Introducción A La Economía Preguntas Examen
Introducción A La Economía Preguntas Examen
Introducción A La Economía Preguntas Examen
Los principales problemas que aborda el análisis macroeconómico son los siguientes.
Desempleo
Una de las lacras más graves de las economías de mercado de los últimos años es la existencia de
grandes volúmenes de recursos desempleados cuya capacidad productiva no se utiliza en su
totalidad.
Normalmente, esa infrautilización de los recursos productivos afecta principalmente al trabajo,
dando lugar a grandes tasas de desempleo en mu- chas naciones del mundo, aunque esta
infrautilización de los recursos puede darse igualmente en el caso de los naturales o con el capital,
sobre todo en etapas de crisis económicas.
Eso es algo muy grave no solo por el drama personal que supone para los trabajadores que no
encuentran empleo, sino porque eso suele ocurrir a pesar de que quedan muchas necesidades
sociales que harían necesario au- mentar mucho más la producción de bienes y servicios.
La coexistencia de grandes masas de recursos desempleados con deman- das todavía insatisfechas es
una de las grandes paradojas macroeconómicas a las que la economía no ha sabido responder aún.
Se trata de situaciones que expresan un desequilibrio agregado o macroeconómico fundamental que
necesita ser analizado rigurosamente para conocer sus causas, que no en todos los lugares y
momentos son idénticas, y para proporcionar soluciones específicas que no siempre son fáciles de
detectar o aplicar.
El problema es que para alcanzar pleno empleo de los recursos es nece- sario que se den
circunstancias muy complejas, pues no basta sencillamente con desear que se produzca. En
economías capitalistas las empresas utilizan recursos si estiman que gracias a ello van a obtener
beneficios suficientes. Pero para eso deben dedicar o invertir recursos que no siempre están a su
disposición. O puede suceder que la oferta de esos recursos (de trabajo o de capital, por ejemplo) no
coincida con las expectativas de las empresas, o que responda a criterios de rendimiento diferentes,
o puede ocurrir que haya oferta sobrante en mercados donde no hay demanda suficiente, o vi-
ceversa.
Las condiciones en las que puede alcanzarse el pleno empleo son, por tanto, muy complejas, afectan
a intereses sociales a veces contradictorios y por ello obligan a analizar al mismo tiempo un abanico
muy extenso de circunstancias.
Aunque se pudiera conseguir en un momento dado el suficiente equili- brio entre la oferta global de
bienes y servicios y la demanda global existen- te logrando el pleno empleo de todos los recursos
disponibles, podría suce- der que eso ocurriera solamente un momento dado, sin continuidad en el
tiempo.
Para evitar esa situación es preciso garantizar que la actividad económi- ca que proporciona el pleno
empleo de los recursos se mantenga suficiente- mente fuerte a lo largo del tiempo. Incluso hay que
tener en cuenta que no basta con que un determinado nivel de actividad económica se mantenga
constante año tras año, porque la población o sus necesidades y demandas seguramente van a ir
incrementándose continuamente.
Eso significa que hay que garantizar que la actividad crezca práctica- mente sin cesar y a un ritmo
adecuado y suficiente. El crecimiento económi- co es precisamente el proceso que permite ir
haciendo frente a esas necesida- des en continuo incremento, y alcanzarlo es otro problema
macroeconómico fundamental.
Sin embargo, ese tipo de crecimiento no siempre es deseable. No basta con lograr que se incremente
el registro cuantitativo o monetario de la acti- vidad económica que se realiza en una economía
porque puede ser, como vimos al hablar de los recursos naturales, que esté siendo insostenible o que
sea de una calidad tal que no permita la satisfacción de todos los sujetos económicos. Y, sobre todo,
porque el crecimiento ilimitado es materialmente imposible en un planeta de recursos limitados. Por
eso hay que aspirar al desarrollo como proceso de generación de actividad económica, que va
acompañado de paz social, de estabilidad política y de satisfacción integral y auténtica de las
necesidades humanas, es decir, de un progreso armónico de las relaciones sociales y humanas y de
estas con la naturaleza. Desde la perspectiva macroeconómica también hay que analizar, por tanto, la
natura- leza de los factores que desencadenan la actividad económica, el crecimien- to, pero también
el desarrollo y las circunstancias de las que dependen su sostenibilidad y su efectiva contribución al
progreso humano.
Estabilidad de precios
Como sabemos, en las economías de mercado los precios son las seña- les que permiten identificar la
existencia de demandas insatisfechas o de ofertas atractivas. Por eso es preciso que se muestren con
suficiente clari- dad y estabilidad, para evitar que los sujetos económicos perciban errónea- mente la
situación económica y para que no se altere el valor real de los recursos globales que están
implicados en la actividad económica. Los pre- cios son, en realidad, los incentivos para que los
sujetos económicos ac- túen o no de una determinada forma, y para ello han de funcionar correc-
tamente.
Por eso, otro de los grandes problemas macroeconómicos es establecer las condiciones que
garantizan la estabilidad de precios suficiente y adecua- da, así como proporcionar medidas de
actuación para resolver la inestabili- dad que a veces pueda afectarle.
De hecho, el problema de lograr una distribución equitativa de la renta y la riqueza fue siempre uno
de los cuatro grandes asuntos centrales del aná- lisis y la política macroeconómica, aunque haya sido
dejado al margen en la última etapa histórica de influencia neoliberal.
Pero el problema de la equidad distributiva es también muy complejo. En primer lugar, porque no es
fácil ponerse de acuerdo acerca de lo que se entiende por equidad o por una distribución justa de los
recursos. Se trata de conceptos que implican juicios morales y preferencias que sitúan los asuntos
económicos en el terreno de la política, la ideología o el poder social en todas sus dimensiones.
Además, hay que tener en cuenta que, incluso si existiera consenso social acerca de lo que se
considera justo, podría ocurrir que medidas que garantizaran la equidad pudieran provocar como
efecto perverso la falta de eficacia en la utilización de los recursos, lo que obliga a combinar el
objetivo de equidad con otros relativos a la eficiencia, la soste- nibilidad y el buen uso de los
recursos.
Los problemas de las economías de mercado que contempla el análisis macroeconómico se pueden
resumir en una cuestión fundamental: cómo al- canzar, si es posible, el nivel global de actividad
económica que permita ge- nerar ingresos que proporcionen bienestar suficiente y la estabilidad
econó- mica necesaria.
Para ello habría que lograr una situación de equilibrio macroeconómico entre la cantidad total de
bienes y servicios que están dispuestas a producir las empresas (oferta total o agregada) y la
cantidad total que están dispues- tos a gastar en bienes y servicios los consumidores y el Estado
(demanda total o agregada).
Normalmente, las empresas estarían dispuestas a producir y vender la mayor cantidad posible, pero
finalmente solo producirán aquella cantidad que les proporcione el máximo beneficio, lo cual
dependerá de los precios de venta y de su capacidad potencial, puesto que lógicamente no podrán
pro- ducir más de lo que den de sí sus recursos de capital disponibles (trabajo, máquinas, equipos,
etc.).
Igual ocurrirá con las unidades de gasto: seguramente, desearían adqui- rir la máxima cantidad de
bienes y servicios, pero finalmente gastarán una determinada cantidad que estará en función, entre
otras variables, de los precios de venta y de sus ingresos.
El problema, pues, radica en conseguir que se dé una situación de equi- librio entre oferta y
demanda agregadas que garantice que las expectativas de producción y gasto respectivas sean
iguales y, además, que eso se produz- ca para un nivel de producción en el cual haya pleno empleo,
que se consiga año tras año, con precios estables y con una distribución de la renta acepta- ble desde
el criterio de equidad dominante en la sociedad en un momento dado.
Cuando eso no se produce es cuando se dan desequilibrios que se mani- fiestan en paro, subidas
indeseables de precios, crisis económicas y otros problemas económicos que estudiaremos en los
capítulos siguientes.
Para conocer cómo se originan el equilibrio y el desequilibrio, así como sus efectos, vamos a utilizar
un modelo elemental de oferta y demanda agre- gadas que exponemos a continuación.
3. ¿Por qué el objetivo de crecimiento económico puede resultar insuficiente? (Menos probable).
El crecimiento económies precisamente el proceso que permite ir haciendo frente a esas necesida-
des en continuo incremento, y alcanzarlo es otro problema macroeconómico fundamental.
Sin embargo, ese tipo de crecimiento no siempre es deseable. No basta con lograr que se incremente
el registro cuantitativo o monetario de la acti- vidad económica que se realiza en una economía
porque puede ser, como vimos al hablar de los recursos naturales, que esté siendo insostenible o que
sea de una calidad tal que no permita la satisfacción de todos los sujetos económicos. Y, sobre todo,
porque el crecimiento ilimitado es materialmente imposible en un planeta de recursos limitados. Por
eso hay que aspirar al desarrollo como proceso de generación de actividad económica, que va
acompañado de paz social, de estabilidad política y de satisfacción integral y auténtica de las
necesidades humanas, es decir, de un progreso armónico de las relaciones sociales y humanas y de
estas con la naturaleza. Desde la perspectiva macroeconómica también hay que analizar, por tanto, la
naturaleza de los factores que desencadenan la actividad económica, el crecimien- to, pero también
el desarrollo y las circunstancias de las que dependen su sostenibilidad y su efectiva contribución al
progreso humano.
Pero, en cualquier caso, la oferta agregada no depende solamente del nivel de precios, sino que
además está determinada por otros factores.
En primer lugar, la oferta agregada depende de la población económica- mente activa existente en la
economía. Puesto que tratamos de definir el nivel potencial de producción, hemos de tomar en
cuenta no a todas las personas, sino tan solo al empleo potencial, es decir, al volumen de empleo
que se alcanzaría si toda la población que puede hacerlo trabajase con los incentivos existentes.
En segundo lugar, la oferta agregada depende de la dotación de capital existente en la economía en
un momento dado.
Y, en tercer lugar, depende también de la tecnología, puesto que esta permite obtener
combinaciones diferentes de trabajo y capital para alcanzar distintos niveles de producción.
Otra hipótesis podría deducirse de considerar que la oferta agregada se ve influida por la
productividad del trabajo. Por un lado, podría resultar que a medida que aumente el empleo
descienda la productividad del trabajo, como consecuencia de la ley de los rendimientos
decrecientes. Por otro, habría que considerar que cuanto más cerca se esté del pleno empleo, con
más fuerza tenderán a elevarse los salarios monetarios porque el trabajo iría sien- do más escaso.
Por tanto, podría aceptarse que la oferta agregada tiene dos fases bien diferenciadas, como en la
figura 8.1.
Inicialmente subiría de forma más suave como resultado del descenso de la productividad del
trabajo, que es más baja cuando los salarios también lo son. A partir de un determinado momento, y
cuanto mayor es la cercanía al pleno empleo (Ype), los salarios monetarios se elevarían con más
vigor, y ello se traduce en mayores precios a medida que aumentan la producción y el empleo.
¿Cuáles son los componentes de la demanda agregada y de qué dependen? (Muy probable)
Aunque cada uno de esos componentes depende, como veremos en los capítulos siguientes, de
diversas variables, podemos establecer la hipótesis de que la demanda agregada es una función
decreciente de los precios. Tres razones fundamentales avalan esta idea:
— Efecto riqueza
Si se produce una reducción en el nivel de precios, resultará que el
montante de dinero disponible por los agentes de gasto tiene más va- lor en términos reales, lo que
significa que son más ricos monetaria- mente hablando y que pueden realizar más gasto. Por tanto,
aumen- tará su gasto y, a su vez, la demanda agregada. E igualmente ocurriría al revés: una subida de
los precios implicaría que el dinero disponible vale menos, que se puede realizar menos gasto con él
y, por tanto, que entonces se reduciría la demanda agregada.
— Efecto tipo de interés
Si se produce una disminución en el nivel de precios, será necesa-
rio disponer de menos cantidad de dinero para comprar la misma cantidad de bienes y servicios. Por
tanto, disminuirá la demanda de dinero que los sujetos necesitan para llevar a cabo sus
transacciones, y eso se traducirá en un descenso del precio del dinero, es decir, de los tipos de
interés. Al bajar los tipos de interés, la financiación de la inversión será más barata, y eso hará que
esta última aumente. Al aumentar la inversión, lo hará también la demanda agregada. Y al revés: si
suben los precios, aumentará la demanda de dinero porque será necesario disponer de más para
comprar las mismas cantidades de bienes. Al elevarse la demanda de dinero, subirán los tipos de in-
terés, y eso reducirá la inversión porque será más caro financiarla. Finalmente, también bajará la
demanda de dinero.
— Efecto exportaciones netas
Si disminuyen los precios, nuestras exportaciones son más baratas
en el exterior, por lo que aumentarán, y eso hará que aumente la demanda agregada.
Estos tres efectos se producen de esa forma solamente en el supuesto de que la oferta monetaria se
mantenga constante. Si al mismo tiempo que se produce la variación de los precios la autoridad
monetaria modifica la canti- dad de dinero circulante, puede bloquear el efecto subsiguiente sobre
los tipos de interés. Por tanto, el efecto final sobre la demanda agregada de esas varia- ciones
iniciales en los precios dependerá de las intervenciones intermedias que se produzcan y, además, y
como veremos más adelante, del tipo de encadena- miento que se produzca efectivamente entre las
diferentes variables. De entra- da, pues, no es fácil predecir con certeza lo que finalmente pueda
ocurrir.
Además de las variaciones en los precios, hay otros factores que pueden generar cambios en la
demanda agregada: todos aquellos de los que depen- de cada uno de sus componentes.
Así, un aumento del consumo, de la inversión, del gasto público o de las exportaciones netas,
provocado por cualquiera de las circunstancias de las que depende cada uno de ellos, ocasionará
incrementos en la demanda agre- gada. Y viceversa, una disminución de cada uno de ellos la
reducirá.
Por tanto, para saber cómo irá cambiando la demanda agregada será necesario conocer bien de qué
depende cada una de estas variables, que será lo que hagamos en los siguientes capítulos.
Cuando se producen estos desajustes entre la oferta y la demanda agre- gada, es necesario tratar de
revertir la situación para reencontrar el equili- brio. Cómo lograrlo de la mejor manera es la pregunta
que se hacen los economistas y los responsables políticos, y, como es fácil de imaginar, no siempre se
coincide en las fórmulas de actuación.
Demanda agregada superior a la oferta agregada. En este caso, ocu- rre al contrario. No hay
capacidad productiva suficiente para produ- cir los bienes y servicios que los agentes económicos
están dispuestos a consumir o gastar al nivel de precios existentes. Puesto que no hay capital para
producir o mano de obra suficiente, o las dos cosas a la vez, la presión de la demanda agregada dará
lugar a que suban los precios. Al encarecerse los precios nacionales, se venderá menos al exterior, las
empresas comprarán sus materias primas más caras y quizá fabriquen menos productos,
agravándose la situación.
Cuando se producen estos desajustes entre la oferta y la demanda agre- gada, es necesario tratar de
revertir la situación para reencontrar el equili- brio. Cómo lograrlo de la mejor manera es la pregunta
que se hacen los economistas y los responsables políticos, y, como es fácil de imaginar, no siempre se
coincide en las fórmulas de actuación.
Pero, en todo caso, la conclusión no es tan evidente porque no todos los economistas aceptan que
las funciones de oferta y demanda agregadas ten- gan ese formato. Como veremos enseguida,
algunos parten de la hipótesis de que la oferta no va a desplazarse, de modo que los incrementos de
la deman- da solo acarrearán subidas de precios. Otros partirán de hipótesis distintas y llegará a
conclusiones diferentes.
TEMA 9
1. La propensión marginal al consumo y la propensión marginal al ahorro. Explicar la
ecuación que relaciona ambos conceptos (PMC+PMA=1). Explicar PMC y PMA.
Análogamente, la propensión marginal al ahorro será la proporción des- tinada al ahorro por
cada aumento que se registre en la renta:
PMA = AA/AY
Puesto que todo aumento de renta se destina al ahorro o al consumo, resultará que:
PMC + PMA = 1
Después de Keynes, Simon Kuznets demostró que los determinantes del consumo no eran tan
estables durante períodos largos de tiempo como se deducía de sus propuestas, ya que en su
opinión no había tenido en cuenta que, aunque la relación entre la renta y el consumo siguiera
siendo válida, el nivel de riqueza varía a lo largo del tiempo.
Keynes estableció una especie de ley psicológica en virtud de la cual a medida que aumenta
la renta, lo hace también el consumo, aunque en menor proporción.
La proporción que representa el incremento del consumo de cada incremento que se
produce en la renta es lo que se llama propensión marginal al consumo que se define así:
PMC = AC/AY.
Después de Keynes, Simon Kuznets demostró que los determinantes del consumo no eran
tan estables durante períodos largos de tiempo como se deducía de sus propuestas, ya que
en su opinión no había tenido en cuenta que, aunque la relación entre la renta y el consumo
siguiera siendo válida, el nivel de riqueza varía a lo largo del tiempo.
—La riqueza.
Puesto que el destino final del ahorro es la obtención y acumulación de riqueza, no debe
extrañar que cuanto mayor sea la riqueza de la que disponen unas familias, mayor será
también el consumo con respecto a otras con niveles más altos de renta, y viceversa.
— La distribución de la renta.
Puesto que las distintas familias tienen diferente propensión media al consumo, un cambio
en la distribución de la renta modificará el gasto agregado en consumo correspondiente a
cada nivel de renta nacional.
— Variables monetarias, como los tipos de interés y las condiciones del crédito.
Cuanto más altos sean los tipos de interés, más caro resultará disponer de dinero para
realizar gastos de consumo y, por tanto, éste tenderá a no aumentar, y viceversa.
Paralelamente, puede decirse que cuanto más alto sea el tipo de interés, más rentable será
ahorrar.
— Expectativas sobre los precios.
Las expectativas de subida de los precios influirán normalmente
en la subida del consumo presente a expensas del ahorro, pues se estaría estimando que en
el futuro los bienes y servicios serán más caros.
— Impuestos y cotizaciones de la Seguridad Social.
Puesto que sabemos que éstos disminuyen la renta disponible, sus
variaciones afectan al volumen de recursos potencialmente destina- dos al consumo o al
ahorro.
— Factores psicológicos y culturales.
Finalmente, hay que señalar que la publicidad y la cultura del
gasto conforman hoy día un tipo de consumidor de connotaciones escasamente racionales si
entendemos por ello a un agente evaluador de los costes y beneficios reales que comporta
todo tipo de consumo.
Ahorro:
No obstante, los estudios empíricos muestran que se pueden señalar, además de los tipos de
interés, otras razones de muy variado tipo que influyen en la decisión o en la posibilidad de
ahorrar de las familias. Entre ellas se encuentran las siguientes:
De entrada, la rentas habrán aumentado en 100 €, y sus perceptores destinarán una parte de
ellas al consumo. Esa parte dependerá, como sabe- mos, de su propensión marginal al
consumo. Si ésta es, por ejemplo, de 0,8 (es decir, que de cada nueva unidad monetaria de
renta se destinan ochenta céntimos al consumo y veinte al ahorro), el consumo agregado se
habrá in- crementado en otros 80 €.
Pero estos 80 € constituyen, a su vez, rentas para quienes hubieran ven- dido los bienes de
consumo. De estas nuevas rentas de 80 €, una parte (el 80 por 100, puesto que ésa es la
propensión marginal al consumo) se volverá a destinar al consumo, lo que significará nuevas
rentas para los vendedores, que destinarán de nuevo el 80 por 100 al consumo, y así
sucesivamente.
Al final de este proceso, el volumen de renta generada no sería igual a los 100 € iniciales,
sino a la suma de todas las cantidades que se han ido acumulando:
Incremento final de la renta = Inversión inicial + + Incrementos sucesivos en el consumo =
= 100 + 100 × 0,8 + (100 × 0,8) × 0,8 +
+ (100 × 0,8 × 0,8) × 0,8 + ···
La expresión anterior es la suma de una progresión geométrica de razón constante 0,8 y cuyo
valor total se calcula mediante la fórmula:
Luego:
En el ejemplo anterior, resultaría que una inversión de 100 € llevaría consigo, gracias a su
efecto multiplicador, un incremento final de la renta de 500, bastante mayor (100 × [1/(1 −
0,8)] = 500).
Ya estudiamos en su momento que el excedente necesario para que exis- ta inversión sólo se puede
generar si una economía es capaz de ahorrar. Ésta es la base necesaria para que las economías
crezcan, es decir, para que ten- gan una capacidad renovada de producción de bienes y servicios.
Por esa razón, la evolución del ahorro será un asunto central cuando se estudian las condiciones del
crecimiento económico.
La ausencia del ahorro necesario constituye, pues, una seria incapacidad de las economías para
generar actividad futura, pues no se podría financiar la inversión que se requiere para generarla. Esa
circunstancia obligaría posi- blemente a que la economía tuviera que endeudarse con el exterior si es
que se desea mantener un ritmo adecuado de crecimiento.
Pero también es posible que se diera un nivel de ahorro que fuese exce- sivo y que implicara
entonces una reducción indeseable en el consumo, de manera que las empresas se encontrasen con
fuentes de financiación sobran- tes y, al mismo tiempo, con niveles de ventas por debajo de la oferta
que realizan en el mercado.
Una situación sería tan negativa como la otra, de donde se deduce que es necesario que el ahorro
generado en la economía sea igual a la demanda de inversión que realizan las empresas. Cuando
esto ocurre, decimos que el mercado financiero se encuentra en equilibrio.
En términos analíticos, este necesario equilibrio se deduce sabiendo que si la renta (Y) puede
destinarse al consumo o al ahorro (Y ≡ C + A) y que el gasto total considerado hasta ahora (Y) puede
dedicarse al consumo o a la inversión (Y ≡ C + I), resulta necesariamente que el ahorro debe ser igual
a la inversión. Esto es:
Si Y≡C+A e Y≡C+I A≡I, entonces A=1
6. Funciones económicas del sector público. Formas de intervención del sector público.
Las funciones básicas que cada uno de esos ámbitos del sector público puede desempeñar en la
economía son de cuatro tipos, aunque los diferentes enfoques y corrientes del pensamiento
económico difieren a la hora de reco- nocer su mayor o menor necesidad:
a) Asignación, es decir, determinación de adónde deben ir los recur- sos. Los economistas
liberales entienden que el Estado se debe li- mitar a proveer bienes públicos, pues éstos,
como es sabido, no pueden ser suministrados bajo ningún concepto por el mercado. Sin
embargo, los economistas que defienden posiciones más inter- vencionistas consideran
que en este ámbito el Estado puede tener un papel más relevante sin generar problemas
de eficiencia, sino todo lo contrario.
b) Redistribución de la renta y la riqueza. Los liberales opinan que la distribución que genera
el mercado es adecuada, puesto que es el resultado de una asignación eficiente que no debe
alterarse. Por su parte, los intervencionistas consideran que el Estado debe corregir esa
distribución cuando sea claramente injusta no sólo por razones de equidad, sino por puras
razones de legitimidad política y porque una distribución más justa de la renta es una
garantía de estabilidad económica a largo plazo.
c) Estabilización, es decir, corregir los desequilibrios entre las distin- tas variables
macroeconómicas. Quienes parten de asumir el mo- delo neoclásico y los postulados
liberales entienden que el equili- brio puede alcanzarse automáticamente dejando actuar
libremente al mercado, mientras que los economistas de tradición keynesiana dudan de las
posibilidades de autoajuste del mercado y propug- nan la intervención del Estado para
recobrar el equilibrio, sea cual sea la manifestación de éste: paro, subida de precios, déficit,
crisis, etc.
Sea cual sea la posición ideológica desde la que se contemple, lo cier- to es que las actuaciones del
Estado tienen una gran importancia por- que intervienen de muchas maneras en la actividad
económica e influyen mucho en la forma en que se abordan y resuelven los problemas económicos.
b) Regular las relaciones económicas estableciendo las normas que se- ñalen lo que se puede
hacer y lo que no, o imponiendo penas a quie- nes no respetan los acuerdos económicos.
Todas estas intervenciones tienen ventajas, pero también inconvenientes. Pueden dar
seguridad y proporcionar confianza y transparencia, hacer que mejoren los resultados del
mercado o simplemente garantizar la provisión de bienes que este no puede proporcionar,
además de evitar crisis o paliar el daño que producen y garantizar ingresos a todas las
personas, con indepen- dencia de que puedan participar o no en la vida económica. Pero, al
mismo tiempo, son medidas siempre costosas que toman a veces burócratas que no siempre
interpretan bien las necesidades o preferencias sociales o que no saben aplicarlas
correctamente y que pueden llegar a paralizar la actividad. Por eso es muy necesario evaluar
siempre la actividad pública y someterla a un riguroso control.
La política fiscal es el conjunto de intervenciones que realiza el sector público a través de sus
programas de gastos e ingresos públicos y es una de las políticas económicas más influyentes en
las relaciones económicas y, en concreto, en la demanda agregada.
Al realizar gastos, el Estado proporciona medios de pago a la economía y, por tanto, incrementa
bien los depósitos a la vista (en los que los ingresan quienes los reciben), o bien el efectivo en
manos del público (si los pagos recibidos no se ingresan en cuentas corrientes). En cualquier
caso, la oferta monetaria habrá aumentado y lo hará en la misma medida que los pagos del
Estado, o en una mayor si los bancos inician un proceso de expansión del crédito bancario, una
vez realizadas las reservas correspondientes. Por tanto, la política fiscal tiene un claro efecto
inicial de carácter monetario, aunque este podrá ser mayor, menor, o incluso quedar anulado
según cómo se financie el gasto público.
Si los gastos públicos se financian mediante impuestos o vendiendo deuda pública a particulares,
el efecto monetario inicial se compensa y no se producen efecto monetario final. Si la deuda la
compran los bancos, el efec to final dependerá de que esa reducción en sus recursos vaya o no
acompañada de menos crédito a la economía. Y si el gasto público lo financiara el banco central
creando dinero, aumentaría la oferta monetaria.
Por tanto, según cuáles sean las circunstancias se producirá un efecto final u otro, pero en el
proceso la política fiscal interfiere inevitablemente con la monetaria.
Por su parte, la monetaria también influye inevitablemente en la política fiscal. Como hemos
visto, el banco central lleva a cabo los cambios en la cantidad de dinero y en el tipo de interés
precisamente para influir en las variables reales (consumo, ahorro, inversión, demanda agregada,
producción, precios, empleo...), y es evidente que es de estas variables reales de las que
depende que el Estado tenga que gastar más o menos o que obtenga más o menos ingresos.
En definitiva, esta imbricación inevitable entre las dos grandes políticas macroeconómicas obliga
a que las autoridades responsables de su ejecución actúen coordinadamente y mantengan
objetivos y estrategias que se complementen y que no choquen entre sí.
9. Política fiscal y demanda agregada. Gasto público y demanda agregada. Efecto
multiplicador del gasto público.
El gobierno actúa a través de la política fiscal modificando los progra- mas de ingresos y gastos
públicos para lograr los objetivos de política eco- nómica que se haya propuesto alcanzar.
Inmediatamente podemos suponer que en la economía existen rentas adicionales por ese mismo
valor.
Si además suponemos que no hay impuestos (directos o indirectos), ni transferencias o
subvenciones, ni ahorro empresarial, ni cotizaciones a la Seguridad Social, esta nueva renta se
transforma en renta disponible.
La nueva renta disponible (de 100 €) dará lugar a un incremento en el consumo, cuya magnitud
dependerá de la propensión marginal al consumo. Si ésta es de 0,8, por ejemplo, el aumento en el
consumo habrá sido de 80 € (100 × 0,8 = 80).
Ahora bien, este incremento en el consumo aumenta la demanda agre- gada en la misma cantidad
(en 80 €) y, por tanto, también la renta (en la misma magnitud de 80 €).
Este nuevo incremento en la renta proporciona un incremento adicional en el consumo (ahora de 80
× 0,8 = 64) que, a su vez, aumenta la demanda agregada y la renta (en 64 €); y así sucesivamente
generando nuevas rondas de gasto.
Por tanto, el incremento final en la renta ha sido igual al incremento original en el gasto público (100
€) más los efectos que éste ha inducido con posterioridad sobre el consumo. Esto es:
Incremento final de la renta = Incremento inicial del gasto público + + Nuevas cantidades
sucesivamente destinadas al consumo.
Incremento final de la renta = 100 + (100 × PMC) + (100 × PMC) × PMC + [(100 × PMC) × PMC] × PMC
+ ···
Puesto que la expresión anterior es la suma de una progresión geomé- trica, cuya magnitud total se
calcula por la fórmula conocida [Término inicial × 1/(1 − Razón)], y la razón es la propensión marginal
al consumo (PMC), el efecto multiplicador se puede expresar de la siguiente forma:
Incremento final de la renta = Incremento inicial × 1
del gasto público (1 − PMC)
En definitiva, el efecto final sobre la renta de un incremento inicial del gasto público es igual a este
último incremento multiplicado por 1/(1 − PMC).
Por ello, a esta expresión se la denomina multiplicador del gasto público, que indica, como en el caso
que ya estudiamos del multiplicador de la inver- sión, que las variaciones en el gasto público
provocan variaciones mayores en el nivel de la renta.
Precisamente en torno a este efecto multiplicador del gasto público gira la posibilidad de utilizar la
política fiscal como un importante instrumento de política económica para influir (por el lado del
gasto) sobre la produc- ción y la renta.
10. Factores del gasto público para incrementar la renta. Circunstancias para que tenga efecto
el gasto público.
Para que se produzca un efecto tan importante como el multiplicador del gasto público es
preciso que se dé una serie de circunstancias. Y según en la medida en que se den, así será la
magnitud final del efecto multiplicador sobre le renta:
— Que existan recursos ociosos en la economía, puesto que, de no ser así, un incremento del
gasto público no podría producir más aumen- to en la producción y la renta, sino tan sólo en
el nivel de precios.
— Que la propensión marginal al consumo se mantenga constante o aumente a medida que
aumenta la renta. Si se reduce, como los aná- lisis empíricos parecen demostrar, el efecto
final del incremento del gasto público sería mucho menor, puesto que aumentos sucesivos
en la renta se irían traduciendo cada vez menos en gastos de consumo.
— Que los incrementos de consumo inducidos se destinen a la adquisi- ción de bienes
nacionales: si se dedican a la compra de bienes extran- jeros, no provocan nuevos aumentos
de renta (o lo harían en menor proporción) y el efecto multiplicador no sería de la misma
magnitud.
— Que el incremento del gasto público se realice en gastos corrientes para que con él
aumente la renta nacional. Si se realizara en transfe- rencias, sólo aumentaría la renta
disponible, lo que disminuiría el efecto multiplicador.
— Por último, que el gasto público se financie por medio de deuda pú- blica, pues si se
financia por medio de impuestos sucederá que, al mismo tiempo que aumenta la renta
nacional como consecuencia del incremento del gasto, se estaría reduciendo la propia renta
disponible debido a los impuestos, y los efectos podían quedar parcialmente compensados.
El hecho de que no siempre se den estas circunstancias es lo que produ- ce la polémica
acerca de la eficacia del gasto público como fórmula de im- pulso de la demanda agregada.
Es decir, hasta qué punto el efecto multipli- cador es significativo y tiene potencia suficiente
para generar movimientos en la renta de mayor magnitud que otras componentes de la
demanda agregada.
11. Impuestos y demanda agregada. Tipos de efecto de los impuestos sobre la demanda
agregada. El efecto multiplicador de los impuestos.
Al igual que la inversión y el gasto público tienen un efecto multiplica- dor sobre la renta cuando
varían, también lo tienen los impuestos, aunque de signo negativo y de distinta magnitud.
Pero también se pueden producir efectos fiscales sobre la demanda agre- gada de manera
automática sin que el gobierno tenga que tomar un decisión discrecional al respecto, porque
existen mecanismos que aumentan el gasto o los ingresos públicos con independencia de la
voluntad del gobierno.
TEMA 10
1. Sistema bancario y creación de dinero. Funciones del banco central. Creación de dinero por
parte de los bancos comerciales.
Los bancos comerciales son las instituciones financieras que tienen la capacidad de crear dinero
bancario a través de la intermediación financiera, es decir, captando recursos de los clientes y
proporcionando con ellos créditos o préstamos a otros.
Los bancos comerciales tienen dos funciones esenciales. Por un lado, la de captación de recursos a
cambio de un determinado interés para generar depósitos, que pueden ser de tres clases:
— Depósitos a la vista, en los que el cliente puede retirar los fondos depositados en cualquier
momento a través de cheques. Se dice que estos depósitos son los más líquidos, porque se pueden
convertir in mediatamente en dinero, y por eso los bancos los retribuyen con un interés más bajo.
— Depósitos a plazo, que son aquellos depósitos que solo se pueden retirar una vez que termina el
período establecido en el contrato. El interés suele ser más elevado porque son menos líquidos.
— Depósitos de ahorro, que hoy día suelen ser prácticamente igual de líquidos que los depósitos a la
vista, aunque se diferencian en que los movimientos se hacen con una cartilla en lugar de con
cheques.
Por otro lado, los bancos comerciales proporcionan financiación a los sujetos económicos
concediéndoles préstamos o créditos que pueden desti narse a usos diversos: al consumo, a la
compra de propiedades inmobiliarias (hipotecas) o a la inversión que realizan las empresas. Como
veremos ense guida, al proporcionar esa financiación es cuando crean el dinero bancario.
Algunos bancos no solo prestan a sus clientes para que estos inviertan, sino que ellos mismos
invierten los recursos que tienen en depósito. Son los bancos de inversión, que, gracias a ello,
pueden dar una rentabilidad más elevada a sus clientes, aunque a costa de asumir un riesgo también
mucho mayor. De hecho, la confusión entre la banca comercial y la de inversión (muchas veces sin
que sus clientes sean conscientes de ello) ha producido graves problemas económicos porque ha
llevado a los bancos a situaciones de grave deterioro patrimonial que han afectado al conjunto de la
economía, sobre todo cuando la inversión a la que se dedican es básicamente especulativa y alejada
de las necesidades de la economía productiva.
Inicialmente, se entiende que la oferta monetaria está compuesta por el dinero en su sentido
más estricto: monedas y billetes en manos del público (que se suelen expresar
conjuntamente como efectivo en manos del público) más los depósitos a la vista en los
bancos (estos se pueden considerar tan líquidos como los anteriores, pues son convertibles
en ellos de forma instan tánea). A esta definición se le suele denominar también M1:
Oferta monetaria = M1 = Efectivo en manos del público (Ep) + + Depósitos a la vista (Dv)
M1 = Ep + Dv
Pero la evolución económica ha provocado que esta definición estricta de oferta monetaria
se haya quedado corta. A medida que se han multiplicado las operaciones financieras, los
activos financieros han ganado liquidez. Hoy día, por ejemplo, se puede disponer de manera
prácticamente inmediata de los saldos de una cuenta de ahorro o, incluso, de un depósito a
plazo. Además, otros activos financieros se aceptan en muchas operaciones como me dios de
pago. Se ha producido un fenómeno de innovación financiera que proporciona activos
financieros suficientemente líquidos como para que pue dan ser efectivamente utilizados
como medios de pago y a los que se les suele llamar «cuasi dinero». Ésa es la razón por la
que las autoridades monetarias han ampliado progresivamente la definición de oferta
monetaria definiendo otros agregados monetarios, de tal modo que, en cada momento, se
refleje con exactitud la variedad de medios de pago que circulan en una economía. Estos
otros agregados, que complementan a M1, son las siguien tes, según la definición del
Eurosistema:
— M2: compuesto por los pasivos incluidos en M1 más los depósitos a plazo de hasta dos
años y los depósitos disponibles con preaviso de hasta tres meses. Es decir, que incluye como
verdaderos medios de pago no solo los que son inmediatamente líquidos, sino otros que en
puridad no lo son, pero en la práctica pueden serlo casi de forma instantánea y sin apenas
dificultad o coste.
— M3: comprende los pasivos incluidos en M2 más otros menos cono cidos para la gente
corriente como las cesiones temporales, las parti cipaciones en fondos del mercado
monetario e instrumentos del mer cado monetario y los valores de renta fija de hasta dos
años, emitidos por las instituciones financieras monetarias.
A la hora de elaborar la política monetaria, las autoridades deben deci dir cuál de estos
agregados responde mejor a las condiciones económicas reales, cuál es el que se manifiesta
más nítidamente en las fuentes estadísticas y, en suma, el que debe ser objeto de control por
entender que refleja más adecuadamente las funciones que el dinero cumple como medio
que permite alcanzar el equilibrio en todos los mercados.
Los que más directamente reflejan el dinero, es decir, los activos más líquidos, son M1 y M2.
Pero el Eurosistema, y muchos otros bancos centrales, eligen M3 porque no les interesa
controlar solo lo que ya es dinero sino lo que puede serlo en un plazo relativamente cercano
y, además, porque se entiende que los activos vinculados a operaciones a plazo forman parte
de modo más estable de los medios de pago generalmente utilizados por los agentes
económicos.
Por eso es preciso que las autoridades monetarias establezcan ciertos criterios previos y
convenciones para poder llegar a definir el volumen total de dinero o medios de pago que se
están utilizando en una economía y al que llamamos oferta monetaria.
En este caso, los individuos están interesados en mantener dinero en la medida en que este
les proporcione capacidad de compra. Entonces, su de manda de dinero depende de la
renta, pues a medida que esta aumenta, lo hacen también el número y el valor de las
transacciones en las que intervie nen los sujetos económicos (se dirá que la elasticidad de la
demanda de di nero respecto a la renta es positiva).
Cuando predomina este tipo de demanda de dinero para transacciones, los activos
financieros que se demandan como dinero son los extraordinaria mente líquidos: los que
puedan ser utilizados sin problemas como medios de pago en las transacciones.
Los activos financieros que se demandan en este caso no son preferente mente los de gran
liquidez que se usan en las transacciones, sino cualesquie ra que sean susceptibles de
proporcionar rentabilidad.
Su punto de partida es operar sobre la cantidad de dinero, que ya sabe mos que en principio
puede ser controlada directamente por la autoridad monetaria, para lograr modificaciones
en los tipos de interés vigentes en el mercado de dinero.
A su vez, los tipos de interés así afectados influyen, como sabemos, al menos sobre otras tres
variables: el consumo, el ahorro y la inversión (y, como veremos, también en las
importaciones y exportaciones y en el precio de la moneda nacional).
Por esa vía, los cambios en los tipos de interés terminan influyendo (en mayor o menor
medida, dependiendo de la respectiva elasticidad de cada variable) sobre la demanda
agregada y, en consecuencia, sobre el nivel de producción y sobre la renta y el empleo.
Además, los tipos de interés influyen lógicamente sobre los costes de la financiación externa
y, por tanto, sobre los costes totales de las empresas y, a partir de ahí, sobre los precios de
los bienes y servicios.
Los tipos de interés influyen también sobre el ahorro y, por tanto, afec tan igualmente a la
acumulación de capital que es necesaria para que las economías generen mayor actividad a
lo largo del tiempo. Como veremos en el capítulo siguiente, sus variaciones pueden ser un
factor muy potente a la hora de atraer capitales extranjeros o de provocar su salida, lo que
inci dirá lógicamente sobre los saldos financieros de la nación con el resto del mundo.
En suma, pues, alterando los tipos de interés, la política monetaria pue de provocar efectos o
impactos subsiguientes que lleven a modificar las con diciones de producción, renta, empleo,
precios, crecimiento, equilibrio exte rior, etc., de la economía.
Veremos a continuación cómo se puede poner en marcha ese proceso de transmisión de
impulsos en condiciones reales, qué efectividad puede tener y qué tipo de problemas lleva
consigo.
8. El precio del dinero. La formación del tipo de interés. Representación gráfica y explicación.
Una de las cuestiones que más debate han generado entre los economis tas de todos los
tiempos es el modo en que se determina el precio del dinero, es decir, el tipo de interés.
En principio, podría decirse que se fija como en cualquier otro mercado, mediante la
interacción de la demanda de dinero y la oferta monetaria, tal y como se muestra en el
recuadro de la página 294. Pero las cosas no suelen ser tan simples en la realidad.
Los economistas clásicos pensaban que el tipo de interés dependía de la oferta y la demanda
de ahorro (de fondos prestables), es decir, de la deman da que realicen los sujetos que
necesiten financiación (inversores) y de la oferta que hagan los ahorradores. Según
estableció uno de ellos, John Stuart Mill, «el tipo de interés será aquel que iguale la
demanda de préstamos con su oferta. Será aquel al cual lo que cierto número de personas
desean tomar prestado es igual a lo que otras desean prestar». Con él coincidían más o
menos los economistas neoclásicos, pero Keynes pensaba de forma diferente. En su opinión,
la demanda de préstamos de los inversores depende de su rendimiento (lo que llamó
«eficiencia marginal del capital») y no del tipo de interés, aunque este último determina
(como ya explicamos) el coste que será necesario considerar para conocer el rendimiento de
la inversión.
Además, Keynes afirmaba que el ahorro tampoco depende del tipo de interés, sino,
principalmente, del ingreso de los ahorradores. Solo el ahorro destinado a especular
dependerá de la ganancia que se pueda obtener con él en el futuro, esto es, del tipo de
interés.
Por esa razón, Keynes afirmaba que el tipo de interés no dependía de la demanda y oferta de
fondos prestables y, por tanto, que no se determinaba en el mercado de ahorro. Por el
contrario, su opinión era que el tipo de in terés se determinaba, como hemos señalado, en el
mercado de dinero, a tra vés de su oferta y demanda.
A partir de esta hipótesis, la teoría económica convencional supone que la oferta monetaria
depende, como hemos señalado anteriormente y como veremos con más detalle más
adelante, de la voluntad del banco central, puesto que este dispone de medios suficientes
para controlarla a través de la política monetaria, modificando la base monetaria o
influyendo en la con ducta de los bancos que crean el dinero bancario.
La demanda de dinero, por su parte, dependerá del tipo de interés, por varias razones: si el tipo
de interés disminuye, los sujetos desearán mantener más efectivo (aumento de la demanda de
dinero), porque la ganancia que pueden obtener dedicando el ahorro a la especulación será
menor. Además, en ese caso, la inversión aumentará y habrá más ingresos y, por tanto, más
transacciones, luego habrá también más demanda de dinero por este motivo.
Pero la interrelación de la oferta y la demanda de dinero para fijar el tipo de interés no es tan
elemental y automática como cabría esperar:
— Los movimientos de la oferta monetaria en el mercado de dinero se producen al mismo tiempo
que los de la demanda de dinero, y ambos pueden contrarrestarse o fortalecerse mutuamente según
cuál sea el tipo de relación entre la demanda de dinero y el tipo de interés, algo sobre lo que no se
ponen de acuerdo las diferentes corrientes económi cas. Los economistas keynesianos opinan que la
demanda de dinero responde a cambios en el tipo de interés solo muy suavemente, mien tras que
los economistas monetaristas y liberales creen que la relación entre la demanda de dinero y el tipo
de interés es más fuerte y, por tanto, que la demanda de dinero reaccionará con más fuerza ante
cam bios en el tipo de interés. Según sea lo que ocurra en la realidad, la eficacia de actuaciones
sobre los tipos de interés será mayor o menor.
— En la realidad, no hay un solo tipo de interés en la economía. Se podría aceptar que el banco
central puede establecer un precio del dinero o tipo de interés oficial o de referencia al que presta a
los bancos, como veremos enseguida, pero luego los bancos prestan a tipos muy diferentes a sus
clientes.
El objetivo final de la política monetaria es la gran prioridad a la que se orientan todas las
actuaciones que realice el banco central para influir sobre la cantidad de dinero existente en
la economía.
En principio, este objetivo puede ser cualesquiera de los que ocupan a la política económica
general: pleno empleo, estabilidad de precios, crecimiento a largo plazo, distribución más
equitativa, etc.
Cada Gobierno o Parlamento, o la institución a quien legalmente corres ponda definirlos,
determina el objetivo u objetivos finales que debe perseguir la política monetaria y encarga
su ejecución concreta a su respectivo banco central. El Banco Central Europeo tiene como
objetivo principal o final man tener la estabilidad de precios. Otros bancos centrales, como la
Reserva Fe deral de Estados Unidos, tienen además el del crecimiento económico y el pleno
empleo. Y el Banco Central de Australia ha de perseguir también fo mentar la prosperidad
económica y el bienestar de la población australiana.
En el caso europeo, el propio BCE estableció una definición cuantitativa de ese objetivo de
estabilidad de precios señalando que consiste en evitar que los precios suban por encima del
2 por 100 anual a medio plazo. De esta manera el Banco Central Europeo entiende que
contribuye a que se consigan niveles de crecimiento económico y de empleo elevados.
Objetivos intermedios
En función de los objetivos finales encomendados, cada banco central establece unos
objetivos intermedios, es decir, una especie de eslabones o pasos previos para poder llegar a
ellos.
Estos objetivos intermedios pueden ser, por ejemplo, algún agregado mo netario, los tipos de
interés, una batería más o menos amplia de índices que muestren las variaciones que se
están produciendo en los precios, etc.
El banco central debe elegir uno de ellos, y lo hace dependiendo de su consistencia, así
como de su relación efectiva con el objetivo final que per sigue.
El Banco Central Europeo renunció a tener algún agregado monetario como objetivo
intermedio exclusivo y utiliza otro más directamente vincula do con su objetivo final: el
Índice Armonizado de Precios de Consumo.
Instrumentos:
Para conseguir el objetivo principal de mantener la estabilidad de pre cios, el Banco Central
Europeo dispone de diversos instrumentos de política monetaria:
a)Operaciones de mercado abierto. En el caso de la unión monetaria europea pueden ser de
cuatro tipos:
———
Operaciones principales de financiación. Son inyecciones de li quidez de carácter regular,
periodicidad semanal y vencimiento de una semana.
Operaciones de financiación a plazo más largo. Son inyecciones de liquidez de periodicidad
mensual y vencimiento, por lo gene ral, de tres meses.
Operaciones de ajuste, que se ejecutan específicamente para ges tionar la situación de
liquidez del mercado monetario y controlar los tipos de interés y para suavizar los efectos
que en dichos tipos causan las fluctuaciones inesperadas de liquidez en el mer cado.
— Operaciones estructurales, que se llevan a cabo siempre que el BCE desea ajustar la
posición a más largo plazo de la liquidez del Eurosistema. Mediante estas operaciones se
consigue con trolar los tipos de interés, gestionar la situación de liquidez del mercado
monetario y señalar la orientación de la política mo netaria.
b) Facilidades permanentes. Se llaman facilidades permanentes a las operaciones que
proporcionan o retiran liquidez a un día de las en tidades de crédito.
Pueden ser de dos tipos:
— La facilidad marginal de crédito, que permite a las instituciones financieras obtener
liquidez a un día de los bancos centrales na cionales contra activos de garantía.
— La facilidad de depósito, que las entidades pueden utilizar para efectuar depósitos a un
día en los bancos centrales nacionales.
c) Reservas mínimas. Son las cantidades que el Eurosistema obliga a que las entidades de
crédito mantengan en cuentas abiertas en los bancos centrales nacionales con el objetivo de
estabilizar los tipos de interés del mercado monetario. Hasta enero de 2012, las entida des
de crédito debían mantener en sus bancos centrales nacionales un coeficiente mínimo del 2
por 100 de determinados pasivos, prin cipalmente depósitos de clientes. Desde entonces,
este coeficiente se ha reducido al 1 por 100.
d) Medidas no convencionales. Si los instrumentos anteriores no son suficientes, sobre todo
cuando hay tensiones extraordinarias en los mercados financieros, el Banco Central Europeo
puede utilizar otras medidas menos habituales. Entre ellas se encuentran las si guientes:
— Inyección de liquidez a tipo de interés fijo, en lugar de las que hace a interés variable
cuando realiza las habituales operaciones de mercado abierto. De esa forma, cuando hay
crisis o problemas graves, se garantiza de antemano adjudicar el importe íntegro de liquidez
solicitado por las entidades de crédito.
El dinero y la política monetaria
— Reducción de los requisitos mínimos de garantía que las entida des de crédito deben
satisfacer para tomar prestado del Eurosis tema y así facilitar su acceso a la inyección de liquidez.
— Inyección de liquidez a plazo más largo.
— Modificación del coeficiente de reservas exigido.
A partir de 2012, y para hacer frente a la situación especialmente grave que había provocado
la crisis, el Banco Central Europeo (que tiene prohibi do financiar a los gobiernos) compró
bonos gubernamentales en el llamado mercado secundario, es decir, que no lo hizo
directamente a los gobiernos cuando estos hicieron la oferta pública, sino que los compró a
las entidades que los habían adquirido antes.
10. Relación entre política monetaria y política fiscal. Aspectos monetarios de la política fiscal.
Implicaciones fiscales de la política monetaria.
En principio, la política fiscal y la monetaria se realizan por autoridades diferentes y podría pensarse
que es fácil que puedan tener estrategias diver sas, o incluso contradictorias. Pero en la práctica eso
no suele ocurrir por que ambas políticas están imbricadas y tienen efectos constantes la una sobre la
otra.
Al realizar gastos, el Estado proporciona medios de pago a la economía y, por tanto, incrementa bien
los depósitos a la vista (en los que los ingresan quienes los reciben), o bien el efectivo en manos del
público (si los pagos recibidos no se ingresan en cuentas corrientes). En cualquier caso, la oferta
monetaria habrá aumentado y lo hará en la misma medida que los pagos del Estado, o en una mayor
si los bancos inician un proceso de expansión del crédito bancario, una vez realizadas las reservas
correspondientes. Por tanto, la política fiscal tiene un claro efecto inicial de carácter monetario,
aunque este podrá ser mayor, menor, o incluso quedar anulado según cómo se finan cie el gasto
público.
Si los gastos públicos se financian mediante impuestos o vendiendo deuda pública a particulares, el
efecto monetario inicial se compensa y no se producen efecto monetario final. Si la deuda la
compran los bancos, el efec to final dependerá de que esa reducción en sus recursos vaya o no
acompa ñada de menos crédito a la economía. Y si el gasto público lo financiara el banco central
creando dinero, aumentaría la oferta monetaria.
Por tanto, según cuáles sean las circunstancias se producirá un efecto final u otro, pero en el proceso
la política fiscal interfiere inevitablemente con la monetaria.
Por su parte, la monetaria también influye inevitablemente en la política fiscal. Como hemos visto, el
banco central lleva a cabo los cambios en la cantidad de dinero y en el tipo de interés precisamente
para influir en las variables reales (consumo, ahorro, inversión, demanda agregada, produc ción,
precios, empleo...), y es evidente que es de estas variables reales de las que depende que el Estado
tenga que gastar más o menos o que obtenga más o menos ingresos.
En definitiva, esta imbricación inevitable entre las dos grandes políticas macroeconómicas obliga a
que las autoridades responsables de su ejecución actúen coordinadamente y mantengan objetivos y
estrategias que se complementen y que no choquen entre sí.
TEMA 11
1. Breve repaso de la evolución de los sistemas monetarios, situación actual y definición del
propio concepto de sistema monetario.
El funcionamiento de los mercados de divisas está sujeto a normas y reglas que forman los
llamados sistemas monetarios o sistema de tipos de cambio.
El patrón oro se basa en que la cotización de cada moneda se fija en función de las reservas
de oro que tenga cada país. Si una nación incurriera en déficit por cuenta corriente, se
produciría una salida de sus reservas de oro. Al disminuir la masa monetaria, disminuirían
también las transacciones y con ello los precios de venta de los productos nacionales. Esto
permitiría un aumento de las exportaciones y un descenso de las importaciones que harían
que se restableciese el equilibrio externo.
El sistema de tipos de cambio flexibles se basa en dejar que sea el merca do quien determine
las cotizaciones de las divisas.
Hoy día no hay un verdadero sistema monetario internacional. Prác ticamente todos los
países dejan que las cotizaciones de sus monedas se establezcan en virtud de las condiciones
imperantes en el mercado en cada momento.
Por un lado, que hay gran inestabilidad, porque los tipos de cambio están subiendo y
bajando constantemente, aunque sea en niveles muy pequeños.
Por otro, y aunque esas oscilaciones sean la mayoría de las veces muy pequeñas, pueden dar
lugar a grandes beneficios si se compran o se venden cantidades muy grandes de divisas.
Esas operaciones de compra y venta de divisas para tratar de obtener rentabilidad gracias a
las oscilaciones de su precio constituyen lo que se conoce como especulación cambiaria.
Cuando un país compra bienes o servicios a otro, debe pagarle en la moneda del vendedor, o
en otra que este acepte. Y al revés, nosotros queremos que los extranjeros nos paguen en
nuestra moneda los bienes o servicios que vendamos.
Por tanto, debe existir un mecanismo que permita realizar los pagos in ternacionales. Esos
mecanismos deben permitirnos obtener divisas y poder cambiarlas por las nuestras.
Las divisas son las monedas de otros países que debemos tener si quere mos comerciar con
ellos.
Si vamos a salir al extranjero de viaje y necesitamos, por ejemplo, dóla res, iremos a un
banco o a una oficina de cambio y compraremos dólares a cambio de euros. Eso es un
mercado de divisas.
En ese mercado se fija el tipo de cambio, que es el precio de una moneda en relación con
otra. Si decimos que el tipo de cambio del euro respecto al dólar es 1 € = 1,5 $, queremos
decir que para adquirir 1,5 dólares hemos de pagar 1 euro.
El tipo de cambio se fija en el mercado de divisas en función de la ofer ta y la demanda de
cada moneda, como sucede en cualquier otro mercado.
Para conocer cómo funciona un mercado de divisas y cómo se forma el tipo de cambio,
veamos en primer lugar quiénes realizan la demanda y la oferta de divisas.
Para entenderlo mejor, pongamos el ejemplo de los europeos y el resto del mundo:
— Demanda de euros y oferta de divisas. Las realizan los extranjeros que tengan que hacer
pagos a los europeos, es decir, que quieran comprar productos europeos, que quieran venir
de turismo a Europa o que quieran invertir en Europa.
— Oferta de euros y demanda de divisas. Las realizan los europeos que tengan que realizar
pagos al extranjero, es decir, que quieran comprar productos extranjeros, ir fuera de su país
de turismo o realizar inversiones fuera.
b) Precios relativos. Cuando el precio de nuestros productos o servi cios se eleva en relación
con los de fuera, se venderán menos al exterior. Por tanto, si aumentan los precios
nacionales en relación con los del extranjero, habrá menos demanda de nuestra moneda y, al
mismo tiempo, se comprarán más productos extranjeros, lo que hará que suba nuestra
demanda de divisas. Y al revés, si suben los precios extranjeros en relación con los nuestros,
habrá más deman da de nuestra moneda y más oferta de divisas para obtenerla.
c) Tipos de interés. Si los tipos de interés en nuestro país se elevan en relación con los del
extranjero, los inversores de otros países se ve rán atraídos por esa posibilidad de obtener
más rentabilidad, así que aumentará la demanda de nuestra moneda para invertir aquí. Por
el contrario, si nuestros tipos de interés son más bajos en tér minos relativos, los inversores
preferirán invertir fuera, así que aumentará la oferta de moneda nacional y también la
demanda de divisas.
d) Tipo de cambio. Lógicamente, si una moneda se cambia a un precio bajo, habrá más
demanda de ella. Y viceversa.
Intervenciones en el mercado de divisas. Razones que pueden explicar sus causas. Tipo de
intervenciones y explicación.
b) Precios relativos. Cuando el precio de nuestros productos o servi cios se eleva en relación
con los de fuera, se venderán menos al exterior. Por tanto, si aumentan los precios
nacionales en relación con los del extranjero, habrá menos demanda de nuestra moneda y, al
mismo tiempo, se comprarán más productos extranjeros, lo que hará que suba nuestra
demanda de divisas. Y al revés, si suben los precios extranjeros en relación con los nuestros,
habrá más deman da de nuestra moneda y más oferta de divisas para obtenerla.
c) Tipos de interés. Si los tipos de interés en nuestro país se elevan en relación con los del
extranjero, los inversores de otros países se ve rán atraídos por esa posibilidad de obtener
más rentabilidad, así que aumentará la demanda de nuestra moneda para invertir aquí. Por
el contrario, si nuestros tipos de interés son más bajos en tér minos relativos, los inversores
preferirán invertir fuera, así que aumentará la oferta de moneda nacional y también la
demanda de divisas.
d) Tipo de cambio. Lógicamente, si una moneda se cambia a un precio bajo, habrá más
demanda de ella. Y viceversa.
Intervenciones en el mercado de divisas. Razones que pueden explicar sus causas. Tipo de
intervenciones y explicación.
1. Cuenta corriente
2. Cuenta de capital
Incluye los movimientos de capital, es decir, las transferencias que tienen como finalidad la
financiación de un bien de inversión y las compras o ventas de activos no financieros.
3. Cuenta financiera
Recoge los flujos financieros (variación de los activos y pasivos) entre los residentes del país y
el resto del mundo. Incluye los ingresos y pagos por inversiones directas, por inversiones en
cartera y por otros productos o instrumentos financieros, y, por último, las reservas.
Las reservas son las cantidades de oro o divisas (monedas de otros países) de las que
dispone el Estado como resultado de ir sal dando todas las operaciones en las que participan
sus residentes.
Finalmente, en la balanza de pagos también hay una cuenta de errores y omisiones que
registra las discrepancias estadísticas que se hayan podido producir entre todas las cuentas
anteriores.i
Sin embargo, no todos los incrementos de renta inducidos por el aumen to de las exportaciones
se destinan al consumo (en la proporción que deter mine la propensión marginal al consumo),
sino que también se destinarán a realizar nuevas importaciones (en una magnitud dependiente
de la propen sión marginal a importar). Es decir, que cada aumento de la renta genera, a su vez,
una desviación de gasto hacia el exterior. Y el efecto multiplicador de las exportaciones se ve
reducido, por tanto, por los sucesivos aumentos de las importaciones (que equivalen a salidas de
rentas).
Al igual que se hizo en el caso de la inversión y el gasto público, puede calcularse el efecto final
sobre la renta de las variaciones en las exportacio nes netas, lo que permitirá obtener un
multiplicador del comercio exterior, cuyo valor depende de la propensión marginal al consumo y
de la propen sión marginal a importar y cuya expresión sería la siguiente:
TEMA 12
1. Los factores del crecimiento. RRNN, Demografía y capital humano, Progreso Técnico,
factores socio-culturales.