Cuento Navidad

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El niño que perdió la esperanza

Había una vez un niño llamado Pedro que vivía en un pequeño pueblo de
Venezuela. Pedro era un niño muy bueno y amable, pero también era muy sensible. Un
soleado día decembrino, Pedro jugaba en el parque cuando vio a un grupo de niños mayores
que estaban molestando a un niño más pequeño. Pedro quien tenía un gran sentido de
justicia y una amabilidad inmensa, se acercó a los niños mayores y les pidió que dejaran de
molestar al niño pequeño. Los niños mayores se rieron de Pedro y lo empezaron a molestar
a él también. Pedro asustado por el maltrato de los niños se fue corriendo a su casa.

Pedro estaba muy triste y decepcionado. Pensaba que la Navidad era una época de
paz y amor, pero ahora sentía que la Navidad era una época de tristeza y odio; se
decepciono tanto de la actitud de los niños que decidió que ya no iba a creer en la Navidad.

El día de nochebuena, Pedro se fue a dormir sin esperar nada. Pero de repente,
escuchó un sonido. Se levantó de la cama y fue a la ventana observando una luz brillante en
el cielo. Dicha luz se acercó cada vez más y Pedro se asombró al ver que era un ángel.

El ángel le habló a Pedro y le dijo: "Pedro, no pierdas la esperanza”. Pedro, aun


triste le contestó: “¿Cómo podría no perderla si los niños deberían ser amables y buenos,
sobre todo en una época de unión y amor, y en cambio fueron malos con alguien menor que
ellos? ¿No es nuestro deber ayudar al prójimo?”

El ángel contestó calmadamente: “¿Culpas al cielo cuando no llueve? ¿O al sol


cuando hace frío? Es cierto que nuestro deber es ayudar al prójimo, pero aunque no todos lo
hagan, está en nosotros ser la luz que ilumine la oscuridad. La Navidad es una época de
paz, amor y esperanza. No dejes que los demás te hagan perder la tuya".

Pedro, muy conmovido por las palabras del ángel, se dio cuenta de que tenía razón.
La Navidad es una época de paz, amor y esperanza; y aunque no todos hagan el bien, él es
quien debe brindar la amabilidad de la que carecen otros. Al pensar en esto, Pedro decidió
volver a creer en la Navidad.
Al día siguiente, Pedro se levantó temprano y se fue al parque. Vio al niño pequeño
que había sido molestado por los niños mayores, y se acercó a él recordando las palabras
del Angel y le dijo: "Hola, me llamo Pedro. ¿Quieres jugar conmigo?".

El niño pequeño sonrió y le contestó: "Sí, me gustaría". Entonces, Pedro y el niño


pequeño jugaron juntos todo el día y se hicieron amigos.

Pedro se dio cuenta de que la Navidad es una época para compartir la paz, el amor y
la esperanza con los demás, y decidió que iba a hacer todo lo posible para que la Navidad
fuera una época especial para todos.

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