El Factor Maya - Jose Arguelles
El Factor Maya - Jose Arguelles
El Factor Maya - Jose Arguelles
Contenido
Prologo
Introducción - El Misterio De Los Mayas - La Ciencia Trascendida
1. Mi Búsqueda de Los Mayas Durante 33 Años
2. Los Mayas - Adivinos de La Armonía
3. Los Maestros Galácticos y Los Números del Destino
4. El Telar Maya - El Módulo Armónico Revelado
5. Historia y Sistema Solar - La Visión Galáctica
6. El Final del Ciclo - Sincronización con El Mas Allá
7. Tecnología y Transformación
8. La Era Solar Que Se Aproxima
Un Ejemplo Resonante Que Sirve Como Guía - Glosario de Términos y Conceptos Claves de Los Mayas
El Armónico Sistema Numérico de Los Mayas
A. Suplemento - Números Direccionales y Números Radiales
B. Suplemento - Factores y Fractales Mayas
C. Suplemento - Armónicos del Calendario
D. Suplemento - Números Armónicos
E. Suplemento - El Ciclo de 52 Años y El Calendario Circular Diario
Referencias
Prologo
por Brian Swimme
Entre los sinólogos hay una leyenda popular sobre los primeros occidentales -un grupo de jesuitas eruditos que
estudiaron el I Ching en el siglo XVII.
La empresa comenzó con gran alegría y esperanza, el idioma había sido aprendido, y los significados al fin habían
sido descifrados y examinados con madurez. Entonces vino la tragedia. Algunos de los jóvenes inteligentes estaban
locos. Sencillamente, la dificultad para entender la sabiduría del I Ching dentro de las categorías de la mente
occidental, abrumó a estos hombres consagrados.
Finalmente, la Compañía de Jesús se vio obligada a abandonar el proyecto, y aún a prohibir cualquier estudio
posterior de esta extraña escritura China.
Este relato, si bien apócrifo, arroja luz en la obra del Dr. José Argüelles, porque él también se ha sumergido de
todo corazón, en aquello que para la mente occidental es igualmente un engañoso sistema de conocimiento, o sea
el Tzolkin Maya. Después de gastar una parte de su vida dando vueltas alrededor de este enigma, el Dr. Argüelles
ha aparecido con su relato de lo que él significa, y realmente es un relato descabellado. Se nos pide que
examinemos los siguientes puntos, entre otros igualmente insólitos:
Primero, que la historia humana está formada en gran parte por un rayo galáctico a través del cual la Tierra y el Sol
han estado pasando durante los últimos 5.000 años, y que nos espera un gran momento de transformación, a
medida que lleguemos al final del rayo en el año 2012.
Segundo, que las perspectivas y actividades culturales del mundo siguen la naturaleza de las “estaciones
galáctica?, cuyo código fue captado matemática y simbólicamente por los mayas.
Tercero, que cada persona tiene el poder para conectarse directamente, ya sea sensoria, sensitiva, o
electromagnéticamente con la energía/ información de este rayo que emana del corazón galáctico, y de este modo
se puede despertar la verdadera mente de uno, es decir, al mente superior, la mente profunda.
Indudablemente muchos pensarán que el Dr. Argüelles ha seguido el mismo camino de los jesuitas, quienes se
extraviaron en el I Ching, y se volvieron dementes y maniáticos, quedando aislados en sus propias fantasías
engañosas. Ciertamente, el mismo Dr. Argüelles es consciente de que sus conclusiones son de naturaleza
inquietante.
Habiendo dicho todo eso permítaseme indicar por qué pienso que la visión del Dr. Argüelles es de un valor
profundo. Estoy convencido de que cualquier visión del universo que no logre estremecernos, es porque carece de
valor para nosotros. Debemos tener en cuenta que, nosotros, occidentales racionales, nosotros ciudadanos
mundanos y demócratas judeo-cristianos, con nuestras armas nucleares hemos convertido la Tierra en un rehén.
Nosotros los industriales modernos, somos los que practicamos el ecocidio que ha cubierto la superficie de todos
los continentes.
Decir que una visión del universo es “racional”, quiere decir que ella se ajusta a esta visión del mundo moderno, el
cual ha iniciado y sostiene el terror global.
No necesitamos visiones racionales; necesitamos las más descabelladas e inquietantes visiones que podamos
encontrar respecto al universo. La visión del Dr. Argüelles es idónea.
Pero su visión no es totalmente descabellada. Con la exactitud infalible de todo genio, el Dr. Argüelles conoce la
ciencia occidental y sabe que la única esperanza de un equilibrio para la sociedad occidental, consiste en asimilar
plenamente la cosmología de los pueblos primitivos, ven particular la cosmología Maya.
¿Porqué deben ser estudiadas por aparte las cosmologías primitivas? Porque los pueblos primitivos empiezan con
la misma convicción: la Tierra, el Sol, la galaxia, el universo, todas las cosas en todas partes, están vivas y son
inteligentes.
Todo lo que necesitamos es humildad. Nosotros, quienes fuimos educados en esta moderna visión del mundo, que
es la que dirige y sostiene nuestro militarismo, con su mismo patriarcado y antropocentrismo, necesitamos
comprender nuestro error fatal: la suposición de que el universo está muerto, y carece de sensibilidad, inteligencia, y
propósito. ¿Podremos encontrar el valor para librarnos de este engaño fatal?.
¿Encontraremos la sabiduría para volvernos hacia los mayas y su ciencia, y para aprender la verdad del universo?.
En lo que resta de esta introducción, me gustaría comentar extensamente algunas cosas respecto a los tres puntos
“descabellados” del Dr. Argüelles. Ya que mi propia educación la constituyó la física matemática, mi línea de
pensamiento refleja necesariamente los contornos de la ciencia contemporánea. Pero necesito hacer énfasis aquí,
en que no estoy intentando ubicar la visión de los mayas dentro de las categorías modernas y científicas.
La cosmología Maya no puede ser ubicada dentro de las categorías modernas y científicas. Pero ahí es donde
surge en nuestra época una ciencia post-moderna, una orientación científica que asimila la visión del mundo de los
pueblos primitivos, con la visión del mundo de la ciencia moderna.
Primero
El rayo galáctico a través del cual estamos pasando, según lo afirman los mayas. Para empezar,
permítanme decir que la ciencia moderna nunca ha hablado de tal rayo, en la forma en que lo hacen
los mayas. Pero recientemente, los físicos se han hecho conscientes de la manera en que estamos
siendo influenciados por los rayos que pasan a través de la galaxia, y esto en sí mismo, es algo
nuevo. La astrofísica comente describe estos rayos como unas ondas densas que irrumpen a través
de la galaxia, influenciando así su evolución.
Por ejemplo, el nacimiento de nuestro Sol fue una consecuencia de estas ondas. Las ondas densas
pasaron a través de una estrella gigante y la incendiaron, esta explotó y provocó la existencia de
nuestro propio sol.
En efecto, la formación de toda estrella se debe principalmente a que estos rayos irrumpen a través
de nuestra galaxia. Podemos comenzar a formular la noción de que la galaxia es un organismo, el
cual está comprometido en su propia evolución. Hablamos de la “dinámica auto-organizadora” de la
galaxia. O con una perspectiva más orgánica, hablamos de que la galaxia está desplegándose. El
nacimiento de las estrellas se describe como parte de la epigénesis galáctica.
Entonces se ve que el Sol es activado por la dinámica dirigida desde el centro galáctico; el ojo de
una rana se ve exactamente así, activado por la dinámica dirigida desde su propio centro orgánico.
Los rayos que tienen densidad galáctica, han atravesado con fuerza a
través de la galaxia, durante la totalidad de los 4.55 billones de años que
tiene de existencia el Sol, y en cualquier época en que estos rayos pasen a
través del Sol, alteran su dinámica, y así alteran la energía radiante que
baña a la tierra.
Por ejemplo, el descubrir empíricamente que el Sol tuvo un comienzo, este es un conocimiento que
requiere un grado muy elevado de conciencia. Pensemos solamente qué tan exótica tuvo que
volverse la conciencia para ver el movimiento de los continentes; ¡O realmente escuchar el eco del
primer globo de fuego, hace 20 billones de años en los comienzos del tiempo!.
Los mayas fueron un pueblo embriagado por un objetivo cultural que requería un desarrollo de
conciencia bastante diferente. Donde los científicos modernos han sido capaces de detectar
experimentalmente los efectos físicos de los rayos densos pasando con fuerza a través de la
galaxia, los mayas fueron capaces de detectar experimentalmente rayos de diferentes efectos,
rayos que no sólo influenciaron el nacimiento y el funcionamiento de las estrellas, sino también el
nacimiento y el funcionamiento de las ideas, visiones, y convicciones.
O más bien, yo pienso que el caso es que tanto los científicos modernos como los mayas
responden a los mismos rayos. Los científicos modernos desarrollaron un grado de conciencia que
los capacita para articular los efectos Físicos de estos rayos; Y los mayas desarrollaron una
conciencia que los capacitó para articular los efectos psíquicos de estos rayos.
Segundo
Las estaciones galácticas. Los mayas, en la presentación del Dr. Argüelles, enseñaron que cada
era tiene una cualidad particular de sí misma, una cualidad que favorece un tipo especial de
actividad, y todo esto se encuentra registrado en el código del Tzolkin.
Al conocer los códigos galácticos para las estaciones, se puede prever la llegada de éstas, y así se
puede actuar de acuerdo a ellas, y con gran efecto. Tal orientación hacia el universo era común
para la mayoría de los pueblos primitivos, aunque quizás ninguno tuvo la exquisita sutileza de los
mayas. Además de esto, la tradición religiosa occidental primitiva y medieval tenía una concepción
similar del tiempo, según la cual cada momento o era, tenia su cualidad especial, otorgada por el
corazón de la Divinidad; al conocer la cualidad del momento, uno se capacitaba para entrar
profundamente en una actividad divina.
Mi propia manera de aproximarme a esta idea de una “estación galáctica”, se basa en los 20
billones de años que lleva la historia cósmica. Si examinamos nuestra relación de lo que realmente
ha sucedido, vemos que cada era tiene una cualidad especial su momento singular su, creatividad
particular.
Por ejemplo, hace medio millón de años en la epopeya cósmica, llegó el tiempo para crear los
átomos de hidrógeno.
Necesitamos recalcar aquí, que esta creatividad está ligada intrínsecamente a la macrofase natural
del cosmos en ese momento. Hasta entonces, los átomos de hidrógeno, no habían sido creados;
Pero en el momento en que los átomos de hidrógeno pudieron, saltaron a la existencia por millares.
Hay docenas de tales ejemplos a través de todas las eras de la epopeya cósmica, pero quizás
podemos quedarnos con la aparición de los átomos de hidrógeno, para aclara el punto referente a
la actividad inherente a una estación cósmica.
Antes de que apareciera el hidrógeno, en verdad fue posible que se formase un átomo individual de
hidrógeno. Pero el hacerlo requirió un formidable gasto de energía, y el átomo se fundió
rápidamente en el horno primordial. La creación de átomos de hidrógeno en otras épocas, habría
sido ir contra la comente del universo.
Una fluida y abundante creatividad, depende por una parte de la necesidad natural que se tenga del
hidrógeno, y por otra de la cualidad de la época del universo.
Tercero
La interacción personal con la mente galáctica. Realmente, ¿qué podemos decir respecto a la
noción de inteligencia y propósitos galácticos?.
Dejé este punto de último, porque aquí trataremos de los profundos alcances de la represión
psíquica en occidente. Los mayas sintieron que ellos estaban unidos con la mente del Sol, la cual
manifestaba para ellos la mente y el corazón de al galaxia. Los mayas captaron que la galaxia tenia
deseos. Cuando los científicos modernos escucharon esto, colocaron a los mayas en el cuarto
destinado a los “cuentos de hadas”.
Considere lo siguiente. Nuestros antepasados intelectuales de la Europa del siglo XVII, podían estar
ante un animal que profería alaridos, y sin embargo estaban convencidos de que el animal no
sentía. Cuando se les preguntaba cómo podían tener un corazón tan frío, ellos explicaban que los
animales eran sólo máquinas que habían sido dañadas, y que emitían sonidos lastimeros igual que
lo hacía cualquier máquina cuando estaba descompuesta.
Por ser descendientes de ellos, nosotros tenemos la misma sensibilidad distorsionada. De otro
modo, ¿cómo podemos permanecer apáticos cuando en la actualidad el mundo viviente da alaridos
de angustia a través de todo el planeta?
Esto lo menciono, con la esperanza de que una vez sospechemos la verdad que nuestra moderna
sensibilidad es la más deformada en todos los 50.000 años de existencia del Homo Sapiens,
comencemos con la tarea de despertar todas las gamas de la sensibilidad psíquica en los seres
humanos. Sólo entonces así detendremos nuestro ataque violento contra la vida. Sólo así viviremos
una existencia en un éxtasis similar al de los mayas.
Nuestra dificultad surge desde nuestro error cultural de creer que los átomos de las estrellas de
hidrógeno, y todo lo demás, son “sólo cosas materiales”, y que nosotros y nuestra vida psíquica son
trascendentes, completamente desconectados del universo.
El relato de la creación cósmica que presenta la ciencia post-moderna, ofrece un punto de partida
diferente: es decir el universo como un solo, multiforme evento energético. Y de este modo, la
conciencia humana y el cuerpo humano, y la conciencia del búho, y el cuerpo del búho, todos son el
florecimiento de un numinoso proceso cósmico.
En esta orientación integral, podemos comenzar a apreciar la forma en que nuestros pensamientos,
huesos, e intuiciones (y los pensamientos, huesos, intuiciones del búho), todos son los tejidos de la
misma dinámica sagrada y fundamental.
En esta perspectiva, las sensaciones no son elaboradas en la mente humana trascendente sino que
son transmitidas, del mismo modo en que se transmiten los fotones. Esta es en verdad la
experiencia más común. Una persona que esté ante una gran roca de granito, es bañada con toda
clase de sensaciones, estas son las sensaciones que la montaña ha comunicado al ser humano.
Piense entonces en un Maya de pie que está siendo bañado por la luz del Sol. ¿Qué podemos decir respecto a lo
que está sucediendo?
Qué este evento, como cualquier otro, es al mismo tiempo físico y psíquico. Podemos hablar de la acción recíproca
quanto-electrodinámica de los fotones solares con los electrones humanos; O podemos hablar de las sensaciones y
los acontecimientos íntimos que se experimentan “interiormente”. La totalidad del acontecimiento exige que ambos
polos sean tenidos en cuenta.
El Sol calienta la piel y enciende la mente. El Sol comparte su calor y expresa su sentimiento interior; el Sol
transmite su energía termonuclear y proyecta sus ideas y peticiones.
Es difícil dejar de reflexionar en las ideas fascinantes que se encuentran en el libro del Dr. Argüelles. Amesgue y
véalas por usted mismo.
¡Que regrese con el nuevo poder para activar la salud y la creatividad de la Comunidad Terrestre!.
Brian Swimme
Instituto para la cultura y la creatividad espiritual
Holy Names College, OkIand.
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Introducción
El Misterio De Los Mayas - La Ciencia Trascendida
Desde el triunfo del racionalismo y de la revolución industrial del siglo XVIII, siempre ha sido una verdad
institucionalizada, el que la ciencia moderna representa el pináculo de los logros humanos.
Esta creencia es la piedra angular de la doctrina del progreso material y tecnológico. Virtualmente es inconcebible la
noción de que pudo haber existido una ciencia más avanzada que la predominante. Y que de todos modos subyace
en cada aspecto de la civilización industrial global.
Sin embargo, ha llegado el momento en que lo racionalmente inconcebible pude ser la única solución que queda, o
que ofrezca seguridad en el paso más allá del pérfido ataque violento del militarismo nuclear, y del envenenamiento
del medio ambiente que ahora amenaza la existencia de este planeta.
Atrincheradas y siempre vigilantes en sus propias bases, las fuerzas del materialismo científico custodian
celosamente los portales de sus dominios, con un solo objetivo en mente: mantener el mito de una superioridad
tecnológica que siempre continuará progresando.
Así pues, los objetos voladores no identificados, la variedad de experiencias paranormales, y el descubrimiento en
1976, de fenómenos “racionalmente” inexplicables en la superficie de Marte, rápidamente se convirtieron en
documentos clasificados, que le fueron ocultados al público. Sin embargo, en la mañana del 28 de enero de 1986,
exactamente cuatro días después de que el triunfante Voyager 2 pasara cerca a Urano, suministrando una
asombrosa cantidad de información, el vehículo espacial Challenger explotó a plena vista del público y la televisión.
En aquel asombroso momento de fuego, el mito de la superioridad tecnológica sufrió un duro golpe.
Es desde la ventana de la duda y de la vulnerabilidad suscitadas por la fatal misión del Challenger que las personas
inteligentes pueden cuestionar como nunca antes, el propósito de la tecnología y la “infalibilidad” de la ciencia
moderna. A través de esta grieta soplan ahora vientos extraños en el mito de la superioridad tecnológica.
A la luz lunar de lo que trasciende al racionalismo científico, podemos formular las siguientes preguntas:
¿Y si la manera como estamos haciendo las cosas no es la mejor o la más sabia?
¿Y si no somos la civilización más inteligente que la Tierra ha conocido?
¿Pudo haber existido un pueblo más inteligente, más sabio, y más avanzado que nosotros,
al que hemos menospreciado por causa de nuestra autosatisfacción?
¿Pudo haber existido una ciencia superior a la nuestra que haya sido practicada en este
planeta y en otras partes?
¿Qué es lo que nos hace estar tan seguros de que el materialismo científico es la mejor
técnica para arrancar respuestas de un cosmos infinitamente más vasto y misterioso que lo
que la mente racional puede comprender?
En otras palabras, lo que el espectro de la crisis tecnológica invoca es un cambio paradigmático de naturaleza
genuinamente radical.
Dicho cambio ha estado en el aire durante largo tiempo, gracias a la pionera investigación de la física cuántica, pero
ha necesitado una sacudida experimental para lograr cimentarse.
Durante todo el siglo XX, las mentes científicas sensitivas han estado tratando de informarse y de alertar al público,
respecto al comportamiento irracional en el mundo, que la ciencia racional trata de implantar. Aunque su mensaje
ha escapado a los señores de la guerra y a los tecnócratas, cuyo poder decisorio da forma al orden social, los
difusores de la “nueva ciencia”, como Frijof Capra, Isaac Bentov, y Gary Zukov, han hecho esfuerzos admirables
para darle a conocer la similitud que hay entre la física cuántica y el misticismo oriental, por lo menos a una minoría
de pensadores críticos.
En realidad, la parte final de los Maestro danzante de Wu Li (1979), se aproxima a lo inconcebible al afirmar que nos
estamos acercando al “fin de la ciencia”. Sin embargo aún él es incapaz de rehuir la noción del “esfuerzo sin
tregua”, y del desarrollo en continuo progreso de más y más teorías físicas que son-comprensibles y útiles.
El “fin real” de la ciencia, el cambio paradigmático y radical, previsto hace mucho tiempo, significa renunciar al
concepto mismo del progreso incesante. O al menos renunciar a él, el tiempo suficiente para ver si no pueden existir
ciencias no físicas y no materiales, que trasciendan totalmente el concepto del progreso y del no progreso.
De hecho el mito del progreso científico y de la superioridad tecnológica no podría recibir un golpe más duro que el
de descubrir que una ciencia más avanzada existió antes de que surgiera el mito del progreso, y esta fue practicada
por un pueblo que aún estaba en la edad de piedra, según la opinión moderna. Me estoy refiriendo, más
específicamente, a un sistema de pensamiento que virtualmente fue pasado por alto por todos los impulsores de la
“nueva ciencia”. Este sistema de pensamiento es la ciencia que fue conocida y practicada por un pueblo antiguo
llamado los mayas.
El ejemplo más cercano al sistema de la ciencia Maya, y que es conocido por los defensores de la nueva ciencia, es
el legado chino del I Ching.
Sin embargo, el I Ching aún no ha sido plenamente comprendido por los “nuevos científicos”, quienes, todavía
sumergidos en la doctrina del progreso, no han sido capaces de ver lo que es: la forma codificada de una ciencia
basada en la resonancia holonómica, y no en la física atómica.
Martín Schönberger en El I Ching y el Código Genético, La Clave Oculta de la Vida (1973), Robert Anton
Wilson en Los Documentos Iluminados (1980), y mi propia La Tierra en Ascenso (1984), son algunos de los pocos
esfuerzos que postulan al I Ching como el ejemplo de un sistema que es más comprensivo que la ciencia de la
actualidad.
Y es que, desde la perspectiva de la ciencia Maya, los términos futuro y pasado son de poco valor como medios
para medir la superioridad del progreso. Para los mayas el tiempo no existe en modo alguno, este es un circuito
desde cuya fuente común proceden igualmente el futuro y el pasado, siempre encontrándose y uniéndose en el
momento actual.
La ciencia Maya, al igual que el I Ching, puede ser considerada como pre-científica y post-científica.
¿Cómo es entonces, que en este momento de crisis tecnológica y de cambio paradigmático
los mayas invitan a entrar en nuestra conciencia?
¿Quiénes fueron, o quiénes son los mayas?
¿De dónde vienen?
¿Cuáles fueron sus logros?
¿Por qué hicieron lo que hicieron?
¿Por qué abandonaron su civilización cuando esta estaba en su apogeo?
¿Adónde fueron, y por qué?
Mientras que las formas del pensamiento oriental y las prácticas actuales como la yoga, la meditación, los arreglos
florales, las artes marciales, y otras cosas, lentamente se convirtieron en un fenómeno sobresaliente que viene en
aumento durante la última mitad del siglo, revolucionando inexorablemente nuestra cultura e impactando en nuestro
pensamiento científico, los mayas han quedado como algo enigmático y extraño.
Sin embargo, evocar a los mayas de América Central, es evocar una curiosa resonancia del oriente, de la India.
Después de todo, Maya es un término filosófico clave hindú que significa “el origen del mundo”, y “el mundo de la
ilusión”.
Además de eso, la palabra Maya en sánscrito, está asociada a conceptos que significan “grande”, “medida”,
“mente”, “magia”, y “madre”. No nos sorprende encontrar que Maya es el nombre de la madre del Buddha. Y en el
clásico de los Vedas, el Mahabharata, leemos que Maya era el nombre de un eminente astrólogo, astrónomo, mago,
y arquitecto, como también era el nombre de una gran tribu de navegantes erráticos.
No solamente en la antigua India, hogar de alta metafísica y aventura espiritual, encontramos el nombre Maya, sino
que la encontramos aún más al occidente:
El tesorero del célebre Tutankhamen, el rey niño de Egipto, se llamaba Maya, mientras que
en la filosofía egipcia encontramos el término Mayet, que significa el orden universal del
mundo.
En la mitología griega, las siete Pléyades, hijas de Atlas y Pleione, y hermanas de Hyades,
enumeran entre ellas a una llamada Maia, también conocida como la estrella más brillante
de la constelación de las Pléyades.
Y finalmente, sabemos que nuestro mes de Mayo se deriva de la diosa romana Maia, “la
grande”, la diosa de la primavera, hija de Fauno y esposa de Vulcano.
Volviendo a los mayas de América Central, encontramos que su nombre se deriva de la palabra Mayab, término que
describe a la península del Yucatán, área clave de la base y hogar bio-regional de los mayas.
Al leerlos recientes textos mayas como el Popol Vuh, El Libro de Chilam Balam, y Los Anales de los Cakchiqueles,
tenemos la clara impresión de que en verdad, los mayas llegaron de muy lejos,
“del otro lado del mar llegamos al lugar llamado Tulan, donde fuimos engendrados y nacimos de
nuestras madres y padres...”
(Cakchiqueles)
A fin de que uno no crea que el asunto es simple, leemos en cualquier otra parte del mismo libro un texto algo
adulterado según el cual hubo cuatro Tulanes:
“La gente llegó a Tulan de cuatro lugares. En el oriente hay un Tulan. Otro en Xibalbay (el mundo
inferior); otro en el occidente desde donde vinimos nosotros mismos, desde el oeste, y hay otro
donde está Dios (arriba, en los cielos). Por eso hubo cuatro Tulanes”.
Al examinar el pasaje anterior, encontramos que el lugar de los orígenes, o el proceso de los orígenes descrito por
los mayas en este último texto, es de naturaleza mandálica, celestial, y cósmica.
Los cuatro Tulanes representan el paso del Sol, de oriente a occidente, como también un mundo superior y uno
inferior. Además, una lectura de la antigua historia y mitología, Maya mejicana en general, demuestra que Tulan o
Tollan es un nombre arquetípico, clave, tanto como un lugar real. ¿Que sucederla si Tulan no describiese
necesariamente un lugar geográfico, sino un proceso de transformación y un punto de entrada de un reino o mundo
a otro?.
A este respecto, el recuerdo que los mayas tenían de sus orígenes, se parece al de los Hopi, que describe una
travesía desde mundos diferentes, de los cuales el actual es el cuarto.
Pero,
¿Qué son estos mundos?
¿Representan las anteriores etapas de la vida en este planeta?
¿O describen acontecimientos cósmicos que suceden simultáneamente en este planeta o
en cualquier otra parte?
Dejando a un lado por el momento la cuestión sobre los orígenes, nos encontramos en terreno más firme
contemplando los logros de los mayas indudablemente, los mayas representan una de las civilizaciones más
grandes que haya florecido en el planeta Tierra.
Esparcidas a través de las selvas de Yucatán, y de las tierras montañosas de la actual Guatemala, hay un número
increíble de ciudades antiguas y templos. Pirámides escalonadas, plazas elegantemente dispuestas, y centros
ceremoniales exquisitamente adornados con piedras esculpidas y cubiertas por todas partes con inscripciones
jeroglíficas.
Respecto a las espléndidas ruinas de los mayas, hay varias cosas que nos sorprenden, siendo la principal entre
ellas, su aislamiento. Aún si se compara con la cercana civilización de las tierras montañosas mejicanas, el estilo
artístico de los mayas es único.
Aislados en las junglas de América Central, los mayas se nos presentan tan elevados como remotos. Al considerar
sus pirámides que como torres se elevan sobre los contornos de la jungla, y sus intrincados jeroglíficos, también nos
sorprende lo tarde que los mayas aparecen en la historia universal. Casi tres mil años después de que culminara la
construcción de las pirámides en Egipto, con cuya civilización son justamente comparables, los mayas aparecieron
súbitamente en escena.
Pero aún más dramático que el ascenso relativamente tardío de la civilización Maya, lo es su
repentina desaparición. En el año 830 D.C. después de unos 500 a 600 años de intensa actividad, los principales
centros fueron dejados a merced del tiempo y de la selva. De todos los enigmas dejados por los mayas, este parece
ser el más grande.
Aunque se han hecho esfuerzos para dar la hipótesis de una revolución interna, una sequía, o una peste, como
causa del desalojo de los grandes centros, no existe ninguna prueba convincente que confirme alguna de estas
teorías. Aún queda la posibilidad, tan conmocionante como puede ser para nuestra manera de pensar, de que los
mayas abandonaron conscientemente su civilización cuando ella estaba en su apogeo.
Íntimamente relacionado con el misterio del desalojo de los centros claves alrededor del año 830 D.C. está el
enigma no sólo del significado de los jeroglíficos, sino de los datos calendáricos, matemáticos, y astronómicos
dejados por los mayas.
Si los mayas sólo hubieran dejado su arquitectura y su trabajo artístico, su civilización estaría en línea con lo más
alto que la humanidad ha logrado, es decir, con los egipcios y los griegos, la dinastía Gupta de la India, los templos
de Java, la dinastía T'ang de la China y la clásica dinastía Heian del Japón. Pero son además sus alcances
científicos los que sobresalen tanto o más que las alturas armónicas de su trabajo artístico, los que continúan
asombrándonos.
Comúnmente se habla de los alcances científicos de los mayas en términos de sus adelantos en el calendario.
Los mayas calcularon la longitud de la revolución terrestre alrededor del Sol, con una precisión de cerca de una
milésima de un punto decimal de acuerdo a los cálculos de la ciencia moderna. Esto, se nos dice incesantemente, lo
hicieron sin nuestros instrumentos de precisión.
No sólo eso, sino que elaboraron calendarios sobre los ciclos de las lunaciones y de los eclipses. Y aún más, tenían
calendarios que registran las revoluciones sinódicas y las sincronizaciones de los ciclos pertenecientes a Mercurio,
Venus, Marte, Júpiter, y Saturno. Y, en algunos de sus monumentos encontrados los registros de fechas
y acontecimientos que sucedieron hacen 400.000.000 de años.
Ellos hicieron todo esto con un sistema numérico único e increíblemente sencillo y flexible, en el que contaban por
veintenas (en lugar de hacerlo por decenas), y únicamente utilizaron tres símbolos de numeración escrita. ¿Por qué,
y con qué fin?.
¿De qué manera el conocimiento del calendario Maya se refiere al misterio de sus orígenes, y al enigma del
desalojo de sus ciudades principales en el año 830 D.C.?. Y ¿a dónde se fueron los mayas después del año 830?
Ciertamente, hubo quienes se quedaron, y sin embargo, hay una brecha tan clara, anterior al nuevo comienzo de la
civilización Maya en la postrimerías del siglo X, que parece como si hubiera sido hecha de manera consciente y
deliberada. No sólo existe una brecha entre el llamado Nuevo Imperio Maya, y el Gran Imperio Maya anterior al año
830 D.C., sino que también en la época en que llegaron los españoles, es como si se hubiera olvidado todo el
conocimiento del pasado.
De hecho, los arque6logos ven el sistema del calendario tan sólo como eso, es decir, como una manera de registrar
el tiempo.
Pero queda sin respuesta la pregunta de por qué se gastó tanto tiempo registrando el tiempo, surge entonces la
sospecha de que el calendario es más que un calendario. ¿Es también el sistema numérico, - tan delicadamente
proporcionado-un medio para registrar las señales armónicas que no sólo se refiere a las posiciones del espacio-
tiempo, sino a las cualidades resonantes del ser y de la experiencia, cuya naturaleza nos la oculta nuestra
predisposición materialista?.
No hay ninguna duda de que en los volúmenes de literatura que se han escrito sobre los mayas y sus
sorprendentemente precisos logros intelectuales, pocos son los escritores para quienes la civilización Maya no haya
representado una “cosa del pasado”, y una civilización no tan avanzada como la nuestra.
La visión que informa de casi todo lo que se ha dicho respecto a los mayas, es la visión atrincherada y progresiva
de que los mayas representaron una de las diversas comentes de civilización que lucharon contra todas las
dificultades ambientales para alcanzar nuestro nivel de materialismo y ciencia. Y por esta razón, la mayor parte de
todo lo que se ha dicho respecto a los mayas puede estar completamente equivocado.
Después de muchos años de estudio y meditación sobre el misterio de los mayas, he llegado a la inevitable
conclusión de que los mayas no pueden ser comprendidos con la vara que hemos usado para medirlos y juzgarlos.
Habiendo captado intuitivamente que el objetivo de la vida de acuerdo a los mayas, en gran parte pudo haber sido
muy diferente de lo que nuestra imaginación materialista puede reconocer, muy recientemente he llegado a la
conclusión de que los mayas, al menos los mayas cuya civilización llegó a una parada repentina en su pináculo,
durante el año 830 D.C., no sólo fueron más inteligentes que nosotros, sino que su ciencia estaba mucho más
adelantada que la nuestra.
Por esta razón poco importa el que ellos no hubieran utilizado herramientas metálicas, o inventos que ahorrasen
trabajo, tales como la rueda (tampoco utilizaron bestias de carga).
Debido a que ellos pudieron realizar tantas cosas con tan pocos medios, los mayas tienen algo muy importante que
enseñarnos en nuestro tiempo de crisis tecnológica y cambio paradigmático. En realidad, los mayas no sólo pueden
poseer ya el “nuevo modelo”, sino también el conocimiento científico por el cual puede aplicarse éste modelo.
Siendo esto así, no pudo haber sido meramente una casualidad, el que los mayas fueran la última de las antiguas
comentes civilizadoras que florecieron en este planeta.
Ni tampoco puede ser una casualidad, el que los mayas representen la última tradición antigua, a examinarse y
entenderse a la luz del pensamiento moderno. Parece que ya a llegado el momento para un “redescubrimiento de
los maya”.
Al reflexionar en todo esto, he llegado a percibir la presencia espiritual de los mayas. Hábiles sabios de lo que
nosotros llamamos tiempo, Maestros de la sincronización, los espíritus de los mayas se sonríen y hacen muecas.
Por supuesto, la época es precisa. Todo esto ha sido diseñado, dispuesto, e impreso. Las pistas fueron dejadas
deliberadamente.
Todo lo que se ha estado esperando es llegar a un estado mental que sea conveniente para interpretar las pistas.
La depresión del actual estado mental, permite la posibilidad de interpretar las pistas, y sacar de ellas las
conclusiones correctas. Conclusiones que pueden tener mucho que ver con timonear los asuntos planetarios no con
rumbo a la extinción sino rumbo a una transformación.
Al preparar la presentación de este texto, hay dos cosas que me sirven de guía: el estudio de un fenómeno que he
llegado a interpretar como un código maestro galáctico, y el presentimiento de que es absolutamente necesaria una
ruptura dramática con el modelo científico ordinario, si hemos no sólo de sobrevivir sino de transformarnos de la
manera más positiva y benigna posible.
Después de haber sido menospreciado durante tanto tiempo, el Factor Maya debe ser examinado ahora.
La intención de escribir este libro me vino muy repentinamente. Sin embargo, mientras reflexionaba en ello,
comprendí que había estado trabajando con el material por más de 30 años. En esta etapa de mi vida, y de la vida
de este planeta, es necesario presentar clara, coherente, y honestamente aquello que es verdadero. Los medios
para llegar a la verdad son múltiples.
Más que un calendario, el Módulo Armónico Maya presentado en esta época, evoca la imagen del I Ching en el
Hexagrama 49:
Se ha dado a conocer este libro con miras a poner en orden el calendario - el calendario que conocieron los viajeros
mayas del cosmos - y para destacar que estamos implicados en las estaciones galácticas.
Armados y reasegurados con dicho conocimiento, podemos ponernos a tono con la Tierra, y abandonar nuestro
infantil y ahora muy peligroso encaprichamiento con el mito del progreso y la superioridad tecnológica.
Como lo he conocido a través de mi vida, la experiencia maya con su riqueza de sabiduría artística y científica, no
es tan ajena o diferente como extrañamente familiar, igual que las numerosas coincidencias de la palabra Maya y
los términos análogos a ella, que se encuentran esparcidos a través del mundo civilizado.
Y sin embargo, al mismo tiempo, la experiencia Maya o el Factor Maya como lo he llamado, es vasto,
indudablemente vasto, y con implicaciones que se extienden en gran parte más allá de los dominios de nuestra
imaginación.
Ahora tengo 47 años, y me ha tomado 33 años el comprender plenamente que aún en su inmensidad, el Factor
Maya es amigable, accesible, y comunicable. Con el objeto de permitir que otros entren a este mundo, me gustaría
relatar de manera abreviada, mi propia llegada al Factor Maya. Para empezar por el principio, fui concebido en
Méjico, y aunque nacido en los Estados Unidos, viví en Méjico mis primeros cinco años.
El hecho de que el apartamento de mis padres estuviese localizado en el número 100 de la calle Tula, Ciudad de
Méjico, me conmovió más tarde como una curiosa sincronicidad, ya que el nombre Tula es la forma tolteca de Tulan
o Tollan, nombre del centro o lugar donde los mayas tuvieron su origen.
Fue, en 1953, año determinado por el destino para el descubrimiento del código genético, y los Cinturones de
Radiación Van Allen, campo magnético de la tierra, cuando encontré, por primera vez a los mayas. En aquel verano,
mi padre nos llevó a Méjico a mí y a mi hermano gemelo. Esta fue la ocasión perfecta para un chico de catorce
años.
Yo no había estado en Méjico desde que lo abandoné a los cinco años de edad, pero la Ciudad de Méjico aún era
como mi recuerdo infantil de una capital colonial. Aunque no fuimos más allá de Cuernavaca, muy cerca aún de la
Ciudad de Méjico, en el Museo Nacional de Antropología recibí una impresión lo suficientemente fuerte como para
agitar sentimientos profundos y antiguos.
Pero el museo, con su fantástica ostentación de objetos artísticos, incluyendo el gran Calendario en Piedra de los
Aztecas, no fue, nada comparado a mi experiencia en la ciudad de la gran pirámide de Teotihuacan, “Lugar Donde
los Dioses Tocan la Tierra”.
Mientras subía a la pirámide del Sol, y miraba hacia las montañas abigarradas y ensombrecidas debajo del cielo
azul claro de aquellos tiempos, surgió en mí un sentimiento profundo, un deseo vehemente de saber. Yo sabía que
no era solamente un conocimiento de las cosas que yo anhelaba tan fuerte y seriamente, sino un conocimiento que
viene desde el interior de las cosas.
Mientras descendí las escalas, dominado por el respeto y lleno de admiración hacia la monumentalidad armónica de
la ciudad de Teotihuacán, me hice una promesa. Y la promesa fue esta: que sea lo que fuere lo que hubiese
ocurrido aquí, yo habría de saberlo, no precisamente como un observador exterior o como un arqueólogo, sino
como un verdadero conocedor, como un vidente.
Y fue en ese otoño de 1953, mientras estaba trabajando en la biblioteca pública de Rochester, Minnesota, cuando
apareció el siguiente eslabón.
Yo archivaba libros, empleo que disfrutaba grandemente por la oportunidad que me brindaba para encontrar ideas
nuevas y diferentes. Y entre todos los libros que me atraían, y que llevaban mi mente más allá de ella misma, había
dos en particular:
Tertium Organum de P.D. Ouspensky
Los Antiguos Mayas de SyIvanus Griswold Morley
El primer libro, con vertiginosas descripciones de las posibilidades de un infinito número de mundos paralelos, fue
suficiente para enviar mí imaginación hasta una condición de apacible transcendencia, ¿o era un recuerdo?.
Por una u otra razón, el libro de Morley, que trataba sobre los mayas, me produjo el mismo efecto. O más bien,
mientras me abría perspectivas hacia una experiencia cultural de dimensiones superiores, el libro de Morley me
proporcionó una descripción sobre las probabilidades terrestres para cimentar las experiencias cósmicas que
Ouspensky relató en el Tertium Organum.
Pero nada me fascinó más que el sistema numérico y matemático de los mayas.
Rápidamente lo aprendí: Un punto es igual a uno o a una unidad de un múltiplo de veinte; una barra es cinco o un
múltiplo de cinco veces veinte; y una concha es cero o la conclusión.
Todo era tan fantásticamente simple y fluido. Y luego estaban los nombres de los valores:
kin, las unidades
vinal, los 20
tun, los 400
katún, los 8.000
baktún, los 160.000
Durante largas horas, me maravillé de la maestría que dicho sistema representaba, y del misterio que pudo haber
sido su verdadero propósito. Evidentemente, Morley no lo supo.
Tan grande como era su aprecio por los remanentes que aún quedan de los mayas, él, como casi la totalidad de los
arqueólogos (como lo descubrí más adelante), juzgó a los mayas según los parámetros de la tecnología
materialista.
Además Morley consideró que los mayas estaban en la edad de piedra. No conocieron la metalurgia ni usaron la
rueda. Y sin embargo, en la opinión de Morley, y en gran manera para su asombro, sin estos artefactos materiales,
se las ingeniaron para crear una ciencia y una arquitectura de una belleza armónica, proporcionalmente igual a las
más grandes civilizaciones del mundo antiguo.
Para Morley, que escribió en 1947, los mayas constituían una “excepción intratable”... Pocas son las culturas, si es
que las hay, con rasgos primitivos comparables... que se han centrado en un grado tal de adelanto intelectual.
Mi descontento con las limitaciones de Morley se aumentaba con mi propia falta, de experiencia y conocimiento, que
a su vez serían necesarios para formular el motivo” real de ese descontento.
A medida que me introducía en la tradición matemática, astronómica y calendárica, tal como había sido descifrada
por arqueólogos iguales a Morley y sus colegas, encontraba un velo más allá del cual mi experiencia no podía
penetrar. Aquí, yo me refugiaría en los ensueños o en la fantasía.
Y una fantasía siempre volvería a presentarse: la de un viaje a la jungla, a las tierras cálidas de Mesoamérica en
donde, por medio de alguna experiencia catártica y transfigurativa, yo saldría pero no como yo había sido, sino
como portador de conocimiento, como vidente. Este ensueño, esta comunicación tan frecuente, me guió en mi
búsqueda de los mayas.
Los mayas fueron para mi sólo un pasatiempo en mis años de colegio, y especialmente en la escuela de grado. Me
gradué en historia del arte, pero la Universidad de Chicago no ofrecía en ese entonces ningún curso de arte pre-
colombino. Sin embargo me valí de todos los recursos en la biblioteca de la universidad, como también en el
Instituto de Arte de Chicago, y en el Field Museum.
Al aplicar los conocimientos prácticos y la disciplina que estaba aprendiendo en el estudio formal de la historia del
arte, avancé rápidamente en mi propio estudio del arte Maya y pre-colombino en general, En su mayor parte, este
fue un curso satisfactorio. Yo tenía libertad para sumergirme en lo que realmente era mi área favorita en la historia
del arte.
Y sin embargo, a medida que la, estudiaba, y observaba, se hizo claro que había algo erróneo. Nadie parecía llegar
al grano. Todos los arqueólogos trataban a la civilización Maya como si fuera una feliz aberración de la edad de
piedra. Sospeché que la razón por la cual los arqueólogos estudiaron a los mayas, fue precisamente porque sus
mentes autocomplacientes nunca lograrían llegar a ella, y en cambio, pensarían que los mayas tenían la culpa de
que ellos no lo hubieran logrado.
Aparte de Morley, quizás el más sobresaliente arqueólogo-escritor e intérprete de los mayas, es un hombre
llamado J.E.S. Thompson.
Admirable compilador de dos tomos monumentales, La Escritura Jeroglífica de los Mayas y Un Catálogo de
Jeroglíficos Mayas, lo mismo que de otros textos más generales como El Ascenso y la Caída de la Civilización
Maya, Thompson, más que otro cualquiera, escribió sobre los mayas como si ellos hubieran sido sabios idiotas;
expertos, sabrá Dios porqué motivo, en una incomprensible matemática astronómica, que va hasta el extremo de la
obsesión diabólica, pero no hacia ningún fin racional.
Aún más que Morley, Thompson juzgó a los mayas según la medida y los valores de la civilización europea del
renacimiento.
Las discusiones de Thompson sobre el arte Maya revelan una intolerancia condescendiente. Debido a que los
arqueólogos como Thompson ni sospechan lo que fueron los mayas, generalmente imputan lo peor, proyectándose
penosamente con sus hábitos modernos en un sistema extraño y fatalista.
Así pues, cuando afronta lo que realmente es el rasgo más enigmático de la civilización Maya, es decir, su repentina
decadencia en el siglo IX, Thompson prefiere ver en ello una revuelta de esclavos contra gobernantes despóticos.
La fascinación romántica ”del luga” era siempre muy fuerte en todo tiempo. El viajar en carro, como lo había hecho
con mi padre diez años antes, me, dio el tiempo suficiente par contemplar los paisajes infinitos de las montañas y el
cielo.
Para mí, aquella región era mística, viviente, y poseía grandes secretos. Mí actitud de apertura al misterio del lugar y
de la geografía, fue complementada por el descubrimiento de otros puntos de vista, puntos de vista más amplios
que los de los arqueólogos materialmente obcecados. El principal entre ellos era el de la escritora Laurette
Sejourné.
Yo ya estaba familiarizado con su libro, Pensamiento y Religión en el Méjico Antiguo el cual era como aire fresco en
contraste con los escritos de los arqueólogos, porque Sejourné tomó en serio las aptitudes mentales y espirituales
de los antiguos. En Ciudad de Méjico leí su obra, El Universo de Quetzalcoatl.
En la introducción a este libro, el eminente historiador de la religión Mircea Eliade escribió sobre el acercamiento de
Sejourné, que para ella,
“la cultura forma una unidad orgánica.... y siendo así, ella debe estudiarse desde su centro, y no
desde sus aspectos periféricos”.
QUETZALCOATL, LA SERPIENTE EMPLUMADA
XOCHICALCO, SIGLO X D.C.
Comencé a percibir que el problema para llegar a un acuerdo con los mayas y con la antigua civilización mejicana
en general, era realmente el problema de nuestra propia civilización. Sea lo que fuere lo que yo había empezado a
sentir en 1953, ahora se me introdujo aún más profundamente.
Además de Teotihuacán, visité ahora los antiguos emplazamientos de Tula y Xochicalco, en las tierras montañosas
mejicanas. Armado con algo de conocimiento, mi intuición penetró más en las piedras mudas. Fue particularmente
en Xochicalco donde se me juntaron con intensidad inquietante las sensaciones de premonición o de recuerdos.
Su apacible exhibición de estructuras arquitectónicas armoniosas se encuentra dominada por una presencia
singular: Quetzalcoatl, la serpiente emplumada.
Fechada hacia los siglos IX y X, Xochicalco, “el lugar de la casa de las flores”, representa una fusión del estilo de
Teotihuacán propio de las tierras montañosas mejicanas, con el modelo clásico de los mayas.
Fue aquí en Xochicalco donde se refugió y se reunió lo más selecto de los mayas y de Teotihuacán, luego de la
“repentina” decadencia del periodo clásico de las civilizaciones Maya y Mejicana. Y fue aquí donde el Quetzalcóatl
“histórico”, del periodo 1 Caña, nació en el año 947 D.C. El misterio se intensificaba para mí: y simultáneamente
había comenzado una nueva etapa de aclaraciones.
El misterio era el de Quetzalcoatl, la Serpiente Emplumada, llamada por los mayas Kukulkán, que quiere decir, “el
lugar donde habita la serpiente”. Con la lectura de la obra sintetizada de Sejourné, sobre Quetzalcóatl, estaba claro
que Quetzalcóatl no fue solamente un dios, sino un dios múltiple; no sólo un hombre, sino muchos hombres, no sólo
una religión, sino un complejo mítico, y una estructura mental.
Y también estaba claro que este conjunto de rasgos, esta presencia múltiple, informó a casi cada aspecto del
antiguo Méjico y aun de la civilización Maya. No solamente las artes, sino también la astronomía y el calendario
fueron afectados por Quetzalcóatl, quien estaba estrechamente relacionado con el planeta Venus, la estrella
matutina y vespertina.
Asociaciones astronómicas y celestes, tanto como su papel de una figura religiosa de la talla de un Moisés o de un
Cristo, llevaron a Quetzalcóatl a la importancia profética. Y así, en el siglo X del periodo 1 Caña, Quetzalcóatl,
supuesto fundador de la ciudad de Tula y revitalizador de Chichen ltza en Yucatán, habiendo profetizado su regreso
en el día 1 Caña, y en el año 1 caña; fue reivindicado por la llegada de Cortés aquel mismo día, Viernes Santo año
15 19 del calendario cristiano.
Este solo hecho parece haber sido suficiente para trastornar al ya nervioso Montezuma II, emperador del
infortunado imperio Azteca.
Aunque en nuestra cultura muy pocos han oído hablar de Quetzalcóatl, aparte de aquellos que conocen la novela
de D.H. Lawrence, La Serpiente Emplumada, los acontecimientos proféticos me dieron la convicción de que
Quetzalcóatl no fue solamente una cuestión local. Más bien, yo vi en Quetzalcóatl una fuerza invisible e inmanente
que sostiene y trasciende el tejido mítico de la mecanización. Fortalecido con esta intuición, una vez más regresé de
Méjico con un sentido creciente de mi misión personal.
Por la época en que yo había terminado mis estudios básicos de historia del arte en 1965, había llegado a una
posición más intuitiva respecto a los mayas y a las antiguas civilizaciones de Anahuac, que quiere decir “Lugar
Entre las Aguas”, nombre indígena Nahuatl dado a Méjico y América Central.
Los arqueólogos pudieron exhumar las piedras y catalogar, dando a sus hallazgos nombres como “dios D”, u “objeto
ritual”, pero esto no dice nada respecto al aspecto vivificante de las antiguas civilizaciones. Para mí era obvio que
uno tiene que desarrollar una forma mental, intuitiva, como también entrar en los estados mentales que produjeron
los objetos. Y además, los objetos no son sino residuos.
La realidad estaba en la cualidad mental y emotiva que iba dentro de los objetos.
Además, si los estados místicos de la mente que trasciende el tiempo eran provocados por medio de cualquier tipo
de prácticas y actos de contemplación efectuados por los seguidores de Quetzalcóatl-Kukulkan, entonces,
¿Qué me impedía a mí, o a quienes lo intentaran entrar en aquellos estados de la mente?
¿R.del. Bucke, William James, y Aldous Huxley, no habían presentado argumentos lo
suficientemente convincentes respecto a la unidad de los estados místicos de la mente en
cualquier época y lugar?
Y, ¿no era el objetivo de las prácticas místicas el colocarlo a uno en tal condición de
unidad?
De acuerdo a Sejourné, la religión de Quetzalcóatl, como tono fundamental de toda la antigua civilización mejicana,
era esencialmente un proceso que conducía a la unificación mística.
Ante una contemplación de los objetos más armoniosos pertenecientes a estas civilizaciones antiguas, en mi mente
no había ninguna duda de que el caso era algo parecido a esto.
A finales de 1966 me embarqué en un experimento provocado en gran parte por dichas reflexiones, como también
por la convicción de que si el arte había proporcionado la expresión más creativa para las experiencias místicas,
entonces quizás, a través del arte, uno podía entrar en el ámbito mental que había producido las antiguas
civilizaciones de los mayas y de Teotihuacán.
Con seguridad, entre mis inspiraciones en el ciclo de pintura en el que yo mismo me sumergí, estaban los murales
de Teotihuacán, las obras de cerámica, y los jeroglíficos de los mayas. El brillo del color, la capacidad para informar
a través de estructuras simbólicas densificadas, el diseño total que reunía muchos rasgos y formas en una
exposición geométrica simple, y sin embargo vibrante en ondulaciones, fueron aspectos del antiguo arte maya y
mejicano que me inspiraron.
El resultado de este experimento fue una serie de grandes tableros, a los que Humphry Osmond, quien acuñó el
término “psicodélico”, los vio en 1968, los llamó las “puertas de la percepción”.
Para mí, lo más significativo fue el proceso de hacer estas pinturas; porque en verdad, ellas me habían
proporcionado una oportunidad para entrar en aquellos lugares donde conversé con Tlacuilo, el antiguo pintor y
creador de los arquetipos. Mi corazón se abrió, y los recuerdos inundaron mi ser. No puedo decir si ellos eran o no
recuerdos de una vida pasada, sino que ellos eran recuerdos colectivos de la comente mental de los antiguos.
Si bien la visión de los antiguos pintores mayas y mejicanos fue la que me guió durante la pintura de estas puertas
de percepción, fue el estudio del I Ching el que me dio una percepción de la estructura original del cambio, que fue
también la estructura básica de cada uno de los seis bastidores.
Mientras que el tercio superior y el inferior eran estructuralmente espejos el uno del otro, la zona media
representaba la zona de cambio o transformación. Esta estructura transformadora también poseía una completa
simetría bilateral.
Muchos años más tarde, descubrí que la estructura básica de estas puertas de percepción, era la misma de la triple
configuración binaria, la imagen clave que estaba insertada en el sagrado calendario matriz de los mayas, código
clave de mi libro La Tierra en Ascenso.
Habiéndome embarcado por un camino visionario, en aquella época visité de nuevo a Méjico en 1968, y además
estaba mejor preparado para lo que iba a ver. Aparte de la visita al nuevo museo de antropología, el punto
importante de este paso era el viaje por tierra a Monte Albán, la ciudadela Zapoteca o Pueblo Nube en lo alto de las
montañas de Oaxaca.
Monte Albán, que data por lo menos del año 600 A.C., representa una fusión de las influencias Maya y mejicana en
su propio y único estilo cultural.
Aquí están las esculturas de los Danzantes, sacerdotes-chamanes danzarines en estado de arrobamiento, y con
cabezas de animales, y cuyos cuerpos están marcados en su interior con jeroglíficos. Además, al lado de ellos
encontramos los caracteres del sistema matemático de los mayas, es decir, los signos del Calendario Sagrado.
También aquí, en la gran plaza del centro ceremonial en la cima de la montaña, se encuentran el Observatorio de
peculiar angulación. Al ascender por los alrededores, y al examinar la identidad de los danzantes y el significado de
los signos del calendario recibí avises indirectos de una presencia, de seres estelares o guardianes.
No lejos de Monte Albán, en la pequeña villa de Teotitlan del Valle, aún se celebran antiguas ceremonias y se tejen
tapices de exquisita finura geométrica y simbólica. Cuando estaba comprando en una pequeña tienda, el
propietario, que hablaba inglés, (su hermano, el tejedor, sólo hablaba zapoteca) me dejó asombrado.
Como su carta de triunfo, él sacó dos tejidos del mismo diseño, uno en rojo y negro, y otro en azul y anaranjado.
El diseño de estos tejidos era digno de atención porque estaba constituido por una sola línea; sin embargo, la línea
era una espiral y se proyectaba de tal manera que al dividir el paño en dos partes iguales, creaba la imagen de un
mandala óctuplo.
HUNAB KU
Mis pensamientos se dirigían más no sólo hacia las injusticias del mundo, sino a la visión distorsionada que
prevalecía en todas partes respecto al mundo no Occidental, o Tercer Mundo.
Esta ocupación comenzó a informar a mi enseñanza de historia del arte, y en Davis, donde yo enseñaba en la
Universidad de California, me involucré en los esfuerzos iniciales para la fundación de una universidad nativa
americana - la Universidad Deganawicla - Quetzalcóatl.
Fue a través de estos esfuerzos como me encontré con dos nativos americanos que eran desertores, Tony
Shearer y Sun Bear. Tony estaba muy concentrado en las profecías de Quetzalcóatl y en el Calendario Sagrado,
sobre los cuales escribió muy hermosamente en un libro llamado El Señor de la Aurora.
Un libro posterior suyo, Sobre la Luna y Debajo del Sol, también describe al Calendario Sagrado, e incluye la
imagen a la cual yo llamo la triple configuración binaria, el diseño mágico de las 52 unidades, dentro del Calendario
Sagrado matriz de 260 unidades. Por inspiración de Tony me interesé más en los estudios del Calendario Sagrado,
o sea el Tzolkin, como lo han llamado. Además, fue Tony quien me enseñó lo tocante al significado de la fecha 1987
en relación con las profecías concernientes al regreso de Quetzalcóatl.
Los esfuerzos de Bear para fundar la Tribu Bear, y su evidente llamado para un regreso a la naturaleza y al modo
de vida tradicional, me inspiraron grandemente en aquella época, cuando yo estaba ocupado en llevar a cabo en
Davis el Primer Festival de Toda la Tierra. Y fue en 1970, en el Día de la Tierra, cuando se lanzó el movimiento
ecológico. Estas actividades y ocupaciones continuaron mientras yo enseñaba en el Evergreen State College.
Fue allí, y en el invierno de 1972, cuando también me encontré con el tradicional vocero Hopi, Thomas Banyaca,
quien comunicó las profecías Hopi.
Los estudios sobre el pensamiento de los mayas y de los antiguos mejicanos me influenciaron mucho para que
escribiera mi libro La Visión Transformadora (1975).
Este libro es en esencia una critica a la civilización occidental, empleando la metáfora de los hemisferios derecho e
izquierdo del cerebro, y utilicé “el Gran Ciclo Maya” de 5.125 años, el cual empezó en el año 3113 A.C., y finalizará
en el año 2012, junto con el concepto hindú de las cuatro eras o Yugas y el concepto de Yeats sobre los conos y
tinturas, como encuadre para observar la moderna “tiranía del hemisferio izquierdo”.
Sin embargo, el único comentario de La Visión transformadora que apareció en un conocido periódico artístico,
invalidó mis esfuerzos, porque yo había tenido la audacia de evaluar el Renacimiento y la moderna civilización
Occidental, desde la perspectiva de cosmologías “extrañas” como la Hindú y la Maya.
EL TZOLKIN
CALENDARIO SAGRADO DE LOS MAYAS
En el verano de 1974, mientras estaba dando una clase sobre el arte nativo americano y precolombino, en el
instituto Naropa, completé una amplia versión del Calendario Sagrado, utilizando el sistema de notación Maya.
Una versión similar de este calendario aparece como el mapa número 9 en La Tierra en Ascenso. lo que me
impresionó con respecto a esta versión del Calendario Sagrado, fue el efecto rítmico de las veinte repeticiones de
los signos que van del uno al trece. Este fue el primer aviso oculto de que el calendario podía ser algo más que eso.
¿Era una especie de Código?.
Durante aquella época, en la mitad de la década de los 70, mientras vivía en Berkeley, me comprometí en un
proyecto educativo de corta duración llamado la Fundación Shambhala Tollan.
Mientras Shambhala se refería al reino mítico y místico del Asia central, tan fundamental para las enseñanzas y la
ciencia profética del budismo tibetano, Tollan (Tulan) representaba la ciudad mítica, y la fuente de las sabias
enseñanzas de los mayas y antiguos mejicanos.
Según mi intuición, entre los dos reinos legendarios existió alguna conexión aún desconocida, una conexión no
tanto en el plano terrestre, sino en el cuerpo etérico del planeta.
¿Hubo aquí, en alguna época antigua, una congruencia y una sincronización de tradiciones
proféticas entre las de Shambhala y Tollan?
¿Estaban conectados de alguna manera el regreso de los “guerreros de Shambhala”, y el
regreso de Quetzacoatl?
Mientras la visión de la fundación Shambhala-Tollan sobrepasó mi capacidad para hacer algo práctico con ella,
encontré en las enseñanzas del budismo tibetano una base para mi mente.
Al arrojarme intensamente en las prácticas meditativas que me ofreció mi profesor, Chogyam Trungpa Rinpoche,
encontré en las enseñanzas Vajrayana un vasto contexto para continuar mis investigaciones sobre las cosas de los
mayas. En particular, las enseñanzas exclusivamente mentales fueron más útiles para posteriores consideraciones
sobre el calendario maya, sus orígenes y, especialmente, sus bases filosóficas o científicas.
Al igual que las cosmologías budista e Hindú, los mayas describen un universo con ciclos infinitos de tiempo y de
existencia. Si hay alguna diferencia, ésta consiste en que los mayas son aún más exactos en sus cómputos de
estos ciclos. En cualquier caso, la contemplación de los ciclos más distantes, y que todo lo abarcan, condujo
inevitablemente a una reflexión sobre el hecho de que no estamos solos, y de que existen infinitos otros sistemas de
mundos que están más evolucionados que nuestro propio sistema.
Y, si hemos de establecer gran conocimiento y comunicación, ¿cómo podría ser sí no a través del desarrollo de la
mente, de la claridad y expansión de la conciencia?.
Durante la mitad de la década de los 70, fueron publicados otros dos libros que estimularon mis pensamientos
cosmológicos sobre los mayas y su calendario, El Tiempo y la Realidad en el Pensamiento de los Mayas, escrito por
el filósofo mejicano Miguel León Portilla, y Méjico Místico, de Frank Waters. Al tiempo que expresa simpatía por la
poesía de la imaginación Maya, y se amplía a una comparación del pensamiento Maya con el taoísmo chino; el
estudio de León Portilla no es capaz de penetrar en la ciencia que hay detrás del calendario y la “obsesión” de los
mayas por el tiempo.
Por otra parte, el estudio de Frank Waters, tiene la virtud de presentar las tradiciones proféticas de los mayas y
antiguos mejicanos, en un contexto algo contemporáneo.
En particular, él se centra en la fecha final del gran ciclo, que él ubica el 24 de Diciembre del año 2011, como el
momento para un gran cambio en la conciencia planetaria:
“La Llegada de la Sexta Era de la Conciencia”.
Y en 1976 viajé a Méjico otra vez.
En esta ocasión me aventuré finalmente en el territorio Maya, y visité la antigua localidad de Palenque. Cuando mi
familia y yo llegamos a Palenque, una tormenta tropical cayó desde los cielos. Al trepar los nueve niveles de la
Pirámide de las Inscripciones, encontramos refugio en el templo que estaba en la cima. Mirando desde el templo
hacia afuera, fuimos saludados por un doble arco iris que parecía brotar del Templo de los Vientos, no lejos de
nosotros.
No hay duda de la magia de Palenque, con arco iris o sin él. Aquí es donde fue descubierta la tumba del líder Pacal
Votan en 1947 - y se trata de la única pirámide sepulcral de estilo egipcio que hay en Méjico. En Palenque no hay
nada que no sea armonioso. Las esculturas en bajorrelieve de la Cruz en Forma de Hojas, y de la Cruz del Sol,
están más allá de toda comparación, como lo es la tapa del sarcófago de la tumba de Pacal Votan.
Sin embargo, lo que más me atrajo fueron los remanentes de las pinturas al fresco en el Templo del Viento. Sí, yo
las había visto antes. Ellas habían llenado el canal de mi mente, cuando me dediqué a pintar las Puertas de la
Percepción diez años antes.
Y es por la pirámide mortuoria de Pacal Votan, cuya cámara fúnebre está decorada con el simbolismo de los Nueve
Señores de la Noche, o sea los Nueve Señores del Tiempo: por lo que el misterio de Palenque se vuelve
especialmente más intenso. La sensación de soledad y de silencio humano está por todas partes. Al mismo tiempo,
la sinfonía de la jungla baña a los insectos en olas y crescendos de éxtasis continuo.
Como una edificación de los grandes centros clásicos de los mayas, que fueron desocupados en su punto de
apogeo, Palenque merece una pregunta:
¿Por qué fue abandonado Palenque?
¿Adónde fueron los sacerdotes, los astrónomos y los artesanos?
¿Qué conocimientos se llevaron con ellos, y por qué?
No más que a cien millas de Palenque, pero en lo alto de la sierra de Chiapas, cerca a la frontera guatemalteca,
está la villa de San Cristóbal.
San Cristóbal, que una vez fuera un importante centro colonial, ahora parece estar levemente desolado y distante.
Sin embargo, en las calles uno ve a los mayas Lacandones de vez en cuando. Su larga cabellera negra que baja
hasta más allá de sus rodillas, vestidos con simples túnicas blancas, los Lacandones han decidido quedarse con su
propia gente, llevando una vida sencilla y sedentaria en las tierras bajas de la jungla, donde ellos conservan el
calendario, y viven una vida rica en sueños.
Entregando muy pocos secretos, ellos vienen a San Cristóbal para hacer comercio menor, y luego marchar de
nuevo hacia sus parajes.
Al verlos me impresioné.
¿Los Lacandones de la actualidad, descendientes de los antiguos astrónomos, qué papel
juegan en el gran drama del mundo?
¿Es como lo sugiere la película “Chac” simplemente para conservar la visión, ese tono
aborigen sin el cual el mundo se desplomaría aún más pronto de lo que podría parecer
ahora?
¿Cuántas cosas suceden en el nivel de la psiquis nativa, que nunca vemos o conocemos, y
que mantiene un equilibrio necesario con la tierra?
Un domingo, al tomar un coche fuera de San Cristóbal, visitamos una aldea lejana.
En la vieja iglesia, la cual era una iglesia solo en apariencia, los indios dirigían su culto. El olor del incienso hecho
con goma de copal, era rico y denso. Las voces que cantaban alcanzaron periódicamente un armónico extraño, y
luego regresaron a una suave cacofonía.
Afuera, los jefes, los líderes locales se pasaban el uno al otro una vara montada en plata, resolviendo las decisiones
concebidas por sus electores. Observando todo esto, yo me preguntaba -¿Quién habla por esta gente?. - o ¿es qué
ellos hablan de la tierra y por la tierra, y es eso todo lo que cuenta?.
El abismo aparente que existe entre los mayas de la actualidad y los constructores de las antiguas ciudades, es de
tal naturaleza, que no puede ser juzgado por nuestro criterio de progreso material. Reflexionando sobre este asunto,
me acordé del mito Hopi respecto a Palat-Kwapi, la misteriosa Ciudad Roja del Sur.
En esta leyenda referente a las migraciones hacia las tierras cálidas del Sur, se construye la ciudad del cuádruple
templo de Palat-Kwapi, siendo el objetivo de la construcción el de adquirir y consolidar un sistema de conocimiento.
El mandato consiste en que después de su construcción, los constructores han de abandonar la ciudad, dejándola
como un monumento al conocimiento. Por olvidar este mandato, los habitantes empiezan a caer en decadencia,
pero una tribu rival los despierta. Al recordar su misión, la gente abandona finalmente a Palat-Kwapi, la misteriosa
Ciudad Roja del Sur.
Este mito se ajusta perfectamente al de los mayas. Su propósito era codificar y establecer un sistema de
conocimiento, una ciencia, y habiéndola codificado en piedra y en un texto, habrían de marcharse luego.
La civilización como la conocemos, una fábrica para la producción de armas destructivas, una formación comercial
de comodidades para las criaturas, de ninguna manera se adaptaría a este propósito ni a este sistema de
conocimiento.
Un factor posterior entra en escena: Puesto que el sistema de conocimiento y la ciencia de los mayas estaban tan
relacionados con los ciclos de tiempo, entendiendo que el tiempo es un conductor cualitativo de las condiciones
propias de las estaciones cósmicas o galácticas, ellos vieron un período en el que se acumularían las tinieblas en el
horizonte, y por esta razón supieron también que era el momento de retirarse.
Dada la condición del mundo hoy, ¿quién dice que ellos no estaban en lo correcto?.
Al menos esos eran mis razonamientos hacia el final de la década de los 70, cuando entré a mi propio reino infernal
de crisis personal, y de caída en el alcoholismo. En 1981, cuando salí de esta dislocación del yo, y miré en derredor,
parecía que la crisis global de la década de los 60, ahora se había vuelto endémica, tanto así que esto fue dado por
cierto. Mis propias investigaciones me habían llevado a un lugar de síntesis, a ver la tierra como un organismo
completo.
Sin embargo, mi sensación interior era la de que el empuje repentino de la civilización moderna estaba llevando las
cosas a un punto en el que, o interviene lo divino, o la extinción será nuestro legado. Para mí, la situación
significaba dar un salto, hundirse en el abismo, en el territorio mental que ha sido declarado inexistente, o como un
tabú, por las normas culturales prevalentes.
Por primera vez, en cerca de una década, opté por una forma de expresión visual, como una salida principal para lo
que yo necesitaba aprender. A través de una serie de pinturas en collage y en tinta sumi, realizadas sobre un gran
tablero de oro o plata, la serie de Arte planetario, me encontré entrando en una fase de armonización superior con la
tierra.
Había llegado el momento de aceptar seriamente el concepto de la mente planetaria, o conciencia planetaria.
Pacal Votan
Tapa del "sarcófago"
Palenque, año 683 DC
Por mis estudios de historia del arte, y por mis propias investigaciones, había surgido en mí la convicción de que no
solamente la tierra era un ser viviente, sino la de que el modelo de su vida realmente informa, desde el todo a la
parte, sobre todos los aspectos de su evolución, inclusive del proceso que llamamos civilización.
El “arte planetario” describe la totalidad de la interacción entre la gran vida de la tierra y la respuesta individual y
grupal a esa más vasta vida.
En este gran proceso, percibí vagamente a los mayas como navegantes o cartógrafos de las aguas de la
sincronización galáctica. Por otro lado, unos 3000 años antes, al valerse de la gran pirámide, los egipcios fueron los
responsables de haber anclado y ubicado el rumbo de la tierra en el océano de la vida galáctica.
El hecho de pensar, percibir, y sentir de esta manera amplia, condujo a una extraña serie de exploraciones,
encuentros, y coincidencias.
En el otoño de 1981 después de encontrarme con Lloydine Bums bailarina compañera de visiones y de hacer
amistad escribí un documento de “ciencia-ficción” nominado Las Crónicas del Arte Planetario - La Elaboración del
Quinto Anillo.
La perspectiva real de este cuento imaginativo del “arte planetario”, ubicada en el futuro, pertenecía al sistema
estelar de Arcturus. Cualesquiera que sean los méritos de esta historia inédita, parecía imperativo desarrollar una
conciencia que mirase nuestros asuntos planetarios desde lejos, de modo que de la confusión ocasionada por los
periódicos de cada día y por el terrorismo nuclear, pudiese surgir algo coherente.
Yo estaba por descubrir que esta actitud también era esencial para penetrar por completo el misterio de los mayas.
¿Podría ser el sistema de los mayas un código matriz, que, sincronizado con un conocimiento básico y
evolucionado galácticamente, sería adoptado por las idiosincrasias de este planeta?.
Esta línea de pensamiento llevó inevitablemente al resumen de los códigos matrices que constituyen La Tierra en
Ascenso. Inicialmente empezó como un texto sobre geomancia o “adivinación por medio de la tierra”, y el principal
punto de partida de este libro fue la coincidencia descubierta, o al menos ampliada hasta la investigación científica y
filosófica por Martín Schönberger, sobre la identidad del I Ching y los 64 codones, que son las palabras claves del
ADN, es decir, del código genético.
Para mí, el descubrimiento relacionado, sincrónicamente, de que cada una de las columnas, tanto horizontales
como verticales del cuadrado mágico de 8 de Ben Franklin, que consta de 8 unidades, suma 260; me llevó a
considerar la relación que existe entre el Tzolkin de 260 unidades del Calendario Sagrado matriz de los mayas; y el I
Ching. Lo que siguió fue el flujo espontáneo de “mapas” o matrices que constituyen la Tierra en Ascenso, siendo la
figura del código clave, la “triple configuración binaria”, cuya base es el Calendario Sagrado de los mayas.
Soy plenamente consciente de que, a muchas personas, los mapas de la “Tierra en Ascenso” se les parecen a un
lenguaje desconocido.
Eso no es una sorpresa, como no lo fue para mí mismo el hecho que el entendimiento real de los mapas, no vino
hasta después de la publicación del libro en 1984. Lo que yo empecé a comprender lentamente, fue que los mapas,
al igual que el mismo sistema de los mayas, procedían de muy lejos. Ahora, hasta un poco avanzada la década de
los 80, verdaderamente yo no había considerado la naturaleza de los ovnis o inteligencias extraterrestres.
Pero con el fenómeno de haber canalizado el material en La Tierra en Ascenso, yo había llegado a un nuevo nivel
de posibilidad. La obra de ciencia-ficción que había precedido a La Tierra en Ascenso, con su perspectiva
arcturiana, ¿fue una pista tanto para el origen de la información como para el misterio de los mayas?.
De ser así, también estaba claro para mí que la transmisión de información desde diferentes lugares de la galaxia
no dependía de las variantes tiempo-espacio, sino que, en vez de ello, señalaba hacia una principio de difusión
resonante.
La consideración de vida e inteligencia en otros mundos, recibió un ímpetu mayor al final de 1983, cuando me
encontré con Paul Shay del Stanford Research Institute, y con Richard Hoagland, un escritor científico que
anteriormente había trabajado con la NASA.
Hoagland había estado comprometido en las pruebas de las naves Viking en Marte, que se efectuaron en 1976.
El no había quedado satisfecho con la forma como la NASA había manejado el descubrimiento de
ciertos fenómenos en Marte, incluyendo un “rostro” grande que parecía esculpido, y que estaba en la cima de una
meseta. Y quedé anonadado al mirar las fotos ampliadas por el ordenador, con las que Hoagland estaba trabajando.
Algo parecido a un recuerdo se estaba agitando en mí, pero esto era más grandioso, más profundo, e infinitamente
más acechante que cualquier otro recuerdo que yo hubiera conocido. Mi impresión inicial fue de que una civilización
- o vida evolucionada - se había desarrollado en Marte, y que esta civilización había terminado en un final trágico y
funesto.
Con el reconocimiento instantáneo de este acontecimiento como consecuencia de haber mirado las fotos, también
comprendí que el registro de este acontecimiento de alguna manera aún estaba presente y activo en el campo de la
conciencia terrestre.
La mañana de la navidad de 1983 hice un descubrimiento conmovedor. Deseando compartir con mi familia las
“novedades de Marte”, para mi regocijo encontré una foto del rostro marciano en un libro titulado El Nuevo Sistema
Solar, que yo poseía desde hacía varios años, pero al que nunca había mirado cuidadosamente.
Entonces, debido a que las cubiertas eran similares, tomé una copia de la portada hecha por Lucy Lippard, que
describía La Influencia del Arte Primitivo Sobre el Arte Contemporáneo, el cual adquirí en Los Ángeles, como
obsequio, el día anterior a mi encuentro con Hoagland.
Abriendo al azar el texto de Lucy Lippard en la página 144, me conmoví por causa de la foto que aparecía en al
esquina izquierda superior:
Era un rostro demasiado familiar, un modelo de una escultura hecha por lsamu Noguchi, realizada
en 1947, 29 años antes de la misión Viking, y cuyo título era: La Escultura que ha de Ser Vista
Desde Marte.
Si la información de la NASA había evocado la realidad de la vida en otros mundos, el descubrimiento de la obra
de Noguchi, que habría tenido el mismo tamaño del rostro marciano, de haber sido terminada me recordó con
asombrosa precisión, la transmisión de información con base en la difusión resonante, un proceso que describí
entonces como radiogénesis, que quiere decir, la transmisión universal de información a través de, o como luz o
energía radiante.
¿Cuál es la relación que existe entre conocimiento y recuerdo?. ¿Puede también el futuro ser nuestro pasado?. Lo
que está sucediendo ahora sobre nuestro planeta, ¿puede ser, de alguna manera, la nueva presentación de un
drama que ya ha ocurrido en otros mundos?, y suponiendo que así sea. ¿Cómo podemos evitar el peligro latente de
la extinción?.
En una obra poética titulada Tierra Chaman, escrita a finales de 1984, intenté tratar con estos interrogantes, y al
mismo tiempo describir la historia de la Tierra como un organismo consciente, usando como receptor mítico, la
descripción Hopi del paso entre los tres mundos anteriores hasta el mundo actual, y el paso inminente a un quinto
mundo.
“La Tierra de Cristal”, que es la imagen de la tierra presentada en Tierra Chaman, se debe en gran parte a mi
encuentro con la portadora del linaje de los indios Cherokee, la extraordinaria Dhyani Ywahoo, a quien encontré en
la primavera de 1984.
Intuyendo que la misma Tierra es de naturaleza cristalina, encontré investigaciones que confirman esta posibilidad,
tanto en la Unión Soviética, como en los cartógrafos Elizabeth Hagens y William Becker.
De algún modo, la imagen de la Tierra como un cristal parecía proseguir junto con la noción de la transmisión
galáctica, de información a través del principio de la difusión galáctica siendo ésta una clave para una aproximación
al origen y a la naturaleza de la matriz Maya.
A comienzos de 1985, fui contactado por un Maya cuyo nombre es Humbatz Men.
Mi nombre le fue dado a Humbatz por Toby Campion, miembro de una organización llamada la Gran Fraternidad
Universal, cuya actividad está ampliamente centrada en Méjico y en América del Sur. A través de una serie de
alegres llamadas telefónicas nocturnas, sostenidas en un español chapurrado, supe que Humbatz estaba
trabajando con 17 de los “calendarios” mayas.
La mayoría de los arqueólogos consideran la posibilidad de que existe sólo una medía docena de dichos
calendarios. Humbatz también había escrito un pequeño texto cuyo título era Tzol'Ek, Astrología Maya. Por medio
de la perseverancia y la magia, Humbatz apareció finalmente en Boulder en marzo de 1985, cuando dio una
presentación titulada la "Astrología Maya”.
La clave de todo lo que Humbatz presentó, y que él mismo había recibido mediante transmisión oral, estuvo en un
aparte final que él hizo durante su presentación.
“Nuestro sistema solar, declaró Humbatz, es el séptimo de los sistemas que los mayas describieron
en su cartografía”.
No hay duda de que mi encuentro con Humbatz fue el evento más crucial en mi larga historia de trabajo con el
material maya.
Discusiones posteriores con Dhyani Ywahoo, como también un encuentro con Harley Swiftdeer, me confirmaron
que Humbatz me había dejado la pista más importante hasta ahora para comprender la naturaleza del sistema de
pensamiento maya. Realmente, la información de los mayas fue transmitida desde muy lejos.
Fue después de una reunión en el vagón del pensamiento neo-chamanístico, en la Fundación Ojai, que celebrada
en abril de 1985, llamado el Consejo de Quetzalcóatl, cuando la presencia del fenómeno que yo llamo ahora el
Factor Maya, finalmente se afianzó dentro de mí. Para expresarlo en un sentido simple, el Factor Maya es el factor
que fue subestimado en las consideraciones sobre la historia humana, y en particular, en consideración del
conocimiento científico.
Cuando lo miramos de nuevo, puede verse que el Factor Maya es la presencia de una medida galáctica, un medio
exacto para ubicarnos en relación con la comunidad de inteligencia galáctica. Al mirarlo aún más íntimamente, aún
microscópicamente, el Factor Maya es la consideración de que estamos en un punto en el cual nos faltan sólo 26
años para una sincronización galáctica mayor.
Mi encuentro con Terence Mckenna, autor de la intrincada obra “El país invisible”, contribuyó grandemente a este
entendimiento del Factor Maya, porque también él, al trabajar con el I Ching, había sido arrastrado hacía las cosas
de los mayas.
En particular, los fractales calendáricos de su I Ching, lo habían llevado a la conclusión de que estamos implicados
en un ciclo de tiempo “final”, cuyo lapso de 67 años desde Hiroshima, en 1945, hasta la fecha de sincronización
maya en el año 2012 D.C., terminación del llamado Gran Ciclo que comenzó en el año 3113 A.C..
En el verano de 1985, yo estaba seguro de que el código que se encontraba detrás del Gran Ciclo, era una clave
para revelar el significado de nuestra propia historia, y un dilema común. Así fue como me arrojé con renovada
entrega dentro del Factor Maya.
Cuando preparaba mi más reciente viaje a Méjico, comencé a trabajar intensamente con los jeroglíficos mayas. En
particular, me involucré con los veinte Signos Sagrados, que son los glifos claves del Calendario Sagrado.
La exposición de los estudios analógicos de R. A. Schewaller de Lubicz, sobre la antigua simbología egipcia, me
había dado un punto de partida para renovar mis estudios sobre los glifos mayas. Fue algo profundamente
revelador el haberme sumergido en los glifos, y el haber hecho dibujos y varios arreglos de ellos. Me encontré que
por medio de los glifos realmente yo estaba teniendo acceso a información. Esto me demostró que el Factor Maya
no era una cosa muerta o del pasado, sino que es un sistema viviente.
En diciembre de 1985, Lloydine y yo nos encontramos en Yucatán, en la aún muy inexcavada e inmensa localidad,
de Coba. El más septentrional de los centros clásicos de la civilización Maya, anteriores al año 830 D.C., y uno de
los más grandes entre todos los centros, con 6.500 construcciones que no han sido excavadas, Coba tiene un
aspecto que es el resumen del enigma Maya.
Aún cubiertas por la jungla, las pirámides que se elevan hacia lo alto y las plazas ceremoniales, proporcionan las
áncoras para el punto céntrico de un vasto sistema de carreteras rectas y planas, llamadas sacbeob, que están
marcadas y definidas por grandes esculturas jeroglíficas, algunas de las cuales contienen fechas, o, ¿son estas
fechas números armónicos?, que se refieren a eventos de momentos críticos en el pasado distante, o en algún otro
sistema.
Coba proporcionó los puntos de inicio y terminación del peregrinaje que duró un mes, y que finalizó el 10 de enero
del año 1986. En ese lapso visitamos temporalmente a Ciudad de Méjico, dañada por un terremoto, visitamos
también a Teotihuacán, las tierras montañosas y volcánicas del lago Patzcuaro y el lago Chapala.
Una vez que regresamos a Yucatán, salimos con nuestros amigos del grupo Cristaux, Francis Huxley, Adele Getty,
Colleen Kelly, y Robert Ott, a un viaje por Yucatán que incluía visitas prolongadas a Uxmal y Chichen ltza, como
también a los fantásticos lugares donde están las cuevas de Llotun y Balankanche, para volver finalmente a la costa
del Caribe y a Coba.
Las visitas a Uxmal y a Chichen ltza fueron útiles para ubicar en un sitio lo que he venido a llamar la última o
segunda legislación religiosa de Kukulkan-Quetzalcóatl. Al llegar a Yucatán alrededor del año 987 D.C., a la edad
de 40 años, Kukulkan revitalizó los centros de Uxmal y Chichen ltza, y fundó la ciudad de Mayapan antes de
marcharse en el año 999 D.C.
Un año antes, o un poco menos tuve la oportunidad de escuchar al curandero Lakota, Gerald Red Elk, hablar de la
relación y en verdad identificación entre Cristo y Quetzalcóatl.
Examinando con madurez el antiguo emplazamiento de Chichen Itza, el templo de Kukulkan, exquisitamente
ordenado, y las numerosas representaciones simbólicas relacionadas con Kukulkan, se me ocurrió que Kukulkan-
Quetzalcóatl quien, en el año 999 D.C. profetizó la llegada de Cortés y la venida del cristianismo a Méjico, era, él
mismo, una encarnación del Cristo.
A la luz de mi naciente entendimiento sobre los mayas como navegantes planetarios, y como cartógrafos del vasto
campo psíquico de la Tierra, del sistema solar, y de la galaxia aún más allá, dichos pensamientos y ocurrencias,
como la de la identidad de Kukulkan y Cristo, me iban pareciendo menos y menos desaforados.
Mi descubrimiento del filósofo de los mayas, Domingo Paredez, cuyo libro síntesis, La Parapsicología Maya, leí con
ávido interés, estimuló mi ulterior percepción de los mayas como seres dotados con aptitudes psíquicas, como
también intelectuales y espirituales altamente evolucionadas. A pesar de eso quedaba la pregunta, ¿de dónde
vinieron?.
O al menos, ¿de dónde provenía su información?, y, ¿exactamente cómo fue transmitida aquí?.
Mientras nuestra excursión siguió su camino descendiendo al Caribe, se manifestaron otros conocimientos íntimos
con respecto al Factor Maya. De nuevo fue en Coba, mientras estaba de pie en la cima de la gran pirámide llamada
el Nohoch Mul, cuando el significado del “culto solar” de los mayas, (como también el de los egipcios e incas),
comenzó a hacerse más inteligible para mi.
En verdad, el sol no sólo es literalmente la fuente y sustentación de la vida, sino que también es el mediador de la
información transmitida hacia y a través de él, desde otros sistemas estelares.
La llamada adoración al Sol, tal como se les atribuye a los antiguos mayas, es en realidad el recuerdo y el
reconocimiento de que la sabiduría suprema literalmente está siendo transmitida a través del Sol o más
exactamente, a través de los ciclos correspondientes a los movimientos de las manchas solares binarias.
El Tzolkin, o sea el Calendario Sagrado, es un medio para rastrear la información mediante el conocimiento de los
ciclos correspondientes a las manchas solares. El Tzolkin es también la matriz de información que es transmitida al
menos por dos sistemas estelares, creando un campo binario de comunicación a través de las manchas solares.
En cuanto a las fuentes de información, parece claro que Las Pléyades es una fuente; y muy probablemente
Arcturus es la otra.
La última tarde en Yucatán la pasamos en uno de estos albergues de techo de paja y hamaca, cuyo nombre era
Chac Mool. Las olas del Caribe se rompen y cabecean incesantemente sobre la playa invencible. De noche, las
estrellas despliegan su pabellón de recuerdos infinitos a través del cielo obscurecido. Mirando detenidamente hacia
los infinitos modelos geométricos de las estrellas, los cuales se interpenetran, sentí que una increíble satisfacción se
vertía por todo mi ser.
En el sonido del viento, en el sonido del oleaje, viendo la deslumbrante magnificencia de las estrellas, un
conocimiento profundo y maravilloso se extendió tocando cada célula de mi cuerpo. Los mayas estaban regresando,
pero no en la forma que podríamos pensar de ellos. Finalmente su ser, al igual que el nuestro, trasciende la forma
corpórea.
Y precisamente por esa razón, su regreso puede suceder ahora dentro de nosotros, y a través de nosotros.
Nos despertamos para saludar la aurora en Chac Mool. Nadando desnudo en el alegre oleaje, miré hacia arriba. El
cielo, iluminado con nubes rosa y naranja, anunciaba la llegada del día. Diciendo adiós a los amigos y conocidos
subimos la costa para ir hacia Cancún, luego hacia el aeropuerto, y hacia el decadente mundo industrial.
Esta vez regresé más como yo mismo que en otras ocasiones, y al mismo tiempo como si fuera otro. El Factor
Maya había sido recuperado.
En verdad, el que los mayas sean conocidos se debe a que ellos echaron un ancla en nuestra imaginación, con sus
objetos de arte y manuales de arqueología. Mientras la National Geographic Society, muy recientemente ha llevado
a los mayas hasta la atención popular a través de páginas policromas con comentarios sobre sus ruinas
misteriosas, y obras hechas en piedra en las junglas de América Central, debe recordarse que el actual
conocimiento de los mayas tiene escasamente más de 140 años.
Cuando el equipo artístico arqueológico de John Stephens y Frederik Catherwood publicó sus diversas obras,
exquisitamente ilustradas, que documentan sus viajes por Yucatán y América Central en 1840, el resultado fue
sensacional.
Este consistió en el virtual descubrimiento de una civilización “perdida”, con todo el romance y la fantasía que una
tal imagen llega a evocar. Algunos escritores-exploradores del siglo XIX, como Charles Brasseur de Beauboug, Lord
Kingsborough, y Augusto le Plongeon, mientras sacaban a la luz algunos asuntos de interés arqueológico, también
estuvieron prontos a relacionar a los mayas con el antiguo Egipto y la Atlántida.
Otros escritores, como James Churchward y Lewis Spencer, construyeron gran parte del aura atlante-lemuriana,
que ellos atribuyeron a las ruinas mayas y a las escrituras jeroglíficas.
Al mismo tiempo, a fines del siglo XIX, arqueólogos y pensadores puramente “científicos” tales como Alfred P.
Maudslay, Ernest Willem Förstemann, y Herbert J. Spiden, se han aferrado al sistema matemático y astronómico de
los mayas, que para la mente científica era claramente el aspecto más fascinante de los mayas.
Esta misma fecha, 13.0.0.0.0., se repetirá el 21 de diciembre del año 2012 D.C.
Lo que esto quiere decir es que entre la primera fecha de 13.0.0.0.0. y la segunda, han
transcurrido trece ciclos de algo menos de 400 años cada uno. A estos grandes ciclos de 394
años y un poco más los mayas los denominaron baktunes.
Lo que se llama civilización Clásica Maya se desenvuelve casi completa en el ciclo diez, Baktún
9, 435-830 D.C., y así la mayoría de las fechas descifradas se parecen algo a esto, cuando son
escritas en nuestro sistema de numeración escrita: 9.13.10.0. (año 702 D.C.), Pero más adelante
continuaremos con esto.
Fue en 1935 cuando Sylvanus Griswold Morley, quizás el más sensible de los arqueólogos científicos, en su
estudio por decir algo árido titulado “Guía para las ruinas de Quirigua”, resumió lo que aún es la perspectiva más
predominante e iluminadora sobre los mayas:
Cuando a los adelantos materiales de los antiguos mayas en la arquitectura, escultura, arte de la cerámica, arte de
trabajar con las piedras preciosas, el trabajo con plumas, y el arte de tejer y teñir el algodón se les suman a sus
realizaciones abstractas e intelectuales, es decir, la invención de las matemáticas posicionales con su desarrollo
concomitante del cero; la construcción de una cronológica elaborada con base en un punto fijo de partida, el uso de
un sistema para contabilizar el tiempo, tan exacto como nuestro propio calendario gregoriano; un conocimiento de
astronomía superior al de los antiguos egipcios y babilonios - y todo esto juzgado a la luz de sus propias
limitaciones culturales, que estaban a la par con las de la temprana era neolítica del mundo antiguo, nos permite
proclamarlos, sin temor a contradicción, como al pueblo aborigen más brillante de este planeta.
Tan alta como pueda ser esta apreciación, queda la conjetura de que a pesar de su brillantez, los mayas fueron sin
embargo neolíticos y aborígenes. ¿Qué implica realmente el uso de estos términos?.
Neolítico - Edad de Piedra - y Aborigen - desde el comienzo del tiempo, antes de la civilización - estos dos términos
son medidos de la vara del progreso. El uso de estos términos obliga a la mente a la perspectiva de que cualquiera
que sea la ingeniosidad que haya sido lograda por este pueblo, éste perteneció inexorablemente al pasado, es una
anomalía, y de ahí que tenga escasa aplicación en el presente.
Sin embargo, con frecuencia se plantea la pregunta siguiente: si los mayas fueron aborígenes neolíticos y realmente
no tenían metalurgia y no usaron la rueda, ¿qué hacían con un sistema matemático de tan exquisito refinamiento?.
¿Por qué eran tan intelectuales?.
Y cuando uno examina el asunto, el período Clásico Maya, que tuvo su apogeo entre los años 435 y 830 D.C.,
tiempo en que transcurrió la “Edad Oscura” europea, se ve que no están tan alejados, al menos en el tiempo. Según
las normas generales, las posteriores Eras de Piedra transcurrieron en otras partes del mundo hace unos 12.000 a
6.000 años.
Hay algo que está equivocado: ¿están equivocados los mayas, o lo está la vara con que se les ha medido?
Desde que Morley escribió su declaración quinta esencial arqueológica en 1935, se han efectuado unos pocos
descubrimientos espectaculares en la arqueología Maya, tales como los murales de Bonampak, descubiertos en
1946; y la pirámide sepulcral de Palenque, excavada en 1952.
Pero sobre todo, se ha presentado un refinamiento gradual en el estudio de la arqueología maya, inclusive la
aparición de la nueva disciplina llamada la arqueoastronomía.
Y además, el uso del ordenador ha hecho incursiones en el desciframiento de los jeroglíficos, pero en gran parte
sólo en la identificación de nombres considerados líderes “dinásticos”, como Pacal Votan de Palenque.
Sin embargo, a pesar de estos “avances” en la arqueología, la verdadera historia de los mayas permanece como un
libro cerrado. En lugares como Quirigua y Copan, los jeroglíficos grabados en piedra con elegancia y asombrosa
precisión, inquietan a la mente por su asombrosa cantidad y sentido del orden. ¿Y realmente son tan
impenetrables?.
En nuestras reflexiones se presentan otros hechos acerca del período Clásico Maya.
Aunque en el último periodo Clásico hay descripciones de lo que parece ser prisioneros, en ninguna de sus
esculturas hay escenas de guerras; y cuando los mayas empezaron a construir sus centros ceremoniales
astronómicos de piedra a fines del baktún 8 (200-400 D.C.), el sistema jeroglífico matemático estaba plenamente
conformado, y era perfecto en todos sus detalles.
Hay poca evidencia de etapas formativas, de desatinos y errores; este es un sistema completo de signos,
matemáticas y cálculos, acompañado de un código jeroglífico altamente desarrollado.
Agréguese a esto la repentina suspensión de las construcciones, y particularmente del registro de fechas alrededor
del año 830 D.C., y así se tendrá completo el misterio Maya. Resumamos pues lo que generalmente se conoce
respecto a los mayas. En algún momento hace cerca de 2.000 años en América Central, un pueblo llamado Maya
empezó a dejar rastros o indicios de su presencia.
En el área general, llamada por los arqueólogos Mesoamérica - Méjico y América Central - los mayas habían sido
precedidos por un grupo misterioso llamado los Olmecas, cuyos orígenes a lo largo de la línea costera del Golfo de
Méjico, datan a lo menos de hace 4.000 años, y por los Zapotecas de las tierras montañosas de Oaxaca, al sur de
Méjico, y cuyo gran centro, llamado Monte Albán, fue fundado en el año 600 A.C.
Coincidiendo con la aparición de los mayas en América Central, ocurrió el florecimiento de Teotihuacán, la metrópoli
de la gran pirámide, situada en el centro de Méjico, apenas un poco al nordeste de la actual ciudad de Méjico. Y,
aunque poseían, en común con sus vecinos de las tierras montañosas mejicanas, una agricultura básica con rasgos
culturales que compartían colectivamente, tales como el Calendario Sagrado de 260 días, y el juego ritual de la
pelota, en sus dominios de la jungla, los mayas eran distintos artística e intelectualmente.
Habiendo comenzado alrededor del año 300 D.C., en un sitio llamado Uaxactún, en el corazón de la jungla, región
conocida como Petén, y extendiéndose desde allí hacia Tikal, Palenque, Copán, y Quirigua, ya en el año 500 D.C.
estaba en marcha el gran impulso de la civilización Maya.
En los 300 años siguientes, es decir, la duración del Baktún 9, los mayas construyeron sus templos diseñados
armoniosamente en forma de pirámides escalonadas, y dejaron gran número de piedras gigantescas con grabados,
llamadas estelas, en las cuales cada 5, 10, o 20 años, se registraron fechas y otras informaciones.
Luego, con el paso del Baktún 9 al Baktún 10, en el año 830 D.C., vino la repentina decadencia o desaparición del
período Clásico Maya.
Al final del siglo X, cuando la cortina sube otra vez para dejar ver a los mayas, o más bien a los descendientes de
los mayas, aparece una escena totalmente distinta. El norte de Yucatán es el hogar base. Se había efectuado una
mezcla entre los mayas y sus vecinos mejicanos los Toltecas. El factor cultural que sirve de nexo es la dispensación
religiosa de Quetzalcóatl/Kukulkán en el 1 caña, que va del año 947 al 999 D.C.
Aunque se efectúan grandes logros arquitectónicos, tales como los que encontramos en Uxmal y Chichen ltza, ya
no hay grandes monumentos hechos en piedra que registren fechas interminables y datos astronómicos. Por el
contrario, se ha desarrollado una versión simplificada extraída del sistema cronológico, y los escritos en su mayoría
se hacen en manuscritos jeroglíficos llamados códices, de los cuales sólo tres sobreviven.
Las guerras y los sacrificios humanos están en su apogeo, y una alianza política sin precedentes, la Alianza de
Mayapan, ha reemplazado a la era realmente autónoma y apolítica de los Mayas Clásicos.
Con la caída de Mayapan a causa de una guerra interna en 1441, llega a su fin la última fase Maya. Cuando en
1527 los españoles llegan con fuerza vigorosa a Yucatán, como lo había predicho Ah Xupan, el profeta Maya del
siglo XII, los descendientes de los mayas están desunidos. En 1697 las intolerantes crueldades del nuevo orden
cristiano, junto con las viruelas y otras enfermedades, han terminado totalmente con los mayas como entidad
cultural o política.
A pesar de los terribles sucesos del destino, los mayas han persistido, al menos culturalmente, al permanecer
diferentes hasta la época actual. Y, aquí y allá, los hechiceros, guardianes de las más antiguas tradiciones, se las
han arreglado para mantener vivos el conocimiento, el código, y las líneas de la verdad que conducen directamente
a las estrellas.
Cuando miramos la historia y examinamos lo que los mayas dejaron atrás, se hace claro un hecho. Los españoles
no solamente no tenían idea de que había ocurrido una separación en el tiempo entre los Mayas Clásicos del
baktún 9 y los últimos mayas de la Alianza de Mayapan, sino que los mismos textos y manuscritos de los últimos
mayas - el Popol Vuh, Los Libros de Chilam Balam, y Los Anales de los Cakchiqueles, realmente no nos dan
información respecto a sus antecesores los Mayas Clásicos.
No sólo fueron los cristianos los que alteraron o interpretaron mal lo que les fue dicho por los mayas, sino que los
mismos mayas tardíos parecen haber confundido intencionalmente sus textos. ¿Por qué?.
Cuando Stephens y Catherwood hace 150 años encontraron por casualidad en la jungla los centros de los Mayas
Clásicos, verdaderamente ellos habían dado con una “civilización perdida”, pero perdida únicamente para nuestra
mente. Cuando todo haya sido dicho y hecho, serán solo los contornos visibles de la mente científicamente
materialista lo que ha descrito la arqueología sobre los Mayas Clásicos.
Lo que en realidad yace en la jungla que está situada en las tierras bajas de Peten, es muy diferente a lo que
describe la arqueología. Como una constelación estelar impresa en las junglas de América Central, el modelo que
conecta los distintos centros de la era clásica atisba a través del laberinto del tiempo.
Los templos piramidales y las plazas esparcidas con grandes monumentos en piedra, esculpidos intrincadamente
con jeroglíficos y datos astronómicos, representan una operación de registro científico más precisa que cualquier
otra conocida por la humanidad.
En verdad, tomados como un todo, los centros de los Mayas Clásicos del Baktún 9 parecen una verdadera carta de
presentación cósmica.
El objetivo de este bien elaborado sistema para la conservación de la información parece haber sido la relación
recíproca de los ciclos terrestres y de los otros planetas dentro de nuestro sistema solar, con la matriz armónica de
un programa maestro.
Esta matriz, que abarca los armónicos cíclicos de los planetas que están dentro de nuestro sistema solar, era de
naturaleza galáctica, ya que ésta representaba una perspectiva más grande y más amplia que la que pudiera
obtenerse desde dentro de nuestro sistema solar.
Siendo algo único desde todo punto de vista conocido, esta perspectiva implica el que los Mayas Clásicos tuvieran
una misión precisa.
Cualquier persona que tenga una misión, también tiene un mensaje, y este es un hecho que parece bastante obvio,
pero que escapa con demasiada frecuencia a la mente de los arqueólogos materialistas.
El hecho de que los Mayas Clásicos fueran una civilización sin paralelo en su consumación, y única en la auto-
conclusión de su realización, se debe en su totalidad a la misión que era su deber cumplir.
Parece que esta misión era la de colocar la Tierra y su sistema solar en sincronización con una más vasta
comunidad galáctica. Ese es el significado de las fechas y de los jeroglíficos acompañantes.
Una vez que este objetivo hubiera sido alcanzado, pues esta es la causa y el significado de la intensa actividad del
Baktún 9, los mayas se marcharon, pero no todos.
Algunos se quedaron atrás como custodios supervisores, hablando el lenguaje del Zuvuya, código críptico de las
significaciones de los diferentes ciclos del tiempo. La clave y el código que fueron dejados por los Mayas Clásicos, o
diremos mejor por los mayas galácticos, y que explicaban su propósito y su ciencia, están depositados en el sistema
engañoso por su simpleza de trece números y veinte símbolos llamado el Tzolkin.
En efecto, en el Tzolkín, la matriz armónica, está todo lo que necesitamos saber respecto al Factor Maya.
Pero, ¿cómo fue hecho todo esto?. ¿Cómo llegaron los mayas aquí?. ¿Cuál es el significado de la sincronización
galáctica, y qué conexión tiene ahora todo esto con nosotros?.
En respuesta a estas preguntas, todo lo que podemos decir es: lo que diferencia a la ciencia Maya de la ciencia
actual, es que la primera es un sistema que opera dentro de un marco galáctico. Una ciencia que actúa dentro de un
marco genuinamente galáctico, no puede ser separada de lo que llamamos mito, arte o religión.
Porque, como perspectiva comprensiva el marco galáctico de referencia de los mayas, sintetiza en vez de separar.
Los mayas no sólo desafían nuestra ciencia, sino que juegan con nuestros mitos, y, tal y como lo veremos,
renuevan nuestra historia con un significado y un alcance que ubican nuestro destino dentro de los designios
invisibles del firmamento estrellado pero de una manera impensada para los fabricantes de juguetes de latón de
nuestros modernos programas espaciales.
Habiendo examinado a los mayas desde la perspectiva arqueológica y de la moderna ciencia materialista;
examinémoslos ahora desde el punto de vista galáctico comprensivo que nos ha proporcionado el Factor Maya.
Los términos mayas Hunab Ku y Kuxan Suum, son importantes porque nos dan una perspectiva galáctica que
sintetiza la ciencia y el mito.
Hunab Ku se traduce ordinariamente como el “Dador de Movimiento y Medida”; es el origen de la vida más allá del
sol. En este aspecto, Hunab Ku es el nombre del núcleo galáctico, no solo como un nombre, sino también como una
descripción del propósito y de la actividad. El movimiento corresponde a la energía, origen de la vida y conciencia
inmanente en todo fenómeno y que todo lo penetra.
La medida se refiere al principio del ritmo, de la periodicidad y de la forma, que dan cuenta de las diferentes
cualidades limitantes que la energía asume a través de sus diferentes transformaciones.
Kuxan Suum, literalmente el “Camino hacia el Cielo que Conduce al Cordón Umbilical del Universo”, describe los
hilos o fibras de vida galácticas invisibles que conectan al individuo y al planeta a través del Sol con el núcleo
galáctico, o Hunab Ku.
HUNAB KU
EL QUE DA MOVIMIENTO Y MEDIDA
Estos hilos o fibras son los mismos filamentos luminosos, que se extienden desde el plexo solar, como lo describe el
vidente don Juan, en la serie de libros de Carlos Castaneda, que tratan sobre la sabiduría Yaqui.
De acuerdo a los textos mayas existentes, El Popol Vuh, y Los Anales de los Cakchiqueles, los yaquis fueron la
primera tribu Maya que se separó del resto de los clanes después de su entrada en este mundo. El propósito de los
yaquis al hacer esto, fue el de conservar al menos algunas de la enseñanzas originales de los mayas, en un estado
de relativa pureza y en un lugar distante.
En cualquier caso, las fibras o Kuxan Suum, definen una senda resonante, como un walkie-talkie, al suministrar un
canal de comunicación continua, una línea de vida cósmica. A través de Kuxan Suum, cada uno de nosotros tiene
una conexión que se extiende desde el plexo solar hacia el Sol por medio de la membrana reflectiva del campo
planetario, y finalmente, hacia el núcleo galáctico.
Esta línea de vida, ¿podría tener algo que ver con el origen de los mayas en este planeta?.
En un extremo está la lente de Hunab Ku, el centro de la galaxia, el núcleo galáctico. En el otro extremo está la
lente del ser humano individual. Realmente como resonador cósmico, el ser humano individual verdaderamente
tiene tres lentes. Uno corresponde al cerebro reptídico o sistema autónomo; el segundo corresponde al cerebro
mamífero, o neocórtex y el tercero corresponde a la mente superior, que conecta al individuo con el gran cuerpo
planetario.
Cuando estas tres lentes sean puestas en línea, una cuarta lente aparece, corresponde a la mente solar, la
conciencia del Sol y del sistema solar. La quinta lente es el mismo Sol.
Finalmente, hay dos lentes que median entre el Sol y Hunab Ku, el núcleo galáctico.
Una de ellas es para enfocar información galáctica de un sistema estelar al otro; la otra lente, más cerca a Hunab
Ku, está impresa con el núcleo de la información galáctica común, la matriz armónica. De esta manera la
información queda articulada al pasar a través de Kuxan Suum, fibras de vida galáctica, y dependiendo de cuál de
las ocho lentes sea llevada a foco, se pueden enfatizar diferentes niveles o etapas de ser y de conocimiento.
Mirando por este telescopio galáctico de lentes vibratorias, en lugar de un universo atomístico de espacio y tiempo,
de distancia y separatividad, el Factor Maya trae a foco un universo de coherencia y unidad, una matriz resonante
dentro de la cual la transmisión de información es virtualmente “instantánea”. Si fuéramos a darle un nombre
moderno a este proceso de enfoque galáctico y de transmisión de información, este seria el principio de la
resonancia armónica.
Todo el mundo habla de ella, los electricistas, los físicos, los músicos, y los sanadores. Pero, realmente, ¿qué es
resonancia?. Resonancia significa la cualidad de volver a sonar. Resonar es reverberar. Reverberar implica dar y
recibir, lo cual es la definición de la comunicación que siempre es simultánea, y al menos entre dos agentes.
Cualquier comunicación implica un intercambio de información.
Desde la perspectiva de los armónicos resonantes, información es la forma-vehículo de calidades de energía que
pasan entre dos agentes o partes. Como “volver a sonar”, la resonancia es información.
Entonces, la esencia de la información no es su contenido sino su resonancia. Por eso es tan importante sentir las
cosas. El sentir la resonancia de la información entrante, co-crea un campo resonante. Si tratamos de
conceptualizar una experiencia antes de que hayamos resonado con la experiencia, el campo queda deshecho o se
interrumpe. Si el campo se interrumpe eso quiere decir que el Kuxan Suum se ha obscurecido en el plexo solar en
una palabra, hemos dejado de sentir las cosas, y nuestra resonancia se ha debilitado.
Cuando la gente habla de resonancia, también habla de frecuencias y de tonos. Se refiere a la rata de vibración.
Como todo el mundo sabe, hay grados de vibración altos y bajos, mientras que toda vibración es pulsación de
ondas. Una frecuencia “sostenida durante un simple período de onda, conocido de otra manera como pulsación, se
convierte en un tono. Por consiguiente, un tono es una frecuencia sostenida, cuyo nivel determina cuál de nuestros
órganos de los sentidos puede ser afectado.
En otras palabras, el tacto tiene sus tonos; el perfume es un tono del campo sensitivo del olfato; aún la “mente”
experimenta sus tonos sensitivos de alta frecuencia.
Incluida en todos los campos de los sentidos, la armonía es la sincronización de dos o más tonos. La habilidad para
sincronizar los tonos y sintetizar los campos de los sentidos, es un arte, como también una ciencia. La práctica de
esta ciencia ofrece oportunidades insospechadas desde una perspectiva materialista, la cual, por ejemplo, lo lleva a
uno a pensar que volar es el paso de un cuerpo físico llevado a través del aire y entre dos puntos.
Pero, ¿qué es volar para los campos sensibles del pasajero que va en el avión? El brusco estremecimiento
vibratorio de los motores del jet el olor del combustible, y comida del horno micro ondas.
Pero, ¿y si volar es la capacidad para identificar la conciencia con la resonancia, y cabalgar sobre las frecuencias
de diferentes niveles, de realidad?.
Verdaderamente, la armonía es una ciencia. Aquellos que practican esta ciencia son los verdaderos artistas, los
adivinos de la armonía, porque son ellos los que transmiten - no como una doctrina sino como realidad misma - el
principio de la resonancia armónica.
Al aplicarlo galácticamente, este principio describe la totalidad del universo, como un campo que es puesto en
acción por lentes o láminas resonantes. Mediante la afinación o pulsación adecuada de estas lentes, se puede
producir el sonido de los tonos superiores, que penetran a los niveles altos o bajos de la actividad tonal.
Al hacer sonar los tonos y tonos superiores, como al pulsar las cuerdas de un arpa, y observar el efecto de las
vibraciones formando ondas pequeñas en una taza de agua, la información de diferentes niveles u octavas, se
transmite a otros niveles y octavas.
Si esta perspectiva universal suena pitagórica - la música de las esferas - ¡es que lo es!
Por ejemplo,
¿Cuáles serían las metas y propósitos de una civilización basada en el principio de la
resonancia armónica?
¿Podría ser algo diferente de colocar al conjunto terrestre en resonancia con el Sol, como
miembro evolucionante de una gran familia galáctica?
¿Cómo se compara esto con los objetivos de nuestra actual civilización?
¿Quién puede decir cuáles son los objetivos de nuestra civilización?
¿Tienen estos objetivos alguna relación con el planeta o al menos con el sistema solar?
Precisamente, por estar basada en el principio de la resonancia armónica, a una civilización como la Maya se la
puede describir como una civilización dotada de información galáctica.
Es decir, en el principio de resonancia armónica, hay una onda de doble sentido como medio de información, que
forma ondas pequeñas hacia y desde el ser individual, hasta la mente colectiva o planetaria, y desde la mente
planetaria, pasando a través del Sol, hasta el núcleo galáctico.
Sí los mayas son “agentes galácticos”, el tener información galáctica, solamente describe un proceso de divulgación
de información, o también describen un proceso que en la actualidad llamaríamos “viaje espacial”.
¿O, más bien, no podría ser que desde la perspectiva de la resonancia armónica y el flujo en doble sentido de
información galáctica, no hay diferencia entre divulgación de información y viaje espacial?.
Pienso que en este punto hay una diferencia importante por considerar. A diferencia de la ciencia occidental, la cual
se basa en la investigación de la materia - y de ahí el materialismo científico - la ciencia Maya se basa en la mente
como fundamento del universo. El universo es mente, y las diferentes cualidades de la mente pueden describirse
por relaciones numéricas enteras y simples.
Para la ciencia Maya, lo que nosotros llamamos materia, representa a diferentes tonos que se sostienen
conjuntamente como un espectro de frecuencia armónica, y que es perceptible por el sentido del tacto, Igual que las
demás experiencias resonantes, la materia puede ser representada por relaciones numéricas enteras. Como
cualquier matemático sabe, el número mismo es una estructura puramente mental.
Según esta perspectiva, la forma de las cosas es la forma de la conciencia en una articulación particular de
frecuencia resonante. Una articulación de frecuencia resonante puede definirse como la sincronización de dos o
más espectros tonales que unen la necesidad momentánea con el propósito universal. El medio ambiente puede
necesitar a la “hormiga” para que efectúe una labor, la de airear la Tierra.
Y en tal caso está el espectro tonal uniendo la necesidad momentánea con el propósito universal de airear la Tierra.
De una manera similar, en un punto de su evolución, la Tierra puede necesitar inteligencia sincronizada que la
coloque en una relación más consciente con el Sol y con la galaxia como un todo. O, más bien, al mismo tiempo el
Sol puede necesitar un cuerpo planetario para fundamentar conscientemente la información galáctica que él está
recibiendo desde el núcleo galáctico, y desde otros sistemas estelares más evolucionados.
Esta es exactamente la situación que le corresponde al Factor Maya: La sincronización de la información galáctica
con las necesidades mutuas de la Tierra y del Sol. Como hormigas galácticas, los mayas y su civilización serian los
sincronizadores de la necesidad momentánea, (representada por la inteligencia planetaria o solar) con un propósito
universal: la entrada plenamente consciente en la comunidad galáctica.
Examinemos por un momento un escenario. Supongamos que la galaxia es un inmenso organismo que posee
orden y conciencia, de una magnitud que trasciende el umbral de la imaginación humana. Como un cuerpo
gigantesco, ésta se compone de un complejo de sistemas estelares miembros, cada uno coordinado por el núcleo
galáctico, Hunab Ku.
Al ciclar energía e información, simultáneamente en dirección de las manecillas del reloj y en sentido contrario, la
pulsación densa del corazón galáctico emite una serie continua de señales, llamadas por nosotros radio -
emisiones.
En realidad, estas radio-emisiones corresponden a una matriz de resonancia, que es un vasto campo galáctico de
energía inteligente cuya pulsación primaria de actividad y descanso proporciona las bases para las cuatro funciones
de onda universal; una función de transmisión o función informativa; una radioactiva, o función electromagnética;
una atractiva, o función gravitacional; y una receptiva, o función psicoactiva.
El único objetivo de la continua emisión de la onda de información inteligente desde Hunab Ku, el núcleo galáctico y
radio estación cósmica, es la coordinación superior de los organismos miembros, los sistemas estelares. Por
coordinación superior se quiere significar primero que todo, la habilidad de la inteligencia local, que por medio de un
enfoque de las lentes del Kuxan Suum, quiere llegar al umbral de la percepción del todo y alinearse
convenientemente.
Por inteligencia local, se quiere dar a entender la mente planetaria o campo de conciencia que constituye el campo
autorreflectivo de un planeta (o planetas), dentro de un sistema estelar dado. Entonces, una vez que el alineamiento
con el todo haya sido percibido y realizado, por un sistema local, el objetivo es extender el proceso a los sistemas
miembros en los que aún no se haya alcanzado el umbral de la percepción del todo.
La comprensión del todo implica la directa comunicación consciente por la vía de la estrella local, con el núcleo
galáctico. Esto también implica una activación continua de la línea de vida del Walkie-talkie galáctico, el Kuxan
Suum. La capacidad para mantener la comunicación directa y de continua para establecer y extender la
comprensión del todo, es el logro consciente de la armonía. El final del proceso puede no ser más que un paso
trascendente de toda la galaxia a un grado inconcebible de sincronización armónica.
En el proceso que estamos describiendo, algunos sistemas locales logran el alineamiento con el conjunto mucho
antes que otros sistemas.
Digamos que a la inteligencia que alcanza esta etapa se le conoce con el nombre de Mayas, adivinos de la armonía.
Adivinar es conocer directamente por la mente. Ser un adivino de la armonía, un Maya, seria conocer directamente
las frecuencias armónicas de un nivel o grado de ser, en otras palabras, ser capaz de ponerse a tono con las
cualidades de aquel nivel o grados del ser, y aún de asumirlas.
Debido al logro de tal conocimiento, uno de los poderes del Maya seria el de la transducción resonante. A través del
conocimiento directo de las ondas armónicas y de los cambios de frecuencia, la transducción resonante es la
capacidad de aplicar este conocimiento, y pasar directamente de una condición del ser a otra y, en consecuencia,
de un sistema estelar a otro.
De hecho, lo más imperativo al lograr la alineación con el conjunto y al convertirse en un Maya, en un adivino de la
armonía, es extender tal realización a otros sistemas estelares locales. De esta manera, la matriz galáctica
comienza a entrelazarse en un tejido de inteligencia autoreflectiva.
Además, con el objeto de que todos los sistemas puedan lograr el mismo nivel de coordinación armónica, el
conocimiento o la información habrían de ser sistematizados en el código más simple que sea posible, de modo que
éste pueda ser utilizado en común. Sistematizar y transmitir este código también es responsabilidad de los mayas.
El código, como lo veremos, es denominado módulo armónico, o Tzolkín, que es la matriz matemática más simple
posible y que acomoda el mayor número posible de transformaciones armónicas, transmisiones y transducciones.
En una palabra, es una verdadera tabla periódica de frecuencias galácticas.
Los viajeros intrépidos del Kuxan Suum, los viajeros galácticos que exploran los sistemas estelares en los que el
potencial para la realización y la alineación con el conjunto apenas está madurando, los mayas, adivinos de la
armonía, están viajando incansablemente. Una vez que un sistema haya sido inspeccionado, supervisado, y se
encuentre que tiene el potencial evolutivo para la Yealizaci6n armónica, los mayas están listos para los arreglos
finales.
Por supuesto, como los sistemas locales que logran la sincronización armónica aumentan en número, también
aumenta el nivel de coordinación cooperativa para los sistemas menos evolucionados. Y así como los mayas
trabajan con un código uniforme de información galáctica, que es el módulo armónico, al cumplir la necesidad
imperativa de extender la armonía, ellos también trabajan con un código galáctico de honor. ¿Por qué?.
Como todo el mundo lo sabe, no hay inteligencia en la coerción o en el acto de obligar a otro a la acción o la
realización. Y si el nombre del juego galáctico es la armonización superior, inteligente, este debe jugarse de modo
que a la inteligencia local se le enseñe o se te indique de qué modo se ejecuta, de manera que él saque sus propias
conclusiones.
En otras palabras, el código galáctico de honor es para manifestar y demostrar la armonía, por cualquier medio que
sea posible. Al jugar siempre con las reglas de la armonía, pero respetando al mismo tiempo a la inteligencia local,
la orden principal del código seria de no hacer nada para promover cualquier noción de dualidad o separatividad.
De acuerdo al Factor Maya, el viaje espacial es información, una información transmitida por el principio de la
resonancia armónica. Nosotros somos información. El universo es información. La información, igual que el número,
es en última instancia una propiedad de resonancia mental.
La información es energía estructurada de acuerdo al receptor para el cual está destinada. El elemento limitante o
forma que lleva el aspecto de la información no oculta el hecho de que el contenedor está informado por una
cualidad de energía. Escuchamos música, “ondas de sonido propagadas a través del espacio”, y algo dentro de
nosotros experimenta una carga emocional. Ha ocurrido una transducción - una transformación de sonido, un tipo
de información, en energía emocional, que es otro tipo de información.
Toda energía posee propiedades transductivas de onda. Toda cualidad de una onda es susceptible de ser
transmitida resonantemente como sobre-tonos de frecuencia. Una octava es un ciclo coherente de frecuencias, y en
todas las octavas cualquier tono puede hacerse sonar para producir sobre-tonos en otras octavas.
Agregue a esto el hecho de que cualquier cualidad de una onda puede ser transducida de una forma a otra, a través
de un medio particular, tal como un cristal de cuarzo, y tendrá usted los principios básicos que subyacen en la
resonancia armónica.
Como sólo ahora lo estamos comenzando a descubrir, el ADN, o código genético - código de la vida - posee una
infraestructura con carácter de onda.
Esto implica que entre las células del cuerpo hay un sistema universal de comunicación que avanza a velocidades
que oscilan entre la del sonido y la de la luz. Como también lo sabemos, el código ADN corresponde a una fórmula
numérica completa que representa una progresión binaria a la sexta potencia, 2, 4, 8, 16, 32, 64 - produciendo 64
palabras claves de seis partes o codones.
Una ciencia basada en el principio de la resonancia armónica podía traducir las matemáticas de números
compuestos de estos codones, a estructuras de onda de diferentes frecuencias, y transmitir la información como
una transducción resonante a través del Kuxan Suum. Como viajeros estelares de máxima velocidad que
relampaguean a través del éter galáctico, los mayas se podían transmitir como información del código. ADN de un
sistema estelar a otro.
Sin embargo, para respetar la perspectiva del sistema, la transmisión de información genética o de otra especie
desde un sistema más evolucionado a uno menos evolucionado, uno debe pasar por la jerarquía de mando que
corresponda. La cadena básica de mando va desde Hunab Ku -el núcleo galáctico hasta la estrella, y desde la
estrella la inteligencia reflectiva, que es la mente o conciencia planetaria.
Una vez que una conciencia planetaria particular se haya colocado en alineamiento con el todo - es decir, a través
de su estrella madre al núcleo galáctico -entonces podría establecerse la comunicación con otro sistema estelar,
mediante cambios que se hagan en el código universal, o módulo armónico.
Es importante tener en mente que la información comunicada desde un sistema a otro, debe pasar por la estrella del
sistema receptor. Esta es la estrella, de la cual nuestro Sol es un ejemplo, la que media el Kuxan Suum entre Hunab
Ku, el núcleo galáctico y el planeta que está evolucionando hacia una inteligencia consciente y reflectiva.
¿Cómo ocurría esta transmisión de información usando al Sol como principal mediador?.
Suponiendo que se ha efectuado una supervisión, y que una inspección al sistema local ha verificado que el sistema
ha evolucionado lo suficiente como para estar en el punto de entrada del alineamiento total, entonces el código
propio de información sería alistado. A través de la estrella local, es decir, nuestro Sol, llamado Kin por los mayas,
se emitiría una sonda de inteligencia transmitida como un código de sincronización.
Ya que el Kin, nuestro Sol, tiene un ciclo inferior a los 23 años, que están divididos en dos pulsaciones que en
promedio son de a 11.3 años cada una, la sonda de inteligencia sé sincronizaría primero con este ciclo solar. El
ciclo de pulsación de 11.3 años produce incidentalmente un fenómeno conocido como la heliopausa; una fluctuación
en la burbuja virtualmente imperceptible que forma el heliocosmos - que a su vez es la totalidad del campo
gravitatorio y electromagnético del Sol, la cual abarca las órbitas de los planetas de todo el sistema solar.
Una vez que el campo informativo del Sol se haya sincronizado con el flujo de la información de los sistemas más
evolucionados, puede ocurrir la transducción de información crítica; es decir, la impregnación genética del campo
planetario seleccionado.
Como un rayo sutil afinado de acuerdo al ciclo solar, entraría instantáneamente a manifestarse la onda de
información genética codificada según las frecuencias particulares y las cualidades del planeta seleccionado. Los
mayas, navegantes galácticos y adivinos de la armonía, habrían penetrado en otro sistema.
El comienzo del más coherente de los textos mayas existentes, es decir, El Popol Vuh: El Libro de la Comunidad o
de las Cosas Comunes, aunque escrito después de la conquista española, contiene algunas pistas interesantes.
Aquí expresaremos la revelación, la explicación, y la narración de lo que estaba oculto, la
revelación... y al mismo tiempo la explicación, la narración conjunta de la Abuela y el Abuelo... lo
sacaremos a la luz porque ahora el Popol Vuh... ya no puede ver más, en el cual se veía claramente
la venida del otro lado del mar.
Existió el libro original, escrito hace mucho tiempo, pero su vista está oculta al investigador y al
pensador.
Solo un murciélago vigilaba las puertas de Tulan... En aquella época, a nosotros, los trece clanes de
las siete tribus que somos, los trece clanes guerreros, nuestras madres y padres nos ordenaron
venir
De estas descripciones crípticas, hay varias cosas que de inmediato nos llaman la atención.
Primero que todo, estas son descripciones de una llegada y no a la existencia, del paso de un lugar situado en otra
parte y que es el descrito como “el otro lado del mar”, ¿es un océano real, o es una metáfora para designar al mar
galáctico?.
En segundo lugar, hay una descripción mandálica, bien sea de los cuatro Tulanes o de las cuatro partes en que
fueron divididos el cielo y la Tierra.
¿Qué describe esto en realidad?. ¿Es también una referencia al Kuxan Suum la cuerda para medir, por medio de la
cual el centro determina la relación de las cuatro esquinas o cuatro direcciones?.
Entonces aquí está la referencia a las trece familias de guerreros, y a las siete tribus.
Estos son los números claves de la matriz Maya. El número trece, que representa el movimiento que está presente
en todas las cosas, repetido veinte veces, da 260, que es el número armónico del Tzolkin o matriz galáctica.
El siete es el número del centro místico. El seis, al ser restado del siete, da uno, el número de la unidad. El seis,
sumado al siete da trece, que es el armónico celeste del movimiento y la totalidad. El siete, sumado al trece, da
veinte, factor que combinado con el trece da origen al módulo armónico.
Los números situados en las cuatro esquinas del Tzolkin o matriz armónica son:
el uno en el comienzo, el trece al final, y el siete en las dos esquinas intermedias.
En estas descripciones sobre el origen,
¿Realmente estamos tratando con el lenguaje codificado del Zuvuya, el cual describe el
paso por el Kuxan Suum hacia la Tierra?
¿Es el cuádruple mandala, o cuádruple Tulan, una descripción de un modelo armónico
primario a través del cual se puede transmitir la genética u otra información, sin que sufran
ninguna alteración?
¿Representan las trece familias y las siete tribus un lenguaje codificado para memorizar la
matriz galáctica?
La Abuela y el Abuelo, que en otros textos mayas y mejicanos son descritos como los habitantes del cielo trece, que
es el cielo más alto, ¿representan el comando, la inteligencia coordinadora y benévola del sistema de donde
provenían los mayas, o al menos de donde provenía la comente informativa de los mayas?
PACAL VOTAN NAVEGANTE
Si el Kuxan Suum, como un walkie-talkie galáctico y resonante, puede ser el agente transmisor de la información
necesaria para transportar a los mayas como exploradores de una sincronización de alta frecuencia, desde un
sistema exterior al nuestro, hasta nuestro planeta tierra, entonces el Kuxan Suum tendría semejanza con el sipapu
de los hopis.
Descrito como un tonel o pasaje que conduce hacia y desde los diferentes mundos, el sipapu es el hijo o línea de la
vida que enlaza no solamente al núcleo galáctico, a los sistemas estelares, y a los diferentes planetas, sino que
también enlaza las diferentes eras universales.
Siendo así, cuando termina una era universal y está a punto de empezar otra, el sipapu es el pasaje que indica el
camino.
Siguiendo esta ruta hipotética de transmisión resonante entre los sistemas estelares y galácticos, encontraríamos a
la comente de información Maya desarrollándose en este planeta quizás hace 3.000 años, si no antes.
Dedicándose a su objetivo de reunir información respecto a la Tierra en su relación con el Sol, la luna, y el resto del
sistema solar, los mayas observaron, adoptaron, interactuaron y asimilaron. Manteniendo siempre comunicación
con el cuartel central, cuando el tiempo maduró para permitir su mensaje las alturas luminosas de la civilización
clásica de los mayas - ellos se dedicaron a ello con precisión, sentido artístico y aplomo.
Ya que a través del Kuxan Suum ellos aún estaban en comunicación con el Hunab Ku, núcleo galáctico, el sistema
matemático “llegó” plenamente desarrollado.
Después de la observación y adaptación al nuevo sistema planetario, los veinte jeroglíficos claves habrían sido
modificados de manera conveniente. Y siguiendo la conclusión de su misión, es decir, la correlación de los ciclos
planetarios de nuestro sistema solar dentro de la estructura galáctica de la matriz armónica, entonces los agentes
claves habrían regresado hacia su punto de partida, a través del sistema de las lentes mediadoras del Kuxan Suum.
Dado este escenario, hay un género de esculturas que los mayas dejaron en Quirigua y también en Palenque, las
cuales retratan a figuras humanas o que se parecen a figuras humanas, y en posiciones que muestran los pies
levemente en posición de jarras, como si estuvieran elevándose o flotando, ascendiendo o descendiendo, viniendo
a este mundo, o saliendo de él.
La más famosa de éstas, es la figura que está en la tapa de la tumba del Pacal Votan en Palenque, en la cual
parece que el árbol de la vida saliera del abdomen o plexo solar de la figura principal. ¿Este árbol de la vida es
realmente el Kuxan Suum?. Más intrigantes son las dos figuras de Quirigua, sin ninguna duda, el centro intelectual
más brillante de los mayas.
También es interesante el hecho de que, como el más brillante de los centros mayas, Quirigua alcanzó su pináculo
de perfección artística e intelectual en los períodos finales del Baktún 9 - año 790 al 830 D.C.
Una figura que está sobre el gigantesco altar de piedras de la “figura zoomorfa O” en Quirigua, posee una cabeza
fantásticamente grotesca, un tocado fenomenal, y por lo demás, una figura humana. En su mano derecha sostiene
una especie de manija. Detrás del cuerpo hay una gran valla de forma orgánica que consta de tres discos circulares
u ovalados, en los que hay incisas unas pequeñas formas circulares.
La posición de las piernas, brazo, y en particular, la cabeza vuelta de lado, le dan a esta figura la apariencia de estar
elevándose o flotando.
En otra escultura del mismo género en Quirigua, sobre el altar de piedra igualmente monumental de la “figura
zoomorfa P”, solamente los pies y las pantorrillas parecen reconocibles como humanos. El resto del cuerpo, que
parece como si estuviera casi sentado, desaparece en un laberinto de estructuras extrañas y al mismo tiempo
orgánicas.
Mirando el altar de la “figura zoomorfa P”: hay una escultura sedente en actitud contemplativa y sosteniendo un
cetro. Todas las figuras de Quirigua están acompañadas por abundantes jeroglíficos.
La figura de Palenque está adornada en la tumba por representaciones de los Nueve Señores del Tiempo o del Bajo
Mundo. ¿Qué está sucediendo?. ¿Son estas las representaciones de la forma que viene a manifestarse o que se
sumerge de regreso en el campo vibratorio del Kuxan Suum?.
Mientras que, según la normas comentes, todo esto puede parecer especulación, o hipótesis descabelladas,
estamos en Tierra firme al tratar con la matriz armónica, o sea un módulo armónico de 13 X 20, llamado
comúnmente el Tzolkin.
Al volver nuestra atención a esta única pieza de evidencia, que es intrigante/coherente, penetraremos aún más en el
misterio galáctico de los mayas, adivinos de la armonía y al mismo tiempo a través de nuestro entendimiento del
Tzolkin, nosotros mismos podemos llegar a adivinar el propósito de los mayas al venir a este planeta.
3 - Los Maestros Galácticos y Los Números del Destino
Cuando por primera vez confrontamos a los mayas, sentimos su magnificencia, pero extrañamos sus dioses, sus
mitos y sus creencias.
Mientras los mitos y leyendas están aquí, ocultos en los textos, atisbando desde las enredaderas de la jungla,
haciendo guiños desde las flores brillantes que brotan de la piedra cortada, lo que se centra sobre nuestra atención
son los números. Como hemos visto, la persistencia de los números aparece en el cálculo de los tiempos de
“origen”.
Los números también hablan cuando leemos los textos adulterados de los profetas del Chilam Balam, quienes al
entrar en trance lo expresaban todo con números: El 1, el 13, el 7, el 9, el 4. ¿Son los números seres vivientes?
¿Son ellos entidades etéreas e intangibles, que ocupan dimensiones de la mente, y cuya existencia resulta
insospechada para nuestro rígido pensamiento materialista?.
Limpiando nuestros ojos y aclarando nuestras mentes, es difícil creer que la totalidad del relato pueda decirse con
números. Trece números y veinte símbolos, para ser precisos. ¿Y los mismos veinte símbolos, no son más que
números disfrazados en formas ocultas llamadas jeroglíficos?
Aún más, ¿cómo podría la totalidad del relato, es decir, la ciencia, el mito, la medida galáctica, y la estrategia divina,
estar contenida en una matriz cuya medida es de 13 X 20 unidades?.
No conocemos el nombre original de la matriz de 13 X 20, llamada por los arqueólogos el Tzolkin, y que literalmente
es el conteo de los días, o realmente el conteo de Kin (= el sol, el día, la unidad armónica primaria). Igualmente,
llamado Calendario Sagrado, el Tzolkin se parece a una de aquellas raras anomalías numerológicas.
¿Pero entonces, el I Ching le pareció algo diferente a Leibnitz, Hegel, o Jung, cuando ellos lo encontraron por
primera vez?
Sabemos que el Tzolkin, al que llamamos módulo armónico, también es igual a la tabla de permutación llamada el
Buk Xok. Sin embargo, cuando examinamos la tabla de permutación, tan divertida como ésta pueda parecer, su
profundidad huye de nosotros. ¿Cómo puede esta medida de trece números en veinte series, hablar de la
resonancia universal? ¿Qué significan pues los números mayas?
Por supuesto, el Tzolkin es sólo un código. Y así es el alfabeto con el que escribimos. No obstante, como ya lo
sabemos, el alfabeto codifica un lenguaje, y la persona que sabe como escribir aquel lenguaje con el alfabeto - que
consta de 26 letras - puede ostentar un poder formidable, y transmitir al menos un impresión del conocimiento y
sabiduría del universo.
Del mismo modo, al conocer el lenguaje clave del Tzolkin, que es el módulo armónico de los mayas, se pueden abrir
canales de entendimiento y comunicación con un poder igual o aún mayor que el que obtenemos a través del
alfabeto. Porque el número, al no ser diferente del símbolo, es una condensación de los sobre-tonos altos y de
niveles de significado.
Y cada número individual es un campo resonante para sí mismo. Esta es la razón por la cual solamente son
necesarios trece números para describir el complejo total que llamamos ser galáctico -trece números que ocupan
cada uno una posibilidad de veinte ubicaciones de posición, para un total de 260 permutaciones.
Con el objeto de explicar y apreciar los movimientos de la matriz Maya de 13 X 20, y la riqueza de sus aplicaciones
reales y simbólicas, sería bueno obtener una percepción aún más profunda de la potencia mágica que los números
tenían para los mayas.
Estos números, el 13, el 7, el 4 y el 9, en particular, como también el 20, penetran tanto en el pensamiento de los
mayas, que es importante entender que cada uno de los números representa una multitud de cualidades, y la suma
de las cualidades, al igual que la suma de los números, representa lo que llamamos “mundo”, o más bien “universo”.
En la actualidad pensamos generalmente que los números representan cantidades, como por
ejemplo, 7 manzanas o 13 naranjas. Pero la cuantificación es sólo una función del número.
Para pensar en los números como cualidades armónicas, nos es muy útil la analogía musical.
Puede decirse que cada tono musical representa un número o viceversa. El do podría estar
representado por el 1, el re por el 2, y así. En el espacio de una octava hay un número fijo de
tonos - 7 para ser exactos - do, re, mi, fa, sol, la, y si - siendo el octavo tono un do más elevado.
Cada tono de una octava determinada tiene sus sobre-tonos secundarios en las octavas
superiores e inferiores. Son virtualmente infinitas las posibilidades de secuencias de tonos,
como también de sostenidos y bemoles, la riqueza y el timbre de los tonos, la interpretación de
rangos de octavas, y las sincronizaciones armónicas de dos o más tonos.
Y sin embargo, para empezar sólo hemos expresado un pequeño conjunto de tonos. Esta
analogía demuestra que el número, al representar cualidades sensitivas como también
cualidades simbólicas de la mente, es esencial, pues posee múltiples tonos secundarios de profundidad y
significado, y es capaz de expresar la extensión completa de posibilidades universales.
La analogía también muestra que una cantidad muy limitada de números puede realizar todos estos fines. Para el
Factor Maya, la función cualitativa y armónica del número es de suma importancia.
Así pues, mientras para nosotros la medida del tiempo es el conteo de una serie de unidades que expresan
cantidad, sean éstas días o minutos, años u horas, para los mayas lo que llamamos tiempo es una función del
principio de resonancia armónica.
De este modo, los días son en realidad tonos, y éstos se llaman Kin, y están representados por los números
correspondientes; la secuencia de los días (kin) crea los ciclos armónicos, llamados vinal, tun, katunes, baktunes,
etc... y las secuencias de ciclos armónicos, tomados como conjuntos más grandes, describen las frecuencias o
calibraciones de un orden orgánico más grande, es decir, del modelo armónico del planeta Tierra en relación con el
Sol y las galaxias que están más allá.
Sin embargo, para continuar con la analogía musical, mientras que un día representa un tono o número particular,
éste también tiene sus tonos secundarios.
Cuando está debidamente afinado en su esencia, entonces, la cualidad de un día puede conducir a experiencias en
otras octavas, o en otras dimensiones del ser.
Aunque esta perspectiva tiene alguna analogía con la astrología, el significado es algo diferente, porque los
números señalan hacia los armónicos galácticos más que o lo mismo que hacia los ciclos planetarios. Como
resultado de esta perspectiva, aquello que los eruditos han tomado como la obsesión Maya con respecto al tiempo,
no lo es en modo alguno.
Más bien, las series de números que tan profusamente adornan los monumentos de los Mayas Clásicos, están
destinadas a describir principalmente las calibraciones de la armónica galáctica, correspondientes a los ciclos del
tiempo solar y terrestre.
Por consiguiente, para los mayas el significado del número no viene necesariamente de la relación secuencial,
como por ejemplo, el diez es más grande que el nueve, ni las cantidades que indispensablemente pueda
representar cualquier suma de números, sino que viene de las cualidades derivadas de las yuxtaposiciones,
permutaciones y tonos secundarios de un determinado conjunto de números.
En otras palabras, el significado del número como representante de las series de armónicos, no es lineal o
progresivamente cuantitativo, sino radialmente recíproco.
Pero, ¿qué queremos decir cuando decimos que el significado del número es radialmente recíproco?.
Con el término radial queremos dar a entender un campo dinámico de radiación, y de cualidades radiantes como un
fuego artificial que explota en forma de estrella en el día cuatro de julio. la idea es que cada uno de los trece
números es radial, y expresa sus cualidades simultáneamente en todas direcciones, pues cada número está
contenido en todos los demás números y los penetra a todos a la vez.
El término recíproco significa que cada número retroalimenta a todos los otros números, y que como número se
encuentra expresado en los demás dentro de un circuito que los incluye a todos.
Un circuito describe una comente de energía cuyo origen y terminación son una misma cosa.
Como un circuito gigantesco, la galaxia puede ser representada por una serie de comentes de energía, en las que
cada una de sus pulsaciones radiales puede ser descrita mediante una de las series de los números primarios. Igual
que en un circuito, todas y cada una de las comentes de energía vibratoria tienen un final y un punto de origen
comunes, es decir, Hunab Ku, el núcleo galáctico.
El mismo circuito, tal y como es descrito aquí, es llamado por los mayas el Zuvuya, o sea la comente desde y hacia
la cual todo brota y a la cual todo regresa, yendo y viniendo simultáneamente, a la fuente de origen.
Regresemos entonces al Hunab Ku, el núcleo galáctico cuya brillantez no puede expresarse con palabras.
Como el núcleo de un huracán, de Hunab Ku podemos decir que posee un movimiento simultáneamente de spin y
contra-spin, e irradia hacia afuera desde un punto central de energía indescriptible, que pulsa a una frecuencia
particular.
Digamos que las comentes de energía contrarias puede describirse mediante una serie de números que van en
direcciones opuestas. Además de eso digamos que una comente pulsa en frecuencias representadas por las series
del 1 al 13, y la otra pulsa en las series de frecuencias que van del 13 al 1. Es decir, la primera va desde una
pulsación simple a una más compleja, y la última va desde una pulsación más compleja a una sencilla.
Si igualamos las pulsaciones de las comentes que van en sentido de spin y contra-spin, la serie que obtenemos es
la siguiente:
El ciclo completo de spin y contra-spin, también puede ser descrito por los números que representan las diferencias
entre cada uno de los números adyacentes de los dos ciclos, es decir, la diferencia entre 1 y 13, 2 y1 2, 3 y 11, etc..
La secuencia de las diferencias entre las dos series se expresa mediante la siguiente serie de números:
Vemos también que la suma de los números 1+2+3+4+5+7+8... +l 3 es igual a 91, que es igual a 13 X 7, mientras
que los números d e las series representadas por las diferencias de los dos ciclos suman 84, o sea 7 X 12, la
diferencia entre 84 y 91 vuelve a ser 7.
Aún como número par, el 12 también puede ser factorizado por 3 (3 X 4), y 84 es igual también a 3 X 28, mientras
que el 28 está representado por 4 X 7.
En este ejemplo, es interesante observar que el 7, que es el número que está en la mitad de cada una de las series,
representa una diferencia de cero. Al estar en el centro de una serie de 13 números, el 7 representa la plenitud
mística0 o potencialidad. Sumando las 2 series de 13 números, en la forma en que están colocadas la una frente a
la otra, 1 + 13, 2 + 12, 3 + 11, etc. en todos los casos la suma es 14, o sea de 7 X 2. El número total de los números
en las series de spin y contra-spin, es de 13 X 2, o sea 26.
En este simple ejemplo vemos que desde el núcleo galáctico, los números pueden irradiar simultáneamente en por
lo menos dos direcciones. También vemos que la relación entre el ciclo de números de cada línea de energía, da
origen a una simple serie de relaciones recíprocas. También es evidente que el 7 tiene una relación peculiar con el
cero, con las sumas de cada una de las series (= 91), con las sumas pares de las dos series (14), y con la suma de
las diferencias entre las series (84).
Si hubiera dos números claves que resultaran de este ejercicio, ellos serían el 13 y el 7.
Este ejemplo demuestra lo que queremos dar a entender al afirmar que el número es recíproco en sentido radial. Lo
que parecían ser sólo dos líneas de números apareados el uno con el otro, realmente ofrece una gama mágica de
permutaciones y posibilidades.
Recordando que los números representan diferentes tonos de resonancia, pulsaciones de onda, o cualidades de
energía radiante correspondientes a diferentes sensaciones y categorías mentales, podemos empezar a valorar el
“significado” que los mayas dieron a los números.
Como agentes activos de los diferentes niveles de resonancia, los números son en realidad entidades mágicas,
seres armoniosos que saltan las octavas, cambian de identidad, hacen pasar de una dimensión a otra, y viajan
inexorablemente hacia atrás, con la misma facilidad con que se extienden al avanzar progresivamente hacia
adelante. (Para más detalles sobre el código numérico radialmente recíproco de los mayas, véase el Suplemento A.
Números Direccionales y Números Radiales).
El que los mayas le hayan acordado un significado radial a cada uno de los números, siguiendo un modelo Oriente,
Norte, Occidente, Sur, repetido en cinco veces, contribuye a la riqueza del significado y simbolismo de cada uno de
los 13 números. El resultado factorizado de las 20 posiciones direccionales y de los 13 números, es por supuesto, el
Tzolkin 260 unidades.
Si continuamos suponiendo que esta matriz de 260 unidades de permutación es la matriz primaria emitida por el
núcleo galáctico Hunab-Ku, y remitida de nuevo a él, entonces también podemos presumir que de una u otra forma
esta matriz pulsante -la constante galáctica-penetrará y estará en todos los aspectos de las funciones galácticas a
través de todos los remotos sistemas estelares de la galaxia. Hay que recordar que los números y posiciones
direccionales, describen el rango total de las relaciones armónicas tonales, con todos sus tonos secundarios
resonantes y con todas sus posibilidades transformadoras.
Y como la matriz galáctica primaria, el Tzolkin es radial; y simultáneo en su núcleo, entonces, tan disperso y distante
del núcleo como pueda parecer algunas veces, el funcionamiento de la matriz de todos modos conserva siempre su
integridad radial y simultánea.
Así, como los móviles brazos galácticos son expresados por los números que se mueven hacia atrás y hacia
adelante en su mutua relación; lo que nosotros llamamos tiempo, por ejemplo, es realmente el movimiento
simultáneo desde y hacia el núcleo galáctico.
En verdad, mientras estemos afinados con el movimiento del “tiempo” que va en una sola dirección, lo que
percibimos de la galaxia y del universo es tan sólo la mitad de la imagen.
Para completar esta consideración general de la naturaleza cualitativa del número en el esquema de los mayas, no
debemos perder de vista la función del sobre tono del número.
Esta función, que se llama en matemáticas el principio fractal, expresa la capacidad de un número para permanecer
proporcionalmente constante. Por consiguiente, el 2 es al 10 lo que el 20 es al 100, y el 200 es al 1.000. Aunque
cambie la cantidad del número, en esta serie la proporción es constante. Además, el todo puede reconstruirse
desde la proporción.
En el código Maya uno se sorprende por la continua aparición de ciertos números que se refieren a proporciones
holográficas específicas o fractales, incluyendo 26, 260, etc., y 52, 520, etc.
En verdad, es por las propiedades fractales que los números resuenan en diferentes octavas, trayendo a los
sentidos y a las esferas mentales ciertos rangos de información superior, para ser decodificadas por medio de la
afinación celular. (Para más información sobre fractales en el sistema Maya, véase el Suplemento B, Factores y
Fractales mayas.)
Así pues, vemos que el propósito de la matemática Maya era comprender y registrar la constante galáctica, el
Tzolkin que gira en sus interminables fractales armónicos y permutaciones de sus sobre-tonos.
El registro de números hecho por los Mayas Clásicos solo tuvo que ver secundariamente con los calendarios.
Verdaderamente, lo que encontramos registrado en los grandes monumentos de piedra, y en algunos de los códices
existentes o manuscritos pintados, es en realidad la habilidad que los mayas demostraron para expresar la relación
entre la armonía galáctica y los ciclos anuales de la tierra, la luna y otros planetas del sistema solar.
Razón por la cual, en lugares como Copan, Quirigua y Tikal, los mayas erigían “marcadores del tiempo”, cada cinco,
diez y veinte años. No eran años lo que ellos conmemoraban, sino números armónicos que aparecían en
equivalentes factorizados de 5, 10 y 20 años. Así pues, cinco “años” son realmente una calibración de 1.800 kin.
1.800 kin es un holtun al cual le faltarían solo 25 días para los 5 años solares. 1.825 = (S X 365) días.
De igual manera, 10 “años” son 3.600 kin, y 20 “años” son 7.200 kin. Como punto de interés, vemos que cada uno
de estos números 1,800, 3.600 y 7.200 tienen al 9 como su factor básico (18 = 9 X 2; 36 = 9 X 4; 72 = 9,X 8). Como
veremos, el 9 es el número clave asociado a los cálculos que se correlacionan con lo que llamamos tiempo.
Estas calibraciones armónicas -1.800 kin, 3.600 kin, 7.200 kin etc...- corresponden a mensuras de un modelo
galáctico o rayo de sincronización. Para pensar en esto, imaginemos un rayo que emana del núcleo galáctico.
Imaginemos que esto es como el rayo luminoso de un faro, que mientras mayor sea la distancia, más ancho es el
rayo. Imaginemos que un bote alejado en el mar pasa a través del rayo.
Aún cuando el bote y el rayo estén en movimiento, habrá un intervalo de tiempo durante el cual el bote sea
realmente bañado por el rayo de luz. Así ocurre con la nave espacial Tierra, al pasar como un bote a través del rayo
de sincronización galáctica. Desde la perspectiva de los armónicos mayas, este rayo tiene un diámetro de 5.200 tun.
Esto se traduce aproximadamente en 5.125 años terrestres de diámetro. ¿Cómo es esto?.
El comienzo de nuestro paso por este rayo corresponde al 13 agosto del año 3113 A.C., que es la fecha Maya para
el inicio. Teniendo, 5.200 tun de duración, el modelo armónico galáctico pertenece a una serie de fractales basada
en el 52, y el 52 mismo está basado en 26 (X 2), y en 13 X 4. Ya que el 26 es fractal básico de 260, el número del
Tzolkin, el rayo está totalmente marcado y saturado con la constante galáctica.
Debido a que el rayo está calibrado en 5.200 tun, y debido a que un tun de 360 kin, o el equivalente a 360 días, son
5 días menos de un vago año solar de 365 días, el modelo completo de 5.200 tun es en realidad el equivalente de
unos 5.125 años de duración. De nuevo, estamos suponiendo que la intención principal de los Mayas Clásicos no
era la de contar el tiempo, sino la de anotar las calibraciones armónicas del rayo de sincronización armónica de
5.200 tun.
Naturalmente, los expertos en cuestiones mayas en su mayoría están perplejos con lo que parece ser el uso de
ciclos calendáricos de 260 y 360 unidades, que no corresponden de manera exacta con los ciclos planetarios
perceptibles ya sean astronómicos u orgánicos.
La causa de este asombro, radica en el hecho de que los ciclos de 260 y 360 unidades no son ciclos originalmente
calendáricos o para contabilizar el tiempo, sino que son índices fractales de la armonía galáctica. Como fractal, 260
es realmente un sobretono secundario de 26, o sea, de 2xl3, y 360 es un sobretono secundario de 36, o de 2xl8 y
4x9. Así pues, en los números 260 y 360 vemos los factores claves mayas 4, 9 y 13.
El “calendario” de 360 unidades es el calibrador armónico. El 260 es constante porque representa la interminable
ronda de permutaciones generadas por los 13 números y las 20 posiciones direccionales que definen el menor
conjunto posible de cambios, que dan cabida al mayor número de posibilidades galácticas, desde frecuencias de
onda, hasta arquetipos.
Tanto el 260 como el 360 son números de cálculo que se basan en la unidad más pequeña, que es un kin. 360 kin,
o sea un tun, es el calibrador armónico en virtud de ser un múltiplo de 9, de su representación del número de grados
en un círculo, y en su aproximación a los 365 días en un año solar. (Para una información más detallada sobre las
progresiones armónicas de los “calendarios” de 260 y 360 unidades, véase el suplemento C, Armónicos del
Calendario).
Equipados con un sistema numérico desalentadoramente simple aunque altamente flexible, el propósito de los
mayas al venir a nuestro planeta era el de asegurarse que el modelo armónico galáctico, aún no perceptible para
nuestra posición evolutiva en la galaxia, hubiese sido presentado y anotado. Por supuesto, puede que los mayas no
hayan sido los primeros maestros galácticos en comunicar información desde fuera del sistema solar hasta nuestro
planeta.
Los hechos señalan a otros que al menos sembraron semillas en el planeta, en otro tiempo o época cercana a la
entrada en la comente del rayo armónico, en el año 3113 A.C.. Pero por su ubicación en la historia de la civilización
global, la significación más grande y singular de los mayas radica en que ellos son la más reciente onda de
maestros galácticos, que nos trajeron en su totalidad la matriz de información galáctica.
Los Mayas Clásicos demostraron con gran destreza y facilidad cómo nuestros ciclos anuales tienen relación con el
modelo armónico galáctico. Esto es fácil de entender, si no nos consideramos superiores a los mayas. Pero si
creemos que ellos estaban en la edad de piedra, o representaban una etapa más primitiva, menos avanzada de
nuestra propia civilización, que luchaban por crear un calendario agrícola solar; entonces este punto será para
nosotros muy difícil de entender.
Con el objeto de lograr un mejor entendimiento del asunto, encarnemos un poco más al escenario que empezamos
a desarrollar en el capítulo anterior.
En Monte Alban, en las tierras montañosas de Oaxaca, al sur de Méjico, encontramos un fenómeno curioso. Allí,
entre las ruinas primitivas, a las que los arqueólogos fechan en un período entre lo años 500 y 600 A.C., hay una
serie de asombrosas figuras esculpidas; con cabezas de animal y con representaciones jeroglíficas alineadas
verticalmente a través de los centros de sus cuerpos, estas figuras, que por otra parte tienen parecido humano,
están acompañadas por lo que se considera es el más primitivo sistema notacional de la barra y el punto, que están
relacionados con los “textos” matemáticos de la civilización Maya posterior.
En este sistema de numeración escrita, un punto es igual a una unidad, una barra a cinco unidades, y una concha
estilizada a cero. Con estos tres símbolos notacionales los mayas realizaron milagros matemáticos.
Al considerar que el Gran Ciclo comente va desde el año 3113 A.C., hasta el 2012 D.C., encontramos que su punto
medio exacto 6.10.0.0.0, en el ciclo séptimo o intermedio de los trece ciclos baktún, que comprende el Gran Ciclo,
correspondía a la fecha 550 A.C. Este representa la edad aproximada de las esculturas del Danzante en Monte
Alban. Al transponer las calibraciones mayas desde el punto inicial, el 13 de agosto del año 3113 A.C., conocida
como la cuenta larga, se utiliza una figura en cinco posiciones, es decir, 6.10.0.0.0..
El primer número, el 6, registra el número de baktunes que han pasado desde la fecha inicial; la segunda posición
registra el comente período katún; la tercera posición el tun; la cuarta el vinal y la quinta, el kin.
En términos del número de kin o días transcurridos desde la iniciación del Gran Ciclo, la fecha 6.10.0.0.0., es igual a
936.000 kin. Como en todas las fechas claves mayas, el 9 es el factor clave del número 936.000, cuyo armónico es
936.
El 9 es el número que simboliza periodicidad y perfección, también es el número de los Míticos Señores del Tiempo,
y es el número que representa a los mismos maestros galácticos mayas. La fecha del punto intermedio, 6.10.0.0.0.,
fecha en la cual fueron ejecutadas las esculturas de Monte Albán, se refiere a la “venida de los Nueve Señores del
Tiempo”, y a la llegada de la medida galáctica al planeta.
Si esta primera oleada galáctica, representada por los “Nueve Señores del Tiempo”, llegó por el año 550 A.C., o si
la fecha, que es exactamente el punto intermedio del Gran Ciclo, fue escogida para conmemorar su primera llegada,
es una pregunta abierta. Basta con decir que las esculturas de Monte Albán conmemoran la primera oleada de los
Mayas galácticos en Centroamérica.
Si contemplamos la escena cultural mesoamericana alrededor del año 550 A.C., lo que encontramos es el clímax de
lo que se considera es la primera etapa avanzada de una civilización superior en esta parte del mundo, y esa
civilización es la Olmeca.
El nombre Olmeca significa literalmente “gente de caucho”, porque fueron los olmecas los que supuestamente
inventaron el juego ritual de la pelota, y el uso de pelotas de caucho.
Habiendo comenzado su ascenso a la civilización alrededor del año 1500 A.C., los olmecas se caracterizaron por
sus poderosas esculturas de piedra y de jade, que representan jaguares con yelmos o criaturas con rostro de felino.
Se supone que las bases religiosas de los olmecas surgieron de una cultura chamanística del Neolítico tardío,
centrada en el nagual o espíritu del jaguar.
Los olmecas también incluían entre sus ritos la ingestión de psilocybina, un hongo alucinógeno llamado por los
nativos teonánacatl, carne de los dioses.
Supongamos que después de su materialización en Mesoamérica, la cual se recuerda en las memorias del
cuádruple Tulán, algunos de los mayas tuvieron una actitud amistosa frente a las órdenes olmecas de sacerdotes
jaguares más adelantados, y se infiltraron en ellas.
El nombre que los mayas le otorgaron al sacerdote jefe durante los últimos tiempos fue el de Balam, que significa
jaguar o sacerdote jaguar. Por medio de esas infiltraciones, los mayas fueron capaces de introducir el sistema
notacional de la barra y el punto, como también el “Calendario Sagrado”; las permutaciones incesantes de los 13
números y de las 20 posiciones direccionales, fueron adoptados para utilizarlos en este planeta como signos
jeroglíficos de carácter sagrado.
Mientras que los emisarios claves de los mayas galácticos se asimilaron en la cultura superior de los olmecas,
siendo recordados como los Nueve Señores del Tiempo, otros establecieron sus 13 clanes guerreras y sus siete
tribus en las tierras altas de Guatemala y en las junglas de las tierras bajas de Peten, situadas en las actuales
Honduras y Guatemala.
Mientras tanto, después de la implantación de la armonía galáctica, representada por el Calendario Sagrado de 260
días, y conmemorado por la fundación de Monte Albán; un gran centro surgió en el México central: Teotihuacán.
Habiendo surgido en el siglo 111 antes de Cristo como el mayor centro ritual y civil, Teotihuacán se convirtió en el
centro ceremonial más grande y extenso de toda Mesoamérica.
En realidad, Teotihuacán, -el lugar donde los dioses tocan la tierra-, igual que todos los demás centros importantes
en Mesoamérica, fue construido como un recuerdo de la primera Tollan o Tulan, que era el lugar de origen, como
también el lugar de entrada a este mundo. Dominada por la pirámide del Sol cuya base es casi exactamente de la
misma medida de la gran pirámide de Giza en Egipto, Teotihuacán alcanzó un esplendor sin paralelo como ciudad
de abundancia y de gloria artística.
La intensamente espiritualizada visión artística Teotihuacán llegó a ser conmemorada con el nombre Tolteca, que
significa maestros constructores, artistas y videntes.
Teotihuacán también se convirtió en el primer gran centro de la religión de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada.
Como el más importante héroe cultural, Quetzalcóatl está relacionado con el cielo, las estrellas, el mar, el agua, la
abundancia, y el cultivo de toda clase de artes y ciencias de la civilización. Representando la unión del Cielo y la
Tierra, la imaginería de la serpiente emplumada, como también la del jaguar emplumado, abundan por todas partes
en Teotihuacán, en vajillas de cerámica, en murales y en las grandes figuras esculpidas de la ciudadela de
Quetzalcóatl.
Y aquí en la ciudadela de Quetzalcóatl encontramos otra vez el simbolismo del 13: Doce templos con plataformas
bajas rodeando un decimotercer templo, que representa al mismo Quetzalcóatl.
Desde el siglo 111 al IV D.C., hacia finales del octavo baktún, la influencia de Teotihuacán había comenzado a
extenderse por toda Mesoamérica. La presencia de los videntes toltecas y la imaginería de Quetzalcóatl se
convirtieron en sinónimas. Y en las junglas de Peten, los videntes toltecas de Quetzalcóatl encontraron las tribus de
los mayas. Y fue en Tilkal donde ocurrió el matrimonio de Teotihuacán y la presencia Maya. Infundidos con el brillo
espiritual de Quetzalcóatl, a quien los mayas denominaron Kukulkán, los mayas comenzaron el ascenso de su
civilización.
Aún con más energía que en Teotihuacán, los sacerdotes de Tikal comenzaron a construir templos en forma de
pirámides. Pero mientras que las pirámides de Teotihuacán eran de cinco niveles, las de Tikal propendían a ser de
9, para recordar a los maestros galácticos originales, los Nueve Señores del Tiempo.
Y entonces vino la terminación del octavo baktún y el comienzo del noveno. Comenzando en el año 435 D.C., la
fecha 9.0.0.0.0. representaba el armónico 1296 (1.296.000 kin o días transcurridos desde el año 3113 A.C.). Esto se
supo en todos los templos mayas. Ahora es el momento de prepararnos para la segunda oleada galáctica.
El baktún 9, o sea el ciclo décimo, era una fase para efectuar una sincronización máxima. Este fue el período
críticamente importante para registrar las correlaciones armónicas del rayo galáctico con el ciclo anual de la Tierra,
el Sol, la Luna y los otros planetas del sistema solar.
Y así fue como los mayas, renovados espiritualmente por la infusión de la religión de Kukulkán, y recordando su
misión galáctica, empezaron a construir y a registrar con un fervor nunca antes visto. La actividad se efectuó no sólo
en Tikal, sino en Copan, Quirigua y Palenque, y en muchos otros centros. Todo tenía que estar listo. Y ello para que
en el momento exactamente preciso, es decir, exactamente en la correcta calibración armónica se iniciase la
segunda oleada galáctica.
Por supuesto, el momento no era un misterio. En la secuencia de los fractales armónicos, el gran número Maya de
síntesis tal y como está registrado en el Códice de Dresde, y que fue redescubierto por Ernst Forstemann, es 13
66 560, un número fenomenal, divisible o con posibilidad de ser factorizado por todos los números claves
correspondientes a todos los ciclos armónicos. (Véase el suplemento D. Números Armónicos).
Como número del kin transcurrido desde el año 3113 A.C., 13 66 560 corresponde a una fecha en el año 631 D.C.
Mientras que el 1,366, 560 Kin año 631 D.C., es también el equivalente de 3.796 tun o ciclos de 360 días
completados desde la fecha de iniciación, el año 683 corresponde a 3.796 años solares transcurridos desde la
misma fecha de iniciación. Es interesante observar que ambas fechas 631 D.C. y 683 D.C. tienen un número de
armónicos que corresponden a 3.796, la primera como tun, y la última como años solares.
Además, es muy significativo que el lapso de 52 años entre estas fechas, corresponda a la duración de la vida
terrestre de Pacal Votan.
Si hubiese una fase galáctica significativa de acuerdo a los armónicos mayas, ésta se encontraría en el periodo de
52 años calendáricos entre el año 631 y el año 683, o entre los armónicos 13 66 560 y 13 85 540. Verdaderamente,
estas son las fechas exactas de la encarnación avatárica conocida como Pacal Votan de Palenque.
Su “tumba”, única en toda Mesoamérica, y la única que es comparable a la tumba de la Gran pirámide de Giza, está
fechada en el año 683. Esta se encuentra en Palenque dentro del Templo de las inscripciones, que consta de nueve
pisos.
En la cámara donde está la tumba hay representaciones esculpidas de los Nueve Señores del Tiempo. Sólo
descubierta en 1952, la tumba de Pacal Votan se ha convertido recientemente en una de las más célebres y
sensacionales maravillas de los misteriosos mayas.
La escultura que se encuentra en la tapa del sepulcro, y que ya mencionamos al final del capítulo anterior, ha sido
interpretada de diversas maneras, ya sea como un astronauta en una cápsula espacial, o como la representación de
un rey dinástico que al morir había descendido a las fauces del monstruo Tierra.
Aquí está, sin embargo, la leyenda de Pacal Votan, maestro galáctico, quien declaró que él mismo era una
serpiente, un iniciado, un posesor del conocimiento.
Por mandato de sus superiores, Pacal Votan abandonó su “patria”, el misterioso Valum Chivim, para dirigirse a
Yucatán, el país de los mayas en la Tierra.
Alejándose de Valum Chivim y pasando por medio del “Domicilio de las 13 Serpientes”, Pacal Votan llegó a Valum
Votan, en el río Usuamacinta, no lejos de Palenque, la que supuestamente Pacal Votan había fundado. Al hacer
varias visitas de regreso a su “patria”, Pacal Votan descubrió una torre, la cual hubo de ser destruida debido a una
confusión de lenguas entre sus constructores.
Sin embargo, a Pacal Votan le fue permitido alcanzar la “Roca de los Cielos” por medio de un pasaje subterráneo
que comenzaba desde la torre.
Valum Chivim es una referencia a una de las bases estelares de los mayas, quizás en las Pléyades, quizás en
Arcturus. Por supuesto, estas bases habían estado supervisando la misión Maya desde la primera oleada de
maestros galácticos, y entre ellos los Nueve Señores del Tiempo, que originalmente habían sembrado el planeta
Tierra.
El maestro galáctico Pacal Votan, escogido por sus superiores para vigilar la iniciación de la fase final del proyecto
terrestre Maya, también sería conocido como el agente galáctico 13 66 56, que corresponde al equivalente
armónico de la fecha 631, época de su encarnación y manifestación en este planeta. Numerológicamente, la cifra 13
66 56, como todos los factores de 9, también suma 9 (1 + 3 + 6 + 6 + 5 + 6 = 27 =2 + 7 = 9).
El viaje de Pacal Votan por medio del “Domicilio de las 13 Serpientes”, se refiere al paso intergaláctico a través del
Kuxan Suum.
Como la fibra de vida galáctica, sería natural representar al Kuxan Suum por medio de una serpiente, o forma de
serpiente. El 13, número del movimiento, es también el número del más alto y elevado de los cielos o niveles de ser
más allá de nuestro sistema solar; el más próximo a la información central, o Hunab Ku, el centro galáctico.
Seres en proceso de transformación que fueron esculpidos en forma de serpiente, y que son similares a los de
Quirigua, adornan el templo de las inscripciones en Palenque, y son una inscripción plástica del Kuxan Suum como
medio de transporte de Pacal Votan, el agente galáctico 13 66 56.
La llegada a Valum Votan, cerca al actual Palenque, significaría el lugar, bien de llegada como de nacimiento de
Pacal Votan en el año 631, cuyo armónico es 13 66 56 0.
La fecha de su llegada también coincidiría con la expectativa del próximo avatar Kukulkán, cuyo papel asumiría
Pacal Votan. En el desarrollo de este papel sólo seria natural fundar una ciudad, correspondiente a la Tollan mítica,
que seria llamada Xibalanque, o en forma moderna Palenque. En el Popol Jul, Xibalanque correspondería a la
mítica Xibalba, que es el lugar del mundo inferior, o mundo de manifestación y de la heroica prueba de la
mortalidad.
Esto haría referencia a que el agente galáctico 13 66 56 tomó una forma humana y mortal, lo cual seria anotado y
recordado como la “tumba” del mundo inferior, situada dentro del Templo de las inscripciones que tiene 9 pisos.
Conservando sus poderes después de la fundación de Palenque, Pacal Votan tuvo comunicación con Valum
Chivim, o hizo algún viaje real hacia allá pasando por el Kuxan Suum. En Palenque hay otra estructura que es única
entre la arquitectura Maya, y es la llamada Torre de los Vientos u Observatorio. Mirando hacia la Pirámide de las
Inscripciones, esta torre hace referencia a la torre encontrada por Pacal Votan en la leyenda.
Ya que la tumba de Pacal Votan es la única que puede ser comparada con la tumba que está dentro de la Gran
Pirámide de Egipto, es muy significativo que, en sentido arquitectónico, la Torre que mira hacia la Pirámide que
contiene la tumba, posee una fuerte semejanza con la Cámara del Rey en la Gran Pirámide. Tanto la Torre como la
Cámara del Rey, poseen cuatro niveles que se levantan sobre una base o arca elevada.
En cualquier caso, la torre representa la aspiración que rodea a la mortalidad, mientras que la confusión respectiva
es nuestro fracaso en comprender nuestro inherente estado de no muerte o inmortalidad.
Finalmente, la referencia al pasaje subterráneo que conduce a la roca de los cielos, significa la tumba misma que
está situada dentro del Templo de las Inscripciones. Al concluir el ciclo de 52 años en la manifestación terrestre de
Pacal Votan en el año 683, cuyo armónico es 13 85 54, la tumba es una sola de nombre.
Desde el templo que está sobre la pirámide, cuya altura es de 52 pies, hay 26 peldaños que conducen hacia abajo
tomando un giro brusco, descendiendo otros 22 peldaños, y llegando hasta la cámara.
Los 26 peldaños se refieren al número 26 = (13 x 2), que es fractal de la constante galáctica 260. Los 22 peldaños
se refieren al número que representa la suma de 13 - las 13 serpientes en su domicilio u Oxlahuntiku, las trece
divinidades de los cielos superiores y 9 - a los Nueve Señores del Tiempo, los Bolontiku, las nueve divinidades o
maestros galácticos originales que precedieron a Pacal Votan en su misión en este planeta.
De hecho, el simbolismo de los Nueve Señores dentro de la cripta y el “árbol de la vida” que adorna la tapa del
sarcófago nos dan la pista: Pacal Votan, agente galáctico 13 66 56, aunque en apariencia es mortal, realmente ha
“regresado” a Valum Chivim su patria estelar.
Una vez allá, él informó que los mayas terrestres estaban capacitados para recibir números selectos de su kin
galáctico, y de concluir verdaderamente la actividad armónica relacionada con el planeta Tierra en su paso a través
del rayo de sincronización galáctica de 5.200 tun, que empezó el 13 agosto del año 3113 A.C..
Curiosamente, hay un “tubo parlante” que va desde la cripta hasta el templo que está sobre la Pirámide de las
Inscripciones.
Siendo claramente una manifestación de Kukulkán/Quetzalcóatl, la venida de Pacal Votan en el año 631 D.C., fue
anunciada por la culminación del trigésimo sexto gran ciclo venusino desde la fecha de iniciación en el año 3113
A.C. El gran Ciclo Venusino representa la conjunción de 104 años solares de 365 días cada uno, con 146 ciclos de
Calendario Sagrado de 260 días cada uno, y 65 ciclos venusinos de 584 días cada uno.
El número total de días o kin en dicho ciclo es 37.960. El fractal 3796 representa el número de tun transcurrido entre
el año 3113 A.C. y el año 631 D.C. y el número de años solares transcurridos entre el año 3113 A.C. y el año 683
D.C..
El ciclo de 52 años (del año 631 al 683 D.C.) que representa la duración de la actividad vital de Votan en este
planeta, corresponde por supuesto al “ciclo calendárico”:
la conjunción de 52 años solares con 73 ciclos del Calendario Sagrado. El siguiente avatar importante de
Quetzacoatl, Quetzacoatl año 1 Caña, vivió también 52 años, desde el año 947 hasta el año 999 D.C.
Al considerar la armonía de los números que rodean la misión vital del maestro galáctico Pacal Votan, agente 13 66
56, podemos apreciar que su “tumba” es única, y es comparable sólo a la de Keops en la Gran Pirámide de Egipto.
Si la gran pirámide, cuya construcción empezó supuestamente en el año 2623 A.C., se sitúa en un extremo del
espectro armónico que marca el ciclo normal de la civilización, entonces, qué diremos respecto al significado de la
aparición de Pacal Votan, conmemorada con su Tumba Pirámide, acercándose al otro extremo de este ciclo?
Además, ¿es absurdo considerar que allí podría haber una conexión entre estos dos monumentos “fúnebres”?.
Con el paso de Pacal Votan en el año 683 D.C., y la culminación del Templo de las Inscripciones en el año 692 D.C.
vino la segunda oleada de mayas galácticos, y el comienzo de un séptimo ciclo Katun - 692 a 830 D.C. - (140 tunes)
o sea de 7 generaciones de una actividad armónica fantástica y sin precedentes; la arquitectura, el arte y sobre
todo, la exacta calibración armónica para llevar los registros.
Este proceso se extendió desde Palenque hasta Tikal y hacia el sur, especialmente hasta Copan, y finalmente a
Quirigua. Por el año 810 D.C.= 9.19.0.0.0., y con la consagración del Gran Templo en Quirigua, la labor había
finalizado.
Las esculturas “zoomorfas” del último período de Quirigua, que culminó en la gran figura “zoomorfa P” (con un total
de 10 metros de ancho), recuerdan el regreso de los mayas a su “patria” entre las estrellas.
En realidad estas figuras “zoomorfas” son representaciones de capullos galácticos, y de unidades de transformación
serpientes/etéricas de doble cabeza, que facilitan el cambio de una forma galáctica a otra. A esto se debe el que
una forma humana, a la que con frecuencia se representa sentada en meditación, aparezca saliendo de las fauces
de uno de estos “monstruos”.
Si pudiéramos retroceder hasta la Quirigua del año 810 D.C., podríamos ver una asamblea en el patio del palacio
ante el gran templo llamado Estructura 1. Los últimos maestros galácticos, quizás siete de ellos, cada uno
acompañado de un gran cristal de cuarzo, sentados en intensa meditación en la plaza cubierta de hierba,
repentinamente envueltos por una vibración zumbante, una resonancia que en parte es sonido, y en parte es visión.
Los capullos galácticos luminosos se están materializando en una visión. Los capullos primero se encuentran
suspendidos sobre los maestros galácticos, y luego los van cubriendo lentamente; aumenta el zumbido vibratorio,
mezclándose con la incesante sinfonía de la jungla omnipresente.
Al principio esto sucede imperceptiblemente, luego, como si fuera una escena que cambia durante un sueño, los
capullos vibratorios se desvanecen y desaparecen. Un temor apaciguado domina la pequeña reunión, que se
dispersa luego con un aire de propósito y dedicación solemnes.
En la época en que el ciclo décimo, el Baktún 9 llegó a un cierre, en el año 830 D.C. los maestros galácticos ya se
habían ido. La palabra había sido dada para retirarse, para tomar El Libro Secreto de las Siete Generaciones y
marcharse. La era de las tinieblas se acercaba rápidamente. Las ciudades fueron rápidamente abandonadas.
Vendría una oleada de invasores, y después de ellos vendrían otros, y finalmente otros más, hasta que la peste y
las plagas arruinarían la región. Lo que los modelos armónicos indicaban era un período de creciente densidad.
Desde la perspectiva de. la resonancia armónica, densidad es la incapacidad para percibir con todo el cuerpo las
frecuencias armónicas y sus sobretonos secundarios.
Lo que esto implica es la llegada del materialismo, un sistema de creencia basado en un poderoso temor a la
muerte.
A pesar de la llegada de esta época de tinieblas, en la que los Nueve Señores del Tiempo parecen haberse
identificado perversamente con los temibles poderes de la noche, y la memoria de los maestros galácticos es
considerada como un sueño infantil; quedan los números del destino - los trece números y los veinte signos.
Estos números permanecerán como una clave, y como un signo de que todavía ha de realizarse una tercera fase
del proyecto Maya.
En algún lugar en aquella época lejana y distante, cuando los ejércitos combatieron con armas metálicas; y los
químicos liberaron el fuego de Sol, el milagro de los mayas irrumpirá otra vez, liberando el misterio y mostrando el
camino que indica el regreso en medio de los modelos de las estrellas.
Mientras los mitos y leyendas están aquí, ocultos en los textos, atisbando desde las enredaderas de la jungla,
haciendo guiños desde las flores brillantes que brotan de la piedra cortada, lo que se centra sobre nuestra atención
son los números. Como hemos visto, la persistencia de los números aparece en el cálculo de los tiempos de
“origen”.
Los números también hablan cuando leemos los textos adulterados de los profetas del Chilam Balam, quienes al
entrar en trance lo expresaban todo con números: El 1, el 13, el 7, el 9, el 4. ¿Son los números seres vivientes?
¿Son ellos entidades etéreas e intangibles, que ocupan dimensiones de la mente, y cuya existencia resulta
insospechada para nuestro rígido pensamiento materialista?.
Limpiando nuestros ojos y aclarando nuestras mentes, es difícil creer que la totalidad del relato pueda decirse con
números. Trece números y veinte símbolos, para ser precisos. ¿Y los mismos veinte símbolos, no son más que
números disfrazados en formas ocultas llamadas jeroglíficos?
Aún más, ¿cómo podría la totalidad del relato, es decir, la ciencia, el mito, la medida galáctica, y la estrategia divina,
estar contenida en una matriz cuya medida es de 13 X 20 unidades?.
No conocemos el nombre original de la matriz de 13 X 20, llamada por los arqueólogos el Tzolkin, y que literalmente
es el conteo de los días, o realmente el conteo de Kin (= el sol, el día, la unidad armónica primaria). Igualmente,
llamado Calendario Sagrado, el Tzolkin se parece a una de aquellas raras anomalías numerológicas.
¿Pero entonces, el I Ching le pareció algo diferente a Leibnitz, Hegel, o Jung, cuando ellos lo encontraron por
primera vez?
Sabemos que el Tzolkin, al que llamamos módulo armónico, también es igual a la tabla de permutación llamada el
Buk Xok. Sin embargo, cuando examinamos la tabla de permutación, tan divertida como ésta pueda parecer, su
profundidad huye de nosotros. ¿Cómo puede esta medida de trece números en veinte series, hablar de la
resonancia universal? ¿Qué significan pues los números mayas?
Por supuesto, el Tzolkin es sólo un código. Y así es el alfabeto con el que escribimos. No obstante, como ya lo
sabemos, el alfabeto codifica un lenguaje, y la persona que sabe como escribir aquel lenguaje con el alfabeto - que
consta de 26 letras - puede ostentar un poder formidable, y transmitir al menos un impresión del conocimiento y
sabiduría del universo.
Del mismo modo, al conocer el lenguaje clave del Tzolkin, que es el módulo armónico de los mayas, se pueden abrir
canales de entendimiento y comunicación con un poder igual o aún mayor que el que obtenemos a través del
alfabeto. Porque el número, al no ser diferente del símbolo, es una condensación de los sobre-tonos altos y de
niveles de significado.
Y cada número individual es un campo resonante para sí mismo. Esta es la razón por la cual solamente son
necesarios trece números para describir el complejo total que llamamos ser galáctico -trece números que ocupan
cada uno una posibilidad de veinte ubicaciones de posición, para un total de 260 permutaciones.
Con el objeto de explicar y apreciar los movimientos de la matriz Maya de 13 X 20, y la riqueza de sus aplicaciones
reales y simbólicas, sería bueno obtener una percepción aún más profunda de la potencia mágica que los números
tenían para los mayas.
Estos números, el 13, el 7, el 4 y el 9, en particular, como también el 20, penetran tanto en el pensamiento de los
mayas, que es importante entender que cada uno de los números representa una multitud de cualidades, y la suma
de las cualidades, al igual que la suma de los números, representa lo que llamamos “mundo”, o más bien “universo”.
En la actualidad pensamos generalmente que los números representan cantidades, como por
ejemplo, 7 manzanas o 13 naranjas. Pero la cuantificación es sólo una función del número.
Para pensar en los números como cualidades armónicas, nos es muy útil la analogía musical.
Puede decirse que cada tono musical representa un número o viceversa. El do podría estar
representado por el 1, el re por el 2, y así. En el espacio de una octava hay un número fijo de
tonos - 7 para ser exactos - do, re, mi, fa, sol, la, y si - siendo el octavo tono un do más elevado.
Cada tono de una octava determinada tiene sus sobre-tonos secundarios en las octavas
superiores e inferiores. Son virtualmente infinitas las posibilidades de secuencias de tonos,
como también de sostenidos y bemoles, la riqueza y el timbre de los tonos, la interpretación de
rangos de octavas, y las sincronizaciones armónicas de dos o más tonos.
Y sin embargo, para empezar sólo hemos expresado un pequeño conjunto de tonos. Esta
analogía demuestra que el número, al representar cualidades sensitivas como también
cualidades simbólicas de la mente, es esencial, pues posee múltiples tonos secundarios de
profundidad y significado, y es capaz de expresar la extensión completa de posibilidades
universales.
La analogía también muestra que una cantidad muy limitada de números puede realizar todos estos fines. Para el
Factor Maya, la función cualitativa y armónica del número es de suma importancia.
Así pues, mientras para nosotros la medida del tiempo es el conteo de una serie de unidades que expresan
cantidad, sean éstas días o minutos, años u horas, para los mayas lo que llamamos tiempo es una función del
principio de resonancia armónica.
De este modo, los días son en realidad tonos, y éstos se llaman Kin, y están representados por los números
correspondientes; la secuencia de los días (kin) crea los ciclos armónicos, llamados vinal, tun, katunes, baktunes,
etc... y las secuencias de ciclos armónicos, tomados como conjuntos más grandes, describen las frecuencias o
calibraciones de un orden orgánico más grande, es decir, del modelo armónico del planeta Tierra en relación con el
Sol y las galaxias que están más allá.
Sin embargo, para continuar con la analogía musical, mientras que un día representa un tono o número particular,
éste también tiene sus tonos secundarios.
Cuando está debidamente afinado en su esencia, entonces, la cualidad de un día puede conducir a experiencias en
otras octavas, o en otras dimensiones del ser.
Aunque esta perspectiva tiene alguna analogía con la astrología, el significado es algo diferente, porque los
números señalan hacia los armónicos galácticos más que o lo mismo que hacia los ciclos planetarios. Como
resultado de esta perspectiva, aquello que los eruditos han tomado como la obsesión Maya con respecto al tiempo,
no lo es en modo alguno.
Más bien, las series de números que tan profusamente adornan los monumentos de los Mayas Clásicos, están
destinadas a describir principalmente las calibraciones de la armónica galáctica, correspondientes a los ciclos del
tiempo solar y terrestre.
Por consiguiente, para los mayas el significado del número no viene necesariamente de la relación secuencial,
como por ejemplo, el diez es más grande que el nueve, ni las cantidades que indispensablemente pueda
representar cualquier suma de números, sino que viene de las cualidades derivadas de las yuxtaposiciones,
permutaciones y tonos secundarios de un determinado conjunto de números.
En otras palabras, el significado del número como representante de las series de armónicos, no es lineal o
progresivamente cuantitativo, sino radialmente recíproco.
Pero, ¿qué queremos decir cuando decimos que el significado del número es radialmente recíproco?.
Con el término radial queremos dar a entender un campo dinámico de radiación, y de cualidades radiantes como un
fuego artificial que explota en forma de estrella en el día cuatro de julio. la idea es que cada uno de los trece
números es radial, y expresa sus cualidades simultáneamente en todas direcciones, pues cada número está
contenido en todos los demás números y los penetra a todos a la vez.
El término recíproco significa que cada número retroalimenta a todos los otros números, y que como número se
encuentra expresado en los demás dentro de un circuito que los incluye a todos.
Un circuito describe una comente de energía cuyo origen y terminación son una misma cosa.
Como un circuito gigantesco, la galaxia puede ser representada por una serie de comentes de energía, en las que
cada una de sus pulsaciones radiales puede ser descrita mediante una de las series de los números primarios. Igual
que en un circuito, todas y cada una de las comentes de energía vibratoria tienen un final y un punto de origen
comunes, es decir, Hunab Ku, el núcleo galáctico.
El mismo circuito, tal y como es descrito aquí, es llamado por los mayas el Zuvuya, o sea la comente desde y hacia
la cual todo brota y a la cual todo regresa, yendo y viniendo simultáneamente, a la fuente de origen.
Regresemos entonces al Hunab Ku, el núcleo galáctico cuya brillantez no puede expresarse con palabras.
Como el núcleo de un huracán, de Hunab Ku podemos decir que posee un movimiento simultáneamente de spin y
contra-spin, e irradia hacia afuera desde un punto central de energía indescriptible, que pulsa a una frecuencia
particular.
Digamos que las comentes de energía contrarias puede describirse mediante una serie de números que van en
direcciones opuestas. Además de eso digamos que una comente pulsa en frecuencias representadas por las series
del 1 al 13, y la otra pulsa en las series de frecuencias que van del 13 al 1. Es decir, la primera va desde una
pulsación simple a una más compleja, y la última va desde una pulsación más compleja a una sencilla.
Si igualamos las pulsaciones de las comentes que van en sentido de spin y contra-spin, la serie que obtenemos es
la siguiente:
El ciclo completo de spin y contra-spin, también puede ser descrito por los números que representan las diferencias
entre cada uno de los números adyacentes de los dos ciclos, es decir, la diferencia entre 1 y 13, 2 y1 2, 3 y 11, etc..
La secuencia de las diferencias entre las dos series se expresa mediante la siguiente serie de números:
Vemos también que la suma de los números 1+2+3+4+5+7+8... +l 3 es igual a 91, que es igual a 13 X 7, mientras
que los números d e las series representadas por las diferencias de los dos ciclos suman 84, o sea 7 X 12, la
diferencia entre 84 y 91 vuelve a ser 7.
Aún como número par, el 12 también puede ser factorizado por 3 (3 X 4), y 84 es igual también a 3 X 28, mientras
que el 28 está representado por 4 X 7.
En este ejemplo, es interesante observar que el 7, que es el número que está en la mitad de cada una de las series,
representa una diferencia de cero. Al estar en el centro de una serie de 13 números, el 7 representa la plenitud
mística0 o potencialidad. Sumando las 2 series de 13 números, en la forma en que están colocadas la una frente a
la otra, 1 + 13, 2 + 12, 3 + 11, etc. en todos los casos la suma es 14, o sea de 7 X 2. El número total de los números
en las series de spin y contra-spin, es de 13 X 2, o sea 26.
En este simple ejemplo vemos que desde el núcleo galáctico, los números pueden irradiar simultáneamente en por
lo menos dos direcciones. También vemos que la relación entre el ciclo de números de cada línea de energía, da
origen a una simple serie de relaciones recíprocas. También es evidente que el 7 tiene una relación peculiar con el
cero, con las sumas de cada una de las series (= 91), con las sumas pares de las dos series (14), y con la suma de
las diferencias entre las series (84).
Si hubiera dos números claves que resultaran de este ejercicio, ellos serían el 13 y el 7.
Este ejemplo demuestra lo que queremos dar a entender al afirmar que el número es recíproco en sentido radial. Lo
que parecían ser sólo dos líneas de números apareados el uno con el otro, realmente ofrece una gama mágica de
permutaciones y posibilidades.
Recordando que los números representan diferentes tonos de resonancia, pulsaciones de onda, o cualidades de
energía radiante correspondientes a diferentes sensaciones y categorías mentales, podemos empezar a valorar el
“significado” que los mayas dieron a los números.
Como agentes activos de los diferentes niveles de resonancia, los números son en realidad entidades mágicas,
seres armoniosos que saltan las octavas, cambian de identidad, hacen pasar de una dimensión a otra, y viajan
inexorablemente hacia atrás, con la misma facilidad con que se extienden al avanzar progresivamente hacia
adelante. (Para más detalles sobre el código numérico radialmente recíproco de los mayas, véase el Suplemento A.
Números Direccionales y Números Radiales).
El que los mayas le hayan acordado un significado radial a cada uno de los números, siguiendo un modelo Oriente,
Norte, Occidente, Sur, repetido en cinco veces, contribuye a la riqueza del significado y simbolismo de cada uno de
los 13 números. El resultado factorizado de las 20 posiciones direccionales y de los 13 números, es por supuesto, el
Tzolkin 260 unidades.
Si continuamos suponiendo que esta matriz de 260 unidades de permutación es la matriz primaria emitida por el
núcleo galáctico Hunab-Ku, y remitida de nuevo a él, entonces también podemos presumir que de una u otra forma
esta matriz pulsante -la constante galáctica-penetrará y estará en todos los aspectos de las funciones galácticas a
través de todos los remotos sistemas estelares de la galaxia. Hay que recordar que los números y posiciones
direccionales, describen el rango total de las relaciones armónicas tonales, con todos sus tonos secundarios
resonantes y con todas sus posibilidades transformadoras.
Y como la matriz galáctica primaria, el Tzolkin es radial; y simultáneo en su núcleo, entonces, tan disperso y distante
del núcleo como pueda parecer algunas veces, el funcionamiento de la matriz de todos modos conserva siempre su
integridad radial y simultánea.
Así, como los móviles brazos galácticos son expresados por los números que se mueven hacia atrás y hacia
adelante en su mutua relación; lo que nosotros llamamos tiempo, por ejemplo, es realmente el movimiento
simultáneo desde y hacia el núcleo galáctico.
En verdad, mientras estemos afinados con el movimiento del “tiempo” que va en una sola dirección, lo que
percibimos de la galaxia y del universo es tan sólo la mitad de la imagen.
Para completar esta consideración general de la naturaleza cualitativa del número en el esquema de los mayas, no
debemos perder de vista la función del sobre tono del número.
Esta función, que se llama en matemáticas el principio fractal, expresa la capacidad de un número para permanecer
proporcionalmente constante. Por consiguiente, el 2 es al 10 lo que el 20 es al 100, y el 200 es al 1.000. Aunque
cambie la cantidad del número, en esta serie la proporción es constante. Además, el todo puede reconstruirse
desde la proporción.
En el código Maya uno se sorprende por la continua aparición de ciertos números que se refieren a proporciones
holográficas específicas o fractales, incluyendo 26, 260, etc., y 52, 520, etc.
En verdad, es por las propiedades fractales que los números resuenan en diferentes octavas, trayendo a los
sentidos y a las esferas mentales ciertos rangos de información superior, para ser decodificadas por medio de la
afinación celular. (Para más información sobre fractales en el sistema Maya, véase el Suplemento B, Factores y
Fractales mayas.)
Así pues, vemos que el propósito de la matemática Maya era comprender y registrar la constante galáctica, el
Tzolkin que gira en sus interminables fractales armónicos y permutaciones de sus sobre-tonos.
El registro de números hecho por los Mayas Clásicos solo tuvo que ver secundariamente con los calendarios.
Verdaderamente, lo que encontramos registrado en los grandes monumentos de piedra, y en algunos de los códices
existentes o manuscritos pintados, es en realidad la habilidad que los mayas demostraron para expresar la relación
entre la armonía galáctica y los ciclos anuales de la tierra, la luna y otros planetas del sistema solar.
Razón por la cual, en lugares como Copan, Quirigua y Tikal, los mayas erigían “marcadores del tiempo”, cada cinco,
diez y veinte años. No eran años lo que ellos conmemoraban, sino números armónicos que aparecían en
equivalentes factorizados de 5, 10 y 20 años. Así pues, cinco “años” son realmente una calibración de 1.800 kin.
1.800 kin es un holtun al cual le faltarían solo 25 días para los 5 años solares. 1.825 = (S X 365) días.
De igual manera, 10 “años” son 3.600 kin, y 20 “años” son 7.200 kin. Como punto de interés, vemos que cada uno
de estos números 1,800, 3.600 y 7.200 tienen al 9 como su factor básico (18 = 9 X 2; 36 = 9 X 4; 72 = 9,X 8). Como
veremos, el 9 es el número clave asociado a los cálculos que se correlacionan con lo que llamamos tiempo.
Estas calibraciones armónicas -1.800 kin, 3.600 kin, 7.200 kin etc...- corresponden a mensuras de un modelo
galáctico o rayo de sincronización. Para pensar en esto, imaginemos un rayo que emana del núcleo galáctico.
Imaginemos que esto es como el rayo luminoso de un faro, que mientras mayor sea la distancia, más ancho es el
rayo. Imaginemos que un bote alejado en el mar pasa a través del rayo.
Aún cuando el bote y el rayo estén en movimiento, habrá un intervalo de tiempo durante el cual el bote sea
realmente bañado por el rayo de luz. Así ocurre con la nave espacial Tierra, al pasar como un bote a través del rayo
de sincronización galáctica. Desde la perspectiva de los armónicos mayas, este rayo tiene un diámetro de 5.200 tun.
Esto se traduce aproximadamente en 5.125 años terrestres de diámetro. ¿Cómo es esto?.
El comienzo de nuestro paso por este rayo corresponde al 13 agosto del año 3113 A.C., que es la fecha Maya para
el inicio. Teniendo, 5.200 tun de duración, el modelo armónico galáctico pertenece a una serie de fractales basada
en el 52, y el 52 mismo está basado en 26 (X 2), y en 13 X 4. Ya que el 26 es fractal básico de 260, el número del
Tzolkin, el rayo está totalmente marcado y saturado con la constante galáctica.
Debido a que el rayo está calibrado en 5.200 tun, y debido a que un tun de 360 kin, o el equivalente a 360 días, son
5 días menos de un vago año solar de 365 días, el modelo completo de 5.200 tun es en realidad el equivalente de
unos 5.125 años de duración. De nuevo, estamos suponiendo que la intención principal de los Mayas Clásicos no
era la de contar el tiempo, sino la de anotar las calibraciones armónicas del rayo de sincronización armónica de
5.200 tun.
Naturalmente, los expertos en cuestiones mayas en su mayoría están perplejos con lo que parece ser el uso de
ciclos calendáricos de 260 y 360 unidades, que no corresponden de manera exacta con los ciclos planetarios
perceptibles ya sean astronómicos u orgánicos.
La causa de este asombro, radica en el hecho de que los ciclos de 260 y 360 unidades no son ciclos originalmente
calendáricos o para contabilizar el tiempo, sino que son índices fractales de la armonía galáctica. Como fractal, 260
es realmente un sobretono secundario de 26, o sea, de 2xl3, y 360 es un sobretono secundario de 36, o de 2xl8 y
4x9. Así pues, en los números 260 y 360 vemos los factores claves mayas 4, 9 y 13.
El “calendario” de 360 unidades es el calibrador armónico. El 260 es constante porque representa la interminable
ronda de permutaciones generadas por los 13 números y las 20 posiciones direccionales que definen el menor
conjunto posible de cambios, que dan cabida al mayor número de posibilidades galácticas, desde frecuencias de
onda, hasta arquetipos.
Tanto el 260 como el 360 son números de cálculo que se basan en la unidad más pequeña, que es un kin. 360 kin,
o sea un tun, es el calibrador armónico en virtud de ser un múltiplo de 9, de su representación del número de grados
en un círculo, y en su aproximación a los 365 días en un año solar. (Para una información más detallada sobre las
progresiones armónicas de los “calendarios” de 260 y 360 unidades, véase el suplemento C, Armónicos del
Calendario).
Equipados con un sistema numérico desalentadoramente simple aunque altamente flexible, el propósito de los
mayas al venir a nuestro planeta era el de asegurarse que el modelo armónico galáctico, aún no perceptible para
nuestra posición evolutiva en la galaxia, hubiese sido presentado y anotado. Por supuesto, puede que los mayas no
hayan sido los primeros maestros galácticos en comunicar información desde fuera del sistema solar hasta nuestro
planeta.
Los hechos señalan a otros que al menos sembraron semillas en el planeta, en otro tiempo o época cercana a la
entrada en la comente del rayo armónico, en el año 3113 A.C.. Pero por su ubicación en la historia de la civilización
global, la significación más grande y singular de los mayas radica en que ellos son la más reciente onda de
maestros galácticos, que nos trajeron en su totalidad la matriz de información galáctica.
Los Mayas Clásicos demostraron con gran destreza y facilidad cómo nuestros ciclos anuales tienen relación con el
modelo armónico galáctico. Esto es fácil de entender, si no nos consideramos superiores a los mayas. Pero si
creemos que ellos estaban en la edad de piedra, o representaban una etapa más primitiva, menos avanzada de
nuestra propia civilización, que luchaban por crear un calendario agrícola solar; entonces este punto será para
nosotros muy difícil de entender.
Con el objeto de lograr un mejor entendimiento del asunto, encarnemos un poco más al escenario que empezamos
a desarrollar en el capítulo anterior.
En Monte Alban, en las tierras montañosas de Oaxaca, al sur de Méjico, encontramos un fenómeno curioso. Allí,
entre las ruinas primitivas, a las que los arqueólogos fechan en un período entre lo años 500 y 600 A.C., hay una
serie de asombrosas figuras esculpidas; con cabezas de animal y con representaciones jeroglíficas alineadas
verticalmente a través de los centros de sus cuerpos, estas figuras, que por otra parte tienen parecido humano,
están acompañadas por lo que se considera es el más primitivo sistema notacional de la barra y el punto, que están
relacionados con los “textos” matemáticos de la civilización Maya posterior.
En este sistema de numeración escrita, un punto es igual a una unidad, una barra a cinco unidades, y una concha
estilizada a cero. Con estos tres símbolos notacionales los mayas realizaron milagros matemáticos.
Al considerar que el Gran Ciclo comente va desde el año 3113 A.C., hasta el 2012 D.C., encontramos que su punto
medio exacto 6.10.0.0.0, en el ciclo séptimo o intermedio de los trece ciclos baktún, que comprende el Gran Ciclo,
correspondía a la fecha 550 A.C. Este representa la edad aproximada de las esculturas del Danzante en Monte
Alban. Al transponer las calibraciones mayas desde el punto inicial, el 13 de agosto del año 3113 A.C., conocida
como la cuenta larga, se utiliza una figura en cinco posiciones, es decir, 6.10.0.0.0..
El primer número, el 6, registra el número de baktunes que han pasado desde la fecha inicial; la segunda posición
registra el comente período katún; la tercera posición el tun; la cuarta el vinal y la quinta, el kin.
En términos del número de kin o días transcurridos desde la iniciación del Gran Ciclo, la fecha 6.10.0.0.0., es igual a
936.000 kin. Como en todas las fechas claves mayas, el 9 es el factor clave del número 936.000, cuyo armónico es
936.
El 9 es el número que simboliza periodicidad y perfección, también es el número de los Míticos Señores del Tiempo,
y es el número que representa a los mismos maestros galácticos mayas. La fecha del punto intermedio, 6.10.0.0.0.,
fecha en la cual fueron ejecutadas las esculturas de Monte Albán, se refiere a la “venida de los Nueve Señores del
Tiempo”, y a la llegada de la medida galáctica al planeta.
Si esta primera oleada galáctica, representada por los “Nueve Señores del Tiempo”, llegó por el año 550 A.C., o si
la fecha, que es exactamente el punto intermedio del Gran Ciclo, fue escogida para conmemorar su primera llegada,
es una pregunta abierta. Basta con decir que las esculturas de Monte Albán conmemoran la primera oleada de los
Mayas galácticos en Centroamérica.
Si contemplamos la escena cultural mesoamericana alrededor del año 550 A.C., lo que encontramos es el clímax de
lo que se considera es la primera etapa avanzada de una civilización superior en esta parte del mundo, y esa
civilización es la Olmeca.
El nombre Olmeca significa literalmente “gente de caucho”, porque fueron los olmecas los que supuestamente
inventaron el juego ritual de la pelota, y el uso de pelotas de caucho.
Habiendo comenzado su ascenso a la civilización alrededor del año 1500 A.C., los olmecas se caracterizaron por
sus poderosas esculturas de piedra y de jade, que representan jaguares con yelmos o criaturas con rostro de felino.
Se supone que las bases religiosas de los olmecas surgieron de una cultura chamanística del Neolítico tardío,
centrada en el nagual o espíritu del jaguar.
Los olmecas también incluían entre sus ritos la ingestión de psilocybina, un hongo alucinógeno llamado por los
nativos teonánacatl, carne de los dioses.
Supongamos que después de su materialización en Mesoamérica, la cual se recuerda en las memorias del
cuádruple Tulán, algunos de los mayas tuvieron una actitud amistosa frente a las órdenes olmecas de sacerdotes
jaguares más adelantados, y se infiltraron en ellas.
El nombre que los mayas le otorgaron al sacerdote jefe durante los últimos tiempos fue el de Balam, que significa
jaguar o sacerdote jaguar. Por medio de esas infiltraciones, los mayas fueron capaces de introducir el sistema
notacional de la barra y el punto, como también el “Calendario Sagrado”; las permutaciones incesantes de los 13
números y de las 20 posiciones direccionales, fueron adoptados para utilizarlos en este planeta como signos
jeroglíficos de carácter sagrado.
Mientras que los emisarios claves de los mayas galácticos se asimilaron en la cultura superior de los olmecas,
siendo recordados como los Nueve Señores del Tiempo, otros establecieron sus 13 clanes guerreras y sus siete
tribus en las tierras altas de Guatemala y en las junglas de las tierras bajas de Peten, situadas en las actuales
Honduras y Guatemala.
Mientras tanto, después de la implantación de la armonía galáctica, representada por el Calendario Sagrado de 260
días, y conmemorado por la fundación de Monte Albán; un gran centro surgió en el México central: Teotihuacán.
Habiendo surgido en el siglo 111 antes de Cristo como el mayor centro ritual y civil, Teotihuacán se convirtió en el
centro ceremonial más grande y extenso de toda Mesoamérica.
En realidad, Teotihuacán, -el lugar donde los dioses tocan la tierra-, igual que todos los demás centros importantes
en Mesoamérica, fue construido como un recuerdo de la primera Tollan o Tulan, que era el lugar de origen, como
también el lugar de entrada a este mundo. Dominada por la pirámide del Sol cuya base es casi exactamente de la
misma medida de la gran pirámide de Giza en Egipto, Teotihuacán alcanzó un esplendor sin paralelo como ciudad
de abundancia y de gloria artística.
La intensamente espiritualizada visión artística Teotihuacán llegó a ser conmemorada con el nombre Tolteca, que
significa maestros constructores, artistas y videntes.
Teotihuacán también se convirtió en el primer gran centro de la religión de Quetzalcóatl, la serpiente emplumada.
Como el más importante héroe cultural, Quetzalcóatl está relacionado con el cielo, las estrellas, el mar, el agua, la
abundancia, y el cultivo de toda clase de artes y ciencias de la civilización. Representando la unión del Cielo y la
Tierra, la imaginería de la serpiente emplumada, como también la del jaguar emplumado, abundan por todas partes
en Teotihuacán, en vajillas de cerámica, en murales y en las grandes figuras esculpidas de la ciudadela de
Quetzalcóatl.
Y aquí en la ciudadela de Quetzalcóatl encontramos otra vez el simbolismo del 13: Doce templos con plataformas
bajas rodeando un decimotercer templo, que representa al mismo Quetzalcóatl.
Desde el siglo 111 al IV D.C., hacia finales del octavo baktún, la influencia de Teotihuacán había comenzado a
extenderse por toda Mesoamérica. La presencia de los videntes toltecas y la imaginería de Quetzalcóatl se
convirtieron en sinónimas. Y en las junglas de Peten, los videntes toltecas de Quetzalcóatl encontraron las tribus de
los mayas. Y fue en Tilkal donde ocurrió el matrimonio de Teotihuacán y la presencia Maya. Infundidos con el brillo
espiritual de Quetzalcóatl, a quien los mayas denominaron Kukulkán, los mayas comenzaron el ascenso de su
civilización.
Aún con más energía que en Teotihuacán, los sacerdotes de Tikal comenzaron a construir templos en forma de
pirámides. Pero mientras que las pirámides de Teotihuacán eran de cinco niveles, las de Tikal propendían a ser de
9, para recordar a los maestros galácticos originales, los Nueve Señores del Tiempo.
Y entonces vino la terminación del octavo baktún y el comienzo del noveno. Comenzando en el año 435 D.C., la
fecha 9.0.0.0.0. representaba el armónico 1296 (1.296.000 kin o días transcurridos desde el año 3113 A.C.). Esto se
supo en todos los templos mayas. Ahora es el momento de prepararnos para la segunda oleada galáctica.
El baktún 9, o sea el ciclo décimo, era una fase para efectuar una sincronización máxima. Este fue el período
críticamente importante para registrar las correlaciones armónicas del rayo galáctico con el ciclo anual de la Tierra,
el Sol, la Luna y los otros planetas del sistema solar.
Y así fue como los mayas, renovados espiritualmente por la infusión de la religión de Kukulkán, y recordando su
misión galáctica, empezaron a construir y a registrar con un fervor nunca antes visto. La actividad se efectuó no sólo
en Tikal, sino en Copan, Quirigua y Palenque, y en muchos otros centros. Todo tenía que estar listo. Y ello para que
en el momento exactamente preciso, es decir, exactamente en la correcta calibración armónica se iniciase la
segunda oleada galáctica.
Por supuesto, el momento no era un misterio. En la secuencia de los fractales armónicos, el gran número Maya de
síntesis tal y como está registrado en el Códice de Dresde, y que fue redescubierto por Ernst Forstemann, es 13
66 560, un número fenomenal, divisible o con posibilidad de ser factorizado por todos los números claves
correspondientes a todos los ciclos armónicos. (Véase el suplemento D. Números Armónicos).
Como número del kin transcurrido desde el año 3113 A.C., 13 66 560 corresponde a una fecha en el año 631 D.C.
Mientras que el 1,366, 560 Kin año 631 D.C., es también el equivalente de 3.796 tun o ciclos de 360 días
completados desde la fecha de iniciación, el año 683 corresponde a 3.796 años solares transcurridos desde la
misma fecha de iniciación. Es interesante observar que ambas fechas 631 D.C. y 683 D.C. tienen un número de
armónicos que corresponden a 3.796, la primera como tun, y la última como años solares.
Además, es muy significativo que el lapso de 52 años entre estas fechas, corresponda a la duración de la vida
terrestre de Pacal Votan.
Si hubiese una fase galáctica significativa de acuerdo a los armónicos mayas, ésta se encontraría en el periodo de
52 años calendáricos entre el año 631 y el año 683, o entre los armónicos 13 66 560 y 13 85 540. Verdaderamente,
estas son las fechas exactas de la encarnación avatárica conocida como Pacal Votan de Palenque.
Su “tumba”, única en toda Mesoamérica, y la única que es comparable a la tumba de la Gran pirámide de Giza, está
fechada en el año 683. Esta se encuentra en Palenque dentro del Templo de las inscripciones, que consta de nueve
pisos.
En la cámara donde está la tumba hay representaciones esculpidas de los Nueve Señores del Tiempo. Sólo
descubierta en 1952, la tumba de Pacal Votan se ha convertido recientemente en una de las más célebres y
sensacionales maravillas de los misteriosos mayas.
La escultura que se encuentra en la tapa del sepulcro, y que ya mencionamos al final del capítulo anterior, ha sido
interpretada de diversas maneras, ya sea como un astronauta en una cápsula espacial, o como la representación de
un rey dinástico que al morir había descendido a las fauces del monstruo Tierra.
Aquí está, sin embargo, la leyenda de Pacal Votan, maestro galáctico, quien declaró que él mismo era una
serpiente, un iniciado, un posesor del conocimiento.
Por mandato de sus superiores, Pacal Votan abandonó su “patria”, el misterioso Valum Chivim, para dirigirse a
Yucatán, el país de los mayas en la Tierra.
Alejándose de Valum Chivim y pasando por medio del “Domicilio de las 13 Serpientes”, Pacal Votan llegó a Valum
Votan, en el río Usuamacinta, no lejos de Palenque, la que supuestamente Pacal Votan había fundado. Al hacer
varias visitas de regreso a su “patria”, Pacal Votan descubrió una torre, la cual hubo de ser destruida debido a una
confusión de lenguas entre sus constructores.
Sin embargo, a Pacal Votan le fue permitido alcanzar la “Roca de los Cielos” por medio de un pasaje subterráneo
que comenzaba desde la torre.
Valum Chivim es una referencia a una de las bases estelares de los mayas, quizás en las Pléyades, quizás en
Arcturus. Por supuesto, estas bases habían estado supervisando la misión Maya desde la primera oleada de
maestros galácticos, y entre ellos los Nueve Señores del Tiempo, que originalmente habían sembrado el planeta
Tierra.
El maestro galáctico Pacal Votan, escogido por sus superiores para vigilar la iniciación de la fase final del proyecto
terrestre Maya, también sería conocido como el agente galáctico 13 66 56, que corresponde al equivalente
armónico de la fecha 631, época de su encarnación y manifestación en este planeta. Numerológicamente, la cifra 13
66 56, como todos los factores de 9, también suma 9 (1 + 3 + 6 + 6 + 5 + 6 = 27 =2 + 7 = 9).
El viaje de Pacal Votan por medio del “Domicilio de las 13 Serpientes”, se refiere al paso intergaláctico a través del
Kuxan Suum.
Como la fibra de vida galáctica, sería natural representar al Kuxan Suum por medio de una serpiente, o forma de
serpiente. El 13, número del movimiento, es también el número del más alto y elevado de los cielos o niveles de ser
más allá de nuestro sistema solar; el más próximo a la información central, o Hunab Ku, el centro galáctico.
Seres en proceso de transformación que fueron esculpidos en forma de serpiente, y que son similares a los de
Quirigua, adornan el templo de las inscripciones en Palenque, y son una inscripción plástica del Kuxan Suum como
medio de transporte de Pacal Votan, el agente galáctico 13 66 56.
La llegada a Valum Votan, cerca al actual Palenque, significaría el lugar, bien de llegada como de nacimiento de
Pacal Votan en el año 631, cuyo armónico es 13 66 56 0.
La fecha de su llegada también coincidiría con la expectativa del próximo avatar Kukulkán, cuyo papel asumiría
Pacal Votan. En el desarrollo de este papel sólo seria natural fundar una ciudad, correspondiente a la Tollan mítica,
que seria llamada Xibalanque, o en forma moderna Palenque. En el Popol Jul, Xibalanque correspondería a la
mítica Xibalba, que es el lugar del mundo inferior, o mundo de manifestación y de la heroica prueba de la
mortalidad.
Esto haría referencia a que el agente galáctico 13 66 56 tomó una forma humana y mortal, lo cual seria anotado y
recordado como la “tumba” del mundo inferior, situada dentro del Templo de las inscripciones que tiene 9 pisos.
Conservando sus poderes después de la fundación de Palenque, Pacal Votan tuvo comunicación con Valum
Chivim, o hizo algún viaje real hacia allá pasando por el Kuxan Suum. En Palenque hay otra estructura que es única
entre la arquitectura Maya, y es la llamada Torre de los Vientos u Observatorio. Mirando hacia la Pirámide de las
Inscripciones, esta torre hace referencia a la torre encontrada por Pacal Votan en la leyenda.
Ya que la tumba de Pacal Votan es la única que puede ser comparada con la tumba que está dentro de la Gran
Pirámide de Egipto, es muy significativo que, en sentido arquitectónico, la Torre que mira hacia la Pirámide que
contiene la tumba, posee una fuerte semejanza con la Cámara del Rey en la Gran Pirámide. Tanto la Torre como la
Cámara del Rey, poseen cuatro niveles que se levantan sobre una base o arca elevada.
En cualquier caso, la torre representa la aspiración que rodea a la mortalidad, mientras que la confusión respectiva
es nuestro fracaso en comprender nuestro inherente estado de no muerte o inmortalidad.
Finalmente, la referencia al pasaje subterráneo que conduce a la roca de los cielos, significa la tumba misma que
está situada dentro del Templo de las Inscripciones. Al concluir el ciclo de 52 años en la manifestación terrestre de
Pacal Votan en el año 683, cuyo armónico es 13 85 54, la tumba es una sola de nombre.
Desde el templo que está sobre la pirámide, cuya altura es de 52 pies, hay 26 peldaños que conducen hacia abajo
tomando un giro brusco, descendiendo otros 22 peldaños, y llegando hasta la cámara.
Los 26 peldaños se refieren al número 26 = (13 x 2), que es fractal de la constante galáctica 260. Los 22 peldaños
se refieren al número que representa la suma de 13 - las 13 serpientes en su domicilio u Oxlahuntiku, las trece
divinidades de los cielos superiores y 9 - a los Nueve Señores del Tiempo, los Bolontiku, las nueve divinidades o
maestros galácticos originales que precedieron a Pacal Votan en su misión en este planeta.
De hecho, el simbolismo de los Nueve Señores dentro de la cripta y el “árbol de la vida” que adorna la tapa del
sarcófago nos dan la pista: Pacal Votan, agente galáctico 13 66 56, aunque en apariencia es mortal, realmente ha
“regresado” a Valum Chivim su patria estelar.
Una vez allá, él informó que los mayas terrestres estaban capacitados para recibir números selectos de su kin
galáctico, y de concluir verdaderamente la actividad armónica relacionada con el planeta Tierra en su paso a través
del rayo de sincronización galáctica de 5.200 tun, que empezó el 13 agosto del año 3113 A.C..
Curiosamente, hay un “tubo parlante” que va desde la cripta hasta el templo que está sobre la Pirámide de las
Inscripciones.
Siendo claramente una manifestación de Kukulkán/Quetzalcóatl, la venida de Pacal Votan en el año 631 D.C., fue
anunciada por la culminación del trigésimo sexto gran ciclo venusino desde la fecha de iniciación en el año 3113
A.C. El gran Ciclo Venusino representa la conjunción de 104 años solares de 365 días cada uno, con 146 ciclos de
Calendario Sagrado de 260 días cada uno, y 65 ciclos venusinos de 584 días cada uno.
El número total de días o kin en dicho ciclo es 37.960. El fractal 3796 representa el número de tun transcurrido entre
el año 3113 A.C. y el año 631 D.C. y el número de años solares transcurridos entre el año 3113 A.C. y el año 683
D.C..
El ciclo de 52 años (del año 631 al 683 D.C.) que representa la duración de la actividad vital de Votan en este
planeta, corresponde por supuesto al “ciclo calendárico”:
la conjunción de 52 años solares con 73 ciclos del Calendario Sagrado. El siguiente avatar importante de
Quetzacoatl, Quetzacoatl año 1 Caña, vivió también 52 años, desde el año 947 hasta el año 999 D.C.
Al considerar la armonía de los números que rodean la misión vital del maestro galáctico Pacal Votan, agente 13 66
56, podemos apreciar que su “tumba” es única, y es comparable sólo a la de Keops en la Gran Pirámide de Egipto.
Si la gran pirámide, cuya construcción empezó supuestamente en el año 2623 A.C., se sitúa en un extremo del
espectro armónico que marca el ciclo normal de la civilización, entonces, qué diremos respecto al significado de la
aparición de Pacal Votan, conmemorada con su Tumba Pirámide, acercándose al otro extremo de este ciclo?
Además, ¿es absurdo considerar que allí podría haber una conexión entre estos dos monumentos “fúnebres”?.
Con el paso de Pacal Votan en el año 683 D.C., y la culminación del Templo de las Inscripciones en el año 692 D.C.
vino la segunda oleada de mayas galácticos, y el comienzo de un séptimo ciclo Katun - 692 a 830 D.C. - (140 tunes)
o sea de 7 generaciones de una actividad armónica fantástica y sin precedentes; la arquitectura, el arte y sobre
todo, la exacta calibración armónica para llevar los registros.
Este proceso se extendió desde Palenque hasta Tikal y hacia el sur, especialmente hasta Copan, y finalmente a
Quirigua. Por el año 810 D.C.= 9.19.0.0.0., y con la consagración del Gran Templo en Quirigua, la labor había
finalizado.
Las esculturas “zoomorfas” del último período de Quirigua, que culminó en la gran figura “zoomorfa P” (con un total
de 10 metros de ancho), recuerdan el regreso de los mayas a su “patria” entre las estrellas.
En realidad estas figuras “zoomorfas” son representaciones de capullos galácticos, y de unidades de transformación
serpientes/etéricas de doble cabeza, que facilitan el cambio de una forma galáctica a otra. A esto se debe el que
una forma humana, a la que con frecuencia se representa sentada en meditación, aparezca saliendo de las fauces
de uno de estos “monstruos”.
Si pudiéramos retroceder hasta la Quirigua del año 810 D.C., podríamos ver una asamblea en el patio del palacio
ante el gran templo llamado Estructura 1. Los últimos maestros galácticos, quizás siete de ellos, cada uno
acompañado de un gran cristal de cuarzo, sentados en intensa meditación en la plaza cubierta de hierba,
repentinamente envueltos por una vibración zumbante, una resonancia que en parte es sonido, y en parte es visión.
Los capullos galácticos luminosos se están materializando en una visión. Los capullos primero se encuentran
suspendidos sobre los maestros galácticos, y luego los van cubriendo lentamente; aumenta el zumbido vibratorio,
mezclándose con la incesante sinfonía de la jungla omnipresente.
Al principio esto sucede imperceptiblemente, luego, como si fuera una escena que cambia durante un sueño, los
capullos vibratorios se desvanecen y desaparecen. Un temor apaciguado domina la pequeña reunión, que se
dispersa luego con un aire de propósito y dedicación solemnes.
En la época en que el ciclo décimo, el Baktún 9 llegó a un cierre, en el año 830 D.C. los maestros galácticos ya se
habían ido. La palabra había sido dada para retirarse, para tomar El Libro Secreto de las Siete Generaciones y
marcharse. La era de las tinieblas se acercaba rápidamente. Las ciudades fueron rápidamente abandonadas.
Vendría una oleada de invasores, y después de ellos vendrían otros, y finalmente otros más, hasta que la peste y
las plagas arruinarían la región. Lo que los modelos armónicos indicaban era un período de creciente densidad.
Desde la perspectiva de. la resonancia armónica, densidad es la incapacidad para percibir con todo el cuerpo las
frecuencias armónicas y sus sobretonos secundarios.
Lo que esto implica es la llegada del materialismo, un sistema de creencia basado en un poderoso temor a la
muerte.
A pesar de la llegada de esta época de tinieblas, en la que los Nueve Señores del Tiempo parecen haberse
identificado perversamente con los temibles poderes de la noche, y la memoria de los maestros galácticos es
considerada como un sueño infantil; quedan los números del destino - los trece números y los veinte signos.
Estos números permanecerán como una clave, y como un signo de que todavía ha de realizarse una tercera fase
del proyecto Maya.
En algún lugar en aquella época lejana y distante, cuando los ejércitos combatieron con armas metálicas; y los
químicos liberaron el fuego de Sol, el milagro de los mayas irrumpirá otra vez, liberando el misterio y mostrando el
camino que indica el regreso en medio de los modelos de las estrellas.
Su logro, su auténtica carta de visita, fue una serie de monumentos que registraban de una manera muy exacta, las
correlaciones entre el modelo armónico galáctico y el calendario solar-terrestre. El ciclo en curso de 5.125 años (del
año 3113 A.C. al 2012 D.C.) - es una calibración precisa del fractal galáctico de 5.125 años de diámetro.
Este ciclo de 5.200 tun (o sea, 1.872.000 kin, 260 katún, 13 baktún), se comporta literalmente como una lente
enfocando un rayo, a través del cual la información proveniente de fuentes galácticas, es sincronizada-por la vía del
Sol con la Tierra.
Por supuesto, los maestros galácticos cuando partieron, dejaron enseñanzas e instrucciones lo suficientemente
claras, enseñanzas que fueron promovidas por las tradiciones proféticas de los mayas posteriores. Al estar escritas
en el lenguaje del Zuvuya, estas enseñanzas que describen los ciclos katún, son de poca ayuda si no se tiene la
debida preparación.
En verdad, ellas han dado origen a una gran confusión entre aquellos que intentan comprender el misterio de los
Mayas Clásicos. Pero de ninguna manera fue intención de los maestros mayas el ser recordados. Sin embargo, su
propósito fue dejar un legado, el Tzolkin, que ayudaría a recuperar la información galáctica. La recuperación de esta
información tiene una meta; ayudarle al conjunto en la alineación que conduce a la operación consciente dentro de
la grandiosa comunidad de la inteligencia galáctica.
Indudablemente, a nuestra visión progresiva del mundo puede parecerle ridículo o terrorífico, el concepto no sólo de
que los mayas fueron más inteligentes que nosotros, sino de que ellos estuvieron aquí, con la misión de ayudarnos
a que este planeta entrase en coordinación con un mayor proyecto galáctico. Una trama que huela a un plan o
propósito más grande, hace tambalear a nuestros pequeños egos.
Es más fácil descartarlas como las proyecciones paranoicas de filósofos de pacotilla, o como fantasías de ciencia -
ficción, que admitirlas dentro del foro de un análisis intelectual adecuado.
Y sin embargo, hay una vocecita persistente que continúa diciendo: “¿Por qué no?”.
Después de todo, el universo es inmenso, y ¿quién puede decir que tenemos en nuestro poder los secretos de
todos los misterios?
Y en la historia de la civilización tal y como la conocemos, si hay algún misterio que nos siga los pasos hasta el
presente, ese es el "misterio de los mayas”, como dijo el gran experto en cuestiones mayas J. Eric S.
Thompson en su monumental Escritura Jeroglífica Maya:
“uno se queda perplejo ante el dominio sobre números formidables, implicados en los diversos
términos para las unidades superiores que han sobrevivido. Seguramente ningún otro pueblo con
un nivel comparable de cultura material, ha tenido semejante concepto de números inmensos, y un
vocabulario, para manejarlos”.
(p. 53).
La causa de la sorpresa desaparece o se intensifica cuando consideramos lo inadmisible: Los mayas y su sistema
eran de origen galáctico.
Dejando descansar por un momento los orígenes extraterrestres de los mayas, permítaseme también recordarle al
lector, que mi intención al presentar el Factor Maya es doble. Primero, abrir nuestros ojos a la posibilidad de la
misión galáctica de los mayas, y las implicaciones que tienen para nosotros en este momento de la historia; y
segundo, presentar el Módulo Armónico de los Mayas o sea el Tzolkin, en términos tan simples y prácticos como
sea posible.
Mientras que los arqueólogos, astrónomos, historiadores de arte, y matemáticos, miran con atención y examinan
cuidadosamente las piedras esculpidas, y las ciudades-templo de los Mayas Clásicos la clave para revelar todo
esto, la matriz 13 x 20 del Módulo Armónico, quiere ser utilizada y está a nuestro alcance.
Como lo sugerí en el capitulo anterior, el Tzolkin o Módulo Armónico por analogía tiene un fuerte parecido al I Ching.
Igual que el I Ching, a primera vista el Tzolkin parece ser una reliquia arcaica en un lenguaje codificado que data de
una era muy anterior. Sin embargo, aún antes de que el I Ching hubiera dejado las manos de los filólogos y
arqueólogos, los filósofos y psicólogos estaban comprendiendo que en vez de ser arcaico, el I Ching es intemporal y
por eso lo utilizamos en la actualidad.
Y además de su renovado uso popular como oráculo, la no temporalidad como también la temporalidad del I Ching,
han sido verificadas por correlaciones con el código genético (Schöriberger, 1973), y en mi La Tierra en Ascenso
(1984), con correspondencias matemáticas e históricas de largo alcance.
El I Ching está basado en un conjunto de permutaciones binarias que también subyace en la razón fundamental de
lo que yo llamo la “pura” progresión de los números armónicos de los mayas -2, 4, 8, 16, 32, 64. Sin embargo, tal y
como nos lo presentan, el I Ching realmente está formado por las combinaciones de ocho símbolos (trigramas) de
tres líneas, ya sean partidas o completas, en todas sus posibles combinaciones. Al duplicar los trigramas, las
permutaciones dan 64 posibilidades simbólicas más complejas de seis líneas cada uno (hexagramas).
En comparación, el Tzolkin está basado en permutaciones de los trece números y veinte símbolos o Signos
Sagrados, que da una posibilidad de 260 permutaciones. Como mínimo, cada uno de los 260 cambios recíprocos es
una combinación de uno de los trece números, de uno de los veinte signos, y de una de las cuatro posiciones
direccionales.
Finalmente, igual que el I Ching, el Tzolkin es un sistema para revelar información referente a un propósito más
profundo o más grande. Mientras que el I Ching está sincronizado de manera exacta con el código genético, el
Tzolkin está sincronizado con el código galáctico; como el código genético gobierna la información concerniente a la
actividad de todos los niveles del ciclo de vida, inclusive de todas las plantas y formas animales, el código galáctico
rige la información que afecta las operaciones de los ciclos de la luz.
El ciclo de luz define las clases de frecuencia resonantes de la energía radiante incluso de la electricidad, el calor, la
luz, y las ondas de radio, que les dan información a las funciones auto -generadoras pertenecientes a todos los
fenómenos, orgánicos e inorgánicos. Obviamente los dos códigos están interpenetrados y son complementarios.
Al hablar de un código galáctico análogo o un código genético, ¿qué queremos decir realmente?. Cuando hablamos
del código genético, podemos señalar las manifestaciones evidentes de su funcionamiento, sean ellas la
organización de colonias de plancton en el mar, o la diferenciación de funciones en un organismo complejo como el
nuestro. Pero al hablar del código galáctico, de los-ciclos de la luz y de la energía radiante ¿de qué manera se
encuentran éstas manifestadas en formas que sean evidentes, y qué procesos de información rige un código
galáctico?.
Sin hundirnos en tecnicismos, consideremos la naturaleza de la vida misma. Aunque conocemos la combinación
molecular y química que es necesaria para la elaboración de los ácidos nucleicos que forman los ladrillos de la vida,
y que pueden ser articulados como el código genético de 64 palabras, ¿dónde estarían, y qué seria todo esto sin la
luz?.
En una palabra, el código sólo describe la mitad de la imagen. La luz, o sea la energía radiante, proporciona la otra
mitad. En realidad, si fuésemos a definir qué es lo más primario, o qué viene primero, la luz o la vida, entonces
debemos decir que "la luz”.
Si observamos el fenómeno más simple, flores abriéndose y cerrándose en su ciclo diario, vemos que todo lo que
tiene vida no sólo depende de la luz, sino que de hecho, aspira a la luz.
Sabemos que la “luz”, o sea el espectro de la energía radiante, recorre la gama que va desde las ondas de radio,
hasta la radiación cósmica de ultra-alta-frecuencia. En términos sencillos, la energía radiante es un rango de
funciones de onda incluso la electricidad, que transmite información y también transmuta energía.
Al código que rige el poder de auto-transmitir y auto-transformar la energía radiante, lo encontramos emanado
desde Hunab Ku con comentes espirales de pulsación, y en movimiento de spin y contra-spin.
Como se explicó en el Tzolkin, el módulo armónico de los mayas, el código galáctico que rige la energía radiante, es
la fuente primaria que informa y vitaliza al código de vida ADN, representado por su contraparte simbólica que es el
I Ching.
Comprendo que esta discusión de los códigos genético y galáctico, puede necesitar un poco de fe, y también de
imaginación. Recordando que el descubrimiento de la identidad de los 64 codones del ADN con el I Ching, se
demoró en venir, volvamos a considerar el Tzolkin como modelo simbólico o metáfora y veamos lo que podemos
aprender.
Como modelo del código que rige el funcionamiento del espectro completo de la energía radiante, en sus términos
más simples, los componentes finitos del Tzolkin se reducen a un juego de constantes que son fáciles de recordar.
Estas constantes, que son un sistema coherente de símbolos y números, tienen sólo un simple objetivo que lo
abarca todo: ayudarnos en el restablecimiento de la información galáctica, y en el logro de un acondicionamiento de
alineamiento galáctico.
Ese es el Tzolkin en sus partes más esenciales al descubierto, esa es la constante galáctica: trece números, veinte
símbolos, y cuatro posiciones direccionales rotativas que regresan siempre a sí mismas, repitiéndose y pulsando
incesantemente.
El Tzolkin o Módulo Armónico, se presenta como una metáfora perfecta del circuito galáctico que se genera y
renueva a sí mismo.
Mientras que las combinaciones de trece números y de las veinte posiciones o símbolos, producen las 260 unidades
que comprenden la matriz entera; las 52 (13 x 4) posibilidades de las posiciones direccionales se reflejan en el
modelo, que unifica la matriz. Si usted observa cuidadosamente este modelo, verá que él ocupa 26 unidades en el
lado derecho de la séptima columna o columna mística, y 26 unidades en el lado izquierdo de esa columna, para un
total de 52 unidades.
Por el respeto que merece por su función de entrelazar el tiempo, los trece números y los veinte símbolos, parece
del todo apropiado llamar a este modelo de 52 unidades, el Telar Maya. Un telar es un instrumento para entrelazar
al menos dos “hilos” diferentes. Mientras que el término Maya, se refiere aquí a los mayas que nos dejaron el
Tzolkin como una guía y una herramienta, la palabra Maya también se refiere a un término de la filosofía hindú, que
con frecuencia se define como el mundo de la ilusión, la realidad aparente del mundo fenoménico.
Aquello que es tejido en el Telar Maya, es la matriz de posibilidades que corresponden a nuestra experiencia del
mundo. Esta matriz tejida es una tela de 260 componentes o símbolos que informan a nuestros sentidos y a nuestra
mente con las claves informáticas necesarias para relacionarse y trabajar con ese mundo más grande que nos
rodea.
Mientras que estos 260 símbolos describen al gran mundo como un compuesto cíclico de símbolos, ellos también
definen nuestra capacidad interna para percibir este mundo como de la misma naturaleza del mundo que
percibimos.
Pero entonces, ¿qué son los hilos tejidos por este Telar Maya?. Los hilos verticales están representados por los
trece números, y los hilos horizontales por los veinte símbolos. Pero, ¿qué representan ellos?. Como ya lo sugerí,
los trece “números” representan modelos primarios de energía radiante, a los que pudiéramos llamar radio-pulsos.
Los veinte símbolos representan el ciclo de posibles rangos de frecuencia, para la transformación o evolución que
cada una de estas radio-pulsaciones pueda sufrir. La combinación de cualquiera de los trece números y las veinte
posiciones direccionales, crea un símbolo o modelo de pulsación radiante que contiene una clase particular de
información. Las 260 pulsaciones tejidas por el Telar Maya, dan origen a todo el campo resonante que
experimentamos como realidad.
¿Qué es un símbolo?. Un símbolo es una estructura resonante, es la reverberación de una cualidad particular de
energía radiante que toma forma en nuestros sentidos.
Obviamente, nuestras facultades sensitivas poseen una capacidad para recibir la forma, estos son los órganos de
los sentidos que funcionan como receptores de repercusión. Igual que las diferentes clases de estaciones de radar,
los sentidos reciben continuamente la invasión de formas de onda resonantes que componen nuestro universo.
El propósito de la mente es “entender el sentido” de símbolos o estructuras resonantes que han sido informadas por
nuestras facultades sensitivas. Nuestros diversos acondicionamientos afectan las “interpretaciones” de la mente.
Platón y Jung llamaron “arquetipos”: a las estructuras resonantes, constantes formales que habitan y definen un
campo de conciencia que trasciende tanto el tiempo como lo individual. De acuerdo al Factor Maya, estas
constantes formales son la fibra tejida en el Telar Maya, y el Telar Maya es el instrumento que mágicamente existe
por sí mismo, y que fue creado por la materia que él teje.
Creado por sí mismo y creador en sí mismo, el Telar Maya teje los símbolos en el tapiz entero que experimentamos
a través de nuestra mente y nuestros sentidos. No sólo como metáfora, sino en verdad, el universo es un tejido de
símbolos, y es a través de símbolos como tejemos nuestro entendimiento del universo.
Cuando entendemos que los símbolos son realmente estructuras resonantes, campos de forma vibratoria, y que
nosotros mismos somos resonantes hasta nuestro mismo corazón, entonces podemos ver que los símbolos no son
algo aéreo o de cuentos de hadas, sino que ellos son totalmente esenciales para nuestro funcionamiento como
seres completos.
Dormidos e inconscientes ante el poder de los símbolos, nuestros sueños se convierten en pesadillas, y vivimos
como rehenes de un mundo que en realidad es el eclipse del conocimiento simbólico. Como sabemos, no vivimos
sólo de pan. Aunque podemos sentir que la espiritualidad es un concepto vago, y una remota aspiración la
trascendencia, es realmente nuestra propia creencia en la separación de la ciencia, la espiritualidad, y el arte, lo que
nos impide tener una comprensión total de los símbolos, y del conocimiento simbólico.
Como estructuras resonantes, literalmente los símbolos construyen nuestro cuerpo de luz, trabajan con él, y le
suministran información. El cuerpo de luz es el banco del código galáctico electro -resonante que informa al banco
del código genético.
El cuerpo de luz es el material de la imaginación, es la improvisión, el verdadero entendimiento, y más. Mientras que
el fundamento de nuestro cuerpo de luz corresponde a la infraestructura vibratoria del ADN, este sólo puede ser
activado a través de un sabio uso de los símbolos. Este cuerpo de luz criador de símbolos, no debe ser visto como
una entidad separada de lo que llamamos nuestro cuerpo físico.
Al contrario, el cuerpo de luz resonante subyace y penetra todas nuestras funciones. No es solamente una poesía lo
que nos manda a declarar que así como una flor no puede vivir sin la luz y el agua, nosotros no podemos vivir sin
los símbolos.
Si los trece números son la luz que despierta la mente y el cuerpo, entonces las veinte posiciones direccionales son
el agua que sustenta a esta misma mente, y a este mismo cuerpo en el intercambio de los trece números y los
veinte símbolos habita el banco del código galáctico, que informa a las estructuras resonantes, que componen el
tejido de símbolos que es el tapiz de nuestra realidad.
Observemos más cuidadosamente el Telar Maya, porque su misma estructura que contiene el significado de los
trece números y de los veinte signos, es el telar de nuestra existencia.
Es importante ver el modelo del Telar Maya como la estructura unificante de la matriz de 260 unidades. Sí miramos
la tabla de permutaciones de la matriz, nos parecerán puros y simples números, siendo sin embargo una serie de
modelos interesantes. Al estar la estructura visual esencial contenida en la matriz de 260 unidades, el Telar de 52
unidades se nos aparece como la estructura de un cuerpo.
Además de eso, podemos pensar en el modelo de 52 unidades como la estructura galáctica resonante, incluyendo y
dando oportunidad para confeccionar un modelo total, la matriz de 260 unidades.
El propósito de la información es el de dar la oportunidad para un nuevo crecimiento, para una nueva expansión, o
para la encarnación de la semilla contenida en la información.
Siendo este el caso, ¿cuál es la información encerrada en la estructura galáctica resonante de las 52 unidades?
Si examinamos el Telar Maya, vemos que este se extiende sobre todas las 20 posiciones que suministra la
estructura horizontal del Módulo Armónico. En sentido vertical, la séptima columna, o sea la del medio, claramente
carece de cualquiera de las unidades de estructura resonante.
Al mismo tiempo, la séptima columna proporciona el eje principal que define realmente los dos lados de la
estructura galáctica resonante. La séptima columna, que es invisible, es la columna mística. Sin ser reflejada, ella lo
refleja todo.
Además, cuando examinamos cuidadosamente las unidades de estructura individual, vemos que cada uno de los
trece números está contenido al menos dos veces. También observamos que la estructura tiene 26 unidades en
cada lado - fractal del total 260 - mientras que el número 52, es un fractal del rayo de sincronización galáctico de
5.200 tun de diámetro.
También vemos que el telar puede naturalmente ser reducido a sus componentes de trece juegos en cuatro
unidades cada uno, comenzando en las esquinas y moviéndose hacia dentro. Así pues, el primer grupo de números
es 1, 7, 13, 7; el segundo grupo es 9, 13, 5, 1; el tercer grupo es 4, 6, 10, 8; hasta que llegamos al centro donde
encontramos; 6, 7, 8, 7.
Cada uno de los trece grupos de a cuatro números suma 28, que es aproximadamente el número de días que tiene
un mes lunar. 28 x 13 = 364, que es el número aproximado de días de un año lunar. La cifra 364 también puede ser
factorizada en 7 x 52.
De las 52 unidades del Telar Maya, el 7 aparece ocho veces. En verdad, donde aparece el 7 se descubre un
modelo simétrico casi perfecto. Las posiciones del 1 y del 13, que aparecen dos veces cada una, también dan lugar
a un modelo complementario recíproco. Finalmente, si uno cuenta los intervalos que hay entre las 52 unidades
numeradas del Telar, se encuentra con que hay 60.
Si por ejemplo, uno empieza en la esquina superior izquierda, los intervalos están entre 1 y 9, 9 y 4, 4 y 12, 12 y 7, 7
y 2, 2 y 3, etc. Anotando las diferencias entre los números que dan lugar a los intervalos, llegamos a los números de
intervalo.
Así pues, empezando en la esquina superior izquierda, encontramos que los números de intervalo son: 8, 5, 8, 5, 5,
etc.
Realmente, si observamos cuidadosamente, vemos que los números de intervalo del eje que se extiende desde la
parte superior izquierda, hasta la parte inferior derecha son el 8 o el 5, que suman 13, mientras que todos los
números de intervalo en el eje que se extiende desde la parte superior derecha, hasta la parte inferior izquierda son
el 6 o el 7, que otra vez vuelven a sumar 13.
Finalmente, los números de intervalo en el eje vertical del Telar galáctico de 52 unidades, siempre son el 1 . Si uno
suma los posibles números de intervalo, es decir, 1, 5, 6, 7 y 8, el total es 27. Si uno suma todos los 60 números de
intervalo, el total es 270, cuyo factor clave es 9. Así pues, mientras que el número 7 es el factor clave del Telar de
52 unidades, el 9 y el 13 son los factores claves de intervalo.
Todo lo que se pretende demostrar aquí es la naturaleza mágica de un modelo o sistema que recíprocamente se
contiene a sí mismo. El Telar es lo análogo u holograma del principio operativo de la galaxia como un sistema total
que se contiene a sí mismo. Recordando que los números representan cualidades simbólicas que describen el
potencial de nuestra realidad, entonces vemos que toda cosa es interactiva, interdependiente, que todos los ciclos
se alimentan de sí mismos, y que realmente nada puede describirse sin describir cada cosa, y que en verdad la
totalidad está contenida en la parte.
El Telar Maya y el Módulo Armónico tejido por él, comprenden un genuino teclado resonante para que lo utilicemos
al ponernos a tono, o al localizar las frecuencias galácticas cuyas formaciones de ondas yacen dentro de nuestro
propio ser.
Vayamos entonces, al sistema de símbolos y números que constituyen el Módulo Armónico, comenzando con los
trece números. Como lo vimos al considerar el Telar Maya, tenemos una estructura vertical de trece columnas. La
séptima columna, que está en el centro, crea un modelo de simetría con seis columnas a cada lado. Como ya lo
vimos, la séptima permanece sola; sin ser reflejada, lo refleja todo.
Es importante tener esto en mente, cuando examinamos los trece números o rayos. Con la excepción del número 7,
los demás números pueden ser considerados como pares complementarios que se reflejan el uno al otro.
De este modo, tenemos como números de simetría especular: el 1 complementa al 13; el 2 al 12; el 3 al 11; el 4 al
10; el 5 al 9; y el 6 al 8. Las diferencias entre los pares se resumen en una progresión de números pares: El número
7 no tiene consorte, sostiene el centro, y refleja el orden total. Por esto es que nos referimos al número 7 como la
totalidad que no puede ser reflejada, pero que refleja a la totalidad en toda su simetría.
Si consideramos los números como “rayos de pulsación”, cada uno representando una función radioresonante
particular, que pulsa e irradia simultáneamente, entonces tenemos los siguientes títulos:
Una breve revisión a las cualidades representadas por los números, revela una progresión que describe la
naturaleza formal que fundamenta la apariencia de las cosas.
Si el número 1 representa el principio unificante que es inherente en todas las manifestaciones, el 13 representa la
dinámica del movimiento presente en todas las cosas, y por el cual todas las cosas siempre están cambiando, y al
mismo tiempo son vivificantes por la fuerza universal de Hunab Ku. Los números del 1 al 9, representan los
principios no materiales de coherencia inmanentes en toda experiencia fenomenal, y que al mismo tiempo las rigen.
Mientras el 10 representa el principio que permite que suceda la manifestación, y basado en la coherencia de los 9
números anteriores; el 11 representa la dinámica de disonancia que dan cuenta del azar y de la inestabilidad. Por
otro lado, el 12 representa el principio de estabilidad compleja, qué responde por la fuerza organizativa y
conservadora en la naturaleza.
Si consideramos los números en su simetría especular, vemos un íntimo conjunto de relaciones recíprocas, el
número de orden inferior manifestando el principio constituyente del número de orden superior. Así pues, mientras
el 1, principio de la unidad, es equilibrado por el 13, rayo del movimiento universal; el 2, principio de la polaridad, es
equilibrado por el 12, que es el principio de la estabilidad compleja.
La reflexión muestra que cualquier orden de estabilidad compleja se mantiene o se destruye por un equilibrio sutil
de las fuerzas polares.
En el siguiente par especular, vemos que el principio del ritmo, o sea el número 3, responde por la variabilidad e
introduce la posibilidad del azar, que juega tal papel en el 11, o principio de las estructuras disonantes.
El 10, que es el principio que permite que suceda la manifestación, es complementado por el 4, que representa el
principio de la medida. Es sólo a través de la acción de la medida como totalidad y orden, que una manifestación
cualquiera puede realizarse como un organismo coherente.
El principio del centro, que está regido por el número 5, permite mover el orden regido por el 4, así como las
estaciones se mueven alrededor de un centro solar común.
La periodicidad cíclica del movimiento organizado alrededor de un centro común, que es el 5, es regida por el 9.
Finalmente, el 6, que es el rayo del equilibrio orgánico, es llamado así porque representa una factorización del
principio de polaridad, el 2, con el principio del ritmo, que es el 3. El producto, o sea el 6, el equilibrio orgánico,
representa el principio ordenador hexagonal, que es el fundamento de las estructuras cristalinas y celulares.
Este equilibrio orgánico, el 6, es complementado por el 8, que es el principio de la resonancia armónica que rige los
niveles de frecuencia de las octavas, por las cuales vibran todas las estructuras orgánicas, inclusive las estructuras
de los cristales.
Sin un número especular que lo complemente, el 7 tiene su relación simétrica única con el 1 y el 13, que son como
el alfa y la omega, del número armónico de los mayas. Al centro del modelo, el 7 representa la magia por la cual el
todo se mantiene unido.
De manera abreviada, estos son los significados de los números en su mutua relación complementaria.
Obviamente, hay muchas más relaciones que pueden ser investigadas intuitivamente, jugando con las relaciones
radiales recíprocas, que todos los números tienen entre ellos. Por el momento, baste con decir que las
descripciones dan alguna idea de la progresión del ciclo estructural en el que se fundamenta la operación de la
galaxia - o cualquiera de sus miembros constituyentes -como un Todo que se sostiene y organiza por sí mismo.
Los números adquieren un significado más rico cuando se les combina con los veinte símbolos posicionales, que
representan el enrejado horizontal en el Telar Maya.
Si los trece números son rayos de pulsación, los veinte signos son las posibilidades de rangos de frecuencias, que
permiten que las estructuras armónicas lleguen a existir. Mientras que en La Tierra en Ascenso comparé los veinte
símbolos con los veinte aminoácidos que contiene el ADN, los diecinueve intervalos que hay entre los veinte
símbolos, también podrían ser comparados con las diecinueve giros que los filamentos del ADN complementario,
hacen para completar un codón, que es una de las 64 estructuras de seis partes que constituyen el código genético.
En nuestro planeta, los mayas tradujeron estos veinte lugares de posición, como los veinte símbolos conocidos
como los veinte Signos Sagrados.
Con frecuencia se ha dicho que los signos mayas son más ideográficos que jeroglíficos. Un jeroglífico utiliza
imágenes para describir palabras o sonidos: una ideografía utiliza signos, que frecuentemente son de naturaleza
abstracta, para transmitir ideas, sin usar palabras o frases particulares.
Como símbolos ideográficos, hay muchas maneras diferentes en los cuales estos Signos pueden ser leídos.
Cargados de significado, los Signos demandan un entendimiento analógico. El pensamiento analógico flota
azarosamente y salta a una conclusión, mediante una asociación semejante enlazando cosas que aparentemente
son diferentes.
El pensamiento analógico es también aquel que crea una forma sobre las bases de proporciones afines. Como ya lo
hemos visto, el simbolismo numerológico de los mayas, se basa totalmente en los fractales armónicos, que a su vez
están basados en proporciones afines. Los veinte signos sagrados, al igual que los trece números, participan del
mismo fractal armónico.
Cuando miramos los veinte Signos Sagrados, vemos que ellos son elegantes, cómicamente simples. Más que
ideogramas ellos son íconos. Simplemente ellos son imágenes. Algunos son más abstractos que otros. Hay unos
que parecen rostros. Otros manos. Lo fundamental en la simplicidad de los iconos, consiste en que ellos son tan
fáciles de imprimir como cualquier juego de caracteres de un libro cómico.
En verdad, los Signos piden que se les imprima, porque en esencia son disparadores de la memoria. Ya sea que
ellos fuesen ordinarios, humorísticos, o enigmáticos, los Signos ya están hechos no tienen complicación. En esto
radica su fluidez y su poder.
Los veinte signos están asociados con direcciones específicas que más adelante amplían su significad “ o. Las
direcciones van en sentido contrario a las manecillas del reloj, del Oriente al Norte, al Oeste, y al Sur. Esto es así
porque este orden complementa el orden de los números 1, 2, 3,... 13, que puede decirse van en dirección de las
manecillas del reloj. Hay que recordar que en el Zuvuya de los mayas, el tiempo - y cualquier otra cosa - opera
simultáneamente en por lo menos dos direcciones.
Ellos se fundamentan el uno al otro, y con respecto al significado se referencian mutuamente. Por otro lado, también
se obtiene cierto significado por su relación mutua en el orden en el que invariablemente aparecen. Mi presentación
inicial de los Signos Sagrados, se basa en la descripción de algún modo cosmológica de los Signos, que fue tomada
del texto profético El Libro de Chilam Balam.
En esta presentación, los signos describen un proceso de desarrollo, que es el mismo sendero de la vida. Los
primeros siete Signos representan el ciclo del cuerpo inferior o ser físico, mientras que los restantes trece Signos,
describen la evolución del cuerpo mental superior. Sin embargo, no debe pensarse que la evolución representada
por los últimos trece Signos, en modo alguno sustituye la evolución descrita por los primeros siete Signos.
Todas las cosas son congruentes y se interpenetran. A su vez, el segundo nivel de trece Signos está dividido en dos
etapas. La primera etapa consta de siete Signos, incluyendo los Signos que van del 8 al 14, y la segunda etapa
consta de seis Signos que van del 15 al 20.
Se ha completado un circuito completo, un circuito de vida tejido en el Telar Maya. En él está todo lo que pertenece
al ser, no sólo como progresiones de la Luz, sino como escalera por la cual ha de ascender el héroe, e igualmente
la heroína. Los veinte Signos, en un estado de constante movimiento circular, definen un camino de la vida en el
cual el ser físico se prepara, y es una etapa para las más altas espirales mentales del ser.
Es un camino completo para el ser, e inclusive para el ser humano, un camino y un modelo de existencias
universales, no meramente para la vida en este planeta, sino para toda la vida en todo el universo.
En su sencillez jeroglífica, ¡cónica, y de tira cómica, los veinte signos describen la aventura, tal y como los
navegantes Mayas la han anotado exitosamente, en sus luminosas exploraciones del campo galáctico.
Debido a su orden direccional, el circuito completo de los veinte signos puede ser considerado como cinco grupos
de ruedas radiales, cada una girando en sentido contrario a las manecillas del reloj, desde el Oriente hacia el Norte,
Oeste, y al Sur. Podemos imaginarnos cada rueda con sus 4 brazos, moviéndose en espiral y en fase con los
demás, interactuando recíproca y armónicamente de modo simultáneo.
Imaginemos además, que cada una de los cinco ruedas representa en sí misma una dirección, que también sigue al
cuádruple movimiento en sentido contrario a las manecillas del reloj, caracterizando el orden de los Signos. Así
pues, las primeros cuatro ruedas representan las direcciones del Oriente, Norte, Oeste, y Sur, mientras que la quinta
rueda representa la estación del Centro.
De este modo, por el movimiento espiral de las ruedas se genera un modelo mandálico, y cada rueda es un fractal u
holograma de la progresión completa.
Entonces, aquí vienen las agrupaciones de los veinte Signos en cinco Ruedas Direccionales/Estacionales, o familias
cíclicas:
Las fuentes de toda la estructura mítica tienen su domicilio en los veinte Signos Sagrados. Se entiende aquí por
mito a la estructura de los puntos resonantes que se prolongan desde el corazón galáctico, informando cada
aspecto del conjunto galáctico. Los veinte puntos de áncora de esta estructura mítica, son los símbolos primarios
cuya potencia espiral forma una escalera fractal que une las mitologías, los mundos y los sistemas estelares.
En el proceso de desarrollo descrito por los veinte signos, los signos 5, 10,15, y 20 representan las articulaciones
claves de las etapas evolutivas de la mente, que pasan a zonas del ser aún más grande y más extensas. Cada uno
de estos cuatro Signos está relacionado con cada una de las cuatro direcciones, y así pueden ser considerados
como los regentes de esa dirección particular.
Estos cuatro Signos, en su papel de Guardianes Direccionales Evolutivos, constituyen una rueda interior de
significado:
5 Signo. ORIENTE: CHICCHAN
o Cerebro reptídico
o Sistema Autónomo
o Instinto
10 Signo. NORTE: OC
o Cerebro de Mamífero
o Mente Emocional y Conceptual
15 Signo. OESTE. MEN
o Cerebro Planetario
o Mente Resonante Superior
20 Signo. SUR. AHAU
o Cerebro Solar
o Estelaridad
o Mente Luminosa
Cuando los veinte Signos Sagrados se combinan con los trece números, que pueden verse emanando de cada uno
de los Signos, entonces se constituye todo el enrejado mítico de las 260 unidades.
El enrejado, llamado Tzolkin o Módulo Armónico, es un holograma o una tabla de transmutación de los diferentes
niveles de información, conocimiento, conciencia, y categorías del ser. Con el entendimiento de las aplicaciones de
este Módulo, se pueden señalar diferentes resonancias y el cuerpo de luz puede ser manejado y navegado. Pero
estos usos son para los que están adelantados.
Los mayas sabían que como un organismo completo, los humanos aún no estábamos en la etapa del dominio
completo del cuerpo de luz, así que ellos presentaron el uso del Tzolkín como un instrumento para registrar el
tiempo.
Al representar sólo una dimensión del Módulo Armónico, el calendario de 260 días sagrados, es sin embargo la
clave dejada por los mayas para abrir las otras dimensiones del Módulo.
Como holograma del proceso y modelo galáctico, el Calendario Sagrado aún es útil, y necesita que se le entienda
por lo que él es: el modelo fractal que demuestra los veinte vértices galácticos en espiral, cargados con sus 13
rayos de pulsación e información, superpuestos a los 260 días que dura el paso de nuestro planeta alrededor del
sol.
Además de eso, los mayas mostraron que este modelo de 260 unidades, cierra con el ciclo solar de 52 años.
Siendo el fractal del ciclo de 5.200 tun el que describe el diámetro del rayo de comente sincronizada a través del
cual está pasando la nave espacial Tierra, el ciclo de 52 años describe un periodo de tiempo durante el cual no se
repetía ni un día - cada día tenia un nombre y un significado únicos. (Véase el Suplemento E. El Ciclo de 52 años y
el Calendario Diario).
Como un modelo del fractal aplicado a nuestra ruta planetaria, el Tzolkin o Calendario Sagrado, es divisible en 4
grandes modelos o estaciones de 65 kin o días cada una. Estas 4 estaciones, marcadas holográfica mente dentro
de cada ciclo de 260 días, representan la incesante descarga de energía galáctica en un modelo cíclico cuádruple.
Las cuádruples energías corresponden, entre otras cosas, a las cuatro direcciones.
Así pues, las grandes “estaciones del Tzolkin” que son de 65 días, son las funciones de los 4 caracteres a quienes
acabamos de presentar como los Guardianes Evolutivos de las Direcciones:
CHICCHAN -ORIENTE
OC -NORTE
MEN -OESTE
AHAU -SUR
En los últimos textos proféticos, estos Guardianes de las Direcciones estaban relacionados con la imagen del
“Quemador”, aquel ser primordial, intemporal que trae el fuego, el héroe de la visión y la luz venerado en todas
partes con nombres diferentes como prometeico dador de cultura.
Hay cuatro Quemadores correspondientes a las Cuatro Estaciones Evolutivas, que están regidas por los Cuatro
Guardianes Evolutivos. Cada Estación Evolutiva se divide en cuatro etapas, tres de veinte días cada una, y una de
cinco días, para un total de 65 días para cada Estación Evolutiva.
Así pues, hay cuatro días iniciáticos por Estación que son importantes para los Ciclos del Quemador.
En la primera fase, el Quemador Toma el Fuego, el Guardián toma el conocimiento del fuego, de la Estación
anterior a la nueva Estación. El número asociado con la primera fase es el 3, el rayo del ritmo y de la sinergia. En la
Segunda Fase, el Quemador Inicia el Fuego, el conocimiento del fuego es aplicado realmente para iluminar la
estación evolutiva en curso.
El número asociado a esta fase es el 10, e¡ rayo de la manifestación. En la tercera fase, el Quemador Corre con el
Fuego, el Guardián toma el fuego y difunde su influencia. El número asociado a esta fase es el 4, el Rayo de la
Medida y la extensión en las cuatro direcciones.
Finalmente, en la cuarta fase, el Quemador arroja el fuego y concluye la influencia del fuego para la Etapa Evolutiva
en curso. El número asociado con esta etapa es el 11, el Rayo de Disonancia.
En esta estructura mítica conmemorativa de las estaciones de luz, empezamos a ver algunas de las potencialidades
simbólicas de múltiples niveles, contenidas dentro del Tzolkin o Módulo Armónico. Originado en la Matriz Radial de
Hunab Ku, el modelo de 13 x 20 unidades, es solamente el recurso con el cual hemos de obtener el foco que nos
permite participar en el todo.
El Factor Maya, siempre de naturaleza mandálica, es un fractal armónico cuyos modelos de onda representan una
ciencia que está más allá del materialismo, y cuyas matrices resonantes nos armonizan dentro de una red mítica,
dirigiéndonos al hogar que nunca hemos abandonado.
Tomándolo en conjunto, el Modelo de 260 unidades también puede ser definido como un holoscanner. Tal recurso
no sólo nos proporciona una visión del todo, sino que al ser un fractal o chip holográfico del antiguo bloque
galáctico, nos proporciona entradas a los múltiples reinos del ser y la conciencia.
Con este pensamiento desafiante, tomemos el Módulo Armónico, y veamos más exactamente cómo nos da
un holoscan del rayo de sincronización de 5.200 tun, cuyo pasaje está cerca de concluir ahora en nuestro planeta.
5 - Historia y Sistema Solar - La Visión Galáctica
La matriz Maya, el Tzolkin o Módulo Armónico, al llevar el código de la armonía galáctica, informa a todos los
sistemas con una resonancia reguladora común, llamada el cuerpo de luz.
Así como todo organismo viviente posee un cuerpo de luz -que es la infraestructura ADN -y aun cuando la especie
completa tiene su cuerpo de luz colectivo, así también el planeta, como organismo consciente, también se
caracteriza por su cuerpo de luz en despliegue.
Al igual que el cuerpo de luz de los organismos individuales y colectivos, el cuerpo de luz planetario es la estructura
resonante consciente articulada, que regula y permite el desarrollo completo del destino evolutivo. Es importante
recordar que el cuerpo de luz planetario, incrustado en el programa de memoria del planeta, sólo puede ser activado
por un esfuerzo consciente y cooperativo.
Como ya lo veremos, la clave para la articulación consciente del cuerpo de luz planetario, está en la ciencia
generalmente conocida como geomancia -o acupuntura terrestre.
Como banco de información radiante del programa planetario, el código galáctico de 260 unidades puede
visualizarse como imprimiendo originalmente el éter electromagnético de la cubierta planetaria exterior, o sea la
parte superior de los dos cinturones de radiación que circundan la Tierra. Digo originalmente, porque el núcleo
galáctico, Hunab Ku, como una poderosa estación de radio, está produciendo interminablemente el código de luz
radiante.
El flujo de información entre un cuerpo planetario como la Tierra, y el núcleo galáctico, es sostenido e intermediado
por la actividad solar conocida como las manchas solares binarias. Tanto el Sol como el planeta operan con el
mismo banco de información galáctica. Siempre que un cuerpo estelar, tal como nuestro Sol, empieza su curso
evolutivo, este ya está marcado con el código galáctico de 260 unidades.
Una vez que un planeta como el nuestro alcanza un punto de activación resonante, el flujo de información galáctica
que es intermediado por las manchas solares, imprime la cubierta electromagnética exterior con las bases del
programa de memoria planetaria.
Una vez que el programa de luz planetaria ha sido impreso y ha empezado su funcionamiento, la información
genética también será impresa en el campo planetario.
En nuestro planeta, la impresión genética es función del cinturón inferior de radiación, el cual puede entonces
visualizarse como impregnado por el programa de luz perteneciente al cinturón superior de radiación. Los dos
cinturones de radiación son como un telar vibratorio, que teje resonancia en vez de tela. La resonancia común de la
impresión genética inferior, y de la impresión galáctica superior, da origen al programa total de memoria planetaria,
llamado el Banco PSI.
Al funcionar dentro de la membrana inter-activa de los cinturones de radiación, el Banco PSI produce lo que Rupert
Sheldrake llama los campos morfogenéticos - o sea los sub-campos resonantes saturados de memoria - cuyo
funcionamiento cuenta para la continuidad de las diversas formas de vida orgánica.
Lo que estamos descubriendo aquí, es la estructura inteligente del planeta, considerada como un organismo
viviente. Y al hacerlo, estamos bordando en la Hipótesis de Gaia, de James Lovelock, la noción de que la Tierra es
en verdad una entidad consciente y en evolución. Por supuesto, virtualmente todos los pueblos prehistóricos, es
decir, los pueblos pre-tecnológicos son o eran conscientes de este hecho. A través de gran parte de la historia, la
creencia de que la Tierra es sagrada, ha sido sostenida comúnmente por los pueblos de todas partes.
Mientras podemos decir que el carácter sagrado de la Tierra como organismo viviente, ha sido una creencia
sostenida comúnmente durante largo tiempo, sería ya otra cuestión, si todos los pueblos que sostienen esta
creencia, compartieron su conocimiento colectivamente, o tuvieron una visión tan completa de la Tierra como la
tenemos en la actualidad, gracias a nuestra complicada pero unificante tecnología espacial.
Haciendo a un lado los argumentos que afirman que una ciencia común fue compartida por los constructores de
Stonehenge, de la gran pirámide de Giza, y de las pirámides de Teotihuacán, sostengamos, al menos que, por
virtud de una resonancia común hubo tal conocimiento “universal”.
Dada esta perspectiva, presentemos la Armonía Maya en su forma como el Gran Ciclo -o Rayo de Sincronización
Galáctica. Retrocedamos unos 5.000 años y describamos una doble situación. De un lado está la situación de la
Tierra. Y por otra está la situación de los navegantes galácticos llamados Mayas. Primero que todo, examinemos la
Tierra.
Siguiendo a la última Edad del hielo hace más de 12.000 años, comenzó para el planeta un nuevo ciclo de vida, una
nueva era solar. Aquí y allá encontramos remanentes de un ciclo anterior.
Este, especialmente, parece será el caso de Suramérica. Estos puestos de avanzada de ciclos anteriores quedan
ocultos, discretos, al acecho, pero no implicados en el nuevo ciclo. En un lapso de 6.000 años, los experimentos
agrícolas comienzan a dar resultados en los valles ribereños de la India, el Medio Oriente, y el Norte de África.
La información galáctica infundida a través del Sol impregna los campos mentales de los pueblos agrícolas.
Recuerdos confusos de ciclos anteriores, de otros tiempos, de otros planos de existencia se mezclan con la
veneración al Sol. Así, se cimienta una madurez de pensamiento y sentimiento.
Ya se pasó la voz: otro planeta está preparado para la activación de su cuerpo de luz. Mediante el esfuerzo
colectivo de la grandiosa comunidad de la inteligencia galáctica, el rayo de sincronización galáctico es enfocado a
través del Sol y su sistema planetario, y con especial atención hacia la tercera órbita planetaria, que es la de la
Tierra.
Justo en el momento conveniente, a través de una fuerza mental colectiva desconocida en nuestro planeta, se
activa el rayo de 5.200 tun de diámetro; comienza el Gran Ciclo.
Los eruditos dan rodeos respecto a la fecha exacta en que empezó el Gran Ciclo Maya. Algunos dicen que el 13 de
agosto, otros que el 11 de agosto, y aún otros, que el 6 de agosto del año 3113 A.C. Indudablemente, la fecha 6 de
agosto es interesante porque es la fecha en que los chinos conmemoraban el punto medio entre el solsticio de
verano, y el equinoccio del otoño. También es la fecha reconocida del bombardeo atómico a Hiroshima. En todo
caso, hace casi exactamente 5.100 años que el planeta entró en el Rayo de Sincronización Galáctica.
Y sólo dentro de unos 26 años a partir de este escrito, el planeta dejará el rayo.
Pero,
¿Qué es el rayo?
¿Cómo hemos de describirlo?
¿Qué es lo que éste sincroniza, y cómo?
En términos mayas, este sayo, o sea el Gran Ciclo, tiene 5.200 tun de diámetro. En términos de Kin o días, un tun
consta de 360 kin o días cada uno, o sea de 5 días menos que un año solar inexacto. Un año solar en la actualidad
es de 365,2422 días. Así pues, un periodo de 5.200 tun iguala a 5.125 años solares inexactos, o sea, 1.872.000
días.
Como lo hemos recalcado, los mayas se ocuparon de la calibración y equivalencia entre el calendario que anota el
recorrido solar de la Tierra, y la armonía galáctica real. El ciclo de 5.200 tun representa un fractal para la clave de
las 52 unidades, o sea el Telar Maya, que sintetiza la armonía galáctica.
Como fractal, el ciclo 5.200 tun puede descomponerse en 260 unidades de 20 tun cada una, llamadas katunes, y en
13 unidades de 400 tun cada una, llamadas baktunes. Mientras que el número armónico clave de un tun es 360 kin,
y el katún es 7.200 kin, el baktún es 144.000 kin. Es muy importante recordar que los números mayas son
multidimensionales. Su transferencia en días o en años, no significa que dejen de ser operativos para otros factores
o valores. El ciclo de la historia como un modelo de onda armónica de 5.200 tun de diámetro, no es sino una tajada
de un holograma galáctico multi-dimensional.
Como hemos observado, cuando un esquema del Gran Ciclo es presentado como un juego de trece baktunes,
ordenado en veinte katunes cada uno, dando origen así a la reja de 260 unidades, este es indiferenciable de la reja
que representa los 260 días del Calendario Sagrado o Tzolkin. En otras palabras, El Tzolkin y el gran ciclo son
fractales el uno del otro.
Y, es que siendo ambos fractales de la armonía galáctica de 260 unidades, ¿Cómo podría ser de otro modo?
Así, esquemáticamente, en el Módulo Armónico Maya presentado como el Gran Ciclo, las columnas verticales que
parten desde el lado izquierdo, representan la serie de los trece baktunes.
Contando hacia abajo desde la parte superior izquierda, cada columna posee veinte unidades informativas, y cada
unidad representa un ciclo katún. Ya que la cuenta de las unidades informativas que van de 1 a 13, también
procede en serie interrumpida desde la parte superior izquierda hacia abajo, puede presentarse un vuelco de ciclos,
en este caso de los veinte ciclos de trece katunes, representado cada uno de estos ciclos por la serie numérica de 1
a 13.
Así pues, hay trece baktunes de veinte unidades cada uno, y hay veinte subciclos de trece katunes cada uno. Los
mayas denominaron ciclos Ahau a este tejido de veinte subciclos de trece katunes.
Resumiendo entonces, tenemos que el Gran Ciclo consta de: 1.872.000 kin/días; 5.200tun de 360 kin/ías cada uno
(ligeramente menos de un año por tun); .260 katún de 7.200 kin/días (ligeramente menos de veinte años por katún);
veinte ciclos Ahau de 13 katunes o 93.600 días cada uno. (260 tun, o aproximadamente 256 años por ciclo Ahau);
trece baktún de 144.000 kin/días cada uno (400 tun, ligeramente más de 394 años por baktún).
La unidad clave para considerar es el ciclo baktún. Recordando que el tun tiene 5 días menos que un año solar
impreciso, entonces la fórmula 400 tun = 20 katún = 1 baktún, ronda en algo más de 394 años solares imprecisos.
En otras palabras, en su subdivisión de trece ciclos baktún, el Gran Ciclo o Rayo de Sincronización Galáctica repite
la serie numérica de la clave galáctica, del la¡ 13.
Con este juego de trece baktunes representado por las trece columnas verticales del Módulo Armónico Maya,
podemos empezar a construir el calendario del Gran Ciclo, incrustándolo en el período de tiempo comprendido entre
el año 3113 A.C. hasta el 2012 D.C..
Primero que todo, pongamos en una lista la serie de los trece ciclos baktún. Debe observarse que el primer ciclo es
el baktún 0, el segundo es el baktún 1, etc., significando con ello que un ciclo no se cuenta hasta que su duración
haya concluido una ronda.
Al contemplar que cada uno de los ciclos baktún está representado en el módulo, debe prestarse atención al hecho
de que las unidades del Telar Maya aparecen en cada ciclo. Estas unidades del Telar Maya, de las cuales hay 52,
representan períodos de una activación galáctica más intensa.
Los nombres dados a los 13 ciclos baktún, se refieren a los sucesos y cualidades claves que distinguen a un
determinado ciclo.
9. Baktún 8. Baktún de los Señores del Rojo y el Negro. Año 41 al 435. D.C.
8.0.0.0.0
Termina la construcción de la pirámide de Teotihuacán, consolidación del régimen cultural
mesoamericano, los señores del Rojo y el Negro, primeras enseñanzas de Quetzalcoatl;
Moche, Nazca, y Tiahuanaco en los Andes; Isla de Pascua, aparición de los reinos del
África Occidental; expansión y caída del Imperio Romano, ascenso del cristianismo; caída
de la Dinastía Han, difusión del budismo en China y en el sureste asiático.
10. Baktún 9. Baktún de los Mayas. 435 - 830 D.C. 9.0.0.0.0
Segunda visita de los mayas galácticos, Pacal Votan de Palenque, y florecimiento del
régimen cultural maya; Mahoma y aparición del Islam; Europa Occidental Cristiana Romana
y Europa Orienta¡ Cristiana Bizantina Ortodoxa; Surge el hinduismo en la India; expansión
del budismo al Tibet, Corea, y Japón; en China gobierna la dinastía Táng; se consolidan los
reinos del suroeste asiático; Indonesia (Borobadur y Java); época esplendorosa de
Tiahuanaco en los Andes; surge la civilización Polinesia en Oceanía; primer florecimiento
de la civilización de Nigeria.
11. Baktún 10. Baktún de las Guerras Santas. 830 - 1224. D.C. 10.0.0.0.0
Colapso de los Mayas Clásicos y de la civilización mejicana central, Quetzalcóatl año 1
Caña surgen los toltecas; las civilizaciones de Chan Chan y Chimu en los Andes; surge la
I”fe en Nigeria; florecimiento y difusión del Islam y su confrontación con la civilización
cristiana - Las cruzadas; apogeo de la civilización tibetana; regencia de la dinastía Sung en
China, invención de la imprenta y la pólvora; regencia de la Dinastía Khmer en el sur-este
asiático. Surge en África orienta¡ la Gran Zimbabwe.
El nombre del Baktún final, como también el del Baktún inicial, que es el Baktún de la implantación estelar, nos dan
las pistas. Lo que parece será un proceso de la historia -el Gran Ciclo-es realmente un proceso planetario, una
etapa en el crecimiento consciente de la Tierra, la construcción del cuerpo luminoso de la Tierra.
En este esfuerzo totalmente planetario, los humanos son los instrumentos atmosféricos sensitivos utilizados en un
proceso, cuyo objetivo es la transformación del “campo materia” del planeta. El fin de esta transformación, es elevar
todo el campo planetario a un nivel de frecuencia resonante más alto y más armonioso.
De este modo se construye el cuerpo de luz planetario, la envoltura etérica de la Tierra conscientemente articulada.
Esto es algo de lo que se quiere decir con relación al Gran Ciclo como Rayo de Sincronización galáctica de 5.125
años de diámetro.
Con el objeto de comprender el significado de la historia, como la construcción galácticamente sincronizada del
cuerpo de luz planetario, es necesario entender el papel de nuestro planeta en relación con el mayor organismo - el
sistema solar - del cual él es un miembro participante. Tal y como lo entendemos, el sistema solar consta de una
estrella central que es el Sol, y su familia de al menos diez planetas. Este sistema solar es un organismo que se
contiene a si mismo, y cuya envolvente sutil o campo mórfico es llamado heliocosmos.
Cada 11.3+ años el heliocosmos pulsa hacia afuera, y luego, durante otros 11.3+ pulsa hacia adentro. Estos ciclos
de inhalación y exhalación de 11.3 años, son definidos como la heliopausa, cuyo movimiento total sucede en un
período de 23 años. Mientras que dieciséis ciclos de 260 días son iguales a 11.3 años; veintitrés ciclos de 11.3 años
suman aproximadamente 260 años.
El registro de la inhalación y exhalación solares por la heliopausa, corresponde precisamente a la actividad de los
movimientos de las manchas solares binarias.
En la actividad de las manchas solares, dos”manchas”, la una negativa y la otra positiva, pulsan hacia adentro
desde posiciones situadas a 30 grados al norte y al sur, del Ecuador solar. Aproximadamente cada 11.3+ años, las
dos “manchas” se encuentran en el Ecuador, cambian de -polaridad, y otra vez empiezan el proceso a los 30 grados
norte y sur del Ecuador solar.
Siguiendo la heliopausa, el movimiento total de las manchas solares sucede en un período apenas inferior a los 23
años. En otras palabras, el campo mórfico del Sol tiene un modelo respiratorio de unos 23 años de duración.
Evidentemente, las manchas solares, cuya actividad causa grandes perturbaciones a las ondas de radio en la
Tierra, y al campo bio-electromagnético en general, están unidas al proceso de la respiración solar. Si podemos ver
al sistema solar como un organismo colosal, cuyo cuerpo que es el heliocosmos, abarca las órbitas de los planetas,
¿cuál es el papel de los planetas dentro del cuerpo solar, y cómo afecta a los planetas el proceso de la respiración
solar?.
En nuestra consideración de estos asuntos, también debemos tener en cuenta otra variable importante. Si la Tierra
es un organismo viviente, que evoluciona conscientemente, ¿qué puede decirse respecto al Sol alrededor del cual
ella gira?. Una breve meditación nos lleva a la posición inevitable, de que también - el Sol posee una inteligencia -
pero una que para nosotros es inmensa y virtualmente incomprensible.
Sin embargo, nuestros antepasados de las antiguas civilizaciones de Egipto y Méjico, Perú y Mesopotamia, tenían
algún conocimiento de esto, y en este conocimiento se basa su denominada adoración al Sol. Además de esto, la
actividad de la heliopausa y de las manchas solares binarias, da alguna indicación sobre la naturaleza del proceso
energético de la inteligencia solar.
Con base en los conocimientos acumulados, tanto antiguos como actuales, podemos dar la siguiente descripción
del inteligente organismo solar.
Coordinado por una estrella central que continuamente supervisa la información galáctica a través de la pulsación
cíclica de sus transmisores y receptores binarios, el cuerpo solar está articulado como una serie de ondas sutiles
que corresponden a las órbitas de los diez planetas. Como Kepler lo intuyó, las órbitas planetarias poseen una
relación armónica.
De este modo, el cinturón de Asteroides fue descubierto orbitando entre Marte y Júpiter. Urano fue descubierto
orbitando más allá de Saturno, y más tarde se descubrió que Neptuno y Plutón estaban orbitando más allá de
Urano. Lo que es importante en esta descripción del campo solar, es el modelo de onda armónica creada por las
órbitas planetarias en su movimiento alrededor del Sol.
Si el Sol es la inteligencia central coordinadora en el campo solar, los planetas representan giróscopos armónicos,
cuyo propósito es mantener la frecuencia resonante representada por la órbita que lleva el planeta. En realidad, esta
es exactamente la descripción de la Tierra, por ejemplo, girando sobre su eje.
Aunque el heliocosmos, o sea el cuerpo solar en su totalidad, es un sistema auto-regulador, es al mismo tiempo un
subsistema dentro de un campo galáctico más grande. Así pues, su inhalación consta de fuerzas cósmicas,
frecuencias galácticas supervisadas ya sea directamente desde el núcleo galáctico, y/o desde otros sistemas
solares dotados de inteligencia. Su exhalación representa comentes transmutadas de energía/información, que
regresan al núcleo galáctico, Hunab Ku.
Los planetas, que son giróscopos armónicos orbitales, ayudan en la mediación del flujo de información energética
hacia y desde el núcleo galáctico. La inhalación representa un flujo del movimiento solar; la exhalación representa
un flujo galáctico-lunar. Como lo veremos, hay una correspondencia entre la inhalación y exhalación solares, los
diez giróscopos planetarios, y los veinte Signos Sagrados.
En la totalidad del proceso evolutivo solar, que abarca nuestra propia evolución planetaria, digamos que el objetivo
es llegar a una coordinación superior e inteligente de los diversos centros planetarios con el núcleo solar central, y
del núcleo solar central con el núcleo galáctico. Los índices de que el cuerpo solar ha obtenido nuevos niveles de
integración consciente, están representados por frecuencias cada vez más armónicas de las órbitas planetarias en
resonancia con la aumentada frecuencia armónica propia del Sol.
Supongamos que durante el proceso en el que una estrella obtiene tal nivel de coordinación inteligente y
consciente, este llega a un estado en el que se solicita y se recibe cooperación de otros sistemas estelares más
avanzados. La cooperación de los otros sistemas estelares sería en la forma de un rayo de sincronización con
frecuencia resonante, enfocado en los giróscopos armónicos orbitantes, que son los planetas mismos.
El enfoque de dicho rayo sincronizado de frecuencia armónica, naturalmente estaría en concordancia con la
armonía galáctica, y representaría una fractal mínimo del flujo total de las estaciones (períodos) galácticos. Como ya
lo hemos visto, este armónico galáctico es de 5.200 tun o 260 katún en diámetro, contiene y abarca todas las
proporciones matemáticas que rigen las propiedades radiantes y genéticas de la vida universal.
Por razones que se volverán más evidentes, a medida que esta visión de la inteligencia solar y de la comunidad
galáctica se desarrolla, el enfoque de este rayo, que corresponde al tiempo terrestre comprendido entre el año 3113
A.C. hasta el 2012 D. C., ha sido de importancia particular para la transformación de la inteligencia terrestre.
Digamos solamente por el momento, que durante este rayo sincronizado de 5.200 tun, los armónicos resonantes del
tercer giroscopio orbital, es decir, la Tierra, han sido el punto céntrico determinante en el establecimiento de una
etapa de coordinación inteligente, que permita que el sistema solar ingrese plenamente en la comunidad de la
inteligencia galáctica.
Dentro del contexto de los campos morfogenéticos, el Gran Ciclo de 5.200 tun puede ser considerado como un
campo activado galácticamente, y de una resonancia intencional que está dividida en trece campos subcíclicos.
Como un campo total de resonancia, el propósito del gran ciclo es facilitar la exaltación de la Tierra - es decir, la
creación y realización del cuerpo de luz planetario.
Esta adquisición de la inteligencia planetaria, representada por el signo MEN, es el prerrequisito para el logro de la
resonancia consciente con la inteligencia solar central, representada por el signo AHAU.
Para hacer que toda esta información sea más significativa y útil, regresemos a los trece ciclos baktún como la onda
armónica de la historia.
Consideremos estos trece ciclos como un paisaje de resonancia mórfica, dividido en siete montañas y seis valles.
Cada uno un diferenciado campo de resonancia mórfica para sí mismo, estas siete montañas y seis valles se
constituyen como una simple y siempre unida onda de formación, hacia un clímax que se presenta al final del
decimotercer ciclo.
El objetivo de este “clímax de la materia” que se presenta hacia el final del decimotercer ciclo, o sea el Baktún de la
Transformación de la Materia, es inducir un aumento en la frecuencia armónica. Recordando que la Tierra es un
giroscopio armónico, esta elevada resonancia armónica, que es afectada por una singular unificación de la
conciencia humana, ayudará más bien pronto que tarde, a impulsar el cuerpo solar dentro de la comunidad de la
inteligencia galáctica.
En esta consideración de los trece ciclos baktún del rayo de sincronización, como trece subcampos mórficos,
nuestra atención se dirige hacia el final y el comienzo de los ciclos.
Los puntos de transición entre los subciclos son críticos para nuestro entendimiento de los campos morfogenéticos.
Porque mientras que el campo conserva la memoria de una especie, es en el momento de la transición cíclica
cuando se introducen los cambios en la programación. Obviamente, mientras más pequeño sea el ciclo, más
sutilmente cambia el programa; mientras más grande sea el ciclo, más grande ha de ser el cambio en el programa.
En el organismo humano estos cambios se experimentan como relevos en la dominancia de modelos arquetípicos
particulares.
Así pues, cada ciclo baktún posee una resonancia mórfica particular, representada por un arquetipo particular o
conjunto de símbolos arquetípicos. En este aspecto, los símbolos pueden ser considerados como capacitadotes
resonantes. Es decir, cuando un símbolo es elaborado en forma debida, contiene la capacidad de evocar una
resonancia particular, no importa dónde o cuándo.
De este modo, las resonancias arquetípicas particulares puestas en movimiento durante un baktún, pueden será
transportadas a otro baktún, o a otros baktunes. Esta situación se hace más compleja, dada la tendencia humana
para distorsionar el significado de acuerdo a los imperativos egoístas o territoriales.
Al representar un campo diferenciado de resonancia mórfica, el baktún da cuenta del cambio cíclico.
Una transición cíclica describe el punto en el que finaliza un ciclo y empieza otro. Cada 394 años hay una pausa o
intervalo en el subcampo morfogenético llamado baktún. Durante este intervalo o pausa cíclica, se descartan ciertos
métodos simbólicos o disposiciones cognoscitivas, y aparece la impresión de un nuevo Banco Psi. Naturalmente,
hay ciclos menores en los que esto ocurre, particularmente en los ciclos katún “generacionales” de 19 años.
Pero la importancia de los ciclos baktún descansa en su inmensidad en relación con la duración de una simple
existencia humana.
Así pues, mientras miramos detalladamente el mapa del paisaje formado por el Rayo de Sincronización Galáctica,
vemos que la serie de trece campos morfogenéticos en su carácter arquetípico, se forman en 5.125 años, y cada
uno está subdividido en veinte subciclos katún.
Aunque las transiciones entre los campos no siempre se advierten por alguna cosa de grandiosa significación, sin
embargo podemos distinguir en cada uno de los subcampos un cambio de carácter totalmente marcado. Como se
indicó, estos cambios de carácter generalmente son debidos a la anulación inconsciente de ciertos rasgos
simbólicos/cognoscitivos, y a la impresión de nueva información cuyo compendio comprende la cualidad del nuevo
subcampo mórfico.
Así pues, una transición entre ciclos marca una transferencia de información e impresión que afecta y sella toda la
cualidad transportadora de la memoria, del nuevo campo morfogenético.
El cambio cíclico es importante porque es el medio por el cual se introduce la creatividad a un nivel de
especie/planeta. Cualquier cambio en un campo mórfico es precedido por una subducción morfogenética anterior a
la transición. Una subducción es una repentina reducción de la energía, que precede a cualquier trastorno o
descarga posterior de energía nueva en el nuevo subcampo mórfico.
Esta ordinariamente es ocasionada por un suceso que presagia lo que vendrá. Así la construcción de Stonehenge
con todas sus proporciones astronómicas y geodésicas, podría considerarse como el suceso subductor que
concluye el baktún inicial de la Implantación Estelar, y presagia el siguiente baktún, que es el de la Pirámide.
En cualquier caso, lo que ahora es genuinamente significativo para nosotros, es la subducción precedente a la
terminación del ciclo total. Si los cambios entre los baktún pueden considerarse de gran significación, entonces la
subducción y el cambio ocasionados por la terminación de todo el Gran Ciclo, deben ser de proporciones inauditas.
Este cambio, que ya se ha iniciado, es señalado por un cambio en la frecuencia resonante que pregonará la
terminación del Gran Ciclo, o Rayo de Sincronización Galáctica de 5.200 tun, y pronosticará el brillo de la post-fase
de nuestra realidad galáctica/solar/planetaria en el año 2012 D.C.
En esta descripción general de los trece subciclos del Gran Ciclo, o Rayo de Sincronización Galáctica de 5.200 tun,
los modelos de la historia humana no solamente se convierten en resonancias mórficas de un proceso evolutivo y
planetario total, sino que el planeta mismo juega su papel en la más grande armonía morfogenética del sistema
solar.
Aunque, desde cierta perspectiva, el elemento humano no es sino el instrumento de los propósitos galácticos, esta
instrumentación es necesariamente inteligente e intencionada.
Y si en este estado de las calibraciones armónicas del Gran Ciclo, estamos en el punto clímax, y en el doloroso
desprendimiento de mucho de lo que hemos desarrollado para llegar adonde estamos; se hace al fin visible la
inconsciente construcción de nuestras labores:
El Cuerpo de Luz del Planeta Tierra - el ropaje de Gaia, llevado como una vestidura radiante de
polo a polo magnético.
Habiendo hecho un bosquejo del paisaje mórfico general de los trece baktunes del Gran Ciclo, ahora podemos
regresar a una consideración de los ciclos baktún.
Para el ciclo baktún hay veinte katunes de algo menos de veinte años cada uno. La importancia o significado de los
ciclos katún se deduce de los atributos del glifo asociado al katún. Así pues, el primer ciclo katún siempre está
asociado con el glifo IMIX, y el último con el glifo AHAU. Entonces, la serie completa de-los glifos, da un perfil
simbólico del desarrollo general del modelo morfogenético de cualquier baktún. El significado de los ciclos katún es
además modificado por el número acordado al ciclo particular.
El ciclo de veinte katunes que da la estructura general del modelo orgánico del baktún puede será construido de la
siguiente manera:
1. IMIX: Katun 0. Grupo de Modelo Morfogenético.
2. IK: Katun 1. El Modelo Morfogenético Recibe Inspiración.
3. AKBAL: Katun 2. El Modelo Morfogenético Recibe la Consagración.
4. KAN: Katun 3. El Modelo Morfogenético es Sembrado en los Modelos de la Vida diaria.
5. CHICCHAN: Katun 4. El Modelo Morfogenético se Convierte en un Instinto Secundario.
6. CIMI: Katun 5. El Modelo Morfogenético Proporciona la Base de la Revelación.
7. MANIK: Katun 6. El Modelo Morfogenético Proporciona la Base del Nuevo Hacer.
8. LAMAT: Katun 7. El Modelo Morfogenético es Percibido Como Ley Cósmica.
9. MULUC: Katun 8. El Modelo Morfogenético se Establece Como Principio de Comunicación.
10. OC: Katun 9. El Modelo Morfogenético se Establece Como Principio Social.
11. CHUEN: Katun 10. El Modelo Morfogenético Emerge Como Visión y Como Fuerza Artística
Dominante.
12. EB: Katun 11. El Modelo Morfogenético es Experimentado Como la Naturaleza Humana
Inevitable.
13. BIEN: Katun 12. Plena Maduración del Modelo Morfogenético Cíclico.
14. EX: Katun 13. Comienzo de la Trascendencia del Modelo Existente.
15. MEN: Katun 14. los Aspectos Superiores del Modelo Morfogenético Permean el Campo
Educativo Total del Ciclo.
16. CIB: Katun 15. Comienza a Sentirse el Impulso Galáctico hacia un Nuevo Ciclo.
17. CABAN: Katún 16. El Modelo Morfogenético Alcanza el Clímax del Poder.
18. ETZNAB: Katun 17. El Modelo Morfogenético Presenta Aspectos Auto-Imitativos y Auto-
Destructivos.
19. CAUAC: Katun 18. El Modelo Morfogenético Empieza la Transformación.
20. AHAU: Katun 19. El Modelo Morfogenético Completa la Transformación.
Dada esta información de los trece baktunes y sus veinte ciclos katún, puede construirse y contemplarse el armazón
de 260 unidades del ábaco de la historia.
Además de los glifos simbólicos asignados a cada uno de los ciclos katún, también está la cubierta de los números
armónicos -es decir, los veinte ciclos AHAU que muestran la secuencia de los números del 1 al 13.
Llamados por los mayas post-clásicos los Ciclos AHAU, estos veinte ciclos, cada uno de trece katún de duración,
proporcionan una segunda capa de un modelo de onda armónica de sincronización galáctica, cada uno de 256 años
de duración. Mientras que los largos ciclos baktún de 400 tun, llevan la impresión morfogenética relativa a la
interacción recíproca de la conciencia humana y planetaria, los más cortos ciclos Ahau, con una duración de 260 tun
- número del código galáctico representan una impresión galáctica superior.
Esta impresión galáctica es la que infunde el modelo total del Gran Ciclo/Rayo de Sincronización Galáctica con el
momento galáctico. El empuje hacia la terminación resonante transformadora del ciclo total en el año 2012 D.C.
De este modo, mientras que pueden verse los trece ciclos baktún como una onda que recoge las siete montañas y
los seis valles, se pueden imaginar los veinte ciclos AHAU como la espiral del ADN planetario, girando veinte veces
en una dirección que corre paralela a los ciclos Baktún, y actuando en forma recíproca con ellos, pero desde una
fuente que está por encima de la forma de onda del baktún.
Además de llevar su propia y diferente cualidad morfo-galáctica, los ciclos AHAU también dan cuenta del transporte
de la información morfogenética desde un baktún hasta el siguiente. En nuestra interpretación de estos 20 ciclos
AHAU de trece katún cada uno, el nombre del ciclo se deduce del glifo al cual se le asigna el número 1, al iniciar el
ciclo.
En adición a esto, se construye un tejido de descripciones mítico-poéticas, que explica el simple y más amplio
movimiento del cuerpo de luz planetario, la mente de la Tierra, en el transcurso del Gran Ciclo de 5.125 años.
Contemplando la superposición de los veinte ciclos de trece katunes sobre los trece baktunes que comprenden los
dos campos interactivos del rayo de sincronización galáctica de 5.125 años de diámetro, sale a la luz una riqueza de
significados.
Como el cálculo simbólico de la historia, como el juego de los abalorios, y como el ábaco del tiempo, el Módulo
Armónico Maya revela un modelo, o conjunto de modelos que son tan matemáticamente exactos como poéticos.
Este es un modelo que con el humano está enlazado íntegramente no como el supremo regente de un planeta,
cuyo derecho es el de explotarla, sino como un agente mítico moldeado tanto por fuerzas galácticas y terrestres
como por la red kármica que hemos tejido con nuestras propias acciones colectivas.
Tal y como lo veremos, hay otras asociaciones planetarias -giróscopos armónicos -que al ser agregados a las
superposiciones de ciclos katún, números, asociaciones simbólicas, modelos de onda, y hechos históricos, también
afectan el significado de cada ciclo katún. Pero por el momento, baste con estas asociaciones preliminares.
El punto aquí consiste en que nos han dado una visión del ciclo de la civilización, moldeada de acuerdo al código
galáctico; código que rige al cuerpo de luz. Este cuerpo de luz, la infraestructura vibratoria impresa por el código
galáctico de 260 unidades, actúa en todos los niveles, ya sea en el de un planeta, una especie, o un organismo
individual, en la evolución de un planeta situado dentro de un mayor sistema estelar, es de gran significación
cuando este cuerpo de luz alcanza un nivel de brillantez consciente.
Por supuesto, este es el propósito fundamental del rayo de sincronización galáctica de 5.125 años de diámetro, que
ahora ha pasado casi completamente a través de nuestro planeta.
Con esto en mente volvamos nuestra atención a la construcción del cuerpo de luz planetario. La forma vital del
cuerpo de luz planetario, es la estructura creada por los periodos de 52 katunes en correspondencia con el
resonante Telar Maya de 52 unidades. Son estos periodos de 52 katunes los que tienen particular importancia en el
proceso de sincronización galáctica.
Es durante estos ciclos de 52 katunes que la fuerza galáctica, aunque perceptible apenas para la conciencia
cotidiana, se intensifica con cualidades que concuerdan con el número y la naturaleza del símbolo asignado a ese
ciclo baktún en particular, es decir: 12 CABAN, 7 IMIX, etc.
Al presentar ciclos de 52 katunes, somos conscientes del modelo de simetría completo construido por el Telar Maya
y por el Módulo Armónico. No sólo encontramos que los números especulares se reflejan en los ciclos, o sea, ciclo 1
y ciclo 13, ciclo 2 y ciclo 12, etc., sino que también hay una correspondencia inversa o contrapunto operativo.
Esto quiere decir que la primera unidad katún del cuerpo de luz, corresponde a la última; la segunda a la penúltima,
etc. Es como si un tejido invisible conectase los puntos más distantes del ciclo, el uno teje hacia adelante desde el
comienzo, y el otro teje hacia atrás desde el final. Pero entonces, esto es como debe ser, porque un ciclo o un
círculo es totalmente armónico, y cualquier punto dado tiene una correspondencia simétrica en cualquier otra parte
del ciclo/círculo, Lo que se genere en un punto es completado en otro punto simétrico.
Y es que ¿quién separa la causa del efecto?. Donde empezamos es donde terminamos, y en vez de que exista algo
parecido a lo que imaginamos que es la evolución, allí sólo hay esencia,-puede haber desviaciones de la esencia, y
regresos a la esencia, pero finalmente sólo hay esencia.
Dada esta perspectiva, presentamos aquí el cuerpo de luz de 52 unidades de la historia, como un juego de 26
correspondencias del Rayo de Sincronización Galáctica:
Por supuesto, el séptimo ciclo místico baktún 6, no está incluido en ninguna de las unidades del cuerpo de luz.
Como columna mística o centro, el séptimo ciclo, que es el Baktún de las Enseñanzas de la Mente, puede
entenderse como resonancia pura que permite sostener en su conjunto al modelo de simetría galáctica.
Visto como un contrapunto, el cuerpo de luz de 52 unidades del planeta Tierra, se construye o teje simultáneamente
en dos direcciones. Esto corresponde al principio Zuvuya - la salida y regreso simultáneos desde y hacia la fuente
que caracteriza todo el fenómeno.
Aunque en este momento en el tiempo no parece que haya mucho orden en las cosas, es sencillamente porque
estamos participando en las tinieblas que preceden al brillo pleno y resplandeciente de la luz. El ciclo del
decimotercer baktún, igual que el primero, contiene una cadena de dieciocho ciclos katún consecutivos, entre
periodos de intensificación galáctica.
Nuestro ciclo, que es el ciclo del katún 259, es la terminación de un periodo tan largo de oscuridad “galáctica”, como
ninguno conocido durante todo el gran ciclo. Es decir, que entre el año 1637 y 1992, época del apogeo del
materialismo, no hay activación galáctica en las unidades del cuerpo de luz.
No obstante, en efecto en la actualidad, a medida que nos aproximamos al katún final del cuerpo de luz, 13 AHAU,
del año 1992 al 2012 D.C., pronto será evidente que estamos uniendo la omega con el alfa.
La semilla estelar sembrada en la época de Menes, y que unificó al alto y bajo Egipto en el año 3 100 A.C.,
producirá el fruto de la unificación de los hemisferios norte y sur del planeta Tierra.
Al dejar el rayo de sincronización galáctico en el año 2012, el ciclo consumado será el ciclo empezado, y será como
si nos hubiéramos visto por primera vez, y al mismo tiempo no nos reconoceremos ya como humanos.
Con el objeto de lograr una mejor comprensión respecto al significado del rayo, y sobre las superposiciones de los
baktún, de los ciclos AHAU, y del funcionamiento del cuerpo de luz, del planeta empezaremos ahora un escrutinio
más detallado del Ciclo 13, Baktún 12 del Gran Ciclo:
el Baktún de la Transformación de la Materia.
6 - El Final del Ciclo - Sincronización con El Mas Allá
En el momento de escribir esto, aún no ha amanecido.
En el calendario común, que va desde el nacimiento de un individuo particular, Jesucristo, es el 20 de junio del año
1986 D.C..En el calendario Maya, que va desde el 13 de agosto del año 3113 A.C., es el 10
BEN, 9 KAYEB, 12.18.14.18.9, lo cual quiere decir que estamos en el Baktún 12, katún 18,
año 14, vinal 18, día 9. 0 podríamos decir que es el kin 1862599, que es el número de días
transcurridos desde el punto de iniciación del Gran Ciclo o, menos de 10.000 kin para la
conclusión del Gran Ciclo.
De cualquier modo que se divida, el gran ciclo o rayo de sincronización de 5.200 tun/13 baktún
en diámetro, a través del cual está pasando nuestro planeta, está a punto de llegar a su fin.
Como lo indicamos en el capítulo anterior, durante el paso a través de este rayo, las formas de
vida avanzadas del ADN de este planeta, experimentan una aceleración, que curiosamente
imitamos con la aceleración a la que sometemos las partículas atómicas en nuestros grandes
laboratorios.
Sin embargo, hablar del final del ciclo en el campo morfogenético, cuyo calendario, consciente o inconscientemente
está dominado por la presencia 12.18.14.18.90 y la visión de la figura histórica llamada Cristo, es levantar el
espectro del JUNIO 20, 1986 Armagedón - una Segunda Venida precedida por una pavorosa conflagración final,
que presagia la extinción.
Y en verdad, este es precisamente el escenario que parece estar acabándose a través de la estructura de tiempo
basada en Cristo, y que ahora domina al mundo. Campamentos armados para destruir el mundo, con un
inconcebible potencial de fuego, que ha sido desatado a través de las investigaciones sobre el átomo -iniciadas y
sustentadas originalmente por los científicos más brillantes del siglo veinte.
Este es el momento con un clima de Armagedón, al cual ha llegado la humanidad y nuestro planeta.
Tan atrapados y hundidos estamos en este reparto, que en la imaginación pública hay muy poco que escape a esto.
El cine popular y los videos con visiones futuristas, dibujan ya sea una guerra post-nuclear, la barbarie, o una
sociedad tecnológica tan dictatorial, como para llegar a convertirse en una pesadilla viviente. Aún más, las películas
respecto al futuro de los viajes espaciales, están saturadas por visiones colosales de guerras galácticas y Guerras
Estelares.
Fuera del terror de vivir en una planta nuclear, ninguna alternativa genuina ha inspirado aún a la imaginación
popular o a la de los líderes mundiales. Parece que el Armagedón prevalecerá.
Si miramos la fuente de origen del Armagedón el Libro de las Revelaciones encontramos que es inflexiblemente
recto; haciendo distinciones tajantes entre los que se han salvado y los que han sido condenados; y al mismo
tiempo, un texto tan visionario como pueda concebirse. En todo caso, y muy curiosamente, el número simbólico del
libro de las Revelaciones posee un tono profundamente Maya.
Es de suma importancia el hecho de que Cristo es el decimotercero en un grupo de doce discípulos. También hay
un énfasis constante en el número siete repetido en cualquier número de modos, como el fundamento místico de
toda la revelación. Y finalmente, está el número de 144.000 elegidos, que es el mismo número de kines que hay en
un baktún.
Recordamos que el baktún es un término armónico multidimensional, y que estamos cursando el decimotercer ciclo,
Baktún 12, podemos empezar a preguntarnos si no hay algún nexo profundo entre la Revelación Cristiana y el
Factor Maya, que haya sido evitado o ignorado por los círculos ortodoxos que gobiernan el occidente neo-Cristiano.
La Nueva Jerusalén, el Nuevo Cielo, y la Nueva Tierra, ¿podrían será lo mismo que la entrada en el reino
inimaginable del nuevo ciclo, la post-sincronización galáctica que sigue después del año 2012 D.C., o sea la fecha
13.0.0.0.0 del calendario Maya?
Si hay un solo contraste marcado entre el cristianismo Ortodoxo y el neo-cristianismo, es decir, entre el punto de
vista científico y el del Factor Maya, este se encuentra en el asunto de los comienzos y los finales. La estructura
mental comente o paradigma se encuentra tan saturada en un big-bang de comienzo, e igualmente en un big-bang
de finalización, que resulta muy difícil de comprender la noción respecto a la naturaleza cíclica de las cosas.
Mientras que la mayoría, si no todas las perspectivas no occidentales, enfatizan una interpretación cíclica de las
cosas, y evitando por lo tanto cualquier condenación final; el Factor Maya señala hacia el afinamiento preciso del`
momento actual, con el curso de un mayor ciclo que abarca la historia y que está a punto de terminar para el conteo
de una gran historia que abarca el ciclo que se acerca a sir final.
Y sin embargo, este final obviamente no es un final, sino una invitación para ascender a una escala de actividades
aún más vasta.
Aprovechemos la oportunidad presentada por la aparición del mito del Armagedón, para incluir la evaluación
presentada por el Gran Ciclo. Desde la perspectiva del Factor Maya, la cima del mito del Armagedón coincide con la
onda de señal no sólo del decimotercer ciclo, Baktún 12, sino de todo el armónico de onda de la historia misma. No
es de sorprender el que los tiempos sean tan grandiosos.
Si el propósito del paso a través del Rayo de Sincronización Galáctica ha sido el de acelerar e intensificar el
desarrollo de la vida y la conciencia en este planeta, a través de la especie humana, entonces no hay nada que
simbolice tan bien este proceso como el Baktún 12.
El ciclo 13, Baktún 12, llamado el Baktún de la Transformación de la Materia, representa tanto la creación de una
estructura de increíble complejidad -la civilización global e industrial - y al mismo tiempo, un movimiento inmanente
de tal trascendencia sincronizante, que es casi inconcebible.
Cuando consideramos la totalidad del Módulo Armónico de trece baktunes y 260 katunes, y vemos que ya estamos
aproximándonos al final del Katun 259, parece casi imposible imaginar que en unos 25 años, el mundo podría estar
preparado para un orden de vida y de civilización, completamente diferente del que ahora existe.
Y sin embargo, si contemplamos el lento proceso de cambio que ha caracterizado al Baktún 12, veremos que el
paso siguiente, que es el paso de la transformación, es precisamente el que inducirá a la disposición para la
sincronización galáctica.
Determinemos primero la estructura del Baktún 12, que es un campo morfogenético de una riqueza caótica. Al
abarcar desde el año 1618 al 2012 D.C., el Baktún 12 no solamente posee su propio y diferente ciclo de onda, sino
que al mismo tiempo encarna la culminación del movimiento de onda de la totalidad de los 13 ciclos Baktún, que es
el mismo Gran Ciclo.
Puesto que la señal crítica de un movimiento de onda, ocurre en la terminación de su ciclo total como subciclo
culminante, el Baktún 12 está cargado de modo particular con una aceleración de potencia exponencial. Es por esto
por lo que se le conoce como el Baktún de la Transformación de la Materia.
Toda cosa que suceda desde el punto de iniciación en el año 3113 A.C., es una cimentación para este ciclo
climático de transformación, y finalmente, de sincronización.
En esta interpretación del Baktún 12, katún por katún, resultaría obvio el desarrollo interconectado del materialismo
científico, de la Revolución Industrial, y de la expansión global de un modo de vida materialmente adquisitivo, que
conduce al crítico momento actual. Igualmente obvio sería el grado en el que ya ha ocurrido una transformación
irreversible. Toda cosa en la transformación está completa, excepto el paso final: que es la sincronización del
campo completo de la resonancia global.
Primero que todo, presentaremos el análisis de los ciclos katún del Baktún 12, mostrando la superposición de los
trece ciclos katún del AHAU. Igualmente que el primer ciclo Baktún, que este refleja, el último ciclo se caracteriza
por una superposición de los siete katunes de un ciclo AHAU, y la totalidad de los trece katunes del ciclo AHAU
final.
El decimonoveno ciclo AHAU, que va desde 1499 hasta 1756, y que es completado por el Baktún 12, es el de 1
MEN - “Reunir Integra la Mente de la Tierra”, mientras que el ciclo 20 AHAU, es 1 LAMAT, que va de 1756 a 2012,
“Y sellarla con la simiente Estelar de la Armonía”. Estas palabras poéticas son pistas para el proceso real que
ocurre en el caldero espasmódico de la exploración material, representada por el Baktún 12.
He aquí entonces la naturaleza del Baktún 12, con las correspondencias del ciclo AHAU, y las correspondencias de
los 13 números y los 20 signos que fueron explicados en el Capítulo 4, el índice del número armónico, y las
cualidades del modelo morfogenético.
Considerando al baktún completo como la intensificación creativa de un campo morfogenético particular, y también
como el clímax del total armónico de onda conocido comúnmente como historia; la acción dialéctica de las dos
cualidades pone el color al proceso completo.
El primero es el ímpetu alquímico para transformar la materia a través de etapas interconectadas, incluso la
revolución científica, la revolución industrial, las revoluciones sociales democráticas, que culminaron finalmente en
la acción nuclear.
Esto es lo que caracteriza todo el movimiento de los veinte katunes que constituyen la transformación de la materia.
En contrapunto dialéctico con esta abierta transformación del plano material, se encuentra la superposición que
unifica el campo planetario: la creación de un campo de conciencia terrestre coherente. Este segundo proceso es la
función que se refleja en los ciclos AHAU, MEN y LAMAT. Esto da cuenta de las tendencias que llevan hacia la
expansión y comunicación globales, hacia el romanticismo, la exploración espacial, y el impulso hacia una
conciencia global unificada, efectuada a través de una críticamente inspirada necesidad de sincronización.
La tensión entre las cualidades - la una de transformación material, y la otra de una conciencia planetaria
armónicamente afinada - representa el clímax de todo el proceso histórico de 5.125 años.
Mientras la tendencia hacia la transformación material funciona como la cubierta exterior morfogenética que produce
la comente, paradigma dominante del materialismo científico, la tendencia contrapuntística da cuenta del paradigma
actual que surge a través de la tensión - el paradigma de un campo resonante unificado de la conciencia planetaria.
Este nuevo y culminante paradigma planetario será evidente en el año 1992 D.C. En verdad, al examinar el baktún
completo, debe recordarse que este baktún es un reflejo perfecto del primer baktún, en cuanto sus ciclos primero y
último, es decir, 7 IMIX que va desde el año 1618 al 1638 D.C., y 13 AHAU, que va desde el año 1992 al 2012 D.C.,
son caracterizados como katunes de activación galáctica.
Esto quiere decir que hay un intervalo interrumpido de 354 años, que van desde el año 1638 hasta 1992 D.C., de un
irremediable movimiento hacia la transformación material, que da como resultado el aparentemente desastroso y
dinámicamente caótico materialismo, de la civilización industrial global. Y sin embargo, es exactamente en el clímax
de la materia, que va desde el año 1987 al 1992 D.C., es el fatal momento, plena madurez del materialismo, cuando
se revela el más elevado y culminante propósito de todo el ciclo histórico.
Con el objeto de comprender mejor el auto-generado momento climático, que ahora envuelve el campo
morfogenético del materialismo científico, y su manifestación como civilización global industrial, consideremos
katún-por-katún el ciclo 13, Baktún 12.
Al hacerlo será lo más natural aceptar el paradigma entrante, y lo más obvio el paso del paradigma en curso. Ambas
son no sólo las funciones del mismo ciclo baktún, sino de todo el proceso de sincronización que caracteriza a todo
el período de 5.200 tun, o sea de los 5.125 años en que la Tierra pasa a través del proceso avanzado de la
aceleración galáctica.
Como lo veremos, el viaje que hemos emprendido conduce a un reino mucho más vasto, y de acceso más
inmediato, que cualquiera alcanzado por nuestros radio-telescopios.
Katun 0: 7 IMIX. Activación Galáctica. Regente planetario: Neptuno Solar. Etapa 7. Ciclo
MEN. Índice Armónico 1728000. 1618 a 1638 D.C.
El Katun 0 representa el séptimo katún del ciclo MEN -“reunir integra la mente de la Tierra”.
Esta séptima etapa completa la fase evolutiva de la superposición cíclica del AHAU.
Empezando en el año 1499 D.C., el ciclo MEN AHAU prepara el escenario para el Baktún
12. Indudablemente, el lapso transcurrido entre los años 1499 y 1618, representa el período
turbulento del Renacimiento Europeo - los comienzos de la expansión global.
En un lapso de 20 años los dogmas e ideas claves son estimuladas detrás del método y la
revolución científica, son galvanizadas y puestas en su lugar. Acompañando culturalmente
a este profundo suceso ideológico, están el triunfo del protestantismo anti-jerárquico y
seglar, que fue la asistente del materialismo científico.
Es a través del genio de Sir Isaac Newton que el nuevo campo recibe su plena
consagración. 1664 - 1666 es el período de la investigación de Newton sobre la ley de la
gravedad - un hito para el paradigma materialista seguido en 1666 por sus trabajos sobre el
espectro y la óptica, y en 1671 por su invención del telescopio reflector. La consagración
culminante del nuevo campo morfogenético es la fundación del Observatorio de Greenwich
en 1675, estableciendo las actuales zonas de tiempo planetarias uniformes, y los
meridianos.
Mientras que los británicos expanden su supremacía naval hasta América e India, aparecen
en la escena varios emperadores notables, incluyendo a Kang Hsi de China, 1662 -1722; y
a Luis XIV de Francia, 1661 1714.
Mientras Versalles expresa el nuevo racionalismo seglar en una gran escala, Kang Hsi
consolida poderosamente la esencia de la civilización conservadora china, en la Ciudad
Prohibida de Beijing.
Etapa 10. Ciclo MEN. Número armónico 1749600. 1677 - 1697 D.C..
Los mejores frutos de este punto de vista mecanicista, descansan en las leyes de
movimiento y gravedad. Para 1696, estos principios dan origen a la primera máquina de
vapor.
En las colonias inglesas de Norteamérica, los juicios de Salem contra las brujas, el
contrapunto protestante a la Inquisición española; ambos refuerzan el tipo mental
conquistador/puritano/racionalista, juego del nuevo grupo morfogenético científicamente
materialista.
1697 también marca la derrota final y el sometimiento de los últimos feudos mayas en
América Central. La aplicación de los principios del materialismo científico produjo el primer
taller para la fundición del hierro en 1711, preparando así el camino para la industrialización
pesada.
En 1720 la Dinastía Manchu de China, extiende su influencia hasta el Tibet, que sin
embargo, continúa aislado de los vientos de cambio que se arremolinan por todo el resto
del mundo. El Tibet queda como el único centro jerárquico importante agarrado a principios
que se arraigan en el campo morfogenético precedente, hasta su colapso completo en
1959.
A pesar del triunfo del racionalismo, Franklin se convierte en el primer Gran Maestre de la
Orden Masónica en Norteamérica en 1733.
Katun 6: 13 MANIK. Regente Planetario: Tierra Solar.
Etapa culminante 13. Ciclo MEN. Índice Armónico: 1771200. 1736 -1756 D.C.. El Modelo
Morfogenético Establece Base De habilidad.
Con el pleno desarrollo de la minería del carbón, y el emparentado crisol de metal para la
fundición del acero, como también de las tecnologías textiles, la Inglaterra de Newton se
convierte en la primera base de la civilización mundial industrializada. Este hecho, acoplado
a los irrebatibles poderes globales de Inglaterra, el militar y el naval, asegura que la
industrialización sea la base para el desarrollo de una civilización planetaria que es el
prerrequisito para el logro de una mente y una conciencia genuinamente planetarias.
Atendiendo a este desarrollo, la urbanización del mundo también comienza con un aumento
en el número de la población rural y tradicional que se desprende de sus raíces, para
establecerse en las barriadas industriales de las grandes ciudades.
En Francia el grupo conocido como los enciclopedistas produce en 1751 la primera edición
de la Gran Enciclopedia, prototipo de todas las enciclopedias modernas racionalistas. Sin
embargo en 1755, el gran terremoto de Lisboa aturde las mentes de los optimistas
racionales, porque la Tierra, excluida de las provincias de la vida y del racionalismo, sólo
puede producir efectos irracionales.
Y en este punto nace el pensamiento económico capitalista del 1aissez faire”, como
también la democracia industrial, con sus estructuras socio-políticas sin precedentes que
reemplazan las monarquías agrarias. La Sociedad lunar en Inglaterra, como también los
masones y librepensadores en América y Europa, se esfuerzan en descubrir nuevas
maneras que aseguren la difusión del nuevo pensamiento y la nueva tecnología.
Mientras tanto, artistas como William Blake en Inglaterra, y los artistas japoneses de las
planchas de madera en Tokio, empiezan a encontrar nuevas formas de expresión para
articular las dimensiones milagrosas y psíquicas del nuevo orden seglar.
Katun 9: 30 OC. Regente Planetario: Mercurio Lunar. Etapa 3. Ciclo LAMAT. Índice
Armónico: 1792800. 1796 - 1815 D.C..
A pesar de estas guerras, los Estados Unidos de América inauguran su impulso inter-
continental neo-imperialista con la compra de territorio de Louisiana en 1803. La guerra de
1812 entre Estado Unidos y Gran Bretaña presenta a América como una potencia que ha
de ser reconocida. En Europa Napoleón surge desde la Revolución Francesa como el
primero de los modernos egoístas, difundiendo su concepto de liberación a través de
Europa, en una serie de guerras devastadoras.
La visión romántica del nocturno -el poderoso reposo de la noche -en la pintura, la poesía, y
la música, parece será enteramente apta cuando el ciclo de energía galáctica, para el
baktún entra en su período de exhalación lunar de diez katunes.
Por esta época, la revolución industrial es un hecho consumado. Las nuevas ciudades
industriales se extienden por Inglaterra; la nostalgia por la época medieval, el punto
romántico animador de la guerra de independencia Griega, la revolución populista en
Francia en 1830, y el desarrollo de la arquitectura industrial, todo esto aviva la imaginación
artística y romántica. En anticipación a las necesidades de la nueva sociedad urbanizada, la
investigación científica en el campo de la electricidad continúa aprisa.
Ampere y Ohm desarrollan la teoría de las comentes eléctricas, mientras que los elementos
de la fotografía son obtenidos por los primeros pioneros.
Los cimientos socio-económicos del orden global industrial, quedan establecidos; esta
etapa representa un paso certero hacia el materialismo avanzado, ejemplarizado tanto en la
expansión del imperialismo europeo, como en la aplicación de la doctrina estadounidense
del Destino Manifiesto, y la Guerra U.S.A.-Méjico.
Durante este período, los dogmas y principios propuestos en el primer katún de este
baktún, alcanzan un nivel de poder material y expansión sin precedentes. Bajo la reina
Victoria, Inglaterra obtiene el control sobre la India, y en el mismo año, 1858, China se
convierte plenamente en el peón de los intereses europeos.
En 1864 Japón se abre a Occidente, mientras que la restauración Meiji en 1867, asegura
que el Japón busque un medio de industrialización rápida.
1855 marca el primer desarrollo en los plásticos sintéticos y el celuloide, seguido por la
construcción de los hornos de acero de Bessemer, la invención de la dinamita, la máquina
de escribir, y los experimentos decisivos en la electricidad y en la teoría del
electromagnetismo. La ciencia materialista triunfa también con el Origen de las Especies de
Darwin en 1859, y con la teoría genética de Mendel en 1865.
Etapa 7. Ciclo LAMAT. Índice Armónico: 1821600. 1874- 1894 D.C.. Comienza la Auto -
Trascendencia del Modelo Morfogenético establecido.
Aquí, con la séptima etapa mística del Ciclo LAMAT, correspondiente a IX, el signo del
Hechicero, profundas fuerzas invisibles comienzan a reformar sutilmente las dialécticas del
campo morfogenético.
Esta era marca el amanecer de la cultura “Modernista”; la obra de los grandes genios de la
electricidad, Tesla y Edison, las tecnologías eléctricas de la luz, el teléfono, y el fonógrafo,
la invención del motor para el transporte, y de la ametralladora en 1885, los avances en la
ingeniería del acero, y la construcción del puente de Brooklyn, de la Estatua de la Libertad,
y de la Torre Eiffel, son contrapunteadas por las enseñanzas de Ramakrishna y Madame
Blavatsky. La Feria Mundial de Chicago y el Consejo Mundial de Religiones en 1893,
representan aperturas adicionales hacia la conciencia global.
Katun 14: 8 MEN. Regente Planetario: Júpiter Lunar. Etapa 8. Ciclo LAMAT. Índice
Armónico 1828800. 1894 - 1914 D.C..
Aquí tenemos la aparición plena de la cultura Modernista: los rascacielos, el cine, los rayos
X, los aviones, los automóviles, y las teorías de la radiación, del electrón y el protón, la
relatividad, la teoría del quantum, la deriva de los continentes, y el psicoanálisis -todos
estos son elementos que apuntan hacia unos cambios acelerados y sin precedentes, que
ulteriormente echarán las bases de una visión no materialista del mundo.
El derrumbe final del imperio Benin de África Occidental en la década de 1890, sella la
sumisión de África a las potencias europeas, dejando solamente al estancado Imperio
Otomano como último baluarte de la civilización mundial no industrializada y no colonizada.
Sin embargo, a pesar de los rápidos niveles de avance del progreso material y del
conocimiento científico, las fuerzas contradictorias dentro del campo precipitan lo que se
conoce con el nombre de Primera Guerra Mundial, “la guerra donde concluyen todas las
guerra”.
Evidentemente, durante esta era, la civilización global industrial está en una encrucijada.
Interrogantes difíciles respecto a la inexorable industrialización surgen debido a la creciente
crisis económica. A través del movimiento Pax Cultura, Gandhi en la India y Roerich en todo
el mundo articulan visiones que cuestionan la industrialización y van más allá de ella.
En 1930-1931, el descubrimiento de Plutón, regente del mundo inferior y de la
transformación, augura el rumbo continuo hacia los niveles más profundos del materialismo,
y finalmente la transformación de la materia misma.
Completando la crisis de la civilización industrial están los primeros impulsos hacia una
visión holística del mundo; Holismo y la Evolución de Jan Smut (1924), la filosofía
sinergética de Bucki-ninster Fuller, los principios de la onda, sintetizados en lo Universal
(1927) de Walter Rusell, y la psicología comprensiva del inconsciente de Carl Jung.
Etapa 10. Ciclo LAMAT. Índice Armónico: 1843200. 1933 - 1953 D.C..
No hay duda de que los acontecimientos que suceden en este Katun, marcan los más
irreversibles momentos del baktún completo, sellando el destino de lo que queda del ciclo.
La ruina económica y la depresión del capitalismo mundial son superadas artificialmente por
el giro hacia una economía de guerra de magnitud sin precedentes.
El desarrollo del plutonio, el primer elemento artificial, en 1940, seguido por la primera
reacción nuclear en 1942, el Proyecto Manhattan en 1944, y la detonación de la primera
bomba atómica en 1945, son las etapas críticas que sellan el destino del planeta.
Etapa 11. Ciclo LAMAT. Índice Armónico: 1850400. 1953 - 1973 D.C.
Con la “Guerra Fría” como combustible atómico de fondo, esta era se inicia con los
grandiosos descubrimientos del ADN (1953), los cinturones de radiación Van Allen (1958); y
las placas tectónicas (1964). Las nuevas tecnologías informáticas se establecen con la
invención de los ordenadores en 1955, mientras que la era espacial se inicia con el Sputnik
en 1957, el primer vuelo espacial tripulado en 1961 el primer aterrizaje en la Luna en 1969,
los primeros satélites terrestres, y la iniciación de las pruebas espaciales planetarias en
1971.
A esto se opone en 1971 la prueba atómica subterránea más grande, la explosión bajo
Tierra de la bomba H, la explosión de Amchitka que detonó el equivalente a diez billones de
toneladas de TNT, a 6.000 pies de profundidad en el mar, frente a la isla Amchitka en las
Aleutianas del Pacífico Norte.
El desarrollo de las políticas petroleras (OPEP), marcado por la guerra continua en el Medio
Oriente; la aparición del terrorismo global, y el atrincheramiento de las super-potencias en
las políticas nucleares del MAD (Consejo de Seguridad para el Mutuo Desarme),
pronostican la parálisis y el derrumbe de la economía mundial dependiente de la industria
petroquímica y del armamentismo.
Como katún 260 de todo el gran ciclo, y como quincuagésimosegundo y último ciclo de
activación galáctica, y también como el primer ciclo de dicha activación galáctica desde la
iniciación de la filosofía científico-materialista en los años 1618-1638, este katún marca la
transformación final y el trastrocamiento de todo el campo.
El surgimiento de tecnologías no materialistas, y ecológicamente armónicas, preparadas
durante largo tiempo por pensadores como Tesla, Fuller y Russel, para complementar la
nueva mediarquía descentralizada de la sociedad informática, y el entendimiento de la
relación resonante entre los campos de fuerza psíquica y solar, y sus efectos en el
entendimiento de la salud y la enfermedad, son las principales contribuciones iluminadoras
de esta era.
El cierre del ciclo se caracteriza por un clima de festividad, una sincronización de formas
míticas, y un tono de regeneración espiritual desconocido hasta ahora en la fase histórica.
Señalado como el Retorno Maya, el Factor Maya proporciona el toque final, a medida que el
planeta alcanza la articulación consciente de su cuerpo de luz, entrando así en su próxima
etapa evolutiva, y asegurando de este modo el que la comunidad galáctica reciba un nuevo
miembro.
Y el ser es, en su esencia, luz, energía radiante. De la luz hemos venido y a la luz
regresaremos. Durante el tiempo en que hemos desplegado nuestro cuento histórico,
hemos estado participando en el desarrollo de un ser mayor. Pero, por la misma naturaleza
de la fase perteneciente al rayo de sincronización galáctica de 5.125 años/5.200 tun, en el
que hemos estado involucrados, hemos perdido la visión de este hecho.
Girando en la fase cada vez más acelerada de los trece ciclos del rayo, nuestro planeta ha
llegado a un estado avanzado de sincronización consciente, por parte de los elementos
componentes. Esto ha sido realizado por las formas más complejas del ADN, provocando
un salto artificial - la decadencia de la civilización - que en realidad sólo ha tenido una meta;
y la aceleración y transformación de la materia. Este es el significado crítico del ciclo
decimotercero, Baktún 12, que va desde el año 1618 al 2012 D.C.
Una vez que se logró esta transformación critica de la materia el 16 de julio de 1945, se
pusieron en movimiento dos procesos básicos. El uno implicaba la exaltación del poder
representado por el atrincheramiento del orden socio-industrial y global predominante; el
otro implicaba la aceleración discordante del campo resonante del planeta, viniendo a
terminar en un amplio espectro de efectos, que van desde el avistamiento de OVNIS y el
psiquismo en aumento, hasta los movimientos de la placa tectónica y el terrorismo.
La razón de los violentos efectos subjetivos experimentados por la psiquis humana, radica
en el impacto general de la radioactividad y de la contaminación electromagnética sobre la
infraestructura del ADN, produciendo un aumento en el azar, y una entropía en el
comportamiento.
Como puede verse, la aceleración del ADN a través de este rayo continúa en actividad
hasta el último momento posible, antes de que suceda una sincronización critica.
Hablar sobre las conexiones de la infraestructura del ADN con los arreglos vibratorios de la Tierra, es evocar las
sinceras intenciones espirituales de una colectividad sincronizada de seres humanos que comprende que su
responsabilidad con el planeta tiene prioridad sobre todas las demás obligaciones, en este momento particular.
Tal evocación está en la naturaleza de un misterio planetario, un rito de pasaje que sinergiza en manifestación
radiante, los campos de fuerza de los que hasta ahora apenas se tienen sospechas.
Es esto lo que por “convergencia armónica” se quiere dar a entender lo que ocurre en 1863022 y 1863023, que
corresponden al 16 y 17 de agosto de 1987. Mediante tal evento, la escritura de Armagedón hace un corto circuito, y
existe plenamente la posibilidad de un nuevo Cielo, y una nueva Tierra.
Debe recordarse que desde la perspectiva del Factor Maya, la aceleración de la actividad que llega a su clímax en
el ciclo decimotercero, Baktún 12, no es sino una fase en la mayor actividad del campo galáctico resonante. El
campo del ADN, codificado en 64 palabras -el factor que está siendo acelerado y sincronizado durante el paso a
través del rayo sincronización de 5.200 tun - no es sino la porción central en un terreno de frecuencias, y cuya forma
codificada son las 260 unidades.
En este punto de nuestra densificación en materia, no sólo hemos perdido de vista “ el campo total del ADN, del que
somos operarios, sino que aún, nos hemos olvidado de la matriz más grande, el módulo armónico y galáctico que
nos envuelve por completo.
Para comprender aún mejor el momento catártico que ahora envuelve nuestro ser sobre este planeta, vayamos a
una consideración sobre la tecnología y la transformación. Pues si el propósito del Factor Maya es guiarnos en el
camino más allá de la tecnología, también lo es el de pasarnos por el ojo del huracán, la transformación de la
materia que la tecnología ha inducido.
Pasar por el ojo del huracán, es engranar la historia trascendente en sentido de contra-spin, es flotar de regreso en
el Zuvuya del no tiempo, cuyas ondas armónicas emiten concéntricamente desde el no-principio - hasta el no-final la
fuente única, el eterno ahora del ser.
7 - Tecnología y Transformación
Maskull: “... pero hay una cosa que me confunde”.
Maskull: “Cómo es que los hombres de aquí ignorantes de herramientas y de artes, no tienen
civilización, y sin embargo se las ingenian para ser sociables en sus costumbres, y sabios en sus
pensamientos”.
Panawe: ¿Imaginas pues que el amor y la sabiduría provienen de las herramientas?. Pero
comprendo como sucede esto. En vuestro mundo tenéis menos órganos de los sentidos, y para
suplir la deficiencia os habéis visto obligados a invocar la ayuda de piedras y metales. De ningún
modo es eso un signo de superioridad”.
La conversación entre Maskull, un Terrícola, y Panawe, un Arcturiano, en la ficción fantástica de John
Lindsay, Viaje desde Arcturus, subraya la controversia respecto a la naturaleza y el propósito de la tecnología,
comprendida comúnmente como la extensión material de nuestro cuerpo y órganos de los sentidos.
Lo que consideramos como historia o como progreso histórico, es virtualmente sinónimo de la historia de la
tecnología. Lo mismo podría decirse de la civilización. En verdad, la tendencia es reconocer, como índice de vida
civilizada, el aumento de las comodidades de la criatura, mediante alguna forma de tecnología. En esta definición de
las cosas está implícito un materialismo sutil y peligroso.
Pero, ¿qué relación tiene el aumento de la tecnología con la genuina creatividad, o, con la espiritualidad?
Por una parte, esta línea de pensamiento nos coloca en la posición insostenible de proclamar la superioridad de la
existencia del automóvil y la televisión sub-urbanos, frente a los remotos aborígenes, embadurnados con ocre y
cinabrio, y cantando eternas resonancias a las rocas aún vivientes. Por supuesto, es herético proclamar la opinión
de que el despertar sensitivo de lo aborigen es preferible a la comodidad tecnológica del siglo XX, que en la realidad
es un cierre de los campos sensitivos, y una reducción de las percepciones que tenemos de la vida.
Realmente, ¿es posible que la trampa del desarrollo tecnológico radique en que nosotros creamos un ambiente en
el que todo lo que recibimos es la retroalimentación de la limitada frecuencia de nuestros propios progresos ideados
artificialmente?. ¿Qué sucede si la trampa de la civilización es una represión sensoria que reduce gravemente
nuestra capacidad de recibir nueva información?
Esta situación se compondría si la figura seductora de las circunstancias inducidas artificialmente pudiera también
condicionar nuestra facultad de valorar la nueva información sensoria. Entonces podemos encontrar que la
condición del organismo humano colectivo, es análoga a la de un animal enjaulado, que se asfixia con los desechos
tóxicos de sus propios productos residuales. En verdad, cuando examinamos la realidad del mundo en el momento
actual, esta descripción parece a propósito.
Sin embargo, estas reflexiones aún formulan la pregunta: ¿Qué es tecnología?. Si es algo tan perturbador para
nosotros mismos y para nuestro entorno anfitrión, la Tierra, por qué desarrollamos entonces la tecnología?
Para responder a esta pregunta, y para recordar el subtítulo de este libro -Un camino más allá de la tecnología -, es
necesario hacer primero una simple ecuación:
Pre – Historia = Pre -Tecnológica.
Historia = Tecnológica.
Desde la perspectiva del Factor Maya, la historia, que es la expansión exponencial de la comunicación en forma de
tecnología material, está contenida y es función del rayo de sincronización galáctica de 5.125 años o 5.200 tun de
diámetro. En verdad la tecnología, tal y como ahora la conocemos y definimos, podría describirse literalmente como
una herramienta del rayo de sincronización.
Por consiguiente, la tecnología es una medida directa de la aceleración y sincronización del ADN, con relación a la
manifestación del cuerpo luminoso del planeta. Esto quiere decir que, coincidiendo con el aumento de la aplicación
tecnológica y su efecto retroalimentador, hay una aceleración proporcional en la infraestructura del ADN. Esta
aceleración en la infraestructura del ADN, va paralela con la activación del cuerpo luminoso, del planeta siendo éste
un proceso que continuará imperceptible hasta la virtual terminación del proceso de aceleración.
La aceleración aumenta gradualmente en los primeros ciclos de 12 Baktunes, convirtiéndose en algo dramático
durante el ciclo Baktún final, y llegando a su clímax en el Katun 259. La sincronización se estabiliza sólo en el Katun
260, que es el ciclo final. Un índice del clímax exponencial del proceso de aceleración es el aumento de nacimientos
de seres humanos. El 7 de julio de 1986, se anunció el nacimiento del humano número cinco billones. Sin embargo,
fue solamente hace 12 años, cuando la población humana alcanzó los cuatro billones.
Antes de entrar en el rayo de sincronización, o sea en la “pre - historia”, el organismo humano permaneció por
mucho tiempo en una relación simbiótica con el medio ambiente.
Aparte del fuego y la piedra labrada, fue la agricultura la que avivó el imperativo tecnológico que seria acelerado por
el rayo. A medida que entrábamos en el rayo, se fortalecían como ímpetus evolutivos dominantes, las tendencias
hacia el progreso material, la especialización en los trabajos, la estratificación social y la expansión territorial.
La perspectiva de la naturaleza, afianzada finalmente por la historia, no es nada simbiótica, sino más bien de amo y
esclavo.
A medida que aumenta la proporción de la innovación tecnológica, a través del ciclo de 5.125 años, así también el
organismo humano extiende sus vastas comunicaciones artificiales y sus sistemas sociales, en un tejido más
apretado sobre la superficie del planeta. Durante varios milenios, y a despecho de los pueblos bárbaros, menos
desarrollados tecnológicamente, y que habitaron sus regiones limítrofes, la civilización se definió a sí misma por la
adquisición de nuevos territorios. El horizonte comenzó a oscurecerse con el primer ímpetu de la civilización global
industrial.
Sin embargo, exactamente más allá de la grandeza auto - destructiva y artificial de la civilización global e industrial,
se encuentra la consecución del objetivo: una condición en la cual la aceleración del cambio mira hacia la
sincronización de la totalidad.
Suponiendo la capacidad para lograr la sincronización crítica a la auto-destrucción del medio ambiente - la ruta
alterna del Armagedón - entonces podríamos entrar en el Katun 260, que va desde el año 1992 hasta el 2012 D.C.
Al estar regido por el exaltado decimotercer rayo de pulsación, y marcado con el signo de AHAU, la presencia de la
mente solar, este ciclo Katun iniciará el ascenso a la condición post-histórica, y por consiguiente post-tecnológica,
en la cual el organismo humano “regresa” a su armonía simbiótica con la naturaleza.
Entendido como el proceso del refinamiento espiritual humanó, de ningún modo puede interpretarse este regreso
como un abandono de la civilización, sino más bien como el paso a una etapa más evolucionada de nuestra
existencia.
A fin de que esta perspectiva no sea interpretada como una fantasía utópica neo romántica, revisemos la relación
del armónico de onda de la historia, con la armónica galáctica, y consideremos el postulado fundamental del Factor
Maya: Lo que la luz es a la vida, eso mismo es el Tzolkin de 260 unidades al ADN de 64 unidades.
Esto es lo que se describe literalmente en el Tzolkin, en donde las 64 unidades que representan el código ADN.
Ocupan la reja central correspondiente a las 32 unidades que están a cada lado de la columna mística,
acomodando el Telar Maya en su modelo de cruce.
Supongamos que las unidades restantes que están alrededor de la reja central de 64 unidades, representan etapas
del desarrollo de la luz y la energía radiante, que simultáneamente, proceden, siguen y al mismo tiempo
interpenetran la evolución del ADN. Ya que el tablero que contiene el juego de las 64 unidades del ADN, está dentro
del gran tablero radiogenético del Tzolkin, podemos considerar que el mismo ADN es un puente para pasar de un
nivel de luz o energía radiante a otro.
Por analogía fractal, la etapa llamada historia, por medio de la aceleración tecnológica imita esta función del ADN
como un eslabón entre dos niveles radiantes. En la proposición radiogenética, el término “historia” representa una
intensificación en la capacidad del ADN para construir artificialmente (tecnológicamente) puentes, y por
entendimiento y consumación simbiótico radiante, o sea la pre-historia, a otro, que es la post-historia.
Dejando que los armónicos fractales actúen a plenitud, igual que en el juego de “salto de la rana”, la etapa de
aceleración tecnológica puede desenvolverse dentro de las 64 unidades centrales del Tzolkin, cuyo conjunto debe
interpretarse como una representación de todo el tablero radiogenético. Durante el paso a través del rayo de 5.200
tun, es como si el ADN productor de tecnología estuviese completando un circuito a través de las 64 unidades
centrales del tablero.
Aunque esto no se haga evidente hasta que el circuito se complete, una vez que hayan sido recorridas las 64
unidades, digamos que se ilumina todo el tablero. La iluminación del tablero se refiere al completamiento final del
circuito de sincronización del ADN, que corresponde a la fecha 2012 D.C., o sea 13.0.0.0.0., que es la entrada en la
post-historia.
Una distinción más entre el medio tecnológico y las fases pre y post-es la distinción entre mito e historia,
comprendidas como condiciones cualitativas de la conciencia.
El mito define la capacidad para producir una resonancia simultánea y multi-referencial, que funde a cada ser con
cada ser; la historia es la tendencia a limitar, medir, y materializar en una dirección uni-referencial, que separa a
cada ser de cada ser.
Desde la perspectiva del mito, los rayos de luz que se cuelan a través de las hojas en el bosque, son los dedos
nutrientes de la aurora, que traen los bocados solares a nuestras células expectantes. Para completar la
experiencia, una respuesta a la luz, emitida en forma de un cántico, y una ofrenda de humo desde un círculo de
piedras, invitando la presencia de los seres ancestrales, y de los grandes seres que guían todas las cosas.
En contraste, para la conciencia histórica, la luz que pasa a través de los árboles, aunque para algunos representa
un misterio, nos dice que ha llegado otro día, y dependiendo de nuestras necesidades e intereses, no preguntamos
si necesitamos o no un abrigo o un sombrero, o si es o no este un buen día para un baño de Sol.
En otras palabras, la condición mítica extrae de la experiencia un sacramento o ritual que afianza el lazo entre la luz
y las grandes fuerzas, en última instancia las fuerzas de la luz.
La mente histórica utiliza la experiencia como información que determina los objetivos prácticos para la comodidad
de las criaturas. Sin embargo, el aspecto de la conciencia histórica que busca la comodidad para las criaturas, es en
realidad el efecto retroalimentario del impulso del ADN para producir la tecnología. Por consiguiente, la conciencia
histórica no es sino uno de los productos de un más vasto proceso tecnológico de conexiones, que nos mueven de
una simbiosis natural a otra, de un reino de la luz a otro.
Para obtener un nivel de entendimiento aún más profundo, propongamos una ecuación más: Mito = ADN x Luz.
En esta ecuación, el mito o la condición mítica es la capacidad de auto -sostenimiento del ADN para utilizar
directamente la luz -el espectro de la energía radiante -para lograr sus fines. Por lo tanto, en la condición mítica, la
resonancia psíquica entre organismo y energía radiante es directa, y proporciona nutrimento primario y realidad
primaria.
Esta resonancia depende de una capacidad sensitiva superior para la interacción radiante a la cual a su vez
intensifica. La experiencia de los sentidos - ojos, narices, oídos, lengua, cuerpo -no sólo es primaria, sino afinada
con matices en tanto allegan información como expanden el deleite. En esta condición, la necesidad de incitaciones
artificiales a los placeres, se convierten en obstrucciones para la libre pureza de la experiencia sensoria en si
misma.
La historia y la condición histórica, en contraste, representan la capacidad de contra-spin para que el ADN maximice
artificialmente su potencial, en relación con la totalidad del cuerpo de su anfitrión, o sea el-planeta, que en nuestro
caso es la Tierra. Esto da cuenta de la aparición de la tecnología - extensiones artificiales de los órganos de los
sentidos - para facilitar la culminación del mayor circuito del ADN.
Naturalmente, para las células individuales del gran organismo que es la humanidad, el mayor objetivo del circuito
del ADN, en el mejor de los casos es percibido vagamente.
Sin embargo, al alcanzar su objetivo de la relación totalmente tecnológica con el cuerpo huésped, hay una merma
en los receptores sensorios, una inmersión de los sentidos en sus propios lazos de retroalimentación artificial. Si ha
de completarse el circuito, hay una profunda necesidad de volver a despertar los campos sensitivos, para que
recuperen sus propias facultades naturales.
Como todo el mundo lo sabe, no es cosa fácil romper esos lazos de dependencia artificial. El hundimiento de un
indivi duo en esos lazos, es lo que define el comportamiento neurótico y de adicción. El hundimiento de un
organismo colectivo en esos lazos, define la parálisis del paradigma. En esto radica el drama de nuestro tiempo, es
decir, la tensión que acompaña la transformación que va desde la aceleración hasta la sincronización.
Afortunadamente la tierra es una ayuda en este difícil proceso.
La tensión critica que estamos experimentando en nuestro campo morfogenético, se debe a las contradicciones
internas de un paradigma atado a sus propias creencias. Dominado por un sacerdocio blanco masculino y neo-
protestante, que define su “objetividad” científica mediante los juegos del poder político planetario, esta parálisis de
paradigma es en realidad un reflejo del cambio disonante de la tierra.
La aceleración tecnológica de la intensificación del ADN producido tecnológicamente, a lo que llamamos historia, y
que culmina en el deterioro sensorio que presagia un Armagedón; es paralela al propio campo variable de la tierra.
No somos nosotros únicamente autores de nuestra experiencia, sino que somos actores en un campo galáctico
amplificado, cuyo personaje principal es la misma tierra.
Como un giroscopio armónico que gira en la tercera órbita solar, la Tierra tiene sus propias conexiones sutiles y
poderosas, para mantenerse dentro del campo plásmico llamado el sistema solar. Al concordar con la armonía
galáctica, los cambios imperceptibles de la Tierra se interconectan con los cambios de los demás cuerpos
planetarios, y sobre todo, con el mismo Sol. Así como el ADN fue acelerado en respuesta al rayo de sincronización
de 5.200 tun, por el que estamos pasando, así también la Tierra ha sido afectada como campo íntegro de
resonancia.
Todo el tiempo en que el paquete de ADN humano ha estado sosteniendo su capacidad para volver a ajustar
artificialmente el medio ambiente de acuerdo a sus supuestas necesidades, la Tierra ha estado experimentando un
desarrollo paralelo.
Y, sin saberlo, a medida que los creyentes en el paradigma dominante han intensificado su propio entendimiento de
las cosas -limitado materialmente, e inventado mecánicamente la madurez resonante de la Tierra ha escapado cada
vez más a la atención de la mentalidad regente. Pero esto tiene poca importancia, porque consciente o
inconscientemente, todos los organismos miembros de la Tierra han estado elaborando el cuerpo luminoso del
planeta.
El paso a través del rayo de sincronización de 5.200 tun, hasta ahora ha sido el momento culminante del viaje
galáctico de Gaia, desde el primigenio desprendimiento del Sol hasta la formación del cuerpo luminoso de radiación
consciente. Muy poco hacen los subordinados humanos por comprender lo cerca que están al momento en que el
tablero genético de su realidad se convierta en el luminoso designio del destino galáctico.
Aquí viene una descripción de lo que ha estado sucediendo. Lentamente, y a través de los aeones, en el núcleo de
la Tierra; el imán de hierro y cristal de su giroscopio armónico, ha estado emanando las frecuencias resonantes que
la mantienen en órbita. Estas frecuencias resonantes tienen una figura o forma particular, porque la forma sigue a la
frecuencia.
Por eso Platón describió la Tierra con una semejanza a un globo de cuero cosido con doce pedazos diferentes,
creando un dodecaedro, es decir, 12 pentágonos, cuyas caras se cubren mutuamente. Los vértices que hay entre
las doce piezas pentagonales definen la estructura del cuerpo resonante de la Tierra a medida que las emisiones de
la frecuencia alcanzan la superficie.
Mientras la resonancia del núcleo continuamente está produciendo emanaciones hacia la superficie del planeta, y
más allá, vierte a la existencia una reja geomagnética etérica, que forma las bases del cuerpo luminoso del planeta.
Afinadas a través de los modelos de frecuencia de su infraestructura ADN; modelos de animales migratorios y de
asentamientos humanos, tienden a conformarse las líneas y puntos nodales de la reja.
Por supuesto, esta reja es sostenida y reformada por la actividad de la placa tectónica, por los cambios variables en
la Tierra y en la atmósfera, y por las fluctuaciones Solar y galáctica, activadas en el campo electromagnético de la
misma Tierra.
Sin embargo, anclada en los polos, y amplificada a veces por cambios para nosotros imperceptibles e imprevistos
en el programa galáctico, la pulsación continua de la reja forma lentamente la infraestructura del cuerpo luminoso
del planeta.
Así como el ADN recibió un impulso de aceleración de contra-spin tecnológico, a medida que el planeta entraba en
el rayo de sincronización de 5.200 tun, también el núcleo resonante de la Tierra recibió un impulso que ascendió a
una intensificación de la frecuencia. Las sendas neutrales de la reja terrestre que corresponden a la estructura
resonante del núcleo, entraron en hiper-actividad, correspondiendo a la actividad vibratoria más excitada en la
infraestructura del ADN humano.
La agitación continua del organismo humano, que se hace evidente en rutas marítimas, caminos empedrados, rutas
de la seda, murallas imperiales, vías férreas, vías transitables, rutas aéreas y radares, amplificaron, y finalmente
oscurecieron la continua pulsación de la reja. Para terminar, con poca conciencia con relación a los nexos invisibles
de la Tierra, en los puntos nódicos fueron construidos templos, zigurats, pirámides, catedrales, pagodas, mezquitas,
palacios, edificios de parlamentos, aeropuertos y plantas de energía.
Y como inmersión final en la artificialidad, la revolución global industrial engranó su piñón mayor, y la frecuencia
resonante del núcleo de la Tierra se intensificó a un grado sin precedentes.
Esta intensificación de la frecuencia señala hacia una estabilización inminente en una alta frecuencia, por medio de
un movimiento de contra-spin, que ocurre justo antes de la salida del rayo de sincronización.
En verdad, las señales retroalimentarias que preparan el contra-spin, el Soltarse de la “historia”, que corresponde al
regreso a la post-historia - ya han sido recibidas en forma de radioactividad nuclear, perturbación industrial de la
atmósfera, y un desatinado bombardeo electromagnético.
Si usted hace girar un barco (especialmente uno que haya sido construido en forma de un simple casco de navío)
en sentido de las manecillas del reloj, este continuará girando hasta que se detenga.
Pero si usted lo hace girar en sentido contrario a las manecillas del reloj, éste se detendrá lenta y
desarmónicamente, y luego comenzará a girar en sentido de las manecillas del reloj. El paso de la Tierra a través
del rayo de sincronización es análogo a un giro en sentido contrario a las manecillas del reloj. A medida que el spin
en sentido contrario llega a un alto, hay un aumento en el balanceo, y entonces se presenta un efecto
estremecedor, y después de una pausa, comienza un spin más congruente y armónico en la dirección de las
manecillas del reloj.
Esto se experimenta inicialmente como una crisis, una crisis en la que los propietarios del paradigma dominante
están ciegos. Aunque los dueños actuales del poder científico y materialista creen que el mundo es así porque ellos
así lo han hecho; en realidad ellos están desempeñando papeles que fueron especificados por la fase de onda
armónica, de la que la era actual es una función.
La creencia que ellos tienen respecto al mundo, la creencia dominante aprobada y aceptada pro las instituciones
gobernantes del actual orden mundial, es lo que define el paradigma dominante.
La creencia en este paradigma, es decir, la perspectiva científico-materialista del mundo, puede describirse como
una casa mental. Como lo vimos en el Capítulo 6º, los fundamentos de la casa mental vigente fueron puestos en el
siglo XVII, durante los Katunes iniciales del decimosegundo Baktún. En 1756 comenzaron a erigirse los muros de la
casa mental - o sea la creencia en el progreso tecnológico y en la democracia industrial.
Entre 1874 y 1953 fue colocado el techo electromagnético de la casa mental en boga. Finalmente, entre 1953 y el
momento actual, que es la era del impulso de la humanidad y sus pruebas de inteligencia sensoria -artificiales en el
“espacio exterior”, comienza la disolución interna de esta casa mental.
En este aspecto, debe recordarse que la noción de cambio del paradigma, fue introducida primero por Thomas
Kuhn en 1964.
Sin negar la validez psíquica de muchas personas que han tenido encuentros del tercer tipo, aquí definimos a los
OVNIS corno organizadores del campo unificado; una descarga inteligente de energía radiante, psíquicamente
activa y programada galácticamente, que al mismo tiempo es atraída y emanada por el cuerpo etérico y resonante
de la Tierra.
Se les define como organizadores del campo unificado, porque ellos son una manifestación del campo resonante
unificado e intrínseco de la Tierra. Ya que este campo está realmente en una resonancia galáctico-Solar, los OVNIS
también operan en conjunto con los armónicos de este campo. De hecho, sus “operaciones” son por completo una
función de los armónicos resonantes.
Así, los veloces cambios de dirección atribuidos a los OVNIS, son debidos a los cambios en la alineación del
sobretono armónico.
Siguiendo al descubrimiento del ADN, y a la detección de los cinturones de radiación en 1953, y a la comprobación
de las placas tectónicas en 1964, ha comenzado la disolución interna de la casa mental vigente. Todos estos
descubrimientos - ADN, cinturones de radiación, placas tectónicas - eran necesarios para empezar a entender el
paradigma que viene, o sea la nueva casa mental de la Tierra resonante unificada.
Mientras tanto, los OVNIS continuaron acompañando la era de los ensayos nucleares masivos, y con el radar, la
televisión, la radio y las radiaciones de micro-ondas, todo el campo electromagnético del planeta entró en un
período de disonancia excesiva. El cuerpo etérico o luminoso del planeta al ser intensificado por este “bombardeo”,
aumentó sus señales a través del campo morfogenético.
Al despertar estas señales vino un interés renovado por los fenómenos psíquicos, OVNIS, drogas psicodélicas,
comunicación entre especies, y el movimiento ecológico.
La contra - respuesta de la casa mental en disolución fue la exploración espacial, que es la extensión del paradigma
del materialismo adquisitivo en el “espacio exterior”. La gran era de la exploración espacial, la “conquista del
espacio”, comenzó con el alunizaje del 17 de julio de 1969, seguido por las exploraciones de Mercurio, Venus,
Marte, Júpiter, Saturno, y finalmente, el 24 de enero de 1986, la exploración de Urano. Durante estas “pruebas” se
presentaron dos fenómenos importantes e inexplicables.
El uno fue el descubrimiento del así llamado rostro de Marte, el 25 de julio de 1976, que fue ocultado oficialmente, y
el otro las señales altamente regulares de Miranda, la luna uraniana, como también la inclinación polar orientada
hacia el Sol, y el campo electromagnético de Urano, que es errático e inadmisiblemente intenso.
Mientras, estos hallazgos presentaron a la casa mental vigente, enigmas que desafiaban el paradigma tecnología
espacial que se jactaba aún de ser el pináculo del adelanto científico. Así pues, fue particularmente digno de
atención, el que cuatro días después del paso del Voyager por Urano, el 28 de enero de 1986, el vehículo
espacial Challenger explotó unos 73 segundos después del lanzamiento.
Mientras continuaban las investigaciones que intentaban ubicar con exactitud la “falla tecnológica” que contribuyó al
desastre del Challenger, los tres siguientes lanzamientos espaciales de la NASA explotaron todos, poco después
del lanzamiento. Como si no fuera suficiente, el vehículo espacial europeo “Ariadna”, también explotó luego del
lanzamiento.
Todo esto sucedió entre fines de enero y mediados de mayo de 1986. ¿Qué estaba sucediendo?.
En resonancia con las bases cambiantes de las placas tectónicas, y sobresaturado con disonancia
electromagnética, el techo de la casa mental vigente ha comenzado literalmente a derrumbarse. Como moscas
apartadas por un niño en concentración maliciosa, los vehículos espaciales fueron sacados de sus trayectorias.
¿Por qué? La respuesta es, por ondas de disonancia disparadas erráticamente, y emitidas por el deseo insensato
de los humanos por controlar y perturbar el campo electromagnético.
El desastre nuclear de Chernobyl ocurrido entre abril 25 y 26 de 1986, y el cerco tendido a aviones de la Fuerza
Aérea Brasilera por trece OVNIS el 23 de marzo de 1986, fueron dos señales más del campo resonante,
anunciando al mismo tiempo el fracaso y los límites de la tecnología, y la rápida desintegración de la casa mental en
vigencia.
Hablando con la voz de los eventos, cuyos orígenes y efectos escapan a la conciencia moderna, el núcleo
resonante de la Tierra, al estar a tono con la armonía galáctica, está preparándose para una convergencia
armónica: Y esta convergencia armónica es el punto en el que el contra spin de la historia llega finalmente a una
suspensión momentánea, y comienza el aún imperceptible spin de la post-historia.
Para el momento en que estas palabras se lean públicamente, el evento, o sea la Convergencia Armónica, estará
sólo a unos meses de distancia. Y otros eventos de naturaleza perturbadora e irritante habrán ocurrido
recientemente, demostrando que no sólo está bamboleándose el techo de la casa mental en vigencia, sino también
las paredes.
Todo lo que quedará será la disolución de los fundamentos, o sea la roca sólida del materialismo científico que
sostiene la exclusividad y superioridad del hombre en el universo. Mientras tanto, los contra efectos de la nueva
casa mental, actuando a través de la reja de resonancia intensificada del cuerpo luminoso terrestre, por primera vez
se manifestará como el impulso hacia un momento unificado de sincronización colectiva, es decir, la Convergencia
Armónica.
A través de la infraestructura de la nueva casa mental una -maraña de raíces transnacionales y en colaboración con
un conglomerado cooperativo global -o sea una cooperación radial - cantidades crecientes de humanos están
experimentando las realidades del cerebro global.
La acción de los colectivos locales - o sea la acción de los microorganismos - actuando a través de la armonización
con el conocimiento de que el propósito no es una posesión individual, se convertirá con toda seguridad en las
cuentas ensartadas de la intención unificada sobre el sistema de la reja planetaria.
Y entonces ocurrirá la Convergencia Armónica la excepcional aceleración del armónico de onda de la historia
cuando ella pase por un momento de sincronización sin precedentes. Como una lanzadera en un telar pasando con
la velocidad de un relámpago, cambiará la frecuencia resonante de la reja terrestre.
En este cambio se disolverán los fundamentos de la casa mental estampada con los nombres
de Descartes, Newton, Galileo, y Copérnico.
Agitándose aún más profundamente a través de la conciencia de una minoría despierta de la raza humana,
sucederá la realización de una mayor fuerza resonantemente atractiva; empezará a manifestarse una síntesis
suprasensible de la mente y la naturaleza, con la que no se había soñado hasta ahora.
La experiencia de la realidad como una matriz unificante una combinación sina-estética de los sentidos, efectuada a
través de la experiencia sensoria de la luz y del sonido - proporcionará las primeras capas vibratorias para los
fundamentos de la nueva casa mental.
El tránsito a la post historia comenzará a medida que el clímax y el fracaso de la tecnología perteneciente a la,
antigua casa mental se hagan cada vez más evidentes, obviamente con algunas dificultades y desafíos, y en medio
de los efectos caóticos del antiguo orden político y económico.
Y al mismo tiempo que la nueva casa mental esté colocando sus fundamentos, será desmantelada la estructura
pesada, inerte y químico-mecánica de lo antiguo. Esta actividad sincrónica -la formulación de lo nuevo y la limpieza
y purificación de lo viejo - será la única fuerza impulsora, a medida que vaya entrando el Katun final 1992-2012 D.C.
Conocida como la Campaña por la Tierra, lentamente tomará forma la aparición de una sociedad planetaria,
operativa a nivel local, intercomunicada y unificada psíquicamente, surgiendo en el año 2012 como un plan evolutivo
de inteligencia interactiva universalmente.
Mientras tanto, lo mejor es dejar que los eventos venideros cuenten su propio relato, a medida que transcurran los
cinco años que van desde 1987 hasta 1992, del evento revolucionario mundial de la Convergencia Armónica,
regresemos al Factor Maya por una descripción estructural del armónico en contra spin de la post-historia
¿Cómo podemos imaginarnos la post-historia?
¿Qué significado tiene el hablar de la construcción del cuerpo, luminoso del planeta?
¿Cómo se experimenta a nivel humano el tablero radiogenético del cuerpo luminoso?
Imaginemos que somos, no extra, sino supra-terrestres que estamos examinando las fluctuaciones resonantes del
planeta Tierra.
Nuestro medio de inspección es el tablero radiogenético de 260 unidades, o sea el Tzolkin. Nuestro punto céntrico
está sobre las 260 unidades centrales. Inscritos dentro de esta matriz de 64 unidades se encuentran el código y el
plan de juego del destino humano, que forman el camino más allá de la tecnología. A causa del diseño del modelo
de flujo binario, el Telar Maya, esta matriz de 64 unidades, es llamada “Zona de Cruce de Polaridad”.
En otras palabras, así como la característica principal del ADN es un modelo de doble hélice, por el cual se crea un
camino para el cruce de información de una corriente molecular a la otra, así el modelo del Telar Maya puede
concebirse como el cruce de un lado a otro de la columna mística central de los dos flujos simétricos que
comprenden el modelo de activación galáctica.
El movimiento de este modelo de cuatro unidades a la derecha y a la izquierda de la columna central, es lo que
define al campo simétrico de 64 unidades.
El “tablero” de 64 unidades, es la matriz genética de la transformación que unifica a todas las 260 unidades del
Tzolkin.
Lo que queda del Tzolkin, fuera de las 20 unidades de la columna mística, de valor neutro, se reduce a 144
unidades de un cuerpo de energía radiante de cuatro fases, y a 32 unidades de un cuerpo simétrico y cristalino de
ocho partes.
La totalidad de los doce campos del Tzolkin (cuatro de energía radiante y ocho de simetría cristalina) contienen el
código de información que describe cómo es el resplandor pre y post-genético del desarrollo galáctico. Por
supuesto, el decimotercer campo del Tzolkin está en el centro y representa al ADN.
Moldeando la fórmula pre- y post-tecnológico que define a la historia, el ADN es la matriz transformadora que
mantiene unidas las fases primordial y sintética de la activación energética radiante y cristalina.
Por su posición central en la matriz, la función del ADN es vitalizar todo el modelo de activación galáctica. Como
fractal del conjunto galáctico y de la geometría del mismo ADN, la función de la tecnología/historia, es la de vitalizar
igualmente los campos de energía radiante que definen la pre- y la post-historia.
Este modelo, fijado por las catorce unidades de activación galáctica a ambos lados de la columna mística, describe
la infraestructura vibratoria no sólo del ADN, sino del cuerpo luminoso universal. Al imprimirse holonómicamente en
los niveles celular, de organismo individual, planetario, solar, y galáctico, esta infraestructura vibratoria también
puede interpretarse como la matriz estructural que sostiene el armónico de onda de la historia, a medida que ésta
pasa del rayo de sincronización de 5.200 tun.
Sin la activación del flujo en dos sentidos durante el paso a través del rayo de sincronización, no podría ser
elaborado el cuerpo luminoso del planeta. Este flujo en dos sentidos es el Zuvuya, la procedencia y regreso al
Hunab Ku, núcleo galáctico.
Al no ser diferente a la matriz de la reja etérica del cuerpo luminoso del planeta, la matriz estructural que sostiene el
armónico de onda de la historia es una fractal de la constante galáctica universal.
La activación consciente de la reja terrestre, desde su núcleo resonante hacia su cubierta electromagnética exterior,
es holonómicamente paralelo a la activaci0n del ADN, que construye la historia y produce la tecnología.
En verdad, la tecnología es el andamio que rodea a la reja etérea del planeta.
Al mismo tiempo, puede decirse igualmente que la amplificación galáctica de la reja resonante del planeta, es lo que
define al movimiento llamado historia.
Recordando que la “historia” es la fase tecnológica de 5.125 años de diámetro aceleración vibratoria del ADN, y
además, que la historia es el puente entre la fase originalmente radiante de la pre-historia, y la fase resonantemente
sintetizada de la post-historia, tracemos realmente este pasaje histórico en el tablero genético de las 64 unidades.
Como se demostró en La Tierra en Ascenso, esta reja de 64 unidades puede ser superpuesta sobre el cuerpo
planetario. La línea horizontal divisoria corresponde al Ecuador.
La línea vertical a mano izquierda corresponde al meridiano que pasa a través de la gran pirámide en Egipto, unos
30 grados al oriente de Greenwich.
La numeración de las 64 unidades de acuerdo al modelo numérico del cuadrado mágico del 8, ideado por Ben
Franklin, es lo que define al modelo real del movimiento que une al tablero genético.
Siguiendo la numeración del cuadrado mágico, vemos que el movimiento que enlaza a los números 1-16, y 49-64,
va en la mitad superior de la reja, mientras que el movimiento que une a los números 17-48, aparece
completamente en la mitad inferior de la reja. Aplicados a nuestra ecuación, los números 1 y 16 corresponden a la
pre-historia, los números 17-48 a la historia, y los números 49-64 a la post-historia.
Esto quiere decir que el paso de la Tierra a través del rayo de sincronizaci6n galáctica, corresponde al movimiento a
través de toda la mitad inferior del tablero de 64 unidades genéticas, que es la fase histórica y tecnológicamente
activada del desarrollo genético. Cuando hablamos de que el contra-spin de la historia está llegando a su fin, de que
regresa el movimiento en spin, y de que está empezando la sincronización final de la post-historia, nos estamos
refiriendo al paso de los números 48 a 49.
Ya que estos 64 números del código ADN también corresponden a los hexagramas del I Ching, el paso de la
historia a la post-historia está marcado por el paso del hexagrama 48, el Pozo, al hexagrama 49, Revolución. Pero
esta es una "revolución sin armas”; es una revolución por la Tierra y para la Tierra.
Iniciada por la revolución del campo resonante de la Tierra, la fase final de 26 años de sincronización del Gran
Ciclo, del año 1986 al 2012 D.C., corresponde al movimiento del número 49 al 54.
Una vez que la aceleración pase la sincronización, la -convergencia armónica - la frecuencia armónica aumentada
del campo planetario se traduce en una aceleración que es casi intemporal. El resultado es una compresión del
“tiempo, a través de la etapa del cuarto final del tablero genético.
La terminación en el número 64, contiguo al 1, que es la unión de Alpha y Omega, corresponde al paso desde el
rayo de sincronización 13.0.0.0.0., año 2012 D.C.; a los Nuevos Cielos, a la Nueva Tierra, y a la entrada en la
sincronización galáctica.
Pero, entre esta profusión de números podemos preguntar, en todo esto, ¿en dónde están los mayas? Después de
todo, lo que estamos viendo es una decodificación de un sistema múltiple y resonante que ellos dejaron - el Tzolkin,
el Módulo Armónico Maya.
Sí,
¿Dónde estarán los mayas cuando el mundo va a cambiar sus fichas en efectivo?
¿Cuáles son las profecías relacionadas con los números que como vimos en el capítulo 6º,
encajan con los números del Libro de la Revelación?
¿Hay una segunda venida de los Mayas, un regreso de los Mayas?
¿Está planeando Kukulkan/Quetzalcóatl/Pacal Votan examinar cómo quedaron las cosas,
una vez que él y sus cohortes Galácticas finalizaron sus calibraciones armónicas en la
Tierra, que es el tercer giroscopio armónico de la estrella local, el Sol?
Habiendo sido como aún lo son los antiguos mayas, viajeros cósmicos, no podemos presumir de que conocemos
sus capacidades para lo que podríamos llamar viaje interdimensional, ni sus procedimientos.
Ciertamente, los chamanes de [as zonas montañosas guatemaltecas, los guardianes del día como se les dice,
conservan la tradición, el conocimiento que enlaza el relámpago de la sangre, al flujo armónico de la sabiduría
galáctica, y unos pocos como Humbatz Men y Domingo Paredez, traducen para nosotros dicha sabiduría, mientras
que aún hay otros que se unen a los curanderos de América para una última descripción del paso entre los mundos.
Pero estos son los remanentes, los pocos nobles que conservan encendido en sus corazones el faro de una
incomprensible intemporalidad.
¿Dónde están aquellos a quienes llamamos maestros galácticos?. ¿Qué podemos decir de ellos, después de su
partida al final del Baktún 9?. ¿O, ya están ellos presentes aquí y entre nosotros, - a medida que los días funestos
hacia la Convergencia Armónica pasan inexorablemente. Mientras tanto volverán del futuro los Mayas, en el Zuvuya
de regreso, listos para ayudarnos durante el desenlace del Katun final del gran ciclo?
Si el Tzolkin es una pista, una carta cósmica dejada para un planeta de humanoides, ¿hay otras pistas en otra parte
de nuestro sistema Solar?.
Los dos planetas principales referenciados en el gran número Maya que todo lo abarca, 13 66 560, son Venus y
Marte. Mientras nuestras pruebas espaciales mostraron que Venus, tan íntimamente relacionado con Quetzalcóatl-
Kukulkán, con una atmósfera densa, vaporosa, y provista de nubes, demasiado espesa para ver el fondo, Marte
estaba esperando con una pista al menos diferente - el rostro de Marte, un abultado rostro humanoide mirando
hacia el cielo, de un kilómetro y medio de largo.
Es misterioso el hecho de que el rostro esté mirando directamente hacia los cielos, y deja la inmediata impresión de
que fue construido precisamente para aquellos que, como nosotros, estaban cometiendo desatinos en el universo
con nuestro orgullo que conquista la naturaleza, y con instrumentos sensorios lanzados en cohetes.
Aunque el rostro fue encontrado el 25 de julio de 1976, una pista aún más misteriosa, lanzada por el Zuvuya Maya
de los trucos del tiempo, fue el proyecto no realizado para construir una escultura monumental de un rostro mirando
hacia el cielo, que tendría una milla de ancho, y que habría de titularse La Escultura que Ha de Ser Vista Desde
Marte.
Misteriosa porque la escultura fue propuesta 29 años antes de la prueba del Viking, en 1947 - el año de los OVNIS -
por el artista nipo-americano Isamu Noguchi.
Las coincidencias - sincronicidades de la clase más profunda - implícitas con relación al rostro de Marte y la La
Escultura que Ha de Ser Vista Desde Marte, ideada por Noguchi, son demasiado vastas como para que la mente
racional las comprenda, demasiado grandes como para que un pequeño libro del materialismo científico las
entienda, y demasiado inescrutables para estar contenidas en la mezquina red de la doctrina del “no predominio de
humanoides en el Universo”.
Pero desde dentro del código resonante de los mayas, maestros de luz y viajeros galácticos, sincronizadores del
fractal de onda que moviliza moléculas, construye planetas de acuerdo al mismo índice, el rostro de Marte y de La
Escultura que Ha de Ser Vista Desde Marte; ¡sí! y el chevrón y las marcas ovales de Miranda, la luna uraniana, son
todos lo mismo: nodos de un tejido intergaláctico resonante, activados sólo por una mente bastante sabia para
despojarse del antiguo paradigma, y aceptar el nuevo en términos incondicionales.
Pacal Votan y los poseedores del linaje de los Quetzalcóatl de la antigüedad y más allá, previeron todo esto.
Liberándose instantáneamente por medio de un transporte cromo-molecular hacia las más lejanas regiones de la
galaxia de donde avían venido, los sabios mayas sin embargo también se prepararon para un regreso.
¿Cuándo?
Bien, muy seguramente el último de los 52 Katunes de activación galáctica, de 1992 al 2012 D.C., el Katun
notificado como el 13 AHAU, el número más exaltado, el signo de la Maestría Solar. Pero aún en el presente
cercano su retorno es inminente porque pronto llega el momento en que de la vuelta la onda generada en 1519 por
el caudillo cristiano Hernán Cortés.
Aquel instante corresponde a los días 16 y 17 de agosto de 1987. La llamada Convergencia Armónica de los días
16 y 17 de Agosto de 1987, kin 1863022 y 1863023, es el primer punto de entrada para el regreso de los mayas, y
es una especie de Tollan planetario temporal, en cuyo momento su presencia será percibida por algunos como una
luz interior, y por otros como ruedas irisadas de serpientes emplumadas que giran en el aire.
Acompañando el cambio de frecuencia resonante, volverán a entrar en la atmósfera las formas de la onda luminosa
de Quetzalcóatl.
Marcando el comienzo del cambio de la fase, cuando el grado de aceleración, exponencialmente entre en fase de
sincronización, la Convergencia Armónica no sólo señala un regreso de Quetzalcóatl, sino también la eliminación
del Armagedón. Para algunos, esto puede ser aún como otro Pentecostés, y como una segunda venida de Cristo.
En medio del espectáculo, la celebración y la urgencia, se disolverá la vieja casa mental, activando el regreso de las
memorias e impresiones arquetípicas, que durante largo tiempo estuvieron dormidas. Sincronizado con el descenso
de la nueva casa mental, este “regreso” de los recuerdos e impresiones correspondientes a las actuales estructuras
arquetípicas colectivas, saturará el campo y creará el impulso hacia el nuevo orden y el nuevo estilo de vida.
El rasgo principal de este regreso de los recuerdos, es el tema mismo del regreso. No solamente el regreso
de Cristo y Quetzalcóatl, sino el regreso de todos los dioses y diosas, héroes y heroínas que siempre han habitado
dentro de la imaginación humana.
Porque el mito no es menos real que la historia. Y lo que se llama imaginación es la función de la estructura
resonante llamada mente. ¿No es a esta misma mente nuestra, a la que hacemos responsable por la ciencia y por
el mito?. Porque en el Zuvuya Maya, el suceso mental, la memoria, y el suceso real, son todos nodos de un mismo
circuito.
La que algunos podrían llamar geometría sagrada, y otros psicología profunda, son unificadas por ser informados
por las mismas estructuras resonantes.
A este respecto, Platón y Pitágoras, Goethe y Jung se cuentan entre los mayas, como también lo son todos
aquellos que acepten realmente la doctrina de la armonía, en cualquier forma en la que ésta les haya sido
transmitida.
El regreso Maya, que es la Convergencia Armónica, es la re-impregnación del campo planetario con las
experiencias arquetípicas, armónicas del conjunto planetario.
Esta re-impregnación se efectúa a través de una precipitación interna, a medida que la energía psíquica, reprimida
durante largo tiempo, rebosa sus canales.
Y entonces, como aprenderemos otra vez, todos los arquetipos que necesitamos están ocultos en las nubes, no
tanto como poesía, sino como depósitos de energía resonante. Esta energía arquetípica es la energía de la
activación galáctica, corriendo a través de nosotros de un modo más inconsciente que consciente.
Al actuar en frecuencias armónicas, la energía galáctica busca naturalmente aquellas estructuras que estén en
resonancia con ella.
Estas estructuras corresponden a los impulso bio-eléctricos que conectan los campos sensorios a reales modos de
comportamiento. Los impulsos están organizados en estructuras “geométricas” primarias, que se experimentan a
través del medio ambiente cercano, ya sea que se trate del ambiente de nubes vistas por el mero ojo, o de la
imponente pulsación de un “quasar” percibido con la ayuda de un radiotelescopio.
A medida que el reconocimiento de nuestra responsabilidad como humanos en este planeta alcance un volumen
crítico, se disparará el momento de inundación arquetípica, quitando los grilletes del antiguo paradigma, e
imprimiendo el nuevo sobre un número considerable de humanos, en un momento del bautismo resonante.
Entonces el pasado, lo olvidado y, aún “lo que ha de venir” se harán conscientes. El “regreso” es realmente una
toma de conciencia de lo que ha estado almacenado, y al mismo tiempo es un aumento de conocimiento. Veremos
que los eventos que el antiguo paradigma se negó a reconocer, se han transformado en formas de temor en nuestra
mente.
En aquel nuevo instante de visión, la Convergencia Armónica, ya no conoceremos el temor. Porque en la conciencia
está la luz. Esto es lo que se quiere dar a entender con el regreso de Quetzalcóatl.
Para otros, este momento será el de la visión de las ruedas irisadas de la serpiente emplumada que giran en el aire
-144,000 como fue anunciado por la profecía del Zuvuya. En combinación con la condición natural de las cosas en
ese momento, brotará un nuevo fervor en aquella criatura desgraciada, “el hombre del siglo veinte”.
Mediante este fervor, descenderá una señal que sacará de la matriz una Campaña por la Tierra, que es la
oportunidad para la auto redención humana.
La Campaña por la Tierra es el plan o designio para el tránsito de una casa mental a la siguiente. En el año 1992
D.C., el plan iniciado en la Convergencia Armónica habrá estabilizado al mundo, aunque de ninguna manera esto
quiere decir que todas las cosas estén domadas.
Como un giroscopio que ha llegado a un balanceo temporal, y luego vuelve a estabilizarse, así la Tierra, una vez
más en su ruta, trazará su onda elíptica alrededor del Sol. Inspirada e iluminada como una conciencia movilizada en
resonancia consigo misma, y dentro de las paredes de membranas del sistema Solar, la Tierra estará tan solo a una
sincronización de la entrada a la Federación Galáctica.
Como el movimiento inicial de regreso hacia la corriente evolutiva central, desde cuya línea de plomada, la última
civilización industrial representó una notable aberración, la campaña por la Tierra será activada por caracteres o
personajes arquetípicos humanos que expresan impresiones re-imprimidas por las frecuencias galácticas en
la Convergencia Armónica.
Y no sólo eso, sino que muchos humanos también aprenderán que ellos expresan variaciones de la misma
impresión. La membrana común poseerá el planeta una vez más.
En medio del regreso de recuerdos e impresiones, los principales serán los del Rey Arturo y el reino de Shambhala.
La resonancia arquetípica clama por un círculo, por una mesa redonda de doce Caballeros y un Rey -de nuevo el
trece mágico -para restaurar el Reino de Avalon. Avalon es la Tierra, y el Reino es nuestra regencia resonante y
consciente sobre esta hermosa Tierra. Como un clan comprometido en la guerra, los Caballeros de la Mesa
Redonda renacerán como la voluntad, para movilizarse y sacrificarse en beneficio de la causa de la Tierra, que es la
causa de la luz.
Mientras la Mesa Redonda Arturiana resume el número trece de los mayas, el mito de Shambhala, el reino mítico
del Asia Central, es un eco de los nueve Señores del destino galáctico, los señores mayas del tiempo, llamados en
el Tibet los nueve grandes Lha. El mismo reino de Shambhala es el noveno, y es la figura central en un valle
rodeado por ocho grandes montañas.
Sus habitantes, inspirados en las enseñanzas de la Kalachakra Tantra, la Rueda del Tiempo que recibieron de sus
Reyes, todos ellos obtuvieron una condición de iluminación colectiva, y por eso ya no fueron visibles en la Tierra.
Pero, de acuerdo a enseñanzas dejadas atrás, existe la promesa de un regreso para ayudar a libertar al mundo del
azote de los “Tres Señores del Materialismo”.
Este regreso se efectuará con la liberación de un arquetipo conocido como los Guerreros de Shambhala. El
propósito del regreso es establecer el Reino de Shambhala en la Tierra. Pero entonces, ¿cuán diferente es este del
regreso de Avalon, de los mandatos de Cristo referentes a la entrada en el reino de los cielos, o del regreso de
Quetzalcóatl para restaurar un nuevo reino de trece cielos?
Cada variación arquetípica se enhebra como una cuenta de la percepción interior respecto al Zuvuya de los mayas.
Como una resonancia múltiple, el mito abre sus puertas a una realidad que es profundamente inter-dimensional.
Y nos encontraremos como mayas planetarios, poseyendo una tecnología espléndidamente sencilla y sofisticada,
basada en el apareamiento de las frecuencias solar y psíquica, que armonizan la “proporción de los campos
sensitivo?
Creando una tecnología no contaminante, nos permitiremos subsistir confortablemente en pequeños grupos bio-
regionales enhebrados conjuntamente como nodos de información, en un sistema de comunicación que finalmente
ha descartado los alambres. Y por último, valiéndonos de los ratos de ocio a los que nos ha adaptado nuestra
genética, colectivamente llegaremos al conocimiento como si fuésemos una sola persona. Y en ese conocimiento,
nuestra vida pasará a formar parte de una vida más grande.
El misterio de lo desconocido, que siempre ha estado haciéndonos señas, por la luz contenida en su interrogante,
nos expandiría a otros niveles del ser y del conocimiento no imaginados por el ego que se ha consumido en la lucha
de la antigua casa mental.
Como índice del grado de aceleración planetaria, la tecnología realmente se habrá transformado a sí misma.
A través de la sincronización, esta transformación nos mostrará que con toda nuestra utilería bio electromagnética, y
con la programación galáctica del cuerpo de luz, somos nosotros mismos, los mayas que han regresado, quienes
somos en nuestros propios cuerpos la mejor y más sofisticada tecnología que existe somos el camino más allá de la
tecnología.
EL GRAN SELLO DE LA FEDERACIÓN GALÁCTICA
Sin embargo, según las medidas mayas, un ciclo de 5.200-tun, es un ciclo relativamente corto. Además, debido a
que parece que nosotros somos el eje del drama, es fácil que perdamos de vista el hecho de que nuestra
perspectiva ciertamente no es la única, ni necesariamente la mejor, para solucionar nuestra situación.
Como lo hemos visto, la ciencia Maya reconoce diferentes y coexistentes niveles de ser, diferentes dimensiones de
conciencia coexistentes, que pasan conjuntamente a través de fases de desarrollo interactivo, durante ciclos
evolutivos diferentes.
La etapa homo sapiens tiene una duración de 26.000 tun, o sea de cinco grandes ciclos de 5.200 tun. El ciclo de
26.000 tun es casi equivalente al llamado gran año platónico. El ciclo de 5.200 tun, que ha sido el objetivo de
nuestro libro, no es más que la quinta, es decir la última etapa del ciclo evolutivo en curso. Lo que estamos viviendo
es el clímax de nuestra especie particular, y de nuestra etapa evolutiva; los últimos 26 años de un ciclo de unos
26.000 años de duración.
Lo que representa esta condición avanzada de la humanidad, es la utilización práctica e ingeniosa del traje espacial
físico tridimensional para domesticar y usar el plano físico del planeta. CHICCHAN y OC son sumamente
interactivos en el uso de este traje espacial. El cuerpo de luz o doble etéreo, lo que los egipcios llamaron KA, es el
registro electromagnético cuatri-dimensional que manipula al cuerpo físico tridimensional. Este corresponde a un
orificio de MEN.
Finalmente está AHAU, la mente solar, que es puramente electromagnética o quintadimensional, y no está sujeta al
tiempo. Este es activado por el Zuvuya galáctico, y procesa información interdimensional en beneficio del planeta.
El reino de los señores y guías solares en nuestro planeta, constituye el cuerpo etérico del mismo, y es resonante
con el campo electro-magnético del planeta y con su control giroscópico interdimensional, que se encuentra en el
corazón cristalino de la tierra.
En los comienzos del actual ciclo evolutivo, hace casi 26.000 años, en el punto más alto de la última edad del hielo,
los señores solares, los AHAU KINES, gracias a la bondad de la Federación Galáctica, fueron dotados con el
conjunto de semillas evolutivas para la activación de las diferentes etapas del ciclo actual. Los elementos del
conjunto de semillas son las formas puramente electromagnéticas de los arquetipos del ciclo evolutivo.
A medida que la necesidad de la sincronizaci0n de la tercera y cuarta dimensión (o sea del cuerpo físico con el
cuerpo de luz), alcanza ciertos niveles de desarrollo, se dispara un conjunto de formas arquetípicas adecuadas.
El nombre mítico para el reino planetario de la quinta dimensión donde están los señores solares, los AHAU KINES,
los custodios de los arquetipos del ciclo evolutivo, no es otro que Shambhala.
Orientado directamente hacia la Federación Galáctica, ubicada en relación con el polo norte magnético del planeta,
y en particular concordancia con Orión y Arcturus; el reino de Shambhala entró a la tercera y cuarta dimensiones
durante un período particular del actual ciclo.
Esta manifestación correspondió a la época que siguió al nacimiento del Señor Buddha (nacido de Reina Maya en
6.10.0.0.0, el punto medio del Gran Ciclo) cuando el rey Suchandra de Shambhala pidió que el Buddha diese las
enseñanzas de la Rueda del Tiempo, o sea de Kalachakra.
Suchandra trajo estas enseñanzas de vuelta al Reino, donde ellas florecieron bajo los reinos de los siete grandes
reyes Dharma.
Después del reinado del séptimo, quien realmente era una mujer llamada Visvamati, el reino volvió a la esfera
interdimensional, en donde permanece hasta este momento, repleto de guerreros espirituales, listos para caer como
una lluvia sobre los desiertos materiales del mundo actual.
Mientras tanto - antes, durante, y después de este intervalo - los AHAU KINES, los Señores del Sol, han
permanecido siempre vigilantes y en acuerdo. Es debido a su influencia, la cual de cuando en cuando desciende en
forma de semillas electromagnéticas llamadas arquetipos, que el interés humano ha sido elevado, o canalizado a
través de la religión del Sol, o sea, el gran culto planetario solar.
En verdad, principalmente a través de las etapas iniciales del presente y último ciclo de 5.200-tun, el culto planetario
solar ha sido el medio más elevado para la movilización de la energía social. Sobre todo, durante la iniciación del
presente ciclo, en el año 3.113 A.C., el culto al señor solar Ra, fue elevado en Egipto a un lugar de suprema
importancia.
El culto a Ra, conmemorado y consagrado en la decimatercera cámara secreta de la Gran Pirámide, era celebrado
para que penetrase como un rayo de luz pura en la iniciación del ciclo, con el objeto de que evocase en la
humanidad un recuerdo constante del propósito evolutivo superior.
El culto planetario solar fue poderoso al movilizar la energía inicial del actual ciclo de civilización, ya fuera
en Egipto, Mesopotamia, India, China, Méjico, o Perú.
Sin embargo, una vez que el impacto del impulso tecnológico empezó a traducirse en condiciones y formas cada
vez más materialistas, comenzó a disminuir el poder del culto planetario solar.
A medida que la influencia disminuía, los humanos comenzaron a apoyarse más y más en sus trajes espaciales
tridimensionales (sus cuerpos físicos), y menos en sus etéricos cuatridimensionales o dobles del cuerpo luminoso.
Como resultado de esto, disminuyó el contacto y la comunicación con los AHAU KINES, los grandes señores y
guías solares.
La venida de los grandes maestros o avataras, principalmente del Buddha, Cristo, y en las Américas Quetzalcóatl,
fue con el objeto de conservar vivo el recuerdo de la suprema memoria evolutiva.
Pero, como hemos visto, a la terminación del duodécimo ciclo, el Baktún 11, la luz del culto planetario solar hubo
disminuido a tal grado que la sombra mental, llamada materia, proyectada por el eclipse de la religión solar, fue
considerada como el lugar de inicio más apropiado para la nueva ciencia. Como consecuencia de esto, la ciencia de
la mecánica materialista nació en una fiebre de conocimiento engendrada por la sombra.
En la época en que la civilización Maya soportó la conquista española, en el año 1697 D.C., el eclipse fue total. En
su intensidad nocturna, el fundamento de la regencia solar en los asuntos de la humanidad se fue desvaneciendo
paulatinamente en la memoria de los seres humanos. A esta consecuencia del eclipse se le conoce como la Era del
Materialismo. De ésta se originó el último impulso tecnológico, o sea la civilización global industrial.
Como, triunfo de la infatuación humana con su propia manipulación material, la civilización industrial global ha
tenido el efecto singular de enceguecer a los humanos modernos, para que no vean la realidad del Sol como una
inteligencia que ha de ser tenida en cuenta en todas nuestras actividades.
El humo agitado con violencia por las fábricas oscuras de Satán, literalmente, como también metafóricamente, ha
ocasionado un olvido de nuestra herencia solar, que ahora nos ha traído al borde de la auto destrucción. Hasta que
no comprendamos que el hechizo fatal de nuestra inventiva tecnológica representa una separación de las fuerzas
de la luz y un menosprecio de nuestro propio potencial como co-creadores universales, no escaparemos a las
consecuencias de nuestra ignorancia.
Porque la verdad es que nos convertimos en simples artefactos, que no quieren tomar posesión del poder que yace
dentro de su propio circuito interno, un circuito bio-electromagnético que está directamente conectado con el Sol, a
través de los Señores Solares, los AHAU KINES.
Así es como hemos venido a trabajar en los socavones del materialismo.
Separada de los guías de la quinta dimensión, inconsciente aun de la existencia del cuerpo de luz de la cuarta
dimensión - el alma - identificada exclusivamente con una vestidura-física - de tres dimensiones, la humanidad
materialista navega por un rumbo sombrío, a través de las tinieblas que ella misma ha creado.
Míticamente, el desarrollo fáustico de la industrialización global representa un alejamiento de la luz - del alma
luminosa interior, que es nuestro guía - para buscar las inmediatas ganancias del poder de una fácil maestría
tecnológica que ofrece sobre nuestros medios materiales.
En verdad, esta separación es una entrega a la fuerza de la oscuridad, llamada por los antiguos mejicanos
“Tezcatlipoca”, el Oscuro Señor del Tiempo.
Tezcatlipoca es la contraparte bufón de Quetzalcóatl, que disfrazado como Cortés, llegó a Méjico en el año 15 19
D.C., anunciando la entrada al actual ciclo infernal de 468 años. Envalentonados por el ejemplo de hombres como
Cortés, que ayudados y sostenidos por el poder brutal que el dominio tecnológico nos ha traído a algunos de
nosotros, nos hemos empeñado en construir una civilización entera, ignorando los fundamentos de la luz y la
regencia solares.
Es significativo el hecho de que uno de los últimos verdaderos monarcas imperiales de Europa, anterior al triunfo de
la revolución industrial, Luis XIV, fuese llamado el Rey Sol.
En la época en que el extravagante Luis XIV estaba en su tumba, el carbón ya estaba siendo explotado en la
antigua Albión del Rey Arturo. Y cuando llegó el momento de expresar el temible poder del dominio fáustico del
hombre sobre la naturaleza, es igualmente significativo que fuese a través de la liberación artificial del poder del
átomo -poder que nosotros creemos es liberado por el Sol - que hubiésemos creado nuestro propio signo de
estancamiento: la bomba atómica.
Hiroshima, Nagasaki, y Chernobil son los testigos mudos del olvido al que nos ha relegado el desprecio que
sentimos hacia el Sol y hacia los verdaderos principios del orden cósmico. Y además de eso, las armas nucleares
se acumulan en número creciente, y cada una es una proyección mortal de la mancha producida por la ceguera que
nos impide ver nuestro Sol.
Sin embargo, con el momento de la transformación tecnológica sobre nosotros, y con cinco años de anticipación a
la entrada en el rayo de sincronización del último katun de los 260 katun y de los 5.200 tun, aún podemos revivir y
despertar al don del Sol.
Después de todo, el ducentésimo sexagésimo katun del Módulo Armónico es el katun regido por el 13 AHAU. El 13
es el movimiento inmanente en todas las cosas, y es el más poderoso rayo de pulsación Galáctica. Exaltado en el
signo de la conciencia y la regencia solar, que es AHAU, o sea la culminación de los veinte signos, debemos
anticipar que el ducentésimo sexagésimo katun será una era de regeneración espiritual, que anuncia una era
dorada planetaria.
En verdad, y a pesar del materialismo deshumanizante de esta era, poseemos el conocimiento y la concertación
para transformar el decimotercer AHAU katun (que va desde el año 1992 al 2012 D.C.) en la nueva Era Solar, una
era muy superior a la era del esplendor solar de Egipto, o, aún más recientemente, al periodo Clásico Maya.
Porque ésta seria una genuina era dorada planetaria, una era que augura la entrada consciente en la Federación
Galáctica.
Presumiendo la mejor, presumiendo que la Convergencia Armoniosa es el giro del ADN colectivo que destruye la
antigua casa mental, y proyecta las bases de la nueva,
¿a qué se parecerá?
¿cuál es el sendero más allá de la tecnología?
¿cómo es aquello de que el AHAU está en nosotros, y a través de nosotros está conectado
al Sol?
Primero que todo, pintemos un nuevo cuadro del mundo, uno que incluya nuestro pasado, vuelto a enmarcar en un
contexto solar.
De acuerdo al Factor Maya, vivimos en el fondo de un océano electromagnético. Lo que nosotros denominamos
como el plano físico terrestre, es en sí mismo el fondo de aquel océano, mientras que nosotros, al igual que
moluscos o pobladores semiciegos, enjambramos nuestras pequeñas vías. Vagamente somos conscientes de que
nadamos y nos movemos a través del fondo de un vasto océano electromagnético multidimensional.
¿Cuál será el aspecto tan extraño que le ofrecemos a aquellos que nadan y se mueven en las corrientes lejanas
que están por encima de nosotros?, ¿y qué podemos decir respecto a aquellos seres que están más allá de la
superficie?. ¿Cómo son ellos?.
Pero para vivir, para sobrevivir en el fondo denso y a la vez frágil del mar electromagnético, nosotros mismos
debemos estar equipados con un circuito bio-electromagnético. En verdad, por medio de nuestro radar sensorio que
ha sido finamente entretejido, somos capaces de obtener del campo electromagnético, orientación y un sustento
aún mayor del que hasta ahora nosotros mismos nos permitimos tener.
En verdad, hasta el presente hemos entregado todos nuestros poderes electromagnéticos a compañías privadas o
mal manejadas a quienes debemos pagar por lo que naturalmente nos pertenece. Sin embargo, como lo
demostró Nikola Tesla en su laboratorio en Colorado Springs, un simple ser humano puede co-generar un campo
electromagnético de increíble intensidad, mientras esté calmado y en resonancia.
Ya son bastante conocidos los elementos del circuito que conecta la vestidura física tridimensional, e inclusive al
cuerpo luminoso de cuatro dimensiones.
Primero, hay un radar sensorio, es decir, los cinco órganos de los sentidos y la “mente”, luego están los canales
nerviosos que llevan los impulsos eléctricos desde los órganos de los sentidos hasta el computador central que es
el cerebro, para procesarlos allí; finalmente están los centros psicofísicos que están asociados con el sistema
glandular, y a los que se conoce con el nombre de chakras, con sus redes por donde fluye la energía sutil.
El circuito es completado por las corrientes sutiles que fluyen como una transmisión resonante desde el sistema de
chakras, directamente a través de las Kuxas Suum - las fibras galácticas - hasta las principales corrientes del
océano electromagnético, las cuales nos conectan con el plano de los señores y guías solares, y de ahí al Sol y al
centro galáctico.
Las corrientes que traen información desde lo alto - desde la quinta, sexta y séptima dimensiones -del océano
electromagnético, que fluyen hacia el plexo solar y desde él, también tienen puntos de entrada en la corona de la
cabeza, en la garganta, el corazón, los órganos sexuales, las palmas de las manos, y las plantas de los pies.
Así pues, vemos que la vestidura tridimensional del cuerpo físico, como cualquier traje espacial decente, tiene sus
puntos de conexión, que le proporcionan al cuerpo luminoso de cuatro dimensiones coexistente con el cuerpo físico,
sus nodos electromagnéticos respiratorios.
Los AH KINES, “Los Guerreros Sirvientes del Sol”, son aquellos humanos que realizan plenamente el cuerpo
luminoso de sueño dentro del cuerpo físico y -conociendo el circuito del organismo humano, - usan el cuerpo
luminoso para navegar en las aguas electromagnéticas que nosotros llamamos universo.
Mediante la afinación de su radar sensorio y el sabio uso del Kuxan Suum, es decir el “cordón umbilical galáctico”
que sale desde el plexo solar, los AH KINES, los realizados del pasado y del presente, son capaces de convertirse
en estrellas médiums, canalizando la información galáctica directamente hacia el piso oceánico-terrestre del gran
mar electromagnético.
Si poseemos el mismo circuito, podemos hacer lo mismo que los fabulosos AH KINES. Cada uno de nosotros,
cuando haya regresado a su simplicidad post-histórica, podrá canalizar directamente las corrientes alternantes de la
galaxia, para que se adapten a nuestra situación.
Para que esto ocurra necesitamos invertir nuestra visión. lo fundamental no es el cuerpo físico, sino el cuerpo de
luz. Nuestro cuerpo físico auto-cinético es la proyección de nuestra evolución interior, como lo son las hojas con
relación al árbol. El cuerpo de luz con su radar sensorio, canales nerviosos, ordenador * central, chakras y sistema
nervioso sutil, y fibras ultra-radiantes, viene a ser el verdadero esqueleto del cuerpo físico.
* En el original 'computer.'
Por tener las mismas 260 pulsaciones que son la misma unidad modelo del Sol, el Módulo Armónico Maya, el
funcionamiento de nuestro cuerpo luminoso es asombrosamente simple. Sin embargo, el desprecio hacia nuestro
cuerpo luminoso es lo que nos tiene confinados en lo que llamamos el reino de las bestias.
Al utilizar-el modelo del Tzolkin como un dibujo representativo del cuerpo luminoso, comprendemos inmediatamente
que el Telar Maya está formado por las corrientes eléctricas, la una positiva, y la otra negativa, que son las
corrientes polares universales de cualquier campo electromagnético. Utilizando el cuerpo físico como una batería
bio-electromagnética, las corrientes universales se entrecruzan en una pulsación infinita.
Este proceso se efectúa a un micro-nivel en cada descarga nerviosa y en cada cruce sináptico. En realidad, lo que
llamamos información es el procesamiento “mental” de estas descargas. Esto también se efectúa en un macro-nivel,
y la unidad física entera que cada organismo encarna puede ser vista como una simple batería electromagnética
que adapta el poderoso cruce de las dos corrientes universales de energía.
Las trece columnas verticales del modelo armónico representan las articulaciones principales del cuerpo, que
dividen también a los principales canales nerviosos que van desde los pies y las manos hasta el cerebro, unidas y
mediadas por la columna central. Esta columna central - la séptima columna mística, - representa el cuello y la
columna vertebral, como también el alineamiento de los chakras.
A cada lado de la columna central, las dos próximas columnas representan los hombros, luego los codos, y
finalmente las muñecas. Continuando hacia afuera, las cuartas columnas representan las caderas; las quintas las
rodillas; y finalmente las sextas representan los tobillos.
Estas son las coyunturas que articulan el flujo de los canales nerviosos hacia las palmas de las manos y hacia las
plantas de los pies, puntos de entrada claves para las corrientes de energía sutil. Los 20 signos sagrados
encuentran su contraparte numérica en los 20 dedos, los dedos de las manos y los pies.
Los órganos sensitivos también están representados por las trece columnas.
En la mitad está el canal central, la gran mente abriéndose al universo vasto, fluido y abierto. A lado y lado van las
columnas que representan la mente local, y los sentidos de la vista, oído, olor, sabor y finalmente el tacto.
Agrupados a lo largo de los lados del canal central, y representados por las diez unidades del Telar Maya, están los
radares neuro-cerebrales, que son los receptores de los órganos sensitivos.
Los 26 puntos de actividad Galáctica constituyen bien sea la corriente del Telar Maya, o representan los 52 puntos
de armonización reconocidos como los puntos de presión en la técnica de masajes de Jin Shin Jyutsu. En verdad,
nuestras técnicas actuales de masajes y curación psíquica, no van lo suficientemente lejos en su entendimiento, y
por lo tanto, en las aplicaciones de lo que podemos llamar correctamente medicina bio-electromagnética.
Utilizando el Módulo Armónico como modelo para el circuito del cuerpo luminoso, y comprendiendo que el cuerpo
de luz es el verdadero esqueleto del cuerpo físico, podemos asegurar que las enfermedades y plagas que nos
afligen, como el cáncer y el SIDA, no se originan en las células, sino que son el resultado directo de los bloqueos
radicales en nuestro campo bio-electromagnético colectivo.
Estos bloqueos son el resultado inmediato de la inmersión y adición a los efectos retroalimentarios de nuestro
deteriorado medio ambiente tecnológico.
La curación para estas enfermedades de la era industrial, no se encuentra en tratamientos químicos o radioactivos,
sino en un cambio radical en la actitud, acompañada por el”desarrollo de una medicina genuinamente bio-
electromagnética que responda al poder de la mente, a la realidad del cuerpo luminoso, y a la restauración natural y
orgánica de la resonancia interior como factores claves en la curación.
La clave para realizar esto, se encuentra de nuevo en el modelo armónico, el Tzolkin de 260 unidades. Así como el
Tzolkin nos da un esquema del cuerpo de luz individual que anima a cada uno de nosotros, también describe cómo
es el flujo normal de la energía y la inteligencia solares, la incesante corriente de energía universal, creativa y
espiritual.
Además, esto ha sido conocido por los AH KINES, los realizados, y por este motivo, ellos son versados tanto en las
artes curativas como en las artes de la expresión creativa y vibratoria, es decir, la música y el canto, el color y la
forma; cuyos armónicos están regidos en su totalidad o al menos mediados por las frecuencias sutiles y
omnipresentes del Sol.
En verdad, a medida que todos nuestros sentidos sean informados por el campo electromagnético activado por el
Sol, podremos encontrar octavas heliotrópicas en los perfumes y en las frecuencias de las manchas solares.
Todo esto es literal y no metafórico, porque la batería electro-magnética del organismo humano individual, a través
de sus Órganos sensorios, hace contacto directo con las baterías electromagnéticas solares y planetarias.
Esta no es una idea nueva. Los grandes visionarios de la era del materialismo científico han estado de acuerdo con
el uso de los sentidos para así lograr percibir el cuerpo de luz.
En los comienzos del decimotercer baktún, o sea, en 1627, la super-utopía de Francis Bacon, llamada “la nueva
Atlantis”, habla de los “mineros de la luz”, y describe un mundo lleno de casas en perspectiva, casas de sonidos,
casas de perfumes, y casas de sabores, en las cuales los refinamientos de los sentidos se hallan sintetizados y
multiplicados.
Los supervisores de todas estas actividades son conocidos como “Los Mercaderes de la Luz”, los cuales son los
mismos AH KINES.
Al contemplar el paso de la era industrial de nuestra civilización, Bacon afirma que la unidad de los sentidos es la
base de un orden mundial benigno y armónico, regido por la Sociedad de Salomón, llamada Nueva Atlantis.
Y así mismo Blake habla de que la terminación del infierno industrial en curso, se logra por “una mejoría en el
disfrute de los sentido?.
La mejoría en el disfrute de los sentidos, es inseparable de la capacidad para realizar nuestra propia potencia
electromagnética. Por medio del circuito del cuerpo luminoso, podemos conectarnos directamente con la casa de la
energía solar. Las pulsaciones electromagnéticas recibidas por nuestro sistema de radar sensorio, canalizadas por
nuestros canales nerviosos, refinados por nuestro sistema de chakras, y mediados por nuestros Guías planetarios
superiores, -los que cuidan los archivos de los arquetipos, son las mismas pulsaciones del cuerpo solar, el Sol,
nuestra estrella local.
La clave para nuestra prosperidad en esta etapa final de nuestro ciclo evolutivo, radica en la simplicidad de estar en
resonancia.
Aún más, es permaneciendo en resonancia como se conserva la frecuencia psíquico-solar, la cual es mediada por
la batería electromagnética terrestre; y se alimenta al cuerpo de luz; y podemos descubrir el conocimiento y la
energía necesarios para nuestra sustentación individual. Decir que estamos tocando las puertas de la magia, es tan
sólo reconocer nuestra falta de fe en lo que realmente somos capaces de hacer a través de nuestra propia
instrumentación, o sea del cuerpo sensorio.
Lo que ha sido demostrado por los chamanes, hechiceros, yoguis, y maestros espirituales, es, después de todo, el
derecho evolutivo de todos los seres.
Pero somos seres condicionados, y estamos atados por nuestra propia ignorancia. Por este motivo, los nuevos
científicos, los “ingenieros synaestheticos”, deben construir casas de perspectiva y sonido, de perfume y sabor, para
que los organismos humanos, que durante tanto tiempo han estado privados del derecho a sus campos sensorios,
puedan de nuevo aprender a navegar a través del océano electromagnético.
En el circuito del cuerpo luminoso se encuentran las leyes resonantes de la ¡evitación, las cuales anulan los efectos
producidos por el arrastre en los rieles nerviosos, causados por seguir las leyes de la gravedad, que desde hace ya
demasiado tiempo nos tienen atados a la materia. La ley de levitación es tan real como la ley de la gravedad, y tiene
mucho que ver con la liberación del apego a la importancia personal.
Porque, al final, la burla recaerá sobre aquellos que no logren elevarse sobre si mismos para deleitarse en la vasta
luminosidad que no puede entrar a la caverna nerviosa del cuerpo sensorio, porque se lo impiden las grietas
estrechas del egoísmo.
En este proceso es muy importante el control de la mente, porque es de la mente donde brotan continuamente las
proyecciones erróneas respecto a nuestra naturaleza actual. La clave para el proceso de la plenitud mental radica
en la columna mística, la cual representa la mente mayor. Esta columna está vacía, y es un canal abierto,
completamente despejado.
Mientras que la mente individual, representada por las dos columnas a ambos lados de la columna mística central,
quede abierta, vacía, y libre, dándole entrada a la gran mente, la conciencia se mantiene, y actuamos con
espontaneidad natural, entrando en un campo del cual no hay propietarios.
Como niños dotados con la sabiduría del universo, canalizamos y recibimos nuestra herencia galáctica-solar.
Desde esta condición abierta y vacía de la mente, surge la nueva tecnología. Al utilizar el cuerpo como una batería
cargada con electricidad, o como un diapasón, puede construirse un medio ambiente apropiado al cuerpo de luz.
Las células solares, amplificadas y enfocadas por cristales, serian los receptores del campo electromagnético.
La energía recibida seria canalizada para generar calor o con objetivos cinéticos: y también sería una fuente de
enriquecimiento sensual superior para los sentidos superiores. La regulación de la energía se efectuaría a través de
la afinación con las frecuencias psíquicas.
Los rasgos claves de esta batería son las dos conchas de la ionosfera: la concha lunar inferior, y la concha solar
superior, a 60 y 70 millas respectivamente sobre el suelo terrestre del océano electromagnético. Son las corrientes
de la ionosfera en resonancia directa con los campos solar y lunar, lo que modera el viento y las corrientes
atmosféricas en las capas más bajas del océano electromagnético.
Al oscilar aproximadamente a 7.8 ciclos por segundo, la ionosfera está en resonancia con el cerebro humano, el
cual, cuando oscila a 7.8 ciclos por segundo, refleja una condición de samadhi, o concentración meditativa. Esta
frecuencia neuro-ionosférica común, es la clave principal para la apertura de la nueva tecnología.
Mucho más allá de la ionosfera están los dos próximos componentes de la batería electromagnética terrestre, que
son los cinturones radiantes, o sea, el cinturón inferior galáctico-lunar, cargado positivamente con protones, y el
cinturón superior solar, cargado negativamente con electrones.
Al igual que una membrana celular, estos cinturones les sirven de mediadores a las mayores corrientes
electromagnéticas que conectan la tierra con el Sol y con los demás sistemas del centro galáctico, o sea, Hunab Ku.
La envoltura de la memoria terrestre está en resonancia polar con los cinturones de radiación externa; esta memoria
terrestre es el banco PSI, el cerebro global, la noosfera, el reino de los arquetipos del ciclo evolutivo, el místico
Reino de Shambhala. En correspondencia con la interacción de la mente colectiva superior, representada por el
signo MEN, y con la actuación de AHAU, la mente solar, el funcionamiento de la mente planetaria y del campo de
memoria, son inseparables de la mediación planetaria respecto a la energía electromagnética del vasto océano
galáctico.
Si comprendemos que la energía y la información no son diferentes la una de la otra, entonces habremos dado un
paso importante hacia la luz. Estas grandes corrientes de radiación cósmica que se vierten en el campo planetario,
representan las diversas clases de información. Codificados dentro del banco de memoria del planeta, y en
resonancia con la cámara interdimensional que se encuentra en el centro cristalino de la tierra, esta energía puede
ser liberada a través de actos de resonancia mística ritual y extática creativos.
Este poder que surge mediante las acciones de armonización, el poder de la poesía, la danza, y la música, -
literalmente es el mismo poder que anima los fenómenos celestes tales como el arco iris. En verdad hemos sido
creados con materia de las estrellas.
En el campo terrestre son numerosas las descargas “naturales” de la batería electromagnética; las auroras
emanadas por los cinturones de radiación, y co-generadas desde cualquiera de los dos polos magnéticos, son las
descargas más importantes tanto por su belleza, como por la terrible energía que ellas transmiten.
Los relámpagos producidos por la interacción de la ionosfera con las corrientes de la atmósfera superior y las
pulsaciones geomagnéticas, son una manifestación ulterior del poder de la batería electromagnética terrestre.
Enlazados a estos fenómenos están las emanaciones de seres formados por energía radiante, a los que se les
denomina pájaros del trueno, guías, o seres espirituales de varias clases.
Además, al resonar en una frecuencia común con la ionosfera, nuestro cuerpo tiene su “relámpago en la sangre”, y
éste se encuentra definido por dos corrientes polares y por dos generadores polares. Estando regulados por los
órganos sexuales y por la glándula pine-al, estos dos polos en resonancia son capaces de generar descargas que
en el organismo individual son el equivalente de las auroras.
Cuando estas descargas se efectúan conscientemente en resonancia con el campo electromagnético, como
mediados por cristales y células solares, la energía liberada puede resultar en una especie de iluminación para
nuestro entorno.
Dirigiendo estas descargas para producir calor, o para las necesidades cinéticas, podremos vencer la necesidad de
artificios mecánicos, y al mismo tiempo cargarnos con un placer generalmente desconocido en la presente cultura.
De este modo podemos comenzar a construir nuestras casas-de los sentidos, que serán al mismo tiempo templos
del cuerpo solar interno y externo.
Hace mucho tiempo, cuando la ciencia actual aún estaba en pañales, Thomas Browne escribió lo siguiente:
"Tuvimos como si hubiese un Sol invisible que arde en nuestro interior”.
Construyendo pues nuestras casas de los sentidos, conoceremos que nuestra mente superior es el Sol.
La nueva era solar tendrá su amanecer. Nacerá la visión del mundo, que es un tejido interactivo de campos de
resonancia de magnitudes grandes y pequeñas. Entendiendo energía e información como las transducciones de
constantes universales generadas por medio de las simples operaciones de armónicos de onda, crearemos aquella
tecnología cuyo objetivo es planetario y su acción es individual.
Organizándonos en grupos de células encadenadas por medio de las técnicas de la fusión sensorial artísticamente
hecha, aprenderemos como nunca antes los conocimientos prácticos para navegar a través de un universo que es
tan múltiple en sus dimensiones, como abundante en sus sensaciones.
Como nuevos mayas, al haber abandonado nuestro enmarañado punto de vista con respecto a las cosas, habiendo
cruzado el umbral de la historia a la post-historia, habiendo recibido así el sello de lo nuevo, no habrá nadie que
quede aislado del conocimiento sobre la manera como el hombre o la mujer han de operar su propio cuerpo de luz.
Porque se entenderá que la utilización total de la batería electromagnética terrestre depende de la plena
participación hasta del último organismo que haya en el planeta. A medida que lo individual se vuelve más colectivo,
lo colectivo se vuelve más individual. Mientras más sumerjan sus conciencias individuales en la batería
electromagnética del planeta, la dádiva de la introvisión e inteligencia solares, afectará a muchas más personas en
sus ocupaciones cotidianas.
De este modo, la sincronización total pronosticada por el rayo 5.200 tun podrá ser realizada rápidamente, y la
alineación galáctica será realizada para el año 2012 D.C., 13.0.0.0.0. en el rayo.
El llamado para incorporar compasivamente a todos los individuos, actuando con toda su integridad
bioelectromagnética en grupos de células, cada una insertada en la batería electromagnética de la tierra, es un
llamado a cargo del mismo Sol, el AHAU KINICH, llamado RA por los egipcios, El Supremo Señor Solar.
Por eso no debemos sorprendernos al encontrar que después del año 1992 D.C., los emisarios del Sol, los nuevos
AH KINES bio-regionales, estarán tomando sus posiciones entre nosotros, para establecer en la tierra el Reino de
los Cielos. De este modo ya estará preparado el final del ciclo evolutivo de los 26.000 tun, y así como Menes unificó
al Alto y al Bajo Egipto al comienzo del Gran Ciclo, así también la unificación electromagnética de los dos polos
planetarios norte y sur, marcará su cierre triunfal.
Ya describí los aspectos científicos y generales de-la nueva era solar, también es necesario considerar el estilo de
vida creativo y espiritual que se movilizará a través de la aplicación de la nueva tecnología de campo resonante
psico-solar.
En verdad, sin fundamentos espirituales creativos, la nueva era solar se tambalearía y se convertiría en otro abuso
de ingeniosidad. La vida de los humanos en el año 1992, organizada en pequeñas células esporas
bioelectromagnéticas, comenzará a parecerse más a los grandes núcleos familiares de la fase pre-histórica, que a
las diminutas y desintegradas familias de la última era industrial.
El énfasis en la integridad individual será equilibrado por la participación individual y colectiva en los nuevos campos
creados por las casas de los sentidos.
Toda célula será una proyección del cuerpo individual, porque un único circuito será el que animará al individuo, al
grupo de células, y al cuerpo luminoso del planeta. Una de las funciones de la nueva ciencia, será la de ayudar en la
ubicación exacta y en la alineación de los grupos celulares, de acuerdo a los puntos planetarios para aumentar la
resonancia de esta más grande totalidad.
En el centro de toda comunidad local, habrá un templo solar que será una construcción sencilla pero elegante,
dedicada a la contemplación y a la regeneración de la energía. Contiguas al templo solar, habrá casas de energía e
información; casas luminosas de cristal solar rodeando un centro nervioso y educacional sistematizado *, que
conectarán la espora bio-electromagnética local con todos los otros grupos de células en el planeta.
* En el original 'computer-based'
Diseminadas entre los jardines, donde se practicarán técnicas agrícolas intensivas y la industria ligera, estarán las
resplandecientes casas de los sentidos. Y finalmente, expandidas en forma de radios, estarán las agrupaciones
residenciales del vecindario.
Reflejando el modelo radial del mismo cuerpo de luz, las formas externas de las casas de los sentidos variarán de
un clima al otro, dando origen a una gran diversidad de estilos, unificados sin embargo en su propósito.
Combinando la riqueza sensitiva - que en la actualidad esperamos obtener de los audífonos estereofónicos y de los
cines, con la participación intensiva y total que proviene de una actividad ritualística y de todo un compromiso
sensitivo, las actividades de las casas de los sentidos serán el nexo activo que nos conectará con la batería
electromagnética del planeta. En lugar de ir a un trabajo todos los días a las nueve de la mañana, cada día
prepararemos la celebración del ritual de afinamiento sensorio con las pulsaciones galácticas solares.
Mediante la fusión sensitiva -la reunión de varios sentidos en la experiencia de la synaesthesia - percibiremos una
amplificación synergística de la energía y del gozo.
El tiempo libre para hacer todo esto será el resultado natural de habernos despojado de una economía militar
innecesaria y de la producción de bienes de consumo innecesarios y aún tóxicos, que no tuvieron en cuenta la
realidad del cuerpo luminoso. Al alimentarnos tan simple y regionalmente como sea posible, destinaremos nuestra
riqueza sobrante a la investigación, educación, y producción artísticas necesarias para el establecimiento de un
organismo colectivo saludable, que esté en armonía vibratoria con el Sol y con Hunab Ku, el centro galáctico.
En adición al mejoramiento del goce sensorio, habrá un aumento igual en la capacidad del poder psíquico que
ahora llamamos poderes paranormales. En realidad, cada cual será un canal - un médium - y lo que ahora
entendemos como impresiones o canalizaciones psíquicas, serán como un juego de niños en comparación a
nuestro potencial real.
En vez de rastrear arquetipos de lúgubres vidas pasadas, los cuales se anuncian con voces pseudo-
fantasmagóricas, seremos canales directos de las estrellas. Encontraremos que nuestro entusiasmo, nuestra
aventura estarán en hacer colectivamente cruces interdimensionales, que simultáneamente acelerarán nuestro
crecimiento hacia la sincronización colectiva con el cuerpo luminoso del planeta.
Finalmente, al abrir nuestros campos sensitivos olvidados durante tanto tiempo, con miras a alimentar el cuerpo de
luz, comprenderemos que los OVNIS son células electromagnéticas inter-dimensionales que han sido programadas
en la galaxia, y generadas por la tierra, y que son útiles para nuestro propósito educativo.
Al igual que los mayas que nos precedieron, comprenderemos que la ruta hacia las estrellas es a través de los
sentidos, y que la debida utilización de nuestra mente como factor auto-regulador, es lo que facilitará la travesía por
los diferentes niveles o dimensiones del ser. Estas dimensiones o niveles del ser, que ahora son frecuentados por lo
que denominamos OVNIS, son asequibles universalmente, y, son por ello lugares de reunión para las inteligencias
procedentes de diferentes sectores de la galaxia.
Como una espora de múltiples niveles, los medios de transporte hacia las diferentes dimensiones del océano
electromagnético, el modelo de nuestra nueva casa Galáctica es el gran canal central a lo largo del cual están
insertados los diversos niveles del ser, es decir, el individual, el colectivo, el planetario, el solar, el estelar, el código
matriz, y el centro galáctico.
A medida que muchos más de entre nosotros aprendan a navegar en el medio galáctico mediante el uso sabio de
las frecuencias armónicas resonantes, nos sumergiremos en una vida más grande.
Los encuentros directos psíquico-sensitivos acompañados por imágenes más reales y grandes que las que nos
ofrecen nuestros radio-telescopios, disolverán de un modo natural aquellos valores que ahora mediante el temor
nos atan a un nombre y a un lugar. En lugar de eso, a medida que experimentemos la plenitud del significado de la
vida universal, el desapego y la compasión nos moverán. Como navegantes dotados de resonancia, encontraremos
a los seres grandiosos de nuestros mitos, y los sueños nos envolverán con toda su riqueza sutil.
Las técnicas y las percepciones internas desarrolladas por las grandes tradiciones místicas estarán al frente de
nuestras actividades, y si una vez nos dejamos penetrar por un horrible temor a la muerte, ahora comprenderemos
nuevamente que la continuidad del ser es la que hace la misma integridad de todos y cada uno de nosotros.
En el logro de nuestro ser universal, no podemos menospreciar el poder de lo que llamamos música, canto, y sonido
armonioso. En los recintos colectivos del sonido templos radiosónicos - surgirán los sonidos armónicos que harán
que realicemos en la Tierra el Reino de los Cielos.
Entendiendo la navegación como la función de un armónico superior con la que estamos colectivamente en
concordancia, tendremos acceso, al mismo tiempo, a niveles cada vez más profundos de la memoria. Como modelo
fundamental de resonancia, la memoria vendrá a ser conocida como el modelo radial que unificará todos los niveles
del ser y de la conciencia.
El palacio de la memoria universal se abrirá a través de este conocimiento que resuene con los tonos sonoros de la
sincronización colectiva. Los campos estelares, y los destructores de la creación cósmica serán borrados por medio
de la conciencia de la humanidad.
Viviendo a través de nuestros sentidos, al fin haremos consciente la era de ensoñación colectiva que fue venerada
por los aborígenes. A medida que viajemos a través de las ondas de pulsación de nuestros circuitos nerviosos, se
restablecerá la comunión con los otros reinos: es decir, el minera¡, el de las plantas, los animales, y los órdenes
superiores del mar electromagnético.
Funcionando de nuevo dentro del contexto de una gran jerarquía natural, nuestra vida juntará el poder regenerativo
del entorno del chamán, con la pompa de la vida cortesana medieval, y todo esto será iluminado por una
bio4uminiscencia interior, a la cual la electricidad del presente sólo puede señalar levemente.
Una vez más la humanidad será un reino, pero un reino vasallo del Sol, y la Tierra entera será su reino.
Mientras que ahora somos castigados y nos hacemos sabios a causa de nuestro breve encuentro con la máquina y
con los horrores de los experimentos nucleares, en el nuevo reino la nobleza será un rasgo reconocido
universalmente.
No se perderá el valor democrático del individuo, sino que más bien se establecerá un nuevo entendimiento del
individuo en la jerarquía galáctica.
El ejemplo de los chamanes-guerreros, quienes fueron los primeros en pasar de la historia a la post-historia, se
difundirá como un ejemplo de vida para todos. Crónicas de lírica belleza y de proporción épica se manifestarán
espontáneamente a través de la diaria armonización colectiva. Y en el mercado, el teatro, la danza y el canto, se
avivará el intercambio de información y mercaderías que será promovido por los mercaderes de la luz.
Y si se ha de preguntar cómo será dirigido y regulado todo esto, entonces no menospreciaremos el papel del
sentido común e intravisión de los humanos, que estará dirigida e informada por un Consejo de Asuntos Solares y
Planetarios.
Como este Consejo está encargado de supervisar el alineamiento de la batería electromagnética terrestre con las
frecuencias y pulsaciones solares para lograr la gran resonancia armónica del todo, las actividades de este Consejo
afectarán naturalmente todas las demás actividades y acciones sobre el planeta.
El Consejo de los Mediarcas y el Consejo de los Geománticos, colaborarán estrechamente con el Supremo Consejo
de Asuntos Solares y Planetarios.
El primero se encargará de diseminar globalmente la información y la educación por medio de la red de video-
ordenador *; y el último estará encargado del contacto artístico y armónico de los campos de resonancia humano y
planetario.
La acción conjunta de estos dos consejos propiciará cada vez mayores sincronizaciones de la raza humana la vasta
red de localidades organizadas bioregionalmente, enviarán emisarios al Consejo de Asuntos Solares y Planetarios,
para realizar entre ellos conferencias anuales, en los solsticios y equinoccios.
El evento principal y centro de toda actividad será el esponsorio semestral, o sea el día de las grandes
celebraciones planetarias para festejar el día de la Tierra y el Sol.
Después de la gran tarea de quitarle su riqueza al antiguo estamento militar, y de desarmar y limpiar la utilería
tóxica, la economía en el año 1992 D.C. será ordenada libremente. Los árbitros o supervisores economistas,
quienes trabajarán estrechamente con el Consejo de Asuntos Solares y Planetarios, y con el Consejo de Mediarcas,
viajarán de bio-región en bio-región recogiendo información con el objeto de unificar la producción y distribución de
la riqueza global.
En verdad, la riqueza será información que se distribuirá en unidades informativas adaptadas a las bio-regiones
locales. Se establecerán intercambios entre los representantes de los diferentes grupos, efectuando una
polinización en lo concerniente a lo cultural económico e informacional.
Bajo el estandarte del Gran Ser Solar, el árbitro economista viajará alegremente acompañado por bandas de
juglares y grupos artísticos que asistirán a este “cruce” planetario.
Las actividades criminales, incluyendo el robo, el acaparamiento, el pillaje, el secuestro y el asesinato, serán
tratadas por el Consejo de Rehabilitación Creativa; trabajando en estrecha unión con el Consejo de Salud Global, el
Consejo de Rehabilitación Creativa enviará a todos los “criminales” a las Unidades de Rehabilitación que son
vigiladas por los ritualistas geománticos, quienes, siguiendo el diagnóstico, ocuparán a los delincuentes en tareas
de resolución de problemas relacionados con las Casas de los Sentidos.
Abandonada ya la necesidad de la guerra, y despiertos los ciudadanos terrestres para el propósito superior
mediante la Campaña por la Tierra, el aspecto de la sociedad global la cambiará rápidamente en la siguiente
generación.
A medida que se acerque el año 2012 D.C., el planeta estará sonando y vibrando como nunca antes. El período
final de cinco años, que va desde el año 2007 al 2012 D.C., estará particularmente dirigido al emplazamiento de los
grupos de trabajo de la sincronización galáctica en todos los nodos del cuerpo luminoso del planeta.
Utilizando los modelos de información armónica que inter-conectan a los cuerpos de luz individual, planetario, y
solar en armonía con las frecuencias galácticas, los equipos de navegación colectiva psíquico-solar, y los grupos de
sincronización, ayudarán a que ningún individuo quede excluido de la armonización. Los grupos de educación y
rehabilitación trabajarán en las últimas prisiones y hospitales.
Los grupos de médicos bioelectromagnéticos cuidarán de que toda localidad bio-regional realice el alineamiento con
el modelo del cuerpo luminoso planetario. Al enviar señales desde la federación galáctica, las unidades avanzadas
del Consejo de” Asuntos Solares y Planetarios difundirán las últimas instrucciones para los grupos de
sincronización.
El instante único, el instante de la sincronización planetaria total, el cierre no solo del Gran Ciclo sino del intermedio
evolutivo llamado homo sapiens, llegará en el 13.0.0.0.0. del rayo. En medio de la preparación festiva y de las
asombrosas señales galáctico-solares que se recibirán psíquicamente, la raza humana, en armonía con el reino
animal y con los demás reinos, y ocupando su lugar correcto en el gran mar electromagnético, se unificará en un
solo circuito. Las transmisiones de sonidos galácticos y solares, inundarán el campo planetario.
Y por fin la Tierra estará lista para formar parte de la civilización interplanetaria.
Y luego, como si se hubiese accionado un interruptor, un gran voltaje pasará rápidamente a través de este circuito
ya integrado y sincronizado que se llama humanidad. La Tierra misma será iluminada. Una corriente que cargará a
los dos polos avanzará velozmente a través de los cielos, uniendo las auroras polares en un solo relámpago
luminoso.
Al igual que la brillantez del arco iris, esta energía circumpolar que une las antípodas planetarias, se entenderá
inmediatamente como la proyección externa de la unificación de la mente colectiva humana. En aquel momento de
entendimiento, seremos proyectados colectivamente hacia un dominio evolutivo que actualmente resulta
inconcebible.
Y sin embargo, obtendremos ese conocimiento. Como niños en un nuevo y extenso campo de recreo, retendremos
la visión más alta y exaltada. El propósito se iluminará en nuevos niveles de espontaneidad. En todas partes se
escucharán las voces de la federación galáctica: los ancianos, los antepasados, los grandes Bodhisattvas y santos,
los mayas que han regresado, nuestros Seres internos, el espejo cósmico, y los ropajes del tiempo y el espacio que
ahora se han hecho Uno.
El anuncio se hará como si fuese una sola voz escuchada por un único oído: ¡Y ahora empieza la aventura!.
En este momento alguien podrá decir que yo he tejido una fantasía, un cuento utópico que es irrealizable en tan
corto tiempo. Pero yo sólo he tejido con aquello que los mayas dejaron atrás, y aquello que las enseñanzas de la
mente infinita hacen asequible a todos.
De acuerdo a las profecías de Shambhala, a continuación de la derrota final de los Tres Señores del Materialismo,
por parte de los ejércitos espirituales que serán liberados para el cierre del ciclo, habrá una Edad de Oro que,
durará unos 500 años.
Ya que estamos pasando por el baktún final a través de este oscuro momento del desenlace fáustico para la última
liberación planetaria de la esclavitud creada por nosotros mismos, que aquellos chamanes-guerreros que están
entre nosotros hagan ánimo. Porque es a través de los portales abiertos del corazón como el futuro regresa en toda
su luminosidad.
Habiendo presentado humildemente este trabajo como un obsequio para los niños, cierro con el código Maya de
honor.
In Lake’ch: Yo soy otro tu.
Terminando en el 1 Imix, 12 Zotz, octubre 6 de 1986, año oriental del 7 Muluc
Boulder, Colorado
Central Rockies, North America
Por esta razón, la perspectiva Maya es especialmente idónea para convertirse en un paradigma que es resonante, y
basado en matriz distinta del paradigma corriente que está anclado atomísticamente en medidas para el espacio, el
tiempo, y la materia.
El siguiente glosario de términos, inspirado en la Parapsicología Maya de Domingo Martínez Paredez (Méjico
1981), serviría como guía para el Paradigma Resonante. Su objetivo es el de equipar al investigador con un
fundamento para considerar una visión de la realidad, distinta a la visión del mundo predominante y dentro del
marco de una visión de la realidad, fisicalista post-quantum.
Esta visión de la realidad, como la de los mayas, es un paradigma basado en ondas armónicas, y en campos de
resonancia. Los términos están dispuestos, tanto como es posible, para presentar un desarrollo cosmológico y
coherente de esta perspectiva dinámica, y no materialista.
El glosario es seguido por varios párrafos que amplían el significado del Tzolkin, al colocarlo en el contexto de la
holonómica, la ley que rige los sistemas íntegros.
HUNAB KU: El que da el movimiento y medida. El principio de la energía inteligente
que llena al universo entero, ya sea animado o inanimado.
KINAN: Energía solar. Altísima energía espiritual. La mente solar como medio
universal disponible para la transmisión de energía psíquica superior en este
planeta.
KINICH AHAU: El señor del Sol. Supervisor galáctico, la mente solar realizada, o
mente de luz.
AHAU KINES (TAMBIÉN AH KIN, AH KINES): los Señores Solares. Los Sacerdotes
del Sol. Los adivinos de la armonía, videntes.
TIN UILA LUUN TUL PIXAN: Ver una alma o un espíritu. Percibir lo manifestado.
KUXAN SUUM: Camino hacia el cielo, que conduce al cordón umbilical del
universo. Los hilos invisibles de la sangre vital galáctica, mediados por Kin, el Sol.
CANNAC: La razón por la cual no puede existir ninguna forma sin espíritu, y vice-
versa. Complementariedad de la energía y la forma. También, aquello que tiene
que ser aprendido.
CANIL CUXTAL: Serpiente de la vida. Energía que llega a la oxidación, o que toma
forma, limitación de la energía; y por tanto el sufrimiento como cualidad primaria de
la existencia.
LIL: vibratorio, y por esta razón humana. Raíz o resonador vibratorio del cosmos.
K’OCHIL: Aquello con lo que hemos nacido, aquello con lo que morimos. Los
residuos kármicos que modifican la existencia individual.
MEN: Creer, crear, hacer. Fuerza mental superior, que representa a PIXAN, es
decir, la energía del espíritu, que es intermediada por KINAN, o sea la mente solar
superior.
OL, OLAL: Aquello que es animado o tiene vida. Voluntad, cualidad del espíritu
(PIXAN) en cuanto formas de expresión animadas.
YAXCHE: El árbol original; El eje del universo. La columna mística. El ser humano
como canal.
TOK’ZAH: Acupuntura.
ZUVUYA, ZUYUYA: Circuito por el cual todas las cosas regresan hacia sí mismas.
El decimotercer cielo, o cielo más alto. Punto planetario de entrada. El lenguaje de
los KATUNES, la gramática de la armonía.
Cada número, del uno al trece, se considera una emanación de pulso de una cualidad específica de energía que le
da una estructura y un significado inherente a las posibilidades del ser. Inclusive, de los doce números precedentes,
el trece es la fuerza inmanente en todas las cosas, el número del cielo más alto, y la fuente de la información
galáctica.
La medida, o sea el principio energético que da forma, está representada por CAN, que es el número cuatro. A este
número le han sido otorgadas las cuatro funciones de la onda primaria: gravedad -atracción; electro magnetismo -
radiación; fuerza potente -transmisión (psíquica); y fuerza débil -receptividad (psíquica).
El 4, que representa la medida, multiplicado por el 5, el número que describe la estructura de la matriz primaria (el
centro y los cuatro puntos cardinales), da 20. El Tzolkin -el Módulo Armónico Universal-, es realmente una matriz
creada por las permutaciones de los dos números claves, que son el trece y el veinte (4 x 5).
Las trece columnas verticales del TZOLKIN, representan el principio del movimiento; las veinte columnas
horizontales representan el principio de la medida, considerado como las cinco series rotatorias de las cuatro
estaciones o posiciones de la matriz.
Aunque el Tzolkin es considerado generalmente como el calendario sagrado de 260 días -los números, del uno al
trece repetidos veinte veces en unión con los veinte Signos Sagrados-en realidad es mucho más. Debido a que el
es la Matriz Armónica Universal, también es el módulo para el BANCO PSI, o sea el campo de la memoria
planetaria. (Ver La Tierra En Ascenso, mapas 1, 2, 3, 9, 29, 30, 31, 32, 40, 41, 42, 46, 47, 48).
Ocho de estos módulos constituyen el BANCO PSI, cuatro por cada campo polar, y estos cuatro nuevamente
resumen el principio numérico de la medida. Tomado como un conteo de días, el Tzolkin dieciséis corresponde a
11.3 años, el número ínfimo que describe la periodicidad de los ciclos pertenecientes a las manchas solares
binarias, desde la inserción del movimiento, hasta el cambio polar. 11.3 multiplica do por 23, que es el número
inferior de años para un movimiento total de manchas solares, da 260, el número de unidades en un Tzolkin, que es
el Módulo Armónico Universal.
Tomado como un gran calendario, el Tzolkin describe al GRAN CICLO MAYA u Holograma del Tiempo, que
corresponde a 5.125 años terrestres, y va desde el año terrestre ahora reconocido como el año 3113 A.C., hasta el
año ahora reconocido como el 2012 D.C..
Este período consta de trece ciclos baktún de veinte katunes cada uno, para un total de 394 años por baktún.
Además, este ciclo consta de veinte ciclos AHAU de trece Katunes cada uno, sumando en total 256 años por ciclo.
Al hablar del Gran Ciclo, la palabra calendario debe ser tomada con prudencia. El Holograma del Tiempo está
mucho más en relación directa con la Perspectiva Maya. Es decir, así como el Tzolkin es el Módulo Armónico
Universal que ajusta todas las permutaciones del movimiento y la medida, así también el Gran Ciclo debe
entenderse como el holograma que constituye una posibilidad para la civilización, y que proporciona las
calibraciones armónicas que enlazan el proceso evolutivo terrestre con el programa galáctico.
El objetivo del Holograma del Tiempo consiste en que la manifestación inteligente construya el CUERPO MÍSTICO
DEL PLANETA. El Cuerpo Místico del Planeta es la TRIPLE CONFIGURACIÓN BINARIA DE LAS 52 UNIDADES, o
sea el TELAR MAYA, el cual está incluido interiormente y da la única estructura para el Tzolkin, que es el Módulo
Armónico Universal.
Ya que el Holograma del Tiempo, el Gran Ciclo de 5.125 años, no es diferente del módulo clave perteneciente al
Campo de la Memoria planetaria, o sea el Banco Psi, el Holograma del Tiempo pude ser interpretado como el
campo en el cual ciertos modelos de la memoria universal son actuados. La actuación inteligente de estos modelos
de memoria, viene a terminar en la construcción afortunada del Cuerpo Místico del Planeta.
Este Cuerpo Místico es el aspecto de KINAN, la Mente Solar, o también la Fuerza Mental Superior, a medida que
esta se unifique con uno de sus hijos, en este caso con el planeta Tierra.
Debe observarse cuidadosamente que en términos del Gran Ciclo, el planeta está a punto de entrar al Katun 260 (el
año 1992 D.C.), el cual es también el quincuagésimo segundo Katun del Cuerpo Místico, un Katun que manifiesta el
treceavo rayo de pulsación y regido por el vigésimo signo AHAU, la Mente Solar.
El entendimiento del Holograma del Tiempo, de las estructuras resonantes, y de los modelos de la memoria
planetaria en general, es critico si el cuerpo místico ha de ser completado, y KINAN o Fuerza Mental Superior, ha de
establecerse en el planeta Tierra.
No es difícil entender el Holograma del Tiempo y las estructuras resonantes, en términos del Tzolkin. Como el
Módulo Armónico Universal, el Tzolkin no está más allá de nuestra composición genética, yde las funciones de
nuestro propio cuerpo,-WINCLIL - la raíz de la vibración cósmica.
Debido a que cada uno de los módulos de la Matriz del Banco Psi del Tzolkin, puede ser dividido en ocho partes
iguales, la matriz completa del Banco Psi tiene dentro de sí el campo generativo de 64 (8 x 8) unidades del ADN,
que es el banco de información genética planetaria.
Además, el trece, el número del movimiento, corresponde a las trece articulaciones principales del cuerpo; hombros,
codos, muñecas, caderas, rodillas, y tobillos, y a la columna mística le corresponden el cuello y la columna
vertebral. Al cuatro, número de la medida, corresponden los dos brazos y las dos piernas, mientras que al veinte (4
x 5) le corresponden los veinte dígitos -los diez dedos de los pies y los diez dedos de las manos.
Las 52 unidades de la TRIPLE CONFIGURACIÓN BINARIA corresponden a los 52 puntos meridianos -26 a cada
lado del cuerpo.
Ya que la estructura clave de los 64 codones del ADN, es idéntica al lenguaje del código binario del I Ching, se
establece una relación íntima entre las ocho partes del banco clave Psi-Tzolkin, y el I Ching, entendiendo a este
último como un código de la vida.
La razón para que exista esta conexión, consiste en que el Tzolkin es el Módulo Armónico Universal que existe por
sí mismo, y que contiene los patrones o modelos de la matriz para el ADN y el I Ching. Estos sistemas - el Tzolkin,
el ADN, y el I Ching - son todos modelos productores de memoria, cuyos códigos se encuentran definidos por
relaciones de números simples.
La tarea principal en el momento actual de la historia humana, es abrir los modelos de memoria contenidos en estos
códigos.
Al abrir estos modelos de memoria, la inteligencia humana puede llegar a un entendimiento inicial respecto a la
construcción del cuerpo místico del planeta - conocido como KINAN - en el año 1992 D.C., habiendo llegado la
época del Katun 260, y el decimotercer rayo de pulsación se manifiesta en el Signo de AHAU.
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El sistema completo de progresiones armónicas binarias infinitesimales es registrado con sólo tres notaciones: un
punto, para indicar unidades; una barra, que indica cinco unidades, y una especie de concha, para indicar cero,
lugar, o conclusión.
Es un sistema binario porque numéricamente el 20 tiene un valor básico de dos. Precisamente debido a que es un
sistema vigesimal, con base en el 20, la matemática Maya resume la progresión binaria universal. Así que, mientras
que en la primera posición una unidad es igual a 1; en la segunda, una unidad es igual a 20; en la tercera 400, y así
sucesivamente.
En la progresión numérica para las trece posiciones el valor de la unidad - es como sigue.
1
20
400
8.000
160.000
3.200.000
64.000.000
1.280.000.000
25.600.000.000
512.000.000.000.
10.240.000.000.000
204.800.000.000.000
4.096.000.000.000.000
Aunque en esta progresión hemos incluido los ceros, al tratar con los armónicos, basta con indicar el número base
que realmente se refiere a una frecuencia que puede ser expresada en cualquier octava dada.
La progresión binaria universal propia del sistema de los mayas, le da un poder armónico exponencial no contenido
en el sistema decimal, cuya base es el 10, y que ahora es de uso común.
En el sistema decimal, cuya base es el 1, no importa cuantas veces sea este multiplicado por sí mismo, siempre es
igual a 1, mientras que, en el sistema vigesimal el dos multiplicado por sí mismo da una progresión binaria infinita.
Con mucha frecuencia se piensa que los mayas usaron este sistema para anotar periodos o ciclos de tiempo.
Pero debido a que el sistema registra una progresión binaria armónica universal, las notaciones también pueden
referirse a la onda armónica binaria por la cual los fenómenos se manifiestan en el espacio. En otras palabras, la
periodicidad de movimientos en el espacio, es regida por el mismo armónico de onda universal, que opera de
acuerdo a la misma progresión binaria universal.
Por supuesto, el armónico del espacio es esencialmente indiferenciable del armónico del tiempo.
Al adaptar el sistema al planeta tierra, para el propósito de calcular los ciclos básicos del tiempo, los mayas
modificaron el sistema para corresponder más exactamente a la órbita anual de este planeta alrededor del Sol.
Por consiguiente, la progresión utilizada para indicar los ciclos de tiempo terrestre es la siguiente:
1 : 20: 360 : 7.200 : 144.000 : 2.800.000, etc., en donde la unidad base 1 = 1 día. Esta progresión,
significativamente, corresponde a las series de armónicos de luz, en donde 144 = al armónico de
luz, 72 = 1/2 onda de seno, y 288 = al armónico de luz polar.
Estas cuentas pueden interpretarse simultáneamente como cuentas calendáricas, que comienzan desde una base
equivalente, o sea el 13 de agosto del año 3113 A.C. (= 0. 0. 0. 0. 0. en el sistema de los mayas), o también como
las calibraciones de armónicos de luz.
Mientras que la progresión binaria universal cuenta para valores de 2, incluso de la octava, la progresión de los
armónicos de luz también consta de valores de 3 y 9, siendo 8 y 9 los múltiplos claves del armónico de luz, es decir,
72 = 8 X 9, 144 = 8 X 9 X 2; 360, número de grados de un círculo es igual 40 (8 X 5) X 9.
Junto con 20 (4 X 5), el otro número clave, si no EL número clave en el sistema armónico Maya es el 13. Como
número primo, el 13 es el coeficiente o constante del sistema armónico Maya. Así pues, esta es la unidad base que
rige el calendario sagrado o TZOLKIN de 260 unidades que es el producto de los dos coeficientes del sistema: el 13
y el 20. El ciclo básico del tiempo que rige en la Tierra, también se computa como un ciclo de trece baktunes.
El baktún es el nombre dado a la quinta posición, y es un periodo de tiempo de algo poco menos de 400 años, por
esto, un ciclo de 13 baktunes es un período un poco menor de 5.200 años. En la progresión de la cuenta del tiempo
modificada, al baktún se le adjudica un valor unitario de 144.000 que es el valor del armónico de luz. La progresión
de los actuales 13 ciclos baktún del armónico de luz, comenzó en el año 3113 A.C., y concluirá el 21 de diciembre
del año 2012 D.C.
La identidad de los armónicos de luz con los periodos de tiempo es de especial interés en este examen de las
progresiones armónicas de los mayas. El tiempo es la manifestación en despliegue de un armónico de luz. Una
secuencia en el tiempo terrestre de 13 de esos armónicos, o un gran ciclo de trece baktún, comprende el periodo de
una manifestación particular para pasar por todas sus posibles permutaciones antes de ascender una octava.
Esto significa que, en el esquema planetario corriente, estaremos saltando una octava a comienzos del próximo
siglo. En la escala solar basada en una progresión de la forma de onda de los números primos de 1 a 16, el
decimotercer tono es el único que produce una matriz de un sobretono muy elevado que es claramente audible, o
sea una ruptura dimensional.
El 13 es el número solar, o realmente la onda original de información luminosa. Este representa los medios para el
cambio interdimensional.
Para resumir: lo que se denomina matemática Maya es realmente un sistema doble de progresiones binarias
basadas en un sistema de notación vigesimal. El sistema primario es la progresión binaria absolutamente universal,
2,4, 8,16,32, 64, ad infinitum.
Debe observarse que esta progresión incluye los números base para la octava (8), para las propiedades simétricas
del cristal (32), y para los codones del ADN (64). La variante de este sistema es la progresión terrestre, relativa, y
temporal, 1 : 20 : 360 : 7.200 : 144.000, etc., utilizada en cálculos de calendarios y que también corresponde a la
progresión de los armónicos de luz.
El sistema matemático de los mayas fue y aun es el sistema más claro y eficiente para describir armónicos de onda
universales que rigen manifestaciones de todas las matrices del espacio - tiempo.
El sistema supone un campo unificado expresado a través de progresiones armónicas binarias que, siendo
intrínsecamente armónicas, también describen la matriz espacio-tiempo como un campo de resonancia. Ya que la
progresión binaria describe un proceso universal, los sistemas matemático y de signos también son universales.
Aun cuando esta progresión hubiera sido original de este planeta, el sistema de signos armónicos de los mayas sólo
podría haber sido obtenido mediante la capacidad de una resonancia pura de la mente con el orden universal.
Sin embargo, siendo un armónico universal puro, el sistema describe efectivamente los medios para la transmisión
universal a través de los poderes resonantes que actúan como mínimo a la velocidad de la luz.
Un entendimiento completo de los armónicos de onda representados por los armónicos de la notación Maya, abrirá
las puertas a un orden de realidad puramente resonante, y por esto no-material, que está lejos y más allá de las
complejidades de nuestro orden material corriente, como para ser engañosamente simple.
XAMAN desde el Norte a mano derecha, blanco y puro como la luna en su plena brillantez.
NOHOL desde el Sur a mano izquierda, amarillo como la luz lustrosa del Sol que enciende
las campanillas.
LIKIN desde el Oriente de donde el Sol parece levantarse rojo como la sangre y más
poderoso que el único gran mar de la Tierra.
CHIKIN desde el Oeste donde el Sol parece ponerse. Negro como la sabiduría y aún más
majestuoso que la noche.
YAXKIN Centro del cielo, el zenit del Sol abriéndose donde la existencialidad universal
suelta su cuerda de plomada, uniendo la Tierra que está abajo, con los cielos arriba,
aunque invisible e irreal, nada se ha ido, el círculo de la Tierra estaba aquí antes que la
Tierra, y aún antes de que el Sol fuese, desde el lugar mucho más allá, el círculo* habló - y
aún habla el lenguaje de la luz.
* En el original 'compass'.
El sistema completo de progresiones armónicas binarias infinitesimales es registrado con sólo tres notaciones: un
punto, para indicar unidades; una barra, que indica cinco unidades, y una especie de concha, para indicar cero,
lugar, o conclusión.
Es un sistema binario porque numéricamente el 20 tiene un valor básico de dos. Precisamente debido a que es un
sistema vigesimal, con base en el 20, la matemática Maya resume la progresión binaria universal. Así que, mientras
que en la primera posición una unidad es igual a 1; en la segunda, una unidad es igual a 20; en la tercera 400, y así
sucesivamente.
En la progresión numérica para las trece posiciones el valor de la unidad - es como sigue.
1
20
400
8.000
160.000
3.200.000
64.000.000
1.280.000.000
25.600.000.000
512.000.000.000.
10.240.000.000.000
204.800.000.000.000
4.096.000.000.000.000
Aunque en esta progresión hemos incluido los ceros, al tratar con los armónicos, basta con indicar el número base
que realmente se refiere a una frecuencia que puede ser expresada en cualquier octava dada.
La progresión binaria universal propia del sistema de los mayas, le da un poder armónico exponencial no contenido
en el sistema decimal, cuya base es el 10, y que ahora es de uso común.
En el sistema decimal, cuya base es el 1, no importa cuantas veces sea este multiplicado por sí mismo, siempre es
igual a 1, mientras que, en el sistema vigesimal el dos multiplicado por sí mismo da una progresión binaria infinita.
Con mucha frecuencia se piensa que los mayas usaron este sistema para anotar periodos o ciclos de tiempo.
Pero debido a que el sistema registra una progresión binaria armónica universal, las notaciones también pueden
referirse a la onda armónica binaria por la cual los fenómenos se manifiestan en el espacio. En otras palabras, la
periodicidad de movimientos en el espacio, es regida por el mismo armónico de onda universal, que opera de
acuerdo a la misma progresión binaria universal.
Por supuesto, el armónico del espacio es esencialmente indiferenciable del armónico del tiempo.
Al adaptar el sistema al planeta tierra, para el propósito de calcular los ciclos básicos del tiempo, los mayas
modificaron el sistema para corresponder más exactamente a la órbita anual de este planeta alrededor del Sol.
Por consiguiente, la progresión utilizada para indicar los ciclos de tiempo terrestre es la siguiente:
1 : 20: 360 : 7.200 : 144.000 : 2.800.000, etc., en donde la unidad base 1 = 1 día. Esta progresión,
significativamente, corresponde a las series de armónicos de luz, en donde 144 = al armónico de
luz, 72 = 1/2 onda de seno, y 288 = al armónico de luz polar.
Estas cuentas pueden interpretarse simultáneamente como cuentas calendáricas, que comienzan desde una base
equivalente, o sea el 13 de agosto del año 3113 A.C. (= 0. 0. 0. 0. 0. en el sistema de los mayas), o también como
las calibraciones de armónicos de luz.
Mientras que la progresión binaria universal cuenta para valores de 2, incluso de la octava, la progresión de los
armónicos de luz también consta de valores de 3 y 9, siendo 8 y 9 los múltiplos claves del armónico de luz, es decir,
72 = 8 X 9, 144 = 8 X 9 X 2; 360, número de grados de un círculo es igual 40 (8 X 5) X 9.
Junto con 20 (4 X 5), el otro número clave, si no EL número clave en el sistema armónico Maya es el 13. Como
número primo, el 13 es el coeficiente o constante del sistema armónico Maya. Así pues, esta es la unidad base que
rige el calendario sagrado o TZOLKIN de 260 unidades que es el producto de los dos coeficientes del sistema: el 13
y el 20. El ciclo básico del tiempo que rige en la Tierra, también se computa como un ciclo de trece baktunes.
El baktún es el nombre dado a la quinta posición, y es un periodo de tiempo de algo poco menos de 400 años, por
esto, un ciclo de 13 baktunes es un período un poco menor de 5.200 años. En la progresión de la cuenta del tiempo
modificada, al baktún se le adjudica un valor unitario de 144.000 que es el valor del armónico de luz. La progresión
de los actuales 13 ciclos baktún del armónico de luz, comenzó en el año 3113 A.C., y concluirá el 21 de diciembre
del año 2012 D.C.
La identidad de los armónicos de luz con los periodos de tiempo es de especial interés en este examen de las
progresiones armónicas de los mayas. El tiempo es la manifestación en despliegue de un armónico de luz. Una
secuencia en el tiempo terrestre de 13 de esos armónicos, o un gran ciclo de trece baktún, comprende el periodo de
una manifestación particular para pasar por todas sus posibles permutaciones antes de ascender una octava.
Esto significa que, en el esquema planetario corriente, estaremos saltando una octava a comienzos del próximo
siglo. En la escala solar basada en una progresión de la forma de onda de los números primos de 1 a 16, el
decimotercer tono es el único que produce una matriz de un sobretono muy elevado que es claramente audible, o
sea una ruptura dimensional.
El 13 es el número solar, o realmente la onda original de información luminosa. Este representa los medios para el
cambio interdimensional.
Para resumir: lo que se denomina matemática Maya es realmente un sistema doble de progresiones binarias
basadas en un sistema de notación vigesimal. El sistema primario es la progresión binaria absolutamente universal,
2,4, 8,16,32, 64, ad infinitum.
Debe observarse que esta progresión incluye los números base para la octava (8), para las propiedades simétricas
del cristal (32), y para los codones del ADN (64). La variante de este sistema es la progresión terrestre, relativa, y
temporal, 1 : 20 : 360 : 7.200 : 144.000, etc., utilizada en cálculos de calendarios y que también corresponde a la
progresión de los armónicos de luz.
El sistema matemático de los mayas fue y aun es el sistema más claro y eficiente para describir armónicos de onda
universales que rigen manifestaciones de todas las matrices del espacio - tiempo.
El sistema supone un campo unificado expresado a través de progresiones armónicas binarias que, siendo
intrínsecamente armónicas, también describen la matriz espacio-tiempo como un campo de resonancia. Ya que la
progresión binaria describe un proceso universal, los sistemas matemático y de signos también son universales.
Aun cuando esta progresión hubiera sido original de este planeta, el sistema de signos armónicos de los mayas sólo
podría haber sido obtenido mediante la capacidad de una resonancia pura de la mente con el orden universal.
Sin embargo, siendo un armónico universal puro, el sistema describe efectivamente los medios para la transmisión
universal a través de los poderes resonantes que actúan como mínimo a la velocidad de la luz.
Un entendimiento completo de los armónicos de onda representados por los armónicos de la notación Maya, abrirá
las puertas a un orden de realidad puramente resonante, y por esto no-material, que está lejos y más allá de las
complejidades de nuestro orden material corriente, como para ser engañosamente simple.
XAMAN desde el Norte a mano derecha, blanco y puro como la luna en su plena brillantez.
NOHOL desde el Sur a mano izquierda, amarillo como la luz lustrosa del Sol que enciende
las campanillas.
LIKIN desde el Oriente de donde el Sol parece levantarse rojo como la sangre y más
poderoso que el único gran mar de la Tierra.
CHIKIN desde el Oeste donde el Sol parece ponerse. Negro como la sabiduría y aún más
majestuoso que la noche.
YAXKIN Centro del cielo, el zenit del Sol abriéndose donde la existencialidad universal
suelta su cuerda de plomada, uniendo la Tierra que está abajo, con los cielos arriba,
aunque invisible e irreal, nada se ha ido, el círculo de la Tierra estaba aquí antes que la
Tierra, y aún antes de que el Sol fuese, desde el lugar mucho más allá, el círculo* habló - y
aún habla el lenguaje de la luz.
* En el original 'compass'.
Suplementos
En otras palabras, que el primer número, el 1, represente el Este; el segundo número, el 2, el Norte; el tercero, el 3,
el Oeste; y el cuarto 4, al Sur, y el quinto 5, de nuevo represente el Oriente, y así sucesivamente.
Siendo este el caso, una matriz radial es creada, teniendo un total de 260 posibles permutaciones - el Tzolkin
descrito por el giro de los 13 números, cada uno girando a través de las 20 posiciones direccionales posibles.
Si a cada uno de los 13 números se le asigna una cualidad tonal particular, dada la variación por las 20 posiciones,
entonces, a través de todas las permutaciones que sean posibles, se hace factible una rica descripción armónica.
La matriz de 260 unidades, podría empezar a parecer como un teclado multifacético para la composición de la
sinfonía galáctica, ¡que es lo que justamente es!.
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Además, en este segmento de Circulo hay la información suficiente para permitirle a uno construir el Circulo
completo. El principio del fractal subyace en la naturaleza holográfica de las cosas: de una fracción de un todo en
particular, puede construirse el todo completo.
El mismo principio se aplica a los sobretonos. Así como un tono de una octava puede hacerse resonar o sonar en
otras octavas, aunque los diferentes tonos de las octavas vibren en frecuencias diferentes; así también un número o
una fracción de un conjunto de números, puede hacerse sonar en muchos niveles diferentes, produciendo
sobretonos proporcionalmente similares.
lncidencialmente, cuando se hace sonar una escala de 16 tonos, sólo un tono reverbera, una matriz rica en
sobretonos: el tono decimotercero.
Por ejemplo:
el 13 es el fractal de 130 (13 X 10), el 144 es el fractal de 1.440 (144 X 10); desde el 13 podemos
construir el 130 o viceversa, mientras que del 1.440 podemos sacar el 144. En este caso, los
fractales 13 o 144 representan proporciones que permanecen constantes a través de una serie
potencialmente infinita.
Así, una tonalidad fractal puede erigirse con un rango completo de números: 26, 260, 2.600, 26.000, etc.; o 52, 520,
5.200, 52.000, etc.
Lo que es importante y lo que le da el tono a cada uno de los números en una serie fractal no es la cantidad, que
ciertamente el número también indica, sino la clave fractal del número; es decir, 13, 26, 52, etc.; la cual crea el
"tono” proporcional de la serie. Los ceros agregados a una serie fractal pueden tomarse como el equivalente de
registros más altos de frecuencias.
En relación con los fractales encontramos los factores que son los números que proporcionan los múltiplos de una
cifra dada, por ejemplo, 260 es el producto de los factores 13 y 20. Al mismo tiempo, 260 es un miembro de la serie
fractal basada en 26. El mismo 26 es el producto de 13 y 2. Todos los fractales son números factoriales que
proporcionan las base para diferentes series de relaciones proporcionales.
La observación paciente mostrará como los diferentes números se interpenetran y se permean el uno al otro, como
diferentes clases de perfumes.
Por Ej.: 144 siempre se interpretará como 12 x 12, 9 x 16, 18 x 8, 3 x 36, o 72 x 2; mientras que el 52 se interpretará
como factores de 13 x 4, o26 x 2. incidentalmente, en el sistema Maya virtualmente todos los fractales claves son ya
sea del 13, del 4, o del 9. Así pues, 260 es un factor de 13 x 20; 64 es un factor de 4 x 16; y 144 es un factor de 9 x
16.
De esta manera, varios números enteros mayores son considerados más o menos armónicos de acuerdo a la
diversidad de posibilidades factorales y fractales que ellos representan.
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En lugar de 20 vinal sólo hay 18. A consecuencia de esto 18 x 20 -360 kin o sea un tun. El resto de la progresión
continúa moviéndose en múltiplos de 20, pero dañada dijéramos, por la urdimbre producida por la introducción del
factor 9 en el segundo orden.
Por eso es que el 9 es el número que más íntimamente está relacionado con el concepto del tiempo. En cualquier
caso, esta progresión, al utilizar la urdimbre del 9, está en contraste con la cuenta “pura” de los mayas. Mientras que
nuestra matemática posicional es decimal, es decir, avanza por decenas, la cuenta “pura” de los mayas es
vigesimal, porque avanza por veintenas.
Mientras que nuestro sistema avanza así: 1, 10,100,1.000, etc., el sistema de los mayas avanza de la siguiente
manera:
Novena posición: una unidad es igual a 25.600.000.000 (20 x 1280000000)
Pero para regresar al “calendario” y a sus números, como ya se observó, en los calendarios de 260 y 360 unidades,
vemos los números claves 4, 9, y 13. El 4 es el número que significa medida; el 9 es el número que significa
periodicidad o consumación. El 13 es el número que significa el movimiento inmanente en todas las cosas. La
diferencia entre 9 y 13, es de hecho 4.
Mientras que el 7, o sea el punto medio entre el 1 y el 13, es el término místico abierto, que penetra todas las cosas;
el 5, que es la diferencia entre 4 y 9, es el número del centro, entendido como el punto desde el cual se pueden
medir las cosas, es decir, las cuatro direcciones, las estaciones, etc.
Es por ser 5 igual a 4, el número de la medida, más 1, el número de la unidad.
El significado de cualquier número depende parcialmente de los factores de los que el sea la suma; 2 (1 + 1) es el
número que significa polaridad, mientras que 3 (2 + l), representa el principio del ritmo. 6 (3 X 2 6 3 + 3) es el
número de la totalidad rítmica, mientras que 8 (4 + 4), o “medida” doblada, es el número de la octava, el número
clave, resonante y armónico.
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Un ejemplo lo es el número 936.000 que representa el punto medio del Gran Ciclo. Señalando, como lo hace, el
paso de seis y un medio de ciclos de 144.000 kin o días cada uno, el número 6.10.0.0.0 señala al armónico 936, o
sea el paso de 936.000 (6.5 X 144.000) días o kin desde la iniciación del ciclo en el año 3113 A.C.
Además, el número 936.000 da cuenta del fractal clave 26 como 936.000 = 2.600 tun de 360 días cada uno.
Numerológicamente, la fecha 936.000 kin (9 + 3 + 6 = 18 = 1 + 8) es igual a 9, como lo son todos los factores de 9.
En todo caso, el número armónico más grande es, 13 66 560:
13 66 560 dividido por 360 = 3796 Tun (tun = 360 kin).
13 66 560 dividido por 365 = 3744 Haab (365 kin = Haab, o año solar).
La diferencia entre 3796 Tun y 3744 Haab = 52 (13 X 4). 52 = un “ciclo calendario” de 52 años -solares
sincronizados con 73 ciclos del calendario sagrado que constan de 260 días cada uno.
13 66 560 dividido por 72 = 18980, que es el número de días en un “ciclo calendario” de 52 años.
Un ciclo calendario de 52 años es = a 52 X 365 6 260 X 73.
13 66 560 dividido por 73 = 18720 = 52 X 360 6 260 X 72.
13 66 560 dividido por 9, que es el número de los señores del tiempo=15 18 40.
151.840 kin dividido por 365 = 416 años solares inexactos (Haab)
13 66 560 dividido por 260 = 5256 ciclos de calendario sagrado o Tzolkin
13 66 560 dividido por 584, (el número aparente de días del ciclo de Venus) = 2340 años
venusinos
13 66 560 dividido por 780 (el número aparente de días en el ciclo de Marte) = 1752 años
marcianos
13 66 560 dividido por 2920 días = 468 ciclos solares venusinos
2920 dividido por 365 = 8; 2920 dividido por 584 = 5
13 66 560 dividido por 37 960 = 36 ciclos de 104 años
104 años corresponden a la conjunción de los ciclos de Venus, del calendario sagrado y
solar
13 66 560 dividido por 52 = 26 280 6 72 años solares inexactos
13 66 560 dividido por 12 = 1 13 880 6 312 años solares inexactos
13 66 560 dividido por 13 = 10 51 20 6 288 años solares inexactos
13 66 560 dividido por 8 = 17 08 20, 6 468 años solares inexactos
Mientras investigamos más adelante y en detalle en cuanto al significado de algunos de estos ciclos ya
mencionados - el calendario circular y los ciclos de Venus en particular aquí basta meramente con observar la
sorprendente capacidad-del armónico 136656 para albergar tantos diferentes factores y cifras cíclicas.
Si tomamos el número 13 66 560 como el número de días desde el punto de inicio del año 3113 A.C., llegamos al
9.9.16.0.0 o sea el año 631 D.C.. En esta fecha es el equivalente de 3796 ciclos tun de 360 días, o 3744 haab o
ciclos solares de 365 días. La diferencia entre 3796 tun y 3744 ciclos solares desde la fecha 3113 A.C., es 52. Si
agregamos 52 años, el número de años de un “ciclo calendario”, a la fecha 9.9.16.0.0, año 631 D.C., llegamos a la
fecha 9.12.8.13.0., o sea al año 683 D.C.
El número de días transcurridos desde el año 3113 A.C., el inicio del gran ciclo hasta el 683 D.C., Es 13 85 540, o
sea el equivalente aproximado de 3796 años solares porque no están incluidos los días extras de los años bisiestos.
El número 1385540 también corresponde a 73 ciclos de 52 años del calendario.
73 es el número de ciclos Tzolkin de 260 días que sincroniza con 52 años solares para incluir una vuelta del
calendario (52 x 365 = 260 X 73). Así pues, el año 683 D.C. correspondería a un tono fractal de una octava superior
en el curso del calendario. De otro lado, 13 66 560oseael año 631 D.C.,también corresponde a 73 ciclos tun de 52 x
360 unidades.
¡Causa poco asombro el hecho de que Pacal Votan hubiese estado asociado con el magnífico número 13 66 560!
Finalmente, 13 66 560 corresponde con la culminación del trigésimo sexto ciclo solar-venusino (cada uno de 104
años - 104 x 36 = 3744 años solares) desde el inicio del Gran Ciclo en el año 3113 A.C. En cuanto estrella matutina
y vespertina, Venus es el planeta que está especialmente asociado con Quetzalcóatl-KukuIkán.
Porque Quetzalcóatl era tanto el Señor de la Aurora, el Portador de luz, y la Estrella Matutina, como el Guía de los
Muertos preside sobre los misterios de la muerte, la estrella vespertina.
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Es decir, la coincidencia del día uno del Calendario Sagrado y el día uno del calendario solar sucede sólo una vez
cada 18.980 días, aproximadamente 52 años. Mientras los 260 días se repiten incesantemente, los 365 días del
Haab están divididos en 18 Vinal de 20 días cada uno con un VAYEB de 5 días, período de limpieza que precede el
inicio de otro año.
Así pues, una fecha tradicional Maya siempre incluye una fecha del ciclo de 260 días, como también una del Habb,
por ejemplo: 2 K 13 ZOTZ, 13 AHAU 1 POP, etc.
El 52 (13 x 4, 26 x 2), 1/5 del Módulo Armónico de 260 unidades, es claramente un número clave Maya; este
también aparece en el gran sello de los Estados Unidos de América (13 flechas, 13 estrellas, 13 franjas, 13 ramas
de olivo). Obviamente, el ciclo de 52 años es un fractal del Gran Ciclo de 5.200 tun, aproximadamente 100 ciclos de
52 años constituyen un Gran Ciclo.
Entre los mayas del último período, y especialmente entre los aztecas, los ciclos de 52 años tuvieron una
importancia suprema. En la época de la conquista, los ciclos de 52 años se contaron desde el día 1 caña, el año 1
caña, que vino a ser la fecha en que Cortés desembarcó en Méjico. Esta fecha marcó el final de 13 ciclos de 52
años celestiales, y el inicio de nueve ciclos de 52 años infernales o de tormento que se completan el 16 de agosto
de 1987.
Una parte del atractivo de los ciclos de 52 años y la coordinación de los 260 días del Tzolkin con los 365 días del
Haab, consiste en que el punto de inicio de cada uno de los 52 años solares inexactos en este ciclo, sólo puede
caer en uno de los cuatro Signos Sagrados en una serie que resume la rotación direccional en el sentido contrario a
las manecillas del reloj.
Estos signos y sus series son:
MULUC (Oriente)
IX (Norte)
CAUAC (Occidente)
KAN (Sur)
Generalmente, el año Maya empieza en la fecha equivalente al 26 de julio, 26 de julio de 1986, que era la fecha 7
MULUC; el 26 de julio de 1987 es la fecha 8 IX; el 26 de julio de 19.88 es la fecha 9 CAUAC, etc.
En los años bisiesto hay seis Vayeb en lugar de cinco. El Vayeb siempre cae en los 5 días anteriores a O POP. El
primer día del Haab siempre es O POP; es decir, el 26 de julio siempre es O POP. El primer día de un Vinal siempre
es 0 y el último es 19.
Los 18 Vinal más el Vayeb y sus signos glíficos son presentados a continuación.
De esta información, junto con las concordancias del signo para el día planetario dadas, es fácil construir un
calendario o libro diario, y dada la información del Capítulo 4, empezar a trabajar todos los días con la “astrología”
cotidiana de los mayas.
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