Tema 4
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Tema 4
La propiedad de la tierra en el Antiguo Régimen (incluido el S.XIX) estaba monopolizada por el Estado
(tierras de realengo), la Iglesia («manos muertas» de los conventos, cabildos catedralicios y parroquias), la
nobleza (señoríos y mayorazgos) y los municipios (bienes de propios y comunales). Estas tierras no se podían
vender. Eran «manos muertas».
Las desamortizaciones de los siglos XVIII y XIX consistieron en la liberalización y venta de las
llamadas manos muertas.
La iglesia –que poseía a finales de la Edad Moderna multitud de fincas rústicas y urbanas–, fue la
institución más afectada por las desamortizaciones. Buena parte de su patrimonio fue enajenado, nacionalizado
y posteriormente vendido en pública subasta por el Estado.
Con estas medidas, se trataba de liberalizar las tierras, romper las ataduras que impedían su
venta y acabar con la preponderancia económica de la Iglesia.
LAS DESAMORTIZACIONES Y DESVINCULACIONES se desarrollan en varias fases:
Tras el Motín de la Granja de 1836, se formó un nuevo gabinete de Liberales Progresistas (agosto
1836–finales de 1837), presidido por José Mª Calatrava, quien nombró a Mendizábal ministro de Hacienda.
Ambos pusieron de nuevo en marcha algunas leyes del Trienio Liberal:
–La ley de señoríos de 16 de agosto de 1837, según la cual los señores perdían sus atribuciones
jurisdiccionales, pero conservaban la propiedad de las tierras, siempre que los campesinos no pudieran
acreditarlas como propias. Los campesinos se convertirán en simples arrendatarios o jornaleros.
–La continuación de la desamortización eclesiástica (decreto de julio de 1837) que expropió ahora las
propiedades del clero secular, es decir, los bienes de catedrales e iglesias. Su ejecución se llevó a cabo
durante la regencia de Espartero (1841–1843). 1843 fue el año de más ventas, alcanzándose la cifra de 850
millones de reales.
–La desvinculación de los mayorazgos de 1837. A partir de esta ley, los propietarios de un
mayorazgo podrían vender sus tierras libremente. A partir de esta ley, enormes extensiones de tierras
salieron al libre mercado.
CONSECUENCIAS CULTURALES
Destaca la pérdida de obras de arte, la desaparición de las escuelas parroquiales y conventuales.
El resultado fue una tasa de analfabetismo del 70%. Por contra, el Estado sólo potenció Universidades y
Academias para los hijos de la burguesía, pero abandonó las escuelas primarias y la educación secundaria.
Además, muchos conventos se convirtieron en cuarteles o edificios públicos o fueron derribados para
construir grandes plazas y se perdió parte del patrimonio mobiliario de la Iglesia
En definitiva, la desamortización no cumplió las grandes esperanzas de realizar una profunda reforma
agraria, ni condujo a la industrialización. Pero la desamortización fue inseparable de las dificultades de
consolidación de un Estado liberal amenazado por los partidarios del Antiguo Régimen y con unos ingresos
fiscales absolutamente insuficientes para hacer frente a los gastos.