Tema Ii. Los Modos de Produccion
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ECONOMÍA PRIMITIVA
Por comunismo primitivo, comunidad primitiva, o modo de producción primitivo, se
entiende, en la teoría marxista, una etapa del desarrollo de las formaciones económico-
sociales, caracterizadas por el bajo nivel de desarrollo de las fuerzas productivas,
la propiedad colectiva de los medios de producción (la tierra y
las herramientas rudimentarias) y la distribución igualitaria de los productos. Es el primero
de los modos de producción que Marx definió como estados de la evolución de
la historia económica.
En el comunismo primitivo los seres humanos estaban organizados en grupos, dedicados a
la caza, pesca y recolección. La actividad productiva humana se basaba en la cooperación
simple. Para Marx, este tipo de asociación cooperativa era una necesidad inexorable debido
al desamparo en que se encontraba el individuo aislado en la naturaleza. Como
consecuencia de su modo de vida, el humano primitivo no concebía la posibilidad de la
propiedad privada de la tierra y de los demás medios de producción; pero lo que sí concebía
era lo que Marx describió en sus Manuscritos Económico-filosóficos de 1844 como
"propiedad privada general" que en el ejemplo de la comunidad de mujeres era una especie
de propiedad sexual de la comunidad hacia el cuerpo de la mujer, con el capitalismo esta se
transforma en la "propiedad privada exclusiva" que en este caso se denominó
"matrimonio". Tan sólo algunos instrumentos y bienes les pertenecían en
propiedad personal.
En el comunismo primitivo la producción estaba directamente definida por las necesidades
colectivas, y entre el acto sustancial de la creación y lo creado no había ninguna mediación
social y, por tanto, ninguna ruptura epistemológica.
Esta forma de vida corresponde al periodo que los prehistoriadores han denominado
Paleolítico, y no fue sino con el desarrollo de la agricultura y la ganadería, realizado durante
el Neolítico que permitió una primera especialización y división social del trabajo, como
describe el historiador Vere Gordon Childe con sus conceptos de Revolución neolítica (en la
que las aldeas campesinas aún conservaban buena parte del igualitarismo social) y la
posterior Revolución urbana (cuando ya aparecen claramente las clases sociales y
el poder político y religioso).
El desarrollo primitivo de las fuerzas productivas no creaba excedente alguno después de
cubrir las necesidades más perentorias, por lo tanto, era imposible la acumulación de
bienes. Como el desarrollo de las fuerzas productivas era insuficiente para que el
trabajo excedentario de unas personas liberara a otras personas de la necesidad de
trabajar, también era imposible la explotación.
Al ser una sociedad basada en el autoconsumo, todas sus relaciones sociales eran
comunitarias, y al no ser una sociedad dividida en clases sociales no era necesario
ninguna clase de Estado para su regulación.
Este modo de producción fue sustituido, dependiendo del lugar o la época, bien por el modo
de producción esclavista o bien por el modo de producción feudal, ya fuera por desarrollo
propio o como resultado de la conquista.
· La división del trabajo se hacía de acuerdo a la edad y al sexo, lo cual significa que
los niños y las mujeres realizaban trabajos que su estado físico les permitiera.
· La teoría del matriarcado (hoy muy puesta en cuestión y matizada por
la antropología moderna) consideraba que en este tipo de sociedad
la autoridad del grupo la representaban las mujeres. Lo mismo ocurría con la práctica de la
poliandria (múltiples compañeros sexuales para cada mujer).
· Las herramientas de trabajo eran muy rudimentarias, pues estaban hechas de
piedra, madera o hueso
MODO DE PRODUCCIÓN ESCLAVISTA
El modo de producción esclavista es uno de los modos de producción que Marx definió
como estadios de la evolución de la historia económica definidos por un determinado nivel
de desarrollo de las fuerzas productivas y una forma particular de relaciones de producción.
El modo de producción esclavista es propio de un nivel de desarrollo de las fuerzas
productivas netamente preindustrial. El capital es escaso, no habiendo incentivos para
la inversión aunque se amasen inmensas fortunas (se acumulan objetos de lujo,
propiedades inmuebles y esclavos, no interesando los bienes de producción como
maquinaria); las técnicas son muy rudimentarias y tradicionales, no habiendo incentivo
para mejora aunque pueda haber un espectacular desarrollo intelectual precientífico
(la filosofía clásica). Tierra y trabajo son las fuerzas productivas fundamentales.
En el modo de producción esclavista, la fuerza de trabajo está sometida a esclavitud, es
decir: no es propiedad de los trabajadores que por tanto no tienen que ser retribuidos (los
proletariados del modo de producción capitalista poseen al menos su fuerza de trabajo y
han de ser retribuidos con el salario). La reproducción de la fuerza de trabajo queda así
como responsabilidad del propietario del esclavo, que por su propio interés alimenta e
incluso incentiva a la reproducción biológica de sus esclavos (a diferencia de los esclavos,
los proletarios han de encargarse de ello por sí mismos con la retribución salarial que
reciben por su trabajo). En el modo de producción esclavista, las relaciones sociales están
basadas en la propiedad y el derecho, que convierten a unas personas en libres y otras en
esclavas (en el modo de producción feudal, la propiedad y el derecho, más bien derechos y
privilegios en plural, son términos confusos que señores y siervos comparten). El interés en
la mejora de la producción corresponde únicamente al propietario, pues el esclavo no se
beneficia ni se perjudica directamente por una mejor o peor cosecha (en el modo de
producción feudal ese interés corresponde al siervo y en el capitalista
al empresario capitalista).
Si eso parece estar en contradicción con la existencia de esclavos hasta el siglo XIX en los
Estados del sur de los EE. UU., por poner un ejemplo muy conocido, se debe dejar claro, por
un lado, que no hay que confundir modo de producción esclavista con esclavitud, que es
tan antigua como la historia y continuó existiendo en todo el mundo después de que
el esclavismo fuera el modo de producción dominante, sobreviviendo hasta que
el movimiento abolicionista la consideró una situación socialmente inaceptable. Aún hoy en
día reaparece en algunos lugares de África. Por otro lado, hay que dejar claro que distintos
modos de producción pueden (de hecho, suelen) coexistir al mismo tiempo combinándose
en una formación económico social concreta.
El modo de producción esclavista fue el componente esencial de la formación económico
social de la civilización grecorromana y lo que le proporcionó la base tanto de su éxito como
de su crisis. La historiografía materialista insiste en la originalidad de ese hecho y su
trascendencia (Perry Anderson).
La esclavitud ya había existido en formas diferentes en las civilizaciones del antiguo Oriente,
pero siempre había sido una condición jurídicamente impura, que con frecuencia tomaba
la forma de servidumbre por deudas o de trabajo forzado, entre otros tipos mixtos de
servidumbre, y formando sólo una categoría muy reducida en un continuo de dependencia
y falta de libertad que llegaba hasta muy arriba en la escala social. La esclavitud nunca fue
el tipo predominante de extracción de excedente, sino un fenómeno que existía al margen
de la principal mano de obra rural. Los imperios fluviales (Mesopotamia, Egipto), basados
en una agricultura intensiva y de regadío que contrasta con el cultivo de secano de la
civilización mediterránea grecorromana, no fueron economías esclavistas, y
sus sistemas legales carecían de una concepción estrictamente definida de la propiedad de
bienes muebles.
Las grandes épocas clásicas: Grecia en los siglos V y IV a. C. y Roma desde el II a. C. hasta el
II d. C. fueron aquellas en las que la esclavitud fue masiva y general entre los otros sistemas
de trabajo. La decadencia de la esclavitud, en el Helenismo o en la Roma de la crisis del siglo
III, significó la decadencia de ambas culturas urbanas. El predominio de la ciudad sobre el
campo se invierte cuando el modo de producción esclavista es sustituido por el modo de
producción feudal.
Grecia : Las polis griegas fueron las primeras en hacer de la esclavitud algo absoluto en su
forma y sobre todo dominante en su extensión, convirtiéndola un sistemático modo de
producción. Eso no quiere decir que el mundo griego clásico se basara de forma exclusiva
en la utilización del trabajo de esclavos: los campesinos libres, arrendatarios y artesanos
urbanos siempre coexistieron con los esclavos; pero el modo de producción dominante, que
rigió la articulación de cada economía local y definió la civilización griega fue el esclavista.
Las estimaciones numéricas son poco fiables y varían enormemente. En la Atenas de
Pericles la proporción esclavos/ciudadanos libres era quizá de 3 a 2. En otras polis (Quíos,
Egina, Corinto) probablemente más. Aristóteles daba por supuesto la necesidad de esclavos
en abundancia y Jenofonte proponía como proporción ideal 3 a 1. Lo verdaderamente
importante es que por primera vez los esclavos fueron utilizados de forma habitual en la
artesanía, la industria y la agricultura en escala superior a la utilización doméstica, propia
de una concepción menos utilitaria y más de ostentación.
Al tiempo que la esclavitud se hacía general, la naturaleza de la esclavitud se hacía absoluta:
ya no consistía en una forma relativa de servidumbre entre otras muchas, a lo largo de un
continuo gradual, sino en una condición extrema de pérdida completa de libertad, que se
yuxtaponía a una libertad nueva y sin trabas. La libertad y la esclavitud helénicas eran
indivisibles: cada una de ellas era la condición estructural de la otra, en un sistema diádico
que no tuvo precedente ni equivalente en las jerarquías sociales de los imperios del Oriente
Próximo, que no conocieron ni la noción de ciudadanía libre ni la de propiedad.
Roma : Las guerras interiores y exteriores a partir de finales del siglo III a. C. (Guerras
Púnicas, guerra social y guerra civil) pusieron bajo el control de la oligarquía senatorial
grandes territorios, de forma especial en el sur de Italia. Al mismo tiempo acentuaron
dramáticamente la decadencia del campesinado romano, que en otros tiempos había
constituido la sólida base de pequeños propietarios de la pirámide social de la ciudad. La
movilización sin fin agotó a los assidui, llamados año tras año a la legión. Los que no morían
eran incapaces de conservar sus tierras, absorbidas por la nobleza ecuestre y senatorial. Del
año 200 al 167 a. C., el 10% o más de todos los hombres libres y adultos de Roma estuvieron
alistados permanentemente en el ejército. Este gigantesco esfuerzo militar sólo era posible
porque la economía civil en la que se apoyaba podía funcionar hasta ese punto gracias al
trabajo de los esclavos, que liberaba las correspondientes reservas de mano de obra para
los ejércitos de la República. A su vez las guerras victoriosas proporcionaban más cautivos-
esclavos para enviar a las ciudades y las fincas de Italia.
El resultado final fue la aparición de unas propiedades agrarias, los latifundios cultivadas
por esclavos, de un tamaño hasta entonces desconocido. Los mayores podían alanzar más
de 80.000 hectáras. Incluso siendo dispersos, sus fincas individualizadas solían superar los
500 iugera (120 hectáreas) y no eran raros tamaños diez veces superiores. Aumentó la
combinación del cultivo de vid y olivo con el de los cereales, y la superficie dedicada a la
ganadería. La comercialización estaba asegurada por las vías terrestres (calzada romana) y
las rutas marítimas de un Mediterráneo pacificado que llevaban la producción a las
ciudades, la mayor la propia Roma. A larga distancia las grandes metrópolis de Oriente
proporcionaban un comercio de lujo.
A finales de la República quizá el 90% de los artesanos de Roma eran de origen esclavo. Se
calcula que en el 225 a.c. habría en Italia 4.400.000 personas libres frente a 600.000
esclavos. En el año 43 a.C. la población libre no habría crecido, mientras que los esclavos
serían 3.000.000 (cinco veces más que en la fecha anterior).
La pax romana de Augusto y el Imperio no podía significar el fin del expansionismo militar,
pues si se acababa el mecanismo antes descrito (conquistas que proporcionen esclavos, que
sustituyan a campesinos libres para que puedan convertirse en ciudadanos
con obligaciones militares que vayan a conquistar más esclavos) el sistema entero caería. El
siglo II, en que los emperadores de la dinastía Antonina combaten eficazmente en
una frontera cada vez mejor definida, ve la última conquista de una provincia: la Dacia en
tiempo de Trajano. La crisis del siglo III, con su correlato de invasiones, anarquía militar y
crisis ideológica que conlleva la expansión y posterior triunfo del cristianismo es en lo
económico la crisis del modo de producción esclavista. Los latifundios empiezan a ser
cultivados por colonos semilibres, y los esclavos escasean. No se reproducen fácilmente, no
se adquieren por conquista (los bárbaros están pasando a ser la fuerza principal del ejército
romano), e incluso son liberados, a veces por motivos piadosos, lo que no oculta el interés
que los propietarios tienen de convertirse en algo parecido a lo que serán los señores
feudales. Las reformas de Diocleciano salvan el Imperio un siglo más, pero empujan el
sistema en un sentido definitivamente feudal (los cargos públicos y oficios deben heredarse,
la presión fiscal hace opresiva la vida urbana). La ciudad decae, al igual que la ciudadanía
romana se extiende y deja de ser atractiva (Caracalla la había concedido a todos los
hombres libres). Ciudadanía y libertad son conceptos que se han devaluado
definitivamente. Cuando ser libre ya no signifique nada, nada significará ser esclavo. Son
otras relaciones de producción.
Existe un intenso debate entre historiadores respecto a la cronología, las causas y las formas
en que se produjo la transición entre el modo de producción esclavista y el modo de
producción feudal, o transición entre esclavismo y feudalismo. La posición más clásica
del materialismo histórico, empezando por la del propio Karl Marx, es situarlo en fechas
tempranas, en la época de las invasiones bárbaras del siglo V; la historiografía materialista
de mediados del siglo XX, como Perry Anderson, realiza una inclusión más sofisticada en
un proceso de transición secular identificable con toda la Antigüedad tardía
en Europa Occidental (desde la crisis del siglo III hasta el periodo post-carolingio -siglo IX-)
y por otro lado autores vinculados a la francesa Escuela de Annales como Georges Duby o
Pierre Bonnassie, apoyados en una ingente documentación, demuestran pervivencias
fundamentales del esclavismo en la Alta Edad Media, hasta el siglo XI, en medio de la
llamada revolución feudal. Según este último autor el auge del esclavismo se daría en el
siglo VII.
ECONOMÍA FEUDAL
Las invasiones que sufre en Europa durante más de cien años (normandos, musulmanes,
eslavos) con la caída del Imperio romano y el posterior debilitamiento del Imperio
carolingio frenarán la actividad económica hasta las puertas del año 1000.
Es en este momento cuando se extienden modernas técnicas agrícolas que, aún existiendo
anteriormente, habían quedado a escasos espacios territoriales. Este proceso fue
extraordinariamente lento, pero se intensificó a partir del siglo XII con la mejora de
las comunicaciones y en los intercambios.
Entre los avances cabe destacar el aumento en el uso de los molinos de agua como fuerza
motriz para el trigo y el aceite, que por una parte se extiende desde el norte de Europa hacia
la zona central, y por otra con las aportaciones de los musulmanes en España desde el sur
hasta Francia y de las acequias para riego, extendiendo los cultivos y liberando mano de
obra que podía dedicarse a otras tareas más productivas. Además, mejoran los métodos de
enganche de los animales, especialmente el caballo y el buey, introduciendo la collera rígida
y el yugo sobre los cuernos. La cría del ganado de tiro aumenta de manera notable y
permitirá disponer de animales en abundancia. También se cría el caballo de combate, que
cambiará las prácticas de la guerra en detrimento de la infantería tradicional. Los
instrumentos de uso agrícola, como el arado o la azada, generalmente de madera, son
sustituidos por otros de hierro. Esto es especialmente útil en el centro y norte de Europa,
entre el Loira y el Rin, donde la tierra turbosa y muy húmeda era difícil de trabajar. Ahora
el arado penetra más, airea la tierra con mayor facilidad y permite la obtención de cosechas
en espacios antes baldíos. Además, desde el norte de la actual Francia y el sur
de Alemania se extiende un sistema de barbecho distinto que posibilita la rotación
de suelos cada dos de tres años mediante la quema de rastrojos, en vez de uno de cada dos,
y se abandona la práctica del cultivo itinerante. Al mismo tiempo, las canalizaciones de agua
facilitan el riego en zonas como la Lombardía y en el sur de Europa garantizan sacar adelante
cosechas en terrenos de clima mediterráneo seco.
El aumento de la producción como consecuencia de las innovaciones supone una reducción
de las prestaciones personales de los siervos a sus Señores en cuanto a horas de trabajo,
sustituyéndose por el pago de una cuantía económica o en especie. Se reducen las tierras
del Señor y se extienden los arrendamientos. Al mismo tiempo los campesinos, disponiendo
de más tiempo para procurarse sus ingresos, incrementan sus rentas y ganan
en independencia. En algunos lugares, sólo son convocados a trabajar para el Señor en los
periodos de laboreo con gran necesidad de mano de obra, como la siega. Todo ha sido
consumado.
El Señor pasa de obtener trabajo gratuito, a recibir retribuciones en especie, que él muchas
veces elige, y oro o plata. Esto provoca una mayor acuñación de moneda y el fluir del
comercio. Aparecen las primeras grandes fortunas y los Señores hacen ostentación de sus
bienes, muchos de ellos traídos de Oriente (entre otras, a través de la "ruta de la seda").
El Alto Clero comienza a disponer - a partir del siglo XI - de recursos con los que edifica las
iglesias, catedrales y palacios episcopales.
Aumenta el número de tierras roturadas y comienza el periodo de eliminación de los
bosques europeos, drenaje de las tierras empantanadas, extensión de los terrenos arados
lejos de las aldeas y la construcción dispersa de casas campesinas. Aunque no sea
rápidamente, el tiempo va cambiando el paisaje y las costumbres. Las tierras de pastos en
las laderas más difíciles de arar y los terrenos de labranza en el resto se hacen comunes en
muchas zonas. Es el tiempo en el que se extiende el cultivo de la vid, poco exigente con las
tierras que han sido ganadas al bosque. Las mejores zonas atraen a una mayor masa de
población y se producen migraciones en todo el centro de Europa. El crecimiento
poblacional es notable a partir de 1050, llegándose a duplicar la población de Inglaterra en
150 años y triplicándose hacia el final de la Edad Media. En el siglo XI las hambrunas han
desaparecido. Este incremento se realiza a costa de una mayor tasa de natalidad, si bien la
de mortalidad se mantendrá más estable.
El crecimiento de las tierras labradas es obra en su mayor parte de los campesinos y no
tanto de los Señores. Conforme éstos se habitúan a recibir las retribuciones en moneda o
especie, van abandonando el deseo de acrecentar los latifundios en beneficio de cederlos
en arriendo. El Señor controla muchas veces la venta de materiales y aperos de labranza a
sus campesinos, lo que le garantiza un control importante sobre los siervos. Los campesinos
exigirán, y obtendrán muchas veces, la fijación de una retribución no arbitraria al Señor,
que consistirá en una aportación fija y otras variables en función de los resultados de las
cosechas del año.
A partir del siglo IX los excedentes facilitan el comercio más allá de las fronteras del señorío.
Las actividades comerciales permiten que surja una incipiente burguesía, los mercaderes,
que en su origen eran campesinos que aprovechaban los tiempos en los que no era
necesario el trabajo de la tierra para comerciar, y para reproducirse ya que se sentian más
excitados y así uno y otro día sin descansar, y que deberán realizar su trabajo pagando
igualmente una parte de sus beneficios en forma de tributos a los Señores. El lujo al que
aspiran los Señores con el incremento de las rentas, favorece la aparición cada vez más
frecuente de artesanos. Las rutas de peregrinación son los nuevos caminos por donde se
abre el comercio. Roma, Jerusalén o Santiago de Compostela son los destinos, pero las
comunidades situadas en sus vías de acceso florecen ofreciendo hospedaje, comida y ropa.
La venta directa al consumidor permite a muchos campesinos aportaciones extras a sus
arcas. Se incrementan las tasas de tránsito, peaje y mercados. Las ciudades, burgos, son al
mismo tiempo espacios de defensa y de comercio conforme avanza el tiempo y se va
gestando una nueva sociedad que despegará en los siglos XIII y XIV.
MODO DE PRODUCCIÓN CAPITALISTA
El modo de producción capitalista es uno de los modos de producción que Marx definió
como estadios de la evolución de la historia económica definidos por un determinado nivel
de desarrollo de las fuerzas productivas y una forma particular de relaciones de producción.
Es el siguiente al modo de producción feudal y, en la predicción del futuro que implica
las tesis marxistas, su lógica interna le conducirá a su desaparición y sustitución por un
modo de producción socialista.
La definición marxista del modo de producción capitalista se centra en el establecimiento
de unas relaciones de producción basadas socialmente en la existencia de proletarios que
no poseen medios de producción ya que pertenecen a los capitalistas, con los que realizan
un contrato de trabajo, mediante el cual venden su fuerza de trabajo, que es la única
propiedad que tienen, a cambio de un salario, como única manera de conseguir los medios
necesarios para sus subsistencia. Es el capitalista el que organiza la producción, que en su
aspecto técnico está determinada por un nivel de desarrollo económico propio de la época
industrial, en que el capital ha adquirido el predominio sobre la tierra, que era la fuerza
productiva dominante en los modos de producción anteriores (esclavismo y feudalismo). La
clave de la concepción marxista del capitalismo está en los conceptos de alienación (el
hecho de que el proceso y el producto del trabajo devienen ajenos al trabajador); y de
plusvalía, o sea, el valor incorporado por el trabajador asalariado al producto que excede
en al valor que representa el salario (teoría del valor-trabajo). En esa diferencia de valor
estriba para Marx el beneficio del capitalista, puesto que es éste el que realiza el valor de lo
producido mediante la venta en el mercado, que genera un precio que ha de ser superior
al costo de producción si es que la actividad económica ha sido exitosa.
La apariencia libre del contrato entre capitalista y trabajador (que según la teoría liberal
habría de ser individual y sin interferencias de negociación colectiva de sindicatos o
legislación protectora del Estado) apenas enmascara la presión a la que está sometido éste
por la existencia de un ejército industrial de reserva, que es como Marx denomina a los
desempleados que están dispuestos a sustituirle. No es original de Marx, sino de Ricardo y
otros pensadores liberales (Ferdinand Lassalle), la idea de que el funcionamiento libre del
mercado somete a los salarios a una ley de bronce que impide que asciendan más allá del
límite de la subsistencia. Los proletarios deben de cuidar ellos mismos de la reproducción
de la fuerza de trabajo.
MODO DE PRODUCCIÓN SOCIALISTA
El socialismo es un régimen económico – social basado en la propiedad social de los medios
de producción, y que se caracteriza por su decidida lucha por dar satisfacción a las
crecientes necesidades materiales y culturales de toda la sociedad, y de cada uno de sus
miembros, sobre la base de desarrollar, de manera incesante y planificada, la economía
nacional, y de incrementar, ininterrumpidamente, la producción del trabajo social.
El socialismo tiene su fundamente filosófico en los siguientes principios:
-CREENCIA EN EL PROGRESO
El hombre es esencialmente un "HOMO SOCIUS" es decir un HOMBRE SOCIAL. El
hombre esta en este planeta para poder vivir en sociedad. No puede concebirse al ser
humano en forma aislada
Por tanto, la colectividad tiene prioridad sobre el individuo, los intereses sociales tienen
mayor importancia que los personales.
La defensa de los auténticos intereses de la colectividad
El socialismo se basa esencialmente en la PRODUCCION SOCIAL de los medios de producción
Para el socialismo la propiedad privada de los medios de producción es un robo
El desarrollo y el perfeccionamiento de la producción social sirven para satisfacer, de
manera cada vez mas complot, las creciente necesidades materiales y culturales de la
sociedad
"Pienso que la tierra pertenece, para su uso, una vasta familia de la cual muchos ya han
muerto, unos pocos viven, y son innumerables los que aun no han nacido"
- Un miembro de una tribu indígena -
-MATERIALISMO
Para el socialismo, los valores materiales privan sobre los valores espirituales.
En la vida social humana, el factor determinante en última instancia es el económico
Es decir que las condiciones materiales de existencia determinan el accionar, el
pensamiento y ka conciencia de los hombres.
-HUMANISMO
El socialismo es un humanismo que trata de crear una serie de valores cuyo centro es el
hombre
Existen leyes naturales y leyes específicas de la vida social. La razón deber imponerse sobre
la naturaleza. Por tanto la justicia debe imponerse sobre el egoísmo y el bienestar
individual.
Es un grave error considerar al hombre como un ente natural, separado de la sociedad,
olvidando su esencia social. Al ser humano es necesario concebirlo dentro de las leyes
objetivas del desarrollo de la sociedad que son en realidad las que crean
la persona humana.
El socialismo, al desvalorizar la propiedad privada y no aceptar la explotación del hombre
para el hombre, establece entre los individuos relaciones auténticamente humanas, de tal
manera que el hombre viene a ser EL AMIGO DEL HOMBRE
Por tanto el socialismo persigue una sociedad en la cual se debe eliminar toda desigualdad,
y debe quedar bien establecida la expresión de la justicia, formulada en el principio que
dice:
"De cada uno, según sus capacidades, a cada uno, según sus necesidades"
-LIBERTAD CONCIENTE
Para el socialismo, la libertad es la necesidad de la que se ha tomado conciencia.
Es decir que acepta como libertad, LA VOLUNTAD determinada por las condiciones
exteriores al individuo
La necesidad existe en la naturaleza y en la sociedad en forma de leyes objetivas, la
necesidad objetiva es lo primario, la voluntad y conciencia del hombre es secundario y
derivado.
La libertad humana está condicionada por la dependencia en que los hombres se
encuentran, no solo respecto a la naturaleza, sino, además, respecto a las fuerzas sociales
que imperan sobre ellos
La libertad no consiste en una soñada independencia de las leyes naturales y sociales, sino
el reconocimiento de esas mismas leyes, y en la posibilidad de actuar según un plan y
reconocimiento de las mismas.
La libertad, por tato, de encuentra determinada…. aún más: PREDETERMINADA
-EL ESTADO = EXPRESA LA VOLUNTAD DE TODA LA SOCIEDAD
Para el socialismo, el estado debe velar por los intereses de la sociedad. El trabajo no tiene
valor
Para el socialismo, el trabajo tiene un valor tan grande que no se le puede asignar ningún
valor. Por tanto, para el socialismo el trabajo es una acción gratuita y voluntaria en bien de
la sociedad sin poner condiciones sobre remuneración