Tema 5

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Tema 5.

Economía 4ºESO
LA ECONOMÍA FAMILIAR Y PERSONAL
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1.La planificación del futuro

Todos tenemos sueños: hacer un curso de cómic, ser médicos, comprar una
bici de montaña o correr la maratón. Pero solo podremos alcanzarlos si
tenemos un plan: los sueños permanecen como fantasías hasta que nos
comprometemos con ellos y damos los pasos necesarios para hacerlos
realidad.

La diferencia entre sueños y proyectos es nuestro nivel de compromiso ante


ellos. Establecer objetivos claros nos permite identificar qué es realmente
importante en nuestra vida, de tal forma que podamos priorizar y dirigir hacia
ellos nuestras acciones.

Tres claves para pasar de sueños a proyectos

1. ¿Dónde queremos llegar? Es importante identificar qué tratamos de


conseguir. Podemos denominarlo objetivo, meta, etc.
2. ¿Cuál es la situación actual? Es imprescindible analizar nuestras
fortalezas y debilidades, así como las circunstancias que pueden influir
en el proyecto.
3. ¿Cómo, ¿cuándo y con qué recursos llegar? Necesitamos un plan de
acción.

Si el sueño es correr una maratón (objetivo), primero necesitamos analizar la


situación actual (diagnóstico de nuestra resistencia, preparación, etc.), que nos
permita saber qué mejorar (plan de acción) y cuándo (calendario).

Proyecto personal: aquello que una persona quiere ser, hacer o tener,
acompañado de un plan de acción para conseguirlo.

Si no sabes adónde quieres ir, da igual por donde vayas porque no llegarás nunca.

Este viejo dicho nos enseña que, cada día, podemos dar pequeños pasos hacia
nuestros sueños vitales si tenemos claros los objetivos y mantenemos el foco
en ellos.
El método DAFO hace reflexionar y nos aporta una valiosa información para
mejorar nuestras debilidades y encontrar entornos donde potenciar nuestras
fortalezas.

Cómo establecer objetivos


Los objetivos deben suponer un reto o estímulo, pero para que sean eficaces
deben definirse de forma inteligente o SMART, por sus siglas en inglés:
• Specific: hay que formularlos de forma precisa, bien definidos
• Measurable: tienen que poder cuantificarse (cuánto cuesta, etc.), que
se puedan medir
• Achievable: deben ser alcanzables, no fantásticos o inabordables,
que sean realistas
• Realistic: ¿disponemos de los recursos para conseguirlos (dinero,
tiempo)?
• Timed: ¿cuándo pretendemos conseguirlos (un mes, un año, etc.)?
Por ejemplo, si nos planteamos como objetivo para este curso mejorar en los
estudios, la formulación ni es específica ni es medible (no marca en cuánto
debemos mejorar). Si en el curso anterior nuestra nota fue aprobado, tampoco
sería realista plantear una matrícula de honor. Un objetivo realista, verificable
y específico sería obtener un notable, siempre que planteemos una
dedicación superior a la del curso pasado.

“Practicar tenis una hora diaria” o “cortar el césped del vecino en verano para
ahorrar dinero para una tablet” son objetivos claros. No lo son “Eduardo necesita
una casa más amplia” o “Clara espera trabajar este verano”.

Cuanto más creamos en ellos, más determinación tendremos para alcanzarlos.


Los objetivos se convierten en una fuente de motivación que nos ayuda a
concentrar nuestro tiempo y energía en lo que es importante y nos mantiene
fuera de distracciones que consumen nuestros escasos recursos.

2.El presupuesto familiar


Con frecuencia escuchamos la expresión “no llegar a fin de mes”. Cuando nos
ingresan el salario, el dinero parece abundante, pero a final de mes siempre
resulta escaso para sostener los últimos gastos. ¿Qué ha sucedido entonces
entre medias?

El problema no está en cuánto dinero ganamos, sino en cuánto gastamos. Si


no aprendemos a controlar nuestros gastos, nunca tendremos suficiente dinero
para pagar las facturas o para convertir nuestros sueños en proyectos
realizables.
Muchas familias saben cuánto dinero ingresan, pero no tienen tan claro cuánto
gastan cada mes y en qué se lo gastan. Sin duda, les gustaría llegar a fin de
mes sin problemas. Pero ¿y si tuvieran una avería importante en casa o dejara
de funcionar el coche? ¿Cuentan con un fondo para gastos imprevistos? Y si
algún miembro de la familia perdiera su trabajo, ¿podrían seguir pagando sus
gastos actuales?

Solo en ocasiones en las que hay gastos importantes o problemas financieros


nos ponemos a “echar cuentas”. Este es un error muy común que suele
acarrear sorpresas y disgustos. Para ayudarnos a poner orden en nuestra
economía y saber por dónde se va el dinero existe una herramienta muy útil,
que es el presupuesto

Un presupuesto es un instrumento para gestionar nuestra economía en el que se


concretan, por un lado, los ingresos esperados y, por otro, los gastos previstos
durante un período de tiempo (en general, un mes). Entre los gastos, se reserva una
cantidad como ahorro para proyectos personales y como fondo de emergencia.

El presupuesto, por tanto, es una herramienta para gestionar nuestras finanzas


y que sirve para controlar los gastos, conocer nuestra situación económica,
hacer previsiones de futuro y promover hábitos inteligentes de gasto.

Funciones del presupuesto familiar


• Controlar los gastos: El presupuesto nos ayuda a mantener los
gastos en función de los ingresos y, en caso necesario, priorizar,
reducir o eliminar gastos para evitar problemas de endeudamiento.
• Hacer previsiones de futuro: Ahorrar algo todos los meses nos
permitirá disponer de una red de seguridad o fondo para emergencias
y afrontar otros obstáculos en el camino (gastos inesperados,
reducción de ingresos por causa de paro, etc.).
• Conocer la situación de nuestra economía: Sin un presupuesto,
tendremos que averiguar continuamente si disponemos de suficiente
dinero para afrontar los próximos gastos.
• Promover hábitos inteligentes de gasto: El presupuesto nos ayuda a
decir “no” a hábitos de gasto que nos desvían de nuestros objetivos,
como las compras innecesarias o las compras por impulso. Nos
facilita poner el foco en nuestros proyectos personales y establecer la
ruta para lograrlos.

¿Cómo se elabora un presupuesto familiar?


• Paso 1. Recopilamos toda la información sobre ingresos y gastos
(recibos, facturas, extractos de bancos, nóminas, etc.). Ambos
pueden ser fijos (si se mantienen constantes mes a mes) o variables
(si son diferentes cada mes).
• Paso 2. Elaboramos un cuadro de doble entrada, como el de abajo,
adaptándolo a nuestra situación familiar. En una columna se anotarán
los ingresos y en la otra, los gastos.
• Paso 3. Anotamos los ingresos (descontados la seguridad social y lo
que nos retienen del impuesto sobre la renta):
o Ingresos fijos. Como hay pagas extras,
calcularemos los ingresos anuales y los dividiremos
entre doce para obtener la media mensual. o
Ingresos variables. Si nos pagan por horas o con
comisiones por ventas, o si somos autónomos,
nuestros ingresos variarán de unos meses a otros. En
estos casos calcularemos el ingreso medio de los
doce últimos meses.
• Paso 4. Anotamos los gastos. Como unos meses se gasta más que
otros (por ejemplo, consumimos más electricidad en enero que en
mayo), haremos un promedio del año. Y cuidado con los gastos de
carácter anual (seguro del coche o de la vivienda, impuestos, etc.),
que como se pagan una vez al año, habrá que reservar una cantidad
mensual para ellos.
Presupuesto del mes
¿De dónde proceden los ingresos de las familias?
• De los salarios de los trabajadores y las pensiones por
jubilación.
• De invertir los ahorros (rentas del capital). Se obtienen intereses por
invertir los ahorros en depósitos bancarios o en bonos del Estado; o
beneficios(dividendos), si se invierten en acciones.
• Si se poseen pisos o terrenos alquilados, se reciben ingresos por
alquileres.
• De subsidios o prestaciones por desempleo y ayudas familiares.
¿Cuáles son los gastos, según su naturaleza?
• Gastos fijos: vivienda (gastos de comunidad, hipoteca o alquiler),
pago de préstamos (tarjeta de crédito, coche, etc.), seguros,
impuestos, etc.
• Gastos variables necesarios: alimentación, cuidado personal y
familiar (ropa, calzado, accesorios, medicinas, etc.), educación y
cuidado de hijos (material escolar, gastos de universidad o colegio,
etc.), suministros (teléfono, luz, etc.), transporte (bono transporte,
gasolina, mantenimiento del coche, etc.). • Gastos variables no
necesarios o discrecionales: ocio (cine, aficiones, etc.), regalos y
compras personales, vacaciones, etc. • Gastos imprevistos y
ocasionales: averías, reformas en el hogar, dentista, etc.

Recuerda reservar cierta cantidad como fondo de emergencia y de


ahorro para hacer frente a gastos imprevistos. Identifica y aplica
• Clasifica estos gastos en la partida que les corresponda.

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3.El diagnóstico de la situación
económica
Una vez elaborado el presupuesto, debemos comprobar la relación entre
gastos e ingresos. Si los ingresos superan los gastos, ahorramos. Si sucede lo
contrario, tendremos que analizar si se trata de una cuestión accidental (un
mes con grandes gastos imprevistos) o es lo habitual. En este último caso,
iremos agotando los ahorros (si los hay) y deberemos decidir entre iniciar una
espiral de endeudamiento para atender los pagos (préstamos, compras a
plazos, tarjetas, números rojos, etc.) o ajustar el presupuesto, que es lo
recomendable.
Ajuste de gastos
Si los gastos superan los ingresos, necesitamos equilibrarlos. Para ello, la clave
está en identificar los tipos de gasto y establecer prioridades:
1. Cuando hay que recortar, se debe empezar por los gastos no
necesarios o discrecionales. Son prescindibles (actividades de
ocio, regalos, etc.) y habrá que decidir a cuáles renunciamos.
Aunque sean importantes para la persona, si los ingresos no cubren
los gastos, se trata de lujos.
2. Los gastos variables necesarios (luz, agua, transporte,
alimentación, ropa, etc.) solamente podemos reducirlos si hacemos
un uso racional. Por ejemplo, podemos ahorrar en la factura de la
luz ajustando el termostato o utilizando bombillas de bajo consumo,
o viajar más en transporte público, o comprar solo lo necesario (y
en rebajas), comparar precios, etc.
3. Los gastos fijos (como el alquiler de la vivienda o la hipoteca, los
seguros, los impuestos, etc.) suelen establecerse en contratos
legales. Recortarlos implica renegociar los contratos (alquiler,
hipoteca) y es, en ocasiones, imposible (como en el caso de los
impuestos).

Una vez ajustado el presupuesto, tenemos que comprometernos a cumplirlo. Y,


como la situación familiar varía, deberemos revisarlo, al menos, una vez al año,
para asegurar que estamos cumpliendo nuestros objetivos personales y
financieros.

¿Podemos endeudarnos?
En algunas ocasiones de la vida, es necesario endeudarse. Esto es así porque
la mayoría no tenemos todo el dinero para comprar en efectivo una vivienda o
un coche, por ejemplo, o solucionar un gasto imprevisto o una emergencia. El
problema viene cuando hay un exceso de endeudamiento o no se tienen claras
las consecuencias de endeudarse.

Por ello, antes de tomar una decisión de endeudamiento debemos reflexionar:


¿necesitamos realizar ese gasto realmente? ¿Podemos permitirnos pedir
prestado? ¿Cuáles son las comisiones, el tipo de interés, los plazos, etc.? ¿A
cuánto ascenderá la cuota mensual? ¿Cuánto dinero devolveremos en total?
¿Qué pasa si no podemos pagar alguna cuota?

El límite de endeudamiento
Conocer el estado de nuestra economía a través del presupuesto nos ayuda a
valorar si podemos permitirnos un nuevo gasto a crédito. Para saber hasta
dónde nos podemos comprometer, debemos tener claro nuestro límite de
endeudamiento.
Límite máximo de endeudamiento = 40 % de los ingresos netos

Por debajo de ese porcentaje, nuestra economía tiene capacidad para afrontar
nuevas deudas. Pero si la suma de los gastos por deudas supera
el límite del 40 % de los ingresos, incurrimos en riesgo por
sobreendeudamiento.

Veamos el caso de una familia con dos salarios, a través de este presupuesto.
En principio, está equilibrado, ya que sus ingresos cubren sus gastos.
Analicemos su endeudamiento:
Límite de endeudamiento = 40 % de 2.800 = 1.120 euros

Pago por deudas = 700 + 300 + 150 = 1.150 euros

La familia supera ligeramente el límite máximo, por lo que no debería contraer


nuevas deudas. Hacerlo supondría poner en riesgo la economía familiar y
comprometer seriamente su futuro.

El ahorro como gasto fijo obligatorio


En el ejemplo anterior vemos, además, que no se presupuesta nada para cubrir
posibles imprevistos.

Hay circunstancias que se escapan a nuestro control: los electrodomésticos se


estropean, los coches se averían, las personas pierden su trabajo, etc. Y la
pregunta clave es, ¿podremos afrontarlos? En el caso de esta familia, la
respuesta es no: tendrán que recurrir a más deudas, entrando en una espiral
de endeudamiento.

Por ello, una práctica inteligente es incorporar al presupuesto una cantidad (un
5 % o 10 % de los ingresos) como si de un gasto fijo se tratara; es decir,
forzarnos a ahorrar una cantidad fija cada mes, anotándola en “gastos
imprevistos” en el presupuesto. Esa cantidad se puede destinar a reducir las
deudas, a crear un fondo para emergencias o a lograr nuestros objetivos a
medio y largo plazo (reformar la casa, cambiar de coche, cancelar deudas,
pagar los estudios de los hijos, ahorrar para la jubilación, etc.).

Identifica y aplica
Observa el presupuesto de la familia que se pone como ejemplo. Asesórala
sobre cómo reajustar el presupuesto en los siguientes casos: a) si no hay
cambios; b) si quieren hacer un viaje en verano que les supone un gasto extra
de 2.500 euros; c) si el miembro de la familia con el salario 2 se queda en paro.

4.El patrimonio, la solvencia y la


liquidez
Otro instrumento que nos ayuda a diagnosticar la situación económica es el
patrimonio familiar o personal. Se trata de un concepto similar al de patrimonio
empresarial que ya estudiamos. Y es que la economía de las familias y la de
las empresas tienen mucho en común.

En el patrimonio de las empresas hay bienes (local, maquinaria, materias


primas, dinero, etc.), derechos (deudas de clientes, etc.) y obligaciones (deudas
con proveedores, etc.). Y en el patrimonio de las familias también hay bienes
(dinero, acciones, coches, casa, etc.), derechos (salarios futuros) y
obligaciones (facturas pendientes, préstamos, etc.).

El conjunto de bienes, derechos y obligaciones constituye el patrimonio familiar.


Los bienes y derechos son los activos del patrimonio, mientras que las obligaciones
o deudas son los pasivos.

El patrimonio neto
El valor neto del patrimonio, o patrimonio neto, se halla sumando el valor de
los bienes y derechos y restando a la cantidad obtenida el valor de las
obligaciones.

Patrimonio neto = bienes + derechos – obligaciones

El patrimonio neto nos informa sobre el valor que resultaría de la liquidación del
patrimonio; es decir, si se vendieran los bienes, se cobraran los derechos y,
con el dinero obtenido, se pagaran todas las obligaciones (deudas).
Si disponemos la información en una doble columna, como la del cuadro
inferior, y en la izquierda reflejamos los bienes y derechos, y en la derecha las
obligaciones y el patrimonio neto, reflejaremos el patrimonio familiar en un
momento determinado, igual que representamos el balance de una empresa,
como una foto de su situación patrimonial en una fecha dada.

Como vimos, el balance siempre está en equilibrio:

Activo = pasivo + neto ➞ Neto = activo – pasivo

Identifica y aplica

Con frecuencia se confunde la riqueza o patrimonio de una persona con el


conjunto de bienes que posee (dinero, casas, etc.), y se piensa que una
persona es rica si tiene múltiples bienes. Pero si junto con esos bienes,
valorados por ejemplo en un millón de euros, tiene deudas por un valor
superior, pensaremos que, más que ante una persona rica, estamos ante
alguien con problemas financieros. Por tanto, es el concepto de patrimonio neto
el que nos permite identificar la riqueza real. Por ejemplo, si una persona
dispone de una casa valorada en 300.000 euros, de la que tiene una hipoteca
por 200.000; un coche valorado en 15.000 euros, del que tiene pendiente un
crédito de 7.000; y su dinero en cuenta bancaria y en efectivo es de 1.500 y
500 euros, respectivamente, su patrimonio neto será:

PN = A – P = 300.000 + 15.000 + 2.000 – (200.000 + 7.000) = 110.000 euros

Calcula
• Calcula el patrimonio neto de esta persona un año más tarde
considerando que: la casa se ha revalorizado un 3 %, la hipoteca se
ha rebajado 10 000 euros, el coche se ha depreciado un 12 %, el
crédito se ha reducido 1000 euros y todo lo demás se mantiene.
La liquidez y la solvencia

No todos los activos tienen la misma liquidez: serán más líquidos cuanto más fácil y
rápido sea transformarlos en dinero (venderlos), sin pérdidas. El dinero o las cuentas
bancarias a la vista tienen total liquidez, ya que podemos usarlos como medios de
pago directamente o a través de tarjetas de débito o crédito; después están: los
depósitos bancarios a plazo, las letras del Tesoro, los bonos, las acciones, los objetos
de valor, la vivienda, etc.

Nuestros activos son la garantía para que nos den créditos. De hecho, con ellos
pagamos (o liquidamos) esas deudas. A veces, no podemos pagar una deuda
porque en ese momento no disponemos de dinero en efectivo; en este caso,
tenemos un problema de liquidez. Puede tratarse de una situación transitoria y
su única consecuencia será el retraso del pago. Para advertirnos de ese
problema existe un indicador:

Liquidez = (dinero disponible + ingresos previstos) / deudas a corto plazo

(valores recomendados > 1,5 )

Para tener seguridad financiera a corto plazo, el dinero disponible más los
ingresos previstos deben ser superiores a las deudas. Si no es así, podremos
tener problemas de liquidez y de impago de deudas.
La solvencia es un concepto a más largo plazo que pone en relación todos los
activos (bienes + derechos) con el pasivo (deudas):
Solvencia = activos totales / deudas totales

(valores recomendados > 2)

Para tener seguridad financiera a largo plazo, nuestros activos deben ser
superiores a nuestras deudas. Si, incluso vendiendo todos nuestros activos,
somos incapaces de pagar todas las deudas, nuestro problema es muy grave,
es de insolvencia o de quiebra económica.

Identifica y aplica
José y Ana ganan 30.000 euros al año. Es en lo único en que sus economías
se parecen. Ana tiene algo ahorrado y sus deudas son pequeñas. José solo
dispone de 1.000 euros para atender todos sus gastos hasta que vuelva a
cobrar. Ana tiene una hipoteca de 30.000 euros, de los que este año le toca
pagar 5.000. Y José debe 253.000 (hipoteca, crédito de un coche, préstamos
de amigos y tarjeta de crédito), de los que este año deberá pagar 43.000.
¿Cuál de los dos tiene más seguridad financiera?

Seguridad financiera de Ana:

Liquidez = (30.000 + 5.000 + 4.000) / 5.000 = 7


Solvencia = 270.000 / 30.000 = 9
Seguridad financiera de José:

Liquidez = (30.000 + 1.000) / 43.000 = 0,7


Solvencia = 275.000 / 253.000 = 1,08

Los indicadores de liquidez y solvencia de Ana sobrepasan los valores


recomendados; los de José están por debajo. Aunque los dos tienen activos
similares, el problema está en sus pasivos. Ana se ha endeudado con
prudencia, pero José ha acumulado deudas y no solo tendrá problemas de
liquidez: está al borde de la quiebra.

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5.La decisión de ahorrar
Ahorrar dinero suena bien, pero si tenemos un trabajo precario o estamos
cobrando el paro, difícilmente podremos hacerlo. Es cierto que hay etapas en la
vida en las que resulta más difícil que en otras, pero también es cierto que
existe una idea equivocada sobre el ahorro.

Se suele identificar ahorrar con dejar de gastar, como sinónimo de sacrificio.


Pero ahorrar es algo más que gastar menos; también es decidir qué hacer con
ese dinero que no gastamos. Es decir, implica tener objetivos en la vida que
nos motiven.

Se ahorra por diversas razones. Además de por tener un fondo de emergencia


para imprevistos, básicamente ahorramos porque queremos algo en el futuro,
ya sea comprar un nuevo ordenador o viajar. Quizás tú has ahorrado para
comprarle un regalo especial a alguien. Los adultos tienen motivos distintos:
pagar los estudios de los hijos, comprar una casa o reformar la actual, disfrutar
de unas vacaciones especiales, tener un dinero extra para la jubilación, etc.

Ahorrar es guardar o reservar dinero para hacer realidad tus proyectos.

Ahorrar dinero es siempre más fácil si tenemos un objetivo. Si sabemos lo que


necesitamos y cuánto tiempo nos llevará ahorrar para ello, es más probable
que ahorremos. Cuando conseguimos ahorrar para cosas que realmente
queremos o necesitamos, no tendremos que pedir prestado para conseguirlas.
Y siempre es mejor pagarse a uno mismo (ahorrando) que tener que pagar
después a alguien (un banco, por ejemplo) durante una serie de años y una
cantidad mayor, porque tendremos que pagar los intereses correspondientes.

Los costes de oportunidad


Ahorrar es simplemente elegir entre usos distintos de nuestro dinero. Significa
decidir reservar el dinero que íbamos a gastar hoy por algo que queremos
conseguir mañana. O, dicho de otra forma, retrasamos gastos por una futura
compra que consideramos más valiosa. La dificultad está en que nos resulta
más cómodo obtener hoy lo que deseamos, en lugar de esperar a mañana.

Considerar el coste de oportunidad de nuestras decisiones de gasto-ahorro nos


puede ayudar a vencer esta dificultad. Es decir, ¿a qué tipo de oportunidad
futura estamos renunciando con nuestros gastos actuales? Por ejemplo, si
nuestra prioridad es asistir al próximo concierto de nuestro grupo favorito y este
fin de semana salimos y gastamos el dinero de la entrada, el coste de
oportunidad es que nos perderemos el concierto.
En la vida no se puede tener todo, hay que elegir, y si no tenemos proyectos
que orienten nuestras elecciones, las circunstancias elegirán por nosotros.

Planifica y calcula
• Haz lo mismo respecto de un proyecto que tu elijas. Planifica tu
ahorro y calcula el tiempo en el que lo conseguirás.

¿Ahorrar o endeudarnos?

¿Qué podemos recortar sin que se resienta nuestra calidad de vida? La clave radica en
aguzar el ingenio, como muestra el auge de las compras colectivas a través de
internet. Con las iniciativas de compra colectiva se consiguen precios reducidos o
descuentos por comprar en grupo y en grandes cantidades.

Algunas decisiones tienen un coste de oportunidad más alto que otras. Aunque la
importancia de los proyectos varíe, en el fondo, la cuestión es similar:
¿queremos llevar las riendas de nuestra economía o preferimos que las
circunstancias económicas nos dirijan? Si no adquirimos el hábito de ahorrar,
las consecuencias serán claras: o no conseguiremos nuestros proyectos o lo
tendremos que hacer endeudándonos. Y endeudarse es ahorrar en diferido;
es decir, tendremos que ahorrar después durante años para pagar la deuda, y
con un coste añadido: los intereses del crédito.

¿Cómo ahorrar?
Un primer consejo es tener claros los objetivos y proyectos personales. Una
vez que hemos decidido ahorrar para conseguirlos, una estrategia que funciona
es pagarnos a nosotros mismos una parte de lo que ingresemos:
sea cual sea el ingreso (paga semanal, pequeños trabajos, etc.), reservaremos
al menos un 10 % como ahorro antes de empezar a gastar. Así, empezaremos
a sentir que somos nosotros quienes dirigimos nuestra economía.

El segundo consejo es recordar el concepto de coste de oportunidad cuando


estemos tomando decisiones de gasto. Eso nos ayudará a elegir cuándo gastar
y cuándo ahorrar. En la próxima compra o gasto que hagamos, nos tomaremos
un minuto para preguntarnos: ¿es esto más importante que conseguir nuestros
objetivos?
¿Con qué personaje de la viñeta te sientes más identificado y por qué? ¿De
quién te sientes más alejado y por qué? Continúa la conversación exponiendo
tu punto de vista.

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