Hechos Juridicos

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Revista ACTUALIDAD JURIDICA N° 22 - julio 2010 Universidad del Desarrollo

Los hechos jurídicos***


Bruno Caprile Biermann
Magister, Universidad de París II, Francia
Profesor de Derecho Civil
Universidad del Desarrollo y Universidad Católica de la Ssma. Concepción

Resumen: El presente trabajo ofrece un panorama general acerca del origen


y estado actual de la categoría de hechos jurídicos en cuanto fuente de las
obligaciones.
* * ★

1. Las fuentes de relaciones jurídicas o, si se quiere, de derechos sub­


jetivos u obligaciones, suelen agruparse por la doctrina comparada
en actos jurídicos por una parte y hechos jurídicos por la otra. Dicha
distinción no está difundida en la doctrina nacional, la que sigue razo­
nando sobre la base de la división pentapartita de fuentes: contrato, cua­
sicontrato, delito, cuasidelito y ley. En este trabajo pretendemos analizar
el origen de esa distinción entre "actos jurídicos" y "hechos jurídicos",
para luego abordar el análisis de estos últimos, lo que nos conducirá a
una visión panorámica de la responsabilidad civil y una somera mención
a los cuasicontratos.

2. Es sabido que los hechos que acontecen en el mundo, sea que provengan
de la naturaleza o del hombre, pueden o no generar consecuencias de
derecho. Los primeros se denominan hechos simples o materiales y los
segundos hechos jurídicos.'

Los hechos jurídicos pueden a su vez provenir de la naturaleza o del


hombre, en cuyo caso se les denomina hechos voluntarios. Entre los pri­
meros podemos mencionar los que desencadenan la accesión por aluvión
2; el nacimiento, que genera el inicio de la personalidad jurídica;
o avulsión*1

Agradezco a Fabricio Mantilla Espinosa, profesor de la U. del Rosario, Bogotá, Colombia, por su
valiosa orientación en la revisión de este trabajo.
Las citas de artículos sin referencia específica se entienden al Código Civil chileno.
Las citas de textos en francés son traducciones libres del autor.
1 Se trata de una afirmación uniforme en la doctrina chilena. "Los hechos que en el mundo se generan
y tienen su origen en la naturaleza o en la acción del hombre, pueden o no producir consecuencias
jurídicas: en el primer caso, reciben el nombre de hechos jurídicos; y en el segundo de hechos simples
o materiales" ALESSANDRI, SOMARRIVA y VODANOVIC, Curso de Derecho Civil, Editorial Nacimiento,
Santiago, 2a ed., 1945, T. I, p. 367; "El hecho jurídico es, entonces, un hecho que produce consecuen­
cias jurídicas, un hecho que tiene la virtud de desencadenar la aplicación de la regla objetiva, dando
nacimiento a un derecho o situación subjetiva. Desde este punto de vista, los hechos jurídicos son
fuente de situaciones y derechos subjetivos" DOMÍNGUEZ ÁGUILA, Ramón, Teoría General del Negocio
jurídico, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, 1975, p. 11.
2 BICLIAZZI, BRECCIA, BUSNELLI y NATOLI, ob. cit., T. I, Vol. 2, p. 571.

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el transcurso del tiempo, fundamental para la prescripción; la muerte,


que desencadena el término de la personalidad jurídica, la extinción de
ciertos contratos en que la consideración de la persona es fundamental (v.
gr. el mandato, el contrato de trabajo, etc.), la disolución del matrimonio
y el término del régimen matrimonial, la transmisión del patrimonio del
causante a sus herederos.

Por su parte, los hechos jurídicos voluntarios pueden ser realizados


con o sin la intención de producir efectos jurídicos. A los primeros se les
denomina actos jurídicos y, tal como lo anunciamos, han sido tratados en
la sección precedente por el Dr. CÁRDENAS.3 Nótese que en los segun­
dos, esto es, en los hechos realizados sin la intención de producir efectos
jurídicos, el autor quiere el acto (es voluntario), mas no sus consecuencias
o efectos jurídicos. Así, por ejemplo, quien comete un homicidio desea
la muerte del ofendido, mas no los efectos de derecho que ello desenca­
dena, v. gr., en el ámbito civil, la obligación de indemnizar a las víctimas
indirectas o por rebote.

3. De acuerdo con lo expuesto precedentemente, el acto jurídico sería


una especie dentro del género hecho jurídico. ¿Cuáles son, entonces,
las fuentes de derechos subjetivos que quedan comprendidas en la
expresión "hechos jurídicos"? Para responder a esta interrogante, en la
primera parte de este trabajo veremos que la doctrina contemporánea
ha generado una distinción que opone el acto jurídico al hecho jurídico.
En ese criterio, el hecho jurídico es una figura residual que comprende
todas las fuentes de obligaciones que no pueden ser calificadas de acto
jurídico. En concreto, bajo el epígrafe "hecho jurídico" analizaremos el
delito y el cuasidelito civil y los cuasicontratos. Luego, en la segunda parte,
abordaremos el análisis de la responsabilidad civil y de los cuasicontratos.

4. Debemos prevenir que este trabajo tiene por objeto dar una visión general
de los hechos jurídicos en cuanto fuente de las obligaciones, de modo que
el estudio debe tener una profundidad acorde a ese objetivo.

3 Debe tenerse presente que parte de la doctrina denomina "negocio jurídico" al que en la sistematiza­
ción expuesta en el cuerpo central de este trabajo se denomina "acto jurídico". Así, se afirma que: "los
hechos jurídicos en sentido amplio se dividen en: a) hechos jurídicos (en sentido estricto), caracterizados
por la mera "fenomicidad (en el sentido de que para el derecho tiene relevancia exclusivamente el evento
no humano como tal, o prescinde de si a la ocurrencia del hecho contribuyó o no el hombre); b) actos
jurídicos (en sentido estricto), caracterizados por la voluntariedad (en el sentido de que para el derecho
es relevante, a más del evento -comportamiento del hombre- el hecho de que él sea voluntario); c)
negocios jurídicos, caracterizados por el propósito (en el sentido que para el derecho es relevante, a más
del evento y la voluntariedad del comportamiento, el fin práctico que el sujeto pretende)" BIGLIAZZI,
BRECCIA, BUSNELLI y NATOLI, ob. cit., T. I, Vol. 2, p. 572.

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I. El análisis sistemático: La agrupación o clasificación de las


fuentes de las obligaciones

5. La agrupación o clasificación de las fuentes de las obligaciones ha expe­


rimentado una notable evolución en la historia del pensamiento jurídico.
En un primer momento abordaremos la evolución que culminó en la cla­
sificación pentapartita (contrato, cuasicontrato, delito, cuasidelito y ley)
del Código de Napoleón y del Código de Bello (A) para luego abordar
la división binaria en actos y hechos jurídicos que se ha impuesto en la
doctrina gala y afines e incluso en el anteproyecto de reforma del Código
Civil Francés, conocido como Anteproyecto Catala (B).

A. La Clasificación Pentapartita del Código de Bello

6. Es ampliamente difundido que GAYO distinguió dos fuentes de las


obligaciones: el contrato y el delito; los primeros eran actos lícitos, en
tanto que los segundos ¡lícitos. Surgió entonces la dificultad de catalogar
ciertos actos que no podían ser calificados de contratos, pues en ellos no
había un acuerdo de voluntades destinado a producir efectos jurídicos y
tampoco constituían propiamente un delito, por no figurar en la enume­
ración taxativa de los delitos. "Los jurisconsultos romanos no atribuían
nombre a estas fuentes de obligaciones; decían que esas obligaciones
nacían ex variis causarum figuris, es decir de actos, hechos variados, que
no constituían ni contrato ni delitos. En cuanto a las obligaciones que de
ellos derivaban, se les trataba tanto como si ellas hubieran nacido de un
contrato, cuanto como si hubieran nacido de un delito, según que el he­
cho del cual procedieran fuera o no lícito. Se decía que esas obligaciones
nacían quasi ex contractu o quasi ex delicto".4

De esa forma se derivó al enunciado de fuentes de las Instituías de


Justiniano: el contrato, el cuasicontrato, el delito y el cuasidelito.

7. Se suele atribuir a POTHIER la agregación de la ley como fuente de las


obligaciones, con lo que se habría completado la clasificación pentapartita
que hoy conocemos como tradicional. 5

8. El Código Civil francés recogió esa división pentapartita. Sin embargo, es


importante subrayar desde ya la estructura del Code y también el tenor
de sus disposiciones atingentes, ya que, como veremos más adelante, fue­

■' TERRÉ, Francois; SIMLER, Philippe; LEQUETTE, Yves, Droit civil, Les obligations, Précis Dalloz, 6a ed.,
1996, N° 14, p. 19. En el Digesto 44.7.1 se lee "Obligationes aut ex contractu nascuntur, aut ex ma­
leficio, aut proprio quodam iure ex variis causarum figuris": Las obligaciones nacen o de un contrato,
o de un delito, o por cierto derecho propio, según las varias especies de causas (traducción libre).
5 POTHIER, Robert Joseph, Tratado de las obligaciones, ob. cit., N° 1 23, p. 74.

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ron precisamente esa estructura y articulado los que permitieron después


formular la división binaria que hoy prima en la doctrina gala. Es más, la
estructura y el tenor de las disposiciones del Code sirvieron de modelo al
Código de Bello, lo que invita también a reflexionar acerca de la aplicación
de esa división binaria de fuentes en los países en que rige éste.

El Libro III del Code, "De los diferentes modos de adquirir la propiedad",
comprende el Título III "De los contratos o de las obligaciones convencio­
nales en general", cuyo Capítulo I, "Disposiciones preliminares", se inicia
con el artículo 1101, que define el contrato. El esquema es el siguiente:

Libro III "De los diferentes modos de adquirir la propiedad"


Título III "De los contratos o de las obligaciones convencionales en general"
Capítulo I "Disposiciones preliminares"
Artículo 1101: "El contrato es un convenio por el cual una o varias
personas se obligan, frente a una u otras varias, a dar, hacer o no
hacer algo".6

El Título IV del mismo Libro III lleva el epígrafe "De las obligaciones que se
contraen sin convención", que se inicia con el artículo 1 370 y comprende
a continuación dos capítulos: el primero, "De los cuasicontratos", y el
segundo, "De los delitos y de los cuasidelitos". El artículo 1 370 es la única
disposición genérica del referido Título IV, anterior al articulado especial
de los capítulos primero y segundo. El esquema es el siguiente:

Libro III "De los diferentes modos de adquirir la propiedad"


Título IV "De las obligaciones que se contraen sin convención"
Artículo 1 370: "Ciertas obligaciones se forman sin que intervenga
ninguna convención, ni por parte de aquel que se obliga, ni por
parte de aquel hacia el cual está obligado. [2] Unas resultan de la
sola autoridad de la ley; las otras nacen de un hecho personal de
quien se encuentra obligado. [3] Las primeras son las obligacio­
nes adquiridas involuntariamente, tales como las adquiridas entre
propietarios vecinos, o las de los tutores y otros administradores
que no pueden rehusar la función que les ha sido encomendada.
[4] Las obligaciones que nacen de un hecho personal de quien se
encuentra obligado, resultan de los cuasicontratos, o de los delitos
o cuasidelitos; constituyen la materia del presente título. 7

6 "Article 1101: Le contrat est une convention par laquelle une ou plusieurs personnes s'obligent, envers
une ou plusieurs autres, a donner, a taire ou a ne pas taire quelque chose."
7 "Article 1370: Certains engagements se torment sans qu'il intervienne aucune convention, ni de la part
de celui qui s'oblige, ni de la part de celui envers lequel ¡I est obligé. [2] Les uns résultent de l'autorité seule
de la loi; les autres naissent d'un fait personnel a celui qui se trouve obligé. [3] Les premiers sont les enga-

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Capítulo I "De los cuasicontratos"


Capítulo II "De los delitos y de los cuasidelitos"

Recapitulando, si se relacionan ambas disposiciones transcritas, se


completa el conjunto de fuentes: el contrato, a que alude el artículo
1101 y la ley, el cuasicontrato, el delito y cuasidelito, referidos en el
artículo 1370 del Code.

9. El Código de Bello siguió en esta materia muy de cerca a su modelo


francés, tanto en la estructura como en el tenor de sus disposiciones,
como se verá más adelante.8 Por ahora nos basta consignar que el artículo
2284 del CC chileno y el texto primitivo del art. 2302 del CC colombia­
no9 están inspirados en el Code y que los artículos 1437 del CC chileno y
1494 del CC colombiano10 recogieron esa división pentapartita. Conviene
tener desde ya a la vista ambas reglas, sobre las cuales discurrirá el análisis
posterior.

Artículo 2284: "Las obligaciones que se contraen sin convención, nacen


o de la ley, o del hecho voluntario de una de las partes. Las que nacen de
la ley se expresan en ella.

Si el hecho de que nacen es lícito, constituye un cuasicontrato.


Si el hecho es ilícito, y cometido con intención de dañar, constituye
un delito.
Si el hecho es culpable, pero cometido sin intención de dañar, consti­
tuye un cuasidelito.
En este título se trata solamente de los cuasicontratos."

Artículo 1437: "Las obligaciones nacen, ya del concurso real de las volun­
tades de dos o más personas, como en los contratos o convenciones; ya de
un hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la aceptación
de una herencia o legado y en todos los cuasicontratos; ya a consecuencia
de un hecho que ha inferido injuria o daño a otra persona, como en los
delitos y cuasidelitos; ya por disposición de la ley, como entre los padres
y los hijos sujetos a patria potestad".

gements formes involontairement, tels que ceux entre propriétaires voisins, ou ceux des tuteurs et des autres
administrateurs qui ne peuvent refuser la fonction qui leur est déférée. [4] Les engagements qui naissent
d'un fait personnel á celui qui se trouve obligé, résultent ou des quasi-contrats, ou des délits ou quasi-délits;
ils font la matiére du présent titre."
8 Cf. infra N° 14.
9 El art. 2302 del CC colombiano fue sustituido mediante ley 57 de 1887: se eliminó el inciso final
"En este título se trata solamente de los cuasicontratos" y en el inciso penúltimo agregó después de
"constituye un cuasidelito" la expresión "o culpa".
,0 El texto del art. 1494 es idéntico al del art. 1437 del CC chileno, salvo en la parte en que el primero
dice "como en los delitos o cuasidelitos", el segundo dispone "como en los delitos".

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10. La doctrina tradicional ha recogido la división en cinco fuentes, la que


se ha reflejado en la estructura de sus obras.11

B. La División Binaria de Origen Doctrinario: Actos y Hechos Jurídicos

11. Ya hemos dicho que el Código francés, al igual que el Código de Bello,
recogió la clasificación pentapartita de fuentes. Sin embargo, la doctrina
francesa, en base a los textos, construyó la distinción entre acto y hecho
jurídico. En las líneas que siguen explicaremos los fundamentos de dicha
distinción para luego interrogarnos si es aplicable en los países regidos
por el Código de Bello y su utilidad.

12. La doctrina francesa contemporánea, en forma prácticamente unáni­


me, divide las fuentes de las obligaciones en actos y hechos jurídicos.12
Se afirma que dicha distinción tiene apego en los textos, puesto que
el Code, por la filosofía imperante en la época, distinguió claramente la
fuente contractual de las demás, destinándoles dos títulos diferentes del
Libro III, a saber, el Título III "De los contratos o de las obligaciones con­
vencionales en general" y el Título IV "De las obligaciones que se contraen
sin convención", en el cual se regulan a su vez, en capítulos sucesivos, los
cuasicontratos y los delitos y cuasidelitos. En otras palabras, la doctrina
gala, fundada en los epígrafes transcritos, ha entendido que las fuentes
serían el contrato y, por otra parte, las fuentes que se contraen sin
convención, esto es, los hechos jurídicos, entre los cuales comprenden
el cuasicontrato, el delito y el cuasidelito.

Nótese que los autores franceses han procedido también a una ge­
neralización de las reglas de los contratos a toda manifestación de
voluntad realizada con la intención de producir efectos jurídicos, esto
es, al acto jurídico. Es sabido que, para la doctrina de raigambre francesa,
el acto jurídico es el género y el contrato no es más que una especie de
acto jurídico bilateral, caracterizado por ser creador de obligaciones. Se
discute si el acto unilateral o, si se quiere, la manifestación unilateral de
voluntad, puede ser fuente de obligaciones.13

Debemos subrayar también que el Código francés reguló, a propósito


del contrato, por considerarlo la principal fuente de obligaciones, lo

11 En Chile, a título ilustrativo, se observa esa estructura en las obras de Arturo ALESSANDRI RODRÍGUEZ
y Manuel SOMARRIVA UNDURRAGA (Curso de Derecho Civil, T. IV, Fuentes de las obligaciones, Editorial
Nascimiento, Santiago, 1942), Ramón MEZA BARROS (Manual de Derecho Civil, De las fuentes de las
obligaciones, T. I, Editorial jurídica de Chile, 7a ed., 1987).
12 A título ilustrativo, Cf. CARBONNIER, jean, ob. cit., N° 11, pp. 36 y s.; LARROUMET, Christian, Droit
Civil, T. 1, Introduction a l'étude du droit privé, Económica, 3a ed., 1 998, Nus 531 y s., pp. 334 y s.; FLOUR
y AUBERT, L'acte juridique, N"' 51 y s.; TERRÉ, SIMLER y LEQUETTE, ob. cit., N° 15, p. 2.
13 Cf. infra N° 20.

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relativo a los efectos y la extinción de éstas, materias que, en rigor, son


comunes a todas las obligaciones, independiente de su fuente. Así, por
ejemplo, la obligación de reparar un cuasidelito se extingue por el pago,
al igual que las obligaciones contractuales y legales.

1 3. Esa distinción entre actos y hechos jurídicos se refleja claramente en


la estructura de los tratados sobre obligaciones de origen francés.
Así, es común que ellos contemplen, en capítulos o incluso en tomos
sucesivos, el análisis del contrato (en el cual se analizan en detalle sus
requisitos de existencia y de validez, sus efectos y la nulidad); del hecho
jurídico (la responsabilidad civil y los cuasicontratos) y, finalmente, el ré­
gimen común a las obligaciones, cualquiera sea su fuente, tales como los
modos de extinguir y la transferencia de las obligaciones.14 Esa estructura
no ha sido replicada en nuestro medio, ni en las obras doctrinarias ni en
los programas de los cursos de Derecho Civil.

14. Esa misma distinción ha sido recogida por dos importantes iniciativas
de modificación del Derecho de los Contratos en Francia, lo que revela
el consenso que sobre esta materia existe en la doctrina gala.

El primero es el Anteproyecto de reforma del Código Civil francés,


conocido como Anteproyecto Catala,15 que contempla un capítulo pre­
liminar del Título III, "De la fuente de las obligaciones", que se inicia con
el art. 1101, regla que reemplaza el actual art. 1 370 del Code, y prescri­
be: "Las obligaciones nacen de actos o de hechos jurídicos. [2] Algunas
obligaciones nacen igualmente de la sola disposición de la ley, como las
obligaciones de vecindad y las cargas públicas, y de ellas se tratará en las
materias que las conciernen".16 El artículo 1101-1 propuesto define los
actos jurídicos como "actos de voluntad destinados a producir efectos
jurídicos" y sus categorías, entre las cuales se cuenta el acto jurídico uni­
lateral y la convención, según si se trata de la manifestación de voluntad
de una o más partes. Por su parte, el artículo 1101-2 prescribe que "Los
hechos jurídicos son comportamientos o acontecimientos a los que la ley
asigna efectos jurídicos", entre los cuales se cuentan los cuasicontratos,
definidos como "el hecho que le procura un provecho a una persona que

14 Así, a título ilustrativo, FLOUR, AUBERT y SAVAUX dividen el análisis de Las obligaciones en tres
Tomos: 1. L'acte juridique; 2. Le fait juridique y 3. Le rapport d'obligation. Por su parte, STARCK, ROLAND
y BOYER, dividen el análisis de las obligaciones en tres tomos: 1. Responsabilité délictuelle; 2. Contraty
3. Régime general.
15 Cf. Anteproyecto de reforma del Código Civil francés, Del Contrato, de las obligaciones y de la prescripción,
ob. cit., pp. 345 a 347 y 461.
16 "Article 1101: Les obligations naissent d'actes ou de faits juridiques. [2] Certaines obligations naissent
également de l'autorité seule de la loi, comme les obligations de voisinage et les charges publiques, dont il
est traite dans les matiéres qui les concernent".

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no tiene derecho a él" y la responsabilidad civil, concepto bajo el cual se


unifica el tratamiento del delito y del cuasidelito civil.

El Proyecto de reforma del Derecho de los Contratos en Francia,


presentado por la Chancellerie en julio de 2008, apunta en el mismo
sentido. En efecto, el Título III, "Las obligaciones", se inicia con un capí­
tulo preliminar, "La fuente de las obligaciones", cuyo artículo 10 prescribe:
"Las obligaciones nacen de actos, de hechos jurídicos o incluso de la sola
disposición de la ley". El artículo 2 inc. 1 del proyecto prescribe que "Los
actos jurídicos son manifestaciones de voluntad destinadas a producir
efectos de derecho. Pueden ser convencionales o unilaterales". El artículo
3 reproduce el art. 1101-2 del Anteproyecto Catala.

15. En este estado del desarrollo, conviene interrogarse si la división


binaria de la doctrina gala puede aplicarse en los países regidos por
el Código de Bello y cuál sería el interés que pudiera tener esa trans­
posición.

1 6. Para responder a la interrogante que hemos planteado, es imperativo


el análisis de la evolución de los proyectos de Código Civil, de los cua­
les resulta patente que, en un principio, sus disposiciones en esta materia
no eran sino una mera traducción de las reglas del Code, pero que, con
posterioridad, a partir del Proyecto de 1853, se produjo un punto de in­
flexión no sólo en cuanto a las fuentes de las obligaciones, sino también
en cuanto a la noción de contrato.

En efecto, en el Proyecto 1846-1847 se contemplaba un Libro intitulado


"De los contratos y obligaciones convencionales", cuyo título XXXIX, "De las
obligaciones que se contraen sin convención", se iniciaba con el entonces
art. 653, cuya redacción es prácticamente idéntica a la del actual artículo
2284 CC chileno y a la del art. 2302 CC colombiano primitivo (anterior a
la modificación introducida por ley 57 de 1 887).17 Dicho título XXXIX se
dividía en dos párrafos, el §1 ° "De los cuasicontratos" y el §2° "De los delitos
y cuasidelitos". Observamos que tanto la estructura, como los epígrafes
de los títulos y párrafos y la redacción del entonces artículo 653 no eran
sino una traducción del Código francés.18 En el mismo Proyecto de 1846-
1847, el Libro destinado a los contratos comenzaba con la definición de
contrato (art. 1), que no era sino una traducción de la regla del art. 11 01

17 Las diferencias de redacción se limitan a que en el inciso 1 ° omitía la palabra "voluntario" y terminaba
con la siguiente frase "ella. Las que nacen de un hecho, son la materia de este título". En el inciso 2°
no decía "de que nacen" y en el inciso 3o se leía "¡lícito" en vez de culpable".
18 Cf. supra N° 8.

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del Code.19 No existía, en ese entonces, una regla equivalente al actual


art. 1437 CC chileno y 1494 CC colombiano.

En el Proyecto de 1853 se produjo un punto de inflexión, toda vez que


se altera la estructura, apartándose de su modelo francés. En efecto, los
cuasicontratos y los delitos y cuasidelitos dejan de estar regulados con­
juntamente en un mismo título bajo el epígrafe "De las obligaciones que
se contraen sin convención" y se les asignan títulos diversos, con lo que
desaparece también el epígrafe trascrito, que es el que ha permitido la
construcción binaria de fuentes a la doctrina gala. En el Proyecto de 1 853
se contempla el Título XXXIX, "De los cuasicontratos", que se inicia con
el art. 2436, precedente del actual 2284, y luego el Título XXXV, "De los
delitos y cuasidelitos", estructura que se conservó en el texto aprobado. La
redacción del art. 2436 era idéntica a la del actual art. 2284 CC chileno,
pero en su inciso Io no contenía la voz "voluntario".

En el Proyecto Inédito el redactor recibió la influencia de Savigny20 y,


consecuencialmente, una suerte de aproximación a la fuente de la posterior
tradición germánica del negocio jurídico. En esta etapa de la evolución,
se mantienen los Títulos XXXIV y XXXV, destinados a los cuasicontratos
y al delito y cuasidelito, y también se conserva el art. 2436, que tiene ya
la redacción definitiva del actual artículo 2284. Sin embargo, las modi­
ficaciones al sistema de fuentes se sienten en el epígrafe del Libro IV: se
sustituye "De los contratos y obligaciones convencionales" del Proyecto de
1 853 por "De las obligaciones en general y de los contratos". También se
incorpora el artículo 1 61 5, precedente del actual artículo 1437, pero con

19 El art. 1 del Libro de los contratos y obligaciones convencionales del Proyecto 1846-1847 prescribía:
"Contrato es una convención por la cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer
alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas personas".
20 Está documentado que BELLO tuvo acceso al Systhem des heutigen rómischen Rechts, probablemente
en la traducción francesa de Guenoux como "Traité de droit Romain" (París 1 840-1 851). Cf. GUZMÁN
BRITO, Alejandro, Para la historia de la Fijación del Derecho civil en Chile durante la republica (II), ob.
cit., p. 128. Esta influencia, si bien no se concretó en el sistema de fuentes, no puede ser soslayada,
particularmente en la terminología del Título II "De los actos y declaraciones de voluntad" del Libro IV.
GUZMÁN BRITO ha afirmado que: "Todo esto demuestra una influencia general de Savigny sobre
BELLO. Pero nosotros no podríamos dejar de pensar (i) que la terminología injertada en el Proyecto
Inédito, de "actos i declaraciones voluntarios" y en el Código Civil chileno, de "actos i declaraciones
de voluntad", similar a aquella planteada por Savigny en su Systhem, y con la cual se introdujo en la
arquitectura de la parte general, una noción -la de voluntad- hasta entonces extraña; (¡i) que la idea
de extender a todos los actos y declaraciones de voluntad las reglas hasta entonces solo formuladas
para los contratos, del mismo modo como lo sugiere el jurista alemán; y (¡ii) que la identificación entre
contrato y convención y la inclusión de ambos en el más amplio género de los actos, también planteada
por el mismo Savigny; todo ello no haya sido tomado por BELLO precisamente del tudesco. Como en
otros aspectos de la codificación, Savigny debió de haber influido también en esta parte". En seguida
agrega: "El mismo historicismo que BELLO había aprendido de Savigny le habría hecho desandar los
pasos dados en el Proyecto Inédito, en aras de la realidad a la cual el código se destinaba, tan alejada
del abstracto esquema alemán".

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la siguiente redacción: "Las obligaciones nacen o de la ley, o de actos y


declaraciones voluntarios del hombre, como el testamento, la donación,
un contrato, la aceptación de una herencia o legado".

Finalmente, en el Proyecto Definitivo, "la norma inicial -del art. 1 615 del
Proyecto Inédito- toma una forma distinta, acogiendo la tesis romana de
las fuentes de las obligaciones".21 Se incorpora el texto del artículo 1437
del CC chileno, tal como le conocemos hasta hoy en día y que fuera tras­
crito más arriba.22

1 7. De la evolución reseñada se infiere que, hasta el proyecto de 1846-


1847, el Código de Bello seguía fielmente su modelo francés, tanto
en la estructura como en el tenor de las disposiciones, pero que luego
sufrió modificaciones: ¿importan éstas un cambio de criterio que nos
impida acoger en nuestro medio la distinción gala de las fuentes de
relaciones obligatorias entre actos y hechos jurídicos que ha adoptado
la obra colectiva en que escribimos?

Pensamos que el tenor del artículo 2284 permite aplicar en nuestro me­
dio tal agrupación de fuentes, al disponer que "Las obligaciones que se
contraen sin convención, nacen o de la ley, o del hecho voluntario de
una de las partes". De acuerdo a esa disposición, las fuentes de las
obligaciones serían por una parte la convención, expresión que el
Código hace sinónima de contrato (arts. 1438 y 1437) y, en seguida,
las fuentes no convencionales, entre las cuales se contarían la ley y
el "hecho voluntario", expresión esta última que comprendería a su
vez el cuasicontrato, el delito y el cuasidelito.23

21 CORRAL TALCIANI, Hernán, La definición de contrato en el Código Civil chileno y su recepción doctrinal.
Comparación con el sistema francés, ob. cit., p. 141.
22 Cf. supra N° 9.
23 ABELIUK manifiesta adherir a la doctrina que reconoce tres categorías de fuentes: las fuentes vo­
luntarias, esto es, aquellas en que el deudor consiente en obligarse (contrato y declaración unilateral
de voluntad, si es que se la admite como fuente); las fuentes no voluntarias (delito, cuasidelito y
cuasicontrato); y aquellas en que para nada participa el deudor, pues nacen de la sola ley Cf. ABELIUK
MANASEVICH, René, Las Obligaciones, ob. cit., N° 38, p. 70. Más recientemente, CARVAJAL afirma
que "resulta claro que nuestro Código Civil, siguiendo el francés, utiliza el concepto de "convención"
como criterio de clasificación de las distintas fuentes de las obligaciones, por un lado se encuentra el
"contrato" designado a estos efectos como "convención"; y del otro, las fuentes distintas al contrato:
los cuasicontratos, delitos, cuasidelitos y la ley, todas ellas designadas, en perfecta correlación, como
fuentes "no convencionales" (CARVAJAL R., Patricio Ignacio, Arts. 1437 y 1438 del Código Civil. "Contrato"
y "convención" como sinónimos en materia de fuente de obligaciones, ob. cit., p. 299). BARCIA afirma
que: "Entonces, el artículo 2284 del CC diferencia claramente entre las obligaciones contractuales y
no contractuales, entendiendo que este último grupo comprende no sólo al delito y cuasidelito civil,
sino también a las obligaciones legales y cuasicontractuales" Cf. BARCIA LEHMANN, Rodrigo, ob. cit.,
N° 3, pp. 11 y 12.

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En cuanto a la expresión "hecho voluntario" del Código de Bello,


vimos que el redactor, en los primeros proyectos, no incluyó el adjetivo
"voluntario". Sin embargo, esa voz guarda plena armonía con el art. 1 370
del Code, que, tal como vimos más arriba, empleaba la expresión "fait
personnel"y, más adelante, consignaba que las obligaciones que nacen de
la ley "sont les engagements formes involontairement". En definitiva, BELLO
reemplazó "hecho personal" por "hecho voluntario", lo que guardaba
armonía con la contraposición con las fuentes legales, que se forman
"involuntariamente".

El artículo 1437 permite la misma agrupación, pues distingue claramente


entre las obligaciones que nacen del concurso real de voluntades de dos
o más personas, como en los contratos o convenciones, y, por otra parte,
las que surgen de hechos, sean éstos el "hecho voluntario", como en los
cuasicontratos, o el "hecho que ha inferido injuria o daño", como en el
delito o cuasidelito. Advirtamos desde ya que en el artículo 1437 la
fuente parece ser el "hecho voluntario de la persona que se obliga",
que luego se ejemplificaría ("como"), señalando "la aceptación de
una herencia o legado", típico acto unilateral, y "los cuasicontratos",
cuestión sobre la cual volveremos más adelante, cuando veamos que
esta categorización tiene la bondad de permitir la expansión del catálogo
de fuentes a otras no contempladas, al menos expresamente, como la
declaración unilateral de voluntad o el enriquecimiento sin causa.24

1 8. Ahora bien, de acuerdo a las explicaciones precedentes, las obligacio­


nes no convencionales estarían conformadas por dos grupos: las de
origen legal y los hechos. Esta división ha sido criticada, toda vez que si
los hechos (léase cuasicontratos, delitos y cuasidelitos) obligan es porque
la ley así lo dispone. En ese contexto, las únicas fuentes de las obliga­
ciones serían entonces el contrato y la ley.25 Extremando las cosas,
puede sostenerse también que si el contrato obliga es porque la ley
así lo dispone y, en esa línea argumental, se habría logrado una unidad
conceptual, tan coherente como inútil. La doctrina gala en general le ha
restado utilidad conceptual a las obligaciones legales, lo que justifica
su omisión en la categorización en actos y hechos jurídicos.26

24 Cf. infra Nos 20 y 23.


25 PLANIOL, Marcel, Traité élémentaire de Droit civil, L.C.D.J., París, 8a ed., 1 921, T II, N° 807, p. 254;
Id., Rev. Crit. 1 904, pp. 224 y s.
26 "Al parecer, la categoría denominada "ley 2" no tiene ni criterios definitorios positivos, ni un régimen
jurídico aplicable. Es una especie de categoría residual: allí se clasifican todas las normas de ley 1 que
no pueden agruparse en las demás categorías. Pero, ¿qué utilidad tiene esto?" ... "Personalmente, creo
que la categoría ley, de la tradicional clasificación de las fuentes de las obligaciones del artículo 1494
del Código Civil, no sólo es innecesaria, sino que, además, podría dar lugar a confusiones" (MANTILLA
ESPINOSA, Fabricio, La ley como fuente de las obligaciones, inédito). FLOUR y AUBERT enseñan que las

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19. Para completar el panorama, conviene recordar que BELLO incorporó


al Código una definición de derecho personal o crédito (arts. 578 CC
chileno y 666 CC colombiano), ausente en el Code, regla que permite
una categorización diferente de las fuentes de las obligaciones: el
"hecho suyo" -del deudor-y "la sola disposición de la ley". Esta sis­
tematización no aporta mucho, máxime cuando en la expresión "hecho
suyo" se comprenderían no sólo aquellos realizados con la intención de
producir efectos jurídicos (el contrato), sino también los ejecutados sin
tal propósito (cuasicontrato, delito y cuasidelito).27

20. El acto unilateral y la declaración unilateral de voluntad plantean


dificultades para la sistematización de las fuentes en actos y hechos
jurídicos. No cabe duda que el acto jurídico unilateral genera efectos ju­
rídicos; así ocurre, por ejemplo, con el testamento, el reconocimiento de
un hijo; la renuncia de derechos. Dado su carácter voluntario, la doctrina
gala los considera dentro de la categoría de actos jurídicos y les extiende la
aplicación de las reglas de los contratos, las que ha generalizado no sólo a
los actos jurídicos unilaterales, sino también a los actos jurídicos bilaterales
no contractuales, es decir a las convenciones que no crean obligaciones.
Sin embargo, si el acto unilateral genera consecuencias de derecho
es porque la ley así lo dispone, de tal suerte que estamos frente a un
acto que genera efectos jurídicos por la sola disposición de la ley y al
cual, no obstante, le aplicamos, vía generalización, el estatuto de las
fuentes convencionales. Lo anterior se explica pues la noción de acto
jurídico corresponde, en definitiva, a la adaptación a la tradición francesa
de la concepción germana del negocio jurídico.28

Ahora bien, la declaración unilateral de voluntad es, sin lugar a dudas,


un acto jurídico unilateral. Aquí se trata de determinar si esa voluntad
unilateral, si el acto unilateral, es apto para crear obligaciones. La

obligaciones que resultan de la sola autoridad de la ley son "una categoría residual, que comprende
todo lo que no puede figurar en otro lugar, y que no ofrece, por ende, ninguna utilidad. Es por eso
que es común no integrar el estudio de las obligaciones legales a aquel de la teoría general de las obli­
gaciones: se las trata con cada una de las instituciones a propósito de las cuales ellas son establecidas
(obligaciones entre vecinos a propósito de la propiedad; obligaciones alimenticias a propósito de la
familia ...)" Cf. FLOUR y AUBERT, L'acte juridique, ob. cit., N° 53, p. 31.
27 Cf. PEÑAILILLO ARÉVALO, Daniel, Obligaciones, ob. cit., p. 101; ABELIUK MANASEVICH, René, Las
Obligaciones, ob. cit., N° 36, p. 69.
28 "...lo cierto es que ya avanzado el siglo XX, la doctrina pandectista del negocio jurídico hará sentir
su peso en la dogmática francesa. Aparece entonces como categoría que engloba conjuntamente a los
contratos, a las convenciones no contractuales y a las declaraciones unilaterales: la del "acte juridique".
Lo encontramos así en la obra de los Mazeaud, los que distinguirán tres conceptos: el acto jurídico, la
convención y el contrato" CORRAL TALCIANI, Hernán, La definición de contrato en el Código Civil chileno
y su recepción doctrinal. Comparación con el sistema francés, ob. cit., p.146. El mismo autor afirma que
"No obstante, la construcción de raíz germánica de un concepto unitario omniabarcante de las actua­
ciones jurídicas privadas, es hasta hoy resistida" y cita en apoyo a CARBONNIER y GHESTIN (ibidem,
p. 146).

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discusión en doctrina ha sido ardua y no nos corresponde tratarla aquí.29


Sólo observaremos que se ha afirmado que, en el código de BELLO, el
art. 1437 ("hecho voluntario de la persona que se obliga, como en la
aceptación de una herencia o legado") y el art. 578 ("hecho suyo") son
lo suficientemente amplios como para aceptarla y que, de admitirse como
fuente, sería un acto jurídico y, por lo mismo, su análisis correspondería
con aquellos.

21. Hasta ahora hemos sido recurrentes en citar al contrato como fuente
de las obligaciones, pero es legítimo interrogarse qué es el contrato.
Llama poderosamente la atención que todos los sistemas jurídicos
citan al contrato entre las fuentes fundamentales de las relaciones
obligatorias, mas la noción que se tiene de él difiere sustancialmente.

En la tradición francesa, seguida como dogma de fe por la civilística


tradicional en Chile, el contrato es la convención generadora de de­
rechos; en otras palabras, el acto jurídico bilateral o convención puede
tener por objeto crear, modificar o extinguir derechos y sólo cuando los
crea puede ser calificado como auténtico contrato. En esa escuela, todo
contrato es una convención, mas no ocurre así a la inversa. Son conven­
ciones, mas no contrato, el pago, la tradición, etc.

En cambio, en otras latitudes, la voz "contrato" se usa como sinónimo


de "convención" y, por lo mismo, es auténtico contrato tanto el acto
jurídico bilateral que crea como el que modifica o extingue derechos.
Así, el art. 11 73 del CC Italiano30 enuncia las fuentes de las obligaciones
y cita en primer término al contrato, pero la noción de éste es la que
consagra el art. 1321, que prescribe que: "el contrato es el acuerdo de
dos o más partes para constituir, regular o extinguir entre ellos un vínculo
jurídico patrimonial".31

29 Cf. PEÑAILILLO ARÉVALO, Daniel, Obligaciones, ob. cit., p. 130; del mismo autor, La declaración
unilateral de voluntad como fuente de obligaciones, RDJ 1 999.1.91. El Anteproyecto de reforma del Código
Civil francés, conocido como Anteproyecto Catala, no erigió la voluntad unilateral como fuente general
de obligaciones, sino que sólo puede prosperar en los casos específicos en los que la ley lo establece o
(he aquí una innovación) de los usos (art. 1101-1, inc. 2). Cf. Anteproyecto de reforma del Código Civil
francés, Del Contrato, de las obligaciones y de la prescripción, ob. cit., p. 346.
30 Art. 1173 Fonti delle obbligazioni. Le obbligazioni derivano da contratto, da fatto illecito, o da ogni altro
atto o fatto ¡doñeo a produrle in conformitá dell'ordinamento giuridico.
31 "Art. 1321. Nozione. II contratto é l'accordo di due o piu parti per costituire, regolare o estinguere tra
loro un rapporto giuridico patrimoniale". La doctrina italiana así lo entiende. A título ilustrativo, BIANCA
afirma: "La noción normativa de contrato corresponde a aquella ya presente en el Código Civil de 1 865
(art. 1098). Dicha definición, valga anotarlo, superaba la fórmula del código francés, que consideraba
al contrato como fuente de efectos obligatorios (art. 1101). En realidad, como lo veremos (N° 238), el
Código Napoleón reconoció también la eficacia traslativa del contrato, que así se colocó como fuente
de efectos obligatorios y de efectos reales" (BIANCA, Massimo, Derecho civil, T. 3, El contrato, ob. cit.,
p. 25). Cf. BIGLIAZZI, BRECCIA, BUSNELLI y NATOLI, ob. cit., T. I, Vol. 2, pp. 583 y s.

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Revista ACTUALIDAD JURIDICA N° 22 - Julio 2010 Universidad del Desarrollo

Allende los Andes, el art. 11 37 del Código Civil argentino prescribe que
"Hay contrato cuando varias personas se ponen de acuerdo sobre una
declaración de voluntad común, destinada a reglar sus derechos", regla
que asimila convención y contrato, aun cuando parte de la doctrina res­
tringe su alcance al acuerdo generador de obligaciones.32

En España, pese a que el texto de la ley recoge la tradición francesa, la


doctrina ha evolucionado hacia una noción más amplia, acorde con la
vigente en Italia.33

22. Decíamos que, en Chile, la civilística tradicional sigue las enseñan­


zas de la doctrina francesa, distinguiendo claramente el género, la
convención, de la especie, el contrato. En esa óptica, la sinonimia
de ambas voces, consagrada nada menos en que en la definición
misma de contrato, del art. 1438, y confirmada por el art. 1437, sería
un error.34 Es sólo en fecha reciente que los autores nacionales han
abordado con mayor profundidad la noción de contrato en nuestro
Código.35 En ese examen se ha subrayado la diferencia entre la definición
de contrato que consagra el Code, cuyo art. 1101 prescribe que "El con­
trato es una convención por la cual una o muchas personas se obligan,

32 ALTERINI enseña: "VELEZ SARSFIELD advirtió en la nota al artículo 11 37 del Código Civil que "los
jurisconsultos distinguen los contratos de las convenciones, aun cuando en el uso común se llaman
convenciones a los contratos". Y, guiado por el "uso común", el artículo 11 37 del Código Civil quedó
así redactado" ... "Pero, después de admitir en la nota citada que "FREITAS es más claro en la materia",
no lo siguió, puesto que la definición de contrato que brinda el Código Civil es asimilable a la de con­
vención jurídica". El mismo autor concluye: "Pensamos que el contrato a que alude el Libro II, Sección
III del Código Civil es el generador de obligaciones" (ALTERINI, Afilio Aníbal, Derecho de obligaciones,
ob. cit., pp. 663-665). En contra, Cf. BORDA, Guillermo, Manual de obligaciones, LexisNexis, Bs. Aires,
12a ed., 2006, N° 38, p. 36.
33 El Código Civil español no define el contrato; sin embargo, el art. 1089 lo considera entre las fuentes
de las obligaciones y el artículo 1091 consagra la fuerza de ley de las obligaciones surgidas de ellos. El art.
1 254 del CC español prescribe que "El contrato existe desde que una o varias personas consienten en
obligarse, respeto de una u otras, a dar alguna cosa o prestar algún servicio". Sin embargo, la doctrina
ha evolucionado, tal como lo ha demostrado, con abundante cita de fuentes, CORRAL TALCIANI (Cf.
CORRAL TALCIANI, Hernán, La definición de contrato en el Código Civil chileno y su recepción doctrinal.
Comparación con el sistema francés, ob. cit., p. 1 38, nota al pie N° 23). A título ilustrativo, DIEZ-PICAZO
enseña que el contrato es "el negocio jurídico patrimonial de carácter bilateral. Es, por consiguiente,
contrato todo negocio jurídico bilateral cuyos efectos consisten en crear, modificar o extinguir una
relación jurídica patrimonial" (DIEZ-PICAZO, Luis, Fundamentos de Derecho Civil Patrimonial, ob. cit.,
p. 123.
34 Para una visión de la postura de los diversos autores, consúltese CORRAL TALCIANI, Hernán, La de­
finición de contrato en el Código Civil chileno y su recepción doctrinal. Comparación con el sistema francés,
ob. cit., pp. 144 y 145.
35 CORRAL TALCIANI, Hernán, La definición de contrato en el Código Civil chileno y su recepción doctrinal.
Comparación con el sistema francés, y CARVAJAL R., Patricio Ignacio, Arts. 1437 y 1438 del Código Civil.
"Contrato" y "convención" como sinónimos en materia de fuente de obligaciones, ambos precitados. El
estudio histórico había sido avanzado en GUZMÁN BRITO, Alejandro, Para la historia de la fijación del
Derecho Civil en Chile durante la República,(VI). Sobre las fuentes del tít. 1° del lib. 4o del "Código Civil de
Chile" y de sus proyectos, ob. cit., pp. 11 -32.

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para con una o muchas otras, a dar, hacer o no hacer alguna cosa"36 y la
que consagra el art. 1438, según el cual "Contrato o convención es un
acto por el cual una parte se obliga para con otra a dar, hacer o no hacer
alguna cosa. Cada parte puede ser una o muchas personas". En efecto,
mientras para el primero el contrato es una especie de convención,
para el segundo son expresiones sinónimas, lo que confirma el art.
1437, sinonimia de la cual no puede el intérprete apartarse, en razón de
lo preceptuado en el art. 20. El examen de los proyectos demuestra que
BELLO, hasta el proyecto de 1846-1847, se limitaba a traducir fielmente
la definición del Code; la redacción cambió con el Proyecto de 1 853 y se
mantuvo en el Proyecto Inédito consagrándose en el texto aprobado, tal
como la conocemos hoy. Se ha afirmado que en este cambio se insinúa
la influencia de Savigny y su teoría del acto libre y de la declaración de
voluntad, influencia que se plasmó también en la concepción de fuentes,
como tuvimos ocasión de verlo.37

23. ¿Qué interés tiene la decisión que se adopte en cuanto a la sistema­


tización de las fuentes de las obligaciones? Desde luego, poner en
perspectiva las categorizaciones de las fuentes de las obligaciones permite
una adecuada comprensión del sistema y no olvidemos que en Derecho,
al igual que en las ciencias básicas, no hay nada más práctico que una
buena teoría.

En lo inmediato, la división en actos y hechos jurídicos tiene la virtud


de facilitar, en primer término, la admisión de otras fuentes, no con­

36 "Article 1101: Le contrat est une convention par laquelle une ou plusieurs person nes s'obligent, envers
une ou plusieurs autres, a donner, á taire ou a ne pas taire quelque chose."
37 Cf. supra N° 1 6, nota al pie N° 20.
CORRAL TALCIANI enseña que BELLO tomó la identificación de "contrato" y "convención" de DEL-
VINCOURT; que fue la decisión de identificar ambos conceptos la que generó la necesidad de buscar
otro vocablo para designar el género del contrato, el "acto", expresión en la que se ha querido ver
también la anticipación de la teoría del acto jurídico; y que la recepción limitada de la terminología
del negocio jurídico la imponía el estado de desarrollo de la obra, que estaba ya redactada en un título
preliminar y cuatro libros, de modo que hubiera sido traumático alterar su sistematización para acoger
plenamente la teoría del negocio jurídico, por lo que "BELLO optó por una solución moderada: retocar
los preceptos de los actos que estaban bajo el marco de fuentes de obligaciones para otorgarse una
amplitud mayor poniendo en paralelo a la noción de contrato el concepto de acto o declaración de
voluntad" (CORRAL TALCIANI, Hernán, La definición de contrato en el Código Civil chileno y su recepción
doctrinal. Comparación con el sistema francés, ob. cit., pp. 140, 141 y 1 34).
CARVAJAL, por su parte, concluye que "Según se puede apreciar, la utilización del término "convención"
como sinónimo de "contrato" tiene una larga tradición enmarcada en el desarrollo del "principio del
consensualismo". Nuestro Código, a semejanza del francés, hace uso de esta acepción como equiva­
lente a "contrato" cuando se contrapone a las fuentes "no convencionales" de las obligaciones. Esto en
nada enturbia el hecho de que "convención", cuando se contrapone a "contrato", también signifique,
según una acepción más moderna que la anterior "acto jurídico bilateral". Juzgar el contenido de los
arts. 1437 y 1438 simplemente bajo la perspectiva de una doctrina desarrollada, especialmente en el
ámbito de la legislación, con posterioridad, pareciera constituir un anacronismo" (CARVAJAL R., Patricio
Ignacio, Arts. 1437 y 1438 del Código Civil. "Contrato" y "convención" como sinónimos en materia de
fuente de obligaciones, ob. cit., p. 299).

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templadas, al menos expresamente, en el Código. En efecto, la división


pentapartita de las fuentes parece excluyente de otras que no puedan ser
catalogadas de contrato, cuasicontrato, delito, cuasidelito o ley. De hecho,
la jurisprudencia chilena ha resuelto que la enumeración del art. 1437 es
taxativa.38 En cambio, las nociones de acto y hecho jurídico parecen poseer
la ductilidad requerida para la admisión jurisprudencial de otras fuentes,
tales como la declaración unilateral de voluntad o el enriquecimiento sin
causa.

En seguida, contribuiría a resolver cuál es la responsabilidad de dere­


cho común. El Código de Bello regula la responsabilidad derivada de la
infracción de un contrato en el Título XII del Libro IV, "Del efecto de las
obligaciones" (arts. 1 545 y s.), y la derivada "De los delitos y cuasidelitos"
en el Título XXXV (arts. 2314 y s.). Se plantea entonces el problema de
determinar las reglas aplicables a la responsabilidad derivada del incum­
plimiento de obligaciones legales o cuasicontractuales. Así, cada vez son
más frecuentes los casos en que se invoca la reparación de los daños
derivados del incumplimiento de las obligaciones legales derivadas de
las relaciones de familia39 y surge entonces la necesidad de determinar
las reglas que las rigen. En Chile, tradicionalmente se ha sostenido que
la responsabilidad de derecho común es la contractual, aun cuando se
observa una tendencia en la civilística contemporánea hacia la aplicación
de las reglas de la extracontractual.40 En ese contexto, la reunión de las
obligaciones legales y cuasicontractuales con los delitos y cuasidelitos,
bajo el paraguas de los hechos jurídicos, contribuiría a aproximarlas entre
sí y, de esa forma, a aplicarles naturalmente a las primeras las reglas de la
responsabilidad aquiliana.41

38 Consúltense los fallos citados en Repertorio de Legislación y ]urisprudencia Chilena, Código Civil y Leyes
Complementarias, Editorial Jurídica de Chile, Santiago, T. V, 3a ed., 1997, art. 1437.
39 La fuerza expansiva del derecho de daños alcanza incluso el ámbito de las relaciones de familia,
planteándose interrogantes respecto al derecho a la reparación por el no reconocimiento voluntario del
hijo de filiación extramatrimonial, por incumplimiento de los deberes conyugales (fidelidad, respeto y
ayuda mutua, socorro, etc.), por incumplimiento del régimen de visitas, etc. Cf. DE VERDA Y BEAMONTE,
José Ramón, coordinador, Daños en el derecho de familia, Thomson Aranzadi, Navarra, 2006.
40 CORRAL TALCIANI, Hernán, Lecciones de responsabilidad civil extracontractual, ob. cit., p. 41; BARROS
BOURIE, Enrique, Tratado de responsabilidad extracontractual, ob. cit., Nos 850-854, pp. 1067-1071.
41 Es interesante destacar que la unificación de los estatutos de responsabilidad (contractual y extra­
contractual) es una tendencia moderna en el derecho comparado (Ej., en la Unión Europea, en materia
de responsabilidad por productos defectuosos, de accidentes de la circulación, etc.). Esa unificación
debilita la división de fuentes, toda vez que, para la doctrina tradicional, la responsabilidad contractual
era concebida como un efecto del contrato (el que es, a su vez, la fuente obligacional), en tanto que
tratándose de delitos y cuasidelitos, son éstos directamente la fuente de la obligación de reparar.

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II. El análisis substantivo de los hechos jurídicos

24. De acuerdo a lo expuesto en el acápite precedente, los hechos jurídicos


objeto de nuestro análisis son la responsabilidad civil extracontractual
(delitos y cuasidelitos) y los cuasicontratos, los que analizaremos sucesi­
vamente en los acápites que siguen.

A. La responsabilidad civil extracontractual

a) Presentación.

25. En una primera aproximación, la responsabilidad civil puede ser definida


como la obligación de reparar los daños que se causan a otro.42 Materia
de permanente actualidad y de enorme importancia teórica y sobre
todo práctica, la responsabilidad civil se ha convertido, sin lugar a dudas,
en una de las divas del derecho civil moderno. La tinta fluye y los editores
no tienen miedo de publicar abundante literatura, pues el tema vende;
los cursos y seminarios tienen anticipadamente la asistencia asegurada
y el foro está siempre ávido de información, pues existen abundantes y
lucrativos contenciosos. Este estado de cosas responde a su vez a causas
tan diversas como profundas, entre las cuales se cuentan incluso cambios
en la forma de enfrentar la vida: el hombre moderno exige materializar
su derecho a la reparación, en lugar de achacar a la fatalidad los avatares
de la existencia y soportarlos con estoica resignación.

26. Al momento de la dictación del Código, los delitos y cuasidelitos eran


fuentes obligacionales de segundo orden frente a los contratos. Para
comprobarlo, basta constatar que su regulación se condensó en los vein­
tiún artículos que comprende el Título XXXV del Libro IV (arts. 2314 a
2334), frente a la extensa regulación destinada a las convenciones. Desde
entonces, se ha producido un verdadero reequilibrio de las fuentes,
toda vez que la responsabilidad extracontractual ha experimentado
un enorme desarrollo por la vía jurisprudencial, avalada por un tra­
bajo doctrinario incesante. Hay que subrayar que esa evolución se ha
producido, en lo esencial, al amparo de los mismos textos que regían en
1 855 y, en consecuencia, para conocer el estado de la cuestión en un
momento determinado no basta con consultar las fuentes legales, sino
que cobra especial importancia conocer las decisiones de los tribunales,
fenómeno que es también común en otras latitudes y que mueve a ser
cauto al abordar el estudio del derecho comparado.

42 MAZEAUD, Henri, Léon y Jean, porCHABAS, Frangois, Legons de droit civil, Obligations, Théorie génerale,
Montchrestien, 9a ed., 1998, N° 374, p. 365; BRUN, Philippe, Responsabilité civile extracontractuelle,
ob. cit., N° 1, p. 1.

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27. Los problemas y las decisiones que se adoptan en esta disciplina tienen
repercusiones importantes en la economía en general y en el ejercicio
de ciertas actividades en particular. El incremento sostenido de los liti­
gios de responsabilidad y de los montos que los tribunales legítimamente
ordenan pagar motivan a los agentes económicos a precaver el riesgo de
una condena mediante la contratación de seguros de responsabilidad
civil, los que en otras latitudes tienen incluso el carácter de obligatorios.
Este estado de cosas no sólo encarece ciertas actividades, sino tam­
bién puede llegar a frenar el progreso en las áreas particularmente
expuestas, lo que ha obligado al legislador a configurar resguardos para
el productor, tales como la eximente de responsabilidad conocida como el
riesgo de desarrollo, que opera cuando "en el momento en que el produc­
to fue puesto en circulación, el estado de los conocimientos científicos y
técnicos no permitía descubrir la existencia del defecto" (artículo 7 letra e)
de la directiva 85/374/CEE, de 25 de julio de 1985, sobre responsabilidad
por los daños causados por productos defectuosos), eximente que ha sido
invocada en daños causados por el asbesto, ciertos fármacos, etc.

Las especificidades de ciertas áreas han dado lugar al surgimiento de


regímenes especiales de responsabilidad, que llegan a formar verda­
deras disciplinas, con fuentes legislativas, criterios jurisprudenciales y
aportes doctrinarios propios (responsabilidad del Estado, por accidentes
del trabajo, por daño al medio ambiente, por productos defectuosos, por
vicios de la construcción, profesional, médica, etc.).

28. La natural conmiseración con las víctimas empuja a la jurisprudencia y la


doctrina a ser particularmente creativas en la búsqueda de mecanismos
que les permitan obtener satisfacción, a extender los perjuicios reparables
y a morigerar las condiciones que la hacen procedente. Sin embargo, hay
que reconocer que la responsabilidad civil tiene límites (por ej., la in­
solvencia de la víctima, la necesidad de un contencioso lento y costoso),
que han derivado en el surgimiento de mecanismos paralelos que
procuran una socialización de los riesgos, asegurando a la víctima la
obtención de una indemnización. Surgen entonces los seguros obliga­
torios (en Chile, por citar algunos, el seguro obligatorio de accidentes del
trabajo y enfermedades profesionales; el seguro obligatorio de accidentes
personales causados por circulación de vehículos motorizados)43; en otras
latitudes se instituyen fondos de garantía para el pago de indemniza-

43 Ley N° 1 6.744, de 1 ° de febrero de 1 968 y Ley N° 1 8.490, de 4 de enero de 1 986, respectivamente,


y sus modificaciones posteriores. La Ley N° 1 8.490 estableció también un seguro obligatorio de respon­
sabilidad civil por daños a vehículos de terceros, cuya vigencia se postergó en diversas oportunidades,
hasta que finalmente la Ley N° 1 9.050, de 22 de marzo de 1991, lo derogó. En consecuencia, en Chile
no existe, hasta hoy, un seguro obligatorio de responsabilidad civil por daños a vehículos de terceros.

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dones (v. gr., en Francia, el Fondo de indemnización de las víctimas de


perjuicios resultantes de la contaminación post-transfusional por el virus
de inmunodeficiencia humana; el Fondo de indemnización de las víctimas
de actos de terrorismo y otras infracciones; el Fondo de garantía de las
víctimas de accidentes de la circulación y de la caza). Dichas soluciones,
encomiables por cierto, pertenecen más bien a la seguridad social y,
aun cuando coexistan muchas veces con la responsabilidad civil, no
pueden ser confundidas con ésta.44 En efecto, mediante esos mecanismos
se procura asegurar el pago de una indemnización a la víctima indepen­
dientemente de la determinación de un responsable; es más, muchas veces
los sistemas confluyen, por ejemplo, en el momento de la contribución
a la deuda: el seguro o fondo paga la indemnización a la víctima y luego
repite, ahora invocando las reglas de responsabilidad, contra el autor del
hecho dañoso. Se trata, en suma, de mecanismos técnicos distintos;
no puede confundirse un sistema de responsabilidad con todo aquel
que derive en el pago de una indemnización.

b) Ámbito de nuestro estudio: la responsabilidad civil extracontractual.

29. Nuestro estudio se limitará al análisis de la responsabilidad civil ex­


tracontractual. Queda, por tanto, excluida la responsabilidad penal,
cuya principal función es la de sancionar una conducta típica, en tanto
que la responsabilidad civil persigue reparar cualquier acto dañoso. Desde
luego, un mismo hecho puede ocasionar ambos tipos de responsabilidad
y existen vasos comunicantes entre ellos, v. gr., la cosa juzgada que la
sentencia dictada en una sede puede producir en la otra (arts. 1 78 y s.
Código de Procedimiento Civil).

En Chile, la responsabilidad del Estado y de los órganos de la admi­


nistración, si bien tiene fundamentos constitucionales y legales especiales
(art. 38 inc. 2o CPE, arts. 4o y 42 de la Ley Orgánica Constitucional de
Bases Generales de la Administración del Estado, art. 142 de la Ley Orgá­
nica Constitucional de Municipalidades; art. 1 74 inc. penúltimo de la Ley
1 8.290, Ley del Tránsito), su conocimiento y resolución corresponde a los

44 El seguro puede coexistir con la responsabilidad civil. Así, por ejemplo, el trabajador afectado por un
accidente del trabajo puede obtener el pago del seguro y luego reclamar a su empleador, invocando las
reglas de la responsabilidad civil, el pago de la indemnización de los daños no cubiertos por el seguro,
inclusive el daño moral (art. 69 de la Ley 1 6.744, de 1 ° de febrero de 1968, que establece normas sobre
accidentes del trabajo y enfermedades profesionales).
Por otra parte, no puede confundirse el seguro de accidentes con el seguro de responsabilidad civil.
Así, el seguro obligatorio de accidentes personales causados por circulación de vehículos motorizados
no opera como seguro de responsabilidad civil, ya que cubre las indemnizaciones, sin necesidad de
procedimiento judicial y prescindiendo de la culpabilidad que pueda afectar al contratante del seguro
obligatorio, quien también queda amparado por el seguro.

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Tribunales Ordinarios de Justicia, a diferencia de lo que ocurre en Francia,


donde son competencia de los tribunales contencioso administrativos.

30. Tampoco forma parte de nuestro estudio la responsabilidad contrac­


tual. Recuérdese que en la concepción tradicional sólo la responsabilidad
extracontractual es fuente de las obligaciones, puesto que la responsabili ­
dad contractual es un efecto del contrato.45 La existencia de este régimen
dual de responsabilidad obliga al actor a poner atención al régimen confor­
me al cual reclamará la reparación, puesto que la jurisprudencia rechaza
el cúmulo u opción, de tal suerte que la interposición de la demanda
por la vía errada está condenada al fracaso. Es por ello que, en las zonas
fronterizas, la prudencia aconseja ejercer ambas acciones conjuntamente,
una en subsidio de la otra.

Las dificultades que plantea la coexistencia de estos regímenes ha ge­


nerado la unificación en ciertas áreas, al menos en el derecho compa­
rado. Así, no parece sensato que, si un consumidor adquiere un producto
alimenticio que luego lleva a su hogar y comparte con sus comensales,
el primero deba accionar contra el proveedor en sede contractual y los
demás en sede extracontractual. Es por ello que la Directiva Europea sobre
responsabilidad por daños causados por productos defectuosos, antes
citada, unificó ambos órdenes de responsabilidad.46

31. Nótese que hemos preferido emplear la expresión responsabilidad


extracontractual, en lugar de referirnos al delito y cuasidelito, como
lo hace el Código. Este último los distingue por el elemento subjetivo:
dolo o culpa (art. 2284). Sin embargo, tal distinción, plenamente justi­
ficada en materia penal, donde la sanción depende de la intención con
que se comete el hecho ilícito, carece de fundamento en materia civil,
donde el deber de reparar y el monto de la indemnización no dependen
del elemento subjetivo (dolo o culpa), sino del monto de los perjuicios
causados.

c) Funciones: reparar, prevenir y ¿sancionar?

45 La existencia misma de la responsabilidad contractual ha sido controvertida en épocas relativamente


recientes. Cf. RÉMY, Philippe, La responsabilité contractuelle: histoire d'un faux concept, RTD Civ. 1997,
pp. 323 y s.; LARROUMET, Christian, A propósito de la negación de la responsabilidad contractual en la
doctrina francesa reciente, en Temas de responsabilidad civil, Colección de Análisis jurídicos, Ediciones
Universidad Diego Portales, 2004, pp. 1 7-32.
46 En el mismo sentido, el Anteproyecto Catala (arts. 1 340 a 1 386) unificó bajo el Subtítulo III "De la
responsabilité civile", el tratamiento de la responsabilidad contractual y extracontractual, manteniendo
sin embargo la distinción de ambos órdenes. Así, se regulan los requisitos comunes de ambas y luego
los requisitos particulares de la responsabilidad contractual y extracontractual.

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32. La responsabilidad extracontractual tiene por función primordial la de


reparar los daños causados. Tradicionalmente se entendía que reparar era
dejar a la víctima en la misma situación en que se encontraba con ante­
rioridad al hecho dañoso. Eso es perfectamente posible en la mayoría de
los perjuicios patrimoniales, máxime si se recuerda que la indemnización
no necesariamente debe consistir en el pago de una cantidad de dinero,
sino también puede realizarse en especie (por ejemplo, la publicación de
un desmentido). Sin embargo, no resulta fácil para el daño extrapatrimo-
nial. ¿Cómo reparar la pérdida de un ser querido o restituir una función
corporal perdida? La imposibilidad llevó a algunos a negar, en tales casos,
la procedencia de la indemnización, cuestión hoy día superada. La respon­
sabilidad no perseguiría, en tales casos, sino otorgar ciertas satisfacciones
o compensaciones que permitan hacer más llevadero ese daño.

Se agrega también una función de prevención de los hechos dañosos: el


temor a verse expuesto al pago de una indemnización cuantiosa movería
a los agentes potenciales de daños a precaverlos, no sólo mediante la con­
tratación de seguros, sino también adoptando las medidas de seguridad
que eviten su ocurrencia. La doctrina se ha encargado de subrayar que la
obligación de prevenir compete también a las potenciales víctimas y se
le designa como principe de precaution o duty of care, lo que no es sino la
manifestación de la virtud de la prudencia. Por lo demás, el Código de Bello
permitió, desde su dictación, el ejercicio de acciones populares destinadas
a evitar un daño contingente que amenace a personas indeterminadas
(arts. 2333 y 2334).

Estrechamente ligado al rol preventivo, hay quienes postulan que la res­


ponsabilidad debiera también sancionar ejemplarmente a los autores de
daños de especial consideración.47 La afirmación envuelve la pretensión de
importar, a nuestros sistemas de derecho continental, la institución de los
daños punitivos (punitive damages) del derecho anglosajón. Desde luego,
a falta de ley expresa, ello no es posible; además, un sector importante de
la doctrina lo desaconseja, puesto que ello importaría aplicar sanciones en
sede civil, sin los resguardos propios del proceso criminal, lo que vulneraría
la garantía constitucional del debido proceso y las reglas de aplicación
de las penas. Una mirada realista obliga a reconocer que los tribunales
chilenos, al momento de fijar el quantum de la indemnización, particu­
larmente del daño extrapatrimonial o moral, consideran especialmente la

47 El reconocimiento de los daños punitivos, ajenos a nuestra cultura jurídica, constituiría una revolución
copernicana, "puesto que ella marcaría en una cierta medida el retorno a la confusión originaria de la
reparación y de la represión que nuestro derecho ha erradicado" (BRUN, Philippe, Responsabilité civile
extracontractuelle, ob. cit., N° 14, p. 1 0).

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gravedad de la actuación y, por esa vía, sin expresarlo, sancionan al autor


del daño.48

d) Fundamento.

32. ¿Cuál es la justificación de que un sujeto deba reparar un daño a otro?49


Existen dos grandes explicaciones: la teoría subjetiva o fundada en la culpa
y la teoría objetiva o sin culpa. La doctrina explora nuevas perspectivas.50

33. La responsabilidad subjetiva o fundada en la culpa está fuertemente


marcada por la moral judeo-cristiana y conjuga voluntad, libertad y
responsabilidad: el Hombre está dotado de voluntad y goza también de
libertad para decidir acerca de sus actos (libre albedrío), por lo que es
natural que deba responder por éstos cuando puedan ser objeto de un
juicio de reproche y causen un daño.51 Esta concepción es la que inspiró
a los codificadores decimonónicos y, desde luego, al Código de Bello y
su modelo francés.

34. La revolución industrial y el advenimiento del maqumismo determinaron


un notorio incremento de los accidentes del trabajo en los cuales la víc­
tima no podía obtener reparación con los criterios clásicos fundados en
la culpa. Surgió entonces la teoría del riesgo,52 cuya idea central es que
todo aquel que provoca un riesgo deviene responsable del perjuicio que
pueda causar, aun cuando su actuar no haya sido culpable. En otras palabras,

48 Cf. SEGURA RIVEIRO, Francisco, Algunas consideraciones sobre la pena privada y los daños punitivos
en el Derecho Civil chileno, en Estudios de Derecho Civil I, LexisNexis, Santiago, 2005, pp. 635-656;
MORALES CARRASCO, Omar, Daños punitivos, desarrollos contemporáneos en los Estados Unidos de
América, en Revista de Derecho, Universidad de Concepción, N“ 217-218, pp. 211-222. Recuérdese
que, al menos en sede contractual, el art. 1 558 extiende los daños a reparar en caso de dolo del autor.
49 "La expresión de fundamento es tradicional, pero es un atajo, ya que, realmente, las teorías que
vamos a exponer sirven para designar al responsable (el fundamento de la responsabilidad sería más
bien el perjuicio)" (LETOURNEAU, Philippe, La responsabilidad civil, ob. cit., p. 27). La responsabilidad
puede ser entendida como una técnica de gestión de riesgos (ibidem p. 44).
so La teoría de la garantía, formulada por Boris STARCK, sostiene que el fundamento de la responsa­
bilidad no debe examinarse tanto desde el punto de vista del autor del daño, sino desde el prisma de
la víctima. Sostiene también que existe una jerarquía de derechos: el derecho a la vida, a la integridad
corporal y material beneficiarían de una garantía objetiva, en tanto que los daños puramente económicos
o morales sólo merecerían reparación en la medida en que fueran la consecuencia de la culpa del autor
(Cf. STARCK, ROLAND y BOYER, Obligations, T. 1, Responsabilité délictuelle, Litec, París, 5a ed., 1996,
Nos 61 y s., pp. 38 y s.). Para un panorama más amplio de las nuevas perspectivas y proposiciones, Cf.
BRUN, Philippe, Responsabilité civile extracontractuelle, ob. cit., N°5 1 71 y s, pp. 93 y s.
51 "La responsabilidad supone conciencia y libertad; ahora, sólo se concibe al hombre consciente y
libre en la medida en que sea responsable" (LE TOURNEAU, Philippe, La responsabilidad civil, ob. cit.,
p. 29).
52 En realidad no existe una, sino múltiples teorías del riesgo. Cf. MAZEAUD, Henri y Leon, TUNC,
André, Tratado teórico y práctico de responsabilidad civil delictual y contractual, Trad. ALCALÁ ZAMORA
Y CASTILLO, Luis, Ediciones jurídicas Europa y América, Buenos Aires, 1962, T. I, Vol. II, Nos 339 y s.,
pp. 3 y s.

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quien ejerce una actividad, así como se aprovecha de sus beneficios, debe
reparar los daños que ésta provoca. Esta teoría "constituye un punto de
ruptura en el pensamiento jurídico"; "ninguna teoría simboliza mejor el
surgimiento de la filosofía de la solidaridad y la declinación correlativa de
la responsabilidad individual".53 En un sistema de responsabilidad objetiva,
el demandado no puede defenderse invocando la ausencia de culpa, como
en el sistema subjetivo, sino que deberá procurar demostrar la falta de la
relación de causalidad entre su obrar y el daño.

35. En una correcta aplicación de la teoría de la ley, la responsabilidad


objetiva requiere de un texto legal expreso, que derogue la regla general
de la responsabilidad por culpa, consagrada en los arts. 2314 y s. Esos
textos existen en ámbitos específicos de responsabilidad.54 Sin embargo,
lo relevante es que la jurisprudencia, aun en ausencia de modificaciones
legislativas, ha ¡do paulatinamente objetivando la responsabilidad,
mediante diversos mecanismos. Es célebre en este sentido la creación,
por la jurisprudencia gala, del principio autónomo de responsabilidad
(objetiva) por el hecho de las cosas.55 En nuestro país, la jurisprudencia
extiende o relaja la apreciación de la culpa, considerando negligentes
actos que otrora no lo eran; invierte la carga de la prueba, sosteniendo,
por ejemplo, que corresponde al empleador probar su diligencia, pues del
solo hecho de que se haya producido un accidente del trabajo se infiere el
incumplimiento de su obligación de velar por la salud y seguridad de sus
trabajadores;56 traslada al ámbito contractual daños que normalmente
debían ventilarse en sede extracontractual, mediante la creación de
obligaciones de seguridad (no manifestadas, al menos expresamente,
en el contrato), de tal suerte que, si la contraparte sufre un accidente o
daño, se habría incumplido una obligación emanada del contrato y deben
entonces aplicarse las normas de la responsabilidad contractual, según las
cuales la culpa se presume (art. 1547).

53 BRUN, Philippe, Responsabilité civile extracontractuelle, ob. cit., Nos 168 y 169, pp. 91-92.
54 En el Código Civil, el art. 2327 prescribe: "el daño causado por un animal fiero, de que no se
reporta utilidad para la guarda o servicio de un predio, será siempre imputado al que lo tenga, y si
alega que no le fue posible evitar el daño, no será oído". Fuera del Código, pueden citarse, entre otros:
1. La responsabilidad del propietario de un vehículo motorizado que interviene en un accidente del
tránsito (art. 1 74 Ley 1 8.290, Ley del Tránsito); 2. La Ley de Navegación, D.L. 2222, de 31.05.1978;
3. La responsabilidad por daños causados por vuelos aeronáuticos (arts. 142 y s. y 1 55 y s. del Código
Aeronáutico; 4. Ley 18.302, sobre seguridad nuclear, arts. 49 a 66.
55 Cass. Civ., 1 6.06.1 896, Teffaine, DP 1897.433. Cf. infra N° 55.
56 Así, a título ilustrativo, se ha resuelto que "La negligencia de la demandada, en este caso, se infiere
de la sola materialización del daño, ya que resulta evidente que si se hubieran tomado las medidas
eficaces, hubiera podido evitarse el accidente que da lugar a estos autos" C. Santiago, 09/04/2008,
rol 2649-2007.

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1 ° Las condiciones o requisitos de la responsabilidad

36. Tradicionalmente, se suele afirmar que las condiciones o requisitos


de la responsabilidad extracontractual son: Io La capacidad; 2o El dolo
o culpa; 3o El daño; y 4o La relación de causalidad. Sin embargo, según
veremos, si bien la capacidad conserva plena vigencia en el derecho chi­
leno, en países como Francia ha sido derechamente abolida. En cuanto al
dolo o culpa, resulta evidente que tal condición no es tal para los casos de
responsabilidad objetiva. Recapitulando, el núcleo duro de todo sistema
de responsabilidad está conformado por el daño y la relación causal.

a) La capacidad.

37. Sin voluntad no puede haber responsabilidad. No se puede formular


el juicio de reproche consubstancial a la culpa a quien no está habilitado
para comprender el alcance o consecuencia de sus actos. Es por eso que
el artículo 2319 del Código Civil prescribe que: "No son capaces de
delito o cuasidelito los menores de siete años ni los dementes; pero serán
responsables de los daños causados por ellos las personas a cuyo cargo
estén, si pudiere imputárseles negligencia. [2] Queda a la prudencia del
juez determinar si el menor de dieciséis años ha cometido el delito o
cuasidelito sin discernimiento; y en este caso se seguirá la regla del inciso
anterior". Por demente se entiende el enajenado mental. La privación de
razón debe ser total, actual y no imputable a la voluntad del sujeto (art.
2318).

El deseo de dar satisfacción a las víctimas y el retroceso de la culpa


como fundamento de la responsabilidad ha provocado la derogación
o mitigación de este requisito en otras latitudes.57

b) El perjuicio.

57 En Francia, una ley de 03.01.1968 modificó el art. 489-2 del Code y dispuso que: "celui qui a causé
un dommage a autrui alors qu'il était sous /'empire d'un trouble mental, n'en est pas moins obligé a répara-
tion". La regla se aplicaba naturalmente a los mayores de edad que padecieran una enfermedad mental.
Luego la jurisprudencia la extendió a los menores en el mismo estado (Cass. Civ. Ia 20.07.1976, RTD
Civ. 1976.783, obs. DURRY) y finalmente, en fallos de la Corte de Casación en pleno de 09.05.1984,
a los infantes (Ass. Plén. 09.05.1 984, RTD Civ. 1996.628, obs. JOURDAIN). La extensión del ámbito de
aplicación de esa regla ha derivado en el abandono de la culpa subjetiva, fundada en la imputabilidad,
por una culpa objetiva, que ha operado una "desmoralización de la responsabilidad civil" (FLOUR y
AUBERT, Le fait juridique, ob. cit., N° 101, p. 98).
En Italia, el artículo 2047 del Código Civil dispone que quien no tiene capacidad de entender o querer
es en principio incapaz y responde quien tuviere el deber de vigilarlo. Sin embargo, en caso que el
perjudicado no haya podido obtener de este último la reparación, el juez, en consideración de las con­
diciones económicas de las partes, puede condenar al autor del daño a una equitativa indemnización.

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38. No hay responsabilidad sin perjuicio: afirmación incontrovertible, pero


no por ello fácil de precisar sus contornos. Desde luego, ese postulado no
obsta a la existencia de una responsabilidad preventiva.58 Por otra parte,
el principio de la reparación integral, conforme al cual se debe reparar
todo el daño, pero nada más que el daño, plantea también interrogantes.
En efecto, debe precisarse, en primer término, qué es el daño. La ten­
dencia apunta invariablemente a una extensión del concepto, que ya no
estaría constreñida por la lesión de un derecho subjetivo, sino de un simple
interés. Así, se le ha definido como "toda lesión, menoscabo o detrimento
a simples intereses de la víctima, entendiendo por interés todo lo que es útil,
cualquier cosa, aunque no sea pecuniariamente valuable, con tal que sea un
bien para el sujeto, satisfaga una necesidad, cause una felicidad y rechace un
dolor".59 Concepto omnicomprensivo que, de aplicarse a la letra, tornaría
imposible la vida en comunidad si no se le impusieran límites, tales como
la exigencia de la anormalidad del daño, de aplicación frecuente en las
relaciones de vecindad.

En seguida, se plantean dudas acerca de la relación entre el daño y


el perjuicio. Es frecuente utilizar ambas expresiones como sinónimas. Sin
embargo, también puede distinguírselas: el daño sería el atentado a la in­
tegridad de una persona o de una cosa, en tanto que el perjuicio consistiría
en las consecuencias patrimoniales o extrapatrimoniales de ese atentado.
Así, por ejemplo, un daño puramente corporal (lesión física) daría lugar
a perjuicios patrimoniales (gastos médicos, pérdida de ganancias, etc.) y
extrapatrimoniales (dolor, perjuicio estético, etc.).

39. La enunciación de los requisitos del daño también plantea dificultades.


No cabe duda que el daño debe ser cierto. La exigencia de la licitud
o legitimidad del daño, en cambio, genera discrepancias.

El daño debe ser cierto, esto es, no debe tratarse de un daño hipo­
tético o eventual. Así, quien es contagiado por el virus del SIDA, puede
reclamar inmediatamente la reparación del daño (material y moral) sufrido
por el contagio, mas no por las consecuencias que pudieran derivarse si
la enfermedad se manifiesta, pues tales daños son hipotéticos.

La certidumbre del daño no se opone a la reparación de la pérdida


de una chance, esto es, de la posibilidad de un evento favorable, aunque
su realización sea incierta. Así, el abogado que presenta un recurso de

58 Cf. artículos 2333 y 2334 Código Civil. Cf. CORRAL TALCIANI, Hernán, Lecciones de responsabilidad
civil extracontractual, ob. cit., pp. 355 y s.
59 DIEZ SCHWERTER, José Luis, El daño extracontractual ante la jurisprudencia. Comentarios, Fondo de
Publicaciones, Facultad de Cs. Jur. y Sociales, Universidad de Concepción, Concepción, 1995, p. 12.

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apelación extemporáneamente, no será obligado a reparar lo que hubiera


obtenido su cliente con la revocación de la sentencia apelada, toda vez
que el resultado del pleito es, por definición, incierto, pero sí la pérdida
de la posibilidad de obtener un pronunciamiento favorable. El mismo
razonamiento es aplicable al alumno que pierde la oportunidad de rendir
un examen, al proponente que pierde la oportunidad de participar en una
licitación o al apostador que resulta privado de la posibilidad de apostar.
Naturalmente, el monto de la reparación será acorde a la pérdida de la
chance, no pudiendo alcanzar el monto de lo que se hubiera obtenido si
esa posibilidad se hubiera concretado.

¿El daño debe corresponder a un interés legítimo o lícito de la víctima?


La interrogante tiene enorme importancia para la reparación de los daños
sufridos por el concubino o concubina por la muerte o lesiones sufridas
por su concubino o concubina. Hay quienes sostienen que el concubinato
es una relación de hecho, no amparada por el derecho, como sería el caso
del matrimonio y que, por lo mismo, tales daños no merecen reparación.
El problema se ha planteado también en otras latitudes y la tendencia es
a su reparación.60

40. Se suelen agregar otros requisitos, cuya exigencia es discutible. Así,


se afirma que el daño debe ser actual, sin embargo, ese requisito debe
rechazarse, pues se admite la reparación del daño futuro, en la medida
que su realización sea cierta. La exigencia de que sea directo también
debe ser desechada, toda vez que ella dice relación más bien con la rela­
ción de causalidad que con el perjuicio. En efecto, un daño indirecto no
es reparable, pues carece de relación causal con la acción u omisión del
demandado. Así lo prescribe el artículo 1558, a contrario censu, en sede
contractual. La subsistencia del daño o, lo que es lo mismo, que no
haya sido ya reparado, no es propiamente un requisito del daño, sino
una condición esencial de la responsabilidad, que persigue reparar y no
enriquecer. Se suele formular para subrayar que si la víctima ya obtuvo
el pago de una indemnización voluntaria de la propia víctima o bien de
su asegurador, entonces ésta debe imputarse a la que pueda obtener
judicialmente.

60 "Así mismo, la acción no puede ser rechazada bajo pretexto que el interés es ¡legítimo: el perjuicio
es un hecho bruto que se aprecia fuera de toda consideración moral" (LE TOURNEAU, Philippe, La
responsabilidad civil, ob. cit., p. 66). Para la evolución de la reparación concedida a los concubinos en
Francia, así como para otros casos en que la legitimidad del daño tiene interés, Cf. BRUN, Philippe,
Responsabilité civile extracontractuelle, ob. cit., Nos 228 y s., pp. 11 6 y s. En Chile, Cf. CORRAL TALCIANI,
Hernán, Lecciones de responsabilidad civil extracontracLual, ob. cit., p. 140. En sentencia dictada con fecha
05/03/2002, se dio lugar al pago de una indemnización al concubino; sin embargo, la casación en el
fondo fue rechazada por motivos formales, de modo que el fallo no es concluyente (Corte Suprema,
05/03/2002, rol 326-2001).

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41. Las categorías de daños: se distingue entre daño material y moral,61


comprendiéndose en el primero el daño emergente y el lucro cesante
(art. 1 556, en sede contractual). Hoy en día se prefiere la distinción entre
perjuicio patrimonial y extrapatrimonial; se observa también que el daño
corporal puede dar origen a ambos.62

La tipología de daños no cesa de crecer: al sufrimiento o dolor (pretium


doloris), se agrega el perjuicio estético, el perjuicio sexual (entendido como
la imposibilidad total o parcial de tener relaciones íntimas normales y de
procrear), la pérdida de agrado de la vida o préjudice d'agréement (esto es,
la pérdida de los goces legítimos que uno puede esperar de su existencia),
los daños a derechos de la personalidad, el daño corporal o biológico, etc.

Los titulares del derecho a reclamar la reparación también se extien­


den: no sólo la víctima directa, sino también quienes sufren daños por
rebote o repercusión (préjudice par ricochet). Así, en caso de un accidente
del trabajo, demandará no sólo el trabajador accidentado, sino también
todos aquellos que sufren al verlo postrado: cónyuge, hijos, padres, her­
manos, etc. ¿Cuál es el límite, si es que existe? La víctima procurará que
demande el mayor número posible, a fin de obtener una cantidad mayor,
en la convicción de que la indemnización, al igual que el cariño, se suma,
no se divide.

42. El daño debe ser probado. La prueba y avaluación del daño extrapa­
trimonial ha sido una de las grandes dificultades de la responsabilidad
civil moderna, debido a las sensibles diferencias que se constatan
entre los montos de las indemnizaciones que otorgan nuestros tribu­
nales, por daños similares. Es más, la jurisprudencia chilena afirma que es
facultad privativa de los jueces del fondo apreciar discrecionalmente (sic)
el daño moral. ¿Por qué la pérdida de un padre o madre puede valer más
para unos que para otros? La diferencia de ingresos puede justificar las
disparidades en la indemnización del daño material, mas no la del daño
moral. ¿Acaso el sufrimiento de unos vale más que el de otros? El prin­
cipio constitucional de la igualdad ante la ley y la exigencia de que las
sentencias sean fundadas pudieran estimarse conculcados. Paralelamente,
la incertidumbre respecto al monto de la indemnización dificulta a las
aseguradoras precaver la exposición al riesgo y fijar las primas. En otras
latitudes se ha procurado resolver estas dificultades mediante la fijación
de haremos de responsabilidad, esto es, tablas en que se consigna,
según el tipo de daño y otros factores, un monto máximo y mínimo para

61 Cf. DOMÍNGUEZ HIDALGO, Carmen, El daño moral, ob. cit., pp. 436 y s.
62 Cf. supra N° 38.

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la indemnización (por ejemplo, en España, para los daños causados por


accidentes de la circulación). La solución genera resistencias, pues afec­
ta la potestad jurisdiccional exclusiva de los tribunales y el derecho a la
reparación integral de las víctimas; es por ello que se sugiere establecer
esos haremos con carácter indicativo, más no obligatorio. La publicación
de los fallos (todos) y la elaboración de tablas, aunque sea con carácter
no vinculante, parece ser un instrumento útil de proyección y decisión,
tanto para las víctimas, sus abogados y los jueces.

c) La relación de causalidad.63

43. Donde quiera que se manifieste en el Derecho, sea como requisito de


formación de los contratos, sea como elemento de la responsabilidad
civil o penal, la causalidad es un tema de gran complejidad y difícil
entendimiento, derivación quizá de sus fundamentos filosóficos, y de
enorme trascendencia para la solución de casos. Para que se genere la
responsabilidad civil se requiere una relación de causa-efecto entre la ac­
ción u omisión del autor y el daño. Las dificultades se multiplican, pues,
en la mayoría de los hechos dañosos, confluyen una multiplicidad de
concausas concatenadas entre sí, imputables a veces a diversos sujetos,
incluso algunas a la propia víctima, las cuales se interrelacionan simultá­
nea o sucesivamente. Es célebre el ejemplo de POTHIER: un campesino
adquiere una vaca enferma, que contagia a sus bueyes, lo que le impide
cultivar sus tierras y lo conduce al descalabro. ¿Cuál o cuáles de esos
múltiples factores pueden ser calificados de causa del hecho dañoso
o, lo que es lo mismo, dónde se interrumpe el nexo causal que exo­
nera del deber de reparar? Este requisito toma especial relevancia en
los sistemas de responsabilidad objetiva, donde el demandado, privado
de la posibilidad de demostrar la ausencia de culpa, sólo puede atacar el
nexo causal.

44. Para responder a la interrogante se han formulado diversas doctrinas. La


teoría de la equivalencia de las condiciones o condictio sine qua non,
postula que todas las condiciones que han concurrido para producir el
daño son causa del mismo. Sus partidarios recurren al procedimiento de la
supresión mental hipotética: si suprimida la condición el daño desaparece,
entonces tal condición puede ser calificada de causa. Se le reprocha que
permite calificar de causa a condiciones demasiado alejadas del hecho
generador y, por lo mismo, no permite limitar la extensión de la respon­
sabilidad.

63 Cf. VARGAS PINTO, Tatiana (editora) La relación de causalidad, Análisis de su relevancia en la responsa­
bilidad civil y penal, Cuadernos de extensión jurídica N° 15, Universidad de Los Andes, Santiago, 2008.

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La teoría de la causa adecuada procura superar esos reparos, calificando


de causa sólo a aquella condición que, según el curso natural y ordinario
de las cosas, es idónea para producir el resultado.

Nacida en tiempos relativamente recientes en Alemania de la pluma de


Claus ROXIN para explicar la causalidad en materia penal y luego exten­
dida al ámbito civil, la teoría de la imputación objetiva postula que la
causalidad debe entenderse como imputación medida por parámetros
objetivos. La doctrina se construye sobre un principio general, según el
cual la imputación "presupone la realización de un peligro creado por el
autor y no cubierto por un riesgo permitido dentro del alcance del tipo"
y varios criterios que luego facilitan su aplicación al caso.64

45. El demandado puede exonerarse de responsabilidad probando la


concurrencia de una causa extraña, esto es, la fuerza mayor o caso
fortuito, el hecho de un tercero o el hecho de la propia víctima. La
primera está definida por el artículo 45 como el imprevisto a que no es
posible resistir. Nótese que la culpa exclusiva de la víctima opera como
causal de exoneración total de responsabilidad, en tanto que, si el daño
se hubiera de todos modos producido, es decir, se trata de una concausa,
servirá para reducir el monto de la indemnización, conforme a lo dispuesto
en el artículo 2330: "La apreciación del daño está sujeta a reducción, si
el que lo ha sufrido se expuso a él imprudentemente".

d) El dolo o culpa.

46. Hemos dicho que el elemento subjetivo, dolo o culpa, no es una condición
esencial de la responsabilidad civil, toda vez que está ausente en todos
los regímenes cuyo fundamento es el riesgo. El dolo está definido en el
artículo 44 como "la intención positiva de inferir injuria a la persona o
propiedad de otro". La culpa está también conceptualizada en el mismo
artículo 44, aun cuando tales nociones están referidas más bien al ámbito
contractual, donde se distingue entre los distintos grados en que se puede
presentar: grave, leve y levísima. En sede extracontractual, en cambio,
toda culpa, aunque sea levísima, genera el deber de reparar. En todo caso,
esas definiciones develan lo esencial de la noción: descuido, imprudencia,
negligencia, falta de previsión y cuidado. También hemos dicho que si el
autor obra con dolo, comete un delito, y si actúa con culpa, un cuasideli-

64 ROXIN, Claus, Derecho Penal, T. I, Parte General, Civitas, Madrid, 1997, Trad, de la 2a ed., por LU­
ZON PEÑA, Diego-Manuel. Para un desarrollo en la literatura nacional, consúltese CORRAL TALCIANI,
quien afirma que "Para corregir esos puntos, nos parece que la teoría de la imputación objetiva, con
sus adecuaciones al campo civil, debería proporcionar resultados satisfactorios" (CORRAL TALCIANI,
Hernán, Lecciones de responsabilidad civil extracontractual, ob. cit., p. 1 89).

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to (art. 2284), lo que es, sin embargo, indiferente para la determinación


del quantum de la indemnización, al punto que es atendible unificar su
tratamiento bajo la rúbrica de responsabilidad civil extracontractual.

47. Menuda tarea la del juez de apreciar el dolo o culpa. La doctrina


está conteste en que el primero se aprecia en concreto y la segunda
en abstracto. Ello significa que para el dolo "el juez deberá examinar la
conciencia de su autor, su estado de ánimo, puesto que consiste en la
intención de dañar y esta intención sólo puede conocerse analizando los
móviles que la guiaron".65 La apreciación de la culpa se efectúa en abstrac­
to, esto es, comparando el obrar del autor del daño con el de un modelo
de conducta (el buen padre de familia del art. 44, el reasonable man del
derecho anglosajón), puesto en las mismas circunstancias. La afirmación,
dogmáticamente coherente, es, sin embargo, difícil de aplicar, en tanto
no se invente el barómetro de conciencias. La realidad es que, en ambos
casos, sólo podemos observar los actos externos y de ellos intentar inferir
la intencionalidad en el dolo o compararlos con un modelo, en el caso de
la culpa. Pero esa diferencia también es demasiado sutil. En efecto, en la
culpa, en la medida en que se avanza en la precisión de las circunstancias
en que se encontraba el autor para construir el modelo, llega un punto
en que inevitablemente hemos traspasado la frontera y estamos apre­
ciando la culpa en concreto. Por ejemplo, para evaluar la velocidad a que
se desplazaba un conductor que intervino en un accidente y así apreciar
su eventual culpa, debemos construir un modelo puesto en las mismas
circunstancias: día lluvioso, obscuro, alto tráfico automotriz y peatonal,
luminaria deficiente, automóvil antiguo, etc. Si además se consideran las
condiciones personales del autor (edad, experiencia al volante, visión, etc.),
podemos observar que ya no hay un patrón, como se supone que existe
en la responsabilidad extracontractual, ni tres, como debiera acontecer en
la responsabilidad contractual, sino que tantos modelos de sastre como
actos dañosos y, a partir de entonces, en los hechos, estamos apreciando
la culpa en concreto.66

La infracción de las normas de prudencia y diligencia contenida en leyes


y reglamentos es relevante al momento de apreciar la culpa, cuestión que
se conoce como culpa contra la legalidad (v. gr., la conducción a una
velocidad superior a la permitida en la ley del tránsito configuraría por sí
sola la culpa).

65 ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo, De la responsabilidad extracontractual en el Derecho Civil chileno,


ob. cit., T. 1, N° 119, p. 168.
66 Cf. PENAILILLO ARÉVALO, Daniel, Los elementos subjetivos en las instituciones y conceptos del derecho
civil y su establecimiento, en Instituciones modernas de Derecho Civil, Homenaje al profesor Fernando Fueyo
Laneri, Editorial Jurídica Conosur Ltda., Santiago, 1996, pp. 34-43.

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e) Las presunciones de culpa; la responsabilidad por el hecho propio, por el


hecho ajeno y por el hecho de las cosas.

48. La culpa debe ser probada por la víctima del daño. Se trata de uno
de los principales inconvenientes para obtener reparación en un sistema
de responsabilidad subjetiva. Consciente de esta dificultad, el legislador
recurre en su auxilio, estableciendo presunciones.

49. Las reglas del Código de Bello en esta materia (arts. 2320 a 2329 del
CC chileno y art. 2347 a 2356 del CC colombiano) fueron tomadas casi
a la letra del Código francés (arts. 1382 y s.) y, sin embargo, existen
profundas diferencias en la forma de aplicarlas en Francia, Colombia y
Chile, lo que refuerza la idea que hemos manifestado en orden a que
el derecho de daños es de creación eminentemente jurisprudencial.
A título de botón de muestra, los interesados en la hermenéutica legal
podrán constatar, como veremos más adelante, que una regla idéntica,
el artículo 2329 del CC chileno y 2356 del CC colombiano, ha dado lu­
gar a un régimen objetivo en Colombia en tanto que su eficacia ha sido
prácticamente nula, al menos hasta ahora, en Chile.

50. El epígrafe que hemos escogido no es antojadizo; la estructura y sis­


tematización de una materia revelan la comprensión que se tiene de
ella y facilitan el entendimiento a los destinatarios. Lo anterior obliga
a ciertas prevenciones. El Decano ALESSANDRI, cuyas enseñanzas de rai­
gambre francesa han hecho escuela en Chile,67 analiza las "Presunciones de
culpabilidad" y las agrupa en "1 ° Responsabilidad por el hecho propio; 2o
Responsabilidad por el hecho ajeno; y 3o Responsabilidad por el hecho de
las cosas".68 En Francia, la nomenclatura es hasta hoy día la misma, pero el
tratamiento difiere sustancialmente. En general,69 al analizar los requisitos
de la responsabilidad, se distingue según si se trata de la responsabilidad

67 El mismo esquema se mantiene en obras recientes. Así, RAMOS PAZOS en el análisis de la culpa se
refiere a la prueba de la misma y luego a las "Presunciones de responsabilidad", que divide en "Pre­
sunciones de responsabilidad por el hecho propio", "Presunciones de responsabilidad por el hecho
ajeno" y "Presunciones de responsabilidad por los hechos de las cosas" (RAMOS PAZOS, René, De
la responsabilidad extracontractual, ob. cit., Nos 40 y s., pp. 50 y s.). CORRAL TALCIANI analiza "Los
elementos de la responsabilidad extracontractual", entre los cuales aborda la "La reprochabilidad o
culpabilidad" y "La responsabilidad sin culpa. Responsabilidad objetiva", para abordar a continuación
"La responsabilidad refleja. Las llamadas Presunciones de culpa", entre las cuales distingue "Presuncio­
nes de responsabilidad por hechos personales", "Régimen de responsabilidad por el hecho de terceros
dependientes" y "Responsabilidad por la propiedad o tenencia de cosas dañinas" (CORRAL TALCIANI,
Hernán, Lecciones de responsabilidad civil extracontractual, ob. cit., pp. 206, 21 8, y 227 y s.).
68 ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo, De la responsabilidad extracontractual en el Derecho Civil chileno,
ob. cit., T. 2, Nos 1 92 y 1 94 y s., pp. 292 y s.
69 Cf. BRUN, Philippe, Responsabilité civile extracontractuelle, ob. cit., N°' 21 3 y s., pp. 1 05 y s.; FLOUR
y AUBERT, Le fait juridique, ob. cit., N° 96, p. 91; FABRE-MAGNAN, Muriel, Responsabilité civile et quasi-
contrats, ob. cit., Nos 63 y s., pp. 1 57 y s.

487
Rp\/icta ACTl iai inAn ii iDinir'A m° oo i..i;~ ta-ia
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por el hecho personal, por el hecho ajeno o por el hecho de las cosas,
puesto que las condiciones para obligar a reparar difieren en cada caso:
en la primera se exige la culpa, en tanto que en las demás basta el señorío
o dominación (maítrisé) que el responsable tenía sobre otras personas o
las cosas por las cuales debe responder, respectivamente.

Recapitulando, en Chile se examina esta materia a propósito de las pre­


sunciones de culpa, lo que supone, a primera vista, que estamos siempre
en el marco de una responsabilidad subjetiva;70 en cambio, en Francia,
se trata de precisar los diferentes requisitos de la responsabilidad y, avan­
cémoslo desde ya, en la responsabilidad por el hecho personal se exige
la culpa, en tanto que en la responsabilidad por el hecho ajeno y por el
hecho de las cosas se trata de regímenes objetivos. Veremos también que
el ámbito de aplicación de estos regímenes difiere sustancialmente: en
unos será general y en otros limitado a los casos expresamente regulados.

51. En el epígrafe y en el análisis que sigue usaremos la terminología que ya es


tradicional tanto en Chile como en Francia, para verificar durante el análisis
si se trata de auténticas presunciones de culpa o más bien de estatutos
que determinan requisitos diferentes para comprometer la responsabilidad
del autor del daño.

La responsabilidad por el hecho propio.

52. En Francia, cuando se alude a responsabilidad por el hecho personal, se


quiere significar que se trata del régimen fundado en la culpa, que requiere
ser probada (art. 1 382 Code).71 En Chile, en cambio, cuando se analiza la
responsabilidad por el hecho propio se aborda la doctrina, formulada por
Carlos DUCCI y seguida por ALESSANDRI, según la cual el artículo 232972
establece una presunción general de culpabilidad por el hecho propio,
aplicable "cuando el daño proviene de un hecho que, por su naturaleza

70 Una evolución la constituye el análisis que efectúa BARROS BOURIE en su relativamente reciente
(2006) Tratado de responsabilidad extracontractual, quien divide el análisis de la culpa en tres títulos,
a saber: "La culpa en la responsabilidad por el hecho propio", la "Culpa por el hecho ajeno" y la
"Presunción de culpa y responsabilidad estricta por el hecho de las cosas" (BARROS BOURIE, Enrique,
Tratado de responsabilidad extracontractual, ob. cit., Nos 41 y s., pp. 77 y s.; N° 1 04, p. 1 67; N“ 1 36 y
s., pp. 210 y s.
71 "Article 1 382: Tout fait quelconque de l'homme, qui cause á autrui un dommage, oblige celui par
la faute duquel ¡I est arrivé á le réparer".
72 Los artículos 2329 del CC chileno y 2356 del CC colombiano prescriben: "Por regla general todo
daño que pueda imputarse a malicia o negligencia de otra persona, debe ser reparado por ésta.[2] Son
especialmente obligados a esta reparación: 1) El que dispara imprudentemente un arma de fuego; 2)
El que remueve las losas de una acequia o cañería, o las descubre en calle o camino sin las precaucio­
nes necesarias para que no caigan los que por allí transiten de día o de noche; 3) El que obligado a la
construcción o reparación de un acueducto o fuente que atraviesa un camino lo tiene en estado de
causar daño a los que transitan por el camino".

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o por las circunstancias en que se realizó, es susceptible de atribuirse a


culpa o dolo del agente, por ejemplo, un choque de trenes".73 Con esa
doctrina se persigue liberar de la prueba de la culpa a la víctima en hechos
en que los indicios parecen denotar, por sí mismos, un actuar culpable.
Esa teoría no ha ganado el favor de la jurisprudencia chilena, aun cuando
el debate doctrinario conserva permanente actualidad.74 En Colombia, la
misma regla, con idéntica redacción, ha servido a la doctrina y jurispru­
dencia colombianas para crear un régimen objetivo de responsabilidad
por actividades peligrosas.75

La responsabilidad por el hecho ajeno.

53. El artículo 2320 inc. Io del CC chileno, inspirado del artículo 1383 del
Code,76 prescribe que: "Toda persona es responsable no sólo de sus pro­
pias acciones, sino del hecho de aquellos que estuvieren a su cuidado". La
expresión responsabilidad por el hecho ajeno es equívoca, pues el tercero
civilmente responsable no responde en verdad del hecho ajeno, sino
del propio, a saber, la infracción de su deber de vigilancia o cuidado,
que permitió que la persona a su cargo causara el daño.

La regla transcrita ha sido interpretada en Chile en el sentido que consagra


una regla general de responsabilidad por el hecho ajeno, de la cual
los incisos siguientes no son más que ilustraciones, entre las cuales se
cuenta la que obliga al padre o madre a responder por los hechos de los
hijos menores que habiten en la misma casa o al empresario por el hecho
de sus dependientes. Luego, si el menor que está bajo el cuidado de una
persona distinta de sus padres, por ejemplo, de sus abuelos, y causa un
daño, la responsabilidad de éstos puede quedar comprometida fundada
en el art. 2320 inc. Io, aun cuando los abuelos no estén expresamente
referidos en los casos de los incisos 2o y siguientes. La diferencia entre
la regla general del inciso primero y los casos expresamente regulados

73 ALESSANDRI RODRÍGUEZ, Arturo, De ¡a responsabilidad extracontractual en el Derecho Civil chileno,


ob. cit., T. 2, N° 195, p. 292.
74 Para un análisis reciente, Cf. DIEZ SCHWERTER, José Luis, La culpa en la responsabilidad civil en Chile:
algunos comentarios a partir de la ponencia de Fabricio Mantilla, ob. cit., pp. 35-52; y BARROS BOURIE,
Enrique, Tratado de responsabilidad extracontractual, ob. cit., Nos 91-97, pp. 147-158.
75 MANTILLA ESPINOSA, Fabricio, y TERNERA BARRIOS, Francisco, La interpretación contra legem del
artículo 2356 del Código Civil colombiano, en Temas de responsabilidad civil, Cuadernos de Análisis Jurídico,
Ediciones Universidad Diego Portales, Santiago, 2004, pp. 211 -249; La "culpa" en la responsabilidad civil
extracontractual del derecho colombiano, en Revista de responsabilidad civil y seguros. N° XII. Ed. La ley,
Buenos Aires, 2006, pp. 125-1 37; y MANTILLA ESPINOSA, Fabricio, El principio general de responsabilidad
por culpa del derecho privado colombiano, en Reformas en el Derecho Civil Francés y perspectivas para el
Derecho chileno, Separata Revista N° 16, Revista Actualidad Jurídica, 2007, pp. 35-52.
76 El artículo 1 384 del Código Civil Francés prescribe que: "On est responsable non seulement du
dommage que l'on cause par son propre fait, mais encore de celui qui est causé par le fait des personnes
dont on doit répondre, ou des choses que l'on a sous sa garde".

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en los incisos segundo y siguientes del artículo 2320 radica en que, en


estos últimos, bastará probar la concurrencia de los supuestos para que
se presuma el vínculo de subordinación y dependencia entre el tercero
civilmente responsable y el autor del daño; en cambio, para hacer efectiva
la regla general del inciso primero es necesario probar tal subordinación.

El mismo artículo 2320 inciso final permite a los terceros civilmente res­
ponsables exonerarse si es que prueban que "con la autoridad y el cuidado
que su respectiva calidad les confiere y prescribe, no hubieren podido im­
pedir el daño". De esa regla, confirmada por el art. 2322 inc. 2o, se infiere
que en nuestro sistema la presunción de culpabilidad del guardián es
simplemente legal, puesto que se le permite liberarse probando la
ausencia de culpa.77 Sólo excepcionalmente esa exoneración le estaría
vedada y, por ende, se trataría de un régimen objetivo, a saber, cuando
el daño causado por los hijos menores provenga conocidamente de su
mala educación o de los hábitos viciosos que los padres les han dejado
adquirir (art. 2321) o cuando se perpetró el daño por orden de la persona
a quien se debía obediencia (art. 2325, a contrario).

54. En Francia, tradicionalmente se había entendido que el art. 1 384 inc. 1 ° del
Code contenía una lista taxativa de casos de responsabilidad por el hecho
ajeno, de tal suerte que, fuera de éstos, la única forma de comprometer
la responsabilidad del guardián era probando la culpa. La situación varió
con el fallo Blieck, de 29.03.1991,78 en el cual la Corte de Casación
resolvió que el artículo 1384 inc. Io "no tiene un carácter taxativo".

En cuanto al régimen de esa responsabilidad, después del fallo de


26.03.1997, Le foyer Notre-Dame,79 parece asentado que el guardián
no puede liberarse probando la ausencia de culpa, de modo que su
responsabilidad es objetiva; sólo puede exonerarse demostrando la
causa extraña, esto es, la fuerza mayor, el hecho del tercero o de la propia
víctima.

- La responsabilidad por el hecho de las cosas.

55. En Chile, a diferencia de lo que ocurre para la responsabilidad por el he­


cho ajeno, la doctrina y la jurisprudencia han entendido siempre que
el Código de Bello no contiene una regla general de responsabilidad

77 Según ALESSANDRI, la presunción comprende no sólo la culpa, sino también el nexo causal (ALES-
SANDRI RODRÍGUEZ, Arturo, De la responsabilidad extracontractual en el Derecho Civil chileno, ob. cit.,
T. 2, N° 193, p. 291)
78 D. 1991.324, obs. LARROUMET; RTD Civ. 1991.541, obs. JOURDAIN.
79 Cass. Crim., 26.03.1997, D. 1997.496, obs. JOURDAIN.

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por el hecho de las cosas, sino que sólo regula casos taxativos, a sa­
ber, el daño ocasionado por la ruina de un edificio (arts. 2323 y 2324),
el causado por un animal (arts. 2326 y 2327) y el causado por una cosa
que cae o se arroja desde la parte superior de un edificio (art. 2328). La
solución contrasta abiertamente con la adoptada por la jurisprudencia
francesa desde el célebre fallo Teffaine, de 16.06.1896, en que resolvió
que el artículo 1384 inc. Io del Code consagra un principio autónomo
de responsabilidad por el hecho de las cosas, responsabilidad que tiene
carácter objetivo, es decir, el autor sólo puede liberarse probando la cau­
sa extraña. Si se coteja el artículo 2320 inc. Io del Código de Bello con
el artículo 1 384 inc. Io del Code se observa que el primero, siendo una
mera traducción de su modelo francés, omite, sin embargo, la frase final
"o de las cosas que se tengan bajo su guarda" ("ou des choses que l'on a
sous sa garde"), que es precisamente la que permitió a la jurisprudencia
gala la construcción de la regla general de responsabilidad por el hecho
de las cosas.

En cuanto al régimen de esta responsabilidad, en nuestro país depen­


derá del tipo de daño de que se trata. En algunos se trata de una mera
presunción de culpabilidad, que permite exonerarse probando la ausen­
cia de culpa (art. 2326 inc. Io parte final); en otros sólo puede liberarse
probando la causa extraña (art. 2328 inc. 1o) y, finalmente, en otros ni
siquiera en tal caso (art. 2327).

2° El ejercicio de la acción de responsabilidad.

56. Concluido el análisis de las condiciones o requisitos de la responsabilidad,


conviene subrayar algunos caracteres de la acción de responsabilidad.

57. La acción puede intentarse por todo el que sufra un daño, no sólo las
víctimas directas, sino también las por rebote, sus herederos o cesionarios
(artículo 2314 y 2315). La acción es también transmisible a los herederos
de la víctima, aun cuando el daño moral no lo sea, como se ha resuelto
recientemente.80

Los sujetos pasivos son el autor del daño, sus herederos, el que recibe
provecho del dolo ajeno (art. 231 6) y los terceros civilmente responsables,
según se vio al analizar las presunciones de culpabilidad.

80 C. Suprema, 27/06/2007, rol 309-2006; DOMÍNGUEZ ÁGUILA, Ramón, Sobre la transmisibilidad de


la acción por daño moral, en Revista Chilena de Derecho, vol 31, N° 3, pp. 493-514.

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Revista ACTUALIDAD JURIDICA N° 22 - Julio 2010 Universidad del Desarrollo

58. La responsabilidad de los varios autores del daño es solidaria (art.


231 7). Se discute si la solidaridad está limitada a los autores o comprende
también al tercero civilmente responsable.81

59. La acción prescribe en cuatro años "contados desde la perpetración


del acto" (art. 2332). La regla ha dado lugar a dificultades cuando el daño
se manifiesta después de expirado el cuadrienio. El tema ha generado
un intenso debate en Chile, fundamentalmente a raíz de las acciones de
responsabilidad deducidas contra el Estado por violaciones a los derechos
humanos acaecidas durante el gobierno militar. Hasta ahora, la Corte
Suprema chilena ha sostenido la imprescriptibilidad de la acción penal
para perseguir a los responsables, pero, en el ámbito civil, ha rechazado
las acciones de responsabilidad por estar prescritas.82

B. Los cuasicontratos

60. Se acostumbra definir los cuasicontratos como el acto lícito, voluntario y


no convencional que genera obligaciones (arts. 2284 y 1437).

61. El artículo 2285 prescribe que: "Hay tres principales cuasicontratos:


la agencia oficiosa, el pago de lo no debido y la comunidad". La regla
es meramente enunciativa ("principales") de modo que deja abierta la
posibilidad de calificar como tales otras instituciones, cuyo catálogo se
discute, e incluso, según algunos, sostener la existencia de cuasicontratos
innominados.83

La vinculación entre cuasicontrato y enriquecimiento sin causa84 ha


sido también tormentosa, desde considerar a este último como una es­
pecie del primero, hasta "partiendo de la idea de que los dos casos -de
cuasicontratos regulados por el Code- reposarían sobre la preocupación
dominante de evitar que una persona se enriquezca sin causa a expensas

81 C. Suprema, 05.01.2005, comentario Juan Andrés VARAS BRAUN, en Revista de Derecho, Universidad
Austral de Valdivia, vol XVIII, 2005, pp. 241-253.
82 C. Suprema, 27/12/2006, en Revista de Derecho, Consejo de Defensa del Estado, N° 16, pp. 153-
162.
83 ABELIUK MANASEVICH, René, Las Obligaciones, ob. cit., Nos 181 a 1 88, pp. 1 72-1 75. La interrogante
también se ha planteado en el derecho comparado; en Francia, LETOURNEAU, Répertoire Civil Dalloz,
Quasi-contrats.
84 Respecto al enriquecimiento sin causa en la literatura chilena, consúltese: PEÑAILILLO ARÉVALO,
Daniel, El enriquecimiento sin causa. Principio de derecho y fuente de obligaciones, en Revista de Derecho
Universidad de Concepción, N° 200, Jul-Dic 1 996, pp. 7-40; CÉSPEDES, Rodrigo, El enriquecimiento sin
causa en la jurisprudencia chilena, en Revista Chilena de Derecho Privado, N° 3, pp. 9-34; RODRÍGUEZ
PINTO, María Sara, El principio "nadie debe hacerse más rico en detrimento de otro" (D. 12, 6, 14) en la
resolución de un contrato de promesa por incumplimientos recíprocos: una tendencia jurisprudencial chilena,
en Estudios de Derecho Civil II, LexisNexis, Santiago, 2006, pp. 29-40.

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de otra, la doctrina y jurisprudencia han estimado posible generalizar esas


disposiciones: hacer de todo enriquecimiento sin causa una fuente de obli­
gaciones".85 De hecho, en la doctrina francesa, la mayoría de los autores
abordan el análisis del enriquecimiento sin causa entre los cuasicontratos. 86
El Código Civil italiano, en su artículo 11 73, reconoce la vinculación en­
tre la agencia oficiosa, el pago de lo no debido y el enriquecimiento sin
causa, a los cuales considera fuentes de obligaciones, pero sin aludir a la
denominación ni noción de cuasicontrato.

61. La agencia oficiosa está definida en el artículo 2286, que prescribe que:
"La agencia oficiosa o gestión de negocios ajenos, llamada comúnmente
gestión de negocios, es un cuasicontrato por el cual el que administra sin
mandato los negocios de alguna persona, se obliga para con ésta, y la
obliga en ciertos casos". El ejemplo clásico es el de quien constata que el
inmueble de su vecino amenaza ruina y contrata las necesarias reparacio­
nes, sin estar investido de mandato para hacerlo.

62. El pago de lo no debido está regulado en los artículos 2295 y siguientes


del Código: "si el que por error ha hecho un pago, prueba que no lo
debía, tiene derecho para repetir lo pagado".

63. El redactor del Código Civil Chileno se apartó de su modelo francés y


reguló, como una especie de cuasicontrato, la comunidad (arts. 2304
y s.). En realidad, si bien la comunidad puede surgir de un hecho, como
ocurre cuando se genera por sucesión por causa de muerte entre los he­
rederos, también puede surgir de una convención, como ocurre cuando
dos o más personas adquieren en común un bien raíz o mueble, quienes
pueden regular convencionalmente la forma como se regirá la comunidad,
lo que permite criticar su inclusión entre los cuasicontratos.

***

85 FLOUR y AUBERT, Le fait juridique, ob. cit., N° 2, p. 3.


86 A título ilustrativo, FLOUR y AUBERT, Le fait juridique; FABRE-MAGNAN, Muriel, Responsabilité civile
et quasi-contrats; TERRÉ, SIMLER y LEQUETTE, Droit civil, Les Obligations, todos precitados.

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