Tema 3. La Consolidación de Las Monarquías y La Expansión Europea Historia Universal de La Edad Moderna I

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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea

Historia Universal de la Edad Moderna I

TEMA 3
LA CONSOLIDACIÓN DE LAS MONARQUÍAS Y LA EXPANSIÓN EUROPEA

1. LA CREACIÓN DE LAS MONARQUÍAS NACIONALES Y EL SURGIMIENTO DEL ESTADO MODERNO

1.1. La nueva forma política de las monarquías mayestáticas

Desde el siglo XIII la institución monárquica comenzará a singularizarse frente a instituciones


universales en las que recayó tradicionalmente el poder político, papado e imperio, así como de las
estructuras de dominio señorial típicas de época feudal. Entre los aspectos a destacar en esta nueva
posición de los reyes está, por ejemplo, el uso del tratamiento de majestad, antes atribuido
únicamente a los emperadores.

Este proceso fue largo y se desarrolló a distintas velocidades según el territorio. Además, vino
acompañado de conflictos bélicos, de una potente propagandística y de un cuerpo doctrinal.

1.1.1. El menoscabo de la autoridad papal

En el Medievo, la autoridad papel llegó a su cénit, asumiendo la potestad superior. Frente a las
pugnas existentes con el poder imperial, la realidad es que la legitimidad del papa derivaba
directamente por Dios, en tanto que sucesor de san Pedro y legítimo interpretador de la Biblia. Este
poder se vio reforzado por la reforma gregoriana y avalado por figuras como san Bernardo de
Claraval y santo Tomás de Aquino, entre otros. Según estos autores, el poder universal le venía
dado por ser vicario de Cristo, mientras que el poder del emperador solo era legitimado si el papa lo
refrendaba. Junto a ello, otros enfrentamientos de naturaleza más pragmática se dirimieron por el
control de los nombramientos de clérigos, las rentas eclesiásticas y la administración de la justicia.

Hasta finales del siglo XIII las hostilidades fueron intensas, sin embargo, desde este
momento, ambos poderes universalistas entraron en decadencia. La soberanía papal fue también
cuestionada por monarcas como Felipe IV de Francia, que conllevaron la excomunión de este por
parte del papa Bonifacio VIII, acto que fue menospreciado por el rey francés y que marcaban los
nuevos tiempos que se abrían paso.

Este descenso de autoridad al que nos referimos llegó a sus cotas más bajas en el siglo XIV,

producto de los enfrentamientos producidos en los intestinos de la Santa Sede. Hechos como el
traslado a Aviñón y el Gran Cisma pusieron de manifiesto la presión de nuevos poderes. Aunque el
Concilio de Constanza en 1417 puso fin al cisma, la situación fue aprovechada por los monarcas,
firmando los primeros concordatos. Acuerdos beneficiosos para las autoridades civiles y que fueron
constantemente revisados para la asunción de nuevas prerrogativas.
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1.1.2. El declive de las pretensiones universalistas del Imperio

Durante buena parte de la Edad Media, los emperadores de Occidente se consideraron legítimos
sucesores de los césares romanos. La permanencia de una ideología imperial mantuvo, a su vez, la
concepción universalista y la potestad máxima típica del Bajo Imperio. A ello se unía la enorme
influencia de una religión monoteísta que impregnó a la figura del emperador de un halo de
santidad, colocándolo en el escalafón más alto, solo superado por Dios. Esta posición, en la que
actuaba como rey y sacerdote, chocó con las pretensiones del papado, especialmente durante el
pontificado de Gregorio VII (siglo XI).

En la distribución de poderes universalistas, la Santa Sede reservaba el ejercicio del poder al


Sacro Imperio, siendo en última instancia la espada defensora de la Iglesia. Así, el papa cedía el
poder al emperador, por lo que, teóricamente, existía la misma capacitación para quitárselo si
incumplía su legado. Con este argumento, la ideología imperial tuvo una escasa capacidad de
réplica, pese a que no faltaron importantes tratados teóricos de defensa de la autoridad imperial
frente al papado.

En la práctica, sin embargo, los conflictos enmarcados en la guerra de los Cien Años (1337-
1453) y la debilidad de la institución imperial, cada vez más identificado con los estados
germánicos, pusieron sobre la mesa el poder de los reyes soberanos. Este proceso se inició con la
imperialización de la figura del rey con la asunción de símbolos antes exclusivos del emperador.

1.1.3. El control de los poderes locales

Además de este proceso de imperialización y de asunción de ciertas prerrogativas religiosas, los


monarcas tuvieron que hacer frente a la fragmentación del poder feudal. Durante los siglos X al XIII,
el feudalismo alcanza su máximo apogeo. Ante la inseguridad provocada por las invasiones
producidas entre los siglos VIII-IX, los monarcas cederán la protección de parte del territorio a sus
lugartenientes, ante la incapacidad de defender por sí solos la totalidad del reino. Cada feudo se
convirtió, por ende, en una unidad autárquica de dominio señorial que, aunque mantenía una
relación feudo-vasallática con el rey, cuestionó ocasionalmente la autoridad de este último,
suponiendo su debilitamiento.

Asimismo, el desarrollo de las ciudades, gracias a la actividad artesanal y el comercio, dio


como resultado la formación de un grupo social –la burguesía– con un potente nivel económico y
que no compartían los intereses feudales. Esto fue aprovechado por los monarcas para frenar a la
nobleza feudal y aumentar sus cotas de poder sobre ella, favoreciendo la emancipación de las

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ciudades bajo dominio señorial, acogiéndolas bajos su jurisdicción y concediéndoles importantes


privilegios.

La aparición de los nuevos poderes ciudadanos conllevó la creación de formas de gobierno


complejas. En estas asambleas el monarca reunió al clero, la nobleza y las ciudades en las que se
trataron asuntos concernientes al reino y la aprobación de impuestos extraordinarios. Esta nueva
dinámica ocasionó el crecimiento de una conciencia de estado, así como el afianzamiento del grupo
burgués a los intereses reales. La capacidad que demostraron los reyes para controlar estas
asambleas determinó el grado de absolutismo que lograron imponer en sus monarquías.

1.1.4. El príncipe nuevo

El apelativo de príncipe nuevo fue acuñado por Nicolás Maquiavelo en su obra El príncipe en 1513.
Ponía así en valor las posibilidades de los nuevos soberanos, de principios absolutistas, frente a los
sistemas republicanos de las ciudades-estado italianas y que se habían mostrado incapaces a la hora
de garantizar la estabilidad interior y el dominio exterior, agudizándose ante la presencia de
franceses y aragoneses. El autor, que combina en su obra el desprecio con la admiración al referirse
a la capacidad de estos de liderar procesos de unidad política, resume en el capítulo XXI las
acciones de lo que él consideró el ejemplo de este príncipe: Fernando el Católico.

El carácter laico de la trama política planteada por Maquiavelo fue contestado,


especialmente tras la Contrarreforma, por autores como Possevino, Botero, Gentillet o Ribadeneyra.
Pese a ello, el proceso de formación de los estados modernos precisaba de artimañas, por lo que el
empleo de la razón de estado de cuño maquiavélico, aunque disimulada y suplantada por una buena
razón en la que prevalecía los preceptos de la religión, eso sí, con excepciones.

1.2. Configuraciones estatales e identidades nacionales

Como vemos desde la Baja Edad Media comienzan determinados procesos que desembocaron en la
creación de las monarquías europeas. Francia incorporó los ducados vasallos de Borgoña (1493) y
Bretaña (1532); en España, Carlos I aunó los territorios heredados de Isabel I de Castilla, Fernando
II Aragón, del emperador Maximiliano de Austria y María de Borgoña; mientras que en 1536 el
principado de Gales fue unido a Inglaterra. Estos monarcas renacentistas fueron soberanos de un
diverso mosaico de dominios que no solo mantuvieron sus cuerpos legislativos y aparatos
instituciones, también fueron un conglomerado étnico, cultural y lingüístico, por ello se explican las
fuerzas desintegradoras ante el avanzar de las integradoras.

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1.2.1. Patria y nación. Naturales y extranjeros

Desde la segunda mitad del siglo XV, la palabra patria hacía referencia a la tierra natal, lugar de
origen de los antepasados, aunque comienza a hacerse extensible a una comunidad política más
amplia. Será entonces cuando el concepto se difunda como un valor, como algo vinculado a la
existencia de los hombres, conllevando una obligación política de su defensa e, incluso, el sacrificio
por ella. Por su parte, el término nación, que en un principio alude a una agrupación de aquellos que
hablaban la misma lengua, tiende a adquirir connotaciones políticas y territoriales.

La evolución conceptual nos lleva a hablar del surgimiento de un sentimiento nacional que
no se queda en la mera diferenciación entre los extranjeros y lo natural, sino que otorga un sentido
peyorativo y de exaltación respectivamente. Será en el Renacimiento cuando se difunda una
geografía de estereotipos nacionales que, en última instancia, permitía la distinción, la comparación
y la glorificación. A su vez sirvieron como un instrumento importante de odio, especialmente en los
procesos bélicos de la época.

1.2.2. Identidades y contraidentidades

Las sociedades europeas de las monarquías compuestas del Renacimiento se caracterizan por tener
identidades múltiples y lealtades compartidas. Coexistió un patriotismo local, basado en el apego al
lugar de origen; señorial, dimanado de las relaciones de fidelidad entre señor y vasallo; dinástico,
sustentado en la lealtad al monarca y la casa reinante; y, por último, a una nación política, en tanto
que identidad colectiva ante unas mismas instituciones, leyes, privilegios, lengua e historia común.

Fue normal la superposición o convivencia entre algunos de estos patriotismos, pero el


enfrentamiento con alguno de ellos podía ser síntoma de fuertes tensiones internas. En un mundo en
el que la rebelión estaba tajantemente condenada, la defensa de la patria se convirtió en un arma
efectiva de apoyos.

En los inicios de la Edad Moderna este sentimiento nacional solo estuvo presente entre las
élites sociales, pero con el paso del tiempo se fueron universalizando por medios tan diversos como
las guerras, el comercio, los relatos de viajeros o la mayor circulación de noticias y libros al calor
del desarrollo de la imprenta. Precisamente las guerras, presentes a lo largo de todo el quinientos,
son tomadas como el factor primordial en la movilización de estos sentimientos y conciencias
nacionales. Separaban psicológicamente el nosotros del ellos, a la vez que suministraba mitos y
recuerdos a las generaciones futuras.

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1.2.3. Fronteras

El desarrollo de la soberanía territorial, así como el surgimiento de las identidades nacionales,


conllevó a la elaboración del concepto de frontera. No es baladí que fuese en estos momentos
cuando la cartografía experimente un desarrollo sin precedentes, convirtiéndose en instrumentos
para las estrategias políticas y militares de monarcas y estadistas. Junto con estas utilidades,
sirvieron para la comprensión de la ubicación de los individuos en un territorio y para su
identificación el mismo.

No obstante, se hace necesario señalar que los territorios políticos del momento no tuvieron
una definición lineal o exacta. Las fronteras, más que fijas e impermeables, fueron elásticas y
porosas. De hecho, el término frontera apenas fue utilizado, prefiriéndose voces como confines,
lindes o límites. Incluso Francia, uno de los estados más compactos, continuó contemplando su
soberanía, no con base a la administración de un espacio delimitado, sino en términos de
jurisdicción entre súbditos.

1.2.4. Cultura, historia y lengua

Al igual que pasara con el caso anterior, una de las características de la Alta Edad Moderna fue el
reforzamiento del vínculo entre poder político y cultura. Todos los poderes trataran de crear
símbolos y referentes culturales con finalidad propagandística, contribuyendo a la creación de
identidades y patriotismos.

En este sentido, cabe destacar el papel de la historia y los historiadores. La justificación del
presente nacional sustentado en un pasado idealizado y mitificado fue algo corriente entre cronistas
e historiadores del Renacimiento. Además, en un momento de revalorización del mundo antiguo las
denominaciones de las provincias romanas (Italia, Hispania, Galia, etc.) adquirieron una especial
relevancia en el momento de formación de los estados modernos, a la vez que se buscaban unas
proezas nacionales frente al resto de estados.

La lengua ha de ser tenida como otro elemento fundamental. El siglo XVI presenció el
impulso de las literaturas nacionales (Cervantes, Shakespeare, Rebelais), en los que se perciben
unas actitudes de ensalzamiento de la identidad lingüística. Asimismo, estas lenguas nacionales se
irán imponiendo, paulatinamente, al uso del latín, aunque debemos ser conscientes que no debemos
atribuirle el valor cohesionador que tendrán en los nacionalismos contemporáneos.

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1.3. Las estructuras del Estado

El poder de las monarquías se consolidó a la par que el desarrollo de los órganos de gobierno y
justicia, de una burocracia, de los instrumentos de política exterior–diplomacia y funcionarios– y de
una hacienda y fiscalidad que tuvieron como principal reto costear los cada vez más crecientes
conflictos bélicos. De hecho, podría afirmarse, que la situación de guerra continuada estimuló la
aparición de las estructuras esenciales del estado moderno.

1.3.1. La corte y los órganos del gobierno central

Las cortes europeas que se formaron a inicios de la Edad Moderna en Europa tenían como
antecedente la casa real medieval. La corte fue, no solo el escenario predilecto de exhibición del
poder real, sino también formaba parte propia de la imagen de la realeza. Por otro lado, la corte fue
el centro de gobierno de las monarquías, donde se ubicaban los órganos de la administración
central, además de ser el espacio de interrelación entre la Corona y las élites políticas, siendo, por
tanto, una herramienta de domesticación aristocrática.

El reforzamiento del poder real tuvo su correlato institucional en la potenciación y desarrollo


de los órganos administrativos. El naciente estado moderno se nutrió de los instrumentos políticos
medievales, pues el sistema de consejos, típico de las monarquías europeas, no fue más que una
herencia del deber feudal del consilium. En muchas monarquías, el originario consejo real se
subdividió en varios consejos, destinados a atender asuntos ligados con diferentes territorios que
componían el Estado, o bien, a temas concretas a nivel estatal. Como función principal, los consejos
fueron órganos asesores, pues la decisión final recaía en el rey.

1.3.2. La burocracia

Desde finales del siglo XV, las nuevas monarquías europeas desarrollaron planes de ordenamiento
administrativo expandiendo sus burocracias a la vez que aumentaba las pretensiones políticas y
sociales, por lo que este proceso no solo busco la ampliación territorial sino también el sentido y
objetivo que se le otorgaba al aparato burocrático.

Fue un instrumento en mano de los monarcas, pero la nobleza estamental exigió su


participación como altos funcionarios del Estado. Por otro lado, los cargos desempeñados por estos
servidores reales estaban muy impregnados de elementos del mundo feudal. Ciertamente se
realizaba una función pública, pero esta quedaba fundamentada en una relación de fidelidad al
monarca. Cabe añadir, además, que estos cargos se convirtieron en muchas ocasiones en patrimonio
de determinadas familias, generalizándose la enajenación de oficios públicos, ya existente en el
período bajomedieval.
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La venta de oficios, además de ser fuente de ingresos, también ayudó a ampliar la base
social del poder monárquico, permitiendo la promoción y partición en las esferas de poder de la
baja nobleza y la burguesía en ascenso. Por todo, parece incuestionable que esta práctica supusiese
el refuerzo del poder real.

1.3.3. La diplomacia

Los estados, desde el Renacimiento, tuvieron que atender las necesidades de relación impuestas por
una concepción del mundo internacional, insertándose en una pluralidad estatal. Unido a ello, las
relaciones exteriores fueron adquiriendo mayor peso desde el XVI. Para esto el instrumento de
relación entre estados fue la diplomacia.

Serán los venecianos los que ya en el siglo XV comenzasen a nombrar embajadores


permanentes o residentes, al que siguieron otras monarquías como la Hispánica o Francia. El
embajador residente tuvo como función la defensa de los intereses de su príncipe en una corte
extranjera, cuya labor era procurar información e influir en la toma de decisiones políticas. Otros
embajadores como los temporales, que tuvieron funciones más concretas, o los plenipotenciarios,
que estaban facultados para firmar acuerdos y tratados, también estuvieron presentes en las cortes.
En definitiva, la diplomacia suponía un conducto de información, un instrumento de negociación y
una pieza necesarios en las empresas bélicas.

Pero debemos mencionar que, junto con esa diplomacia oficial, se desarrolló una red de
agentes, espías, etc., englobados en los que se conoce como diplomacia informal, desarrollada no
solo en las cortes exteriores sino también en las instituciones internas, dado el carácter compuesto
de las monarquías

1.3.4. Ejércitos

Ya hemos ido mencionado que los inicios de la Modernidad fueron tiempos convulsos, de intensa
actividad bélica, fruto de las pretensiones de las dinastías europeas, los enfrentamientos religiosos o
las tensiones de integración y desintegración políticas. Como es lógico, esta situación fortaleció la
unión entre la acción de la guerra y la estructura del Estado, dado el aparato institucional que
precisaba el mantenimiento de los ejércitos.

Las innovaciones militares, tanto tácticas como estratégicas, repercutieron en el crecimiento


de los ejércitos, lo que requería un esfuerzo en la capacidad de movilización poblacional, así como
la organización, avituallamiento y paga.

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Otras novedades se produjeron en las fortificaciones e infraestructura defensiva. La trace


italienne, nuevo estilo de fortificación basado en murallas más anchas y bajas, con baluartes
provistos de artillería y defendida con anchos fosos, garantizó la superioridad de las tácticas
defensivas en la guerra de sitio. Ello produjo, además, otros cambios entre los que contamos el
descenso de la caballería como principal fuerza de combate; las mejoras técnicas en la construcción
de cercos; la extensión temporal y, por consiguiente, el encarecimiento de las guerras; y el creciente
valor de la artillería, tanto en asedios como en batallas a campo abierto. Por último, la expansión
colonial y la defensa comercial o territorial de zonas alejadas conllevó a disputas marítimas,
suponiendo el desarrollo de una marina sólida.

1.3.5. Hacienda y finanzas

Los estados de la época moderna requerían un sistema permanente de ingresos para hacer frente a
los gastos generados por sus administraciones, redes diplomáticas, centros cortesanos y empresas
bélicas. De ello surgió la necesidad de instrumentar unas políticas económicas y unos mecanismos
de extracción y circulación de recursos monetarios hacia sus órganos de gobierno.

Sin embargo, también existían limitaciones frente a las intentonas de los monarcas de
aumentar los ingresos. La primera de tipo político-ideológico, pues en la Edad Media se había
asentado la doctrina de que el monarca debía contentarse con las rentas de su propio patrimonio y
con los ingresos inherentes a su posición: regalías. El resto debían ser aprobados por las asambleas.
La segunda limitación fue jurídica dados los privilegios de tipo estamental que restringían la base
social de extracción. Por último, la limitación administrativa, pues el aparato burocrático en los
prolegómenos de la Modernidad se manifestaba todavía insuficiente.

A pesar de estas, las políticas implantadas por los estados pudieron sortearlas, con mayor o
menor eficacia, mediante el establecimiento de nuevas cargas impositivas sobre el consumo y la
actividad económica, aunque esto tuvo que ser en parte negociado en las asambleas de los reinos.
Además, como ya hemos comentado, los monarcas tuvieron que recurrir a la venta de tierras y
oficios, manipulaciones monetarias o la apropiación de rentas, recurrir a créditos y depender de la
banca privada para hacer frente a las carencias dinerarias.

1.4. Las relaciones entre estados

Las unidades políticas europeas de los siglos XVI y XVII estaban dotadas de unos principios estatales
limitados. Si bien, el poder regio se reforzó y se desarrolló una estructura institucional, también
continuó existiendo una pluralidad de jurisdicciones señoriales y municipales, así como limitaciones
en el ejercicio pleno de la soberanía. Las revueltas estuvieron presentes a lo largo de estas centurias,
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ya fueran por la defensa de los privilegios estamentales o por la protesta ante el aumento de
impuestos.

Cabe mencionar que estas tensiones han derivado en un debate historiográfico en el que
sobresalen dos posiciones. Por un lado, aquellos que denominan esta situación con el término
Estado moderno, singularizando el proceso de transformación política entre la Guerra de los Cien
Años y la Ilustración; por otro lado, aquellos que cuestiona la existencia del Estado a las
configuraciones políticas previas a la Revolución francesa.

Uno de los elementos más destacados de la pluralidad de estados se manifestó en las


diferencias que los enfrentaron y las iniciativas que los vinculaban. La naturaleza de estas
iniciativas puso de manifiesto las desigualdades entre estados y la necesidad de regular las
relaciones entre ellos.

1.4.1. Los retos de las nuevas monarquías

Las monarquías de los Tudor y los Estuardo en Inglaterra e Inglaterra y Escocia, respectivamente, y
de los Valois y Borbones en Francia representan los mejores ejemplos de monarquías autoritarias
nacionales, asentándose sobre unidades territoriales más o menos compacta. A diferencia de estas,
la Monarquía Hispánica de Carlos V se conformó por una enorme diversidad de dominios. A la
dificultad existente en la comunicación entre territorios, se unió la misión imperial de defensa de la
cristiandad, en un momento de ruptura religiosas.

La unión de las herencias, así como su elección como emperador en 1519 hace resurgir la
idea de monarchia universalis. Por ello, la idea imperial de Carlos V ha de ser considerada como
una continuación de la concepción medieval, donde el emperador era la espada de la cristiandad.
Esta idea medieval de imperio fue impulsada por el gran canciller Mercurio Gattinara y teorizada
por otros intelectuales. Esta propuesta, que pasaba por la sumisión de los príncipes ante el poder del
emperador, resultó imposible pese a algunas victorias.

El curso de los acontecimientos moderó estas posiciones desechando la monarchia


universalis y actuando como moderador destinado a mantener la unidad de la Iglesia y la concordia
entre los reyes soberanos, aceptando la pluralidad de estados.

La doctrina de Lutero colaboró en reforzar el poder de los soberanos. Los príncipes


alemanes que acogieron el movimiento reformista acabaron desligándose de la autoridad espiritual
del papa y del proyecto imperial de Carlos V. A través del principio del libre examen y la ruptura de
la diferenciación jerárquica entre laicos y clérigos de la teoría luterana conllevó a un pensamiento
de igualdad universal que derivó, a su vez, en el alzamiento revolucionario de 1525. Tras ello,
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Lutero solicitó el tutelaje de los príncipes alemanes, que a partir de entonces, no solo asumirían el
poder civil, sino que también pasaron a gobernar la Iglesia reformada.

La Dieta de Espira (1529), en la que el bloque católico pretendió extirpar la herejía, supuso
la respuesta armada de los príncipes luteranos, que comenzaban a reclamar un poder autónomo del
emperador. Pese a los intentos militares y diplomáticos, Carlos V tuvo que aceptar la derrota con la
firma de la Paz de Augsburgo (1555). Así las cosas, la asunción del principio del cuius regio, eius
religio ponía de manifiesto la ruptura definitiva de un ideal universal de cristiandad, por lo que las
propuestas para reconciliar discordias entre estados tuvieron que asumir otras fórmulas de
organización universal.

1.4.2. El derecho internacional

Las corrientes más vanguardistas del pensamiento político del siglo XVI –formulada por la escuela
española de la segunda escolástica– se opuso a la jurisdicción universal del emperador a la vez que
negaba al papado el poder temporal sobre los príncipes cristianos. Solo reconocían como única
prerrogativa la injerencia cuando los fines espirituales estaban amenazados.

El mayor teórico de un mundo dividido fue el dominico Francisco de Vitoria (1483-1546).


Para él, los diferentes estados formaban parte de una corporación internacional, integrada por
soberanos cristianos y paganos, orientada hacia el bien común, de acuerdo con el ius gentium que
poseían estos estados, y que a su vez estaba supeditado al ius naturalis. A partir de aquí se abría la
posibilidad de establecer los principios del derecho internacional.

Uno de los supuestos más interesantes de Vitoria fue el ius communicationis, es decir, el
derecho de transitar de las personas, de relacionarse libremente. Unido a este se hallan otros como
el derecho al comercio o la emigración. Este planteamiento, surgido en torno a la problemática
sobre la ocupación española de las Indias, adoptó diversas posiciones tras la división de la herencia
de Carlos V.

Por su parte, la escuela jesuítica elaboró otra propuesta de mayor pragmatismo. Luis de
Molina (1535-1600) y Francisco Suárez (1548-1617) sitúan el ius gentium dentro del derecho
consuetudinario, por lo que la soberanía de los estados prevalece frente al primero. Las relaciones
internacionales, por tanto, son anárquicas y se estimulan por los intereses particulares de los
estados.

Desde la visión calvinista, Hugo Grocio (1583-1645) llegó a conclusiones parecidas.


Siguiendo a Vitoria y a Suárez, halló en el marco normativo que generaban los tratados suscritos
entre los estados un principio de ley internacional que podía colaborar con el mantenimiento de la
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paz. Era una respuesta práctica a los enfrentamientos de las monarquías y un medio de regular el
afán colonial de las potencias.

La práctica del derecho internacional se fortaleció a partir de los conflictos, siendo la Paz de
Westfalia (1648) el momento de consagración del derecho internacional moderno. Allí se reconoció
la existencia de un cuerpo de estado involucrados en un proceso de paz. Fue, además, una solución
laica que reconoció el derecho de los príncipes y las ciudades del Sacro Imperio a desarrollar
compromisos diplomáticos de manera de independiente al emperador, reconociendo toda una serie
de pequeños estados que confiaron su seguridad al orden internacional.

2. LA EXPANSIÓN EUROPEA

Ya durante el siglo XV se empiezan a atisbar movimientos de expansión territorial, dados


fundamentalmente en las monarquías ibéricas, y que van a ayudar a superar la crisis bajo medieval,
así como a acelerar el proceso histórico en la Edad Moderna. Debemos precisar, sin embargo, que
cuando hablamos de navegación oceánica excluimos las relaciones mercantiles ya conocidas para
referirnos a la expansión atlántica propiamente dicha, con la búsqueda de nuevas rutas y horizontes
que, finalmente, ampliarán los márgenes del mundo conocido por las monarquías europeas.

2.1. El horizonte africano

Ya desde finales del siglo XIII se van a realizar importantes esfuerzos por afrontar rutas meridionales
hacia África, especialmente por comerciantes genoveses afincados en Portugal, entre los que
destaca el almirante Pessagno. Estas empresas portuguesas van a desarrollarse al calor de las
carencias de oro que suponían una devaluación monetaria y, por consiguiente, la desvalorización de
las rentas fijas sobre la tierra. Por otro lado, el aumento demográfico, la demanda cerealista a
satisfacer en el inminente continente africano, además de la mano de obra esclava y la diversidad de
productos son argumentos más que suficientes para explicar el proceso. Entre las figuras más
destacas encontramos al infante Enrique, apodado el Navegante (1394-1460), verdadero
organizador de los descubrimientos portugueses durante el siglo XV.

El punto de partida de las empresas africanas fue la conquista de Ceuta en 1415, una victoria
que aseguraba la presencia portuguesa en el Magreb y que permitía el aumento de las tierras de uso
agrícola, así como el acceso a los mercados del oro. Hasta alcanzar el cabo Bojador en 1434, las
expediciones recuperaban los viajes hacia los archipiélagos atlánticos. Asentados desde 1420 en
Porto Santo (Madeira) será patente el enfrentamiento con los castellanos que habían ganado
posiciones en las Canarias, hecho que permitió a Portugal el redescubrimiento de las Azores en
1427.
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Pero las corrientes atlánticas impedían el descenso por el litoral africano, y se hizo necesaria
la entrada en el océano, ruta conocida como la Volta, para acceder a los confines del golfo de
Guinea. El conocimiento de esta zona, llamada Río del Oro (1436), seguido del descubrimiento
portugués de cabo Blanco (1441), Arguin (1443), Tierra de los Negros (1444) y Cabo Verde (1444)
culminaba la segunda etapa de la expansión.

La tercera etapa portuguesa en África llevaría la expansión desde Cabo Verde hasta el cabo
de Santa Catalina (1475). Durante más de treinta años, los lusos doblaron Cabo Verde y cabo Rojo
hasta acceder al mercado aurífero de Kantora, intermedio entre su producción y el gran emporio de
Tombuctú. En el mismo año llegarían hasta la desembocadura del río Geba y el archipiélago de los
Bijagos. Tras aproximadamente una década de paralización, desde que muriese Enrique el
Navegante en 1460 en el cabo de San Vicente, llegaron a Costa de Oro, donde levantarían años más
tarde la fortaleza de La Mina. La expedición continuó hacia el este hasta el cabo Formoso, para
luego cambiar hacia el sur y explorar las islas de Santo Tomé, Anno Bom y San Antonio o del
Príncipe. Regresando al delta del Níger, alcanzaron la isla de Fernando Poo, llegando al ecuador en
la costa de Gabón y culminando en 1475 en el cabo de Santa Cristina.

Como decimos las empresas portuguesas en África se paralizaron en estas fechas fruto de
los enfrentamientos entre Portugal y Castilla a propósito de la guerra de Sucesión entre Isabel y
Juana, que finalizarían con la firma del Tratado de Alcaçovas y la muerta del rey luso Alfonso V.
Finalizada esta, se reanudaron las expediciones llegando a escasas millas del finis terrae.

La expedición que encontró el paso austral hacia oriente fue la comandada por Bartolomé
Dias. Tras cuatro meses desde su partida en Lisboa, pasó hacia el este a la altura del cabo
Tormentario, y cuando observó que la costa iniciaba el ascenso hacía el noreste regresó por la
misma ruta: los portugueses habían encontrado el extremo meridional del continente africano. Ocho
años de paralización después, la expedición de Vasco de Gama tenía como destino la península
indostánica.

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2.2. Las Indias de Poniente

La competencia entre Portugal y Castilla en el Magreb, el banco sahariano y las riquezas extraídas
por los portugueses en la zona guineana, acabarían por decantar a Castilla por el occidente atlántico
y el archipiélago canario. Desde principios del siglo XV, diferentes empresas culminarían con la
incorporación de las islas Afortunadas, tras un proceso consumado con la rendición de Tenerife en
1495.

2.2.1. La gestación del proyecto colombino

Se acepta generalmente que Cristóbal Colón se estableció en Portugal aproximadamente en 1476


junto con la importante colonia de genoveses, navegando en barcos lusitanos, contrayendo
matrimonio con Felipa Moniz de Perestrello con la que tendría a su hijo Diego Colón. Tras ganarse
la vida como comerciante y marinero, marchó a Génova, presentando a su regreso un proyecto para
hallar una ruta por occidente que llevase hacia oriente contando con el factor de la oportunidad ante
las dilatadas etapas de expansión portuguesa en África. Paradójicamente, el errado cálculo de millas
y la rentabilidad de la empresa son los sustentos del plan de Colón.

Tras el rechazo del proyecto por parte del rey Juan II de Portugal por factores como la
desconfianza de las distancias proporcionadas, la prioridad africana o el riesgo de incumplir el
Tratado de Alcaçovas firmado con los castellanos, Colón viaja a Palos de la Frontera con el objetivo

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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea
Historia Universal de la Edad Moderna I

de ampliar la información necesaria antes de presentarles el proyecto a los reyes de Castilla que,
finalmente, lo recibirían a finales de enero de 1486 en Alcalá de Henares. El proyecto presentado
motivó la creación de una junta científica que promovió el acogimiento de Colón en la corte
itinerante, donde fue perfeccionándolo. Sin embargo, la guerra de Granada demoró la puesta en
práctica del proyecto, ante lo cual persistió en la búsqueda del apoyo de monarca portugués, al que
le llegaba la noticia del hallazgo de los confines meridionales de África, lo que supuso la vuelta de
Colón a Castilla.

Tras aplicar una doble estrategia buscando el apoyo de otras monarquías europeas, así como
con grandes nobles castellanos, consiguió que la reina Isabel lo citase en Santa Fe, donde se
preparaba el asalto definitivo a la ciudad de Granada. Días después la junta volvía a poner a examen
la propuesta y, tras ello, se alcanzaban las Capitulaciones de Santa Fe en 17 de abril de 1492, en las
que se recogían las peticiones de Cristóbal Colón. Se le concedían los títulos de almirante, virrey y
gobernador de lo que descubriese; el diezmo de los beneficios y rentas a obtener; derecho a
participar con una octava parte en toda expedición comercial con destino a las tierras descubiertas, y
derecho jurisdiccional sobre los pleitos económicos que pudieran suscitarse.

La preparación de la empresa colombina determinó que Palos de la Frontera fuese el punto


de salida, dada la experiencia de sus marineros, además de la obligación que tenían de poner al
servicio de la corona dos carabelas como multa por no haber participado en el bloqueo de Málaga.

2.2.2. La invención de las Indias

La flota para el primer viaje, que se hizo a la mar el 3 de agosto de 1492 con destino a Canarias, se
compuso de dos carabelas, la Pinta y la Niña, y la nao Santa María, propiedad del cántabro afincado
en el Puerto de Santa María, Juan de la Cosa, las tres con una flota total que oscila entre 90 y 120
hombres.

El 12 de octubre se divisó tierra, era el archipiélago de los Lucayos (San Salvador). La


pretensión de Colón, que era llegar a Asia, entró en colisión con unos indígenas que de forma
alguna podían ser súbditos del Gran Khan. Después avanzaría por la costa cubana y por otra de las
islas de las Antillas Mayores, la que denominó la Española, donde fue informado del oro del Cibao
(actual República Dominicana), cuya noticia seguramente propiciaría la pérdida de la nao Santa
María, con cuyos restos se levantó el Fuerte de la Navidad (actual Haití) en esta última isla y primer
asentamiento español en el Nuevo Mundo.

Con las dos carabelas emprendieron el regreso. La Pinta llegó a Bayona, desde donde
Pinzón se dirigió a Barcelona donde se encontraban los reyes. Mientras, la Niña, donde viajaba
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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea
Historia Universal de la Edad Moderna I

Colón, llegaba a Lisboa, siendo recibido por el rey Juan II. Días después llegó a Sevilla donde
manda una carta a los reyes Isabel y Fernando informándoles de los hallazgos y las pretensiones
portuguesas.

El rey Fernando gestionó el reconocimiento internacional de la empresa colombina,


especialmente ante los intereses lusos, contando con la aprobación del papa que redactó cinco
documentos conocidos con el nombre de bulas alejandrinas: la Inter caetera, otras segunda Inter
caetera, la Eximiae devotianis, la Piis fidelium y la Dudum siguidem.

2.2.3. La confirmación de la empresa colombina

Si del primer viaje de Colón tuvo como su más preciado fruto las informaciones sobre la riquezas
de los territorios, el segundo tenía como objetivo la imperiosa necesidad de asegurar los dominios.
Para ello se trasladó a más de mil hombres en 17 navíos que salieron el 25 de septiembre de 1493 en
una travesía que duró hasta inicios de noviembre cuando atisbaron las pequeñas Antillas, llegando a
la isla de San Juan Bautista (Puerto Rico) y a finales del mismo mes a la Española donde
encontraron destruido el Fuerte de la Navidad y muerto a sus defensores. Ante esta situación,
decidieron seguir la costa hacia el Cibao hasta la desembocadura del río Bajabonico, donde
fundaron la primera capital colonial: la Isabela.

La situación vivida posteriormente llevó al descrédito de Colón, quien tuvo que regresas a
Castilla ante la inminente llegada de un visitador real sin poder ultimar su proyecto de seguir hacia
el oeste.

Al mismo tiempo, la invalidación práctica del Tratado de Alcaçovas hacía fundamental la


firma de un nuevo acuerdo, hecho que se produjo a inicios de junio de 1494 en Tordesillas, y en el
que, además de repartir el Magreb entre Castilla y Portugal, se estableció una divisoria del océano
Atlántico en el meridiano señalado a 370 legajas al oeste de Cabo Verde.

2.2.4. La competencia europea

Entre tanto, otros países europeos trataron de acceder a las nuevas rutas, aunque en su mayoría estas
empresas fracasaron. De las más destacadas cabe recordar el viaje emprendido por Joan Fernández
Lavrador en 1493, promovido por Juan II de Portugal, que pretendía encontrar un paso hacia Asia y
que debió llevarle hasta las costas de Groenlandia. Otra intentona será de la Enrique VII de
Inglaterra, apoyando al veneciano Juan Caboto. Tras un primer viaje, el segundo en 1498 debió
alcanzar cabo Bretón, Terranova y las costas de Nueva Inglaterra.

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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea
Historia Universal de la Edad Moderna I

El rey portugués, al amparo del Tratado de Tordesillas, alentó la expedición de Gaspar de


Corte Real en 1500 y que llegó hasta Terranova. En un segundo viaje lograron alcanzar nuevamente
Terranova, la península del Labrador y Groenlandia. A su regreso, cuando Gaspar tomaba rumbo al
sur, seguramente hacia tierras brasileñas, se perdió su pista. Otros naufragios se dieron también en
las iniciativas francesas.

2.2.5. Los postreros viajes de Colón

Tras los dos primeros viajes colombinos, y ante el fracaso de establecer un servicio periódico de
aprovisionamientos a los establecimientos de Indias, la tercera expedición partió de Sanlúcar de
Barrameda en mayo de 1498 formada de seis naves. De ellas, tres con destino a la Española y las
otras tres, al mando de Cristóbal Colón, entraron en el golfo de Paria (isla Trinidad). Tras bautizar
la península de Paria como la isla de Gracia y pasar por isla Margarita, llegó también a la Española,
donde encontró a la población enzarzada en una contienda civil. Ante un requerimiento, los Reyes
Católicos enviaron a un jurisperito que administrase justicia, el comendador Francisco de Bobadilla,
el cual acabó instruyendo un proceso contra Colón y lo devolvió a España encadenado en octubre
de 1500.

El cuarto y último viaje de Colón tenía como objetivo recuperar la iniciativa descubridora.
En esta ocasión la expedición formada por cuatro carabelas y 140 hombres salió de Sevilla en abril
de 1502. Recaló en diversas islas del Caribe hasta llegar a Honduras, desde donde recorrió la costa
hasta Panamá, cuyo istmo identificó como la Conchinchina. En octubre del mismo año llegó a la
costa de Veragua (Panamá), permaneciendo dos meses en el lugar que bautizó como Porto Belo. A
inicios del año siguiente fundó en Veragua Santa María de Belén, establecimiento abandonado poco
después por la hostilidad de los indígenas. El rumbo era ahora la Española, pero el mal estado de las
naves los frustró, permitiendo solo llegar a Jamaica. Un año después Colón realizaba su última
travesía por el océano, llegando a Sanlúcar de Barrameda el 7 de noviembre.

Aunque los acontecimientos llegan hasta 1504, se puede afirmar que la etapa colombina
finaliza en 1501 con el nombramiento de fray Nicolás de Ovando como gobernador de las Indias
Occidentales. Asimismo, en 1503 se creaba la Casa de la Contratación, ubicada en Sevilla, desde
donde partirían las expediciones a las Indias, entras las que se cuentan la de Vasco Núñez de
Balboa, que descubrió un paso hacia el mar del Sur o la ocupación de Cuba, Jamaica y Puerto Rico
por el gobierno virreinal de Diego Colón (1509-1516). Hacia el norte, Ponce de León recorrió la
península de Florida.

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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea
Historia Universal de la Edad Moderna I

2.2.6. Los viajes andaluces

Tras los viajes de Colón, de 1499 a 1519 se sucedieron los llamados viajes menores o andaluces,
capitulados por la Corona con otros nautas quebrantando con ello el discutido monopolio
colombino. Respondían a las tensiones entre la Corona y la oligarquía nobiliaria y a los
compromisos contraídos por la propia Corona con personalidades como Yáñez Pinzón. Las
licencias otorgadas tuvieron un objetivo claro: el descubrimiento, pero no la población. Eran, por
tanto, viajes de ida y vuelta.

El primer de ellos salió de Cádiz en mayo de 1499 bajo el mando de Alonso de Ojeda junto
con Juan de la Cosa y Amerigo Vespucci. Alcanzando las costas orientales de las Guayanas,
encontraron la península de Guajira y el golfo de Venezuela. La información dada por los indígenas
sobre las posibles riquezas alentó, sin duda, las siguientes expediciones. Tras pasar a la Española
tuvieron serias dificultades con el almirante Colón, llegando a Sevilla a inicios de diciembre.

Por su parte, Pero Alonso Niño y Cristóbal Guerra, aunque salieron poco después que
Alonso Ojeda, llegaron antes a las Indias, recorriendo isla Margarita y las islas de las perlas, en la
que obtuvieron una importante carga. En un intento de evadir el pago del quinto real, arribaron en
Galicia y no en Sevilla, lo que les llevó a ser procesados y encarcelados.

Vicenta Yáñez Pinzón consiguió licencia para el viaje en 1499. A inicios de diciembre de
ese año emprendió camino con el fin de encontrar la ruta hacia la Especiería, llegando al cabo de
San Roque el 26 de enero de 1500. Las corrientes les arrastraron descubriendo la desembocadura
del Amazonas, bautizado como Río Grande de Santa María del Mar Dulce. Continuando hacia el
noroeste se encontraron con la expedición de Diego de Lepe en el golfo de Paria. Juntas las dos
flotas recorrieron las Pequeñas Antillas, separándose en la Española. Lepe volvió a España en
noviembre, mientras que Pinzón llegó a Sevilla en septiembre de 1500.

La expedición de Alonso Vélez de Mendoza y los hermanos Guerra había salido poco antes
hacia la costa de las esmeraldas. Tras recorrer las costas septentrionales del subcontinente
americano y comprobar que hacia el sur brasileño la costa volvía a entrar en la parte española de la
línea de demarcación, regresaron a España con esclavos del Brasil en junio de 1501.

Otro de los viajes fue en el de Rodrigo de Bastidas, partiendo en septiembre de 1501 hacia la
península de Guajira. Recorrieron la futura Santa Marta, la costa de Cartagena y el gran golfo de
Darién. Con un gran cargamento emprendieron rumbo a la Española, donde los relatos de las
grandes riquezas fueron celebradas con entusiasmo.

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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea
Historia Universal de la Edad Moderna I

Entre estos viajes menores también se cuentan otros de Ojeda, Guerra y algunos más que
finalmente no llegaron a producirse. Como característica básica podemos decir que, si bien vieron
limitados sus objetivos, el gran aporte fue informativo.

2.3. La búsqueda del paso interoceánico

En la Junta de Toro de 1505, la Corona se propuso como objetivo alcanzar el emporio


especiero en Asia. De esta forma, el nuevo continente se convertía en una barrera necesaria de
atravesar. Entre los años 1508 y 1519 se dieron una serie de intentos fracasados pero que aportarían
importantes conocimientos de la costa sudamericana. Además, en septiembre de 1513, Vasco
Núñez de Balboa descubrió el mar del Sur, asentando la idea de la existencia de un paso que,
atravesando el Nuevo Mundo por el sur, condujera a este.

Fernando de Magallanes, un experimentado marino portugués, ofreció sus servicios a la


Corona española para realizar esta empresa, afirmando conocer la existencia de un paso. El 10 de
agosto de 1519 una flota bajo su mando partió del puerto de Sevilla, formada por cinco naos: la
Trinidad, la San Antonio, la Concepción, la Victoria y la Santiago, y tripuladas por unos 270
hombres.

Tras detenerse en Canarias, Magallanes se dirigió a Cabo Verde y, a continuación, al cabo


de San Agustín y a la bahía de Santa Lucía (donde posteriormente se fundaría Río de Janeiro). Una
vez llegados a la costa brasileña, a finales de año la expedición se dirigió hacia el sur. Penetraron en
el río de Solís (futuro Río de la Plata) y tras comprobar el carácter fluvial de su estuario
prosiguieron hacia el sur, deteniéndose en un abrigo natural para invernar, al que llamaron Puerto
de San Julián.

Avanzada ya la primavera austral la expedición continuó su viaje hacia el sur, tras perder la
nao Santiago, y tras un grave motín a bordo por el que fue preciso reclutar más marinos portugueses
en las costas brasileñas. A continuación, después de avistar cabo de las Vírgenes las naves llegaron
a bahía de la Posesión, desde donde la Concepción y la San Antonio se adelantaron a explorar la
zona. Pero una tempestad estuvo a punto de arruinar la expedición y la nave San Antonio desertó,
dirigiéndose hacia España.

Mientras tanto las tres naves restantes se adentraron en un laberinto de canales al que
Magallanes bautizó como estrecho de los Patagones, en el que el único rastro de presencia humana
eran las hogueras nocturnas de los indígenas de la zona, que hicieron que Magallanes la llamara
Tierra de Fuego. Finalmente, en noviembre de 1520 alcanzarían el mar del Sur. Una vez cumplido

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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea
Historia Universal de la Edad Moderna I

su objetivo inicial, Magallanes decidió continuar hacía la Especiería. Su objetivo a partir de ahora
sería alcanzar el Maluco.

A partir de este momento pasarían cerca de algunas islas en las que no pararían y de otras,
sin saberlo, y tras tres meses en la mar y con el agua dulce corrompida, sin alimentos frescos y con
la aparición del escorbuto y la desnutrición, llegaron a las islas de los Ladrones. Posteriormente, se
dirigieron a una isla desierta en la que pararon a recoger víveres y a la que acudieron indígenas de
otras islas cercanas con numerosos productos tropicales como regalos.

Continuaron su viaje hasta llegar a Cebú (actualmente Filipinas) donde instalaron un


almacén para intercambios comerciales y convirtieron al cristianismo al rajá del lugar. Sin embargo,
Magallanes falleció en una contienda contra una tribu cebuana en la isla de Mactán, en abril de
1521. Los españoles, presos del pánico, abandonaron aquellas islas y, tras perder numerosos
hombres durante los días siguientes, fue necesario hundir la nao Concepción y reagrupar al resto de
los hombres en las naves restantes.

Durante más de medio año los supervivientes practicaron la piratería entre Mindanao y
Borneo, destacando el maestre Juan Sebastián Elcano, que tomó el mando de la expedición. Tras
abandonar Borneo, y una vez llegados al Maluco en noviembre de 1521, tuvieron un gran
recibimiento, con un gran número de regalos y la concesión de un almacén en la playa. Sin
embargo, los españoles partieron con rapidez, ya que tenían como precedente lo ocurrido en Cebú,
además de haber recibido noticias de que los portugueses seguían sus pasos para capturarles.

De esta forma, las dos naves restantes partieron con rumbo a España con sus bodegas llenas
de clavo, pero tuvieron que regresar por un escape de agua que amenazaba con hundir la Trinidad.
Tras reparar la nave se decidió que volviese a España por la ruta del mar del Sur mientras que
Elcano, con la Victoria, seguiría hacia cabo Tormentario.

Tras nuevas penalidades huyendo de los portugueses sin poder detenerse a repostar y sin
provisiones, con el agua estropeada y con el escorbuto a bordo, finalmente llegaron a Cabo Verde,
donde lograron despistar a los portugueses para poder conseguir provisiones. Finalmente, el 6 de
septiembre de 1522 avistaban Sanlúcar de Barrameda, y dos días más tarde los 18 supervivientes
llegaban a Sevilla. Había concluido la vuelta al mundo.

2.4. El horizonte asiático

Durante el reinado de Manuel I el Afortunado se alcanzarían las más importantes empresas asiáticas de
Portugal. En julio de 1497 una pequeña flota de cuatro embarcaciones partía de Lisboa bajo las órdenes
de Vasco de Gama. Tras fondear en la bahía de Santa Elena, cercana a cabo Tormentario, después de
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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea
Historia Universal de la Edad Moderna I

haber dado la vuelta al continente africano, se dirigiría hacía la desembocadura del río Zambeze, a
donde llegaría a comienzos de 1498. Sus siguientes destinos serían Mozambique y Zanzíbar, donde
fueron recibidos con muestras de hostilidad.

A continuación, se dirigieron a Melinde (actual Malindi, en Kenia), de la que recibieron la ayuda


técnica necesaria para llegar a Calicut, objetivo que conseguirían en mayo de 1498, regresando meses
más tarde a Portugal. A comienzos del XVI, Portugal se centró en la expansión por Asia, pasando a un
segundo plano la importancia de sus dominios en África occidental. Así el mercado de la India
empezaba a cubrir las demandas europeas, suprimiendo al intermediario musulmán.

En marzo de 1500, una flota compuesta por trece buques y unos 1700 hombres, al mando de
Pedro Álvarez Cabral, y entre cuyos pilotos estaba Bartolomé Días, salía del estuario del Tajo. Esta
expedición contaría con la información obtenida por Vasco de Gama en su anterior viaje. El objetivo de
la empresa fue la consolidación los contactos comerciales ya establecidos y terminar con la resistencia
hostil a través de una poderosa flota. Su segundo objetivo sería el de encontrar en Sofala (Mozambique)
una nueva zona aurífera que superará pronto a la occidental de la Costa de Oro.

Tras la pérdida de dos barcos a la altura de Cabo Verde, la flota se dirigió hacia el oeste,
tomando posesión de lo que denominaría Vera Cruz. Era el Brasil, cuyas costas habían sido ya
conocidas desde primeros de año por Vicente Yáñez Pinzón y Diego de Lepe, pero que Tordesillas
había colocado en el lado lusitano. Desde la costa brasileña la expedición se dirigió hacia el cabo
Tormentario, desde donde dos navíos debían partir hacia Sofala, aunque se perdieron en una tempestad.

El resto de la flota llegó a Calicut a fines de agosto, donde Álvarez Cabral iba a llevar a cabo
una actuación violenta, echando por tierra los anteriores esfuerzos de Vasco de Gama. En Cochín y
Cananor, por el contrario, fueron recibidos de forma cordial, pudiendo cargar especias (unos 2000
quintales de pimienta). Ya de regreso hacia Lisboa, a la que llegarían a mediados de 1501, la expedición
pararía en Sofala iniciando las relaciones comerciales.

A comienzos de 1502, una flota de veinte buques bajo el mando de Vasco de Gama partía desde
Lisboa con dirección al océano Índico. Antes de llegar a su destino, la flota se detuvo en Sofala
sometiendo por la fuerza a la resistencia y consiguiendo imponer un tributo anual en oro. A
continuación, la expedición se dirigió a Calicut, a la que tuvo que bombardear antes de conseguir
someterla. A fines de 1503 se producía el regreso a Portugal, con un cargamento de pimienta sin
precedentes: 30 000 quintales.

Durante los siguientes años se llevó cabo la construcción de numerosas fortalezas y factorías, así
como el envío de tropas con el fin de defender el control del territorio. Este control se basaba en la
existencia de una armada permanente en aquellas tierras. Además, contaron con el apoyo de banqueros

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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea
Historia Universal de la Edad Moderna I

alemanes e italianos, dispuestos a quebrantar el monopolio mercantil de Venecia en el Mediterráneo


oriental y el mar Rojo. Así, una vez dominada la situación pudieron dedicarse a resolver la competencia
egipcio-veneciana por el control del golfo Pérsico y el dominio de Ormuz. La ruta naval de la pimienta
pasó a ser competencia de Portugal, aunque a partir de 1516 los venecianos recuperarían buena parte de
su tráfico especiero.

Pero el centro productor de especias, así como la especiería fina, había que buscarlo en los
archipiélagos orientales, por lo que Portugal se adentró en las redes orientales. Inicialmente
conquistarían Goa, su capital en la India, y Calicut, y desde allí se lanzarían al Oriente especiero:
Sumatra, Malaca y el archipiélago del Maluco. Tras efectuar varios contactos con las islas especieras la
expedición regresó a Malaca. Los informes de esta empresa ayudarían más tarde a Magallanes a fijar la
ubicación de las Molucas.

Mientras tanto el mar Rojo quedaba bloqueado, gracias a la captura de Ormuz en 1515. En este
momento el poderío naval portugués había alcanzado su apogeo. De aquí en adelante los portugueses
conseguirían establecerse en Macao (sur de China), por acuerdo pactado con los chinos iniciada ya la
segunda mitad del siglo. Con Japón, su objetivo final en la conquista del mar de oriente, se estableció
una feria comercial al año a partir de 1543, favoreciéndose de esta manera la penetración pacífica en el
país y el éxito misional de san Francisco Javier, quién sembró la semilla de la Iglesia católica en esas
tierras.

2.5. El diseño de las redes comerciales lusitanas

Las relaciones comerciales con poderes sometidos, independientes o aliados eran


competencia de los capitanes de las armadas portuguesas que partían a oriente. Los primeros
tratados comerciales acordaban la instalación de un almacén, el cargamento de contingentes
especieros y fijaban las cantidades de metales nobles u otros productos que servían para pagar tasas
o precios.

Para asegurar el monopolio real, se creó a mediados del siglo XVI la Veeduría de las Cargas
de Naos, aunque también existían licencias concedidas a determinados mercaderes. Debido a los
problemas de la navegación desde Portugal al Índico y desde allí al oriente maluco, se desarrolló un
mercado intermedio, para acercar las especias a los occidentales, viéndose el comercio
incrementado por esta iniciativa en esta zona en la segunda mitad del siglo XVI, dando prioridad al
golfo Pérsico sobre el mar Rojo.

El problema internacional que enfrentaba a la Corona portuguesa con la española, por la


presencia de ambas en el Maluco, se vio acentuada cuando una expedición portuguesa al mando de
Antonio de Brito se estableció en la isla de Ternate, apresando a españoles del periplo magallánico.
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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea
Historia Universal de la Edad Moderna I

Las dos cortes se reunieron en Vitoria el 29 de febrero de 1524 para que se dictaminase acerca de la
delimitación de territorios de España y Portugal en la Especiería. Esta tarea fue difícil ya que, si los
españoles reclamaban como dominio español la península de Malaca y las bocas del Ganges, los
portugueses incluían las Molucas y las Filipinas en el suyo.

Carlos I abrió un doble frente contra los lusitanos: autorizó a los extranjeros a intervenir en
el comercio de las especias y ordenó el aprestamiento de una flota que fuera al Maluco para
expulsar a los portugueses ocupando zonas del archipiélago maluco. Esta expedición salió en 1525
al mando de García Jofre de Loaysa, quien moriría en una de las muchas desgracias que sufrió la
escuadra. En 1529 el capitán lusitano Jorge de Meneses obligó a capitular al jefe español, Hernando
de la Torre.

El 23 de abril de 1529 Carlos I concertó la paz pública (tratado de Zaragoza) de una guerra
secreta cediendo los derechos españoles a Portugal a cambio de 250 000 ducados en oro. Se
llevaron a cabo más expediciones no dándose por vencidos, hasta que la de Legazpi consiguió la
instalación definitiva de los españoles en Filipinas.

Tras su inclusión en la monarquía española de Felipe II los holandeses decidieron


desmantelar el monopolio especiero de Portugal consiguiéndolo en 1605, conquistando la corona
española el Maluco en el siguiente año.

2.6. La construcción de los reinos de Indias

2.6.1. El edificio institucional

En 1503 la Corona dispuso la creación de un organismo rector del comercio entre la metrópoli y los
reinos de Indias que pasó, además, a ser un centro impulsor de los estudios científicos. Era la Casa
de la Contratación en Sevilla. En 1519 se formaría, asimismo, una sección dentro del Consejo de
Castilla para el tratamiento de los asuntos de estos territorios que derivarían en la creación del
Consejo Real y Supremo de las Indias en 1524.

El descenso de la población indígena en la isla Española se compensó con la llegada masiva


de españoles, pero la producción de oro descendió a partir de 1513 por la disminución de mano de
obra indígena. La obsesiva búsqueda de riquezas daría lugar a las primeras denuncias de los frailes
predicadores llegados a la Española en 1511, y estas motivarían las Leyes de Burgos (27-XII-1512),
primer cuerpo legal que regula las relaciones de los indígenas con los conquistadores, que veían en
ellas una freno en el aumento de sus riquezas. Por ejemplo, entre otras disposiciones reglamentaba
el sistema de encomienda.

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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea
Historia Universal de la Edad Moderna I

A la muerte de Fernando el Católico, el cardenal Cisneros dispuso la convocatoria de una


junta que encargó el gobierno de la Española a tres frailes jerónimos. Se declaraba a los indios
cristianos y libres, imposibilitando su esclavización. Este gobierno, aunque breve, fomentó viajes
descubridores como el de Francisco de Córdoba a Yucatán en 1517, y este, a su vez, facilitó el de
Juan de Grijalva en 1518, quien recorrería todo el litoral de dicha península.

2.6.2. De la conquista de México a la creación de la Nueva España

La conquista de México se lleva a cabo a principios del reinado de Carlos V. Gracias a la


expedición de Juan de Grijalva los españoles reunieron informaciones relativas a México. La
expedición de Hernán Cortés salió de la Española el 15 de febrero de 1519 encontrando en Tabasco
la primera resistencia indígena. Cortés fundó en la costa la Villa Rica de la Vera Cruz, sometió a
Cempoala, venció a los tlaxcaltecos convirtiéndolos en aliados contra los mexica, llegando
finalmente el 8 de noviembre a Tenochtitlán.

Cortés tuvo que ausentarse para enfrentar a la expedición de castigo al mando de Pánfilo de
Narváez, encontrando a su regreso a Tenochtitlan a su ejército en una situación crítica, por lo que
tuvo que salir mediante un repliegue táctico, siendo la llamada Noche Triste, debido a las bajas de
españoles y aliados, y la pérdida de la ciudad, el 30 de junio de 1520. Siete días después vencieron a
sus perseguidores en Otamba, en el curso de los meses que siguieron renovó su alianza con los
tlaxcaltecas y emprendió una campaña para llegar a una coalición de las tribus enemigas de los
aztecas, por lo que poco a poco fue cercando México. Con la ejecución de Cuautemoc llegó el fin
del imperio azteca. El 13 de agosto de 1521 Tenochtitlán cayó.

Cortés fue nombrado gobernador y capitán general de Nueva España lanzando incursiones
en todas direcciones, repartiendo encomiendas, fundando ciudades e instaurando las primeras
misiones franciscanas. En 1523 al ser ya demasiado poderoso fue reemplazado en su cargo de
gobernador por un letrado. Regresó a España para reclamar justicia, como fruto de su viaje fue
nombrado caballero de Santiago y marqués del Valle, pero no consiguió recuperar el poder.

La creación de la Audiencia de México en 1527 fue un paso esencial para vertebrar lo que
más tarde sería el reino de la Nueva España, ya que Cortés, entre el 1524 y 1526 promovió una
eficaz expansión radial.

2.6.3. La conquista del Perú

El mito de Eldorado fue un factor determinante para la construcción del que sería el reino
del Perú. Francisco Pizarro había vuelto muy impresionado de las expediciones de reconocimiento

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Tema 3: La consolidación de las monarquías y la expansión europea
Historia Universal de la Edad Moderna I

por la prosperidad del país y el carácter pacífico de sus habitantes. Tras las oportunas capitulaciones
con la Corona, Pizarro salió de Panamá en 1531.

La hueste de Pizarro y Almagro se vio favorecida por las disensiones internas que tenían
dividido el Imperio inca: una guerra civil por la sucesión del poder entre dos hermanos, Huascar y
Atahualpa. El 16 de noviembre de 1532 el inca Atahualpa fue capturado en Cajamarca,
desbaratando su ejército. Un año después, Pizarro entraba en la ciudad de Cuzco, siendo la
conquista del Perú irreversible.

En 1535 se fundó la Ciudad de los Reyes, Lima, aunque hubo revueltas de diversa índole, la
Corona creaba el reino de Nueva Castilla o del Perú. Las empresas expansivas que partieron del
Perú incrementaron notablemente los dominios de la Corona.

En 1534 se fundó San Francisco de Quito, dos años más tarde fue fundada Santa Fe de
Bogotá. Aquel territorio se integró en la Corona como el Nuevo Reino de Granada. Más tarde,
Francisco de Orellana llegó al Amazonas, el cual sería recorrido entre abril y agosto de 1542. Pedro
Mendoza fundó en 1536 la ciudad de Santa María del Buen Aire en el estuario del río de la Plata.
Juan de Ayolas fundó Asunción en 1537.

En 1547 Nuño Chávez fundó la ciudad de Santa Cruz de la Sierra en la región de las
Charcas, encontrando así comunicación con el Perú a través del Gran Chaco. El 12 de febrero de
1541, Pedro de Valdivia fundó la ciudad de Santiago, cabeza de la Nueva Extremadura.

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