La Escatología Del NT

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l CAPÍTULO III

LA ESCATOLOGIA DEL NUEVO TESTAMENTO


BIBLIOGRAFIA

O. CULLMANN, La historia de la salvación (Barcelona 1967); A. FEUl


LLET, «Parousie», en SDB VI, 1331-1419; E. GRASSER, Die Naherwartung
Jesu (Stuttgart 1973); G. GRESHAKE-G. LOHFINK, Naherwartung-Au.ferste
hung-Unsterblichkeit (Freiburg i.B. 1976) ( 2! ed.); J. JEREMIAS, Teología
del Nuevo Testamento 1 (Salamanca 1974); H.E. LONA, «Eschatologie im
Neuen Testament», en HDG IV/7a, 44-83; M. MEINERTZ, Teología del Nue
vo Testamento (Madrid 1963); D. MOLLAT, «Jugement dans le Nouveau
Testament», en SDB IV, 1344-1394; K.H. SCHELKLE, «Escatología del Nue
vo Testamento», en MystSal V (Madrid 1984), 686-739; R. SCHNACKEN
BURG, Reino y reinado de Dios (Madrid 1967); lo., «Eschatologie im NT»,
en LTK Ill, 1088-1093; J .J. TAMAYO, Para comprender la escatología cris
tiana (Estella 1993), 134-151; A. TORNOS, Escatología 1 ( Madrid 1989);
VV .AA., Eschatologie und Friedenshandeln (Stuttgart 198l); S. ZEDDA,
L 'escatologia biblica 1-11 (Brescia 1972-1975).

El Nuevo Testamento está escrito bajo la convicción de que el


hecho Jesús de Nazaret incide definitivamente en el curso y el senti
do de la historia, operando en ella un vuelco decisivo. El mismo
Jesús, con palabras y acciones ha dado expresión a un modo singu
larísimo de entender la esperanza escatológica de Israel y su cumpli
miento. A la luz de la pascua, Pablo y Juan asumen esta compren
sión del éschatun, reflexionan sobre ella y la verbalizan teológica
mente. Como resultado de todo lo cual, en el Nuevo Testamento se
contiene una escatología específicamente cristiana, que difiere de la
judía no porque la contradiga, sino porque la rebasa, y que pasamos
a bosquejar seguidamente 1 •

l. PRESENCIA DEL REINO EN JESUS DE NAZARET

El comienzo del ministerio público de Jesús está signado por la


referencia expresa a otro ministerio, el de Juan el Bautista 2 . El ofi-
1
En capítulos sucesivos se estudiará la doctnna neotestamentaria sobre los conte
nidos concretos en que se articula la esperanza escatológica (parusía, resurrección, vida
eterna, etc.); ello nos permite no alargar en exceso la extensión del presente capítulo.
2
ZEDDA, 1, 165-174; R. TREVJJANO, Comienzo del evangelio. Estudio sobre el
prólogo de San Marcos (Burgos 1971), 27-32; 97-99, 1 16-120; JEREMJAS, 59-66.

90 P./ Escatología bíblica C.3. La escatología del Nuevo Testamento 91

cio de éste es inequívoco: tanto sus palabras como sus actitudes co los tres evangelios sinópticos y -lo que es más significativo- no
rresponden al estereotipo del profeta que anuncia la inminencia del venta de ellos se ponen en boca de Jesús. Si se tiene en cuenta que
juicio escatológico (Mt 3,1-12; Me 1,2-8; Le 3,1-18). Su figura, la expresión era mfrecuente en las fuentes judías, tanto en las anti
pues, se aloja todavía en el marco de la expectación veterotestamen guas como en la coetáneas a los autores del Nuevo Testamento, y
taria. que fuera de los sinópticos su uso es ocasional, cabe concluir con
Jeremias que estamos ante un dato que se remonta al Jesús
histórico; es menester hablar insistentemente del reino porque el
l. Un reino ya presente reino es ya actualidad.
«El reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: vedlo aquí
Pero con Jesús todo cambia. El predicador de Nazaret reivindica o allá. Porque el reino de Dios está entre vosotros» (Le l 7,20s) 7 ; la
para sí un plus de relevancia frente a toda la economía anterior; él es pregunta sobre la venida del reino ya no se responde con un allá o
más que el Bautista (Mt 11,11), más que Jonás (Mt 12,41), más que un entonces, sino con el ahora de la presencia física, tangi ble, de
Moisés (Mt 5,21), más que el templo o el sábado (Mt 12,6.8). Como Jesús. De ahí que él hable del reino como nunca se había hecho
señala Jeremías, en este más reiterativo, abrumador, asoma ya una antes, ni cualitativa ni cuantitativamente: porque él es el reino 8.
nítida vibración escatológica. Identificándose personalmente con tan Justamente por eso el reino no es simple objeto de las palabras,
masiva plusvalía, Jesús traspasa el umbral de la expectación para sino también de las acciones; el ya de su presencia estalla en gestos
situarse a sí mismo, con su mensaje y sus gestos ministeriales, en la preñados de significación. Las curaciones en primer lugar 9: «los
esfera del cumplimiento. El es -observa Flusser 3-el único judío cie gos ven y los cojos andan, los leprosos quedan limpios y los
que ha osado anunciar que la nueva edad de salvación ya había co sordos oyen, los muertos resucitan ...» (Mt 1 1,5). Más que una
menzado 4 . simple enu meración de prodigios acreditativos de la identidad de
Jesús, hay que ver aquí una respuesta a la cuestión de fondo:
«El tiempo se ha cumplido» (Me 1,15); «la escritura que acabáis
¿estamos aún en el tiempo de la expectación? («¿eres tú el que ha de
de oír se ha cumplido hoy» (Le 4,21); «no he venido a abolir (la
venir, o debemos esperar a otro?»). Y una respuesta taxativa: lo
ley), sino a cumplir(la)» (Mt 5, 17). El primer evangelista va jalonan
esperado comienza a producir sus frutos, que por cierto superan
do su texto con los sucesivos «cumplimientos» efectuados a lo largo
ampliamente todas las esperanzas; los textos de lsaías que se están
de la vida de Jesús (1,22; 2,15; 4,14; 8,17; 12,17; 13,35; 21,4).
citando no mencionaban ni la curación de los leprosos ni la
«Cumplirn, «cumplimiento» son, pues, términos clave que significan
resurrección de los muertos. En todo caso, y dado que la edad
no sólo la ejecución, verificación, convalidación, etc., de lo espera
escatológica desconocería -según la esperanza paleotestamentana-
do, sino también el índice de su cabal medida 5.
los fenómenos de la enfermedad y la muerte, las curaciones avalan
La dialéctica Juan-Jesús es, en suma, equivalente a la dialéctica la presencia del reino: «a los mi lagros podría denominárselos algo
promesa formulada-promesa cumplida. Juan es el último eslabón de así como reino de Dios en ac ciones» 10.
la larga cadena de esperantes que pueblan las páginas del Antiguo
Testamento, mas para ser desplazado de inmediato por la realización
viviente de su anuncio. 7
El entós hymón ha de traducirse no por un «dentro de», smo por un «entre»,
A la vista de cuanto antecede, no es extraño que la predicación máxime s1 se tiene pre,cnte Le 1 1,20 (« el remo de D1m, ha vemdo [éphtha1en] a
de Jesús esté absolutamente polarizada por la categoría reino (de vosotros»): StttNAC KENBUR<., Remo . 1 1 1 (contra la op1món de Memertz, 32), Cu
Dios/de los cielos) 6 . De los ciento veintidós lugares en que aparece LLMANN, 221, 231, F. M1 ''NFR, «Wann kommt das Re1ch Gottes? Die Antwort Jesu
nach Lk 17,20b-21», en B1b/Zelf 1 (1962), 107-1 1 1, TREVJJANO, «La escatolog1a del
el vocablo en el Nuevo Testamento, noventa y nueve pertenecen a evangelio de Tomas (Log1on 3)», en Salm ( 1981), 4 l 5ss J.A F1TZMYER, El Evange/10
según Lucas III (Madnd 1987), 813-816, tiene por mv1able la lectura «dentro de», pues
' D. FLUSSER,Jesus m Se/bstzeugmssen und B1/ddokumenten (Hamburg 1968), «los escnto' de Le Jamas pre;entan el remo como una reahdad mtenorn Con todo,
87. F1tzmyer opta por una tercera pos1b1hdad, traduciendo en entós hymón por «a
4
Para lo que sigue, Vid MEI NERTZ, 30-33, ZEDDA, 1, 174-212; CULLMANN, 217- vuestro alcance»
8
223; SCHNACKENBURG, Remo ' 101-128; JEREMIAS, 97-148 R BLAZQUEZ, Je1ú1, el evangelw de Dws (Madnd 1985), 79-83
5
G. DELLING, «Pleróo», en TWNT VI, 289-296; SCHNACKENBURC,, 9
Muss!'< ER, Los milagro1 de Jesús (Estella 1970), 36-45, Se HNAL KENBURc,, Remo
«Eschatolo g1e...», 1089; TREVJJANO, «La escatología del evangeho de San Mateo», 105ss.
en Burg( 1968), 9ss. 'º SCHNACKENBURc,, Remo , 108 (citando a L de Grandma1son).
6
JEREMIAS, 119-132; ScHNACKENBURG, Remo.. , 65-100. 1

...1
92 P.!. Escatología bíblica C.3. la escatología del Nuevo Testamento 93
Por lo demás, estas acciones milagrosas certifican el carácter en 2. ;,Escatología consecuente?
camatorio del reino: la salvación es salud, la categoría «reino de
Dios» no remite primariamente a algo que está en el cielo, sino a lo
que Dios está obrando en la tierra. El hecho deliberadamente provo El cotejo entre Juan y Jesús marca la diferencia que media entre
cativo y escandaloso de que los milagros se realicen frecuentemente el pronóstico y su verificación. El primero anunciaba la venida inmi
en sábado, signo de la consumación de la creación, sugiere las di nente del reino. El segundo manifiesta el cumplimiento de la prome
mensiones cósmicas del acontecimiento en curso. sa; su actuación se inscribe en el marco de los oráculos mesiánicos
realizados: Dios ha entrado ya en la historia, el poder del demonio se
Junto a las curaciones, están los exorcismos 1 1 ; el mundo escla
tambalea, la enfermedad y el pecado (signos de ese poder) retroce
vizado por Satanás contempla la aurora de su liberación. «Si por el
den. El conjunto de estos datos desautoriza la hipótesis de que Jesús
dedo de Dios expulso los demonios, es que ha llegado a vosotros haya patrocinado una escatología exclusivamente futurista, hipótesis
el reino de Dios» (Le 1 1,20). Durante la misión de los setenta y propuesta por la escuela de la escatología consecuente 1 6•
dos discípulos, Jesús «veía a Satanás caer del cielo como un rayo»
(Le 1O,1 8). Tales declaraciones son rigurosamente inéditas en el ju Según esta escuela, Jesús habría asumido las representaciones
apocalípticas del tiempo final, que él estimó a punto de llegar en un
daísmo, que nada sabe de una victoria actual sobre los poderes del
futuro muy próximo. Es esa proximidad la que le lleva al ministerio
maligno. Así pues, no sólo ha comenzado el gran combate escato
público, continuando la tarea del Bautista donde éste la ha interrum
lógico del que hablara la apocalíptica (Dan 12, 1), sino que su suerte pido, y al envío urgente de los discípulos en la primera misión (Mt
ya está decidida en las derrotas infligidas por Jesús al reino demo 9,35-1 1,1). Mas toda vez que los discípulos regresan sin que el reino
níaco. haya venido, se produce una crisis en la conciencia de Jesús, que se
En esta línea, se ha llamado la atención sobre un hecho «indiscu superará con la asunción por su parte de la identidad mesiánica, per
tible y raramente discutido» 12 : Jesús se arrogó la potestad de perdo sonificada en el personaje apocalíptico del Hijo del hombre, cuya
nar los pecados. No se limita a transmitir la noticia del perdón divino resurrección sería la condición previa de la irrupción del reino.
de los pecados, como hiciera en su momento Natán (2 Sam 12,13); Pero los acontecimientos posteriores a la pascua no siguieron el
los perdona él mismo. El escándalo de los judíos es comprensible, curso así previsto. El grupo de discípulos de Jesús tuvo que remode
puesto que sólo Dios puede hacer tal cosa (Me 2,5- 7). Si Jesús osa lar sus expectativas, adaptándolas a la nueva situación: en vez de
atribuirse esa potestad, ello se explica en base a <mna peculiar y úni sentarse en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel, habrá
ca conciencia de misión>), que es más que la de un simple anunciante que predicar, bautizar y dar testimonio de la mesianidad del Resuci
del reino futuro 13 . tado hasta que él vuelva (Hech 1,1 1).
Mencionemos, para terminar, otros dos datos. La comunidad de La dispensación del Espíritu en Pentecostés es interpretada por la
los doce discípulos, amén de su justificación misional, reviste un comunidad como un cumplimiento de las profecías mesiánicas, esto
carácter simbólico; en ella se inaugura la comunidad escatológica de es, como muestra de que el tiempo final comienza a emerger en la
las doce tribus, se anticipa la plenitud final del pueblo de la alian historia; los discípulos del Resucitado apuestan por su próxima veni
za 14 • De forma semejante, las comidas de Jesús son síntoma y reali da en el trono celeste (así lo contempla Esteban: Hech 7,55s); entre
zación del banquete mesiánico, «anuncio de que el tiempo de la sal tanto, practican un bautismo que confiere no sólo el perdón de los
vación ha irrumpido ya>) 15. pecados, sino también el don del Espíritu. El problema planteado por
la dilación del final de los tiempos se solventa, en resumen, retenien-
11
JEREM!AS, 115-1
19. " CULLMANN, 221 '" A. Se HWEITZER, Geschichte der Leben-Je.1u Forschung (Tübingen 1951) (6:1
. ed.) (hay trad. esp. de la primera parte: Investigación sobre la vida de Jesús,
11
!bid., 222. Valencia 1991); M. WERNER, Die Entstehung des chri5tlichen Dogmas
" SCHNACKENBURG, Reino..., l 97s. problemge.1chichthch dargestellt (Bern 194l ); lo., Der protestantische Weg de.1
" JEREMIAS, Abba. El mensaje central del Nuevo Testamento (Salamanca 1981), Glaubens I(Bern 1955). Sobre la escuela de la escatología consecuente, vid. W.G.
262. KuMMEL, «L'eschatolog1e conséquente d'Albert Schwe1tzer jugée par ses
contemporaines», en RHPhR ( 1957), 58-82; GRASSER, 40ss; ToRNOs, 87-91. Sobre
la justificación del adjetivo «consecuen te», vid. F.M. BRAUN, «Üu en est
l'eschatologie du Nouveau Testament?», en RevBibl ( 1940), 36s, y SCHNACKENBURG,
«lnterimsethik», en LTK V, 727s.
94 P 1 F1catologia h1hlica

do en lo posible la concepc1on ongrnal de Jesus (el remo, magrntud


futura e mmmente, cuyo portador sera el H1Jo del hombre), e mtro
duc1endo en ella los factore<; correctivos impuestos por el 1mprev1sto
desarrollo de los acontcc1m1entos
..Ja
Pero he aqu1 que la mterpretac1on paulina del tiempo que sigue a
la resurrecc1on como breve etado 111te1 medw se v10 desautonzada
de nuevo por la dilac1on tndefirnda de la parus1a Ld generac1on de
los santos del ultimo d1a no sobrev1v10 a tan prolongado aplazamien to
La cns1s resultante y su pnmcros ensayos de <>ol uc1on aparecen ya
segun Werner, en los cscntos tard tos del N uevo Testamento y van
a determ rnar los sucesivos desarrollos y metamorfosis de la doc tnna
cristiana 1 7
0Que decir de esta teona ) Ante todo, debe reconocersele el me
nto de haber recuperado para la exegets y la teologia de su tiempo
la densidad escatolog1ca del mensaje de Jeus sobre el remo Dicho
lo cual, cabe añadir que la h1potes1s de Schwe1tzer es cuest10nable
mas desde la cnstologia que desde la propia escatolog1a Efectiva
mente, solo sena valida s1 entre el Bautista y Jesus no ex1st1era cesu
ra, smo cont mu1dad, s1 tamb1en Jeus, como J uan, pertenece a fin de
cuentas al Antiguo Testamento Pero con ello el propio Jesus es re
sueltamente degradado a ep1gono de un profetismo ayuno ya de toda
autentica noveddd El Evangelio deviene, o bien una variante mas de
la monotona melopea apocaltptlca que resonaba en Palestma dede
hacia casi dos siglos, o bien (st se ensaya una operac1on-rescate de
su ongrnalidad) ha de ser leido como un medito ('J) cod1go et1co
Todo lo cual postula ademas la amputac1on de los mdtenales que
acabamos de mventanar, tras haber em1t1do <>obre cada uno de
ello<> un veredicto de mautent1c1dad, tan rnclemente como gratuito
En ngor, y como Cullmann ha observado, st la sustancia del
mensaJe cnst1ano -y la et1ca mherente a tal sustancia-radica en el
anuncio de un remo de Otos mmmente, no se comprende muy bien
que validez cabe reconocer todavia al Nuevo Testamento en general
y al mensaje de Jesus en particular De las premisas exegettcas de la
escuela de Schwe1tzer «debena sacarse propiamente la concluston
de que toda la doctnna de Jesus se mantiene y cae JUnto con la
con v1cc1on de la prox1m1dad de la parusta , y por cons1gu1ente
hay que abandonarla» 18
Ast pues, la 111terpretac1on de Schwe1tzer resulta, vista en su con
JUnto, dec1d1damente arb1trana, el esplendor de su escuela pertenece
7 Sobre la problemat1ca de una «e'ipera prox1ma>> de la parus1<1 tal y como >e

refleja en las fuentes neotestamentanas se volvera ma> adelanll. en e;,te capitulo


'" CuLL MA'i'i 32 quien ;,enala a cont111uac1on -;ardomcamente que a esta teona
le cuadrana mejor el apelativo de «tnconsecuente» Lo m1'imo opma GRA'5íR 45
«die

konsequente Eschatolog1e (t'il) tatsachhch mcht kon>Lquent gebhcben »


C3 la escatologia del Nuevo Te5tamento 95

hoy al pasado de la exegests neotestamentana Srn emb<lrgo hay algo en esa teona
que responde a una realidad el anuncio del remo hecho por Jesus no se agota en la
afirrnac1on de su actual pre<>encta

lI FUTURO DEL REINO EN CRISTO EL Sl::.NOR

La peculiar 1dent1ficac1on de Jesus con el remo no ha 1mped1do,


parado11camente, un no menos peculiar d1stanc1am1ento repecto al mismo Es
cierto, en efecto, que el remo esta ya enclavado en el corazon de la h1stona, por
virtud de la propia persona de Jesus, con su mensaje y sus acc10nes Y sm
embargo hay todav1a una d1men s1on futura para esa realidad presente y operante
su c onsumauon ha de 1eservarse al pon enu 19

El todavía no del reino

Qmza la clave de esta msoltta d1astas1s (presente-futuro del es chaton en y


por la persona de Jesus) estnbe en el titulo Hijo del hombre El texto de Dan
7, l 3ss dispensa a esta expres1on titular un mfals1ficable caracter escatolog1co,
asoCJando a su SUJeto con los acontec1m1entos finales Parece sumamente
probable que Jesus se aprop10 el titulo, usandolo como su autodes1gnac10n mas
frecuente 20 Pero en su ut1hzac10n se alza de nuevo la cunosa dtasta:,1s presente
futuro s1 el Jesus terreno es ya el H tJO del hombre -y por tanto el remo ha
penetrado en la h1stona-, lo es ahora en una cond1c10n de abaJam1ento,
1mpotenc1a, ignorancia Este H1Jo del hombre «no tiene donde reclmar su cabeza»
(Mt 8,20), es «comlion y borracho, amigo de publicanos y pecadores» (Mt 1 1
,19), en fin (lo que resulta mas sorprendente), desconoce «el dta aquel y la
hora» (Me 13,32)
Sm embargo, ese mismo HIJO del hombre protagomzara la fun c10n de su
homommo en Dan 7 «veran vemr al HIJO del hombre entre nubes, con gran poder
y glona» (Me 13,26) En el celebre lo g1on de Me 8,38 («qmen se averguence de
m1 , tamb1en el Hl)O del hombre se avergonzara de el »), la suerte final de los
sometidos a JUICIO depende en tan estrecha medida de su actitud frente a Jesus
que la umca exphcac1on razonable del logwn es la que supone una
19
ZEDDA 1 213 225, CULLMANN, 223 226, SCHNACKENBUR( Rezno 145 195
J GNtLKA Jerns de Nazaret Mema1e e hmona (Barcelona 1993) l 72ss
'º Cl LLMANN, Chrmo/ogte du Nouveau Testament (Neuchatel 1966), 131 134,
ScttNACKENBURC., Remo 149ss Para el debate acerca del titulo cf R H Fu LLER Fundamento de
la cnstologia neotestamentana (Madnd 1979), 42 53 131 138 con abundante b1bhografia
96 P.! Escatología bíblzca C3 la ncatología del Nuevo Telf amento 97

real identidad entre éste y el Hijo del hombre. Sólo que la condición A esa consumación futura del reino correspoden, además del J ui
presente de Jesús no manifiesta aún tal identidad, que ha de quedar cio, los elementos que integran la salvación en su figura defi111t1va:
custodiada por el secreto mesiánico 21 • La versión de Mt 10,32s resurrección y retribución eterna. De la resurrección Jesús habla ra
(«quien se declare por mí..., yo también me declararé por él») con ramente, pero su polémica con los saduceos ( Me 1 2, 1 8-27) m uestra
firma cuanto acaba de apuntarse. la convicción con que ha tomado partido en u na cuestión todavía
Así pues, la identificación de Jesús con el Hijo del hombre es disputada entre sus coetáneos. M uy n umerosas, en cambio, son las
dinámica, no estática; en su situación presente no se evidencia toda indicaciones sobre el estado definitivo de buenos y malos. Las imá
vía palmariamente dicha identificación. Con otras palabras: la veni genes del convite mesiánico ( Mt 22, 1-1O; Le 14, 16.24; Mt 8, 1 1 s),
da del Hijo del hombre profetizada por Daniel se desdobla en dos de la vida en su sentido escatológico ( Me 9,43-48; 10,30; cf. en este
etapas; conoce una manifestación kenótica («el Hijo del hombre ha texto el acoplamiento de los conceptos «siglo futuro»-«v1da eter
venido ...») y conocerá una manifestación mayestática («el Hijo del na»), de la gehena ( Mt 5,22; Me 9,43ss), ratifican los ú ltimos desa
hombre vendrá ...»). Correlativamente, el reino experimenta también rrollos de la doctrina de la retn buc1ón en el Antiguo Testamento,
un despliegue en dos tiempos: «está entre vosotros» (Le 17,21) ya que veían en la comu111ón de la vida divina (o en una defi111t1 va ex
ahora y se consumará en el porvenir. comunión) el término de la existencia terrena.
Se entiende así que el lema inaugural de Jesús, transmitido en Todas estas ideas, estrictamente escatológicas, ocupan un lugar
Me 1,15, advierta que «el reino de Dios está cerca» (y no «ha tan destacado -cualitativa y cuantitativamente- en la predicación
llega do»); el verbo engh1dsein, en efecto, ha de traducirse por de Jesús que no se ve cómo pueda impugnarse su autenticidad sin
«acercar se», y no por «llegan> 22 ; el cotejo con el doble de Me cuestionar automáticamente la consistencia de dicha predicación 2 !>.
1,15 en Mt 3,2 es resolutivo, pues ciertamente Mateo no pensó A la teología del remo propia de Jesús pertenece la dimensión futura
que el reino había venido con el Bautista. del mismo, entrañada en el juicio, la resmTección, los premios y lo
Se comprende también que Jesús ore, y enseñe a orar a sus dis castigos; sin ella el carácter salvífico de la presencia actual del remo
cípulos, por la venida del reino (Mt 6, 1O=Lc 11,2), participando así resulta dificilmente exphcable y convincente.
de una expectación que se refleja con frecuencia en las fórmulas Queda todavía por decir una palabra sobre las parábolas de vigi
oracionales de la piedad judía del tiempo 23 . En realidad, «el padre lancia. Su autenticidad ha sido puesta en duda, sobre todo por Ch.
nuestro está marcado escatológicamente en toda su estructura» 24, y Dodd (a quien nos refenremos más adelante), por razones que no
la petición de la basileía ocupa en él un lugar central. siempre tienen que ver con la exégesis, y sí con una opción sistemá
Aunque se pueda discutir que se remonte a Jesús el vocabulario tica previa. Le 12,36-38 llama por dos veces «dichosos» a los sier
de los dos siglos (o eones), que aparece en textos como Mt 12,32, vos que velan cuando su señor regresa; el término makários pertene
Le 20,34, Me 10,30 y paralelos, no hay por qué dudar que ce al vocabulario convencional que describe la vida eterna, con lo
también él esperó una «consumación del siglo (presente)». La que la exhortación a la vigilancia cobra un ineliminable matiz de
parábola de la cizaña (Mt 13,24ss.36ss) implica en su lógica escatología futurista 27 .
interna la remisión a un futuro juicio-crisis que discrimine Los dos versos siguientes (Le 12,39-40) contienen una breve pará
irrevocablemente a buenos y malos, acabando así con la bola, procedente de la fuente Q. que encarece la incerteza de la hora
promiscuidad entre unos y otros que se registra en el siglo presente final con la mesperada (y escandalosa) imagen del ladrón, que encuen
25
. tra eco en otros lugares del Nuevo Testamento (1 Tes 5,2.4; 2 Pe 3, 10;
21
Ap 3,3; 16,15). Semejante popularidad indicaría que la imagen era co
CuLLMANN, Chnstologie . 135 y nota 3, S(HNAC KENBURc,, Remo . 1 53; nocida por la comunidad como proveniente del mismo Jesús; sólo eso
Mo LLAT, l 348ss.
22
V. TAYLOR, Evangelio vegún San Marcos (Madrid 1980), 18 lss, CuLLMANN, autorizaría el uso de tan atrevido recurso estilístico 28•
La historia , 223, SCHNACKENBURc,, Remo , 126s; TREVJJANO, Comienzo . 227,
WG 26
Cu1 l MANN, La h1stona . 224
KuMMEL, Verhe1ssung und Erfullung Untersuchungen zur e1chato/oglSl hen 27
Se HNAL KFNIJURC,, Reino . 224 Que el v 38 sea ad1c1ón del evangehsta ya
Verkün digung Jesu (Zünch 1956) (3 ª ed ), 13ss parece menos improbable, y respondería a una conocida tendencia de su evangeho, cf
21
JEREMIAS, Abba . 2 l 5ss H CoNzELMANN, Die Milte der Ze1t Stud1en zur Theolog1e de1 Lukm (Ttibmgen
24
ÜNILKA, Jesús .., 174. 1 965) (5 ·• ed.), 99, Pero la onentacwn futumta de la parábola no pende de dicho
25
M. DE GornT, «L'exphcat10n de la parabole de l '1vra1e (Mt XIIl,36-43); créat10n verso
matthéenne ou abou!Jssement d'une h1stolfe httéralfe?», en RevB1bl (1959), 32-54; 28
FITLMYER, 475-481, concluye su comentano a la entera ecc10n (Le 1 2,35-46)
GNILKA, Jesús ' 181s
98 PI Eswtologza bzblzca C3 La escatologza del Nuevo Te5tamento 99

Una parábola de v1g1lancia propia de Mateo es la de las diez de una deformación del mensaje ongmal de Jesús o de una mala
virgenes (25,1 -12) De nuevo se trata de mculcar la necesidad de la mtelecc1ón de algunas expres10nes suyas que, s1 contenian futuros
actitud de expectación ante el evento escatológ1co, toda vez que no gramaticales, era solo con una mtenc1ón s1mbolica En reahdad, na
se sabe cuándo se produc1ra, s1 más pronto o más tarde La parábola da se opondría a una concepc1ón de la h1stona como proceso mdefi
ilustra, por tanto, el lóg10n sobre la mcerteza de la hora («v1g1lad nidamente abierto «un final absoluto de la h1stona, tanto s1 se le
porque no sabéis »), tan reiterado en la trad1c1ón smóptlca, no se ve concibe próxima como tardíamente futuro, no es más que una fic
por qué su autoría no pueda retrotraerse al prop10 Jesus 29, qmen ción diseñada para expresar la realidad de la teología dentro de la
habría redoblado sus esfuerzos por mculcar en sus discípulos el tem h1stona» 32
ple de tensión expectante con que debenan aguardar el futuro de la La comunidad pnm1t1va -prosigue Dodd- es la responsable de
salvac1on consumada esta escatología futunsta, hacia la que habría sido impulsada por el
En resumen, pues, la reahdad 1eino, ya implantada en el ahora impacto que en ella produjeron los acontec1m1entos pascuales El
del mm1steno de Jesús, está abierta, mconclusa, la promesa se ha cuarto evangeho, en camb10, vuelve a manifestar el presentismo es
cumplido 111coat1vamente, no acabadamente Su consumador será catolog1co ongmal de la pred1cac1ón de Jesus, en el tenemos la ex
su implantador el Jesús Siervo se revelará como el Cnsto Señor y, a pos1c1ón más fiable y penetrante -al decir de nuestro autor- de su
la vez, desvelara las d1mens10nes totales y definitivas del remo La sentido esencial
es catologza deviene así func10n de la cristología En la lógica de El maestro de Nazaret, en efecto, habría anunciado, ya desde el
la encamación del Verbo queda 1mphcada la necesana mismo comienzo de su vida púbhca, la llegada del remo (en Me
temporahzac1ón y penod1zac1ón del éschaton (puesto que el Verbo 1,15, énghzken debe traducirse por «llegan>, no por «acercarse», sig
es el éschaton) y la no menos necesana escatolog1zac1ón del nificaría lo mismo que el ephthasen de Mt 12,28 y Le 1 1,20) En su
tiempo (puesto que el V erbo-éschaton se ha encamado) Lo vida, muerte y resurrecc10n, D10s habría consumado definitivamente
escatológico se desplaza del final al centro de la h1stona, mas - la revelación y comunicac10n de la salvac10n escatolog1ca, la h1tona
como contrapartida- escatolo g1za el trecho h1stónco que discurre cobra as1 en este punto crucial su nivel supremo, lo que eqmvale a
desde el centro hasta el final 30 . decir que llega de esta forma a su fin, no en el sentido de que haya
tocado una suerte de punto ter m111al, smo en cuanto que el designio
d1vmo se revela y cumple aquí acabadamente
2. ¿Escatología realizada? El perfil del remo proclamado por Jesús como ya pre5.ente y con
sumado se ilustra en las parábolas Algunas de estas, sm embargo,
A la apertura al futuro del remo anunciado por Jesús se opone la han sido modificadas respecto a su mtenc1on ongmal por las preocu
teoría de la «escatología realizada», propuesta por Ch E Dodd 3 I En pac10nes prevalentes en la pnm1t1va comunidad, que 1mpnm10 en
su opm1ón, la idea de que el remo tenga todavía un futuro procede o ellas un marcado sesgo escatolog1zante. Dodd sostiene que su conte
nido ongmano era el remo de D10s ya mtroduc1do por Jesús, qmen
con esta advertencia «lo que realmente no se puede hacer es ehmmar de estas maximas por tanto mterpela a sus oyentes para mcttarlos a tomar postura ante
sobre la vigilancia toda connotac10n de futuro escatologico» la presencia de ese remo Se provoca as1 una cns1s que d1v1de a 105.
29 CuLLMANN, La h15torza , 229;, ScHNACKENBURú, Reino 224, MEI NERT7,
«Die espmtus y que prec1p1tará, en ultima mstanc1a, la muerte de Jesús
Tragweite des Gleichmsses von der zehn Jungfrauen», en VV AA , Synoptlsche Stu La parabola de los viñadores hom1c1das (Me 12, 1-8) es una buena
dzen Festschnft A Wzkenhauser (Munchen 1954), 94 106 ilustrac10n del drama desatado por el adviento del remo y las reac
'º Cut LMANN, Chnst et le temp5 (Neuchiitel 1966) (especialmente las p 86ss) c10nes que suscita, e 1mphca un J UICIO moral sobre la 1tuac10n del
11 Tomos, 92, ha observado con razon que la traduccion correcta de «realized

eschatology» es «escatologia confirmada» El prop10 Dodd (The Inte1pretat10n of the pueblo J udío en el momento en que fue pronunciada 33
Fourth Gospel [Cambndge 1947], 447, nota 1) alude a las sugerencias que le han sido La tesis de Dodd, que en prmc1p10 supuso una saludable reacción
hechas en pro de una designac1on de su leona menos expuesta a eqmvocos De todas a la radical unilateralidad de la propuesta de Schwe1tzer y su escato
formas, y dado que la expres10n «escatologia realizada» se ha generalizado, opto por
seguir empleandola Otras obras del exegeta mgles The ?arables oj the Kingdom logía consecuente, termma mereciendo, de entrada, un reproche aná-
(London 1961) (6 ' ed ) (trad esp Las parabo/a5 del Reino Madnd 1974),
12
The Apostohc Preachtng and lts Developments (London 1944) (trad esp La La pred1caczon 98
pred1cac10n apostohca y sus desarrollos Madnd 1974) Sobrela propuesta global de " Lav pa1abo/a5 caps IV V
Dodd,cf E E Wrn FZORN, «Reahzed Eschatology An Exposit10n of Ch H Dodd's
Thes1s», en EThL ( 1962), 44-62
100 PI E1rntología híhl1w
C 3. La e1catología del Nuevo Testamento 101
logo al que se hizo a ésta: no parece l ícito urdtr la interpretación <le III. PRESENTE-FUTURO: UNA ESCATOLOGIA BI POLAR
un texto sobre la repulsa <le buena parte del mismo (s1 Schweitzer
debía declarar mautént1co:> los materiales presentistas <le la predica Si Jesús predicó un reino que es a la vez presente y futuro, como
ción de Jesús, Dodd ha de hacer lo mismo con los materiales futuns hemos tratado de mostrar en las secciones precedentes, parece obvio
tas). Pero además -como ha notado Griisser 14- re:-, ulta altamente que ambas d1mens10nes pueden componer un cuadro escatológico
improbable que la comunidad se hubiese atrevido a echar mano del coherente e inédito. En realidad. se tiene la sensación de que las
lenguaje futurista para verbaltzar la pascua de Cristo si el propio escuelas de la escatología consecuente y reahzada han llegado a po
Jesús se hubiese opuesto a ese lenguaje. Lo contrano es mucho más siciones antitéticas movidas por la misma convicción: las dos series
probable: porq ue la escatología futurista había sido ya evocada en la de afirmaciones (reino presente-reino futuro) son incompatibles y,
enseñanza del Maestro, los discípulos la emplean como honzonte de por tanto, procede optar en favor de una de ellas; convicción ésta no
comprensión de su pascua. surgida de motivos puramente exegéticos, sino fuertemente mediati
Por otra parte, una escatología que ltquida el todm·ía 110 en favor zada por una opción teológica previa; el caso Bultmann es modélico
del ya propende fatalmente hacia el mdivi<lualtsmo, el intimismo y al respecto 38.
la espiritualización <le sus contenidos. Pues es demasiado evidente La bipolaridad presente-futuro sería, pues, la nota específica de
que ni la humanidad ni la historia ni el mundo material han cobrado una escatología cuya onginalidad reside cabalmente en la tensión
aún su figura definitiva. Si, pues, nada esencial queda por esperar 1 ' entre los dos momentos de la irrupción <le! éschaton. Vuelve a to
esas realidades supramd1viduales quedarán perpetuamente inconcl u marse en consideración, merced a los trabajos de exegetas como Cu
sas; la escatología se ve privada de su vertiente social y cósmica, la llmann, Jeremías, Schnackenburg, Schürmann 39 y otros, que en el
esperanza cristiana es vaciada de toda su eventual carga profética y origen de esta nueva comprensión escatológica estaría la predicación
de su potencial crítico frente a la h1stona in fieri, para dar paso a un de Jesús: «el doble modo de hablar del reino [presente-futuro] es
i nocuo conformismo. característico del Jesús h1stóric0>> 4º.
Que estos pel igros son reales lo muestra la escatología existen En efecto, la yuxtaposición de los dos momentos del reino se
16
cial de Bultmann y de algunos de sus discípulos Aunque discre remonta a su pregón inaugural. Me 1, 15 contiene dos verbos (el ya
.
pante en su onentación del modelo propuesto por Dodd, el teólogo del peplérotai y el todavía no del énghiken) que otorgan al enuncia
alemán viene a coincidir con su colega i nglés en una cierta presen do un cariz paradójico. La presencia del cumplimiento, lejos de
cializac1ón del éschaton y en la repulsa de su futuridad. Pues bien, rela jar la tensión hacia el porvenir, la reactiva. Y viceversa, la
los más resueltos ataques al proyecto bultmaniano proceden hoy de cercanía del futuro confirma la actualidad del cumplimiento 41 ;
las diversas teologías políticas, que ven en ese proyecto el más cate Jesús parece
górico bloqueo al impulso subversivo del Evangel io. En verdad, una
esperanza que ya nada tiene que ver con la historia a acontecer. " CULLMANN, La h11tona . 2 l 5s «como 111vest1gadores protestantes no pretende
mos una exégesis "oficial" y nos sentimos orgullosos de la mulhphc1dad de las 111ter
nada puede decir en y para la historia que está aconteciendo 37. pretac1ones Pero .. debenamos sentm1os por lo menos 111tranqmlos ante el hecho
opresor de que hoy en día, muchas veces con los mismo;, métodos, una escuela, en
" O c . 69-72 virtud de "cmdadosos anáhs1,'', con;,1dera como construcciones de la comu111dad las
" Nada e1enual. también Dodd cuenta con acontec11rnentos que tendran lugar en afirmac10nes pre;,enhstas de Jesús, y la otra las afirmac10nes futunstas» Merecen ser
el porvemr (a;,í lo admite lealmente Cullmann, La h11tona 41 1 . nota 14) Mas. -;egun leída;, con atenc10n la p 21 1 -217, que hablan de las parcialidades en que puede
el. tales acontec1m1ento;, e;,tan ayunos de 111teres teológico 111curnr una exégesis aparentemente «Objetiva», pero en realidad lastrada por
16
Vid. expos1c1on y b1bhografia en R111 DE LA PF'< "· La 011 a d1111e1111on E 1rn10- preocupac10nes 1deológ1cas Vid la m1 ma crítica a una exégesis u111lateral en
logía cmtwna (Santander 1994) (5 ·' ed ). 30-33, 1 1 5-1 19 KuMMEI . «Futunsche und pra,ent1sche Eschatolog1e 1m altesten Urchnstentum», en
17
D SoLLE, Teologw polít1rn (Salamanca 1972). 52s;,, J MoL r\1ANN, E1pe1 a11::.a 1 NTSt ( 1959), 1 13-126
plani ficauón del futw o (Salamanca 1971 ), 406-409, I D . Teología de la e1pe1 a11::.a 19
H Se HURMANr-., Trad1twnsge1c /11chthche Untenuchungen zu den svnopt1 schen
(Salamanca 1 969), 78-89, M N CDO'<C FL 1 E, «Bultmann ou l '111d1v1duah-;me e-;chatolo Evangehen (Dusseldorf 1968), 13-35 («Das hermeneut1sche Hauptproblem der Ver
g1que)), en EThL (1961 ), 579-596, D W1F DFRKEHR, Pe11peÁliven de1 E1c hatolog1e kund1gung Jesm>). ID , Unprung und Gestalt Erórterungen und Be1mnungen zum
(E111s1edeln 1974), 86'. Neuen Te1tament (Dusseldorf 1 970), 279-298 («Eschatolog1e und L1ebensd1enst 111 der
Verkund1gung Jesm>)
40 P HoHMANN, «Eschatolog1e und Fnedenshandeln in der Je,usuberheferung», en

E1chatolog1e und Fnedenshandeln, 120 GNILKA (Je\U s , 186) piensa lo mismo «ha
brá que considerar precisamente esa entreverac1ón [de presente y futuro] como carac
tenst1ca de la pred1cac1ón de Jeus acerca de la ba1ileía».
41
Se HNAC KFNIJIJRC., Remo . 127
1 02 PI Escatología bíbllca
C.3. la ecatología del Nuevo Tfitamento 103
poseer Ja certidubre de que el rein? va a venir porque tiene con
ciencia de que el tiempo se ha cumplido. de la espera y la seguridad del buen final, garantizado por la propia
Las llamadas parábolas de crecimiento 42 contenidas en Me 4 y y actual virtud de la sem illa misma. Más claramente aún que en la
Mt 13 corroboran esta mterpretac1ón, al ilustrar con nitidez la simul parábola del sembrador, asoma aquí la tensión entre lo ya dado y lo
taneidad presente-futuro del reino escatológico anunciado por Je por venir, junto con el temple de tranquila serenidad frente al futuro,
sús 43. De ellas, la del sembrador y la del grano de mostaza son basada en lo existente ahora.
comunes a ambos evangelistas. En la parábola del sembrador (Me La parábola de la cizaña (propia, con la de la red, de Mateo :
4,3-8 = Mt 13,3-8; cf. Le 8,5-8), y prescindiendo de la exégesis que 1 3,24-30 ; 47-50) carga el acento sobre el estadio escatológico del
\os evangelistas atribuyen al propio Jesús 44 , por una parte se magni rei no; de ahí que la hayamos situado antes entre la serie de enuncia
fica hiperbólicamente la abundancia del fruto allí donde la semilla dos futuristas 47 . Pero «tampoco hay que olvidar que en ella se ha
cayó en buena tierra, lo que sólo puede entenderse del reino de Dios bla de un crecimiento» (v.30): el reino del mal tiene, ya ahora, su
consumado. Por otra, empero, el símil de la semilla no sólo significa con trapartida en el reino de Dios, aunque la discriminación se
el contraste de esa plenitud final con la pequeñez inicial ; la lógica de difiera hasta la siega 48 .
\a imagen exige que los oyentes piensen en un crecimiento; la idea La misma tensión entre el y a y el todavía no, presente como leit
del desarrollo se confirma con la minuciosa ilustración de los casos motiv común en estas parábolas de creci miento, aparece otra vez en
en que la semilla no llegó a su estadio final de plenitud . el lógion ya comentado de Me 8,38. El juicio, que l l evará a cabo el
La parábola tiene, pues, su nudo en la descripción del proceso de Hijo del hombre al final de los tiempos, se basa en u n juicio que se
instauración del reino, que va desde su implantación actual hasta su está produciendo ahora en la actitud de los hombres frente a Jesús.
plenitud final, a través de un crecimiento sujeto a variadas vicisitu Ambos juicios, el presente y el futuro, no se excl uyen , sino que se
des. La certeza del triunfo final del reino, pese a las contingencias coimplican. De modo análogo, en Mt 25,31 ss la discriminación es
adversas, radica en la realidad de su presencia: el todavía no se apo catológica sanciona la condición de «benditos» o «malditos» que los
ya en el ya. Es evidente que la parábola contenía, en la intención de hombres han adquirido en el presente de sus relaciones mterpersona
Jesús, una vigorosa intimación a la decisión ahora, como señala cer les 49 . Por lo demás, en Mt 25, 37-40 emerge la convicción de que la
teramente Dodd. Mas las consecuencias de tal decisión se manifes comunidad escatológica se está fraguando ahora, no sólo en la per
tarán en el futuro, puesto que obviamente todavía «no es visible la sona de Jesús, sino en las de sus discípulos, por cuanto éstos lo re
plenitud de frutos» 45. presentan hasta el punto de que el propio Jesús se identi fica con
La parábola del grano de mostaza (Me 4,30-32) está asociada en ellos: «lo que a éstos hicisteis ..., a mí me lo hicisteis» .
Q a la de la levadura (Mt 13,31-33 = Le 13, 18-2l ). Ambas ejempli Resumiendo: la escatología de los sinópticos 50 fusiona las dos
fican la misma tesis de la parábola del sembrador: la continuidad series de enunciados escatológicos en un cuadro un itario, en el que
entre un comienzo real, si bien modesto, y un final espléndido en su se articulan, como componentes esenciales y m utuamente referidos,
plenitud: «una continuidad tal como existe entre la siembra y la co la presencialidad y la futuridad del reino de Dios.
secha» 46 . Propia de Marcos es la parábola de la semilla que crece
por sí misma (Me 4,26-28). El símil de la siega certifica, como es "' Se HNAC KENllLR c,, Re1110 , 141 . e:,ta para bola «tiene una contextura mucho
sabido, su índole escatológica. Hasta ese momento la semilla va ma ma-; escatolog1ca» (que las anteriores) Cf. el artículo ya citado de Goedt
"' Srnr-A< KFN BURc,, Remo . 141. Sobre estas parabolas de crcc1m1ento, vid N A
durando y la parábola enfatiza en la actitud del labrador la necesidad DA 111 , «The Parables of Growth », en Studta Theo/og1ca ( 1 951 ), 132-166, quien
ms1:,te en retener como nucleo doctrinal el de un de:,arrollo tempora l del re1110 Vid
•' Que para Dodd serían más bien parábolas de la crisis que Ja llegada del remo ha tamb1en la magnifica lectura que del entero cap 13 ofrece B Gf RllARDS, OH .
desencaden ado (La1 parábo/a1 , cap VI). «The9 Seven Para bles 111 Matthew XIII», en NTS1 ( 1972-73), 1 6-37
"' Vid. las diversas lecturas en Se HNACKENBURc., Remo . 1 32-1 44 , GR,,.,SFR, 64s, " CL u MANI\, La h11to1 ta , 224:, Volveremos ;obre ete punto en el prox1mo
GNILKA, Jesú.1 ., 177-186 capítulo
44 Según común apreciación de la exégesis, « la mterpretac1ón de la parabola del
"' Hemos segmdo Jo, textos de Me y Mt. Que Luca:, propugne ee m1:,rno e"oquema
sembrador pertenece a la Iglesia pmmt1va» (JERF MIA , La\ pm ábola1 de Je.1us [Estella es conv1cc1ón común de la exége;1>, :,ea de la e:,cuela que sea, v1d Co,zn 'v!A''·o.e.,
1970], 97). para quien e> Justamente el tercer evangeh-;ta el creador de esta e;catolog1a bipolar , en
" SC HNACKéNBURCo, Reino ' 1 35, GNILKA, Je.1111 ' l 79s. el marco de una penodt auón de la l11luna salv1 tica.
"" Se HNACKCNBURc,, Reino . 140; GMLKA, Je 1ú1 . l 80s, cf O Kus. «Zum
Smn gehalt des Doppelgle1chmsses vom Senfkom und Sauerte1g», en Bthl ( 1959), 641
-653.
104 PI E'catología bíbllca C3 La escatología del Nuevo Te'tamento 105

IV. LA ESCATOLOGIA EN PABLO Y JUAN cielo, de donde esperamos como salvador al St:ñor Jt:sús» (Flp
3,20s); «nos mueve el Espíritu a aguardar por la fe los bienes espe
¿Participan los restantes escritos del Nuevo Testamento de esta rados por la justicia» (Gál 5,5). De esta espera participan no sólo los
concepción bipolar de la escatología? Examinemos la doctrina al seres humanos, l'>ino también el universo material (Rom 8,20-22) 52 ;
respecto de los dos autores más significativos: Pablo y Juan. todo lo creado, en efecto, será consumado «el día del Señor», es
decir, en la parusía o revelación de Cristo 5 \ cuando tendrá lugar la
resurrección ( 1 Cor 15,51s.; 1 Tes 4, 14-17), el juicio (2 Cor 5, 1O),
1. La versión paulina del ya-todavía no y la historia llegará a su fin ( 1 Cor 15, 24-28).
Schnackenburg 54 advierte -frente a los partidarios de una
Para Pablo 51 no ofrece duda el que con Cristo se ha hecho pre esca tología realizada- que esta esperanza en la parusía no puede
sente «la plenitud del tiempo» (Gál 4,4; cf. Ef 1,10: «la plemtud de expli carse recurriendo a un influjo de la apocalíptica judía del
los tiempos»), esto es, del curso de momentos cruciales en los que siglo 1. Pues tal esperanza aparece en los más antiguos escritos
Dios actúa señaladamente. Este carácter resolutivo del hecho Cnsto paulinos: 1 Tes y 1 Cor. En esta carta, además del cap.15, ya
se pone de manifiesto en una contraposición adverbial sumamente citado, es deci sivo el texto de 16,22; la expresión maranatha
ilustrativa: «entonces» (o «en otro tiempo»)/«ahora». «En otro tiem «hunde sus raíces en la Iglesia palestina de habla aramea». Así
po, cuando no conocíais a Dios... Ahora que habéis conocido a pues, y por lo que atañe a Pablo, la esperanza parusíaca no es
Dios...» (Gál 4,8s); «cuando erais esclavos del pecado... ¿qué frutos creación suya, sino adopción de una creencia de la primera
cosechasteis entonces? ... Pero ahora, libres de pecado ...» (Rom 6,20- comunidad 55 .
22); «en otro tiempo fuisteis tinieblas, ahora s01s luw (Ef 5,8); etc. La aseveración simultánea del presente y el futuro de la salva
El ahora se emplea también masivamente en solitario: Dios ha mos ción no debe ser entendida como mera yuxtaposición de ambos mo
trado su justicia salvífica en el ahora del tiempo presente (Rom mentos. Los bienes salvíficos se poseen en la dialéctica del ya y el
3,21 .26); «ahora es el tiempo favorable, ahora es el día de la salva todavía no; el cristiano no camina «según la carne», aunque viva
ción» (2 Cor 6,2); ahora hemos obtenido la reconciliación (Rom aún «en la carne» (2 Cor 10,3; Gál 2,20; Flp 1,22); posee el Espíritu,
5, 1 1), ha sido abrogada la ley (Rom 7,6), se ha revelado el misterio mas como arrabón (arras: 2 Cor 1,22; 5,5) o aparché (primicias:
de la salvación (Rom 16,26; Ef 3,5; Col 1,26). Con entera lógica, el Rom 8,23) de la existencia espiritual propia del éschaton. Por eso
uso reiterativo del adverbio ahora induce el del adjetivo nuevo: vida puede el Apóstol escribir que «ya no os falta ningún don de gracia
nueva (Rom 6,4), nueva creación (2 Cor 5, 17; Gál 6, 15), hombre [presente] a los que esperáis [futuro] la revelación de nuestro Señor
nuevo (Col 3, 1O), pues «lo viejo pasó, todo es nuevo» (2 Cor 5, 17). Jesucristo» (! Cor 1 ,7), o que «quien imció en vosotros la buena
¿Significa todo esto que la esperanza ya no tiene objeto? Nada obra [presente}, la irá consumando [futuro} hasta el día de Cnsto
más lejos de la mente del Apóstol. Las categorías que giran en tomo Jesús» (Flp 1,6).
a la órbita de la idea de expectación ocupan un lugar A la vista de estos datos, parece lícito concluir que, al igual
importantísimo en el corpus paulino. En la más antigua de sus que en los sinópticos, se da en Pablo la típica fusión de
cartas, Pablo describe la condición cristiana con sólo dos rasgos: elementos pre sentistas y futuristas, articulados -importa mucho
«servir al Dios vivo y verdadero y esperar a su Hijo Jesús, que ha destacarlo- en torno a la persona de Cristo 56, sin que ninguno
de venir de los cielos» (! Tes l ,9s). Esta caracterización del de ellos pueda ads cnbirse a una determinada etapa del
cristiano como «esperante» se mantendrá a lo largo de todos los pensamiento pauhno, puesto que ambos se encuentran desde 1
escritos: «somos ciudadanos del Tes hasta Flp 57.
'' Vid M Goc. 1 , «Le caractere a la fms actuel et futur du salut dam, la theolog1e
'' A V1 RD, «Expectat10 creaturae (Rom 8.19-22)», en RevBihl ( 1952), 337-354.
pau hmenne», en VV AA , The Background of the New Te1tament and 1t>
" Vid el próximo capitulo
E1chatologv (Cambndge 1964), 322-341, P STUHLMAC HfR, «Erwagungen zum '" Remo . 252s.
Problem von Ge genwart und Zukunft m der paulm1schen Echatolog1e», en ZThK " Sobre el mmanatha. cf Ct11 LM l\I\, Chn1tolog1e 1 80-186
(l967), 423-450, THVIJANO, «La evolución de la ecatologia paulma», en
'Ó «La escatología paul ma está determinada por completo cnstolog1camente, mien
Carthaginensw (1996). 125- 153, S S SMAI LEY, «The Delay of thc Parous1e», en
tras que la cnstologia paul ma !>e sirve a menudo de categona' e!>catolog1cas» U.
JBL ( 1964), 41 -54 (p 47-51);
MFI NERTZ, Teología , 470-483, CuLLMANN, La h1>tona , 227-297; ZFDDA, 11, 33-57, Lu1,
«E!>chatolog1e und Fnedenshandeln be1 Paulus», en E1l hatologie und F1 1eden1han
80s!>, Se HEI Kl E, 713-724, LoM, 53-64, Se HNAC HNBURG, El menm¡e moral del
Nuevo Te1tamento 1 (Barcelona 1989), 207-214. deln, 156
7
' Kl'MMf L, «Futunsche », 122;, , SM LLEY, 52-54, Gm,L El , 339-341
106 PI fawto/ogía hihlica C3 la escatología del Nuevo Te5tamento 107

2. ¿Presentismo en J uan? Boismard 59 como referencia a la venida al fin de los tiempos, dado
su parentesco con 1 Tes 4,17.
El equi l ibrio entre los dos momentos en que se despliega lo esca Descartar esos textos futuristas 60, con el expeditivo recurso a un
tológico, según l os materiales examinados ahora, parece romperse «redactor eclesiástico» que los habría interpolado 61 , es a todas luces
en el cuarto evangel io a favor del presente 58 . No en vano Dodd ve un procedimiento interesado y arbitrario 62 . De otro lado, sostener su
en Juan el testimonio genui no de la visión escatológica de Jesús. El autenticidad no equivale a conferirles la misma importancia que el
ahora que ya encontráramos en los escntos paulinos cobra en el úl evangelista adjudica a los textos presentistas 61. Estos conservan su
timo evangelio un rango hegemónico. No sólo la vida eterna se po primacía y contribuyen así a ratificar la originalidad de Juan frente a
see ya ahora por la fe (3,15-16.36; 5,21.24.40; 1 1 , 25s; 17,3; etc.), los sinópticos y Pablo.
sino que acontecimientos tan típicos del término de la historia como En todo caso, y como señala Fernández Ramos, puede decirse
la parusía ( 14,3 .18-20), la resurrección (5,25; l l ,24s) y el juicio que para Juan «el fin ya es presente, pero este presente no es el fin»;
(3, 18; 12,31 ) parecen anticiparse en ese ahora. Las referencias a la que se ha puesto sordina a la escatología futurista, pero «no se ha
esperanza, tan abundantes en Pablo, desaparecen espectacularmente renunciado al futuro de la escatología». En suma, la acentuación pre
en Juan, hasta el punto de que el té1mino m ismo (elpís) se encontra valente del ya no induce la abolición del todavía no. El evangelista
ría sólo una vez en el cOJ pus joánico ( 1 Jn 3,3: «quien tiene esta opera una saludable desmitificación de las representaciones apoca
esperanza en él...»). lípticas, relativizando su importancia para la escatología cristiana.
Sin embargo no son éstos los únicos datos recabables de dicho Pero sería excesivo atribuir una destemporalización del éschaton a
corpus. La primera carta de Juan, aun estipulando que «es la última quien, entre todos los autores del Nuevo Testamento, más se ha
hora» (2, 18), recupera enfáticamente la dimensión estrictamente fu preocupado por salvaguardar la verdad cristiana de la salvación en la
tura del éschaton. En 2,2 se habla inequívocamente de la parusía carne contra toda ideología antihistórica y espiritualista.
como de algo por venir; en 4, 1 7 e exhorta a los cristianos· para que
tengan confianza en el día del juicio; se ha citado ya 3,3, donde
aparece el térmi no esperanza. Sobremanera importante es 3, 1 -2, V. SOBRE LA ESPERA PROXIMA DE LA PARUSIA
porque representa una clarísima form ulación de la dialéctica ya-to
davía no: ya somos hijos de Dios, mas todavía no se ha manifestado El problema de la proximidad de la parusía, puesto sobre la mesa
lo que seremos. Aunque el autor de la carta no sea el mismo del por la escuela de la escatología consecuente, es una de las más em
evangelio, su dependencia respecto a éste es general mente reconoci brolladas cuestiones de la exégesis neotestamentaria. Quien se aso
da. ¿Es verosímil que dicho autor pretenda con-eg1r -o contrade ma a la bibliografía pertinente 64 no puede atajar una sensación de
cir- a su maestro en lo referente a la escatología?
59
Por lo demás, en el mismo cuarto evangel io la escatología futu A.e , 522s ; cf. J BE<..K ER, Auferstehung der Talen un Unhnstenlum (Stuttgart
rista emerge en varios pasajes, y atañe a la vida eterna ( 14,2 ). a la 1976), 1 17-1 1 9, 141.
60
Incrustados a menudo den/ro de las m1mas secuones parusía presente/futura
resun-ección (5,29; 6,39.40.44.54) y al juicio ( 1 2,8), es decir, a aque en 14,18-19 y 14,3, resurrección presente/futura en 5,25 y 29. En cuanto al Ju1c10, su
llos acontecimientos que otros textos anterio1mente citados emplaza ser presente y futuro 'e afirma en dos secc10nes d1stmtas (3, 1 8 y 1 2,48 respectivamen
ban en el ahora de la decisión por Jesús. Jn 14,3 es interpretado por te), pero construidas en nguroso paralelismo Bo1smard 507-514.
61
Como hace BULTMANN, Das Evangelmm des Johannes (Gi>ttmgen 1962) ( 17 •
ed ), 162, 174, l 96s, 262, nota 7; cf. ID , Creery comprender 1 (Madnd 1 974), 121-136
'" Sobre la escatolog1a del wrpu1 JOánico, vid ZrnDA, 11, 297-426, St 111-1 K I r . («La escatología del evangelio de Juan»)
724-727, StH'\IAt K F-'\lll uR<,, Reino , 256-260; I D , «El pcn<;am1cnto c<ocatologrco en 62
Cf el trabajo de YAN HARrJNc,svELD, vid también f ER NANDFZ RAMOS, 200ss,
el Evangelio de J uan», en El evangelio 1egun San Juan 11 (Barcelona 1980), 523- KuMMEL, Dze Theologze des Neuen Testaments nach semen Hauptzeugen Jesus, Pau
537. Cu1 1 MAN'\!, La h11/ona , 299-323, I D , Etude1 de 1hrnlog1e h1hlique (Neuchatcl lus, Johannes, NT D-Erganzungsrezhe III, 243, 262; J. WANKE, «Die Zukunft des
1 968). 144-1 56; Mr1'\lrnTz, Teología , 540-544, R E BRowN, El evangelw 1egun San Glaubenden Theolog1sche Erwagungen zur JOhanne1schen Eschatolog1e», en Theo/o
Juan 1 (Madnd 1979), 1 33-141, Lnl\A, 71-73, L. \ Al\ H-\R l I M·>-VéLD, Die E1c g1e und Glaube ( 1981), 129-139
hatolog1e de1 Joha111111e1-Evangeliwn1 (Asscn 1962) (con bibliografía): M E 61
Vid en este sentido la crítica de Schnackenburg a Bo1smard, en El evangelw
BrnsMARD. «L'evol u t10n du theme eschatolog1que dans le> trad1t1on> segun San Juan I (Barcelona 1980), 1OOs, y en Cartas de San Juan (Barcelona 1980),
JOhanmque»>. en Rev81hl ( 1961 ). 507-524, P R1u..A, Die E1chatolog1e de1 vierten 79s
Evangel1111111 (lunch 1966), F hR 'IA'\I DFZ RAMOS, «Escatología ex1stenc1al El "" Se tlNACKNll U RG, Re1110 , 179-195; GRASSER , 28ss, 34>>, lo , Das Problem
cuarto evangelio», en Salm ( 1976), 163- 216 der Parus1everzógerung in den synopttschen Evange!ten und tn der Apo1telge chll
hte
108 PI Escatología bíblica C.3. La escatología del Nuevo Tetamento 109

vértigo. El laberinto de pruebas y contrapruebas en tomo a la La autenticidad de estos textos es admitida mayoritariamente por
fiabi hdad de este o aquel texto, la minuciosidad con que se Ja exégesis 67 , así como su sentido; en ellos se refleja diáfanamente
analizan los diversos estratos de la historia redaccional, la la persuasión de un pronto cumplim iento del vaticinio de Dan 7.
sutileza de que se hace gala para ahormar las conclusiones Pero sigue siendo problemático dilucidar qué significaba exactamen
exegéticas a las premisas siste máticas -tácitas o expresas- del te la cercanía del fin en la mente de Jesús y qué papel desempeñaba
investigador de tumo, producen en el lector la impresión de que, tal cercanía (entiéndase como se entienda) en el horizonte global de
una vez más, los árboles no dejan ver el bosque. su concepción escatológica.
¿No sería posible sortear -bien entendido, sm ignorarlo ni des La idea de proximidad de un acontecimiento tiene su traducción
deñarlo-- el debate estnctamente técnico y ganar una perspectiva más obvia en la de cercanía cronológica. Pero no se agota en ésta,
desde la que se esclarezca el conjunto, aunque se nos escape el máxime si la representación apocalíptica del tiempo y la secuencia
deta lle? Al menos vale la pena intentarlo 65. Lo haremos diacrónica que le es propia (eón presente-eón futuro) son desplaza
partiendo del Jesús histórico y pasando luego a los escritos das por otra representación, en la que coexisten sincrónicamente el
apostólicos. mundo viejo y el mundo nuevo, el ocao del eón presente y la aurora
del eón futuro.
Pues bien, ésta era precisamente la concepción escatológica
1 . Jesús y la espera próxima de Jesús. Por eso pudo anunciar con paradójica simultaneidad el
presente y el futuro del reino. Pero es innegable que de este modo
Jesús, que (como ha quedado ya dicho) se identificó con la figura se está relativizando la misma comprensión convencional del tiem
escatológica del Hijo del hombre, parece haber conjeturado su venida po. El ahora de la mupción del rei no conl leva por fuerza u na
en una fecha próxima. «En verdad os digo: no acabaréis de recorrer las aprehensión más cualitativa que cuantitativa de lo temporal. La cua
ciudades de Israel antes que venga el Hijo del hombre» (Mt 10,23); «en lificac1ón del presente como anticipación real del futuro convierte en
verdad os digo: entre los aquí presentes hay algunos que no gustarán la secundana la cuantificación de la distancia que media entre presente
muerte hasta que vean venir con poder el reino de Dios» (Me 9, 1 y futuro.
); Con otras pal abras; es imposi ble hablar de un reino a la vez pre
«...veréis al Hijo del hombre sentado a Ja diestra del poder y venir sente y futuro si no se parte de una captación del presente y el futuro
entre las nubes del cielo» (Me 14,62; cf. Me 13,28-30) 66. cualitativamente distinta a la comúnmente vigente. Jesús bien pudo
(Berlm 1957); JEREMIAS, Teología , 149-170, FEUILLET, «Parousie», 141 1-1414, Lm1
conjeturar como próxima Ja venida del Hijo del hombre; más aún,
FINK, en Greshake-Lohfink, 41-80, ZrnoA, II, 172-192, R. A(,UIRRI:, Remo. paru ia v bien pudo estar persuadido de su proximidad cronológica, partici
decepción (Madnd 1984), J .A S1NT, «Parusie-Erwartung und Parusie-Verzógerung irn pando así de una opinión bastante extendida entre sus contemporá
paulmtsche Bnefcorpus», en ZKTh (1964), 47-79, H Gn·SFN, «Nahcrwartung tm neos. Y sin embargo no sería el elemento puramente cronológico lo
Neuen Testament?», en ThGe (l 987 ), 151-164 especificativo de su anuncio y su persuasión, sino la peculiar y ab-
65 Tal es, de hecho, la opción de no pocos teólogos s1stemáttcos, tanto católicos

como protestantes. Sirvan de ejemplo BLA7QLJEL, 63ss, O Go'IZALFZ DI: CARDEDAi ,


Jevú1 de Nazaret Aprox1mauón a la Cntología (Madnd 1975), 387ss, E BRU1' N FR, La venue du Me111e Memamme et E1l hatolog1e (Bruge> 1962), 149-1 71 :T F
Dav Ewtge ali Zukunft und Gegenwart (Munchen 1965), 140-143, H. TH1Fuc KE, GLA SON, «The Reply to Ca1phas (Mark XIV ,62)», en NTSt ( 1960-61), 88-93 Los
Eencw del hombre (Barcelona 1985), 364-372 (páginas, a mi JUÍcio, entre las má ensayos citados sobre Me 13.30 y 14,62 e ocupan también de Me 9, l
lúcidas y estmrnlante de cuanto se ha esenio sobre el tema), E. JuNGFl , Tod (Stuttgart "' Sea dicho con las debidas cautelas, toda vez que (como >eñala Lona, 49, s1gmen
Berhn 1977) (4_. ed.), 126-131 do a E. Lmnemann) no hay una sola «palabra de Jesús» referida a la proximidad del
"' La bi bliografía sobre estos célebres logia es prácticamente inabarcable Como remo cuya autent1c1dad no 'ea d1scutJda Y a>í A Voc,TLL. «ExegetJsche Erwagungen
onentación general, vid GN ILKA, Jesús , 1 87-190, Se HNA(K ENBURc., Remo . 1 87- uber das Wi»en und Se\bstbewusst>em Jesu», en VV.AA , Gott 111 Welt Fevtgabe K
190; CuLLMANN, La h1vtona . 234-24 l , SCHELKLF, 690ss, GRASSER, Die Naherv.ar Rahner 1 (Freiburg 1.B 1964), 608-667, admite la autenticidad de Me 13.30 (p 652s,),
tung , l 7ss, una recensión de las dtstmtas interpretaciones entre los católicos la ofrece pero atribuye a la comunidad Mt l 0,23 y Me 9, 1 (p 641 -650), GN11 KA, Je1úv . cree
ZrnoA, 1, 31 1-320 Para Mt 10,23, vid J DuPONT, «Vous n'aurez pas achevé les villes improbable que alguno de eso; lógw proceda de Jesus, Lohfink (en Gre;hake-Lohfínk,
d'lsrael avant que le Fil de l'homme ne v1enne», en NT ( 1 958), 228-244, Se f!URMAN1', 41 -50) defiende por el contrario su ongen1csuámco Las cons1deracionc> s1stemat1cas
«Zur Traditlons- und Redakt10nsgeschichte von Mt 10,23», en 81blZem ( 1959), 82-88, sobre la c1enc w de Jesús no tendrían por qué «contaminar» el problema, vid K
Fw1u ET, «Les origines et la sigmfícat10n de Mt 10,23b», en Cath81blQuart ( 196 l ). RAH'IER, «Ponderac1ont::> <.lugmáncas sobre el saber de Cnsto». en ET V, 221 -243 Una
182-198 Para Me 13,30, MEI NERTZ, «"Dieses Geschlecht" im Neuen Testament», en buena monografía sobre la ciencia y conciencia de Cnsto es la de H Riedlinger,
81blZe1ts ( 1957), 283-289; MussN FR, «Christus und das Ende der Welt», en VV AA , Gevchtc hthl hkett und Vollendung de1 Wmem Chnw (Fre1burg 1 B 1966)
Chnsllls vor unv (Frankfurt a M 1966), 12-18. Sobre Me 14,62, FEUILLLf, «Le triom
phe du Fils de l 'homme d'apres la déclaratlon du Christ aux Sanhedntes», en VV AA .
110 P 1 Escatología bíblzca C 3 La escatología del Nuevo Testamento 111
solutamente inédita vivencia que en él se alojaba de la cercanía El lógion errático «no sabéis el día ni la hora» (Mt 24 42· 25 13·
actual de su persona a lo anunciado; cercanía, por así decirlo, más cf. Me 13,33.35.37; Le 12,40), eco inequívoco de Me 13,32,'se iius
óntico-existencial que cronológica. tra con la imprevisible imagen del ladrón (Mt 24,43; Le 12,39), in
Como escribe Jüngel, en Jesús la expresión de una vecindad dudablemente procedente de Jesús; la comunidad no se hubiese atre
tem poral al reino había de ser un modo siempre deficiente de vido (como ya se ha notado) a inventar una comparación tan irreve
verbalizar la experiencia de su vecindad personal; para él, creer en rente como ésta. En fin, esta incerteza tan insistentemente inculcada
la proximi dad de «la venida en poden> era algo más que esperar tiende a despertar la actitud de vigilancia sin desmayo como la acti
en su futuri dad. Si su ser estaba ontológicamente acuñado por el tud específica de la comunidad escatológica.
éschaton hasta el punto de fundirse con él (¡no otra cosa significaría Así pues, Jesús pudo compartir con sus contemporáneos la per
la autodesigna ción «Hijo del hombre»!), entonces -concluye suasión de una parusía cronológicamente próxima. Con todo, difiere
Jüngel- no es lícito interpretar sus sentencias sobre la próxima de ellos en dos puntos decisivos. Su percepción de la proximidad del
parusía según una com prensión del tiempo que, siendo la nuestra, reino trascendía la pura temporalidad cronológica porque, en última
no tiene por qué haber sido la suya. instancia, brotaba de una apreciación del tiempo más en términos
A la luz de estas observaciones deben ponderarse otros textos, cualitativos que cuantitativos. En segundo lugar, la opimón que Je
tan inobjetablemente auténticos como los anteriormente aducidos, sús, desde su saber humano, pudiera tener sobre la extensión del
en los que la relativización del elemento cronológico desemboca en plazo no era una definición autoritativa, pues la única autoridad re
una singular elasticidad del tiempo de espera. Jesús advierte que conocida por él en este asunto era la del Padre; por consiguiente,
Dios puede tanto abreviar como prolongar ésta 68, y ello porque nos había de rechazar como ilegítimos los ensayos de planificar la fecha,
halla mos en una economía de gracia, y no únicamente de juicio. tan del gusto del judaísmo de la época.
Así, de un lado, los discípulos son exhortados a rogar para que se Por lo demás, no hay por qué dudar de que Jesús previó un tiem
acelere el proceso: «venga tu reino». Por otra parte, se les incita a la po intermedio entre la pascua y la parusía. Ya las parábolas del cre
paciencia ante una siempre posible dilación del plazo (Me cimiento postulan el entretiempo: la vida de Jesús es el momento de
13,7.13.21-23). Bre vemente: Jesús sitúa por encima de lo que la siembra, de la puesta en marcha del proceso; se necesita paciencia
puedan ser sus conjeturas el designio del Padre, que acorta para los y perseverancia para disfrutar de su plenitud. La creación de un dis
justos el tiempo de calami dad y alarga para los pecadores el tiempo
cipulado, las instrucciones al mismo sobre sus modos de comporta
de conversión.
miento en el mundo y, sobre todo, la asignación de una tarea misio
Se comprende entonces que cuantas veces se le ha demandado nal a esos discípulos están suponiendo en Jesús la certeza de que el
un pronunciamiento formal y magisterial sobre la fecha de la parusía fin no vendría con su muerte, pues entonces nada de esto tendría
-asunto crucial en el clima apocalíptico que se vivía a la sazón-, sentido. Como no lo tendrían las constantes llamadas a la vigilancia,
Jesús haya rechazado la fijación cronológica del término 69 . «Mas de con la ética escatológica en ella implicada, que constituyen uno de
aquel día y hora, nadie sabe nada, ni los ángeles en el cielo, ni el los rasgos más característicos de la predicación de Jesús 71 •
Hijo, sino sólo el Padre» (Me 13,32); «habiéndole preguntado los
Al mismo resultado -previsión de un tiempo intermedio- nos
fariseos cuándo llegaría el reino de Dios, les respondió: el reino de
conducen los lógia antes citados sobre la proximidad de la parusía;
Dios no viene de acuerdo con observac10nes pronosticables (meta
en ellos se supone al menos el espacio de una generación antes del
parateréseos)» 70.
fin. A este respecto se ha llamado la atención principalmente sobre
68
JEREMIAS, Teología , l 68s.
Me 9, 1 : sólo algunos de la presente generación verán el reino
69
ScHNACKENBURc,, Rezno , 182, Go0u L, «Eschatolog1e et apocalypt1que dans le vi niendo en poder. Ese algunos parece insinuar que Jesús
chnstiamsme pnm1t1fü, en RHR ( 1932), 383 («el pern,am1ento de Jesús ha sido escato conjeturaba el fin en el límite extremo de su generación 72 .
lógico, no ha sido apocalíplico»); GRASSER, Die Naherwartung , 29 («senc11Iamente,
Jesús no era un apocalípt1co»), H BRAUN, lflú. el hombre de Nazaret y su tiempo 71 CuLLMANN, la h1\tona , 244-246, Gl\Jn KA, «Parus1everzogerung und Naher
(Salamanca 1975), 73 («Jesús no qmere instruir sobre el fin mmmente, quiere apelar wartung m der synop!l;chcn Evangehen und m der Apostelgesch1chte», en Cathohca
ante el fin próximo»); etc.
(1959), 277-290 De modo d1stmto opma Grásscr (Die Naherwartung . , 89s, 102-124,
70
Paratéres1s es el vocablo que designa la observación de los astros, el cálculo de 127), quien no nos explica cómo entender entonces la leg1t1m1dad de los orígenes de la
sus revoluciones, cf W BAUER, Gnech1sch-deutches Worterbuchzu den Schnfien de 1
Iglesia y su rad1cac1ón en la persona de Jesús.
NT(Berlm 1988), col 1258 Recuérdese, en fin, Hech 1,7. el conoc1m1ento del momen
to final mcumbe en exclusiva (como en Me 13,32) a la exousía del Padre
72
CULLMANN, la h11tona ' 236
112 P.I. Escatología bíblica
C.3. La escatología del Nuevo Testamento 113
Otros lógia a considerar son el de la unción en Betania («pobres
tendréis siempre con vosotros ...; a mí no me tendréis siempre»: Me misma, podemos añadir ahora, en escritos tan distantes como 1 Tes
14,7) y el del ayuno (los discípulos «ya ayunarán cuando el esposo y Ap confirma sólidamente dicho origen. Por lo demás, el autor de
les sea arrebatado»: Me 2, l 9s). Ambos suponen la prolongación del 2 Tes tiene que atajar una mala inteligencia de la primera carta, se
tiempo más allá de la muerte de Jesús. No hay razones para impug gún la cual «el día del Señor sería inminente» (2 Tes 2,2), y pone en
nar la autenticidad de estos dos pasajes 73. guardia a los fieles para que no se dejen engañar al respecto, pues
Por lo demás, que el entretiempo se haya ampliado más allá de queda aún mucha historia por delante (v.3ss).
lo previsto por Jesús no modifica la estructura de su concepción es c) Pero acaso el dato más relevante sea el contenido en varios
catológica . Salvado un lapso suficiente para que los elementos sus textos tardíos, escritos ciertamente cuando, a punto de declinar o ya
tantivos del proyecto salvífica se realicen históricamente (presencia desaparecida la primera generación cristiana, poco o ningún espacio
de una comunidad escatológica, tarea misional de la misma, ética quedaba para una espera del fin dentro de esa generación. Podría
exigente, talante de expectación), el alargamiento de la perspectiva suponerse que con tan categórico mentís a la espera próxima, tal y
deja intacta la comprensión del éschaton. como había sido entendida otrora, se desacreditaba a la vez el len
guaje de proximidad de la parusía. Pues bien, sorprendentemente ese
lenguaje no sólo no desaparece, sino que se usa con toda naturalidad
2. El problema en la primera comunidad y suma frecuencia. Veámoslo.
A partir de Rom, Pablo no vuelve a tocar el tema del fin dentro
¿Cómo acusó el cristianismo primitivo la cuestión que estamos de su generación. Y sin embargo continúa alimentando él mismo, y
considerando? Para mayor claridad, los materiales pueden ser agru predicando a sus cristianos, la esperanza en la parusía, de la que
pados en tres series de textos: sigue hablando en términos de cercanía (!): Flp 4,5 75 . l Tim 4,1
a) La parusía se espera en un plazo breve. Estimaciones de este y 2 Tim 3, 1 designan la época presente como «los últimos
tipo se encuentran frecuentemente en los pri meros escritos de Pablo. tiempos» o
«Nosotros, lo que vivamos, los que quedemos hasta la venida del «los últimos días»; Tit 2,12s amonesta a los cristianos para que vi
Señor...» (1 Tes 4, 15-17); «no moriremos todos (antes de la paru van «aguardando la feliz esperanza y la manifestación gloriosa de...
sía)» (1 Cor 15,51); ambos textos indican que su autor pensaba con Jesucristo»; 1 Pe 4,7 asevera que «el fin de todas las cosas está cer
tarse entre los testigos del acontecimiento final. Por eso habla de un cano»; Heb 10,25.37 reitera enfáticamente lo mismo. Sant 5,7-9 en
«acortamiento del tiempo» (1 Cor 7,29) y asevera que «la salvación carece la paciencia «porque la venida del Señor está cerca». En 1 Jn
(definitiva) está más cerca de nosotros que cuando abrazamos la fe. 2,18 se afirma que nos hallamos en «la última hora». En fin, Ap se
La noche está a vanzada . El día (del Señor) se aveci na» ( Rom abre ( l , 1 ) y se cierra (22,6) aludiendo a «lo que ha de suceder pron
13,l I s). La conclusión de 1 Cor (16,22) es la ferviente invocación to»; el «pronto vendré» de 2,16; 6, 1 1 y 22,7.20 suscita el mismo
aramea marana tha: ven, Señor 74 . marana tha que encontrábamos en 1 Cor 16,22 como expresión del
b) Sin embargo, también aquí se observa una deliberada relati anhelo de la comunidad que espera ardorosamente esa venida.
vización de este cálculo estimativo. «En cuanto al tiempo y al mo De todos estos textos procede inferir que la idea de cercanía,
mento..., sabéis que el día del Señor ha de venir como un ladrón en plasmada en 1 Tes, 1 Cor y Rom con un obvio sentido de proximi
la noche» (! Tes 5,l s; cf. v.4). La reaparición de la imagen del la dad cronológica, sobrevive a la pura cronología y deviene categoría
drón es por demás significativa, máxime si se tiene en cuenta que inseparable de la misma idea de parusía. Dicho de otro modo: no se
otros textos más tardíos también la emplean (2 Pe 3, 1O; Ap 3,3; puede hablar de la parusía sino en térmi nos de vecindad , y ello inde
l 6;1 5); ya indicamos que detrás de ese uso tuvo que estar la memo pendientemente de la extensión, mayor o menor, del lapso temporal
ria de que se trataba de una ipsissima vox Jesu. La difusión de la que aún nos separa de ella 76. Porque, repitámoslo de nuevo, no es la
cantidad de tiempo lo que cuenta ya, sino su cualidad, es decir, el
" Cuu MANN , i bid., 247s. Sobre la importancia del tiempo intermedio en la hecho de que cada uno de nuestros instantes linda ahora con el fin,
con ciencia escatológica de Jesús, v id . lo., «Parusievcrzogerung und Urchri que ha puesto cerco permanente al tiempo (toda vez que ya nada nos
stentum ». en TLZ ( 1958), 1-12, y GN11 KA, «Paru siéverzogernng ...», 284s, quien
insiste en la idea de
75
«pueblo de Dios» como concepto clave del entreti empo. Luz, 158: «Pablo ha sostenido constantemente la espera próxi ma incluso en sus
74
Cabe también la lectura en i ndicativo: maran atha (el Señor viene). cartas tardías, en las que ya no cree como antes vivir él mismo la parusia>>.
76
Ci..;LLMANN , Christ.... 60s.
114 P.!. Escatología bíblica C 3. La ecatología del Nuevo Testamento 115
77
separa de él) y que, en este sentido, es realmente inminente • Lo es con Cristo ha penetrado la salvación y, por consiguiente, estamos en
también en otro sentido muy verdadero: la comunidad espera no a un «los últimos días». Nada hace pensar que el problema fundamental
ausente, sino a alguien presente en medio de ella, en la celebración al que hubieron de enfrentarse los autores del Nuevo Testamento
eucarística, en el rostro de los hermanos, en la proclamación de la haya sido el creado por el aplazamiento de la parusía, como afirma
palabra. El esperado está, pues, cerca, no lejos. ran Schweitzer y sus correligionarios. En los escritos examinados no
Recapitulemos cuanto se ha dicho hasta ahora en los puntos si hay trazas de una grave decepción de la comunidad a causa de tal
guientes: aplazamiento (sólo 2 Pe 3, y tal vez Jn 21,23, podría insinuar algo de
a) El problema al que se enfrentó la comunidad consistió esto); sí hay, en cambio, una permanente actitud esperanzada hacia
fun damentalmente en reabsorber la dilación de una parusía que el todavía no del télos, capaz de remontar, de decenio en decenio, el
se espe- raba dentro de la primera generación cristiana. · progresivo desplazamiento del horizonte parusíaco. De suerte que lo
b) Tal reabsorción se efectuó sin que el organismo eclesial pre que señalábamos como nota específica de la escatología cristiana (la
sentase síntomas graves de rechazo 78. El testimonio de 2 Pe 3, ya tensión entre sus dos momentos constitutivos) no ha sido amortizado
citado, confirma que el alargamiento (incluso indefinido) del plazo por las situaciones cambiantes. El problema aquí no es tanto el de la
de espera no acabó con la esperanza parusíaca, puesto que tal espe Parusieverzogerung ( retraso de la parusía) cuanto el de la recta com
ranza se mantiene viva, como avalan otros muchos textos. Pero ello prensión de la Naherwartung (espera próxima), como se ha apunta do
significa que el dato «proximidad cronológica» no pertenecía a la sagazmente 80 .
esencia de la esperanza escatológica cristiana, como supusiera la es
cuela de la escatología consecuente. Pues, de ser ése el caso, sería
inexplicable que la comunidad hubiese sobrevivido a la ruina de lo VI. CONSIDERACIONES FINALES
que representaba su persuasión fundamental; más aún, que hubiese
sobrevivido sin renunciar ni a su actitud característica de expecta «Vosotros seréis mi pueblo; yo seré vuestro Dios». Esta era, se
ción, ni a formular ésta con la categoría de la proximidad 79• ha dicho anteriormente, la célula generadora de la promesa paleotes
c) La adaptación no traumática a las nuevas circunstancias de tamentaria, el estrato último de sus concreciones históricas: la mutua
la espera se hizo posible porque ya la predicación escatológica de pertenencia Dios-pueblo, la recíproca comunidad de vida. Pues bien,
Jesús suministraba recursos suficientes para efectuar con éxito la la encarnación del Hijo de Dios cumple este propósito de la forma
operación, para reconvertir una cercanía cronológica (cuantitativa) más generosa posible; también de la forma más insospechada. Con
en cercanía teológica (cualitativa) y trocar la dilación en dilatación forme a la peculiaridad única de tal cumplimiento, surge un modo
del plazo, justificable teológicamente y asimilable razonablemente nuevo de comprender lo escatológico y un estilo nuevo de vivir la
por la comunidad. esperanza.
En suma, la Iglesia apostólica vivió esperando la parusía; calcu
lando su fecha en términos de corto plazo; precaviendo contra una
sobrevaloración del factor puramente cronológico de la cercanía; ex 1. La articulación bimembre de la escatología
hortando a la constante preparación, porque el fin puede sobrevenir
en cualquier momento; más aún, llegará de improviso. Lo esencial El éschaton ha comenzado ya; todavía no se ha consumado. Ya
aquí no es la determinación del plazo, sino la certidumbre de que todavía no; la urdimbre del éschaton se trenza sobre esta articula
ción bimembre. Es legítima la acentuación preferente de uno u otro
J7 TttIELICKE, 369· «el mero mtenn que todavía corre entre ambo;, puntos [el va y
el todavía no} no constituye ya una distancia real» momento -fenómeno observable, como hemos visto, en el mismo
78
TttIELICI<..F, 365, observa que «el retrao de tal cumplimiento nunca provocó una
cn;,1s en el sentido de que se viera comprometida la autoridad de Jesus» 'º GNILKA, «Parusicver?6gerung », 28 l s En térmmos analogos se cxpe;,a Sma
79
LONA, 81· la espera próxima «se mantiene en todo el Nuevo Testamento como lley, a.e , 52s en la proclamación kengmáttca de la proximidad, no es tanto la ubica
talante fundamental», aunque con dversas comprens10nes de la misma Pero <da tar ción temporal de la paru'>Ía lo que importa cuanto la aserción de que «ya etamos en el
danza de la parusía nunca cuest10nó la presencia de la salvación, nunca fue motivo para último eón». Pensar el fin en ténmnos de décadas o de siglos es una cuestion margmal,
una cnsis de fe», sólo que, al térrmno del tiempo neotestamentano. «entra en J uego una y en mngún caso devalúa la tesis de su proximidad, que CJCrcc «una permanente presión
creciente relatlvización del factor temporal» en la esperanza escatologica moral» sobre los creyentes
116 P.!. Escatología bíblica C.3. La escatología del Nuevo Testamento 117

Nuevo Testamento-. Es ilegítima la succión de un momento por do como antídoto frente a la intolerancia, el fanatismo o el confor
otro o la neutralización de la tensión entre ambos. mismo.
Así , el presentismo escatológico sería justificable si el reino po Por su parte, el polo ya faculta a la esperanza para actuar en la
seyera ya una diáfana patencia, si en la historia no operase más di dirección de lo esperado 8 1 . Los redimidos (los «signados en el
námica que la de la gracia, si fuese sólo trigo lo que se siembra y se Espí ritu») «esperan la redención», se lee en Ef 4,30. Lo que quiere
recoge en la tierra, y no trigo más cizaña. Obviamente no es ésta la decir: esperar la redención es vivir como redimidos, es redimir lo
situación. Declarar realizada la escatología es cerrar los ojos a las aún irre dento, haciendo así esperable (y creíble) la plenitud
actuales indignidades de la existencia, dar el visto bueno a las for redentora . Mas para ello es menester que la redención haya
mas plurales de inhumanismo hoy vigentes, convalidar indiscrimina acontecido ya en algo más que en una figura o un anuncio : en la
damente conductas y valores que pugnan con lo que la Biblia entien realidad de su virtud transfom1adora. Reflexión esta que nos
de por reino de Dios. induce a retomar un asunto ya planteado en el capítulo l del
En el extremo opuesto, una escatología futurista ignorará la sig presente libro.
nificatividad de Jesucristo, reabsorberá el N uevo Testamento en el
Antiguo y, sobre todo (como se ha apuntado ya en el primer capítu
lo), no concederá salvación sino a un presunto último tramo de la 2. Escatología como discurso sobre una salvación encarnada
historia, secuestrando el resto de la misma en un estado de incom
pleción insanable. Para salvar el futuro se condena el presente: éste
no tiene esperanza propia; a lo sumo, suministra los materiales para Nos preguntábamos en ese capítulo si la esperanza del Antiguo
elaborar los contenidos de la esperanza ajena. Testamento era material ista. En realidad, esta cuestión se inscribe en
un contexto más amplio. La tesis completa, de la que sólo habíamos
El hecho Cristo se opone a esta doble forma de desmembración
enunciado una parte, reza así: a la esperanza materialista del Antiguo
del éschaton y garantiza su integración. Si, en efecto, la tensión de
Testamento ha sucedido la esperanza espiritualista del N uevo Testa
sus dos elementos constitutivos se mantiene sin que el cuadro se
mento; el tránsito de una religión de aquendidad (Antiguo Testamen
disuelva en una antinomia irreconciliable , es porque hay un centro
to) a una religión de allendidad (Nuevo Testamento) se ha verificado
unificador de los dos polos : el Señor Jesús. Hemos visto que en la
a través de la apocalíptica, con su dual ismo ontológico tierra-cielo,
conciencia de Jesús se daban cita la convicción de la presencia del
materia-espíritu, más acá-más allá, etc. 82 .
reino en sus acciones y palabras y la certidumbre de su consumación
futura en la venida del Hijo del hombre . Para Pablo, las fórmulas en El acusado simpl ismo de una tesis de este estilo no parece repre
Cristo-con Cristo remontan la dialéctica en la carne-no según la sentar n ingún obstáculo a su difusión; más bien constituye uno de
carne y amortizan su aparente contradictoriedad. Juan proyecta so sus mejores atractivos 83. Su validez, sin embargo, es harto discuti
bre el Jesús prepascual la gloria de Cristo resucitado, de quien hace ble. Ya antes hemos advertido que asignar al Antiguo Testamento
el centro de todas las acciones salvíficas. De esta fonna, la escatolo una esperanza materialista es distorsionar por completo su perspec
gía del Nuevo Testamento es, en última instancia, una cristología . tiva. Asimismo, la interpretación dada en los párrafos anteriores al
Porque Cristo ha venido, la escatología neotestamentaria es presen ya-todavía no de la escatología neotestamentaria desautoriza su lec
tista; porque ha de venir, es a la vez futurista. Tan original compren tura en clave espiritualista o evasionista . Pero acaso convenga dete
sión del tiempo y de la h istoria no es producto de consideraciones nerse un poco más en este punto.
especulativas, sino de la experiencia de Jesús sobre su propia perso Por de pronto, según el Nuevo Testamento, el éschaton no impli
na y de la comunidad sobre Jesús, el Señor de la historia . ca el fin del mundo 84. Y lo que es aún más sorprendente: tampoco
La bipolaridad del éschaton es, además, componente implica el fin del tiempo, puesto que la historia sigue. Aquí es don
específico de la esperanza cristiana. El polo todavía no de radica la originalidad de la doctrina escatológica del Nuevo Tes
representa su condición de posibilidad y la reconcilia con las tamento: en mostramos que no sólo la historia es proceso, sino que
imperfecciones actuales de la fe y del amor; precave a los 81
Vid. supra. cap. mtroductorio, VI.3.
cristianos frente a la arrogante euforia y el rigorismo totalitario 82
L. FEU ERIJACH, La esencia del cristianismo (Salamanca 1975); a completar
característico de las ideologías que -tanto den tro como fuera de con las consideraciones de E. Bloch sobre «la religión del éxodo» y «la religión del
la Iglesia- creen poseer la realidad de la utopía; impide la reino». "' Cf. F. SAVATFR, «La crítica jansenista del amor propio», en lo.,
absolutización de los proyectos sociopolíticos, funcionan- Humanismo
impenitente (Barcelona 1990), 53-74.
84
Cf. la doctrina de la nueva creación en un próximo capítulo.
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118 P.!. Escatología bíblica
existencial de ese cambio en el modo de ser que designamos con el
también el éschaton reviste un carácter procesual, y no un carácter nombre de salvación.
puntual. El acontecimiento escatológico ha perforado la historia para Adviértase, por último, que, para el pensamiento bíblico en su
madurarla desde dentro y pilotarla hacia su término. El éschaton se totalidad (Antiguo y Nuevo Testamento), las categorías espaciales
implanta con la encamación, vida, muerte y resurrección de Jesucris (más acá-más allá) son mucho menos importantes que las categorías
to, se desarrolla en un arco temporal de duración indeterminada, pe temporales (antes-después, ya-todavía no); lo cosmológico ha sido
ro que puede ser llamado «la última hora», «los últimos días», «el desplazado por lo histórico. Luego tratar de interpretar la escatología
nuevo eón», y se consuma con la parusía del Señor resucitado. bíblica en términos de espacio, homologar escatología y más allá, es
Lejos, pues, de anular el mundo y el tiempo, lo que hace el és malentender las estructuras discursivas básicas que rigen la reflexión
chaton, tal y como lo describe el Nuevo Testamento, es encarnarse de los autores inspirados. Los datos escatológicos por excelencia
en ellos. Como resultado de esa encamación, el mundo comienza a son, según la Biblia: a) la identificación de la promesa con la Pala
ser realmente «nueva creación», no por aniquilación de -o yuxta bra que promete; b) la revelación del carácter divino-personal de esa
posición a- la antigua, sino por su transformación. De forma Palabra; e) su encamación en Jesús de Nazaret; d) su manifestación
análo ga, el tiempo puede ser ya receptáculo de la vida nueva y gloriosa al final de los tiempos.
eterna («el que cree, tiene vida eterna»), no por anulación de su A la postre, esperamos no algo, sino a Alguien; al Absoluto per
contextura físi ca, sino por una mutación de su función histórica sonal, consustancial con Dios, pero también con nosotros; eterno,
que lo convierte, de espacio exclusivo del todavía no, en hábitat del pero temporalizado; espiritual, pero encamado. Lo que el Antiguo
ya. Testamento presagiara oscuramente, a saber, que sólo puede ser úl
No puede decirse, por tanto, que el Nuevo Testamento ha espiri tima la primera palabra, se formula en el libro que cierra la revela
tualizado un éschaton concebido materialísticamente por el Antiguo ción de forma lapidaria: el Verbo, alfa y principio, es omega y fin.
Testamento. Más bien habría que decir lo contrario: el objetivo me El es, en verdad, nuestra esperanza y nuestro éschaton.
nos «materialista» de la esperanza de Israel («vosotros seréis mi
pueblo, yo seré vuestro Dios») es resueltamente materializado -es
decir, introyectado en la carne, el tiempo y el mundo- por el Evan
gelio; la más espectacular inmanentización del éschaton sucede en
el Nuevo Testamento, no en el Antiguo.
Ahora bien, el don escatológico revelado en el Nuevo Testamen
to es de tal magnitud que, asumiendo carne, tiempo y mundo, los
rebasa; los delata como estructuralmente incapaces de contenerlo en
su perfil definitivo. Cuando éste se alcance, no podrá menos de im
portar el desbordamiento de la caducidad inherente a la historia, e
iniciar una forma inédita de duración, ya no histórica, ya no tempo
ral, que llamamos -por cierto, impropia o ambiguamente- eterni
dad.
Tal cambio cualitativo en el modo de duración de lo real total
mente salvado no debería tildarse apresuradamente de
«espiritualiza ción». Si ha habido últimamente un proyecto-
esperanza radicalmen te materialista, es el de Bloch; y con todo,
en dicho proyecto se incluye también el postulado de una
metamorfosis cualitativa de la dimensión tiempo en la realidad
surgida al término del proceso 85 . A decir verdad, el cambio en el
modo de duración es el simple reflejo
85 Cf. Ru1z DE LA PEÑA, Muerte y marxismo humanista (Salamanca 1978), 62-65
(con el término del proceso histórico, piensa Bloch, termina también el reino de
Cronos el devorador y emerge una especie original de duración sin caducidad ni
corruptibili dad).

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