Sexualidad Responsabilidad

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EDUMECENTRO 2018;10(3):158-173

ISSN 2077-2874
RNPS 2234

Santa Clara jul.-sep.

REVISIÓN

Promoción de salud y prevención de enfermedades de


transmisión sexual en estudiantes universitarios

Health Promotion and sexually transmitted diseases prevention in


university students

Hassan Haithem Thabet1, Maira Quintana Ugando2, Leonardo Rodríguez Méndez2

1
Universidad de Adén, República de Yemen.
2
Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas. Villa Clara. Cuba.

________________________________________________________
RESUMEN

La promoción de salud se integra a la labor educativa en las universidades cubanas y se


entrelaza con la prevención de enfermedades. En la etapa juvenil se registra una alta
incidencia de infecciones de transmisión sexual, especialmente por el Virus de
Inmunodeficiencia Adquirida, lo que avala la pertinencia de acciones extensionistas. El
presente artículo de revisión tuvo como objetivo exponer ideas para trabajar los proyectos y
programas de promoción de salud sexual en las universidades desde un modelo de
expresión de disfrute pleno y crecimiento personal, que a su vez incida en la prevención de

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estas infecciones a través de la estabilidad en las relaciones de pareja establecidas por los
jóvenes.

DeSC: promoción de salud, control de enfermedades transmisibles, prevención de


enfermedades, conducta sexual, educación sexual, estudiantes.
____________________________________________________________

ABSTRACT

Health promotion is integrated into the educational work in Cuban universities and is
intertwined with the prevention of diseases. In the juvenile stage there is a high incidence of
sexually transmitted infections, especially due to the acquired Immunodeficiency Virus,
which supports the relevance of extension activities. The objective of this review article was
to present ideas to work on projects and programs to promote sexual health in universities,
based on a model of expression of full enjoyment and personal growth, which in turn affects
the prevention of the infections through the stability in the couple relationships established
by the young people.

MeSH: health promotion, communicable disease control, disease prevention, sexual


behavior, sex education, students.

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INTRODUCCIÓN

Los cambios que desde el propio desarrollo de las ciencias médicas se han apreciado en la
concepción del proceso salud-enfermedad han modificado las políticas globales sobre la
salud humana.

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El énfasis en la salud más que en el tratamiento de la enfermedad está patente en la carta


de Ottawa de 1986 como documento de la Organización Mundial de la Salud,1 donde se
expone como estrategia la promoción de salud, definida esta como la actividad que
proporciona a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer mayor
control sobre ella. Esta intención se ha reiterado en las conferencias sobre promoción de
salud celebradas posteriormente,1 donde se pone de manifiesto la necesidad y la urgencia
cada vez mayor de la labor de promoción de salud a nivel mundial.

La salud se percibe pues, no como el objetivo, sino como la fuente de riqueza de la vida
cotidiana que acentúa los recursos sociales y personales, así como las aptitudes físicas y la
riqueza espiritual de la persona.

Como está refrendado en el documento antes mencionado, la promoción de salud parte de


una política estatal que proporcione recursos para garantizar en la población el bienestar
integral. Sus acciones deben tener, por tanto, carácter multisectorial y multidisciplinario e
implicar un importante compromiso de las autoridades políticas.

Esta concepción de la promoción de salud en Cuba se concreta en los diferentes programas y


proyectos, que liderados por el Ministerio de Salud Pública (Minsap), se extienden a otros
sectores y organismos, en especial al sector educacional, donde se incluyen las
universidades. En los centros de educación superior las acciones de promoción de salud se
llevan a cabo fundamentalmente a través de uno de los procesos que sustentan su labor: la
extensión universitaria.2

La promoción de salud se vincula a otro objetivo extensionista: la prevención de


enfermedades que tienen alta incidencia en la población juvenil; se destacan las de
transmisión sexual, entre ellas, la provocada por el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida
(VIH/Sida).

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En el presente artículo de revisión los autores se trazaron como objetivo exponer ideas para
trabajar los proyectos y programas de promoción de salud sexual en las universidades desde
un modelo de expresión de disfrute pleno y crecimiento personal, que a su vez incida en la
prevención de las ITS/VIH/Sida a través de la estabilidad en las relaciones de pareja
establecidas por los jóvenes.

DESARROLLO

Promoción de salud, prevención de enfermedades y estilos de vida

La inserción de las ciencias sociales en la promoción de salud es de vital importancia, se


plantea que las epidemias y otras situaciones de salubridad son un nuevo objeto de estudio
para estas ciencias, al considerar las determinantes sociales de las enfermedades.3

La participación de la psicología es trascendente en estas acciones promocionales si se


considera que para promover estilos de vida y comportamientos saludables se requiere
movilizar el mundo interno de los sujetos; por otra parte, la salud individual implica una
vivencia de bienestar que no se define por la ausencia de enfermedad, lo que pone a la
persona en el reto de optimizar y potenciar todos sus recursos. Lo expresado lleva a
considerar que la promoción de la salud, supone no solo la instauración y mantenimiento de
comportamientos que eviten el riesgo de enfermar, sino que estimulen las capacidades
funcionales, físicas, psicológicas y sociales para conservar la salud como el más alto nivel de
bienestar.1

Las acciones de promoción de salud que se realizan en individuos concretos, grupos o


comunidades están muy vinculadas a otra acción salubrista que es la prevención de
enfermedades. En la década de 1980 la promoción de salud se entendió y estuvo dirigida a
la prevención de las enfermedades crónicas y degenerativas como prioridad en los países
industrializados; sin embargo, en estos momentos la estrategia de promoción de la salud

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tiene un marco de referencia más amplio que responde a las características y necesidades
de salud en el contexto económico, político y social actual.

La prevención parte de la identificación de las personas en riesgo de padecer determinado


problema de salud; sus acciones se dirigen no a toda la población, sino a aquellas personas
que presentan el/los factor/es de riesgo, quienes deben asumir la responsabilidad ante el
cuidado y/o mantenimiento de su salud como cualquier persona que no los presente.

Los factores de riesgo comprenden las características biológicas, económicas, sociales y


psicológicas que hacen a una persona o población tener mayor o menor probabilidad de
presentar una enfermedad específica en un momento y lugar determinados de acuerdo con
la magnitud con que actúen. Estos deben valorarse en la interacción de cada individuo y su
contexto, pues el proceso de salud está multideterminado; la presencia de uno o algunos de
ellos hacen a las personas, grupo o población vulnerables; pero si se controlan y modifican
pueden interrumpir el desarrollo de la enfermedad.

En contraposición a los factores de riesgo en las acciones de prevención, en el ámbito de la


promoción se fomentan los factores protectores, que al igual que los primeros abarcan todas
las dimensiones que inciden sobre la salud, impiden la aparición del riesgo o disminuyen su
incidencia en un proceso patológico; en términos de vulnerabilidad hacen a la persona
menos vulnerable.

De especial interés en tal sentido resultan las investigaciones que se reportan en los últimos
años en torno al fenómeno llamado resiliencia, donde se ha podido comprobar que personas
sometidas a condiciones precarias de higiene y a la persistente presencia de factores
francamente patógenos no enferman, cuando otros en condiciones medianamente similares,
lo hacen con rapidez e intensidad.4

Las investigaciones en las disímiles especialidades médicas han identificado como factores
de riesgo con alta incidencia no solo en las enfermedades infectocontagiosas, sino también

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en las crónicas no transmisibles, los comportamientos de riesgo o insanos.5 Estos actúan


como causas suficientes para que muchas enfermedades de origen orgánico se instauren en
el individuo, por lo que las acciones de prevención de enfermedades y la promoción de salud
se dirigen con especial énfasis a la modificación de estilos de vida y al fomento de conductas
saludables.

Noack6 plantea que los términos promoción y prevención hacen referencia a esencias bien
distintas, pues la prevención se relaciona con la enfermedad y su referente es la
patogénesis; mientras que la promoción se vincula a la salud y su referente es la
salutogénesis; sin embargo, no se puede negar que son dos acciones que están muy unidas
por su carácter educativo.

En correspondencia con esta idea, la educación para la salud debe desarrollar conductas,
además de preventivas, promotoras de una salud óptima. Esto indica que en su búsqueda,
que no es más que hacer cada vez mejor y mayor el funcionamiento orgánico y psicosocial
del individuo, la orientación debe ser hacia la promoción, sin negar la prevención. Las
distinciones entre prevenir y promover solo pueden ser válidas en términos profesionales si
se define cómo ejercer una y otra en su complementariedad. En este sentido, al hablar de
promoción en términos de una sanidad pública se presupone la acción psicosocial y
educativa que desarrolle una persona motivada y orientada a la optimización de sus
funciones y las de su entorno, y al logro de niveles siempre superiores de bienestar y salud.
Esta propuesta presupone un activismo y protagonismo del sujeto, que genere actitudes en
la persona además de preventivas (de cuidado) realmente promotoras de su bienestar y
óptimo funcionamiento. En tal sentido, cobra validez la idea de que la adquisición y el
cambio real de conducta en los marcos de la educación para la salud deben convertirse en
autoeducación si se pretende hacer responsables a las personas de su propia salud.5

La sexualidad como área de promoción de salud y prevención de enfermedades en las


universidades

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La política del Estado cubano favorece y propicia la educación sexual en el ámbito escolar,
donde se insertan diferentes proyectos del Ministerio de Salud Pública, del Ministerio de
Educación y del Ministerio de Educación Superior. En el ámbito de la educación sexual, las
directrices están diseñadas desde el Centro Nacional de Educación Sexual (Cenesex),
prestigiosa institución de posgrado de ciencias médicas de La Habana que conjuga sus
esfuerzos con los desplegados por el Cenesex y sus filiales, o centros provinciales, donde se
concretan las múltiples acciones con este fin.

En los últimos años, la población juvenil se ha visto afectada por la pandemia provocada por
el VIH/Sida, por lo que la educación sexual en el ámbito escolar, entre ellos, el universitario
prioriza la prevención de las ITS. Para lograrlo, sus acciones extensionistas se organizan a
través de las cátedras de sexología y educación de la sexualidad en las universidades de
ciencias médicas, o en los llamados centros de bienestar universitario como sucede en la
Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, o directamente a través de los
departamentos de extensión universitaria;7 estas instituciones, centros y departamentos se
han vinculado al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) a través de los
proyectos Ronda 2 y Ronda 6 para la prevención de las ITS/VIH/Sida.

No se puede negar que la información es un elemento clave en la prevención, está presente


en las estrategias de comunicación y en las diversas acciones individuales, grupales y
comunitarias que en cada universidad se realizan con este fin; sin embargo, el conocimiento
de los síntomas y factores de riesgo de la enfermedad no significa que los estudiantes
asuman un rol activo en la prevención de las ITS.

En los marcos del principio de la unidad de lo cognitivo y afectivo que sostiene la psicología
histórico-cultural, tomar conciencia de algo no es solo conocerlo, sino además hacer de ese
conocimiento una vivencia que dinamice el comportamiento. Se ha demostrado que la
información no resulta suficiente para que los individuos ganen control sobre su conducta.
Así por ejemplo, diferentes investigaciones8,9 han revelado que no existe correspondencia

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entre el nivel de conocimiento de las manifestaciones clínicas y vías de transmisión de las


ITS, y los comportamientos sexuales de riesgo que asumen las personas.

En Cuba, donde existe una estrategia comunicativa acompañada por otras acciones dirigidas
por el Centro Nacional de Prevención de las ITS/VIH/Sida, diversos estudios10,11 han
evidenciado que en la población existe un conocimiento elevado sobre ellas, sus vías de
transmisión y las formas de protección; pero en buena medida no conducen a la eliminación
de los comportamientos de riesgo, sobre todo en los jóvenes.

La explicación a este fenómeno está sustentada en conceptos como percepción del riesgo,12
optimismo no realista,13 e invulnerabilidad percibida.14 Estos términos pretenden abarcar no
solo el nivel de conocimientos sobre determinados problemas de salud, sino tomar en cuenta
el plano emocional valorativo; no obstante, trabajar la información en el mencionado plano
para elevar la percepción de riesgo en una persona, grupo o población se sitúa todavía en el
plano meramente de evitación de la enfermedad, que tampoco garantiza conductas de
prevención, pues como se ha demostrado, el riesgo percibido no predice tales conductas.8

Por otra parte, evitar el comportamiento de riesgo o asumir un comportamiento preventivo,


no siempre conlleva a un estado de bienestar integral, por ejemplo, en la prevención de las
ITS/VIH/Sida se propone como comportamiento preventivo el uso del condón, método que
protege de una infección y un embarazo no deseado; pero no garantiza el disfrute pleno de
la sexualidad, cuando a pesar de usarlo la persona se somete a prácticas sexuales que
pueden llegar a ser hasta denigrantes a su condición humana; de igual manera no puede
considerarse un comportamiento absolutamente saludable la práctica de la masturbación o
la abstinencia, comportamientos que también evitan las ITS y los embarazos no deseados,
pero niegan otras posibilidades de disfrute sexual, se priva de esta manera la persona del
contacto íntimo con la pareja.

En aras de una auténtica promoción de salud sexual, no se puede ignorar la complejidad y


multideterminación del comportamiento humano en esta esfera de la vida; por tanto, no

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basta con divulgar y entrenar determinadas formas de comportamiento si se descuida a la


persona que se está expresando conductualmente.

Aún cuando las acciones de educación, promoción y prevención están muy entrelazadas, no
deben sustentarse en un modelo de enfermedad que la tradición médica ha establecido y
que incluso resulta en términos preventivos difícil trabajar, pues son múltiples y variados los
factores de riesgo establecidos para una determinada enfermedad. Mucho se ha insistido en
la ausencia de un modelo que favorezca la educación de comportamientos auténticamente
saludables.

En correspondencia con los postulados actuales sobre la salud y tomando en cuenta la


multideterminación de la sexualidad y las funciones que tiene en la vida de las personas, la
salud sexual se define como: “La experiencia del proceso permanente de consecución de
bienestar físico, psicológico y sociocultural relacionado con la sexualidad; la salud sexual se
observa en las expresiones libres y responsables de las capacidades sexuales que propician
un bienestar armonioso, enriqueciendo de esta manera la vida individual y social”.15

Se debe considerar en la concepción de la salud sexual que la sexualidad, en cualquiera de


sus expresiones y funciones es una dimensión del funcionamiento personal, idea que está
presente en la obra de Masters et al.16 quienes plantearon que es una dimensión de la
personalidad y no exclusivamente una aptitud del individuo para generar una respuesta
erótica. Este análisis permite comprender la sexualidad humana en su función comunicativa
que se despliega en la relación de pareja.

Relaciones de pareja y salud sexual en estudiantes universitarios

Los comportamientos sexuales de las personas tienen mucho que ver con la obtención del
placer erótico como una vía de goce, de expansión y disfrute físico y espiritual, tanto para
hombres como para mujeres, quienes han legitimado este derecho en tanto los roles
asignados a cada género han ido cambiando a través de los tiempos. Los estímulos o

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situaciones que pueden hacer sentir placer son diferentes para cada persona y por tanto,
también serán personales las conductas sexuales para su obtención.

Asumir la idea de la personalización de la sexualidad implica admitir una gran variabilidad de


comportamientos sexuales, pero esto no quiere decir que todos sean saludables. La salud
sexual es la expresión libre, responsable, que conlleva a la plenitud, y por ende, también al
crecimiento personal, al enriquecimiento espiritual. Ninguna práctica o comportamiento
sexual que niegue o reduzca esa posibilidad puede ser saludable.

Desde tiempos inmemoriales el ejercicio más pleno de la sexualidad se realiza a través de la


relación de pareja. La relación con el otro (ya sea del otro sexo o del mismo) es un
complejo intercambio sobre el cual se estructuran y articulan las funciones
reproductiva, erótico-placentera, la identificación personal a través del género y la
comunicativa. Por otro lado, la trascendencia de la sexualidad al plano de la relación
enfatiza la idea de que cualquier expresión de ella está mediada por los valores y la ética
que sostienen la humanización de los comportamientos de las personas.

En el plano de la relación de pareja se encuentran múltiples factores de riesgo para el


contagio con cualquier enfermedad de transmisión sexual que pueden ser atenuados con el
uso del condón. Como factores de riesgo en los jóvenes universitarios se han constatado los
siguientes: cambios frecuentes de pareja, existencia de relaciones paralelas o infidelidad,
relaciones casuales o fortuitas y criterios superficiales para la selección de pareja.17,18

Las investigaciones con estudiantes universitarios apuntan a que el género no es una


variable que incide en estos comportamientos de riesgo.19 En esta dirección son ilustrativos
los resultados obtenidos en diversos estudios, 20-22 los que revelan la edad temprana en que
comienzan muchachas y muchachos a tener prácticas sexuales y la presencia de los
comportamientos antes mencionados, los que se tornan riesgosos para otras situaciones
muy vinculadas a la salud sexual como son las secuelas psicológicas que dejan las relaciones
disfuncionales y su ruptura, y las propias disfunciones sexuales, entre otras;18,22,23 no puede

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ignorarse que estas afectaciones a la salud sexual se generalizan a otras áreas del
funcionamiento personal e inciden en el correcto desarrollo de la personalidad del
estudiante.

Con los cambios frecuentes de pareja no solo se están rompiendo hábitos y costumbres
sexuales que de hecho interfieren en el pleno disfrute de la sexualidad, sino además se está
dañando la calidad de la comunicación interpersonal, por la cual está obligado a preocuparse
el profesor universitario, en tanto a través de la comunicación se expresan y forman como
personas.

Una relación de pareja constituye fuente ante todo del crecimiento personal de sus
integrantes cuando la relación se estructura y se mantiene en un auténtico intercambio
interpersonal. Se crea entonces, lo que puede ser entendido como una “relación de ayuda
para el desarrollo”, una relación vicariante de “determinismo recíproco” o una “situación
social de desarrollo” desde la concepción de Vigostky.5,19 En otras palabras, la relación de
pareja puede llegar a ser el vínculo de mayor intimidad psicológica que tenga la persona, lo
que propicia además el desarrollo de la personalidad de cada miembro de la diada.

Estas razones permiten incluir en las nociones de salud sexual el disfrute pleno (tanto físico
como espiritual) unido al crecimiento personal en el marco de una relación de pareja y hacen
de este vínculo interpersonal objeto de atención pedagógica y formativa para el profesor
universitario.

La educación para una sexualidad saludable que permita prevenir problemas de salud sexual
como las infecciones de transmisión sexual tiene que formar parte de una educación integral
y personalizada, que incluya las amplias posibilidades de disfrute de una relación de pareja.
Abordar la educación sexual tomando en cuenta solo los aspectos que explican y previenen
la reproducción y el contagio de las enfermedades de transmisión sexual, es dar una visión
reduccionista de esta importante faceta del trabajo del docente universitario; significa en
términos pedagógicos, limitar la función educativa del profesor, en tanto queda el

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comportamiento sexual que promueve en sus alumnos desprovisto de un sentido humanista


y de valores desarrolladores.24

Tal como se plantea en el programa Onusida, en su reportaje de 2018, es necesario aplicar


un enfoque más amplio en la educación sexual. Afortunadamente en las universidades
cubanas, como lo demuestran diferentes investigaciones, el contenido de la educación
sexual desde la propia acción del Cenesex se está llevando a otras dimensiones que
responden, no solo a un disfrute saludable de la sexualidad y a la prevención de
enfermedades, sino además a una actitud más comprometida, enaltecedora y humanamente
responsable en la relación de pareja.19,25,26

La educación para la salud, y en especial la sexual, no pueden verse como un agregado a la


educación de niños y jóvenes, son parte del proceso integral de formación de la personalidad
de los educandos, así como tampoco pueden sostenerse en una mera información que
aunque sensibilice, no conduzca a comportamientos saludables. Cualquier acción de
promoción, prevención y educación para la salud no puede perder de vista a los sujetos de
esa acción.

CONCLUSIONES

La necesidad de la búsqueda de un modelo de promoción de la salud sexual, que prevenga


las ITS/VIH/Sida y otras afectaciones a la sexualidad, debe tomar en cuenta que la
promoción y prevención de salud son actividades que se complementan necesariamente en
su naturaleza educativa; es la promoción de un alcance mayor en tanto se dirige al
desarrollo de niveles óptimos de salud, más integral y sistémico que incluye en su resultado
la prevención de la enfermedad; por lo tanto, los proyectos y programas de promoción de
salud sexual deben apartarse de un modelo tradicional de enfermedad y guiarse hacia un
modelo de salud que incluya la relación de pareja como expresión de disfrute pleno y
crecimiento personal del joven universitario.

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Declaración de intereses
Los autores declaran no tener conflicto de intereses.

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Recibido: 27 de marzo de 2018.


Aprobado: 4 de mayo de 2018.

Hassan Haithem Thabet. Universidad de Adén. República de Yemen. Correo electrónico:


[email protected]

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