie ásthetischer Wirkung, Whilelm
más que un texto virtual, sin existencia verdadera: "Se podría Fink, Munich, 1976 (traducción francesa, L acte de lecture. Théorie de l effet
creer que la lectura se añade al texto como un complemento que esthétique, Pierre Mardaga, Bruselas, 1976).
Una historia de las lecturas y de los lectores (populares o no) es 26 D.F. Mc Kenzie, Bibliography and the sociology of texts, The Pannizzi lec-
pues la de la historicidad del proceso de apropiación de los tex- tures, 1985, The British Library, Londres, 1986, (traducción francesa Pour une
esthetique de la reception, Gallimard, París, 1978; traducción española La lit-
tos. Considera que el "mundo del texto" es un mundo de objetos
eratura como provocación, Ediciones Península, Barcelona, 1976).
o de formas cuyas estructuras, dispositivos y convenciones car-
gan y constriñen la producción del sentido. Considera, igual- 27 Stanley Fish, Is there a text in this class? The authority of interpretive com-
mente, que el "mundo del lector" está constituido por la "comu- munities, Harvard University Press, Cambridge, 1980, pp. 1- 17. UNTREF VIRTUAL | 6
do la vean e oyan, la darán fe verdadera")28 La práctica de la lec- con más facilidad si se suprimiera toda mediación entre el texto
tura oralizada, descrita o buscada por los textos, crea, por lo que lo relata y su lector. Sociedad y
menos en la ciudad, un largo público de "lectores" populares que Escritura en la
abarca tanto a los mal alfabetizados como a los analfabetas, y Las múltiples prohibiciones cíe las autoridades castellanas con- Edad Media
que gracias a la mediación de la voz lectora se familiariza con las tra la lectura de ficción deben sin duda entenderse en relación
obras y los géneros de la literatura culta, compartida a gran dis- con el temor que inspira una práctica de lectura que confunde en Roger Chartier
tancia de los medios letrados: los lectores la frontera entre lo real y lo imaginario. En 1531 un
decreto real prohíbe la exportación a las Indias de los "romances"
Dada la importancia que la voz seguía teniendo en la transmisión e "historias vanas o de profanidad como son de Amadís y otros
de los textos, el público de la literatura escrita no se limitaba a de esa calidad". En 1543, otro decreto real reitera la prohibición,
sus "lectores", en el sentido moderno de la palabra, sino que se vetando la impresión, venta y posesión en las colonias de los "ro-
extendía a un elevado número de oyentes. Cada ejemplar de un mances que traten de materias profanas y fabulosas e historias
impreso o manuscrito era virtual foco de irradiación, del cual po- fingirlas". Finalmente, en 1555, las Cortes de Valladolid piden
dían emanar incontables recepciones, ya por su lectura oral, ya que se extienda a España la prohibición de "todos los libros que
porque servía de base a la memorización o a la repetición libre. después de él (el Amadís de Gaula) se han fingido de su calidad
El alto grado de analfabetismo no constituía en principio un y lectura, y coplas y farsas de amores y otras vanidades"31 Como
obstáculo para la existencia de un público muy numeroso: basta- lo ha demostrado B. W. Ife, la desconfianza frente a la ficción se
ba con que en una familia o en una comunidad. Hubiese una per- arraiga en una referencia neoplatónica, hostil a las seducciones
sona que supiese leer para que, virtualmente, cualquier texto lle- de la ilusión y al llamado de los malos ejemplos. Pero también se
gara a ser disfrutado por muchos.29 apoya en la obsesión que creó el aumento de la literatura silen-
ciosa, más vulnerable y más falible. Es sin duda esta misma per-
A esta primera percepción, que identifica lo "popular" con una cir- cepción la que fundamenta, en 1625, la negativa de la junta de
culación de los textos que se extiende a la totalidad de una so- Reformación a otorgar nuevos permisos de impresión para las
ciedad, se opone otra: la que reconoce los progresos de Ia lec- novelas o las obras de teatro.32
tura silenciosa, por tanto posiblemente solitaria, no sólo en los
medios letrados sino también entre los más humildes. La apues-
ta es decisiva: porque anula el distanciamiento, siempre mani- 28 Margit Frenk, "Lectores y oidores". La difusión oral de la literatura en el
fiesto en la lectura en voz alta, entre el mundo del texto y el mun- Siglo de Oro", en Actas del Séptimo Congreso de la Asociación Internacional
do del lector, porque otorga una fuerza de persuasión inédita a de hispanistas, publicadas por Giuseppe Bellini, Bulzoni, Roma, 1982, vol. 1.
las fábulas de los textos de ficción, la lectura es un sortilegio peli- pp. 101-123.
groso.30 El vocabulario la designa con verbos de encantamien-
29 Ibid., pp. 115- 116.
to: encantar, maravillar, embelesar. Los autores la representan
como más apta que la palabra viva, recitadora o lectora, para 30 B. W. Ife, Reading anel fiction in Golden-Age Spain. A platonist critique and
hacer creíble lo increíble. Por ejemplo, Cervantes. En El casa- some picaresque replies, Cambridge University Press, Cambridge, 1985.
miento engañoso, Campuzano no relata ni lee en voz alta el
"coloquio" que ha redactado sobre "Ias cosas que estos perros, 31 lbid, pp. 16-17.
o sean quien fueren, hablaron". Lo da a leer a Peralta ("Yo me
32 Jaune Moll, "Diez años sin licencias para imprimir comedias y novelas en
recuesto -dijo el alférez en esta silla, en tanto que vuesa merced
los reinos de Castilla: 1625-1634", Boletín de la Real Academia de España,
lee, si quiere, esos sueños o disparates"), como si la imaginación vol. IV, 1974, pp. 97-103, y D. W. Cruickshank, "'Literature and the book-trade
del lector pudiera ser cautivada más fácilmente por una lectura UNTREF VIRTUAL | 7
in Golden-Age Literature", The Modern language Review, vol. 73, parte 4,
en silencio, como si el Coloquio de los perros pudiera ser creído octubre 1978, pp. 799-824.
La segunda estrategia que busca caracterizar a las lecturas "po- tamente "una hoja de papel en su tamaño normal, doblada dos
pulares" se apoya en una hipótesis de trabajo, formulada así por veces para obtener ocho páginas" 37 Ajustada a ¡as limitaciones Sociedad y
D. F. McKenzie: "Los nuevos lectores crean nuevos textos, y sus económicas y técnicas de la imprenta española, la fórmula del Escritura en la
significados son una función de sus nuevas formas."33 A partir pliego (incluso extendida hasta abarcar cuatro o cinco hojas), Edad Media
de la transformación formal y material de su presentación, que dicta, con sus límites materiales, la elección de los textos que
modifica el formato y la compaginación, las divisiones del texto y pueden ser así publicados. Deben ser breves, susceptibles de Roger Chartier
la ilustración, los textos pueden ganar nuevos públicos, más circular ampliamente y, al igual que más tarde en Francia y en
amplios y menos sabios, y recibir nuevos significados, alejados Inglaterra, pertenecer a géneros inmediatamente identificables.
ríe los que pretendió su autor, o de los construidos por sus pri- De ahí viene, durante los siglos XVI y XVII, la elección de los ro-
meros lectores. Los libros de la Bibliothéque bleue o los chap- mances, antiguos o nuevos la de las relaciones de sucesos cuya
books ingleses publican textos que ya han sido publicados, de producción anual crece fuertemente a partir del último decenio
otra manera y para otros, pero al darles nuevas formas los colo- del siglo XVI,38 o la de las comedias sueltas a partir de la mitad
can en el nivel económico e intelectual de lectores nuevos, cuya del siglo XVII. Al hacer circular obras tradicionales o nuevas en
lectura no es la de los letrados. Su lectura exige secuencias bre- todos los estamentos sociales incluido el grupo de lectores (u oi-
ves, separadas unas de otras, cerradas en ellas mismas; pide la dores) populares, los pliegos remiten a una percepción de un
ayuda de la imagen que, aunque ya haya sido usada, permite público divergente, desdoblado entre el vulgo y el discreto. Cier-
indicar o memorizar el sentido; requiere de la repetición más que tamente la categoría de vulgo no designa de manera inmediata,
de la invención, siendo cada texto nuevo una especie de varia- ni necesariamente, a un público "popular" en el sentido estricta-
ción sobre temas y motivos ya conocidos. De ahí la presentación mente social de la palabra. Usando una retórica literaria que halla
por parte de los libreros-editores del corpus de los libros azules
o de los chapbooks según categorías discursivas y/o materiales
explícitas: por ejemplo, en Inglaterra la distinción entre small 33 D. F. McKenzie, Bibliography, op. cit., p. 20.
godly books, small merry books, double books y histories.34 De
34 Margaret Spufford, Small, op. cit., pp. 91-101, para un ejemplo de catálo-
ahí la organización implícita del repertorio de la venta ambulante
go, pp. 262-267.
según clases de textos, que constituyen otros tantos géneros,
como en la Bibliothéque bleue las novelas de caballería, los 35 Henri-Jean Martin, "Culture écrite et culture orate, culture savante et culture
cuentos de hadas, la literatura de mendigos, los manuales de populaire dans la France d'Ancien Régime",Journal des Savants, julio-diciem-
buenas costumbres, los libros de práctica, a los que puede aña- bre 1975, pp. 225-282.
dirse, incluso si la designación genérica de Bibliothéque bleue
36 Joana Escobedo, Plecs poétics catalans del segle XVII de la Biblioteca de
las excluyó en el siglo XVII, las obras de religión (vidas de san-
Catalunya, Biblioteca ele Catalunya, Barcelona, 1988.
tos, villancicos, manuales de devoción, etc.) y los almanaques.35
37 En español en el original [N de T]. Antonio Rodríguez Moñino, Poesía y
Los pliegos sueltos castellanos (como los plecs catalanes)36 cancioneros (siglo XVI), Real Academia Española, Madrid, 1968, pp. 31-32.
unen una fórmula editorial, un repertorio de textos y una repre- Para Pedro M. Cátedra y Víctor Infantes, "el auténtico 'pliego' de origen" con-
sentación del público. El pliego está, en efecto, perfectamente siste en una hoja de imprenta doblada en dos, es decir 8 páginas en cuarto y
"debemos admitir que cada plana [suplementaria] aleja de su primitiva condi-
adaptado al tamaño y a los recursos de los talleres tipográficos,
ción el producto original", "Estudio", en Los pliegas sueltos de Thomas Croft
cuya capacidad de producción continúa siendo por mucho tiem-
(siglo XVI), Albatros Ediciones, Valencia, 1983, pp. 11-48 (cita pp. 25-26).
po limitada. En una jornada, un taller que no dispone sino de una
sola prensa puede imprimir una hoja de imprenta en 1250 a 1500 38 Mercedes Agulló y Cobo, Relaciones de sucesos:I, años 1477-1619 Ma-
ejemplares. Ahora bien, en su definición original, el pliego es jus- drid, CSIC, Cuadernos Bibliográficos, núm. xx, 1966. UNTREF VIRTUAL | 8
su expresión más aguda en la fórmula de los prefacios dobles de los hechos que narran, y los proclaman "ciertos" o "verda-
inaugurados por las dos invocaciones "Al vulgo" y "Al discreto deros". Sociedad y
lector" del Guzmán de Alfarache en 1599, éste pretende desca- Escritura en la
lificar a los lectores (o a los espectadores) desprovistos de juicio Los textos, compuestos para ser publicados en la forma del Edad Media
estético o de conocimiento literario.39 Sin embargo, en la Castilla occasionnel, obedecen a una misma estructura: comienzan
del Siglo de Oro estos "ignorantes" constituyen un gran merca- enunciando una verdad general, teológica o moral, después Roger Chartier
do: un mercado para la comedia, ya que, como lo escribe Lope viene la historia que se encarga de ilustrarla, y el texto se termi-
en su Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo de 1609: na con la lección religiosa que el lector debe sacar de ahí. El
"Porque cono las [comedias] paga el vulgo, Es justo / hablarle en exordio y la sentencia final fijan el sentido mismo del "discurso",
necio para darle gusto"; un mercado, también, para los impresos forma secular e impresa de la prédica cristiana. Aunque pongan
de bajo costo que venden los ciegos y los portadores de géneros en guardia contra la danza o los duelos, los matrimonios clandes-
más aptos para atraer a un vasto público -como la poesía de los tinos y los embarazos disimulados, los actos con el diablo y las
cancioneros, los relatos de acontecimientos extraordinarios o de conversiones a la herejía, las "historias" de los occasionnels son
hechos diversos, o los pedazos de bravura de las comedias. La también exempla esgrimidos por una pastoral heredada de la
existencia postulada, pero también comprobada, de este público tradición medieval que se basa en la amenaza de los castigos
vulgo dirige las estrategias de escritura de las obras letradas, go- terribles y la condenación eterna, y que el impreso de amplia cir-
bierna también las elecciones textuales y editoriales de los libre- culación toma a su cargo.
ros que publican para la gran mayoría.
Estos textos son pues instrumentos manipulados pata denunciar
Este mismo vínculo entre una fórmula editorial, una categoría el protestantismo, para cristianizar las costumbres, para conquis-
específica de textos y la percepción de un público múltiple, "po- tar o reconquistar las almas. Son estas miras las que explican en
pular" por su dimensión y su composición, vuelve a encontrarse algunos occasionnels los discursos de arrepentimiento y las pro-
en la producción cíe los occasionnels franceses.40 Tres rasgos fesiones de fe pronunciadas por los (o las) criminales en el mo-
dan unidad a estos folletos, publicados durante los siglos XVI y mento de su castigo. También explican por qué los folletos se
XVII, y particularmente entre 1570 y 1630: su forma material, su vuelven más numerosos durante las guerras de Religión, militan-
modo de circulación, sus títulos. Se trata generalmente de impre- do a menudo en favor del catolicismo radical de la Liga, y en el
sos cortos en octavo, cuyo texto no excede el contenido de una primer tercio del siglo XVII, cuando la Iglesia pretende inscribir en
hoja o inedia hoja de imprenta (es decir de 16 u 8 páginas), lo los espíritus y en los cuerpos las decisiones del Concilio de Tren-
que hace que una sola prensa baste para imprimir 1 250 o 2 500 to. Los occasionnels de los años 1570-1630 ponen entonces al
ejemplares en una jornada, y cuya difusión, esencialmente urba- servicio de una causa político-religiosa, la de la contrarreforma
na y principalmente parisina, esté asegurada por los buhoneros
y los mercaderes ambulantes. La mayoría de ellos es presenta-
da como "historias" o "discursos", haciendo parecer las dos pa- 39 E. C. Riley, Cervantes's theory of the novel, Clarendon Press, Oxford, 1962,
labras por demás equivalentes. Los títulos indican los registros pp. 81-115, "Author and reader", y María Cruz García de Enterria, "Lectura y
en los cuales juegan estos textos, siempre anónimos. Anuncian rasgos de un público", Edad de Oro, XII, 1993, pp. 119-130.
hechos extraordinarios que deben sorprender (de ahí el peso
40 Jean-Pierre Seguin, L':nformaiion en France avant le périodique, 517
mayoritario de adjetivos como "maravilloso" o "admirable"). Pro-
canards imprimes entre 1529 et 1631, Éditions G. P. Maisonneuve et Larose,
meten asustar (de ahíla serie "atemorizante", "aterrorizante", París, 1964, y, a título de ejemplo, Roger Chartier, "La pendue miraculeuse-
"cruel", "sanguinario", "terrible", "bárbaro", "inhumano") y suscitar ment sauvée. Etude d'un occasionel", en Les usages del l' imprime (XVe- XIXe
lástima ("lamentable", "deplorable"). Insisten en la autenticidad siècles) bajo la dirección de Roger Chattier, Fayard, Paris, 1987, pp. 83-127. UNTREF VIRTUAL | 9
católica, relatos presentados como "verdaderos" y "nuevos", pe- eruditos y los letrados, la lectura "popular" no ha dejado huellas
ro que muy a menudo vuelven a utilizar tramas y motivos viejos: en los propios objetos impresos. Las minuciosas colecciones de Sociedad y
los exempla, las vidas de santos o incluso cuentos. anotaciones marginales que han permitido reconstruir las lectu- Escritura en la
ras de Tito Livio por Gabriel Harvey, lector profesional al servicio Edad Media
Su fuerza persuasiva depende de la credibilidad que le otorgarán de distintos patrones aristocráticos,43 o los usos e interpretacio-
los lectores. Los hechos narrados, singulares e inauditos, deben nes del Universae Naturae Theatrum de Bodin por sus lectores Roger Chartier
poder ser considerados verdaderos. Para lograrlo, se ponen en universitarios,44 parecen haber quedado prohibidos para siem-
marcha varias técnicas probadas: la cita que inserta en el occa- pre a los historiadores de los más desposeídos. Igualmente, les
sionnel arrestos y sentencias extraídos de los registros de las hacen falta las confesiones en primera persona que dejó, en el
cortes de justicia, las declaraciones de testigos calificados por su siglo XVIII, cierto número de lectores del pueblo que tomaron la
rango o estado (gentileshombres, curas, clérigos regulares, nota- pluma para escribir la historia de su vida.45
bles), la acumulación de detalles circunstanciados (nombres pro-
pios, indicaciones de lugar, etc.) que son asimismo efectos de En los países que han conocido los tribunales inquisitoriales,
realidad. Sólo rara vez el autor pretende haber visto personal- para desgracia de sus pueblos y alegría de los historiadores, las
mente lo que describe. Si ese modo de acreditación de la verdad declaraciones hechas por los acusados a sus jueces han resul-
del relato sigue siendo muy minoritario, sin duda es porque los tado ser un buen sustituto. Gracias al archivo represivo, parece
acontecimientos extraordinarios que se relatan se inscriben en posible reconstituir las maneras populares de leer: en la escala
otras lógicas que la de la pura constatación; muy a menudo, son del caso individual con Menocchio, en la de una comunidad te-
considerados como signos que avisan, anuncian, castigan. Los rritorial con los acusados de la diócesis de Cuenca, o incluso en
desórdenes de la naturaleza (cometas, diluvios, monstruos) son
asimismo presagios o castigos que enuncian la voluntad divina,
o la maldad del diablo que a su vez es deseada por la cólera de 41 William Eamon, "Arcana disclosed: The advent of printing, the books of
Dios. Hay, de igual modo, casos menos numerosos en que los secret traditions, and the development of experimental science in the sixteenth
fenómenos naturales, por más extravagantes que sean, son se- century-" of Science vol. 22, parte 2, núm. 56, junio 1984, pp. 111-150.