Tema 4

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TEMA 4: PROCESO DE DESAMORTIZACIÓN Y CAMBIOS AGRARIOS

I. LA SITUACIÓN DE LA AGRICULTURA ESPAÑOLA EN EL S. XIX.

II. LAS TRANSFORMACIONES AGRARIAS DEL SIGLO XIX.


III. LAS REFORMAS DE LA AGRICULTURA: LAS DESAMORTIZACIONES

IV. LAS CONSECUENCIAS DE LAS DESAMORTIZACIONES.

La propiedad de la tierra en el Antiguo Régimen (incluido el S.XIX) estaba monopolizada por el ​Estado
(tierras de realengo), la ​Iglesia ​(«​manos muertas​» de los conventos, cabildos catedralicios y parroquias), la
nobleza ​(señoríos y mayorazgos) y los ​municipios ​(bienes de propios y comunales). Estas tierras no se podían
vender. Eran «​manos muertas​».
Las desamortizaciones de los siglos XVIII y XIX consistieron en la liberalización y venta de las
llamadas manos muertas​.
La iglesia –que poseía a finales de la Edad Moderna multitud de fincas rústicas y urbanas–, fue la
institución más afectada por las desamortizaciones. Buena parte de su patrimonio fue enajenado, nacionalizado
y posteriormente vendido en pública subasta por el Estado.

I.​ ​LA SITUACIÓN DE LA AGRICULTURA ESPAÑOLA EN EL S. XIX.


Según el ​Censo de Godoy ​(1797) el ​80 % de la población activa trabajaba en la agricultura​. La
mayor parte de la tierra estaba en manos de la ​Iglesia​, la nobleza, los municipios y de las órdenes militares que
se comportaban como rentistas sin ánimo de inversión en empresas artesanales o comerciales. Sólo la pequeña
parte restante podía ser comprada y vendida libremente. Como consecuencia, existían varios ​grupos humanos
ligados a la tierra​:
1. Los grandes estados señoriales​, sujetos a ​mayorazgo​. El mayorazgo era una institución creada por
los RR.CC. en las Corte de Toro (1505), según la cual todas las propiedades de un señor debían pasar intactas a
su hijo primogénito quien, a su vez, no podía venderlas o enajenarlas, para evitar así la fragmentación de las
posesiones dtee los grandes nobles.
2. ​Campesinos propietarios de tierras y ganados ​–grandes o pequeños– que a menudo arrendaban sus
fincas a otros campesinos. En Cataluña los campesinos propietarios practican el mayorazgo ("​hereu​"), por la
cual las tierras familiares pasaban íntegramente al hijo mayor.
3. Los campesinos arrendatarios​. Un buen ejemplo son los ​enfitéutas ​catalanes y ​foreros ​gallegos,
que arrendaban tierras por períodos amplios (normalmente tres vidas, o la vida de 3 reyes) a cambio de un
censo o renta fija. Por contra en ​Castilla y Andalucía ​dominan los arrendamientos a corto plazo (2,3, 5 años),
con lo cual aumentan sensiblemente cada poco tiempo, trabajados por los ​pelentrines​.
4. ​Jornaleros y pelentrines andaluces​. La peor situación se vivía en Andalucía
Los grandes latifundist​as arrendaban sus tierras en grandes lotes a personas solventes. Estos
arrendatarios ​cultivaban las mejores tierras agrupadas en torno a los pueblos (ruedos, tierra o alfoz) mediante
jornaleros. Según Olavide –ilustrado del siglo XVIII–, los jornaleros andaluces eran los hombres más pobres y
desgraciados de la Tierra.
Las tierras de peor calidad eran subarrendadas a campesinos que poseían algún animal de trabajo y
aperos de labranza (​pelentrines​) mediante contratos a corto plazo y rentas muy elevadas.
La economía de principios del XIX mantiene muchos lastres heredados del S. XVIII:
–​Mediocres rendimientos por hectárea​, cuantificados en 1/3, frente a 1/15 de las cosechas francesas.
–​Nulos avances técnicos​. Sigue predominando el ​arado romano. ​Las mulas sustituyen a los bueyes,
que araban más rápido pero menos profundo. El ​abono ​seguía siendo de origen animal, y por ello continúa el
barbecho​.
–Los ​cultivos ​siguen siendo los mismos: la ​trilogía mediterránea ​(trigo, vid, olivo). A ello se unen, el
maíz y la patata​, introducidos a finales del XVII en Galicia y las tierras del Norte.
–Una estructura de la propiedad desfavorable: ​Los ​latifundios siguen dominando en Castilla–La
Mancha, Extremadura y Andalucí​a, y no aumentan la productividad, ya que sus dueños no estaban
interesados en invertir, sino solo en mantener sus rentas. Por contra, ​los minifundios ​(dominante en Galicia y la
Submeseta norte) resultaban insuficientes para alimentar a una familia.

II. LAS TRANSFORMACIONES AGRARIAS DEL SIGLO XIX.

Pese a lo dicho, ​se aprecian importantes transformaciones agrarias:


–Entre 1800 y 1860 crece la superficie cultivada en un 50% ​debido al aumento de población
–En la 1ª mitad del XIX, ​España era autosuficiente en la producción de trigo​, aunque hubo que
importar trigo en la 2ª mitad, a razón de unas 300.000 Tm. anuales.
–El ​Viñedo experimentó un gran desarrollo​, pasando de ​400.000 a 1.200.000 ha. ​El vino y sus
derivados se convirtieron en los principales productos de exportación, destacando los vinos de Jerez. Este
desarrollo fue espectacular en la década de 1870, debido a la epidemia de ​filoxera ​–provocada por un insecto–
de los ​viñedos franceses ​(1867) que multiplicaron por 10 las exportaciones de vino español. Pero en la década
de 1880 la filoxera llega a España –se prolongará hasta 1920– y se arruinan los viñedos de Málaga y de
Cataluña, que hubieron de ser replantados.
–​Desarrollo del olivar ​en dos centros básicos: Andalucía y el Sistema Ibérico.
–​Desarrollo ganadero en Galicia ​que comienza a exportar cabezas de ganado a Gran Bretaña.

III. LAS REFORMAS DE LA AGRICULTURA: LAS DESAMORTIZACIONES


Pese a estos avances, eran necesarias reformas estructurales para lograr una auténtica
Revolución agrícola siguiendo el modelo británico. ​La labor de Estado liberal será doble: ​garantizar la
inviolabilidad de la propiedad privada ​pero, a la par, ​aumentar en número de propietarios ​que apoyaran al
sistema liberal. Ello se llevó a cabo mediante dos medidas:
a) La abolición de los señoríos y la desvinculación de los mayorazgos.
b) ​La desamortización de los bienes eclesiásticos​.

Con estas medidas, se trataba de liberalizar las tierras, romper las ataduras que impedían su
venta y acabar con la preponderancia económica de la Iglesia.
LAS DESAMORTIZACIONES Y DESVINCULACIONES ​se desarrollan en varias fases:

1. LA VENTA DE BIENES DE LOS JESUITAS (1767)


Tras el ​motín de Esquilache del domingo de Ramos y los motines sucesivos de 1766​, Campomanes,
culpó a los jesuitas de ser los inductores de los mismos, y expulsó a l​a Cia de Jesús de España y de América.
Los bienes de los jesuitas (iglesias, capillas, colegios, tierras) fueron ​secuestrados por el Estado ​y ​alquilados
o vendidos ​a particulares. Otra parte (sobre todo ganados e instrumentos de labor) fueron entregados a Pablo de
Olavide para el proyecto de Colonización de Sierra Morena, iniciado por aquellos años. El dinero en metálico
se entregó a la tesorería del Ejército. Un buen ejemplo lo encontramos en el ​Colegio y la Iglesia de Santa
Catalina de Trigueros ​que poseía 950 fanegas de tierras para sembrar, viñas y olivares.

2. LA DESAMORTIZACIÓN DE GODOY: Una desamortización eclesiástica (1798)


El reinado de Carlos IV (1788–1808) vivió una ​caótica situación de la haciend​a, lo que obligó a la
emisión continua de ​vales reales ​para hacer frente a los crecientes gastos (​guerra contra la convención
francesa, desastre de Trafalgar, etc.)​. Por ello, Godoy, típico gobernante del Despotismo Ilustrado, realizó la
llamada ​1ª Desamortización o Desamortización de Godoy ​(1798):
–El Estado expropió tierras pertenecientes a ​bienes eclesiásticos: capellanías, bienes de los jesuitas
expulsados y tierras de hospitales, hospicios y casas de expósitos (junto a propiedades comunales de los
ayuntamientos). ​Estas tierras fueron vendidas en pública subasta y podían ser pagadas, al menor en parte, con
vales reales. Entre 1798 y 1808 se puso en venta 1/6 de las propiedades eclesiásticas de la Corona de Castilla
por un valor entre ​1600–2.000 millones de reales, lo que sirvió para amortizar gran parte de los vales
reales.
–Las tierras fueron compradas por ricos comerciantes y terratenientes y no por los labradores, al
carecer éstos del dinero necesario para la subasta.

3. LAS MEDIDAS DESAMORTIZADORAS DE LAS CORTES DE CÁDIZ Y EL TRIENIO LIBERAL.


Las CORTES DE CÁDIZ​, promulgaron una serie de leyes ​que pretendían ​desvincular los bienes de
la nobleza ​y ​desamortizar los bienes eclesiásticos y municipales​. Los principales hitos fueron:
1. ​La ​ley de Señoríos de 6 de agosto de 1811​, que ​suprimió los señoríos y los privilegios de los
señores, ​como sus tribunales especiales, el nombramiento de las autoridades municipales o el cobro de rentas
señoriales. Incluso se prohíbe el uso de los términos señor y vasallo. Pero dominará la interpretación del art. 5,
según la cual ​todos los señoríos eran territoriales​. Los señores conservaron pues sus propiedades y las
antiguas rentas fueron sustituidas por simples alquileres o arrendamientos.
2. ​El ​decreto de 4 de enero de 1813 ​expropió las tierras de los conventos con menos de 12 frailes,
además de la venta de baldíos y comunales. ​La mitad de estas tierras debían ser vendidas al mejor postor y la
otra mitad se daría en reparto gratuito a los soldados de la Guerra de Independencia como recompensa. Según
A. Miguel Bernal​, el reparto de tierras no se llevó a cabo por la oposición de la nobleza.
3. Un ​decreto de 1813 ​que nacionalizó ​los bienes raíces de los afrancesados, jesuitas, órdenes
militares, conventos y monasterios suprimidos ​o destruidos por la guerra.
Sin embargo, d​urante el Sexenio Absolutista ​(1814–1820), Fernando VII invalidó todas las leyes de
las Cortes de Cádiz: devolvió a los conventos la totalidad de los bienes confiscados y restableció el Régimen
señorial.
Durante el ​TRIENIO LIBERAL ​(1820–1823), podemos distinguir dos fases:
1. ​Durante el gobierno de los ​DOCEAÑISTAS ​o moderados ​(1820–1822), presididos por ​Martínez
de la Rosa ​se llevaron a cabo importantes medidas como:
–La «​Ley de reforma de comunidades religiosas​» (1820), por la cual se suprimieron los conventos y
colegios de las órdenes militares (Santiago, Calatrava, Montesa y Alcántara) y se prohibió fundar nuevas casas
religiosas o aceptar nuevos miembros. ​Fue el inicio de la desamortización eclesiástica del siglo XIX
Más tarde, durante el gobierno de los ​VEINTEAÑISTAS ​o ​exaltados ​g​obiernan entre 1822 y 1823
destacaron las siguientes medidas:
–Nueva expulsión de los ​jesuitas​,
–Venta de las ​tierras de los conventos de menos de 24 frailes​. En un año, los 2000 conventos
españoles se reducen al 50% De nuevo el objetivo fue rebajar la deuda pública y ganarse la confianza de los
acreedores.
Pero de nuevo, ​durante la Década Absolutista o Década Ominosa (1823–1833), Fernando VII
anuló toda la legislación del Trienio Liberal
4. LA DESAMORTIZACIÓN DE MENDIZÁBAL (1836–1851)
Durante el gobierno progresista de Mendizábal (sep.1835–mayo 1836), la principal medida fue la
desamortización de los bienes eclesiásticos, ​a través de los siguientes 3 decretos:
–​Supresión de las órdenes religiosas (conventos de frailes y monjas) en ​octubre de 1835, excepto los
dedicadas a la enseñanza, la beneficencia y las misiones en Filipinas.
–​La ley de 19 de febrero de 1936 ​que nacionaliza estos bienes, es decir dejaban de ser «manos
muertas» y pasan a propiedad del estado.
–Su ​posterior venta en subasta pública: ​No solo se subastaron tierras, sino también casas, monasterios
y conventos con todos sus enseres (incluidas las obras de arte y los libros).
Su Objetivo ​fue obtener dinero para saldar la enorme deuda pública del estado, pagar una leva de
100.000 hombres para poner fin a la 1ª Guerra Carlista y atraerse a las filas liberales a la burguesía. Por ello, ​no
fue una auténtica Reforma agraria ni una desamortización.
Los Hechos​: En cada provincia, una ​Subasta pública ​asignaba cada propiedad al mejor postor. Éste
podía pagar al estado: bien ​en metálico ​pagando ​inmediatamente 20% parte del total ​y el resto en 16 años
con un interés del 5 %, o ​bien entregando títulos de la Deuda, un ​20 % inicial y el resto en 8 años con un
interés del 10 % Este último sistema resultó más beneficioso para los compradores ya que los títulos estaban
muy devaluados.
Los Resultados:
–Afectó a ​15–20% de las tierras cultivadas del país​, un porcentaje muy superior a la Ley de Reforma
Agraria de la II República.
–​Las tierras fueron adquiridas por la burguesía enriquecida​. Por ello, aumentó el nº de latifundistas
y terratenientes, y los que ya lo eran (por ejemplo el duque de Alba aumentan sus propiedades.
–El Estado obtuvo ​327 millones de reales ​en metálico y ​4.224 millones, en títulos de la deuda ​del
estado, pero sólo fue un parche que permitió financiar la guerra carlista y saldar una parte de la Deuda Pública.
–Mendizábal mandó a la calle a más de 30.000 frailes. Ello provocó la ruptura de las relaciones
diplomáticas entre España y la Santa Sede. ​La cuestión se resolvió con el ​Concordato con la Santa Sede de
1851 por el cual se pone fin a la desamortización. ​La Iglesia aceptaba las ventas ya consumadas y, a cambio,
el Estado se comprometía a sufragar al clero mediante la llamada «​dotación de culto y clero​». Los ministros
de la Iglesia se convertían en «funcionarios» del estado.

Tras el ​Motín de la Granja ​de 1836, se formó un nuevo gabinete de ​Liberales Progresistas (agosto
1836–finales de 1837)​, presidido por ​José Mª Calatrava​, quien nombró a Mendizábal ministro de Hacienda.
Ambos pusieron de nuevo en marcha algunas leyes del Trienio Liberal:
–​La ley de señoríos de 16 de agosto de 1837, ​según la cual los señores perdían sus atribuciones
jurisdiccionales, pero conservaban la propiedad de las tierras, siempre que los campesinos no pudieran
acreditarlas como propias. Los campesinos se convertirán en simples arrendatarios o jornaleros.
–La continuación de la desamortización eclesiástica ​(decreto de julio de 1837) que expropió ahora las
propiedades del clero secular​, ​es decir, los bienes de catedrales e iglesias. Su ejecución se llevó a cabo
durante la ​regencia de Espartero (1841–1843). ​1843 fue el año de más ventas, alcanzándose la cifra de 850
millones de reales.
–​La desvinculación de los mayorazgos de 1837. A partir de esta ley, los propietarios de un
mayorazgo podrían vender sus tierras libremente. A partir de esta ley, enormes extensiones de tierras
salieron al libre mercado.

5. LA DESAMORTIZACIÓN EN EL BIENIO PROGRESISTA (1854–1856): LA


DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ (1855–1924).
Las desamortizaciones se interrumpieron durante la Década Moderada (1844–1854), pero todo cambió
durante el Bienio progresista m
En el ​Bienio progresista (1854–1856) destacó la DESAMORTIZACIÓN DE MADOZ, ​ministro de
hacienda. Se trata de l​a ​Ley de Desamortización General de 1 de Mayo de 1855 ​(mal llamada
desamortización civil) ​fue ​una "desamortización total", ya que nacionalizó y puso en venta:
a) ​Los bienes del Clero tanto regular como secular​, ​todavía no desamortizados​. Incluyeron manos
muertas de la iglesia, bienes de las órdenes Militares (Santiago, Alcántara, Calatrava, Montesa), tierras de
cofradías y obras pías o los bienes de los seguidores de Carlos María Isidro.
b) ​Los bienes del Estado,
c) Pero, sobre todo, ​obligó a los ayuntamientos a poner en venta los bienes «de propios» y
«comunales». ​Su venta se prolongó hasta 1924, con el Estatuto municipal de Calvo Sotelo
Los o​bjetivos ​fueron lograr el ​desarrollo político ​(enriquecimiento de los terratenientes y la burguesía
agraria favorable al régimen liberal) y el ​desarrollo económico, es decir, ​sanear la hacienda y permitir el
desarrollo de las obras públicas y del ferrocarril​.
El ​procedimiento de venta fue una copia del de Mendizábal ​con algunas diferencias:
–​Los pagos debían hacerse en metálico ​(art. 6) y solo en casos excepcionales en títulos de la Deuda
pública (de acuerdo con su cotización del día anterior).
–El ​dinero ​obtenido se dedicó a la expansión del ferrocarril.
–Los ​propietarios serían indemnizados con títulos de la deuda pública, consolidada al 3 % ​(con
una detracción del 20 % para el Estado).
–Madoz también dispuso la ​cesión de algunas suertes de propios y comunales a los vecinos​. Sin
embargo, eran suertes pequeñas y de muy baja calidad. Muchos pequeños labradores se vieron obligados a
venderlas –presionados por los latifundistas– a cambio de que no les quitarán el trabajo en los latifundios.
Los Resultados tuvieron varias vertientes:
–El año 1855 fue el de más ventas en todo el siglo. La Iglesia protestó esgrimiendo la vigencia del
Concordato con la Sta. Sede. El Gobierno rompió las relaciones con el Vaticano y se prohibieron los periódicos
católicos.
–En 1867 se habían vendido 3/4 partes de los bienes nacionales.
–La desamortización de Madoz duplicó en volumen y valor a la de Mendizábal ​(con cerca de 6.000
millones de reales). Pero de nuevo las tierras fueron adquiridas por ricos propietarios. Por ello, comienzan ​los
1º Motines agrarios ​(Motines de El Arahal en 1857 y Loja en 1861) que muestran el descontento agrario y la
difusión de los grupos republicanos en Andalucía.
–P​rovocó la quiebra de las haciendas municipales​. Hasta entonces los ayuntamientos se nutrían del alquiler
de los bienes de «propios», con lo que pagaban las obras, salarios municipales, o escuelas. Los campesinos
podían utilizar asimismo los montes y pastos comunales (baldíos). Pero esta desamortización ​sustituyó las
rentas de propios por títulos de la deuda​. Ello fue negativo ya que el Estado pagaba mal y los títulos se
devaluaban, obligando a los alcaldes a continuos viajes a Madrid, al Ministerio de Gobernación, en busca de
fondos. Ello supuso el c​ierre de las escuelas municipales y el despido de los médicos.

–Significó la ​ruina total de las Órdenes religiosas​.

IV. LAS CONSECUENCIAS DE LAS DESAMORTIZACIONES.


CONSECUENCIAS ECONÓMICAS
–Provocaron una transformación radical de la propiedad: a lo largo de siglo XIX pasaron a
manos de particulares 19 millones de ha, es decir, el 39% de la superficie nacional​. Pero, s​egún Jordi
Nadal, ​no se ​intentó hacer ninguna reforma agraria​, sino conseguir dinero para los planes del estado:
eliminar la deuda pública, ganar la guerra carlista, contribuir a la expansión del ferrocarril, etc.
–​Las tierras no se repartieron entre los menos favorecidos. ​Fueron compradas por la burguesía
terrateniente, funcionarios del estado, comerciantes, militares. ​Por el contrario, contribuyó a aumentar el
latifundismo español. ​En las zonas de latifundio (Andalucía, Extremadura y La Mancha) la propiedad se
concentró aún más. ​Fue por tanto una de las oportunidades perdidas para solucionar el problema de la
estructura de la propiedad
–Ya en el siglo XIX, las desamortizaciones fueron criticadas: Álvaro Flórez Estrada ​(economista y
ministro) en 1836 ​y Claudio Moyano (​profesor universitario y ministro) ​en 1855 ​opinaban que debían ​haberse
repartido tierras a los labradores y jornaleros, en arrendamientos enfitéuticos a largo plazo​, con lo sque
se hubiesen mejorado las condiciones de vida del campesinado y la productividad.
–Tampoco cumplió la función hacendística​: se consiguieron ​13.000 millones de reales​, cifra inferior
a la prevista.
CONSECUENCIAS SOCIALES.
–Supuso la ​ruina total de las Órdenes religiosas, y el clero s​ecular pasó a depender de la «dotación de
Culto y Clero». También se resienten las actividades docentes y asistenciales de la Iglesia, con las excepciones
de las Órdenes de San Juan de Dios y los Escolásticos
–​La gran nobleza mantienen sus grandes latifundios, y ​junto a ella creció una ​nueva clase de
grandes terratenientes​, formada por la burguesía enriquecida que invirtió su dinero o sus títulos de la deuda
en tierras del clero (en lugar de inversiones industriales). Es lo que A.M. Bernal llama ​«el Señoritismo
andaluz​». De esta forma, el latifundio se consolidó (3ª fase) y el jornalero apareció como clase social que va a
protagonizar parte de la conflictividad política y social de finales del siglo XIX y principios del siglo XX. El
problema agrario (injusticias sociales y escasa demanda económica) está en la base de los problemas del siglo
XX que nos conducen a la segunda república y la guerra civil.

CONSECUENCIAS CULTURALES
Destaca ​la ​pérdida de obras de arte​, la ​desaparición de las escuelas parroquiales y conventuales​.
El resultado fue una tasa de analfabetismo del 70%. Por contra, el Estado sólo potenció Universidades y
Academias para los hijos de la burguesía, pero abandonó las escuelas primarias y la educación secundaria.
Además, m​uchos conventos se convirtieron en cuarteles o edificios públicos ​o fueron derribados para
construir grandes plazas y se perdió parte del patrimonio mobiliario de la Iglesia
En definitiva, la desamortización no cumplió las grandes esperanzas de realizar una profunda reforma
agraria, ni condujo a la industrialización. Pero la desamortización fue inseparable de las dificultades de
consolidación de un Estado liberal amenazado por los partidarios del Antiguo Régimen y con unos ingresos
fiscales absolutamente insuficientes para hacer frente a los gastos.

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