NAVARRO ESPINACH - Las Cofradías de La Vera Cruz y La Santa Sangre
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NAVARRO ESPINACH - Las Cofradías de La Vera Cruz y La Santa Sangre
SUMARIO
1 – La hipótesis de Sánchez Herrero como punto de partida. 2 – El auge de las reliquias del
Lignum Crucis y las apologías de la Santa Cruz. 3 – El Santo Grial, los Corporales, la fiesta
del Corpus Christi, los Disciplinantes y la Sangre de Cristo. 4 – Las cofradías de la Vera
Cruz desde el siglo XIV: Xàtiva, Valencia, Zaragoza y Requena. 5 – Las cofradías de la
Sangre de Cristo desde el siglo XVI: Zaragoza, Castellón, Alcoi, Cullera y otras muchas. 6.
Balance provisional.
1
El presente estudio se integra en el proyecto de investigación interuniversitario Migracio-
nes, élites económicas e identidades culturales en la Corona de Aragón (1350-1500), dirigido
por el profesor Paulino Iradiel y subvencionado por el Ministerio de Educación y Ciencia
durante 2005-2008 (referencia HUM2005-04804/HIST).
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2
G. NAVARRO ESPINACH, El Hospital de Santa María de Villaespesa y de San Juan Bau-
tista en la ciudad de Teruel a través de los actos notariales de Alfonso Jiménez (1481-1518) en
“Aragón en la Edad Media”, XVI (2000), Homenaje al profesor emérito Ángel San Vicente
Pino, pp. 565-590.
3
El primer congreso se celebró en Sevilla en 1992 y el segundo en Caravaca en 2000.
Véase J. SÁNCHEZ HERRERO (dir.), Las cofradías de la Santa Vera Cruz, Actas del I Congre-
so Internacional de Cofradías de la Santa Vera Cruz (Sevilla, 19-22 de marzo de 1992), Sevi-
lla, Centro de Estudios e Investigación de la Religiosidad Andaluza, 1995; y M. GARCÍA-ES-
TELLER y D. MARTÍN (eds.), Actas del II Congreso Internacional de la Vera Cruz (Caravaca,
12-15 de octubre de 2000), Murcia, Caja de Ahorros, 2002.
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4
La formulación más reciente de esta hipótesis en J. SÁNCHEZ HERRERO y S. M. PÉREZ
GONZÁLEZ, La Cofradía de la Preciosa Sangre de Cristo de Sevilla. La importancia de la
devoción a la Preciosa Sangre de Cristo en el desarrollo de la devoción y la imaginería de la
Semana Santa en “Aragón en la Edad Media”, XIV-XV (1999), Homenaje a la profesora
Carmen Orcástegui Gros, tomo II, pp. 1429-1445. Véase también J. SÁNCHEZ HERRERO (edi-
tor), Reglas de hermandades y cofradías andaluzas. Siglos XIV, XV y XVI, Universidad de
Huelva, 2002.
5
Véase L. GARCÍA-GUIJARRO RAMOS, Perfección espiritual y guerra por la fe en el trans-
curso de la Primera Cruzada en “Acta Historica et Archaeologica Medievalia”, 26 (2005),
Homenatge a la Professora Dra. Carme Batlle i Gallart, pp.125-149. La cita y traducción de la
crónica Dei Gesta per Francos en p. 137.
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trozo del madero donde fue crucificado Jesús de Nazaret6. Entre los cruza-
dos y peregrinos que volvieron a sus países con una reliquia del Lignum
Crucis hubo monarcas y altos dignatarios, algunos de los cuales obsequia-
ron con ella a diversos monasterios, y tanto las reliquias como sus recep-
táculos fueron puntos de cristalización de la devoción popular. Un estudio
comparativo de la Vera Creu d’Anglesola con otros relicarios coetáneos ha
mostrado que ésta fue fabricada efectivamente en Jerusalén en la segunda
mitad del siglo XII. Y parece verosímil que fuera llevada a Urgell por los
mismos canónigos del Santo Sepulcro7. Resulta pues cada vez más evidente
que la advocación y la reliquia del santo Lignum Crucis o de la Santa Vera
Cruz no son fenómenos anteriores al siglo XII en la Península Ibérica, si se
deja bien claro de una vez por todas que una cosa es la leyenda o la tradi-
ción de la antigüedad de un culto y otra bien distinta los documentos histó-
ricos que refrendan su existencia real o no8.
La devoción a la Vera Cruz a través de fragmentos de madera con-
vertidos en reliquias es un precedente lejano del siglo XII de lo que mucho
tiempo después a partir del siglo XIV fue la institucionalización colectiva
de dicho culto en forma de cofradías. En concreto, la primera noticia que
tengo al respecto alude al rey Alfonso I el Batallador (1104-1134), a quien
los monjes de Sahagún le acusan en su crónica anónima de haberse llevado
del monasterio el Lignum Crucis, regalo del emperador Alejo. El profesor
Lacarra escribía que el rey lo llevaba honoríficamente en su capilla regia
ambulante en el interior de un arca de oro puro ornada con piedras precio-
sas, junto con otros muchos relicarios. Según Lacarra, este hurto era per-
fectamente parangonable con el que cometió el arzobispo Gelmírez cuando
robó en Braga el cuerpo de San Fructuoso, calificado, sin embargo, por el
propio autor del mismo como “pío latrocinio”9.
La crónica de San Juan de la Peña, compuesta a instancias de Pe-
dro IV entre 1369 y 1372 para servir de preámbulo posiblemente a la cró-
nica de su reinado, contiene una referencia significativa al rey Jaime I en
vísperas de su muerte en 1276: el dito santo rey se fizo adozir delant sí la
santa verdadera Cruz de Ihesu Christo quel avía en uno de los sus cof-
6
J. SÁNCHEZ HERRERO, La devoción a la Cruz de Cristo, siglos IV al XV en M. García-
Esteller y D. Martín (eds.), Actas del II Congreso Internacional de la Vera Cruz, citado, pp.
19-53.
7
N. JASPERT, Un vestigio desconocido de Tierra Santa: la Vera Creu d’Anglesola en
“Anuario de Estudios Medievales”, 29 (1999), pp. 447-475. Otro ejemplo de este tipo de
piezas ha sido estudiado por J. FERRÉ PUERTO, L’art medieval a la Vall d’Albaida. La Vera
Creu d’Albaida i el seu context en el catálogo de la exposición 750 anys com a valencians:
Albaida i la Vall, 1245-1995, Ontinyent, 1995, pp. 195-211.
8
Así insiste en subrayarlo con toda razón el profesor José Sánchez Herrero en su ponen-
cia La devoción a la Cruz de Cristo…, citado, pp. 34 o 41 y siguientes.
9
J. M. LACARRA, Alfonso el Batallador, Zaragoza, Guara Editorial, 1978, p. 118. Véa-
se también M. L. LEDESMA RUBIO, Alfonso I en R. Centellas Salamero (coord.), Los Reyes de
Aragón, Zaragoza, Caja de Ahorros de la Inmaculada, 1993, pp. 41-49.
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10
Crónica de San Juan de la Peña (versión aragonesa), edición crítica de C. Orcástegui
Gros, Zaragoza, Institución Fernando el Católico, 1986, p. 94.
11
G. F. VAGAD, Corónica de Aragón, edición facsimilar de la obra impresa en 1499 con
introducción a cargo de C. Orcástegui Gros, Zaragoza, Cortes de Aragón, 1996, f.
LXXXVIv..
12
R. MUNTANER, Crònica, 2 vols., edición de M. Gustà, Barcelona, Edicions 62 i “la
Caixa”, 1979, vol. I, cap. 28, p. 56.
13
Ibídem, vol. I, cap. 54, p. 90.
14
Ibídem, vol. I, cap. 146, pp. 231-232.
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La agonía final de sus hijos y sucesores los reyes Alfonso III en 1291 y
Jaime II en 1327 son descritas por Muntaner de manera similar, con los
monarcas abrazados a la cruz encomendando sus espíritus a Dios15.
Pienso que la atracción especial que ejercía la Vera Cruz en el cro-
nista Ramón Muntaner fue lo que hizo que incidiese en relatar la muerte de
los monarcas aragoneses de esa manera, al margen de que fuera verdad o
no. De hecho, en un pasaje de su crónica dedicado a la conquista de Éfeso
confiesa que recibió por suerte como botín una reliquia valiosísima que el
mismísimo San Juan Evangelista dejó en la iglesia de aquella ciudad:
un tros de la Vera Creu, que monsènyer sant Joan Evangelista llevà ab la
sua man de la Vera Creu, d’aquell lloc on Jesucrist havia tengut lo cap;
e aquell tros era molt ricament encastat en aur, ab pedres precioses, que
valien sens nombre (que fort cosa vos seria de creure, qui us ho contava,
ço que entorn li era encastat); e ab una cadeneta d’aur que hi havia,
monsènyer sant Joan tots temps portava-la al coll.
15
Ibídem, vol. II, caps. 174 y 292, pp. 33 y 200 respectivamente.
16
Ibídem, vol. II, cap. 234, p. 114.
17
Este documento es citado y comentado por A. BELTRÁN, Estudio sobre el Santo Cáliz
de la catedral de Valencia, Valencia, 1960, p. 42.
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18
F. DE BOFARULL Y DE SARTORIO, Gremios y cofradías de la antigua Corona de Aragón
(I), tomo XL de la Colección de Documentos Inéditos del Archivo General de la Corona de
Aragón, Barcelona, 1876, doc. XLVIII, pp. 205-234. La cita textual en p. 206.
19
Ibídem, p. 207.
20
La noticia del regalo del papa Luna a Martín la recoge M.C. GARCÍA HERRERO, Martín
I en R. Centellas Salamero (coord.), Los Reyes de Aragón, Zaragoza, Caja de Ahorros de la
Inmaculada, 1993, pp.135-142, concretamente en p. 138. Esa información procede de D.
GIRONA I LLAGOSTERA, Itinerari del rey en Martí (1396-1402) en “Anuari de l’Institut de
Estudis Catalans”, IV (1911-1912), pp. 81-184. La referencia textual de la crónica de Vagad
en G.F. VAGAD, Corónica de Aragón, citada, f. CLII vº.
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21
De próxima publicación este inventario junto a otros materiales inéditos en G. NAVA-
RRO ESPINACH y C. VILLANUEVA MORTE, Gil Sánchez Muñoz (1370-1447), el antipapa Cle-
mente VIII. Documentación inédita de los archivos de Teruel en “Anales de la Universidad de
Alicante. Historia Medieval”, en prensa.
22
Este documento del Archivo de la Catedral de Valencia aparece fotografiado y puede
leerse con claridad en la fig. 3 del libro de A. BELTRÁN, Estudio sobre el Santo Cáliz, citado,
con su localización archivística en p. 129.
23
D. CAVALCA, Mirall de la Creu. Versió catalana del segle XV per Pere Busquets, 2
vols., edición de A. Gallina, Barcelona, Barcino, 1967, vol. I, p. 23.
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24
SANT VICENT FERRER, Sermons, edición de G. Schib, vol. III, Barcelona, Barcino,
1975, sermón núm. XC, pp. 297-306.
25
SANT VICENT FERRER, Sermons, edición de G. Schib, vol. VI, Barcelona, Barcino,
1988, sermón núm. CCIII, pp. 93-95.
26
Carta citada por A. MUÑOZ FERNÁNDEZ, Las cofradías de la Vera Cruz en Castilla la
Nueva. Siglos XV-XVIII en J. Sánchez Herrero (dir.), Las cofradías de la Santa Vera Cruz,
citado, pp. 183-205, en concreto p. 194.
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27
Sobre la capilla funeraria, el terno o en general la personalidad del cardenal Mendoza
véase el reciente catálogo de la exposición Ysabel, la reina católica. Una mirada desde la
catedral primada, Arzobispado de Toledo, 2005, pp. 287 y siguientes.
28
J.A. DÍAZ DE MARTÍNEZ, Historia de la venerable cofradía de la Vera-Cruz o Sangre
de Cristo Señor Nuestro fundada en el templo del Carmen de la ciudad de Requena, Requena,
Imprenta de Benito Huerta, 1850 (edición facsimilar de Librerías París-Valencia, Valencia,
1992). El texto del traslado documental de las indulgencias obtenidas por el cardenal Quiñones
en nota 33 (pp. 26-31) y la referencia a las constituciones primitivas de la cofradía de la Vera
Cruz de Valencia en nota 34 (p. 32).
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29
A. RUCQUOI, La cofradía de la Santa Sangre de Brujas en J. Sánchez Herrero (dir.), Las
cofradías de la Santa Vera Cruz, citado, pp. 277-286.
30
A. BELTRÁN, Estudio sobre el Santo Cáliz, citado, p. 80.
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31
Ibídem, p. 41 y lámina I.
32
Ibídem, pp. 44-47.
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33
J. MASSÓ TORRENTS, Inventari dels bens mobles del Rey Martí d’Aragó en “Revue
Hispanique”, XII (1905), pp. 513-590, en concreto p. 569.
34
A. BELTRÁN, Estudio sobre el Santo Cáliz…, citado, lámina III. La transcripción es
nuestra porque el autor sólo ha utilizado y transcrito exclusivamente la descripción del cáliz
que figura en segundo lugar del inventario de estas reliquias reales.
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35
J.L. CORRAL LAFUENTE, Una Jerusalén en el Occidente medieval: la ciudad de Daroca
y el milagro de los Corporales en “Aragón en la Edad Media”, XII (1995), pp. 61-122.
36
R. NARBONA VIZCAÍNO, Los juegos y espectáculos de la fiesta del Corpus Christi en los
reinos ibéricos (1264-1545) en el libro del mismo autor titulado Memorias de la Ciudad. Cere-
monias, creencias y costumbres en la historia de Valencia, Ayuntamiento de Valencia, 2003,
pp. 131-162.
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este tema confirma que las más antiguas procesiones celebradas en España
fueron las de Toledo (1280) y Sevilla (1282). En los países de la Corona de
Aragón el momento culminante del origen de las principales procesiones
conocidas es el siglo XIV: Gerona (1314), Barcelona (1319-1323), Tarra-
gona (1320), Valencia (1326), Lérida (antes de 1340) o Mallorca (1371).
En Zaragoza se ha podido documentar esta procesión desde 142337.
El cuarto fenómeno que concurre en la difusión múltiple del culto
al cuerpo y a la sangre de Jesucristo es, sin lugar a dudas, el auge del ritual
público de los penitentes y disciplinantes. Uno de los principales difusores
de estas prácticas fue San Vicente Ferrer con sus sermones. Para empezar,
en las palabras que pronunciaba el día de la festividad de san Lorenzo, san
Vicente difundía el culto al Santo Grial (Sent Lorenç dave del sanguis ab lo
calze plen de la sanch de Jesuchrist, lo qual havie consagrat lo papa) y a
los Corporales (e per ço com ja en la òstia ha carn e sanch, car en tot cors
viu ha carn e sanch)38. Promovía el ejemplo de Jesucristo en clave de peni-
tencia: Ara, bona gent, apparellau-vos tots de crucificar. Benaventurat
serà qui crucificat serà39. Sus predicaciones en tiempo de Cuaresma mere-
cen especial atención por la promoción que hace de las prácticas discipli-
nantes y el culto al derramamiento colectivo de sangre. Un listado de frases
significativas de San Vicente en sus sermones no deja lugar a dudas:
Nostre Senyor Déu me ha remut ab la sua passió, me ha comprat ab lo
seu preciós sang40. És una preciosa cosa lo assotar de les disciplines,
majorment a homeiers, que a aquells los és pus propri escampar la sua
sang41. Volgué ésser pres e lligat e crucificat, per reembre a nosaltres; e
açò és exemple a nosaltres quan fem penitència escampant sang per ho-
nor e remembrança de la passió de Jesucrist, “Semper mortificationem
corporis” (2C, 4, 10); portem en lo cor la passió42. E si ell volc tanta
aflicció al cos, ¿què devem fer nosaltres? “Semper mortificationem”
(2C, 4, 10); e portem-nos quecom de penitència43.
A partir de aquí creo que procede estudiar los itinerarios seguidos por San
Vicente y la relación que existió entre sus sermones en diversas poblacio-
nes de la Corona de Aragón y la aparición de movimientos disciplinantes
que servirían de modelo precedente para las procesiones de los cofrades de
37
M.I. FALCÓN PÉREZ, La festividad del Corpus Christi en los pueblos de Aragón en la
Edad Media y La procesión del Corpus en Zaragoza en el siglo XV en Estado actual de los
estudios sobre Aragón, Actas de las V Jornadas (Zaragoza, diciembre 1982), Zaragoza, 1984,
pp. 625-632 y 633-638 respectivamente.
38
SANT VICENT FERRER, Sermons, vol. III, citado, sermón núm. LXIII, en concreto p.
66.
39
Ibídem, p. 264.
40
SANT VICENT FERRER, Sermons de Quaresma, 2 vols., Valencia, Albatros Edicions,
1973, vol. I, p. 51.
41
Ibídem, vol. I, p. 153.
42
Ibídem, vol. I, p. 188.
43
Ibídem, vol. II, p. 92.
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Según Cavalca, Jesucristo escampó su sangre siete veces por nosotros du-
rante su vida: 1) la circuncisión; 2) sudando gotas de sangre en el huerto de
los Olivos; 3) flagelado y azotado en la columna; 4) coronado de espinas;
5) cuando le clavaron las manos en la cruz; 6) cuando le clavaron los pies;
y 7) cuando Longinos le clavó la lanza en el costado. El dominico concluye
al respecto: Donchs, appar que de tot lo cors volgué fer la sagnia per gua-
rir tot lo cors de la Sglésia. Es decir, Cristo en su pasión hizo un baño de
sangre y de agua completo para lavar todos los pecados de la humanidad45.
En la diócesis de Valencia, la devoción a la Sangre de Cristo cobra
más importancia a partir de 1460 con la reforma del breviario valentino de
Rodrigo de Borja, obispo de Valencia, institucionalizándose definitivamen-
te el 19 de junio la fiesta de la Preciosísima Sangre de Cristo, según reco-
gen César Jordá y Vicent Pons46. En 1521, Andreu Martí Pineda publicaba
una obra dedicada a exaltar las excelencias de la Sangre de Cristo ilustrada
con grabados alusivos a esos siete momentos en los que Jesús había derra-
mado su preciosa sangre47. Además, existió una afinidad directa entre las
artes figurativas y la literatura religiosas en la Valencia del tránsito del si-
glo XV al XVI a la hora de exaltar con todo su patetismo la muerte de
Cristo en la cruz y ponderar hasta el infinito las virtudes de su sangre de-
rramada48.
44
D. CAVALCA, Mirall de la Creu, citado, vol. II, p. 19.
45
Ibídem, pp. 77-78.
46
C. JORDÁ SÁNCHEZ y V. PONS ALÓS, Las cofradías de la Vera Cruz y Sangre en la
Diócesis de Valencia: la transición de la religiosidad medieval a la moderna en las cofradías
de Xàtiva en J. Sánchez Herrero (dir.), Las cofradías de la Santa Vera Cruz, citado, pp. 773-
796, concretamente p. 778, nota 24.
47
A.M. PINEDA, Contemplacio en Honor y Reverencia de les sets vegades quel Nostre
Redemptor Jesus escampa la sua Preciosissima Sanch ab les propietats de cascuna feta, Va-
lencia, Joan Jofre, 1521.
48
M. FALOMIR FAUS, Arte en Valencia, 1472-1522, Valencia, Consell Valencià de Cul-
tura, 1996, pp. 346 y siguientes.
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49
M. DE BOFARULL Y DE SARTORIO, Colección de Documentos Inéditos del Archivo Gene-
ral de la Corona de Aragón, Barcelona, 1876, doc. XLVIII, pp. 205-234. Veáse A. VENTURA
CONEJERO, Ordinacions de la confraria de la Vera Creu de Xàtiva: introducció i comentaris
en “Papers de la Costera”, 5 (1987), pp. 213-225.
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50
J. BELLVER BLASCO, Cofradía de la Purísima Sangre de Cristo y de Ntra. Sra. de la
Soledad. Apuntes históricos, siglos XVI-XIX, Xàtiva, 2000, pp. 24-25.
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51
M. BENÍTEZ BOLORINOS, Las cofradías medievales en el Reino de Valencia (1329-
1458), Universidad de Alicante, 1998, pp. 29, 45 y 137.
52
Ibídem, p. 154. Véase Relaciones sobre el estado de las diócesis valencianas, edición
a cargo de M. M. Cárcel y V. Cárcel, Valencia, Generalitat Valenciana, 1989, tomo II (Va-
lencia), p. 739.
53
SANT VICENT FERRER, Sermons, vol. III, citado, p. 297.
54
Véase nota 29 supra.
55
A. DEL CAMPO GUTIÉRREZ, Aproximación a un mapa devocional de Zaragoza en el
siglo XIV en “Turiaso. Revista del Centro de Estudios Turiasonenses”, XVI (2001-2002), pp.
87-143, en concreto pp. 115 y 140.
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56
R.A. FACI, Aragon, reyno de Christo y dote de Maria Santissima, Zaragoza, 1739-1750,
edición facsimilar a cargo de la Diputación General de Aragón, Zaragoza, 1979, tercera parte,
pp. 28-29.
57
J.A. DÍAZ DE MARTÍNEZ, Historia de la venerable cofradía de la Vera-Cruz..., citado.
58
R. BERNABEU LÓPEZ, La Vera Cruz requenense. Efemérides, ceremonias, litigios, orde-
naciones y curiosidades, Requena, Artes Gráficas Molina, 1955.
59
C. JORDÁ SÁNCHEZ, La cofradía de la Vera Cruz de Requena en J. Sánchez Herrero
(dir.), Las cofradías de la Santa Vera Cruz, citado, pp. 761-771.
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La hermandad existía, por tanto, antes de fijar este acuerdo. ¿Desde cuán-
do? ¿Hay referencias en testamentos del siglo XV a la actividad de esta co-
fradía?
En la práctica el acuerdo va mucho más allá de pedir simplemente
la asistencia espiritual a los frailes de San Agustín. El convento da a los
mayordomos y cofrades de la Sangre la capilla bulgarmente llamada del
60
A. SAN VICENTE PINO, Instrumentos para una historia social y económica del trabajo
en Zaragoza en los siglos XV a XVIII, Zaragoza, Real Sociedad Económica Aragonesa de
Amigos del País, 1988, tomo I, doc. 145, pp. 275-278. Véase el breve análisis que ofrece
sobre dicho documento la tesis de licenciatura de J.L. GÓMEZ URDÁÑEZ, La Hermandad de la
Sangre de Cristo de Zaragoza. Caridad y ritual religioso en la ejecución de la pena de muer-
te, Zaragoza, Asociación para el Estudio de la Semana Santa, 2004 (reedición de la obra origi-
nal publicada por la Institución Fernando el Católico de Zaragoza en 1981).
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Crucifixo, sitiada en la claustra del dicho monesterio, para que los dichos
confrayres puedan tener y tengan la invocacion de la dicha confraria en la
dicha capilla. En ella tienen licencia además para enterrarse los cofrades y
sus sucesores dende la primera grada de la dicha capilla todo el spacio de
ancho y largo asta la paret frontera exceptado la sepultura de Ochoa de
Marquina. Ahí celebrarán sus misas y las fiestas patronales. Cada año, el
jueves santo por la noche, harán los cofrades una procesión de disciplinan-
tes con la mayor devoción que puedan, acompañados de los frailes del con-
vento. El itinerario viene registrado en el documento: saliendo de San
Agustín irán a la Seo pasando por la casa de doña María Cariñena; de la
Seo al Pilar y de aquí a San Antón y San Pablo; de San Pablo por la Ceda-
cería y Coso arriba hasta San Francisco, el Hospital, San Gil, San Pedro; y
al cabo de la calle volviendo por la Magdalena al dicho monasterio de San
Agustín.
En el plazo de tres años a partir de la fecha de la concordia firma-
da, los cofrades quedan obligados a hazer hazer a sus costas un Crucifixo
para llebar en la procesion de juebes sancto y otras procesiones de la qua-
resma. El encargo correrá a cargo de los dineros de la cofradía. El domin-
go de Cuaresma harán otra procesión de disciplinantes alrededor del dicho
monasterio como lo han hecho algunos anyos para coger limosnas, a partir
a medias entre la cofradía y el convento. Obsérvese cómo con anterioridad
a este acuerdo de 1554 parece que la hermandad ya hacía procesiones en
torno a San Agustín. Por añadidura, el convento entregaba también a dis-
posición de los cofrades la cámara y patio de la librería que había dentro de
la citada capilla del Crucifijo para que tuviesen un almario y archiu para
tener las scripturas de la confraria y la bulla de las indulgencias. ¿Se re-
fiere a la bula de Paulo III de 1536? ¿Ya existía entonces esta cofradía?
Los cofrades de la Sangre de Zaragoza quedaban obligados también
a hacer a su costa una arca donde estarían guardadas las camisas y todos
los aparejos para hacer la procesión de los disciplinantes. En caso de que se
disolviera la hermandad, habría que restituir al dicho convento las veinti-
cinco camisas de disciplinantes que éste había hecho ya a su cargo. Y en
cuanto al acompañamiento de los condenados a muerte se realizaría desde
la cárcel por las calles hasta que el sentenciado hubiese expirado con la
mayor devoción pues con el cuerpo paga la deuda que por sus delitos me-
resce el alma con verdadera penitencia y contricion alcance la bienabentu-
rança para la qual fue criada. Dos padres religiosos del convento irán con
los cofrades para confesar y velar a los reos en la cárcel la noche antes de
salir para que se cumpla la sentencia públicamente.
Por otra parte, las dimensiones que tiene la capilla del Crucifijo
permiten acoger al prior y a los frailes del convento de San Agustín de Za-
ragoza para la firma del acuerdo, esto es, un total de once personas. Sin
embargo, los honorables mayordomos y cofrades de la hermandad de la
Sangre de Jesucristo por ser una cifra mayor de asistentes se reúnen en el
refectorio mayor del dicho monasterio. Suman un total de 27 personas cu-
yos nombres paso a reproducir a continuación por orden alfabético, anotan-
ANUARIO DE ESTUDIOS MEDIEVALES (AEM), 36/2, julio-diciembre 2006, pp. 583-611. ISSN 0066-5061
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61
J.L.GÓMEZ URDÁÑEZ, La Hermandad de la Sangre de Cristo, citado, p. 12.
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62
R.A. FACI, Aragon, reyno de Christo, citado, primera parte, pp. 40-41.
63
Continúa siendo fundamental el apéndice de documentos publicado por L. REVEST COR-
ZO, El Hospital de Castellón y la Cofradía de la Sangre en “Boletín de la Sociedad Castello-
nense de Cultura”, XX (1944), pp. 142-158 y 165-191.
64
P. IRADIEL MURUGARREN; D. IGUAL LUIS; G. NAVARRO ESPINACH; J. APARICI MAR-
TÍ, Oficios artesanales y comercio en Castelló de la Plana (1371-1527), Castellón, Fundación
Dávalos-Fletcher, 1995.
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gros Cárcel65 y nos permite extraer varios comentarios con vistas a estable-
cer comparaciones con Zaragoza y Castellón. La hermandad nace destinada
a acompanyar lo combregar dels confrares malalts, visitar y servir aquells
qui seran pobres quant seran requests. Se concede licencia para que funden
una capilla situada cerca del hospital de San Cristóbal en Alcoi y podrán
formar parte de la cofradía qualsevol persones de qualsevol condició, ho-
nestes y de bona fama. Aunque más adelante se insiste en que ningún ma-
yoral pueda ser converso ni amigado ni hombre de mala fama, sólo si es
buena persona. Algo que, como es obvio, decidían los miembros de la jun-
ta según el sistema de valores imperante. La señal identitaria de la cofradía
era un escudo blanco con las cinco llagas de Cristo (recuérdese las cinco
misas por la devoción a las cinco llagas que se ordenan en muchos testa-
mentos de la época). El acto central del calendario festivo en la casa que
serviría de sede a la cofradía de Alcoi resultó ser, sin duda, specialment lo
Dijous Sanct, per a que en aquella se ajuste lo prior ab tots los del ramat
dels açotants de la confraria de la Sanch de Jesu Christ y en aquella tor-
nats se puguen curar. De todos estos datos quiero destacar que la cofradía
de Alcoi se concibe a diferencia de la de Zaragoza o Castellón como una
entidad solidaria aparentemente sólo con sus propios asociados más desfa-
vorecidos. No acompaña a los condenados a muerte. Otra diferencia nota-
ble es que aquí se alude a un emblema identitario del colectivo, aspecto que
no se menciona en la documentación de las otras entidades. Sí que coincide
claramente al menos con Zaragoza, a falta de los estatutos fundacionales de
la de Castellón, en considerar el momento central del año la procesión de
disciplinantes del Jueves Santo que, en Alcoi, se preve lo suficientemente
dura y exacerbada como para aludir a la curación de los heridos que tiene
lugar en la casa de la cofradía al terminar dicha procesión.
En el Archivo Diocesano de Valencia se encontraron también otros
cinco capítulos fundacionales de la cofradía de la Sangre de Cullera del 9
de julio de 1546, aprobados asimismo por el vicario general de la sede va-
lentina66. La finalidad de la hermandad de Cullera es idéntica a la de Alcoi,
creada un año antes. Acompañarán los cuerpos de los cofrades difuntos y
ayudarán a los enfermos, visitando y sirviendo a los más pobres. Para sus
fiestas dispondrán de la capilla de la Sangre del hospital de San Juan en
Cullera y sólo podrán formar parte de la entidad personas honestas y de
buena vida y fama. El oficio más solemne se celebrará en la misa de Cir-
cuncisión y Sangre de Jesucristo, y el acto central lo constituirá la proce-
sión de disciplinantes del Jueves Santo. Finalmente, se alude a la señal de
la cofradía pero no se especifica en qué consiste como sucede en Alcoi.
65
M.M. CÁRCEL ORTÍ, Aportación al estudio de las cofradías valencianas del siglo XVI:
la cofradía de la Sangre de Alcoy en Corrientes espirituales en la Valencia del siglo XVI
(1550-1600), «Actas del II Symposion de Teología Histórica (Valencia, 20-22 de abril de
1982)», Valencia, 1983, pp. 391-399.
66
M.M. CÁRCEL ORTÍ, Capítulos de la cofradía de la Sangre de Cullera en “Quaderns
de Sueca”, III (1982), pp. 81-93.
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67
J. TEIXIDOR, Antigüedades de Valencia, Valencia, 1895, tomo II, pp. 359 y siguientes.
68
Relaciones sobre el estado de las diócesis valencianas, citado, p. 725.
69
J.V. CIURANA VIGUER, Fundación y fundadores de la Provincia Capuchina de Valen-
cia, Valencia, Curia Provincial de Hermanos Menores Capuchinos, 1996.
70
Relaciones sobre el estado de las diócesis valencianas, citado, p. 744.
71
Ibídem, p. 747.
72
J. BELLVER BLASCO, Cofradía de la Purísima Sangre de Cristo, citado, pp. 66-67.
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tra Señora de los Reyes, también llamada del Pino73. Tengo noticias sobre
cofradías bajo esta misma advocación erigidas en el siglo XVI en Tarrago-
na, Alicante, Sagunto y otras muchas partes de la Corona de Aragón, por
no citar el Hospital de la Sangre de Palma de Mallorca o las iglesias de la
Sangre de Onda o Llíria. Ocurre aquí como en el caso de la Vera Cruz.
Las pistas son numerosas y hay que sondearlas de manera rigurosa y siste-
mática, comparando los ejemplos identificados unos con otros sin seguir
cayendo en la erudición localista que no mira más allá de su estrecha reali-
dad puntual. Los estudios existentes sobre cofradías en la Corona de Ara-
gón serán muy útiles en la búsqueda de respuestas74. ¿Existe alguna rela-
ción clara entre las fundaciones de cofradías de la Sangre en unos y otros
lugares? ¿Quiénes están detrás del detonante que institucionaliza una devo-
ción en forma de hermandad cofrade bajo su advocación?
6. BALANCE PROVISIONAL
73
Real Ilustre Archicofradía de la Purísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo de Barce-
lona, Barcelona, 1914.
74
A destacar, aparte de la bibliografía ya citada en este artículo, los estudios de I. ESCA-
GES JAVIERRE, Cofradías de hijosdalgo del medioevo aragonés en “Hidalguía”, 28 (1980), pp.
425-432; M. LLOP CATALÁ, La predicación y las cofradías valencianas, siglos XIV-XV en
“Boletín de la Sociedad Castellonense de Cultura”, LVIII (1982), pp. 5-58; J.F. CABESTANY
FORT, Confraries i gremis a Barcelona. Segles XIII al XVI en “Finestrelles”, 2 (1990), pp.
141-145; G. ENSENYAT PUJOL, Notes sobre els primers gremis i confraries coneguts a Mallor-
ca (segles XIII-XVI) en las actas del congreso La manufactura urbana i els menestrals (segles
XIII-XVI), Palma de Mallorca, 1991, pp. 247-250; A. HEVIA BALLINA, Las cofradías en la
vida de la Iglesia: un mundo de comunicación para la piedad y la caridad. Un censo de docu-
mentación de cofradías de la Iglesia en España en las actas del congreso Los archivos de la
Iglesia, presente y futuro, Barcelona, 1990, pp. 77-108; y J. SÁNCHEZ HERRERO, Las cofra-
días alicantinas y valencianas y su evolución durante los siglos XIII al XVI en las actas del
congreso 1490. En el umbral de la Modernidad. Las ciudades y el Mediterráneo de los siglos
XV-XVI, Valencia, 1994, pp. 301-363.
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frente a las castellanas que optaron por el de la Vera Cruz, hasta el punto
de que las pocas cofradías aragonesas de la Vera Cruz que hubo fueran
promovidas principalmente por reinas castellanas como Leonor, segunda
esposa de Alfonso IV de Aragón, o María, casada con Alfonso V el Mag-
nánimo. No se olvide, sin embargo, que las primeras cofradías de la Vera
Cruz que se fundan en el vecino reino de Navarra son de la segunda mitad
del siglo XVI y no anteriores, y surgen en aplicación de las disposiciones
establecidas por el propio Concilio de Trento75.
Según Fermín Labarga, no es extraño que para estas cofradías, llá-
mense de la Vera Cruz o de la Sangre de Cristo, una de sus principales
devociones sea la de las Cinco Llagas, como plasma el escudo de la de Al-
coi. El culto y la devoción a las cinco llagas de Cristo (las de los cuatro
clavos y la de lanza clavada en el costado) también se encuentran estrecha-
mente relacionados con la devoción a la Sangre de Cristo y, lo mismo que
ésta, con el muy importante culto a la adoración que la Iglesia tributa a la
Santa Cruz. La popularidad de este culto comenzó de hecho en la Edad
Media y está en relación directa con el ejercicio de la disciplina, la flagela-
ción y, en definitiva, el derramamiento de la sangre por los demás. Un
buen ejemplo iconográfico al respecto aparece en un cuadro perteneciente
al Hospital de la Sangre de Palma de Mallorca. En la iglesia de dicho hos-
pital se fundó a mediados del siglo XVI la cofradía de la Preciosa Sangre
cuyos hermanos se disciplinaban en la procesión de tarde-noche del Jueves
Santo76.
En su estudio sobre las cofradías de la Vera Cruz en Castilla la
Nueva, la profesora Ángela Muñoz77 resumía la peculiaridad de este tipo de
asociaciones religiosas a partir de los siguientes componentes: orientación
cristocéntrica; imágenes de Cristo crucificado, fiestas específicas (Jueves
Santo, Viernes Santo, Invención de la Cruz el 3 de mayo, Exaltación de la
Cruz el 14 de septiembre, Triunfo de la Cruz el 16 de julio, Resurrección,
Corpus Christi); disciplina y procesiones penitenciales con flagelación;
distinción entre cofrades de la disciplina o de la sangre y cofrades de la luz
que no participaban en la disciplina al igual que las mujeres porque estaban
excluídas desde el principio. Es curioso que el título de la Vera Cruz para
estas cofradías de Castilla la Nueva aparece con no poca frecuencia asocia-
do al de la Sangre de Cristo y en una proporción considerablemente infe-
rior se registra el título de la Sangre de Cristo por sí solo, a la inversa de lo
75
G. SILANES SUSAETA, Las cofradías de la Vera Cruz en el reino de Navarra (siglos
XVI-XVIII) en “Hispania Sacra”, 52/106 (2000), pp. 457-478.
76
Dato proporcionado por el mismo F. LABARGA GARCÍA, La Pasión, centro de la espi-
ritualidad de las cofradías de la Vera Cruz en M. García-Esteller y D. Martín (eds.), Actas
del II Congreso Internacional de la Vera Cruz, citado, pp. 341-360. Véase también la tesis
doctoral de este autor publicada con el título Las cofradías de la Vera Cruz en La Rioja. His-
toria y espiritualidad, Logroño, 2000.
77
A. MUÑOZ FERNÁNDEZ, Las cofradías de la Vera Cruz en Castilla la Nueva. Siglos
XV-XVIII en J. Sánchez Herrero (dir.), Las cofradías de la Santa Vera Cruz, citado, pp. 183-
205.
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que sucede en la Corona de Aragón. Ahora bien, hay que reconocer que en
ambas partes el modelo de cofradía de Semana Santa más antiguo siempre
es el de la Vera Cruz, el cual empezará a difundirse a gran escala durante
la segunda mitad del siglo XVI por toda España, gracias a esas indulgen-
cias concedidas por la bula del papa Paulo III en 1536 a petición del carde-
nal Francisco de Quiñones. De esa manera, años después con el concilio de
Trento, las cofradías españolas de la Vera Cruz acabaron por convertirse
en ejemplo depurado de hermandad contrarreformista.
Creo haber podido demostrar que las reliquias jugaron un papel
fundamental en la construcción de las identidades culturales, jerarquizadas
incluso entre ellas según el grado de prestigio que se les atribuía por parte
de la monarquía y la iglesia. Las más valiosas, desde luego, eran las de la
Pasión: la Vera Cruz, el Santo Cáliz, la Sangre de Cristo, los Corporales,
el Santo Sudario, la Corona de Espinas, la Santa Faz, el Velo de la Veró-
nica, la Lanza de Longinos, la Tierra del Santo Sepulcro. Clérigos y no-
bles, papas y reyes construyeron mitos y leyendas que atrajeron todavía
más la atención de la sociedad por estos objetos tan preciados y de un valor
incalculable. Esas gentes cultas establecieron las bases del fervor popular
por las reliquias y sus milagros (dominicos, franciscanos). Pero también
por la exaltación pública de dichas creencias mediante procesiones cívicas
(como el Corpus Christi) o de disciplinantes (las promovidas abiertamente
por San Vicente Ferrer). Son muchos fenómenos, pues, los que convergen
juntos en crear el ambiente propicio para la eclosión del movimiento con-
fraternal de la Vera Cruz y de la Sangre de Cristo en la Corona de Aragón,
liderado por los grupos dirigentes y las personas más poderosas de cada
lugar, cuando no por las gentes de la burguesía y los labradores. La crono-
logía de las fundaciones no es casual. Responde a una institucionalización
de identidades culturales que ya eran latentes en cada contexto local años
antes de que las bulas papales o los concilios intentaran regularizar y homo-
geneizar los comportamientos religiosos de la población. El reto de los in-
vestigadores radica a partir de ahora en aunar esfuerzos en la comprensión
global de este fenómeno con una apuesta firme y rotunda por la historia
comparada.
Fecha de recepción del artículo: mayo 2006.
Fecha de aceptación y versión final: junio 2006.
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