NAVARRO ESPINACH - Las Cofradías de La Vera Cruz y La Santa Sangre

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ANUARIO DE ESTUDIOS MEDIEVALES (AEM)

36/2, julio-diciembre de 2006


pp. 583-611
ISSN 0066-5061

LAS COFRADÍAS DE LA VERA CRUZ Y DE LA SANGRE


DE CRISTO EN LA CORONA DE ARAGÓN
(SIGLOS XIV-XVI)1

GERMÁN NAVARRO ESPINACH


Universidad de Zaragoza

Resumen: Cofradías de la Vera Cruz se Abstract: Fraternities of True Cross we-


fundaron desde el siglo XIV en algunas re founded in the XIVth century or later
ciudades de la Corona de Aragón como in some cities of the Crown of Aragon
Xàtiva, Valencia, Zaragoza o Requena. like Xàtiva, Valencia, Zaragoza or Re-
En contraste, muchas cofradías de la quena. In contrast, a lot of fraternities of
Sangre de Cristo nacen en el siglo XVI o Christ’s Blood were born in the XVIth
más tarde. Ambos tipos de asociaciones century or later. Both of them were com-
estuvieron compuestas por nobles, cléri- posed by nobles, priests, bourgeoisie and
gos, burgueses y labradores, y en mu- peasants, and were promoted directly by
chos casos fueron promovidas directa- the monarchy and the Church. They we-
mente por la monarquía o la Iglesia. Son re the first fraternities of Passion or Holy
las primeras cofradías de la Pasión o de Week that we know in Spain. In this arti-
Semana Santa que hubo en España. En cle we study the most important ordinan-
este artículo estudiamos los textos de ces that we find today in the Crown of
ordenanzas hoy conocidos en la Corona Aragon, including others records about
de Aragón, incluyendo otras noticias so- some relics, subject that has to do with
bre las diversas reliquias relacionadas the dedication of these fraternities.
con la advocación de estas cofradías.
Key-words: Fraternities, Relics, Holy
Palabras clave: Cofradías, Reliquias, Week, True Cross, Christ’s Blood,
Semana Santa, Vera Cruz, Sangre de Crown of Aragon, XIVth-XVIth centu-
Cristo, Corona de Aragón, siglos XIV- ries
XVI.

SUMARIO

1 – La hipótesis de Sánchez Herrero como punto de partida. 2 – El auge de las reliquias del
Lignum Crucis y las apologías de la Santa Cruz. 3 – El Santo Grial, los Corporales, la fiesta
del Corpus Christi, los Disciplinantes y la Sangre de Cristo. 4 – Las cofradías de la Vera
Cruz desde el siglo XIV: Xàtiva, Valencia, Zaragoza y Requena. 5 – Las cofradías de la
Sangre de Cristo desde el siglo XVI: Zaragoza, Castellón, Alcoi, Cullera y otras muchas. 6.
Balance provisional.

1
El presente estudio se integra en el proyecto de investigación interuniversitario Migracio-
nes, élites económicas e identidades culturales en la Corona de Aragón (1350-1500), dirigido
por el profesor Paulino Iradiel y subvencionado por el Ministerio de Educación y Ciencia
durante 2005-2008 (referencia HUM2005-04804/HIST).
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1. LA HIPÓTESIS DE SÁNCHEZ HERRERO COMO PUNTO DE PARTIDA

Siempre me ha interesado el asociacionismo medieval a la luz de la


documentación generada por las corporaciones artesanales o las cofradías
de oficio. Sin embargo, de un tiempo a esta parte, quizás por la tenue fron-
tera que separa ambos mundos, el estudio de las cofradías religiosas atrae
con fuerza mi atención. Todo comenzó con un primer artículo que publiqué
en 2000 en el homenaje al profesor Ángel San Vicente en torno a la cofra-
día de Santa María de Villaespesa y de San Juan Bautista de Teruel, gestora
del hospital más importante de esta ciudad en el tránsito del siglo XV al
XVI2. Era la primera vez que me enfrentaba a una institución ciudadana de
estas características en la que la profesión no constituía el fundamento de la
identidad cultural de sus integrantes, sino que ésta venía dada por una do-
ble advocación religiosa volcada hacia la práctica benéfico-asistencial. En
esas circunstancias, tres años después, los días 8 y 9 de marzo de 2003, el
profesor Vidal Muñoz me invitó a participar como ponente en las Segundas
Jornadas Nacionales de las Cofradías de la Sangre de Cristo, celebradas
entonces en Rubielos de Mora (Teruel), con el objetivo de que presentase
un estado de la cuestión sobre las cofradías religiosas medievales en la Co-
rona de Aragón. La primera conferencia nacional de estas cofradías de la
Sangre había tenido lugar el año anterior en la ciudad de Teruel durante los
días 15-17 de febrero. En aquella primera reunión fue el profesor Vicente
Ángel Álvarez Palenzuela quien pronunció una conferencia sobre la religio-
sidad de los laicos en la Baja Edad Media a través de cofradías, hermanda-
des y asociaciones asistenciales. Estuve invitado después a las Terceras
Jornadas Nacionales de las Cofradías de la Sangre de Cristo en Alcorisa
(Teruel), los días 25 y 26 de febrero de 2005, donde coincidí en esta oca-
sión con el profesor José Sánchez Herrero, quien abordó el tema del culto a
la Sangre de Cristo durante los siglos XIII-XVI. En este último contexto y
tras varias conversaciones que tuvimos aquellos días, el profesor Sánchez
Herrero me invitó a participar como ponente en el futuro Congreso Interna-
cional de Cofradías de la Santa Vera Cruz a celebrar en Zamora en sep-
tiembre de 2008 bajo su coordinación3, con el objetivo de poner al día las
investigaciones que se hubiesen desarrollado sobre esta temática en los paí-
ses de la Corona de Aragón. Yo también trataría de comprobar si su hipó-
tesis sobre el origen de las cofradías y procesiones de Semana Santa en la

2
G. NAVARRO ESPINACH, El Hospital de Santa María de Villaespesa y de San Juan Bau-
tista en la ciudad de Teruel a través de los actos notariales de Alfonso Jiménez (1481-1518) en
“Aragón en la Edad Media”, XVI (2000), Homenaje al profesor emérito Ángel San Vicente
Pino, pp. 565-590.
3
El primer congreso se celebró en Sevilla en 1992 y el segundo en Caravaca en 2000.
Véase J. SÁNCHEZ HERRERO (dir.), Las cofradías de la Santa Vera Cruz, Actas del I Congre-
so Internacional de Cofradías de la Santa Vera Cruz (Sevilla, 19-22 de marzo de 1992), Sevi-
lla, Centro de Estudios e Investigación de la Religiosidad Andaluza, 1995; y M. GARCÍA-ES-
TELLER y D. MARTÍN (eds.), Actas del II Congreso Internacional de la Vera Cruz (Caravaca,
12-15 de octubre de 2000), Murcia, Caja de Ahorros, 2002.

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Corona de Castilla se comprobaba para los territorios de la corona aragone-


sa.
El profesor Sánchez Herrero se inclina a pensar que al menos dos o
tres fenómenos de orígenes independientes acabaron por converger en el
origen de las cofradías castellanas de Semana Santa. En concreto alude al
culto a la Vera Cruz en sentido pasionario, la devoción a la preciosísima
Sangre de Cristo o el movimiento de los disciplinantes. Incluso, la devo-
ción a la Sangre de Cristo, muy extendida en los siglos XV-XVI, pudo in-
fluir en el cambio del culto a la Santa Cruz, dejando de verla como la Cruz
gloriosa donde Cristo vence, para convertirse poco a poco en la Cruz dolo-
rosa en la que Cristo muere. En suma, sin negar la divinidad de Jesucristo,
se asiste a la progresiva humanización de su figura, especialmente a partir
del siglo XIII de la mano de autores como San Francisco de Asís. Por con-
siguiente, según Sánchez Herrero, la devoción a la Sangre de Cristo trans-
formará el culto a la Cruz, entendida cada vez más como el lugar donde
Cristo ha sufrido su Pasión y ha muerto. Y la aparición de los movimientos
de disciplinantes y flagelantes con San Vicente Ferrer en el siglo XV termi-
nará por gestar la eclosión definitiva de las cofradías de la Pasión o de Se-
mana Santa4. Así, pues, con esta hipótesis como punto de partida, a conti-
nuación quiero exponer los resultados provisionales que desde hace un año
vengo recogiendo sobre la Corona de Aragón con la mente puesta en el
congreso que se celebrará en Zamora en 2008.

2. EL AUGE DE LAS RELIQUIAS DEL LIGNUM CRUCIS


Y LAS APOLOGÍAS DE LA SANTA CRUZ

Guiberto, abad de Nogent, reconstruyó en una crónica escrita en


1109 sobre la Primera Cruzada los argumentos del papa Urbano II en su
alocución del concilio de Clermont (1095), incluyendo la siguiente pregun-
ta: ¿por qué rehusáis descubrir la cruz, la sangre de Cristo y su tumba,
visitarlas y salvar vuestras almas al hacerlo?5. Pocas semanas después de
la conquista de Jerusalén el día 5 de agosto de 1099 una parte de la Vera
Cruz fue redescubierta. Siglos antes había sido allí mismo donde se creía
que la madre del emperador Constantino, santa Elena, encontró un gran

4
La formulación más reciente de esta hipótesis en J. SÁNCHEZ HERRERO y S. M. PÉREZ
GONZÁLEZ, La Cofradía de la Preciosa Sangre de Cristo de Sevilla. La importancia de la
devoción a la Preciosa Sangre de Cristo en el desarrollo de la devoción y la imaginería de la
Semana Santa en “Aragón en la Edad Media”, XIV-XV (1999), Homenaje a la profesora
Carmen Orcástegui Gros, tomo II, pp. 1429-1445. Véase también J. SÁNCHEZ HERRERO (edi-
tor), Reglas de hermandades y cofradías andaluzas. Siglos XIV, XV y XVI, Universidad de
Huelva, 2002.
5
Véase L. GARCÍA-GUIJARRO RAMOS, Perfección espiritual y guerra por la fe en el trans-
curso de la Primera Cruzada en “Acta Historica et Archaeologica Medievalia”, 26 (2005),
Homenatge a la Professora Dra. Carme Batlle i Gallart, pp.125-149. La cita y traducción de la
crónica Dei Gesta per Francos en p. 137.

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trozo del madero donde fue crucificado Jesús de Nazaret6. Entre los cruza-
dos y peregrinos que volvieron a sus países con una reliquia del Lignum
Crucis hubo monarcas y altos dignatarios, algunos de los cuales obsequia-
ron con ella a diversos monasterios, y tanto las reliquias como sus recep-
táculos fueron puntos de cristalización de la devoción popular. Un estudio
comparativo de la Vera Creu d’Anglesola con otros relicarios coetáneos ha
mostrado que ésta fue fabricada efectivamente en Jerusalén en la segunda
mitad del siglo XII. Y parece verosímil que fuera llevada a Urgell por los
mismos canónigos del Santo Sepulcro7. Resulta pues cada vez más evidente
que la advocación y la reliquia del santo Lignum Crucis o de la Santa Vera
Cruz no son fenómenos anteriores al siglo XII en la Península Ibérica, si se
deja bien claro de una vez por todas que una cosa es la leyenda o la tradi-
ción de la antigüedad de un culto y otra bien distinta los documentos histó-
ricos que refrendan su existencia real o no8.
La devoción a la Vera Cruz a través de fragmentos de madera con-
vertidos en reliquias es un precedente lejano del siglo XII de lo que mucho
tiempo después a partir del siglo XIV fue la institucionalización colectiva
de dicho culto en forma de cofradías. En concreto, la primera noticia que
tengo al respecto alude al rey Alfonso I el Batallador (1104-1134), a quien
los monjes de Sahagún le acusan en su crónica anónima de haberse llevado
del monasterio el Lignum Crucis, regalo del emperador Alejo. El profesor
Lacarra escribía que el rey lo llevaba honoríficamente en su capilla regia
ambulante en el interior de un arca de oro puro ornada con piedras precio-
sas, junto con otros muchos relicarios. Según Lacarra, este hurto era per-
fectamente parangonable con el que cometió el arzobispo Gelmírez cuando
robó en Braga el cuerpo de San Fructuoso, calificado, sin embargo, por el
propio autor del mismo como “pío latrocinio”9.
La crónica de San Juan de la Peña, compuesta a instancias de Pe-
dro IV entre 1369 y 1372 para servir de preámbulo posiblemente a la cró-
nica de su reinado, contiene una referencia significativa al rey Jaime I en
vísperas de su muerte en 1276: el dito santo rey se fizo adozir delant sí la
santa verdadera Cruz de Ihesu Christo quel avía en uno de los sus cof-

6
J. SÁNCHEZ HERRERO, La devoción a la Cruz de Cristo, siglos IV al XV en M. García-
Esteller y D. Martín (eds.), Actas del II Congreso Internacional de la Vera Cruz, citado, pp.
19-53.
7
N. JASPERT, Un vestigio desconocido de Tierra Santa: la Vera Creu d’Anglesola en
“Anuario de Estudios Medievales”, 29 (1999), pp. 447-475. Otro ejemplo de este tipo de
piezas ha sido estudiado por J. FERRÉ PUERTO, L’art medieval a la Vall d’Albaida. La Vera
Creu d’Albaida i el seu context en el catálogo de la exposición 750 anys com a valencians:
Albaida i la Vall, 1245-1995, Ontinyent, 1995, pp. 195-211.
8
Así insiste en subrayarlo con toda razón el profesor José Sánchez Herrero en su ponen-
cia La devoción a la Cruz de Cristo…, citado, pp. 34 o 41 y siguientes.
9
J. M. LACARRA, Alfonso el Batallador, Zaragoza, Guara Editorial, 1978, p. 118. Véa-
se también M. L. LEDESMA RUBIO, Alfonso I en R. Centellas Salamero (coord.), Los Reyes de
Aragón, Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, pp. 41-49.

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fres10. La crónica de Aragón de Gauberto Fabricio de Vagad (1499) recrea


de la siguiente manera la muerte de Jaime I:
mando el cristianissimo rey que le truxiessen delante un pedaço de la
sancta vera cruz de nuestro redemptor y señor Jhesucristo; en la qual el
tenia muy entrañable devocion, y tenia de grandes tiempos muy guarda-
da en sus cofres reales para se della guarnecer y ayudar en la afruenta de
la muerte, y puesta entre los braços odorola con devocion muy grande y
dixo…11.

Esa información no aparece ni en la crónica de Bernat Desclot, finalizada


hacia 1286-1288, ni en el propio Llibre dels Feits del rey, del que no cono-
cemos el texto original anterior al de Desclot sino una versión de 1343.
Sólo la crónica de Ramón Muntaner, escrita entre 1325 y 1336, alude a la
muerte de Jaime I de la siguiente manera: ab les mans encroades posant
sobre son pits, dix l’oració que nostre senyor ver Déus Jesucrist dix en la
creu12.
En este punto, es curioso observar que el mismo Muntaner refleja
en la citada crónica datos sobre su devoción personal a la Vera Cruz. Por
ejemplo, cuando los sicilianos piden ayuda al rey Pedro III, Muntaner pone
en su boca estas palabras:
nós venim a la santa reial majestat vostra de part d’aquell orfe poble a
clamar mercè a vós, que sia de gràcia e de mercè vostra que per la santa
passió que Déus pres en la vera creu per l’humanal llinatge, que vós
hajats mercè d’ells e pietat e que els acorregats e els gitets d’aquella
dolor en què ells estan13.

De la misma manera pasa a describir la muerte de Pedro III en 1285 como


la de otro monarca devoto de la Santa Cruz:
féu-se donar una creu que li estava davant, e reebé-la en ses mans, plo-
rant ab gran devoció; e dix molta bona oració. E con ho hac fet, llevà
los ulls al ceel, e senyà’s tres vegades, e puis abraçà la creu, e encroà
los braços sobre ella, e dix: -Pare senyor ver Déus Jesucrist, en les vos-
tres mans coman lo meu esperit. Plàcia-us, per la santa passió que presés
per nós, pecadors, que reebats la mia ànima en paradís…14.

10
Crónica de San Juan de la Peña (versión aragonesa), edición crítica de C. Orcástegui
Gros, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1986, p. 94.
11
G. F. VAGAD, Corónica de Aragón, edición facsimilar de la obra impresa en 1499 con
introducción a cargo de C. Orcástegui Gros, Zaragoza, Cortes de Aragón, 1996, f.
LXXXVIv..
12
R. MUNTANER, Crònica, 2 vols., edición de M. Gustà, Barcelona, Edicions 62 i “la
Caixa”, 1979, vol. I, cap. 28, p. 56.
13
Ibídem, vol. I, cap. 54, p. 90.
14
Ibídem, vol. I, cap. 146, pp. 231-232.

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La agonía final de sus hijos y sucesores los reyes Alfonso III en 1291 y
Jaime II en 1327 son descritas por Muntaner de manera similar, con los
monarcas abrazados a la cruz encomendando sus espíritus a Dios15.
Pienso que la atracción especial que ejercía la Vera Cruz en el cro-
nista Ramón Muntaner fue lo que hizo que incidiese en relatar la muerte de
los monarcas aragoneses de esa manera, al margen de que fuera verdad o
no. De hecho, en un pasaje de su crónica dedicado a la conquista de Éfeso
confiesa que recibió por suerte como botín una reliquia valiosísima que el
mismísimo San Juan Evangelista dejó en la iglesia de aquella ciudad:
un tros de la Vera Creu, que monsènyer sant Joan Evangelista llevà ab la
sua man de la Vera Creu, d’aquell lloc on Jesucrist havia tengut lo cap;
e aquell tros era molt ricament encastat en aur, ab pedres precioses, que
valien sens nombre (que fort cosa vos seria de creure, qui us ho contava,
ço que entorn li era encastat); e ab una cadeneta d’aur que hi havia,
monsènyer sant Joan tots temps portava-la al coll.

Obsérvese, pues, cómo en el reparto de las reliquias encontradas en el bo-


tín de Éfeso, Ramón Muntaner confiesa en primera persona que: a mi venc
per sort la Vera Creu16.
Parece confirmarse en la documentación que Jaime II también sen-
tía gran devoción por la Vera Cruz. En una carta del rey escrita en 1322 y
dirigida a dos ciudadanos barceloneses para su embajada ante el sultán de
Egipto les indica que le pidan en su nombre como han hecho otros prínci-
pes y altos cristianos del mundo que le facilite un trozo de la Santa Cruz
porque haia gran devoció en la Vera Creu y sabe que el sultán tiene frag-
mentos en gran cantidad en su tesoro junto a otras reliquias17.
La segunda nuera del rey Jaime II también era fiel amante de la
Vera Cruz. Me refiero a Leonor de Castilla (1307-1359), esposa de Alfon-
so IV de Aragón e hija de Fernando IV de Castilla y de Constanza de Por-
tugal. Leonor fundó la cofradía de la Vera Cruz de Xàtiva en 1333 como
tendré oportunidad de explicar más adelante. En el preámbulo de las orde-
nanzas de esta cofradía que aprobó su hijastro el rey Pedro IV en 1381 se
dice claramente:
…sots títol, reverència, nom e invocació de nostre Senyor Déu Jhesuch-
rist e de la gloriosa Verge sancta Maria, mare de aquell e de la santa
vera Creu en la qual Jhesuchrist per salvació del humanal linatge volch
sostenir per si, la qual confraria fo a principis instituida e per la molt

15
Ibídem, vol. II, caps. 174 y 292, pp. 33 y 200 respectivamente.
16
Ibídem, vol. II, cap. 234, p. 114.
17
Este documento es citado y comentado por A. BELTRÁN, Estudio sobre el Santo Cáliz
de la catedral de Valencia, Valencia, 1960, p. 42.

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alta Senyora Reyna dona Elionor ladonchs Reyna d’Aragó, possehidora


de la dita ciutat, aprovada ab privilegi seu…18.

Y poco después se escribe también que los propios cofrades, conscientes de


la devoción manifestada igualmente por el mismo rey Pedro IV, han decidi-
do solicitarle estas nuevas ordenanzas:
los dits confrares considerants la cordial devoció del dit Senyor Rey per
la qual pres, te e porta sobre lo cor lo senyal de la creu. E volents quasi
famular a ell en los dits senyal o devoció segons los antichs predecessors
lurs havien ordenat e acustumat…19.

Al menos uno de los hijos de Pedro IV heredó de su padre esta


tradición familiar de los reyes de Aragón en calidad de fieles devotos de la
Vera Cruz. Tras la muerte de Juan I en 1396 en un accidente de caza, su
hermano y sucesor Martín I se encontraba en Sicilia y, de vuelta a Aragón,
hizo un alto en Aviñón para rendir homenaje por los reinos de Córcega y
Cerdeña a Benedicto XIII, el papa Luna. La estancia se prolongó durante
seis semanas en que el papa y el monarca compartieron conversaciones y
amistad. En el momento de la despedida, el pontífice regaló al rey un gran
fragmento de la Vera Cruz, del cual el rey, a lo largo de su existencia, ex-
trajo santas astillas en momentos muy especiales para recompensar a los
suyos. Dicha reliquia debió ser la estrella indiscutible de la fabulosa colec-
ción de reliquias de Martín I, que como dice la crónica de Vagad:
tenia su real capilla tan guarnecida fermoseada y compuesta, y de tantos
arreos acompañada, que pareçia mas capilla de papa que de rey secu-
lar20.

El inventario inédito de las reliquias que regaló el difunto clérigo


Dionisio Sánchez Muñoz a la iglesia parroquial de San Pedro de Teruel, y
que él a su vez había heredado de su difunto tío Gil Sánchez Muñoz, obis-
po de Mallorca tras su renuncia como antipapa Clemente VIII, el cual, asi-
mismo, había hallado dichas reliquias entre los restos del papa Benedicto
XIII en el castillo de Peníscola, viene a confirmar que el papa Luna seguía
poseyendo siempre junto a sí la fusta de la Vera Cruz y otras reliquias rela-
cionadas directamente con la Pasión de Cristo:

18
F. DE BOFARULL Y DE SARTORIO, Gremios y cofradías de la antigua Corona de Aragón
(I), tomo XL de la Colección de Documentos Inéditos del Archivo General de la Corona de
Aragón, Barcelona, 1876, doc. XLVIII, pp. 205-234. La cita textual en p. 206.
19
Ibídem, p. 207.
20
La noticia del regalo del papa Luna a Martín la recoge M.C. GARCÍA HERRERO, Martín
I en R. Centellas Salamero (coord.), Los Reyes de Aragón, Zaragoza, Caja de Ahorros de la
Inmaculada, 1993, pp.135-142, concretamente en p. 138. Esa información procede de D.
GIRONA I LLAGOSTERA, Itinerari del rey en Martí (1396-1402) en “Anuari de l’Institut de
Estudis Catalans”, IV (1911-1912), pp. 81-184. La referencia textual de la crónica de Vagad
en G.F. VAGAD, Corónica de Aragón, citada, f. CLII vº.

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el pilar en el qual Nuestro Sennor fue açotado, la fusta de la lança de


Longinos, el arca de los Santissimos Corporales, y hasta la tierra del
Sancto Sepulcro21.

Dos décadas después de la muerte de Martín I, un documento nota-


rial fechado el 18 de marzo de 1437 se refiere al depósito de reliquias y
joyas realizado a favor de la catedral de Valencia por el rey Juan de Nava-
rra (futuro Juan II de Aragón) en nombre de su hermano Alfonso V el
Magnánimo. En dicho escrito se hace inventario de los diversos objetos
entregados a la catedral y en primer lugar del listado se lee:
Primo una taula de fust cuberta d’or a la una part en la qual ha un tros
del fust de la Vera Creu en dues creus de larch de un palm e mes ab la
pietat al peu de la dita Vera Creu e dos àngels petits als costats tots
smaltats d’or ab una cuberta de vellut de tripa vert22.

Otro inventario, en esta ocasión el de la biblioteca de la reina Ma-


ría de Castilla, esposa de Alfonso V el Magnánimo, reseña un manuscrito
con la traducción catalana del Specchio di Croce del escritor dominico fray
Domenico Cavalca, nacido hacia 1270 cerca de Pisa. El título de la traduc-
ción es Mirall de la Creu y en el comienzo de la misma se lee:
Aquest sant libre, per devoció de la molt alta e molt excelAlent e virtuosa
senyora la senyora dona Maria, per la gràcia de Déu regina, muller del
molt alt e ilAlustre senyor don Alfonso, per gràcia de Déu rey d’Aragó,
és stat portat del realme de Nàpollos per lo religiós frare Bernat Vilalta,
monge de Nostra Dona de Montserrat, en lengua toscana. E és stat tras-
ladat de aquella lengua en aquesta cathalana per lo religiós frare Pere
Busquets, monge de Sant Phaliu de Guíxolls…23.

He leído con atención esta obra y me ha impactado especialmente la apolo-


gía que hace de la Santa Cruz en que murió Jesús como ejemplo de vida,
sacrificio, penitencia y baño de sangre. El culto a Cristo crucificado y san-
grante está por todas partes. Sobre este último aspecto que impregna de
manera clave toda la obra de Cavalca volveré en el siguiente apartado.
Quiero adelantar, sin embargo, que la reina María fue la promotora princi-
pal de la cofradía de la Vera Cruz de Zaragoza al regalar al convento del
Carmen de esta ciudad una reliquia del Lignum Crucis en 1450, tal y como
luego tendré oportunidad de explicar.

21
De próxima publicación este inventario junto a otros materiales inéditos en G. NAVA-
RRO ESPINACH y C. VILLANUEVA MORTE, Gil Sánchez Muñoz (1370-1447), el antipapa Cle-
mente VIII. Documentación inédita de los archivos de Teruel en “Anales de la Universidad de
Alicante. Historia Medieval”, en prensa.
22
Este documento del Archivo de la Catedral de Valencia aparece fotografiado y puede
leerse con claridad en la fig. 3 del libro de A. BELTRÁN, Estudio sobre el Santo Cáliz, citado,
con su localización archivística en p. 129.
23
D. CAVALCA, Mirall de la Creu. Versió catalana del segle XV per Pere Busquets, 2
vols., edición de A. Gallina, Barcelona, Barcino, 1967, vol. I, p. 23.

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Algunos sermones de otro dominico, San Vicente Ferrer (1350-


1419), de gran influencia en la cultura popular del tránsito del siglo XIV al
siglo XV, tienden también a la apología de la Vera Cruz. En ese sentido,
cabe citar en primer lugar su Sermo Exaltationis Sancte Crucis en la festi-
vidad del 14 de septiembre. En él dice San Vicente que la Santa Cruz era
un portento de milagros y no dudaba en instruir a sus seguidores discipli-
nantes en dicha devoción: Ara fets axí: posat-vos davant lo crucifixi ageno-
llat, e mirant-lo fets la creu sobre lo cor moltes vegades. En otro momento
recomendaba asimismo que antes de comer se santigüasen y pronunciasen
el nombre de Jesús: a dinar, ans que mengets, feu lo senyal de la creu, e
almenys digau “Jesús”...24 Por supuesto, hay que citar también su sermón
pronunciado en la conmemoración de la Invención de la Santa Cruz (fiesta
del 3 de mayo), donde comienza con una arenga clara hacia el público asis-
tente para que practique la penitencia corporal: fem festa de la creu25. En
este punto viene a colación la difundida carta que el doctor Ortiz envió des-
de Roma a los cofrades de la Vera Cruz de Toledo el 5 de febrero de 1535,
en la que se exponían contraargumentos a las objeciones realizadas por
Gerson a San Vicente Ferrer sobre la práctica de esta exacerbada disciplina
pública, puesto que podía ir en detrimento de la salud de los cofrades que
la ejercitasen26.
Reyes y papas, nobles y clérigos difunden el culto a la Vera Cruz
en los países de la Corona de Aragón. Y en la España de los Reyes Católi-
cos aumenta esa tendencia. El arzobispado de Toledo tuvo mucho que ver
en la promoción del culto a la Vera Cruz en los reinos hispánicos en los
siglos XV y XVI. Me refiero a la figura clave del arzobispo Pedro Gonzá-
lez de Mendoza (1428-1495), hijo del marqués de Santillana y cardenal
desde 1478 adscrito precisamente a la iglesia romana de la Santa Cruz de
Jerusalén. La vinculación de su propia imagen a la historia de la invención
de la Santa Cruz fue constante desde entonces con atención particular a
Santa Elena por ser la descubridora de la Vera Cruz enterrada en el Gólgo-
ta. Entre otras cosas, además de ser fundador del Colegio Mayor de la San-
ta Cruz de Valladolid, en su testamento determinó la fundación de un hos-
pital en Toledo que debería estar asimismo bajo la advocación de la Santa
Cruz, y al cual nombró su heredero universal. Su capilla funeraria en la
catedral toledana se dedicó a Santa Elena e, incluso, su famoso terno de
terciopelo labrado estuvo dedicado en su parte más importante, el capillo,
al descubrimiento de la Santa Cruz. Además, en el bordado de dicho capi-
llo la figura de Santa Elena recuerda algunos de los retratos de la reina Isa-

24
SANT VICENT FERRER, Sermons, edición de G. Schib, vol. III, Barcelona, Barcino,
1975, sermón núm. XC, pp. 297-306.
25
SANT VICENT FERRER, Sermons, edición de G. Schib, vol. VI, Barcelona, Barcino,
1988, sermón núm. CCIII, pp. 93-95.
26
Carta citada por A. MUÑOZ FERNÁNDEZ, Las cofradías de la Vera Cruz en Castilla la
Nueva. Siglos XV-XVIII en J. Sánchez Herrero (dir.), Las cofradías de la Santa Vera Cruz,
citado, pp. 183-205, en concreto p. 194.

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bel la Católica, de quien el cardenal fue gran colaborador, a modo de iden-


tificación de la reina con la santa emperatriz27.
Caso parecido al del cardenal Mendoza, muy devoto de la Santa
Cruz, es el de Francisco de Quiñones (1475-1540), general de los francis-
canos y también cardenal del título de la Santa Cruz de Jerusalén en Roma.
Este cardenal en 1536 obtuvo del papa Paulo III indulgencias para todos
aquellos miembros de cofradías de disciplinados de la Santa Cruz que pere-
grinasen a Roma por la memoria de la Pasión de Cristo y su derramada
sangre en la redención de los pecados. Un traslado de ese documento en
que se concedían dichas indulgencias fue realizado años más tarde, en
1570, por el escribano de la cofradía de la Vera Cruz de Toledo a petición
de la cofradía de la Vera Cruz de Requena, fundada hacia 1560. Según Jo-
sé Antonio Díaz, dichas indulgencias y las prácticas generales de culto,
disciplina y procesión habían sido adoptadas antes tanto en la cofradía tole-
dana como en la cofradía de la Vera Cruz de la ciudad de Valencia, tal y
como se puede ver en el capítulo segundo de las constituciones primitivas
de la misma, conservadas originales en su archivo28.

3. EL SANTO GRIAL, LOS CORPORALES,


LA FIESTA DEL CORPUS CHRISTI,
LOS DISCIPLINANTES Y LA SANGRE DE CRISTO

La santa Sangre de Cristo que existía en Brujas en la segunda mitad


del siglo XIII constituye el ejemplo más antiguo que conocemos en Europa
sobre el éxito de este tipo concreto de reliquias, hasta el punto de que fue
solemnemente reconocida por la Santa Sede en 1310 y dio lugar a una pro-
cesión anual el 3 de mayo, la festividad de la Invención de la Cruz. El rela-
to de la leyenda, creado en 1380, cuenta que Thierry de Alsacia, conde de
Flandes, tras su participación en la segunda cruzada de 1147-1149, habría
recibido de Balduino III, rey de Jerusalén, la preciosa reliquia de la Sangre
de Cristo que trajo a Brujas y ofreció a los vecinos de la ciudad. En cam-
bio, la Sangre de Cristo aparece en un inventario de reliquias que se con-
servaban en Constantinopla en 1150. Su traslado de Oriente a Occidente
debió de ocurrir después del saqueo de dicha ciudad por los cruzados lati-
nos en 1204. Se sabe que el nuevo emperador Balduino donó a su hija Jua-
na, condesa de Flandes, diversas reliquias de la Pasión y de la Sangre de

27
Sobre la capilla funeraria, el terno o en general la personalidad del cardenal Mendoza
véase el reciente catálogo de la exposición Ysabel, la reina católica. Una mirada desde la
catedral primada, Arzobispado de Toledo, 2005, pp. 287 y siguientes.
28
J.A. DÍAZ DE MARTÍNEZ, Historia de la venerable cofradía de la Vera-Cruz o Sangre
de Cristo Señor Nuestro fundada en el templo del Carmen de la ciudad de Requena, Requena,
Imprenta de Benito Huerta, 1850 (edición facsimilar de Librerías París-Valencia, Valencia,
1992). El texto del traslado documental de las indulgencias obtenidas por el cardenal Quiñones
en nota 33 (pp. 26-31) y la referencia a las constituciones primitivas de la cofradía de la Vera
Cruz de Valencia en nota 34 (p. 32).

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LAS COFRADÍAS DE LA VERA CRUZ Y DE LA SANGRE DE CRISTO 593

Cristo y, en concreto, el primer documento que cita la presencia de dicha


reliquia en Brujas es de 1270. La existencia de la cofradía de la Santa San-
gre de Brujas, la más antigua de Europa que se conozca bajo esta advoca-
ción, aparece mencionada por primera vez en 1405 y de ella formaban par-
te las principales familias de la oligarquía local. Las ordenanzas de 1449
constituyen el acta fundacional de esta cofradía en cuyo preámbulo se alu-
de, sin embargo, a la existencia de estatutos anteriores que los cofrades no
observaban adecuadamente. Dicha cofradía estaba dedicada a custodiar la
reliquia de la Sangre de Cristo fundamentalmente con una motivación polí-
tica clara, crear un mito nacional para las gentes de Flandes. Vista así, esta
cofradía de la Santa Sangre de Brujas difiere profundamente de aquellas
cofradías que nacieron a finales del siglo XIV bajo la advocación de la Ve-
ra Cruz y de la Pasión de Cristo, no siendo tampoco acompañada nunca por
procesiones de penitentes o flagelantes. Por el contrario, sí que se vinculó
desde su origen al culto de la Santa Cruz por la procesión que se hacía la
fiesta de la Invención29.
El culto a la Preciosa Sangre, bajo diferentes formas devocionales
y artísticas, experimentó un auge considerable durante los siglos XIV y
XV. Observo en los países de la Corona de Aragón al menos cinco fenó-
menos distintos que promueven juntos el culto a la Sangre de Cristo en la
Edad Media con anterioridad a la fundación de las primeras cofradías que
ostentarán esta advocación a partir del siglo XVI. El primero de esos cinco
fenómenos es el culto al Santo Grial en tierras de Aragón y Valencia. El
Santo Cáliz, la más notable reliquia de la catedral de Valencia, es el que,
según una tradición medieval, usó Jesucristo en la última cena con sus dis-
cípulos. Recordemos cómo el Evangelio apócrifo de Nicodemus cuenta que
José de Arimatea recogió la sangre de Cristo crucificado que caía de la he-
rida producida por la lanza de Longinos en su costado con el cáliz de la
última cena. Este Santo Grial posteriormente fue trasladado por San Pedro
a Roma, hasta que San Lorenzo lo envió a Huesca (la vieja Osca romana),
su ciudad natal, para protegerlo del emperador Valeriano, quien había de-
capitado al papa Sixto II. San Lorenzo fue el diácono del papa encargado
de salvar los tesoros de la Iglesia justo antes de morir en el martirio (año
258). De la ciudad de Huesca pasó al monasterio de San Juan de la Peña
(se entiende que a un eremitorio mozárabe anterior a la fundación del mo-
nasterio entre los siglos IX-X) al producirse la invasión musulmana (año
713), y de allí lo llevó el rey Martín I a su capilla real en el palacio de la
Aljafería de Zaragoza (año 1399), hasta que el rey Juan de Navarra el año
1437, en nombre de su hermano Alfonso V de Aragón, lo entregase al te-
soro de la catedral de Valencia (donde hoy se conserva) junto con la Vera
Cruz y otras reliquias pertenecientes a la corona30.

29
A. RUCQUOI, La cofradía de la Santa Sangre de Brujas en J. Sánchez Herrero (dir.), Las
cofradías de la Santa Vera Cruz, citado, pp. 277-286.
30
A. BELTRÁN, Estudio sobre el Santo Cáliz, citado, p. 80.

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La leyenda del Santo Grial como el redescubrimiento de la Vera


Cruz tiene mucho que ver con el ambiente espiritual generado entre nobles
y clérigos a raíz de las Cruzadas a Tierra Santa. De todos los romances
sobre el Grial, tal vez el más famoso sea Parzival, compuesto entre 1195 y
1216 por un caballero de origen bávaro llamado Wolfram von Eschenbach.
En el principio de su obra este autor afirma que la versión de la historia
sobre el Grial que escribió Chrétien de Troyes hacia 1188 con el título Le
roman de Perceval o Le conte del Graal estaba equivocada. La suya era la
correcta porque se basaba en una información privilegiada que obtuvo de
un tal Kyot de Provenza, el cual encontró en Toledo la primera fuente de
esta leyenda, redactada en escritura pagana. La versión original parece ha-
ber llegado a Europa occidental desde el otro lado de los Pirineos, es decir,
desde al-Andalus. Discernir lo que es historia de lo que es leyenda en estos
casos es entrar en un debate sin fín. Me interesa más saber quién difundió
la leyenda y con qué objetivos, mucho más que entrar en la veracidad o no
de lo que dice, sobre todo si no hay documentación que pueda confirmar
algo al respecto. ¿Quién está detras de la tradición del culto al Santo Grial
en Aragón y Valencia? ¿Cómo se manifiesta la relación entre ese culto al
Santo Grial y la devoción a la Sangre de Cristo? ¿Dónde está el punto de
enlace?
Lo cierto es que, al día de hoy, existe un documento de noviembre
de 1135 referente a la concesión que hizo el rey Ramiro II de Aragón al
monasterio de San Juan de la Peña de una serie de tierras en compensación
por recibir diversas cosas de los monjes, entre ellas un cáliz de piedra pre-
ciosa (calice de lapide precioso)31. Esta noticia sólo constata pues la exis-
tencia de cierta copa valiosa que estaba en el monasterio en el siglo XII y el
interés que tuvo el rey por poseerlo. Sin embargo, creo que el documento
clave donde se plasma la promoción y legitimación oficial de la leyenda es
el de septiembre de 1399 en que el rey Martín I manifiesta su enorme deseo
de tener en su capilla real el cáliz de piedra de San Juan de la Peña en el
cual nuestro Señor Jesucristo, en la Santa Cena, consagró su preciosa san-
gre, y que el bienaventurado Lorenzo, que lo recibió de San Sixto, lo envió
con una carta suya al monasterio:
desideraret et afectaret multum habere in Capella sua illum Calicem
lapideum cum quo dominus noster Iesus Christus in sua sancta cena
sanguinem suum preciossisimum consecravit et quem beatus Laurencius
qui ipsum habuit a sancto Sisto existente summo pontifice cuius discipu-
lus erat ac diaconus sancte Marie in dominica misit et dedit cum eius
litera Monasterio et conventui santi Johannis de la Penya sito in monta-
neis Jacce Regni Aragonum32.

31
Ibídem, p. 41 y lámina I.
32
Ibídem, pp. 44-47.

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LAS COFRADÍAS DE LA VERA CRUZ Y DE LA SANGRE DE CRISTO 595

Se ve claramente, por consiguiente, que es el propio rey Martín I


quien refrenda con sus palabras en un documento oficial el culto al Santo
Grial recogiendo una leyenda cuyos promotores anteriores todavía descono-
cemos. Ahora bien, hay un segundo detalle que no debemos dejar que pase
por alto. Cuando a la muerte del rey Martín I en 1410 se hace inventario de
los bienes muebles que el monarca tenía en su palacio real de Barcelona,
aparece descrito allí ese cáliz de calcedonia el cual segons se diu fo aquell
ab que Jhesu Christ consagrà la sua sancta e preciosa sanch lo dijous sant
de la Cena33. El caliz había pasado del palacio real de Zaragoza al de Bar-
celona. Más aún, en el documento del 18 de marzo de 1437 referente al
depósito de las reliquias reales en la catedral de Valencia, la primera pieza
del listado que se entrega es la Vera Cruz como ya dije, la segunda es lo
calzer hon Jhesus Christ consagrà lo sanguis lo dijous de la cena, y la ter-
cera, siguiendo el orden del inventario, es ni más ni menos que:
un canó de crestal sedat dins lo qual ha del sanguis de aquell prevere que
en les parts de Aragó administra la sua missa de vin blanch e com hac
consagrat lo cors preciós de Jhesús Christ en lo sumint dubta per occasió
del dit vin blanch valgués la dita consagració e per miracle de nostre
Senyor Déu permès que lo dit vin blanch se convertí en sanch pura de
Jhesús Christ. Et cubert lo dit canó d’or brodat ab letres de perles me-
nu54des que dien Sanguis Jhesus Christi. Et guarnint lo dit canó axí al
cap com al peu d’or ab pedres e perles, ço és, en lo peu dos çafiç e dos
petres balaxes e tretze perles entorn del dit peu quasi com apòstols e al
cap tres çafiç e dos balaxos engastats e dehuyt perles semblants…34.

Es decir, van juntos el Santo Grial y un tubo o ampolla con la Sangre de


Cristo aparecida en el contexto de un milagro de los llamados de la Santa
Duda. Este tipo de milagros acontecen según la tradición a los presbíteros
que no creen o que les habita cierta incredulidad sobre la transubstancia-
ción del vino en sangre cuando celebran la eucaristía y milagrosamente ésta
se produce al aparecer la mismísima Sangre de Cristo en el cáliz. Entre es-
tos milagros de tradición medieval en la Corona de Aragón destaca el del
llamado Sant Dubte d’Ivorra en Lérida, que aconteció en el siglo XI su-
puestamente aunque su veneración sólo está documentada desde 1426. En
suma, en el Grial hay Sangre de Cristo. La Vera Cruz, el Santo Grial y la
Sangre de Cristo constituyen tres reliquias íntimamente relacionadas entre
sí. Hacia finales del siglo XIV y principios del siglo XV así lo demuestra el
quehacer de la propia monarquía aragonesa cuando las transmite a la cate-
dral de Valencia inseparablemente porque las tres convergen en el mismo
culto a la Santa Cruz y a la Pasión de Cristo.

33
J. MASSÓ TORRENTS, Inventari dels bens mobles del Rey Martí d’Aragó en “Revue
Hispanique”, XII (1905), pp. 513-590, en concreto p. 569.
34
A. BELTRÁN, Estudio sobre el Santo Cáliz…, citado, lámina III. La transcripción es
nuestra porque el autor sólo ha utilizado y transcrito exclusivamente la descripción del cáliz
que figura en segundo lugar del inventario de estas reliquias reales.

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El segundo fenómeno que quiero reseñar en convergencia con el


anterior es la devoción popular al milagro de los Corporales, las hostias
que sangran. Al respecto, José Luis Corral ha estudiado con sumo detalle
uno de los casos más importantes acontecidos en los reinos peninsulares
durante la Edad Media, el de los Corporales de Daroca35. Según la tradi-
ción ocurrió cerca de Llutxent el 23 de febrero de 1239, tras la conquista
de Valencia por las tropas de Jaime I. Seis hostias consagradas en la cele-
bración de la eucaristía quedaron empapadas en sangre dentro del paño que
las cubría. Ante la pugna que se produce entre los clérigos por custodiar el
paño ensangrentato, es una mula por sí sola, sin guiarla nadie, la que las
trasladó hasta la iglesia de Daroca. Sin embargo, durante todo el siglo XIII
la relevancia de este acontecimiento fue escasa, incluso en Daroca. La pri-
mera noticia documentada haciendo mención a este hecho es de 1276. Pero
desde mediados del siglo XIV, a causa del auge que había adquirido en to-
da Europa la celebración de la fiesta del Corpus Christi, comenzaron a
afluir a Daroca muchos peregrinos. Los papas concedieron privilegios e
indulgencias, y la iglesia de Santa María de Daroca, depositaria de los Cor-
porales, fue elevada a la categoría de colegiata. La procesión del Corpus se
convirtió en el acto esencial de la fiesta y la fama de los Corporales poten-
ció la identidad de Daroca como pueblo privilegiado por Dios, como ocu-
rrió en Brujas con la reliquia de la Sangre de Cristo. La oligarquía urbana
y el alto clero aunaron sus esfuerzos para que la presencia de los Corpora-
les significara una especial relevancia para Daroca entre las demás ciuda-
des, como reza el escudo de la población: “No se hizo nada semejante con
ningún otro pueblo”. Y la propagación del culto a la sangre y al cuerpo de
Cristo provocó que surgieran en otros lugares milagros semejantes en torno
al misterio de la eucaristía sobre todo a partir del siglo XIV: Ivorra, Sant
Cugat del Vallès, Sant Joan de les Abadesses, Alboraya, Torreblanca, Ali-
cante.
El tercer fenómeno corre paralelo al anterior. La bula otorgada en
1264 por Urbano IV institucionalizó la fiesta del Corpus Christi aunque
tuvo escaso eco en las iglesias de la cristiandad. Sólo la potente maquinaria
administrativa y burocrática creada por el papado aviñonés supuso la gene-
ralización de la fiesta desde el corazón de Europa hacia la periferia (Lieja
1246, Aviñón 1264, Colonia 1279, París 1323, Génova 1325, Roma 1350,
etc.). Las ciudades y las iglesias de los reinos ibéricos también respondie-
ron a la demanda popular que quería ver de cerca la sagrada forma del
cuerpo de Cristo, exhibida en procesión cívica con la participación de toda
la sociedad. El estudio sistemático que Rafael Narbona36 ha realizado sobre

35
J.L. CORRAL LAFUENTE, Una Jerusalén en el Occidente medieval: la ciudad de Daroca
y el milagro de los Corporales en “Aragón en la Edad Media”, XII (1995), pp. 61-122.
36
R. NARBONA VIZCAÍNO, Los juegos y espectáculos de la fiesta del Corpus Christi en los
reinos ibéricos (1264-1545) en el libro del mismo autor titulado Memorias de la Ciudad. Cere-
monias, creencias y costumbres en la historia de Valencia, Ayuntamiento de Valencia, 2003,
pp. 131-162.

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LAS COFRADÍAS DE LA VERA CRUZ Y DE LA SANGRE DE CRISTO 597

este tema confirma que las más antiguas procesiones celebradas en España
fueron las de Toledo (1280) y Sevilla (1282). En los países de la Corona de
Aragón el momento culminante del origen de las principales procesiones
conocidas es el siglo XIV: Gerona (1314), Barcelona (1319-1323), Tarra-
gona (1320), Valencia (1326), Lérida (antes de 1340) o Mallorca (1371).
En Zaragoza se ha podido documentar esta procesión desde 142337.
El cuarto fenómeno que concurre en la difusión múltiple del culto
al cuerpo y a la sangre de Jesucristo es, sin lugar a dudas, el auge del ritual
público de los penitentes y disciplinantes. Uno de los principales difusores
de estas prácticas fue San Vicente Ferrer con sus sermones. Para empezar,
en las palabras que pronunciaba el día de la festividad de san Lorenzo, san
Vicente difundía el culto al Santo Grial (Sent Lorenç dave del sanguis ab lo
calze plen de la sanch de Jesuchrist, lo qual havie consagrat lo papa) y a
los Corporales (e per ço com ja en la òstia ha carn e sanch, car en tot cors
viu ha carn e sanch)38. Promovía el ejemplo de Jesucristo en clave de peni-
tencia: Ara, bona gent, apparellau-vos tots de crucificar. Benaventurat
serà qui crucificat serà39. Sus predicaciones en tiempo de Cuaresma mere-
cen especial atención por la promoción que hace de las prácticas discipli-
nantes y el culto al derramamiento colectivo de sangre. Un listado de frases
significativas de San Vicente en sus sermones no deja lugar a dudas:
Nostre Senyor Déu me ha remut ab la sua passió, me ha comprat ab lo
seu preciós sang40. És una preciosa cosa lo assotar de les disciplines,
majorment a homeiers, que a aquells los és pus propri escampar la sua
sang41. Volgué ésser pres e lligat e crucificat, per reembre a nosaltres; e
açò és exemple a nosaltres quan fem penitència escampant sang per ho-
nor e remembrança de la passió de Jesucrist, “Semper mortificationem
corporis” (2C, 4, 10); portem en lo cor la passió42. E si ell volc tanta
aflicció al cos, ¿què devem fer nosaltres? “Semper mortificationem”
(2C, 4, 10); e portem-nos quecom de penitència43.

A partir de aquí creo que procede estudiar los itinerarios seguidos por San
Vicente y la relación que existió entre sus sermones en diversas poblacio-
nes de la Corona de Aragón y la aparición de movimientos disciplinantes
que servirían de modelo precedente para las procesiones de los cofrades de

37
M.I. FALCÓN PÉREZ, La festividad del Corpus Christi en los pueblos de Aragón en la
Edad Media y La procesión del Corpus en Zaragoza en el siglo XV en Estado actual de los
estudios sobre Aragón, Actas de las V Jornadas (Zaragoza, diciembre 1982), Zaragoza, 1984,
pp. 625-632 y 633-638 respectivamente.
38
SANT VICENT FERRER, Sermons, vol. III, citado, sermón núm. LXIII, en concreto p.
66.
39
Ibídem, p. 264.
40
SANT VICENT FERRER, Sermons de Quaresma, 2 vols., Valencia, Albatros Edicions,
1973, vol. I, p. 51.
41
Ibídem, vol. I, p. 153.
42
Ibídem, vol. I, p. 188.
43
Ibídem, vol. II, p. 92.

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la Vera Cruz o de la Sangre de Cristo. Luego comentaré el caso de los cie-


gos oracioneros de Valencia y su cofradía de la Vera Cruz.
Por último, el quinto fenómeno convergente es el culto directo a la
Sangre de Cristo. El tratado de Domenico Cavalca que poseía en su biblio-
teca la reina María de Castilla en el siglo XV promovía, como hacían otros
tratadistas de su época, la imagen de la Santa Cruz sangrante en algunos de
sus pasajes:
Longí, lo qual era quasi orb, segons que dien alguns sants, haven ferit
ab colp de lança e ubert lo costat de Jesucrist, per l’asta de la lança de-
vallà aygua sanch qui n’hixia habundantment e tocà la mà del dit Longí,
e aquell per cas fregà’s los ulls ab aquella mà sangonosa, e sobtosament
fou ilAluminat, no tant solament en lo cors, mas encara en la ànima44.

Según Cavalca, Jesucristo escampó su sangre siete veces por nosotros du-
rante su vida: 1) la circuncisión; 2) sudando gotas de sangre en el huerto de
los Olivos; 3) flagelado y azotado en la columna; 4) coronado de espinas;
5) cuando le clavaron las manos en la cruz; 6) cuando le clavaron los pies;
y 7) cuando Longinos le clavó la lanza en el costado. El dominico concluye
al respecto: Donchs, appar que de tot lo cors volgué fer la sagnia per gua-
rir tot lo cors de la Sglésia. Es decir, Cristo en su pasión hizo un baño de
sangre y de agua completo para lavar todos los pecados de la humanidad45.
En la diócesis de Valencia, la devoción a la Sangre de Cristo cobra
más importancia a partir de 1460 con la reforma del breviario valentino de
Rodrigo de Borja, obispo de Valencia, institucionalizándose definitivamen-
te el 19 de junio la fiesta de la Preciosísima Sangre de Cristo, según reco-
gen César Jordá y Vicent Pons46. En 1521, Andreu Martí Pineda publicaba
una obra dedicada a exaltar las excelencias de la Sangre de Cristo ilustrada
con grabados alusivos a esos siete momentos en los que Jesús había derra-
mado su preciosa sangre47. Además, existió una afinidad directa entre las
artes figurativas y la literatura religiosas en la Valencia del tránsito del si-
glo XV al XVI a la hora de exaltar con todo su patetismo la muerte de
Cristo en la cruz y ponderar hasta el infinito las virtudes de su sangre de-
rramada48.

44
D. CAVALCA, Mirall de la Creu, citado, vol. II, p. 19.
45
Ibídem, pp. 77-78.
46
C. JORDÁ SÁNCHEZ y V. PONS ALÓS, Las cofradías de la Vera Cruz y Sangre en la
Diócesis de Valencia: la transición de la religiosidad medieval a la moderna en las cofradías
de Xàtiva en J. Sánchez Herrero (dir.), Las cofradías de la Santa Vera Cruz, citado, pp. 773-
796, concretamente p. 778, nota 24.
47
A.M. PINEDA, Contemplacio en Honor y Reverencia de les sets vegades quel Nostre
Redemptor Jesus escampa la sua Preciosissima Sanch ab les propietats de cascuna feta, Va-
lencia, Joan Jofre, 1521.
48
M. FALOMIR FAUS, Arte en Valencia, 1472-1522, Valencia, Consell Valencià de Cul-
tura, 1996, pp. 346 y siguientes.

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LAS COFRADÍAS DE LA VERA CRUZ Y DE LA SANGRE DE CRISTO 599

4. LAS COFRADÍAS DE LA VERA CRUZ DESDE EL SIGLO XIV:


XÀTIVA, VALENCIA, ZARAGOZA Y REQUENA

Las cofradías actuales, sean de la advocación que sean, están obse-


sionadas por ser las más antiguas en su género. A veces sus cronistas pro-
claman orígenes medievales donde no los hubo y se apuntan fechas funda-
cionales que no están documentadas. El historiador profesional que se acer-
ca a estas instituciones para estudiar su pasado debe comenzar por desmiti-
ficarlo, separando lo que está inventado de lo que está documentado. Hoy
por hoy, a falta de más investigaciones, sólo conozco cuatro cofradías de la
Vera Cruz documentadas en los países de la Corona de Aragón. La más
antigua de todas, sin que esto para mí signifique ningún factor de relevan-
cia especial, salvo que hubiese servido de modelo a otras cofradías poste-
riores bajo la misma advocación o en su contexto local, es la de la Vera
Cruz de Xàtiva. Sólo un artículo se ha hecho eco de manera monográfica
de aquellas ordenanzas que publicó Manuel de Bofarull y de Sartorio en
1876, aunque se centra principalmente en cuestiones lingüísticas49. El docu-
mento referido no es el acta fundacional de la cofradía sino una segunda
confirmación posterior a cargo de Pedro IV, fechada en Zaragoza el 25 de
octubre de 1381. Esta entidad se creó por un privilegio de la reina Leonor
de Castilla, a la que ya he aludido con anterioridad, otorgado en la ciudad
de Zaragoza el 21 de octubre de 1333. En esa fecha ella era la señora natu-
ral de Xàtiva por donación que de ésta le hizo su marido Alfonso IV de
Aragón. Y como se indica en el prefacio del documento, el 27 de abril de
1339 dichos capítulos fueron confirmados por primera vez a cargo de su
sucesor, el rey Pedro IV, en una carta suya dada en Valencia.
La reina Leonor de Castilla, en calidad de señora feudal de Xàtiva,
instituye una cofradía bajo la invocación de Nuestro Señor Jesucristo, la
Virgen María y la Santa Vera Cruz con el objetivo de que en ella se hagan
penitencias, limosnas y obras de caridad y de misericordia. Entre 1333 y
1381 dicha cofradía fue dotada de muchos otros singulares privilegios, gra-
cias, inmunidades, indulgencias y favores por parte tanto de la monarquía
como de la iglesia. Desconocemos cuáles fueron aunque en el texto de las
ordenanzas se citan algunos como luego diré. Lo cierto es que la solicitud
de nuevas ordenanzas en 1381 parte de ciertos prohombres y personas de la
ciudad de Xàtiva que son cofrades, encabezados por Bartomeu March que
era notario y ciudadano de la población. Considerando la especial devoción
que siente el rey Pedro IV por la Santa Cruz y queriéndolo imitar en esa
creencia, los prohombres ordenan de nuevo la cofradía.

49
M. DE BOFARULL Y DE SARTORIO, Colección de Documentos Inéditos del Archivo Gene-
ral de la Corona de Aragón, Barcelona, 1876, doc. XLVIII, pp. 205-234. Veáse A. VENTURA
CONEJERO, Ordinacions de la confraria de la Vera Creu de Xàtiva: introducció i comentaris
en “Papers de la Costera”, 5 (1987), pp. 213-225.

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600 GERMÁN NAVARRO ESPINACH

El rey de Aragón es el cofrade mayor junto a la reina, el duque de


Gandia, los infantes, el obispo de Valencia, el arcediano y el vicario de la
iglesia de Xàtiva, y todos los frailes predicadores y franciscanos de los con-
ventos de la ciudad (cap. III). Los otros cofrades de la hermandad son 200
legos entre caballeros, generosos y ciudadanos; 200 cofradesas viudas, sin
contar las mujeres de los legos que serán también cofradesas por serlo sus
maridos; y 50 presbíteros del clero secular (cap. IV). A lo largo de los 65
capítulos que componen estas ordenanzas se expresa con precisión todas y
cada una de las actividades que caracterizan a la cofradía bajo la dirección
del prior y los mayorales. Del conjunto quiero destacar que, a reverencia
de Jesucristo bajo cuyo nombre la cofradía es intitulada, cofrades y cofra-
desas acompañarán el cuerpo precioso del Señor en la procesión con sus
cirios en la mano el día de Corpus Christi (cap. XXXI). Se menciona tam-
bién una licencia real dada en Almenara el 11 de mayo de 1375 sobre las
ejecuciones de pias causas de la cofradía que podían llevar a cabo sus men-
sajeros (caps. XLIIII y LXIII). Existía un libro padrón a cargo del escriba-
no desde que el citado notario Bartomeu March fue regidor del mismo y
prior de la cofradía en 1376 (cap. LXI). Consta asimismo otro privilegio
real dado en Zaragoza el 7 de octubre de 1347 en el que se donaba para
mantenimiento de la cofradía una renta censal anual de 1.000 sueldos car-
gada sobre el realengo, aunque en 1381, año de la reforma de las ordenan-
zas, la cofradía no percibía sino 650 sueldos de renta anuales, poco más o
menos, que procedían de las casas, posesiones, campos, viñas, huertos,
tierras censales y otras propiedades que tenía dicha entidad desde su funda-
ción (cap. LXIIII). De forma complementaria, en el Archivo Diocesano de
Valencia se conserva un litigio entre el prior de la cofradía y la persona que
debía ceder la capilla en la iglesia de Xàtiva para los actos religiosos. Pare-
ce ser que, al principio, tenía como sede el convento de Predicadores pero
en el siglo XVI estaba ubicada en la iglesia colegial, según muestra una
concordia del 22 de mayo de 1570 entre el cabildo y la cofradía, localizada
en el archivo municipal, en la cual se concedía entre otras cosas a dichos
cofrades y cofradesas un lugar privilegiado en la procesión del Corpus
Christi50.
La Vera Cruz de Xàtiva no es la única cofradía de esta advocación
que existía en el reino de Valencia. Manuel Benítez ha puesto de manifiesto
el caso de la cofradía de ciegos de Valencia que en las ordenanzas del año
1329 aparecía bajo el título de la Virgen María, mientras que en los capítu-
los solicitados en el año 1407 se encontraba bajo el signo de la Vera Cruz.
En estos mismos capítulos se solicitaba cambiar la fiesta anual de la cofra-
día que era los octavos de Pascua florida a la fiesta de la Exaltación de la
Cruz del 14 de septiembre. El autor ha encontrado hasta cuatro privilegios
distintos de esta cofradía en la serie de registros de cancillería real del Ar-

50
J. BELLVER BLASCO, Cofradía de la Purísima Sangre de Cristo y de Ntra. Sra. de la
Soledad. Apuntes históricos, siglos XVI-XIX, Xàtiva, 2000, pp. 24-25.

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LAS COFRADÍAS DE LA VERA CRUZ Y DE LA SANGRE DE CRISTO 601

chivo de la Corona de Aragón. Los miembros de esta hermandad poseían


una casa en la parroquia de la Santa Cruz para reunirse, comer y tener ca-
pítulo. Interesa resaltar que desde 1392 esta cofradía obtuvo licencia para
comprar censales y otros bienes de realengo, con lo cual, una hermandad
de ciegos pobres, de claro corte benéfico y asistencial, se irá convirtiendo
poco a poco en una sociedad rentista51.
Lo cierto es que esta cofradía en sus orígenes, antes de adoptar la
advocación de la Vera Cruz, ya celebraba su fiesta patronal en la iglesia
parroquial de la Santa Cruz de la ciudad de Valencia. Esta circunstancia se
mantuvo así desde 1329 hasta 1610 por lo menos, a tenor de la relación que
se hizo ese año sobre el estado de la diócesis valenciana y que, al hablar de
la citada iglesia de la Santa Cruz, explica que en ella hay una cofradía de
ciegos que tiene casa y capilla en la cual se dice misa, con sus constitucio-
nes visitadas por el ordinario52. No resultaría extraño que los ciegos valen-
cianos decidiesen cambiar su advocación a la Vera Cruz al escuchar los
sermones de san Vicente Ferrer. Precisamente, en el sermón que predicaba
el 14 de septiembre –festividad de la Exaltación de la Santa Cruz y fiesta
patronal de la cofradía de ciegos– contaba cómo al principio la Santa Vera
Cruz era menospreciada por los infieles, pero después fue muy honrada,
sobre todo por los muchos milagros que acontecieron con ella, entre otras
cosas porque iluminaba a los ciegos (que ilAluminava los cechs)53. ¿Promo-
vió san Vicente Ferrer conscientemente el cambio de advocación de esta
cofradía? ¿Si no de quién partió la iniciativa? ¿Es esta cofradía de ciegos de
la Vera Cruz de Valencia la que se cita en 1570 en un documento de Re-
quena?54 Desde luego, la relación de la diócesis de Valencia de 1610 no
nombra otra con esa advocación en la ciudad.
En Zaragoza se ha documentado en 1360 la presencia de una cofra-
día de la Santa Cruz adscrita a la iglesia parroquial del mismo título. En la
parroquia de Santa Engracia en 1394 también existía una cofradía de la
Crucifixión del Señor y Santa María55. Sin embargo, fray Roque Alberto
Faci da una noticia importantísima sobre la existencia de una cofradía de la
Vera Cruz distinta a las anteriores al hablar de las reliquias de la Santa
Cruz que se conservaban en el Aragón de su época. La primera reliquia
que cita es la que se veneraba en el convento del Carmen de Zaragoza, una
preciosísima porción del Lignum Crucis regalada junto con otras reliquias

51
M. BENÍTEZ BOLORINOS, Las cofradías medievales en el Reino de Valencia (1329-
1458), Universidad de Alicante, 1998, pp. 29, 45 y 137.
52
Ibídem, p. 154. Véase Relaciones sobre el estado de las diócesis valencianas, edición
a cargo de M. M. Cárcel y V. Cárcel, Valencia, Generalitat Valenciana, 1989, tomo II (Va-
lencia), p. 739.
53
SANT VICENT FERRER, Sermons, vol. III, citado, p. 297.
54
Véase nota 29 supra.
55
A. DEL CAMPO GUTIÉRREZ, Aproximación a un mapa devocional de Zaragoza en el
siglo XIV en “Turiaso. Revista del Centro de Estudios Turiasonenses”, XVI (2001-2002), pp.
87-143, en concreto pp. 115 y 140.

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por la reina doña María, esposa de Alfonso V el Magnánimo. La reina fue


benefactora del convento y llegó a celebrar en su edificio las cortes de
1441:
A devocion, y con titulo de esta Santisima Reliquia se fundo en dicho
Convento la Antigua Cofadria de la Santa Vera Cruz, y se hacia Proces-
sion de la disciplina, cuyos Cofadres eran los mas Nobles de Zaragoza:
consta de las memorias antiguas del Convento, y Bulas de la Cofadria, y
lo noto todo el Padre Murillo, en las Excelencias de Zaragoza56.

La fecha de la entrega es de 1450 según documenta como testigo ocular el


mismo padre Faci, puesto que la reliquia fue entregada por la reina al con-
vento engastada en una cruz grande de plata sobredorada que en el año
1652 fue restaurada, y que el 21 de abril de 1724 él mismo pudo ver la ins-
cripción que contenía debajo del pie de dicha cruz:
DONA FUERE HUIC. FAC. CAR. CAENOB. PRO AMOR. PIGNO. MAG. A.
REGINA ARAGO. MARIA, ALFON. REG. SPON. ANNO 1450.

Según Faci, la cofradía de la Vera Cruz de Zaragoza celebraba sus fiestas


el 3 de mayo y el 14 de septiembre con gran solemnidad, y quizás los exce-
sos en gastos acabaron por consumir la hermandad y toda su grandeza. Las
indulgencias papales que tenía concedidas eran muchas, comenzando por la
bula de Paulo III de 1536 donde se dio indulgencia plenaria a todos los que
tomasen disciplina de Sangre, instituida por san Vicente Ferrer en la Villa
de Graus (cita textual de Faci) o alumbraran alguno de los pasos de la pro-
cesión. Toda la documentación de esta cofradía estaba, según dicho autor,
en el archivo del convento. Mi investigación al respecto no ha hecho más
que comenzar, teniendo en cuenta que, al menos, entre 1450 y 1536 esta
hermandad existió y ha debido de dejar pruebas fehacientes de ello en al-
gún sitio.
Sobre la cofradía de la Vera Cruz de Requena se ha escrito un bre-
ve ensayo de interpretación que pretende actualizar las monografías erudi-
tas de José Antonio Díaz de Martínez57 y Rafael Bernabeu58. Dicho estudio
sitúa aproximadamente la fecha de fundación de esta hermandad en 1560 en
relación directa con la bula concedida por el papa Paulo III a los cofrades
de la Vera Cruz de Toledo el año 153659. Efectivamente, todo parece indi-
car que esa bula tuvo gran influencia en la aparición o consolidación de

56
R.A. FACI, Aragon, reyno de Christo y dote de Maria Santissima, Zaragoza, 1739-1750,
edición facsimilar a cargo de la Diputación General de Aragón, Zaragoza, 1979, tercera parte,
pp. 28-29.
57
J.A. DÍAZ DE MARTÍNEZ, Historia de la venerable cofradía de la Vera-Cruz..., citado.
58
R. BERNABEU LÓPEZ, La Vera Cruz requenense. Efemérides, ceremonias, litigios, orde-
naciones y curiosidades, Requena, Artes Gráficas Molina, 1955.
59
C. JORDÁ SÁNCHEZ, La cofradía de la Vera Cruz de Requena en J. Sánchez Herrero
(dir.), Las cofradías de la Santa Vera Cruz, citado, pp. 761-771.

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muchas cofradías similares en España, tal y como confirma la copia que la


cofradía de Requena solicitó en 1570 a la de Toledo y a la que antes he
aludido. Más noticias sobre este tipo de hermandades en la Corona de Ara-
gón no tengo por el momento, aunque estoy estudiando cualquier noticia
sobre hospitales, iglesias parroquiales o capillas dedicadas a la Santa Cruz
para indagar sus posibles vinculaciones con actividades cofrades. Algunos
ejemplos significativos pueden ser los hospitales de la Santa Cruz y San
Pablo de Barcelona o el de la Santa Cruz de Tortosa, o los monasterios de
Santa Cruz de la Serós en las cercanías de Jaca y el de Santes Creus en Ta-
rragona.

5. LAS COFRADÍAS DE LA SANGRE DE CRISTO DESDE EL SIGLO XVI:


ZARAGOZA, CASTELLÓN, ALCOI, CULLERA Y OTRAS MUCHAS

El primer documento conservado sobre la hermandad de la Sangre


de Cristo de Zaragoza data del 28 de octubre de 1554. Se trata de un acuer-
do firmado en presencia del notario Juan Díaz de Altarriba con el convento
de San Agustín para establecer allí la asistencia espiritual a los condenados
a muerte. Fue transcrito y publicado por el profesor Ángel San Vicente y
nunca ha sido estudiado con profundidad, teniendo en cuenta la informa-
ción tan importante que contiene60. Para empezar, la concordia habla de la
confraria nuebamente instituida en dicho monesterio llamada de la Sangre
de Cristo. La expresión no deja claro si la cofradía se fundó antes en otro
convento o iglesia. Lo cierto es que en un párrafo del acto notarial se lee:
la principal causa y debocion que ha mobido a los dichos confrayres de
la dicha confraria para ordenar la dicha Hermandat y Confraria de la
Sangre de Jesuchristo es para consolar y ayudar a bien morir como cato-
licos cristianos a los condempnados y sentenciados a muerte en la dicha
ciudad de Çaragoça, y ayudarles a bien morir y acompanyarles por las
calles asta ser muertos, y porque esto no se puede bien hazer con legos
sin que entrebengan religiosos e personas ecclesiasticas, asi para los
confesar como para consolarlos y ayudarles a bien morir.

La hermandad existía, por tanto, antes de fijar este acuerdo. ¿Desde cuán-
do? ¿Hay referencias en testamentos del siglo XV a la actividad de esta co-
fradía?
En la práctica el acuerdo va mucho más allá de pedir simplemente
la asistencia espiritual a los frailes de San Agustín. El convento da a los
mayordomos y cofrades de la Sangre la capilla bulgarmente llamada del

60
A. SAN VICENTE PINO, Instrumentos para una historia social y económica del trabajo
en Zaragoza en los siglos XV a XVIII, Zaragoza, Real Sociedad Económica Aragonesa de
Amigos del País, 1988, tomo I, doc. 145, pp. 275-278. Véase el breve análisis que ofrece
sobre dicho documento la tesis de licenciatura de J.L. GÓMEZ URDÁÑEZ, La Hermandad de la
Sangre de Cristo de Zaragoza. Caridad y ritual religioso en la ejecución de la pena de muer-
te, Zaragoza, Asociación para el Estudio de la Semana Santa, 2004 (reedición de la obra origi-
nal publicada por la Institución Fernando el Católico de Zaragoza en 1981).

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Crucifixo, sitiada en la claustra del dicho monesterio, para que los dichos
confrayres puedan tener y tengan la invocacion de la dicha confraria en la
dicha capilla. En ella tienen licencia además para enterrarse los cofrades y
sus sucesores dende la primera grada de la dicha capilla todo el spacio de
ancho y largo asta la paret frontera exceptado la sepultura de Ochoa de
Marquina. Ahí celebrarán sus misas y las fiestas patronales. Cada año, el
jueves santo por la noche, harán los cofrades una procesión de disciplinan-
tes con la mayor devoción que puedan, acompañados de los frailes del con-
vento. El itinerario viene registrado en el documento: saliendo de San
Agustín irán a la Seo pasando por la casa de doña María Cariñena; de la
Seo al Pilar y de aquí a San Antón y San Pablo; de San Pablo por la Ceda-
cería y Coso arriba hasta San Francisco, el Hospital, San Gil, San Pedro; y
al cabo de la calle volviendo por la Magdalena al dicho monasterio de San
Agustín.
En el plazo de tres años a partir de la fecha de la concordia firma-
da, los cofrades quedan obligados a hazer hazer a sus costas un Crucifixo
para llebar en la procesion de juebes sancto y otras procesiones de la qua-
resma. El encargo correrá a cargo de los dineros de la cofradía. El domin-
go de Cuaresma harán otra procesión de disciplinantes alrededor del dicho
monasterio como lo han hecho algunos anyos para coger limosnas, a partir
a medias entre la cofradía y el convento. Obsérvese cómo con anterioridad
a este acuerdo de 1554 parece que la hermandad ya hacía procesiones en
torno a San Agustín. Por añadidura, el convento entregaba también a dis-
posición de los cofrades la cámara y patio de la librería que había dentro de
la citada capilla del Crucifijo para que tuviesen un almario y archiu para
tener las scripturas de la confraria y la bulla de las indulgencias. ¿Se re-
fiere a la bula de Paulo III de 1536? ¿Ya existía entonces esta cofradía?
Los cofrades de la Sangre de Zaragoza quedaban obligados también
a hacer a su costa una arca donde estarían guardadas las camisas y todos
los aparejos para hacer la procesión de los disciplinantes. En caso de que se
disolviera la hermandad, habría que restituir al dicho convento las veinti-
cinco camisas de disciplinantes que éste había hecho ya a su cargo. Y en
cuanto al acompañamiento de los condenados a muerte se realizaría desde
la cárcel por las calles hasta que el sentenciado hubiese expirado con la
mayor devoción pues con el cuerpo paga la deuda que por sus delitos me-
resce el alma con verdadera penitencia y contricion alcance la bienabentu-
rança para la qual fue criada. Dos padres religiosos del convento irán con
los cofrades para confesar y velar a los reos en la cárcel la noche antes de
salir para que se cumpla la sentencia públicamente.
Por otra parte, las dimensiones que tiene la capilla del Crucifijo
permiten acoger al prior y a los frailes del convento de San Agustín de Za-
ragoza para la firma del acuerdo, esto es, un total de once personas. Sin
embargo, los honorables mayordomos y cofrades de la hermandad de la
Sangre de Jesucristo por ser una cifra mayor de asistentes se reúnen en el
refectorio mayor del dicho monasterio. Suman un total de 27 personas cu-
yos nombres paso a reproducir a continuación por orden alfabético, anotan-

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do en cursiva algunas hipótesis de trabajo sobre su identidad que proporcio-


nan los listados onomásticos publicados o la documentación inédita disponi-
ble sobre el siglo XVI:
Bueris, Beltrán, maestre, sombrerero
Burgos, Bartolomé de
Burguñón, Juan, maestre, hijo del sastre del mismo nombre
Casanova, Bernardo, maestre
Castillo, Pedro
Caxo, Juan del, maestre, corredor de ropa
Cherte, Juan de
Coreta, Miguel
Espinosa, Juan de
Gan, Juan de, hijo del pelaire Arnau de Gan
Garnica, Martín de, padre del cirujano Juan de Garnica
Grez, Martín de
Lamata, Pedro, sastre
Lasmartes, Francisco, maestre
López, Miguel, bonetero
Madrigal, Felipe de
Martínez, Pedro, mayordomo, sombrerero
Murcia, Juan de, llamador, hijo del médico Nicolás de Murcia
Navarro, Agustín
Oña, Juan de
Palacio, Salvador, maestre
Ramos, Juan
Raya, Juan de la, mayordomo
Ricla, Jaime de, maestre, esgrimista
Romerales, Pedro
Vidal, Domingo
Xatel, Esteban

¿Quiénes son estas personas? ¿A qué perfiles sociales responden en


la Zaragoza de mediados del siglo XVI? Por las hipótesis de trabajo que
manejo se trata de gentes de la ciudad vinculadas a profesiones artesanales
o del comercio (bonetero, corredor de ropa, sastre, sombrerero). No parece
tratarse de una cofradía de nobles y clérigos al estilo de algunas de las que
hemos hablado. Además, un siglo después de este documento, concreta-
mente el 12 de mayo de 1648, la sede de la hermandad se trasladó al con-
vento de San Francisco con un acuerdo similar al que en un principio se
estableció con los frailes de San Agustín61. Tal vez por eso el padre Faci
habla de la cofradía de la Sangre de Cristo y de la Madre de Dios de la Mi-
sericordia como una hermandad fundada en el convento de San Francisco

61
J.L.GÓMEZ URDÁÑEZ, La Hermandad de la Sangre de Cristo, citado, p. 12.

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de Zaragoza, en el Coso, dedicada a dar caridad a los desamparados, así


vivos como difuntos. Según relata este autor, tenía una espaciosa capilla
que se veía en el atrio de la iglesia de dicho monasterio. Había en ella una
imagen del Señor bajado de la cruz:
de esta S. Imagen se podria dezir mucho, si por descuydo (y quiza por
culpa) de los Secretarios de dicha Cofadria, no se huvieran perdido los
Libros antiguos de ella, en que se tratava de su fundacion, y favores de
esta Sta. Imagen: a ellos nos remite la Historia M. S. de dicho Conven-
to.

Es el Santo Crucifijo del Descendimiento con el que se hacía procesión por


el Coso el día de la Invención de la Cruz a cargo de dicha cofradía, repi-
tiéndose la misma procesión en la festividad de la Exaltación. Hubo tam-
bién en esta cofradía otra imagen denominada el Santo Cristo de la Cárcel
con el que se acompañaba a los condenados a muerte62.
La cofradía de la Sacratísima Sangre de Jesucristo de Castellón de
la Plana ya existía en 1549 y desde sus orígenes aparece vinculada a la asis-
tencia hospitalaria. No se ha hallado documento alguno que nos hable de la
actividad de esta cofradía antes de esa fecha63. En 1562 era clavario el no-
tario Marc Arrufat y en la primera acta conocida de una junta de esta cofra-
día en el año 1565 figura como clavario el droguero Jaume Gombau y co-
mo mayorales el sastre Andrés de Dueñas y el labrador Andreu Lluch. El
estudio sociológico de sus componentes a través de las bases de datos pro-
sopográficas disponibles confirma la identidad ciudadana dominante prota-
gonizada por profesiones liberales, oficios artesanales, pequeños comer-
ciantes y labradores64. Ese año de 1565 las autoridades municipales conce-
dieron a la cofradía diversas estancias del hospital de la villa, a saber, la
capilla y el dormitorio de los pobres con ciertas cámaras y la cocina del
dicho hospital. La cofradía correría con los gastos de la construcción de
otra cocina y un apartamento para el hospitalero, así como un nuevo dormi-
torio. También poseía capilla propia desde 1572 en un rincón del claustro
junto al huerto del convento de San Agustín y dos años antes se cita en un
testamento como loable confraria de la Sanch de Jesuchrist de la Sglésia
Major de dita vila.
La cofradía de la Sangre de Nuestro Redentor y Señor Jesucristo de
la villa de Alcoi vio aprobados sus estatutos fundacionales el 27 de marzo
de 1545 por el vicario general de Valencia. El texto con los cinco capítulos
que contienen los citados estatutos ha sido publicado por la profesora Mila-

62
R.A. FACI, Aragon, reyno de Christo, citado, primera parte, pp. 40-41.
63
Continúa siendo fundamental el apéndice de documentos publicado por L. REVEST COR-
ZO, El Hospital de Castellón y la Cofradía de la Sangre en “Boletín de la Sociedad Castello-
nense de Cultura”, XX (1944), pp. 142-158 y 165-191.
64
P. IRADIEL MURUGARREN; D. IGUAL LUIS; G. NAVARRO ESPINACH; J. APARICI MAR-
TÍ, Oficios artesanales y comercio en Castelló de la Plana (1371-1527), Castellón, Fundación
Dávalos-Fletcher, 1995.

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gros Cárcel65 y nos permite extraer varios comentarios con vistas a estable-
cer comparaciones con Zaragoza y Castellón. La hermandad nace destinada
a acompanyar lo combregar dels confrares malalts, visitar y servir aquells
qui seran pobres quant seran requests. Se concede licencia para que funden
una capilla situada cerca del hospital de San Cristóbal en Alcoi y podrán
formar parte de la cofradía qualsevol persones de qualsevol condició, ho-
nestes y de bona fama. Aunque más adelante se insiste en que ningún ma-
yoral pueda ser converso ni amigado ni hombre de mala fama, sólo si es
buena persona. Algo que, como es obvio, decidían los miembros de la jun-
ta según el sistema de valores imperante. La señal identitaria de la cofradía
era un escudo blanco con las cinco llagas de Cristo (recuérdese las cinco
misas por la devoción a las cinco llagas que se ordenan en muchos testa-
mentos de la época). El acto central del calendario festivo en la casa que
serviría de sede a la cofradía de Alcoi resultó ser, sin duda, specialment lo
Dijous Sanct, per a que en aquella se ajuste lo prior ab tots los del ramat
dels açotants de la confraria de la Sanch de Jesu Christ y en aquella tor-
nats se puguen curar. De todos estos datos quiero destacar que la cofradía
de Alcoi se concibe a diferencia de la de Zaragoza o Castellón como una
entidad solidaria aparentemente sólo con sus propios asociados más desfa-
vorecidos. No acompaña a los condenados a muerte. Otra diferencia nota-
ble es que aquí se alude a un emblema identitario del colectivo, aspecto que
no se menciona en la documentación de las otras entidades. Sí que coincide
claramente al menos con Zaragoza, a falta de los estatutos fundacionales de
la de Castellón, en considerar el momento central del año la procesión de
disciplinantes del Jueves Santo que, en Alcoi, se preve lo suficientemente
dura y exacerbada como para aludir a la curación de los heridos que tiene
lugar en la casa de la cofradía al terminar dicha procesión.
En el Archivo Diocesano de Valencia se encontraron también otros
cinco capítulos fundacionales de la cofradía de la Sangre de Cullera del 9
de julio de 1546, aprobados asimismo por el vicario general de la sede va-
lentina66. La finalidad de la hermandad de Cullera es idéntica a la de Alcoi,
creada un año antes. Acompañarán los cuerpos de los cofrades difuntos y
ayudarán a los enfermos, visitando y sirviendo a los más pobres. Para sus
fiestas dispondrán de la capilla de la Sangre del hospital de San Juan en
Cullera y sólo podrán formar parte de la entidad personas honestas y de
buena vida y fama. El oficio más solemne se celebrará en la misa de Cir-
cuncisión y Sangre de Jesucristo, y el acto central lo constituirá la proce-
sión de disciplinantes del Jueves Santo. Finalmente, se alude a la señal de
la cofradía pero no se especifica en qué consiste como sucede en Alcoi.

65
M.M. CÁRCEL ORTÍ, Aportación al estudio de las cofradías valencianas del siglo XVI:
la cofradía de la Sangre de Alcoy en Corrientes espirituales en la Valencia del siglo XVI
(1550-1600), «Actas del II Symposion de Teología Histórica (Valencia, 20-22 de abril de
1982)», Valencia, 1983, pp. 391-399.
66
M.M. CÁRCEL ORTÍ, Capítulos de la cofradía de la Sangre de Cullera en “Quaderns
de Sueca”, III (1982), pp. 81-93.

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Tampoco en ambas cofradías valencianas hay datos sobre la sociología de


sus miembros tal y como ha podido tratarse en Zaragoza o Castellón.
Por otro lado, las primeras noticias disponibles sobre las cofradías
de Alcoi (1545), Cullera (1546) y Castellón (1549) llaman la atención so-
bre un hecho importante. ¿Sirvió de modelo la ciudad de Valencia al res-
pecto? ¿Qué se sabe de la cofradía de la Sangre de Valencia? El padre Tei-
xidor alude a un milagro ocurrido en Mislata que fue el origen del culto a
la Sangre de Cristo en el reino de Valencia. Al crecer esta devoción el papa
Paulo III instituyó una fiesta conmemorativa con una bula fechada el 14 de
abril de 1540. A causa de ello, en la ciudad de Valencia se creó una cofra-
día cuyas constituciones fueron aprobadas por el vicario general diocesano
el 15 de marzo de 1535. En un principio los cofrades no tenían casa para
reunirse pero el 11 de marzo de 1538 compraron el Hospital de la Reina y
allí constituyeron su iglesia de la Sangre67. La relación de la diócesis del
año 1610 explica que en el ámbito de la parroquia de San Martín en la ciu-
dad de Valencia hay una casa y cofradía de la Sangre de Christo donde hay
muchos cofrades legos para la disciplina del Jueves Santo, tienen sus cons-
tituciones visitadas por el ordinario y dicen misas por los cofrades68. No se
pierda de vista que en 1596 el patriarca San Juan de Ribera fundó el con-
vento de la Sangre de Cristo en un lugar provisional de Valencia y que el
27 de julio de 1605 está fechada la bula del papa Paulo V por la que se
constituye la Provincia Capuchina de la Preciosísima Sangre de Cristo de
Valencia69.
En 1610, también en Xàtiva se registra una cofradía de la Sangre
según la relación de la diócesis: Una cofradía de la Sangre de Christo para
la disciplina del Jueves Sancto instituida en el monasterio de San Francis-
co, con sus constituciones visitada por el ordinario70. Idéntica noticia se
recoge para Gandía donde hay otra cofradía de la Sangre de Cristo con su
casa, capilla y constituciones, visitada por el ordinario, que sirve para la
disciplina del Jueves Santo71. La de Xàtiva existía cuarenta años antes por
lo menos a tenor de un inventario de bienes de la cofradía del año 1569, en
el cual se reseñan entre otras cosas un crucifijo para la procesión del Jueves
Santo y otro de madera con un Cristo pintado para que lo llevaran con sus
propias manos los sentenciados72.
En contraste con todos estos ejemplos valencianos, parece que la
cofradía de la Sangre de Barcelona fue fundada en 1547 por otra bula papal
y tuvo su sede en la capilla del Santísimo Sacramento de la Iglesia de Nues-

67
J. TEIXIDOR, Antigüedades de Valencia, Valencia, 1895, tomo II, pp. 359 y siguientes.
68
Relaciones sobre el estado de las diócesis valencianas, citado, p. 725.
69
J.V. CIURANA VIGUER, Fundación y fundadores de la Provincia Capuchina de Valen-
cia, Valencia, Curia Provincial de Hermanos Menores Capuchinos, 1996.
70
Relaciones sobre el estado de las diócesis valencianas, citado, p. 744.
71
Ibídem, p. 747.
72
J. BELLVER BLASCO, Cofradía de la Purísima Sangre de Cristo, citado, pp. 66-67.

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tra Señora de los Reyes, también llamada del Pino73. Tengo noticias sobre
cofradías bajo esta misma advocación erigidas en el siglo XVI en Tarrago-
na, Alicante, Sagunto y otras muchas partes de la Corona de Aragón, por
no citar el Hospital de la Sangre de Palma de Mallorca o las iglesias de la
Sangre de Onda o Llíria. Ocurre aquí como en el caso de la Vera Cruz.
Las pistas son numerosas y hay que sondearlas de manera rigurosa y siste-
mática, comparando los ejemplos identificados unos con otros sin seguir
cayendo en la erudición localista que no mira más allá de su estrecha reali-
dad puntual. Los estudios existentes sobre cofradías en la Corona de Ara-
gón serán muy útiles en la búsqueda de respuestas74. ¿Existe alguna rela-
ción clara entre las fundaciones de cofradías de la Sangre en unos y otros
lugares? ¿Quiénes están detrás del detonante que institucionaliza una devo-
ción en forma de hermandad cofrade bajo su advocación?

6. BALANCE PROVISIONAL

En los reinos hispánicos de la Edad Media, diversas devociones


sobre la Cruz y la Sangre de Cristo revitalizadas por el fenómeno de las
Cruzadas y el ideal de la Reconquista pasaron a integrarse a partir del si-
glo XIV en cofradías penitenciales bajo la advocación de la Vera Cruz. El
fenómeno se completó a partir del siglo XVI cuando proliferaron en España
otras cofradías dedicadas a la Sangre de Cristo que eran muy parecidas en
líneas generales a las de la Vera Cruz, hasta el punto de poder afirmarse,
en efecto, que ambos tipos de entidades convergen en el origen de la Pa-
sión o de la Semana Santa bajo dos advocaciones diferentes que incluso
muchas veces aparecen unidas. La verdad es que si bien prevaleció en Cas-
tilla el título de la Vera Cruz, en los territorios de la Corona de Aragón
destaca más la dedicación a la Sangre de Cristo, aunque ello no significa
que no existiesen algunas bajo la advocación de la Vera Cruz, y no sólo la
de Xàtiva como se creía hasta ahora. Lo que todavía no me queda claro y
tendremos que seguir investigándolo es el motivo por el cual las cofradías
de la Corona de Aragón adoptaron preferentemente el título de la Sangre

73
Real Ilustre Archicofradía de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo de Barce-
lona, Barcelona, 1914.
74
A destacar, aparte de la bibliografía ya citada en este artículo, los estudios de I. ESCA-
GES JAVIERRE, Cofradías de hijosdalgo del medioevo aragonés en “Hidalguía”, 28 (1980), pp.
425-432; M. LLOP CATALÁ, La predicación y las cofradías valencianas, siglos XIV-XV en
“Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura”, LVIII (1982), pp. 5-58; J.F. CABESTANY
FORT, Confraries i gremis a Barcelona. Segles XIII al XVI en “Finestrelles”, 2 (1990), pp.
141-145; G. ENSENYAT PUJOL, Notes sobre els primers gremis i confraries coneguts a Mallor-
ca (segles XIII-XVI) en las actas del congreso La manufactura urbana i els menestrals (segles
XIII-XVI), Palma de Mallorca, 1991, pp. 247-250; A. HEVIA BALLINA, Las cofradías en la
vida de la Iglesia: un mundo de comunicación para la piedad y la caridad. Un censo de docu-
mentación de cofradías de la Iglesia en España en las actas del congreso Los archivos de la
Iglesia, presente y futuro, Barcelona, 1990, pp. 77-108; y J. SÁNCHEZ HERRERO, Las cofra-
días alicantinas y valencianas y su evolución durante los siglos XIII al XVI en las actas del
congreso 1490. En el umbral de la Modernidad. Las ciudades y el Mediterráneo de los siglos
XV-XVI, Valencia, 1994, pp. 301-363.

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frente a las castellanas que optaron por el de la Vera Cruz, hasta el punto
de que las pocas cofradías aragonesas de la Vera Cruz que hubo fueran
promovidas principalmente por reinas castellanas como Leonor, segunda
esposa de Alfonso IV de Aragón, o María, casada con Alfonso V el Mag-
nánimo. No se olvide, sin embargo, que las primeras cofradías de la Vera
Cruz que se fundan en el vecino reino de Navarra son de la segunda mitad
del siglo XVI y no anteriores, y surgen en aplicación de las disposiciones
establecidas por el propio Concilio de Trento75.
Según Fermín Labarga, no es extraño que para estas cofradías, llá-
mense de la Vera Cruz o de la Sangre de Cristo, una de sus principales
devociones sea la de las Cinco Llagas, como plasma el escudo de la de Al-
coi. El culto y la devoción a las cinco llagas de Cristo (las de los cuatro
clavos y la de lanza clavada en el costado) también se encuentran estrecha-
mente relacionados con la devoción a la Sangre de Cristo y, lo mismo que
ésta, con el muy importante culto a la adoración que la Iglesia tributa a la
Santa Cruz. La popularidad de este culto comenzó de hecho en la Edad
Media y está en relación directa con el ejercicio de la disciplina, la flagela-
ción y, en definitiva, el derramamiento de la sangre por los demás. Un
buen ejemplo iconográfico al respecto aparece en un cuadro perteneciente
al Hospital de la Sangre de Palma de Mallorca. En la iglesia de dicho hos-
pital se fundó a mediados del siglo XVI la cofradía de la Preciosa Sangre
cuyos hermanos se disciplinaban en la procesión de tarde-noche del Jueves
Santo76.
En su estudio sobre las cofradías de la Vera Cruz en Castilla la
Nueva, la profesora Ángela Muñoz77 resumía la peculiaridad de este tipo de
asociaciones religiosas a partir de los siguientes componentes: orientación
cristocéntrica; imágenes de Cristo crucificado, fiestas específicas (Jueves
Santo, Viernes Santo, Invención de la Cruz el 3 de mayo, Exaltación de la
Cruz el 14 de septiembre, Triunfo de la Cruz el 16 de julio, Resurrección,
Corpus Christi); disciplina y procesiones penitenciales con flagelación;
distinción entre cofrades de la disciplina o de la sangre y cofrades de la luz
que no participaban en la disciplina al igual que las mujeres porque estaban
excluídas desde el principio. Es curioso que el título de la Vera Cruz para
estas cofradías de Castilla la Nueva aparece con no poca frecuencia asocia-
do al de la Sangre de Cristo y en una proporción considerablemente infe-
rior se registra el título de la Sangre de Cristo por sí solo, a la inversa de lo

75
G. SILANES SUSAETA, Las cofradías de la Vera Cruz en el reino de Navarra (siglos
XVI-XVIII) en “Hispania Sacra”, 52/106 (2000), pp. 457-478.
76
Dato proporcionado por el mismo F. LABARGA GARCÍA, La Pasión, centro de la espi-
ritualidad de las cofradías de la Vera Cruz en M. García-Esteller y D. Martín (eds.), Actas
del II Congreso Internacional de la Vera Cruz, citado, pp. 341-360. Véase también la tesis
doctoral de este autor publicada con el título Las cofradías de la Vera Cruz en La Rioja. His-
toria y espiritualidad, Logroño, 2000.
77
A. MUÑOZ FERNÁNDEZ, Las cofradías de la Vera Cruz en Castilla la Nueva. Siglos
XV-XVIII en J. Sánchez Herrero (dir.), Las cofradías de la Santa Vera Cruz, citado, pp. 183-
205.

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que sucede en la Corona de Aragón. Ahora bien, hay que reconocer que en
ambas partes el modelo de cofradía de Semana Santa más antiguo siempre
es el de la Vera Cruz, el cual empezará a difundirse a gran escala durante
la segunda mitad del siglo XVI por toda España, gracias a esas indulgen-
cias concedidas por la bula del papa Paulo III en 1536 a petición del carde-
nal Francisco de Quiñones. De esa manera, años después con el concilio de
Trento, las cofradías españolas de la Vera Cruz acabaron por convertirse
en ejemplo depurado de hermandad contrarreformista.
Creo haber podido demostrar que las reliquias jugaron un papel
fundamental en la construcción de las identidades culturales, jerarquizadas
incluso entre ellas según el grado de prestigio que se les atribuía por parte
de la monarquía y la iglesia. Las más valiosas, desde luego, eran las de la
Pasión: la Vera Cruz, el Santo Cáliz, la Sangre de Cristo, los Corporales,
el Santo Sudario, la Corona de Espinas, la Santa Faz, el Velo de la Veró-
nica, la Lanza de Longinos, la Tierra del Santo Sepulcro. Clérigos y no-
bles, papas y reyes construyeron mitos y leyendas que atrajeron todavía
más la atención de la sociedad por estos objetos tan preciados y de un valor
incalculable. Esas gentes cultas establecieron las bases del fervor popular
por las reliquias y sus milagros (dominicos, franciscanos). Pero también
por la exaltación pública de dichas creencias mediante procesiones cívicas
(como el Corpus Christi) o de disciplinantes (las promovidas abiertamente
por San Vicente Ferrer). Son muchos fenómenos, pues, los que convergen
juntos en crear el ambiente propicio para la eclosión del movimiento con-
fraternal de la Vera Cruz y de la Sangre de Cristo en la Corona de Aragón,
liderado por los grupos dirigentes y las personas más poderosas de cada
lugar, cuando no por las gentes de la burguesía y los labradores. La crono-
logía de las fundaciones no es casual. Responde a una institucionalización
de identidades culturales que ya eran latentes en cada contexto local años
antes de que las bulas papales o los concilios intentaran regularizar y homo-
geneizar los comportamientos religiosos de la población. El reto de los in-
vestigadores radica a partir de ahora en aunar esfuerzos en la comprensión
global de este fenómeno con una apuesta firme y rotunda por la historia
comparada.
Fecha de recepción del artículo: mayo 2006.
Fecha de aceptación y versión final: junio 2006.

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