Actos Administrativos

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Actos

administrativos
Introducción
Los actos administrativos……………………………………………………1
Sus características…………………………………………………………………2
Las modalidades del acto administrativo………………………………3

Acto administrativo……………………………………………………………4
Elementos de dicho acto……………………………………………………5-7

El acto administrativo desde la perspectiva……………………….8


Electos del acto administrativo……………………………………….9-10
La invalidez de los actos administrativos………………………………11
Los actos administrativos
El acto administrativo es junto con las formas de organización administrativa; el núcleo de

la parte conceptual de nuestra asignatura; de ahí la importancia que reviste su adecuada

delimitación. La mayoría de los tratadistas de derecho administrativo aportan su propia

definición del acto administrativo, de tal manera que existen decenas de ellas, en las cuales

se pretende innovar, cosa que no siempre se logra.

La dificultad para conceptuar el acto administrativo proviene de dos fuentes: la gran

producción doctrinal y la diversidad de actos que lleva a cabo el poder ejecutivo. En cuanto

al origen de esa expresión, suele ubicarse en la legislación francesa de finales de siglo xvII

y en los estudios que al respecto se inician en los primeros años del siglo XIX.

Puesto que tanto la función administrativa como la jurisdiccional se realizan mediante la

aplicación de la ley, resulta necesario establecer, a grandes rasgos, su diferenciación.

Respecto a la función legislativa no existe mayor problema, ya que ella consiste

básicamente en la creación de disposiciones de carácter general (leyes).

La corriente doctrinaria y política que sostiene la similitud real entre actos administrativos

y jurisdiccionales (ejecutar la ley, aplicada a casos concretos) ha llevado a excesos de

concentración de poder, al hacer depender del poder ejecutivo en algún país a los órganos

judiciales, o incorporando al ámbito de la administración pública tareas jurisdiccionales.

Esto, además de ir en contra de la teoría y necesidad de diluir el poder entre diversos

órganos estatales, provoca un monopolio de facultades en el ejecutivo, totalmente

antidemocrático.
1
Sus características:
Como acto administrativo se puede calificar toda actividad o función administrativa.

Pero puesto que esta se realiza mediante actos jurídicos unilaterales, contratos. operaciones

materiales, reglamentos y otras disposiciones de índole general. la delimitación conceptual

se complica.

Existe cierto punto de coincidencia entre los doctrinarios en lo que se refiere a que el acto

administrativo es una declaración de voluntad de órgano público que produce efectos

jurídicos, pero como esta noción comprendería los actos de cualquiera de las tres funciones

estatales, la polémica subsiste.

3b Si se parte de esa misma idea y se agrega que sus efectos son subjetivos, se excluyen los

reglamentos, pero se comprendería el acto jurisdiccional, lo que parece hacer necesario que

se tenga en cuenta el ente emisor (criterio orgánico) para delimitar la noción del acto

administrativo.

Como notas preliminares a un concepto de acto administrativo se han de mencionar las

siguientes:

a)Es un acto jurídico.

b)Es de derecho público.

c)Lo emite la administración pública, o algún otro órgano estatal en ejercicio de la función

administrativa.

d)Es impugnable, esto es, no posee definitividad sino cuando ha transcurrido el tiempo para

atacarlo por vía jurídica o se le ha confirmado jurisdiccionalmente.

e) Persigue, de manera directa o indirecta, mediata o inmediata, el interés público.


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Las modalidades del acto administrativo
Motivo

Es el móvil que lleva a emitir el acto administrativo, las consideraciones del hecho y de

derecho, que tiene en cuenta el órgano emisor para tomar una decisión del porqué del acto

El motivo es el equivalente, en derecho público, de la causa en los negocios jurídicos

privados. Ambos son ampliamente estudiados por la ciencia jurídica. a efecto de determinar

su alcance. Es oportuno indicar que existe una serie de argumentos a favor o en contra de

reconocerles trascendencia concreta en lo que respecta a los actos que originan. Rafael

Bielsa sostiene que cuando se trata de actos administrativos, "no puede hablarse de

intención o causa impulsiva. va que ella no puede ser sino el interés público, aun cuando

sea genéricamente

considerado"

Finalidad

Es el elemento teleológico del acto administrativo, consistente en el propósito o meta que el

órgano emisor persigue con su actuar.

Si el objeto del acto es lo que se persigue concreta e inmediatamente, la finalidad es de

carácter general y a veces mediata: el interés público, el beneficio de la sociedad.

Dicho interés general es el fin global de la administración pública, pero es claro que existen

fines específicos, según sean las atribuciones estatales (culturales, de salubridad, entre

otros).

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Acto administrativo
Unilateralidad

Desde luego, los que adoptan la definición restringida de acto administrativo simplemente

expresarán en este punto que debe tratarse de un acto administrativo en sentido estricto;

quienes, en cambio, propician una definición amplia, habrán de aclarar que para que

proceda la cosa juzgada administrativa ha de tratarse de un acto administrativo unilateral.

De acuerdo a este requisito se excluyen los contratos, en cuanto a su celebración, como

acuerdo de voluntades; no en cambio en cuanto a su ejecución, en que pueden darse

también actos unilaterales de la administración amparados por el mismo principio de la

cosa juzgada administrativa. Ahora bien, esta exclusión no significa en modo alguno que el

contrato en sí carezca de estabilidad,61 sino que ella se rige por los principios de la

responsabilidad contractual y no por la de la “cosa juzgada administrativa.”

Individualidad

Ello significa que los reglamentos no están comprendidos dentro de la regla de la “cosa

juzgada administrativa;”62 pero, al igual que en el caso anterior, esto no lleva a la

conclusión de que los reglamentos sean libremente revocables en forma arbitraria, ni que

los derechos nacidos a su amparo queden carentes de toda protección jurídica. Ya hemos

explicado en otro lugar que un reglamento puede lesionar derechos subjetivos,63 y de la

misma manera puede dar lugar al nacimiento de un derecho subjetivo; el que se trate de

derecho “objetivo” no es, por cierto, óbice para que sea apto para crear derechos subjetivos;

en nada difiere el reglamento, en ese aspecto, de una norma legal o constitucional, que a 4

pesar de su carácter general también puede crear derechos subjetivos perfectos.64


En este sentido, ha dicho la Procuración del Tesoro de la Nación que “la supresión o

modificación de un status objetivo e impersonal no altera las situaciones jurídicas

personales adquiridas en base al status anterior; ello por el principio de la irretroactividad

de las normas.”

Elementos de dicho acto:

En todo acto administrativo perfecto, concurren determinados elementos o conjuntos de

circunstancias, de los cuales depende su validez, eficiencia y proyección administrativa y

así pueda producir sus efectos regulares

No hay estabilidad de los intereses

El acto que reconoce un interés legítimo o un interés simple no tiene estabilidad,

aunque reúna todos los demás caracteres, En segundo lugar, el acto que crea o declara

deberes de los administrados frente a la administración, tampoco hace cosa juzgada

administrativa, pues ésta se refiere específicamente a los derechos En tercer lugar, y según

ya lo dijimos, funciona a favor del administrado, en la parte en que se le reconoce o crea un

derecho, pero no en su contra, en la medida en que por error se le haya reconocido un

derecho menor que el que debía corresponderle: En tal caso el acto puede y debe

modificarse para reconocerle al interesado toda la plenitud de derechos que le sea debida.68

En efecto, lo que esta construcción quiere lograr es la estabilidad de los derechos

adquiridos a raíz de un acto administrativo,69 y si ha dicho también la Corte Suprema que

no es pertinente la invocación de la cosa juzgada para no rever una decisión administrativa

que impone sanciones a un particular,70 es entonces lógico concluir en que la estabilidad

del acto existe sólo en la medida en que otorga un derecho, no en la medida que lo niega 5

expresa o tácitamente.
Si un mismo acto por un artículo me reconoce un derecho y por un artículo distinto me

impone una sanción o me crea un deber, es claro que en el segundo aspecto no puede tener

estabilidad, aunque sí en el primero. Si un mismo acto hace lugar a un reclamo mío en un

artículo y me rechaza otro reclamo en otro artículo, la solución es la misma: En el segundo

aspecto no hay estabilidad, sí la hay en el primero. En consecuencia, la situación no varía si

teniendo yo que recibir un cierto derecho, se me reconoce uno menor: Es claro que en tales

casos la estabilidad del acto no puede impedir que efectivamente me reconozcan el derecho

mayor que me pertenece.

Sostener lo contrario, por ejemplo, que la cosa juzgada administrativa juega tanto “a favor

como en contra” del particular y de la administración, implica desconocer la finalidad de la

citada construcción, como un medio de asegurar los derechos (no los deberes, ni las

sanciones, ni las denegaciones de derechos) adquiridos a raíz de resoluciones

administrativas. En este punto la jurisprudencia anterior al decreto-ley 19.549/72 ya sentó

en el caso Redrado (1954)71 que un acto estable puede modificarse en beneficio del

interesado, y si bien aparentemente siguió el principio contrario en otros casos, tales como

García Uriburu (1959),72 entendemos que ha restablecido la correcta interpretación del

principio en el fallo Cometarsa (1966),73 la que entendemos corresponde también a la

norma vigente.

También en este sentido tiene expresado la Procuración del Tesoro de la Nación que la

estabilidad “se da en beneficio de los administrados y no de la administración.”

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Veremos más adelante que no se exige la total validez del acto que establece el derecho,

sino sólo su regularidad, o sea, ausencia de vicios graves. En cierto modo esto ya se

desprende de la redacción del primer fallo, en cuanto expresa que el acto debe “declarar” un

derecho, no necesariamente “reconocer” un derecho preexistente.

En este punto la Corte siguió a Sarría, quien expresara que el acto es irrevocable “cuando

declara un derecho subjetivo;”75 de esta expresión se sigue, a nuestro modo de ver,76 que

aunque resultara que el administrado no tiene en verdad “derecho” a aquello que el acto le

concede, no por ello se transforma el acto en revocable, sino que debe pedirse judicialmente

su anulación; como se advierte, el valor fundamental que tiene en cuenta este principio es el

de la seguridad jurídica, para que la administración no pueda por sí y ante sí dejar sin efecto

derechos nacidos bien o mal al amparo de actos anteriores. Ello lo confirma el art. 18 del

decreto-ley, pues exige como condición de la estabilidad que del acto “hubieren nacido,”

aunque fuere por primera vez, derechos para el individuo.

La jurisprudencia no hizo distinción en cuanto a la naturaleza del derecho al cual se

reconoce estabilidad; tampoco el art. 18 del decreto-ley, y no corresponde desde luego

hacerla. Entendemos por ello que tanto si el derecho subjetivo nacido al amparo del acto es

de índole civil como administrativa, existe estabilidad.

De igual modo, poco importa que el derecho haya nacido de disposiciones legislativas o

administrativas, pues una vez reconocido por el acto la situación es exactamente la

misma.78 En este punto cabe efectuar el mismo análisis que la doctrina realizaba al criticar

la distinción en este problema entre actos nacidos de facultades regladas o discrecionales, y

de acuerdo al cual una vez que el acto ha sido dictado, en nada influye sobre la estabilidad

del derecho emergente. 7


El acto administrativo desde la perspectiva
del derecho español

La definición de acto administrativo más acogida en la doctrina española se debe a

Zanobini2: "Es acto administrativo cualquier declaración de voluntad, de deseo, de

conocimiento o de juicio realizada por un órgano de la Administración pública en el

ejercicio de una potestad administrativa".

La distinción entre acto administrativo y reglamento aparecía recogida con toda claridad en

la Ley de la Jurisdicción Contencioso-Administrativa de 1956 (LJCA), al disponer en su

artículo 1° que: "La Jurisdicción Contencioso- Administrativa conocerá de las pretensiones

que se deduzcan en relación con los actos de la Administración pública sujetos al Derecho

administrativo y con las disposiciones de categoría inferior a la Ley”.

Los actos administrativos son declaraciones o manifestaciones formales del ánimo de la

Administración, por lo que se excluyen de dicho concepto las actuaciones materiales; es

decir las actuaciones ejecutivas que se proyectan sobre la realidad física, no jurídica. Así, el

artículo 93 de la Ley 30/1992, de veintiséis de noviembre, de Régimen Jurídico de las

Administraciones Públicas y del Procedimiento Administrativo Común (LRJ-PAC),

establece que: "La Administración pública no iniciará ninguna actuación material de

ejecución de resoluciones que limite derechos de los particulares sin que previamente haya

sido adoptada la resolución que le sirva de fundamento jurídico". El acto administrativo es

la resolución.

El acto administrativo puede consistir en:

1. Una declaración de la voluntad de la Administración.


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2. Una declaración del juicio, criterio o parecer de la Administración. 3. Una declaración de

conocimiento, o

4. Una declaración de deseo.

Elementos del Acto Administrativo.

La teoría de los elementos del acto administrativo se ha realizado en atención a los

requisitos que tal acto debe reunir para ser válido y eficaz.

a) Competencia.

El acto administrativo debe ser dictado por una Administración pública y, dentro de ésta,

por el órgano que tenga atribuida la competencia para hacerlo (art. 53.1 LRJ-PAC). La

competencia es atribuida por el ordenamiento jurídico y existen tres criterios fundamentales

de distribución de competencias: el jerárquico, el material y el territorial. Si se dicta un acto

por un órgano que carece de competencia para hacerlo, el acto será inválido:

La incompetencia material y la territorial son consideradas como manifiestas, por lo que

determinan la nulidad de pleno derecho del acto administrativo conforme a lo dispuesto en

el artículo 62.1,

b) Presupuesto de hecho determinante de la resolución administrativa.

Para que los actos administrativos sean válidos debe darse el presupuesto de hecho previsto

en la norma que atribuye la potestad de actuar a la Administración.

c) Finalidad del acto.

Las Administraciones públicas existen para satisfacer los intereses generales, lo que debe

manifestarse en todas sus actuaciones. El fin público que debe perseguir la Administración

es concretado por el ordenamiento en atención a cada uno de los sectores de actividad

administrativa. El acto administrativo, en cuanto es ejercicio de una potestad, debe servir

necesariamente a ese fin específico señalado por la norma, y si la Administración se aparta 9


de él estará actuando ilegalmente. En ese caso, nos encontraríamos ante la llamada

desviación de poder.

d) Contenido del acto.

El contenido de los actos debe ajustarse en todo caso a lo dispuesto en el ordenamiento

jurídico (artículo 53.2 LRJ-PAC); de lo contrario serán anulables por los Tribunales

(artículo 63.1 LRJ-PAC). Así, pues, los actos tendrán un contenido determinado por el

ordenamiento jurídico. Ahora bien, la norma puede establecer un contenido muy concreto

(se habla entonces de actos reglados) o dejar a la Administración un abanico más o menos

amplio de posibilidades de actuación todas ellas igualmente válidas (actos discrecionales).

e) Los motivos o fin intencional de la Administración.

Los motivos son las razones más o menos remotas e inmediatas que impulsan a emanar el

acto. El control de los motivos del acto administrativo es uno de los puntos centrales del

control de la legalidad de la actuación de la Administración. A tal efecto, la LRJ-PAC exige

que determinados actos sean motivados, esto es, expliquen la razón que ha llevado a la

Administración a actuar. Así, el artículo 54 establece que serán motivados con sucinta

referencia de hechos y fundamentos de Derecho, los actos que limiten derechos subjetivos o

intereses legítimos, los que resuelvan recursos, los que se separen del criterio seguido en

actuaciones precedentes o del dictamen de órganos consultivos, los acuerdos de suspensión

de actos que hayan sido objeto de recursos, y todos aquellos que deban serlo en virtud de

disposiciones legales.

La falta de motivación del acto, cuando es exigida por el ordenamiento jurídico, es

determinante de la anulabilidad, por dar lugar a indefensión

10
La invalidez de los actos administrativos: la nulidad radical o absoluta y la anulabilidad

o nulidad relativa: efectos

La Administración, como cualquier otro poder público, y como cualquier ciudadano, debe

respetar el ordenamiento jurídico. Si lo hace, sus actos serán válidos; si no lo respeta, se

podrá instar su anulación para que no surtan efectos.

El ordenamiento jurídico distingue dos tipos de nulidad según que los vicios de que adolece

el acto administrativo sean más o menos graves, y establece algunas consecuencias diversas

para cada uno de los dos casos.

La nulidad radical o absoluta, también llamada nulidad de pleno derecho, se establece para

aquellos actos que, o bien son de contenido imposible, o suponen una grave infracción del

ordenamiento jurídico.

a) Los que lesionen el contenido esencial de los derechos y libertades susceptibles de

amparo constitucional.

b) Los dictados por órgano manifiestamente incompetente por razón de la materia o del

territorio.

c) Los que tengan un contenido imposible.

d) Los que sean constitutivos de infracción penal o se dicten como consecuencia de ésta.

e) Los dictados prescindiendo total y absolutamente del procedimiento legalmente

establecido o de las normas que contienen las reglas esenciales para la formación de la

voluntad de los órganos colegiados.

f) Los actos expresos o presuntos contrarios al ordenamiento jurídico por los que se

adquieren facultades o derechos cuando se carezca de los requisitos esenciales para su

adquisición.
11
g) Cualquier otro que se establezca expresamente en una disposición de rango legal.
Bibliografía
“Los actos administrativos”

Libro de la biblioteca de la facultad

“Acto administrativo”

Autor: Agustín Gordillo

Tratado del derecho administrativo tomó 8

1a edición, Madrid, Instituto de Estudio de Administración Local,

1984 2a edición, Buenos Aires, FDA, 20

“El acto administrativo desde la perspectiva del derecho español”

Autor: Lic. Rogelio A. Montoya Rodríguez1

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