Derecho Real de Habitacion Del Cónyuge Supérstite
Derecho Real de Habitacion Del Cónyuge Supérstite
Derecho Real de Habitacion Del Cónyuge Supérstite
Antecedentes
Antecedentes legislativos
El Código Civil de Vélez Sarsfield, en su redacción original, no
contenía el instituto del derecho real de habitación del cónyuge
supérstite o derecho de habitación viudal. El mismo fue incorporado
por la ley 20.798 en el Título IX (“Del orden en las sucesiones
intestadas”), Capítulo III (“Sucesión de los cónyuges”), como art. 3573
bis del Cód. Civil estableciendo que: “Si a la muerte del causante éste
dejare un solo inmueble habitable como integrante del haber
hereditario y que hubiera constituido el hogar conyugal, cuya
estimación no sobrepasare el indicado como límite máximo a las
viviendas para ser declaradas bien de familia, y concurrieren otras
personas con vocación hereditaria o como legatarios, el cónyuge
supérstite tendrá derecho real de habitación en forma vitalicia y
gratuita. Este derecho se perderá si el cónyuge supérstite contrajere
nuevas nupcias”. Al tratarse el proyecto de ley, cuya autoría fuera del
diputado Edgar Cossy Isasi, al pasar con media sanción al Senado —
Diario de Sesiones Cámara de Senadores, año 1974, p. 2602— en la
discusión parlamentaria de entonces su único expositor fue el senador
Héctor D. Maya, quien sostuvo: “Se trata de un proyecto de ley por el
que se incorpora al Código un artículo, con el número 3573 bis, que
contempla la situación que se crea en aquellos juicios sucesorios por
muerte de uno de los esposos en los que queda como bien hereditario
una pequeña propiedad en la que hasta ese momento ha habitado la
pareja. Dicho artículo establece que el cónyuge supérstite tiene
derecho a habitar la casa de por vida. Vale decir que cuando
concurren otros herederos, sean ascendientes o descendientes, ellos
no pueden obligar a que, en virtud de la división de la herencia en los
términos de la ley civil, el cónyuge supérstite sea privado de la
vivienda. O sea que hay un derecho al usufructo del inmueble
mientras el cónyuge viva. Se busca amparar al sobreviviente, teniendo
en cuenta que generalmente los esposos, con gran esfuerzo, se hacen
propietarios del inmueble que habitan y se procura que la muerte de
uno de ellos no signifique la pérdida de la vivienda. Es, en
consecuencia, una situación de amparo que estimo de estricta justicia,
por lo que solicito el voto favorable para este proyecto de ley venido
de la Honorable Cámara de Diputados”.
a) Vitalicio
b) Gratuito
Es decir, que se busca el amparo del cónyuge supérstite para que siga
habitando la pequeña propiedad que constituía el inmueble que
habitaba con el difunto (2). El valor será cual tenga el inmueble al
momento de la apertura de la sucesión y referido a los valores
determinados en ese momento por la autoridad competente para la
constitución de bien de familia. Surge la duda en relación a cuál valor
se deberá tomar, si el fiscal o el de mercado. Consideramos que el
real de mercado, mediante tasación judicial o extrajudicial, según el
caso, ya que el fiscal no refleja la realidad.
Inmuebles
a) Excepcionalidad
c) Vitalicio
d) Gratuidad
b) Oponibilidad
Ausencia de los otros requisitos del Código Civil de Vélez (ref. ley
20.798)
Extinción
Normativa
Debe aclararse que se trata de dos institutos diferentes. El viudal, en
el que obviamente debe haber existido matrimonio previo y se
encuentra legislado por el art. 2383, CCyC, y el convivencial, que está
contemplado por el art. 527 del CCyC, según el cual: “El conviviente
supérstite que carece de vivienda propia habitable o de bienes
suficientes que aseguren el acceso a ésta puede invocar el derecho
real de habitación gratuito por un plazo máximo de dos años sobre el
inmueble de propiedad del causante que constituyó el último hogar
familiar y que a la apertura de la sucesión no se encontraba en
condominio con otras personas. Este derecho es inoponible a los
acreedores del causante. Se extingue si el conviviente supérstite
constituye una nueva unión convivencial, contrae matrimonio, o
adquiere una vivienda propia habitable o bienes suficientes para
acceder a ésta”. Como vemos, existen marcadas diferencias entre
ambos institutos. Jurisprudencialmente en un proceso por desalojo se
ha resuelto a la luz del Código Civil y Comercial, respecto al último
hogar convivencial, ordenando el desahucio del conviviente supérstite:
“Lo que sí la legislación hoy vigente contempla es que, en caso de
muerte de uno de los convivientes, el supérstite que carece de
vivienda propia habitable o de bienes suficientes que aseguren el
derecho a ésta puede invocar el derecho de habitación gratuito por un
plazo máximo de dos años sobre el inmueble de propiedad del
causante que constituyó el último hogar familiar y que a la apertura de
la sucesión no se encontraba en condominio con otras personas”; “Es
importante destacar que: a) es un derecho que nace iure proprio en
cabeza del conviviente sobreviviente; y b) se adquiere ipso iure, sin
necesidad de petición judicial (art. 1894 del referido Código). Este
nuevo derecho es gratuito pero, a diferencia del régimen matrimonial,
no es vitalicio. La norma dispone un plazo máximo de dos años,
vencido el cual el bien podrá ser partido por los herederos del
causante” (8); “…sin perjuicio de que en autos no se encuentran
acreditados los recaudos que pide la ley para que el derecho pueda
ser invocado, lo cierto es que el plazo por el cual podría haber sido
otorgado feneció”. (9).
Introducción
Es evidente que todo cambio legislativo genera dudas y que la “ley
perfecta”, prácticamente, no existe. Pero cuando se legisla
apresuradamente y no se cuenta con el necesario debate
parlamentario previo, como ha ocurrido con la sanción de la ley que
pone en vigencia el nuevo Código Civil y Comercial y, por otra norma
del Congreso, se adelanta la entrada en rigor prevista por la ley
anterior, el resultado es que a medida que se analizan diversas
normas contenidas en este novísimo cuerpo legal, nos encontramos
con disposiciones que en ocasiones contrarían su fin y que llevaron a
los legisladores a aprobarlas. Tal es el caso del derecho de habitación
viudal.
Principios contradictorios: “dura lex sed lex” vs. “summun ius summa
iniura”
Con el nuevo texto dado por el art. 2383 del CCyC respecto al derecho
de habitación viudal, encontramos que en ciertos casos particulares se
produciría la clásica dicotomía entre los principios latinos de “dura lex,
sed lex” y “summun ius, summa iniura”. En la sociedad actual, aplicar
la norma a rajatabla, desprovista del análisis relacionado con el
contexto social, implica un anacronismo. Esto nos lleva
inevitablemente al otro aforismo latino sobre el cual se refería Cicerón
en su obra Sobre los Deberes (De officiis I, 33), Summum ius, summa
in iuria, porque la aplicación de la ley al pie de la letra a veces puede
convertirse en la mayor forma de injusticia. Incluso, este principio
íntimamente ligado al de equidad, es aplicado en todo el derecho
occidental y, por eso lo vemos frecuentemente utilizado tanto en
Inglaterra, que lo denomina “Rigorous law is often rigorous injustice /
Extreme law, extreme injustice”; como en Italia “Il sommo diritto è
somma ingiustizia” o “Gran giustizia, grande offesa”; en Francia:
“Excès de justice, excès d’injustice” y en Alemania: “Das strengste
recht, das größte Utrecht”. En fin, es empleado en todas las
sociedades jurídicamente organizadas, donde se respeta la ley, pero
con ese límite que da la racionalidad y el rechazo a la aplicación
antifuncional de la norma, que no es otra cosa que el “abuso del
derecho”. El sentido de esta frase latina, convertida en proverbio, es
advertir cómo una aplicación de la ley con todo rigor al pie de la letra
puede devenir en una enorme injusticia. Tal es el caso del art. 2383,
CCyC. Se ha dicho que no se puede ser esclavo de la ley, sino que
ella debía ser sólo el camino, la vía, el procedimiento que eligen los
hombres para el logro de la justicia (10). Por ello, la norma deber ser
interpretada, no en el sentido estrictamente literal, sino como lo
establece el art. 2º del CCyC, teniendo en cuenta sus finalidades, las
leyes análogas, las disposiciones que surgen de los tratados sobre
derechos humanos, los principios y los valores jurídicos, de modo
coherente con todo el ordenamiento, o sea armónicamente.
Finalidad de la norma
Vidal Taquini, en ocasión de opinar sobre el art. 3573 bis. Cód. Civil de
Vélez, sostuvo: “Debemos señalar que la dirección proteccional debe
ser la familia toda y no uno de sus miembros, pues ello acarrea la
desigualdad jurídica con los demás miembros si el tratamiento es
diferencial. Si la ley 20.798 que aprobó el art. 3573 bis, no tuviese las
limitaciones que apreciamos, lo dicho se cumpliría” (11). La finalidad
del legislador es loable: proteger al cónyuge supérstite asegurándole
la posibilidad de habitar en una vivienda digna en el otoño de su vida,
alejándolo de la angustia de una partición hereditaria que le arrebate
lo que fue su último hogar compartido con su cónyuge fallecido. Esa
era precisamente la finalidad que se tuvo en mira al sancionarse el art.
3573 bis del Cód. Civil de Vélez. Sin embargo, en la exposición de
motivos del Código Civil y Comercial, al tratarse el tema, tal vez con
algo de ligereza, se impulsó la modificación del régimen del art. 3573
bis, eliminándole algunos de sus requisitos, tales como que se trate
del único inmueble habitable, la limitación del valor y la pérdida del
derecho en caso de que el habitador contraiga nuevo matrimonio. Es
de destacar la diferencia existente con la exposición de motivos de la
norma derogada, entre los cuales se cuentan: “…contempla la
situación que se crea en aquellos juicios sucesorios por muerte de uno
de los esposos en los que queda como bien hereditario una pequeña
propiedad en la que hasta ese momento ha habitado la pareja”. “Se
busca amparar al sobreviviente, teniendo en cuenta que generalmente
los esposos, con gran esfuerzo, se hacen propietarios del inmueble
que habitan y se procura que la muerte de uno de ellos no signifique la
pérdida de la vivienda. Es en consecuencia, una situación de amparo
que estimo de estricta justicia…”. (12) Como vemos los legisladores
que aprobaron el cuerpo legal actual, al eliminar algunos de los
requisitos anteriores, no han tenido en cuenta que se producirán
numerosas situaciones de injusticia, algunas violatorias de los
derechos humanos, que deberán resolver los jueces. Incluso no han
considerado que se contradicen con las disposiciones de los arts. 1º y
2º del nuevo Código. Y al respecto, no podemos silenciar el grave
error de eliminar del art. 2º a la jurisprudencia como fuente del
derecho, que sí se encontraba incluida en el texto originario elaborado
por la Comisión Redactora de Reformas designada por decreto
191/2011. Esto es ir a contramano de la legislación del mundo
civilizado.
b) Inaplicabilidad por ser titular dominial del 50% indiviso con otro
condómino a la fecha del fallecimiento del causante
“El derecho de habitación que prevé el art. 3573 bis del Código Civil
contempla la situación vigente a la muerte del causante, momento de
la constitución del derecho, sea que se lo entienda ‘iure proprio’ o ‘iure
hereditatis’, y es, por lo tanto, en este momento en que debe juzgarse
la reunión de los extremos para su procedencia” (26).
En este caso, podría suceder que los hijos menores de edad del
primer matrimonio del cónyuge, que viven en el inmueble sobre el que
el viudo ejerce el derecho de habitación, pretenda desalojarlos. Sin
llegar al extremo de Cenicienta, donde además existían otros hijos del
segundo matrimonio, si el derecho de habitación es de pleno derecho,
podría la viuda pretender desalojar a los hijos del causante. Desde
luego que la Asesoría de Menores se opondría, pero el caso se
judicializará y, mientras tanto, salvo medida cautelar que ordene el
desalojo de la viuda o viudo, para que sigan habitando los menores
con quien los represente, el cónyuge supérstite seguirá habitando el
inmueble que fue sede del hogar conyugal y nada le impediría
contraer nuevas nupcias o formalizar una unión convivencial y agregar
a su nuevo compañero de vida a habitar el inmueble. Desde luego que
tendrán preponderancia los tratados internacionales sobre los
derechos del niño, pero mediando el tiempo de los elongados trámites
judiciales, tal vez los menores alcancen la mayoría de edad y
entonces el cónyuge supérstite inconmovible se afiance en el derecho
de habitación y los demás herederos no puedan dividir el condominio
mientras éste viva. Este perjuicio se agrava en el caso que el inmueble
sea bien propio del causante. Como siempre, para el perjudicado, la
solución sería la invocación del abuso del derecho (art. 10 del CCyC).
Conclusiones
El texto del art. 2383, CCyC, debería haber seguido los mismos
lineamientos del art. 527. Esta norma, al tener carácter tuitivo (officium
pietatis), otorga el derecho de habitación normal y no da la facultad de
ostentación, o sea, de vivir en un inmueble de gran valor o de
superficie que exceda las necesidades habitacionales normales.
https://garciaalonso.com.ar/el-derecho-real-de-habitacion-del-conyuge-
y-el-conviviente-superstite-en-el-nuevo-codigo-civil-y-comercial/
NOTAS:
(1) VIDAL TAQUINI, Carlos, “El derecho real de habitación del
cónyuge supérstite”, Revista del Notariado 743, 1/1/1975.
(3) conf. VIDAL TAQUINI, Carlos “El derecho real de habitación del
cónyuge supérstite”, en Revista del Notariado, nº 743, p. 1536 y ss.;
CNCiv., sala D, 29/2/1994, ED, 109-221, LA LEY, 1984-C, 199.
(6) LAFAILLE, Héctor, “Tratado de los derechos reales”, vol. II, p. 227.
(7) CNCiv., sala E, “V., G.R. c/D., M.A. s/División de bienes”, expte.
E471591, 12/3/2007.
(9) CCiv. y Com. San Martín, sala I, “B., L. M. y Ot. c/F., B. S. y Ot.
s/Desalojo”, 15/9/2015.
www.sucesiones-simples.com.ar