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Nación y globalización
El desplazamiento de los espacios de la autenticidad.
Una mirada desde la música
' Véase Sarah Thornton, Club Cultures: Music, Media andSubcultural Capital.
Hanover and London, Wesleyan University Press, 1996.
ANA MARÍA OCHOA
2 5o
2
Este fragmento recoge elementos presentados por diversos textos sobre au-
tenticidad en el rock. Véase " T h e Magic that can set you Free': The Ideology of
Folk and the Myth ofthe Rock Community", en Popular Music, 1, 1981, 159-168;
Simón Frith, "Art versus Technology: The Strange Case of Popular Music", en
Media, Culture andSociety, vol. 8, 1986,263—79; Theodore Gracyk, "Romanticizing
Rock Music", en Rhythm and Noise: An Aestehtics ofRock, Durham and London,
Duke University Press, 1996 y Sarah Thornton, op. cit.
El desplazamiento de los espacios de la autenticidad
2 5 i
3
Frith,o/). «>., 1981.
4
Frith. op. cit., 1986.
ANA M A R Í A OCHOA
252
3
Walter Benjamín, "The Work of Art in the Age of Mechanical Reproduction",
en Illuminations, New York, Schocken Books, 1968.
6
En años recientes, y debido a la creciente importancia del estudio de graba-
ción como espacio de creación musical, el disco ha ido adquiriendo más valor de
culto. Véase Sarah Thornton, op. cit.
ANA MARÍA OCHOA
2 54
' Véase Regina Bendix, In Search ofAuthentidty: The Formation of folklore Studies.
Madison, The Univeristy of Wisconsin Press, 1997.
El desplazamiento de los espacios de la autenticidad
2 5 5
eos del rock como Theodore Gracyk, al colocar ejemplo tras ejem-
plo de cómo la industria disquera no sólo ha explotado comercial-
mente la imagen de rebeldía y alienación del rock, sino que ade-
más han participado en su construcción 8 . Lo que hay, más bien, es
una búsqueda profunda de sentido de vida, una necesidad de
"reencantamiento del mundo" 9 mediada por el gran aparataje de la
industria masiva y la tecnología. El poder de lo político reside aquí
de maneras conflictivas en los modos como se movilizan los proce-
sos de identificación al ritmo de las grandes trasnacionales: es esta
presencia en el mercado la que ha constituido al rock en un relato
mundial de diferencia construido desde los jóvenes; es esta misma
presencia la que generalmente desmiente ese relato. Así, este espa-
cio de autenticidad se constituye desde la profunda paradoja que
frecuentemente nos presenta la música: la de ubicar el terreno de
las identificaciones en el terreno de lo comercial. Aquí el mercado
es "un [conflictivo] lugar de reconocimiento" 10 .
Pero, ¿y qué pasa con otros relatos de autenticidad? Tomaré el
de world music (las músicas del mundo) con el objetivo de generar
contraste y complementar la visión de autenticidad que nos dan los
roqueros. A diferencia del rock que se define desde su contradicto-
ria relación con la industria masiva, la música del mundo se define
desde el espacio-mundo o desde el espacio global, tal como su mis-
mo nombre nos lo indica. Los discos y disqueras producidos bajo
este rubro nos invitan a un "paseo por los sonidos del planeta", y
8
Gracyk, op. cit.
9
Jesús Martín Barbero, "Secularización, desencanto y reencantamiento mass-
mediático", en Pre—Textos: Conversaciones sobre la comunicación y sus contextos. Cali,
Universidad del Valle, 1995, 177-192.
10
Renato Ortiz, Comentario a la ponencia, septiembre 18, Bogotá.
ANA MARÍA OCHOA
256
1
' Véanse páginas de Internet de estas disquieras.
El desplazamiento de los espacios de la autenticidad
2 57
12
Steven Feld, "From Schizophonia to Schismogenesis: On the Discourses
and Commodification Practices of World Music and World Beat", en Steve Feld &
Charles Keil (eds.), Music Grooves. Chicago, The LIniversity of Chicago Press, 1994,
257-289.
ANA M A R Í A OCHOA
2 58
1
' Veit Erlmann, "The Aesthetics ofthe Global Imagination: Reflections on
World Music in the 1990s", en Public Culture, volumen 8, N" 3, Spnng 1996,467
^189.
ANA MARÍA OCHOA
260
262
16
Para una discusión de desterritorialización y reterritorialización, véase Renato
Ortiz, op. cit.
17
Jesús Martín Barbero, "Globalización comunicacional y descentramiento
cultural", en Diá-logos de la Comunicación, N° 50, 1997, 27—42.
ANA MARÍA OCHOA
264
18
Susan McClary, Femenine Endings: Music, Gender and Sexuatity. Minnesota
University of Minnesota Press, 1991.
El desplazamiento de los espacios de la autenticidad
265
7jandra Pedraza
Literatura trivial
272
274
Lectura
y otra vez a lo largo de la vida para dejar actuar sus virtudes ejem-
plarizantes. Esta forma de lectura no es, como tal, una experiencia:
su significado no surge del acto mismo de leer, no incita a una ac-
tividad subjetiva. En contraposición, la lectura, especialmente de
novelas, cuentos, poesía y de los géneros triviales en general, torna
el acto de leer en una experiencia cuyo fin no es transformar la vida
práctica del lector mediante la aplicación de moralejas edificantes",
sino lograr que se sumerja, en la vida íntima, en ciertas experien-
cias emocionales y suministrarle una variedad de herramientas para
ejercitarse en la reflexividad sensorial.
La lectura mental requiere un aprendizaje adicional que clau-
sura definitivamente la oralidad y concentra al lector en lo que la
lectura le suscita, en dejarse afectar por lo que lee, sentir, tomar
conciencia de ello y de las emociones que le provoca, y actuar lue-
go sobre este hecho, modificarlo, elaborar juicios, en suma, el pro-
yecto reflexivo que construye el yo. Esta reflexividad es de índole
emocional, y el lector la ejercita a partir de los problemas que afec-
tan a los personajes de los cuentos, en el contexto de una revista que
le ayuda a idear formas de vida y sensibilidades.
Además de ésta, la función de Los cuentos de Cromos, así como la
del magazín en general, es permitir la experiencia de lo que yo lla-
maría la lectura visual, el ir y venir por las imágenes, dejar volar la
imaginación, seguir las sugerencias emocionales: qué sentir, cómo
sentirlo. El magazín puede brindar a la imaginación lo que la ciu-
dad A flanear, pero también la vista panorámica de la tienda por
departamentos 3 —el almacén, el magasin—, la fabricación de nuevos
contenidos recortando imágenes, viñetas, versos y pensamientos en
2
Schón, 1987.
3
Schivelbusch, 1977.
ZANDRA PEDRAZA
276
278
280
282
[
Buci-Glucksmann, 1984.
Incitaciones a una subjetividad moderna
28 3
284
;
Gumbrecht, 1991.
ZANDRA PEDRAZA
286
Bibliografía
288
1
Entre ellos, Manfred Max-Neff. Véase su ponencia en el Encuentro Mun-
dial de Convergencia Participativa, Cartagena, 2 de junio de 1997.
2
Edward Palmer Thompson (1967), "Tiempo, disciplina y capitalismo" en
Tradición, revuelta y conciencia de clase. Barcelona, Editorial Critica, 1979, p. 293.
Amarrar de la cola a la burra
2 9 i
' Manuel Castells, "Flujos, redes e identidades: una teoría crítica de la sociedad
informacional" en Nuevas perspectivas críticas en educación. Barcelona, Paidós, 1994,
en especial pp. 31—37.
Amarrar de la cola a la burra
29 3
6
El sujeto que interesa aquí es el de la psicología y la sociología, más que el tan
debatido de la filosofía; por eso, en este trabajo lo entiendo como el ser que constru-
ye autoconocimiento de sí y de su cultura para redimensionarse y redimensionarla.
' Sobre estas distinciones, véase de Ernst von Glasersfeld, "La construcción
del conocimiento", en Dora Fried Schnitman (compiladora), Nuevos paradigmas.
Cultura y subjetividad. Buenos Aires, Paidós, 1994, pp. 115-141, y "Aspectos del
constructivismo radical", en Marcelo Pakman (compilador), Construcciones de la
experiencia humana. Barcelona, Gedisa, 1996, volumen I, pp. 23—49.
8
ElizabethBadinter(1992),X— Y La identidad masculina. Santafé de Bogotá,
Norma, 1994, en especial pp. 265-305.
WILLIAM FERNANDO TORRES
294
9
Véanse mis trabajos "De los deslumbramientos a los alumbramientos", en
revista Nómadas (Santafé de Bogotá), 5 de septiembre de 1996, pp. 67—72, y "Pre-
guntas para construir una nube", en Preguntas para construir una nube. Materiales
para la creación de lafacultad de ciencias sociales. Neiva, Universidad Surcolombiana,
1998.
10
Jesús Martín Barbero, "Heredando el futuro. Pensar la educación desde la
comunicación", en revista Nómadas (Santafé de Bogotá), 5 de septiembre de 1996,
p.20.
Amarrar de la cola a la burra
29 5
296
tar respondernos las preguntas que nos planteamos sobre las perso-
nas y los ciudadanos. Para hacerlo, exploremos algunas impresio-
nes sobre los huilenses.
Entre ellas está, para no irnos muy atrás, la de don José María
Samper que, en 1861, describe a los del Alto Magdalena:
Por su lado, Luis López de Mesa los supone como "un grupo
patriarcal, honesto y hospitalario y, al mismo tiempo, guerrero, al-
tivo, indomable en horas de conflicto, franco y leal"12. Hay, en cam-
11
José María Samper (1861), Ensayo sobre las revoluciones políticas. Bogotá,
Editorial Universidad Nacional, 1969.
12
Luis López de Mesa (1934), De cómo se haformado ba nación colombiana. Bogotá,
Librería Colombiana.
WIEI.IAM FERNANDO TORRES
298
13
Ricardo Olano (1935), El Huila de ayer. Neiva, Universidad Surcolombiana,
1978.
Amarrar de la cola a la burra
299
14
Jorge Delgado, "Informe del perito en salubridad", en Comisión de Cult,
'ura
Aldeana (1935), Estudio del Departamento del Huila. Bogotá, Ministerio de Educa
clon Nacional, pp. 177—178.
WILLIAM FERNANDO TORRES
3 oo
15
Joaquín García Borrero (1935), El Huila y sus aspectos. Neiva, Empresa de
Publicaciones del Huila, 1983, pp. 305-306.
Eduardo Acevedo Latorre (1954), Panorama geoeconómico del Departamento
del Huila. Bogotá, Oficina de Estadísticas.
Amarrar de la cola a la burra
3o I
19
Nicolás Buenaventura (1996), L¿? opitud. Neiva, CEP.
20
Testimonio de Helena Silva Silva, Bogotá, julio 3 de 1992.
2
' Investigación en curso del periódico mensual De—mente (Neiva), octubre de
1998.
Amarrar de la cola a la burra
3o 3
12
Daniel Samper Pizano, "Humor regional en Colombia. Prototipos, caracte-
rísticas y vertientes", en Nueva historia de Colombia. Bogotá, Planeta, 1989, tomo
VI, p. 329.
WILLIAM FERNANDO TORRES
3 04
"3 Esta afirmación surge de mi experiencia personal, durante más de dos déca-
das, al acompañar universitarios del departamento que visitan capitales del país por
primera vez.
24
Esta actitud hace parte del desinterés y escepticismo frecuente entre los co-
lombianos, y que expresa uno de los personajes del cuento "Ulrika" de Jorge Luis
Borges, al afirmar que "ser colombiano es un acto de fe".
Amarrar de la cola a la burra
3o5
25
Revísese Jorge Bermeo Rojas (1980), Bibliografía huilense. Bogotá, Instituto
Colombiano de la Reforma Agraria, 233 pp. Ha habido sí mucho anecdotario e,
incluso, testimonios, pero ellos se refieren en particular a la picaresca local o a con-
flictos. Apenas ahora comienza a aparecer la autobiografía: en el diario La Nación
(Neiva) están redactando, por entregas, las suyas un obispo y un político. En los
últimos años, Delimiro Moreno ha publicado los relatos biográficos de Misael
Pastrana (1997) y Joaquín García Borrero (1998) para continuar el proyecto que
trae desde su José María Rojas Garrido (1992). No obstante, las investigaciones que
más ahondan en la construcción de la subjetividad de un huilense —tal como la he-
mos caracterizado aquí- son las de Eduardo Neale—Silva (1960), Llorizonte humano.
Vida de José Eustasio Rivera. México, Fondo de Cultura Económica, e Hilda Sole-
dad Pachón Farías (1993), Los intelectuales colombianos en los años veinte. El caso de José
Eustasio Rivera. Santafé de Bogotá, Instituto Colombiano de Cultura, Premio Na-
cional de Ensayo Joven.
WII.I.IAM FERNANDO TORRES
3o6
Y, por otra parte, aunque existe una Historia general del Huila y
monografías de municipios, éstas tampoco dan muchas pistas so-
bre la evolución del sujeto y la subjetividad en el departamento. Los
himnos, para muestra, señalan que se posee una fuerte autoimagen
en la mayoría de pueblos e instituciones, así numerosos ciudadanos
no se los apropien para cantarlos en los actos públicos. A la vez, la
fuerte autoimagen se puede advertir en los lemas que colocan a
personajes, fiestas o acciones26. Pero, con frecuencia, estas miradas
riñen con la realidad, por cuanto no son el resultado de largos y
complejos "procesos de construcción y negociación profundamen-
te implantados en la cultura" 27 . ¿Esta carencia de reflexiones sobre
la propia subjetividad y la fuertes autoimágenes suponen que los
huilenses rehuyen el análisis crítico de sí mismos?
¿Cómo han sido en el Huila los desarrollos del yo, del auto-
conocimiento personal, del conocimiento del entorno, de las trans-
formaciones de la percepción y la cognición? ¿De qué manera ex-
plorarlos? Una respuesta posible es la de hacerlo mediante el
análisis de los procesos culturales. Trataré, en consecuencia, de se-
guirlos durante el siglo XX, con el fin de inferir qué sujetos se fueron
formando y cuáles fueron sus valores. El alcanzar estas conclusiones
permitirá establecer los rasgos y valores del sujeto actual y plantear-
nos la pregunta por cuáles serían los rasgos que se precisan para
convertiníof, primero, en sujetos, luego en actores, más tarde en ciu-
dadanos y, por ende, en sociedad civil en un mundo donde se han
separado la economía y la cultura 28 .
Pero, ¿desde qué perspectiva analizar los procesos culturales?
Puesto que hasta aquí hemos visto, sobre todo, cómo conciben a los
huilenses desde fuera e insinuado una hipótesis sobre de dónde vie-
nen sus problemas para cuestionar las identidades que les imponen,
a partir de ahora podemos cambiar el punto de vista: pasaremos a
interpretarlos desde dentro y desde el cruce de las miradas diacrónica y
sincrónica. Y asumiendo, dentro de esta última, que a la cultura se la
puede examinar desde las clases, los lenguajes, los conflictos.
Es decir, que se la puede entender, según las clases, en culturas
hegemónicas y subalternas; según los lenguajes, en culturas orales, es-
critas, icónicas y audiovisuales electrónicas/digitales; según los con-
flictos, en conflictos internos (de grupos étnicos, de clases, creen-
cias, géneros, generaciones y oficios) y en conflictos extemos (en la
relación con los otros) 29 .
28
Para los efectos de este trabajo, asumo por sujetos a quienes construyen co-
nocimiento sobre sí mismos y sobre los procesos culturales que viven para re-
dimensionarse y redimensionarlos; por actor, a quien tiene un proyecto de sentido;
por ciudadano, a quien confronta su proyecto de sentido con otros y, por sociedad
civil, a quienes confrontan sus proyectos de sentido y construyen uno colectivo.
Entiendo como culturas hegemónicas las que proporcionan e imponen las
explicaciones dominantes sobre los procesos de sus sociedades, y mediante ellas con-
siguen el consenso de los sectores subalternos. Para una caracterización inicial de las
culturas orales, escritas y audiovisuales, véase mi trabajo "De los deslumbramientos
a los alumbramientos", ya citado. Una aproximación teórica al conflicto cultural
está en Torres, Rodríguez y Salazar (1995), Historias de la Sierra y el Desierto. Con-
flictos culturales en el Huila entre 1940—1945. Neiva, Universidad Surcolombiana
-ICAN- Red de Solidaridad Social, capítulo 2.
WII.LIAM FERNANDO TORRES
308
De la insularidad a la periferia
3
' Valga anotar que la religión católica creó, desdefinalesdel siglo XIX, una red
de colegios femeninos y masculinos, en especial en el sur del departamento, con el
fin de conservar sus creyentes o conseguir otros nuevos y fortalecer su poder social.
Véanse el ensayo de Jairo Ramírez Bahamón, "Evolución y perspectivas de la edu-
cación en el Huila", y el mío "De la insularidad al naufragio", ambos incluidos en
Ricardo Mosquera Mesa y otros (1986), Economía, política y cultura. Huila, años 80.
Neiva, Universidad Surcolombiana, Cuaderno Surcolombiano 4. También, Jairo
Ramírez Bahamón y Antonio Liarte Cadena (1993), El colegio de Elias o elfinde la
hegemonía del proyecto laico. Neiva, Universidad Surcolombiana, Cuaderno surco-
lombiano 12.
32
Algunos de estos rasgos los precisamos en el libro Historias de la Sierra y el
Desierto, capítulo 1.
WIEI.IAM FERNANDO TORRES
3 i o
33
Véanse las reacciones de la prensa tolimense, en abril de 1996, ante la pro-
puesta de la Comisión de Ordenamiento Territorial. También, las Actas del Conce-
jo Muncipal de San Agustín, de diciembre de 1997, y los planteamientos del gober-
nador del Huila, Jaime Bravo Motta, en el foro "Huila, ¿departamento o región?
Encuentro para construir una agenda pública", convocado por la Gobernación del
Huila, Fundecoop y Fundación Social, el 16 de octubre de 1998. Sobre la viabilidad
de los departamentos Caquetá, Cauca y Putumayo, véase Municipios y regiones de
Colombia. Una mirada desde la sociedad civil. Santafé de Bogotá, Fundación Social,
1998.
Amarrar de la cola a la burra
3 i i
34
Sobre este último asunto véase Gabriel y Santiago Restrepo, "La urbanidad
de Carreño o la cuadratura del bien", en la compilación Cultura, política y moderni-
dad. Santafé de Bogotá, CES/Universidad Nacional, 1998, pp. 137-148.
35
Testimonio de la profesora Oliva de Castro, Neiva, junio 12 de 1984.
WILI.IAM FERNANDO TORRES
3 i 2
36
Jairo Ramírez Bahamón (1986), "Evolución y perspectivas de la educación
en el Huila", en el citado Economía, política y cultura. Huila, años 80, pp. 96-145.
37
Antonio Iriarte Cadena, "El incierto rumbo de nuestro pentagrama", en
revista Vorágine (Neiva), 9, pp. 12-16.
Amarrar de la cola a la burra
3 i 3
38
Hilda Soledad Pachón (1993). op. cit., pp. 9-11.
39
Véase, entre otras, las colecciones de los periódicos I<a Reivindicación (Neiva,
1909), Dios y César (Garzón, 1910), El Bien Social (Neiva, 1911), que están conser-
vadas en la Biblioteca Nacional. También, véase sobre el tema: Roger Chartier,
"Introducción a una historia de las prácticas de la lectura en la era moderna (siglos
XVI—XVIII)", en (1992) El mundo como representación. Historia cultural: entreprácti-
cay representación. Barcelona, Gedisa.
W ÍI.I,IA M F K R N A N D O T O R R ES
3 i 4
40
Carta pastoral de moseñor Ismael Perdomo en Dios y César (Garzón), 11,
10 de noviembre de 1910.
41
Testimonio de Salustiana Rodríguez, Neiva, diciembre 15 de 1992.
Amarrar de la cola a la burra
3i 5
3 i 6
42
Véase mi artículo, "¿Qué construir para el próximo siglo?", La Nación (Neiva),
domingo 16 de octubre de 1994, p. 9.
43
Ver mi texto ya citado "De la insularidad al naufragio", p. 83.
WII.EIAM FERNANDO TORRES
3 i 8
44
Conversaciones con Cenelia Herrera, vereda Riverita (Rivera), entre 1991
y la fecha.
45
Respecto a este último santo, en la prensa del período se encuentran quejas
parroquiales contra los feligreses porque convirtieron la peregrinación al santuario
en algo parecido a una orgía carnavalesca.
46
Ananías Osorio Valenzuela, "Huellas del movimiento social en el Huila
durante el siglo XX", en Historia general del Huila. Neiva, IHC/EAH/Gobernación
del Departamento/AHH, volumen 3, pp. 295-329.
Amarrar de la cola a la burra
3i 9
47
Testimonios de Iván Díaz, La Plata, 6 de junio de 1995, y de Humberto
Montealegre, Gigante, diciembre 8 de 1996.
48
Véase la tendencia que presentan las estadísticas de causas falladas entre 1905
y 1908 en la Gaceta Departamental, 5 (Neiva), enero 9 de 1909, p. 766.
WILLIAM FERNANDO TORRES
3 2 o
49
En Alma huilense (Neiva), 24, 25 de octubre de 1931. Los subrayados son
nuestros.
50
Véanse las estadísticas de El Relator Judicial (Neiva) entre 1931 y 1933 y los
Anuarios del Departamento del Huila de la década de los años cuarenta.
Amarrar de la cola a la burra
323
1
' Entiendo aquí por valores los ideales de realización vital -capitales simbóli-
cos— que integran y dan sentido a cada una de las diversas agrupaciones de una co-
munidad.
WII.I.IAM FERNANDO TORRES
3 24
1
Testimonio de Stella Paredes Polanía, Neiva, 18 de agosto de 1978.
Amarrar de la cola a la burra
3 25
53
Véanse mis trabajos La ebriedad de los apóstoles. Contextos, prácticas y símbolos
en lasfiestasde San Juan y San Pedro en el Huila durante el siglo XX. Neiva, Univer-
sidad Surcolombiana, 1989, y "Lo que pide el cuerpo: las fiestas en el Huila", en
Historia general del Huila. Neiva, IHC/FAH/Gobernación del Departamento/AHH,
volumen 4, pp. 305-348.
WILI.IAM FERNANDO TORRES
3 2 6
54
Por supuesto, no sólo desde estas miradas, sino también desde el análisis de
los grupos (étnicos, de clase, de creencias, de géneros y oficios) y de sus prácticas
(productivas, domésticas, familiares, educativas, lúdicas, simbólicas, de relación con
los otros, etc.).
55
Véanse al respecto los decretos municipales sobre el asunto, entre 1994 y la
fecha.
Amarrar de la cola a la burra
329
33o
La desterritorialización de la cultura
56
No sobra sostener aquí que al aceptar estas especies y convertir su difusión en
una rentable estrategia periodística, los informativos locales pierden valiosas ener-
gías para realizar análisis rigurosos sobre las complejas dinámicas de la vida regional
y, en consecuencia, no contribuyen a conformar una vigilante opinión pública. Por
otra parte, estas especies suelen ser comentadas por contertulios socarrones —aque-
llos de los chistes ingeniosos evocados por el articulista del Alma Huilense, unas lí-
neas antes— que acostumbran presumir ser dueños de mayores talentos y recursos
que las personas objeto de sus comentarios, pero a las que, en pocas ocasiones, se
atreven a competirles en los territorios de sus saberes. Esta costumbre de subvalorar
al otro es recurrente en los grupos en el poder, es decir, no hay unas reglas de juego
meritocrático en la administración pública que, a la vez, permitan la libertad de crí-
tica. Por ende, muchas gentes de valía, que no están dispuestas a someterse a
clientelismos y tradiciones cortesanas, terminan despilfarrando sus potencialidades
al caer en el desaliento, en el escepticismo o en una crítica acida que poca incidencia
tiene en la opinión, como no sea la de fomentar más rencores personales.
Amarrar de la cola a la burra
33i
En suma, los rasgos antes reseñados revelan que entre los huilenses
priman la baja autoestima, desconfianza en los propios esfuerzos y
5
' Véase William Fernando Torres, El veloz viaje del dempatas. Recorridos colec-
tivos para la construcción del postgrado en Comunicación y Creatividadpara la Docencia.
Neiva, Universidad Surcolombiana, acetatos, 1997.
WILI.IAM FERNANDO TORRES
3 3 2
Conclusiones provisionales
3 34
En las primeras páginas de este texto indiqué que los maestros ac-
tuales de cualesquiera de las cinco generaciones que existen hoy en
las aulas59: 1) alcanzamos nuestras identidades y proyectos de vida
de manera no muy consciente; 2) la mayoría nos encontramos en la
etapa de descenso de nuestra parábola laboral, 3) en muchos casos,
nos sentimos desilusionados por nuestro oficio y gremio, 4) veni-
mos de la cultura oral, somos agentes de la cultura escrita y no sa-
bemos cómo comunicarnos con jóvenes de la cultura audiovisual,
5) algunos somos curiosos y nos animamos a "cacharrear" con las
nuevas tecnologías pero no preguntarnos por los intereses y las ló-
gicas que les dan origen, 6) carecemos de herramientas para com-
prender los procesos contemporáneos y, ante nuestro desamparo,
optamos por encerrarnos en la aparente seguridad de nuestras disci-
plinas o por renunciar a nuestras inquietudes intelectuales y entre-
garnos al consumo, 7) muchos estamos urgidos por unificar y legi-
timar nuestra autoimagen, pues nos sentimos angustiados ante la
59
Las de los: 1) empíricos, 2) formados en las disciplinas (años sesenta y prin-
cipios de los años setenta), 3) formados en las disciplinas y con "cachucha pedagógi-
ca" (mediados de los años setenta y principios de los años ochenta), 4) barnizados
con metodología de la investigación (años ochenta), y 5) graduados a distancia.
WILI.IAM FERNANDO TORRES
336
33 8
Adolfo González
Antes de comenzar1
1
La investigación de base que sirvió para la elaboración de este ensayo forma
parte de un trabajo de mayor extensión que contó con financiación de Colciencias
y la Universidad Nacional de Colombia.
El Caribe colombiano
34 i
2
Darcy Ribeiro, LasAméricasy la civilización, Casa de las Américas, La Haba-
na, 1992, pp. 68-70, 163-173.
' Eugenio María De Hostos, Obras completas. Cultural S. A., La Habana, 1939,
Vol. Vil, pp. 152-153.
FJ Caribe colombiano
i 43
4
Gabriel Restrepo, La esfinge del ladino. Arte y cultura democrática, Instituto
para el Desarrollo de la Democracia Luis Carlos Galán, Bogotá, 1994, pp. 153—
248; Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, Madrid, 1970,
pp. 558, 782; Ribeiro,»/). cit. pp. 84-101.
5
La Gaceta Mercantil, Santa Marta, 13 de julio de 1849.
ADOLEO GONZÁLEZ
3 44
6
Fernando Ortiz, Los negros brujos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana,
1995.
ADOLEO GONZÁLEZ
3 46
348
8
Joseph Palacios De la Vega, Diario de viaje, Ediciones Gobernación del Adán-
tico, Barranquilla, 1994, p. 36
9
Ibid, p. 39.
ADOLFO GONZÁLEZ
3 5 o
3 5 2
3 54
1
El Cartagenero, Cartagena, 5 de abril de 1834.
El Caribe colombiano
35 5
12
Jaime Jaramillo Uribe, 7\a personalidad histórica de Colombia y otros ensayos,
El Ancora Editores, Bogotá, 1994, pp. 17-47.
1J
"Valioso hallazgo", La Semana, N° 9, Santa Marta, 17 de enero de 1891.
ADOLFO GONZÁLEZ
3 56
14
David Bushnell, The Santander Regime in Gran Colombia, University of
Delaware Press, Newark, 1954; Constitucional de Cartagena, 8 de junio y 18 de agos-
to de 1836; 18 de julio de 1837. Durante la Guerra de los Supremos existían en
Cartagena más de 50 músicos vinculados a las bandas de guerra, y en Mompox más
de 30: Semanario de Cartagena, 5 de noviembre, 3 y 10 de diciembre de 1840.
15
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del siglo XIX", tesis de Magister en Sociología (inédita), Universidad Nacional de
Colombia, Bogotá, 1994.
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marzo de 1909; El Siglo, Barranquilla, 23 de enero de 1909.
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Editorial de J. J. Pérez, Bogotá, 1898, tomo II, pp. 345-346; La Democracia,
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18
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ADOLFO GONZÁLEZ
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Orlando Fals Borda, Historia doble de la Costa, Vol. II: "El presidente Nieto",
Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1981, pp. 49A-50A, 104A-111A; Vol. IV:
"Retorno a la tierra", Carlos Valencia Editores, Bogotá, 1986, p. 104A; entrevista
con Pablita Hernández, San Pelayo, 1985.
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Coda
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"Costeño tenía que ser", La Nota, N° 18, julio 13-agosto 2,1998, pp. 14-
17.
ADOLFO GONZÁLEZ
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