Parafrenia, Una Enfermedad de La Mentalidad. Nieves Soria
Parafrenia, Una Enfermedad de La Mentalidad. Nieves Soria
Parafrenia, Una Enfermedad de La Mentalidad. Nieves Soria
RESUMEN:
El término parafrenia fue acuñado en la escuela alemana por Kahlbaum en 1863 para
vital, desde la adolescencia hasta la tercera edad. En 1890, Magnan (2) describió el "delirio
interpretaciones delirantes, una segunda con alucinaciones auditivas, una tercera de elación
y megalomanía y, finalmente, una cuarta fase definida por el déficit intelectivo más o
menos demencial. Dentro del concepto de Magnan cabían muchas entidades, entre ellas los
crónicas, etc.
Leonhard, por su parte, denominó parafrenia al menos a siete cuadros clínicos diferentes.
En los primeros años del siglo XX, Kraepelin tomó prestado el término para hacer alusión a
un grupo pequeño de casos de esquizofrenia con un mucho más leve desarrollo de las
alteraciones de la emoción y la volición, en los que la armonía de la vida psíquica está
alucinaciones múltiples, fuera de las cuales el enfermo permanece, sin embargo, lúcido en
absoluto.
motivos para deslindar el concepto del de las esquizofrenias. Años después, un discípulo de
Kraepelin, Mayer (4), observó una muestra de pacientes diagnosticados de parafrenia por su
En la escuela francesa, entre 1910 y 1914, Dupré y Logre, propusieron agrupar bajo el
Pero será Frey, con su tesis de 1923, “Concepciones de Kraepelin y concepciones francesas
un puente entre la clínica francesa y la clínica alemana. Para él, la parafrenia sistemática de
A su vez, Henri Claude (6) intentará hacer entrar la parafrenia en la nosografía francesa,
Bajo el patrocinio de Claude, Charles-Henri Nodet publicará en 1937 su tesis, intitulada “El
grupo de psicosis alucinatorias crónicas. Ensayo nosográfico (7)”. El gran valor de este
debilitamiento psíquico importante. En este grupo se encuentran los delirios pasionales, los
delirios de interpretación, algunos delirios de influencia, algunas psicosis alucinatorias y la
fantásticas de Kraepelin.
dramática y cósmica. En este último caso, el paciente mantiene una conciencia parcial del
desorden, a veces bromeando sobre el tema. La persona viviría en dos mundos paralelos,
descripción kraepeliniana:
alcanzado la intuición de una realidad clínica. Esta realidad clínica está constituida por los
pensamiento paralógico sin evolución demencial. Este contraste entre la enormidad absurda
pensamiento parafrénico -en tanto trastorno negativo de la misma- en los siguientes puntos:
discretos o vagamente remitentes, que dan al delirio parafrénico su marca original. Se trata
alucinatoria original. El contenido delirante estalla fuera del núcleo alucinatorio primitivo,
del delirio. Ciertos enfermos tienen conciencia del carácter ficticio, o, en todo caso,
excepcional y fantástico del delirio. La construcción delirante está situada sobre la realidad
y, por decirlo así, fuera de la misma. Los parafrénicos pasan de uno a otro polo con gran
refleja lo fantástico y se liga a este reflejo, lo cultiva, lo profundiza, lo enriquece con toda la
situándose fuera del yo. De ahí que estos delirios sean vividos primero y pensados después,
peripecias se sitúan fuera del yo, en una atmósfera fantástica, artificial o milagrosa.
del pensamiento se aglutinan según las leyes del pensamiento mágico, esencialmente
El delirio parafrénico -en tanto trastorno positivo- lleva el sello de la extravagancia. Es una
personalidad hasta hacerla coincidir con el infinito. Toda la realidad se dilata hasta alcanzar
una gigante magnitud en los acontecimientos, en las cosas, en las palabras; sufre una
necesidad de volver sobre esta categoría clínica, examinándola con maestría (9),
avanzando con gran fineza clínica en una vía cuyo punto de fuga es el real del síntoma en la
parafrenia:
“Pero en todo caso lo positivo es que se trabaja sobre una única realidad objetiva y
subjetiva: el síntoma (…) Así, en base no a una teoría, sino a signos, es dable constituir,
aunque sea en forma provisoria, entidades nosológicas que nos ayuden a comprender más y
mejor el sujeto en estudio (9, pág.10)”. Con esa orientación llega a definir el cuadro,
crónicos y de ideas polimorfas, en que las alucinaciones, existentes o no, no aparecen como
Pereyra señala que “la afección aqueja con preferencia al sexo femenino entre las edades de
fantasía se acentúan con el curso del tiempo, no se presenta una verdadera destrucción de la
su decir, en el que falta el pensamiento fundamental: “Dentro del delirio, las relaciones
entre las cosas y las afirmaciones de estas relaciones escapan a toda posibilidad crítica. Los
improvisaciones (9, pág.88)”. Las nuevas ideas surgidas no se hilvanan con las anteriores,
Pereyra indica por un lado la proximidad del cuadro con la manía: “La característica
general del delirio se asemeja a las ocurrencias delirantes de los maníacos, con los que, por
otra parte, se confunden, por las alternativas eufóricas e irritables del carácter y su
ideas (9, pág.52).” Por otro lado opone la iniciativa, curiosidad, movilidad y fluidez del
pensamiento parafrénico al automatismo, la apatía y rigidez del esquizofrénico. También la
distingue de la paranoia por lo absurdo de las ideas que sustentan, aproximando el cuadro
Finalmente se refiere a las parafrenias más comunes, que hoy llamaríamos ordinarias: “Sin
duda alguna, la más corriente, la más vulgar, la menos jerárquica de entre ellas: la simple
provecho para sí ni para los demás; la que no abre jamás un rumbo nuevo y se pierde en
parafrenia como categoría clínica allí donde había naufragado perdida en las
pudiendo localizar un real propio del síntoma parafrénico, real al que alude su etimología -
derivada del griego µαрα, “junto a, al lado, contra” y φρην, “alma, mente”-, real del cual la
En efecto, tal como señalamos en un artículo de 2016 (11), hay cierta confluencia,
destacada por Lacan, entre la categoría psiquiátrica de parafrenia y lo que por su parte
signos (13), que la psiquiatría previa a su devastación por el mercado ha sabido aislar con
su semiología, sin duda con una orientación diferente de la que anima la lectura que realiza
el deseo del analista en un acto que apunta siempre a captar un real -singular y particular a
La primera vez que me topé con uno de estos sujetos, fue al recibir en el lapso de diez años
en tres oportunidades a una misma mujer que se presentó cada vez como un ser diferente:
con distinto nombre, viviendo una vida totalmente diferente en otro lugar. La primera vez
hippie que fumaba marihuana todo el día y los fines de semana vendía artesanías con su
pareja en una plaza. La tercera, una común ama de casa que esperaba al marido mirando la
telenovela con la comida preparada. La segunda y la tercera vez me llamó con un nombre
propósito en el tratamiento era escribir la historia de su vida, una verdadera novela barroca
plagada de sucesos siniestros y traumáticos que se perdían en los vericuetos del tiempo y el
espacio, de los que ella salía finalmente airosa. Cada una de las veces que vino me fue
trayendo varios capítulos que dejaba bajo mi guarda, la primera vez de su infancia, la
agradeció los servicios prestados, se marchó con la idea de publicar ese escrito y no volví a
saber de ella. En contraste con la multiplicidad de semblantes entre los que se deslizaba tan
Más tarde recibí a una mujer a la que sigo tratando, también en distintos tramos con
interrupciones, desde hace veinte años. Vuelve una y otra vez de modo novelado sobre una
infancia traumática y angustiosa, recortándose en el trabajo analítico el brillo de una
mirada, la mirada de esa niña que ella era entonces, que vuelve a sostenerla cuando ya
siente que se confunde totalmente con el otro, a punto de perder toda identidad, presa de
sombras que invadían su casa, visiones y sueños premonitorios, con el trabajo analítico fue
consiguiendo hacer caer el brillo sobre ese saber que tanto la perturbaba, transformándolo
en un don del que se sirve en el lazo con los otros. Pero ante ciertos acontecimientos que la
descolocan de ese lugar, aún hoy me pregunta quién es, no sabe si existe o sólo es una
Por otra parte, hace años dedico con gusto algunas horas semanales a la supervisión de
despertaban en ellos ciertos sujetos, de los que podría decirse fundamentalmente que no les
creían. En algunos casos ni una palabra, en otros vacilaban acerca de qué creerles y qué no.
Un estatuto singular de la mentira -podría decirse que una mentira sin una verdad como
cura.
Varias de las películas de David Lynch 1, así como cierta detención de Lacan en el tema del
vestido al leer El arrebato de Lol V Stein (14) también me abrieron la posibilidad de seguir
en la vía del arte las huellas en el viento de estas hojas tan difíciles de alcanzar.
En su gran mayoría mujeres que fenoménicamente impresionan como histerias, pero que
grandes crisis, marcadas por actings o pasajes al acto, algunas veces llegando a
1
Particularmente, Twin Peaks: Fire Walk With Me, Lost Highway, Muholland Drive e Inland Empire.
internaciones prolongadas, se trata de sujetos atravesados por un decir inconsistente en el
que nada vuelve al mismo lugar, que dan la impresión de hojas al viento que pueden quedar
pegadas en cualquier lado. A pesar de ello, cierta unidad se conserva siempre, no entrando
dada exclusivamente por el puro semblante, quizás muy variable, pero uno cada vez.
etc.).
Dichos fenómenos dan cuenta así de una separación radical entre lo imaginario y lo real del
cuerpo, quedando el primero anudado sin embargo a lo simbólico, anudamiento por el que
logra mantener una unidad en la pura dimensión del semblante. Desde la perspectiva de la
constitución del narcisismo en el estadio del espejo, cabría considerar la hipótesis de que, si
dimensión simbólica ligada a la función del ideal, la misma queda totalmente desamarrada
de lo real del cuerpo, por lo que el campo de la realidad se desrealiza, al perder el anclaje
real, operándose un deslizamiento incesante del imaginario al capricho de la metonimia
significante, allí donde se ausenta el lastre del objeto a, razón por la cual se acerca
Por otra parte, los retornos de lo real del objeto así desamarrado, serán experimentados por
el sujeto como fenómenos energéticos, de presencias más o menos ominosas, sin imagen
desde un punto fuera del mismo, sin imagen, como pura mirada.
El estadio del espejo en la parafrenia. Presencias del objeto a desamarrado de la imagen.
una continuidad moebiana entre imaginario y simbólico, una pura cinta de moebius, sin
articulación con aquella otra superficie -orientada- que hace presente la dimensión real del
objeto en su pegado con la banda moebiana en la figura topológica del cross-cap, que da
cuenta del campo de la realidad en la neurosis, tal como Lacan esquematiza en el esquema
R.
Fig.3
4) Un para-ser.
“No se hace la menor idea del cuerpo que tiene para meter en este vestido. No hay nadie
que pueda deslizarse para habitar el vestido. Es un trapo. Ilustra lo que llamo el semblante.
Es eso. Hay un vestido y nadie para meter adentro. Solamente tiene relaciones existentes
con ropas (…) Kraepelin aisló esos curiosos cuadros. Podemos llamarlo una parafrenia, ¿y
por qué no ponerle el calificativo de imaginativa? No hay una sola persona que llegara a
cristalizarse. Sería tranquilizador que fuera una enfermedad mental típica (…) Sería mejor
que alguien pudiera habitar la ropa, la prenda. Es la enfermedad mental por excelencia (…)
No es una seria enfermedad mental detectable, no es una de esas formas que se vuelven a
encontrar. Va a ser parte de esos locos normales que constituyen nuestro ambiente.
Todo lo que ella dijo no tenía ningún peso. No hay ninguna articulación en lo que dijo
(12)”.
De este modo, Lacan aísla como lo real del síntoma parafrénico precisamente la ausencia
de relación con lo real, cuestión que intenté abordar desde la clínica nodal en 2008 (15),
Si bien señala que no es una enfermedad mental seria -ya que en su decir falta la serie, lo
que vuelve al mismo lugar-, Lacan se permite ironizar al considerarla la enfermedad mental
el sujeto es puro semblante, pura mentalidad que no se anuda con nada real, puro parecer o
para-ser -para utilizar un neologismo de Lacan que acentúa el prefijo para, que significa
“al margen de”, “junto a” o “contra”, a la vez que juega con el efecto de parecer propio del
semblante. Un vestido sin cuerpo que se desliza al margen del poco de ser al que puede
Nieves Soria
Bibliografía
Medicales; 1893.
3. KRAEPELIN, E. (1909) La demencia precoz. 2.ª parte. Parafrenias. 1.ª ed. en castellano.
6.
7. NODET, C. (1937) Le groupe des psychoses hallucinatoires chroniques. Essai
8. EY, HENRY. (1950) Estudios sobre los delirios. Fundación Archivos de Neurobiología.
13. LACAN, J. (1995) “Autocomentario”, en Uno por uno Nº 93. Barcelona, 1995.
15. SORIA DAFUNCHIO, N. (2008) Confines de las psicosis. Del Bucle. Buenos Aires,
2008.