Fabulas

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Fabulas

El león y el ratón

La zorra y las uvas

El águila y los gallos

El caballo viejo

La rana gritona y el león

Los perros

El cuervo y la culebra

La golondrina y el ruiseñor

El cuervo y Hermes

Las ranas pidiendo rey


El león y el ratón
Dormía tranquilamente un león, cuando un ratón empezó a juguetear encima de su cuerpo.
Despertó el león y rápidamente atrapó al ratón; y a punto de ser devorado, le pidió éste que le
perdonara, prometiéndole pagarle cumplidamente llegado el momento oportuno. El león echó
a reír y lo dejó marchar.

Pocos días después unos cazadores apresaron al rey de la selva y le ataron con una cuerda a un
frondoso árbol. Pasó por ahí el ratoncillo, quien al oír los lamentos del león, corrió al lugar y
royó la cuerda, dejándolo libre.

-- Días atrás -- le dijo --, te burlaste de mí pensando que nada podría hacer por tí en
agradecimiento. Ahora es bueno que sepas que los pequeños ratones somos agradecidos y
cumplidos.

Nunca desprecies las promesas de los pequeños honestos. Cuando llegue el momento las
cumplirán.

La zorra y las uvas


Estaba una zorra con mucha hambre, y al ver colgando de una parra unos deliciosos racimos
de uvas, quiso atraparlos con su boca.

Mas no pudiendo alcanzarlos, se alejó diciéndose:

-- ¡Ni me agradan, están tan verdes...!

Nunca traslades la culpa a los demás de lo que no eres capaz de alcanzar.

El águila y los gallos

Dos gallos reñían por la preferencia de las gallinas; y al fin uno puso en fuga al otro.

Resignadamente se retiró el vencido a un matorral, ocultándose allí. En cambio el vencedor


orgulloso se subió a una tapia alta dándose a cantar con gran estruendo.

Mas no tardó un águila en caerle y raptarlo. Desde entonces el gallo que había perdido la riña
se quedó con todo el gallinero.

A quien hace alarde de sus propios éxitos, no tarda en aparecerle quien se los arrebate.
El caballo viejo

Un caballo viejo fue vendido para darle vueltas a la piedra de un molino. Al verse atado a la
piedra, exclamó sollozando:

-- ¡Después de las vueltas de las carreras, he aquí a que vueltas me he reducido!

No presumáis de la fortaleza de la juventud. Para muchos, la vejez es un trabajo muy penoso.

La rana gritona y el león

Oyó una vez un león el croar de una rana, y se volvió hacia donde venía el sonido, pensando
que era de algún animal muy importante.

Esperó y observó con atención un tiempo, y cuando vio a la rana que salía del pantano, se le
acercó y la aplastó diciendo:

-- ¡Tú, tan pequeña y lanzando esos tremendos gritos!

Quien mucho habla, poco es lo que dice.

Los dos perros

Un hombre tenía dos perros. Uno era para la caza y otro para el cuido. Cuando salía de cacería
iba con el de caza, y si cogía alguna presa, al regresar, el amo le regalaba un pedazo al perro
guardián. Descontento por esto el perro de caza, lanzó a su compañero algunos reproches: que
sólo era él quien salía y sufría en todo momento, mientras que el otro perro, el cuidador, sin
hacer nada, disfrutaba de su trabajo de caza.

El perro guardián le contestó:


-- ¡No es a mí a quien debes de reclamar, sino a nuestro amo, ya que en lugar de enseñarme a
trabajar como a tí, me ha enseñado a vivir tranquilamente del trabajo ajeno !

Pide siempre a tus mayores que te enseñen una preparación y trabajo digno para afrontar tu
futuro, y esfórzate en aprenderlo correctamente

Un hombre tenía dos perros. Uno era para la caza y otro para el cuido. Cuando salía de cacería
iba con el de caza, y si cogía alguna presa, al regresar, el amo le regalaba un pedazo al perro
guardián. Descontento por esto el perro de caza, lanzó a su compañero algunos reproches: que
sólo era él quien salía y sufría en todo momento, mientras que el otro perro, el cuidador, sin
hacer nada, disfrutaba de su trabajo de caza.
El perro guardián le contestó:

-- ¡ No es a mí a quien debes de reclamar, sino a nuestro amo, ya que en lugar de enseñarme a


trabajar como a tí, me ha enseñado a vivir tranquilamente del trabajo ajeno !

Pide siempre a tus mayores que te enseñen una preparación y trabajo digno para afrontar tu
futuro, y esfórzate en aprenderlo correctamente.

El cuervo y la culebra
Andaba un cuervo escaso de comida y vio en el prado a una culebra dormida al sol; cayó veloz
sobre ella y la raptó. Mas la culebra, despertando de su sueño, se volvió y la mordió. El cuervo
viéndose morir dijo:

-- ¡Desdichado de mí, que encontré un tesoro pero a costa de mi vida!

Antes de querer poseer algún bien, primero hay que valorar si su costo vale la pena.

La golondrina y el ruiseñor
Invitó la golondrina a un ruiseñor a construir su nido como lo hacía ella, bajo el techo de las
casas de los hombres, y a vivir con ellos como ya lo hacía ella. Pero el ruiseñor repuso:

-- No quiero revivir el recuerdo de mis antiguos males, y por eso prefiero alojarme en lugares
apartados.

Los bienes y los males recibidos, siempre quedan atados a las circunstancias que los rodearon.

El cuervo y Hermes
Un cuervo que había caído en un cepo prometió a Apolo que le quemaría incienso si lo salvaba;
pero una vez liberado de la trampa olvidó su promesa.

Capturado de nuevo en otro cepo, dejó a Apolo para dirigirse a Hermes, prometiéndole
también un sacrificio. Mas el dios le dijo:

-- ¿Cómo voy a creerte ahora, miserable, si ya engañaste y renegaste de tu primer señor?

Si por nuestra voluntad faltamos a nuestra primera promesa, no tendremos oportunidad de


que nos crean una segunda.
Las ranas pidiendo rey
Cansadas las ranas del propio desorden y anarquía en que vivían, mandaron una delegación a
Zeus para que les enviara un rey.

Zeus, atendiendo su petición, les envió un grueso leño a su charca.

Espantadas las ranas por el ruido que hizo el leño al caer, se escondieron donde mejor
pudieron. Por fin, viendo que el leño no se movía más, fueron saliendo a la superficie y dada la
quietud que predominaba, empezaron a sentir tan grande desprecio por el nuevo rey, que
brincaban sobre él y se le sentaban encima, burlándose sin descanso.

Y así, sintiéndose humilladas por tener de monarca a un simple madero, volvieron donde Zeus,
pidiéndole que les cambiara al rey, pues éste era demasiado tranquilo.

Indignado Zeus, les mandó una activa serpiente de agua que, una a una, las atrapó y devoró a
todas sin compasión.

A la hora de elegir los gobernantes, es mejor escoger a uno sencillo y honesto, en vez de a uno
muy emprendedor pero malvado o corrupto.

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