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Resumen: Abstract:
Se justifica el cuidado personal compar- Shared custody is justified, even with the
tido, aún con oposición de uno de los opposition of one of the parents, and justi-
padres, y aún a falta de ley que la esta- fies its application in the absence of a law
blezca de forma expresa. El cuidado per- that expressly establishes it. Shared custody
sonal compartido se presenta como una is presented as a fundamental manifesta-
manifestación fundamental del interés tion of the child's interest, especially in ex-
clusive custody regimes.
del niño, niña o adolescente, sobre todo
Keywords: Custody; Parental co-
en los regímenes de custodia exclusiva
responsibility; Equality of parents; The
Palabras Clave: Custodia; Corresponsabi-
best interests of the child.
lidad de los padres; Igualdad de los pa-
dres; Interés superior del niño.
Introducción
1
En este trabajo se utiliza la expresión deberes- facultades para referirse a los efectos de la relaciones
de filiación, aunque la doctrina suele señalar varias acepciones a este respecto, véase Espejo (2016, p.
209).
2
Se ha dejado fuera del presente trabajo los países que han adoptado la custodia compartida como
régimen legal, supletorio y privilegiado. Así ha sucedido en Italia, Francia, Alemania, Australia y en los
Estados Unidos.
La Ley 54/2006 (reforma al art. 155 Codice), incorporaría al Derecho italiano la custodia compartida
como régimen legal y supletorio. Y, a su vez, dicha Reforma Legal sólo autorizaría al juez a establecer
la custodia exclusiva como régimen excepcional, por cuanto requiere una resolución del juez susten-
tada en el interés superior del niño. En Francia, el artículo 373-2-11° del Code (modificado por la Ley
2002-305, de 4 de marzo del 2002), estableció la autoridad compartida. Asimismo, contempló que el
juez debe valorar prioritariamente la posibilidad de que los hijos permanezcan bajo el cuidado de
ambos progenitores, pudiendo llegar a imponer la résidence alternée aun cuando ninguno de los pa-
dres este de acuerdo. En Alemania también se impondría la custodia compartida, como régimen legal
supletorio, mediante la Reforma de abril de 2013 (actual §1626 a) BGB). En los Estados Unidos de Amé-
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rica las legislaciones federales optan por establecer el cuidado conjunto como regla legal o supletoria
o a lo menos habilitan a los jueces para dar lugar a órdenes de custodia compartida. En este sentido lo
que se pretende es establecer unas verdaderas presunciones a favor del cuidado personal compartido.
Así, Rhoades y Boyd (2004), señalan que en Australia, a mediados de los 90, se adopta la custodia
compartida y se está discutiendo el establecer una presunción legal de tiempo compartido. En el Con-
greso se ha discutido la posibilidad de establecer: “A rebuttable presumption of 'equal time with each
part'” (p. 120). Sin embargo esta opción no ha prosperado por cuanto se ha estimado que es preferible
dejar la decisión en los tribunales, que deben aplicar el principio del interés superior del niño. Así, se
perfeccionaría la presunción de igual responsabilidad parental compartida mediante la modificación
del 2006 en la Family Act (Shared parental responsibility). Ver: la reforma del 2006 en numeral 30 Sub-
section 65D(2), en http://bit.ly/2oCwx5h. (Sanford, 2011, p.111)
3
Las críticas a la Reforma española del 2005 se centraron precisamente en que no se haya establecido
como régimen legal y judicial supletorio a la custodia compartida. Cruz (2012, p.184) trae a colación la
regulación del Estado de Maine en el cual ambas formas de custodia conjunta son las supletorias y el
Juez puede conceder la custodia indistinta, pero dando las razones para negar la coparticipación de
los derechos y responsabilidad parentales. Maine Revised Statutes Annotated, title 19-A; Domestic
Relations § 1653, sub-§1 de 21 de septiembre del 2001.
4
Sin perjuicio de lo señalado, respecto de España se dejará fuera de este trabajo las legislaciones fora-
les que han establecido la custodia compartida como régimen legal y supletorio. Así, el Decreto Legis-
lativo N°1 de 2011, de 22 de marzo, del Gobierno de Aragón dispone que a falta de pacto entre los
progenitores, el juez adoptará de forma preferente la custodia compartida en interés de los hijos e,
igual solución consagran la ley valenciana (Ley valenciana N° 5 de 2011) y el Código Civil Catalán (art.
233-9).
5
A este respecto Guilarte (2014) señala que: “… ni la guarda exclusiva ni la guarda compartida o alter-
nativa son el molde perfecto adaptable a todas las situaciones que pueden originarse en la realidad social,
que es rica en diversidad…” (p. 27).
6
A este respecto Picontó (2010, p. 74) señala que adaptar la distribución de la guarda y custodia
atendiendo a la dinámica de cada familia sería lo óptimo, evitando aplicar el mismo modelo a todas las
familias. Ello con la finalidad de lograr soluciones realizables, respetuosas con las preferencias de cada
familia, que permitan la continuidad de las relaciones de los hijos con sus padres, que atiendan a los
acuerdos anteriores a la ruptura y que mitiguen el enfrentamiento entre ellos.
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La legislación chilena no es contraria al cuidado personal compartido con oposición de uno de los padres
1. La situación española
Picontó (2010, p. 46) señala que los problema de igualdad, con relación al
cuidado personal de los padres, no se plantearon en la Reforma de la Ley N° 30/1981,
por cuanto existía un cierto consenso entre abogados y jueces que ella correspondía
a la madre, sobre todo respecto de los hijos más pequeños 7. Los temores de la doc-
7
Luego, el Código Civil Español limitó la coparentalidad en el ejercicio a los supuestos de convivencia
y para las situaciones de ruptura preveía el ejercicio exclusivo de la patria potestad, que correspondía
al progenitor en cuya compañía quedaban los hijos, con lo que se pretendía asegurar la unidad de
dirección y preservar a los menores de posibles conflictos. Pero, esta solución debió modificarse dado
el aumento de separaciones y divorcios. A este respecto Guilarte (2014) señala que: “Este esquema
legal no responde a la nueva realidad familiar, caracterizada por un número creciente de divorcios y la
normalización social de las rupturas, ya no se trata de mantener a los menores alejados del conflicto, sino
de garantizar su derecho a relacionarse y a ser educado por sus dos padres” (pp. 21-22).
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trina española frente a esta figura, antes de la Reforma introducida por la N° Ley
15/2005 al Código civil Español, se pueden apreciar en las palabras de Picontó (2010),
que señalaba: “… establecer una medida como la custodia compartida alterna a falta de
acuerdo de los padres, bien judicialmente o como norma legal preferente, cuando no se
corresponde con el estilo de vida y la división del trabajo de muchas familias españolas
puede ser arriesgada y provocar dificultades en aquellas parejas que antes de la crisis no
venían compartiendo las tareas del cuidado de los hijos”(p. 57). La crítica a la custodia
compartida en el fondo se centra en su establecimiento como régimen legal y suple-
torio 8. Pero, incluso, antes de la Ley N° 15/2005, la jurisprudencia mayoritaria recha-
zaba la custodia compartida con alternancia de domicilios, argumentando básica-
mente su falta de regulación legal y contrariedad al principio del interés del menor,
dada su valoración conectada a una necesaria estabilidad y no a un cambio de domi-
cilio 9. Incluso se cuestionó la custodia compartida en casos en que había sido acor-
dada por los padres en el convenio regulador. Los jueces entendían que era conve-
niente atribuir la guarda y custodia en exclusiva a uno de los progenitores, a quien
además se le otorgaba la vivienda familiar, debiendo el otro pagar una pensión ali-
menticia y se le concedía un derecho de comunicación y visita (Picontó, 2010, pp. 60-
61). Esta oposición a la custodia compartida, empieza a diluirse por las Sentencias del
Tribunal Constitucional español, 2ª Sala, 4/2001, de 15 de enero, y una serie de sen-
tencias de los tribunales civiles que otorgan la custodia a ambos padres (Pinto An-
drade, 2009) 10. Los sustentos jurisprudenciales para concederla fueron los principios
8
Poussin y Lamy (2005) son de la opinión que ante los problemas que acarrea el divorcio y el cuidado
de los hijos, la custodia compartida es una solución posible: “…pero no es ni la única ni la mejor. Más
bien es la solución menos mala para que se respete el derecho del hijo a crecer cerca de sus dos progenito-
res” (p.17); que “…algunas familias ‘pionera’ ya practicaban la custodia compartida antes de marzo de
2002, pero esta práctica se realizaba siempre de forma amistosa, sin el aval de la justicia. Después de esta
fecha, los jueces no han aplicado demasiado la ley: sólo una quinta parte de los padres en trámite de divor-
cio solicita este régimen de custodia. En países como Estados Unidos, por ejemplo, la aplicación de este
régimen es mucho más frecuente. El estado de California favorece especialmente la custodia compartida y,
en otros estados (Montana, Kansas, Connecticut) es considerada una solución satisfactoria, y la practican
en torno al 40% de las parejas”, y que la custodia compartida rompe con la dinámica de vencedor y venci-
do, ya que pone a los dos progenitores en situación de paridad desde el principio” (pp. 28-29), Villagrasa
(2010, p.83) también se encuentra contra del establecimiento de la custodia compartida como régi-
men legal y supletorio y señala, de forma muy clara, que imponer coactivamente el sistema de la
custodia compartida alterna o, mejor expresado, la guarda sucesiva o alternativa, es inviable, si no se
dan unas premisas dirigidas a garantizar el interés superior del menor. Pues exige un grado de con-
senso, respeto y colaboración entre los progenitores. Así, los referidos autores reconocen que el cui-
dado personal compartido puede adecuarse de una buena forma al interés superior del niño, pero ello
dependerá de las circunstancias.
9
Sin perjuicio, que al poco andar de este siglo, como destaca Campuzano (2004 pp. 2485, 2488-2502)
mediante un estudio jurisprudencial, la jurisprudencia española comenzó a decretar la custodia com-
partida en la medida que ella fuese la decisión más favorable para el adecuado desarrollo del menor.
10
Zarraluqui (2003), en igual sentido, señala que: “La custodia alternativa es una fórmula que en ciertos
casos puede ser de indudable beneficio para los menores, respetando una posición equitativa de ellos res-
pecto de ambos progenitores y ello, incluso, sin necesidad de que los periodos en que se encuentren con
uno y otro sean aritméticamente iguales, cuando las circunstancias así lo aconseje” (p. 183). Gete-Alonso
y Solé (2014, p. 168) señalan, respecto al interés superior del menor, que a menudo se encuentra teñi-
do de apreciaciones subjetivas difíciles de superar. No obstante, predomina la opinión de que en ma-
teria de custodia sobre los menores, el bien del menor pasa por ver satisfecho su derecho de relacio-
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La legislación chilena no es contraria al cuidado personal compartido con oposición de uno de los padres
del interés superior del niño y de la igualdad de los padres, muchas veces planteado
como un criterio de adecuación a la realidad 11; y de forma escalonada por acuerdo de
los padres; con oposición de uno de ellos e incluso de oficio (Montero, 2001). Así,
parte de la doctrina y la jurisprudencia española por mucho tiempo se inclinaron a
entender que, por regla general, la custodia compartida exigía común acuerdo de los
padres, o a lo menos el que los padres tuviesen una buena relación entre ellos 12. Para
esta doctrina la responsabilidad parental tenía que ver con la capacidad de llegar a
acuerdos o de obstruirlos por parte de los padres (Sentencias Audiencias Provinciales
Españolas, Barcelona, sección 12, n° 26/2007, de 12 de enero).
narse y ser atendido tanto por su padre como por su madre y, en consecuencia, por no ser privado de
la compañía de ninguno de ellos aunque hayan decidido dejar de convivir. Produciéndose una evolu-
ción en la custodia compartida, que de tenerse como contraria al interés del menor por perjudicar su
estabilidad física y emocional, ha pasado a ser la medida más recomendada para afrontar con las mí-
nimas consecuencias la separación de los padres y la ruptura familiar.
11
Respecto del criterio de adecuación a la realidad, Villagrasa (2010, p. 95) es de la opinión que para
evitar la afectación de la crisis de pareja a los menores, la clave es comprobar quién o quiénes se han
encargado de su cuidado con anterioridad a la ruptura. Una vez hecho se debe proceder a mantener
la guarda en esa proporción, en caso de desacuerdo. Ello, sin perjuicio, que la guarda pueda ser com-
partida siempre que pueda mantenerse una comunicación fluida y una relación cordial entre los pro-
genitores.
12
En este sentido se puede consultar a Rivera Álvarez (2006, p. 11) que se opone a la posibilidad que el
juez decrete la custodia compartida de los hijos, si ninguno de los padres se lo ha solicitado, por cuan-
to de fracasar dicho régimen ello podría ir en perjuicio del hijo.
13
Cruz (2012, p.253) señala que las razones por las que las sentencias negaban dicha posibilidad eran
de diversa índole, señalándose entre ellas: a) residencia de los progenitores en países o lugares distin-
tos; b) falta de mutuo acuerdo; c) falta de colaboración y armonía entre los padres; d) trastorno y per-
juicios en la estabilidad el menor, pérdida de hábitat y armonía que acaban afectándolo en su desarro-
llo integral; e) corta edad; f) invasión de la esfera privada; g) interés superior del niño en sentido abs-
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Se insta del legislador una modificación del precepto en tal sentido”. (pp. 89-91).
tracto; h) la preferencia del régimen de cuidado indistinto con relación directa y regular para el padre
no custodio; i) previa custodia compartida perjudicial para el hijo y j) rechazo a la custodia compartida
por no estar establecido en la ley.
14
La inclusión del Informe Fiscal para la custodia compartida con oposición de uno de los padres, del
art. 92.8° del Código Civil Español se debe a una inclusión del Grupo Socialista. (Miranda, 2009).
15 Pérez Conesa (2016, p. 47).
16
Cft Alascio, L. (2011, p. 22) con Bodelón (2010, p. 138.)
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La legislación chilena no es contraria al cuidado personal compartido con oposición de uno de los padres
derecho que los hijos tienen a relacionarse con ambos progenitores, aun en situacio-
nes de crisis, siempre que ello sea posible y en tanto en cuanto lo sea” 17.
A pesar que este Proyecto parece ser un avance sólo refleja la realidad actual,
como se desprende por la jurisprudencia posterior a la Sentencia del Tribunal Su-
premo Español de 29 de abril del 2013. Así, este Proyecto ha sido fuertemente criti-
cado por la doctrina 20.
17
Alcázar Ruiz (2014, p. 273) señala que en España las cifras de cuidado compartido han ido aumen-
tando, pero que todavía la custodia sigue siendo de forma generalizada a favor de la madre. Así, es
compartida en un 10,5% en el año 2010; 12,3% en 2011 y 14,6% en 2013, y la custodia materna en esos
mismos años es de 83.2% en 2011, 81,7% en 2012 y 75.1% en 2013.
18
Anteproyecto de ley sobre el ejercicio de la corresponsabilidad parental en caso de nulidad divorcio
separación (2013, p.19)
19
La Reforma también prevé la introducción del artículo 92 bis al Código Civil que, de acuerdo con la
literalidad de su exposición de motivos, “tiene como objeto introducir los cambios necesarios para con-
seguir un sistema donde desaparezcan las rigideces y las preferencias por la custodia monoparental del
actual artículo, pero sin establecer la custodia compartida como preferente o general”.
20
De este modo, Gete-Alonso y Solé (2014) señalan que: “Nosotros apostamos por una reforma más
ambiciosa que considere la custodia compartida como regla general y preferente en la solución de las crisis
de convivencia, salvo que la custodia individual sea más conveniente para el hijo –en la línea de las norma-
tivas de Aragón y la Comunidad Valenciana-, y que podría representar un elemento fundamental para
iniciar un cambio profundo en la solución de estas situaciones más acorde con los derechos fundamentales
de todas las personas implicadas y, al mismo tiempo, podría incidir en los comportamientos de ambos
progenitores para con sus hijos constante la convivencia, es decir, antes de iniciarse la crisis de pareja, fo-
mentando la corresponsabilidad y la paternidad y maternidad responsables”(p. 171).
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El artículo 92.8° del Código Civil Español no ha establecido cuáles son las cir-
cunstancias concretas que el juez debe valorar para dar lugar a la guarda compartida
con oposición en el interés superior del niño (Sentencia del Tribunal Supremo Espa-
ñol, 8 de octubre del 2009, RC núm. 147/2006) 21. Por ello la jurisprudencia y la doctri-
na han establecido ciertas condiciones de concurrencia.
La Sentencia del Tribunal Supremo Español del 24 de abril de 2014, que re-
suelve el recurso de casación: Núm.: 2983/2012, fija los criterios de atribución del ré-
gimen de custodia compartida, señalando que debe estar fundada en el interés del
niño, niña o adolescente que van a quedar afectados por la medida que se deba to-
mar y que las razones que deben considerarse son la práctica anterior de los progeni-
tores en sus relaciones con el menor y sus aptitudes personales; los deseos manifes-
21
Ello a pesar que establece algunas reglas procesales para que la custodia compartida con oposición
proceda, como requerir el informe del Ministerio Fiscal, y oír a los menores que tengan suficiente jui-
cio cuando se estime necesario de oficio o a petición del Fiscal, partes o miembros del Equipo Técnico
Judicial, o del propio menor, valorar las alegaciones de las partes vertidas en la comparecencia y la
prueba practicada en ella, y la relación que los padres mantengan entre sí y con sus hijos.
22
Las autoras señalan que la falta de estos requisitos ha fundamentado la denegación de la custodia
compartida. Gete-Alonso y Solé (2014 p. 163).
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La legislación chilena no es contraria al cuidado personal compartido con oposición de uno de los padres
tados por los menores competentes; el número de hijos; el cumplimiento por parte
de los progenitores de sus deberes en relación con los hijos y el respeto mutuo en
sus relaciones personales; el resultado de los informes exigidos legalmente y, en de-
finitiva cualquier otro que permita a los menores una vida adecuada, aunque en la
práctica pueda ser más compleja que la que se lleva a cabo cuando los progenitores
conviven (Seijas, Arroyo y Baena, 2015, p. 119).
23
Seijas, Arroyo y Baena (2015) se refieren a una Sentencia del Tribunal Supremo Español de 30 de
octubre de 2014, recurso de casación: Núm.: 1353/13, que resuelve en este sentido: “… la custodia
compartida conlleva como premisa la necesidad de que entre los padres exista una relación de mutuo
respeto que permita la adopción de actitudes y conductas que beneficien al menor, que no perturben su
desarrollo emocional y que pese a la ruptura afectiva de los progenitores se mantenga en un marco fami-
liar de referencia que sustente un crecimiento armónico de su personalidad” (pp. 120-121).
24
Bodelón (2010, p. 137), que escribe desde el feminismo, es contraria a conceder la custodia compar-
tida en caso de conflictividad de los padres, y a este respecto recomienda la custodia exclusiva que
limite la posibilidad de nuevos conflictos.
25
Poussin y Lamy (2005) exigen que los padres un mínimo de buen entendimiento en lo que respecta
a las decisiones relacionadas con la educación del hijo; tener relativa disponibilidad profesional y por
último analizar los motivos últimos por los que se elige dicha opción.
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La legislación chilena no es contraria al cuidado personal compartido con oposición de uno de los padres
26
En este sentido es sumamente interesante la Sentencia Del Tribunal Supremo Español, de 16 de
octubre de 2014, que, resolviendo un recurso de casación: Núm.: 683/2013, resuelve lo siguiente: “A la
vista de lo expuesto hemos de declarar que en la sentencia recurrida se infringe la doctrina jurisprudencial,
dado que la tensa situación que concurre en los cónyuges no consta que sea de un nivel superior al propio
de la situación de una crisis conyugal. Por otro lado se acredita la favorable disposición de los menores, la
gran aptitud de ambos padres para ostentar la custodia y que se abstienen de predisponer negativamente
a los hijos, todo lo cual motiva la admisión del sistema de custodia compartida, como medida más favora-
ble en interés de los menores” (Seijas, Arroyo y Baena, 2015, p. 117).
27
El Código civil y comercial argentino, en caso de desacuerdo reiterado entre los padres y un nivel
alto de conflictividad, faculta al juez para asignar temporalmente la custodia a uno de los padres. En
este sentido Herrera (2015) señala que: “También se otorgan al juez facultades previsoras de futuros
desacuerdos así como pacificadoras del vínculo familiar: si los conflictos son reiterados u ocurre cualquier
otra causa que entorpezca gravemente el ejercicio de la responsabilidad parental, puede atribuirlo total o
parcialmente a uno de los progenitores, o distribuir entre ellos sus funciones, por un plazo que no exceda
dos años. Asimismo, con una clara función terapéutica en la familia en crisis, el juez puede ordenar medi-
das de intervención interdisciplinaria y someter los desacuerdos a mediación” (p. 378).
28
Dentro de los argumentos jurisprudenciales encontramos los siguientes: los constantes cambios
pueden generar inestabilidad en los niños; el cambio constante no supondría un beneficio sustancial
para los menores; no se favorece la adaptación de los menores y repercute negativamente a nivel
emocional y en su rendimiento académico; obliga a los niños a estar todo el día haciendo y desha-
ciendo las maletas y no se acostumbrarían a vivir ni en un sitio ni en otro; puede alterar perjudicial-
mente la normalidad de la vida de los menores; entre otros. Luego, el autor expone jurisprudencia en
que, por la proximidad de los domicilios, la guarda compartida no representa impedimento.
29
Skjørten y Barlindhaug (2007) realizan una interesante aplicación del artículo 12 de Convención
sobre los Derechos del Niño en torno a las edades en que la opinión de los niños, niñas o adolescentes
deben ser consideradas para los efectos de la residencia compartida. En dicho estudio se pudo apre-
ciar como el nivel de educación de los padres llevaba a que los hijos pudiesen tener una opinión más
madura. En este sentido los autores señalan que: “These studies suggest that the age of the child and the
educational level of the parents are characteristics which impact the child’s degree of co-decision” (p. 376).
30
Guilarte (2014, p.47).
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2. La situación Latinoamericana
A este respecto Pellegrini (2016) señala que: “Con cierta dificultad al comienzo y
solo limitado a los acuerdos entre los progenitores, fue avanzando, incluso, a la imposi-
ción judicial. De allí que, por vía jurisprudencial, se perfiló un sistema tendiente a la ‘te-
nencia compartida’ —esto es, a favorecer tanto el ejercicio conjunto de la responsabili-
dad parental, inclusive en casos en que la convivencia material del hijo/a quedaba a car-
go de un/a progenitor/a, como al efectivo reparto del tiempo de convivencia del hijo con
ambos progenitores—. En algunos pocos casos se utilizó un sistema en el cual los hijos
continuaban habitando el que fuera el hogar familiar y sus progenitores ‘rotaban’ el uso
de tal vivienda; y en una amplia mayoría, fueron los hijos/as quienes compartían su vida
en los dos nuevos hogares que la separación de sus progenitores generaba” (p. 484). En
igual sentido Herrera destaca un fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia
de Buenos Aires, de 05/12/2007, que a pesar de la falta de texto expreso de ley, esta-
blecería una custodia compartida, de oficio 32. Las formas de custodia compartida
31
Ver artículo 1584 del Código Civil Brasileño.
32
En este sentido en el fallo se resuelve: “hace a la realización del principio de corresponsabilidad en el
ejercicio de la autoridad en la toma de decisiones que a los progenitores concierne, efectivizar el mejor
grado de desarrollo personal de los niños (arts. 6.2 y Preámbulo de la Convención sobre los Derechos del
Niño; 3 incs. c] y d] y 9° de la ley 26.061), en particular los derechos de educación y crianza focalizados a
satisfacer sus necesidades y respetar las diferentes etapas evolutivas de los niños con sus propios requeri-
mientos y expectativas (arts. 5°, 14.2 y 18.1 y Preámbulo de la Convención de los Derechos del Niño), y ga-
rantizar que los niños por la madurez alcanzada, puedan expresar sus opiniones y ser escuchados (arts. 5° y
12, primer párrafo, Convención de los Derechos del Niño)” (Herrera, 2015, p. 372).
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La legislación chilena no es contraria al cuidado personal compartido con oposición de uno de los padres
adoptada por la legislación argentina son: alternada e indistinta 33. Sin perjuicio de lo
anterior, como destaca Cajigal (2016): “en lo relativo al ejercicio de la responsabilidad
parental, el nuevo C.C.C. establece como criterio general que corresponde a ambos pro-
genitores en forma conjunta, convivan o no, sin perjuicio de que la norma regule diversas
situaciones especiales. La mentada circunstancia de la atribución conjunta del ejercicio
de la responsabilidad parental en ambos supuestos representa sin dudas una de las prin-
cipales innovaciones de la nueva norma en la materia, ya que implica una clara diferen-
cia respecto del código velezano, en el que sólo se establecía el ejercicio compartido
cuando los padres convivían” (p. 291).
33
A este respecto Notrica y Rodríguez Iturburu (2015), señalan que: “las modalidades del cuidado per-
sonal estableciendo que el cuidado alternado es aquel en el que el hijo pasa períodos con cada uno de los
progenitores, mientras que en el cuidado indistinto, el hijo reside de manera principal en el domicilio de
uno de ellos, pero ambos comparten las decisiones y se distribuyen de modo equitativo las labores atinen-
tes a su cuidado” (p.145).
34
Código de los niños y adolescentes (2000).
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C. Bajo su más seria responsabilidad funcional, el Juez siempre deberá oír y tener en
cuenta la opinión del niño o adolescente 35
35
Código de la Niñez y la Adolescencia (2014). A principios del 2016 ingresó a estudio de la Comisión
de Constitución y Códigos del Senado uruguayo un Proyecto de Reforma por el cual se busca estable-
cer la custodia compartida como régimen legal, supletorio y preferente. El Proyecto busca que “Cuan-
do los padres pongan fin a la relación que los unía, la tenencia de los hijos será preceptivamente, es decir de
cumplimiento obligatorio, compartida”, y promover la custodia compartida con oposición de uno de los
padres. Este Proyecto de Ley precisamente es una respuesta a una sentencia de la Corte Suprema, de 20 de
octubre de 2014, “AA C/ BB – VISITAS - CASACION”, IUE: 2–3463/2009, que casó una sentencia de la Corte de
Apelaciones por la que se concedía una custodia compartida aduciendo la fuerte conflictividad de los pa-
dres. ("Sentencia de Tenencia Compartida !!! :: TPNHY", 2019)
36
Lowe y Douglas (2015), a este respecto, señalan que: “In the absence of an agreed list it suggested that
parental responsibility comprises at least the following: – Bringing up the child. – Having contact with the
child. – Protecting and maintaining the child. – Disciplining the child. – Determining and providing for the
child’s education. – Determining the child’s religion. –Consenting to the child’s medical treatment. – Con-
senting to the child’s marriage – Consenting to the child’s adoption. –Vetoing the issue of a child’s passport.
– Taking the child outside the United Kingdom and consenting to the child’s emigration. – Administering
the child’s property. –Naming the child. – Representing the child in legal proceedings. – Disposing of the
child’s corpse. – Appointing a guardian for the child” (pp. 337-338).
37
Ello dependerá del alcance de la resolución judicial que concede esta figura (Lowe y Gillian, 2015, p.
393).
38
Sin perjuicio que ello no ha estado exento de polémica, como se aprecia del caso Re G fallado por la
Corte de Apelaciones. (Lowe y Gillian, 2015, p. 393).
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La legislación chilena no es contraria al cuidado personal compartido con oposición de uno de los padres
Nótese que la norma –no se trata sólo de un principio- establece que ambos
padres, independientemente de que estén separados, “participarán en forma activa,
equitativa y permanente en la crianza y educación de sus hijos”.
Las demandas de custodia compartida, que son solicitadas por un padre con
la oposición del otro, deben ser acogidas por una “share residence order” 39 o “joint
physical custody” 40. La “share residence order” comienza ser acogida por la jurispru-
dencia inglesa a raíz de un fallo del juez Ward JL, como una custodia compartida con
residencia alternada. Su aplicación, desde su reconocimiento por tribunales a media-
dos de los noventa, se ha ido extendiendo mediante sucesivas modificaciones juris-
prudenciales. El primer caso en que se da lugar a estas órdenes procedió cuando el
padre, que convivía con el niño, niña o adolescente, desconoció la responsabilidad
parental del padre no custodio. Así, en el 2004 en la causa A v A (Children, shared
residence) se concede una de estas órdenes a favor del padre no custodio, dado que
la madre –que era el padre custodio- estaba decidiendo unitariamente los aspectos
relacionados con la educación y salud del niño. Nótese que en estos casos se conci-
be como una sanción al padre custodio infractor de los derechos del padre no custo-
dio. En otras palabras, la custodia compartida, con oposición de un padre, se comien-
za a conceder por tribunales cuando el padre custodio desconoce la “parental res-
ponsability” (la corresponsabilidad entre nosotros) del padre no custodio (“non resi-
dent parents”). Naturalmente, que esta es una mirada limitada hacia la figura. Por ello,
posteriormente, la “shared residence” sólo se concede en casos en que el interés su-
perior del niño, niña o adolescente lo permita, pero todavía de una forma muy justifi-
cada o restrictiva (Nikolina, 2015, pp. 49, 67) 41. Finalmente, en una etapa posterior, la
custodia compartida se comenzó a imponer, aún en caso de conflicto entre los pa-
dres, y se ha rechazado que ella se deba dar en circunstancias excepcionales 42. Tam-
bién es destacable que la Reforma, introducida a la sección 11 por una Ley de 1989,
39
Esta acción es entablada por uno de los padres, en caso que el hijo resida con el otro, para los efec-
tos de establecer una residencia alternada. Nikolina (2015, p. 51) y Hayden (2011, p. 7).
40
Gilmore (2006).
41
En igual sentido, Hayden (2011, p.18), cita a Hale y Wood, que señalan: “Given the negative tone of
these passages it is unsurprising that authorities shortly after the coming into force of the legislation re-
vealed an unwillingness to make shared residence orders.
However, as case law has evolved in the English courts, it appears to be the case that the shared residence
order has transformed from a rare species to a ‘must have’, particularly for the nonresident parent and
irrespective of whether the children’s time is divided equally between the homes”. De igual manera Hayden
(2011, p. 20), ordena varios casos en los que la jurisprudencia no da lugar a la custodia compartida con
oposición de uno de los padres, como cuando el niño, niña o adolescente no quiere la custodia com-
partida [Re A children, shared residence], cuando las motivaciones de la demanda son impropias [Re K,
Shared Residence Order], o simplemente atenta contra el propio menor [In Re M, Children, Residence
Order].
42
En este sentido, Hayden (2001) indica que: “Nevertheless, it appears that even without a legislative
presumption of shared residence or even shared parenting at this stage the English Courts of their own
volition appear to be finding creative ways in order to ensure that the most likely outcome of a residence
application in the majority of cases will be a shared residence order, absent of a very good reason why not,
although the equal division of time between two homes remains a rarity” (p. 21).
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R. Barcia Lehmann
por una Ley de 22 de octubre del 2014, facultó a los jueces a decretar una “child
arrangements order”. En el Proyecto de Ley se discutió que no se quería otorgar a la
custodia compartida una presunción como forma preferente de desarrollo del interés
superior, que llevase a una división equitativa del tiempo entre los padres, sino a es-
tablecer una regla de distribución del tiempo de acuerdo a la realidad de cada familia
y las circunstancias concretas del niño, niña o adolescente 43.
43
Entre los aspectos que debe considerar el tribunal, conforme a la Reforma, están los siguientes: “(a)
the ascertainable wishes and feelings of the child concerned (considered in the light of his age and under-
standing ; (b) his physical, emotional and educational needs; (c) the likely effect on him of any change in his
circumstances; (d) his age, sex, background and characteristics of his which the court considerers relevant ;
e) any harm which he has suffered or is at risk of suffering; f) how capable each of his parents, and any oth-
er person in relation to whom the court considers the question to be relevant, is of meeting his needs; g) the
range of powers available to the court under this Act in the proceedings in question” (Section 11, (3)) (He-
rring, Probert, and Gilmore, 2012, pp.80-81) .
44
Las dos primeras formas de aplicación se desarrollaron en la jurisprudencia temprana y son formas
muy restrictivas de custodia compartida con oposición.
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La legislación chilena no es contraria al cuidado personal compartido con oposición de uno de los padres
te, dada la Reforma del 2014, como un criterio que no necesariamente significa un
reparto temporal equitativo entre los padres, sino que atiende a facultades y deberes
específicos, como educación, necesidades afectivas, riesgo, etc.
45
Este planteamiento aún no es general, ver Barcia Lehmann, R. (2011) y Otárola Espinoza (2013).
46
Se refiere al cuidado compartido.
47
Una opinión más matizada plantea Negroni Vera (2014), por cuanto entiende que el principio de la
corresponsabilidad debe tener alguna incidencia en la asignación en los deberes y facultades de filia-
ción. Sin embargo, se plantea en contra de la aplicación del cuidado personal compartido con oposi-
ción de uno de los padres, señalando que: “La modificación introducida por la ley 20680, fortalece tam-
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R. Barcia Lehmann
bién la resolución del conflicto mediante el acuerdo, dándole prioridad al mismo, de tal manera que si los
padres quieren asumir un régimen de cuidado compartido, sólo lo pueden regular mediante un acuerdo, el
juez no podría imponérselos” (p. 121).
48
En este sentido señala que: “El principio de corresponsabilidad no autoriza al juez para atribuir judi-
cialmente el cuidado personal a ambos padres separados (cfr. Art. 225, inc 1°). El cuidado personal compar-
tido solamente puede establecerse por convención entre ambos padres”. (Rodríguez Pinto, 2014, p. 80).
49
Tapia Rodríguez (2013), aunque califica esta situación de negativa, señala refiriéndose al artículo
225: “Por último, el inciso 4° de ese mismo artículo agrega que los padres que viven separados pueden ‘de
común acuerdo’ determinar que el cuidado personal de los hijos corresponde a ‘ambos de forma comparti-
da’ (…) el juez carece, según esta regla general, de facultades para asignar el cuidado compartido en au-
sencia de acuerdo de los padres. Esto es, se otorga a cada padre un derecho a veto, para oponerse y hacer
inviable un a cuidado personal compartido que pueda beneficiar a los hijos” (p. 17). Finalmente, Illanes
(2014) critica el que, en la legislación chilena, el acuerdo de cuidado compartido no esté necesaria-
mente sujeto autorización judicial.
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La legislación chilena no es contraria al cuidado personal compartido con oposición de uno de los padres
50
En este sentido en el cons. 7° del fallo de casación resuelve: “Que, del modo antes expresado, queda
claro que la determinación de los sentenciadores en relación a fijar el cuidado compartido a favor del me-
nor de autos, no tomó en consideración el inciso tercero del artículo 225 que señala expresamente que ‘En
cualquiera de los casos establecidos en este artículo, cuando las circunstancias lo requieran y el interés
superior del hijo lo haga conveniente, el juez podrá atribuir el cuidado personal del hijo al otro de los pa-
dres, o radicarlo en uno solo de ellos, si por acuerdo existiere alguna forma de ejercicio compartido’. Del
cual se deduce sin ninguna duda, que el juez no tiene atribución para fijar como forma de ejercer el cuidado
personal de un hijo, el de hacerlo en forma de cuidado compartido, ya que la ley establece claramente
todas las posibles soluciones que puede tomar el juez, en los casos sometidos a su decisión”. Y todavía de
forma más clara, en la sentencia de reemplazo, resuelve en referencia a que la figura no existiría en el
Derecho comparado: “Quinto: Que es por lo anterior que el legislador no le dio atribuciones al juez para
fijar el cuidado compartido, porque los padres que llevan sus disputas a los tribunales y prefieren que un
extraño decida en lugar de ellos mismos, quien está mejor capacitado para ejercer el cuidado de sus hijos o
que decida en definitiva al cuidado de quien sus hijos estarán mejor; no son los padres de los que habla la
doctrina, estos que se encuentran en un alto grado de armonía y cooperación”.
51
En la sentencia de reemplazo, la Corte Suprema resuelve: “Cuarto: Que la doctrina y el derecho extran-
jero están de acuerdo en señalar, respecto al cuidado compartido, que ‘Otro rasgo importante de esta insti-
tución es su fuente en la convención de los padres. Los acuerdos de tuición conjunta o alternada desde su
introducción en los años 1980 son convenios entre los padres. Requieren el mutuo acuerdo entre progeni-
tores. Lo que resulta difícil de aceptar es que los tribunales de familia decreten estos sistemas contra la
voluntad de uno de los padres. En el ámbito norteamericano, hay numerosos estudios que desaconsejan la
tuición compartida si no hay un alto grado de armonía y cooperación entre los padres’”. Rodríguez Pinto
(2010, p. 97).
52
En la sentencia de reemplazo respecto a la conflictividad de los padres se resuelve lo siguiente:
“Séptimo: Que en el caso de marras, aun cuando se quisiera interpretar el artículo 225 entendiendo que el
juez sí tiene atribución para fijar la custodia compartida, los padres, han llevado múltiples problemas para
ser resueltos por los tribunales, por ser ellos mismos incapaces; lo que no augura que el cuidado comparti-
do sea el mejor régimen para, ya que se prevén innumerables disputas entre los padres, lo que dista de ser
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R. Barcia Lehmann
mento del fallo no se hace cargo que no existe ninguna norma prohibitiva a
este respecto y que los principios del interés superior del niño, niña o adoles-
cente y de corresponsabilidad llevan a que el juez pueda aplicar figuras reco-
nocidas por el Derecho, como el cuidado compartido con oposición de un
padre, en la medida que ello vaya en el mejor interés del niño, niña o adoles-
cente 53. Pero sobre todo la sentencia yerra si se recurre a la historia fidedigna
de la Ley N° 20.680. Dicho estudio permitiría concluir que el Congreso
desechó la custodia compartida con oposición de uno de los padres como
sanción al padre custodio, como se analiza en detalle más adelante. Pero,
también, la sentencia yerra, al referirse al Derecho comparado porque esta fi-
gura es ampliamente acogida en éste 54. Nótese que con normas similares a las
nuestras, es decir, con regulaciones que establecen la corresponsabilidad -
como en el caso del Reino Unido-, o incluso que ni siquiera establecen este
principio, como la española, los tribunales han admitido el cuidado personal
compartido con oposición no sólo como régimen excepcional, sino como ré-
gimen general (el presente trabajo intenta la introducción en nuestro Dere-
cho de la primera opción, es decir, en concreto y no en abstracto). Finalmente,
el tercer sustento, el grado de conflictividad, debió ser objeto de un análisis
más profundo. En la doctrina y jurisprudencia española el grado de conflicti-
vidad sólo es relevante si hace imposible el cuidado compartido, y en el Reino
Unido incluso es un criterio para dar lugar a la custodia compartida con opo-
sición (custodia compartida como una sanción al padre no custodio que no
respetaba los derechos del padre no custodio). Y, en este sentido, lo realmen-
te criticable es que la prueba del proceso no aborda el grado de conflictivi-
dad, como punto de prueba. Ello redunda en que las tribunales no tienen las
herramientas para determinar si el nivel de conflictividad conduce a que el
cuidado personal compartida sea dañino para el niño, niña o adolescente.
aquellos padres aptos para llevar exitosamente adelante este tipo de régimen, por lo cual no será esta la
mejor forma de proteger la estabilidad emocional del niño de autos”.
53
Nótese que esta es una interpretación bastante restrictiva de la custodia compartida con oposición,
por cuanto supone que ella es la mejor posibilidad para el niño, niña o adolescente en concreto, y no
en abstracto.
54
En este sentido en el Reino Unido los tribunales pueden conceder una custodia compartida (“shared
residence”) en los casos en que el interés superior del niño en concreto lo justifique, y uno de ellos es
como sanción al padre custodio que impide el régimen comunicacional con el padre custodio.( Niko-
lina, 2015, p. 25).
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La legislación chilena no es contraria al cuidado personal compartido con oposición de uno de los padres
55
Sin perjuicio de lo anterior, el fallo contó con los votos disidentes de la Ministra Andrea Muñoz y de
la abogada integrante Leonor Etcheberry, quienes fueron de opinión de rechazar el recurso, porque el
inciso 3º del artículo 54-1 de la Ley Nº 19.968 contempla un control de admisibilidad que no solo debe
limitarse al examen del cumplimiento de los requisitos formales de la demanda, sino que debe exten-
derse al análisis del derecho sustantivo que sirve de fundamento a la pretensión, en el caso concreto y
por tratarse de una demanda de cuidado personal compartido, a lo dispuesto en el inciso 2º del artícu-
lo 225 del Código Civil que sólo lo contempla si existe acuerdo en ese sentido entre los padres, hipóte-
sis que no concurre.
56
(G con R, 22881-2014, Corte Suprema 29 de septiembre de 2015, cons. 7 y 8)
57
Además el Tribunal Constitucional de Chile trae a colación la opinión ya transcrita de dos profesores
de Derecho Civil. Tapia y Rodríguez.
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R. Barcia Lehmann
esta opción en el artículo 224.4°, en los siguientes términos: “velando por el interés
superior del hijo, podrá el juez entregar el cuidado personal a ambos padres, cuando el
padre custodio impidiere o dificultare injustificadamente, el ejercicio de la relación di-
recta y regular del padre no custodio con el hijo o hijos, sea que ésta se haya establecido
de común acuerdo o decretado judicialmente. También podrá entregarlo cuando el pa-
dre custodio realice falsas denuncias o demandas a fin de perjudicar al no custodio y
obtener beneficios económicos” 62. Esta forma de entender la custodia compartida con
oposición no prosperó. En contra de ella se estuvieron el encargado de la Protección
Legal del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF), el profesor Nicolás
Espejo, y las profesoras Fabiola Lathrop y Sara Rodríguez. Todos estos autores coinci-
dieron en que la custodia compartida no puede concebirse como una sanción al pa-
dre custodio 63. En la Segunda Indicación del Ejecutivo, de 20 de diciembre, 2011 (Nº
426-359), ya no se considera la custodia compartida con oposición como sanción al
padre custodio 64.
5.2. ¿Se podría dar lugar al cuidado personal compartido con oposición
de uno de los padres en el Derecho chileno?
62
Indicación sustitutiva al Proyecto de Ley que Introduce modificaciones al Código Civil y a otros
cuerpos legales, con el objeto de proteger la integridad del menor en caso de que sus padres vivan
separados. Boletín N° 5917 18.(2008, Of., N° 001-359, p.6)
63
(Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 2019, pp. 160. 162 y 165).
64
(Biblioteca del Congreso Nacional de Chile, 2019, pp. 147-148).
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R. Barcia Lehmann
contrario, deben hacer todo aquello que vaya en beneficio del interés superior del
niño, niña o adolescente. Por ello el argumento que señala que no está regulada la
custodia compartida con oposición no es suficiente, desde que, existiendo la figura
de la custodia compartida, los jueces pueden recurrir a ella en la medida que el inte-
rés superior del niño, niña o adolescente los impulse a ello. Por otra parte, en la dis-
cusión de la Ley N° 20.680, hay dos muy buenos argumentos a favor de la custodia
compartida con oposición 65. El primero es que la regla de la custodia compartida,
como regla preferente, se desechó precisamente porque se estimó que la custodia
exclusiva o compartida debe determinarse en concreto, conforme al interés superior
y no cabía establecer una regla exclusiva a este respecto 66. Esto es importante dado
que habría una inclinación en que las formas de asignación del cuidado personal
sean concretas y no abstractas. El segundo argumento es que en la discusión de la
Ley sólo se desechó una forma concreta de custodia compartida con oposición: la
que se decreta como una sanción al padre custodio 67. Finalmente, el principio inspi-
rador de la Ley N° 20.680 es el de la corresponsabilidad, que fue consagrado expre-
samente en el artículo 224 Código Civil de Chile, que lleva a que los jueces deban
establecer los criterios y condiciones específicas conforme a los cuales se puede dar
lugar al cuidado personal compartido con oposición. El juez debe solicitar la prueba
concreta con relación a este régimen que no sólo debe recaer sobre la conveniencia
de adoptarlo, sino que debe ser decretado conforme al mejor desarrollo del niño,
niña o adolescente. Y ello exige un esfuerzo adicional de los tribunales de familia, por
lo que independientemente que se establezca algún estándar de alternancia –por
ejemplo una que establezca una residencia principal- debe acreditarse que dicho
régimen en concreto es beneficioso para el niño, niña o adolescente. La legislación
sobre cuidado personal, respecto de padres separados, debe otorgar al Juez todas las
herramientas necesarias para concretizar de la mejor forma posible el interés supe-
rior del niño. Así se ha entendido, en los ordenamientos jurídicos comparados anali-
zados, en que el principio del interés superior lleva a desvincular al juez de las peti-
ciones de las partes, pudiendo y debiendo tomar todas las medidas pertinentes a la
protección y desarrollo del niño. La casuística analizada en el presente trabajo, en
que se buscaron ordenamientos jurídicos que en su evolución estuvieron en una ins-
tancia similar al nuestro, es un aporte en cuanto a las formas de concretizar el interés
superior del niño, niña o adolescente y la corresponsabilidad. Entre ellos es destaca-
65
Es de destacar que, a pesar de lo señalado precedentemente, la doctrina chilena no ha estudiado en
detalle la custodia compartida con oposición. Y, a este respecto, sólo Illanes (2016) se ha referido tan-
gencialmente a este problema, señalando: “…los estudios hechos a nivel comparado, y que incluso se
tuvieron a la vista en la discusión de la ley, estiman que no toda relación conflictiva entre los padres debe
ser necesariamente excluyente de la custodia compartida”. (p.141).
66
Ver la trascripción del Informe de la comisión de familia referido a dos proyectos de ley que modifi-
can normas del código civil en materia de cuidado personal de los hijos, Boletines N°s 5917-18 y 7007-
18, Refundidos (2018) reproducido previamente.
67
En este sentido no se advirtió que la regla actual es todavía más fuerte a este respecto, por cuanto
un padre obstructor debería perder el cuidado personal, como ya ha acontecido con algunas senten-
cias.
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La legislación chilena no es contraria al cuidado personal compartido con oposición de uno de los padres
Conclusiones
Agradecimientos
El presente artículo forma parte del Proyecto Regulares de FONDECYT N° 1150454,
2015.
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