Anales Del Museo Nacional de Antropologia IV 1997

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ANALES

DEL MUSEO
NACIONAL DE
ANTROPOLOGÍA

1997
NUMERO

N O S OTROS
Correspondencia:
Avda. Juan de Herrera, 2
28040 Madrid
Teléf. (91) 5497150. Fax 5446970

Alfonso XII, 68
28014 Madrid
Teléf. (91) 5306418. Fax 4677098

Consejo de Redacción:
Pedro Manuel Berges Soriano
Andrés Carretero Pérez
Concha Mora Postigo
Pilar Romero de Tejada
Francisco de Sancos Moro
Concha García-Hoz Rosales

Diseño y maquetación: José Manuel Fernández del Riego

Fotografía de portada: José Luis García Romero

MINISTERIO DE EDUCACIÓN Y CULTURA


SuBDiRECciúN GENERAL DE
MUSEOS ESTATALES
Secretaría de Estado de Cultura
Museo Nacional de
Dirección General de Bellas Artes y Bienes Culturales Antropología
Avda. Juan de Herrera, 2
Edita: Centro de Publicaciones. Secretaría General Técnica 28040 Madrid

ÑIPO: 176-97-097-4
ISSN: 1135-1853

Depósito Legal: S. 279-1995

Fotomecánica e impresión:
Gráficas VARONA
Polígono «El Montalvo», parcela 49.
Teléf. (923) 190036. Fax (923) 190027
37008 Salamanca
EDITORIAL

ARTÍCULOS
Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África (Angola
y Namibia).

u
FRANCISCO GINER ABATÍ 11

Multicultumlismo a la española: el Parque AnsaUo en Alicante.


UBALDO MARTÍNEZ VEIGA 37

La visión de las culturas precolombinas en España.


FÉLK JIMÉNEZ VILLALBA.... 85

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad.


JUAN MANUEL VALADÉS SIERRA 105

Los gitanos en la ciudad de Avila.


ANA GIMÉNEZ ADELANTADO 125

Españoles y portugueses: la visión del otro.


LUIS ÁNGEL SÁNCHEZ GÓMEZ 141

MUSEO
El vestido en tiempos de Goya.
AMELL\ LEIRA SÁNCHEZ 157

El traje francés en la corte de Felipe V


AMALIA DESCALZO LOZANO 189

La xHogmfia popular catalana y la colección de pliegos de cordel


del Museo Nacional de Antropólogo.
GLORL^ SOLACHE VILELA 211
El Consejo de Redacción de la Revista de Anales
del Museo Nacional de Antropología ha decidido
dedicar el cuarto número de la Revista a recoger los
trabajos presentandos en un curso que se celebró en
el mes de Abril de 1997 en la sede de Juan de Herrera
del Museo y que versó sobre La visión del Otro. Una
aproximación a la construcción cultural de la alteridad,
en un intento de mostrar que la distinción del otro,
la construcción de la alteralidad es sobre todo un pro-
ceso cultural; es la cultura la que diñculta, y a veces
impide, que nos sintamos iguales o comprendamos a
quienes hablan de forma distinta o no tienen nuestras
mismas creencias, en definitiva, a quienes no enten-
demos.

Asimismo se han recogido varios artículos elabo-


rados a partir de conferencias impartidas en el Museo
en años anteriores y que hemos considerado muy
interesante su inclusión en la Revista debido a su cali-
dad científica y al interés que en su día suscitaron, y
otros trabajos surgidos de la colaboración con distin-
tas entidades culturales, que ha permitido la reali-
zación en profundidad de estudios de algunos de los
fondos más desconocidos del Museo Nacional de
Antropología.

Finalmente, queremos recordar que en la sección


NOTICIAS, que en este número no aparece, seguimos
esperando que nos enviéis información sobre activi-
dades culturales, experiencias y proyectos, enmarca-
dos en el ámbito de los museos y de la Antropología.
C/D

K-1

<
LOS
"OTROS"
VISTOS DESDE
LOS BANtÚES DEL
SUDOESTE DE ÁFRICA
(ANGOLA
Francisco Y NAMIBL\)
Giner Abatí
Universidad de Salamanca

INTRODUCCIÓN

Este trabajo trata de presentar la manera según la


cual algunos grupos étnicos del sudoeste de Angola y
noroeste de Namibia nombran y consideran a los
grupos colindantes, con los que en ocasiones convi-
ven estrechamente. Las observaciones han de consi-
derarse necesariamente mediatizadas por la óptica del
autor, quien a pesar de ser consciente de esta limita-
ción, ha optado por esforzarse en su tarea de mediador-
comunicador. De otro modo quedaríamos limitados
a un silencio aún menos ilustrador.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abat

Mi experiencia en el área se remonta a 1990,


momento desde el que no he dejado de volver para
convivir con los distintos grupos con regularidad.
Unas veces mi estancia se limitaba a territorio ango-
leño, otras al Kaokoland de Namibia y en la última
expedición tuve ocasión de atravesar la frontera entre
ambos países y visitar los poblados de ambas orillas
del río Kunene.
Los grupos étnicos en los que vamos a centrar
nuestro análisis son bantúes y pertenecientes al tron-
co herero en su mayoría, como es el caso de los
himba, los hakahona y los ndemba. Los ngambue son
también bantúes, pero pertenecientes al tronco nya-
neka-nkumbi. Finalmente, el caso de ovatwa presen-
ta un problema especial, pues se trata de un grupo
que ha mimetizado la cultura de los himba, pero no
está claro que tengan una procedencia común,
pudiéndose tratar de los originarios pobladores del
territorio. Aunque el río Kunene marca la frontera
entre Angola y Namibia, las poblaciones de ambas
riveras constituyen una unidad étnica con una varia-
bilidad antropológica perfectamente diferenciable.

Mientras que la cultura himba ha sido documen-


tada en mis trabajos anteriores con cierto detalle, me
encuentro ahora con el reto de documentar etnográ-
ficamente estos otros grupos. Inicialmente mi interés
se basaba únicamente en estudiar los grupos colin-
dantes de los himba, para conocer sus interacciones y
en definitiva comprender mejor a los propios himba.
Sin embargo, conforme ahondaba en sus costumbres
en mi convivencia con ellos, cada vez sentía más clara
la atracción de conocerlos por el interés que en sí mis-
mos despertaban en mí. El trabajo etnográfico sólo ha
comenzado, pero está entre mis proyectos continuar
la documentación de los grupos que hoy vamos a
considerar.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

RASGOS DE IDENTIFICACIÓN ÉTNICA

En nuestra observación de cómo cada grupo étni-


co es considerado por los demás, intentamos una
aproximación lo más aceptable posible por parte del
conjunto de los grupos, pero está claro que cada uno
de ellos mantiene una especial relación, uno a uno,
con los restantes. Por ejemplo, la visión que del hom-
bre blanco tienen los himba, no es la misma por razo-
nes de experiencia, que la que comparten los herero
ya aculturados, o los twa que apenas han tenido oca-
sión de ver blancos.
Todos estos grupos habitan en regiones bastante
áridas y aisladas del sudoeste de Angola y noroeste de
Namibia. Habitualmente nos encontramos un único
poblado formado por un solo grupo étnico, como es
el caso de los himba, pero a veces también dos o más
grupos étnicos habitan en poblados muy cercanos, y
en algún caso conviven en un mismo poblado en
estrecha vecindad.
Desde el punto de vista de la competencia ecoló-
gica, se puede entender esta pacífica convivencia,
puesto que cada grupo se ha especializado en la explo-
tación de un nicho ecológico distinto. No sólo hay
escasa competencia por unos mismos recursos, sino
que la complementariedad de los mismos, fomenta
los intercambios y la relación amistosa. Todos estos
grupos comparten la lengua herero, existiendo sólo
variaciones dialectales entre ellos, pero siempre
mutuamente comprensibles. Esta homogeneidad lin-
güística, unida a otras similitudes biológico-cultura-
les, nos permiten hablar de grupo herero. Los twa
constituyen una excepción, que trataremos más ade-
lante. El término "ova-herero"pitece significar, según
los lingüistas, "los de ahí abajo" (Irle, 1906; Vedder,
1928 y Estermann, 1961). Según otra interpretación
recogida sobre el terreno, "ova-herero"son "los que se
llevó el agua", cuando cruzaron el Kunene. El grupo
herero, disperso entre Angola y Namibia, comprende
a varios pueblos bien diferenciados entre los que están
los himba, hakahona y ndemba.
Anales del M u s e o N a c i o n a l d e A n t r o p o l o g í ;

Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

No tenemos datos claros ni exactos acerca de la


procedencia de este pueblo seminómada. Al no tener
escritura, la reconstrucción histórica se basa en tradi-
ciones orales, según las cuales los himba serían origi-
narios del este de África y, segtin algún relato, con-
cretamente del país de los grandes lagos o de las
cañas. El sur de Etiopía o Kenia podría ser el hipoté-
tico lugar de procedencia de este pueblo. Pero no
sabemos si sus vecinos los ndemba y los hakahona,
habrían venido con ellos y después se habrían dife-
renciado culturalmente o se trata de oleadas migra-
torias de distinta procedencia. La primera referencia
histórica sobre las poblaciones del sudoeste de Ango-
la se remontan a 1591 con el libro Relagoes do Reino
de Congo, regiao de África e das Térras Circunvizinhas,
sacadas de los discursos del portugués Duarte López
por Filipo Pigafetta. Allí se habla de un pueblo situa-
do al sur de Angola en unas regiones denominadas
"Cimbebas", bajo el dominio de un rey llamado
Matama. Precisamente en las cartas antiguas, se sitúa
en esta región, el reino de Mataman. Este pueblo
podría ser el inmediato antecesor de los actuales
herero.
Entre los rasgos culturales que podemos conside-
rar, destacaremos la denominación por la que cada
grupo es designado. Ante todo debemos llamar la
atención sobre el hecho de que con la excepción de
los twa, los distintos grupos de ambos lados del
Kunene, han recibido el nombre de sus vecinos, y
no coexiste con otro propuesto por ellos mismos.
Sin embargo, a pesar de ser un tanto mordaces tales
nombres, como los motes en nuestras regiones, los
grupos así nombrados aceptan la etiqueta impuesta
y cuando se les pregunta que son, contestan por ella
y no por otra sin tan sorprendente carga peyorativa.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los "Otros' i desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

OVA-HlMBA

Los himba son pastores que viven exclusivamente


del ganado, al que dedican toda su actividad. Esta
dedicación marca no sólo su modo de vida, sino que
integra todo su sistema sociocultural. Además de
ganado vacuno, los Himba poseen rebaños de cabras
y ovejas. Este grupo étnico es el más numeroso y el
que ostenta rasgos culturales más expresivos. Su
población se puede calcular entre 10.000 y 12.000
personas, habitando la mayor parte en el Kaokoland
(Namibia). Sólo unos 2.000 o 3.000 se encuentran
en Angola (Abati, 1992a).
Los himba viven en poblados pequeños forma-
dos por varias unidades domésticas patrilocales. Los
poblados no suelen sobrepasar las cincuenta perso-
nas, y más frecuentemente sólo cuentan con menos
de una veintena de personas. Las chozas son redon-
das y están construidas de ramas sin hojas y cubier-
tas de estiércol de vaca mezclado con arena. Sus
poblados se construyen en torno al corral de las ter-
neras y a veces se protegen de las alimañas con una
barrera de espinos que circunda todo el conjunto.
Sus creencias se basan en el culto a los antepasados
y en estrecha relación con el ganado sagrado (Giner
Abati, 1992b).
Los himba son uno de los pocos pueblos que
cuenta con un sistema de doble filiación. Por parte de
padre reciben el ganado sagrado y la pertenencia a un
patriclán {pruzd). Por parte de madre heredan la
riqueza económica en forma de ganado y la perte-
nencia a un matriclán (eanda). Esta doble caracterís-
tica no es compartida por ninguno de los pueblos
vecinos a ellos. Desde el punto de vista político, sólo
el jefe del patriclán ejerce un cierto poder, pero no se
llega a una autoridad centralizada (Fig. 1).
La indumentaria con que adornan sus cuerpos
hace inconfundibles a los himbas y especialmente a
las mujeres. Estas se visten con un faldellín hecho de
piel e impregnan su piel de color rojo oscuro y bri-
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los "Otros" vistos desde los banrúes del sudoeste de África


Francisco Giner Abati

Fig. 1: Veriama, hombre


himba luciendo una collar
hecho de cascara de huevo
de avestruz.
Foto: F. G. Abati.
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Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

liante. El peinado es inconfundible (Fig. 2). Expresa


el género, y el estatus social. Así las niñas peinan dos
coletas hacia delante, o en ocasiones cuatro las algo
mayorcitas, es decit, dos más hacia detrás. Cuando
son adolescentes convierten sus coletas en numerosas
trencillas más finas dirigidas hacia detrás. El paso a
mujer, marcado por la menarquia, se expresa median-
te un tocado de piel llamado erembe, que niuica se
quitan, pues ello supondría una vergüenza (Fig.3).
Sólo en ocasiones festivas se cambia por el ekori, un
tocado más vistoso, hecho de piel de vaca, que la
chica suele recibir de su madre o de su abuela. Los
niños llevan en cambio una sola coleta que surge de
un penacho central hacia atrás. En alguna ocasión, la
coleta es doble. El resto de la cabeza está afeitado.
Cuando el muchacho se casa, se cubre la cabeza, que
sólo vuelve a descubrirse en caso de duelo mientras
dura el luto por el familiar fallecido.

Los himba son respetados por sus vecinos por ser


buenos pastores e incluso admirados cuando son capa-
ces de acrecentar sus ganados. La riqueza es una me-
dida de valor personal y por tanto conlleva prestigio.
Sin embargo los himba son considerados por sus
vecinos como personas austeras, que llegan a pasar
privaciones por no hacer uso de sus bienes. La prime-
ra vez que aparece recogida la denominación "himba"
(singular muhimba; plural ovahimba) fue en 1880 por
Nogueira, para referir a unos pueblos pastores nóma-
das, entre otras tribus del interior de Mo^amedes.
Según Nogueira "ba-simba", significa "los de la ori-
lla", pues aquellos pastores ocupaban la orilla inferior
del Kunene. Sin embargo cuando hablas con sus veci-
nos hakahona o ndemba, no dudan en decir, que
"himba" quiere decir "los que piden", "los mendigos".
Y es cierto que los himba siempre están pidiendo, ale-
gando que "necesitan" lo que tienes. Habitualmente
te piden agua, comida y tabaco. También es cierto
que suelen corresponder amistosamente a la llegada
de un invitado con el regalo de un cabrito, con el que
se festeja el encuentro. Algunos justifican esta deno-
minación, en el sentido de mendigos, cuando este
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

Fig. 2: Adolescente hiniba,


con el peinado ya de mujer,
pero sin cubrirse aún con
el típico "eremhe", tocado
que recibirá con la
menarquia.
Foto: F. G: Abati.
Axiales del Museo Nacional de Antropología

Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África francisco Gitter Abatí

Hig. 3: Mujer bimba,


cubriéndose con el
"eremhe"y luciendo un
rico ajuar de pulseras
y collares.
Foto: F. G. Abati.
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Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África
Francisco diner Abati

Fig. 4: Muchacha
ndemba, en su tarea de
buscar agua.
Foto: F. c;. Abati.
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Los "Otros" vistos desde los bantúcs del sudoeste de África Francisco Giner Abati

pueblo perdió su ganado, robado por los belicosos


ñamas. Así tuvieron que cruzar el Kunene y pedir
comida a las tribus ngambue vecinas, que podrían
haber sido las que les impusieron el nombre. Sea como
fuera, los himba se reconocen a sí mismos sin comple-
jos como himba, a pesar del curioso significado.
Es interesante notar que el nombre de este pueblo,
como veremos en las restantes, no surge de él mismo,
sino de sus vecinos y es aceptado por una y otra parte.

OVA-NDEMBA

Ova-ndemba quiere decir "los olvidados" y parece


que el nombre les fue impuesto por los hakahona.
Son refugiados que siguieron a los himba. Según los
actuales hakahona, vinieron "sin familia" y fueron
adoptados por los himba. Sólo algunos tienen patri-
clán (oruzo), aunque sí matriclán (eanda). Los himba
les dieron vacas, que tienen también sus correspon-
dientes eanda y oruzo, y pasaron así a continuar sus
líneas. Cuando multiplicaron el ganado, devolvieron
lo prestado y se llevaron su parte.
La economía de este pueblo es mixta, combi-
nando la cría de ganado con labores agrícolas senci-
llas, cultivando calabaza, maíz, etc. Conviven cerca
de los himba y hakahona, pues sus poblados tienen
en común la cercanía al agua de algún río o fuente
(Fig. 4). Las mujeres ndemba llevan un sencillo cin-
turón a modo de un cordón de cuero, collarines de
abalorios y un peinado con numerosas trencillas, que
en su parte posterior recubren con papelillos de colo-
res, a falta de otros adornos. Las casadas se cubren
también con un tocado de piel (Fig. 5). Las niñas lle-
van numerosas trencillas, a veces adornadas con aba-
lorios. Los niños pequeños van afeitados y de mayo-
res se cubren el pelo con una tela o un gorro.
Suelen practicar la poliginia, pero esto es lo común
entre la mayoría de los pueblos bantúes. Sus chozas
son también de planta circular, que sólo se cubre con
palos y cañas, y no con estiércol.
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Los "Otros" vistos desde los banníes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

Fig. 5: Mujer ndemba


luciendo las típicas
trencillas y el tocado
de piel.
Foto: E G, Abati,
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Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati •

Los ndemba, poco numerosos, viven como "olvi-


dados" entre sus vecinos himba y hakahona, Cuentan
poco, pero se les respeta. En el poblado de Orochi-
rindi vimos algunos himba, en visita de paso. Es tabú
nombrarles por su nombre, por lo que los llamamos
los ndemba de Orochirindi.

OVA-HAKAHONA

Este nombre "hakahona" fue impuesto por los


himba y los ndemba a este pueblo, también bantú e
incluido dentro del grupo herero. "Hakahona" quie-
re decir "el culo del perro", en tono despreciativo.
Los hakahona son agricultores con algún ganado.
Viven en poblados colindantes a los himba y ndem-
ba. Los varones se cubren con un faldellín de tela de
colores cuidadosamente elegidos. El cinturón con
que se ciñen es de cuero. Las mujeres llevan un cin-
turón formado por numerosas vueltas de un sencillo
hilo de colores. Las mujeres se cubren con un ekori y
las niñas llevan un peinado de trencillas y flequillo.
Los hakahona no tienen patriclán (oruzo), sólo matri-
clán (canda). Sus casas son circulares y hechas con
palos y ramas.
Cuando fallece una mujer hereda su hermano
mayor. Ni su marido ni sus hijos heredan nada. Los
matriclanes coinciden con los de los himba, con
escasas diferencias. Los hijos sólo se quedan en el
eanda del padre cuando éste está casado con la
madre, lo que no es muy frecuente. Generalmente
los hijos se quedan en el eanda de la madre. Todo
hace pensar que los hakahona han tomado los
matriclanes de los himba, adaptándolos sólo a su
propia lengua.
Los hakahona son vistos con simpatía por sus veci-
nos, pero también con cierto desprecio, como se expre-
sa en su denominación "el culo del perro" (Fig. 6).
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Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

Fig. 6: Hombre y mujeres


hakahona en armoniosa
convivencia con ova-twa
de un poblado vecino.
Foto: R G. Abati.

OVA-NGAMBUF.

Se encuentran en escaso número en el sudoeste


de Angola, aunque a veces cruzan el río para visitar
Namibia. Practican una agricultura con huertos de
maíz, calabaza, mijo y alubias. También tienen
algún ganado. Además de vacas y cabritos hemos
observado que crían cerdos y gallinas. Lo mismo
que los otros grupos, usan asnos para el transporte.
El caballo es una rara excepción. Por primera vez
encontramos gatos en las casas de los habitantes de
estas regiones de África. Los perros son compañía
habitual, como en la mayoría de los pueblos ante-
riormente citados.
Los ngambue tampoco tienen patriclán, pero sí
matriclán. Los poblados son mayores que los habi-
tuales en el área, debido a su mayor riqueza. Las casas
presentan ya formas rectangulares. También, como
los anteriores, son poligínicos, siendo lo más frecuen-
te encontrar un hombre con dos esposas y sus hijos.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abatí

^'ig. 7: Mujer nganibuc,


en la que se aprecia el
limado de sus incisivos
superiores.
Foto: K G. Abatí.
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I^s "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

No pueden casarse con himba, ndemba, ni hakahona.


Practican por tanto la endogamia, pudiéndose casar
con miembros del mismo eanda. También tienen
ganado sagrado, fuego sagrado y "okuruwo", lugar en
donde realizan sus rituales. Pero esto es una práctica
compartida por todos los grupos de la región.
A diferencia de los hakahona, himba y ndemba,
que extirpan los cuatro incisivos interiores y liman los
dos superiores, los ngambue sólo liman los inferiores
y superiores, pero sin extirpar ninguno. En algún
caso, sólo quitan dos superiores (Fig. 7).
Los varones llevan el pelo al descubierto. Las
mujeres llevan grandes trenzas, a veces recubiertas
con una pasta arcillosa y afeitando la parte anterior de
la frente (Figs. 8 y 9).
Al estar sólo en Angola, los ngambue están más
aislados de los grupos que hemos considerado. En
Angola, los poblados están más dispersos y aislados
por el territorio. También están más aculturados e
influenciados por los misioneros católicos que llega-
ron a Angola con los portugueses. Sin embargo
siguen cultivando el respeto a sus antepasados y los
ritos en el okuruwo.

OVA-TWA

Los tiva (singular omu-twa; plural ova-twa) for-


man unos pueblos de raza negra distinta de los ban-
túes, que habitan en zonas cercanas a los grupos hasta
ahora presentados, y que según los bantúes ocupan el
último lugar en la jerarquía civilizatoria. Tradicional-
mente, los twa viven de la caza y la recolección, pero
recientemente han incorporado técnicas de fabrica-
ción de cerámica y algunos adornos, como brazaletes
de cobre y collares (Fig. 10). No practican agricultu-
ra, ni poseen ganado. Esto es los que los hace ser con-
siderados, como los más primitivos, tanto entre los
pastores himba como entre los restantes agricultores.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los "Otros" viscos desde los bancúes del sudoeste de África Francisco Gincr Abati

Figs. 8 y 9: Vista anterior


y posterior de mujer y
niña ngambuc con
peinado c indumentaria
habitual.
Foto: F. G. Abati.
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Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

Fig. 10: Ova-twa


fabricando cerámica.
Foto: F. G. Abati.

Según me contaba un hakahona, ser twa es lo último


y para ellos resulta inconcebible un pueblo que come
cosas tales como tortugas y árboles. Lo de comer tor-
tugas, nunca lo observé entre los twa, pero sí descubrí
como pelaban la corteza de las acacias y masticaban
las tiras de celulosa, que masticaban como nosotros
hacemos con las alcachofas.
Según algunos podría tratarse de bantúes degene-
rados, pero me parece más probable que sean los des-
cendientes de grupos de distinta procedencia racial
que los bantúes, que vivían en el territorio antes de la
llegada de las oleadas migratorias de éstos. Esta hipó-
tesis cuenta con el refuerzo de las tradiciones orales de
los propios twa, que aseguran haber habitado en las
montañas, antes de que aparecieran los otros pueblos
con sus ganados.
El aspecto físico de los twa es diferente del de los
bantúes: estatura más pequeña, cabello más rizado y
rasgos negroides más acentuados. Los twa son nóma-
das y a veces viven a la intemperie sin hacerse chozas.
Este pueblo probablemente perdió su lengua, al
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Los "Otros" vistos desde los bancúes del sudoeste de África Francisco Cüiier Abatí

entrar en contacto con los grupos de cultura técnica-


mente más desarrollada. Pero, lo más notable es que
en su vestimenta y aspecto físico imitan a los himba.
Sin embargo, los rwa no tienen ganado; son pobres.
A veces, se justifican diciendo que se lo robaron.
Como otros pueblos nómadas, se manifiestan hábiles
en las técnicas de adivinación. Precisamente cuando
una de las bolsas conteniendo instrumentos médicos
y otras pertenencias, nos fue sustraída del vehículo en
Oncocua (Angola), algunos nos propusieron acudir a
los rwa para que una de sus videntes encontrara el
objeto desaparecido.
En nuestra convivencia con los twa tuvimos oca-
sión de admirar su pasión por la música, tocando el
otjiumba yadongombe, también llamado "la conversa-
dora", y cantando y danzando durante las noches.
Los hotentotes llamaban a este pueblo los "negros
de las montañas" y los herero los llaman "negros
ovatwa". Twa parece ser el nombre del lugar monta-
ñoso de donde proceden. Por tanto, quiere decirse,
que son los que proceden de Iwa. Es por ello un
nombre no peyorativo ni burlón, como en los casos
anteriores. Sin embargo, los twa ocupan la posición
jerárquica más baja del sudoeste africano y si de
broma queréis irritar a una persona de por allí, pre-
guntadle si es un twa. Los antiguos hotentotes, los
diferenciaban de los "negros propietarios de ganado",
denominándolos "negros de excrementos humanos"
(Estermann, 1977).

VISIÓN DE LOS BLANCOS

Son pocos los blancos que se aventuran por las tie-


rras que se encuentran a ambos lados del Kunene. En
Angola, desde la salida de los portugueses, es rarísimo
encontrar blancos. Por esta razón la gente se asom-
braba de nuestro aspecto. En ocasiones recordaban a
los soldados sudafricanos, que hacían incursiones en
Angola persiguiendo a los guerrilleros de la Swapo
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Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

namibia. En este caso, se escondían de nosotros por


temor, que sólo abandonaban cuando comprobaban
que no éramos soldados, sino amigos blancos, que
podíamos facilitarles ayuda médica.
Los grupos de Namibia a causa del turismo, que
aunque en pequeño número va acercándose cada vez
más al Kaokoland, tienen más ocasiones de interac-
cionar con los blancos. Mi experiencia es que cuanto
más cerca de ios niicleos de aculturación, más seduci-
dos están los individuos por la cultura "occidental",
con todo lo que conlleva; es decir, escuela, mercado,
etc. Los actualmente llamados herero, son originaria-
mente himba que por la cercanía a estas áreas de con-
tacto han empezado a enviar a ios hijos a la escuela y
han comenzado a visitar la iglesia, llegando algunos
a ser bautizados. Los misioneros les hicieron ver que
no está bien ir "desnudos" y que al ser ahora "civili-
zados" deben empezar a vestir como tales (Fig. 11).
En el caso de la mujer, esto supone que se vista con
largos trajes al modo colonial alemán de principios
de siglo, con amplios tocados de tela, cubriendo la

Hig. 11: Clrupo en el que


himba y herero cantan
y bailan.
Foto: F. C. Abati.
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Los "Otros" vistos desde los bantiíes de! sudoeste de Áfrt Francisco Giner Abatí

cabeza (Fig. 12). Estos herero son los que más fasci-
nados están por interaccionar con los blancos, a los
que consideran máximo exponente de la forma de
vida que quieren adoptar. Incluso, para una mujer
herero, tener un hijo de un blanco, supondría un
prestigio, y en su día una gran ayuda a través de su
hijo, medio blanco (Fig. 13).

f"ig. 12: Mujer herero.


Foto: F. G. Abati.
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Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abat

l'ig. 13: Madre himl)a,


con su iiijo
"medio blanco".
Foto: F G. Abatí.
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Los "Otros" visros desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

En cambio, los grupos más aislados de estos focos


promotores del cambio cultural, se muestran por una
parte curiososo, por la cultura extraña, pero por otra
se muestran altivos y distintos de las costumbres, que
para ellos son difíciles de comprender. Se siente fasci-
nados por la tecnología del blanco (vehículo, medici-
nas, etc.), pero los consideran diferentes e incluso me
atrevería a decir que en ocasiones sienten miedo del
blanco. Sólo después de un largo tiempo de convi-
vencia se logra la amistad y finalmente la confianza.

EL NOMBRE COMO DEFENSA DE LA IDENTIDAD

Una vez hecha la revisión de los grupos humanos


que interaccionan en el sudoeste africano, algo llama
poderosamente la atención lo siguiente ¿Cómo es que
los pueblos vistos ostenten nombres tan repulsivos?
¿Denominaciones tales como "los pedigüeños", "el
culo del perro" o "los olvidados", no cumplirían fun-
ciones especiales en relación con la defensa de la iden-
tidad del propio grupo? Con función semejante en
algunos pueblos, se colocan figuras horribles en la
puerta de la casa para defender el hogar de la entrada
protegiéndolo de malos espíritus. Esta función apo-
tropaica, del griego ( a n o = desviar; y ^pETia = dar la
vuelta), significa hacer que algo o alguien dé la vuel-
ta. Los antiguos trofeos consistían en el casco y el
escudo arrebatados al enemigo, que se ponían en la
panoplia (Giner Abati, 1994). Estos nombres un
tanto grotescos, habrían sido puestos a los pueblos
frente a los que habría que proteger la propia identi-
dad y que curiosamente los así nombrados, a su vez
aceptarían como escudos protectores frente a los
intrusos.

¿Igual que los pueblos erigen murallas para prote-


gerse, no podrían funcionar los gentilicios en ocasio-
nes como barreras protectoras de la identidad de un
pueblo? Incluso estos nombres podrían contribuir a
reforzar el sentimiento de identidad cultural, que
quiere intimidar al otro. Mi trabajo de documenta-
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los "Otros" vistos desde los bantúes del sudoeste de África Francisco Giner Abati

ción etnográfica en el sudoeste de Afi-ica espera con- ' Geparu, el hijo del jefe, se
hizo muy amigo de mi hijo
tinuar, contrastando esta hipótesis e intentando com- Gaspar, y el padre se reía
prender las interacciones de los grupos humanos que mucho de la coincidencia
aquí ahora sólo hemos esbozado. relativa de nombres. Se
mostraron especialmente
En mi trabajo de campo nunca fue mi intención espléndidos, obsequiándo-
principal descubrir cómo los bantúes ven a sus más o nos con bebida y comida, y
estrechamos vínculos de
menos vecinos "otros". Sin embargo, la amable invi- amistad intercambiando
tación de la Dirección del Museo Nacional de Antro- las armas.
pología en la persona de D. Manuel Berges, me hizo
recordar conversaciones y rebuscar en mis cuadernos
de campo, para intentar contarles como los bantúes
se ven unos a otros e incluso a nosotros, también para
ellos "otros"^. ^ El texto aquí presentado
refleja la conferencia pro-
nunciada en el Museo
Nacional de Antropología
en Madrid, el día 2 de
Abril de 1997.
Anales del Museo Nacional de Antropología
Los "Otros" vistos desde los bantiies del sudoeste de África Francisco Giner Abati

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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GINER ABATÍ, F. Los Himba. Etnografía de una cultura
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IRLE , J. Die Herero. Gütersloh: C. Bartelsmann. 1906.
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VEDDER, H . The Herero. The Native Tribes of South West
África. CapeTown: Cape Times Limited. 1928.
MU
LTICULT
URALISMO
A LA ESPAÑOLA
EL PARQUE ANSALDO
EN ALICANTE
Ubaldo Martínez Veiga
Universidad Autónoma de Madrid

En el área metropolitana de Alicante y, supuesta-


mente, dependiendo del pueblo de San Juan se
encuentra lo que antiguamente se llamaba "urbani-
zación del Parque Ansaldo", y, actualmente "Parque
Ansaldo". Se trata de uno de los "guetos" más noto-
rios del Levante español y aún me atrevería a afirmar
que de todo el estado, el número de viviendas en un
estado, mejor o peor de habitabilidad es superior a
las 450.
En primer lugar vamos a describir la génesis de
este espacio urbano absolutamente segregado tanto
espacial como socialmente.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Multiculturaiismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

Cuando se entra en este momento en este barrio,


se da uno cuenta de que por la parte que da al pueblo
de San Juan existe una separación, más o menos, de
un kilómetro desde las últimas casas del pueblo, por
cierto chalets de lujo, hasta el parque. La carretera
cruza el barrio y no lleva a ninguna parte. El barrio
está rodeado por todas partes por terreno baldío sin
que en él haya ninguna construcción. Se trata real-
mente de un barrio perfectamente aislado del resto.

El origen hay que buscarlo en una promoción


privada de vivienda pública que se lleva a cabo con
créditos especialmente del Banco Hipotecario. En un
principio se pensaba en un barrio burgués de clase
media debido a la facilidad en las comunicaciones en
cuanto que la autopista Alicante-Valencia pasa a
pocos metros e incluso se instala al lado un super-
mercado grande. El "Pryca" está a un tiro de piedra.
Las primeras viviendas son entregadas durante el
año 1981. Los habitantes que quedan de estas prime-
ras unidades domésticas hablan de un barrio normal
en donde vivían incluso personas con profesiones
liberales como abogados etc.. y también familias
extranjeras, inglesas o francesas. En este período, en
Levante y especialmente en Alicante, tienen lugar
unas riadas que dejan sin vivienda a muchas familias,
especialmente gitanas. En octubre de 1982 el minis-
terio de Obras Públicas y Urbanismo adquiere parte
de la urbanización para realojar a estas unidades
domésticas gitanas que no tenían alojamiento.
Hasta este momento, según las descripciones que
hemos podido recoger, el entorno físico de la urbani-
zación estaba muy bien cuidado. Había jardines,
zonas con hierba o incluso áreas de juego para los
niños con columpios, etc.. El aspecto del barrio no
tenía nada que ver con el actual. Las calles estaban
bien iluminadas por la noche y se podía pasear sin
problemas.
En el mismo momento en que se empiezan a realo-
jar estas familias, se empiezan a descubrir defectos
estructurales y de construcción en las viviendas que
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Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

hacen que las mismas no puedan ser calificadas como


viviendas sociales. Esto trae consigo que los propieta-
rios no puedan acogerse a las ventajas económicas
(préstamos a bajo costo etc..) que esto conlleva.
Entonces, se empieza a constituir un grupo entre los
propietarios que se designa con el nombre de los "liti-
gantes" que denuncian las infracciones y piden indem-
nizaciones monetarias por los prejuicios causados.
La entrada y asentamiento de las familias gitanas
unidas al mal estado de las viviendas que se muestran
en fenómenos tales como escaleras que se rompen,
ventanas y puertas en malas condiciones y descon-
chados en las paredes, traen consigo tres fenómenos
distintos. En primer lugar, bastantes familias dejan de
pagar el dinero que se debe al banco. En segundo
lugar, se dejan de pagar los gastos de comunidad en
los edificios con lo cual las áreas exteriores y comunes
empiezan a deteriorarse mucho. En tercer lugar,
empieza el éxodo de la población paya que va poco a
poco abandonando estas viviendas y es substituida
por población gitana. Los propietarios que se mar-
chan vuelven de vez en cuando a ver como se encuen-
tra su vivienda y poco a poco ya ni siquiera esto. Si en
vez de estar en Alicante estuviéramos en ciertas zonas
del Harlem neoyorquino podríamos describir perfec-
tamente el resultado de todo este fenómeno.

En los años 50 y 60 algunos urbanistas america-


nos que estudiaban los procesos de transición racial
en los barrios urbanos hablaban del punto de aban-
dono, el punto crítico o "tipping point". Morton
Grodzins (1958 p. 6) afirma que el proceso por el
cual los blancos dentro del centro de las ciudades
abandonan las áreas de inmigración negra puede ser
entendido como un tema universal. Algunos residen-
tes blancos nunca van a admitir a negros como veci-
nos. Otros, a veces para demostrar falta de prejuicios
y otras veces con un cierto resquemor, no van a cam-
biar de barrio si el número de negros que entran en él
en la misma calle o en el mismo edificio son pocos.
Una vez que la proporción de no blancos excede los
límites de tolerancia de vida interracial, los blancos se
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mueven fuera del barrio. La proporción de negros


que son admitidos antes de llegar a ese límite de tole-
rancia varía de ciudad a ciudad y de barrio a barrio.
Este límite de tolerancia, que algunos autores llama-
ban "tip-point" y otros "tipping point" era concep-
tualizado de manera diferente por diferentes autores.
Algunos de ellos llegarán a cuantificar el límite de
tolerancia. Los urbanistas conservadores Martin
Meyerson y Edward Banfield (1955 p. 135) afirman
que el límite máximo de tolerancia es el de un 30%
de negros en un entorno en donde viven blancos. Por
esta razón, según ellos, cuando se intentaba desegre-
gar o integrar un edificio tratando de establecer una
proporción de 50-50 de negros y blancos, esto no se
conseguía nunca porque los blancos empezaban a
moverse hacia fuera antes, o, cuando se trataba de que
entrasen a habitar los edificios, no lo hacían . Estos
autores llegan a citar al director de la "Housing Aut-
hority de Chicago" que afirmaba: "Yo se lo que ocu-
rrió en aquellos proyectos que se suponían que debí-
an ser 50-50; los blancos nunca vinieron a vivir y se
convirtieron en algo habitado únicamente por
negros. Yo pude comprobar que los edificios Cabrini
tenían éxito cuando había 30% de negros. Me imagi-
naba que con más del 30% no funcionaría, pero entre
el 10 y 30% sería viable. Más allá del 30% el límite
de tolerancia se sobrepasaría". Eunice y George Greer
(1960 p. 60) hablan de la situación en Filadelfia y
citan a algún experto que afirma que cuando en un
bloque de viviendas la proporción de miembros de
una minoría llega a ser del 30 ó 40% la situación se
hace muy movediza y la estabilidad se encuentra
amenazada.

Estas ideas podían ser aplicadas fácilmente al caso


del Parque Ansaldo en cuanto que aquí también
encontramos el abandono de los edificios por parte
de los payos cuando la población gitana empieza a
introducirse en el barrio.
Hay una serie de factores que indican que este
concepto de "tipping point" tiene poca utilidad heu-
rística en el caso del Parque Ansaldo y en el caso de
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Chicago o Filadelfia en los años 60. Las razones son


bastante sencillas. El proceso de abandono por parte
de la población paya ha sido bastante lento como
para poder hablar de un "tip point" basado en un
número (30%, 40% ó 50%). Es más, en este momen-
to estamos asistiendo en el barrio a una segunda tran-
sición y substitución étnica en cuanto que se está
pasando de una mayoría gitana a una mayoría marro-
quí. Si el concepto de "límite de tolerancia" no es de
fácil aplicación a la primera transición (o sucesión) de
población paya a población gitana, es mucho menos
aplicable a la segunda, de población gitana a pobla-
ción marroquí.
Además, y esto es lo más importante, lo que se
descubren inmediatamente en el Parque Ansaldo son
defectos estructurales en la construcción que hacen
que hasta la propia apariencia física de los edificios se
vaya deteriorando mucho. Los defectos en la cons-
trucción hace que los edificios no cumplan los crite-
rios para poder ser considerados como vivienda
social. Por ello, además de descubrirse que la vivien-
da es de mala calidad, también se descubre que los
propietarios tienen que pagar más por ella. Como
protesta contra ello, los habitantes payos dejan de
pagar sus deudas al banco y también los gastos de
comunidad necesarios para mantener los servicios
comunales en un estado viable. Esto trae consigo un
deterioro continuo del entorno común, los jardines se
destruyen, las zonas recreativas desaparecen y las
zonas comunes se convierten enseguida en un erial
hecho de suciedad. La llegada de la población gitana,
el deterioro de las zonas comunes, el descubrimiento
de los defectos de construcción son elementos que
explican el abandono del lugar por parte de la pobla-
ción. Una habitante paya nos decía que estaba dese-
ando marcharse porque la basura estaba en todas par-
tes. En el patio delante del piso bajo en donde vive
ella ha encontrado cordero crudo, compresas, pañales
de niño, etc..

Pero, además de esto, se dan otro conjunto de


fenómenos que juegan un papel, quizás más impor-
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Multicuituralismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

tante como ya hemos visto antes, ante el descubri-


miento de los defectos de construcción y de que había
que pagar más por las viviendas, un primer grupo de
propietarios dejan inmediatamente de pagar al banco
y los gastos comunes y presentan una demanda en el
juzgado por daños y perjuicios. Estos son los prime-
ros que paulatinamente se van marchando. Se mar-
chan porque se dan cuenta de que su vivienda no se
va a revalorizar sino todo lo contrario y por ello la
abandonan tratando que les sea devuelto lo poco que
han pagado. Parece claro, lo que hay por debajo de
este abandono es un cálculo estrictamente económi-
co de lo que se puede ganar o perder. Por esta razón,
presentar este abandono como un fenómeno de suce-
sión étnica parece excesivo. Indirectamente puede
que haya algún elemento de esto en cuanto que la lle-
gada de la población gitana acelera y aumenta la pér-
dida de valor de los pisos. Pero se trata de un fenó-
meno que incide indirecta y oblicuamente en el
abandono. Los que han planteado la demanda y
abandonado primero la urbanización se llaman como
hemos dicho antes los "litigantes". Además de estos,
existe otro grupo de población paya (parte del cual
sigue todavía viviendo en el Parque Ansaldo) que, de
primera intención, no presenta ninguna denuncia.
Dentro de este grupo de población aparece en época
relativamente reciente (1990-91) una Asociación de
Propietarios que plantean demandas también estric-
tamente económicas. Esta asociación está constituida
por las personas que no pretendían marcharse del
barrio porque pensaban que quedándose podían
hacer más fuerza y conseguir un mejor trato econó-
mico del Banco y la Promotora de las Viviendas. De
hecho aunque hoy día hay bastantes personas perte-
necientes a esta Asociación que han abandonado el
Parque Ansaldo las que quedan son todas pertene-
cientes a ella. La táctica seguida no es la confronta-
ción sino el entendimiento, y la finalidad de esta
estrategia sería la devolución del dinero que se ha
pagado por la vivienda así como los intereses por los
años que este dinero ha estado en manos del Banco.
Los miembros de la Asociación, en contraposición a
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los "litigantes" pagaron sus deudas durante un tiem-


po mayor, pero ya hace bastante que han dejado de
pagar. La razón por la cual solicitan la devolución del
dinero con los intereses consiste en la desvalorización
del capital debido a la situación del barrio. Con este
dinero lo que pretenden conseguir es pagar la entra-
da para poder comenzar a comprar una vivienda, "eso
sí, fuera del Parque Ansaldo". La vivienda en la que
viven y lo que han pagado por ella de tal manera se
ha devaluado que no sólo es imposible pedir un prés-
tamo para comprar otro piso poniendo como fianza
aquel en el que viven, sino que ni siquiera es posible
comprar una televisión poniendo la vivienda como
fianza. Una habitante del parque afirmaba que cuan-
do fue a comprar el televisor y le preguntaron por un
aval para comprarlo a plazos le dijeron que una
vivienda en el Parque Ansaldo es como si no tuviera
nada. La vivienda allí no tenía ningún valor econó-
mico. En una situación como ésta los únicos propie-
tarios que han quedado son los que no tienen o no
tenían recursos económicos para comprar algo
nuevo.
Si se tiene en cuenta la descripción que hemos
hecho, es fácil descubrir que el abandono paulatino
del barrio por parte de ios propietarios tiene bastante
que ver con el fenómeno de la devaluación del capi-
tal y de la vivienda que habían obtenido. En España
se da uno de los porcentajes más altos del mundo de
viviendas en propiedad y también es muy común
tomarlas, incluso las que que habitan, como un méto-
do de hacer crecer y revaluar continuamente el capi-
tal que en ellas se ha empleado. Cuando ésta revalua-
ción no se produce o se produce en una proporción
muy baja, existe una tendencia a venderla o, cuando
esto presenta dificultades, a abandonarla, como ha
ocurrido en el Parque Ansaldo. El porcentaje de
viviendas en propiedad era en un principio del 70%,
y hoy en día "prácticamente todos los propietarios
quieren marcharse".

Pero describamos lo que ocurre con los otros gru-


pos que van entrando poco a poco en el barrio.
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Multicuhuralismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

Como ya decíamos, el Ministerio de Obras Públi-


cas y Urbanismo realoja en 1982 a familias gitanas
que se habían quedado sin viviendas debido a una de
las frecuentes inundaciones que tienen lugar en esta
parte de la península. Se trataba de unidades domés-
ticas que previamente habían vivido juntos y que
estaban relacionadas entre sí y con otros grupos que
vivían cerca en la ciudad de Alicante por medio de
una red tupida de relaciones personales, económicas
etc.. En un primer momento estos realojados son
una minoría bastante pequeña en el conjunto del
barrio y la población paya era capaz de "establecer" las
normas de comportamiento y de relación entre unos
y otros. Hay vecinos que afirman que en este momen-
to "todavía podían sobre las costumbres" de los gita-
nos en este momento, no lo olvidemos, debido a los
fallos en la construcción, a la gestión y control defec-
tuosos de la vivienda, y al consiguiente impago de los
gastos por parte de los vecinos, empieza el deterioro
de los lugares públicos y del entorno en general de la
urbanización. También hay que subrayar que ahora
comienza ya la marcha y abandono del barrio por
parte de los payos. Este abandono tiene dos dimen-
siones, la de los que aún no han venido a habitar el
parque Ansaldo y que deciden no venir nunca y el
abandono real de los que ya habitan en él.
Los gitanos realojados tienen que pagar un peque-
ño alquiler por sus viviendas. Este alquiler debido a
las condiciones de las viviendas y al deterioro general
del entorno físico deja de ser pagado. De todas mane-
ras, estos primeros grupos domésticos que se instalan
en el Parque Ansaldo permanecen allí por poco tiem-
po. Poco a poco al principio, pero en aumento conti-
nuo, abandonan las viviendas y vuelven a instalarse
cerca de sus antiguas casas, o, al menos cerca de sus
parientes. Esta "primera generación" de población
gitana es substituida por unidades domésticas e indi-
viduos del mismo grupo étnico pero de lugares
mucho más alejados en el espacio. En el momento
presente la mayoría de los habitantes gitanos del par-
que Ansaldo han venido de Salamanca (a más de 500
kilómetros de distancia).
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Multiculturaiismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

El sistema de "substitución" de un grupo de habi-


tantes por otro tiene poco que ver con la sucesión
"hasta cierto punto automática" de la que hablaban
los autores de la escuela de Chicago. Se dan todo tipo
de transacciones comerciales. Los primeros realoja-
dos abandonan sus viviendas y las "ceden" o a veces
"venden" por un precio módico que puede ir desde
20 a 50 mil pesetas. Los primeros realojados vuelven
a casa de sus padres o de algún familiar o recuperan
su nueva vivienda y al "ceder" la vivienda a otros
habitantes gitanos el Parque Ansaldo comienza a
adquirir un nuevo aspecto. Los primeros realojados
pertenecían a dos o tres grupos "amigos" de familias
gitanas, mientras que los que llegan tienen caracterís-
ticas distintas. Son unidades domésticas más atomi-
zadas que llegan como de aluvión y entre ellas no se
da esa red tupida de relaciones de la que hablábamos.
Incluso llegan miembros de grupos familiares enfren-
tados entre los cuáles surgen disputas y peleas. A par-
tir de este momento (1985) se produce un aumento
espectacular de la población gitana y una disminu-
ción de la población paya. Este aumento podemos
calcularlo si tenemos en cuenta que en el año 1985
había poco más de 30 niños gitanos en la escuela del
Parque Ansaldo mientras que el número de niños era
de 300. En el momento actual el porcentaje de niños
gitanos es de más del 70%. También hay que subra-
yar que, a partir de esta época, empieza a entrar en el
barrio la venta de droga como una actividad clara-
mente visible y observable y que tiene una incidencia
económica importante. A partir de aquí el proceso de
abandono por parte de los payos se acelera y empieza
a darse en el Parque Ansaldo un "pool" de viviendas
vacías a las que se tiene un acceso relativamente fácil.
A veces, se trata de un acceso gratuito en cuanto que
se entra como los propios habitantes dicen dando una
patada en la puerta, pero este sistema es el menos fre-
cuente. Normalmente las unidades domésticas gita-
nas han entrado en la vivienda pagando algo a otras
personas del mismo grupo étnico aunque sea poco.
También los primeros habitantes (payos) han ven-
dido su vivienda a otros cobrando en algún caso pre-
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Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

cios abusivos. Se habla de que hubo transacciones de


hasta 400.000 pesetas. Tenemos muestras que expli-
can perfectamente lo que aquí ocurre.
El primer caso, el cambio de una unidad domés-
tica gitana por otras que empieza a habitar el piso en
donde vivía la anterior, lo podemos ejemplificar por
lo que nos decía una de las propietarias. "Llegan de
muy lejos y van a buscar a una gitana. Al llegar le
dicen. A ver si sabes de un pisico por aquí, que no
tengo donde meterme. La que está viviendo en el
piso le dice dame: 20.000 duros (100.000 ptas.) y te
doy el mío porque yo me voy mañana. La señora
interesada en la vivienda le da 100.000 pesetas, se
mete en ella y la antigua se va y se mete a vivir en un
piso que está al lado".
En primer lugar, con la entrada de las familias
gitanas ha ido apareciendo un proceso de apropiación
de las viviendas vacías. Esta apropiación se ha llevado
a cabo pagando algo, aunque sea poco, a los "propie-
tarios" previos. Como fruto de este proceso aparecen
unidades domésticas gitanas que acumulan hasta 3 ó
4 viviendas vacías. Como vemos, el proceso es abso-
lutamente el mismo que el que ocurre en ciudades y
pueblos en donde el mercado inmobiliario funciona
de una manera "más normal", y queremos subrayar
que estructuralmente los procesos son los mismos en
un caso y en otro. En segundo lugar aparece clara-
mente la mediación estrictamente económica en el
proceso de sucesión de unas minorías étnicas por
otras o en la sucesión habitacional dentro de una
minoría concreta.
Por otra parte, también los propietarios han ven-
dido su vivienda, a veces a otros payos que la necesi-
taban, otras veces las han alquilado a familias gitanas
e incluso la han vendido a familias gitanas que, según
rumores sin confirmar, y a veces, absolutamente
infundados, las han utilizado para la venta de droga.
Hacemos esta afirmación porque existe en España un
prejuicio racista según el cual cualquier unidad
doméstica gitana que adquiera un cierto nivel econó-
mico "necesariamente" tiene que traficar con droga.
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Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

Lo que es importante subrayar es que todos los


que han podido han traficado con la vivienda: los
gitanos y los payos.
También hay que subrayar que una queja que se
oye frecuentemente entre los llamados propietarios,
no tiene total justificación. Lo que se preguntan es
por la injusticia que representa el hecho de que los
propietarios han tenido que pagar para poder vivir en
la vivienda mientras que los que han venido más
tarde no han pagado nada. En primer lugar hay que
decir que los que han venido después también han
tenido que pagar y el título de propiedad es dudoso
en todos los casos porque incluso los propietarios han
dejado de pagar los gastos hipotecarios y, en este
momento, aunque la situación es confiasa, es posible
que la mayoría de las viviendas pertenezcan al Banco
Hipotecario.
De todas maneras, la llegada paulatina, pero con-
tinua, de familias gitanas y la marcha de las familias
payas que en su mayoría eran "propietarias", hace que
en 1989 los gitanos sean una mayoría bastante
importante. Desde entonces, el número de payos ha
disminuido y en este momento no quedan ni siquie-
ra 30 unidades domésticas.
Desde un punto de vista ocupacional existen dife-
rencias importantes entre la población paya y la gita-
na. La población paya trabaja en empleos regulares
(guardia jurado, empleado en un comercio, encargado
de una pequeña industria, dependientes, funcionario
en el Ayuntamiento etc.) y su actividad está inserta
dentro de los pueblos más cercanos al Parque Ansaldo
(San Juan, Muxamiel, Alicante). Desde este punto de
vista forman parte de la estructura laboral de la zona
geográfica inmediata dentro de la cual se encuentran
insertos. Están integrados en las redes laborales dentro
del espacio en el que viven. Sus trabajos tienen un
cierto carácter de permanencia. Dentro de la inestabi-
lidad laboral presente en España, habría que decir que
en su conjunto tienen empleos "estables", lo cual
implica al menos que a lo largo del año están mucho
más tiempo empleados que desempleados.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Mulciculcuralismo a la española. £1 Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

La actividad laboral de la población gitana es


totalmente distinta. La venta ambulante es la activi-
dad básica de esta población. Es importante subrayar
que muy pocos son los individuos que viven en el
Parque Ansaldo que llevan a cabo esta actividad den-
tro del área geográfica en donde están insertos (Ali-
cante y su provincia). Lo más frecuente es que
trabajen en la venta ambulante en lugares tan alejados
en el espacio como Béjar, Salamanca, Ciudad Real, o
en zonas de Andalucía como Jaén, Jerez o Cádiz. Esto
indica que no están insertos en las redes laborales
dentro del espacio inmediato en que viven. Posible-
mente esto se deba a que son poblaciones que han
migrado desde las zonas en donde siguen llevando a
cabo una actividad y allí tengan sus familiares, amigos
y, en general, el conjunto de relaciones sociales que
conforman una "red de trabajo".
Además de esta actividad también se emplean
dentro de la zona en actividades agrícolas de carácter
puntual, tales como la recogida del tomate o la uva
son actividades que duran muy poco en el tiempo,
ocupaciones estrictamente precarias que implican
una situación totalmente distinta a la que veíamos
con respecto a los payos. Los trabajos no son nunca
permanentes y si se hiciera un balance de la actividad
laboral de esta población habría que decir que un
70% de la misma está desempleada durante más del
60% del año.
También se llevan a cabo actividades de trabajo a
domicilio tales como la fabricación de guantes con
cuerda o la pintura de juguetes. Pequeñas industrias
de la zona externalizan estos trabajos que son llevados
a cabo por mujeres y niños en las casas a cambio de
un salario miserable.
La última actividad dentro de este colectivo, y tene-
mos que subrayar que es absolutamente minoritaria, es
la venta de droga. Aunque cuantitativamente es total-
mente restringida, constituye un estigma tal en el
barrio que todos los colectivos están muy preocupados
por ello. Como el Parque Ansaldo está alejado del resto
de los núcleos habitacionales frecuentemente los jóve-
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Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

nes hacen auto stop para llegar a él. Yo he parado para


llevar a la gente y cuando no me conocían la manera de
demostrar que venían con buenas intenciones era
levantar la manga de la camisa y enseñarme que el
brazo no estaba "picado" con la jeringuilla.
Decimos que la droga, aunque fenómeno minori-
tario, es un esrigma que contagia toda la actividad de
este colectivo, no porque todo él, ni muchos menos se
dedique a ello, sino porque cuando alguna de las uni-
dades domésticas gana un poco de dinero, en la venta
ambulante o en la cosecha, inmediatamente afirma-
rán los otros grupos que se trata de algo obtenido con
la venta de droga.
El tercer grupo étnico (Jue entra en el barrio son
los magrebíes (mayoritariamente marroquíes) de cuya
introducción y asentamiento vamos a hablar ensegui-
da, pero antes vamos a dar una visión de conjunto de
sus actividades laborales, y compararlas con las de los
otros grupos.
Quizás la actividad fiíndamental del colectivo
marroquí sea el trabajo como empleadas del hogar
llevado a cabo por las mujeres. Como es bien sabido,
la actividad del "servicio doméstico" tiene dos moda-
lidades. El servicio doméstico interno es aquel en el
que la mujer trabajadora vive dentro de la casa en
donde trabaja y sale fuera un día a la semana, nor-
malmente el domingo en donde duerme fuera y
medio día que suele ser el jueves en donde a veces
duerme también fuera. En este caso el trabajo es más
permanente y el salario es menor en cuanto que, fre-
cuentemente y de una manera enmascarada, se trata
de deducir del salario la comida, habitación, etc.. En
contraposición a este sistema está el servicio domésti-
co externo en donde la trabajadora vive en su propia
casa, y trabaja y cobra su salario por horas. En el Par-
que Ansaldo encontramos los dos tipos de situacio-
nes. Por una parte, están las mujeres que trabajan
como internas y que dejan a los hijos ya mayores
(desde los 12 años) en la casa en el parque, bajo la
supervisión a distancia de algún amigo o familiar que
no vive en la casa. Cuando estas mujeres tienen niños
Anales del Museo Nacional de Antropología

Multiculturaiismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Ve

más pequeños los dejan con alguna mujer mayor que


los cuida, a veces junto con hijos de otras mujeres y
cuando viene la madre las lleva con ella a su piso. El
trabajo del servicio doméstico no se lleva a cabo
nunca en los pueblos limítrofes sino que se realiza en
Alicante capital. Ya veremos más adelante las razones
para esta situación. Este trabajo es estigmatizado por
parte de las mujeres payas y también por parte de las
gitanas porque al tener que abandonar a sus hijos
durante la semana afirman que esto se debe a que tra-
bajan como prostitutas en la capital. Aunque se dan
algunas semejanzas puramente externas en cuanto
que las prostitutas también tienen que dejar a sus
hijos con señoras mayores que llaman "madrinas",
nada más lejos de la realidad

De todas maneras, es digno de subrayar el hecho


de que los juicios que llevan a cabo unos grupos con
respecto a los otros están cargados de un gran esque-
matismo y tienden frecuentemente a la estigmatiza-
ción del otro.

La segunda actividad importante del colectivo


magrebí es la venta ambulante. Esta tiene dos carac-
terísticas diversas que hacen que aparezca algo así
como dos tipos de actividad diferente. Por una parte,
está la venta ambulante en la que venden en los mer-
cados objetos tales como relojes, bolsos, navajas, etc.
... y que representa algo muy parecido a la actividad
que realizan los gitanos. A este respecto hay que notar
dos fenómenos distintos. En primer lugar, existe una
competitividad enormemente importante entre los
dos grupos. Es frecuente oir a la comunidad gitana
afirmar que los puestos en el mercado hay que "dár-
selo a los gitanos que son españoles y que no se los
den a los moros". En segundo lugar hay que subrayar
que la venta ambulante que llevan a cabo los marro-
quíes la realizan en zonas cercanas al Parque Ansaldo
(en la zona de Alicante). Esto puede representar un
cierto fenómeno de especialización en el nicho labo-
ral para disminuir la competición entre un grupo y
otro en cuanto que los gitanos venden en las zonas
más alejadas y los marroquíes en zonas cercanas.
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iga Mult iculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

Además de éste, existe otro tipo de venta que está


adquiriendo más y más importancia. Se trata del tra-
bajo de intermediarios entre comerciantes y familias
argelinas y empresarios españoles. En Alicante, se
mantiene una linea regular de barcos con Oran en
Argelia. Frecuentemente los que viajan en este barco
vienen a comprar mercancías a España porque son
más baratas o están disponibles, mientras que en
Argelia son más difíciles de encontrar. Esto ha dado
lugar a un conjunto de actividades que tienen gran
interés. En primer lugar ha empezado un mercado
importante de electrodomésticos nuevos y también
de electrodomésticos usados que se venden a los que
vienen en el barco de Argelia. Cuando se trata de
comerciantes argelinos, los intermediarios argelinos o
marroquíes (una parte importante de ellos viven en
el Parque Ansaldo) los ponen en contacto con fábricas
o comerciantes de la zona que venden desde zapatos
a manteles, desde productos de esparto a juguetes.
Dentro del Parque Ansaldo se está creando en este
momento algo que podíamos designar con el térmi-
no de economía étnica. Además de estos intermedia-
rios han aparecido en algunos pueblos como Elche o
AJcoy algunas empresas absolutamente informales y
sumergidas en donde se produce básicamente calza-
do y productos de esparto. Algunas de estas empre-
sas venden la mayor parte de su producto a Argelia o
Marruecos. Si tenemos en cuenta que tanto los inter-
mediarios mercantiles son argelinos o marroquíes y
que la mayoría de las trabajadoras en estas industrias
son mujeres (marroquíes en su mayoría) podíamos
pensar en el comienzo de una economía étnica. Hay,
de todas maneras, un elemento que hay que tener en
cuenta y es que los dueños de las empresas son siem-
pre españoles.

En lo que antecede hemos descrito dos activida-


des de los magrebíes en el Parque Ansaldo. Por una
parte, los intermediarios comerciales (todos varones)
que ponen en relación los compradores, básicamen-
te argelinos, con los vendedores, pero, por otra parte
se da una actividad, pensamos que numéricamente
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Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

más importante, de las mujeres magrebíes que tra-


bajan en condiciones muy duras en esas empresas de
carácter sumergido.
Como se puede observar, estas actividades se ejer-
cen todas ellas fuera del barrio. Existe un tipo de acti-
vidad que se lleva a cabo dentro del barrio. En los últi-
mos dos años han aparecido marroquíes que trabajan
dentro del parque en oficios tales como fontaneros,
electricistas, albafiiles y carpinteros. Aunque no son
muchos, a lo sumo 15 ó 16 personas, son importantes
porqué con sus oficios han sucedido en la actividad
que antes llevaban a cabo los payos. Los gitanos nunca
han entrado en este tipo de actividad, pero los marro-
quíes han empezado con un relativo éxito. La razón
para este éxito está en el hecho de que, para poder
obtener el agua o la luz, en estos momentos la com-
pañía eléctrica y la de las aguas exigen un contrato de
propiedad o de arrendamiento. La mayoría de los veci-
nos no lo tienen, pero es de subrayar que incluso
cuando los propietarios han ido a solicitar el contrato
de la luz o del agua este no les ha sido dado porque los
empleados de las compañías les han dicho que al no
haber cumplido con las obligaciones del Banco Hipo-
tecario, el piso no es de su propiedad y por lo tanto no
le pueden dar el contrato. En una situación como ésta
lo que hacen es enganchar el agua y la luz de su apar-
tamento a la toma de un piso que tiene agua y luz, ya
sea porque los habitantes llevan más tiempo y tienen
estas facilidades porque antes no exigían contrato de la
casa, o bien porque el contrato lo tenía el dueño y se
lo ha pasado a los nuevos habitantes, por supuesto
cobrándoles. De hecho es raro que una persona tenga
en su contador de luz o de agua únicamente su propio
piso. Lo más frecuente, especialmente entre los
marroquíes, que son los que han llegado los últimos,
el tener 5 ó 6 unidades domésticas que "enganchan" el
agua o la luz a un contador. Lo cual no quiere decir
que no lo paguen. Estas circunstancias, unidas al
hecho de que las viviendas están bastante dilapidadas
en su interior, dan bastante empleo a los que trabajan
de fontaneros, electricistas o albañiles, que, como
hemos dicho, en este momento son todos marroquíes.
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Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

De todas maneras, aun no hemos descrito la lle-


gada de los marroquíes al Parque Ansaldo. El primer
marroquí que entró en el Parque fue un trabajador
que pagó a un payo por su piso para habitar en él. De
acuerdo con el marroquí se trata de una venta real
aunque nunca hemos podido saber lo que ha pagado
por él. Otros marroquíes me han dicho que había
pagado más de 400.000 pesetas, lo cual es más de lo
que el payo había pagado al banco. Subrayamos este
caso porque frecuentemente los payos insisten en que
son los gitanos los que han vendido los pisos (que no
eran suyos) a los marroquíes. A partir de este caso,
hemos ido descubriendo que los payos han hecho fre-
cuentemente lo mismo. He llegado a la conclusión de
que cuando se pregunta a un marroquí como ha
podido entrar en el piso y responde "un amigo espa-
ñol (los marroquíes llaman españoles a los payos y
nunca llaman españoles a los gitanos) me lo ha dado
sin cobrarme nada", es claro que le ha cobrado algo,
y, frecuentemente se ha llegado a pagar el dinero que
él había dado al banco por el piso.
A partir de este trabajador, las primeras personas
que vienen a vivir son trabajadoras del hogar internas
que alquilan en un primer momento una habitación,
pagando un precio abusivo (20.000 pesetas al mes)
Frecuentemente estas trabajadoras se enteran de que
se alquila una vivienda entera y pagan entre 40 y 50
mil pesetas por el alquiler. En un momento determi-
nado piden un recibo por el pago de la mensualidad
y la gitana que se lo ha alquilado dice que no se lo da.
Poco a poco descubren que el piso no es de ella por-
que han visto en la guía de teléfono que en ese núme-
ro y calle hay otro nombre. Una situación como esta
le da a la trabajadora marroquí la posibilidad de dejar
de pagar el alquiler y "comprar el piso" (más bien
diríamos pagar la posibilidad de entrar por una can-
tidad menor, entre 100 y 120 mil pesetas). Hemos
encontrado bastantes casos de trabajadoras domésti-
cas internas que han llevado a cabo este tipo de tran-
sacciones económicas con la esperanza de tener un
piso y poder empezar a trabajar como externas. A
veces lo han conseguido y otras no, pero tienen un
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piso en donde pasar el domingo y parte del jueves o


donde vive la familia durante la semana.
Todos los marroquíes a quienes hemos pregunta-
do han entrado pagando. Unas veces han pagado a los
payos que como "propietarios" del piso han cobrado
mucho más (entre las 300 y 400 mil pesetas). Las
casas "vendidas" por los propietarios están en mejores
condiciones que las que ofrecen los gitanos. En este
caso, el pago fue menor (entre 100 y 150 mil pesetas)
y algunas veces sobre todo cuando se ha pagado un
cierto tiempo de alquiler, el precio puede ser menor.
Podemos poner un ejemplo para que se vea clara-
mente esto. Una mujer marroquí (que tiene estudios
universitarios de Letras hasta el 4° año de Universi-
dad) alquila durante un año una vivienda mientras
ella sigue trabajando como doméstica interna. Al
final, después del año "compra" el piso de un matri-
monio gitano por 60.000 pesetas. Como es frecuen-
te, el matrimonio gitano se mete en otro de los pisos.
El arreglo del piso le cuesta 200.000 pesetas pero es
una vivienda muy bien arreglada.

En estos momentos, los payos representan más o


menos entre un 8 y 10% de los habitantes, los gita-
nos entre el 55 y 60% y los magrebíes entre el 30 y
35%. Desde el año 1991-92 ha ido disminuyendo el
número de payos y gitanos y ha ¡do aumentando el
número de magrebíes. Si hemos de hacer caso a los
informantes magrebíes en el último año se ha acele-
rado mucho la marcha de las familias gitanas y la lle-
gada de familias marroquíes. Esto no es fácil de cuan-
tificar, especialmente si se tiene en cuenta el
nomadismo de las unidades domésticas gitanas, pero
si fiíera así, y no hay ninguna razón para dudarlo,
estaríamos asistiendo a la segunda sucesión y substi-
. tución étnica. La primera había sido la de los payos
por los gitanos y la segunda la de los gitanos por los
marroquíes. En primer lugar hay que subrayar que las
transacciones económicas por las cuáles las viviendas
se transfieren entre los diversos individuos y grupos
tienen las mismas características que las que se pro-
ducen en el mercado inmobiliario "normal". En este
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Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

también se producen descuentos en la venta cuando


el que compra un piso ha sido inquilino en el mismo
por un cierto tiempo.
La segunda observación se refiere al hecho que ha
saltado a la vista en la descripción que hemos hecho
y que consiste en la constatación de que aunque,
como veremos, el Parque Ansaldo es un barrio aisla-
do espacial y socialmente y también desde el punto
de vista del mercado laboral, está perfectamente
inserto en el sistema capitalista y sus principios
estructuran y ordenan las relaciones sociales y econó-
micas dentro de él.
En tercer lugar queremos subrayar que el hecho
más llamativo que aquí ha aparecido es la propia
sucesión étnica o la substitución de unos grupos con
otros. Lo que llama la atención es que, hasta cierto
punto, estos grupos nunca coexisten. Aunque, desde
las observaciones de los primeros sociólogos de la
escuela de Chicago, este proceso ha sido pensado
como lo normal, lo obvio, lo ordinario, no hay nada
de obvio en este proceso. Creemos que es conve-
niente que nos detengamos un poco en la conside-
ración de los procesos que hemos descrito. Lo que
hemos podido observar, y se ve a simple vista, es lo
que Burgess llamaba "sucesión" (1974 a p. 50). En
la visión de lo que podíamos designar como evolu-
ción concéntrica de la ciudad se pensaba que cada
una de las zonas interiores extendía su área inva-
diendo la zona contigua pero más exterior. Esta
expansión era la sucesión. Sin embargo, es intere-
sante no quedarse sólo en esto sino tratar de com-
prender la trayectoria de este proceso. Según el pro-
pio Burgess (1974b, p. 121) la sucesión procede en
varios estadios, el primero seria lo que se llama "la
invasión" cuando un grupo empieza penetrando, de
una manera incipiente, en el territorio ocupado por
otro. A ello le sigue normalmente una "reacción" de
resistencia por parte del grupo que ya estaba presen-
te previamente. Posteriormente llega lo que podía-
mos llamar la "avalancha" de los recién llegados y el
abandono rápido por parte de los antiguos residen-
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Multicuicuralismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Vei

tes, y, por fin, una situación de "climax" o de nuevo


equilibrio o estabilidad en la comunidad.
Como es bien sabido, se trata de un proceso que
se refería a lo que en aquel entonces se creía que era
la evolución de las comunidades de plantas, y que se
aplica de una manera metafórica a la evolución espa-
cial de los diferentes grupos dentro de la ciudad.
Curiosamente, la trayectoria de la sucesión tal y
como la propone Burgess es perfectamente aplicable
a la situación del Parque Ansaldo. También aquí una
vez que se han instalado los payos empiezan a entrar
gitanos en un primer momento se encuentra una
muy fuerte resistencia por parte de los primeros
habitantes pero, poco a poco, los gitanos se convier-
ten en mayoría. Posteriormente empiezan a aparecer
en el barrio los marroquíes que también sufren un
cierto rechazo de la población gitana que los ve
como competidores no sólo por la vivienda sino
también por los puestos de trabajo. Si hacemos caso
al crecimiento y a las tendencias actuales, es muy
probable que, en breve, los marroquíes lleguen a
constituir la mayoría.
Sin embargo, esta descripción es algo puramente
superficial en cuanto que no tiene en cuenta para
nada los procesos económicos que están presentes por
debajo de esta evolución. Por debajo de la sucesión
étnica dentro de las viviendas, o del hecho de que los
diversos grupos étnicos van invadiendo, lo que apare-
ce es un fenómeno mayoritario de compraventa de las
viviendas que vamos a estudiar enseguida. Lo que
nosotros encontramos es una relación explotativa
entre los diversos grupos.
Los sociólogos de Chicago hablaban de que la
vivienda se "filtraba" hacia abajo, desde los grupos
más pudientes que abandonaban las zonas más cén-
tricas de la ciudad hasta los más pobres que entraban
en esas viviendas. Realmente, lo que nosotros encon-
tramos es que se trata de un filtrado hacia abajo de la
explotación, del dinero que se tiene que pagar para
entrar dentro de las casas. El capitalismo hace de
todos, incluso de los más pobres unos especuladores
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ga ^ulticulturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

con su vivienda. R. Burgess (1977, 1978) afirma que


incluso una casa autoconstruída por el propio con-
sumidor no es únicamente algo que tiene un valor de
uso sino siempre "una mercancía potencial". Aunque
esto se puede afirmar que ocurre con todo lo que
tiene un valor de uso dentro de una sociedad domi-
nada por la producción de mercancías, la vivienda
representa un fenómeno, hasta cierto punto, distin-
to. Lo que llama la atención en el caso del Parque
Ansaldo y en otros muchos casos es el hecho de que
se convierte en mercancía la vivienda que no perte-
nece a los que la venden. Para comprender el fenó-
meno, vamos a detenernos un poco en algunos datos
de tipo comparativo.
No podemos analizar todos ni la mayoría de los
casos en los que se demuestra como las casas de auto-
construcción y las chabolas, o las casas ocupadas,
como en Parque Ansaldo, no se han producido u ocu-
pado sin más sino que han sido compradas u otras
veces arrendadas. R Baross (1983) ha recopilado un
número importante de obras en donde se analiza este
fenómeno y por ello no vamos a llevar a cabo algo
parecido. Sin embargo, queremos referirnos a tres
casos en diversas partes del mundo en donde aparece
claramente el hecho de que los que viven en este tipo
de viviendas no son sólo victimas de la penetración capi-
talista sino que son agentes activos en ese proceso.
En un estudio, hoy ya clásico sobre un área de
ocupación de vivienda en Guayaquil, en un terreno
pantanoso en las afueras de la ciudad, C. Moser
(1982) encuentra algunos elementos muy importan-
tes. Únicamente un 14% ha ocupado una vivienda
sin pagar, un 30% han comprado el terreno y un
11 % han comprado una casa ya construida. Lo pri-
mero que aparece es la ínfima proporción de gente
que alquila una vivienda. No se da una especulación
a gran escala porque los intercambios, ventas y con-
traventas de terrenos y casas están fuera de la locali-
dad. Al tratarse de una propiedad "de facto", basada
en la ocupación, es muy difícil que haya "propietarios
absentistas".
Anales del Museo Nacional de Antropología

Muiticulturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez V

Otro caso es el que describe A. Smart (1986) en


Hong Kong. En este caso se descubre que se da un
mercado de las viviendas ocupadas que es muy simi-
lar al mercado de la vivienda privada. El lugar estu-
diado es un área que era rural y que ha sido "desarro-
llada" como lugar de chabolas y vivienda que se
construye en tierra, ocupada sin los requisitos legales
para la construcción. Lo que es bastante interesante
en el caso de Hong Kong es que a veces el gobierno
"limpia" estas zonas ocupadas y realoja en viviendas
"normales" a los ocupantes. Por esta razón, cuando se
"compra" un alojamiento de ocupación también se
está comprando el realojo.
En este caso como en el de Guayaquil el porcen-
taje de viviendas alquiladas es mínimo. No llega ni
al 6%.
El tercer caso es el de Nairobi muy bien estudiado
por Amis (1984). También se trata de viviendas no
autorizadas u ocupadas que se comercializan. El autor
subraya que la contradicción que, a veces, se esta-
blece entre autoconstrucción, no autorización de la
vivienda e intervención del capital privado, no es tal.
Porque, al menos en el caso que estudia, se dan los
tres elementos juntos.

En contraposición a los otros dos casos que hemos


descrito en las viviendas de ocupación en Nairobi
aparece un sector de renta a gran escala. En este caso,
el que habita una de estas viviendas es arrendatario
de "propietarios" a gran escala. En otros casos se trata
de "propietarios" más pequeños que alquilan una
vivienda. Estos dos tipos implican situaciones dife-
rentes, los primeros son propietarios absentistas
mientras que los segundos viven en el mismo barrio
que los arrendatarios. Los primeros son "propietarios"
a gran escala y auténticos capitalistas, mientras que
los segundos pertenecen frecuentemente a los pobres
urbanos.

La comercialización creciente de estas viviendas


trae como consecuencia que los habitantes más pobres
de estos asentamientos son arrojados Riera de la
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'Multicultural ismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Vciga

vivienda "por medio del mercado" (Amis 1984 p. 94).


A la vez esta comercialización trae consigo una movili-
dad grande de la población entre unos asentamientos y
otros. Frecuentemente se piensa que en las viviendas
de ocupación o de autoconstrucción la movilidad es
muy pequeña porque los habitantes tienden a perma-
necer en el lugar que han construido u ocupado. Sin
embargo si se comprende que, aún en casos como
estos, la vivienda funciona como una inversión, se
producen fenómenos de movilidad por la venta o
alquiler del lugar de habitación que siempre se lleva a
cabo "al mejor postor".

Una vez que hemos tomado algunos elementos de


los tres casos que hemos propuesto parece convenien-
te compararlos con la situación en el Parque Ansaldo.
También en este caso encontramos unas viviendas
que, en un primer momento fueron compradas a pla-
zos por unos posibles futuros propietarios que, en un
momento determinado dejan de pagar el dinero apla-
zado. Con ello, la propiedad sigue permaneciendo en
manos del banco. Objetivamente estas personas
pasan de ser propietarios potenciales a personas que
"ocupan" una vivienda. Por otra parte se produce un
fenómeno de arrendamiento de parte de las viviendas
que son alquiladas por el Ministerio de Obras Públi-
cas y Urbanismo a familias cuya vivienda se había
destruido. Estas familias que pertenecen a una etnia
diferente, en un momento determinado dejan de
pagar la renta. Lo que es curioso es que tanto los que
se llaman "propietarios" como los arrendatarios (gita-
nos) empiezan a negociar con su vivienda. Los "pro-
pietarios" cuando pueden "venden" su vivienda, a
veces por más de lo que habían pagado al banco. En
este tipo de transacción están implicados los "propie-
tarios" como vendedores y los compradores que per-
tenecen al grupo de los payos, de los gitanos y de los
marroquíes.
Los gitanos comienzan a alquilar (o realquilar) sus
viviendas. Este proceso económico no tiene gran
éxito. En otros casos "venden" las casas en las que
viven u otras que, a veces han comprado más baratas de
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Mulciculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veig

los primeros propietarios. Los casos menos frecuentes


son aquellos en los que han entrado en una vivienda
por medio de la patada en la puerta. En esta "venta"
de las casas participan, en un primer momento otras
familias gitanas que se instalan en el barrio después de
haber pagado por su vivienda. Posteriormente entran
"como compradores" familias marroquíes.

Smart (1986 p. 41) se pregunta por la interpreta-


ción analítica de este fenómeno e insinúa si no sería
posible pensar que "estos grupos con pocos recursos
han podido estar tan inculcados en la ideología de las
clases dominantes que llegan a reproducir las relacio-
nes de propiedad privada aún en aquellos casos en los
que ésta está legalmente ausente".

Parece evidente que un fenómeno como este está


presente en el Parque Ansaldo. Para la mayoría de los
habitantes de este lugar, su vivienda, aunque de pro-
piedad más que dudosa, es el objeto más valioso que
poseen y por ello se trata de una mercancía potencial
que se actualiza cuando conviene. Aunque la propie-
dad de la vivienda sea dudosa, parece evidente que los
habitantes tienen un control del acceso a ellas y lo
que realmente venden es ese acceso.

De todas maneras, hay una diferencia clara entre


la situación de Guayaquil y de Hong Kong en donde
no existe prácticamente renta de este tipo de vivienda
y Nairobi en donde la renta es el sistema más fre-
cuente. En el Parque Ansaldo la renta es bastante
infrecuente y los pocos casos que conocemos de renta
se han convertido en "compra". La razón hay que
buscarla en el hecho de que, dada la propiedad dudo-
sa o no existente, el alquiler de este tipo de vivienda
entraña la posibilidad de su pérdida. Es evidente que,
en el caso del Parque Ansaldo, hemos encontrado,
por una parte, un fenómeno de sucesión étnica en la
ocupación de la vivienda y, por otra parte, un proce-
so de venta o comercialización de la misma. Podemos
preguntarnos por la relación que existe entre estos dos
fenómenos. Lo primero que salta a la vista es que,
como ya hemos subrayado abundantemente, el pro-
Anales del Museo Nacional de Antropología

a '^uiticulturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

ceso de sucesión no es algo automático. Tampoco es


posible interpretar el fenómeno como una lucha inter-
étnica o la imposibilidad de una coexistencia entre los
diversos grupos étnicos. Aunque esto sea la resultante
no creemos que sea la causa única ni siquiera la fun-
damental de la sucesión.
La sucesión de los payos por los gitanos tiene
mucho que ver con la devaluación de la vivienda que
tiene lugar en el Parque Ansaldo. Las viviendas, están
en malas condiciones de habitabilidad por defectos
de construcción lo cual hace que su valor disminuya.
A la vez, la llegada de los gitanos trae consigo una
disminución ulterior del valor. Esto tiene como
resultado que una parte de la población paya trate de
"realizar" el valor de la vivienda cobrando lo que han
pagado al banco. En otros casos, trataran de vender-
la a otros ocupantes cargando un precio abusivo. Lo
que hay por debajo de todo esto es un intento de
desembarazarse de una vivienda que no se revalúa en
el mercado.
En la sucesión de los gitanos por marroquíes hay
algo hasta cierto punto parecido. Algunos gitanos se
marchan porque han encontrado una vivienda públi-
ca para realojarse. Pero no lo hacen hasta después de
haber obtenido algún beneficio de la venta de la
vivienda del Parque. En otros casos se tienen que
mover a otro sitio por cercanía al trabajo de la venta
ambulante, pero cuando lo van a hacer previamente
tratan de obtener el mayor beneficio posible de la
vivienda ocupada. Los ocupantes del Parque no son
sólo víctimas del capitalismo sino agentes activos en
el proceso de mercantilización. El motor de todo el
proceso habría que buscarlo en el abandono y venta
de la vivienda previa cuando descubren que el per-
manecer en ella no representa ninguna revalorización
ni ninguna ventaja. Lo que realmente explica la suce-
sión étnica es el intento de especular hasta donde sea
posible con la propia vivienda.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez \

II LA CONSTITUCIÓN DE UN CUETO

Aunque el término gueto es uno de tantos que


despierta fácilmente la imaginación y ciertas tenden-
cias emotivas de las personas, y, por lo tanto, sería
mejor usar algo más neutral y capaz de describir
mejor los fenómenos, sin embargo es el término más
comunmente usado, y para no caer en el vicio, tan fre-
cuente, de inventar un término y pensar que, con ello,
todos los fenómenos están resueltos, trataremos de dar
una descripción, más o menos amplia, que sirva para
comprender lo que vamos a decir. Un gueto es una
parte de una ciudad o un pueblo, normalmente una
zona fuertemente poblada y con unas condiciones de
vivienda y habitabilidad malas, habitada por miem-
bros de una o varias minorías, como resultado de cier-
tas restricciones o discriminación social o económica.
Como esta es una definición provisional y bastante
pobre, vamos a poder observar cómo en la descripción
del Parque Ansaldo aparecen otros elementos que son
esenciales y que dan cuenta más profundamente de los
fenómenos que queremos estudiar.

Desde un punto de vista estrictamente espacial el


parque tiene una forma más o menos rectangular que
está absolutamente separado y segregado del resto.
Entre el pueblo de San Juan y el parque hay una espe-
cie de erial que es cruzado por la carretera que llega y
cruza el barrio. Se trata de una carretera de ida y vuel-
ta que no lleva más que allí. Tampoco hay nada más
que tierra sin cultivar, y llena de basura, alrededor de
este lugar. Si a este elemento de segregación añadimos
el hecho de que hay un "todo terreno" de la Guardia
Civil situado prácticamente siempre, a la entrada se
puede comprender la situación de aislamiento inclu-
so físico.

Esta separación, segregación o aislamiento espa-


cial se corresponde exactamente con un claro aisla-
miento social. Pero en el análisis de este fenómeno es
mejor que vayamos por partes. El primer fenómeno
que aparece es la consideración de este espacio física-
mente aislado como una especie de estigma. El pro-
Anales del Museo Nacional de Antropología

'eigl "ulticulturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

ceso metonímico por el cual las cualidades del conti-


nente se pasan y aplican al contenido es uno de los
fenómenos más frecuentemente utilizados en la cons-
titución de las ideologías. En este caso nos encontra-
mos con un entorno físicamente degradado, social-
mente aislado, con algunos rasgos que más adelante
describiremos y que ahora nos bastará con calificar de
"problemáticos", y lo más frecuente es aplicar a los
individuos que viven en él las características del
mismo. Esta explicación es muy general y abstracta, y,
aunque constituye una base importante del proceso
explicativo, parece conveniente que profundicemos
un poco en ella.
En las entrevistas, tanto con mujeres payas como
con marroquíes que han querido trabajar en el servi-
cio doméstico en el pueblo de San Juan, siempre apa-
rece la misma respuesta: Las marroquíes suelen afir-
mar que ellas trabajan siempre en Alicante porque allí
no conocen ni han oído hablar del Parque Ansaldo y
por ello las aceptan en el trabajo doméstico. Lo que
ocurre en San Juan lo explicaba perfectamente una
mujer paya que trataba de ocuparse como empleada
del hogar externa. "Venía a San Juan, decía, y traté de
buscar trabajo en algunas casas por horas. Lo prime-
ro que me preguntaron, era de donde era. Tuve que
presentar papeles y decir que era del Parque Ansaldo
y en ningún sitio me cogieron".
Como se puede observar a estas mujeres las recha-
zan en el trabajo precisamente por el lugar en el que
viven. Aunque esto pueda parecer absurdo, la compa-
ración con adatos parecidos puede darnos bastante
claridad.
En un artículo reciente S. Kirschenman y K. M.
Neckerman (1991) se plantean el problema de la
significación de la raza para los empleadores y afir-
man que a veces "algunos empleadores hablan implí-
cita o explícitamente en términos de clase pero sin
embargo para otros el gueto dentro de la ciudad era
la categoría más importante. Para la mayoría este
término connotaba negros, pobres, poco educados,
descualificados, sin valores, y crimen... drogas, fami-
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lias inestables. El suburbio connotaba blancos, clase


media, educados, cualificados y familias estables".
Como se ve, tanto en el caso del Parque Ansaldo
como en el gueto dentro de la ciudad el espacio físi-
co connota o es una señal de cualidades negativas que
hace que nadie emplee o sea mucho más difícil de
emplear a las personas que allí viven. Se trata de un
ejemplo típico de lo que algunos economistas han
designado con el término de "discriminación estadís-
tica" E. Phelps, (1972), K. Arrow (1973). Este tipo de
discriminación no es pura, sino que se basa en la uti-
lización de la pertenencia a un grupo o el habitar en
un área determinada de como señales o substitutos de
ciertos aspectos de productividad o aptitudes para el
trabajo que son difíciles o caras de evaluar. Lo que los
posibles empleadores hacen es evaluar las capacidades
o productividad de un posible trabajador en base, no
de un análisis directo de las mismas, sino utilizando
algún elemento visible que se toma como señal o
substituto de ellas. Dentro de los elementos que más
frecuentemente se utilizan como señales se encuen-
tran sin lugar a dudas la etnicidad o la raza y el lugar
de habitación. En el caso del Parque Ansaldo, vemos
que el espacio en donde la gente vive no sólo está ais-
lado espacialmente sino que se encuentra estigmatiza-
do y sirve de señal de crimen, droga, violencia, falta
de hábito de trabajo, suciedad etc.. lo cual hace que
sea muy difícil, o prácticamente imposible encontrar
un empleo que no sea en los trabajos más degradados
e inestables de la economía. Aunque, cuando se
entrevista a los posibles empleadores, no aparezca
nunca o casi nunca una actitud abiertamente racista
ni un rechazo abierto de las minorías étnicas (gitanos
o marroquíes) sin embargo se da una clara selección
de los posibles trabajadores en base a la discrimina-
ción estadística en cuanto que se toma el lugar de
habitación como una señal o signo claro de ciertos
defectos que descualifican al posible trabajador para
obtener este trabajo.

La discriminación estadística no sólo estigmatiza


el espacio en el cual los habitantes se encuentran
sino que obliga a los posibles trabajadores del área
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que se considera un gueto a buscar trabajo mucho


más lejos, por lo que rompe la red de las relaciones
del mercado de trabajo local, en cuanto que debido
a ella, los posibles trabajadores tienen que buscar sus
oportunidades laborales más y más lejos, en sitios en
donde no se conoce la situación. Esto representa
una situación de aislamiento y corte con el entorno
inmediato y con la red de relaciones, lo cual lleva a
un aislamiento social cada vez más importante. Ade-
más esto representa una dificultad añadida en la
obtención de trabajo en un mercado que cada vez
ofi"ece menos posibilidades. La discriminación esta-
dística refuerza el aislamiento físico con un encap-
sulamiento de carácter laboral.
Esto es un fenómeno bastante generalizable y cuya
muestra más palpable es el hecho de vestirse de gala
cuando se busca trabajo, aunque sea para limpiar las
calles, pero para que no se piense que hacemos una
comparación entre la situación norteamericana y
española podemos traer a colación un dato de Fran-
cia muy analizado por Rey (1996, p. 77). "En reali-
dad, dice, tiene menos importancia los territorios de
las "banlieus" que están colocados fuera del sistema
que la descualificación que representa el hecho de
residir en ellas. Los testimonios de los habitantes
abundan sobre las palabras feas cuando se conoce la
dirección, las reacciones negativas que aparecen en el
control de identidad o, más simplemente en las rela-
ciones ordinarias de la vida social. La reputación sul-
furosa de los barrios desfavorecidos empapa a sus ciu-
dadanos hasta el punto de que muchos de ellos tienen
dificultades en invitar a casa a parientes y amigos que
viven lejos. Esta imposición de estigma asocia en la
descualificación territorio y residentes, pero la rela-
ción se construye desde el exterior y en la mirada del
otro". Puede servir de poco consuelo, y desde luego
no ataca las raíces del problema, el pensar que cuan-
do la etnicidad y la raza o el lugar de habitación son
los elementos que se utilizan como señales para admi-
tir en un trabajo determinado, y por lo tanto como
substitutos de la aptitud, cualificación o posible pro-
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Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

ductividad de un trabajador, se está utilizando el


mismo recurso semántico básico, la metonimia. En
un caso se utiliza la "pars pro toto" y en el otro la con-
tigüidad de continente o contenido. Es evidente que
se puede siempre preguntar, y la respuesta no la da la
semántica, por qué se utiliza el "paus prototo" y no en
otros mucho más clamorosos, y lo mismo tenemos
que decir del contagio entre continente y contenido.
Sin embargo es importante subrayar la facilidad y
persistencia de estos fenómenos.

La estructura de un gueto

De todas maneras, parece importante entrar a


analizar la estructura espacial interna del barrio.
Como muy bien recuerda H. Rey (1996, p. 30), con-
trariamente a lo que se suele pensar, los barrios que
constituyen los guetos no son monoraciales, son obje-
to de una competición, a veces brutal entre una
población hispánica de inmigrantes recientes cuyo
peso demográfico aumenta fuertemente y la pobla-
ción negra más pobre. También hay que tener en
cuenta, las poblaciones asiáticas, especialmente core-
anos que mantienen pequeños comercios o talleres de
confección sin residir en el barrio.
Las observaciones de Rey, referidas a los guetos
norteamericanos son aplicables a los casos europeos.
El Parque Ansaldo no es una excepción. Es verdad
que en estos momentos Loíc Wacquant (1996, p.
263) insiste mucho en que la diferencia entre el gueto
norteamericano y lo que podían ser los guetos euro-
peos como algunas partes de las ciudades francesas se
distinguen precisamente en el hecho de que el prime-
ro es una formación socio-espacial de carácter unifor-
me, mientras que en las segundas se da una mezcla
muy grande de grupos étnicos. Según mi manera de
ver, también en el gueto norteamericano existe una
mezcla de poblaciones, aunque quizás la variedad de
las mismas no sea tan grande como en la "banlieu"
parisina.
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De todas maneras, el Parque Ansaldo no presenta


una gran variedad étnica, y, además, el fenómeno que
hemos designado como sucesión da al barrio un
aspecto bastante "homogéneo", parecido en este sen-
tido a los guetos americanos. En él nos encontramos
con tres grupos étnicos, los payos (llamados españo-
les por los marroquíes), los gitanos y los marroquíes
(llamados moros por los otros dos). Ya hemos descri-
to como se produce un fenómeno de sucesión en
cuanto que cuando entran los gitanos, los payos, que
son mayoría, van disminuyendo poco a poco hasta
que en este momento son una minoría casi residual.
Lo mismo ocurre cuando entran los marroquíes. Se
produce una disminución paulatina de los gitanos y
un aumento de los marroquíes que da la impresión
que va a llevar a la conversión de éstos en mayoría.
Los antiguos sociólogos urbanos de Chicago inter-
pretaban este fenómeno básicamente como competi-
ción y dominación. Para el análisis que vamos a llevar
a cabo, creemos que es más útil pensar en el proceso
de sucesión como un fenómeno de separación espa-
cial entre unos grupos y otros. Se trata efectivamente
de una negación de la coexistencia entre grupos étni-
cos. Cuando uno empieza a entrar en el lugar los
otros empiezan a abandonarlo. Ya hemos podido
observar antes cuáles son los procesos económicos
que se presentan por debajo de estos fenómenos, pero
más adelante tendremos que tratar de ofrecer una
interpretación teórica general.

Sin embargo, la sucesión étnica no es el único


fenómeno que niega la coexistencia.
En el barrio la gente paya habla frecuentemente
de que tanto los gitanos como los magrebíes forman
un clan. Insisten en que cada uno conserva sus cos-
tumbres y sus formas y que no se producen mezclas,
cada uno defiende su terreno y territorio.
Como es obvio cuando hablan de clanes no se
refieren a ello en el sentido técnico. Lo que quieren
afirmar es que se trata de grupos cerrados sobre sí
mismos que guardan perfectamente las distancias.
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Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

Desde un punto de vista espacial se pueden observar


bastantes fenómenos interesantes. Si dividimos el
parque en 4 partes (NO, NE, SO, SE) encontramos
que las poblaciones están distribuidas de una manera
desigual en el espacio. Los payos están situados casi a
la entrada en la zona suroeste y permanece todavía
un bloque habitado únicamente por ellos en el NE.
El conjunto de la zona NO, SO y parte de la NE
están habitadas por la población gitana. Parte de la
zona NE y prácticamente toda la zona SE están habi-
tadas por la población marroquí. Como se puede
observar hay una distribución espacial bastante exclu-
siva de cada grupo étnico que se ve reforzada por un
elemento fundamental. Dentro de las pocas institu-
ciones que aún tienen algún tipo de presencia se
encuentran las religiosas. Es curioso constatar cómo
la población paya, en estos momentos saliendo del
barrio, no tiene ningún lugar de culto en el barrio.
Para el ejercicio de las prácticas religiosas van a los
centros católicos de culto de San Juan.
Desde la entrada del parque, es muy conspicuo,
en la parte NO, un edificio religioso. En medio de
una zona, que puede ser considerada como plaza o
descampado, se divisa perfectamente una capilla
pequeña y humilde pero que constituye el edificio
quizás más llamativo del barrio. Se trata de un lugar
donde se congregan la mayoría de las personas gitanas
que pertenecen a la Iglesia Evangélica de Filadelfia. La
población gitana designa esta Iglesia con el término
del culto y los que pertenecen a la Iglesia son desig-
nados, a veces despectivamente como "aleluyas". No
vamos a entrar ahora en el contenido de esta confe-
sión cristiana (Vid. J. Gamella, 1996), lo único que
queremos subrayar es la importancia de la capilla y de
la propia pertenencia a esta confesión como un mar-
cador étnico de primera magnitud. La comunidad
paya ha visto siempre la irrupción fuerte de esta fe
cristiana como una especie de amenaza. Van a insistir
frecuentemente en que el pastor subraya siempre en
sus prédicas que tengan paciencia porque en poco
tiempo la mayoría de las personas del barrio asistirán
Anales del Museo Nacional de Antropología

^ulciculturalismo a la española. £1 Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

al "culto". El pastor quiere decir con esto que poco a


poco todos se convertirán, mientras que la población
paya interpreta esto como una afirmación por parte
de los gitanos del deseo de convertirse en mayoría y
poco a poco expulsar a los demás. Es interesante
constatar cómo en estos momentos ha aparecido otro
lugar de culto situado en el corazón de la zona en la
que viven los marroquíes. Se trata de un bajo que se
ha convertido en mezquita. Aunque en estos momen-
tos aún hay dificultades con el permiso municipal, de
hecho ya ftmciona como centro de reunión informal.
Si el culto representa un centro de unión de la pobla-
ción gitana, hemos podido comprobar cómo la mez-
quita y su construcción despierta una aprobación casi
unánime por parte de los varones mientras que es vista
con más sentido crítico por parte de las mujeres que
tienen miedo, fundado, de que la aparición de la mez-
quita represente un elemento de opresión para ellas.
De todas maneras la mezquita está situada en la
parte opuesta al lugar en el que se encuentra la capi-
lla del "culto". Esta oposición espacial es una muestra
más de lo que hace tiempo Gerald Suttles (1968) lla-
maba "segmentación ordenada", y que él pone en
relación con los sistemas segmentarios descritos por
M. Fortes y E. Pritchard (1940). Según él, esta seg-
mentación ordenada consiste en el hecho de que cada
grupo es una unidad socio espacial y en la exclusivi-
dad de la inclusión en el grupo. Aunque Suttles intro-
duce otros elementos, a nosotros nos interesan sólo
estos dos porque responden, al menos descriptiva-
mente a lo que ocurre en el Parque Ansaldo. Los
diversos grupos tienen una entidad socio espacial en
cuanto que se distribuyen en el espacio con una lógi-
ca de aglomeración. Es decir que cada grupo étnico se
concentra en lugares distintos. El espacio juega en
este caso un papel esencialmente divisivo, de separa-
ción. No se da mezcla, ni realmente coexistencia, sino
bastante división.
Pero la caracterización del gueto se obtiene mucho
más claramente si se prescinde de las divisiones internas
dentro del espacio del barrio y se toma el conjunto.
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Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

Lo que da cohesión al conjunto de habitantes son


fenómenos esencialmente negativos. Ya hemos habla-
do del aislamiento espacial y también del estigma aso-
ciado a la habitación en el barrio que dificulta o impi-
de la obtención de empleo. A ello hay que añadir un
elemento de tipo administrativo y político que tiene
una importancia básica. Se trata del hecho del desen-
tendimiento por parte del Ayuntamiento con respec-
to al barrio. Con frecuencia en las oficinas munici-
pales se afirma que no pertenece a San Juan y se han
producido negativas continuas a empadronar a las
familias que viven en el parque. Esto representa gra-
ves problemas para los inmigrantes que necesitan
empadronarse para su posible legalización. Hace un
mes (noviembre de 1996) no se empadronaba a los
inmigrantes ni daban el certificado de convivencia a
las familias con la excusa, unas veces de que el Parque
Ansaldo no pertenece a ese municipio, otras que dado
que las viviendas en las que viven no son suyas no se
le puede dar un certificado de residencia.
Si se da esa falta total de reconocimiento, o, igno-
rancia política y administrativa podemos imaginarnos
lo que puede ocurrir cuando se solicitan desde este
lugar algunos servicios como limpieza, luz, etc.. Lo
que el barrio representa es un espacio que no está ni
administrativa, ni política, ni organizativamente
unido al pueblo de San Juan. Se encuentra fuera del
sistema, replegado sobre sí mismo, privado de razón
de ser y en la última instancia como un espacio inú-
til, que sobra, redundante. Por esta razón lo hemos
designado al principio como gueto. Pero debemos
profundizar un poco más en el análisis.
Loic Wacquant (1989) establece una distinción
entre el gueto clásico y el actual que tiene bastante
interés. Según él, el gueto clásico era un espacio en el
cual todas las instituciones de la sociedad dominante
se reproducían en paralelo y los individuos excluidos
de esta sociedad, actuaban dentro de ellas. Lo que dis-
tingue el gueto clásico del actual es que en éste esas
instituciones han desaparecido. De alguna manera se
están tomando como base del análisis del gueto clási-
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Wulticulturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

co las ideas de E. Franklin Frazier (1939) según el


cual el gueto y la "subcomunidad" negra que habita
en él es como una especie de microcosmos de la socie-
dad más amplia. Esto implicaba dos cosas distintas en
primer lugar que los mismos procesos que están pre-
sentes en el conjunto de la ciudad están también pre-
sentes en el gueto, y, en segundo lugar, que dentro del
gueto se encuentran esas instituciones paralelas de las
que habla Wacquant.

Tratamos de observar nuestro barrio y ver si es


claro que esas instituciones han desaparecido. Los
resultados que se presentan ante el análisis son bas-
tantes confusos. En primer lugar, desde el punto de
vista de las instituciones religiosas parece que lo que
ocurre efectivamente es la pervivencia en el barrio de
instituciones paralelas a las que existen en la sociedad
más grande.
Es importante subrayar también que por el hecho
de estar aislado política, administrativa y espacial-
mente de la sociedad más grande, no por ello se
puede afirmar que el barrio esté encapsulado y aisla-
do con respecto a los elementos básicos que constitu-
yen el capitalismo. Todo lo contrario, creemos que
precisamente es la penetración del capitalismo la que
produce los fenómenos que hasta ahora hemos anali-
zado. Sin embargo, hay otros aspectos que apoyan
bastante la observación de Wacquant, o de William
Julius Wilson (1987 y 1996) que analizó el problema
antes y a quien Wacquant sigue.
Siguiendo las opiniones de Wilson podemos afir-
mar que lo que define la actual situación de la pobre-
za en los barrios dentro de las ciudades americanas es
básicamente:

1° la emigración hacia fuera de las familias negras


que no son pobres;
2° el éxodo de los blancos que no son pobres;
3° el aumento de la cantidad de residentes que se
han convertido en pobres mientras vivían en
estas zonas;
Anales del Musco Nacional de Antropología

Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez V

4° la emigración de pobres hacia el barrio (Wil-


son 1996, p. 42).
Todos los elementos parecen estar presentes clara-
mente en el Parque Ansaldo. Aquí, no tenemos fami-
lias negras pero es evidente que los payos han ido
abandonando el barrio y además en un orden que res-
ponde bastante bien al orden descrito por Wilson. En
un primer momento son las familias payas con más
recursos las que lo abandonan y posteriormente las
que tienen menos. Después poco a poco van abando-
nando el lugar familias payas y gitanas con menos
recursos pero que no son pobres en un alto grado.
Debido al papel de lugar de asilo o acogida que tení-
an los guetos clásicos que tan bien estudió Franklin
Frazver, y que en este caso también tiene el Parque
Ansaldo, se produce una gran concentración de
pobreza, en este barrio. Como consecuencia de la
aglomeración, acumulación o concentración, ciertas
instituciones del barrio desaparecen y otras no se ins-
talan en él. En el Parque Ansaldo había hace unos
años más de 6 comercios instalados en la calle Mayor
así como 3 ó 4 bares y una farmacia. En estos
momentos no queda más que una panadería, un
quiosco y un bar. Hasta la farmacia ha desaparecido.
Con ellos han desaparecido también algunas posibili-
dades de encontrar empleo aunque sea casual o ines-
table y también se deterioran más las, ya de por sí
miserables, posibilidades de hacer algo de deporte.
Las propias asociaciones, incluso recreativas, desapare-
cen. Como se puede observar, existe un paralelismo
absoluto y realmente fascinante entre lo que ocurre en
este barrio y lo que describe Wilson (1987, p. 138).
Ahora bien, según las teorías de Wilson, habría 3 ele-
mentos fundamentales que explican los problemas de
los guetos en las ciudades norteamericanas.
El primer elemento es la concentración de la
pobreza, el segundo sería el aislamiento social y el ter-
cero sería la inadecuación espacial en los empleos (lo
que desde hace bastante tiempo se llama el "spatial
mismatch hypothesis"). Vamos a analizar los tres
aspectos y aplicarlos al Parque Ansaldo, aunque ten-
Anales del Museo Nacional de Antropología

igí "^ulticulturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

gamos el convencimiento de que los elementos de críp-


tica a las hipótesis de Wilson, no sólo se basan en el
hecho de que algunos aspectos sean inaplicables a la
situación que estamos estudiando sino que la crítica
se refiera a los propios planteamientos del sociólogo
norteamericano.
El primer elemento sería la concentración o acu-
mulación de la pobreza en un lugar determinado del
espacio. Según Wilson, (1996, p. 242) la razón fun-
damental para esta concentración es la marcha hacia
fuera de las áreas más pobres de las poblaciones que
son más afluyentes. Si aplicamos esta observación a
nuestro caso parece bastante evidente que, en con-
junto, los 14 años de existencia del Parque Ansaldo
han representado una concentración creciente de la
pobreza. En nuestro caso se manifiesta continuamen-
te en las conversaciones de la gente la idea de que el
barrio se ha convertido en una especie de cloaca de lo
cual culpan a las autoridades. Una señora paya decía
que a las autoridades les interesa tener en un sitio
determinado a todos los que no pueden encajar ni
adaptarse a las normas de la sociedad, y subrayaba
que se trata de toda la porquería. La ¡dea era que al
tenerlos concentrados en un sitio están controlados.
Cuando se preguntaba por lo que se quería decir
cuando se hablaba de porquería. La respuesta era
"tanta gente desempleada y pobre, y además están los
drogatas".
Desde este punto de vista parece que la idea de la
concentración de la pobreza, de la que Wilson habla,
es perfectamente aplicable a nuestro caso.
Sin embargo, lo que parece más discutible son las
consecuencias que se deducen de esta concentración.
Según Wilson (1991, p. 472) en estos barrios no sólo
aparece un apego mínimo al trabajo sino también
una mayor probabilidad de dedicarse a actividades
ilegales o delictivas para obtener unos recursos, y de
esta manera se debilita todavía más su atracción por
el trabajo legítimo. En un barrio de este tipo una
familia está influida por el comportamiento, creen-
cias, valores o percepciones de las otras familias
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Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veig;

pobres que están muy concentradas en él. Él designa


los efectos de vivir en un entorno empobrecido como
efectos de concentración. En la noción de "under-
class" que en estos momentos, con muy buen acuer-
do, Wilson no parece utilizar ya más, es fundamental
tener en cuenta el entorno.
Sin embargo, no podemos por menos de rechazar
con bastante fuerza esta idea de Wilson porque pare-
ce manifestar una especie de visión mística de los
asuntos como si de lo que se tratase fuera de una espe-
cie de contagio de uno a otros. Tampoco se puede
hablar de una especie de patología comportamental o
cultural por la cual las personas que viven en estos
barrios tienen poco apego al trabajo. Realmente la
falta de apego al trabajo es la única manera de man-
tener la salud mental en una situación como ésta.
Con unas condiciones laborales en las que los perío-
dos de empleo están seguidos continuamente del
desempleo, donde el trabajo casual es la norma y
donde la rotación en el trabajo es continua, pensar
que se puede tener apego a un trabajo estable es una
utopía. Cuando Wilson está hablando de apego al
trabajo se refiere a esto. Es cierto que Boudieu afirma
que el trabajo no es sólo una manera de conseguir los
recursos y alimentar el grupo doméstico, sino que
constituye un esquema para el comportamiento dia-
rio que impone disciplina, regularidades y coheren-
cias. Sin embargo, Boudieu parece referirse a un
empleo regular, estable y predecible. Lo que ocurre
cuando el trabajo es irregular, impredecible y pura-
mente casual es todo lo contrario. Los ritmos vitales
y la organización de la existencia tiene que ser distin-
ta. Considerar esto como patológico y considerar
normal que el trabajo sea casual, irregular y mal
pagado parece bastante absurdo. Es evidente también
que tanto en el Parque Ansaldo como en los sitios a
los que se refiere Wilson se trata de trabajadores pobres
que viven de estos trabajos irregulares, casuales y
degradados, de esos - n o empleos-.
El segundo elemento que tenemos que analizar es
el aislamiento social. Este fenómeno también hay que
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ponerlo en relación con la marcha de las poblaciones


menos pobres que abandonan estos lugares para tras-
ladarse a otros sitios. Con ello se produce un corte o
falta de contacto con individuos e instituciones de la
sociedad "normal".Con ello lo que se cortan son las
redes de relaciones a través de las cuáles se consiguen
empleos en la economía ordinaria, o al menos infor-
mación sobre los mismos. Se trata de los recursos
fundamentales dentro de un territorio determinado.
Al cortarse las relaciones con las personas que traba-
jan en empleos más o menos regulares o fijos y al
desaparecer la base industrial, laboral e incluso
comercial que daba empleo en estos territorio lo que
se produce es una "informalización" creciente del tra-
bajo que sirve únicamente para ir tirando y sobrevi-
vir. Es evidente que la falta de acceso a los recursos
(materiales o no, informacionales o de otro tipo) ofre-
cidos por aquellas personas que tienen un empleo
más o menos estable representa un problema de aisla-
miento social grave.
En el Parque Ansaldo, todos los grupos van a
insistir a su manera en que las relaciones con la socie-
dad externa son fundamentales para encontrar un tra-
bajo. Los marroquíes siempre insisten que se necesita
familia, amigos o ambos fuera del barrio para encon-
trar un trabajo y los gitanos trabajan en la venta
ambulante en territorios tan alejados (a veces hasta
500 kilómetros) porque allí tienen sus contactos y
redes de relaciones. De todas maneras la informaliza-
ción o casualización del trabajo no es únicamente un
fenómeno presente en los barrios más pobres sino
una tendencia central de la economía.
El tercer aspecto es lo que hemos designado con el
término de inadecuación espacial de los empleos
(spatial mismatch hypothesis). Tiene esto mucha
importancia porque es algo que está presente como
base de los dos aspectos anteriormente analizados.
Esta hipótesis tiene una larga historia en el análisis de
los problemas del empleo de las minorías. Ya hace
tiempo J. E Kain (1968) sentó las bases para enten-
der este problema. La hipótesis afirma que una de las
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causas básicas de las dificultades de las minorías para


encontrar empleo está en la marcha de los empleado-
res y de las industrias desde el centro de la ciudad a
las zonas más periféricas. Debido a la segregación en
la vivienda en las zonas periféricas de las grandes ciu-
dades, las minorías tienen más dificultad para mover-
se a las zonas en donde el empleo se resitúa. Esto
representa grandes dificultades, incluso de transporte,
para las minorías que debido a estas razones tienen
una incidencia de desempleo mucho más alta. El
atractivo de esta teoría está en el hecho de que pone
en relación la segregación étnica y racial con las des-
ventajas en el empleo que tienen las minorías. Wilson
(1991), J. Kasarda (1988) y otros van a insistir en esta
hipótesis y pensamos que tienen bastante razón en
cuanto que la distancia o el hecho de que los em-
pleos se sitúen fiíera de las áreas en donde residen las
minorías necesariamente trae consigo un aumento
del desempleo. También es importante tener en cuen-
ta que el espacio y la relocación de las industrias en
determinados sitios, frecuentemente es usado por los
empleadores como un instrumento de selección y
control de los trabajadores de primera magnitud.
(Vid. Roberto Fernández, 1994). A pesar de que en el
caso que hemos venido analizando no se puede hablar
de un abandono de la industria ni de un movimiento
hacia fijera de los empleos, sin embargo hay una ina-
decuación espacial de los empleos, en cuanto que la
distancia entre la casa y el trabajo es tan grande que
puede limitar claramente las posibilidades de ocupa-
ción. El problema se plantea con respecto a las mino-
rías gitana y marroquí y con respecto a dos tipos de
actividades que tienen una gran incidencia en el Par-
que Ansaldo. Nos referimos al servicio doméstico y a
la venta ambulante. Como ya hemos subrayado
antes, la discriminación estadística practicada en base
a la pertenencia a determinados colectivos étnica-
mente diferentes y al lugar de habitación trae consigo
que sea imposible llevar a cabo ningún tipo de traba-
jo en los pueblos limítrofes (San Juan, Muxamiel) y
que para buscar trabajo sea necesario ir a sitios cada
vez más alejados como la ciudad de Alicante u otros
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sitios. Esto es especialmente importante con respecto


a las mujeres marroquíes que en estos momentos
encontrarían trabajo mejor que los hombres pero que
tienen un grave problema con respecto a la distancia.
Se trata frecuentemente de mujeres con hijos, casadas
o divorciadas, que encontrarían trabajo más fácil-
mente como empleadas del hogar internas pero el
tener que vivir dentro de una casa y lejos implica que
tendrían que pagar a alguien que cuide a los hijos. En
el caso en que trabajen como externas, las desventajas
son importantes porque es mucho más difícil trabajar
lo suficiente a lo largo del día. Por otra parte, la dis-
tancia desde la casa al trabajo es tan grande que cues-
ta mucho venir todos los días hasta el parque. En últi-
ma instancia, estas mujeres se encuentran ante un
dilema difícil de resolver. Si tratan de buscar un alo-
jamiento en Alicante, cerca del trabajo, se trata de
casas mucho más caras y además con la discrimina-
ción residencial existente en España, es mucho más
difícil encontrar algo aceptable. Una situación como
ésta trae consigo que muchas mujeres no trabajen
cuando hay alguien en la unidad doméstica que
obtiene un salario. Se trata de un caso claro de inade-
cuación espacial del empleo. Las mujeres tienen que
llegar a una transación entre la locación de la vivien-
da y el empleo y tienen que quedarse en casa.

El otro caso tiene una importancia mayor si cabe.


Se trata de la venta ambulante. Los marroquíes, la
practican en pequeños puestos en los mercados cir-
cundantes y no tienen mucha dificultad en volver por
la noche a casa.
La población gitana lleva a cabo un tipo de activi-
dad parecida, pero es mucho más frecuente que prac-
tiquen la venta ambulante a mayor escala y en dis-
tancias mucho más grandes. Es frecuente que vayan a
Albacete, Ciudad Real o Castellón o a sitios más leja-
nos. Como ya hemos visto, esto trae consigo que lle-
gue un momento en el cual la opción entre vivienda
y lugar de trabajo se resuelva abandonando la vivien-
da en el Parque Ansaldo y marchándose a vivir fuera.
En este caso nos encontramos con que los trabajos
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son la causa de la opción residencial y no es la opción


residencial la que causa la obtención de empleo. Estas
unidades domésticas gitanas que han empezado a
marcharse de una manera bastante constante son las
que tienen una situación económica, hasta cierto
punto de vista, aceptable. Según esas unidades
domésticas se van marchando, su lugar es ocupado
por familias marroquíes que van encontrando en el
barrio. Con ello se produce la segunda sucesión étni-
ca que tiene su origen en la inadecuación espacial de
los trabajos de la población gitana.

La imposibilidad del multiculturalismo

Multiculturalismo es un término de moda aunque


como tantos otros no brilla precisamente por su cla-
ridad. Nathan Glazer (1996) subraya que en 1981
este término apareció en 40 artículos de los grandes
periódicos americanos, mientras que en 1992 aparece
en dos mil. Esto parece indicar que ha habido una
especie de eclosión en la utilización del término.
Es importante subrayar que lo que significa una
sociedad multicultural presenta algo así como dos
perspectivas diversas que parten de una idea común.
Una sociedad multicultural aplicada al caso del fenó-
meno migratorio que aquí estamos en parte estudian-
do, sería aquella en la que el inmigrante no está obli-
gado a aceptar la uniformidad según líneas decididas
por los otros sino que se reconoce el derecho a la
diversidad. Se da una idea de sociedad multicultural
como un modelo prescriptivo de integración que
ofrece la posibilidad de tratar las diferencias cultura-
les en base a una articulación de lo público y privado
o de obtener beneficios de la diversidad a través de
medidas legislativas favorables al desarrollo de la
diversidad en la escuela o en la vivienda. Otros auto-
res hablan más de la sociedad multicultural como la
característica fundamental de las sociedades moder-
nas (y las antiguas también) caracterizadas por la coe-
xistencia de grupos culturales o étnicos diferentes.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Multicuituralismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

Aunque esta segunda perspectiva pueda parecer


superficial puede servir como base para las reflexiones
que queremos ofrecer.
Si profundizamos un poco en la definición pode-
mos decir con A. Touraine (1996, p. 295) que el mul-
ticulturalismo "no es una ruptura de la sociedad en
comunidades cerradas sobre sí mismas y que no se
relacionasen entre ellas más que a través del mercado,
o, todavía más, por la segregación y la guerra santa,
guerra de clases, de naciones, de religiones o sexos.
Sólo tiene sentido si se define como la combinación
de una unidad social y de una pluralidad cultural en
un territorio determinado, lo cual supone que se
reconozcan tanto elementos de unidad entre las cul-
turas y también que se abandone la pretensión de una
cultura de identificarse con la modernidad y el uni-
versalismo".
Nada de esto parece realmente existir en el Par-
que Ansaldo. Encontramos tres grupos étnicos dife-
rentes que se encuentran en un mismo lugar del
espacio. El espacio sirve de separación entre unos y
otros en cuanto que cada grupo se apiña o aglome-
ra en una parte. Desde un punto de vista temporal,
el fenómeno que aparece continuamente es el de la
sucesión o substitución de unas poblaciones por
otras. Cuando una minoría entra en el barrio, la otra
o las otras lo van abandonando poco a poco. Desde
este punto de vista no hay coexistencia ni espacial ni
temporal.

Ni siquiera el mercado une estas sociedades como


era el caso de las sociedades plurales que habría des-
crito Furnivall. Se da una distinción clara en los
nichos laborales de unas poblaciones y otras y cada
grupo lleva a cabo sus actividades mercantiles por
separado. Los trazos culturales de carácter diferencia-
dor que aparecen en cada grupo étnico no se presen-
tan como una herencia o una tradición heredada de
la historia pasada. Más bien se trata de la construc-
ción de una especificidad y una pertenencia al grupo
que permite responder a la estigmatización y dualiza-
Anales del Museo Nacional de Antropología

Multiculturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

ción presente en el barrio y creada básicamente por


los que están fuera de él por unas minorías con res-
pecto a las otras. Se trata de un proceso creador muy
interesante pero tan divisivo que es muy difícil hablar
siquiera de coexistencia. Si es difícil hablar de coexis-
tencia entre los grupos y culturas, más difícil es toda-
vía hablar de multiculturalismo.

Este trabajo ha sido llevado a cabo con la ayuda de


la DGICYT (PB 940207).
Anales del Museo Nacional de Antropología

"lulticulturalismo a la española. El Parque Ansaldo en Alicante Ubaldo Martínez Veiga

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VISION
DE LAS CULTURAS
PRECOLOMBINAS
EN ESPAÑA

Félix Jiménez Villalba


Museo de América

INTRODUCCIÓN

La visión española sobre las culturas indígenas


americanas es el resultado de varios siglos de trabajos
y vicisitudes, que abarcan tanto la época colonial
como la posterior a su independencia. Este trabajo
que les presento tiene como objetivo, hacer un análi-
sis de cuáles han sido los condicionantes históricos,
culturales, científicos y políticos que, a lo largo del
tiempo, han ido configurando esta visión.
La idea que se fiíe formando sobre estas culturas
tomó como referencia fundamental, a lo largo de la his-
toria, las informaciones que llegaban desde América.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalba

Estos datos fueron proporcionados por soldados,


clérigos, funcionarios reales y, a partir del siglo XVIII,
se nutrió también de expediciones científicas y de
excavaciones arqueológicas. La peculiar visión espa-
ñola de estos pueblos se ejemplifica plenamente con
el tratamiento que se ha dado en nuestro país a los
materiales pertenecientes a estas culturas. Han sido
separados tradicionalmente de los del "viejo mundo",
y de hecho no suelen encontrarse en Museos Arque-
ológicos o de Bellas Artes, sino en los Antropológicos
o Etnológicos, sin embargo, el tratamiento que han
recibido desde el punto de vista teórico ha sido muy
similar. Los conservadores que nos hacemos cargo de
estos materiales solemos considerar que, con los obje-
tos a nuestro alcance, es posible proporcionar a los
visitantes una imagen completa y objetiva de las cul-
turas que intentamos mostrar. Naturalmente, un
planteamiento así evita muchos problemas y se ajusta
a las exigencias tradicionalmente aceptadas por la
ciencia occidental, pero en muchos casos nos vemos
obligados a establecer una serie de "objetivos cultura-
les" muy difíciles de alcanzar desde esas premisas.

Nosotros no somos responsables de que algo tan


complejo como la totalidad de una cultura sea difícil
de trasmitir a través de las colecciones con que conta-
mos, aunque sí tenemos parte en lo referente a la ela-
boración de los guiones o argumentos de las exposi-
ciones. Normalmente procedemos a confeccionar un
relato que contiene todos los rasgos más importantes
de una cultura determinada y, luego, valiéndonos de
las piezas y reforzando la exposición con materiales de
apoyo como fotos, textos y maquetas, tratamos de
paliar nuestras deficiencias. El resultado varía mucho
según los materiales disponibles y la inspiración de
quien lo elabora, pero de todas formas no deja de ser
una construcción bastante arbitraria y artificial.

En España, y concretamente en lo que respecta a


los materiales arqueológicos del Museo de América,
nos encontramos ante un problema muy similar. Las
colecciones que tenemos en nuestro poder han sido
recogidas por todo tipo de personas y a lo largo de
Anales del Museo Nacional de Antropología

'-* visión de las culturas ptecolombinas en España Félix Jiménei Villalba

varios siglos. En muchos casos ni siquiera nos encon-


tramos en condiciones de reproducir el proceso de
cómo han llegado hasta nosotros y, además, el que
gran parte de estos materiales provengan de excava-
ciones ilegales o irregulares (huaqueo, etc.). y el
hecho de que su procedencia abarque épocas muy
diferentes, imprime a estas colecciones una gran
variedad. Esta profundidad en el tiempo afecta no
sólo a los criterios utilizados para su recogida, sino
que también está configurando los relacionados con
su estudio, clasificación y catalogación. Si unimos a
este panorama los puntos de vista que en cada época
han determinado qué materiales se exponían al publi-
co y con qué criterios, nos encontraremos en condi-
ciones de establecer cuál ha sido la visión de las cul-
turas americanas en España durante todo ese tiempo.

Tratando de organizar todo lo expuesto hasta


ahora, podríamos decir que en el estudio de los crite-
rios de acopio, clasificación, catalogación y exposi-
ción de los materiales arqueológicos, se encuentra
también la clave para comprender cómo se ha defini-
do la imagen de las culturas americanas a lo largo de
nuestra historia, pues han sido los elementos utiliza-
dos para su creación.

Respecto a las variables implicadas en este proce-


so podemos establecer las siguientes premisas:
a) Los criterios para la selección de los materiales
y su recogida, han estado sujetos a la concep-
ción europea de las culturas americanas, por
un lado, y por otro, han dependido de los
planteamientos científicos de cada época.
Lógicamente tanto unos como otros se han
visto modificados sustancialmente a lo largo de
nuestra historia moderna y contemporánea.
b) En lo relativo a la clasificación y catalogación
nos encontramos ante un fenómeno muy simi-
lar. Una vez en España, los materiales america-
nos eran sometidos a un estudio taxonómico
pormenorizado a partir de las concepciones
científicas de cada momento. El resultado nos
Anales del Museo Nacional de Antropología

La visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalba

muestra un sistema jerarquizado de materiales


en el que además de que a unos se les otorga
más importancia que a otros, parte se ven rele-
gados a lo más recóndito de los almacenes, pre-
cisamente por esa valoración.
Si definimos el coleccionismo americano en Espa-
ña, como la recogida de materiales pertenecientes a
culturas distintas a la del observador, de acuerdo con
su propia visión del mundo, podemos afirmar que
este coleccionismo responde a la necesidad humana
de definir y comprender esas culturas a través de unas
taxonomías que suelen acomodarse a las exigencias
históricas, culturales y científicas de cada época. En
un trabajo tan breve como éste, no es posible profiín-
dizar todo lo necesario en cuestiones de tanta impor-
tancia y complejidad, por lo que intentaremos esta-
blecer, a partir de los documentos e informaciones de
que disponemos en la actualidad, cuáles han sido los
criterios que han ido configurando las colecciones
arqueológicas y, por tanto, la visión de las culturas
que representan.

L o s PRECURSORES

El descubrimiento de América y la llegada de los


españoles, fue el comienzo de una etapa difícil que
puso en relación dos formas distintas de concebir el
mundo. El esftierzo de soldados, clérigos y funciona-
rios por conocer la sociedad indígena, nos propor-
cionó un cúmulo de obras que, además de suponer
una aportación inestimable para el conocimiento de
las culturas prehispánicas, planteó una cuestión vital:
la incorporación de América a la Historia Universal.
Los europeos entraron en contacto con nuevas tierras
y nuevas gentes, lo que puso en duda buena parte de
sus ideas sobre la geografía, la historia, la teología y la
naturaleza del hombre. Los estudios de fray Bernardi-
no de Sahagún, de Diego de Landa, de Alonso de
Zorita y de tantos otros, sentaron las bases de algo
que cuatrocientos años después, sería conocido como
Anales del Museo Nacional de Antropología

^ visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez ViUalba

antropología. El impacto del Nuevo Mundo en Euro-


pa file muy grande, desbordaba sus esquemas y abría
nuevas puertas a la fantasía y la especulación. Sin
embargo este interés no tuvo una justa corresponden-
cia con el número de libros publicados. Durante todo
el siglo XVI y parte del XVII las obras sobre África o
Asia fueron más numerosas, e incluso los más impor-
tantes historiadores europeos de la época ignoraron la
riquísima información existente sobre el Nuevo Con-
tinente. El propio Emperador Carlos, que tanto
debió a la empresa americana, no se refiere a ella ni
una sola vez a lo largo de sus memorias.
A medida que los españoles se iban extendiendo
por el continente, numerosas producciones proce-
dentes de los diversos reinos de la naturaleza fueron
llegando a España. Entre ellos había plantas, anima-
les, minerales y, lo que a nosotros más nos interesa,
objetos manufacturados por los pueblos indígenas.
Desgraciadamente, en su inmensa mayoría no han
llegado hasta nosotros, pero contamos con algunas
descripciones de estos envíos. Parte los entregó Moc-
tezuma a Hernán Cortés en 1519 y parte constituyó
el botín de guerra que las tropas españolas sacaron de
Tenochtitlán en la llamada "Noche Triste". Bernal
Díaz del Castillo (1955:172), que fue compañero de
Cortés, nos dice que se trataba "de un sol de oro, una
luna de plata, un casco lleno de oro, muchas joyas en
forma de animales, collares, arcos, flechas y varas,
todo en oro". Este tesoro lo remitió Cortés al Empe-
rador y, una vez en España, fue expuesto en Toledo y
Valladolid, antes de salir hacia los Paises Bajos, donde
el pintor Durero pudo contemplarlo. Sabemos muy
poco acerca de los criterios empleados para exponer
estos objetos, aunque lo natural es que su rareza,
novedad y la abundancia de metales nobles, fueran
los más utilizados. Su exhibición no debió diferir
mucho de las llamadas "Galerías de las Maravillas",
que habían caracterizado el interés europeo durante la
Edad Media y los comienzos del Renacimiento. La
lista de objetos regalados al rey (Cabello, 1989: 25)
totalizaba las 722 piezas, de las que 419 eran de oro
Anales del Museo Nacional de Antropología

La visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez ViUalba

total o parcialmente. Si consideramos el grave endeu-


damiento del Emperador, es fácil comprender que el
destino de la práctica totalidad de estas piezas fue la
fundición.
Además de estas colecciones reales, a medida que
fueron pasando los años y las colonias americanas se
fueron consolidando, el flujo de materiales hacia
España se incrementó, lo que trajo consigo que algu-
nos coleccionistas particulares se interesaran por ellos.
Personajes de relevancia en la vida cortesana se hicie-
ron con objetos precolombinos. Entre ellos merece la
pena destacar a Diego Hurtado de Mendoza, al
Conde de Guimerá, al Príncipe de Esquilache y al
gran coleccionista Vicencio Juan de Lastanosa. Pro-
bablemente muchas de estas antigüedades americanas
se encuentran hoy en colecciones particulares que
desconocemos, pero lo más probable es que la mayo-
ría se hayan perdido.
El llevar a cabo una valoración profunda de estos
siglos se encuentra con varias dificultades. La prime-
ra radica en la contradicción que supuso, por un lado,
la enorme riqueza teórica que suscitó la conquista y,
por otro, la ausencia casi absoluta de materiales de
esta época que han llegado hasta nosotros. La segun-
da y quizá la más importante, parte de la propia men-
talidad de los europeos. Cuando llegaron a América
ya venían condicionados de antemano. Veían lo que
querían ver e ignoraban el resto. Para ellos el Nuevo
Mundo era una oportunidad de comprobar si verda-
deramente estaban en lo cierto, si las cosas eran como
ellos pensaban. Proyectaron su mentalidad sobre una
realidad que muy poco tenía que ver con la suya y la
interpretaron lo mejor que pudieron. Aunque esta
primera etapa la caracterizó, sin duda, un marcado
interés por todo lo nuevo, sin embargo los resultados
no estuvieron a la altura de las circunstancias.
Estos problemas hicieron prácticamente inviable
una recogida de materiales sistemática y objetiva y, lo
que fue peor, reforzaron una concepción sobre lo
indígena que en nada favoreció la aproximación y el
entendimiento entre los dos mundos.
Anales del Museo Nacional de Antropología

^ visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalba

EL SIGLO DE LAS LUCES

Durante el siglo XVIII el interés por lo exótico y


lejano también iba a tener mucha importancia, pero
ahora las circunstancias habían variado mucho res-
pecto a los siglos anteriores. El mundo ya no era algo
mágico susceptible de numerosas interpretaciones,
sino algo conocido y abarcable por el hombre.
Durante el llamado siglo de "las luces" las ciencias
experimentarían un cambio radical y el racionalismo
se convertiría en el fundamento de todas sus manifes-
taciones. Como afirma Fermín del Pino (1990:31), la
ciencia no siempre se ha visto de la misma forma y,
por tanto, la política científica tampoco. Durante este
siglo los cambios fueron cualitativos y cuantitativos,
girando en torno al concepto de "utilidad científica".
En España, con la llegada de los borbones, el país tra-
taba de salir del aislacionismo político mediante una
revitalización económica y una modernización de sus
estructuras.
Los primeros cambios se materializaron en la cre-
ación de la Real Academia de la Lengua y la Real Aca-
demia de Bellas Artes de San Fernando. Centrada esta
última en la defensa del patrimonio histórico y cultu-
ral de la nación, asumió muy pronto la importante
tarea de confeccionar un inventario de los bienes exis-
tentes y un cuerpo legal capaz de dar cobertura a la
nueva política cultural.
Con la subida al trono de Carlos IH, el coleccio-
nismo alcanzó su mejor momento. Se cursaron ins-
trucciones a las colonias americanas para recoger una
muestra seleccionada de todo tipo de materiales,
incluido el indígena, y se auspiciaron varias expedi-
ciones científicas que tuvieron como resultado el
envío a la península de materiales pertenecientes
tanto al mundo de las ciencias naturales como socia-
les. En este contexto se creó en 1771 el Real Gabine-
te de Historia Natural, sucesor del que ya existía
desde 1753, que fue abierto oficialmente en 1776
bajo la dirección de Pedro Franco Dávila. El Gabine-
te se estructuró de acuerdo con la concepción amplia
Anales del Museo Nacional de Antropología

La visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalba

que el enciclopedismo otorgaba a la ciencia. En él se


expusieron materiales zoológicos, minerales, fósiles,
etnográficos, así como las antigüedades americanas,
egipcias y romanas. Se confeccionó el primer catálo-
go de las piezas americanas y el propio director ela-
boró unas instrucciones para la recogida de materia-
les en ultramar.
La expedición más importantefiaela de Alejandro
Malaspina, pero curiosamente no envió más que una
pequeña colección de vasos peruanos, hoy en el
Museo de América. La expedición de Ruiz y Pavón
fue mucho más fructífera. Enviaron varios cajones
con material etnográfico y arqueológico, aunque des-
graciadamente la pérdida de algunas etiquetas han
hecho que la identificación de muchos objetos sea
imposible (Cabello Carro, 1989: 63-65).
Las órdenes de acopio enviadas a América por la
Corona tuvieron dos consecuencias de gran interés,
que han reportado al Museo de América dos de sus
colecciones más interesantes.
Se trata de las "excavaciones" realizadas en Perú
por el obispo Baltasar Martínez Compañón y en
México por el capitán Antonio del Rio. La primera
tuvo lugar en los alrededores de Trujillo y la segunda
en la ciudad maya de Palenque. En las instrucciones
redactadas por el visitador Juan Bautista Muñoz, para
las excavaciones de Palenque, podemos detectar el
cambio habido en los criterios de recogida: "dibujar e
inspeccionar todas las estatuas, con sus trajes, calza-
dos y adornos, y examinar a fondo las lápidas, ins-
cripciones, motes y escudos, para discernir si tienen
caracteres jeroglíficos..., sacando también de los sitios
en que se hallen algunas que parezcan más demostra-
tivas del objeto, a fin de devastarlas con cuidado y
hacerlas portátiles y tratar su remisión a esta capital,
defendiéndolas para que no se deterioren las divisas."
La pena es que este sentido "moderno" de la recogida
de datos no tuviera su correspondencia con algunos
funcionarios reales. En una carta del Gobernador
Intendente de Trujillo (Perú), referente al envío de un
cajón con piezas precolombinas, dice: "contiene dife-
Anales del Museo Nacional de Antropología

^ visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalba

rentes especies fabricadas por unas personas que care-


cen de toda instrucción y que no tienen más luces
que las que les dicta la propia razón natural". Como
se puede apreciar en esta afirmación, la concepción
paternalista de la ilustración con respecto a los "pri-
mitivos", no veía en ellos más que una fuente de
información sobre el pasado del hombre. Para el cien-
tífico ilustrado los indígenas americanos eran la prue-
ba irreftitable de que, en un pasado remoto, los hom-
bres habían sido niños.
Partiendo de estas afirmaciones podemos hacer-
nos una idea de las limitaciones de la ilustración al
abordar estos estudios. El siglo XVIII fue muy fructí-
fero en lo relativo al coleccionismo americano, pero al
igual que en otras épocas, la recogida de materiales, su
clasificación y catalogación, estuvieron sujetas a
determinados intereses científicos y políticos. Aún
así, sus aportaciones fueron de tal magnitud que sería
injusto no valorarlo en su conjunto de forma muy
positiva. Por primera vez se procedió a una recogida
sistemática de materiales arqueológicos y, lo que es
más importante, fiíeron estudiados de acuerdo con
un cuerpo teórico que intentaba integrar la historia
indígena americana dentro de la historia universal del
hombre. De esta forma, algo que hasta entonces
había permanecido aislado, se convertía en una con-
tribución más para comprender nuestro pasado.
Naturalmente esta incorporación no se realizó en un
plano de igualdad. Los científicos habían elaborado
una secuencia histórica donde los pueblos americanos
ocupaban un lugar muy pequeño, pero al menos, era
un lugar.

EL SIGLO XIX

Varios acontecimientos de gran importancia iban


a convertir este siglo en uno de los más fructíferos
para el americanismo español. El primero de ellos fiíe
la independencia de las antiguas colonias y la forma-
ción de los estados nacionales. Este proceso, que
Anales del Museo Nacional de Antropología

La visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalba

supuso un duro trauma para la metrópoli, favoreció


un distanciamiento muy beneficioso en algunos
aspectos. Por primera vez después de trescientos años,
los españoles se veían obligados a pensar en América
como en algo autónomo que tenía su propia identi-
dad, y fue precisamente esa nueva situación la que les
permitió hacer una valoración distinta. Otro factor a
considerar fue el enorme impulso que las ciencias
sociales experimentaron durante la segunda mitad del
siglo. Los trabajos de Spencer y Darwin situaron el
estudio del hombre en una nueva dimensión, propi-
ciando la aparición de la antropología como ciencia
independiente. Morgan y Tylor desarrollaron el estu-
dio diacrónico de la sociedad a partir de las nuevas
tendencias y, por primera vez en muchos siglos, la
ciencia occidental se encontró en disposición de abor-
dar el conocimiento de otras sociedades de una forma
más sistemática y objetiva. Fue una época de pione-
ros donde todo era susceptible de un nuevo análisis y
donde la proximidad con la sociedad era mucho
mayor. Las disputas entre los investigadores eran
seguidas con apasionamiento por un público ávido de
nuevas sensaciones. Como antes había ocurrido
durante el Renacimiento, la ciencia dejaba de ser algo
etéreo para convertirse en parte integrante de la vida
cotidiana. Había que volver a reelaborar el mundo y
nadie estaba dispuesto a perdérselo.
España, que después de las guerras napoleónicas
había vivido una etapa oscurantista bajo el reinado de
Fernando VIL comenzaba a despertar de su letargo.
En 1858 un grupo de personalidades dedicadas a la
investigación y la política, comprendieron la necesi-
dad de confeccionar un catálogo de todas las colec-
ciones artísticas, históricas y etnográficas que por
aquel entonces se encontraban en un penoso estado
de abandono. La tarea le fue encomendada a Floren-
cio Janer que tuvo que enfrentarse con el estudio y
catalogación de casi tres mil objetos (1860). Los orde-
nó en tres grandes secciones: antigüedades, donde se
agrupaban los materiales griegos, romanos, etc.; obje-
tos asiáticos; e histórico-etnográfica, que incluía los
Anales del Museo Nacional de Antropología

*-* visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalba

materiales de América y Oceanía. Teniendo en cuen-


ta el conocimiento de las culturas americanas que se
tenía por aquel entonces, hay que admitir que la labor
de Janer fue encomiable. Organizó los materiales
americanos como una unidad, utilizando para agru-
parlos el criterio de su función aparente, y realizó un
trabajo taxonómico muy meritorio.
En 1867 se dispuso que las colecciones arqueoló-
gicas, entre las que se encontraban las americanas,
pasaran a ocupar un edificio independiente, naciendo
así el Museo Arqueológico Nacional, donde a partir
de 1895 hubo una sección de Etnografía.
La inclusión de una Comisión Científica en la
escuadra que entre 1862 y 1866 recorrió las costas del
Pacífico Sudamericano, y dos grandes exposiciones
celebradas en 1881 y 1892, fueron los acontecimien-
tos que definieron el coleccionismo americano de este
siglo. De la Expedición al Pacífico se recogieron
numerosos objetos arqueológicos de la zona andina,
conforme a los criterios de acopio que se habían esta-
blecido por el equipo multidisciplinar de investigado-
res que componían la Comisión. En 1881, con moti-
vo de la celebración en Madrid del Congreso
Internacional de Americanistas, tuvo lugar una gran
exposición, que puso de manifiesto la inexistencia de
criterio apropiados. Se organizó agrupando los mate-
riales por grandes áreas geográfico-culturales y de
acuerdo con una estricta disposición cronológica,
pero tal fue el caos resultante que la comisión organi-
zadora no se atrevió a publicar un catálogo. Este pro-
blema se volvió a plantear en 1892 cuando, con moti-
vo del 400 aniversario del Descubrimiento de
América, se volvió a organizar una magna exposición
de materiales americanos, aunque esta vez zanjaron la
cuestión prescindiendo de los objetos precolombinos.
Otros paises participantes en la exposición (Ecuador,
Nicaragua, Costa Rica, Colombia y Perú) optaron
por materiales arqueológicos, y una vez clausurada,
donaron al estado español algunas colecciones que
ahora se encuentran en el Museo de América.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villal

A pesar de todas estas aportaciones, el americanis-


mo español no avanzó gran cosa. Resulta bastante
triste comprobar lo poco que la antropología científi-
ca, que por aquel entonces se afianzaba en Europa y
América, había influido en los planteamientos de los
investigadores españoles. En un artículo de 1898
(pag. 97-101), Ángel de Gorostizaga, jefe de la Sec-
ción de Etnografía del Museo Arqueológico Nacio-
nal, hablando de los quimbayas, llega a conclusiones
tan peregrinas como: "que no tenían creencia alguna
en materia de religión positiva; que eran supersticio-
sos como el resto de las razas primitivas americanas;
que como culto sólo practicaban el sacrificio huma-
no; y que se trataba de un pueblo rudimentario,
incauto, que vivía en estado semi-salvaje y ocupaba
todo su tiempo en danzas y músicas desagradables".
En cuento a los criterios de clasificación no se llegó
más allá de agrupar los objetos por los materiales en
que estaban realizados (barro, plata, etc.) y las des-
cripciones se limitaron a destacar en los objetos sus
características más evidentes (Donación, 1893). El
siglo XIX podría considerarse como el vivo ejemplo
de una postura consustancial al coleccionismo ameri-
cano en España, que resumida en pocas palabras sería
algo así como: mucho ruido y pocas nueces.

EL SIGLO XX

Siguiendo la tónica general del americanismo


español, el siglo que estamos a punto de concluir, se
ha caracterizado por varios intentos muy ambiciosos
que no han conseguido materializarse en algo positi-
vo. La década de los años 20 comenzó con algunas
reflexiones sobre el americanismo del siglo preceden-
te. En un documento manuscrito del Museo Arqueo-
lógico Nacional (Hispano-Americanismo práctico,
1923) puede leerse lo siguiente: "Hubo un momento
en el que parecía que iba a alcanzarse en España el
estudio de la Arqueología Americana; fue con motivo
de la Exposición Hispanoamericana de 1893. En ton-
Anales del Museo Nacional de Antropología

*-» visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez ViUalba

ees se recogieron algunos objetos y se escribieron


numerosos artículos en revistas españolas, pero no
pasó de ser un ensayo más". Más adelante afirma algo
que podría aplicarse perfectamente a la situación
actual: "Siendo el espíritu de estas sociedades -las
dedicadas a fomentar la unión espiritual de España y
América Latina- más retórico que práctico, se ha
limitado su actuación a conmemorar los aniversarios
más salientes de la Historia de América, pero no han
estudiado sus problemas pasados ni presentes". Acha-
ca esta situación al desinterés de los arqueólogos espa-
ñoles por la historia americana, a que se perdiera la
tradición de los antiguos historiadores de Indias y a
que durante la época colonial no se creara un Museo
Americano.

La donación de la magnífica colección de arqueo-


logía peruana de Juan Larrea y la creación en 1935 de
la Asociación de Amigos de la Arqueología America-
na, hizo posible que el gobierno de la República fun-
dara en 1936 el Museo-Biblioteca de Indias, proyec-
to muy ambicioso que el estallido de la guerra civil
(1936-1939) impidió llevar a cabo. Una vez finaliza-
da la contienda, el gobierno militar dictó un decreto
en mayo de 1941 por el que se creaba un Museo de
América. El diseño de lo que sería el nuevo Museo lo
hizo Manuel Ballesteros-Gaibrois en un artículo apa-
recido el mismo año. Dejando a un lado el contexto
político que rodeó la fundación, muchas de las refle-
xiones de Ballesteros podrían ser suscritas hoy. Con-
cebía el Museo no como un almacén de objetos glo-
riosos, sino como un centro científico y docente, a la
manera de los museos histórico-etnográficos que por
aquel entonces se estaban creando en todo el mundo.
Los objetivos del centro incluían, además de la crea-
ción de una Sociedad de Amigos del Museo, un pro-
grama de exploraciones y excavaciones en territorio
americano. La ordenación de las salas se proyectó de
una forma bastante tradicional: un orden geográfico
que agruparía los materiales por grandes áreas geo-
gráficas; uno cronológico; y otro monográfico donde
se incluirían salas dedicadas a la música, la industria.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villa

etc. Naturalmente este programa nunca se realizó.


Las obras del nuevo Museo se iniciaron en 1943 y
no terminaron hasta 1954. Cuando se consiguió
inaugurarlo en 1965, sólo se pudo ocupar una
pequeña parte del edificio, donde fiaeron instalados
los fondos americanos provenientes del Museo
Arqueológico Nacional. Una vez terminado el mon-
taje, los resultados no tenían nada que ver con el
ambicioso proyecto de Ballesteros. La instalación,
que se había hecho de forma provisional, terminó
por ser definitiva, y la eficacia y previsión de los téc-
nicos se puso de manifiesto cuando el día de la inau-
guración, la vitrina especial que contenía el valiosísi-
mo códice maya Tro-cortesiano, se desmoronó ante
la aterrorizada mirada de autoridades e invitados. En
1981 el museo foe cerrado para proceder a la reha-
bilitación del edificio y a un nuevo montaje, proce-
so que culminó con la inauguración del Museo
actual en 1994. La imagen de las culturas indígenas
que presenta el nuevo Museo tuvo que tomar en
consideración muchos factores:
Como hemos visto anteriormente las piezas ame-
ricanas -como el resto de los materiales de cualquier
otra procedencia- pueden ser presentados de forma
diferente y es precisamente esta circunstancia la que
asigna contenidos y significados a su exhibición. Tra-
tando de agrupar las distintas tendencias existentes en
la actualidad a la hora de obtener información de los
objetos, distinguiremos entre dos modelos: el tradi-
cional y el antropológico.

a) El modelo tradicional

Es el más utilizado y lo podemos encontrar en


museos americanos y europeos. El punto de partida
es la valoración estética de la obra y, por tanto, toma
en consideración aspectos relativos a su calidad y
belleza. Los objetos son presentados "como si habla-
ran por sí mismos" y el guión expositivo suele ajus-
tarse exactamente al orden establecido por cualquier
Anales del Museo NacionaJ de Antropología

Ib) ^ visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalba

manual de arqueología. Se distribuyen las piezas por


áreas culturales y luego se procede a ordenarlas por
materiales (cerámica, piedra, hueso, etc.), dentro de
una estricta secuencia cronológica donde lo más anti-
guo precede a lo más moderno. El resultado es una
secuencia histórica donde la base del hilo argumental
se centra en la evolución tipológica de los objetos de
cada zona, región o área. Este modelo se viene utili-
zando desde la segunda mitad del siglo XIX, época en
la que se formaron la mayoría de nuestros grandes
museos y en la que las ciencias sociales sentían un
interés muy especial por el pasado del hombre. Bou-
cher de Perthes había puesto los cimientos demos-
trando la enorme antigüedad del hombre al asociar
los útiles prehistóricos con restos de animales ya desa-
parecidos, mientras que Darwin, Spencer y Morgan
levantaban el edificio teórico.
El modelo tradicional presenta los objetos como
logros materiales de sus autores, provocando en el
visitante una actitud pasiva que no solo no invita a la
reflexión sino que además pone a prueba su paciencia
y su capacidad para retener fechas, nombres y datos,
lo que ayuda muy poco al disfrute y comprensión de
lo expuesto. El eje en torno al cual giran los plantea-
mientos de este modelo es la "obra de arte". Se conci-
be la cultura como un camino hacia el dominio de las
técnicas artísticas donde lo realmente importante no
es la información que puede proporcionar el objeto,
sino alcanzar un grado de perfección equiparable a la
Grecia Clásica o al Renacimiento.
Los problemas que plantea este modelo se agudi-
zan a la hora de seleccionar qué objetos formarán
parte de la exposición. Las salas permanentes de un
Museo no suele exhibir más del 20% de los materia-
les que integran sus fondos, lo que quiere decir que la
mayoría continuarán en el anonimato de los almace-
nes. La selección se ajusta a un discurso eminente-
mente ideológico donde lo importante no es el
cúmulo de datos que proporciona un objeto, sino su
"calidad artística", o lo que es lo mismo, para ocupar
un lugar es imprescindible que sea una "obra de arte".
Anales del Museo Nacional de Antropología

La visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalb

La situación que esto provoca es bastante delicada.


Como dice Miguel Rivera Dorado (1990: 20):
"Existe una gran confusión a la hora de indicar lo
que es o no es obra de arte, y, cuando el arqueólogo
se decide a identificar así un elemento, el análisis se
reduce a la colocación de una etiqueta dudosamen-
te justificada y a leves especulaciones relacionadas
con aspectos concomitantes del proceso civilizato-
rio". Por tanto, lo fundamental en este proceso
comunicador es la definición del mensaje que que-
remos transmitir. Si, como es en este caso, lo que
buscamos es mostrar lo más selecto de las realiza-
ciones artísticas de un pueblo, debemos ser cons-
cientes de las limitaciones que el propio mensaje
nos impone. En primer lugar perderemos la infor-
mación que nos proporcionarían muchos objetos
que por no llegar a "obras de arte", no podrán
incluirse en el montaje, y que, sin embargo, resulta-
rían imprescindibles para comprender aspectos fun-
damentales de una cultura.
El modelo tradicional recurre en algunas ocasiones a
otros planteamientos. En las salas permanentes de
estos museos suelen intercalarse unidades de infor-
mación que tratan temas monográficos, como la agri-
cultura, la religión o el urbanismo. En estos casos la
selección toma en consideración otros criterios, y ello
fundamentalmente porque ha cambiado el mensaje.
Lo que se pretende es ilustrar actividades donde el
componente artístico es secundario, aunque en la
medida de lo posible se siguen eligiendo aquellos
objetos que poseen una "mayor calidad artística".

b) El modelo antropológico

Siguiendo la definición que Tylor utilizó en el


siglo XIX para referirse al concepto de cultura -uno
de los ejes teóricos más importantes de la antropolo-
gía-, entendemos por modelo antropológico aquel
que pretende mostrar "un conjunto complejo que
incluye conocimientos, creencias, arte, moral, ley,
Anales del Museo Nacional de Antropología

1 L» visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalba

costumbre y otras capacidades y hábitos adquiridos


por el hombre como miembro de una sociedad". Se
trata de romper con las limitaciones que nos impo-
nen los materiales y plantear su exhibición desde la
situación del hombre y su manera de resolver los pro-
blemas cotidianos de su existencia. Ya no se trata de
mostrar cómo son los restos materiales de una deter-
minada cultura, sino cuál fue su contribución toman-
do como referencia esos restos. El punto de partida
sería que "cualquier intento de plasmación de la rea-
lidad pasada y presente de América en un museo
habrá de tener en cuenta la enorme diversidad y con-
trastes que la dimensión americana manifiesta. Ello
unido al inevitable sesgo de las colecciones reunidas,
hacen extremadamente difícil ofrecer al visitante
español, europeo, o de cualquier otra procedencia, un
panorama profundo y extenso de la evolución de las
culturas americanas. Tarea imposible de resolver con
éxito y que quizá por ello, nunca se ha intentado ni a
éste ni al otro lado del Adámico". (García Sáiz y
otros, 1991: 1).

El nuevo montaje del Museo de América preten-


de ser, ante todo, antropológico. En lugar de enfren-
tarse a un discurso cronológico y por áreas culturales,
el visitante se encuentra con un discurso temático.
No se trata de mostrar cuáles fueron las distintas rea-
lizaciones de los pueblos americanos, sino cómo esas
realizaciones han contribuido a un mejor conoci-
miento de su pasado y su presente.
Se ha procurado huir de estos planteamientos mos-
trando la realidad americana de una forma global, en
la que lo importante no son las manifestaciones par-
ticulares sino las grandes constantes antropológicas
que son comunes al hombre y a su sociedad. Organi-
zado a la manera de las grandes crónicas americanas
de los siglos XVI y XVII distingue cinco áreas perfec-
tamente diferenciadas: El Conocimiento de América,
El Continente Americano, La Sociedad, La Religión
y la Comunicación, que se encuentran dispuestas en
dos plantas, alrededor de un patio central.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez ViUalba

CONCLUSIONES

Como hemos visto a lo largo de lo expuesto, la


historia de cómo se formó en España la imagen del
mundo indígena, aun dentro de la variedad que le
otorga su profundidad histórica, ha padecido siempre
de las mismas enfermedades. La primera de ellas ha
sido el desinterés hacia la historia precolombina. Un
desinterés que se ha reflejado sobre todo en la forma
de conseguir colecciones que, lejos de responder a
una política planificada y coherente, se ha llevado a
cabo siguiendo las normas de la improvisación. Esto
ha hecho que la representación de las culturas ameri-
canas, a través de los materiales, no guarde ningún
equilibrio. Las circunstancias han llevado a que las
colecciones sobre el área nuclear andina sean muy
superiores a las de mesoamérica. Este problema se ha
intentado solucionar durante los últimos años, pero
las deficiencias de tantos siglos son muy difíciles de
eliminar en tan poco tiempo.

Aunque parezca contradictorio, el interés por lo


americano ha sido la otra gran enfermedad. Siempre
que hemos vuelto la mirada hacia América -lo que
considerando nuestra intensa relación emotiva,
hemos hecho con frecuencia- ha sido para darnos
cuenta de que habíamos perdido el último tren.
Nunca hemos sido capaces de aprovechar conmemo-
raciones y efemérides para recuperar con América
aquella magnífica relación que tuvimos siglos atrás, y
nos hemos limitado a practicar una política científica
demagógica y triunfalista.
Las variaciones históricas en los planteamientos
científicos, aunque nunca podrían ser consideradas
como una enfermedad, también han impedido que
la recogida de materiales americanos se ajustara a las
necesidades reales de nuestro coleccionismo. Todo
lo expuesto nos lleva a afirmar que la imagen de las
culturas indígenas americanas en España, y nos atre-
veríamos a afirmar que en todo el mundo, ha sido y
sigue siendo una historia de sesgos y contradiccio-
nes; un claro ejemplo de nuestra incapacidad para
Anales del Museo Nacional de Antropología

'-* visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalba

conocer cualquier otra cultura que no sea la nuestra,


un despropósito que podría definirse con el título
que el gran dramaturgo italiano Luigi Pirandello
utilizó para una de sus obras más conocidas: "Así es,
si así os parece".
Anales del Museo Nacional de Antropología
La visión de las culturas precolombinas en España Félix Jiménez Villalba

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de Antropología Americana, Universidad Complutense,
Madrid.
EMI
ORANTES
Y NO EMIGRANTES
LA CONSTRUCCIÓN
DE UNA ALTERIDAD
Juan Manuel Valadés Sierra
Museo de Cáceres

LA EMIGRACIÓN COMO PARTICIÓN DE LA COMUNIDAD

La emigración es uno de los fenómenos que más


está contribuyendo a la transformación del mundo en
los dos últimos siglos, pero especialmente en las déca-
das más recientes. Los avances tecnológicos en mate-
ria de transportes y comunicaciones, las desigualda-
des socioeconómicas entre el Norte rico y el Sur
pobre, que lejos de tender a desaparecer parecen ir
haciéndose cada vez más insalvables, y también el
papel desempeñado por los medios de comunicación
de masas, que ejercen como gran escaparate del pro-
greso del Primer Mundo frente a los espectadores que
reciben esos mensajes en los países subdesarrollados
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

hacen que en la actualidad nos enfrentemos a la reu-


bicación de miles de personas que buscan un futuro
mejor para sí y para sus familias.
La inmigración es en estos momentos un tema
candente en los países de Europa occidental y en
Norteamérica, donde asistimos al diseño y aplicación
de medidas legales que tienden a cerrar las puertas a
los potenciales migrantes o incluso se plantean la
posibilidad de expulsar a los que ya se hallan asenta-
dos en esos países. La sociedad está muy sensibilizada
frente a estos problemas como consecuencia de las
reiteradas campañas de opinión que tratan de ligar el
problema del desempleo con el de la llegada de inmi-
grantes, a pesar de que en países como España las
tasas de inmigración son todavía fácilmente soporta-
bles por el mercado laboral, que además reserva para
los recién llegados los puestos más precarios.
Desde nuestra perspectiva de receptores de una
inmigración que para muchas personas era inespera-
da no acostumbramos a preguntarnos por el origen
sociocultural de quienes vienen a trabajar aquí; nos
basta con saber que vienen de tal o cual país, pero
desconocemos cuáles son las áreas más deprimidas y
por ello más emigratorias de esos países, sabemos
muy poco o nada acerca de la extracción social de
estas personas ni de las relaciones que mantienen
entre sí, como tampoco tenemos idea de los patrones
de asentamiento escogidos ni de las redes de asisten-
cia mutua que sin duda existen.

En general no solemos hacernos preguntas sobre


cómo se vive en los lugares de que proceden los inmi-
grantes; las campañas de formación de opinión pro-
curan obviar este aspecto tal vez porque es más fácil
sentir rechazo hacia alguien de quien se desconoce
casi todo, pero es evidente que no puede entenderse
qué hacen aquí esas personas si no se sabe cómo se
vive en sus países. Las comunidades de que proceden
los emigrantes suelen ser áreas deprimidas dentro de
cada país, generalmente zonas rurales en que se expe-
rimenta un asfixiante estancamiento económico y por
lo tanto altos índices de desempleo y de pobreza; con-
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

viene tener presentes estas circunstancias puesto que


la emigración es casi siempre un fenómeno de expul-
sión de capas sociales que no logran superar los fac-
tores económicos críticos que hemos mencionado,
aunque entre los que emigran haya siempre una cier-
ta proporción de personas que abandonan su hogar
sin tener una necesidad acuciante.
Sabemos, porque en España lo hemos experimen-
tado no hace mucho tiempo, que la mayoría de los
emigrantes mantienen viva su relación con la pobla-
ción que han dejado atrás. En algunos casos son los
varones quienes emigran en solitario para enviar
cuanto dinero pueden a su familia que sigue allí, otras
veces son las mujeres quienes ejercen ese papel, pero
en todo caso ese flujo de bienes entre el lugar de aco-
gida y el de origen es un denominador común de
todo proceso migratorio reciente al menos hasta que
se produce la reconstitución de la familia nuclear. De
hecho, una comunidad local que se ve afectada por
una fuerte oleada emigratoria llega a dividirse radical-
mente en dos o más grupos: el de los que marcharon
y el formado por quienes permanecieron en la pobla-
ción; estos dos grupos interactúan a lo largo de todo
el año en el contexto de ese flujo y reflujo constante
de bienes y servicios que se establece entre los dos
ámbitos, pero acentúan el contacto durante las tem-
poradas más o menos breves del año en que se reúnen
con motivo del tiempo de descanso para los emigra-
dos. De hecho, estamos convencidos de que una
comunidad de estas características no puede enten-
derse totalmente si no se tiene en cuenta ese campo
de experiencias compartidas en que todos, emigrados
y no emigrados, están implicados; la vida cotidiana de
la comunidad que no emigró suele depender en
mayor o menor medida de los recursos aportados por
quienes marcharon, tanto en forma de remesas perió-
dicas enviadas a sus familias como bajo la apariencia
de inversiones de distintos tipos que hacen en sus
estancias temporales (bienes inmuebles, alimentos,
gastos durante las estancias temporales, etc.); al
mismo tiempo, los emigrados obtienen también evi-
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadiís Sierra

dentes beneficios de su relación con la pequeña


población de la que proceden, al disponer de un lugar
en que pasar su tiempo libre a cambio de inversiones
bastante modestas, contar en muchos casos con una
fuente de aprovisionamiento parcial para la familia
(en forma de alimentos de autoconsumo familiar o
adquiridos directamente al productor) o mantener
allí una plataforma a la que poder regresar en el caso
de que la experiencia migratoria no responda a las
expectativas generadas en un primer momento (Vala-
dés, 1996).
Se puede por tanto sostener que las comunidades
locales que han sufrido una intensa emigración, más
que mutiladas, se hallan literalmente partidas en
varios fragmentos conformando un rompecabezas
que llega a recomponerse sólo temporal y parcial-
mente; las piezas de ese rompecabezas funcionan de
hecho en una continua interrelación a pesar de su
fuerte autonomía, y pese a la reciprocidad que se esta-
blece entre ellas, no dejan de percibirse como realida-
des distintas entre sí.

L o s EMIGRADOS COMO MOTORES DE LA EMIGRACIÓN

Quienes experimentan la emigración, ya sea tem-


poral ya definitiva (teniendo en cuenta que ambos
términos no pueden utilizarse más que en un sentido
meramente aproximativo) son el barómetro de que
dispone la comunidad para evaluar los pros y los con-
tras de tal proceso; el mantenimiento de una relación
con los parientes y vecinos que no emigraron sumi-
nistra una información aproximada sobre el éxito o el
fracaso alcanzado, pero sobre todo son las visitas tem-
porales las que permiten a los residentes valorar si lo
conseguido está a la altura de lo esperado; los emi-
grantes tratan, pues, de visitar su población cuantas
más veces mejor con objeto de mantener viva su per-
tenencia a ella, pero también porque de esta forma
demuestran disponer de un superávit de renta que
excede a lo meramente subsistencial; además, procu-
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

ran que su estancia vaya acompañada de un desplie-


gue de recursos y de consumo que sea indicativo del
bienestar alcanzado en la emigración.
Los residentes valoran en los emigrantes sobre
todo los elementos materiales implicados en ese des-
pliegue, tales como el aumento del bienestar de la
familia que recibe las remesas del emigrante, el auto-
móvil que traen éstos por vacaciones, las reformas
introducidas en la vivienda familiar o la adquisición
de una nueva, el consumo desplegado en los estable-
cimientos hosteleros de la población, la calidad de la
ropa que llevan, etc., pero esa información suele con-
trastarse con el parecer de otros emigrantes que viven
en las mismas zonas urbanas y pueden dar fe del ver-
dadero grado de bienestar de la familia. En general,
quienes no han emigrado suelen poner todos esos ele-
mentos en comparación con los propios, comple-
mentándolos con la información de todo tipo que
llega de la ciudad al campo, pero lo hacen teniendo
muy en cuenta la categoría de trabajo (Miranda,
1996), es decir, que la comparación entre uno y otro
lugar se hace sobre todo a partir del ámbito laboral,
del mercado de trabajo y de los tipos de empleo que
se pueden encontrar aquí y allá; en España, hace
treinta años esta información llegaba del ámbito
urbano al área rural a través de los escasos televisores
disponibles, de la prensa y de las experiencias variadas
de quienes visitaban la ciudad (quintos, gente que
acudía al hospital, otros emigrantes, etc.); en la actua-
lidad aquel esquema se repite entre la Europa desa-
rrollada y el área magrebí o el Este de Europa, zonas
donde se recibe perfectamente la señal de las cadenas
televisivas de países como España, Alemania o Italia,
y lo mismo sucede con las noticias que llegan de quie-
nes han emigrado a esos países.

En general los emigrantes actúan, a través de


todos estos medios, como un factor de arrastre para
otros potenciales emigrantes, ya que quienes más fre-
cuentemente se desplazan a su localidad de origen
son los que han alcanzado el bienestar suficiente
como para poder sufragar el viaje, que a menudo es
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

costoso, y por otro lado, es evidente que lo que se


cuenta suele ser la parte positiva de la experiencia, la
que subraya el éxito alcanzado y coloca al emigrante
en una posición de superioridad efectiva sobre los resi-
dentes. Sólo en la medida en que estos últimos perci-
ban un equilibrio entre el nivel de bienestar y las opor-
tunidades para la vida que se les brindan tanto en la
ciudad como en la pequeña población, la emigración
se configurará como una aventura poco recomendable
al menos desde un punto de vista estrictamente eco-
nómico; esto es lo que sucede en la actualidad con los
movimientos migratorios en España, tanto en el inte-
rior como hacia Europa occidental; tales flujos están
detenidos si es que no apuntan a un incipiente retor-
no a causa de las mejoras experimentadas en el estilo
de vida incluso en las áreas deprimidas de nuestro país
-en gran parte motivadas por una política social de
elevados costes- mientras problemas como el desem-
pleo o la precariedad laboral en la ciudad desaniman a
estos posibles emigrantes.
En los casos en que los emigrados terminan pro-
vocando la salida de más personas de sus localidades
de origen, es muy corriente que sean ellos, los que ya
están asentados en las zonas industriales, quienes se
constituyan en valedores de los recién llegados, ayu-
dándoles en la búsqueda del primer empleo, facili-
tándoles el alojamiento que a menudo no pasa de una
habitación realquilada en sus propias barracas o
pequeños pisos, prestándoles incluso las sumas de
dinero necesarias para iniciar la nueva vida, etc. No
cabe duda de que el apoyo material que el emigrado
con experiencia brinda al de nueva hornada es funda-
mental, pero no es menos importante el sustento psi-
cológico y moral que supone para estas personas con-
tar con gente conocida y apreciada (no olvidemos que
este tipo de asistencia se da casi siempre entre parien-
tes próximos) en el lugar al que llegan; de hecho, la
emigración suele estar planificada de acuerdo con
quienes ya viven en las ciudades, participando éstos
en la elección del lugar adonde se va a afincar el indi-
viduo o la familia y también la rama de la producción
o incluso la empresa en que va a trabajar; esto es lo
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

que ha terminado provocando casos a veces especta-


culares de emigración en cadena de determinadas
poblaciones españolas, italianas o portuguesas, y
ahora magrebíes, a ciertos barrios de los alrededores
de París, de Bruselas o de Frankfurt; tales concentra-
ciones se dan también en las migraciones interiores
que se registran en muchos países, entre ellos el nues-
tro, y en todos estos casos la minoría de emigrados
que proceden de un determinado pueblo, y en
menor medida de una comarca o región específica,
va a actuar como una parte importante de la comu-
nidad de origen, ocupando un lugar ambiguo que
podríamos llamar el de los que son pero no están; oca-
sionalmente estas minorías pueden constituirse en
asociaciones formales (casas y hogares regionales o
nacionales) que actúan no sólo como un ámbito para
la nostalgia o los recuerdos, sino que en muchos
casos pasan a formar parte de la red de asistencia
mutua que ya hemos señalado y que además en la
mayoría de las ocasiones contribuyen de una forma
activa a canalizar la socialización de estas personas
permitiéndoles construir su propia red de relaciones
sociales que terminará sustituyendo a la que sus
familiares les habían buscado antes de su llegada, y
no hay que olvidar que, en la medida que estas aso-
ciaciones forman parte del tejido social y político de
las áreas inmigratorias en que están asentadas, ayu-
dan a la integración de sus socios en estas zonas,
favoreciendo su participación en la vida comunitaria
en interacción con inmigrados procedentes de otras
áreas y con los autóctonos.

LA FORMACIÓN DEL CAMPO MIGRATORIO

Cuando la emigración procedente de una de esas


comunidades rurales se dirige masiva o mayoritaria-
mente a un punto concreto o a un área más o menos
localizada en cualquier zona industrial, es inevitable
que se establezca entre ambas zonas un conjunto de
relaciones de ámbito espacial y de alcance diverso.
Se configuran dos polos, uno de expulsión y otro de
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

atracción, en los que se asientan dos fragmentos


importantes de la comunidad dividida; estos frag-
mentos establecen sus relaciones en este contexto, se
producen contactos telefónicos, se hacen encargos, se
envían determinados productos, se prestan ciertos
servicios, se registran viajes periódicos de uno a otro
punto, etc. El lugar de expulsión es la comunidad de
origen que en su día abandonaron los emigrantes, sin
embargo éste mantiene'su cualidad expulsiva a la vez
que se convierte en foco de atracción para los emi-
grados que pasan en él sus períodos vacacionales y
que se plantean la posibilidad más o menos remota
del retorno, de forma que la relación entre uno y otro
punto es ciertamente ambigua; a su vez, el lugar de
atracción, la ciudad, también ejerce una tendencia a
la expulsión para estas personas que periódicamente
se sienten atraídas por su localidad de origen pero
también para los emigrados que fracasan en su aven-
tura o no logran adaptarse a la nueva vida, muchos
terminarán volviendo a sus pueblos o tomando el
camino de una nueva emigración.

Al espacio en que se teje esa red de relaciones espa-


ciales se le suele denominar campo migratorio (Parra-
món, 1996), de forma que un pueblo andaluz, extre-
meño o gallego que ha arrojado un fuerte volumen de
emigrantes a ciertas áreas del extranjero o a ciudades
españolas establece uno o más campos migratorios
con cada una de las zonas de recepción, y esto impli-
ca necesariamente la formación de unos espacios rela-
ciónales en que están implicadas esas zonas y en los
que se dan multitud de vínculos de muy distinta
naturaleza. A la existencia de ese espacio relacional se
debe, por poner sólo dos ejemplos, el que personas
que jamás han salido de su pueblo conozcan con bas-
tante detalle la topografía y los nombres de barrios y
calles de Madrid, Barcelona y sus ciudades dormito-
rio, como se debe también el que los hijos de los emi-
grados, que han nacido ya en las ciudades, vean con
agrado, y a veces con verdadera ansia, la llegada del
verano para pasar sus vacaciones en el pueblo de sus
padres.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

En el marco de ese espacio relacional los ámbitos


están claramente diferenciados, y así las personas que
experimentan la ambilocalidad, porque disponen de
alojamiento o vivienda en las dos zonas, distinguen
claramente entre el lugar del trabajo y el lugar del
ocio, la residencia principal, la que ocupan la mayor
parte del año, y la secundaria, a la que acuden a pasar
su tiempo libre; en general esas ideas suelen traducir-
se en las inversiones de conservación y mantenimien-
to que las familias hacen en las dos viviendas, lleván-
dose la mejor parte la urbana; por ejemplo, es muy
común que las casas que los emigrados tienen en sus
pueblos no dispongan de calefacción debido a que
sólo se ocupan temporalmente y además en verano.
Tal relación sólo puede llegar a invertirse tras la
jubilación si estas personas deciden retornar de
forma definitiva a su localidad o alargan significati-
vamente sus estancias en ella a causa de la ausencia
de obligaciones laborales, entonces se decidirán a
reformar la vieja casa del pueblo y a dotarla de
comodidades que quizá antes no tuviera, mante-
niendo una existencia de un pie aquí y otro allá dado
que no es corriente la venta de las propiedades en la
ciudad al menos cuando estas familias tienen hijos y
nietos viviendo en ella.

EL ESPACIO Y EL TIEMPO EN LA EMIGRACIÓN

Al examinar la relación que existe entre residentes


y emigrados en una localidad que ha sufrido una fuer-
te emigración hemos de fijarnos en varios aspectos
importantes, probablemente el fundamental es el de
la significación que para cada grupo tiene el espacio
migratorio, un espacio en el que cuentan especial-
mente la pequeña localidad rural y el ámbito urbano.
Cada uno de esos dos grandes grupos -residentes y
no residentes, emigrantes y no emigrantes- establece
una relación concreta y específica con el espacio de la
emigración, pero a su vez esa relación tiene mucho
que ver con otro de los factores importantes, el del
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

tiempo, ya que éste actúa con distintos efectos en uno


y otro grupo y parece correr en sentidos diversos, si
no divergentes para ellos.
El espacio del pueblo y el espacio de la ciudad son
valorados de acuerdo con el tiempo transcurrido por
ambos grupos. Para los emigrados el pueblo es el
espacio del pasado, un pasado que habitualmente ha
estado marcado por las necesidades, por las penalida-
des que llevaron en su momento a tomar el camino
de la ciudad; para quienes rompen definitivamente su
relación con ese pueblo y no vuelven a él o lo hacen
de forma muy esporádica, los malos recuerdos preva-
lecerán y se mantendrá la imagen negativa de la loca-
lidad, en la que seguramente ya no tienen familia ni
un lugar donde alojarse, por lo cual no acuden ni
siquiera temporalmente. Sin embargo existen muchos
otros emigrados que continúan visitando sus pobla-
ciones de procedencia; la frecuencia de estas visitas
está en función de varios factores, tales como la dis-
tancia que existe entre el pueblo y la ciudad, la sub-
sistencia de lazos familiares entre los dos lugares, la
disponibilidad de una residencia en que pueda alo-
jarse la familia, la posibilidad de hacer un gasto
extraordinario para la economía doméstica como
suelen considerarse los viajes, etc. En estos casos los
emigrados no pierden la referencia directa de su pue-
blo, lo ven evolucionar, pueden valorar los cambios
operados en él, tienen oportunidad de comprobar los
efectos que ocasiona la emigración y de llegar a una
conclusión sobre la congruencia o no de la decisión
de emigrar que tomaron en su día. En general la rea-
lidad socioeconómica que los emigrados pueden ver
en su pueblo suele extenderse a toda la región o el
país, según casos; así, los emigrados españoles resi-
dentes en el extranjero suelen establecer su valora-
ción de la evolución española teniendo en cuenta
cómo ha cambiado su pueblo, puesto que su expe-
riencia en otros lugares de nuestra geografía suele ser
mínima; lo mismo sucede con los emigrados extre-
meños a Madrid, Cataluña o el País Vasco, que tien-
den a juzgar el progreso experimentado por su región
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

y la gestión del gobierno autonómico a partir de lo


que ven en su pueblo.
Cuando las visitas se han mantenido con alguna
frecuencia el recuerdo que se tiene del pueblo suele
idilizarse, en gran parte porque se refiere a los prime-
ros años de la vida de una persona, con lo que esto
supone de experiencias infantiles y juveniles, que sue-
len rememorarse positivamente, pero también porque
el pueblo como espacio viene a asociarse con el tiem-
po del ocio mientras que la ciudad o el barrio subur-
bano es el ámbito del trabajo, un espacio dotado
sobre todo de significado económico; por otro lado,
los momentos en que los emigrados visitan estos pue-
blos corresponden con períodos vacacionales de agra-
dable climatología (verano, primavera), momentos en
que otros cientos de emigrados vienen a pasar sus
vacaciones, dando un mayor dinamismo y diversidad
a la población que en los meses de invierno suele estar
habitada sólo por unos pocos ancianos. El pueblo es
también el punto de referencia, el eslabón de conti-
nuidad con las generaciones anteriores, es el lugar del
orden, que se espera encontrar cada año en el mismo
sitio y en idéntica situación, de ahí que los cambios
urbanísticos suelan valorarse negativamente, pues
rompen la imagen de un paisaje idealizado.

Para los que no emigraron su pueblo representa


también la expresión física de la continuidad de su
cultura local, son sus raices, es donde siempre se ha
desarrollado su existencia y es por tanto el espacio del
orden, mientras que la ciudad es el espacio en que
habitan algunos de sus paisanos y familiares, pero
también es un lugar poco acogedor que contribuye a
la formación de personalidades egoístas y aprovecha-
das; es muy corriente escuchar a estas personas decir
que en las ciudades "cada uno va a lo suyo" frente a
una tónica imperante en el pueblo según la cual
-desde su perspectiva personal- todos se ayudan
mutuamente y nadie es olvidado. Sin embargo, la
ciudad también tiene un poderoso atractivo, pues
posee una importante oferta comercial y de ocio des-
conocida en el pueblo, es el espacio del anonimato y
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una aiteridad Juan Manuel Valadés Sierr

donde tal vez se encuentren ofertas de trabajo no dis-


ponibles en el mundo rural, es un lugar más dinámi-
co, es el espacio del cambio.
Los emigrados viven sus visitas al pueblo como la
recuperación parcial de su pasado, como una vuelta a
sus mejores años, con la reunificación temporal del
grupo familiar disperso, con la reocupación del espa-
cio doméstico de la infancia, con la reunión con los
amigos y conocidos de los primeros años; sin embar-
go ese espacio tan importante en la vida del individuo
se puede reconstruir también en la emigración, y de
hecho así sucede cuando familiares o amigos del
mismo pueblo se reúnen con cualquier motivo en la
ciudad; los cumpleaños, las bodas, bautizos y funera-
les, pero también las comidas o la pertenencia a una
asociación son ocasiones en que se reconstruye sim-
bólicamente el espacio del pueblo; en esos momentos
el pueblo, la cultura local, la tradición familiar, los
miembros ya desaparecidos de la parentela, se hacen
presentes. Del mismo modo, el espacio del pueblo
está presente en la ciudad intensamente en aquellas
personas que mantienen su pertenencia a aquél inclu-
so más allá de la vida: la elección del lugar donde éstas
quieren ser enterradas es el último símbolo, la última
manera de mostrar el mantenimiento o no de los
lazos con la comunidad de origen.

Pero del mismo modo que el pueblo se hace pre-


sente en la ciudad sucede lo contrario, puesto que se
constituyen grupos de residentes en la ciudad que,
procedentes de un mismo pueblo, se reúnen en él
durante sus vacaciones; a menudo estas personas se
ponen de acuerdo para viajar en las mismas fechas y
constituyen un pequeño subgrupo dentro de la
comunidad local; son, dentro de sus pueblos, los de
tal o cual ciudad. En los pueblos, no todos los emi-
grados son considerados iguales, sino que se suele
diferenciar entre los de Barcelona, los de Madrid, los
de Bilbao, etc. Esto es especialmente visible en las
generaciones más jóvenes, cuyos miembros mantie-
nen una relación más o menos intensa en la ciudad de
emigración que reconstruyen e incluso intensifican
Anales del Museo Nacional de Antropología

a Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

en su período vacacional en el pueblo de sus padres o


abuelos. Del mismo modo, la ciudad se hace presen-
te en el pueblo cuando muere en ella algún hijo del
pueblo; la muerte se anuncia en la localidad y los
familiares encargan alguna misa por su alma, a la que
acuden los amigos de la familia; tanto si el entierro se
verifica en el pueblo como si se hace en la ciudad, el
acontecimiento trae al pueblo una clara representa-
ción de una parte de la comunidad que está fuera.

L o s QUE SE QUEDAN VISTOS POR LOS EMIGRADOS

Es muy cierto que numerosos pueblos de áreas


deprimidas de España, de otros países europeos, de
África o de Iberoamérica han cambiado mucho en las
últimas décadas; la estancia de una parte importante
de la comunidad en la emigración ha hecho que la
localidad organice su vida cotidiana en función de los
viajes de ida y vuelta de los emigrantes, del envío de
sus remesas y de la llegada de sus comunicaciones y
de las posibilidades de nuevos viajes por parte de
quienes aún no han marchado. Los cambios se con-
templan en todos los ámbitos: se construyen casas
más o menos grandes y ostentosas, son corrientes
aparatos domésticos, libros, revistas y otros artículos
procedentes de los países más desarrollados, el dinero
circula con fluidez y hasta lasfiestashan cambiado de
fecha para que puedan participar en ellas los emi-
grantes. Sin embargo también es cierto que los emi-
grados han ido constituyendo poco a poco un grupo
aparte de la comunidad; esto se nota mucho más en
lugares donde la emigración ya es antigua y son fami-
lias nucleares completas las que permanecen en la
emigración; esas familias han ido poco a poco dife-
renciándose del resto de la comunidad, han ido cons-
tituyendo una minoría a partir de su experiencia
compartida, de su adaptación a unos hábitos de vida
urbanos marcadamente distintos de los del pueblo, de
la interiorización de una ideología y unas creencias
que frecuentemente chocan con las autóctonas y de la
utilización diferenciada del tiempo y del espacio. La
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

evidencia de estas distinciones hace que cada vez más


ambas minorías, la de los residentes y la de los emi-
grados, hayan entrado en un proceso de extraña-
miento, casi podríamos decir de estigmatización recí-
proca, algo que se acentúa desde el momento en que
los emigrados visitan con frecuencia el pueblo porque
sus recursos económicos se lo permiten, a diferencia
de lo que sucedía hace treinta años, cuando estas per-
sonas aún estaban dedicadas a dar respuesta a sus ne-
cesidades más perentorias en su nuevo asentamiento
urbano.
Como suele suceder en este tipo de procesos,
cuando se va construyendo la alteridad de quienes
habían comenzado formando parte de un mismo
todo, cada uno de los grupos tiene una serie de argu-
mentos que justifican su propia postura; así, para los
emigrados, su propia marcha del pueblo no ha de
suponer una ruptura con el mismo; el hecho de haber
marchado a la ciudad no revela un rechazo hacia sus
orígenes, no significa que hayan querido suprimir la
referencia a su pueblo, de hecho desean seguir siendo
considerados como miembros de la comunidad; son
conscientes de que su experiencia ha sido beneficiosa
en primer lugar para ellos mismos y para sus familias,
pero muchos están persuadidos de que con su partida
rindieron un buen servicio a su pueblo, ya que facili-
taron la permanencia de otros al rebajar con ello la
tensión sobre la escasa oferta de empleo local. A
menudo expresan el convencimiento de que ese
esfuerzo casi puede considerarse como un sacrificio
en pro de la comunidad que muy pocas veces - o
nunca- se les agradece.

Lo cierto es que el pueblo ha cambiado desde que


los emigrados se marcharon; éstos han ido perdiendo
los amigos a causa de la distancia, además se han ido
generando intereses diferenciados en los distintos
grupos que convierten en más difícil la reunión de los
viejos grupos de edad y de sexo. Todo esto hace que
progresivamente la relación con el pueblo vaya per-
diendo parte de su componente afectivo, primando
otros valores, especialmente el económico. Así, poco
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

a poco el pueblo va convirtiéndose para los emigrados


en un lugar de vacaciones, barato y bien conocido,
pero desprovisto de referencias afectivas, ya que se ha
dejado de conocer a la gente; y lo mismo que llega un
momento en que no se conoce a la gente, tampoco se
conoce al pueblo, todo ha cambiado, y el emigrado
empieza a sentirse un extraño, un extranjero en su
propia tierra. Sólo permanece el viejo contexto socio-
espacial en sus recuerdos, el pueblo de ahora ya no es
el suyo.

Junto a esto, el emigrado siente que es continua-


mente observado y evaluado en ese proceso de ins-
pección de los resultados de la aventura migratoria
para determinar el éxito o el fracaso de la misma; se
estudia críticamente a los erhigrados, se observan sus
coches, su ropa, su forma de actuar, su nivel de con-
sumo, y éstos se quejan de ser vistos por los residen-
tes únicamente como una fuente de recursos, sin
valorar su condición de persona y de hijo del pueblo.
Es bien cierto que algunos comerciantes y hosteleros
hacen su agosto precisamente en ese mes con la llega-
da de los emigrados, que sus economías familiares se
basan para el resto del año en la ganancia registrada
en el período estival, y es cierto también que el emi-
grado es en muchos casos también un contribuyente,
en la medida que puede ser propietario de bienes
inmuebles que tributan en el pueblo, como lo es que
los emigrados acostumbran a contribuir al igual que
el resto de los vecinos a las fiestas patronales y otros
gastos municipales, por ello parece justo que esperen
un trato igual que el dispensado a quienes residen
todo el año.
Sin embargo, muchos emigrados interpretan que
los residentes no sólo no les manifiestan la merecida
gratitud por su sacrificio, sino que les tratan como a
veraneantes, valorando de ellos especialmente su
aportación económica y otorgándoles un estatuto
secundario en la comunidad, en tanto que miembros
temporales; en definitiva, los tratan como z foraste-
ros, la peor ofensa que un residente puede hacer a un
emigrado.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una altetidad Juan Manuel Valadés Sierra

Los emigrados construyen una nueva identidad


que se basa en el hecho de pertenecer a un nuevo
grupo, el de los que viven fuera del pueblo pero
siguen sintiéndolo como suyo; esa idea de ser algo
distinto a los que viven todo el año les lleva incluso a
referirse a los residentes como "los del pueblo", como
si ellos no lo fueran, y está en la base de los reproches
que les hacen: desagradecidos, interesados, perezosos,
despreocupados, indolentes, aprovechados, etc. Se les
culpa de no ser dinámicos, de no preocuparse del bie-
nestar del pueblo o de la región sino sólo del suyo
propio, de vagos, de trabajar sólo lo justo para sobre-
vivir sin crear la riqueza que propiciaría el regreso de
los que están fuera, e incluso se les culpa de no saber
vivir. En efecto, se trasladan a la población las ¡deas
preconcebidas en el ámbito urbano sobre alimenta-
ción, vestido, consumo de todo tipo, viajes y vacacio-
nes, relaciones sociales, promoción de la mujer, auto-
nomía de los hijos, trato dispensado a los ancianos,
etc. y el resultado de la comparación es que los resi-
dentes en el pueblo son atrasados, tacaños, excesiva-
mente autoritarios con los hijos, machistas y dema-
siado apegados a los mayores; en definitiva, se trata
del juicio que en general hacen muchos habitantes de
la ciudad sobre quienes viven en el pueblo.

L o s EMIGRADOS VISTOS POR LOS QUE SE QUEDAN

Por su lado, los residentes en el pueblo, los no


emigrantes, tienen también sus ideas acerca de sus
paisanos que vienen a pasar las vacaciones; tales ideas
tienen la misma base que las recíprocas, es decir, la
diferente concepción y utilización del sistema socio-
espacial que existe entre quienes desarrollan su exis-
tencia en la ciudad y los que viven en el pueblo.
Conviene tener presente que en muchas localida-
des magrebíes, extremeñas, andaluzas, dominicanas,
etc. es rara la familia que no tiene alguno de sus
miembros en la emigración, esto supone una garantía
para el buen recibimiento que se les dispensa a estas
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

personas y el buen entendimiento que se da entre las


dos partes de la comunidad, la estante y la flotante.
Sin embargo es cierto que la llegada de cientos de per-
sonas que se afincan en el pueblo durante uno o dos
meses supone problemas inmediatos para una comu-
nidad que durante la mayor parte del año no suele
tener más que la mitad de personas: la escasez de
agua, las aglomeraciones en el comercio y en los
bares, problemas de aparcamiento, retrasos en la aten-
ción al público en bancos y ayuntamiento y otros
convierten la estancia de estas personas en una tem-
porada difícil para la comunidad.
Por otro lado, aún persiste en la memoria la ima-
gen del emigrado de hace treinta años haciendo
ostentación de sus riquezas a través de los automóvi-
les, la reconstrucción de la casa familiar, etc. Hoy
todo esto ha cambiado, y si el emigrado tiene un
coche de gran cilindrada, probablemente el residente
también puede tenerlo si lo desea, y sin embargo la
idea de que el emigrado es ostentoso por definición
sigue presente en muchos residentes que están atentos
al menor rasgo de presunción o soberbia. Frente a esta
idea, persiste en la actualidad la de que el emigrado es
tacaño, procura gastar muy poco durante su estancia
en el pueblo, prefiere invertir su dinero en bienes de
prestigio, en lo que se ve de puertas afiíera, aunque en
aquellos aspectos más íntimos que no ve la gente aho-
rre hasta casi alcanzar límites de subsistencia.
Para los residentes el emigrado tomó su decisión
en su día por razones estrictamente personales, para
buscar su propio beneficio, de ahí que no haya nada
que agradecerle por lo que respecta al bienestar del
pueblo; muy al contrario, a veces la emigración se
interpreta como una huida, como una negativa a
afrontar los problemas reales que afectan a las familias
y en general al pueblo; así, es habitual que se oiga a
estas personas reprochar a los emigrados que "no
hacen nada" por su pueblo o región de origen, mien-
tras a los hogares regionales se les acusa de servir úni-
camente para fomentar la nostalgia y de no tener nin-
guna utilidad práctica para la región en cuestión.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra ;

Junto a todo ello, los residentes piensan a veces


que los emigrados que pasan sus vacaciones en el pue-
blo lo hacen sobre todo por razones económicas, ya
que es lo más barato, siendo todas las razones senti-
mentales aportadas por éstos meras excusas; además,
la utilización por los emigrados de unos servicios
públicos financiados con dinero de todos los contri-
buyentes, que son mayoritariamente los residentes, a
veces despierta también alguna controversia, pues se
considera que en cierto modo quienes vienen de fuera
realmente se aprovechan de los recursos propios del
pueblo. En ocasiones esto se traduce en privilegios
como la gratuidad o precios especiales para los empa-
dronados en servicios como la piscina pública o ins-
talaciones deportivas mientras que a los emigrados se
les excluye de ese trato.

A pesar de que los emigrados sienten el lugar de


nacimiento como una parte fundamental de su vida,
para muchos residentes estas personas no son más que
unos turistas que vienen a pasar unas vacaciones a
bajos costes, incluso a pesar de que se trate de sus pro-
pios parientes; les sienten tan lejanos como si no fue-
sen del mismo pueblo, y en consecuencia les aplican
motes y frases estereotipadas que aluden a su condi-
ción de extraños, de forasteros. Esa condición acos-
tumbra a ser matizada con la referencia al lugar de
residencia, y así pueden distinguirse los madrileños,
los suizos, los catalanes, etc. A veces incluso se les atri-
buyen los mismos estereotipos que se aplican común-
mente a los naturales de esas regiones o países.

En realidad la construcción de esta alteridad pro-


viene de la reestructuración del juego de fuerzas que
intervienen en la inclusión y exclusión de las personas
dentro de una misma identidad. Si tradicionalmente
la comunidad distinguía entre un "nosotros" local y
un "ellos" extranjero marcado por la distinta tradi-
ción cultural y familiar así como por los intereses
divergentes de ambos grupos, la emigración ha
supuesto la estabilización de los emigrados en sus
lugares de acogida y la asunción por parte de éstos de
muchos de los objetivos, intereses y formas de vida
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

urbanos; esto ha llevado a estas personas a formar un


nuevo "nosotros" en el que se identifican quienes han
pasado por la experiencia migratoria y han dado lugar
a unas generaciones sucesivas caracterizadas por la
ambivalencia en su pertenencia comunitaria.
Frente al "nosotros" de los emigrados, los residen-
tes optan por el no reconocimiento en ese nuevo
grupo de quienes se marcharon siendo parte de la
comunidad; el extrañamiento de los que se fueron
provoca el reforzamiento de la categoría del "noso-
tros" local con renovadas referencias a una continui-
dad cultural con la tradición que los emigrados han
roto con su marcha. Se trata ya de grupos que tienen
unos intereses, valores y hábitos distintos, son ya gru-
pos desiguales pese a que les una la misma referencia
espacial que es el pueblo pero que para cada uno de
ellos posee un significado completamente diferente.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Emigrantes y no emigrantes. La construcción de una alteridad Juan Manuel Valadés Sierra

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

MIRANDA, Adeline (1996): Migrants et non-migrants d'une


commune italienne: mouvements et enracinements, Paris.
PARRAMÓN, Clara Carme (1996): "Campo migratorio: un
concepto útil para el análisis de las estrategias migrato-
rias", en Procesos migratorios y relaciones interétnicas.
Actas del VII Congreso de Antropología Social, T. Vil,
Zaragoza, pp. 13-23.
VALADÉS SIERRA, Juan Manuel (1996): "La tierra tira. Una
aportación al conocimiento de los vínculos de los emi-
grados extremeños con sus pueblos de origen". Revista
de Estudios Extremeños. T. LII (1), pp. \(3i'i-Vy7.
LOS
GITANOS
EN LA CIUDAD DE
ÁVILA
Ana Giménez Adelantado

Este trabajo forma parte del proyecto de Inves-


tigación "Antropología urbana en contexto del
grupo étnico a la más amplia sociedad", que ha
sido diripdo por la Dra. María Cátedra Tomás,
y que ha sido posible gracias a lafinanciaciónde
la Comisión Interministerial de Ciencias y Tec-
nología, con el número referencia PBS 89-0200.

Los GITANOS EN LA CIUDAD DE ÁVILA

La sociedad contempla a los gitanos como un grupo


compacto y homogéneo; pero si bien es cierto que existe
entre los gitanos valores y tradiciones, formas de paren-
tesco y de vida comunes, tampoco debemos desestimar
que hay también en el grupo grandes diferencias. La
diversidad es un factor que debemos tener en cuenta
para comprender la realidad de los gitanos españoles
aquí y ahora.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los gitanos en la ciudad de Avila Ana Giménez Adelantad

Este trabajo se centra en los gitanos de la ciudad de


Ávila, en un grupo de familias que viven en la ciudad.
Una parte de su realidad social y cultural no es extrapo-
laba a otros grupos gitanos de España, pero al profundi-
zar en su modo de vida percibo que muchos matices,
valores, formas de relación y de vida están profunda-
mente relacionados con muchos gitanos españoles.
Los ^tanos comparten ante todo el pasado, compar-
ten una historia común que les llevó, como a otros
muchos españoles, del campo a la ciudad, en este sentido
el caso de los gitanos abulenses es especialmente signifi-
cativo. Comparten, en demasiados casos por desgracia,
los barrios ghetto y la marginación.
La historia de los abulenses no es la historia de todos
los gitanos, es como una pequeña ventana a través de la
cual podemos contemplar el mundo de los gitanos.

Los GITANOS EN LA CIUDAD DE ÁviLA

Los gitanos abulenses son un grupo recién llegado


a la ciudad, las primeras familias se instalaron en
1958 y la mayor parte procedían de los pueblos de la
provincia, sobre todo de Arévalo y de Fontiveros. El
asentamiento en la capital se produjo de un modo
progresivo pero es muy probable que la mayoría estu-
viera ya viviendo en sus lugares de origen de una
forma sedentaria o semisedentaria.
Las dos primeras familias eran tratantes de gana-
do y vendedores ambulantes. Más tarde, durante
los años 60, se fueron asentando otros grupos de
familias y aunque la mayor parte procedían de las
comarcas más próximas también llegaron otras de
las provincias colindantes. Desde 1983 el grupo
está consolidado.
Los gitanos, hasta entonces, habían compartido
con los payos la vida y el trabajo en el medio rural y
compartieron con ellos la emigración del campo a la
ciudad, y prueba de ello es que mientras que en 1950
Anales del Museo Nacional de Antropología

o Los gitanos en ia ciudad de Ávila Ana Giménez Adelantado

la población de la ciudad no sobrepasaba los 20.000


habitantes, en la actualidad supera los 40.000. Este
aumento de población se produjo sobre todo, por la
emigración de las zonas rurales. Procedían de un
campo cada vez más despoblado y empobrecido,
donde la mecanización de las labores agrícolas
aumentaba el desempleo de los jornaleros. Las fami-
lias gitanas, como otras muchas, se sintieron atraídas
por las mejores condiciones económicas que podría
ofrecerles la ciudad y se lanzaron a la búsqueda de
una "vida mejor".
Los primeros gitanos que habían llegado a la ciu-
dad consideraron el asentamiento de las otras familias
que les siguieron como una invasión de su territorio
y como una intromisión. Habituados a vivir "solos
entre payos" rechazaban la idea de convivir con otras
familias gitanas de una forma estable. Pero además de
las posibles dificultades de convivencia la llegada a la
ciudad de gitanos extraños significaba un aumento de
la competencia económica en familias que ocupaban
el mismo nicho laboral. La competencia económica
se unía a la desestabilización social como se refleja en
las palabras de este anciano de la primera familia que
se instaló en Ávila:

"Nosotros llegamos aquí y estábamos solos, sólo


había otra familia, pero se fueron descolgando
(llegando) gitanos de aquí y de allá; y esto se ha
vuelto un avispero. Porque los gitanos donde lle-
gan lo arrasan todo".
(Gitano, tratante y vendedor ambulante, 68 años).

Para estas familias que llegaron primero a la ciu-


dad, el "estar solos" tenía innumerables ventajas, en
primer lugar no tenían competencia en los mercados,
lo cual tenía una especial importancia puesto que las
familias gitanas se dedicaban a las mismas ocupacio-
nes: el trato y la venta. Así, la escasa versatilidad en el
trabajo implicaba que, a mayor número de gitanos,
aumentaba la competencia entre ellos y, por tanto, se
producía una sobresaturación de la oferta con lo que
se reducían sus posibilidades económicas. Por otra
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los gitanos en la ciudad de Avila Ana Giménez Adelantado

parte, con el asentamiento progresivo y escalonado de


las familias gitanas en la ciudad, se produjo una
desestructuración constante de las relaciones sociales,
que contribuyó a generar inestabilidad y conflictos
entre ellas.
Durante la década de los 60 y de los 70 se instala-
ron en la ciudad casi todas las familias que forman el
grupo actual. La reducida comunidad gitana las tuvo
que acoger con el mayor o menor agrado, situación
que afectó también a sus relaciones de poder y de
competencia. Se trataba de un grupo que había esta-
do disperso en un medio rural y que debía adaptarse
al nuevo medio urbano y a nuevas estrategias de rela-
ción. Los cambios drásticos y las dificultades de
adaptación que vivieron las familias contribuyeron a
que las familias establecieran estrechos vínculos y
relaciones de solidaridad. Los gitanos más acomoda-
dos acogían a otras familias, hasta el punto de que las
casas de los primeros que se asentaron en la ciudad se
convirtieron no sólo en un punto de encuentro para
los errantes sino también en un lugar de acogida para
los recién instalados. Así vivió esta experiencia esta
anciana gitana:

"Nosotros teníamos una casa grande que le llamá-


bamos el pajar, debió de ser un pajar, y allí dormía-
mos todos en una sala muy grande. En mi casa
siempre ha habido gitanos, venían a lo mejor al
hospital y se quedaban a dormir o a comer, la casa
estaba abierta a todo el mundo".
(Gitana, ama de casa, 63 años).

Para los gitanos el mundo rural había sido su


mundo, hasta entonces en la ciudad de Avila había
sido solamente un punto en el camino en primavera
y en otoño. Las ferias de ganado se celebraban desde
tiempos inmemoriales del 22 al 30 de junio y del 8
al 11 de septiembre (Carramolinos 1872: p. 274).
Durante los días de feria se instalaban en campamen-
tos provisionales, bien bajo los arcos del río Chico o
en la periferia de la ciudad.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los gitanos en la ciudad de Avila Ana Giménez Adelantado

"íbamos a las ferias, aquí en la ciudad había cuatro


al año, nos poníamos todos los gitanos contra una
tenada (soportal) y nos quedábamos allí... ¡las ferias
eran muy bonitas, se juntaban muchos gitanos!".
(Gitana, vendedora ambulante, 45 años).

Al margen de estos momentos esporádicos todas


las fuentes orales que he consultado parecen indicar
que no había gitanos instalados en la ciudad antes de
los años 50, aunque es imposible descartar completa-
mente esa posibilidad. De cualquier modo de haber
vivido alguna familia gitana con anterioridad a esta
década, se trataría de un grupo pequeño y perfecta-
mente integrado en la vida de la ciudad, aunque
como he indicado las fuentes insisten en que no
"hubieron nunca gitanos":

"En Avila no ha habido nunca gitanos, sólo venían


a las ferias, estaban unos días y se marchaban".
(Payo, policía municipal, 70 años).

Las ferias, como ocurre en otros muchos grupos


nómadas, suponían un encuentro de carácter econó-
mico, pero también tenían un fuerte contenido social
y de relación. Eran un espacio ideal para establecer
alianzas económicas y también alianzas matrimonia-
les. Así, en los días de feria tenían lugar un gran
número de bodas y de compromisos de boda, de
"pidimientos". Aprovechando la reunión de los gru-
pos con algún grado de parentesco o afinidad y tam-
bién al poder disponer de los beneficios económicos
'La • obtenidos de los tratos, había grandes fiestas'. Los
'mportancia que estos
"«^uentros tuvieron en el paisanos contemplaban de este modo la "juerga" de
^ El ritual de romper el
Pasado pervive en el calen- las celebraciones:
,^'"0. en el hecho de que botijo, a pesar de que apa-
^ l^vyot parte de los espa- rece con. frecuencia en la
f.""
' ^* gitanos celebran la tradición oral de los payos,
"Se juntaba la familia y hacían una juerga y rompí-
/|=«a de San Juan, el 24 de no es una costumbre actual
las*""' '^°" g'^"desfiestasen
an el botijo, y todas esas cosas que ellos hacen, tira- del grupo, ni creo que lo
, lue pervive la tradición ban el botijo al aire y si se rompía es que la boda fuera en el pasado, es pro-
tic cel.k. estaba hecha. Tu verás, como era de barro... siem- bable que fuera una estra-
^aeorar compromisos tegia de los gitanos para
»tfimoniales y también pre se rompía"^. desviar la atención y la
•"''"monios. curiosidad de los payos que
(Payo, policía municipal, 70 años). se acercaban a las fiestas.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los gitanos en la ciudad de Ávila Ana Giménez Adelantado

Los gitanos permanecían en la ciudad solamente


los días de feria. La policía municipal se encargaba de
"avisarles" si alguno retrasaba la marcha, sólo se les
permitía quedarse en el caso de que alguna familia
tuviera algún enfermo que necesitara tratamiento
médico en el hospital.

"Cuando terminaba la feria todos se iban, si había


alguno que se quedaba algún día más, nos avisaban:
"oye que allí se han quedado los gitanos...". Y bajá-
bamos y les decíamos que se fuesen, pero nunca
tuvimos problemas, les dábamos el aviso y se iban".
(Payo, policía municipal, 70 años).

Otras versiones, sin embargo, señalan que las rela-


ciones entre los gitanos y las autoridades no siempre
fueron tan cordiales. Son muchos los testimonios,
sobre todo de los gitanos pero también de los payos,
que nos hablan de la utilización de la violencia:

"Desde luego no había derecho a lo que les hacían...


¡les daban unas palizas tremendas! Y eso lo hemos
visto yo y yo ¿eh? A lo mejor acababa de parir una
mujer y la tenían que subir en una muía y salir
arreando. ¡No había derecho!".
(Paya, ama de casa, 68 años).

A pesar del rechazo de los payos abulenses y de las


dificultades que sufrieron, como decía anteriormente,
las familias gitanas dejaron de contemplar a la ciudad
como un punto en el camino, y empujados sobre
todo por los profundos cambios económicos de los
años 60 comenzaron a instalarse de forma definitiva
en la ciudad. En 1990 cuando inicié el trabajo de
campo vivían en Ávila 56 familias nucleares -256
personas, 161 hombres y 135 mujeres- organizadas
en 7 linajes. El grupo mayoritario era el de los niños
con 118 - 5 2 niños y 66 niñas- a continuación el más
numeroso era el de los casados que sumaban 112, y
por último, los solteros, 24 mozos y 37 mozas. El
resto era un grupo residual formado por tres hombres
viudos y dos mujeres separadas.
Anales del Museo Nacional de Antropología

I^s gitanos en la ciudad de Avila Ana Giménez Adelantado

Los gitanos ocupaban en 1990 dos barrios distin-


tos en la ciudad. El primero era el barrio de casas pre-
fabricadas, el típico barrio ghetto, situado entre las
calles de Santa María de la Cabeza y López Mezqui-
ta. El barrio de Santa María, al que los gitanos deno-
minaban "el de arriba" estaba formado por 24 casas,
mientras que el de López Mezquita "el de abajo" tenía
20. De estas 44 casas, 6 estaban desocupadas y las 36
restantes se las repartían 12 familias payas (19 perso-
nas) y 39 gitanas. Así 39 familias nucleares gitanas,
vivían hacinadas en 24 casas.

Además de en la capital también habían grupos


gitanos en otros pueblos de la provincia, el más
numeroso era el de Arévalo con 27 familias nucleares
y 139 personas, aunque también había familias gita-
nas dispersas en pueblos: Burgohondo, Cebreros,
Becedas o Arenas de San Pedro entre otros suman un
total de 32 familias gitanas y 168 personas. Así la
población gitana de la provincia de Avila estaba cons-
tituida en 1987' por 59 familias nucleares y 307 per- ' Los datos de población
sonas. sobre la provincia los he
obtenido del Informe del
Gobierno Civil, realizado
Las familias gitanas se fueron instalando en la ciu- por su equipo técnico en
dad en diferentes etapas y en barrios distintos, aun- 1987, además he podido
que con similares características socioeconómicas y constatar la fiabilidad de
los mismos.
ecológicas. En algún caso los gitanos elegían un
barrio determinado porque en él ya vivían otras fami-
lias con las que estaban emparentados...

"Nosotros vivíamos allí en los lavaderos, cerca del


río, porque nos vinimos del pueblo, mi tío que
vivía un poco más arriba nos buscó una casa".
(Gitano, vendedor ambulante, 22 años).

En cuanto a las actividades económicas continua-


ron dedicándose al trato de caballos y de muías y
también trabajaban como temporeros en las labores
agrícolas, iban, como hacen todavía, al escarde de la
remolacha, a la vendimia y al espárrago. De forma
paralela se fueron incorporando a otros trabajos más
urbanos, algunos hombres se contrataron como peo-
nes en la construcción y otros se dedicaron a la com-
Anales dci Museo Nacional de Antropología

Los gitanos en la ciudad de Avila Ana Giménez Adelantado

praventa a domicilio de pieles, cartones y chatarra;


pero la mayoría de familias comenzaron a dedicarse a
la venta ambulante de textiles en el mercado de la ciu-
dad y en los pueblos de la provincia. De este modo,
el tradicional trato pasó a segundo plano en la econo-
mía del grupo, hasta el punto que a principios de los
90 tan sólo un linaje se ocupaba de forma exclusiva
en esta actividad.
Las familias más pobres que se asentaron a finales
de los 70 se dedicaron a la recogida de cartones y cha-
tarra en los vertederos municipales mientras que las
mujeres pedían limosna en las plazas públicas o en las
puertas de las Iglesias.
"Iban muy tiraos, al vertedero a recoger sus carto-
nes, a la chatarra, a lo que podían... pero honrados
como el que más".
(Gitana, vendedora ambulante, 47 años).

En definitiva, los gitanos ocuparon el estrato más


bajo de la escala socioeconómica de la ciudad, chata-
rreros, cartoneros y tratantes eran oficios relacionados
simbólicamente con la contaminación y el ganado
-vertederos y animales-, y además eran rechazados
por otros grupos ciudadanos mejor situados.
Estas ocupaciones eran marginales en el sentido
en que no suponían ninguna implicación en las
redes del sistema económico discontinuo: los peones
albañiles, por ejemplo, trabajaban con contratos de
algunos meses, los temporeros agrícolas tan sólo
unas pocas semanas. El resto de los trabajos, ven-
dedores ambulantes y tratantes suponían trasiegos
permanentes de feria en feria y de mercado en mer-
cado. La marginalidad social del grupo está directa-
mente relacionada con la marginalidad laboral y
económica.
Este hecho influyó también en la ocupación de la
ciudad, los gitanos se instalaron en casas de rentas
bajas y en barrios marginales. Cada linaje se instaló
en una zona distinta de la ciudad, reproduciendo el
modo en que habían ocupado las zonas rurales.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los gitanos en la ciudad de Avila Ana Giménez Adelantado

Mientras algunas familias vivían en la calle Ajates,


otras se instalaron en el llamado "barrio de los gitanos",
en la calle Santo Domingo y sus aledaños. Pero el
grupo más numeroso se asentó en el barrio de San-
tiago, en la zona de las Cobachuelas, en la Plaza del
Rollo, en el barrio de las Vacas y en el de San Beni-
to. Esta ocupación no fue casual y estuvo muy
influenciada por aspectos económicos se trataba de
casas de bajas rentas en barrios modestos o margina-
les. En general eran barrios muy deteriorados en los
que la ciudad no tenía ningún interés. Junto a los
gitanos vivían los grupos sociales más humildes,
obreros y jornaleros con una escasa capacidad eco-
nómica. Eran los peores barrios de la ciudad y los
comentarios de los abulensés confirman el perfil de
estos barrios que va unido también a los estereotipos
de la marginación:

"Allí en las Cobachuelas vivían feriantes y gente sin


trabajo, era un barrio sin luz y sin agua, donde la
gente iba a buscar agua a la fuente... las casas eran
una especie de cuadras. Era un barrio que pasar te
daba miedo, las mujeres salían a la calle y se pelea-
ban y se tiraban de los pelos".
(Paya, maestra, 30 años).

Los gitanos que habían ocupado el último escalón


económico en el medio rural, pasaron a ocupar en la
ciudad el espacio menos valorado. Pero sin duda esta
dispersión contribuyó a que mantuvieron vínculos de
relación con sus vecinos payos, el hecho de que las
familias gitanas vivieran cada una en una calle y en un
barrio favoreció las relaciones de vecindad y de amis-
tad con los paisanos (payos) y su participación en el
ritmo social y vital de la ciudad, de este modo lo indi-
can los gitanos abulensés, que destacan el cambio
drástico que supuso en sus relaciones con los vecinos
payos el realojamiento al barrio ghetto:

"A mí me crió una paisana, siempre estaba en su casa


y hasta me levantaba para ir al colegio, ahora desde
que nos cambiamos de casa ya no lo hacemos".
(Gitana, 18 años).
Anales del Museo Nacional de Antropología
Los gitanos en ta ciudad de Avila Ana Giménez Adelantado

"Pues (me gustaría vivir) apartada (de los gitanos).


Allí donde vivía yo antes en la casa vieja, mira aquí está
la tienda vieja, pues aquí vivía yo... sabes lo que pasa-
ba, estaba cerca de la tienda. ¡Desde aquí hay un reven-
tón! (hay mucho camino).
¡Tenía muchas amigas payanas que me querían!
¡Me cogían! Eran mis amigas... las payas se portaban
bien, se ponen vamos a comprar una muñeca, (me
dicen) ¿si me quieres mucho?..."
(Gitana, 14 años).

El sentimiento de que vivir en la ciudad con veci-


nos payos era muy positivo es casi unánime entre los
gitanos abulenses. En muchos casos las relaciones de
solidaridad entre las familias gitanas y payas eran
intensas y era frecuente que unos y otros se ayudaran
mutuamente. Los gitanos como unos vecinos más
estaban inmersos en el sistema de cooperación de los
barrios.
Algunos vecinos payos también conservan buenos
recuerdos de esta etapa, como es el caso de esta ama
de casa...

"Son los mejores vecinos que he tenido, son muy


buena gente y con nosotros se portaron muy bien,
son gente estupenda. Me acuerdo que venían a casa
a asar cochinillos y me regalaban unas fuentes de
cerámica de Talavera que eran una preciosidad".

(Paya, ama de casa, 68 años).

Algunos gitanos también indican como el vivir


con los paisanos, favorecía también las relaciones
entre las mismas familias gitanas...

"Antes, cuando teníamos las otras casas, tenías más


relación con los paisanos. Yo me he criado entre pai-
sanos. Además entre los gitanos había más respeto,
porque había días que no te veías y te abrazabas y te-
nías otra cosa. Desde que estamos aquí (en el ghetto)
todos juntos, hay días de que no nos hablamos".

(Gitana, ama de casa, 34 años).


Anales del Museo Nacional de Antropología

Los gitanos en la ciudad de Ávila Ana Giménez Adelantado

Aunque debemos tener en cuenta la posibilidad


de que estos recuerdos estén en cierta forma idealiza-
dos, son muchos los sentimientos y los recuerdos
coincidentes tanto de adultos como de niños, gitanos
y payos. Todos ignoran los momentos de tensiones y
enfrentamientos que con casi toda seguridad también
se dieron para reforzar las ideas de convivencia, soli-
daridad y cooperación entre payos y gitanos. Esto es
especialmente significativo.
Esta dinámica de convivencia entre payos y gita-
nos se quebró de un modo drástico con la construc-
ción del barrio ghetto. El realojamiento se llevó a
cabo porque muchas de las casas que ocupaban las
familias gitanas estaban muy deterioradas y sus con-
diciones de habitabilidad eran muy precarias, aunque
algunas familias ocupaban viviendas en régimen de
alquiler que estaban en buenas condiciones. El Ayun-
tamiento de la ciudad, ante esta situación decidió
construir un barrio de carácter provisional para pos-
teriormente realojar de forma definitiva a las familias
payas y gitanas.
Este hecho tuvo y sigue teniendo una gran tras-
cendencia para la comunidad. Suponía un cambio
radical y tuvo importantes consecuencias. En princi-
pio suponía la concentración de las familias gitanas
en un barrio aislado y segregado en el límite de la ciu-
dad, era en definitiva la creación de un barrio ghetto,
de un barrio gitano.
Para las familias gitanas este realojamiento supuso
un verdadero shock, una ruptura drástica con los
otros abulenses, con la ciudad, no sólo a nivel social
sino también a nivel cultural. Hasta ese momento los
gitanos habían compartido la vida social con los
payos y mantenían con ellos unas buenos relaciones
de convivencia y vecindad. Compartían con los pai-
sanos el Mercado Grande, los bailes, los cafés y las
fiestas populares, eran unos abulenses más. Inmersos
en el entramado social y cultural de la ciudad, muchas
familias gitanas, acudían regularmente a misa, los más
jóvenes acudían con sus amigos payos y participaban
en las actividades de las parroquias, también muchos
Anales del Museo Nacional de Antropología
Los gitanos en la dudad de Avila Ana Giménez Adelantado

ancianos continuaban asistiendo a las misas y oficios


religiosos como habían hecho desde siempre en los
pueblos.
Muchos gitanos, sobre todo los ancianos, reme-
moraban con nostalgia su vida "arriba", en la ciudad
y eran muy conscientes de los grandes cambios que
habían supuesto en las vidas de sus familias en el tras-
lado al barrio gitano. Algunos ancianos vivieron el
realojamiento como un corte drástico en sus relacio-
nes con la ciudad, también a nivel religioso ya que el
aislamiento del barrio contribuyó decisivamente a
que las familias se desvincularan de sus parroquias, así
lo indica este anciano gitano:
"Antes siempre iba a misa. Todos los domingos,
pero desde que nos hemos bajao pa'qui (al barrio
gitano) ya no he ido más".
(Gitano, tratante, 67 años).

La decisión de la construcción del nuevo barrio en


1982 tenía un trasfondo complejo, no era de ningún
modo una decisión casual. Las circunstancias del con-
texto urbano fueron decisivas. Las familias gitanas
que llegaron a Ávila a finales de los 50 formaban
parte de un grupo de población mucho más numero-
so que se trasladaba del campo a la ciudad. Con la lle-
gada de este grupo de población rural la ciudad se
extendió hacia el sur, por las zonas de la calle Burgo-
hondo, Alférez Provisional, Avenida de la Juventud y
Santo Tomás. De modo que mientras las familias
gitanas se estaban instalando en la ciudad, Ávila fue
recibiendo al mismo tiempo a un contingente impor-
tante de población paya que procedía sobre todo de
los pueblos de la provincia.
Al consolidarse este proceso migratorio se cons-
truyeron nuevos barrios en el sudoeste y en el sur de
la ciudad, con bloque de viviendas de bajo precio
en los que se instalaron las familias campesinas y
obreras.
Así, a finales de los 70 nos encontramos con una
ciudad que miraba hacia el sur, pero esta orientación
Anales del Museo Nacional de Antropología
Los gitanos en la ciudad de Avila Ana Giménez Adelantado

se va transformando en la década de los 80. El norte


de la ciudad, despreciado hasta ese momento por ser
una zona de temperaturas más bajas, se convierte en
una zona deseada por las clases medias-altas de la ciu-
dad. Se construyen nuevos barrios residenciales, de
chalets adosados de una sola planta, en la zona de
Ajates y en los aledaños de las calles Zamora y Valla-
dolid. Dos factores son claves para entender esta
nueva orientación de la ciudad, en primer lugar los
nuevos condicionamientos térmicos de las viviendas
permitían superar sin dificultad el inconveniente de
las bajas temperaturas de la zona, sensiblemente más
frías que las de la zona sur y por otra parte los planes
urbanísticos de esta zona orientados por la protección
del entorno histórico de la ciudad impedían que fue-
ran construidos edificios de altura que ocultaran el
lienzo norte de las murallas de la ciudad.

Así, las clases medias de la ciudad que habían ocu-


pado la zona encuadrada entre las calles San Roque y
Alférez Provisional fueron trasladándose progresiva-
mente a nuevos barrios de la zona de Ajates como
Prado Sancho. De modo que el barrio de Ajates y sus
alrededores ocupado por clases sociales bajas y muy
bajas se estaba transformando.
La ciudad iba creciendo y transformándose. Las
familias gitanas y los barrios en los que vivían se vieron
afectados por estos cambios. A los que vivían en casas
deterioradas, el Ayuntamiento les ofreció la posibilidad
de trasladarse a un nuevo barrio de casas prefabricadas,
en principio este realojamiento iba a ser provisional,
hasta que fiieran construidas las casas definitivas, que
según la administración, estarían terminadas en un
año. Los gitanos se sintieron atraídos por la tentadora
oferta y la construcción del nuevo barrio tuvo muy
buena acogida, las casas prefabricadas supondría un
paso intermedio para conseguir una vivienda definiti-
va. Pero la decepción no tardó en llegar...

"Nos dijeron que nos iban a dar casa, y yo vivía en


un pisito muy majo y me lo dejé por eso. Si no, no
me hubiera ido. Ahora tendría un pisito precioso,
porque al irme construyeron unos chalets precio-
Anales del Museo Nacional de Antropología
Los gitanos en la ciudad de Avila Ana Giménez Adelantado

SOS, y dieron dinero a los inquilinos. Nos dijeron


que esta casa era para un año, después nos tendrían
que dar otras. Nos engañaron y lo perdí todo".
(Gitano, tratante de caballos, 63 años).

Los gitanos y también la ciudad acogieron favora-


blemente este traslado, ya que el nuevo barrio estaba
en una situación bastante especial. Aislado por la
muralla y por la carretera nacional de la ciudad y sin
tener ningún vecino próximo, no hubo conflictos ni
problemas de ningún tipo, así lo indica este infor-
mante que vivió directamente todo el proceso:

"Como estaban con burros y con caballos, el pro-


pósito era que en uno de los municipios anexiona-
dos que compraran terreno o que les facilitaran la
compra de terreno, para casas bajas... pero no
entraron por el aro.
El ayuntamiento no tenía otros terrenos, eso era
un antiguo cementerio, se limpió, se trasladaron
los restos. El traslado se hizo bastante ordenada-
mente y sin resistencia, tenían unas casas que
estaban tan mal, tan mal... además esto quedaba
aislado, como no iban a tener trato con los veci-
nos pues nadie... (dijo nada)... esas casas eran pro-
visionales, pero todo lo provisional se convierte en
permanente".
(Payo, maestro, 64 años).

Las características de la zona en la que se instaló el


barrio eran especialmente significativas. Está situado
al norte de la ciudad, junto al mercado de ganados,
muy próximo al matadero municipal, al lado mismo
del vertedero de basuras del Ayuntamiento y justo
encima del antiguo cementerio de la ciudad.
Los más ancianos recuerdan todavía los muros del
cementerio con los nichos. Los restos humanos que
quedaban se recogieron y se trasladaron al osario del
cementerio nuevo, al norte de la ciudad, pero durante
los años siguientes continuaron descubriéndose restos
humanos, hechos que motivaron repetidas denuncias
de los gitanos.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Los gitanos en la ciudad de Ávila Ana Giménez Adelantado

"El cura, que estaba aquí antes, estudiaba medicina


y cuando salían los huesos me decía: pues mira este
es un hueso de la mano o este es de aquí".
(Gitano, vendedor ambulante, 45 años).

"No lo hubieran tenido que permitir, esto es tierra


sagrada, no tenían que haber construido el barrio
aquí, es inhumano...".
(Gitano, tratante, 48 años).

"Me dieron un tiesto y fiíi a llenarlo de tierra,


menos mal que no era tarde, era después de la hora
del culto e iba con la rasera y me salió un fémur, era
un hueso de persona... allí en vez de quitar cantos
quitaban huesos. Yo no conozco todos los huesos
del cuerpo, pero se veía la parte de arriba de la cabe-
za, todo por tierra... fueron a la tele a protestar pero
no hicieron caso... Esto fiíe el año pasao, estaba yo
con mi niño".
(Gitana, ama de casa y vendedora, 20 años).

El barrio gitano, el cementerio, el vertedero, todo


unido en el mismo espacio de la ciudad, es como si
los restos de la ciudad, los residuos del proceso de
consumo, a distintos niveles se unieran en el espacio.
Por un lado los restos humanos del cementerio, en
cierta manera los restos del proceso vital del hombre;
por otro lado la basura, los restos del proceso vital de
los animales y por último, los gitanos: los "residuos"
de la sociedad. La ciudad desde este punto de vista
establecería un sistema de creación y destrucción.
El barrio de las "casas de lata" que fue construi-
do en 1982 para ser ocupado durante un año conti-
nuaba ocupado en 1991, en este año estaban ocupa-
das la mayor parte de las veinticuatro viviendas del
barrio de arriba y las veinte del de abajo. En 1991 se
realizó un realojamiento de las familias que ocupa-
ban el barrio de arriba pero este no fue el primero,
en 1984, 17 familias gitanas fueron realojadas en un
bloque de viviendas sociales situado en la Avenida
I de la Juventud.
Anales del Musco Nacional de Antropología

Los gitanos en la ciudad de Avila Ana Giménez Adelantado

Todavía en la actualidad las familias gitanas del


barrio de las casas de lata esperan ser realojadas, la
provisionalidad prevista para un año, supondrá con
suerte, unos quince años.
ESP
AÑOLES
Y PORTUGUESES:
LALuis
VISIÓN DEL OTRO
Ángel Sánchez Gómez
Universidad Complutense

Por muy tópico y típico que resulte comenzar un


artículo con las indicaciones que vamos a hacer, es
prácticamente inevitable hacerlo así. Nos referimos a
la complejidad del objeto de estudio propuesto y a la
multiplicidad de enfoques que se deben considerar al
afrontar su análisis.
En primer lugar, consideramos necesario advertir
sobre lo que no vamos a plantear en esta interven-
ción. No nos hemos propuesto abordar un estudio
sobre los "caracteres nacionales" de españoles y por-
tugueses, creados tanto desde dentro de cada nación
para sí o para el "otro". Es obvio que se trata de un
tema interesante desde múltiples puntos de vista, que
conecta con cuestiones como las relacionadas con la
"psicología" de los pueblos o de las naciones que
tanto interesara a comienzos de nuestro siglo y con
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

Otros tópicos y mitos mucho más antiguos que ya


fueron estudiados, para el caso español en general,
por J. Caro Baroja (1970). Es cierto que tendremos
que hablar de tópicos sobre el carácter y de caracteres
tópicos, pero no lo haremos desde una perspectiva
histórica, sino con aproximaciones puntuales.
Por otro lado, también es conveniente aclarar o
intentar aclarar qué sentido puede tener el análisis
propuesto. Esto nos llevaría a considerar, en primer
lugar, el hecho de si tiene relevancia la comparación
y, en segundo, algo tan aparentemente obvio como
qué queremos decir cuando decimos "españoles y
portugueses".
Sobre el interés de la comparación, es evidente
que, pese a la tradicional e histórica situación de cos-
tas voltadas de ambos países, las relaciones, contactos,
encontronazos, etc., siempre han existido, generando
imágenes mutuas llenas de interés. Es el país con el
que más kilómetros de frontera compartimos, siendo
mucho más trascendentales las similitudes y dife-
rencias con el espacio luso que con el espacio francés.
Por tanto, existen razones obvias para el análisis.
Cuando comienzan a surgir los problemas es al
plantearnos qué queremos decir cuando decimos
"españoles y portugueses". Generalizar siempre es
causa de conflictos, por la inconcreción que asumi-
mos. En principio el problema no parece tal: portu-
gueses son los habitantes de Portugal que poseen la
nacionalidad portuguesa y españoles los habitantes de
España que poseen la nacionalidad española. Pero la
cuestión es que no todos los españoles y portugueses
manejan visiones semejantes del otro, no solo por
razones personales sino porque existen modelos clara-
mente diferenciados de interaccionar.

En primer lugar, es innegable el hecho de que


existen españoles que no se sienten tales y de que los
propios portugueses "ven" de modo especial a éstos,
concretamente a vascos y catalanes. De este modo, los
nacionalismos y los nacionalistas del Estado Español,
como gustan decir, articulan modelos particulares de
AnaJes del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

identificación de Portugal y de los portugueses. Casi


podríamos afirmar que existe cierta "envidia" inde-
pendentista por el hecho de que Portugal sea una
nación ibérica con estado propio, algo que ellos no
han podido alcanzar. El siguiente párrafo del etnó-
logo valenciano Joan F. Mira es particularmente
ilustrativo:
A los portugueses no les hacen estas acusaciones
[los españoles a los nacionalistas de querer "cerrarse"
en su territorio]: tienen derecho a ser sólo portugue-
ses. Están al otro lado de la raya. Los miran como a
otro todo, no como a una parte. Y yo solamente
desearía que me mirasen como si fiíera portugués.
Entrañable hermano ibérico, no hace falta decirlo.
Abiertamente dispuesto a todos los intercambios y
cooperaciones. Pero portugués (Mira, 1991: 639).
Con los gallegos la relación es diferente. No es el
contexto nacionalista lo que determina las diferen-
cias, más bien lo contrario. Es decir, la mayor iden-
tificación con Galicia, por lengua y paisaje, plantea
un modelo distinto de relación, aunque también es
cierto que esa mayor vecindad ha generado también
modelos despreciativos en mayor grado.
Pero no son éstos los únicos contextos diferen-
ciadores. La vecindad fronteriza, el habitar de forma
inmediata a ambos lados de "la raya" determina unos
modelos de relación peculiares que también se modi-
fican dependiendo de los contextos en los que nos
movamos. Y, por supuesto, cuando hablamos de imá-
genes del otro no debemos tampoco olvidar un hecho
crucial: muchas de esas imágenes las crean o repre-
sentan los respectivos gobiernos o clases políticas
dominantes, no siendo compartidas o incluso cono-
cidas por la mayor parte de la población.
Pero antes de analizar algunas de las posibles varia-
bles, vamos a comenzar comprobando la imagen que
se maneja mayoritariamente entre los españoles de a
pie sobre Portugal.
Incluso moviéndonos en un contexto universi-
tario, es más que probable que se presenten algunos
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

de los siguientes tópicos. En primer lugar, es induda-


ble que muy pocos habrán leído obras sobre Portugal
o libros en portugués. En una ocasión, en un aula
universitaria con cerca de doscientos alumnos de la
licenciatura de Geografía e Historia, al comentar el
interés que tendría para ellos la consulta de obras en
portugués, se produjo algo muy parecido a una reac-
ción sarcástica colectiva. Por otra parte, debemos
reconocer que tampoco resulta fácil conseguir libros
portugueses en nuestras librerías.
Pero, de forma que podría resultar paradójica, sin
serlo en realidad, estoy tentado a afirmar que casi
todos nuestros compatriotas identifican el contorno
geográfico del estado español, de la España penin-
sular, con el del conjunto de la Península Ibérica,
incluyendo por tanto a Portugal.
En las mismas aulas universitarias antes citadas,
durante una clase de Etnología del segundo curso de
la licenciatura de Geografía e Historia, propuse a los
alumnos que dibujaran "un mapa de España" y que
situaran en él tres ciudades elegidas al azar. El objeti-
vo era comprobar cuál era la imagen gráfica de España
que manejaban. De los 118 alumnos presentes, sólo
31 (26 %) dibujaron el mapa de España sin Portugal.
De los restantes (J^ % ) . 53 (45 %) mostraron la
Península Ibérica indicando la frontera portuguesa.
Los 34 últimos (29 %) dibujaron directamente la
Península Ibérica, sin anotar el contorno portugués.
En un curso de 5° de la misma licenciatura -en 1995-
9 6 - los resultados ftieron aún más favorables a nues-
tra tesis: de 42 alumnos, un total de 24 (58 %) dibu-
jaron la Península Ibérica sin fronteras y 12 (27 %)
con fronteras; en total, un 85 % no reflejó la España
política; sólo 6 (15 %) dibujaron efectivamente el
mapa político de España.

Más de uno habrá observado esta misma circuns-


tancia "cartográfica" -como hace el geógrafo Fran90Ís
Guichard en un reciente artículo (1993)— que resulta
un tanto chocante. ¿Cómo explicar esta particular
identificación? Seguramente, se podría acudir a partes
iguales a razones históricas y culturales y a motivado-
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses; la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómex

nes sensoriales relacionadas con la percepción del pai-


saje; en este caso, de un paisaje producto exclusiva-
mente de una representación topográfica. Me explico.
Si nos paramos a reflexionar sobre las representa-
ciones gráficas del territorio español de las que tene-
mos constancia desde hace siglos, llegaremos rápida-
mente a la conclusión de que en muy contadas
ocasiones se representa realmente el contorno de
España: casi siempre se muestra el conjunto de la
Península Ibérica. Incluso en mapas de los llamados
políticos, el territorio español no pierde su "apéndice"
portugués, sencillamente se atenúa el color de éste,
destacándose la líneafi-onteriza.Lo mismo ocurre en
el nuevo mapa oficial. También es cierto que se ha
solido representar el arranque del territorio francés al
norte de los Pirineos, pero nadie lo echaría en falta en
caso de que no se mostrara. Sin embargo, un mapa de
España sin Portugal, es decir, un auténrico mapa polí-
tico de España, nos resulta casi una aberración. Es más,
la famosa "piel de toro" peninsular quedaría rota sin
Portugal. No obstante, también es cierto que se repre-
senta de forma mayoritaria al territorio portugués
como espacio vacío, como "relleno" conformador del
perímetro peninsular pero sin aparente vida propia.
En resumen, bien por razones histórico-culturales o
bien por circunstancias relacionadas con la percepción
-o, mejor, por ambas a la vez-, identificamos la figura
de España con la de la Península Ibérica, y viceversa.
Desde el lado portugués, esta identificación de
España con la Península Ibérica es perfectamente
conocida y generalmente rechazada. Les resulta
inaceptable que los españoles se "anexionen" de este
modo las tierras portuguesas. Lo ven como un ejem-
plo más de la soberbia y el complejo de superioridad
español. La cuestión tienen más enjundia si conside-
ramos que los conceptos de España e Hispania no
han sido símiles de Castilla o León, sino que agluti-
naban una realidad histórico-política compleja, deno-
minada en no pocas ocasiones "Las Españas". Incluso
con el estado portugués independendizado, en nume-
rosas ocasiones han protestado sus gobernantes por el
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

hecho de que el vecino país se apropiara del término


España. Parece que todavía en 1714, en la firma del
Tratado de Utrecht, los representantes portugueses
protestaron contra el uso de esa denominación, usur-
pada por la corona castellana.
Pero, como estamos viendo, esa identificación en
ningún caso supone que se reconozca la identidad
portuguesa como elemento conformador de una
común identidad ibérica supranacional. Para la
inmensa mayoría de los españoles, el territorio portu-
gués existe, cierto es, pero su existencia viene a ser
considerada como una especie de prolongación di-
fijsa de diferentes espacios geográficos españoles: de
Galicia por el norte, de las tierras castellano-leonesas
y extremeñas en una amplia zona central y de Anda-
lucía - u n a Andalucía sin flamenco y en tonos pastel,
por supuesto- hacia el sur. De hecho, cuando se inte-
rroga a un español o española sobre sus viajes al
extranjero, enumerará los diferentes países europeos o
extracontinentales que haya visitado y seguramente
nombrará en último lugar a Portugal. Pero no por
desprecio, que pudiera en casos existir, sino sencilla-
mente porque "no es un país igual de extranjero que
los demás". Por ello, si se hace idéntica pregunta a
alguien que únicamente conoce Portugal, y ningún
otro país, dudará al contestar, para acabar respon-
diendo algo parecido a esto: "no he salido al extran-
jero... Bueno, sí, he estado en Portugal".
Pero, nuevamente, esa presunta identificación
entre lo portugués y lo español acaba resultando para-
dójica, pues tampoco - o precisamente por ello- con-
tribuye a la valoración de lo luso. El "Menos mal que
nos queda Portugal" sigue teniendo validez. En Espa-
ña, la imagen de Portugal continúa siendo la de un
país más pobre que el nuestro -la clave de la compa-
ración y del desprecio es precisamente que nosotros
también somos pobres y, al igual que ellos, fuimos
ricos y "dueños de medio mundo"-, con peores carre-
teras, bares más sucios, conductores irresponsables,
precios que han dejado de ser los de hace años, gente
que parece sentir cierta envidia recelosa hacia el espa-
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

ñol y lo español... Cierto es que las semejanzas entre


ambas lenguas nacionales ayudan a un limitado acer-
camiento, pero no deja de ser muy superficial, aparte
de las tremendas diferencias fonéticas de ambos idio-
mas. No obstante, y aunque parezca una perogru-
llada, cualquier español de a pie sabe que al cruzar la
frontera entra en otro país, con lo cual las diferencias
en el habla —mucho más evidentes que en el lenguaje
escrito- no se valoran negativamente, circunstancia
que sí se produce cuando el mismo individuo es
castellanoparlante y se desplaza a una comunidad
autónoma del territorio español donde se emplea una
lengua diferente al castellano.
¿Y qué ocurre al otro lado de la frontera? ¿Qué
imagen tiene el común de los portugueses sobre los
vecinos españoles.'' También son innumerables los
tópicos al respecto. No obstante, el famoso refrán De
Espanha, nem bom vento nem bom casamento resume
todos los recelos, muchos de los cuales aún conti-
núan vigentes. Históricamente, gobiernos y subditos
portugueses han visto a España como un vecino gran-
dón y violento, deseoso de engullir entre sus fauces a
las tierras lusas. Al mismo tiempo, buena parte de la
clase intelectual ha considerado el territorio español
como un enorme y áspero espacio vacío que irreme-
diablemente debían atravesar si deseaban entrar en
contacto con la auténtica Europa. Son bien significa-
tivos de lo que decimos los párrafos en los que E9a de
Queirós describe la travesía en tren por España que
realiza Jacinto -el protagonista de La ciudad y ¡as sie-
rras- en su viaje, en este caso de regreso, desde París
a su tierra natal portuguesa. En ellos, la visión de
España no puede ser más negativa. Claro es que tam-
bién ha habido -como entre los españoles- escritores,
políticos y pensadores que, desde finales del XVIII
hasta comienzos del XX, han abogado por una utó-
pica Unión o Federación Ibérica de orientación mar-
cadamente liberal.
También es cierto que entre los portugueses se han
manejado algunos tópicos favorecedores de lo espa-
ñol. Desde la belleza de sus mujeres, especialmente de
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses; la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

la andaluza —aunque en ocasiones su imagen fuera


también sinónimo de mujer licenciosa-, hasta el
mayor vigor o menor apatía de lo hispánico frente a
lo luso, reflejado este último en el fatalismo át\fado
o en la melancólica e improductiva añoranza de la
saudade. Llevando la situación a sus extremos, algu-
nos de los intelectuales burgueses de la llamada
Geragáo de 70, deseando algún tipo de cataclismo que
sacudiera la conciencia del país a finales del siglo
pasado, clamaron -con mayor o menor ironía- pi-
diendo una invasión de los castelhanos, como hizo el
propio Efa de Queirós en Os Matas.
Pero esa imagen es ciertamente una perfecta hou-
tade, una auténtica broma mordaz. Y es así porque los
portugueses, sobre todo la clase política y la mayoría
de la intelectual, ha visto siempre con desconfianza
a España y los españoles. El mencionado iberismo
ha sido siempre una cuestión de minorías, potenciada
en contextos de inestabilidad política o de grave crisis
de valores.
Recordemos que Portugal nació como estado inde-
pendiente, su mitad norte, "desgajándose" del Reino
de León gracias al Tratado de Zamora de 1143, en
tiempos de Alfonso VIL siendo su primer rey Afonso
Henriques, nombre que precisamente se ha dado a la
fundación hispano-portuguesa de estudios creada en
Zamora recientemente. Desde entonces, no han sido
pocas las ocasiones en las que Portugal se ha visto obli-
gado a reforzar su condición de Estado frente a León,
Castilla o España, condición que llegó a perder entre
1580 y 1640 bajo el reinado unificado de Felipe IL Es
ésta la "época filipina", que termina para dar paso a la
Restaurafño, y que la historiografía portuguesa ha con-
siderado siempre una etapa de traición y oprobio y
que sólo desde hace poco se está revisando.
Ese afán por renovar y potenciar la nacionalidad
ha sido una constante en la historia portuguesa,
incluso durante la etapa salazarista, en la que ni
siquiera las afinidades ideológicas con el régimen
franquista lograron establecer unas relaciones total-
mente fluidas.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

Y no es de extrañar que la situación continúe por


derroteros semejantes, aunque el común ingreso en la
Unión Europea haya modificado parcialmente tal
estado de cosas. Portugal y los portugueses en ge-
neral, aunque luego existan diferencias regionales y
locales, dependen en una muy grande medida de
España y de los españoles en muchísimas cuestiones.
Como antes anotábamos, el territorio español se
interpone frente a Europa, cuestión importantísima
desde que Portugal dejó de ser un país volcado casi
exclusivamente hacia el Atlántico. Todos sus ríos
importantes nacen y tienen la mayor parte de su reco-
rrido en España. Esto ha supuesto, y sigue suponien-
do, graves problemas de ámbito nacional y local,
por la escasez de aguas disponibles o por el grado de
contaminación. También es verdad que en alguna
ocasión los embalses españoles han impedido el ane-
gamiento de las tierras lusas ribereñas.
Tras la citada adhesión a la UE, las relaciones
comerciales han sufrido un incremento espectacular
en ambos sentidos, aunque la parte del león se la lleva
España. Y éste es precisamente otro motivo de recelo
en Portugal, semejante -aunque de mayor entidad-
ai que se puede sentir en España frente a Francia.
La idea de la "ocupación" económica, ya no militar,
está muy presente.
También en fechas recientes se ha hecho sentir el
recelo del gobierno y la clase política portuguesa en
relación con la entrada de España en la estructura
militar de la OTAN. El temor es siempre el mismo:
caer bajo el dominio de los vecinos, en este caso por
el control del flanco sur de la alianza.
Esa eterna desconfianza lusa -y un cierto comple-
jo de superioridad por parte de los españoles- se han
materializado en fechas recientes en actitudes y com-
portamientos portugueses, de determinados estamen-
tos portugueses, realmente curiosos y significativos.
Uno de ellos se ha gestado en el sacrosanto mundo
del fútbol profesional. De sobra es sabido que el fút-
bol es el deporte, deporte-espectáculo, nacional por
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses; la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

antonomasia en ambos países. Ciertamente no se


puede hablar de una rivalidad intensa entre seleccio-
nes nacionales o entre clubes, ya que tampoco existen
cauces deportivos para que se manifieste de forma
regular y continuada. En Porgual ha habido y hay dos
grandes equipos, pertenecientes a las dos grandes
ciudades del país: El Sporting de Lisboa y el Oporto,
que han logrado importantes éxitos internacionales.
Ahora bien, desde hace muy pocos años la liga de
fútbol profesional española ha entrado en una órbita
económica -gracias a la televisión- realmente insos-
pechada por las cifras que se manejan en fichajes,
ingresos, etc. En Portugal la situación no tiene nada
que ver con esto. Resultado: los mejores jugadores
portugueses han abandonado su país para jugar en
equipos extranjeros, la mayoría españoles. Esto ha
producido un dramático descenso en la calidad del
juego e, incluso, en el seguimiento por parte del
público, lo cual supone menos ingresos y da origen a
una espiral de empobrecimiento que algunos juzgan
alarmante.
Es ese contexto el que ha dado origen a que algu-
nos de los principales periodistas deportivos lusos,
junto con determinados políticos e incluso intelec-
tuales, hayan creado una asociación cuyo nombre es
nada menos que el de Culés Porgueses del Bar9a;
es decir, aficionados barcelonistas portugueses. La
respuesta de Eugenio Albes -presidente del Club de
Periodistas de Lisboa y uno de los fundadores de los
Culés- a la prensa sobre el porqué de dicha creación
es significativa: "Eso fue una provocación, una llama-
da de atención a la opinión pública y a los dirigentes
deportivos; nosotros no vamos a renegar de nuestros
equipos de toda la vida. ¡Es imposible!, pero eso no
impide que reconozcamos nuestra profunda admira-
ción por el buen fútbol que ahora representa el Bar9a"
(El País, 16-XII-1996).
La reacción provocadora parece comprensible,
pero lo que ahora nos interesa es otra cosa bien dis-
tinta. ¿Por qué se elige al Bar9a como referente? ¿Se
trata únicamente de razones deportivas? Por muy
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

bueno que resulte el F. C. Barcelona y por bien situa-


do que estuviera en diciembre del 96, no creemos que
eso lo explique todo. Es cierto que en el Barcelona
juegan algunos de los mejores futbolistas portugueses,
pero tampoco es ésta razón suficiente.
Resulta obvio que un grupo de aficionados al fiit-
bol portugueses nunca hubiera optado por crear una
peña madridista, a quien se considera fiel represen-
tante, aún hoy, del Estado Español, incluso aunque
tuviera en nómina a un buen número de portugueses.
Esa opción sí que hubiera resultado provocadora, con
o sin portugueses en sus filas. Pero, claro, con ello se
habrían "pasado de la raya", se habría cruzado la firon-
tera de la provocación y entrado en la más pura y
dura traición a la patria. Es más, me atrevo a señalar
que si fiiera el Real Madrid el equipo que acaparara
mayor número de jugadores lusos, se le acusaría de ser
algo así como un "ladrón de glorias patrias".
Esos aficionados portugueses son plenamente
conscientes de que el Bar9a ha representado durante
décadas, y hoy más que nunca, "el hecho diferencial
catalán", que es "más que un club" y que enarbola la
bandera del enfrentamiento, deportivo e identitario,
con el máximo representante deportivo del Estado
Español y toda su simbología; por ello, su opción
barcelonista no es sino un mecanismo más de refor-
zamiento nacionalista frente a España, aunque sirva
para denunciar una situación interna que, curiosa-
mente, se ha visto propiciada por un modelo socioe-
conómico-deportivo español extremadamente pode-
roso y devorador de lo ajeno en el que el Barcelona
actúa como verdadero guía material y espiritual.
Y también recientemente hemos tenido otro fren-
te de discordia entre España y Portugal por el tema
del terrorismo de ETA. Un presunto miembro de esa
organización, que el gobierno portugués tenía inten-
ción de extraditar, ha sido puesto en libertad por el
Tribunal Supremo portugués "por entender que la
solicitud de extradición no concretaba debidamenter
los hechos por los que se fundamentaba la petición"
(El País, 28-11-97). Pero lo más interesante del caso
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

no es la actitud de ese tribunal, sino la campaña de


apoyo al detenido orquestada por destacados inte-
lectuales y políticos socialistas que alertan sobre las
"torturas cometidas por el Estado Español".
Habrá quien considere que esta cuestión no es preci-
samente un tema de enfrentamiento bilateral hispano-
portugués, que se trata de una opción política y de una
defensa de las libertades o del derecho de autodetermi-
nación de los pueblos. Sin embargo, no deja de llamar
la atención esa actitud, cuando Francia ha dejado de
ser el santuario etarra de antaño y cuando existe el pro-
pósito, ciertamente difícil de materializar, de evitar que
ocurran tales situaciones en el contexto de la Unión
Europea. No parece sino que el recelo antiespañol de
algunos opta por manifestarse a través de la violenta
voluntad independentista de algunos vascos.

Pero, por encima de los graves problemas anota-


dos, también resulta evidente que Portugal -al menos
en las últimas décadas- ha estado más abierto al
contacto con lo español, sin que se deban echar las
campanas al vuelo. El mundo de la cultura puede
servir como ejemplo de lo que decimos. Es mucho
más fácil encontrar prensa y libros españoles en
Portugal que al contrario. Cierto es que la prensa
española es más fuerte, que hay más turismo español
en Portugal que portugués en España y que la pro-
ducción bibliográfica de nuestro país es mucho
mayor en términos cuantitativos. Por esto último,
un portugués puede disponer de obras traducidas al
español sin necesidad de acudir a su edición en la
lengua original; pero también hay un notable interés
por la producción hispana, algo fácil de comprobar
con mirar los escaparates de algunas de las mejores
librerías de Lisboa, Oporto o Coimbra, por citar
sólo las ciudades más importantes.

Ya hemos adelantado que las observaciones que


acabamos de realizar tienen un carácter que podría-
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

mos calificar de genérico, no singularizado. Sin em-


bargo, también hemos indicado que las imágenes que
unos y otros manejan del "otro" no pueden ser las
mismas cuando nos movemos en el territorio con-
creto de la "raya" fronteriza.
Aunque suene a tópico, lo cierto es que durante
siglos la frontera luso-española se ha comportado de
forma bastante impermeable, en todos los sentidos.
Existe un primer y decisivo factor que ha jugado en
contra de su permeabilidad, al margen ya de las cir-
cunstancias de índole histórico-política. Nos referi-
mos a la pobreza, al escasísimo desarrollo económico
de la "raya fronteriza", la "raya del subdesarroUo" de
la que se ha venido hablando desde hace tiempo.
Parece evidente que dicha situación no es consecuen-
cia de que exista la frontera, pero la existencia de ésta
tampoco ha favorecido el cambio. La situación varía
según las zonas, pero en general nos encontramos con
que esos espacios fronterizos son los menos desarrolla-
dos de ambos estados. Como dato complementario,
llamamos la atención sobre el uso exclusivo del térmi-
no "Raya" o "La Raya" para nombrar la frontera luso-
española, término con distintos contenidos semánti-
cos pero que en este caso adquiere carácter de espacio
común al tiempo que línea divisoria interestatal.
Pese a todo, en ese espacio fronterizo las relaciones
entre españoles y portugueses muestran una notable
diversidad. En el espacio galaico ha existido una tra-
dicional entrada de gallegos hacia Portugal, que ha
originado todo tipo de tópicos negativos sobre el
gallego. En otras áreas ha sido más fuerte la emigra-
ción laboral de portugueses, más temporera que otra
cosa. Los matrimonios mixtos se han producido, qui-
zás más en la actualidad que en otras épocas. Y ésta es
precisamente otra circunstancia decisiva en la genera-
ción y transformación de imágenes del otro. Conoce-
mos casos en el ámbito zamorano en los que la rup-
tura de un matrimonio mixto sirve de excusa para
exacervar los ánimos xenófobos o, cuando menos,
generalizar los rasgos negativos del "mal marido" por-
tugués a todos los portugueses.
Anales del Museo Nacional de Antropología
Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

Otro elemento de contacto fronterizo ha sido el


contrabando, aunque también el comercio legal ha
tenido cierta importancia según las zonas, pero siem-
pre muy limitada. Ese contrabando ha generado toda
una cultura peculiar, que en cierta medida ha poten-
ciado lazos entre individuos y pueblos.
En las últimas décadas la situación ha variado
notablemente. Primero fiie la moda de "ir de compras
a Portugal", especialmente gracias al tirón de la fron-
tera de Vilar Formoso-Fuentes de Oñoro. Luego el
proceso se ha desarrollado también en sentido inver-
so. Este tipo de relación comercial sí que se ha inten-
sificado en los últimos años, también en un ámbito
más local, con mayor presencia de portugueses y
españoles a uno y otro lado de la frontera. Tampoco
faltan aquí los recelos y desconfianzas, como se
demuestra en un reciente artículo que tiene el ex-
presivo título de "Um pequeño desporto raiano: o
pequeño fiirto" (Luna, 1996), aunque esta "cultura
del pequeño hurto" no es exclusiva del entorno fron-
terizo: en España ha sido y sigue siendo muy común
en el ámbito de la excursión organizada y en el de la
visita particular dentro del propio territorio nacional.
Por otro lado, también es evidente que la frontera
no ha sido una barrera cuando las comunidades han
creado vínculos de confraternización, circunstancia
que se produce a todo lo largo de la raya. Fiestas y
romerías comunes a uno y otro lado han servido para
estrechar lazos y para que, sin perder la conciencia de
cada nacionalidad, potenciar relaciones comerciales y
humanas.

No quisiera terminar sin llamar la atención sobre


el único caso de población española y portuguesa
auténticamente internacional y fronteriza. Nos referi-
mos a la aldea/aldeas bragantino-zamorana de Riho-
nor de Castilla y Rio de Onor o, como ellos mismos
las nombran. Rio de Onor de Cima y Rio de Onor de
Baixo. Un pequeño regato actúa como frontera polí-
tica entre ambas poblaciones y estados, pero ambas
entidades y sus moradores se comportan en gran
medida como una única entidad. Pero la raya existe y
Anales del Museo Nacional de Antropología

Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez

no podemos obviarla, algo que en gran medida hizo


Jorge Dias (1984 [1953]) en su clásico estudio sobre
esta población. Y el considerar la existencia de dicha
frontera, no es para remarcar diferencias o enarbolar
banderas nacionalistas, sino para reconocer y valorar
el enorme interés de esa circunstancia histórica y polí-
tica. En efecto, el hecho de que una misma población
-aunque de derecho sean dos- sea compartida por
dos estados ha creado un espacio común que no ha
sufrido los traumas de los numerosos conflictos béli-
cos fronterizos habidos entre ambos estados. A la vez
-y sin olvidar el peso de historias nacionales y mode-
los educativos diferenciados-, sus pobladores han uti-
lizado siempre el factor frontera de acuerdo con sus
propios intereses. En ocasiones se prolongaba la iden-
tidad al otro lado de la raya, en otras se limitaba. En
todo caso, la identidad común quedaba a salvo, fuera
de manera oficial u oficiosa.
En Rio de Onor/Rihonor de Castilla la visión del
otro ha sido muchas veces la visión de uno mismo o,
cuando menos, la visión de un otro muy cercano y
especialmente cómplice en la consecución o conser-
vación de unos intereses y de un modo de vida
común, que juega con la frontera política como si
fuera simplemente lo que en realidad es: una simple
línea sobre el papel que delimita intereses ajenos que
casi siempre asumimos como propios pero que fácil-
mente podemos o podríamos manipular.

RESUMEN

El texto recoge algunas observaciones y "sensacio-


nes" relacionadas con las formas de "ver al otro" que
se han planteado y se plantean entre portugueses y
españoles, en diferentes niveles de interacción: desde
el ámbito académico al institucional, pasando por el
institucional y el "rayano".
Anales del Museo Nacional de Antropología
Españoles y portugueses: la visión del otro Luis Ángel Sánchez Gómez i

BIBLIOGRAFÍA

CARO BAROJA, J. (1970); El mito del carácter nacional:


Meditaciones a contrapelo. Madrid: Seminarios y Edi-
ciones S. A.
DÍAS, A. J. (1984): [1953] Rio de Onor: comunitarismo
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estrategia europeia: um olhar forense sobre a fronteira
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ra que nos une, 47-54. Zamora: Diputación Provincial
de Zamora.
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o pequeño furto". "O Pelourinho". Encuentro relaciones
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MIRA, J. F (1991): [1985] "Memoria breve de España y
Sobre lenguas y culturas nacionales". En J. Prat, U.
Martínez, J. Contreras e L Moreno (eds.). Antropología
de los Pueblos de España, 657-646. Madrid: Taurus.
VESTIDO
EN TIEMPOS DE
GOYA
Amelia Leira Sánchez
Licenciada en Historia

RESUMEN

A través de los cuadros de Goya y de las prendas de


ropa exhibidas en la exposición "La vida cotidiana en
tiempos de Goya" se puede ver la evolución de la
moda desde, aproximadamente, 1770 a 1820. Es una
época de profundos cambios políticos y sociales y
éstos se reflejan en la moda imperante, ya que el
vestido es una de las formas de expresarse más visibles
que tiene el ser humano. La moda empieza siendo
típicamente dieciochesca, rococó, y termina, a la
caída del Imperio de Napoleón, anunciando cómo
será la forma de vestir de todo el s. XIX.
Anales del Museo Nacional de Antropología

El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

SUMMARY

Through Goya's paintings and the arricies of clot-


hing displayed in the exhibir "Everyday Life in Goya's
Times" one can follow the development of fashion in
Spain from around 1770 to 1820. This was a period
of profound social and political changes, which were
quickly reflected in the fashion of the day, dress being
one of human kinds most visible means of self
expression. The prevailing fashion of the beginning
of the period was tipically eighteenth-century, roco-
có; by the fall of Napoleon's Empire the style of dress
for the remainder of the ninetenth century had alre-
ady been set forth.

INTRODUCCIÓN

El propósito de mi conferencia fue poner en rela-


ción las prendas de ropa del M.A.N. que se pudieron
ver en la exposición "La vida cotidiana en tiempos de
Goya" y mi propio trabajo de investigación con docu-
mentos notariales madrileños de la época'. Tienen ' Archivo Histórico de Pro-
especial importancia en el siglo XVIII las Cartas de tocolos, Madrid.
Dote en las que las mujeres que se iban casar detalla-
ban los bienes que aportaban al matrimonio. Las hay
de mujeres de todas las clases sociales, desde riquí-
simas hasta muy modestas, y en ellas lo que más se
detalla y tiene mayor importancia económica son los
vestidos, adornos y joyas. Los hombres hacían unos
documentos semejantes, los Capitales de Bienes, tam-
bién en ellos la ropa tiene gran importancia pero son
mucho menos numerosos. Creo que estos documen-
tos son una buena base de partida para estudiar el
vestido en estos años: nos dicen el nombre de las
prendas, muchas veces su color, la tela de que estaban
hechas y los adornos que llevaban. Se deduce de los
documentos cuáles eran las más usadas en cada
momento y cuáles van pasando de moda.

Para saber en qué consistían, existen muchos


nombres variados, hay que recurrir en primer lugar a
los diccionarios redactados más o menos en la misma
Anales del Museo Nacional de Antropología

El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

época. El primer diccionario de la Academia, el de


Autoridades, es de 1732 y en él aparecen ya bastantes
términos. Otros los encuentro en ediciones sucesivas
de 1791, 1803 y 1817; algunos tuvieron vida efíme-
ra y no se recogieron nunca en el diccionario. Para lle-
gar a saber en qué consistían he tenido que recurrir a
los nombres de los figurines fi-anceses de los que están
calcados y he conseguido identificarlos casi todos.
A la vista de todo ello voy a intentar poner nom-
bre a las prendas de la exposición, explicar en qué
consistían y ofrecer algunas representaciones gráficas
de ellas, preferentemente de Goya.
Creo que para estudiar el vestido de un tiempo
determinado sólo nos sirven los puntos de vista de
sus contemporáneos, las gentes de su tiempo que nos
han hablado de sus ropas: viajeros, moralistas, perio-
distas, novelistas, ... Pero creo, que para entender los
cambios que se suceden, antes tengo que decir algo
sobre la situación general en Europa y en España en
estos años.
A lo largo de la vida de Goya, muy dilatada, se pro-
ducen en Europa profiandos cambios políticos y socia-
les que tienen su eclosión en la Revolución Francesa,
que fiae un fenómeno global que tocó todos los aspec-
tos de la vida y revolucionó, al menos en teoría, todos
los códigos de comunicación en vigor. Y, por lo tanto,
el vestido, una de las maneras de expresarse más claras
que tiene el hombre; el cambio de la indumentaria en
estos años es dramático, pocas veces en la Historia ha
ocurrido un cambio tan rápido y tan radical.
Pero detrás de esta transformación hay una larga
serie de hechos que la van preparando.
Cuando Goya empieza a pintar la moda es fran-
cesa. La hegemonía francesa es patente en el arte y la
cultura y la exquisita corte de Luis XVI y la élite que
la rodeaba marcan la manera de vivir y de vestirse de
toda la Europa aristocrática. Esto tiene su repercusión
económica. La industria de la seda, de los bordados y
encajes, la exportación de artículos de lujo tienen
mucha importancia en las finanzas francesas.
Anales del Museo Nacional de Antropología

El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

Está en su apogeo el rococó. Telas de seda, refina-


miento, gracia y elegancia, colores pastel con dibujos
de flores y plantas, profusión de ornamentos. La
máxima representante de este estilo es Madame de
Pompadour. Para los hombres, traje a la francesa en
seda bordada, zapato y media de seda, espadín, cabe-
llo empolvado y rizado. En la época de María Anto-
nieta el rococó llega a su apogeo pero también a su
decadencia: los peinados se levantan extravagante-
mente, las faldas se ahuecan de forma excesiva, los
ornamentos lo invaden todo y el aspecto llega a resul-
tar grotesco^. ^ Para la moda en general
he consultado, principal-
En el rococó la mujer afirma su posición social en mente, BoucHER, F.: Hi¡-
el campo de la política, las artes y la literatura. Hasta toire du Costume en Occi-
dent de l'Antitjuité i nos
estos años y desde la Antigüedad el vestido masculino jours, París, 1965.
había gozado de evidente supremacía de tejidos, bor-
dados y pedrerías, pero ahora empieza a pasar a un
segundo plano hasta culminar en los aburridos hom-
bres grises de la época victoriana, por primera vez se
identifica sobriedad con virilidad. La mujer alcanza
un mayor poder social, es la reina de los salones, y
selecciona cuidadosamente su vestuario del que
depende en sumo grado su éxito social y económico.
Sus vestidos son de ahora en adelante más vistosos y
más costosos que los de los hombres^. ' La Mode en Frunce, Expo-
sición del Museo de Kyoto
Junto a la hegemonía cultural francesa en Europa 1989, París, 1990,
hay otra nación en auge, Inglaterra está construyendo
su gran imperio marítimo y colonial. De la India
trajo el algodón y el algodón lo producen ahora las
colonias americanas con la mano de obra barata de
los esclavos negros.
Al mismo tiempo se producen grandes avances
técnicos en la industria textil. La revolución indus-
trial empieza en Inglaterra, precisamente con la
industria textil. Se logran mayores conocimientos en
los tintes que se reflejan en tejidos de colores claros,
matizados y apastelados propios del rococó. La indus-
tria del estampado consigue establecerse en Europa
en 1759 y ésto supone un hecho social importante,
los tejidos estampados, generalmente de algodón,
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El vestido en tiempos de Coya Amelia Leira Sánchez

permiten vestidos coloreados y vistosos más baratos


que los de seda y, por lo tanto, asequibles a mucha
más gente. Se inventan telares para fabricar tejidos
finos. La aplicación de la máquina de vapor a los
telares de algodón se inicia en Inglaterra en 1789. La
producción industrial de seda, algodón y lana inau-
gura una nueva era en la historia del hombre, la
sociedad industrial, que concibe de forma distinta la
indumentaria y la moda y que acaba con los talleres
gremiales**. ^ Muy interesante para la
faceta sociológica de la
Hasta la revolución industrial las diferencias socia- moda es el Proyecto para un
estudio de la indumentaria
les habían estado patentes en el vestido, en el Antiguo como factor social de Rosa
Régimen se diferenciaban a simple vista los distintos María Martín Ros.
estamentos sociales, tanto en hombres como en
mujeres. Pero ahora se pone de manifiesto un hecho
social imparable, el ascenso y creciente fuerza de la
burguesía, una clase que había ido adquiriendo un
poder económico que no se correspondía con el
poder político y social que las viejas monarquías de
Europa le asignaban. La burguesía industrial, comer-
cial y urbana se lanza a imitar los vestidos que, por la
calidad de los tejidos y su ornamentación, habían
estado reservados tradicionalmente a la aristocracia.

El país que sobresalía por el poder y la libertad de


su burguesía es Inglaterra. A pesar de las leyes sun-
tuarias que vota el Parlamento se va produciendo
durante todo el s. XVIII la democratización del ves-
tido de manera silenciosa e imparable y en el resto de
los países europeos se sigue lentamente el mismo
proceso.
Inglaterra envía a Europa sus telas de lana y algo-
dón y abastece de esta última materia las fabricas tex-
tiles del Continente. Al mismo tiempo Francia
empieza a imitar sus formas de vivir y de vestir. Las
clases altas inglesas practicaban la vida al aire libre y,
para pasear por el campo o montar a caballo, se nece-
sitaba otra ropa más sencilla y cómoda. A finales del
siglo esta moda ha penetrado en Francia, que la ha
asimilado y transformado, y la transmite al resto de
Europa. Los hombres llevan cada vez más trajes oscu-
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El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

ros de lana, menos adornados, la elegancia la da el


buen corte; las mujeres trajes más sencillos de algo-
dón de colores claros.
De Inglaterra viene también otro factor de cambio
¡mportante,la crítica de los higienistas a los efectos
nefastos de la moda: los cuerpos de ballenas que
aprietan el torso, los altos peinados deformantes,
calzones estrechos, tacones altos... Los niños fueron
los que primero salieron ganando con estas teorías.
Hasta ahora se les vestía como a las personas mayores,
encorsetados y rígidos, ahora se piensa que deben
tener sus propias costumbres, juegos y vestidos, vesti-
dos que les permitan moverse y jugar en libertad.

A mitad del s. XVIII el erudito alemán Winkle-


mann estudiaba a fondo la escultura de la Antigüedad
clásica. Se descubren las ruinas de Herculano (1738),
más tarde las de Pompeya (1748), y empiezan a
hacerse las primeras excavaciones arqueológicas de la
época contemporánea. Los sabios ilustrados hacen un
elogio exaltado, junto con los regímenes democrá-
ticos de la Antigüedad, de la sobria y sencilla belleza
de lo clásico. De ahí viene la tendencia a imitar la
Antigüedad clásica y su forma de vestir. Se busca la
belleza de la forma pura en oposición a la ornamen-
tación superficial.

El gusto por una manera más sencilla de vestir


viene también de las nuevas ideas filosóficas, las que
fueron la base ideológica sobre la que se apoyaron la
independencia de los Estados Unidos y la Revolución
Francesa. Los enciclopedistas critican la moda de su
tiempo y preconizan modas más racionales y natura-
les. El llamamiento de Rousseau para que la sociedad
volviera a su estado natural significa el triunfo de lo
sano y razonable sobre lo violento y afectado y es lo
que más influye en la tendencia del último cuarto de
siglo hacia la simplicidad en el vestir.

Desde la llegada al trono de Luis XVI (1770) tra-


dición y renovación coexisten ganando terreno ésta
última poco a poco. Dentro de la Corte los trajes son
cada vez más suntuosos y costosos pero para la vida
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El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

diaria los franceses, y la reina la primera, empiezan a


usar trajes más sencillos y livianos, el movimiento
hacia la sencillez fue el fin natural de una saturación.
El gran cambio llega con la Revolución Francesa,
el cambio definitivo del rococó al neo-clasicismo.
En estos años el traje tiene un significado político
clarísimo, la manera de vestir reflejaba las opiniones
de cada uno, a veces con riesgo personal, y lo relacio-
naba con un grupo ideológico determinado.
Cuando se reunieron los Estados Generales, en
1789, el protocolo preescribió a cada miembro de la
Asamblea el traje que debía llevar siendo el del tercer
estado de color oscuro y falto de adornos frente a la
vistosidad de los vestidos de los nobles y los altos clé-
rigos. Y al empezar la Revolución uno de los prime-
ros actos de la Asamblea General fue la abolición
solemne de todas las diferencias de clase en cuanto al
vestir. Fue una de las aspiraciones de la Revolución:
evitar que el vestido impusiera distinciones entre ciu-
dadanos que eran iguales ante la ley. Llegaron a más,
querían crear una nueva sociedad e idearon un pro-
yecto de traje nacional, destinado a dignificar al ciu-
dadano en sus distintas funciones. Lo diseño David
en 1794, inspirándose en la Antigüedad clásica, y no
tuvo efecto práctico alguno^ ^ Modes et Revolutions, Mu-
seo de la Moda y el Vesti-
Solamente una parte de la sociedad cambió de do, París, 1989.
manera de vestir. Los revolucionarios en París lleva-
ron el pantalón que sólo habían llevado hasta enton-
ces los marineros (de ahí el nombre de sans-culottes),
el gorro rojo y la carmañola, chaqueta con solapas
propias de los obreros de Marsella. Era un traje dema-
siado rústico para servir de modelo general. Los bur-
gueses continuaron llevando un traje cuidado (véan-
se los retratos de Robespierre), el discreto frac de
paño oscuro, la vistosidad se refugió en los chalecos y
las grandes corbatas. Lo que perduró fue el uso gene-
ralizado del pantalón y el abandono del calzón corto,
símbolo cortesano. La sencillez a la que la sociedad
'' PELLEC;RIN, N . : Les véte-
apuntaba ya antes se impuso por necesidad durante el ments de la liberté, Aix-en
Terror''. Provence, 1989.
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El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

La imitación de la Antigüedad clásica tuvo más


éxito entre las mujeres. Los vestidos se inspiran en las
túnicas de las estatuas, el talle sube hasta situarse de-
bajo del pecho, las telas son ligeras, la silueta es verti-
cal con pliegues como una columna, el color favorito
es el blanco, símbolo de la pureza y semejante al de
las estatuas de mármol. Los cabellos se peinan con un
moño con guedejas o son cortos y rizados, se supri-
men los tacones y se usan sandalias con cintas cruza-
das. Se intenta liberar al cuerpo de trabas de ninguna
especie, se suprimen cuerpos de ballenas y armaduras
para faldas, bajo la ropa se adivina el cuerpo tal cual
es, las mangas son cortas.
Cuando termina el Terror la sociedad francesa pasa
por unos momentos de embriaguez de libertad que
permite todo género de extravagancias. Hay deseos de
vivir, de divertirse, pasión por el baile. Los trajes son
excéntricos, frivolos, audaces, es la época de los Incro-
yables y las Merveilleuses. Los hombres exageran los
elementos de sus vesddos, las túnicas de las mujeres se
prestan a atrevidas desnudeces y transparencias.

La ascensión de Napoleón y la llegada del Imperio


significa la vuelta al orden polírico y social. Las extra-
vagancias revolucionarias desaparecen como peripecias
sin consecuencia. Napoleón necesita dar prestigio a su
Corte y para ello la indumentaria es importante, da
imagen de solemnidad, magnificencia y grandeza. Uti-
liza a los mayores artistas de su tiempo para servir sus
designios políticos a través de la creación de vestidos.
Otro motivo para este cambio es restaurar la
industria de lujo francesa que había caído en la ruina
a causa de la pérdida de su clientela aristocrática. Las
telas suntuosas de seda, los bordados y los encajes
recuperan su importancia y dan trabajo a muchos
artesanos arruinados.
En la Corte de Napoleón los hombres vuelven a
llevar más o menos los mismos trajes que en el Anti-
guo Régimen. El vestido femenino recupera su
decencia pero encuentra el modo de conciliar la silue-
ta de talle alto con los nuevos materiales.
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El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

A la caída de Napoleón la burguesía triunfante


consolida su posición de clase dominante a través de
todo el s. XIX. El frac y el pantalón de paño serán el
traje de todo ciudadano independientemente de su
clase social. La mujer conserva algún tiempo el talle
alto pero enseguida vuelve a aparecer el corsé y al
cabo de un tiempo la crinolina. Eso sí, será ella la
consumidora de nuevas modas y los adornos y colo-
res le estarán reservados casi en exclusiva.
En definitiva la Revolución no ha revolucionado
el vestido, ha acelerado tendencias nacidas mucho
antes que ella, ha provocado tentativas específicas y
efímeras en un intento de ruptura definitiva con el
pasado. Cuando todo termina (y todo ocurre tan
rápido, sólo transcurren 25 años entre el principio de
la Revolución y la caída de Napoleón), el resultado en
relación con la indumentaria es una mayor simplici-
dad, una mayor comodidad y una mayor uniformi-
dad. Ha acelerado el proceso de imitación de las nue-
vas clases que desean elevarse y distinguirse de lo
vulgar. El vestido deja de cumplir su papel de indica-
dor de pertenencia a una clase social, desde ahora
indicará solamente mayor o menor riqueza.
Todo esto sucede en Europa, pero ¿y en España?
Pues lo mismo. Aunque el lujo y el refinamiento
propios del siglo XVIII chocan con la sobriedad
solemne española, donde lujo y ostentación se con-
sideraban atributos del pecado, los ilustrados pien-
san que pueden ser útiles como impulsores de la
industria y el comercio del país. Lo que les preocu-
pa, y mucho, es que los vestidos, telas y adornos
vengan del extranjero. La Corte y la nobleza siguen
la moda francesa, muchas veces trayendo los trajes
directamente de París, otras copiando los modelos
de las muñecas que enviaban las modistas francesas
y, a partir de 1778, por medio de los primeros gra-
bados de moda y la burguesía también lo hace cada
vez más, en los documentos aparecen continuamen-
te nombres de prendas que sólo pueden identificar-
se estudiando la moda francesa y en manos de per-
sonas muy modestas.
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El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

Los españoles copian las modas de la corte de Luis


XVI y reciben cada vez más influencias inglesas.
Cuando llega el momento de vestirse a la antigua las
españolas lo hacen con entusiasmo y las extravagan-
cias de Incroyables y Merveilleuses son copiadas por
nuestros Currutacos y Madamas de Nuevo Cuño.
Pero hay algo que distingue a las españolas, los
escritores nativos no le dan importancia pero atrae la
atención de todos los viajeros que vienen a España en
la segunda mitad del siglo y lo llaman el traje nacio-
nal español. (Townsend, Bourgoing, Laborde). Las
mujeres se ponían siempre para salir a la calle, encima
de sus otras ropas, una falda negra llamada basquina
y se cubrían la cabeza y el torso con la mantilla,
blanca o negra, que servía también para abrigarse en
invierno y se quitaban ambas prendas cuando entra-
ban en una casa. Se las ponían incluso encima de los
trajes franceses. Y las usaban todas, ricas y pobres.
Las mujeres aristocráticas usaban los trajes de moda
en el interior de sus casas, dentro de sus carruajes,
para fiestas y reuniones pero si salían a la calle o iban
a la iglesia se ponían mantilla y basquina. Y estas
prendas, que podían ser muy caras, variaban al com-
pás de la moda.

Los hombres elegantes usaban el traje francés, los


del pueblo otros más propios de su condición, pero
todos tienen también algo en común, la capa, como
prenda de abrigo es infaltable en los documentos.

I - INTERIORIDADES

Las MUJERES llevaban sobre el cuerpo la camisa


hasta las rodillas, sobre ella y atadas a la cintura las
enaguas; debajo,nada. En el torso la cotilla, cuerpo
emballenado, sin mangas pero con hombreras, con
almenas para adaptarse a la cintura y atado con cor-
dones. Camisas y enaguas están incluidas entre la
ropa blanca pero la cotilla no porque estaba recubier-
ta con tela de color. En las piernas medias de punto
hasta encima de la rodilla, de algodón o de seda, y
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El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

debajo calcetas de hilo. Atadas a la cintura sobre las


enaguas faltriqueras a las que accedía por unas aber-
turas en las faldas y en las que se guardaban las cosas,
no había bolsillos en estos años.
Estas prendas se encuentran en todas las Cartas de
Dote, la cotilla falta a veces en las de mujeres
modestas. En las de las muy ricas encuentro el tontillo,
artilugio que se colocaba sobre las enaguas y ahueca-
ba las faldas sobre las caderas.
Estas ricas tiene también camisas especiales para
dormir.
Los HOMBRES tienen todos camisas y calzoncillos,
medias y calcetas. Los ricos tienen también camisola
para encima déla camisa con guirindola o chorrera de
tela fina o encaje que se veía por el frente del vestido.

II - TRAJES INTERNACIONALES

1.- MUJERES

BATA

Así llamaron en España al vestido femenino por


excelencia del s. XVIII, la "robe á la franíaise", que
empezó a usarse en Francia hacia 1720 y siguió lle-
vándose para ceremonias, bailes y teatros hasta el
final del reinado de Luis XVI. Se hacía siempre con
telas ricas de seda. En la exposición había una bata
(M.A.N. 9319) que, por el estampado de la tela con
rayas yflores,tenía que ser de estos últimos años. Era
una "robe", un traje largo abierto por delante que
dejaba ver una falda de la misma tela que en España
se llamó brial. El cuerpo se cerraba en la cintura en
forma de "v" y este espacio se recubría con un peda-
zo de tela triangular llamado peto o petilío, general-
mente muy adornado, que se sujetaba con alfileres a
la cotilla. Las mangas llegaban hasta debajo del codo
y se solían rematar con volantes de encaje de uno,
dos o tres órdenes. Lo más característico de la bata
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Hl vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

1 - Lit fiimiliii del chique


de Osuna. 1788.
La duquesa con un pirro
emballenado y guardapics
de tela fina. El duque con
el traje francés de casac;i
muy abierta. Las niñas
con vaqueros cerrados
por la espalda, como
los usaban los niños.
Y los chicos con traje
de pantalón a la inglesa.
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El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

era un pliegue en la espalda que salía del escote y


llegaba hasta el suelo, formando cola a veces; este
pliegue recibe el nombre de "plis Watteau" porque
aparece en muchos cuadros de este pintor. Al no lle-
var el vestido pliegues más que por la espalda ofrecía
por delante una gran superficie plana que se deco-
raba con todos los adornos posibles; se decía que la
bata estaba guarnecida, así como en francés se usa la
palabra "garnir".
El término bata aparece ya en el Diccionario de
Autoridades de 1732 que la define como una prenda
amplia para ponerse al levantarse de la cama, pero el
de 1791 dice: "...los hombres la usan para levantarse
de la cama. Las mugeres la tienen también con cola
para salir a visitas y funciones". El de 1817 ya habla
de las batas en pasado.

Es una prenda citada frecuentemente por los escri-


tores que se quejan de lo cara que resulta la moda.
Dice un marido en "El Pensador": "¿Y de dónde saca-
remos ahora para batas, abanicos, desavillés, cofias,
cintas, marruecas y otras mil zarandajas que sólo el
diablo ha podido inventar?"''. Desde luego son, exclu- ' CLAVIJO Y FAJARDO, J.:
yendo los vestidos de corte, los trajes más caros de las El Pensador (1762-67) en
Costumbristas Españoles de
Cartas de Dote, propios de las señoras ricas y elegan- Correa Calderón, Madrid,
tes, pero no reservados a las nobles. 1964, t. I, p. 493.

La bata es el vestido que se ve en todas los cua-


dros que pintan la vida de la Corte en los reinados
de Fernando VI y Carlos IIL Yo no encuentro nin-
guna en los retratos de Goya, pero en los años en
que éste empieza a pintar estaban todavía muy de
moda, son frecuentísimas en los documentos, y él
mismo las nombra a menudo en su correspondencia
con Zaparen
Las batas de estos años solían ir acompañadas de
un peinado alto coronado por un más alto aún bone-
tillo, copia del "bonnet" francés, adornado con plu-
mas, cintas y flores. En un cuadro de José del Casti-
llo de 1779, una vista del Jardín del Retiro, se ve una
" SAMBRKÜO, V.: José del
dama de espaldas con el típico pliegue y su bonetillo Castillo, Madrid, 1957, p.
ibe como señora d e b ata
a la que se describe 39.
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El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

POLONESA

Es otro clásico vestido francés del s. XVIII, la


"robe á la polonaise", que inició hacia 1770 una
sucesión ininterrumpida de modas de inspiración
oriental, aunque no sea más que por el nombre. En
España se llamó simplemente polonesa y se encuen-
tra con frecuencia en las Cartas de Dote, aunque la
palabra no entró nunca en el Diccionario'.
' Hubo también "robes íi
Es un vestido de calle y se intenta que sea más la turque" y "robes á la cir-
cassicnne" que en España
ligero y llevadero que la bata. Consta también de se llamaron simplemente
dos piezas, vestido y falda interior de la misma tela. turcas y circasianas.
La cintura está muy ajustada por la espalda, la falda
del vestido tiene a lo largo dos galones deslizantes
que pueden fruncirse formando tres faldones redon-
deados. Por delante se cierra sobre el pecho con un
lazo o unas flores y deja debajo un espacio en forma
de "v" invertida que se cubre con dos pequeñas piezas
que imitan un chaleco. La falda interior deja ver los
tobillos y suele ir rematada con un volante (falbalá).
En España la falda se llama brial si está hecha de seda
pero otras veces se llama guardapiés, cuando está he-
cha de tejido ligero de algodón, cosa muy frecuente
en las polonesas.

La que se exhibió en la exposición (M.A.N. 1005)


era de tafetán rosa con guarnición de tafetán verde y
puntilla de plata. Goya retrató con una polonesa a
María Teresa de Vallabriga, la mujer del infante D.
Luis, en 1783. Se ve muy bien el recogido de la falda;
sobre el torso lleva una prenda que no estaba en la
exposición pero que aparece mucho en los documen-
tos, la manteleta.
Muchas mujeres, aunque fueran modestas, tenían
polonesas y en grabados populares del Museo Muni-
cipal se pueden ver majas con faldas recogidas a la
polonesa.

DESABILLÉ

Durante todo el s. XVIII se llevaron en Francia


chaquetas que tenían la misma forma de los vestidos
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de moda pero cortadas a la altura de las caderas,


acompañadas de una falda de la misma tela. Al prin-
cipio se llevaron como "deshabillé", traje para andar
por casa, pero pronto se exhibieron en público, levan-
tando grandes críticas, y terminaron siendo prendas
muy frecuentes. Las novedades despiertan siempre
críticas, sean como sean.
No aparece definición en el Diccionario hasta
1803: "Vestidura de que usan mucho las mugeres,
compuesta de brial y media bata de la misma tela
y color, con guarnición o sin ella, según el gusto de
quien las gasta. Es voz francesa recientemente
introducida". En 1817 ya se habla de él en pasado.
El que estaba en la exposición (M.A.N. 618) era
de moer rosa labrado, con los pliegues de la bata en la
espalda y el peto incorporado en el delantero; faltaba
el brial.
Los desabillés en España fueron popularísimos,
existen en dotes ricas y modestas, los hay de seda y de
algodón. Como dice una castañera de D. Ramón de
la Cruz:

Cuando quiero
Soy también asesorada
Sé lo que es formalidá
Y a llevar bien una bata
Y un savillé, desafió
A la usía más pintada'". 'O CRUZ, R. de la: Las Cas-
tañeras Picadas en Saínetes
Madrileños, Madrid, 1951,
No encuentro ninguno en los cuadros de Goya. p.35.
Sí encuentro un cabriolé, cuya definición no llegó
hasta 1817: "Especie de capote sin mangas con aber-
turas para pasar por ellas los brazos". He encontrado
varios en las Cartas de Dote.
Los hay de verano, como el de la exposición
{M.A.N. 47407), o, más frecuentemente, de invier-
no, forrados o ribeteados de piel. En Francia se pusie-
ron de moda las "pelisses" hacia 1770, por influencia
oriental; a veces llevaban capuchón.
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El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

La muchacha de "El Quitasol" de Goya va acom-


pañada de un majo pero ella misma, salvo la cofia, va
vestida a la francesa. El cuerpo cerrado en lo alto del
pecho, con chaleco, que puede ser de una polonesa o
de un desabillé, y el cabriolé forrado de pieles son de
lo más franceses.

VAQUERO

A partir de 1775 empieza a introducirse en Fran-


cia la moda inglesa por ser más cómoda y práctica.
Se sigue usando la "robe á la fran^aise" para las cere-
monias pero se lleva la "robe á l'anglaise" para la
vida diaria.
Sigue siendo un vestido largo abierto de cintura
para abajo sobre una falda interior pero la gran inno-
vación es que se suprime la cotilla, las ballenas se
incorporan al mismo cuerpo del vestido, cifiendo el
torso. El cuerpo por detrás termina en una punta
alrededor de la cual la falda está muy fruncida, de
manera que el abultamiento lateral de la bata se tras-
lada hacia atrás (un presagio del polisón del s. XIX).
En Francia se llevó sobre una "tournure" o "faux cul"
que hacía sobresalir aún más la parte de atrás. El cuer-
po está abrochado por delante, muy a menudo se
repite la punta en el delantero, y tiene un escote
amplio que se rellena con un pañuelo de tela fina (el
"fichú" francés).
En España he encontrado solamente tres ejempla-
res de inglesas. En cambio, lo que hay constantemen-
te en los documentos de los años 80 son vaqueros, en
concreto vaqueros hechos a la inglesa.
El vaquero ya existía. Se suele escribir con "b". Era
un vestido entero abierto por la espalda. El Dicciona-
rio de Autoridades dice que se usa mucho para los
niños. El de 1791 dice que es traje propio de niños y
de mujeres.
Se edita en 1788 un librito muy curioso propo-
niendo un traje nacional para las damas hecho con
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géneros del país. En él se dan como ejemplos unos


dibujitos y se comenta que estos modelos no son más
que vaqueros ingleses: "...así por ser el trage que en el
día está más en uso, como por ser bastante ayroso y
decente para asistir a cualquier fiínción"". ' ' Respuesta a las objeciones
que se han hecho contra el
Mirando estos dibujos se llega a la conclusión de proyecto de un traje nacional
que el vaquero a la inglesa es casi igual a la bata, con para las clamas, Madrid,
178, p. 175.
la diferencia de estar ceñido a la espalda, sin pliegue.
Esta idea se refuerza al leer la definición que da el
Diccionario de 1817, hablando de él en pasado:
"especie de bata ceñida al cuerpo que usaban las
mugeres y los niños".
Un vaquero a la inglesa tiene que ser el de la expo-
sición (M.A.N. 903 B) que tiene ballenas en el cuer-
po. Y un vaquero es el que lleva la duquesa de Osuna
en el retrato que le hizo Goya en 1785, acompañado
de un gran sombrero al estilo inglés en vez de boneti-
llo. Los peinados en esta década se achatan para per-
mitir el uso del sombrero, pero siguen siendo muy
voluminosos.
A finales de los años 80 cada vez se usan más los
vestidos de dos piezas y la de arriba va siendo cada
vez más ajustada, emballenada, con faldón más
pequeño y mangas largas y ceñidas. El término que
más encuentro para designar estas prendas es pirro,
que no aparece en los diccionarios y debe venir del
francés "pierrot". Iban acompañados por una falda
de la misma tela o de otra contrastante, llamada
generalmente guardapiés. Este es el traje que lleva la
duquesa de Osuna en el retrato de familia de 1788.
Los pañuelos siempre habían tenido importancia,
todas las mujeres los tienen en sus dotes y las ricas
muchísimos, pero de ahora en adelante la van a tener
mucho más. Se ponen cada vez más abultados sobre
el pecho rellenando el escote hasta el punto de que
en Francia se llamaron "fichus menteurs" porque fin-
gían que debajo había más de lo que la mujer en rea-
lidad tenía; en España encuentro también alusiones
en este sentido. La silueta de los años 90 es muy
característica: abultada por detrás abajo, abultada
por delante arriba.
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CAMISA

A mediados de los 90 aparece el vestido que revo-


luciona por completo la moda femenina, el vestido
camisa o simplemente camisa. La "chemise a la reine"
se puso de moda en Francia gracias a María Antonie-
ta que ya en 1783 se hizo retratar con una por Mme.
Vigee-Lebrun y ocasionó un gran escándalo. Era una
"fausse robe", o sea, un vestido de una sola pieza que
se metía por la cabeza o por los pies y que se solía
hacer de telas ligeras como la muselina, con una
ancha banda de color contrastante en la cintura. Este
vestido es el que usaban las damas francesas en las
Antillas y se llamó también "á la creóle"; se usaba sin
cuerpo de ballenas debajo.
Como antecedentes del vestido camisa en España
tenemos el retrato de D^ Tadea Arias de 1793 y el de
la duquesa de Alba vestida de blanco de 1795.
El gran cambio llega durante el Directorio, de
1795 a 1799, como consecuencia de la Anticoma-
nía, la admiración por la Antigüedad Clásica y el
intento de imitar la manera de vestir de griegas y
romanas al estilo de los cuadros de David: la cintu-
ra se eleva hasta debajo del pecho. No es una nove-
dad absoluta, parece que fueron las inglesas las que
empezaron a llevar el talle alto desde 1794 pero, al
ser adoptada esta moda en París, el vestido con
escote cerrado y mangas largas se convierte en un
vestido escotado y con mangas cortas que se lleva
en un principio en círculos restringidos pero es
aceptado rápidamente por la inmensa mayoría. Es
la época en que Mme. de Recamier se convierte en
arbitro de la moda.

En España aparece ya completamente desarrolla-


da esta moda en el retrato de la Tirana de 1799 con
un chai que es un complemento muy típico de estos
años, como los traídos por Napoleón de la campaña
de Egipto y que tuvieron mucho éxito. Había uno en
la exposición (M.A.N. 21774). La Corte ya ha adop-
tado la nueva silueta en "La familia de Carlos IV" de
1800.
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1 ~ La condesa
de Chinchón. \ 800.
(•on el típico vestido
camisa.
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El ejemplo más precioso de camisa es el que se ve


en el retrato de la condesa de Chinchón, también de
1800, con un gorrito de plumas tiesas. Y una camisa
era la que estaba en la exposición (M.A.N. 667), de
gala, con cola, de tela muy fina, bordado el cuerpo y
el borde de la falda. Con la misma forma, sin cola y
sin bordar se llevaban para la vida diaria.
En 1798 las mujeres, ricas o pobres, tienen mu-
chas camisas en sus dotes. Casi todo son camisas, se
ha reducido mucho la nomenclatura de los vestidos.
Predominan las telas ligeras de algodón: muselina,
linón, gasa..., los trajes son, en general, más baratos.
Cada vez se usa menos la palabra brial y cada vez más
guardapiés o zagalejo para la falda interior debajo de
la basquina o como viso de las camisas.
Muchas mujeres no tienen enaguas ni cotilla en
sus dotes.
Con las mangas cortas los guantes largos adquirie-
ron gran importancia. Para que no abultasen debajo
de las faldas rectas no se podían llevar faltriqueras y se
pusieron de moda unos bolsitos pequeños colgados
de una cadena que en Francia empezaron por llamar-
se "reticules", pronto fueron "ridicules" y en España
directamente ridículos. De las dos cosas había ejem-
plos preciosos en la exposición.
Pienso que esta moda tuvo que resultar muy atre-
vida y suscitar muchas censuras. Algo de esto hubo
porque he encontrado un expediente de la Inquisi-
ción sobre unas coplas infamatorias contra el Arzo-
bispado y Clero de Granada por haber prohibido los
trajes deshonestos en las iglesias'^. '•^ A.H.N., Inquisición,
Ug. 4459 n» 22, 1800.
Y a final de siglo se publican una serie de libros
y pliegos sueltos criticando a Currutacos, Pirracas,
Madamas de nuevo Cuño y Ciento en Boca que ves-
tían a la última moda. De uno de ellos es el siguiente
texto, que nos habla de las aspiraciones de la época.
Dice Elisa, una de las protagonistas: "Los antiguos
eran pesados en todo, nosotros somos ligeros, vivos,
alegres, originales. Sus vestidos, sus adornos, sus com-
Anales del Museo Nacional de Antropología

El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

plementos, sus usos, sus costumbres fastidiosas. Una


señora de aquellos tiempos parecía una prendería o
una tienda de Mercader, desde la cabeza a los pies car-
gada de pedrería, de galones bordados de oro o de
plata, de telas fuertes de seda que formaban un peso
enorme que agoviaba y no dejaba moverse a quien los
llevaba. Nuestras modas son ligeras y cómodas, dan
desembarazo y libertad, gracia y bella disposición al
cuerpo. Las señoras de los tiempos pasados parecían
máquinas o estatuas, figuras de perspectiva sin movi-
miento, sin alma; nosotras, al contrario, somos todo
espíritu, todo viveza, todo gracia"^.

Pero, en general, parece que la Corte y la sociedad


urbana aceptaron la nueva moda con la mayor natu-
ralidad. En los grabados de Antonio Rodríguez,
"Colección de Trajes de España principiada en
1801", el talle siempre es alto, ya lleven las mujeres
camisa o las españolas basquina y mantilla.
Ejemplos extremos de estos trajes ligeros los
vemos en el retrato de la marquesa de Villafranca de
1804 y en el de la marquesa de Santa Cruz de 1805.
Los zapatos, que habían sido con tacón y hebilla,
en los años 90 se estilan de seda bordados, apuntados
y más escotados. Los había preciosos en la exposición.
A partir de 1800 desaparece el tacón y son completa-
mente bajos.
Las telas finas de los vestidos exigían ponerse algo
por encima para abrigarse. El ir a la moda hizo que
muchas mujeres se pusieran enfermas hasta el punto de
que llegó a hablarse de la "enfermedad de la muselina".
De un filósofo anticurrutaco es esta copla de 1796:

Los ayrosos baqueros


Desterraron y las batas,
Y usan largas camisas
A la Venus, con tanta
Multitud de repliegues
Y follaje sin gracia.
Que unas Amas de cría
Parecen o Tarascas.
Anales del Museo Nacional de Antropología

El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

Con poca ropa, y esa


De transparentes Gasas,
Linos y Muselinas
Los fuertes fríos pasan'^. '^ CERDONIO, D.: El ropa-
vejero literario, Madrid,
La chaqueta típica francesa que se llevaba en el 1796, p. 108.
Directorio y se continúa llevando en el Imperio es el
spencer, inspirada en una chaqueta inglesa masculina.
Es muy corta, con o sin solapas, con mangas largas y
ceñidas que cubren parte de la mano, muy frecuente-
mente se señalan las costuras con galones. La palabra
no aparece en España. Ahora hay corpinos, chaque-
tas, jubones y juboncitos (debía ser por lo pequeños),
pero en las representaciones gráficas estas prendas tie-
nen la misma forma que el spencer.
En la exposición había tres (M.A.N. 920, 1041, y
9251). Uno de ellos, de raso bordado, terminaba en
largos picos como el que lleva el niño Pepito Costa
en el retrato de Goya de hacia 1813 y otro es igual al
que lleva puesto una petimetra de Antonio Rodríguez
(n° 8).

VESTIDO

Con Napoleón vuelve el orden a Francia. Los ves-


tidos femeninos recuperan la decencia pero mantie-
nen la misma silueta. Se usan sedas más oscuras. En
el Imperio los tejidos ricos, los encajes y bordados
cobraron mucha importancia, así se dio grandeza y
dignidad a la Corte y se impulsaron las industrias de
lujo francesas.
Las diferencias se notan sobre todo en las mangas,
que suelen ser largas y empiezan a abullonarse sobre
los hombros. Las colas desaparecen hacia 1805, la
falda se va haciendo más corta, la tela parece que va
subiendo hacia arriba, las mangas son cada vez más
largas y el escote se cierra. Se empieza a usar otra vez,
ya no la cotilla, sino el corsé. Después de unos años de
libertad en el vestir y gusto por la desnudez ahora se
inicia una reacción contraria, el vestido tiende a hacer-
se más recatado. Quizás ésto se debiera a la aspiración
de Napoleón de dar mayor respetabilidad a su Corte.
Anales del Museo Nacional de Antropología
El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

El vestido de la exposición es de este estilo, de


sarga color rosa oscuro (M.A.N. 405). Tiene el clási-
co escote imperio, cuadrado por delante y triangular
por la espalda, que iba rematado por un encaje ergui-
do puesto por detrás y por los laterales, dejando el
frente libre. Está decorado por el borde inferior con
un dibujo tipo cachemira, muy usado en Europa.
En las Cartas de Dote ya no se usa la palabra
camisa, se les llama vestidos. Como ejemplo de este
traje más recatado que se usó en los últimos años de
Goya tenemos el retrato de María Fernadez de Puga
de 1824.

2 - HOMBRES

Los hombres llevan el llamado trajefrancéso mili-


tar, pues éste fue su origen, introducido plenamente
en España con la dinastía borbónica. El vestido está
compuesto de tres piezas que, evolucionadas, han for-
mado el traje masculino hasta nuestros días. Casaca
sin cuello que va temiendo los faldones cada vez más
abiertos y con menos vuelo, las mangas más estrechas
'•' CALDEVILLA, J.: Rasgo
y las vueltas de éstas cada vez más pequeñas. Debajo anticurrutdtico dirigido a las
la chupa sin mangas, la espalda de distinta tela, cada madamitas de nuevo cuño,
vez con faldones más cortos. Y los calzones por de- Madrid, 1796, pp. 3-4.

bajo de la rodilla terminados en charreteras. Hay


muchos trajes de seda y muchos están ricamente bor-
dados. A partir de 1778 aparecen telas estampadas y
grabadas. Los colores son muy variados. En la expo-
sición había muchos ejemplos (M.A.N. 994, 400).
Este vestido está perfectamente representado en el
retrato de Floridablanca de 1783. Junto a las tres pie-
zas del llamado vestido, los cabos o complementos:
corbata de muselina blanca, ahora es pequeña y se
llama corbatín, vueltas de encaje bajo la manga, el col-
gante con el reloj bajo la chupa, peluca, medias de seda
y zapatos de hebilla. Las hebillas se usan constante-
mente en los zapatos y también para atar los calzones
bajo la rodilla en las charreteras; son uno de los obje-
tos que más se anuncian como perdidos en el Diario
Anales del Museo Nacional de Antropología

El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

de Madrid. Espadín como parte del vestido y sombrero


de tres picos bajo el brazo.
El vestido francés es corrientísimo, se consideraba
propio de la gente decente. Un Aviso al Público para
el paseo a pie en los Jardines del Buen Retiro cuando
se abren el 12 de Mayo de 1767 dice. "No se dará
entrada sino a cuerpo descubierto; de manera que los
hombres han de presentarse peynados, sin Gorro,
Red, Montera ni nada que desdiga el trage decente
que se usa, por consecuencia en Casaca y Chupa, sin
Jaquetilla, Capa ni Gabán"". Las pelucas yo las veo '^ Aviso al Público para el
en los cuadros y retratos de la época pero apenas las paseo a pie en los Jardines
del Buen Retiro, A,H.N.,
encuentro en los documentos. Sala de Alcaldes de Casa y
Corte, 1767, p. 700.
Los trajes de los niños son los primeros en sufrir
transformaciones radicales. Por influencia inglesa, y
buscando una mayor comodidad, se les empieza a
vestir con pantalón, prenda que hasta ahora sólo habí-
an llevado los marineros. A partir de 1785 Goya pinta
a los niños nobles y burgueses con traje de pantalón
y una ancha banda en la cintura, mientras que sigue
pintando con calzones a los niños de la calle.
La influencia inglesa en el vestido masculino se
hace cada vez más patente. Ya en los años 90 la chupa
deja sitio al chaleco cortado recto en la cintura. El bor-
dado en el traje pasa de moda, no se utiliza más que
para las grandes ceremonias y cada vez se usa más la
lana en vez de la seda para la vida diaria. Una gran
novedad es la aparición del pantalón, que al principio
los hombres llevaron de punto, muy ceñido, con
forma de calzas metidas dentro de la bota (M.A.N.
2604). Así vemos vestido al duque de Alba en 1795.
Al usar los hombres trajes de paño liso los chale-
cos son el refugio del ornato y la extravagancia, como
podemos ver en los ejemplos de la exposición.
(M.A:N. 1099,1108). La casaca tiene ahora tirilla y
ésta va siendo cada vez más alta. Junto a ella aparece
otra prenda, úfrac, que al principio sólo se diferencia
en su pequeño cuello vuelto y sus faldones más estre-
chos. Luego se hace con el cuello vuelto muy alto,
con el frente más corto que el chaleco cruzado sobre
Anales del Museo Nacional de Antropología

El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

el pecho y los faldones cortados rectos por el borde


inferior. De este tipo era el de la exposición (M.A.N.
9321), de raso rayado, muy semejante al que lleva
Sebastián Martínez en el retrato de 1792. Sin embar-
go, el frac que va a ser cada vez más frecuente y va a
sustituir a la casaca, es el de paño oscuro que, ya acom-
pañado del pantalón de la misma tela, va a ser el traje
de todos los ciudadanos del s. XIX. La otra prenda que
va a formar parte de su vestuario, la levita, con grandes
faldones largos que se cruzan por delante, no estaba en
la exposición pero sí en varios cuadros de Goya, como
el retrato de Bartolomé Sureda de 1806, con cuello
muy alto, chaleco blanco y sombrero de copa}^. "' Hasta 1837 no aparece
en el Diccionario la deñni-
ción de levita y hasta 1843
la de frac.

III - TRAJE POPULAR

La clase popular madrileña, los llamados majos,


tienen su propia vestimenta, que, en realidad, es muy
parecida a la de muchas otras regiones españolas pero
caracterizada por ser muy vistosa y adornada con cin-
tas y galones.
La oposición entre las dos maneras de vestir, a la
moda francesa o a la moda castiza, de la que tanto se
ha hablado, no está tan clara en los documentos. Las
señoras ricas tienen vestidos a lo majo, muy costosos,
y las mujeres modestas con frecuencia tienen algunas
prendas de tipo francés, ya sea porque pudieran cos-
teárselas, se las regalaran o las heredaran. En nuestra
situación actual, en plena sociedad de consumo, nos
es difícil comprender hasta qué punto era importan-
te para la gente la ropa, era muy cara y las personas
modestas la cuidaban y conservaban toda la vida, es
raro encontrar ahora vestidos del s. XVIII que no
hayan sido reformados varias veces para aprovechar la
tela y poder seguir la moda. Con los hombres sucede
lo mismo, los menos ricos tienen sus vestidos caracte-
rísticos pero casi siempre también alguna casaca o
alguna chupa, y los ricos se visten a lo majo algunas
veces, por ejemplo, para ir a los toros. Los petimetres
Y petimetras son los que se ocupan mucho de su indu-
Anales del Museo Nacional de Antropología

El vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchei

mentaria y siguen la última moda más que los que


llevan exclusivamente trajes franceses.
Los majos llevaban chaquetilla como la de la expo-
sición (M.A.N. 1232). El Diccionario de Autoridades
dice que lo propio de la chaqueta es tener solapas. Los
hombros suelen ir resaltados por cintas cruzadas o
bordados. Son de paño o de seda. Junto a la chaque-
ta chaleco, calzón, faja, pañuelo al cuello, red o cofia
para recoger el cabello (M.A.N. 672) y montera. Yo
encuentro todas estas prendas en los Capitales de
Bienes excepto la montera, apenas hay uno o dos
ejemplos. La capa es infaltable y en el caso de hom-
bres modestos es la prenda más cara.
3 - Baile en San Antonio
de la Florida. 1777.
Las majas Wevzn jubón ceñido al cuerpo con man-
Majos y majas con sus gas estrechas, con almenas para poder adaptarla a la
trajes coloridos y vistosos. cintura, y guardapiés, las dos cosas de distintos colores.
Anales del Museo Nacional de Antropología

FJ vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

También se adornan los hombros con cintas y se


resaltan las costuras con galones. Cuando la moda
cambia las majas adoptan también el talle alto. En la
cabeza usan la cofia recogiendo el pelo, que en los
años 70 es pequeña, pero a finales de los 80 se hace
mucho más grande adornada con cintas y gasas
(M.A.N. 1183); entonces se llamó escofia, pero, según
un sainete de D. Ramón de la Cruz, era lo mismo,
sólo que así llamada resultaba más moderna y a la
moda'''. ''' CRUZ, R . de la: Las Esco-
fieteras en Saínetes de Don
Hombres y mujeres llevan zapatos con hebilla. Ramón de la Cruz en su
mayoría inéditos, N.B.A.E.,
Madrid, 1923, t, 11.

IV - EL TRAJE NACIONAL.
LA BASQUINA Y LA MANTILLA

A estas dos prendas llamaron los extranjeros que


pasaron por España en tiempos de Goya el traje
nacional español, los más destacados Townsend,
Bourgoing y Laborde"*. Los tres están de acuerdo en '" ] . Townsend, clérigo
que las mujeres las llevaban siempre para ir por la inglés, viajó por España en
1786-7. J. H Bourgoing,
calle o a la iglesia y se las quitaban tan pronto como diplomático francés, estu-
entraban en casa o llegaban a una casa ajena en la fue- vo destinado aquí de 1777
ran a pasar algún tiempo. Townsend le busca a esta a 1785 y, más tarde, de
1791 a 1793. A. Laborde,
costumbre un sentido equívoco: "Cuando las señoras francés, vino como agrega-
van a misa van tan disfrazadas que no se las distingue do a la embajada de Lucia-
no Bonaparte en 1800.
fácilmente. Su traje para la ocasión es especial del
país; todas se ponen la basquina o falda de seda negra
y la mantilla que les sirve para el doble propósito de
capa y velo, de manera que pueden esconder por
completo la cara cuando quieren. Así vestidas están
en perfecta libertad de ir donde quieran". '•' TOWNSEND, J.: Ajourney
ihrouh Spain in the years
La basquina la define el Diccionario de Autori- 17H6 and 1787, Londres,
dades como una saya y añade: "Pónese encima de 1791, t. JI, p. 143.

los guardapieses y demás ropa". En 1791 remacha:


"Pónese encima de la demás ropa y sirve comúnmen-
te para salir a calle".
Según todos los testimonios eran siempre negras y
podían estar muy adornadas. Solían ser de telas de
seda, principalmente de moer o groditur, en las dotes
Anales del Museo Nacional de Antropología

4 - 1.a señora y el caballero.


1778-9.
Una señora con basquina
y mancilla en los años 70.
Un caballero con el traje
militar con todos los
requisitos.
Anales del Museo Nacional de Antropología

£1 vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

modestas son las prendas más caras. A final de siglo


empezaron a hacerse de otros colores y hay una Prag-
mática de 1799 que manda que todas sean negras^°. •"' Real Orden de Marzo
de 1799 prohibiendo el uso
La mantilla: "La cobertura de bayeta, grana u otra de hascjuiñas que no sean
negras...., Novísima Reco-
tela con que las mugeres se cubren y abrigan; la cual
pilación, 1-18, t . l 3 , 1.6,
desciende desde la cabeza hasta más abajo de la Madrid, 1806-7.
cintura". En Madrid se llevaban siempre blancas o
negras. Tradicionalmente eran de seda o de lana pero,
a partir de 1770, se puso de moda hacerlas de telas
finas como la muselina.
De esta tela hay que decir algo porque es la gran
protagonista del último tercio del s. XVIÜ. Las
autoridades dieron muchas pragmáticas prohibién-
dola, era tela cara, importada de la India, pero,
como siempre pasaba , no tuvieron ningún éxito. En
1785 Jovellanos se muestra partidario de permitir su
entrada en España dado la gran cantidad de varas
que se gastaban en mantillas y además: "no solo en
vueltas, pañuelos, manteletas y delantales, sino tam-
bién en desabillés, polonesas, batas y vaqueros"^'. ''' JovKi.iANOS, G. de: Voto
En este momento se estaba pensando en la creación particular del autor, sobre
permitir el uso y la impor-
de la Compañía de Filipinas y se creía que la muse- tación de las nuselinas,
lina sería el efecto de comercio más importante de B.A.E., Madrid, 1952, pp.
47-9.
esta colonia.

Las mantillas frecuentemente se adornaban con


encaje o eran totalmente de encaje, en cuyo caso eran
carísimas.
Todas las mujeres tienen mantillas y basquinas en
sus dotes y las ricas tienen muchas. Se podía ser peti-
metra tanto llevando un traje francés a la moda como
llevando basquina y mantilla a la última, porque estas
prendas cambiaban también de forma y de adornos.
En los cartones de Goya vemos señoras con sus
vestidos franceses y, encima, basquina y mantilla;
así la señora que está sentada comprando en "El Ca-
charrero". En "La Pradera de San Isidro" vemos en
primer término las mujeres que se han sentado y se
han quitado las dos prendas pero más atrás podemos
ver masas de mujeres con ellas puestas.
Anales del Museo Nacional de Antropología

El vestido en tiempos de Coya

5-U carta. 1814-19.


Una señora con basquina
y mantilla en su última
época.
Anales del Museo Nacional de Antropología

*^1 vestido en tiempos de Goya Amelia Leira Sánchez

Yo creo que todas las mujeres madrileñas usaban


basquina y mantilla en ciertas ocasiones, especial-
mente para ir a la iglesia, pero llega un momento en
que las grandes damas empiezan a retratarse con ellas,
cosa que no habían hecho antes, debían encontrarse
muy guapas y favorecidas así vestidas. Desde luego los
extranjeros antes citados opinan que sí. Como dice
entusiasmado Laborde: "La mantilla le favorece aún
más, es difícil describir ciiantas gracias le presta"^^. " I.ABORl)K, A.: A view of
Spain, Londres, 1809, t. V,
Hay un ejemplo anterior. En 1783 Goya hace un p. 319.
retrato a María Teresa de Borbón niña, la futura con-
desa de Chinchón, y la pinta como una mujercita:
con un jubón azul (en el caso de las niñas se cerraba
por atrás y se llamaba justillo), basquina y mantilla de
muselina blanca sobre un bonetillo del tipo dormilo-
na. A partir de los 95 empiezan las mayores. En 1795
pinta a la marquesa de La Solana, en 1797 a la duque-
sa de Alba con la silueta típica de estos años, abulta-
da por detrás y por delante, y en 1799 a la misma
reina María Luisa, ya con el talle alto bajo el pecho y
con manga corta. Ahora es cuando se pone de moda
adornarlas con madroños, redes y flecos. De este tipo
era la que se veía en la exposición (M.A.N. 9313).

Las dos prendas se siguen llevando después, hay


retratos de Goya hasta 1805 y en los grabados de
Antonio Rodríguez son muy numerosas, con silueta
totalmente imperio y zapatos bajos. Más tarde la
mantilla sigue usándose para salir a la calle pero la
basquina ya no parece necesaria.
EL
TRAJE
FRANCÉS EN LA CORTE
DE FELIPE V
Amalia Descalzo Lorenzo
Licenciada en Historia del Arte

INTRODUCCIÓN

Con la llegada del primer Borbón a la Corte de


Madrid no se produjeron, todos los cambios que se
esperaban en torno a la administración de la Monar-
quía, y tampoco, a pesar de que se viene admitiendo,
se adoptó inicialmente la moda francesa. Los prime-
ros años de reinado fueron difíciles, la Guerra de * En este artkulo estudia-
Sucesión, exigía cautela y pocos cambios para no pro- remos solamente el traje
vocar enfrentamientos entre la nobleza. Llevar el traje masculino, ya que en el úl-
timo tercio del siglo XVII,
español de golilla o el francés significaba mantener experimentará una trans-
una actitud en pro de continuar con la tradición o la formación sustancial, ori-
renovación. Por ello Luis XIV muy inteligentemente ginándose el traje de tres
piezas que con variaciones
recomendó a su nieto prudencia "Mi opinión es que el de formas y cortes, han
Rey de España no cambie este uso al llegar; que se con- constituido hasta hoy, la
forme primero con los modos del país. Cuando haya base de nuestro vestuario
masculino.
Anales del Museo Nacional de Antropología

E,l traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

satisfecho a la nación con esta complacencia, será dueño


de introducir otras modas. Pero debe hacerlo sin dar
ninguna orden y su ejemplo bastará para acostumbrar a ' Citado por Y. BoTTINEAU
sus subditos a vestirse como él"\ Por lo tanto la prime- en El arte cortesano en U
España de Felipe V (1700-
ra imagen que tenemos de Felipe V como rey de 1746). Madrid, 1986, pág-
España, está vestido a la española (Fig. 1). 326.

Fig. 1.- h'elipe V


Rigaud-I'roi
Anales del M u s e o Nacional d e A n t r o p o l o g í a

El traje francés en la corte de Helipe V Amalia Descalzo Lorenzo

A través de estas líneas se desprende que Luis XIV


conocía la pugna entre el traje francés y el español de
golilla que se inicio bajo el reinado de Carlos II y es
importante que nos remitamos al siglo precedente,
para entender por qué a principios del siglo XVIII, el
traje de golilla seguía íntimamente ligado a la historia
política y social de nuestro país.
Durante el siglo XVI, España era el centro del
mundo. Su prestigio como potencia territorial y
política llevaron a todas las cortes europeas a desear
parecerse. Era elegante hablar español, se imitaba la
complicada etiqueta de palacio y vestir a la española
suponía la máxima elegancia. A principios del siglo
XVII, lo español seguía dando el tono, pero a medi-
da que fue avanzando el siglo y el poderío territorial
y político fue decayendo, el traje español fue perdien- ^ La palabra moda segiin el
Diccionario de Autorida-
do progresivamente importancia, a la par que Francia des significa "uso, modo u
comenzaba a despuntar en el mundo de la moda^. costumbre. Tómase regu-
larmente por el que es nue-
Conforme avanzaba el siglo las diferencias entre el vamente introducido y con
traje español y el francés se van haciendo más noto- especialidad en los trages y
modos de vestir". Madrid,
rias y donde mejor se aprecia es en el tapiz de Le Brun 1732. En España, la pala-
que representa la entrega de María Teresa a Luis XIV bra moda con el significa-
do que hoy damos a este
en la Isla de los Faisanes en 1660 (Fig. 2). Este valio-
nombre, aparece alrededor
so documento nos permite apreciar el contraste entre de 1662. Véase/:7/;Woü.
las dos Cortes. La española, viste de manera sobria Diego de A. Morcto. Zara-
goza, 1941.
(en lo que a indumentaria masculina se refiere) fren-
te a la extravagante corte francesa encabezada por ' No está claro el origen de
Luis XIV. esta prenda. Unos piensasn
que es de origen Alemán,
A partir de este momento, 1660 la Corte de Ver- otros Holandés y que fiíe
importado a Francia por el
salles es centro de atención. La moda francesa unifica Conde de Slam, teniendo
la indumentaria en toda Europa, al menos entre las el título de Conde del
Rhin. Fran^ois Boucher en
clases altas. En estos años se inicia la época más sun-
su Histoire du Costume,
tuosa y de mayor apogeo del reinado de Luis XIV. El habla de un tercer persona-
vestido masculino alcanza tal grado de extravagancia, je Eduardo, C'onde Palati-
no, muy conocido por sus
que difícilmente en la historia de la indumentaria ha excentricidaades y casado
llegado a repetirse. El gusto por los encajes y cintas con Ana de Cjonzaga de
que lo cubren todo es lo más característico de este Nevers. Se trataba de un
pantalón que llegaiía a la
momento, junto con el vistoso Rhingrave^. Esta altura de las rodillas, de
moda que duró hasta 1675 aproximadamente no gran vuelo, dando el aspec-
to de una gran fiílda y que
llegó a instalarse en España, resultaba demasiado
tuvo gran éxito en los
estrafalaria para el austero gusto español. roperos masculinos.
Anales del Museo Nacional de Antropología

Kl traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

El traje que llega a España y coexistirá con el típi-


co de golilla es el que adopta Luis XIV alrededor de
1670. Se produce un cambio sustancial, Luis XIV
adopta para el traje civil algunas prendas que proce-
dían del atavio militar, como fueron la "casaca" o
"Justaucorps" y la "corbata". Esta ruptura con el traje
anterior coincide curiosamente con el explendor mili-
tar francés. El rey conduce la guerra para aumentar su
autoridad y de algún modo intenta dar a su Corte un
aire militar y que mejor que con el traje. En cambio
la España de Carlos H, se resistirá a adoptar las modas "* La Golilla es la prenda
más característica del reina-
del país vecino y llevará el típico traje negro, que su do de Carlas 11, Sustituyó a
antepasado Felipe II llevaba y que quedo institu- la gorgnera por pragmática
de 1623. Era una pieza de
cionalizado en nuestro país hasta la llegada de los cartón forrada de Tafetán
Borbones. Este traje negro, en el que la pieza más sobre la que se ponía "
característica ha sido la rígida golilla'', se componía pegaba la valona. Soportó
numerosas críticas por s^i
Fig. 2.- Lebrum. 1660 fundamentalmente de Jubón, Ropilla y Calzones. rigide e incomodidad.
Anales del Museo Nacional de Antropología

U traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

El traje masculino español es muy sencillo de for-


mas. La moda persigue una silueta esbelta a través de
unas prendas ajustadas y forradas con entretelas que
modelan la figura, contrastando -muy acorde con el
mundo barroco— con las amplias mangas recogidas en
los puños. Estos trajes se realizaban con importantes
telas de colores bordadas, pero sigue predominando el
gusto por los tejidos de color negro, que le imprimen
seriedad y nobleza muy acorde con la rígida etiqueta
española. El traje de Golilla se llevará preferentemen-
te, llegando a convertirse en símbolo de la resistencia
a aceptar la hegemonía política, económica y de
moda de la corte de VersalUes. Ahora bien, esta resis-
tencia no fue suficiente para frenar la introducción de
la nueva moda en la Corte de Madrid, por lo que al
estudiar el reinado de Carlos II tendremos que hablar
de dos tipos de vestidos, el vestido a la española y el
vestido a la moda, tal y como se indican en los docu-
mentos de la época, y al decir "moda" se refiere a la
ropa que se hace en Francia.
La moda de Versalles no era en absoluto desconoci-
da. Madrid como capital acoge a embajadores, empre-
sarios y viajeros que conocen e importan todas las inno-
vaciones que en el vestir se dan en la Corte vecina.
Tempranamente en 1670, un embajador francés en su
correspondencia con Luis XIV anota cuanto le gustaba
la corbata al pequeño Rey, y en un noticiero de 1677
resaltan el entusiasmo que el joven Carlos II siente por
la nueva moda, "Domingo, 21 de febrero. Fue S.M. a
cazar con el Sr D. Juan, mataron un jabalí, y el resto se
lo envió a la Reina; y la noche antes se vistió el Rey de
Cambergoy no quiso cenar en la cama por estar más tiem-
po vestido. Y hoy se vistió a las cinco por haberle gustado la
nueva moda, con que las casas de S.M. y S.A. fueron sin
golillas y de chambergo con corbatas, y dicen se ha incli-
nado el Rey tanto a este traje, que se presume se han de des- '' "Diario de noticias de
1677 a 1678", Colección de
terrrar las golillas, y se llama el traje por S.A. la Carlina y documentos inéditos para la
se huelga mucho, porque con la golilla se halla muy mal"^. historia de España, Tomo
LXVllI, pág. 90.
En 1678 nuestro monarca tiene un sastre francés
'' Archivo General de Pala-
Joseph Capret, cuya misión era realizar los trajes de cio. Expediente personal de
"color a la moda"''. La boda con Maria Luisa de Orleans, Joseph Capret. Caja 177/3-
Anales del Museo Nacional de Antropología

El traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

curiosamente, no supuso la total aceptación de las


modas francesas y a partir de este momento Carlos II
adoptó el traje francés pero como traje informal con el
que vestirse en la Jornadas fuera de Madrid. Este traje
ofrecía mayor comodidad y vistosidad y con él aparece
retratado en la "Adoración de la Eucaristía" que Clau-
dio Coello pintó para la sacristía del Escorial (Fig. 3).
Para las ocasiones oficiales se llevará el traje español y
conforme aumente el poder político y territorial francés
la resistencia a doblegarse a la nueva moda será mayor
alcanzando el traje de Golilla un carácter emblemático.
Carlos II morirá sin descendencia. Los últimos
años de su vida fueron angustiosos por las intrigas y
enfrentamientos entre los partidarios de la sucesión
francesa y austríaca. Hasta el último momento no
redactó su testamento, eligiendo como sucesor al
nieto de su gran enemigo, el Duque de Anjou, que
reinaría en España con el nombre de Felipe V.
Durante la Guerra de Sucesión Felipe V alternó el
traje de Golilla con el francés obligado por la situa-
ción especial de la guerra. La victoria de Almansa de
1707, fortaleció la figura del Rey y con ello el traje
francés si tenemos en cuenta lo que el embajador
francés contaba a Luis XIV, "Toda la gente de noble
condición, Consejeros de los Tribunales que no son toga-
dos, oficiales empleados en las secretarias y en la hacien-
da, negociantes y burgueses, así como todos los sirvientes
de los grandes señores, han renunciado absolutamente a
la vestimenta española, sin que se haya testimoniado a
nadie la menor cosa por parte del Rey vuestro nieto para
procurar este cambio"^. Efectivamente en pocos años •' BíTlTINKAU, Y. Op. ci'-
se dejó de llevar el traje español y de él solo la golilla pág. 326-327.
es llevada por Ministros togados. Abogados, Alguaci-
les y alguna gente particular, como queda menciona-
do en el Diccionario de Autoridades.
El traje francés que llevará Felipe V, y con él la
Corte, se compone de las mismas piezas que el que
adopto su abuelo Luis XIV en 1670, que fueron la
Casaca, en francés "Justaucorps", la Chupa "Veste" y
el Calzón en francés "Coulotte". A continuación
pasamos a analizar cada una de estas prendas.
Anales del Museo Nacional de Antropología

El traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

'''8- 3.- Adoración de la


Eucaristía.
Claudio Coello.
Anales del Museo Nacional de Antropología

El traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo LorenW

La Casaca. El nombre de "casaca" viene de la voz


turca "qazac", y ésta prenda como otras muchas, lle-
garon a nuestro país tempranamente*. Será bajo el " BERNIS, C . Indumentari"
reinado del Emperador Carlos V cuando comence- española en tiempos at
Carlos V. Madrid. Instituto
mos a encontrar referencias de españoles con trajes Diego Velázquez, 1962.
turcos. Como frecuentemente ocurre en la historia
del traje, algunas prendas de estos vestidos se fueron
incorporando al vestuario español, y esto ocurrió con
la casaca.
A través de algunos textos del siglo XVI sabemos
que las casacas tenían mangas pendientes por los
hombros -por las que no se metian los brazos- habia
otras que eran abiertas por delante e incluso no tenian
mangas. Covarrubias en su diccionario Tesoro de la
lengua castellana define la casaca como "género de
ropilla abierta por los lados., debió ser al principio de
dos cueros uno que colgaba delante y otro detrás". ' La vistosidad y riqueza d'
esta prenda queda reflejado
Esta prenda, en un determinado momento que en numerosos documef
tos. En algunas comedi**
desconocemos, fue adoptada por el ejercito y proba- de Lope de Vega, como po'
blemente por sus propiedades como prenda vistosa' ejemplo en La Arcadia u"
y funcional. Era una prenda holgada que se llevaba personaje dice de un retracO'
Aquel mancebo ilustre í"'
encima y resultaba por su amplitud cómoda para sobre las armas tiene aquel!"
cabalgar y cazar. Ahora bien en numerosas ocasiones casaca de brocado rico, bof
dada de castillos, leones J
se ha creido que la adopción de la casaca en el ejerci- girones ...es don Rodrif
to español se debía a la imitación de la que llevaban Téllez de Girón".
el ejército del Mariscal Schomberg en las campañas
'" MoREi. PATIO, A. "£'
de Portugal a comienzos de la década de 1660'°. Pre- traje de golilla y el traj'
cisamente con el nombre de Guardia Chamberga fue militar", La España Modef'
na. LXIX, 1984. pág. 131'
conocido popularmente el regimiento formado en 132.
Madrid en 1669 por Doña Mariana de Austria, y
cuyos componentes fueron uniformados con casaca, " GÓMEZ-CENTURIÓN, C-
"La guardia Chamberga'
corbata y sombrero "Chambergo" de alas menos rígi- don Juan José de Austria /
das y flexibles que el valón y copa algo más achata- la opinión pública madrí'
leña", en Temas de Historia
d a " . Sin embargo tenemos constancia que el uso, al Militar (Comunicación^'
menos de la casaca en el ejercito español es anterior al I Congreso de Histori»
a esta fecha. Militar, Zaragoza, 1983)'
Zaragoza, 1986, tomo I'
págs. 250-262.
En 1655, Diego Carvallo, maestro sastre, se com-
promete a realizar "mil vestidos de munición para '^ Archivo General de Si-
vestir a la gente del tercio del Conde de Torrejón" manca. Contaduría Mayo
de Cuentas, 3a. época,
pero que remite a un encargo de 1647^^. Este vestido 3541, n° 7.
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El traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

se componía de Casaca, Calzones, Jubón, Coleto de


badana, Camisa de lienzo, Valona de Bretaña, Espada
con su tahalí de baqueta anteada. Medias y un par de
zapatos de Cordobán de tres suelas.
Sin embargo parece evidente que para esas fechas
la casaca tenía un largo historial como prenda militar
y de uso generalizado en toda Europa. En Francia
también se usó por las compañías francesas de los
mosqueteros desde mediados del siglo XVI. Pero esta
prenda de tradición militar adquiere importancia en
el momento que Luis XIV decide adoptarla en su
vestuario civil. En 1660 empezamos a ver las prime-
ras casacas, que como iremos viendo irán sufriendo
cambios, no de estructura sino de forma, a lo largo
de los años. Las primeras casacas son largas, hasta la
altura de las rodillas y de amplio vuelo. Tiene aber-
turas en los costados y en la parte posterior siendo la
nota más característica las mangas cortas que llegan
a la altura del codo, dejando ver las ricas y decoradas
mangas de la camisa. Los bolsillos, en estos primeros
años, se colocan bastante bajos. Es elemento decora-
tivo imprescindible, el lazo o nudo de hombro, rea-
lizado con lucidas cintas. En estos años (1660-1670)
las cintas de diversos tamaños son de gran importan-
cia en la ornamentación de las prendas, llegando a
emplear grandes cantidades de metros. Como dato
expresivo, el Sr. de la Basiniére alardeaba en 1677 "de
haber consumido ... más de 250 anas de cintas para
uno solo de sus trajes"^^. " BOEHN, M. VON. La
moda. Tomo III. Siglo
Hasta principios de 1670 sigue presentando simi- XVII. pág. 126.
lares características. Es difícil precisar cuando se alar-
gan las mangas, creemos que sería alrededor de 1675
cuando se produce el cambio y con él el talle se hace
más ceñido al cuerpo. Esta casaca responde más fiel-
mente al nombre francés de "justaucorps".
En 1680, la casaca ya de manga larga sigue pre-
sentando similares características, ajustada al torso,
crece en forma cónica conforme desciende hasta las
rodillas. Conserva las aberturas laterales y trasera.
(Fig. 4). Alrededor del 1684-85, cambia la casaca,
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Fig. 4.- Familia en eljardín. creando una nueva silueta Ajustada en el torso, la
J. Van Kesscl. falda comienza a tener más vuelo por los pliegues que
Museo del Prado.
se añaden a los costados. La manga larga comienza a
presentar unos puños muy grandes y de amplia boca
bautizados con el nombre de "orejas de Spaniel". En
esta década de los 80 a los 90, se ponen de moda los
bolsillos verticales. Concretamente en 1684 la revista
"Le Noveau Mercure Galant"''' manifestó que a par- '"MARIY, n./,o«ÚA'/Vrt'<«
tir de ese momento cuatro bolsillos sobre una casaca Versailles. Londres, 1987-
págs. 84-85.
eran imprescindibles. Cuatro bolsillos verticales ador-
nados con galones o botones, que se convirtieron en
el elemento fundamental de la época. Luis XIV los
llevó y Jean Dieu de St. Jean se ocupo de grabar estas
modas que fueron difundidas por toda Europa como
la norma a seguir (Fig. 5). Casi en paralelo creció una
moda alternativa que duró de 1686 hasta 1691,
haciendo furor los bolsillos estrafalarios de gran fan-
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t.1 traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

'g- 5.- Mangas Spaniel.


Grabado 1988.
Jean de St. Jean
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tasia. Adquirían formas variadas, de alas de mariposa,


hexágonos, triángulos, etc., pero siempre colocados
en posición horizontal.
En 1690 los bolsillos se normalizaron y volvieron
a ser un elemento más de la casaca, con dos simples
solapas horizontales denominadas "á la maréchal"
pues eran parecidas a las solapas de un portafolio de
un burócrata. En estos diez últimos años del siglo
XVII la casaca sigue presentando las mismas caracte-
rísticas que la de 1685.
Antes de finalizar el siglo, alrededor de 1695, se
inicia un cambio en las mangas de la casaca. Estrechas
en el nacimiento del hombro se irán ensanchando a
medida que avanzan a la muñeca, resultando muy
anchos el puño y la boca manga. Estas mangas se vie-
nen conociendo con el nombre de "Mangas de Bota"
o "Mangas a la Pagoda", por la similitud que presen-
tan en la forma con las pagodas chinas. Se les consi-
dera -en parte- como precursoras del foror por lo
chinesco en el siglo XVIII, y reflejan el impacto de las
importaciones de la East India Company''' Estas '•• MARLY, D . op. cit. pág'

mangas continuaron en boga los sucesivos veinte años 89.

(Fig. 6).
Felipe V inicia su reinado con esta casaca de man-
gas de bota que durará hasta 1715. A partir de esta
fecha las mangas se acortan y son muy abiertas con
grandes vueltas de mangas en forma de ala que sobre-
pasan el codo. De cada lado y partiendo de un botón
a la altura de las caderas se inician cinco o seis plie-
gues, los cuales se forraban con entretelas de estruc-
tura rígida que le daban un gran vuelo, presentando
cierta similitud con las faldas femeninas, cuya soltura
y amplitud le dan una elegancia particular. En la
parte posterior se abre una abertura que irá decorada
con grandes ojales. Estas características se aprecian
brillantemente en el retrato que Ranc realizó en 1723
al joven Carlos III.
En la década de los treinta la casaca sigue en la
misma línea, en muchas ocasiones las vueltas de man-
gas están realizadas con la misma tela que la de la
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El traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

Fig. 6.- Felipe V.


'^'guel Jacinto Meléndez.
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Chupa, y así seguirá hasta el año 1746 en que finali-


za el reinado de Felipe V. Habrá que esperar unos
años para que la anchura de los pliegues y vueltas de
las mangas comiencen a disminuir, asi como los bor-
des delanteros de la casaca comiencen a redondearse
desde la cintura hasta abajo.
La Chupa. La Chupa es la segunda pieza que
forma parte del trajefi-ancés.Ajustada al cuerpo y con
mangas se llevaba debajo de la casaca cubriendo el
resto de las prendas interiores. Irá con los años
sufriendo cambios y conforme se vaya acortando el
largo y ya muy avanzado el siglo XVIII se le quiten las
mangas, dará origen a la prenda que conocemos con
el nombre de Chaleco.
Las primeras referencias de esta prenda la encon-
tramos en un texto de Bernardo Vargas Machuca de su
libro Milicia y descripción de las Indias publicado en
1599 que dice así: "porque en una emboscada repentina
mal se puede encender y para esto ningún soldado deja de
llevar su eslabón y pedernal en la Chupa que por
momentos se le ofrecerá al arcabucero haberlo menester".
Esta prenda utilizada en España, fiíe importada a las
Indias en el siglo XVI. Como se desprende de estas
líneas la Chupa era igualmente una prenda de uso
militar, y al igual que la casaca pasaría al atuendo civil.
Creemos que la chupa se introduce con posterio-
ridad a la casaca en el ropero masculino. Desconoce-
mos como eran estas primeras chupas, pero sin duda
la "veste" francesa debía presentar similitud con la
prenda aquí llamada Chupa para aplicarle el mismo
nombre. Lo que no está del todo claro es si la adop-
ción de esta prenda se debió a Luis XIV, como se
viene admitiendo, o por el contrario como dicen los
ingleses fue el Rey Carlos II de Inglaterra el primero
en llevarlo. "^ Samuel Pepys (1633'
1703), fue un alto funcio'
Samuel Pepys'^, el 8 de octubre de 1666 anota en nario británico. Es conoC'
do por su Diario, de gr»"
su Diario "El Rey, ayer, en Consejo, declaró su resolución
valor documental por los
al establecer una moda de ropa, que nunca alterará".datos y sucesos que relat*'
Días más tarde vuelve a señalar "En el día de hoy el Rey que permiten conoC'
mejor el momento en q"'
ha empezado a llevar su vest, y también he visto a variasvivió.
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El traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

personas de la Casa de los Lores y Comunes, grandes coe-


táneos, que lo llevaba; con una larga casaca, cassocke,
pegada al cuerpo, de tejido negro y picado con seda blan-
ca debajo de él; y un abrigo, coat, encima y las piernas
fruncidas con cintas negras como la pata de una paloma;
y sobre todo, deseo que el Rey la mantenga porque es una
indumentaria muy elegante y hermosa"^^. La innova- ''' LAVER, J. Breve historia
ción parece ser la adopción de la Chupa, debajo de la del traje y la moda. Madrid,
1988.
casaca. Alrededor de 1666, la Chupa hace su aparición
en la indumentaria civil inglesa, aunque James Laver
dirá que los especialistas franceses señalan que en su
país se introdujo una prenda muy parecida en 1662.
Al margen de las dos opiniones, alrededor de 1670 ya
es prenda indispensable en el atuendo masculino'*. ' Ibidem, págs. 115-116.

Ahora bien, se está de acuerdo en que esta prenda


presentaba similitudes con la moda turca, pero con-
tamos con escasas imágenes de ella. Es una prenda
que va debajo de la casaca y en los primeros años no
se ve, porque es frecuente que la casaca vaya abrocha-
da de arriba a abajo, quedando solamente abiertos los
botones de arriba por donde asoma la corbata. Pode-
mos decir que estas primeras chupas eran casi del
mismo largo que la casaca, es decir a ras de las rodi-
llas, abiertas y abotonadas por delante y de manga
larga y ajustada.
A comienzos del siglo XVIII, empieza a ser ligera-
mente más corta que la casaca y en 1711 se le ponen
bolsillos. Poco a poco se irán abrochando menos
botones y alrededor de 1720 se abotona sólo a la altu-
ra del estómago. Hasta 1746 presentará las mismas
características aquí descritas y será alrededor de 1760
cuando comience a acortarse e irá pareciéndose a lo
que hoy conocemos como chaleco y sobre todo al
desaparecer las mangas.
La chupa se realizaba de distinta tela que la de la
casaca y calzones, pero de idéntica calidad, algunas
veces era de la misma tela que el forro de la casaca.
Los paños delanteros eran de una pieza sin corte en la
cintura. Irán forradas y provistas de entretelas para
dar más cuerpo a la prenda (Fig. 7).
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El traje francés en la corte de Felipe V

Fig. 7.- Femando VI.


J. Ranc
Museo del Prado.
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1 traje francés en la ct)rte de l-elipe V Amalia Descalzo LorenZ'

Los calzones, que en francés se denominaban


culotte, cubren de la cintura a las corvas y tal y como
se describen en los inventarios de la época no presen-
tan ninguna diferencia de corte aparente, con el cal-
zón español.
Los primeros calzones, es decir los que forman
parte de este nuevo traje no se ven, pues la casaca los
cubre por completo. Conforme nos acercamos al
final de siglo, y se acorte el largo de la casaca se irá
apreciando cómo cubren las rodillas y se ajustan
debajo de estas.
Realizados de la misma tela que se hiciera la casa-
ca, se forraban generalmente de Tafetán, tela de seda
utilizada frecuentemente para forros. Con una tela de
algodón, denominada Fustán, se entretelaba todo el
calzón, para "mayor seguridad y duración" como
indica el Diccionario de Autoridades de la época.
Tenía en los lados, a la altura de la cintura Faltrique-
ras y lo que no tenemos del todo claro son los puntos
de ajuste. Los calzones presentaban aberturas en los
laterales exteriores a la altura de las rodillas, y como
apreciamos en algunas imágenes se cerrarían con
botones, o cintas de seda. Podrían quedar fruncidos
en la cintura, o abiertos a modo de bragueta en la
parte delantera y cerrarse con botones. Era una prác-
tica usual en la época, y asi queda reflejado en los
documentos, hacer dos calzones por vestido. Lo cual
tenía cierta explicación, por ser una prenda de mayor
desgaste y roce, y al mismo tiempo, es curioso, se
hacían unas fundas para guardarlos.
Durante el siglo XVIII, los calzones no experi-
mentan grandes cambios, tan sólo en detalles de ajus-
te, tomando la forma que conservarán hasta la apari-
ción del pantalón en el siglo XIX.
Estas tres piezas constituyen el vestido que lleva-
ban todas las clases sociales, siendo las únicas diferen-
cias los tejidos empleados y la ornamentación. Pero
los vestidos de la corte y de las clases nobles se reali-
zaban con ricas telas de variados colores. Se trata de
una época en que el traje masculino se hacía con los
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El traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

mismos tejidos, colores y bordados que los utilizados


en el traje femenino, e incluso experimentó un mayor
desarrollo en cuanto a ampulosidad y elegancia. El
gasto que exigía el vestido masculino no era menor
que el que requería el femenino. El gusto por lo sun-
tuoso, es ya una tradición en el reinado de Felipe V
que heredó de la Corte de Versalles, en la que su
abuelo hizo alarde de ricos y vistosos vestidos. Los
trajes llamados de día, de caza, de gala se distinguen
por el tipo de telas empleadas acorde a la funciona-
lidad de la prenda.
El traje de gala es el más rico y vistoso, en él se
dan las más atrevidas fantasías. A las ricas telas se le
superponen infinidad de alhajas, ricos bordados,
que se realizaban con hilos de plata y oro y que en
numerososas ocasiones los bordados cubrían toda la
superficie de la prenda. Con Luis XIV el bordado
alcanza su máximo explendor, siendo de gran
importancia en los años siguientes. En el reinado de
Felipe V, en las cuentas del Guardarropa no faltan
referencias de la variedad de dibujos de bordados
que se envían de París "dibujo muy rico y detenido",
"dibujo muy rico de muchas puntadas", etc. En estos
vestidos los botones adquieren muchas veces la cate-
goría de piezas valiosas. A parte de cumplir su pro-
pia función, se utilizan para decorar vueltas de man-
gas, solapas de bolsillos y otros muchos objetos.
Alrededor de tres docenas o más podían necesitarse
para la casaca y otros tantos para la chupa. Noventa
y seis docenas de botones negros entregó Pedro de la
Rea, Cordonero y Gorrero del Rey'^ para cuatro "Archico General de Pala-
vestidos de teletón y ormesi liso^°. Podían ser de cio. Sección Felipe V. leg-
335.
diferentes materiales, madera, forrados de telas bor-
dadas, de oro o de plata. Nada más significativo que
^^ El tclecón es una tela de
la cuenta que D. Benito Alfaro, joyelero presenta seda muy parecida al taft'
por los doce botones grandes y cinco pequeños que tan pero con más cuerpOi y
el Ormesi es también un»
hizo para el vestido de la jura de S. A. para Principe tela de seda delgada q"'
de Asturias. Estos botones de plata estriada estaban hace aguas.
guarnecidos con diamantes rosas, pesando diez gra-
mos el diamante mayor. Esta obra alcanzó un valor ^' Archivo General de Pala-
de 3.590 Ducados^'. cio. Sección Felipe V. leg-
203.
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£1 traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

Estos y otros muchos detalles nos dan clara idea


del valor de estos vestidos. No faltan ejemplos en las
Cuentas del Guardarropa del Rey. En 1723, Juan de
Montalban, sastre de Cámara hace un vestido a su
Magestad rico de "tisú labrado confloresfelpadas color
de fuego bordado de oro chupa de glose y el forro de la
casaca con botonadura de diamantes" otro de semejan-
tes características pero que se trajo de París alcanzó la
cifra de "siete mili novecientos y cinquenta y seis libras,
diez y nueve sueldos y dos dineros"^^. Estas sumas refle- ^^ Archivo General de Pala-
jan la riqueza de estos trajes y lógicamente causaron cio. Sección Felipe V. leg.
335.
sorpresa entre los contemporáneos y esto se refleja en
las crónicas de la época y sobre todo en las críticas de
los moralistas, como la de D. Luis Francisco Calderón
que en su obra "Opúsculo de oro, Virtudes morales
christianas" escritas en 1707, dirá: "Unas casacas á la
moda, con pompa tan grande, ¿cómo puede juzgarse por
hábito decente? Mácense con ocho varas de tela, pudién-
dose con quatro, y asi compendian la definición de lo
superfluo... ¿Pues qué de la casaca sobre la chupa? Pleo-
nasmo de telas, ó carga sobre carga. ¿Qué de unos boto-
nes de tan gigante bulto, que buelven niños los del papel
del bobo?"y así continua hasta el final de la obra^^. " SEMPERE Y GUARINOS, J,
Historia dtl Luxo y de las
Estos vestidos quedarían incompletos sin las me- Uyes suntuarias de España.
Madrid, 1788, pág. 146.
dias, guantes, sombreros, zapatos, y la espada, prenda
esta última indispensable en el traje masculino a lo
largo del siglo XVII y XVIII. Las medias son de una
gran variedad, las hay de hilo, de seda, de castor,
alcanzando en algunas ocasiones gran finura y labo-
riosidad en los bordados. Los guantes no podían fal-
tar en un ropero del siglo XVIII, y fueron considera-
dos como piezas de valor por los ricos adornos que se
les ponían. Los hay sencillos y los guarnecidos de
tafetán, encajes, galones de plata y oro, etc. Los guan-
tes españoles fueron muy cotizados en toda Europa,
eran de piel blanda y generalmente estaban perftima-
dos. Los sombreros -de gala, de campo, de diario, ...
-fueron un accesorio indispensable, a pesar de que en
la época de Luis XIV las grandes pelucas, obligaban a
llevarlo debajo del brazo. En 1700 el sombrero de tres
picos siguió siendo el más usado, estaba adornado
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El traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

con grandes plumas. Los más costosos eran los de cas-


tor, que se habían puesto de moda en el siglo XVII
por la importación de pieles del Canadá. Estos som-
breros eran de elevado precio lo que provocó la crea-
ción del "semicastor" que se obtenía pegando pelos de
castor encima de fieltros de lana^'*. En cuanto a los " BOUCHER, E Histoire du
zapatos, hemos de distinguir los realizados a la espa- costume en occident de l'an-
tiquité ¿ nos jours. París,
ñola y que se llamaban "zapatos de golilla" y los zapa- 1965.
tos a la fi-ancesa, que a diferencia del español eran de
tacón y éste de color rojo. Durante el período que nos
ocupa los zapatos a la moda, es decir los franceses se
cierran con hebillas de diferentes formas y tamaños,
algunas de ella de gran valor. De diamantes fueron
las hebillas que declaró D. Juan Bautista LaCombe
habérsele puesto a su Magestad en los zapatos^'. " Archivo General de Pa-
lacio. Sección Felipe V. leg-
No podríamos pasar sin dedicar unas líneas a la 330.
Peluca, accesorio imprescindible en el traje masculino
de las clases altas del siglo XVIII. Esta caprichosa
moda surgió en tiempos de Luis XIV y durará hasta
finales del siglo XVIII. Las primeras pelucas fueron
de gran tamaño, y para su uso se cortaban el pelo.
Lógicamente éstas no se usaban en casa y se reempla-
zaban por un gorro. Felipe V, a lo largo de su reinado
hizo traer de París algunas de sus pelucas. Su barbero
de Corps Enrique Vazet se encargará de ello y de traer
las más novedosas. En 1707 reciben "seis pelucas o
melenas grandes, de la hechura del Peluquero Herve de
París - u n o de los más prestigiosos en este momento-
que costaron mil setecientos y cincuenta reales de
vellón cada una^^. Estas pelucas de gran tamaño eran "' Archivo General de Pa-
bastante incómodas por lo que su uso se limitaba a lacio. Sección Felipe V. leg-
determinadas funciones, por ello surgieron numero- 330. "Memoria de la'
pelucas o melenas que D-
sos tipos de pelucas, como las pelucas de campo, de Henrique Vazet Barbero de
nudos, ... mucho más cómodas de llevar. Todas estas Corps a hecho venir de
Paris en el discurso de d
pelucas se empolvaban.
año 1707".

Hasta aqui hemos visto las prendas y accesorios


que formaban el traje exterior masculino en el reina-
do de Felipe V. En cuanto a la ropa interior se incluía
en la partida que en Palacio se denomina "Ropa Blan-
ca", sección en la que encontramos la ropa de casa,
como manteles, toallas, etc. El vestido interior lo
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El traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

componían las almillas, camisas y calzoncillos. Estas


camisas, que las había de noche y de día eran muy
costosas pues se realizaban de finas telas y se adorna-
ban con ricos encajes, sobre todo las camisas de gala.
En este apartado habría que incluir la corbatas, tam-
bién de valiosos encajes, accesorio imprescindible en
la moda masculina y que tan gustosamente lucían, al
igual que los puños de las camisas. Numerosa ropa
blanca se trae de Bruselas, es impresionante la canti-
dad de encajes de diferentes dibujos y tamaños que se
importan, así como puntillas, telas finas y pañuelos^''. " Archivo General de Pala-
cio. Sección Felipe V. ieg.
Felipe V no sólo trajo la moda fi-ancesa, sino que 330. "Memoria de la ropa
blanca que ha venido de
también gusto de importar las ultimas novedades en
Bruselas para el Rey Nro.
cuanto a indumentaria y otras cosas de su país de Sr. la cual entro en poder
nacimiento. Vestir al Rey no era sencillo, para ello de D. Gaspar Hersan guar-
darropa de S.M. el día 5 de
sastres, mercaderes, joyeros, peluqueros, bordadores, septiembre de 1707 con
y un sin fin de personas trabajaban para conseguir la los precios de su costa.
mejor imagen de su monarca dentro de los gustos de
la época.
En París mercaderes de gran prestigio como
Bucher, Galpin, Gastelier, y otros muchos servirán
con sus géneros los pedidos del Guardarropa, al fi:en-
te del cual estaba D. Gaspar Hersan. En París tiene
también el monarca español un sastre Juan Castanet,
que con el título de sastre de la real Cámara "cortard
los vestidos que en aquella corte se mandaban hacer bor-
dados para el Real servicio, con señalamiento de 1.500
Reales de Vellón en cada año que se le pagaban por el
Guardarropa"^^. •'* Archivo General de Pala-
cio. Sección Felipe V. Ieg.
Tanto en Francia como en España se cuenta con 322.
una serie de mercaderes que surten todo lo necesario
para la confección de un vestido. Mercaderes de telas,
cintas, sombreros, plumas, medias, guantes etc. Lógi-
camente París como capital de la moda, tendrá las
últimas innovaciones en telas, y accesorios y será de
allí de donde se traigan los vestidos más costosos. En
el Archivo de Palacio se guarda una interesante
correspondencia entre el Sr. Casanave agente en París
y el jefe del Guardarropa, a través de la cual nos va
informando de las últimas telas, colores y otras cosas
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El traje francés en la corte de Felipe V Amalia Descalzo Lorenzo

de la moda. D. Martin de Casanave recibe cien


doblones de oro al año por "el trabajo y comisión de
la compra de géneros para el Real servicio"^'. De los " Archivo General de Pala-
mercaderes de Madrid, se sacan gran cantidad de cio. Sección Felipe V. Leg-
297.
mercancías pero "menudencias" como se les llama en
las cuentas del Guardarropa, o vestidos más sencillos
o los de campo que en su mayoría se realizaban con
los paños de Segovia.
La riqueza de los trajes y su elevado coste, llevó a
Felipe V a publicar en noviembre de 1723 una prag-
mática que establece una serie de prohibiciones sobre
los trajes. En esta pragmática se recopilaron las pu-
blicadas en los reinados anteriores y se añadieron
algunos nuevos artículos. Señalaremos aquellas prohi-
biciones que nos interesan, prohibe que "ninguna per-
sona, hombre , ni muger, de qualquiera grado, y cuali-
dad que sea, pueda vestir, ni traer en ningún género de
vestido, brocado, tela de oro, ni de plata ni seda, que
tenga fondo, ni mezcla de oro, ni plata, ni bordado, ni
puntas, ni pasamanos, ni galón ni cordón, ni pespunte,
ni botones, ni cintas de oro, ni de plata...." "Asimismo
prohibo poder traer ningún genero de puntas, ni encaxes
blancos, ni negros de seda, ni de ilos, ni de humo...ni
usarlos en vestidos" si no son fabricados en estos rey-
nos. Se permitirá el uso de telas de seda, pero con la
condición de que sean fabricadas en el reino o en pro-
vincias amigas^". Estas leyes fueron acompañadas del ^ "Pragmática sanción qu'
ejemplo de Rey y su Real familia como afirma D. sy Magestad manda obsC'
Gerónimo Uztariz, en la obra que escribió en el año var, sobre trages y otra*
cosas". Madrid, 1723.
de 1724, titulada "Teórica y práctica de comercio y
de marina"''. Es cierto, algún que otro traje tras la " SEMPERE Y GUARIMOS, ]•
Pragmática mandó hacerse el Rey, cumpliendo lo que Op. cit. pág. 156.
en ella mandaba^^, pero por poco tiempo. Rápido se " Archivo General de Pal»'
olvidaron la prohibiciones, y tanto el monarca como ció. Sección Felipe V. Leg'
sus subditos siguieron gastando cantidades impor- 355.
tantes en su vestimenta. Los envíos de París no se
frenaron tras la Pragmática y se siguieron haciendo
durante todo el siglo XVIII.
XILOGRAFÍA
POPULAR CATALANA
EN EL SIGLO XIX
Y LA COLECCIÓN DE
PLIEGOS DE CORDEL
DEL MUSEO NACIONAL
DE ANTROPOLOGÍA

Gloria Solache Vilela


Calcografía Nacional

RESUMEN

El presente estudio es el resultado de una primera


investigación en profundidad de la colección de plie-
gos de cordel del Museo Nacional de Antropología.
Partiendo de un estudio sistemático, analizando los
pliegos como soporte material, se ha creado un catá-
logo con un modelo de ficha que recoge a un tiempo
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

cualidades formales, editoriales y relativas a la estam-


pa. Así mismo, este catálogo sirve para profundizar en
el poco estudiado mundo de la imprenta catalana del
siglo XIX, ya que los pliegos han sido clasificados por
imprentas. Todo ello se ha completado con un texto
explicativo de la situación histórica en la que se publi-
có dicha colección, y en particular sobre el mundo
editorial. La calidad de la colección permite además
el análisis de la xilografía popular del momento,
encontrando en ella ejemplos de artistas grabadores
muy representativos de la época.

La colección de pliegos de cordel del Museo Na-


cional de Antropología está compuesta por ciento
cuarenta y ocho ejemplares, buena muestra de lo que
fueron las publicaciones populares en la Cataluña del
siglo XIX. Los pliegos de cordel constituyeron un
magnífico mecanismo de divulgación, una prueba
material de la existencia de una literatura popular
trasmitida oralmente y además fueron un mensaje
condensado servido a bajo precio y de fácil acceso
para el gran público. Se trataba de un producto fugaz,
de fácil adquisición, transporte y destrucción, sólo
comparable con la prensa periódica. La infravalora-
ción de la cultura popular explica la tardanza de estu-
dios sobre pliegos de cordel, a pesar de que existan
desde la invención de la imprenta. Los primeros tra-
bajos realizados son de mediados del siglo XX, y se
estudian desde un punto de vista literario.

En la convulsiva vida de la Cataluña del siglo XIX


los pliegos de cordel se difundían con gran éxito,
narraban acontecimientos históricos de interés social
y también peculiares historias de amores y leyendas
de gran acogida entre un público necesitado de algún
vehículo de evasión. Cataluña se debate entre el con-
flicto de la industrialización y la oposición entre la
ciudad y el campo, agravado todo ello con las con-
tinuas luchas políticas y las dramáticas epidemias.
Barcelona se convierte en el centro de la industria,
y en las ciudades surgen nuevos grupos sociales: la
burguesía industrial e intelectual y el proletariado.
Anales del Museo Nacional de Antropología

-^ xitografla popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

obrero y miserable. En el campo, los campesinos o


"pagesía" representan el núcleo de resistencia al pro-
greso y a las ideas contenidas en la Constitución de
1812. Atacan a los liberales, instigados por los núcle-
os absolutistas que recorren la montaña catalana pre-
dicando los antiguos valores tradicionales: "Dios,
patria y rey". Los pliegos de cordel nos ofrecen la
visión popular de todos estos acontecimientos. El
siguiente fragmento, tomado del pliego n° 8 del catá-
logo, narra la mala situación vivida en 1837 por los
campesinos de las localidades de Urgell y Segarra; el
poeta expone las tragedias entendiéndolas como cas-
tigo divino y glorificando la figura del monarca:

Aquixa part de Segara / y tot lo fohdo de Urgell


se ha passat molta miseria / tan sois ho saben lo gent;
molt carhen per las carreteras / de aubaits y morts de fam
altres se moren á casa / aixo si que son treballs.

Pensó que aixó es un castich / que deu del Cel ha enviar


de enviarme fam y guerra: / y enbiaro tot plegat;
procurem arrepentimos / posarnos ab bon estat
per anarné á la gloria / al devant de sa Majestat.

Los cambios continuos hacen necesario un medio


de difusión y propagación de ideas. Los poderes se
organizan a través de tertulias y ateneos, intensifican-
do la utilización de las publicaciones con fines propa-
gandísticos. Las imprentas adquieren gran relevancia
y las publicaciones de todo tipo aumentan su tirada.
La literatura popular se beneficia de la actividad de la
imprenta, siendo muy elevado en comparación con
los siglos anteriores el número de pliegos impresos
durante el XIX.

Este cúmulo de publicaciones empleadas como


arma por los poderes hace necesaria una legislación de
imprenta. En 1810 las Cortes de Cádiz inauguran la
libertad de imprenta que más tarde se recogerá en la
Constitución de 1812. Su duración es corta, ya que
con la llegada de Fernando VII al poder, se prohiben
mediante el decreto de 1815, todas las publicaciones
excepto la Gaceta y el Diario de Madrid y se ordena
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

confiscar todo lo publicado relativo a la Revolución


Francesa. Tras esta etapa de censura, hay un breve
periodo iniciado con la ley de 1820 en el que se recu-
peran las libertades, pero sólo volverán a la muerte del
monarca. Ante esta problemática se establece la nece-
sidad de controlar dichas libertades, se crea la figura
de un responsable de la publicación y se imponen cas-
tigos. Así, en el decreto de 1837, que amplía la ley de
1820, se establece la figura del editor como responsa-
ble al que pedir garantías, y se le obliga a contribuir
al Estado. En la ley de 10 de abril de 1844 se acentú-
an las medidas de control, el editor debe inscribirse
en el Registro Civil, poner en la fachada un letrero
con el título de la imprenta y consignar en el impre-
so el nombre y apellidos del impresor así como el
lugar y año de la impresión, y añade que el incumpli-
miento de estas normas sería castigado con multas
que llegaron a 50 ducados en 1856.

Los pliegos sueltos se ven afectados también por


estas batallas legislativas. En la ley de 12 de febrero de
1822, que completa la de 1820, se tiene en cuenta
por primera vez la estampa y se le atribuyen las mis-
mas reglas que a los impresos. A mediados de siglo la
importancia de la imagen aumenta; en 1844 se
implanta por real decreto la necesidad de autoriza-
ción por parte del jefe político, imponiendo como
castigo una multa y la pérdida de dibujos, estampas o
medallas. En 1852, el artículo 95 del real decreto dice
así: "Ningún dibujo, grabado, litografía, estampa,
medalla o emblema de cualquier clase o especie que
sea podrá publicarse, venderse ni exponerse al públi-
co sin la previa autorización del Gobernador Civil de
la provincia. Lo mismo sucederá respecto de las viñe-
tas que se hayan de estampar en el cuerpo de un
periódico o de otro impreso cualquiera". A finales de
siglo se llega a un periodo más liberal en el que aflo-
ran los mejores escritores políticos y literarios de toda
la centuria, gracias a la Ley de Policía de Imprenta
inspirada por Sagasta.
^
Anales del Museo Nacional de Antropología

U xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

LA SOGRA Y LA NORA
«
Ouadrü al viii (JUG pastan molls luarits.

P R I M E R A PART
.V;YI .1/nrírt. lleiichiita sijím ' ' linra Y ara veig que ve
que la K*yíP'' ' ' • iiel rap del carré:
'.11' :iiii:il. >' V * la viill espera,
íi casi ciilr.tr.i \n\ w.nw. la liiréin peUi...
l'roiupte '111 dirá niare i» veuraii (lUC carinyo.sa
y á n' 011 .l()se|i pare: que 'm parla. ;.Si es lan lierniosal
y t!s que laiul»i 'I iiuy, Marijnrida. ;lIola, seiiyora .María'.
qu' es lien bonicoy, ,'jue vé (le la Iluqueria?
Fig. 1 ím ttiigui l)ou gust, f'A fe que I' lie lien buscada,
Barcelona: Llorens. y aixis. es niolt jusí "pero en cap llocli 1' lie Inibada.
Xilografía de Josep (|ueli cslimeiu la ¡irümtísa, \ ' be coiiipral uns xicbs ile iiiolls,
y enlri á casa coin marquesa. rj*oscaiell y picapolls.
. Noguera III.
' ''^go de cordel n" 46:
I-a sogra y la ñora.
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La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

El pliego de cordel como soporte material de un


texto, nos sirve de ejemplo para estudiar las caracte-
rísticas físicas de las publicaciones en hojas sueltas de
la época. El pliego del siglo XIX es un papel tamaño
folio doblado por la mitad, o bien varias hojas dobla-
das, dependiendo de la extensión del texto. Suele ser
papel de poca calidad y de fabricación rápida: papel
continuo compuesto de fibras celulósicas obtenidas
de la madera, paja, esparto o caña y fabricado mecá-
nicamente. A partir del XIX su producción se gene-
raliza, aunque todavía podamos encontrar pliegos
impresos en papel verjurado. El papel verjurado está
fabricado de forma manual y en él se pueden obser-
var, al mirarlo por transparencia, una red reticular
formada por los corondeles y puntizones.
La impresión se realiza por las dos caras del papel
acoplando perfectamente los tipos móviles del texto,
el taco grabado y en algunos casos los adornos tipo-
gráficos. Estructuralmente los pliegos de cordel tie-
nen un esquema diferenciador: la estampa que ocupa
la mitad superior de la primera hoja y sirve de pre-
ámbulo al texto, la letra de dicho texto en dos colum-
nas y que se extiende a lo largo de las hojas destacan-
do tipográficamente al principio el título y el
enunciado, y al final se completa con las menciones
de responsabilidad.
La ilustración es el resultado de un grabado en
madera. En general en los pliegos del siglo XIX se uti-
liza la xilografía o grabado en madera a la testa, es
decir grabado en tacos cortados transversalmente a las
vetas del árbol. Se emplea la madera de boj, de gran
dureza y que permite mayor complejidad en la repre-
sentación, utilizando para grabar el buril. La xilogra-
fía fue introducida a finales del siglo XVIII por Tho-
mas Bewick quien observó que podía grabarse sobre
un taco de madera cortado a la testa usando el buril y
de esta manera se conseguía una imagen tan detalla-
da como la calcográfica. Esta técnica contrasta con la
manera de grabar hasta entonces en madera, la enta-
lladura o grabado en madera a la fibra. Se trata del
grabado en tacos cortados en sentido de las vetas del
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U xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

árbol, es una madera más blanda y que da como


resultado una imagen más tosca y con menos minu-
ciosidad en el detalle.
El empleo mayoritario de la xilografía durante el
XIX significó un cambio en las artes gráficas. En
Cataluña la xilografía alcanza un extraordinario flore-
cimiento en cantidad, y en la segunda mitad de siglo
también en calidad. Analizando las estampas recogi-
das en los pliegos de cordel del Museo Nacional de
Antropología, podemos obtener una visión amplia y
bastante detallada de la xilografía popular catalana del
siglo XIX. A principios de siglo hay un grupo de gra-
badores denominados arcaizantes por Francesc Font-
bona', que adoptan en su trabajo la estética del ' Fontbona (1992), pág.
XVIII, es decir, trazo grueso y estatismo en la imagen. 17-18.

Estas características si bien son debidas al empleo de


tacos a la fibra en el XVIII, en estos primeros artistas
de siglo puede deberse más bien a un gusto por aque-
lla estética, pues se conocen matrices grabadas a la
testa con ese trazo simple y tosco tan característico de
la fibra.
A la hora de catalogar este tipo de estampas arcai-
zantes nos encontramos con la dificultad de distinguir
si ha sido realizada a partir de un taco grabado a la
fibra o a la testa. Esto sólo se sabría examinando las
matrices y ante la imposibilidad de hacerlo, para evi-
tar anacronismos en la ficha catalográfica, empleare-
mos el término grabado en madera a la fibra para
todas aquellas estampas consideradas arcaizantes,
como aconseja el Diccionario del dibujo y la estampa^: ^ Blas Benito [coord.]
"A efectos de catalogación se recomienda el empleo de (1996), pág. 153.
entalladura en aquellas estampas obtenidas de tacos
grabados fechadas con anterioridad al siglo XIX, y la
expresión grabado en madera a la fibra para las de los
siglos XIX y XX".
Las estampas arcaizantes de la colección son de
artistas anónimos. Se observa que los pliegos a los
que pertenecen también siguen la estética del
XVIII, pues son fabricados con papel verjurado y
tipografía antigua. Entre los ejemplos existentes
destacan los que salen de la imprenta de Buenaven-
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

'••pi»g|

C O L L O Q U l DE QUATRE A P R E N E N T S :
un Texidor , un Forner , un Sastre , y un Sabaier.

C onfrares de la Alegría,
y Devots del bon humor
si estau un poch de patxorra,
se diu Bernat Pastanaga,
fa cara de gran bribó,
y , segons diu , se es fet Sastre
oliiu ;ili atenció, per no anar detrás del Bous.
que hos vuil referir un cuento Lo cuart es lo mes vergant,
alegre, gustos y iiou. si be apareix un musol,
Una tarde de estas festas ( que prou vegadas ais fets
passava jo desdel Born la cara no correspon )
per la bora del gran rech es de la plana de Vich
dret á la plasa deis porchs, batejat en 'l'orelló,
cuant viu sobre un pedris, es Aprenent Sabater,
deis que fan barana al pont bis diu Saldoni Clicot.
cuatre Canaris novells, Estavan los cuatre alli,
que estaban prenent lo Sol, dientse cuatre mil mots,
y que oassaven lo cant cuant jo reparan! la bulla
ab moka gala y primor. procurí acostarmehi prop,
Viu allí cuitre Aprenents, assentantme detras dells,
que formavan entre tots com qui no hi es per aixo.
la mes pícaia eiiatreta, En aquest lenips lo Forner
que se aja vist de Minyons. parlaiit ab lo Texidor,
Lo un se diu Climeni Borruga li deya : Ay desdixat!
es natural de Ripoll, No se com fores tan boix
es fill Ac un Pedrcnyaler, que prenguesses eix ofici,
y es Aprenent Texidor.
en que serás un pobrot,
Aitre que fa de Forner,
Fig. 2
un perdur, un mort de fam,
se anomena Blay Cendrós
Barcelona: Herederos de desconegut sense nom,
y es fill de una pobre Viuda
Juan Jolís. Grabado en pues lo mes , que pots pretendrer?
de la Vila de Riudoms.
madera a la fibra (4 tacos). es ser Mestre Texidor.
Pliego de cordel n" 70. Lo ters e.s fill de un Pagés,
Si lo Mestratge no alcansas,
Cobcjui de cjuatre apreneu. aue fou Baclle de.Puiff^ros.
si no looTüi: aniipiv nrArir.
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a xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

tura Corominas (pliegos n° 8 y 9) y de la Casa Pía


(pliegos n" 66-71, 73 y 76). Se sabe que ambos
establecimientos guardaban fondos antiguos de
bojes: la Casa Pía del legado dejado por Juan Jolís y
Buenaventura Corominas, aunque realizó algunos
de propia mano, la mayoría pertenecían al fondo de
los sucesores de Escuden
Simultáneamente con estos grabadores que se afe-
rran al siglo anterior, aparecen otros que asumen el
cambio estético de la xilografía. En los años 20 ya se
producen las primeras rupturas, además de consoli-
darse la xilografía como técnica idónea para grabar los
pequeños tacos de las aleluyas, también se emplea
como método eficaz para conseguir imágenes de gran
tamaño, gracias a la facilidad de unir varias matrices.
Otro cambio se produce en la temática; lo que hasta
entonces había sido esencialmente religioso, gracias a las
libertades promulgadas en el Trienio Constitucional,
se amplía a lo civil, social y político. La definitiva rup-
tura llega a finales de los años 30; en 1835 la quema
de conventos por la facción más extremista de la mili-
tancia liberal, y la consiguiente pérdida de numerosas
obras de arte medievales, traen como consecuencia el
nacimiento reivindicativo nacionalista y la añoranza
por el mundo medieval ahora perdido. Se inicia con
ello el periodo romántico, los grabadores que hasta
entonces eran considerados meros ilustradores popu-
lares, ascienden de categoría, solicitándoles para reali-
zar copias de monumentos, ilustrar obras literarias
cultas o revistas.

En la colección del Museo encontramos estam-


pas firmadas por artistas románticos como Miguel
Cabanach, Josep Noguera o Vicente Castelló. Las
primeras obras conocidas de Miguel Cabanach están
fechadas en 1837. Se trata de un artista típico del
Romanticismo, repitiendo en sus ilustraciones
temas del folklore hispánico, de enamorados o sobre
guerreros. Su obra más conocida fueron las ilustra-
ciones para El cantor de las hermosas (pliego n° 3),
en las que deja constancia de su gusto por temas
románticos y de su calidad como grabador. Su esti-
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La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solachc Vilela

Fig. 3 lo se diferencia fácilmente del de otro gran xilógra-


Texto: Barcelona: Narciso
Ramírez y Compañía,
fo, Josep Noguera III'. Si comparamos la estampa ' I-oritbona (1992), P^!^
1876. Xilografía de del pliego n° 80 de Cabanach y la del n° 34 firma- 76-77.
Miguel Cabanach,
da por Noguera, podemos observar formas distintas
pliego de cordel n" 80:
Canciones del Bnrherilla. de trabajar sobre un mismo tema: el hombre de la
Y xilografía de guitarra. Mientras el primero emplea un trazo fino,
Joscp Noguera III,
pliego de cordel n" 34:
suave y redondeado, Noguera tiene un trazo más
Colección de canciones grueso, aunque no por ello resulte arcaizante. Josep
andiüuzas.
Noguera III en este primer periodo romántico ini-
ciado en 1842, deja ver ya su dominio de la com-
posición y del equilibrio.
Barcelona en el Romanticismo no vivía todavía el
gran florecimiento de la xilografía que ya era realidad
en Madrid, pues se empleaban para las grandes pro-
ducciones editoriales mayoritariamente el metal y la
litografía. En este periodo, previo al gran momento

I
Anales del Museo Nacional de Antropología

-a xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solachc Vilela

de la xilografía ochocentista, ésta es utilizada princi-


palmente en publicaciones populares. Tal vez por ello
se explique que el pliego n° 29 tenga una estampa fir-
mada por Vicente Castelló, grabador conocido en el
mundo de las publicaciones cultas. Extraña encontrar
estampas de esta calidad en un pliego de cordel de
este momento.
El Romanticismo concluye con el Bienio Progre-
sista (1854-1856). Con Espartero en el poder se
genera un clima político más abierto y positivo,
dejando fuera de lugar las reivindicaciones naciona-
listas y el continuo recuerdo al mundo medieval. En
Barcelona se tiran las murallas medievales y llegan las
primeras noticias de la exposición de París de 1855 y
del éxito de aquel año, Courbet y el Realismo. Todo
ello hace que artísticamente Cataluña inicie el nuevo
estilo que acababa de florecer en Francia. En el arte
gráfico el género popular de mayor relevancia son los
romances, aunque todavía se representan imágenes
románticas sobre temas histórico-litcrarios, la gran
mayoría son de temática costumbrista o bien sobre la
vida política y social.

Noguera III vive en el Realismo su etapa de mayor


esplendor a lo largo de los años 60. Es muy solicita-
do, pues cada vez se piden artistas de mayor calidad
que sean capaces de ilustrar con la mayor veracidad
posible. Además de su trabajo grabando aleluyas,
gozos, libros religiosos y publicaciones periódicas,
también destaca como ilustrador de romances. En las
estampas, como las de los pliegos n° 35, 43 ó 46, se
puede observar la manera de grabar de este artista,
que interpreta la escena en forma periodística, casi a
modo de crónica, lo que le concedió gran éxito. Otros
autores realistas aparecen también en la colección del
Museo; es el caso del identificado como Joan Abadal
Casalius, que firma sus estampas como "Abadal" o
bien "J A'"*. Como apunté anteriormente existen •• El pliego n" 13 firmado
"A B", pienso no es de este
artistas considerados del Romanticismo tardío, entre
Abadal pues tiene un estilo
los que destaca también Manuel Ricord al que he caricaturesco más cerca de
atribuido varias estampas de la colección que apare- las ilustraciones de la pren-
sa periódica de principios
cen firmadas "R" (por ejemplo el pliego n" 87). del siglo XX.
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La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la coiccció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solachc Vilcla

^^^^^^H^^H^HIHBI''^

0AE1f A J St W J ? Í B M *C>i''fe'*S M
QI.TK KSCUUHK

IIM Cni RAÍ


UN oULUAuu H o u AIVIMII I L
Y CONTESTACIÓN
escritas ambas en DE
trovos Enuevos.
L L A Á :ÉL,

Apreciada prenda niiu: pero como saber quiero


hoy que no hay ejercicio, si alguna ve?, me ha engafiado,
meló la pluma ol tintero meto la pluma al tintero.
y estos renglones te.escribo. Sin sabor do ti no vivo,
De salud sigo muy hion, que el que está ausente está ínuerto
de amores cual cada dia; ó cuando menos cautivo;
por lo tanto desearía quiero probarte que es cierto
que «sí te hallases también, ;/ estos rewjloncs te escribo.
apreciada prtnda )/iía. Tengo el corazón mas negro
Fig. 4 Las fatigas del oficio (IU8 ol hoUin de chimenea;
Barcelona: Ramírez y ya no me cansan cual antes; haga Dios por mi salud
Compañía. Xilografía de
y así, cual cosa de vicio, que dentro poco te vea.
aprovecho estos instantes Ya sabes cuanto rae alegro
Manuel Ricord. hoy que no hay ejeixieio. cuando tus cartas recibo.
Pliego de cordel n" 87: En tu corazón sincero con memorias de mi saegro;
Carta amorosa de un vivo siempre conflado; pero ahora que lo oscrib»
soldado a su amante.
Anales del Museo Nacional de Antropolog/a

"3 xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colccció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Poco a poco la xilografía adquiere mayor prestigio,


los mejores grabadores son solicitados por las grandes
casas editoriales, que relegan a un segundo plano lo
popular ya que resulta más económico ilustrarlo con
los nuevos métodos técnicos como la cincografía. Las
publicaciones populares pierden calidad y además
baja su producción. Las imágenes que por ejemplo
Noguera III realiza en esta época son distintas a su
estilo habitual; se trata de imágenes más toscas dete-
niéndose lo mínimo en el detalle, como podemos
comprobar en el pliego n° 18 ó en el n° 33.

CATÁLOGO^ '' La primera catalogación


de la colección fue realiza-
da por M" Victoria Martín
El estudio sistemático se orienta a la labor impre- Jiménez, Teresa Robles
sora, clasificando el conjunto por imprentas, ordena- Bonel, Gloria Solache
Vilela y Mónica Valverde
das alfabéticamente, y dejando al final un apartado García, gracias al convenio
con el grupo de pliegos donde se omite esta men- firmado entre t'alcografía
ción. Se ha intentado clasificar además por orden Nacional y el Musco Na-
cional de Antropología.
cronológico, a pesar de la dificultad que ello conlle-
va en los pliegos en los que se omite el año. Este pro-
blema está motivado por los cambios en las costum-
bres impresoras y en la legislación''. Cuando en 1840 '• Marco (1977), p. 155-
se toma la costumbre de escribir el nombre del pro- 175.
pietario y en 1844 la legislación obliga al editor a
colocar su referencia en el pliego, nos encontraremos
con varias formas de propiedad y relación entre los
protagonistas: el autor, el propietario, el impresor, el
editor y el distribuidor, siendo muy complejo en
gran número de casos, atribuir con exactitud el papel
de cada uno de ellos. Por otro lado, debido a la cen-
sura dictada en las diferentes leyes promulgadas
durante el siglo, los impresores y editores firmaban
con nombres distintos a los que tenían en ese
momento, por ejemplo utilizando la denominación
que la imprenta tenía con anterioridad a la promul-
gación de la ley. Todo ello explica las dificultades
catalográficas, haciendo necesario un estudio en par-
ticular de cada pliego.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

La ficha catalográfica se ha dividido en dos apar-


tados diferenciados, en primer lugar lo referente al
texto, el papel y las menciones de responsabilidad, y
por otro lado la catalogación de la estampa. A conti-
nuación se detallan los distintos apartados:
- Número asignado para este catálogo.
- Título del pliego (que coincide con el del texto
literario), lugar de impresión, impresor y año.
- Transcripción de la letra, donde se detallan las
menciones de responsabilidad, los títulos y los
enunciados del texto, evitando de esta manera
transcribir todo el texto lo que haría demasiado
extensas las fichas.
- Tipo de papel, medidas, número de hojas que
forman el pliego, número de estampas y orla
tipográfica.
- Autor/es del texto y título de la composición/es.
- Menciones de distribución, edición, propiedad...
- Ilustración (donde se detallan las características
de la estampa): nombre del grabador, título (se
omite al coincidir en la mayoría de los casos con
el del pliego), técnica y medidas de la mancha.
- Número de registro.

Lista de abreviaturas empleadas:


ca.: circa.
Cont.: contenido.
D.: dibujante.
Dist.: distribuidor.
Ed.: editor,
h.: hojas.
II.: ilustración.
Prop.: propietario.
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EL ABANICO
(Ver Llorens [Casa])

BORRAS, Miguel
En la segunda mitad del siglo XIX trabaja en Barce-
lona para distintas editoriales, destacando la de Josep
Torras.

1 Maltas tragedias que pasan las casadas.


Barcelona: Miguel Borras, 1859.

CANSÓ NOVA Y DIVERTIDA / en la cual se


declaran las moltas tragedias / que pasan las casadas.
II ... II (Es propietat de Enrich Milá) / Barcelona
por José Torras. Imp. de S. Pedro á cargo de Miguel
Borras. = 1859.

Papel continuo. 210 x 158 mm. 2 h.: 1 estampa.


Ed.: Josep Torras, Barcelona.
Prop.: Enrique Milá.

II.: Xilografía (2 tacos), 95 x 132 mm.

R.42158.

2 Canción del Calesero. Trobos nuevos y divertidos.


Barcelona: Miguel Borras.

CANCIÓN / DEL / CALESERO. / / . . . / /


TROBOS NUEVOS / Y/ DIVERTIDOS. / / . . . / /
Es propiedad de HERMENEGILDO PRATS,
y se vende por mayor y menor en la Riba. /
BARCELONA.- Imprenta de M. Borras, calle del
Carmen, n° 60.

Papel continuo. 220 x 159 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: La Riba.
Prop.: Hermenegildo Prats.

II.: Xilografía, 47 x 79 mm.

R. 42071.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

BOSCH (Casa)
Antonio Bosch nació en 1818 en Tortellá. Inicia su
actividad en Barcelona en el taller del impresor Piferrer.
Tras instalarse por cuenta propia en distintos talleres,
como los de las calles Trentaclaus, Cera o el del Bou de
la Plaza Nueva, funda en 1859 con José Anselmo Clavé
la Imprenta Euterpe, que se clausuró poco después. En
1861 comienza su papel como editor, ayudado de otras
imprentas. Antonio Bosch muere en 1876 sucediéndo-
le distintos dueños, como Pedro Vidal o el regente de
la Imprenta Brusi, Antonio Millat. La actividad de la
Casa Bosch continúa hasta 1920 cuando los nuevos
propietarios deciden cerrar la tienda.

3 El cantor de las hermosas.


Barcelona: Antonio Bosch.

Núm. 13. // EL / CANTOR DE LAS HERMOSAS.


/ TROSAS DE AMOR DEDICADAS AL BELLO
SECSO POR UNOS / AFICIONADOS. //
CABANAC // 38. LA GATATUMBA. / / . . . / /
A. M. // 39. A UNA HERMOSA / EN SUS DÍAS.
II ...II]. A. C. II 40. EL CARNAVAL. / / . . . / /
J. A. C. // Barcelona: Imprenta de A. Bosch, calle de
la Cera n° 51.

Papel continuo. 228 x 163 mm. 2 h.: 1 estampa.


Cont.: A. M., "La Gatatumba". José Anselmo Clavé,
"A una hermosa en sus días" y "El carnaval".

II.: Miguel Cabanach (activo en Barcelona entre


1837 y 1853), xilografía, 97 x 128 mm.

R. 42060.

4 Modas que usan las señoras y menestralas del día.


Barcelona: Joaquín Bosch y Compañía, 1857.

ABADAL. // CANSO ALEGRE Y DIVERTIDA /


tocant las modas que usan las señoras y menes- /
traías del dia / / . . . / / SEGONA PART / / . . . / /
Anales del Museo Nacional de Antropología

-a xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

(Es propiedad de Gabriel Vigo.) / BARCELONA. /


Imp. de Joaquin Bosch y C".- Por José Torras, calle
de la Canuda, n° 27.- 1857.

Papel continuo. 227 x 162 mm. 2 h.: 1 estampa.


Ed.: Josep Torras, Barcelona.
Prop.: Gabriel Vigo.

II.: Joan Abadal Casalius (activo en Barcelona entre


1855 y 1873), xilografía, 97 x 135 mm.

R. 42108.

5 Lo Terunjaira. A mi cruel amor. Camarellas para


cantar en la noche de Natividad.
Barcelona: Euterpe (Antonio Bosch y José
Anselmo Clavé), 1859.

CANSÓ NOVA DIVERTIDA / EN CÁTALA, /


LO TERUNJAIRA. / / . . . / / JUSEP FERRER /
(Es propiedad de Juan Grau) // A MI CRUEL AMOR.
II ... II Camarellas para cantar en la noche de
Natividad. / / . . . / / Barcelona.- Imp. de EUTERPE,
de Antonio Bosch y J. A. Clavé, Ramalleras, 15. /
1859.

Papel continuo. 230 x 164 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Lo Tejunara".

II.: Xilografía, 88 x 95 mm.

R. 42167.

CAMIYARNAVAT

6 Nova relació que fa unjóve deis gastos y vanitats


d' las noyas il-lustradas.
Reus: Cami y Arnavat, 1852.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache VileU

Nova relació que fa un Jóve deis gastos y / vanitats


d' las Noyas il-lustradas. / (pot cantarse ab la tonada
deis letxuguinos.) / / . . . / / SEGONA PART. /
Contestado que fan las Noyas ais Jóvens. II ... II
S.M. / REUS: Imprenta y Llibrería de Cami y
Arnavat. = 1852.

Papel verjurado. 220 x 155 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Cami y Arnavat, Reus.
Cont.: S. M., "Nova relació que fa un jóve deis
gastos y vanitats d' las noyas ¡Mustradas".

II.: Xilografía (2 tacos), 70 x 87 mm.

R. 42156.

CASANOVAS

7 Travessuras del aprenent sabater.


Barcelona: D. Casanovas.

Num. 43 // ENTREMÉS / TRAVESSURAS /


DEL APRENENT SABATER II ... II St trovará
per vender en casa del Sucessor de Antón Bosch,
carrer del Bou de la Plassa Nova, núm. 1 S.-
Barcelona / Tip. D. Casanovas, Hospital, 87

Papel continuo. 222 x 161 mm. 4 h. (un pliego


doblado en 4): 1 estampa.
Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 84 x 123 mm.

R. 42134.

COROMINAS, Buenaventura
Desarrolla su actividad impresora, editorial y de gra-
bador en Lérida en la primera mitad de siglo. Como
editor de literatura popular se despreocupa por sus
productos, empleando grabados toscos y arcaizantes
que son tomados del fondo antiguo de la imprenta
Anales del Museo Nacional de Antropología
i xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

leridana de la Viuda e Hija de Escuder y otros de pro-


pia mano.

8 Copblas sobre las calamitatsy miserias en


Urgely Segara en 1837.
Lérida: Buenaventura Corominas.

COPBLAS NOVAS / SOBRE LAS CALAMITATS


Y MI- / serias experimentadas en Urgell / y Segarra,
En el any 1837. // ... // Lléyda: Per Bonaventura
Corominas.

Papel verjurado. 205 x 156 mm. 2h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra (3 tacos),


53 X 102 mm.

R. 42091.

9 Relación satírica y curiosa que pasa entre amas


y criadas.
Lérida: Buenaventura Corominas, 1852.

RELACIÓN S A T Í R I C A Y CURIOSA QUE /


declara con el mayor donaire los casos, lances y /
chistes, que pasan regularmente entre Amas y /
Criadas; Payes y Mayordomos, Cocheros y La- /
cayos: el modo con que las Sras. mugeres engan- /
chan á los hombres para casarse con ellos; y los /
grandes chascos, que suelen llevar muchos en / esto
del Matrimonio, con otras diversas / graciosas
particularidades, II ... II Huesca: casa de Agustín
Esperanza plaza de S. Pedro. / Reimpreso en Lérida:
Imprenta de Corominas. / Año 1852.

Papel continuo. 216 x 159 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Agustín Esperanza, Huesca.

II.: Grabado en madera a la fibra (2 tacos),


62 x 108 mm.

R. 47676.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

DOMENECH (Casa)

Trabaja para distintas editoriales en Barcelona en la


segunda mitad del siglo XIX.

10 Don Gregori del Pemil.


Barcelona: Leopoldo Domenech.

D. GREGORI DEL PERNIL / Ó SIA / LA ARRI-


BADA DE UN MORT Y LA FÚGIDA DE UN
VIU. / S A Í N E T E B I L I N G Ü E PER TRES PERSO-
NAS COMPOST PER / EDUARDO SALA // Es
propietat. / Se halla de venta en casa Antonio
Bosch, Bou de la Plaza Nueva, n° 13. / Imprenta de
Leopoldo Domenech, calle de Basea, núm. 30. // D.
GREGORI DEL PERNIL / O SL\ / LA ARRIBADA
DE UN MORT Y LA FÚGIDA DE UN VIU.

Papel continuo. 220 x 164 mm. 4 h.: 1 estampa.


Dist.: Antonio Bosch, Barcelona.
Cont.: Eduardo Sala, "Don Gregorio del Pernil".

II.: Xilografía, 98 x 140 mm.

R. 42139.

11 Didlogo entre Anjaleta y Paret.


Barcelona: Hijos de Leopoldo Domenech, 1869.

R. // DIÁLOGO / entre Anjaleta y Paret, voluntari


per n'á la Habana. II ... II (Es propiedad.) / Se halla
de venta en casa Antonio Bosch, Bou de la Plaza
Nueva, 13. / Imprenta de los hijos de Domenech,
calle de Basea, núm. 30.- 1869.

Papel continuo. 222 x 161 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Manuel Ricord (activo ca. 1855), xilografía,


95 X 139 mm.

R.42175.
Anales del Museo Nacional de Antropología

-a xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colccció de pliegos de cordel del M. N . A. Gloria Solache Vilela

12 Sermó en vers.
Barcelona: Hijos de Leopoldo Domenech.

SERMÓ EN VERS / PER ROBREÑO //


DIRIGINTSE LA PRIMERA PART, ENFER
VEURER LAS MODAS / y antiguitats pels vells,
sent lo mes chocan lo modo en que pinta lo que es /
lo joven del dia. La segunda part conté de las donas,
en que las vellas ab / sos trajos, modo de vestir y
caminar volen fer veurer que son joves. De /
las viudas que demostran un gran desespero y
sentiment per la mort de / son marit, y ja sois han
enterrats voldrian ser tornadas á casa. De las do- /
ñas casadas que gastan molt luxo ab lo vestir, y lo
seu marit sois guana / per lo limitat menjar,
finalment dona una descripció de la vanitat que
gas- / tan las fadrinas del molt exesiu modo de
tractar y vestir. II ... II St hallará en venta en
casa Antonio Bosch, Bou de la plaza Nueva, 13. /
Barelona [sic]. Imprenta de los hijos de Domenech,
calle en Basea, n° 30.

Papel continuo. 223 x 162 mm. 6h. (3 pliegos): 1


estampa.
Dist.: Antonio Bosch, Barcelona.
Cont.: Robreño, "Sermó en vers".

II.: Xilografía, 66 x 30 mm.

R. 42109.

ESPAÑOLA (Tipografía)
Trabaja para distintas editoriales en Barcelona en la
segunda mitad del siglo XIX.

13 Sermó de la mormurado.
Barcelona: Tipografía Española.

AB — 189.000 // SERMÓ / DE LA /
MORMURACIÓ / PER ROBREÑO // . . / /
Anales del Museo Nacional de Antropología
La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache VileU

Se ven en casa los sucessors de Antón Bosch, Bou de


la Plassa Nova, 13. / Barcelona: -Tip. Española,
Hospital, 87.

Papel continuo. 218 x 160 mm. 4 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.
Cont.: Robreño, "Sermó de la mormuració".

II.: A. B., xilografía, 75 x 115 mm.

R. 42192.

14 Una cita á las foscas.


Barcelona: Tipografía Española.

Núm. 25 // J.A. // UNA CITA A LAS FOSCAS /


Ó SIA / PER FONDO QUE'S FASSI 'L FOCH,
LO FUM SEMPRE RESPIRA // JUGUET
LÍRICH CÁTALA PERA TRES PERSONAS /
LLetra y música / DE FRANCISCO ALTAMIRA //
... //Se hallará de venta en casa el Sucesor de
Antonio Bosch, / Bou de la Plaza Nueva, 1 S.-
Barcelona. II ... I¡ Tip. Española, Hospital, 87.

Papel continuo. 220 x 160 mm. 4 h. (un pliego


doblado en 4): 1 estampa.
Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.
Cont.: Francisco Altamira (letra y música),
"Una cita á las foscas".

II.: Joan Abadal Casalius (activo en Barcelona entre


1855 y 1873), xilografía, 86 x 121 mm.

R. 42137.

15 Marina.
Barcelona: Tipografía Española.

Núm. 35. // MARINA II ...II "EL PORVENIR


DEL HOMBRE Y LA MUJER // según el mes en
Anales del Museo Nacional de Antropología

i xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

que han nacido, / con una breve indicación de sus


circustancias favorables ó adversas. II ... II St halla
de venta en casa de sucesor de Antonio Bosch,
Bou de la Plaza Nueva, 13. / Tipografía Española,
Hospital, 87- Barcelona.

Papel continuo. 218 x 161 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesor de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 95 x 130 mm.

R. 42061.

16 Las nous espantadoras. Barcelona: Tipografía


Española, 1877.

Num. 37. // ENTREMÉS. / LAS NOUS


ESPANTADORAS / Ó LA / TRETA DE DOS
ESTUDL\NTS. / / . . . / / (Es propiedad.) / Se halla
de venta en casa los sucesores de Antonio Bosch,
Bou de la Plaza Nueva, 13. / Barcelona.- Tipografía
Española, calle del Hospital, núm. 87.- 1877.

Papel continuo. 215 x 160 mm. 4 h. (un pliego


doblado en 4): 1 estampa.
Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 91 x 126 mm.

R.42122.

17 Coplas a Santjoseph. La nit de Pascua. A María.


Barcelona: Tipografía Española, 1879.

Num. 83. // COPLAS DEL GLORIOSO SANT


JOSEPH, / PERA CANTARSE EN
CAMARELLAS DE PASCUA. II ...II lANIT
DE PASCUA. // CAMARELLAS. // Salvador
Santjust // A MARÍA. II ... II Se hallará de venta en
casa los sucesores de Antonio Bosch, calle del Bou
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache VileU

de la Plaza Nueva, num. 13, tienda. / Barcelona.-


Tipografía Española, calle del Hospital, núm., 87,
bajos.- 1879.

Papel continuo. 210 x 155 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.
Cont.: Salvador Santjust, "La nit de Pascua".

II.: Grabado en madera a la fibra, 76 x 59 mm.

R. 42092.

18 Atiparse á costa agena ó estudiants que ixem de pena.


Barcelona: Tipografía Española

Núm. 38 // NOGUERA // ENTREMÉS. //


ATIPARSE Á COSTA AGENA / Ó /
ESTUDIANTS QUE IXEN DE PENA. / / . . . / /
Per lo sombista, A. A. y E. // Es proietat. / Se halla
de venta en la papelería del Sucesor de Antonio
Bosch, calle del Bou de la Plaza Nueva, 15 /
Barcelona.- Tipografía Española, Hospital, 87

Papel continuo. 220 x 163 mm. 4 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.
Cont.: A. A. y E., "Atiparse á costa agena ó
esdtudiants que ixem de pena".

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 86 x 131 mm.

R. 42130.

19 Campanas de Carrión. La trichina.


Barcelona: Tipografía Española.

VALS LA ZARZUELA / LAS / CAMPANAS DE


CARRION II ...II]. A. // LA TRICHINA /
POLKA II ... II Se halla de venta en casa los
sucesores de A. Bosch, Bou de la Plaza Nueva, 13. //
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Tipografía Española, Hospital, 87.- Barcelona

Papel continuo. 206 x 151 mm. 2 h.: 2 estampas.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 100 x 128 mm. Joan Abadal Casalius


(activo en Barcelona entre 1855 y 1873), xilografía,
9 0 X 122 m m .

R. 42063.

20 Bocaccio.
Barcelona: Tipografía Española, 1885.

BOCACCIO / VENTA DE / LIBROS //


CANCIONES DE LA ZARZUELA / TITULADA
/ BOCACCIO // SERENATA / / . . . / / MÚSICA //
... // MÚSICA / / . . . / / CANCIONES DE LOS
POLVOS II ... II St halla de venta en casa los
sucesores de Antonio Bosch, Bou de la plaza Nueva,
núm. 13. / Barcelona.- Tipografía Española, calle
del Hospital, núm. 87- 1885.

Papel continuo. 205 x 151 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 97 x 137 mm.

R. 42067.

ESTIVILL (Casa)
El fíindador, Ignacio Estivill, inicia su actividad a
finales del siglo XVIII; en 1780 poseía una librería, y
en 1799 ftie nombrado cónsul de oficio. A comienzos
del XIX, Ignacio Estivill i Cabot, hijo del fundador,
cuenta con librería e imprenta propias instaladas en la
calle de la Boira. En 1835 la imprenta se traslada al
convento de Santa Catalina y en 1851 a la calle del
Conde Asalto. En ese mismo año cede la librería a su
hijo político Juan Bastinos que la situará en la calle de
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

la Boquería. En la segunda mitad de siglo XIX la Casa


pierde su puesto preponderante en la literatura de
cordel.

21 El libro de Salamanca. Barcelona: Ignacio Estivill.

EL LIBRO DE SALAMANCA / en el cual Mengo


Rebasco de / Arcos estudiaba para conocer / á las
mugeres, y noticia de lo / que le sucedió con ellas. //
... // Barcelona: Imprenta de Ignacio Estivill, calle
de la Boria.

Papel verjurado. 218 x 152 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra (3 tacos),


51 X 109 mm.

R. 47679.

22 Canso nova de don Francisco y la Layeta.


Barcelona: Ignacio Estivill, 1826.

CANSO NOVA DE DON FRANCISCO Y LA /


LAYETA: MOLT ÚTIL PER LOS
CURRUTAQUETS DEL DÍA. / / . . . / / AB
LLICENCIA: / Barcelona: any 1826 En Estampa de
Ignasi Estivill se Vent en sa Llibreria Carrer de la
Boira.

Papel verjurado. 215 x 155 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Ignacio Estivill, Barcelona.

II.: Grabado en madera a la fibra (2 tacos),


89 x 120 mm.

R.42182.

23 Cansó nova de la historia de Mateu y la Tesona.


Barcelona: Ignacio Estivill, 1828.
Anales del Museo Nacional de Antropología
-a xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solaclie Vuela

CANSÓ NOVA / DE LA HISTORIA DE


MESTRE MATEU Y LA TRESONA. / Dedicar ais
solters y solteras. II ... II Barcelona: En la Estampa
de Ignasi Estivill, carrer de la Borla, any 1828.
Es propiedad del impresó.

Papel verjurado. 210 x 154 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop.: Ignacio Estivill, Barcelona.

II.: Grabado en madera a la fibra (3 tacos),


64 X 112 mm.

R. 42153.

24 Tonada de la Paula y eljordi. Tonada del Trípoli o


del Lairon.
Barcelona: Ignacio Estivill.

HA VINGUNT LO TEMPS DE LA
ILUSTRACIÓ. LO SOL RESPLANDENT DE
LA DESPREOCUPA- / CIÓ Y LA BRILLANT
LLUNA DEL MIRALL DELS DESENGANYS,
ACLARARÁN EN LO / SÚCESSIU TOT LO
PAÍS DE ESPANYA, Á PESAR DE TOTS LOS
APAGALLUMS. // CANSÓ NOVA / que s'pot
cantar per la tonada de la Paula y en Jordi, etc. //
En ella se tracta deis inespcrats trastorns que ha
experimentat en pochs / dias la facció de
Catalunya, majorment desde la desesperació del
Navar- / ros, y fuga de Mosen Tristany, alias lo
cap de Bou, etc. Se invectiva al so- / miat Carlos
quint, y ais inútils esforzos del rabiósfirarisme.//
... // CANSO PER LA TONADA EEL TRÍPOLI,
O DEL LAIRON. / / . . . / / Barcelona:
Imprenta de Ignacio Estivill.

Papel verjurado. 217 x 151 mm. 2h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra, 70 x 95 mm.

R. 42089.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

25 Cansó nova.
Barcelona: Ignacio Estivill, 1854.

CANSO NOVA. / Prendas apreciables de la Tuyas


Ripoll sirventa del mol content D. Xirinola
Panallons, titulat lo / gran buxacas // ... //
AB LLICENCIA: / Barcelona: En la Imprenta de
Ignasi Esdvill.- 1854.

Papel continuo. 222 x 161 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra (2 tacos),


100 X 117 mm.

R. 42181.

26 Novas camarellas.
Barcelona: Ignacio Estivill, 1854.

NOVAS CAMARELLAS, // compostas per cantar


en las vigilias de la // Pascua de Resurrecció. // ... //
(Es propietat). // Ara se ha dictat una cansoneta que
s'canta al ultim deis goits ó coplas de las / minyonas.
Se pot canta ó bailar al estil de ballet ó contra dansa,
adven / tint que si es contradansa hi falta la part de
vals. // ... // Barcelona: Imprenta de Ignaci Estivill,
ayn [sic] 1854.

Papel continuo. 220 x 159 mm. 2h.: 2 estampas.

II.: Xilografía, 105 x 131 mm. Xilografía,


43 X 40 mm.

R. 42094.

27 Lo llorito barcelonés.
Barcelona: Ignacio Estivill, 1854.

CAMPOS ELÍSEOS // LO LLORITO


BARCELONÉS. // Canso curiosa y divertida, en
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

que se troban alguns casos que sucedei- / xén entre


personas de varios oficios. = Composta en octabas, /
per púr divertimen de la juventut // ... // per C.F. /
Es propietat de Pau Casas. / Barcelona: Imprenta de
Ignasi Estivili any 1854.

Papel continuo. 217 x 160 mm. 2h.: 1 estampa.


Prop.: Pablo Casas, Barcelona.
Cont.: C. E, "Lo llorito barcelonés".

II.: Xilografía, 95 x 125 mm.

R. 42116.

EUTERPE
(Ver Bosch [Casa])

LA FLECA

28 Canciones de la jota valenciana.


Reus: La Fleca.

NUEVAS Y HERMOSAS CANCIONES / DE LA


JOTA VALENCIANA // Las más bonitas y variadas
que se conocen hoy día / por J.F. (a) Queri //...//
(ES PROPIEDAD DE JUAN GRAU) // DE MIS
JARDINES / / . . . / / REUS.- Véndese en la librería
"La Fleca" de Juan Grau, Calle de Aleus, número 1.
¡i ... IITip. La Fleca.

Papel continuo. 727 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: La Fleca ( ; Juan Grau, Reus.
Prop.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Canciones de
la jota valenciana".

II.: Xilografía (3 tacos), 77 x 126 mm.

R.42088.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

29 Conchita y Conrado. La canción del soldado.


Reus: La Fleca.
Bravo D° / Castello G // CONCHITA Y
CONRADO / AMERICANA // ...//Ln Canción
del Soldado II ... II REUS.- Véndese en la imprenta y
librería "La Fleca" de Juan Grau, calle Aleus, núm. 1.
[...]/Tip. "La Fleca".
Papel continuo. 222 x 163 mm. 2 h.: 1 estampa.
Dist.: La Fleca de Juan Grau, Reus.
II.: Vicente Castello (activo ca. 1845), xilografía,
117 X 142 mm.
D.: Bravo.
R.42128.

30 Testamenty enterro de una pussa.


Barcelona: La Fleca.

TESTAMENT Y ENTIERRO / DE UNA


PUSSA / ESPLICAT AB GRANS GATADAS
COM HU VEURÁ LO QUE / HULLEIGEIXI.
PER J. E (A) 0,11 ...II MONTESTAMENT //
... // ENTERRO... II ... II Es propietat de
Magatzems "La Fleca" — Imp. "La Fleca" /
REUS.- En la casa Magatzems "La Fleca", carrer
d'Aleus, número 1, [...]

Papel continuo. 222 x 161 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: La Fleca de Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Testament y
enterro de una pussa".
II.: Xilografía, 95 x 134 mm.

R. 42188.

FLOTATS, Antonio
31 El Rosinyol. Simples avecillas. La niña hermosa.
Barcelona: Publicidad de Antonio Flotats, 1858.
Anales del Museo Nacional de Antropología

^ xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

LAS TRES CANCIONES TITULADAS EL


ROSINYOL, SIMPLES / AVECILLAS Y LA
NIÑA HERMOSA. // EL ROSINYOL / / . . . / /
LAS SIMPLES AVECILLAS. / / . . . / / LA NIÑA
HERMOSA. II ... II Se hallará de venta en casa
Antonio Bosch, calle baja de S. Pedro, núm. 71. /
Barcelona, 1858.- Imp. de la Publicidad, de Antonio
Flotats, bajada de la Cárcel, núm. 6.

Papel continuo. 230 x 165 mm. 2 h.: 2 estampas.


Dist.: Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 92 x 102 mm. Xilografía (2 tacos),


76 X 83 mm.

R. 42169.

GENERES, José

32 Trobos nuevos y amorosos. Americana d coro.


Reus: José Generes, 1862.

TROBOS NUEVOS Y AMOROSOS / para


cantar los galanes á sus queridas damas,
aumentados / con una Americana á coro. II ... II
AMERICANA Á CORO. // Su autor J.E y
propiedad de Juan Grau. / REUS: Imp. de José
Generes. 1862.

Papel continuo. 225 x 160 mm. 2h.: 1 estampa.


Prop.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. E (á) Queri), "Trobos nuevos
y amorosos" y "Americana á coro".

II.: Xilografía (2 tacos), 82 x 93 mm.

R. 42120.

JOLÍS. Juan
(Ver Pía [Casa])
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

LLORENS (Casa)
Juan Llorens comenzó su actividad como librero;
entre 1850 y 1860 emplea los servicios de varias
imprentas para sus publicaciones, y a partir de 1861
aparecen los primeros trabajos de su propia imprenta.
Ejerce simultáneamente las labores de librero, im-
presor y editor. A partir de 1867, tras su muerte, le
suceden su hijo Antonio, la viuda de este, Cristina
Segura, y el sucesor de la misma Luis Reynaud. La
imprenta El Abanico concluirá la tarea editorial. A
final de siglo la Casa Llorens publica reproducciones
de romances y canciones populares antiguos.

33 L'estudent mágich ó l'dnima del senyó Libori,


primera part.
Barcelona: Llorens.

LESTUDIANT M A G I C H / ó / L ' A N I M A DEL


SENYÓ LIBORI. / PESSA EN UN ACTE. /
(Per cuatre personas.) / PRIMERA PART. //
BARCELONA: Imprenta Llorens, carrer de la
palma de Santa Catalina, 6. // LO ESTUDL\NT
MÁGICH / Ó SLA / L'ANIMA DEL SENYÓ
L I B O R I . / / . . . //

Papel continuo. 216 x 161 mm. 4 h.: 1 estampa.

II.: Xilografía, 8 1 x 1 3 1 mm.

R. 42131.

34 Colección de canciones andaluzas.


Barcelona: Llorens.

N. // COLECCIÓN DE CANCIONES
ANDALUZAS. // LA PEPILLA Ó DAME T U
PICO PALOMA. / / . . . / / EL TORO. / / . . . / / EL
CAPITÁN Á SU QUERIDA. / / . . . / / Barcelona:
Imp. de Llorens, Palma de Santa Catalina, 6.

Papel continuo. 210 x 153 mm. 2h.: 3 estampas.


Anales del Museo Nacional de Antropología

•^ xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

II.: Josep Noguera III (2° taco. Activo en Barcelona


entre 1840 y 1868), xilografía (2 tacos), 99 x 118
mm. Xilografía, 52 x 85 mm. Xilografía (2 tacos),
89 X 103 mm.

R. 42074.

35 El prisionero. El contrabandista. El volcán.


Barcelona: Llorens.

N. // LAS TRES CANCIONES. // EL


PRISIONERO, EL CONTRABANDISTA / Y
EL VOLCAN. / / . . . / / EL CONTRABANDISTA.
/ / . . . / / EL VOLCAN. / / . . . / / Barcelona: Imp. de
Llorens, Palma de Sta. Catalina, 6.

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2h.: 2 estampas.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 98 x 89 mm. Xilografía,
56 X 71 mm.

R.42079.

36 Canción del curro marinero, segunda parte.


Barcelona: Llorens.

CANCIÓN / DEL / CURRO MARINERO. /


SEGUNDA PARTE. / DESPEDIDA DE LOS
AMANTES. II ... II Barcelona: Imp. de Llorens,
Palma de Sta. Catalina, 6.

Papel continuo. 212 x 154 mm. 2 h.: 2 estampas.

II.: Xilografía, 90 x 125 mm. Xilografía,


35 X 40 mm.

R. 42082.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilel»

37 El pastor y la zagala.
Barcelona: Llorens.

NOGUERA // EL PASTOR Y LA ZAGALA. /


SEGUNDA PARTE. / / . . . / / CANCIONES
PUBLICADAS EN EL CANTOR DE LOS
AMORES. // ... // Barcelona: Imprenta de Llorens,
Plama de Sta. Catalina, 6.

Papel continuo. 221 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 96 x 130 mm.

R. 42085.

38 El pastor y la zagala. Canción del turco y su querida.


Barcelona: Llorens.

NOGUERA // HERMOSA CANCIÓN / DEL /


PASTOR Y LA ZAGALA, / seguida de la canción
del Turco y su querida / aumentada con el despido
de sus amores / / . . . / / CANCIÓN / DEL TURCO
Y SU QUERIDA, / aumentada con el despido de
sus amores. / / . . . / / DESPEDIDA DEL TURCO
A SU QUERIDA. / / . . . / / Barcelona: Imp. de
LLorens, Palma de Sta. Catalina, 6.

Papel continuo. 221 x 154 mm. 2 h.: 2 estampas.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 106 x 90 mm. Xilografía
(2 tacos), 87 x 103 mm.

R. 42086.

39 Despedida de un soldado á su querida.


Barcelona: Llorens.

N. // DESPEDIDA / DE UN SOLDADO Á SU
QUERIDA. / Va al fin una declaración de amor
Anales del Museo Nacional de Antropología

* xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

de un joven / á su adorada. / / . . . / / DÉCIMAS


GLOSADAS. / DECLARACIÓN DE AMOR DE
UN JOVEN A SU ADORADA. / / . . . / / Barcelona:
Imp. de Llorens, Palma de Sta. Catalina, 6.

Papel continuo. 219 x 162 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Josep Noguera III (1." taco. Activo en Barcelona


entre 1840 y 1868), xilografía (2 tacos), 90 x 105
mm.

R. 42096.

40 Lo estudiant mdgich, ó sia la ánima del senyor


Libori, segona pan.
Barcelona: Llorens.

SAYNETE NOU / INTITULAT / LO


ESTUDIANT MÁGICH, / Ó SIA / LA ÁNIMA
DEL SENYOR LIBORI. / Segona part. //
BARCELONA: Imprenta LLORENS, Palma de
Sta. Catarina [sic], 6. II ...II LO ESTUDIANT
MÁGICH.//...//

Papel continuo. 220 x 157 mm. 4 h.: 1 estampa y


orla tipográfica.

II.: Xilografía, 74 x 89 mm.

R. 42132.

41 El sabaté afortunat per una errada de imprenta.


Barcelona: Llorens.

J.A // EL SABATÉ AFORTUNAT / PER / UNA


ERRADA DE IMPRENTA. / Pieza bilingüe en un
acto. // BARCELONA: Imprenta de LLORENS,
Palma de Santa Catarina [sic], 6. // EL SABATÉ
AFORTUNAT / PER / UNA ERRADA DE
IMPRENTA. / PIEZA BILINGÜE EN UN
ACTO.// . . . / /
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vild»

Papel continuo. 220 x 161 mm. 4 h.: 1 estampa.

II.: Joan Abadal Casalius (activo en Barcelona entre


1855 y 1873), xilografía, 95 x 122 mm.

R. 42135.

42 El escobreriayer.
Barcelona: Llorens.

SAYNETE NOU DEL ESCOMBRERIAYER /


Ó SIA / LASE PERDUT / Y BUSCAT A
BRAMS. // BARCELONA: Imprenta
LLORENS, calle de la Palma de Sta Catalina, 6.
// SAYNETE NOU DEL ESCOMBRERIAYRE
/ Ó SIA / LASE PERDUT Y BUSCAT A
BRAMS.//...//

Papel continuo. 223 x 158 mm. 4 h.: 1 estampa.

IL: Xilografía, 95x118 mm.

R. 42144.

43 Cansó nova de la vida y costums deis pageos.


Barcelona: Llorens.

NOGUERA // CANSÓ NOVA / DE LA /


VIDA Y COSTUMS DELS PAGESOS / / . . . / /
Barcelona: Imprenta de LLORENS, Palma de Sta.
Catalina, n. 6.

Papel continuo. 219 x 158 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 98 x 135 mm.

R. 42111.
Anales del Museo Nacional de Antropología

-a xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

44 Cansó nova de la vida y costums deis pageos.


Cansó de la pastora.
Barcelona: Llorens.

NOGUERA // CANSÓ NOVA / DE LA /


VIDA Y COSTUMS DELS PEGESOS / / . . . / /
NOGUERA // CANSÓ DE LA PASTORA / / . . . / /
Barcelona: Imps. de Llorens, Palma de Santa
Catarina [sic], 6.

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2 h.: 2 estampas.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 95 x 135 mm y xilografía,
75 X 97 mm.

R. 42112.

45 El cantor de los amores.


Barcelona: Llorens.

EL / CANTOR DE LOS AMORES. /


COLECCIÓN DE CANCIONES DE AMOR,
DEDICADAS / A LAS HERMOSAS. // LA
ESTUDIANTINA. / / . . . / / UNA QUEJA. / / . . . / /
A LOS OJOS DE PEPIYA. / / . . . / / AMORES
DE ALFREDO Y ELVIRA. / AMOR Y
DESCONFIANZA. / / . . . / / Barcelona: Imprenta
de LLORENS, Palma de Sta. Catalina núm. 6.

Papel continuo. 225 x 164 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Xilografía, 98x110 mm.

R. 42100.

46 La sogra y la ñora.
Barcelona: Llorens.

NOGUERA // LA SOGRA Y LA NORA /


Quadro al viu que passan molts marits. //
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

SEGUNDA PART // Desenganis amarch de


Sogra y Nora qués reven sovint II ... II
Barcelona: Imprenta de Llorens, Palma de Sta.
Catarina [sic], 6

Papel continuo. 217 x 157 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 98 x 121 mm.

R. 42162.

47 Relació xistosa.
Barcelona: Llorens.

RELACIÓ XISTOSA / ó xasco que va dona una


guapa valenciana á set galans pretendents / que
volian conquistarla II ... II Barcelona: Imprenta
de Llorens, Palma de Sta. Catalina, 6.

Papel continuo. 222 x 162 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Xilografía (3 tacos), 76 x 130 mm.

R. 42174.

48 La flor de las canciones.


Barcelona: Juan Llorens.

NOGUERA. // LA FLOR DE LAS


CANCIONES. / (NÚM.3.) / Rosendo á su
amada Luisita.- Luisita á su rendido / amante.-
Lamentos de Anita. // ROSENDO A SU
AMADA LUISITA. / / . . . / / LUISITA Á SU
RENDIDO AMANTE. / / . . . / / LAMENTOS DE
ANITA. UN. II ... II Barcelona: Imprenta de
Juan Llorens, Palma de Sta. Catalina núm. 6.

Papel continuo. 219 x 160 mm. 2 h.: 2 estampas.


Anales del Museo Nacional de Antropología

-a xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 98 x 90 mm y xilografía,
49 X 70 mm.

R.42102.

49 Discurs de un vagamundo.
Barcelona: Juan Llorens, 1867.

NOGUERA // DISCURS DE UN
VAGAMUNDO / sobre la eleccióde estat.
Pondera los inconve- / nients del matrimoni y
resol quedarse / vagamundo. II ... II Barcelona:
Imprenta de Juan Llorens, Palma de Sta. Catalina.
n°6.- 1867.

Papel continuo. 220 x 162 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 90 x 126 mm.

R. 42150.

50 Trobos militares.
Barcelona: Juan Llorens, 1868.

TROVOS MILITARES. / DEDICADOS AL


EJÉRCITO ESPAÑOL. / / . . . / / Barcelona:
Imprenta de Juan Llorens, Palma de Sta. Catalina.
n° 6.- 1868.

Papel continuo. 220 x 157 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Xilografía (3 tacos), 62 x 112 mm.

R. 42097.

51 Las ligas de mi morena. La Flor de la canela.


Barcelona: Antonio Llorens.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colccció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

LAS LIGAS DE MI MORENA. // Graciosa


canción que tantos aplausos ha merecido de los /
aficionados. Acompañada de otra muy graciosa
titulada: / LA FLOR DE LA CANELA. / / . . . / /
LA FLOR DE LA CANELA //
CANCIÓN DEDICADA A UNA MORENA
SANDUNGUERA. / / . . . / / Barcelona: Imps. de
ANTONIO LLORENS, calle de la Palma de Sta.
Catalina, n° 6.

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2h.: 2 estampas.

II.: Xilografía (2 tacos), 83 x 91 mm. Xilografía,


77 X 46 mm.

R. 42073.

52 La Dama Casimira.
Barcelona: Cristina Segura, viuda de Antonio
Llorens.

NOGUERA // LA DAMA CASIMIRA //


REFLEXIONES / que hizo esta joven antes de
tomar matrimonio, y hallando incon- / veniente en
aceptar hombre de oficio, y no encontrando ma- /
rido que le gustase; prefirió ser monja que casarse //
... // Núm 14 // ... // Imps. de Cristina
Segura,Vda. de A. LLorens, Palma de Sta.
Catalina, 6.

Papel continuo. 220 x 164 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 83 x 102 mm.

R.47678.

53 Lapescatra Catalana. Lo cansoné de las barraquetas.


Una per lo poblé baix.
Barcelona: Cristina Segura, viuda de Antonio
Llorens.
Anales del Museo Nacional de Antropología

' xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Núm. 47 // LA PESCATERA CATALANA, /


LO CANSONÉ DE LAS BARRAQUETAS / Y /
UNA PER LO POBLÉ BAIX / / . . . / /
NOGUERA // LO CANSONÉ DE LAS
BARRAQUETAS / / . . . / / UNA PER LO POBLÉ
BAIX II ... II Barcelona.- Impresos de Cristina
Segura, Vda. de A. Llorens, Palma Sta. Catalina, 6.

Papel continuo. 220 x 157 mm. 2 h.: 2 estampas.

II.: Xilografía, 96 x 58 mm. Josep Noguera III


(activo en Barcelona entre 1840 y 1868), xilografía,
98 x 70 mm.

R.42117.

54 Lo cansoné de las harraquetas. La pescatra Catalana.


Una per lo poblé baix.
Barcelona: Llorens.

NOGUERA // EL CANSONÉ DE LAS


BARRAQUETAS / UNA PER LO POBLÉ BAIX. /
Y / . / / . . . // UNA PER LO POBLÉ BAIX. //... //
LA PESCATERA CATALANA. / / . . . / / Barcelona:
Imp. de LLORENS, Palma Sta. Catarina [sic], 6.

Papel continuo. 219 x 158 mm. 2 h.: 2 estampas.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 98 x 70 mm. Xilografía,
96 x 58 mm.

R.42118.

55 El divorsi den Saldoni y la Margarida, segona pan.


Barcelona: El Abanico.

SAYNETE EN VERS / TITULAT / DIVORSI /


DEN SALDONI Y LA MARGARIDA //
NOGUERA // SEGONA PART //
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilel»

BARCELONA / Imps. Hospital, 19


"EL ABANICO" // SAYNETE EN VERS /
TITULAT DIVORS / DEN SALDONI Y LA
MARGARIDA//...//

Papel continuo. 220 x 161 mm. 4h. (un pliego


doblado en 4): 1 estampa.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 74 x 92 mm.

R. 42141.

56 El dúo de la africana. Barcelona: El Abanico.

EL DÚO DE LA AFRICANA / JOTA / / . . . / /


WALZ INGLÉS / / . . . / / LÁZARO A DOLORES
II ... II Imps, Hospital, 19, "El Abanico"

Papel continuo. 218 x 160 mm. 2h.: 1 estampa.

II.: Xilografía, 102 x 115 mm.

R. 42064.

57 Novas camarellas y goigs de las butifarras.


Barcelona: El Abanico.

NOGUERA // NOVAS CAMARELLAS / Y /


GOIGS DE LA BUTIFARRAS / / . . . / / ALTRAS
CAMARELLAS / / . . . / / GOIGS DE LAS
BUTIFARRAS. / / . . . / / Imps. Hospital, 19
"El Abanico".

Papel continuo. 213 x 159 mm. 2h.: 1 estampa.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 81 x 125 mm.

R. 42110.
Anales del Museo Nacional de Antropología

' xilografía popular caralana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

58 Lo casament del Saldoniy la Margarida,


primera part.
Barcelona: El Abanico.

SAYNETE INTITULAT / LO CASAMENT /


DEN / SALDONI y la MARGARIDA //
NOGUERA // PRIMERA PART //
BARCELONA / Imps. Hospital, 19
"EL ABANICO" // SAYNETE INTITULAT /
LO / CASAMENT den SALDONI y la
MARGARIDA// ...//.

Papel continuo. 223 x 160 mm. 4 h.: 1 estampa.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 74 x 91 mm.

R. 42140.

59 Losfástichs.
Barcelona: El Abanico.

Núm. 21 // LOS FATICHS / DESESPERAT


FESTEIG / ENTRE UN FADRÍ Y UNA
DONZELLA /I ... ¡I Es propietat / Imp.
Hospital, 19 "El Abanico"

Papel continuo. 220 x 163 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Xilografía, 98 X 127 mm.

R. 42154.

60 La sogra y la ñora.
Barcelona: El Abanico.

Núm. 58 // NOGUERA // LA SOGRA Y LA


NORA / PRIMERA PART / Ilusions de bon
viure y projectes de felicitat ¡I ... II SEGONA
PART / desinganys de Sogra y Nora que 's
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vile'»

veuhen sovint II ... II Imps. de sucesor de Vda.


de A. Llorens, calle Hospital, 19 El Abanico -
Barcelona

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 98 x 121 mm.

R. 42161.

61 Gran historia de unpollí.


Barcelona: El Abanico.

GRAN HISTORIA DE LA POLLÍ / burro, ase,


bestia y animal; / y molt desgraciar per una perita
ilusió II ... II Imps. Hospital, 19. "El Abanico".

Papel continuo. 222 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Gran historia
de un pollí".

II.: Xilografía, 94 x 126 mm.

R. 42184.

62 Nuevo diálogo entre un oficial y una pastora


catalana.
Barcelona: El Abanico.

NUEVO DIÁLOGO / ENTRE UN OFICIAL


Y UNA PASTORA CATALANA / / . . . / / Imps.
Hospital, 19 "El Abanico".

Papel continuo. 221 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Xilografía (2 tacos), 89 x 98. mm.

R. 42200.
Anales del Museo Nacional de Antropología

*-* xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

MIRÓ, Cristóbal
Tuvo gran importancia en la segunda mitad del siglo
XIX en Barcelona.

63 El cantor de los amores. Americana.


Barcelona: Cristóbal Miró, ca. 1865.

NOGUERA // EL CANTOR DE LOS AMORES.


/ AMERICANA. II ...II]. Tarrés. // DESPEDIDA
AMOROSA. II ...II]. Tarrés. // AMERICANA.
II ... II N. N. // Se halla la música en la calle de S.
Rafael n° 8 / Barcelona Imprenta de Cristóbal Miró,
calle de Arrepentidas, n° 5.- 186(?).

Papel continuo. 227 x 163 mm. 2 h.: 1 estampa.


Cont.: J. Tarrés, "El cantor de los amores". N. N.,
"Americana".

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 124 x 124 mm.

R. 42129.

PENINSULAR
En la segunda mitad del XIX trabaja para distintas
editoriales.

64 Mazurka valenciana. LM frutera. ¡La mar!


Barcelona: Peninsular.

CABANACH // MAZURKA VALENCIANA. //


LA FRUTERA. II ... II ]LA MAR! / / . . . / / J.R. //
Se halla de venta en casa los Sucesores de Antonio
Boch, calle del Bou de la plaza Nueva, núm.l3. /
Barcelona. - Imprenta Peninsular, calle del Conde
del Asalto, num. 69.

Papel continuo. 225 x 161 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.
Cont.: J. R., "¡La mar!".
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilel»

II.: Miguel Cabanach (1." taco. Activo en


Barcelona entre 1837 y 1853), xilografía (2 tacos),
77 X 103 mm.

R. 42087.

65 Amores de Edmundo y Antonina. Las cadiras


de la rambla.
Barcelona: Peninsular, 1879.

Núm. 72. // AMORES DE EDMUNDO Y


ANTONINA / AMERICANA. H ...II LAS
CADIRAS DE LA RAMBLA. II ... II Se trobará
de venta en casa los sucesores de Antón Bosch,
Bou de la Plassa Nova, 13. / Barcelona.-
Imprenta Peninsular, Copons, 7.- 1879.

Papel continuo. 222 x 162 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 85 x 109 mm.

R.42125.

PLA (Casa)
Juan Jolís comienza su actividad en la segunda mitad
del siglo XVIII. Tras su muerte el negocio pasó a
manos de sus hermanas que tomaron los servicios del
administrador Bernardo Pía. Al fallecer éstas, se
subastó todo públicamente y lo adquirió Bernardo
Pía, quien más tarde sería sucedido por su viuda
Tecla, en la calle Cotoners. A ella le sucedió su admi-
nistrador Vicente Verdaguer, apareciendo en los
impresos como "Herederos de la Viuda Pía". En 1853
cambia la dirección a la calle de la Princesa.

66 Discursos de una doncella.


Barcelona: Herederos de Juan Jolís.

DISCURS DE — UNA DONZELLA / per elecció


de estat; — los inconvenients / que troba en ser /
Anales del Museo Nacional de Antropología
^ xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Monja, en que- / darse Minyona, — y en ser Casada,


/ y resol — casarse. II ... II Barcelona: Per los
Hereus de JOAN JOLIS / al carrer deis Cotoners.

Papel verjurado. 190 x 148 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra, 57 x 36 mm.

R. 42151.

67 Trampas de las donas ab sos marits.


Barcelona: Herederos de Juan Jolís.

TRAMPAS DE LAS DONAS / ab sos Marits. //


... // Barcelona: Per los Hereus de Joan Jolis ais
Cotoners.

Papel verjurado. 190 x 148 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra (2 tacos),


52 X 102 mm.

R. 42157.

68 Colloqui entre un enamorar lacayo y una hermosa


cuynera. Barcelona: Herederos de Juan Jolís.

GUSTOS COLLOQUI, / ENTRE UN


ENAMORAT LACAYO, Y UNA HERMOSA
CUYNERA / en que, después de alguns requiebros,
refereix ella sos treballs, / y las raresas de una
Mestresa. / DEL LACAYO Y CUYNERA. / / . . . / /
Barcelona: En la Imprenta deis Hereus de Joan Jolis,
ais Cotoners.

Papel verjurado. 223 x 157 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra (2 tacos),


53 X 82 mm.

R. 42176.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vil*

69 Romance famoso que hizo unforsado.


Barcelona: Herederos de Juan Jolís.

ROMANCE FAMOSO / QUE HIZO UN


FORSADO / LLAMADO FRANCISCO
MARCOS, VEZINO DE LA MUY / Ilustre
Ciudad de Barcelona, al despedirse, nombrando /
las particularidades de ella. // ... // Barcelona:
En la Imprenta de los Herederos de Juan Jolis.

Papel verjurado. 217 x 155 mm. 2h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra (2 tacos),


46 X 121 mm.

R.42098.

70 Coloqui de quatre aprenents.


Barcelona: Herederos de Juan Jolís.

COLOQUI DE QUATRE APRENENTS : / un


Texidor, un Forner, un Sastre, y un Sabater // ... //
Bacelona: En la Estampa deis Hereus de Juan Jolis,
ais Cotoners.

Papel verjurado. 217 x 153 mm. 2h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra (4 tacos),


52 X 122 mm.

R.42114.

71 Nuevo y curioso romance.


Barcelona: Herederos de la Viuda de Bernardo Pía.

NUEVO, Y CURIOSO ROMANCE, DEL


MODO DE VIVIR / de los pobres Estudiantes,
que estudian en Valencia. II ... II Barcelona:
En la Imprenta de los Herederos de la Viuda Pía, /
calle de Cotoners.
Anales del Museo Nacional de Antropología

*-* xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Papel continuo. 220 x 157 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra (2 tacos),


45 X 95 mm.

R. 42069.

72 Lo magich de pega.
Barcelona: Herederos de la Viuda de Bernardo
Pía, 1878.

LO MAGICH DE PEGA. / / . . . / / (Es propiedad) /


Barcelona: Imp. de los H. de la V. Pía, calle de la
Princesa, 8.- 1878.

Papel continuo. 223 x 159 mm. 4 h. (un pliego


doblado en 4): 1 estampa.

II.: Xilografía, 92 x 127 mm.

R. 42136.

73 Discursos de un vagamundo sobre la elecció de estat.


Barcelona: Herederos de la Viuda de Bernardo Pía.

DISCUR-, — SOS DE UN / VAGA- —


MUNDO / SOBRE LA ELEC- — CIÓ DE
ESTAT. / Toca las penalitats — del estat
ecclesiaásticht; / pondera los in convenients
del / matrimoni, y — resol quedar- / se vaga
mundo. II ... II Barcelona: En la estampa deis
Hereus de la Viuda Pía, carrer deis Cotoners.

Papel continuo. 220 x 157 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra, 51 x 32 mm.

R. 42149.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vik'»

74 Conversado de las sis criadas.


Herederos de la Viuda de Bernardo Pía.

MODAS / NOGUERA // CONVERSACIÓ /


EN QUE SIS CRIADAS / TREYAN A VENAL
LA CONDICIÓ DE SAS MESTRESAS / / . . . / /
Barcelona: Estampa deis Hereus de la V. de Pía,
carrer de la Princesa.

Papel continuo. 219 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 91 x 137 mm.

R. 42179.

75 Conversado de las sis criadas, segona part.


Barcelona: Herederos de la Viuda de Bernardo Pía.

LAS QUEIXAS DE LAS MESTRESSAS. /


SEGONA PART / DE LA CONVERSACIÓ DE
LAS SIS CIUADAS. / / . . . / / Barcelona: Estampa
deis Hereus de la V. Pía, carrer de la Princesa.

Papel continuo. 222 x 167 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Xilografía (3 tacos), 87 x 141 mm.

R. 42180.

76 Nou y curios romans deljument.


Barcelona: Herederos de la Viuda de Bernardo Pía.

AEIOU // NOU Y CURIOS ROMANS / DE


LAS GRANS VIRTUTS Y MOLTAS
EXCELEN- / CL\S DEL HUMIL, SENCILL Y
DESPRECIAT JUMENT, / Compost per lo
expert Ennesel Laño eruditissim escudrinyador /
deis secrets mes naturals y Manescal Major de la
dilatadissima / y populosa Provincia de Asiniría
Anales del Museo Nacional de Antropología

'^ xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

y sos Contorns. II ... II Barcelona: En la Estampa


deis Hereus de la Viuda Pía, ais Cotoners.

Papel verjurado. 213 x 155 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra, 46 x 72 mm.

R.42183.

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(Ver Flotats, Antonio)

RAMÍREZ Y COMPAÑÍA
En la segunda mitad del siglo XIX trabajan en Barce-
lona para distintas editoriales.

77 El Can-Can.
Barcelona: Narciso Ramírez y Compañía, 1869.

R // EL CAN-CAN, / ó siguia / LOS


ESTUDL\NTS DE BARCELONA. / CANSÓ
POPULAR / á imitació de la que 'n Fransa se
coneix / PER / LES ETUDIANTS DE PARÍS. //
... //Es propietat. Se trobará de venta en casa de
Antón Bosch, carrer del Bou de la Plaza Nova,
n° 13, tenda / Barcelona.- Imp. de Ramírez y C ,
Passatje de Escudillers, núm. 4.- 1869.

Papel continuo. 218 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Manuel Ricord (activo ca. 1855), xilografía,


101 X 100 mm.

R. 42123.

78 La febre groga.
Barcelona: Ramírez y Compañía, 1870.
AnaJes del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vild»

LA FEBRE GROGA. // CANSÓ NOVA, / en la


cual se esplican las tragedias, apuros y tribulacions
que han passat / los Barcelonins que fugiren de la
Ciutat per Ilibrarse de tal mal. / / . . . / / Se trovará de
venta en casa Antón Bosch, carrer del Bou de la
Plassa Nova, n° 13. / Imprempta [sic] de Ramírez y
Comp.', Passatje de Escullers, núm. 4.- 1870.

Papel continuo. 223 x 165 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 106 x 132 mm.

R. 42090.

79 El Marino Español. El Pirata.


Barcelona: Ramírez y Compañía, 1871.

LAS DOS CANCIONES EL MARINO


ESPAÑOL Y EL PIRATA. // EL MARINO
ESPAÑOL. / / . . . / / EL PIRATA. II ... II St halla
de venta en casa Antonio Bosch, calle del Bou de la
plaza Nueva, n° 13. / Barcelona. Imp. de Ramírez y
Compañía, Pasaje de Escudillers, núm 4.- 1871.

Papel continuo. 219 x 147 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 102 x 135 mm.

R. 42070.

80 Canciones del Barberilío. La Americana deis set


pecats capitals.
Barcelona: Narciso Ramírez y Compañía, 1876.

Núm. 71. // CABANAC // CANCIONES DEL


BARBERILLO. // SEGUNDA PARTE. / / . . . / /
AMERICANA DELS SET PECATS CAPITALS.
II ... II (Es propiedad.) / Se hallará de venta en casa
Anales del Museo Nacional de Antropología

^ xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

los sucesores de Antonio Bosch, Bou de la Plaza


Nueva, núm. 13. / Barcelona.- Imp. de Narciso
Ramirez y Comp.*, pasaje de Escudillers, núm. 4.-
1876.

Papel continuo. 221 x 161 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Miguel Cabanach (2° taco. Activo en Barcelona


entre 1837 y 1853), xilografía (2 tacos),
89 X 101 m m .

R. 42083.

81 Americana coreada. Marcha fusilera.


Barcelona: Narciso Ramírez y Compañía, 1876.

Núm. 61. // AMERICANA COREADA. /


SEGUNDA PARTE DEL MILITAR. / / . . . / /
La música se halla de venta en casa José Torras,
calle de las frexuras, núm. 25. // MARCHA
FUSILERA. / O SEA / EL AMOR DEL
SOLDADO. II ...II]. E // Aprobado por la
Autoridad — (Es propiedad.) / Se halla de venta
en casa los sucesores de Antonio Bosch, calle del
Bou de la Plaza Nueva, núm. 13. / Barcelona.-
Imp. de Narciso Ramirez y Comp.", pasaje de
Escudillers, núm. 4.- 1876.

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.
Dist. música: Josep Torras, Barcelona.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Marcha
fusilera".

II.: Xilografía, 80 x 120 mm.

R. 42126.

82 Cansons del naixament del Senyor.


Barcelona: Narciso Ramírez y Compañía, 1876.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vile'»

Núm, 1° // GLORIA IN EXCELIS DEO //


CANSONS / DEL / NAIXAMENT DEL
SENYOR / PER CANTARSE EN EL PESEBRE.
II ... II Barcelona.- 1876. / Se trabará de venta en
casa de los Sucesors de Antonio Bosch, carrer del
Bou de la Plassa Nova, núm. 13. / Imp. de Narcís
Ramírez y C.*, passatje de Escudellers, núm. 4.

Papel continuo. 221 x 157 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 78 x 123 mm.

R. 42093.

83 Lo aprenent ganeja y la mestresa fasteja.


Barcelona: Narciso Ramírez y Compañía, 1877.

Num. 15 // SAÍNETE NOU / TITULAT / LO


APRENENT GANEJA Y LA MESTRESA
FASTEJA. / / . . . / / (Es propiedad) / Se hallará de
venta en casa de los sucesores de Antonio Bosch,
calle del Bou de la Plaza Nueva, núm. 13, tienda. /
Barcelona .- Imp. de Narciso Ramírez y Comp.',
passeje de Escudillers, núm. 4.- 1877

Papel continuo. 221 x 159 mm. 4 h. (un pliego


doblado en 4): 1 estampa y orla tipográfica.
Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 75 x 90 mm.

R. 42133.

84 La ¡luna en un cova. La confianza.


Barcelona: Narciso Ramírez y Compañía, 1877.

Núm. 84 // LA LLUVA EN UN COVA. / / . . . / /


LA CONFIANZA II ... II St hallará de venta en
casa los sucesores de Antonio Bosch, calle del Bou
Anales del Museo Nacional de Antropología

^ xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colccció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

de la Plaza Nueva, núm. 13, tienda. / Barcelona.-


Imp. de Narciso Ramírez y Comp.", pasaje de
Escudillers, núm. 4.- 1877.

Papel continuo. 210 x 150 mm. 2 h.: 1 estampa y


orla tipográfica.
Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía (3 tacos), 108 x 122 mm.

R. 42196.

85 Las tres canciones nuevas: el contrabandista,


el presidiario triste y solo y el nuevo volcán.
Barcelona: Narciso Ramírez y Compañía, 1877.

Núm. 70 // LAS TRES CANCIONES NUEVAS:


// EL Contrabandista, el Presidiario triste y solo /
y el nuevo Volcán. // EL CONTRABANDISTA. //
... // EL PRESIDIERIO TRISTE Y SOLO.
/ / . . . / / EL VOLCAN. / / . . . / / Se hallará en venta
en Casa de los sucesores de Antonio Bosch,
calle del Bou de la Plaza Nueva, num. 13, tienda. /
Barcelona.- Imp. de Narciso Ramírez y C.*,
Pasaje de Escudillers, núm. 4.- 1877

Papel continuo. 220 x 157 mm. 2 h.: 2 estampas.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 56 x 71 mm. Xilografía, 98 x 87 mm.

R.42080.

86 Tango de la risa. Despedida del amor. Bailemos.


Cantares.
Barcelona: Narciso Ramírez y Compañía, 1877.

TANGO DE LA RISA / / . . . / / DESPEDIDA DEL


AMOR / / . . . / / ¡BAILEMOS! / / . . . / / CANTARES.
/ / . . . / / Se hallará de venta en cas los sucesores de
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilel»

Antonio Bosch, calle del Bou de la Plaza Nueva,


núm. 13. tienda. / Barcelona.- Imp. de Narciso
Ramírez y Comp.", pasaje de Escudillers, núm. 4.
1877.

Papel continuo. 222 x 161 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 90 X 131 mm.

R. 42081.

87 Carta amorosa de un soldado y su amante.


Barcelona: Ramírez y Compañía.

R. // CARTA AMOROSA / QUE ESCRIBE /


UN SOLDADO A SU AMANTE / Y
CONTESTACIÓN DE ELLA A ÉL / escritas
ambas en trovos nuevos, II ... II K. II
CONTESTACIÓN / DE LA AMANTE AL
SOLDADO, II ... II Véndese en casa Antonio
Bosch, calle del Bou de la Plaza Nueva, 12. /
Imp. de Ramírez y C."

Papel continuo. 208 x 153 mm. 2 h.: 2 estampas.


Dist.: Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Manuel Ricord (activo ca. 1855), xilografía,


92 x 95 mm y xilografía, 95 x 92 mm.

R.42095.

88 La vida del soldat. Americana.


Barcelona: Narciso Ramírez y Compañía, 1877.

Núm. 79. // LA VIDA DEL SOLDAT /


DESGRACIAS, VICISITUTS, AMORS Y
VENTURAS SEVAS. / / . . . / / AMERICANA /
A LA HIJA DE SU PAPAII ...II]. C. // Se hallará
de venta en casa los sucesores Antonio Bosch, calle
Anales del Museo Nacional de Antropología

^ xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

del Bou de la Plaza Nueva, num. 13, tienda. /


Barcelona.- Imp. de Naciso Ramírez y Comp.'
Pasaje de Escudillers, núm. 4.- 1877.

Papel continuo. 224 x 163 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.
Cont.: J. C , "Americana".

II.: Xilografía, 85 x 124 mm.

R. 42115.

89 Pepito y Juanita. Las robinsonas.


Barcelona: Narciso Ramírez y Compañía.

PEPITO Y JUANITA. / AMERICANA Á DÚO


II ...IIIAS ROBINSONAS. / / . . . / /
(Es propiedad.) / Véndese en casa Antonio Bosch,
calle del Bou de la Plaza Nueva, n° 13, Barcelona. /
Imprenta de Narciso Ramirez y Compañía, pasaje
de Escudillers, núm. 4.

Papel continuo. 227 x 165 mm. 2 h.: 2 estampas.


Dist.: Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 98 x 70 mm. Xilografía (2 tacos),


60 X 58 mm.

R. 42127.

ROCA, Luis

90 Relació nova y molt curiosa de la vida deis pastors.


Mantesa: Luis Roca.

RELACIÓ NOVA / Y MOLT CURIOSA / DE


LA VIDA DELS PASTORS, / EN QUE SE
MANIFESTAN LOS TREBALLS Y GRANS
COMBATS / que teñen quant los ix lo Llop, y lo
molt alegre y divertida que es llur vida // ... //
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vild»

PER CONCLUSIÓ / se refereix una fáula de un


Pastor y sas Ovellas. / / . . . / / MANRESA:
Imprenta y Litografía de LLUIS ROCA,
S. Miquel, 15.

Papel continuo. 222 x 159 mm. 4 h. (un pliego


doblado en 4): 1 estampa.

II.: Xilografía, 79 x 119 mm.

R. 42113.

91 Vida y trevalls de un desgraciat caball.


Manresa: Luis Roca.

VIDA Y TREVALLS / DE UN DESGRACL\T


CABALL. / / . . . / / PER CONCLUSIÓ DE LA
VIDA DEL CABALL / se posan las dos seguens
Paules. II ... II Manresa: Imprenta y Litografía de
Lluis Roca, S. Miquel, 15. Modelo n° 15.

Papel continuo. 221 x 160 mm. 4 h. (un pliego


doblado en 4): 1 estampa.

II.: Xilografía, 74 X 101 mm.

R. 42186.

ROCA, Narciso

92 Juguét en cátala.
Reus: Narciso Roca, 1864.

JUGUÉT EN CÁTALA / ENTRE / RUSQUILLA


Y PATARRONI. // Escrit per J.R (a) Queri / / . . . / /
propietat de Juan Grau. / REUS: Imp. y Ilibrería de
Narcis Roca.- 1864.

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Narciso Roca, Reus.
Prop.: Juan Grau, Reus.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Juguét en


cátala".

II.: Xilografía (2 tacos), 83 x 112 mm.

R. 42163.

93 Trobos de amor catalans.


Reus: Narciso Roca, 1866.

TROBOS DE AMOR, CATALANS / PER


CANTARÁ LAS NOYAS LOS FADRINS QUE
LAS ESTIMAN. II ... II (Es propietat de Joan
Grau) / En casa Joan Grau [...] / REUS: IMP. y
LIB. DE NARCIS ROCA.- 1866.

Papel continuo. 223 x 159 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Juan Grau, Reus.

II.: Xilografía (3 tacos), 74 x 110 mm.

R. 42177.

SÁNCHEZ, E

94 Casamen den Peret y la Traseta.


Barcelona: F. Sánchez, 1861.

CASAMEN DEN PERET Y LA TRASETA /


y relació deis trastos que tenian peí parament de
casa lo dia de nubis y la donació / ques varen fé á
casa al Notari. II ... II (Es propietat de Enrich
Milá.) / Barcelona.- Imp.de F. Sánchez. Per Juseph
Torras, Canuda, 27.- 1861.

Papel continuo. 209 x 153 mm. 2 h.: 1 estampa.


Ed.: Josep Torras, Barcelona.
Prop.: Enrique Milá.

II.: Xilografía, 94x124 mm.

R. 42142.
Anales del Museo Nacional de Antropología

-a xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colccció de pliegos de cordel del M. N . A. Gloria Solache Vilela

12 Sermó en vers.
Barcelona: Hijos de Leopoldo Domenech.

SERMÓ EN VERS / PER ROBREÑO //


DIRIGINTSE LA PRIMERA PART, ENFER
VEURER LAS MODAS / y antiguitats pels vells,
sent lo mes chocan lo modo en que pinta lo que es /
lo joven del dia. La segunda part conté de las donas,
en que las vellas ab / sos trajos, modo de vestir y
caminar volen fer veurer que son joves. De /
las viudas que demostran un gran desespero y
sentiment per la mort de / son marit, y ja sois han
enterrats voldrian ser tornadas á casa. De las do- /
ñas casadas que gastan molt luxo ab lo vestir, y lo
seu marit sois guana / per lo limitat menjar,
finalment dona una descripció de la vanitat que
gas- / tan las fadrinas del molt exesiu modo de
tractar y vestir. II ... II St hallará en venta en
casa Antonio Bosch, Bou de la plaza Nueva, 13. /
Barelona [sic]. Imprenta de los hijos de Domenech,
calle en Basea, n° 30.

Papel continuo. 223 x 162 mm. 6h. (3 pliegos): 1


estampa.
Dist.: Antonio Bosch, Barcelona.
Cont.: Robreño, "Sermó en vers".

II.: Xilografía, 66 x 30 mm.

R. 42109.

ESPAÑOLA (Tipografía)
Trabaja para distintas editoriales en Barcelona en la
segunda mitad del siglo XIX.

13 Sermó de la mormurado.
Barcelona: Tipografía Española.

AB — 189.000 // SERMÓ / DE LA /
MORMURACIÓ / PER ROBREÑO // . . / /
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

DOMENECH (Casa)

Trabaja para distintas editoriales en Barcelona en la


segunda mitad del siglo XIX.

10 Don Gregori del Pemil.


Barcelona: Leopoldo Domenech.

D. GREGORI DEL PERNIL / Ó SIA / LA ARRI-


BADA DE UN MORT Y LA FÚGIDA DE UN
VIU. / S A Í N E T E B I L I N G Ü E PER TRES PERSO-
NAS COMPOST PER / EDUARDO SALA // Es
propietat. / Se halla de venta en casa Antonio
Bosch, Bou de la Plaza Nueva, n° 13. / Imprenta de
Leopoldo Domenech, calle de Basea, núm. 30. // D.
GREGORI DEL PERNIL / O SL\ / LA ARRIBADA
DE UN MORT Y LA FÚGIDA DE UN VIU.

Papel continuo. 220 x 164 mm. 4 h.: 1 estampa.


Dist.: Antonio Bosch, Barcelona.
Cont.: Eduardo Sala, "Don Gregorio del Pernil".

II.: Xilografía, 98 x 140 mm.

R. 42139.

11 Didlogo entre Anjaleta y Paret.


Barcelona: Hijos de Leopoldo Domenech, 1869.

R. // DIÁLOGO / entre Anjaleta y Paret, voluntari


per n'á la Habana. II ... II (Es propiedad.) / Se halla
de venta en casa Antonio Bosch, Bou de la Plaza
Nueva, 13. / Imprenta de los hijos de Domenech,
calle de Basea, núm. 30.- 1869.

Papel continuo. 222 x 161 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Manuel Ricord (activo ca. 1855), xilografía,


95 X 139 mm.

R.42175.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

99 Carta de Pedro Chinchón a su amigo Paco Gil.


Barcelona: José Tauló, 1853.

CARTA / DE PEDRO CHINCHÓN / A SU


AMIGO PACO GIL. / Curiosa sátira en que un
amigo le pide á otro su parecer, si debe casarse /
ó sentar plaza de soldado, manifestando los cuarenta
y ocho mo- / tivos que tienen los hombres para
casarse, y los treinta y / seis para no casarse. //
PRIMERA PARTE. / / . . . / / SEGUNDA PARTE. /
RESPUESTA. / / . . . / / Imp. de J. Tauló.- 1853. /
Barcelona: en casa Juan Llorens, calle de la Palma
de Sta. Catalina.

Papel continuo. 209 x 156 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Llorens, Barcelona.

II.: Xilografía (2 tacos), 69 x 83 mm.

R.42099.

100 Tonadilla ais chiulets.


Barcelona: José Tauló, 1858.

Ets un ángel de la guarda ! ( pág. 6. col. 2") //


TONADILLA / ALS CHIULETS / Ó SL\ /
EL SUSTO DE LA CARETA. / LLETRA DE R A.
Y MÚSICA DE L. B. // TONADILLA DELS
CHIULETS. II ... ti Barcelona: en casa Juan
Llorens, calle de la Palma de Sta. Catalina.-
Imp. de José Tauló.- 1858.

Papel continuo. 226 x 164 mm. 4 h.: 2 estampas.


Dist.: Juan Llorens, Barcelona.
Cont.: P. A., "Tonadilla ais chiulets" y L. B., música.
Obs.: Faltan las 2 h. centrales.

II.: Xilografía, 93 x 123 mm. Xilografía,


35 X 30 mm.

R. 42138.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

101 La flor de las canciones.


Barcelona: José Tauló, 1859.

N — N. // LA FLOR DE LAS CANCIONES. /


(Núm. 1). / La Macarena. — La Coqueta. —
Aurora. — Canción de / la Gitana. // LA
MACARENA. / / . . . / / LA COQUETA. / / . . . / /
AURORA. / / . . . / / CANCIÓN DE LA GITANA.
II ... II Imp. de José Tauló, calle de Cirés, n. 5.-
1859. / Barcelona: En casa de Juan Llorens, calle de
la Palma de Sta. Catalina.

Papel continuo. 208 x 152 mm. 2 h.: 1 estampa.


Ed.: Juan Llorens, Barcelona.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía (2 tacos), 81 x 100 mm.

R. 42101.

TIPOGRAFÍA ESPAÑOLA
(Ver Española [Tipografía])

TORRAS, Josep
Impresor y editor que tuvo en ocasiones a su servicio
la imprenta de Miguel Borras.

102 Cansó chistosa. Costums antichs y modems de


Barcelona.
Barcelona: Josep Torras, 1858.

NOGUERA // CANSÓ CHISTOSA. // en la cual


se critica la vida costumbres de un dibuxan,
perqué as donguin per entesos molts / que no
dibuxant.= Va acomponyada de un altra titulada,
Costums antichs y modems / de Barcelona que
forma la segona part. / / . . . / / SEGONA PART. /
Diálogo entre lo Antonet pagés de la montanya, /
y an Bernart jornalé habitant de la ciutat. // ... //
(Es propiedad de José Torras) // BARCELONA:
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Imprenta de Joseph Torras, carrer de la Canuda


número 27 pis 3° / Any 1858.

Papel continuo. 230 x 155 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop.: Josep Torras, Barcelona.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), 100xl37mm.

R. 42107.

103 Costums antichs y moderns de Barcelona.


Barcelona: Josep Torras, 1859.

COSTUMS ANTICHS Y MODERNS /


DE BARCELONA. //... // SEGONA PART /
Diálogo entre o Antonet pagés de la montanya, /
y an Bernat jornalé habitant de la ciutat. // ... //
Es propietat de Joseph Torras. / BARCELONA:
Imprenta de Joseph Torras, carrer de la Canuda
núm. 27, pis 3./Any 1859.

Papel continuo. 226 x 164 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop.: Josep Torras, Barcelona.

II.: Xilografía , 90 x 134 mm.

R. 42106.

TOSQUELLAS Y ZAMORA

104 Coplas nuevas y divertidas. Canción de Can-Can.


Reus: Tosquellas y Zamora.

COPLAS NUEVAS Y DIVERTIDAS / DEL


QUE PASA / VUY EN DÍA PERA LO JOVEN /
seguida del Can-Can. II ... II (Es propiedad de
J. C.) // Cansons del Can-can. II ... II Tret de
un que ho canta. / (Copiado de la Campana de
Gracia.) // REUS: Imp. de Tosquellas y Zamora.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Xilografía (3 tacos), 78 x 115 mm.

R. 42104.

VIDAL, Juan Bautista

105 El cansoné de las barraquetas, primera pan.


Reus: Juan Bautista Vidal, 1849.

Preu 3 cuartos. // EL CANSONÉ DE LAS


BARRAQUETAS. / COLECCIÓ DE
CANSONS DIVERTIDAS Y ESTRAVEGANS,
ESCRITAS / AB DL\LECTES VULGARS Y
LA CORRESPONEN TONADA PER EL / Dr.
PEPINO (A) COGOMBRE. // PRIMERA PART /
QUE CONTÉ: - 1 . EL TERNE DEL ARREBAL
II. ELS / MOSQUITS D'ABRE.- III UN BÓN
ÑAS. // EL TERNE DEL ARREBAL. / / . . . / /
AL POBLÉ BAIX. / / . . . / / II. / Els mosquits d'
abre. / / . . . / / III. / UN BON ÑAS. / / . . . / /
Reimpreso en REUS: por Juan Bautista Vidal,
Año 1849.

Papel continuo. 222 x 156 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Xilografía, 77 x 33 mm.

R. 42171.

106 Coloquio bilingüe.


Reus: Juan Bautista Vidal, 1849.

(Núm. 18) // COLOQUIO BILINGÜE, / entre el


Oficial Pantaleón y la Pubilla A[?] / nieta que le
desprecia. / / . . . / / (Es propiedad) // TROBO
DISCRETO Y DIVERTIDO. / / . . . / / REUS.
1849. / Imprenta y lib. de Juan Bautista Vidal,
calle Mayor.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Papel continuo. 210 x 153 mm. 2 h.: 1 estampa y


orla tipográfica.
Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus.

II.: Xilografía (2 tacos), 90 x 120 mm.

R. 42198.

VIDALYCAMÍ

107 La soltera desgraciada.


Reus: Vidal y Camí.

LA / SOLTERA — DES- / GRACL\DA //


Historia curiosa y verdadera de los trabajos que
pasó una / muchacha de un pueblecito de Navarra
por el afán de casarse no / teniendo más que quince
años, y que al fin murió soltera des- / pues de haber
quedado jorobada, tuerta, chata, manca y emplu- /
mada, según se verá en este precioso papel. II ... II
Barcelona: Impreso por I. Estivill. Reus: Reimpreso
por VIDAL / y CAMÍ.

Papel verjurado. 223 x 151 mm. 2 h.: 1 estampa.


Imp. 1: Ignacio Estivill, Barcelona.

II.: Grabado en madera a la fibra, 46 x 27 mm.

R. 47680

MLARNAU, Damián

108 Canciones de la Marsellesa.


Barcelona: Damián Vilarnau.

CANCIONES DE LA MARSELLESA / EL
SACRISTÁN II ...II EL DESCAMISADO.
II ...II LA FLOR MAS GENTIL. / / . . . / /
LOS COMEDIANTES DE ANTAÑO. / / . . . / /
LA BARCAROLA. / / . . . / / UN AMOR EN LOS
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

BOSQUES. // ... //Se hallará de venta en casa los


sucesores de Antonio Bosch, Bou de la Plaza Nueva,
13. / Barcelona.- Imp. Damián Vilarnau, calle de
Caspe, núm. 98.

Papel continuo. 205 x 150 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Xilografía, 85 x 119 mm.

R. 42066.

IMPRENTAS ANÓNIMAS

109 La Tía Girula.

(Núm. 107) LATÍA GIRULA. // CHISTE


MODERNO / acaecido en el pueblo de Almería
con una mujer que mató envenenados / á sus cuatro
maridos, y el fin que tuvo con el quinto II ... II
CARTA / que envió desde Oran á la corte Perico
Pata-Gorda á un amigo suyo / amonestándole que
no se casase con la tía Girula. // ... // REUS:
Librería Vidal, arrabal alto de Jesús, núm. 5.

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus.

II.: Xilografía, 83 x 48 mm.

R. 42059.

110 Canciones de la vuelta al mundo.

CANCIONES DE LA VUELTA AL MUNDO.


/ / . . . / / SEGUIDILLAS / / . . . / / CANCIONES
DEL INGLÉS / / . . . / / TANGO DE LOS
NEGROS / / . . . / / JOTA DE LA FLOR DE
ARAGÓN II ... II St halla de venta en casa los
sucesores de Antonio Boch, Bou de la Plaza
Nueva, 13
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Papel continuo. 213 x 158 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesores de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Xilografía, 93 x 123 mm.

R. 42062.

111 Certamen Nacional. Niña Pancha. La Gran Via.

M. C. // CERTAMEN NACIONAL // TANGO //


... // NIÑA PANCHA // PRIEMRA PARTE // ...
// SEGUNDA PARTE / / . . . / / LA GRAN - VIA //
SCHOTISCH / / . . . / / Se halla de venta en la
papelería del sucesor de Antonio Bosch, / Bou de la
Plaza Nueva, 13.- Barcelona.

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Sucesor de Antonio Bosch, Barcelona.

II.: Miguel Cabanach (activo en Barcelona entre


1837 y 1853), xilografía, 102 x 139 mm.

R. 42065.

112 Matraca. Canción del Sosiego.

(Num. 17.) // MATRACA / DE UN


ESTUDL\NTE Y UNA DAMA / con la canción
del Sosiego. / / . . . / / CANCIÓN DEL SOSIEGO
¡I ... II Librería de Vidal, arrabal alto de Jesús,
núm. 5.

Papel continuo. 220 x 161 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus.

II.: Xilografía (2 tacos), 72 x 82 mm.

R. 42068.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

113 El nuevo curro marinero. Róndenos.

(Núm 95.) // EL NUEVO CURRO MARINERO /


CON SU CURRA MARINERA. // (P parte) //
(ÉL A ELLA.) / / . . . / / EL CACHIRULO. / / . . . / /
RONDEÑAS, / PARA CANTARSE CON
GUITARRA. / / . . . / / [Nota...] // REUS: /
Establecimiento de J.B. Vidal, arrabal alto de Jesús,
núm. 5.

Papel continuo. 208 x 154 mm. 2 h.: 2 estampas.


Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus.

11.: Xilografía, 101 x 118 mm. Xilografía,


IG X 47 mm.

R. 42072.

114 Las ligas de mi morena. La flor de la canela.

LAS LIGAS DE MI MORENA. // Graciosa


canción que tantos aplausos ha merecido de /
los aficionados. Acompañada de otra muy /
graciosa, titulada: / LA FLOR DE LA CANELA.
/ / . . . / / LA FLOR DE LA CANELA. /
CANCIÓN DEDICADA / Á UNA MORENA
SANDUNGUERA / / . . . / / REUS: Librería de
Vidal, arrabal alto de Jesús, núm. 5.

Papel continuo. 219 x 160 mm. 2 h.: 2 estampas.


Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus.

II.: Xilografía (2 tacos), 84 x 95 mm. Xilografía


(2 tacos), 85 x 99 mm.

R. 42075.

Wb El nuevo curro marinero.

(Núm. 96.) // EL NUEVO CURRO MARINERO.


// SEGUNDA PARTE. // DESPEDIDA. //
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

(EL Á ELLA.) / / . . . / / (ELLA A ÉL.) // ... //


REUS.- En la librería de Juan B. Vidal, arrabal alto
de Jesús, núm. 5,

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus.

II.: Xilografía, 93 x 110 mm.

R. 42076.

116 Canciones modernas.

N. // CANCIONES MODERNAS, / para cantarse


con guitarra, acompañadas de / unos Trovos de
amor. // EL CHORRÚ. / / . . . / / EL PAQUITO. //
CANCIÓN CON PAROLA. / / . . . / / LA FLECHA
DEL AMOR. // Trovos para cantar los galanes á
sus queridas. // ... // (Es propiedad de J. Ll.) /
Barcelona: En casa Juan Lorens, calle de la Palma
de Sta. Catalina.

Papel continuo. 124 x 156 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Juan Llorens, Barcelona.

II.: Josep Noguera III (activo en Barcelona entre


1840 y 1868), xilografía, 85 x 57 mm.

R. 42077.

117 La jaca é terciopelo. La canción de la Jalea.

LA JACA É TERCIOPELO. // Seguido de la


canción de la Jalea, y amo- / res de una dama
con un confitero; / y la hermosa Julia. II ... II
CANCIÓN DE LA JALEA, / Y AMORES DE
UNA DAMA CON UN CONFITERO. / / . . . / /
LA HERMOSA JULLA.. / / . . . / / Barcelona:
En casa Juan Llorens, calle de la Palma de Sta.
Catalina.
Anales del Museo Nacional de Antropología
La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Papel continuo. 222 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Llorens, Barcelona.

II.: Xilografía (2 tacos), 89 x 111 mm.

R.42078.

118 La mort del cólera.

LA MORT DEL CÓLERA / Resenya d' una Sessió


que 's va celebra en lo Congrés anti- / colerich d'
una nació que no se sap hon cau, escrita / per un
que morí antes d' anarhi. // ... //A. Cubells //
Es propietat de Joan Grau / REUS.- Se vent en la
Uibreria de Joan Grau carré del Metje Fortuny
núm. 5. [...]

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Juan Grau, Reus.
Cont.: A. Cubells, "La mort del cólera".

II.: Xilografía (2 tacos), 94 x 121 mm.

R. 42103.

119 Una pescateria.

UNA PESCATERL\ // Relació divertida de chistes,


rahons y barallas de lo / que passa en ella la major
part deis días. / ESCRITA EN VERS PER
JOSEPH FERRÉ (Á) QUERI // (ES PROPIETAT
DE JOAN GRAU). / REUS.= Se vent en la Uibreria
de Joan Grau, carrer de ALeus, núm. 1. [...]

Papel continuo. 220 x 163 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Una pescateria".

II.: Xilografía, 95 x 130 mm.

R.42119.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

120 Trobos del pájaro

TROVOS / DEL / PÁJARO / QUE CANTAN


LOS QUERIDOS Á SUS DAMAS / / . . . / /
(ES PROPIEDAD DE JUAN GRAU). / REUS.-
Véndese en la librería de Juan Grau, calle de Aleus,
núm. 1. [...]

Papel continuo. 221 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.

II.: Xilografía (3 tacos), 78 x 135 mm.

R. 42121.

121 Dos personas riquísimas ques volen casar.

(Núm. 97.) // CANSÓ / DE DOS PERSONAS


RIQUÍSIMAS / QUES VOLEN CASAR; CADA
QUAL MANIFESTA LOS INTERESOS / QUE
POSSHEIX Y HA DE POSEHIR / / . . . / / REUS:
Librería de Vidal, arrabal alto de Jesús, núm. 5.

Papel continuo. 223 x 163 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus.

II.: Xilografía (2 tacos), 75 x 70 mm.

R.42143.

122 Lo sereno y 7 borratxo.

JUGUET EN CÁTALA / TITOLAT / LO


SERENO Y 'L BORRATXO / / . . . / / Reus. En la
Uibrería de Joan Grau. carrer d'Aleus [...]

Papel continuo. 223 x 162 mm. 2 h.: 1 estampa y


adorno tipográfico.
Dist.: Juan Grau, Reus.

II.: Xilografía (2 tacos), 101 x 141 mm.

R. 42146.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

123 La llum del Poblé.

[Núm. 117.] // LA LLUM DEL POBLÉ. //


CONVERSA SEGONA ENTRE D. ANTONIO Y
JUSEP. II ... II (Es propietat) / Reus: Se ven en casa
Joan Baptista Vidal, arrabal alt de Jesús núm. 5.

Papel continuo. 212 x 155 mm. 2 h.: 1 estampa


Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus

II.: Xilografía (2 tacos), 91 x 100 mm.

R. 42147.

124 Qui no té, y vol malgasta sempre té de cavila.

Qui no té, y vol mal gasta; / sempre té de cavila. /


JUGUET ESCRIT PER JOSEPH FERRÉ / / . . . / /
Es propietat de Joan Grau. / Véndese en la librería
de Juan Grau, calle del Metje Fortuny, núm. 5. [...]

Papel continuo. 223 x 159 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y Dist.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Qui no té, y
vol mal gasta sempre té de cavila".

II.: Xilografía (3 tacos), 78 x 112 mm.

R. 42148.

125 Lamens de las Fadrínas.

LA MENS DE LAS FADRÍNAS / demanant al


Gobernt que economisi los gastos / del "Matrimoni
Civil" //... // Escrit per un poeta Uemosi. /
(PROPIETAT.) / REUS: Llibrería de Joan B. Vidal,
Arrabal alt de Jesús, n° 5.

Papel continuo. 223 x 159 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

II.: Xilografía (3 tacos), 75 x 147 mm.

R. 42152.

126 Losfastichs.

LOS FASTICHS / Desespera! festeig entre un


fadrí y una Doncella / / . . . / / (ES PROPIETAT
DE JOAN GRAU.) / REUS: Véndese en la
imprenta y librería "La Fleca" de Joan Grau, calle
Aleus, niím. 1. [...]

Papel continuo. 220 x 165 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: La Fleca de Juan Grau, Reus.
Prop.: Juan Grau, Reus.

II.: Xilografía, 100 x 120 mm.

R. 42155.

127 Casó divertida de dos casats que vivian desunits.

(Núm. 99) // CANSÓ DIVERTIDA / a la aventurada


hora de dos casats, que vivian desunits per causa de
poch pá, y / havent tornar ab amistat, los dos se
manifestan los bens que han adquirir en / lo temps
de sa ansencia, com veurá lo curios llegidor, en la /
Tersera part den Silvestre y la Mónica II ... II REUS:
Librería de Vidal, arrabal alto de Jesús, núm. 5.

Papel continuo. 220 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus.

II.: Xilografía (2 tacos), 85 x 117 mm.

R. 42159.

128 Elogis de dos casats.

Núm. 98. // ELOGIS DE DOS CASATS / lo un


esplica las grasias, virtuts y habilitats del altre, /
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

y pre ellas se veuhuen las consequencias / de un


matrimoni fet á la ventura. // SEGONA PART
DEN SILVESTRE Y LA MÓNICA //...// Reus:
Establiment de Vidal, arrabal alta de Jesús núm. 5.

Papel continuo. 205 x 156 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus.

II.: Xilografía (2 tacos), 91 x 124 mm.

R. 42160.

129 DiáUch entre Punchaguty Mocallosas. La huelga.

DL^ECH ENTRE PUNCHAGUTY


MOCALLOSAS 11 ... 11 Es propietat de Joan
Grau // LA HUELGA // Diálech entre un xato
del ñas xafat y en Cornalera del ñas mol llarch. /
Escrit en ver, per Joseph Ferré (p) [sic] Queri // ...
// (Es propietat de Joan Grau) / REUS: Se vent en
casa Joan Grau, Carrer de Aleus, núm. 1.

Papel continuo. 221 x 162 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "La huelga".

II.: Xilografía (2 tacos), 84 x 92 mm.

R. 42164.

130 Diálogo entre Pau Chulapos y Francisca Guitsots.


Americana á dúo.

DIÁLOGO / ENTRE PAU CHULAPAS Y


FRANCISCA GUITSOTS. / / . . . / / AMERICANA
Á DÚO // ... //Es propiedad de Juan Grau. /
REUS: véndese en la librería LA FLECA, de Juan
Grau, calle Aleus, núm. 1. [...]

Papel continuo. 222 x 162 mm. 2 h.: 1 estampa.


Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Dist.: La Fleca de Juan Grau, Reus.


Prop.: Juan Grau, Reus.

II.: Xilografía (2 tacos), 75 x 82 mm.

R. 42165

131 Lo Taronjaire.

CANSÓ NOVA Y DIVERTIDA / EN CÁTALA /


LO TARONJAIRE / / . . . / / JOSEPH FERRÉR. /
(ES PROPIETAT DE JOAN GRAU.) //
DL^ECH / ENTRE / SERAFÍ Y GADALLA
/ / . . . / / ES PROPIETAT DE JOAN GRAU /
REUS.- Se vent en la Uibrería de Joan Grau carrer
del Metje Fortuny, núm. 5. [...]

Papel continuo. 209 x 153 mm. 2 h.: 2 estampas.


Prop. y dist.: Juan Grau, Reus.

II.: Xilografía, 88 x 96 mm. Xilografía (2 tacos),


78 x 105 mm.

R. 42168.

132 Coplas novas, humorísticas y epigramáticas.


Endavinallas de las mes modernas.

Coplas novas, humorísticas y epigramáticas / Seguit


de unas endevinallas modernas extretas de lletras del
abecedari // Es propietat de Joan Grau / REUS.-
Escritas por J.F. (a) Queri II ... II Endavinallas de
las mes modernas extretas de lletras del abecedari,
las cuals se podrán usa, en / tertulias o reunions,
para distreures un rato; entre amichs / o amigas:
pensadas peí mateix autor. II ... II St vent en la
Uibrería "La Fleca" de Juan Grau, carrer de Aleus,
núm. 1. [...]

Papel continuo. 221 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilograffa popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Dist.: La Fleca de Juan Grau, Reus.


Prop.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Coplas novas,
humorísticas y epigramáticas" y "Endavinallas de las
mes modernas".

II.: Xilografía, 93 x 127 mm.

R. 42170.

133 La Paula te unas mitjas.

LA PAULA TE UNAS MITJAS / CANT


POPULAR EN CÁTALA / ENTRE / LA TONI
Y LA PAULA / PER J. E (a) Q. // ... //
SEGONA PART / DE / EL TONI Y LA PAULA
// ARA VE 'L BÓ // ... // (Es propiedad de Juan
Grau). / REUS.- Librería "La Fleca" de Juan Grau,
calle Aleus, núm. 1. [...]

Papel continuo. 223 x 162 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: La Fleca de Juan Grau, Reus.
Prop.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. E (á) Queri), "La Paula te
unas mitjas".

II.: Xilografía (2 tacos), 79 x 87 mm.

R. 42172.

134 La confessió de la pastora catalana. El Pastor y la


Zagala.

LA CONFESSIÓ / DE LA / PASTORA
CATALANA / Lo cual se manifiesta que lo seu
promés per sabe de ella si li / tenía estimado y
amor, se vestí de religiós y sen / ana dintre de un
confssionari de la / Iglesia, un dia que sabía / que
la seva estimada pastora tenía de anarse a confessá.
/ / . . . / / CANCIÓN NUEVA / DEL / Pastor y la
Zagala / / . . . / / Es propiedad de Juan Grau / REUS.-
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Véndese en la librería "LA FLECA", de Juan Grau,


calle Aleus, núm. 1. [...]

Papel continuo. 222 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: La Fleca de Juan Grau, Reus.
Prop.: Juan Grau, Reu.

II.: Xilografía, 90 X 115 mm.

R. 42173.

135 Gran historia de unpolli.

Gran historia de un poUí / burro, ase, bestia y animal;


/ y molt desgraciat per una petita ilusió // Escrit en
vers per J.F. (a) Queri / / . . . / / Es propietat de Vd.
de Joan Grau Gene. / REUS.- En la casa Vda. de
Joan Grau, carrer d'Aleus, núm. 1. [...]

Papel continuo. 222 x 162 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y Dist.: Viuda de Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Gran historia
de un pollí".

II.: Xilografía, 97 x 130 mm.

R.42185

136 Historia de un gat negre.

Historia de un gat negre // ESCRIT EN VERS


PER J.R (A) QUERI // ...//ES PROPIETAT
DE JOAN GRAU / REUS.- Se vent en la Ilibrería
de Joan Grau, carrer de Aleus, núm. 1. [...]

Papel continuo. 222 x 161 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y Dist.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Historia de un
gat negre".

II.: Xilografía, 97 x 122 mm.

R. 42187.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solachc Vilcla

137 Assanyasy maravillas de la Pussa. Cansó del


carrilaire.

ASSANYAS Y MARAVILLAS DE LA PUSSA //


Romanso nou y de gresca, per fer riure al que pesca
/ / . . . / / CASO DEL CARRILAIRE. / / . . . / /
REUS.- Librería de Jua Grau, carrer de Aleus,
núm. 1.

Papel continuo. 222 x 162 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Grau, Reus.

U.: Xilografía, 100 x 136 mm.

R.42189.

138 Un Lleóy un Grill

ROMANSO NOU, / Mes nou que '1 vells, de un


combat que varen teñir un Lleó y un Grill. //
Si no vritat donchs perqué hu diuen / Escrit per
un que no hi era y hu va veurer. / / . . . / / J. E Q. //
(Es propietat de Joan Grau). / REUS.- En casa de
Joan Grau, carré de Aleus, núm. 1, [...]

Papel continuo. 214 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. E (á) Queri), "Un Lleó y un
Grill".

II.: Xilografía, 74 x 120 mm.

R. 42190.

139 La gran mentida del sigle.

LA GRAN MENTIDA DEL SIGLE /


CONVERSA ENTRE PASSIGOLLAS Y
ROSTOLL / COMPOST PER / Enrich Gavarró
Mestres. (Trompet de Reus) // ... // Reus: En la
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

librería de Juan Grau calle de Metje Fortuny,


núm. 5.

Papel continuo. 217 x 156 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Enrique Gavarró Mestres, "La gran mentida
del sigle".

II.: Xilografía (2 tacos), 74 x 79 mm.

R. 42191.

140 La estisora.

LA ESTISORA / Sermó sense ser furiós, pero


pica y punxa: reparteix alguns clatallots y surras /
Está carregat de mentidas vestidas de alguns trossus
de veritat / Está escrit per un mes embustero que
un gus de dos nassos / y mes dormilega que una
marmota, y en prova d' aixó / AALÁ VA BOLA
// ... // (Es propietat de Juan Grau.) / REUS.
Se vent en la Ilibreria de Joan Grau, carrer de Aleus,
núm. 1. [...]

Papel continuo. 223 x 163 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Juan Grau, Reus.

II.: Xilografía, 1 0 0 x l l 9 m m .

R. 42193.

I4l La estisora, segonapart.

LA ESTISORA / SEGONA PART // Nou sermó


pié de mentidas, ni que semblin ventas; escrit / á
las foscas, un diademolt de sol; adornar ab mokas /
garrofas, quixas y alguna embustería mes; y qui
no 'u / vol creurer que ho vagi á veurer. // ... //
(Es propietat de Joan Grau.) / REUS: En la Ilibreria
de Joan Grau, carrer del Metje Fortuny, núm. 5.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

Papel continuo. 219 x 161 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Juan Grau, Reus.

II.: Xilografía, 96 x 136 mm.

R. 42194.

142 La estisora, tercera part.

LA ESTISORA / TERCERA PART / La mes


retalladora que s'ha conegut hasta la hora present //
Versos escrits ab / las puntas de la mateixa estisora,
per J. F. / / . . . / / Es propietat de Joaqn Grau. /
REUS.- Se vent en la Ilibreria "La Fleca" de Joan
Grau, carrer de Aleus, niim. 1. [...]

Papel continuo. 229 x 163 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: La Fleca de Juan Grau, Reus.
Prop.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "La estisora.
Tercera part".

II.: Xilografía, 98 x 133 mm.

R. 42195.

143 Dialech entre una criada y un soldat de tropa.

DIALECH / estrambótich entre una criada molt


ben criada y un soldat de tropa: / fet ab una cassola
bastant magre sino que ya greix per las vores./
ü. E Q.) / / . . . / / REUS= En casa de Joan Grau,
carré de Aleus, núm. 1. [...]

Papel continuo. 220 x 159 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Dialech entre
una criada y un soldat de tropa".

II.: Xilografía (2 tacos), 84 x 90 mm.

R. 42197.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

144 Nuevo diálogo entre un oficial y una pastora


catalana.

NUEVO DIALOGO / Entre un oficial y una


pastora catalana. 11 ... ¡I Reus.- Véndese en la
librería de Juan Grau, calle del Metje Fortuny,
núm. 5. [...]

Papel continuo. 223 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Grau, Reus.

II.: Xilografía (2 tacos), 80 x 110 mm.

R. 42199.

145 La guerra.

LA GUERRA / Conversa entre dos soldats,


un aragonés baturro y un cátala de Riudecanyas /
Lo cas pasa en lo mes de Mars del any 1898, /
en una cantina de Guatánamo en la Isla de Cuba
/ / . . . / / Es propietat de Joan Grau. / REUS. En la
Uibreria de Joan Grau, caller del metje Fortuny, 5,
[...]

Papel continuo. 218 x 155 mm. 2 h.: 1 estampa.


Prop. y dist.: Juan Grau, Reus.

II.: Xilografía (2 tacos), 80 x 114 mm.

R. 42201.

146 Nuevas canciones para cantar a enamorados á las


solteritas.

(Núm. 56) // NUEVAS CANCIONES / para


cantar los enamorados á las solteritas, con un aviso /
interesante á los jóvenes que desean casarse. II ... II
OJO POLLOS!! / Tened juicio y meditad las
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La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vile

siguientes observaciones, que un / filósofo amigo


nuestro ha hecho en la mujer. II ... II REUS:
Establecimiento de Juan B. Vidal, arrabal alto de
Jesús, núm. 5. [...]

Papel continuo. 220 x 155 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: Juan Bautista Vidal, Reus.

II.: Xilografía (3 tacos), 74 x 134 mm.

R.47677.

147 Curiosa relució de la vida y costums deis paigesos.

CURIOSA RELACIÓ / de la vida y costums deis


paigesos, comparada ab la / d'alguns senyors que
no trballan. / ESCRITA PER J.F.Q. / / . . . / /
Es propiedad de Juan Grau.- REUS.- Véndese en
la imprenta y librería LA FLECA, Aleus, 1 [...]

Papel continuo. 225 x 160 mm. 2 h.: 1 estampa.


Dist.: La Fleca, Reus.
Prop.: Juan Grau, Reus.
Cont.: Josep Ferrer (J. F. (á) Queri), "Curiosa relació
de la vida y costums deis paigesos"

II.: Xilografía , 98 x 136 mm.

R. 42124.

148 Discurso contra el modo escandaloso de los jóvenes


del dia.

DISCURS / EN VERS CRÍTICH Y GUSTOS, /


LLOÁNT LAS ANTIGUITATS / DE NOSTRES
ANTEPASATS / CONTRA EL MODO
ESCÁNDALOS, / MILLOR DIRÉ CRIMINOS,
— AB QUE LOS JÓVENES DEL DL\ / SENS
HONRA NI CORTESÍA / PER SEMBLARNE
CURRUTACOS / VAN DE DINS COM
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vilela

ESTROPACOS / DEJUNANT CADA


MITX-DIA. / / . . . / / Manresa: En la Oficina de
PAU ROCA, carrer de S. Miquel.

Papel verjurado. 215 x 164 mm. 4 h. (un pliego


doblado en 4): 1 estampa.

II.: Grabado en madera a la fibra (3 tacos),


45 X 97 mm.

R. 42105.
Anales del Museo Nacional de Antropología

La xilografía popular catalana en el siglo XIX y la colecció de pliegos de cordel del M. N. A. Gloria Solache Vili

BIBLIOGRAFÍA

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impresos en Barcelona en el XIX". Tesis doctoral. Uni-
versidad Complutense de Madrid, 1981.
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tres, sculpteurs, dessinateurs etgraveur de tous les tempset
de tous lespays. París, 1976.
BOZAL, Valeriano. La ilustración gráfica del siglo XIX en
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BLAS BENITO, Javier [coordinador]. Diccionario del dibujo
y la estampa. Madrid, 1996.
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Madrid, 1969.
CARO BAROJA, Julio. Romances de ciego. Madrid, 1969.

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lid, 1987.
DURAN Y SAMPERE, Agustín. "Editores y libreros barcelo-
neses: Estivill, Piferrer, Brusi y Bastinos". En Centena-
rio de la librería Bastinos. Barcelona, 1952.
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i 1923. Barcelona, 1992.
LABARTA, Luis. "El grabado en boj en Barcelona". En Anua-
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MARCO, Joaquín. Literatura popular en España en los siglos
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PALAU Y DULCET, Antonio. Memorias de un librero catalán.
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PALAU Y DULCET, Antonio. Manual del librero hispano-
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RODRÍGUEZ CEPEDA, E . Romancero impreso en Cataluña
(Imprenta dejuanjolis a la Viuda Pía). Madrid, 1984.
RODRÍGUEZ M O Ñ I N O , Antonio. Diccionario bibliográfico
de pliegos sueltos poéticos (s. XVI). Madrid, 1970.
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