Libro de Isaias
Libro de Isaias
Libro de Isaias
los profetas fueron más que hombres que predijeron el futuro. Fueron hombres
llamados por Dios en tiempos de decadencia cuando ni el sacerdote ni el rey eran un
canal digno a través del cual las expresiones de Dios pudieran fluir.
Existe hoy una división artificial en cuanto a los profetas, al haberlos designado
profetas mayores y profetas menores. Ahora, en lo que a nosotros se refiere, todos
los profetas eran mayores. Y ninguno de ellos se puede considerar como menor.
Algunos de los llamados profetas menores son como pequeñas bombas nucleares.
Los libros son breves en extensión, pero su contenido tiene mucho poder.
Estos hombres, los profetas, no sólo hablaron de eventos que tendrían lugar en un
futuro distante, sino que también hablaron sobre acontecimientos locales del futuro
inmediato
El libro de Deuteronomio incluyó códigos para el sacerdote, el rey y el profeta.
Observemos el código del profeta, que se encuentra en Deuteronomio 18:20-22, y
que dice: "20El profeta que tenga la presunción de pronunciar en mi nombre una
palabra que yo no le haya mandado pronunciar, o que hable en nombre de dioses
ajenos, ese profeta morirá
Los profetas eran muy nacionalistas. Ellos reprendían el pecado de la adoración
pagana tanto en los lugares altos como en los lugares bajos. Ellos advirtieron a la
nación. Le rogaron a un pueblo orgulloso que se humillara y volviera a Dios.
El fuego y las lágrimas se mezclaban en su mensaje, que no era sólo catastrofista,
porque ellos vieron el Día del Señor y la gloria que seguiría después. Todos ellos
miraron a través de las tinieblas hacia el amanecer de un nuevo día, y en la noche del
pecado, ellos contemplaron la luz del Salvador y Soberano que venía. Ellos vieron al
reino del milenio acercarse en toda plenitud.
La mayoría de los profetas se movieron en una órbita de oscuridad y anonimato. No
proyectaron sus personalidades en la profecía que proclamaron. Isaías nos dejó muy
poca historia sobre sí mismo. En su libro hay unas escasas referencias a su vida y
ministerio.
La profecía de Isaías es sorprendentemente similar a la organización de la totalidad
de la Biblia. Esta similitud puede verse en la siguiente comparación:
LA BIBLIA - ISAÍAS
66 libros - 66 capítulos
39 libros-Antiguo Testamento - 39 capítulos - Ley, gobierno de Dios
27 libros-Nuevo Testamento - 27 capítulos -Gracia, Salvación de Dios.
En cuanto al tema de este capítulo, diremos que tenemos una profecía en cuanto a
los últimos días, en cuanto al reino y el período de la gran tribulación.
Los capítulos 2 hasta el 5 de Isaías constituyen una profecía completa. Estos
capítulos se proyectan más allá del tiempo presente hacia los últimos días, en
relación con Israel.
Los últimos días de Israel tienen que ser distinguidos de los últimos días de la iglesia.
Dios no estaba hablando sobre la iglesia en estos capítulos. Realmente, no hay forma
de aplicar lo que Él dijo a la iglesia.
en el Nuevo Testamento el apóstol Pablo dijo que la iglesia era un misterio que no
había sido revelado en el Antiguo Testamento.
En su carta a los Romanos 16:25, el apóstol dijo: "25Y al que puede fortaleceros
según mi evangelio y la predicación de Jesucristo, según la revelación del misterio
que se ha mantenido oculto desde tiempos eternos".
Si el profeta Isaías hubiera conocido la revelación sobre la iglesia, la existencia misma
de la iglesia no habría sido una revelación nueva para los apóstoles en los días de la
iglesia primitiva.
Desde aquellos tiempos del apóstol y hasta el tiempo presente, la iglesia ha sido el
organismo por medio del cual Dios está proclamando su mensaje al mundo.
la iglesia será recogida de este mundo por el Señor. El mensaje del profeta Isaías
mira más allá de la época de la iglesia, al día en el que Dios comenzará a actuar de
una manera diferente. Llamamos a ese período, "la gran tribulación", al final del cual
Él establecerá Su reino.
2. (6-9) Los pecados que impiden que Judá camine a la luz de Jehová.
Ciertamente tú has dejado tu pueblo, la casa de Jacob, porque están llenos de costumbres
traídas del oriente, y de agoreros, como los filisteos; y pactan con hijos de extranjeros. Su
tierra está llena de plata y oro, sus tesoros no tienen fin. También está su tierra llena de
caballos, y sus carros son innumerables. Además, su tierra está llena de ídolos, y se han
arrodillado ante la obra de sus manos y ante lo que fabricaron sus dedos. Y se ha inclinado
el hombre, y el varón se ha humillado; por tanto, no los perdones.
Judá había permitido que los dioses falsos de los extranjeros cautivaran su atención.
El reino de Judá había adoptado ideas nuevas de los paganos, incorporándolas a su
propia religión. Habían admitido toda clase de costumbres de Asiria y Babilonia.
Antes de que pasara mucho tiempo se habrían unido al resto de las naciones en
adorar más a la criatura que al Creador.
Dios no está en contra de las culturas y costumbres de otros pueblos, excepto donde
esas costumbres y culturas honran y adoran a dioses falsos.
Judá había permitido que los dioses falsos de la riqueza y el materialismo cautivaran
su atención.
Debido a que Judá estaba en una época de prosperidad económica (Llena de plata y
oro… sus tesoros no tienen fin… llena de caballos… sus carros son innumerables),
eran mucho más propensos a la idolatría económica.
Dios no está en contra de las riquezas y tal vez escoja bendecir a algunos con
recursos significativos. Esta es una reprensión para los que aman las riquezas y
confían en las riquezas.
somos tentados a adorar lo que hemos hecho y logrado en lugar de adorar a Aquel
que nos fabricó a nosotros.
Dios quiere que trabajemos duro y que estemos complacidos con la obra de nuestras
propias manos y que veamos los logros que fabricaron nuestros propios dedos. Esta
es una reprensión contra los que adoran lo que han hecho y lo que han logrado.
En este capítulo se le da énfasis a las causas que provocaron la ruina de Israel en esa época;
un gobierno débil, y una moral decadente y baja. Ésas fueron dos cosas que provocaron que
esa nación llegara al lugar donde Dios tuvo que entregarlos a la cautividad.
Esta sección es aún una continuación de la profecía que comenzó en el capítulo 2
(recordemos que los capítulos 2 y 3 constituyen una profecía completa)
el capítulo 3 revela el juicio de Dios dirigido particularmente hacia la nación de Israel.
Aunque tiene su aplicación para otras naciones, la interpretación señala definitivamente a
Israel.
encontramos que el juicio de Dios contra Israel es más severo e intenso que contra
cualquier otra nación. ¿Por qué? Bueno, es que Israel era la nación que Dios había elegido
de una manera peculiar, y disfrutaba de una relación con Dios particularmente íntima. El
privilegio crea responsabilidad.
Creemos que Dios juzgará con mayor severidad a aquellas naciones contemporáneas que
conocieron la Palabra de Dios.
Israel, como nación, tuvo más luz espiritual que sus vecinas, y la luz rechazada acarrea un
severo castigo
El tema del juicio de Dios podría resultar ofensivo para algunos, pero nadie debería
esconder la cabeza bajo la arena como el avestruz. Nos guste o no, debemos enfrentarnos
con la realidad. Dios juzga el pecado. No sólo lo juzgará en el futuro, pues lo ha juzgado en el
pasado.
La profecía que tenemos ante nosotros es una imagen del tiempo de Isaías, y se ha
cumplido. Sin embargo, su cumplimiento no agota su significado, porque las condiciones
descritas prevalecerán otra vez en los últimos tiempos y producirán la ira de Dios en forma
de juicio, no sólo sobre Israel sino también sobre las naciones del mundo.
Los primeros 15 versículos tratan el tema del gobierno débil y de la ropa de las mujeres.
Estos parecen temas nada relacionados entre sí, pero veremos que no están tan lejanos
como parecen. El gobierno débil fue causado por falta de liderazgo, evidenciado por la
existencia de mujeres que gobernaron, y comprobaremos lo que Isaías quiso decir con esto.
3. (24-26) Más del juicio del Señor sobre las hijas pecadoras de Sion.
Y en lugar de los perfumes aromáticos vendrá hediondez; y cuerda en lugar de cinturón, y
cabeza rapada en lugar de la compostura del cabello; en lugar de ropa de gala ceñimiento
de cilicio, y quemadura en vez de hermosura. Tus varones caerán a espada, y tu fuerza en la
guerra. Sus puertas se entristecerán y enlutarán, y ella, desamparada, se sentará en tierra.
¿Nos damos cuenta de lo rápido que Dios puede quitarlo todo? Cuánta razón más
para honrar a Dios con lo que tenemos, en lugar de complacernos a nosotros
mismos.
“Ahora bien, no puede sucedernos nada peor que el que seamos endurecidos contra
los castigos y no percibamos que Dios nos castiga. Cuando operamos bajo tal
estupidez, nuestro caso está casi perdido”. (Calvin)
Una medalla romana, descubierta después de la caída de Jerusalén, muestra a una
mujer judía desamparada, sentada bajo una palmera junto a un soldado romano; la
inscripción bajo la imagen decía "Judá cautiva". Representaba a las cautivas de Israel.