Feminismos Negros. Peretti Ávila
Feminismos Negros. Peretti Ávila
Feminismos Negros. Peretti Ávila
TRABAJO FINAL.
Asignatura: Teoría Feminista.
Doctorando: Diego A. Peretti Ávila.
Docentes: Prof.a Dra. Adriana Boria y Prof. Dr. Facundo Boccardi.
Título del trabajo: La mujer y el feminismo vistos con ojos negros.
I. Introducción. En el presente trabajo me propongo analizar la categoría de “mujer”
desde la llamada perspectiva de los feminismos hegemónicos, contraponiéndola con la
visión aportada por una línea del movimiento llamado feminismo negro o “afro”. A
partir de ello, buscaremos analizar también críticamente a la categoría misma del
feminismo como movimiento universal.
En este breve trabajo buscaremos presentar sencillamente un tema que, a primera vista
podría parecer sencillo de abordar, pero que, a medida que se avanza en el vertiginoso
ritmo del río de los tiempos, los nuevos tintes de “actualidades”, a la par del
inclaudicable decurso de las épocas, comienza a ganar en complejidad, a partir de las
diferentes diapositivas que la historia nos ofrece, hasta llegar a la última, la de nuestra
coetaneidad, en donde “mujer” aparece como un significante ampliamente difuso, sobre
el cual no existe consenso, ni entre las mismas líneas de los movimientos feministas,
respecto de a qué sujetes dicho término denota o refiere.
Una de las principales características de los sistemas opresores, consiste en reducir los
discursos de los oprimidos, como señala Rancière, en el marco de la distribución
simbólica de los cuerpos, como aquellos que provienen de quienes carecen de voz…
pues emanan de aquellos o aquellas a quienes, sencillamente, “no se ve” (1996: pp. 36 –
37), es decir que terminan siendo silenciados.
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El “epistemicidio” resultante, utilizando terminología de De Souza Santos, consiste en
ser una consecuencia necesaria de un mecanismo de opresión ideológica, debido a que
el privilegio epistemológico de poder de “visión única” conferido a una corriente del
pensamiento científico o político permite, del mismo modo que legitima y valida los
conocimientos y cursos de acción, la destrucción de todos los saberes, puntos de vista,
acompañado esto de la potestad de descalificación de prácticas y agentes sociales
alternativos que podrían venir a “enjuiciar” este privilegio ( 2003, 276).
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La raíz liberal – iluminista de los feminismos tradicionales latinoamericanos es también retratada
finamente por Dora Barrancos (2022), quien posiciona a los reclamos de las mujeres negras
aproximadamente los primeros reclamos de las mujeres negras en la primera mitad del siglo XX, sobre
todo en países como Cuba con la presencia de nombres como el de Inocencia Valdés Fraga . En la
segunda mitad del siglo XX la autora de mención destaca la fuerte militancia feminista negra en países
como Colombia y Brasil.
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Seneca Falls”, abogaba por la introducción del voto femenino en el marco del sistema
democrático, evolucionando en pos de sus reclamos de igualdad con el curso de los años
venideros.
Salvo el caso de la francesa Simone de Beauvoir, quien se atrevió a dar cuenta del
problema subyacente que abordamos en este trabajo con la categoría “mujer”, esta
corriente, como dijimos de origen europeo y norteamericano, partió de la base de dar
por supuestas las universalidades de la idea de “mujer”, con las connotaciones referidas,
como así también del “movimiento feminista” como su herramienta de lucha.
Respecto de esta visión universalista del feminismo, presente aún hoy en algunas
autoras, afirma Rita Segato que peca de eurocentrada, descircunstanciada, produciendo
el efecto de ocluir la historia bajo el cristal del patriarcado y la superioridad moral
blanca (2015, 81).
Como afirma al respecto Marta Lamas (2023) “mujer” es un concepto que, si bien
implica diferencias entre macho y hembra, también que encubre distinciones entre estas
últimas, concluyendo en que estas diversidades llevan a que, actualmente las tendencias
feministas conciban a ese ente que socialmente se llama “mujer” a partir de ciertas
creencias distintas que dan pie, a su vez —y lógicamente—, a discursos y prácticas
contrapuestas.
En reacción a este tipo de perspectivas, a partir de la segunda mitad del siglo XIX y
fundamentalmente, en la segunda mitad del XX, surgieron voces que pusieron sobre la
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mesa de la discusión feminista nuevos debates y diferentes puntos de vista: nos estamos
refiriendo a las intelectuales y activistas representantes de una línea de pensamiento
defensora de los intereses de los colectivos femeninos de raza negra, que habían sido
silenciadas hasta entonces.
En la segunda década del siglo XX, más precisamente a partir de los años 60’, el
movimiento comienza a adquirir mayor relevancia; puesto que en Norteamérica se
levantan voces importantes que comienzan a posicionar una línea crítica de
argumentación dentro de los ámbitos de las concepciones feministas tradicionales,
ejemplificadas por los casos de Angela Davis, June Jordan, Toni Morrison y Alice
Walker (Jabardo, 2008, pp. 42 – 43) entre muchas otras.
La primera pregunta que retoma el “feminismo negro” es la de ¿Qué es ser una mujer?
y en línea de pensamiento performativo ¿Cuáles son sus opresiones y cuáles sus
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En un estilo completamente disruptivo y con fuerte influencia de oratoria religiosa, la autora comenzó su
mensaje refiriendo: “Bueno, niños, donde hay tanto ruido algo debe haber fuera de lugar. Creo que entre
los negros del sur y las mujeres del Norte, todos hablando de derechos. Los hombres blancos estarán en
un aprieto bastante pronto. ¿Pero de qué habla todo esto aquí?” (Sojourner Truth, 1851). En esta misma
línea de pensamiento se pronuncia Ochy Curiel, quien destaca, asimismo la primera intervención de
María W. Stewart (1803 – 1879), primera mujer de raza negra, que se atrevió a abordar en la sociedad
estadounidense de su tiempo los problemas del racismo y del sexismo (2009, p. 40). También esta
profesora y activista política, militante por los derechos de las mujeres negras es citada, entre otras, por
Hill Collins (2002, pp. 1 - 3)
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luchas? Para, seguidamente, cuestionarse, si puede hablarse concretamente del
“Feminismo”.
Como ya señalaba Sojourner Truth, desde tiempos pretéritos, la mujer negra. era ya
desde entonces, vista con atributos distintos de la feminidad blanca; puesto que,
contrariamente a las cualidades reseñadas, era concebida desde un estereotipo
voluptuoso, sensual, fuerte, para nada delicada y, generalmente ubicada en el grupo de
los sectores más desprotegidos y marginados de los ingresos, la educación y del elenco
de beneficios de la sociedad.3
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Angela Davis realiza un acabado raconto de la construcción del movimiento negro feminista y, entre los
antecedentes, resalta el estereotipo vigente durante los comienzos del siglo XX de la mujer negra como
lasciva “puta”, al punto de no merecer la tutela legal en caso de violación. La autora expresa su relato con
suma crudeza: “la mujer negra se convirtió en una mujer «promiscua y perdida., y podía ser “poseída por
quien quisiera”. De hecho, la imagen que llegó a tener de sí misma era una copia de la forma en la que el
Sur la veía y la trataba, puesto que no tenía otra moralidad que le inspirase para modelar su feminidad”
(2005, p.184) En esta misma obra la autora señala a la violación de las mujeres negras como un
instrumento de dominación masculina y represión de su deseo de resitir (p. 32)
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La mujer negra, desprotegida, considerada una especie de “animal paridor” durante los
tiempos de la esclavitud (Davis, 2005, p. 15) y víctima principal del proceso de
esterilizaciones masivas en los Estados Unidos en la década de los 70’, hecho silenciado
por muchas feministas blancas (Davis, 2005, p. 215). Considerada como “algo distinto e
inferior” por algunas de las mismas representantes de los movimientos feministas
sufragistas (Davis, 2005, pp. 77 y ss.), atravesadas en su proceso de sojuzgamiento y
construcción de identidad por la raza y la clase y, como afirma Patricia Hill Collins,
históricamente relegadas de la participación en las organizaciones feministas blancas
(1998, p. 257), desvalorada su imagen a través de los medios de comunicación masivos
actuales, por ejemplo, cuando se observan publicidades que promocionan
acalaoradamente champús o cremas de enjuague “anti frizz”, para alisar el cabello,
atravesada, como señalamos interseccionalmente por el sexo y la clase (Creenshaw,
1989) tiene más que elementos suficientes como para cuestionar la idea de “mujer”
construida por el feminismo blanco y hegemónico, como así también la universalidad
del movimiento y de los objetivos de sus luchas.
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Reconocemos que la interseccionalidad no es una construcción actualmente exenta de
cuestionamientos, sin embargo, por las limitaciones y objetivos de este trabajo, no habremos de
ingresar aquí en esos debates.
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Este término fue retomado por Alice Walker, con un sentido distinto, un movimiento que parte de una
posición distinta al feminismo universalista y, más aún, concepción preferida por algunas pensadoras y
activistas por sobre la categoría de “feminismo negro” del cual Hill Collins da buena cuenta en su obra
(2002, pp. 81 y ss.)
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III. Algunas conclusiones. Si bien consideramos razonable la afirmación de Simone
de Beauvoir, en cuanto a que, a pesar de las diversidades, de las que la autora da cuenta
con valentía y honestidad intelectual, encontrando, según su criterio, en la identidad
como Alteridad una suerte de elemento aglutinante legado por la cultura de la
dominación patriarcal (2015, pp. 47 y ss.) y, si bien podemos llegar a coincidir con el
punto de vista que señala que, sin un “esqueleto moral” común no se puede aspirar a
cohesión social alguna (Giner, 1996, p. 72), no pueden ser desconocidas, para llevar
adelante una acción social y política eficaz e inclusiva, las diferencias que aparecen
visibilizadas por las diversas corrientes representantes de distintos colectivos oprimidos.
IV. Bibliografía:
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* DE BEAUVOIR, SIMONE (2015), El segundo sexo, Ediciones Cátedra S.A.,
Barcelona.
* DE SOUZA SANTOS, BOAVENTURA (2003), Crítica de la razón indolente,
Editorial Desclée de Brower, Bilbao.
* EVANS, RICHARD J. (1980), Las Feministas. Los movimientos de emancipación de
la mujer en Europa, América y Australasia, 1840 – 1920, Siglo XXI, México D.F. –
Madrid – Buenos Aires – Bogotá.
* FRIEDAN, BETTY (2009), La mística de la feminidad, Ediciones Cátedra S.A.,
Madrid.
*. GINER, SALVADOR. (1996) “La urdimbre moral de la sociedad”, en GINER y
SCARTEZZINI (Eds.), Universalidad y diferencia, Alianza. Madrid.
* HILL COLLINS, PATRICIA (2002), "The Politics of Black Feminist Thought",
publicado en: PATRICIA HILL COLLINS, Black Feminist Thought, Routledge, New
York - London.
_ (1998) “La política del pensamiento feminista negro”, publicado en: Qué son los
estudios de mujeres. Marysa Navarro y Catharine Stimpson, editores. Buenos Aires.
* JABARDO, MERCEDES (2012), Feminismos Negros. Una antología, Traficantes
de sueños, Madrid.
LAMAS, MARTA (2023), “Mujerismo, victimismo y las “guerras feministas” bajo la
mirada de Marta Lamas, artículo publicado en la página web:
/www.clacso.org/mujerismo-victimismo-y-las-guerras-feministas-bajo-la-mirada-de-
marta-lamas, con fecha 17 de marzo de 2023.
* POULLAIN DE LA BARRE, FRANÇOIS (1673), De l’egalité des deux sexes.
Discours physique et moral, où l’on voit l’importance de se défaire des Préjugés, Chez
Jean Dupuis, Paris. Traducido aquí al español por el autor de este trabajo.
* SEGATO, RITA (2015), “Género y colonialidad: del patriarcado comunitario de baja
intensidad al patriarcado moderno colonial de alta intensidad”, publicado en RITA
SEGATO, La crítica de la colonialidad en ocho ensayos, Prometeo Libros, Buenos
Aires.
* RANCIÈRE, JACQUES (1996), El desacuerdo. Política y Filosofía, Ediciones
Nueva Visión, Buenos Aires.
* SOJOURNER, TRUTH (1871), “Ain’t I a woman?”, Discurso presentado en la
Convención de Mujeres de Akron –Ohio-, archivo rescatado en idioma inglés y
traducido por el autor, el día 20/12/23, de la página de la Universidad de Arizona:
www.tmiller.faculty.arizona.edu.
* WALKER, ALICE (2011), In Search of Our Mothers' Gardens, Prose Edición, New
York.