Tarot Clase VII
Tarot Clase VII
Tarot Clase VII
X La Rueda de la Fortuna
Hay incertidumbre respecto de qué es lo que dará lugar al nuevo ciclo y lo que
representará para cada uno. La única certeza es que estamos en un punto donde algo
termina y otra cosa empieza.
Este es el primer arcano de la primera serie decimal que está representado por figuras
extrañas y no humanas. Una de las teorías sobre los personajes de la carta dice que el
animal de adelante, que está bajando hacia la tierra, recuerda al caballo que está en El
Mundo, y que busca una concreción material en este cambio. El animal de atrás sube y
rememora al águila que vemos en El Mundo: rastrea una idea innovadora, algo diferente
e iluminado en su acción de subir. El de arriba de la rueda puede representar a lo que
detiene la rueda o maneja la dirección de giro. El cuarto elemento que no se ve, porque la
manija está afuera de la carta, son los bastos, que giran la Rueda. Si uno pone las cartas
en orden consecutivo, parece que le toca a La Fuerza girar esa rueda porque es la carta
siguiente. Este arcano está relacionado con el cambio, con aceptar y entregarse; es el paso
hacia La Fuerza. Podemos hacernos las siguientes preguntas: ¿qué es lo que gira La Rueda
de la Fortuna? ¿Qué es lo que me impulsa para arrancar algo nuevo, para aceptar que algo
se murió, entenderlo y entregarme hacia la nueva etapa? En esta instancia, tenemos que
aceptar que lo que fue antes no existe más y que lo nuevo aún no es. Esto puede generar
angustia.
La Rueda de la Fortuna puede significar asimismo mantenerse en un ciclo que no tiene
fin, repetir siempre los mismos errores. Hay que tener en cuenta que la Rueda muchas
veces termina de revelar su sentido en relación con las cartas que salen a su alrededor.
Como la imagen del Tarot de Marsella es una rueda que está en el agua, es una carta
inestable. Sabemos que puede tener un esquema, pero también que te puede hacer girar
como un hámster en su ruedita pensando que llegarás a un lugar, pero en realidad no te
estás moviendo. Este es uno de los aspectos estancados de esta carta.
XX El Juicio
Si ponemos las dos decenas con Le Mat adelante y El Mundo atrás, esta sería la última
carta antes de la 21. Lo que sucede con quienes lleguen al final de este primer recorrido
de descubrimiento ocurre en el mazo. Hay algo que se termina para dar paso a otra cosa.
Por eso decimos que todo final engendra un principio.
En el Tarot, a medida que vamos avanzando, los personajes extraños ocupan cada vez
más lugar. Empezamos en Le Mat con un humano que ocupa casi toda la carta y
terminamos con un ángel que nos habla en El Juicio.
En esta carta, lo que sucede en el cielo (tomémoslo como metáfora del lugar donde
habita Dios o la imagen de sabiduría total y natural que más te resuene) es comunicado a
la tierra a través de ese gran ángel gigante que nos habla al oído con una trompeta. Hay
un mensaje de parte de Dios o del destino que tenemos que escuchar. El Juicio es en
realidad un llamado. Luego de ese gran recorrido, hay información que fue depurada y
entendida. ¿Estamos listos para escucharla? Las señales, las sincronicidades,
coincidencias e intuición están contenidas en este arcano. Puede ser un mensaje verbal,
un objeto o una persona que nos recuerde algo o nos dé una señal. Quizás habla de un
encuentro con un maestro, de la sesión de terapia, darse cuenta de algo importante o
deslumbrarse frente al Tarot. Ese llamado puede tomar la forma de sueños o de carteles
luminosos porque es el momento de enterarse. El ángel insiste en su mensaje, pero
depende de nosotros estar abiertos a escucharlo. Oír viene con la responsabilidad de
hacerse cargo y eso no siempre es fácil. Parte del trabajo interno está relacionado con
encomendarse a algo superior.
La cruz, que se ve en la bandera de la trompeta, representa el mundo espiritual
cruzándose con la realidad encarnada, lo sagrado de la experiencia terrenal. En la parte
inferior de la carta, nos encontramos con un hombre y una mujer —podrían ser Adán y
Eva—, masculino y femenino, mamá y papá, yin y yang, junto a un ser de espaldas. Puede
estar hablando de la familia, de una tríada. El personaje de espaldas todavía no encarnó,
recién está saliendo a la luz. Puede ser un proyecto, un libro, un nuevo amor, un hijo.
A veces, esta carta nos habla de cómo vinimos a este mundo, de cómo fue mi mamá,
de cómo fue mi papá, cuál es el sentido de mi nacimiento, o el sentido de mi vida, de mi
misión. Otras veces esta carta puede estar refiriéndose a oír un llamado, una sensación
irresistible de que, con esa escucha, se termina todo como lo conocía. Se termina el ciclo
en el Tarot, pero comienza de nuevo con otros desafíos.
El lado estancado de El Juicio puede tener que ver con no escuchar ese llamado,
negarme a esa verdad. Puede estar diciéndome que no me animo a aceptar una cierta
realidad, a oír un llamado para moverme de lugar, a aceptar alguna propuesta que está
claro que está vinculada con mi mayor bien. Hay mucha energía en esta carta; incluso
está cargada a nivel gráfico.
De esta carta se desprenden todas las demás. El Mundo es el principio femenino que
es fecundado por Le Mat, pero no porque es una víctima de algo que busca de manera
desenfrenada inseminar un vacío, sino porque llama a lo que va a inseminarla. Es un
receptivo profundamente activo. En ese espacio que hay entre la mirada de Le Mat y El
Mundo, hallamos el resto de los Arcanos Mayores, que nacen del encuentro del masculino
y el femenino primordial. El Mundo tiene la máxima experiencia y sabiduría. Cuando uno
envejece, está más tranquilo, le queda menos potencia, pero tiene el conocimiento de
haber recorrido todo el camino. Es el final perfecto.
El personaje central de esta carta está rodeado de otros cuatro que representan los
centros energéticos del Tarot o “palos”. Comencemos por la izquierda, que alberga los
centros receptivos. El rumiante representa los oros, es decir, la materia. El ángel es, por
supuesto, el representante de las copas o el mundo emocional. En la derecha activa,
tenemos al león como figura del fuego y, arriba, el águila simboliza la mente. Todos estos
elementos se encuentran en esta carta porque El Mundo está completo. Costó llegar, pero
se llegó a un lugar que parece ser el destino final, aunque está lejos de serlo. El Tarot es
cíclico; lo que termina vuelve a comenzar de una forma distinta, compleja, enriquecida
por lo que ya vivió.
En su aspecto estancado, esta carta puede hablarnos de alguien que está demasiado
cómodo y no quiere adentrarse en el mundo desconocido de Le Mat, que es la carta que
sigue porque el Tarot vuelve a comenzar. ¿Por qué querría alguien dejar lo perfecto y
abrazar lo nuevo? Porque esos laureles que lo rodean, luego de un tiempo, también actúan
como una jaula. Los partos que no se desencadenan naturalmente se inducen. Es peligroso
para el bebé y para la madre quedarse en ese estado.
El Mundo es un huevo (observen el óvalo que envuelve al consultante como referencia
de esta metáfora) que necesita romperse para nacer a otra realidad. Si esto no sucede,
eventualmente va a llegar el momento en el que ese lugar deje de ser cómodo y se vuelva
opresivo. La comodidad y lo perfecto no duran para siempre, estamos en constante
movimiento.