Democracia y Derecho Penal en Mexico Una Nota
Democracia y Derecho Penal en Mexico Una Nota
Democracia y Derecho Penal en Mexico Una Nota
Miguel CARBONELL2
I. INTRODUCCIÓN
1 Estas líneas han sido redactadas como un homenaje modesto al maestro Sergio García Ramírez.
Poco es lo que puede decirse que no sea ya conocido por todos sobre la personalidad y el papel que
García Ramírez ha tenido en el desarrollo del derecho penal en México. El maestro ha estado en
casi todos los frentes de batalla del derecho penal mexicano. Tanto desde la cátedra como desde la
dirección de varios reclusorios, desde el cubículo de investigador, desde las oficinas de las Procu-
radurías, del Distrito Federal primero y General de la República después, García Ramírez ha sabido
inundar todas sus actividades con su espíritu humanista, imbuido de una fe enorme en las calidades
y posibilidades del ser humano, sobre todo en las del ser humano que delinque. No resulta fácil
entender como en un panorama tan desolador como lo es el del derecho penal mexicano de finales
de siglo puede de pronto surgir una personalidad como la de García Ramírez. Decir que es un ejem-
plo para todos nosotros es decir muy poco. Estamos ante uno de los más grandes penalistas mexi-
canos de todos los tiempos y ante uno de los mejores de toda nuestra América Latina. Ojalá sus
enseñanzas sean pronto recogidas por todos aquellos que tienen como tarea fundamental hacer del
derecho penal un instrumento de promoción y defensa de la dignidad del hombre.
2 Investigador del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM.
3 En la literatura jurídica se ha hecho poco caso de las condiciones del sistema político nacional
para entender y explicar el funcionamiento del orden jurídico nacional; dentro de la vastísima literatura
producida por la ciencia política mexicana, pueden citarse, a modo de ejemplo solamente, Merino
Huerta, Mauricio, La democracia pendiente. Ensayos sobre la deuda política de México, México,
1993, y Meyer, Lorenzo, Liberalismo autoritario. Las contradicciones del sistema político mexicano,
México, 1995. Una crítica a la visión restringida de la doctrina jurídica mexicana —en concreto, la
del derecho constitucional— puede consultarse en Cossío, José R., y Raigosa, Luis, “ Régimen po-
lítico e interpretación constitucional en México” , Isonomía, México, núm. 5, octubre de 1996.
4 La efervescencia y el júbilo provocados por el descubrimiento democrático hecho por un sector
de la opinión pública después de las elecciones del 6 de julio de 1997, por fortuna, ha quedado sólo
en eso: en un jolgorio que no ha evitado que, a los pocos días, sigamos viendo una realidad nacional
que no es, ni mucho menos, un ideal de democracia.
DR. © 1998
Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv Libro completo en: https://goo.gl/49J9RA
entre los valores que se bordan en las constituciones y los estandartes, y aque-
llos que se imponen fuera del escenario, en la periferia de lo cotidiano, des-
mintiendo a los primeros.5
Si lo anterior es cierto, y la realidad parece confirmar que efectivamente
lo es, quizá sea en el ámbito del derecho penal donde más notablemente se
produzca el desfase mencionado por Paolo Flores: uno a uno, el derecho
penal de la realidad (no el que nos enseñan en las facultades de derecho ni
el que se describe, con cierta hipocresía, en la mayor parte de libros de
la materia) se ha encargado de desmentir todos y cada uno de los valores
que supuestamente protege. Desde la dignidad de la persona hasta la li-
bertad sexual, desde el derecho de propiedad hasta el de la integridad
corporal, todos y cada uno de estos bienes son afectados, vulnerados o
destruidos en el ejercicio cotidiano del ius puniendi del Estado mexicano.
Si Lorenzo Meyer ha podido decir, con razón, que la cultura cívica de
los mexicanos es más una cultura de súbditos que de ciudadanos,6 parece
razonable sostener que dicha cultura nunca podrá constituir un elemento
de emancipación si no se cambian para mejorar —desde luego— las es-
tructuras a través de las cuales el Estado ejerce la represión. Se trata de
modificar desde los estamentos policiales y militares hasta la función y
el papel de los jueces penales, pasando, obviamente, por ese gran tema
que ninguna administración pública nacional parece atreverse a enfrentar
en serio: el de los reclusorios y cárceles mexicanas.
El fondo de toda la cuestión no es otro más que el recordar algo que,
por ser tan obvio, a veces se olvida: que el Estado y su derecho (inclu-
yendo por supuesto y de forma destacada el derecho penal) encuentran
su sentido y su razón de ser cuando sirven al interés de los individuos
que les dan vida; es decir, hay que volver a recobrar la vieja idea de que
el ser humano debe ser considerado, nada más pero también nada menos,
como un fin en sí mismo, nunca como un medio para atender y proteger
intereses que lo rebasan y que en poco le interesan. Y en esto el derecho
penal, en tanto ordenamiento punitivo y manifestación última del poder
coactivo del Estado, tiene un papel fundamental. Se trata de recordar una
hipótesis, por desgracia hoy contrafáctica, que niega las palabras de Mi-
chel Foucault que encabezan este trabajo: que los presos no sirvan más
5 Flores D’Arcais, Paolo, “ El desencantamiento traicionado” , en Flores D’Arcais, Paolo, et al.,
Modernidad y política. Izquierda, individuo y democracia, Caracas, Venezuela, 1995, p. 13.
6 Meyer, Lorenzo, “ Las presidencias fuertes. El caso de la mexicana” , Revista del Centro de
Estudios Constitucionales, Madrid, núm. 13, septiembre-diciembre de 1992, p. 61.
DR. © 1998
Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv Libro completo en: https://goo.gl/49J9RA
[...] con la globalización, los “ excluidos” del sistema económico pierden pro-
gresivamente las condiciones materiales para ejercer sus derechos fundamen-
tales, pero no por eso están dispensados de las obligaciones y deberes esta-
blecidos por la legislación. Con sus prescripciones normativas, el Estado los
integra en el sistema jurídico básicamente en sus vertientes marginales —esto
es, como deudores, invasores, reos, transgresores de toda clase, condenados,
etc.—. Ante la ampliación de la desigualdad, las bolsas de miseria, la crimi-
nalidad y la propensión a la desobediencia colectiva, caben así al Estado [...]
funciones eminentemente punitivo-represivas. Para eso, viene cambiando el
concepto de intervención mínima y última del derecho penal, volviéndose
cada vez más simbolista, promocional, intervencionista y preventivo, median-
te la difusión del miedo entre su clientela [los excluidos] y el énfasis en una
pretendida garantía de seguridad y tranquilidad social.11
11 Faria, José Eduardo, “ La globalización y el futuro de la justicia” , trad. de Carlos López Keller,
Jueces para la democracia. Información y debate, Madrid, núm. 29, julio de 1997, p. 92; en la
misma revista puede consultarse Gallego García, Gloria M., “ El tratamiento jurídico-penal del menor
en Colombia” , pp. 94 y ss., donde se sostienen argumentos parecidos a los que expone Faria.
12 Como dice Carl Schmitt, “ el método de formación de la voluntad por la simple verificación
de la mayoría tiene sentido y es admisible cuando puede presuponerse la homogeneidad sustancial
de todo el pueblo. En este caso, la votación adversa a la minoría no significa una derrota para ésta,
sino que el escrutinio permite simplemente poner al descubierto una concordancia y una armonía
anteriores y que existían de forma latente [...]. Si se suprime el presupuesto de la homogeneidad
nacional indivisible, entonces el funcionalismo sin objeto ni contenido, resultante de la verificación
puramente aritmética de la mayoría, excluirá toda neutralidad y toda objetividad; será tan sólo el
despotismo de una mayoría cuantitativamente mayor o menor sobre la minoría vencida en el escru-
tinio y, por tanto, subyugada. Entonces se acaba la identidad democrática entre gobernantes y go-
DR. © 1998
Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv Libro completo en: https://goo.gl/49J9RA
bernados, entre los que mandan y los que obedecen; la mayoría manda y la minoría tiene que obe-
decer. Incluso dejará de existir la aditividad aritmética, porque razonablemente sólo puede sumarse
lo homogéneo” . Schmitt, Carl, Legalidad y legitimidad, Madrid, 1971, pp. 42-43. Ernesto Garzón
Valdés recuerda que no solamente México, sino muchos otros países de América Latina “ presentan
graves asincronías en su progreso social, con una muy acusada diferencia cultural, racial y económica
entre sus habitantes” . Garzón Valdés, Ernesto, “ Las funciones del derecho en América Latina” , en
Garzón Valdés, Ernesto, Derecho, ética y política, Madrid, 1991, p. 204.
13 Tenemos en el país condiciones de pobreza no solamente muy extendidas, sino crecientes. La
pobreza ha aumentado desde 1990. Si en ese año había un 19.9% de la población dentro de la pobreza
moderada y un 11.3% en la pobreza extrema, para 1995 los porcentajes eran de un 22.3% y un
11.8% respectivamente, de acuerdo a las cifras del Informe de 1997 del Banco Interamericano de
Desarrollo. El 56% no satisface sus necesidades básicas mínimas de alimentación y esa cifra sube
hasta el 75% en el caso de los indígenas. Siete millones de niños padecen algún grado de desnutri-
ción. Todas estas cifras pueden consultarse en la revista Sociedad y municipio mexicano, núm. 7,
noviembre de 1997, pp. 17 y ss.
14 “ La aplicación particularista de la ley adquiere graves consecuencias ante las profundas desi-
gualdades sociales y la heterogeneidad social que existen en México” . Gordon, Sara, “ Equidad y
justicia social”, Revista Mexicana de Sociología, México, núm. 2, abril-junio de 1995, p. 182, y Car-
bonell, Miguel, “ Constitución y realidad política: notas sobre el caso de México” , Propuesta. Pu-
blicación semestral de la Fundación Rafael Preciado Hernández, México, año 2, núm. 4, febrero
de 1997, p. 149.
DR. © 1998
Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv Libro completo en: https://goo.gl/49J9RA
15 Zaffaroni, Raúl Eugenio, “ Tendencias finiseculares del derecho penal” , en Soberanes, José
Luis (comp.), Tendencias actuales del derecho, México, 1994, p. 172.
16 Vid., por ejemplo, Morris, Stephen D., Corrupción y política en el México contemporáneo,
México, 1992; así como el núm. 23, de octubre de 1996 de la revista Bien común y gobierno, mo-
nográfico sobre la corrupción.
17 Farrajoli, Luigi, op. cit., nota 10, p. 16.
18 En el mismo sentido, Nieto, Alejandro, Corrupción en la España democrática, Barcelona,
1997, pp. 263 y ss.
DR. © 1998
Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv Libro completo en: https://goo.gl/49J9RA
19 Ibidem, p. 14.
20 Me refiero, desde luego, a estudios serios de carácter jurídico-administrativo, no ha aquellos
que se elaboran con carácter de denuncia desde el ámbito más bien periodístico.
DR. © 1998
Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv Libro completo en: https://goo.gl/49J9RA
Por otro lado, no es menos evidente que, como señala Brecht, “ la mo-
ral comienza con el estómago lleno” ,21 de modo que una forma conse-
cuente de abatir —que no eliminar— la corrupción es disponer de suel-
dos decorosos para los funcionarios penales y penitenciarios.22
Con todo, el combate a la corrupción pasa por una remoralización de
los funcionarios públicos, y por el entendimiento de que la política es
también ejemplo para la sociedad, de modo que, si se elimina la percep-
ción social de que los políticos son corruptos, es probable que la propia
sociedad empiece también a rechazar con mayor contundencia las prác-
ticas corruptas.
Además de todo lo anterior, también es cierto que cabe reivindicar a
la democracia como el gobierno de lo público en público; es decir, sin
publicidad de los actos del poder público no hay democracia.23 En el caso
del derecho penal mexicano, el panorama parece ser más bien opaco,
cuando no francamente oscuro. Hacer del derecho penal y de su práctica
una labor transparente a la opinión pública puede ser también una forma
de combate a la corrupción.
se cree una política criminal congruente, en primer lugar, con los dere-
chos fundamentales. Y para ello no es necesario ir muy lejos; si la propia
Constitución confecciona el marco del ius puniendi del Estado, es ella
misma la que también proporciona los elementos para una política de la
igualdad y la integración. En efecto, los artículos 25 y 26 constitucionales
disponen la obligación del Estado de fomentar el empleo y redistribuir
la riqueza. De igual forma, el artículo 123 prevé la asignación de un sa-
lario mínimo que satisfaga las necesidades de una familia.
Claro que para llevar a la realidad lo dispuesto por los artículos 25,
26 y 123 (entre otros) harían falta por lo menos dos cosas: la primera es
que en esa parte la Constitución fuera normativa, es decir, que si sus
preceptos son violados existiera algún medio eficaz para llevar a cabo la
reparación o la exigencia de responsabilidad correspondientes; en segun-
do lugar, haría falta que todos los operadores jurídicos se tomaran en serio
la Constitución, sobre todo que los que ocupan el poder público se sintieran
mucho más “ comprometidos” con los mandatos constitucionales.24
En este aspecto, no toda la responsabilidad le cabe a los poderes pú-
blicos. Creo que es muy importante subrayar el papel de los medios de
comunicación. Si pudiera parecer que el Estado mexicano ha iniciado un
trayecto firme de transición democrática, es seguro que esa transición
apenas se ha reflejado en los medios de comunicación.
Los medios magnifican el aspecto punitivo, represor, del Estado. En
lugar de señalar abusos, se limitan a dar cuenta de los operativos poli-
ciales, dedicando buena parte de su tiempo a la reseña, si acaso, de al-
gunos casos famosos, pero olvidando a esos miles de justiciables anóni-
mos que habitan las salas de detención de las Procuradurías de Justicia
o que se encuentran recluidos en las cárceles y reclusorios de la república.
Una sociedad civil vigilante, activa y comprometida con la defensa de
los derechos fundamentales (que son derechos de todos, no hay que ol-
vidarlo) es un componente esencial de una política criminal congruente
con un sistema democrático. No hay política (o al menos, política demo-
crática) sin participación, y la política criminal no es la excepción.
24 No hay que olvidar, sin embargo, que, tal como lo manifiesta Ferrajoli, “ tomar en serio la
Constitución, es hoy, siendo realistas, la única clase de batalla democrática [...] que puede llegar a
ganarse” . Farrajoli, Luigi, op. cit., nota 10, p. 29.
DR. © 1998
Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv Libro completo en: https://goo.gl/49J9RA
De entre los muchos temas pendientes que tiene que resolver el dere-
cho penal mexicano, uno de los más destacados quizá sea el de las cár-
celes y, junto con él, el de la readaptación social.25 Se trata de un tema
que no solamente afecta al derecho penal, sino que debería preocupar a
todos los estudiosos de la ciencia jurídica nacional. La razón es bien sen-
cilla: la frontera última de la coerción estatal (coerción que es una de las
notas esenciales del sistema jurídico contemporáneo) no está cumpliendo
con la función que se le asigna dentro del ordenamiento; es decir, las
sanciones corporales no están sirviendo para eso que nos dice la Consti-
tución que deben servir.26 Y todo ello representa un reto mayúsculo no
solamente para los penalistas, sino también para los filósofos del derecho
y, en tanto la readaptación social es un mandamiento constitucional, para
los constitucionalistas.
En este contexto, seguir explicando la lógica de un sistema jurídico
sobre el funcionamiento hipotético de una sanción corporal que sirve —en
teoría— para readaptar, puede ser cualquier cosa menos un análisis rigu-
roso de lo que acontece en la realidad.27
Ahora bien, dejando de lado los pruritos académicos que acaban de
mencionarse —los que parecen no quitar el sueño a los teóricos, si se
piensa en el poco interés que han suscitado los espacios para la reclusión
fuera del ámbito estrictamente penal y aún dentro de éste—, el tema de
las cárceles tiene que ver con el propio modelo de sociedad que queremos
para el futuro. En efecto, si queremos una sociedad incluyente, integra-
dora, comprometida con ciertos valores, no podemos dejar de poner aten-
ción en las instituciones que deben encargarse de “ readaptar” a aquellos
que transgreden la normatividad social.
25 Sobre la readaptación social puede consultarse, de lo último que se ha escrito sobre el tema,
Peláez Ferrusca, Mercedes, “ Algunas reflexiones sobre la readaptación social” , Criminalia, México,
núm. 2 de 1997 con abundantes referencias bibliográficas adicionales.
26 El artículo 18 constitucional señala con claridad el fin de la pena privativa de libertad: la re-
adaptación social sobre la base del trabajo, la capacitación para el mismo y la educación. Sobre ese
artículo, es clásico el trabajo de García Ramírez, Sergio, El artículo 18 constitucional, México, 1976.
27 Y no hay que olvidar que, al no contar con un discurso racional que lo legitime, el poder del
Estado para mantener el ejercicio del ius puniendi se va diluyendo; como escribe Zaffaroni, “ el
poder requiere siempre cierto discurso que lo legitime, y a medida que éste pierde nivel de pensa-
miento, es sustituido por otros de menor nivel, lo que precipita al Estado cada vez más en la irra-
cionalidad hasta debilitarlo totalmente” . Zaffaroni, Raúl Eugenio, op. cit., nota 15, p. 169.
DR. © 1998
Instituto de Investigaciones Jurídicas - Universidad Nacional Autónoma de México
Este libro forma parte del acervo de la Biblioteca Jurídica Virtual del Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM
www.juridicas.unam.mx https://biblio.juridicas.unam.mx/bjv Libro completo en: https://goo.gl/49J9RA
cicio del propio poder [...]. El Derecho penal está dado, a menudo, para hacer
operativos los valores que son objeto, a su vez, de los derechos fundamen-
tales [...]. Si se le pregunta sobre el sentido y el fin de las leyes penales ad-
misibles constitucionalmente —y para definir los límites admisibles para los
derechos fundamentales se debe razonar de ese modo— se puede demostrar
sin duda que el fin que se propone realizar el Derecho penal no solamente no
es contrario a los derechos fundamentales, sino que opera en favor de estos,
y por eso también en favor del individuo mismo.29
Ahora bien, en el ámbito de la mera legalidad, como ya se mencionaba
párrafos atrás, se debe ser muy cuidadoso con la técnica legislativa em-
pleada en el diseño de las instituciones penales. La meta debe ser buscar
una legislación compacta, bien articulada, pulcra en sus expresiones lin-
güísticas que mantenga en un solo cuerpo legal toda (o una inmensa ma-
yoría) la materia penal mexicana.
Finalmente, para regresar al ámbito de la teoría, creo que una actitud
más crítica de la doctrina iuspenalista mexicana hacia los actos de repre-
sión que se ejercen desde el poder puede en mucho ayudar a construir
un derecho penal funcional para una democracia:
A denunciar las múltiples falacias e injusticias que se ocultan bajo los proce-
sos de criminalización, persecución penal y castigo deben orientarse los es-
fuerzos de los estudiosos comprometidos con la libertad y la democracia a
fin de implantar una política criminal alternativa o, mejor, una política alter-
nativa al sistema penal.30