Tema 3 Hidrografia
Tema 3 Hidrografia
Tema 3 Hidrografia
Las aguas continentales son fundamentalmente los ríos, lagos, lagunas, acuíferos y
humedales, en su mayoría de agua dulce. La ciencia que estudia las aguas
continentales es la Hidrografía.
La diversidad hídrica, es un elemento esencial para todos los ecosistemas naturales y
para un gran número de actividades humanas.
2.1. La disimetría de la red fluvial, es decir, la falta de simetría que presenta con
relación al soporte geográfico. La hay entre la superficie peninsular que vierte sus
aguas hacia el Océano y la que las que vierte hacia el Mediterráneo, que son del 69 y
del 31%, respectivamente.
2.4. Alternancia entre cursos de agua y sistemas montañosos. Está favorecido por la
disposición paralela del relieve. De hecho, nuestros grandes ríos se sitúan entre dos
sistemas montañosos y el curso fluvial es más o menos paralelo a los ejes de las
cordilleras, desde los cuales descienden los afluentes transversalmente hacia el cauce
principal. Así se explica que los ríos que discurren por zonas de pocas precipitaciones
puedan tener un caudal considerable gracias al agua procedente de las montañas.
2.5. Intensa relación con la ocupación del territorio. Ocurre con el emplazamiento de
las ciudades antiguas junto a importantes cursos de agua (Córdoba, Mérida, Zaragoza,
Toledo…) o la utilización de los valles fluviales para el establecimiento de vías de
comunicación, sin olvidar, incluso, la relación que pueda existir entre los ríos
peninsulares y la Reconquista, cuyos grandes avances consistieron en la incorporación
sucesiva de las cuencas hidrográficas a los reinos cristianos.
Un río es una corriente contínua de agua, más o menos caudalosa, que circula por un
cauce y desemboca en el mar, en otro río o en un lago.
- El clima es, probablemente, el factor más influyente en el régimen fluvial. Las aguas
que transportan los ríos proceden de la escorrentía, por ello existe una relación directa
entre el total de precipitaciones que registra un clima y el caudal de sus ríos. La
secuencia estacional de las precipitaciones, igualmente, influye en el régimen fluvial,
cuyas crecidas y estiajes coinciden con las estaciones húmedas y secas.
Con independencia de la merma de caudal que suponen los antedichos usos del agua,
su retención en pantanos altera el régimen del río, cuyas aguas dejan de fluir conforme
a las secuencias marcadas por la naturaleza para hacerlo conforme a la voluntad
humana, que ha logrado domesticar a los ríos
En general, los ríos más largos son los más caudalosos. Los caudales descienden de
norte a sur.
En las restantes cumbres montañosas, que tienen la altura suficiente como para recibir
precipitación en forma de nieve y retenerla durante varios meses (Sistema Central,
cordillera Ibérica, Sierra Nevada), surgen los regímenes nivo-pluvial y pluvial-nival,
cuyos caracteres son muy parecidos a los del régimen nival, sólo que atenuados en
intensidad y con crecidas levemente anticipadas en el tiempo.
En la Península existe una gran disimetría entre las vertientes atlántica y cantábrica
( en las que desembocan el 70% de los ríos peninsulares) y la vertiente mediterránea
( en la que desagua el 30 % restante). La causa es el basculamiento de la Meseta hacia
el oeste a partir del Sistema Ibérico.
Los ríos peninsulares vierten sus aguas al mar Cantábrico, al océano Atlántico y al mar
Mediterráneo. Cada una de estas vertientes recibe unos ríos que se diferencian por sus
características físicas y por su régimen fluvial.
Los ríos de la vertiente cantábrica son cortos y caudalosos. Cortos por la proximidad
de la cordillera Cantábrica al mar y por tener su nacimiento a considerable altura y a
escasa distancia de su desembocadura, en su recorrido han de salvar un gran desnivel;
son caudalosos por la abundancia de precipitaciones y carecen de estiajes acusados
por la regularidad de las precipitaciones que los alimentan.
En la vertiente atlántica desembocan los grandes ríos de la Meseta, así como el Miño,
atlántico por su lugar de desembocadura, pero que no comparte rasgos con los
restantes ríos de su vertiente, pues a todos los efectos es un río de la España húmeda.
Adaptados a las condiciones del relieve y a la inclinación de la Meseta, los ríos
atlánticos son largos y de pendiente muy suave. Conforme a la distribución espacial de
las precipitaciones, disminuyen de caudal a medida que se sitúan más al sur, siendo la
cantidad de agua que trasportan un reflejo de las condiciones climáticas de la España
seca y de la irregularidad del clima mediterráneo. Su régimen se ve enriquecido por los
grandes afluentes, en particular los que tienen su nacimiento en las montañas, cuyas
aguas vienen a atenuar los contrastes estacionales de caudal.
En la vertiente mediterránea desaguan ríos desiguales. El Ebro es el de mayor
longitud, caudal y regularidad, pues recibe aportes hídricos de sus afluentes pirenaicos
e ibéricos. Los restantes ríos son cortos , puesto que nacen en montañas próximas al
mar. Por este motivo, son ríos abarrancados, que erosionan violentamente las laderas
deforestadas. Su caudal es escaso, debido a las reducidas precipitaciones y su régimen
muy irregular. Presentan grandes crecidas estacionales y fortísimos estiajes.
Como consecuencia, ha sido necesario construir embalses para regularizar el caudal y
abastecer de agua a los núcleos de población, a la agricultura y a la industria.
Asimismo, en esta vertiente están presentes cursos que llevan agua sólo en ocasiones,
permaneciendo secos la mayor parte del año: son las denominadas ramblas, que tanto
significado tienen en las regiones mediterráneas.
Los lagos son masas naturales de agua dulce o salobre acumulada en zonas deprimidas
que alcanzan cierta profundidad.
Las lagunas tienen menor tamaño y profundidad que los lagos, aunque la diferencia
entre ambos no es muy precisa.
En España existen cerca de 2500 lagos y lagunas, la mayor parte de ellos de pequeño
tamaño y estacionales.
Según su origen, se distinguen dos tipos de lagos: endógenos y exógenos.
Los lagos Endógenos están originados por los movimientos internos de la Tierra.
Los lagos Exógenos, están originados por fuerzas externas, como la acción del hielo, el
agua o el viento.
Los humedales son extensiones de terreno cubiertas por aguas poco profundas, en
muchos casos de manera intermitente, pues durante el verano baja su nivel e, incluso,
pueden llegar a desaparecer. Comprenden lagunas, marismas, deltas, albuferas y
turberas.
5.- Los acuíferos.
Los acuíferos son embolsamientos de agua subterránea. Se forman cuando las aguas
de precipitación se infiltran, encuentran un estrato impermeable y se acumulan sobre
él. Pueden descargar sus aguas a través de ríos y manantiales, o directamente en el
mar.
Estas aguas presentan algunas ventajas respecto de las superficiales, como su pureza,
ya que al carecer de organismos nocivos no es necesario su tratamiento. En la
península existen hoy más de 400 acuíferos